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Yiye Ávila: Unidos por la misma sangre

Copyright © 2019

Miguel Sánchez Ávila


Palabra, Gloria y Poder
Niagara Falls, New York

Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio de


reproducción, sin el debido permiso por escrito de su autor. A
menos que se indique lo contrario, todos los textos bíblicos han
sido tomados de la versión Reina – Valera 1960.
INDICE
PREFACIO
INTRODUCCIÓN
La reunión
Una terrible condición
Un nuevo comienzo
Los altoparlantes
La aversión
La partida
Cuarenta y un días
El rayo
El cajón del diablo
El lienzo
Ataques
Hija
Lluvia en los estadios
Los pies lavados
Miña
El caballo blanco
Miguel
Ejercicios en el sótano
El derrame
Noemí
El fin de la jornada
CONCLUSIÓN
APENDICE
(FOTOS)
El hermano Yiye fue un hombre de Dios con un testimonio
intachable; de todos los ministerios, tanto hispanos como
americanos, nunca hubo un hombre de Dios tan recto como el
siervo de Dios Yiye.
Fue un hombre de bendición para todo Centro y Sur América,
así como el Caribe y al mundo de habla hispana.

Pastor Benny Ramos


Iglesia Pentecostal “Fuente Divina”
Brooklyn, New York.
Es para un privilegio poder presentar mi impresión sobre el Ministerio de
Nuestro amado hermano Evangelista Miguel Sánchez-Ávila y sobre su libro,
presentado a todos, y al pueblo cristiano, que tanto amó a su querido
Abuelo, el Legendario Evangelista Yiye Ávila; a quien tuve la oportunidad de
conocer y trabajar para sus Campañas en diferentes lugares y conocer
desde dentro este poderoso y ungido Ministerio. Este Libro llena muchas
interrogantes de la clave de su éxito y victoria de su arrollador Ministerio, de
su vida íntima, que se muestra con una magistral sencillez. Existe el
pensamiento de que los grandes ministerios no sufren y no pasan
vicisitudes y momentos difíciles. Muchos no saben de dónde viene el
Diamante tan valioso y deseado, que es un pedazo de carbón purificado.
Me he gozado con cada capítulo y quiero recomendar a cada persona que
tiene un llamado de Dios a tener este recurso en su biblioteca. Este libro te
enriquecerá, llenará y entenderás lo que Dios hace con los grandes
hombres de fe y que también puede hacer contigo. Nuestro Ministerio está
comprometido con este Hombre de Dios, Miguel Sánchez-Ávila. Y
respaldamos esta publicación, de la cual esperamos que millones de almas
sean impactadas con este recurso y sus mentes renovadas. Ro.12:1 /
2.Co.3:18 Que transformará tu vida 1.Samuel.10:9
Rev. Martín Chávez.
Director Fundador de la Asociación Mundial del Día de Pentecostés Inc.
Pastor General de la Iglesia Monte Santo Rigdefield NJ de las Asambleas
de Dios.
Iglesia Pentecostal Getsemaní Spring Valley NY de Asambleas de Dios.
Director de la Reunión de Pastores Ministros Que No Han doblado sus
rodillas a Baal.
Esta obra titulada "Unidos por la misma sangre" es un libro que
nos hace ver al Hno. Yiye Ávila, evangelista del Señor, de una
manera única y real; parece ser como si el lector estuviera allí
en esos momentos con el Hno. Yiye, viviendo con él
experiencias conocidas y desconocidas al público. Miguel
Sánchez Ávila, el autor y nieto de este gigante de la FE relata
cómo su querido abuelo impactó e influyó en su vida tocante a
su relación con su Señor y Salvador Jesucristo.
Este es un libro que motivará tu fe y tu relación con Jesucristo
por el testimonio de un abuelo y su nieto: Unidos por la misma
sangre.

Rev. Alberto Torres, Pastor Iglesia Pentecostal Asambleas De


Dios en Hammonton, New Jersey.
Presbitero de la Sección NJ Sur y Delaware del Distrito
Hispano del Este Asambleas De Dios.
PREFACIO

¿Qué se siente ser el nieto de Yiye Ávila?

Muchos a lo largo del tiempo me han hecho esa pregunta


y de otros, la podía leer con exactitud en sus ojos y no se
atrevían a hacerla; de otras personas podía sentirla, y eso es
de los que sé, pero también estoy más que seguro que existe
también una vasta lista internacional de los que ni he visto ni
conocido que hacen esa misma pregunta dentro de sí.
Puedo aprovechar la ocasión de escribir este libro tan
profundo, para responder a esa pregunta. Como alguien unido
a esa misma sangre, no puedo decir sencillamente que “es un
gran privilegio” y ya, eso lo diría alguien que no es su familia y
es algo sencillamente corto y genérico para decir, y le quedaría
más que bien a un “extraño”. La respuesta de alguien de
sangre, de parte mía, como uno de sus nueve nietos, y el
menor de los nietos varones, es decir sencillamente que soy
nieto de alguien que fue un hijo, amigo y servidor del
Todopoderoso Dios, MI ABUELO, alguien que brilló por luz
propia, que comenzó desde abajo y que muchos trataron de
opacarlo, oponérsele, perseguirlo, y muchos más etcéteras
pero su fe inquebrantable y sus rodillas ejercitadas en su
relación con Dios, le dejaron de pie ante el mundo y en el
campo de batalla como buen guerrero; y así mismo “de pie”
ante el mundo y como más que vencedor partió de esta tierra.
Un hombre con sus errores y defectos como todos, porque era
humano, pero que absorbía de la misma esencia de Dios en el
lugar secreto y que tenía una relación inquebrantable con el
Santo, el Bendito, con experiencias espirituales poderosas e
inimaginables de las cuales algunas callaba y otras hacía
públicas como testimonio.
No estuvo rodeado de la mejor gente desde cierto tiempo
en adelante y como su nieto me tocó vivir momentos muy
difíciles. No se me “abrieron puertas” por sencillamente ser
familia directa de sangre de Yiye Ávila; por el contrario, todo ha
sido por Dios y por mi lado independiente, gente que Dios
mismo ha enviado y mi esfuerzo y experiencia personal divina.
Por causa de ser nieto de este gran hombre de Dios, muchos
solo expresaban su amargura; había sentimientos encontrados
de envidia, odio, desprecio, y más, mucho más que pareciera
hasta no poder llegar a describirse ni por palabras ni por miles
de sinónimos de las mismas que se pudieran mencionar y
hasta crear, y todo relacionado a la luz que ese hombre de
Dios emitió al mundo por más de 50 años ministeriales en
donde transmitió amor y esperanza. Al parecer esto era más
que motivo y razón justificada de “disparar” hacia mí como
predicador de años y como parte de su familia. Me cerraron la
puerta en el deporte en Puerto Rico, algo que no parecía tener
lógica no solo por mi talento en el deporte y mi evidente lucha
constante para ser el mejor, sino que además yo era el nieto de
una figura de deportiva conocida en su tiempo que puso el
nombre de Puerto Rico en lo alto, más bien eso sirvió para
cerrarme la puerta según la lógica “ilógica”, de acuerdo a como
muchos “disciernen” en la Isla en esta época. Me cerraron las
puertas también en Agencias, y muchos en el campo
evangélico comenzaron a “guindarse” del nombre de Yiye para
atacarme por hasta lo más mínimo que se les ocurría. Yo era
testigo de la hipocresía, y pude entender que era también un
trato de Dios conmigo para el futuro y para aprendizaje. Pero
eso no será parte de esta historia que narraré. Mi intención no
es demostrarte mis retos y todo lo que asombrosamente he
vencido por el poder de Dios y en el Nombre de Jesús y todo lo
que me he fortalecido en medio de las duras pruebas por parte
de gente inescrupulosa que quisieron emitir la carga de miseria
espiritual y mediocridad que llevan en la espalda de pecado; mi
propósito es hablarte de este GRANDE del evangelio, un ser
de su época inigualable e incomparable en trato y carácter en
contraste a otros que estuvieron en su época a su alrededor y
que debieron tomar su ejemplo, y que muchos de los que dicen
“que no habrá otro como él”, son los primeros que no lo imitan
ni imitaron ni hacen ni harán nada para el evangelio; o son los
primeros que no hacen lo que alaban de él para emitir
comparaciones.
No se endiosa al hombre, sino que el enfoque está en
Dios. Esta historia es sencillamente la historia de Dios con Yiye
Ávila, algunos hechos que ya conoces, otros que no sabías, ni
de ninguna forma te hubieras podido enterar, pero en una
mayoría enfocado en sus comienzos y en sus últimos años
ministeriales que comenzaron a transcurrir en los inicios del
nuevo milenio, cuando yo, en el año 2000 comencé a trabajar
con él desde muy joven… ¿Qué se siente ser nieto de Yiye
Ávila?... Ummm… A parte de lo que he dicho como respuesta
corta, conoce más por este medio la vida de este General de
Dios, al cual siempre estaré unido por la misma sangre por
medio de la madre luchadora y predicadora que fue su hija y
que me dio a luz y me tuvo en su vientre por nueve meses:
Noemí Ávila-Talavera.
No se trata de mi historia, sino de la historia de Yiye Ávila,
pero nosotros, su familia, somos parte de su historia. Este libro
no hubiera podido llegar a ti si su nieto no existiera y si no
hubiera superado los obstáculos por medio del poder divino
para realizarlo. EN TODO a DIOS SEA LA GLORIA.
INTRODUCCIÓN
Allí estaba aquel hombre orando en el huerto de
Getsemaní. Su sudor era como gotas de sangre que caían
sobre la tierra. Podía sentir, podía ver, podía saber con
exactitud el futuro próximo de las siguientes horas: Sería
crucificado, sentiría el látigo de Roma, sería humillado de la
forma más cruel siendo la misma forma visible de Dios y en su
cuerpo humanado había una revolución que se oponía a su
entrega total. Cada vez sudaba más sangre, las glándulas
sudoríparas estaban llenas de ese fenómeno médico conocido
como “hematidrosis”. Las presiones emotivas en Jesús eran
en ese momento demasiado fuertes y lo causaban: EL SUDOR
ERA SUSTITUIDO POR SANGRE… ¡Padre mío si es posible
no me hagas beber de esta copa! – Exclamó en ese momento
Jesús, sin embargo algo más fue añadido y exclamado por Él
en lo que era una lucha terrible: -…Pero sea tu voluntad y no la
mía.
No podía faltar el segundo enemigo en hacer su aparición.
El primero siempre sería la carne, ahora era Satanás. Estaba
comenzando a suceder lo que sería un hecho histórico en
Jerusalén, un hecho del cual dependía la salvación de la
misma humanidad. Ya estaba comenzando la sangre de Jesús
a ser derramada en el Getsemaní y Jesús estaba venciendo en
ese momento nuestra fuerza de voluntad y comenzando el
proceso de redención, que significa “traer al lugar original”. En
el Jardín del Edén había perdido la humanidad ante el enemigo
de las almas, ahora también en un jardín nuestro segundo
Adán (Cristo), nos traía de vuelta para reconciliación y
salvación.
Uno de los ingredientes que muchos años antes Dios le
había dado a Moisés para que fueran parte de la Santa Unción,
era el aceite de olivas (Éxodo 30:23-25), ese aceite era
extraído de olivas maduras que eran llevadas a una cisterna
para que se pisaran o “machacaran” con unas piedras pesadas
para quitarles el cascarón y sacar el aceite, el cual permanecía
después un tiempo en la cisterna para que las impurezas
salieran y luego la suciedad salía y se botaba. Esas piedras
que se usaban para pisar las olivas se llamaban en hebreo
“Gath Shemen” que significa… GETSEMANÍ y su traducción
es “molino de aceite”.
Allí estaba nuestro Señor, nuestro Dios, nuestro Salvador:
Jesús, la forma visible de Dios, todo Dios pero en un cuerpo
humano, siendo exprimido y pisado.
-¿De verdad crees que puedes salvarlos? - Se podía
escuchar la voz de Satanás.
El diablo reía a carcajadas burlándose y despreciando y
decía toda clase de blasfemias contra Dios mientras Jesús solo
permanecía orando y le ignoraba.
-Tú mismo sabes que tus discípulos te abandonarán, que
habrá uno que te negará tres veces, y ya hay uno que te
entregará. Al que dices tu pueblo no te recibió y te desprecian
¿vas a morir por toda esa basura? Si desde el principio te
hubieras tirado del pináculo del Templo como te lo ofrecí, te
hubieran recibido como el Mesías. Hubieran aparecido ángeles
en una gran manifestación para guardarte y ellos lo hubieran
visto.
Satanás seguía riéndose rodeado por espíritus malignos
de burla que se comenzaban a visualizar y a manifestar. En
ese momento se comenzaba ya a sentir una atmósfera muy
pesada en todo Jerusalén como jamás se había sentido antes
y hasta algunos de sus habitantes se percataban y hasta
miraban alrededor teniendo cierto miedo por lo que sentían. El
Reino de la Tinieblas estaba haciendo un protagonismo fuerte,
pero también había ángeles de Dios. Un ángel del cielo se le
apareció a Jesús para fortalecerle. Encontrando a sus
discípulos dormidos a causa de la tristeza, los levantó.
-¿Por qué dormís? Levantaos y orad para que no entréis
en tentación- le dijo Jesús.
Y allí venía Judas con el beso de la traición y acompañado
de la turba. Jesús lo miró fijo y triste mientras venía para luego
darle el beso en la mejilla.

Quiero decirte a ti que lees: Los tesoros escondidos en la


Biblia no los conseguirás leyéndola como cualquier otro libro
sino meditando en ella. Medita en los hechos porque no todo te
lo dirá y tampoco se preocupará por explicarte lo que entiendas
o no. “Hay muchas otras cosas que Jesús hizo, que si se
escribieran en detalle, pienso que ni aún el mundo mismo
podría contener los libros que se escribirían” (Juan 21:25).
¿Cómo crees que estuvo el ambiente en Jerusalén
mientras la forma visible de Dios mismo entregaba su vida?
¿De verdad crees que durante el proceso satanás no trató de
entorpecer hasta el final y no había demonios ni potestades
malignas que Jesús mismo podía ver y escuchar? Medita,
piensa y discierne. Enamórate con valentía de la esfera
espiritual y recuerda que no solo existen Dios, los ángeles, lo
querubines, los serafines y todo lo hermoso que pueda ser y
tener el cielo, recuerda que existe también satanás, los
demonios y los ángeles caídos, los cuales serán parte de la
historia de todos en nuestro paso por esta tierra lo queramos o
no y los veamos o no. Ignorarlo porque le tienes miedo, no
quitará la realidad, solo te enceguece a ti mismo.
Cristo mismo fue al Getsemaní para rendir su voluntad. En
nuestro caso será el momento cuando saldrá todo lo sucio y
escondido de nuestra vida y en donde nuestras motivaciones
serán purificadas; tendremos que ser también exprimidos y
pisados como Jesús. Así mismo como abrí un poco tu mente
más allá de lo que meramente dice el relato bíblico y que de
seguro sucedió pero que no se menciona literalmente, como el
caso de la presencia de satanás en la crucifixión y de los
demonios y potestades, así mismo quiero abrir tu mente con
este libro hacia algo muy importante: No solo conozcas la
gloria, sino también la historia. Si hay victorias es porque hubo
procesos y guerras que se pelearon y que se vencieron.
Quizás también cuando hablo de “comenzar desde abajo”
imaginas solo la parte en la esfera material, lo cual es real,
pero no es solo eso. De rodillas se libran batallas, abres las
puertas al rompimiento de cadenas, del sentir del poder de
Dios. La parte espiritual es y siempre será real y las
manifestaciones, sean de Dios o sean del enemigo son reales.
Haz una amistad más profunda con Dios. Una vez leas este
libro no serás el mismo, tu mente cambiará para ver más allá la
esfera espiritual y lo que hay detrás de cada gloria real que
emana de Dios. Vemos las batallas que enfrentó Elías y si
meditamos Dios nos abre nuestra mente para ver más allá
aunque no se narre o especifique y bastan los hechos para
evidencia; igual con David, Moisés, Daniel y todos los grandes
personajes bíblicos. Dichosos los que fueron de la época de
David, dichosos los que caminaron con Jesús y dichosos
aquellos que en esta vida tuvieron la oportunidad de conocer y
hablar con grandes personajes de la historia, y no solo la
historia bíblica sino también en la historia contemporánea. Para
cada época Dios tiene un regalo de manifestación del poder
divino. Seas ahora o hayas sido niño, joven, adulto, anciano o
de la tercera edad, que se diga para nosotros que todos
vivimos en la época, en la historia y en los tiempos de un
baluarte llamado Yiye Ávila.
CAPITULO I
1
La reunión

Era una mesa oscura y sombría al igual que el lugar en


donde se encontraban reconocidos brujos y ocultistas de
diferentes partes del mundo, todos sentados y parecían muy
preocupados. El ambiente estaba cada vez más pesado y ya
de momento comenzaban a aparecer, visualizarse y a
manifestarse ciertos personajes muy tenebrosos del reino de
las tinieblas, a los cuales los brujos les saludaban con respeto
y reverencia, llamando a cada cual por su nombre. De
momento, frente a ellos, en lo que pareció ser una hermosa
luz, se manifestó una criatura de buen aspecto, rubio y muy
hermoso pero sus ojos estaban llenos de maldad y la
destilaban sin censura. El ambiente ahora estaba saturado de
la presencia más maligna que jamás pudiera existir en todo el
universo. El personaje miró fijamente a cada uno de los
humanos líderes de brujos que estaban presentes con su
mirada maligna y perversa, los cuales le hicieron reverencia y
luego caminó unos pocos pasos hacia el frente. Sus pies
parecían estar cubiertos por lo que parecía ser una pequeña
nube que no permitía que se le vieran.
-Ya les he dicho que tenemos un problema- habló el
enemigo de las almas, quién levantó su mano y de momento,
apareció en medio de un destello de luz lo que parecía ser una
carpeta con unos papeles dentro. Inmediatamente, la arrojó
sobre la mesa.
La carpeta se abrió y allí estaba la foto de un gran
evangelista y mucha información.
-Yiye – se escuchó mencionar y pronunciar a satanás
aquel nombre entre un crujir airado de dientes que parecía
asemejarse al mismo crujir que hacían los fariseos contra
Jesús en su época.
Satanás empuñaba una de sus manos con tanta fuerzas e
ira mientras crujía sus dientes, que lo que parecía ser su
“sangre”, o por lo menos algo semejante, comenzó a caer en
gotas al suelo, abriendo huecos humeantes en el piso como si
fuese ácido que caía.
-He atacado a este hombre con mucho desánimo, sin
embargo esto ha fortalecido más su tiempo a solas con Dios y
no solo se encierra en el sótano de su casa a orar, sino que
también llevaba a sus estudiantes allí y les hablaba la Biblia
antes de renunciar al magisterio y ponerse a predicar de
tiempo completo. Traté de hacerle cambiar de opinión por
medio de la gente de alrededor de que no renunciara al
magisterio por todos los beneficios que perdería, pero más
rápido renunció y ahora invita a varios amigos, familiares y
vecinos a formar parte de lo que él llama un “escuadrón”. Ellos
se reúnen en su casa a orar y compartir la Biblia y…
Satanás airado golpeó la mesa con la misma mano que
tenía empuñada y la fuerte mesa se partió en dos. Los brujos y
los personajes malignos estaban asustados y temblando.
-¡¿Acaso crees que no sé ya eso?! ¡¿Para qué lo repites?!
– Le gritó al personaje maligno que había estado hablando-
¿Vas acaso a decirme también que es el año de 1972 como si
tampoco lo supiera? ¡Tú eres nada sin mí! ¡Yo soy Lucifer el
soberano, a quién el trono de Dios mismo le pertenece! ¿Crees
que sabes más que yo? ¿Quién te dio permiso de que
comenzaras tú a hablar? ¿Ahora te crees tú el jefe?
El muy conocido personaje maligno se comenzó a retorcer
del dolor punzante recibido por satanás y se postró ante su
señor y le adoró pidiendo perdón.
-Yo conozco muy bien –dijo- y se cuándo hay amenazas y
ese Yiye es una y muy fuerte. Tenemos que impedir que
crezca. Voy a usar todos los medios posibles como quiera
crezca o no, voy a tratar de desenfocarlo, de desviarlo, de
hacerle perder la fe de alguna forma. Voy a estudiarlo y a
mirarlo de cerca, a la gente de alrededor y a su familia… ¡Esas
almas que me quiere arrebatar Dios por medio de él son mías!
¡A mí me pertenecen!

En ese momento volví en sí. De momento estaba tan


perdido que no recordaba ni tan siquiera cuándo me había
quedado dormido después de levantarme de un salto. Me
comencé a hacer la pregunta: ¿Pero y qué es esto?
Fue allí donde escuché la voz audible: - Ha llegado el
momento de dar honra a mi siervo y de yo glorificarme por
medio de esto y quiero que escribas un libro sobre su vida.
-¿Un libro? - Pensé- Pero si ya se ha escrito sobre su
vida, su testimonio y su biografía y hay miles de testimonios de
sanidad y liberación y muchos más etcéteras por donde quiera.
-No será como otro libro ni una mera biografía- Escuché
nuevamente la voz de Dios- Escribirás tal y como te lo diga y
en el orden que te dirija. El libro será mío pero tú serás su
autor porque tú lo escribirás. Es ya hora de tú y yo reunirnos
para esto. El tiempo apremia y tengo mucha urgencia. Esto
tiene que salir YA porque ya el tiempo para esto ha llegado. ES
AHORA.
Sentí de momento como mi cabeza se comenzó a
comprimir y sentía una fuerte presión y luego como si algo se
liberara y se comenzara a expandir. Ya tenía todo en la cabeza
y abrí mis ojos impresionado. Era tiempo de orar por dirección.
Sentía el poder de Dios y la confirmación era irrefutable.
Jesús estaba a mis espaldas y lo pude sentir. Fue como
haberlo visto esta vez pero por medio del sentir de su
presencia, y en un sentir con mucho detalle. Ya lo había visto
antes en otras experiencias:
Cabello largo, BRILLANTE, vestiduras blancas finas y un
cinto dorado. Allí estaba Él. Ya era el tiempo. NO SE PODIA
ESPERAR MÁS. ERA AHORA.
2
Una terrible condición

El plan y las aspiraciones habían sido seguir compitiendo


en el levantamiento de pesas en los Estados Unidos habiendo
participado ya en las olimpiadas centroamericanas en México,
en donde había representado a Puerto Rico.
Había llegado ahora el período más sombrío y lóbrego en
la historia de Yiye Ávila: El momento de una terrible condición
médica que estaba haciendo pedazos todos sus sueños y
aspiraciones de juventud. Mientras Yiye dormía en la cama,
podía verse en una mesita próxima, la revista “Strenght and
Health” (fuerza y salud) de marzo del 1955 y de su editor Bob
Hoffman, donde posaba en la misma portada un “José Ávila”,
ganador de Mr. Norte América de 1954, el año anterior a la
salida de esa edición de la revista. Se podía ver también su
costo: 35 centavos.
Una brisa tenue y delicada entró de momento en la
habitación, e hizo que la revista se abriera y pudieron verse las
páginas 12 y 13, en donde estaban escritos consejos para
ejercicios que José Ávila daba y se podían ver sus fotos en
diferentes poses enseñando sus músculos. Era conocido por
“Yiye”, su apodo, pero su nombre completo era José Joaquín
Ávila-Portalatín.
Se podía ver en el sótano de su casa, en donde tenía su
pequeño gimnasio, todos los trofeos que había ganado en las
diferentes competencias. El deporte era su pasión, su amor y
refugio. El año de 1952 había sido también uno de un gran
triunfo como ganador de Mr. Puerto Rico y también en el físico
culturismo.
Yiye comenzó de momento a moverse en la cama
mientras dormía y en una forma que pareciera como si
estuviera teniendo una pesadilla. Estaba sintiendo más fuerte
el dolor de su condición y al parecer se mezclaba con un sueño
que revivió algo que había pasado en vida real poco antes de
haber entrado al físico culturismo. Mientras tanto, allí estaba
Jesús, con sus brazos cruzados, mirándole fijamente mientras
dormía. Su rostro emitía paz, santidad, pureza y todo lo
hermosamente descriptible e indescriptible. Su cabello era
hermoso: Negro y grueso, largo peinado hacia atrás y su barba
era espesa y perfecta. Su mirada, sus ojos, toda su esencia
emitían solo amor, perfección, santidad, pureza. Miraba
fijamente a Yiye con una sonrisa y con los brazos cruzados.
Había un plan. Había un propósito.
Allí estaba Yiye, había jugado béisbol clase “A” y jugaría
en sus últimos años también clase “AA” en el equipo “Camuy
arenas”. Esto sería por un espacio de 15 años que ya estaban
a punto de finalizar con un recuerdo no muy lindo. Ya estaba
listo al bate y ahora le tocaba enfrentar a “Mónico Reyes”, el
lanzador del equipo contrario.
-Este de seguro me viene con una curva y estoy listo-
pensó un Yiye ya preparado y en posición de bateo.
El pitcher lanzó de momento una bola recta a toda
velocidad… ¡Que sorpresa! En ese juego pareció ahora ser
todo diferente, no solo en eso, sino que la bola fue lanzada alto
y adentro, golpeando fuertemente el lado izquierdo de la
cabeza de Yiye, quien inútilmente trató de esquivar el pelotazo
y salió muy lastimado. De momento, pareció repetirse la
escena y el pelotazo se sintió otra vez. Yiye sintió más mareo y
náuseas y escuchó un zumbido más agudo por motivo del
fuerte golpe.
En ese momento, se despertó del sueño de un brinco y
con mucho dolor por causa de su artritis reumática. Siendo aún
muy diestro en el deporte, y más en el físico culturismo, había
mucho cuestionamiento referente a cómo había sido posible
haberse lesionado la rodilla de una forma tan grave y severa
llegando al punto de casi no poder caminar, y además; ¿de
dónde había salido de momento todo aquello?
Yiye se levantó de la cama con mucho dolor y tomando el
bastón que su misma esposa le había preparado para
apoyarse. El diagnóstico del médico no había sido nada de
esperanzador ni alentador y ahora un joven Yiye junto a su
familia, se enfrentaba a un cuadro cuya palabra de “malo”, no
sería lo suficiente para describirlo todo. Como profesor de
química y de biología, era también una pesadilla todo lo que se
tenía que esforzar por caminar en la escuela. La escuela
también le quedaba tan cerca de su casa que se podía ir a pie,
pero aún hasta la distancia más corta era más que un martirio.
Aún en medio del tratamiento médico, el dolor parecía
aumentar cada vez más y era algo terrible.
-Si usted es médico, pues entonces ¿de qué te sirve si no
me puedes ayudar?-Recordaba Yiye haberle dicho a casi todos
los doctores que visitó buscando ayuda. Algunos eran sus
amigos.
-Hay algunas enfermedades que son incurables para la
ciencia médica, hay más de treinta y la artritis reumática es una
de ellas- Recordó la respuesta - No hay humanamente NADA
que yo pueda hacer, solo puedo ayudarte con un tratamiento
médico que alivie un poco el padecimiento. Lo único que puedo
hacer es prescribirte cortisona para aliviar el dolor.
Yiye deprimido y acompañado por la dolencia, se había
quedado dormido y recostado por motivo de la depresión y
ahora se había despertado. Solo podía conformarse con ver
los deportes en la televisión y en días había perdido todo lo
que con tanto trabajo había logrado en el deporte del físico
culturismo. Era más que frustrante, era un tormento y vivir peor
que un infierno en vida. Ya no soportaba más y ya había ido a
buscar ayuda espiritual. Cada vez la enfermedad iba
empeorando a pesar del supuesto tratamiento y no se podía
casi ni doblar. En ese momento miró la estampilla de Santa
Teresa que le había dado el cura y que tenía cerca. La tomó y
comenzó a esforzarse en rezar a Santa Teresa pidiendo ayuda
y auxilio por su sanidad, al ir a la iglesia, el cura le había
aconsejado que le clamara a Santa Teresa porque esa era “la
favorita suya”. Yiye se había marchado abrazando las
estampillas.
De momento, se escuchó una voz femenina de una
manifestación que se dio en el cuarto y Yiye abrió sus ojos más
que sorprendido. El personaje estaba suspendido en el aire y
clamó: - ¡Yo soy Teresa!
Y sí, era visualmente exacta como el personaje de la
estampilla. Yiye sorprendido miró la estampilla y luego de
nuevo a la manifestación. Sí, era algo real, no estaba loco ni
soñando ni sus ojos le mentían. ERA ALGO REAL. Iba a penas
a extender una mano hacia aquel personaje pero fue en ese
preciso instante cuando aquel ser pareció recibir un tablazo tan
fuerte en la espalda, que no pudo evitar ni ocultar la expresión
del dolor al sentir el tan fuerte golpe y de inmediato se
desapareció y pareció hacerse polvo al desvanecerse. No solo
expresó dolor, sino que su rostro femenino pareció cambiar a
algo extraño en el momento de recibir el impacto, el cual se
escuchó muy fuerte en la habitación.
Ese momento fue rápido pero se pudo apreciar todo con
detalle. Al recibir el golpe, era como si el personaje nunca
hubiese sido realmente una mujer sino…Algo más. Su rostro
no pudo seguir disfrazado ante el impacto de aquel poder
superior que le golpeó.
Yiye dio un brinco del susto aun sintiendo el dolor por
causa de su condición y fue allí donde escuchó una voz divina
de mucha autoridad que dijo: -¡Polvo, solo polvo aquello que
pretendan usar en la tierra para tomar el lugar de mi hijo
Jesucristo!
Era la voz del Padre.
De inmediato, Yiye pudo comparar todo a la primera vez
que Dios ya le había hablado, no había sido hace mucho. El
dolor se había manifestado tan intenso en aquel entonces que
él había gritado a Dios: -¡Ten misericordia de mí! ¡No puedo
moverme ni con mi propio peso! ¿Acaso no ves el dolor tan
terrible en mis codos, en mis hombros y más? ¡Sáname! Hay
gente que predica en las plazas que dicen que tú sanas
¡SÁNAME!
La habitación en ese entonces había temblado de
momento y se sintió un viento fuerte luego de un silbido
apacible inicial que creció gradualmente; de forma rápida,
hasta sentirse así para luego escucharse un grito y en voz de
trueno que dijo con mucha gloria, justicia, autoridad y firmeza: -
¡TODAVIA NO!
Y ahora ya había transcurrido otra experiencia más.
Los días seguían pasando y Yiye meditaba calladamente
en sus experiencias, en medio del dolor, muchos momentos de
desesperación, depresión, tristeza y de angustia por querer
que de alguna forma todo pasara ya o hubiera aunque fuera
una respuesta, una solución, un alivio, algo que resolviera el
problema de su condición. ERA UN TORMENTO
INDESCRIPTIBLE.
Fue un día, que encendiendo el televisor más temprano de
lo acostumbrado para ver deportes, se encontró con un
programa de televisión evangélico norte americano traducido al
español en el cual predicaba un muy conocido evangelista de
nombre Oral Roberts. En ese momento, su esposa y sus tres
hijas no estaban en la casa, pues el día domingo, su amada
compañera tenía como costumbre ir al cercano pueblo de
Hatillo a ver a su abuela junto a sus tres niñas.
Yiye veía con mucho impacto las sanidades, los
testimonios, y todo lo que cada cual hablaba antes de haber
recibido su milagro en los servicios televisivos. Todo aquello
grabó y atesoró en su corazón y atendía a lo muy importante
que explicaba este predicador, quien decía: -Quién sana es
Cristo, yo soy solo un instrumento suyo, la gloria es para Dios.
Antes de haber orado por los enfermos, Oral Roberts
había hecho primero un llamado televisivo para todos aquellos
que querían aceptar a Cristo y había hablado de cómo recibirlo
como único Señor y Salvador personal por medio de una
oración de fe.
Ya había llegado el momento, la respuesta al quebranto, al
vacío, el momento de llenar la vida completamente de Dios.
Yiye se encerró en su habitación y siguiendo las mismas
instrucciones que vio por televisión de cómo aceptar al Señor,
se entregó a Él y lo recibió y aceptó como su Salvador. Sentía
paz, un cambio, algo diferente y podía escuchar y sentir los
ríos de agua de vida y de agua viva en su interior, en una
hermosa experiencia de PODER. Tradicionalmente se decía
que el que leía la Biblia supuestamente se volvía “loco”. Yiye
aún no había leído ni tan siquiera en la Palabra de Dios lo que
estaba experimentando, de lo cual Jesucristo mismo había
dicho y descrito de esa misma manera. ERA EL ESPÍRITU
SANTO. Había tenido un encuentro con Dios.
Mientras seguían pasando los días y seguía
transcurriendo el tiempo, el dolor seguía cada vez peor y Yiye
solo podía recordar en fe aquella voz que ya le había dicho:
¡TODAVIA NO!
Siempre que meditaba y recordaba esto, su cuerpo
temblaba y siempre repetía lo que también había dicho en
aquel momento: -Si es un “todavía no”, eso significa que el sí
viene.
Siempre leía la Biblia ahora varias veces al día y clamaba
por su sanidad de forma continua pero sin embargo, el dolor
parecía aumentar cada vez más y más. ERA TERRIBLE.
Desde el comienzo de su enfermedad y condición, Dios
había activado memorias en él sobre su tiempo en la
Universidad Politécnica en San Germán, en la cual le habían
enviado a estudiar sus padres. Era una universidad evangélica
y le exigían tomar cursos de Antiguo y Nuevo Testamento, de
lo cual podía recordar algunas cosas que realmente en su
tiempo no le interesaban, por lo cual ya hasta había olvidado
ciertas enseñanzas en los cursos, de las cuales, hacía ahora
todo el esfuerzo por recordar. Yiye hacía memoria como la
pasión por el deporte era mucho más y como le llenaba. Se
había graduado en Ciencias naturales y había completado su
pre médica con la intensión de seguir estudiando medicina,
pero su amor por el deporte pudo más. Es por eso que se
dedicó a maestro de química y biología y en su tiempo libre
entrenaba. En su pensamiento, allí se podía visualizar en su
memoria y recuerdo a la edad de 17 años. Se encontraba junto
a sus amigos y conocidos de Universidad y uno de ellos
fumaba un cigarrillo.
-Oye, Yiye- le dijo el que fumaba- Pruébate esto, te dejo el
resto para ti.
El joven Ávila, curioso, tomó el cigarrillo encendido,
imitando a su compañero, sosteniéndolo entre el dedo índice y
el dedo medio entre el primer y segundo nudillo con la palma
de la mano frente a él y lo puso en su boca e inhaló el humo,
tanto, que comenzó a toser, además de hacer un gesto de
desagrado.
-¡Pero y esta porquería! No entiendo como a ustedes les
gusta esto… ¡SABE A DEMONIOS!
Inmediatamente tiró el cigarrillo al suelo y lo apagó
pisándolo.
En medio de los recuerdos, Yiye recordaba en su
habitación, y aún con la prisión de la artritis reumática, con un
dolor aún más profundo que por motivo de su condición, las
veces en las cuales blasfemaba en los juegos de pelota. Él
practicaba con el equipo de la universidad.
-Señor perdóname, no sabía lo que hacía ni lo que decía-
Exclamó de momento.
Sucedió entonces en un instante, en un lapso de tiempo.
De momento, sintió una poderosa inspiración divina que se
conectó al sentir en su corazón y ahora oró a Dios
humillándose: - Señor, no tengo esperanza con los médicos,
ninguno me da esperanza alguna de que yo pueda sanarme,
solo tú eres el único que puede hacer algo por mí. Yo nunca te
serví, nunca he hecho nada por tu causa y me gradué de
aquella universidad y lo menos que quería era servirte y ni
tenía interés en ti.
En ese momento, con mucho esfuerzo y en medio del
dolor, estando previamente de pie con su bastón, Yiye se
arrodilló con mucha dificultad antes de seguir hablando.
No se podía ya casi ni mover pero hizo por un momento el
sacrificio, seguido por la valentía de su sentir, para estar de
rodillas de forma voluntaria y sin importarle el padecimiento,
como si hubiese sido un esfuerzo final. Continuó y dijo: -Si tú
me sanas, yo haré lo que tú me digas. Si no quieres que
regrese al deporte no regresaré, y aún si quieres que deje mi
trabajo como maestro lo dejo, quiero hacer tu voluntad. No sé
cómo predicar pero si quieres que lo haga lo haré y estoy
dispuesto a hacerlo…
Fue allí entonces, en donde salieron las palabras finales
de la oración, en una afirmación sincera, genuina y conectada
a la mente y al corazón de Dios mismo y de su propósito en
medio de la misma inspiración que se había manifestado por
medio de las palabras. Yiye terminó así:
¡Señor, SI TU ME SANAS YO TE SIRVO!
3
Un nuevo comienzo

Era ya de mañana y Yiye pareció haberse quedado


dormido por unas horas más que de costumbre. Había orado
hasta tarde por la noche y después cruzando la madrugada.
Sintió que ahora se estaba despertando de un dormir profundo
y tenía como una extraña sensación. Bueno, se sentía
descansado. Ya era otro día más que amanecía de lucha
contra su condición y se podía ver su bastón al lado de la
cama. Levantó su brazo con mucho cuidado por causa del
dolor tan terrible e insoportable y de momento se dio cuenta de
que no le dolía. Por un momento no lo podía asimilar y seguía
probando. Era real: EL BRAZO NO LE DOLÍA.
Levantó con cuidado el otro brazo y TAMPOCO había
dolor. Los codos y los hombros ya NO DOLÍAN.
Movió luego una pierna y después la otra también con
mucho cuidado y… ¡EL DOLOR HABÍA DESAPARECIDO! Las
rodillas estaban SANAS.
-¡¿Qué?!
Yiye saltó de la cama y comenzó a correr por la habitación
de la alegría.
¡GLORIA A DIOS QUE ME SANASTE!
No podía evitar las lágrimas, la emoción, el asombro, gritar
de felicidad, gritar por lo que Dios se había llevado. Cayó de
rodillas, ya no tenía ni el recuerdo de ninguna condición. NADA
LE DOLÍA: -¡Señor lo que te prometí lo voy a cumplir! ¡Por
favor dirígeme porque no sé gran cosa de ti! ¡No sé mucho!
¡Por favor guíame! ¡Dirígeme, dirígeme!
Yiye estaba flaco, débil y sin condición física, no tenía
fortaleza debido a su estado previo, pero ya ese capítulo
acababa de terminar y sería definitivo. Bajó inmediatamente
por las escaleras hacia el sótano, en donde tenía su gimnasio
e inmediatamente, con sus ojos todavía en lágrimas, feliz y
emocionado, comenzó a ejercitarse. Fueron necesarias seis
semanas enteras de entrenamiento para recuperar su fortaleza
física. Siempre había entrenado cerca de 50 jóvenes en su
gimnasio y había tenido hasta un equipo que competía en las
plazas en distintos pueblos en Puerto Rico. De la alegría tan
grande llenó las paredes del gimnasio en su sótano de textos
bíblicos. Llevaba Biblias y Nuevos Testamentos y comenzaba a
compartir la Palabra con los que entrenaban con él. Todos
sabían que después de no poder ni moverse, ahora,
asombrosamente, se encontraba TOTAL y completamente
sano de forma milagrosa. Ya no había problema para irse
caminando a la escuela ni por caminar en la escuela, en su
trabajo como profesor. NO HABÍA DOLOR. Siempre los
estudiantes en la escuela superior José Julián Acosta en
Camuy, lo querían como profesor debido a sus virtudes de
simpatía y de trato con el cual se ganaba el cariño de todos.
Se podía ver a un joven Yiye en aquel momento mirando
hacia el cielo en el atardecer, con su mente en Dios, dando
también gracias. Cerraba sus ojos por un instante sonriendo y
sintiendo la brisa y el viento, que aumentaba gradualmente y
luego bajaba para luego aumentar de nuevo y acariciar su
rostro y soplar en su cabello. Aspirando y expirando profundo,
sentía la esencia de Dios mismo a su alrededor, en el mismo
aire que respiraba. Estaba alegre, contento, feliz, no solo por
su sanidad, sino por un nuevo comienzo de gloria y de
bendición, en donde Dios ahora formaba parte de su vida, de
su entorno, era su amigo, su salvador, su Señor.
Esa noche se quedó dormido orando.
Dios pareció haberlo transportado en una revelación que
parecía ser un sueño tan vívido que sentía protagonizarlo
como si fuese algo real que estaba sucediendo. Estaba
transportado en un lugar en donde había un templo enorme al
cual se acercó hasta detenerse en la entrada del mismo y
alcanzar mirar hacia adentro. El templo estaba totalmente lleno
de personas, tan lleno, que no podía ni tan siquiera caber una
más. Sorpresivamente podía ver dentro a Jesús frente a la
multitud. En ademanes, se veía claramente que Jesús le
estaba predicando a la multitud. Vestía una túnica blanca y
tenía su cabello largo, hasta los hombros, peinado hacia atrás.
Aquel templo estaba lleno de todo tipo de imágenes, ídolos y
estatuas que eran veneradas. Jesús se miraba claramente
predicando contra aquello y señalándolo, pero la gente no
creía y en respuesta movían sus manos en señal de negativa y
de rechazo hacia el mensaje dando un NO como respuesta;
muchos de ellos movían el dedo índice de sus manos hacia los
lados.
Cristo los contempló a casi todos uno por uno e hizo un
gesto de desilusión con la cabeza. Por más que Él hubiera
querido que todo fuera diferente, en cuanto a las decisiones de
aquella gente, no podía hacer nada. Todo estaba dentro de la
libre elección humana, pero la libre elección no hace libre de
las consecuencias de las decisiones.
Levantó tu mano derecha, comenzó a caminar hacia
afuera y luego hizo un ademán hacia abajo y a TODOS
inmediatamente se los tragó la tierra con todo y templo. En ese
momento se escuchó una voz divina, pura y celestial que
expresó muy claro:
-Los idólatras no heredarán el Reino de Dios, y si no lo
heredan es que irán a la condenación. En estos templos de
idolatría, los corazones se endurecen tanto por el engaño
espiritual y por los espíritus de error, que ni aunque yo mismo
me personificara y les predicara, ni aun así creerían.
Yiye abrió sus ojos ampliamente despertando del sueño y
con un rostro horrorizado. Inmediatamente, sin importar las
peleas y diferencias con su esposa, botó todo lo relacionado a
la idolatría y le aconsejó a ella hacer lo mismo. Apenas un
corto tiempo luego de eso, salió a ver a su amigo sacerdote en
la iglesia y le hizo de forma muy directa la pregunta, yendo al
grano: -¿Por qué nosotros adoramos ídolos?
El hombre de momento comenzó a cambiar su semblante
y solo pudo decir lo primero que le vino a la cabeza como
respuesta: -Eso serán los ignorantes, nosotros no adoramos
eso.
-Si son ignorantes entonces por qué usted no les enseña
la verdad, quiero decirle que usted nunca me ha enseñado la
verdad a mí. Aquí tengo mi Biblia Católica y dice en Éxodo
20:4 y 5 “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que
esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas
debajo de la tierra.
No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy
Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los
padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de
los que me aborrecen”.
Mientras Yiye Ávila lo seguía confrontando con la Biblia, el
sacerdote callaba pero su rostro se seguía cada vez
transformando más en uno colérico y airado. Era solo cuestión
de poco tiempo para que de alguna forma la ira que estaba
como posesionándolo estallara.
Detrás de bastidores, digámoslo así, en la esfera
espiritual, se podían ver ciertas criaturas como en forma de
reptiles que podían escuchar la conversación en el templo. Se
acercaron, y una de las criaturas miraba directo a los pasajes
bíblicos que Yiye mostraba, mientras que otra, de ojos rojos
muy grandes, habló a los oídos del sacerdote y le dijo:-Ya es
suficiente, toma ese libro y calla a ese hombre.
El sacerdote de momento, en un gesto de ira, y en lo que
creyó era solamente su sentir, le arrancó la Biblia a Yiye de
entre las manos violentamente y la lanzó con todas sus fuerzas
por el aire, como si fuera nada, al momento que solo gritaba
muy colérico: -¡Eso de todas manera es solamente un libro!
Yiye asombrado por la actitud, entre el impacto de lo que
acababa de pasar, mezclado con la decepción y el asombro y
además la tristeza, fue y tomó la Biblia del suelo y la sacudió
un poco. Esto le había herido mucho porque esa era la Biblia
que leía con mucha fe y que le había acompañado cuando se
convirtió, cuando había aceptado a Cristo encerrado en su
habitación y cuando Dios lo había sanado. Era la misma Biblia
que le había regalado a su esposa tiempo atrás y de lo cual se
había acordado cuando tuvo su enfermedad para buscar una
respuesta espiritual. Él había comenzado a leer esa Biblia dos
y tres horas diarias todos los días cuando clamaba a Dios para
que le sanara. Aunque años atrás se la había regalado a su
esposa, ninguno de los dos la leía, y cuando la fue a buscar,
una de las cosas que tuvo que hacer primero fue sacudirle el
polvo. Ahora la sacudía pero por motivos del acto violento del
supuesto amigo sacerdote, quién todavía lo miraba con ira y
coraje sin ningún tipo de remordimiento ante lo que acababa
de hacer.
Sin odio, pero con una expresión de decepción, Yiye se
incorporó con su Biblia en las manos y levantó la mano en
señal de despedida para luego decirle al sacerdote: -Dios te
bendiga.
Inmediatamente se fue haciendo un gesto de desilusión y
desencanto. Nunca más regresaría.
-Este estaba más perdido que el diablo y más perdido que
yo y yo venía a pedirle ayuda y consejos- dijo Yiye en voz baja
mientras iba ya saliendo de aquella iglesia, exclamando para sí
mismo lo que ya decía en su pensamiento, era el monólogo de
la decepción; y estaba tan dentro de su mente que de
momento creyó que lo estaba pensando y pensando una y otra
vez pero ya hasta en voz baja su misma boca ni se había
aguantado en afirmarlo. Quizás era necesario de alguna forma
el desahogo.
-¿Quién era ese?-Preguntó una de las horribles criaturas
que estaban en el templo a otra más fea- ¿sentiste tú también
el impacto espiritual y lo que rodeaba a ese humano?
La otra criatura asintió.
Era la misma criatura que había terminado de influenciar al
sacerdote para tirar la Biblia por el aire.
-Este se ve que es alguien que puede dar problemas. El
amo tiene que saberlo. Quizás nos recompense si nos
adelantamos a antes que algo pase con este…
Alguien en las manos de Dios es peligroso para el reino de
las tinieblas.
4
Los altoparlantes

Mientras transcurrían los tres meses iniciales de su


conversión, Yiye crecía más en su tiempo con Dios y no dejaba
de orar por su hogar creyendo firmemente en la Palabra y en
una porción bíblica que, al igual que muchas otras, se
grabarían por siempre en su corazón:
“Pero así dice Jehová: Ciertamente el cautivo será
rescatado del valiente, y el botín será arrebatado al tirano; y tu
pleito yo lo defenderé, y yo salvaré a tus hijos”
(Isaías 49:25)
Igualmente, se aferraba creyendo a otra promesa de
victoria:
“Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”
(Romanos 10:17)
Todos los domingos, un transformado Yiye, veía sin falta
en la televisión el programa de Oral Roberts, asistía también a
campañas evangélicas que se realizaban cerca e iba también
de noche a la iglesia “La Roca”, en su mismo pueblo de
Camuy. Todas las noches sin falta leía a su esposa la Biblia
antes de acostarse sin importar los reproches ni que le llevaran
la contraria en todo lo que leyera y dijera. Habían comenzado
ya los problemas en la casa.
-Me voy a llevar a las niñas, quiero que me des el divorcio.
Ya era la tercera vez con lo mismo y Yiye no lo aceptó
nunca ni lo consideró.
-A que no te las llevas- Respondió finalmente en una de
las veces y luego como siempre se calló ante los reclamos de
su conversión. No era entendible cómo siempre se quedaba
callado, no guardaba rencor, no lo demostraba, no miraba con
ira, solo siempre estaba presente el amor y la misericordia y se
podía ver en su mirada, en su sonrisa, en su expresión, en sus
ojos, los cuales hasta brillaban con la misma esencia del Dios
que lo había salvado, sanado y rescatado.
-No tienes por qué confesarte ante un hombre igual que
yo, ni a un ser humano igual que tú- Le decía Yiye.
-Mira Yiye, no me vengas con eso, ese libro que tú lees
está sencillamente mal escrito y el sacerdote tiene razón. Es
solo un libro y el que lo lee se vuelve loco, para eso están
ellos.
Entre las cosas que constantemente Yiye explicaba y que
contradecían la tradición, aunque había un llevar continuo de la
contraria ante todo lo que él claramente decía y exponía; es
claro que esto traía consigo un poder mayor respaldado por
Dios y por la luz del Espíritu Santo: El poder de la verdad.
En la mente comenzaron a maquinar por la gracia divina
los cuestionamientos ante cosas evidentes de las cuales la
Biblia decía y eran ciertas y contrarias a otras cosas
enseñadas tradicionalmente… ¿Pero cómo era posible haber
vivido todo ese tiempo en un engaño religioso? ¿Por qué era
todo contrario a lo que la Biblia enseñaba? Teniéndola al
alcance, sin leerla y sin ni tan siquiera ninguna prohibición ni
ley para no hacerlo, esa eran las consecuencias.

……
-¿Qué te pasa? ¿Estás bien? Te veo diferente.
Fue esa mañana cuando Yiye vio a su esposa levantarse.
Su rostro se veía diferente, parecía haber habido un cambio.
Ella se sentía más liviana. Había tenido una experiencia
poderosa con Dios en respuesta a un reto y al haber hecho
una oración aceptándolo como Señor y Salvador personal,
pero tenía todo que ir acompañado de una respuesta que ella
pidió y que Dios dio por medio de una experiencia espiritual de
un total de 15 gloriosos minutos. La carga espiritual y la
pesadez y el bloqueo se habían ido.
-Estuve fuera de mi cuerpo suspendida en el aire y…
Mientras su esposa seguía explicando, Yiye entendió que
Dios le había provisto a ella de una experiencia sobrenatural y
gloriosa y su rostro resplandeció de mucho entusiasmo y gozo.
Él había estado orando muchísimo para que ella tuviera un
encuentro con Dios y para que su corazón fuese rendido a los
pies de Cristo y la respuesta a aquella petición sencillamente
había llegado.
Ese día se encerró a ayunar. Era tiempo de hacerlo y
había que aprovechar para darle gracias a Dios por la
contestación y por la respuesta a esa petición. Sería tan solo
los comienzos para luego hacer del ayuno algo que no pudiera
faltar en su vida para su continuo crecimiento espiritual y
relación con Dios.
Ahora su esposa lo acompañaba también a la iglesia. Yiye
se iba después de sus clases, a la tarde, al fin de su jornada de
trabajos, al sector “Pueblo Norte” de Camuy tocando a cada
puerta para ir a predicarles la Palabra a las personas. Les
regalaba Biblias y tratados y siempre estaba allí presente su
sonrisa, su amor, su educación y amabilidad y su proyección
del sentir de Dios. Eso era ahora su pasión y lo número uno:
La causa del evangelio.
Recibía en su casa junto a su familia a los evangelistas y
los hospedaba cuando estos tenían campañas en Camuy y en
pueblos cercanos. De muy buena gana se les abría las puertas
del hogar.

-Yiye, mi propósito para reunirme contigo a solas


nuevamente es uno que seguramente ya tú sabes porque te lo
he dicho ya más de una vez. Yo no puedo callar ante mi sentir
y sé que tú también lo sientes porque sencillamente es el sentir
de Dios.
Yiye lo observaba y asentía con la cabeza afirmando a
todo lo que el Evangelista Jiménez le decía.
-Yiye, si yo me callo peco. Dios tiene un GRAN llamado
para tu vida y quiere que prediques de lleno el evangelio. Pide
confirmación y siempre ora por esto porque es muy importante
y es también lo que te inquieta, ya Dios me lo demostró, no
tengas miedo que Él te suplirá todo. A mí me inquieta no
seguirte insistiendo, y yo sé que eres una persona seria para
pedir confirmación y no haces nada sin que Dios al cien por
ciento te confirme. Ora y ayuna por esto con más fuerzas y
verás.
Luego de haber tenido la conversación, ambos
comenzaron a orar y luego Yiye con su hermosa sonrisa lo
abrazó.

…….
Fue en una madrugada cuando el poder de Dios
descendió. Yiye estaba durmiendo y de momento se despertó
ante una sensación gloriosa del Espíritu Santo: Su poder entró
por sus brazos y poros como una fuerte corriente de
electricidad y se posó sobre sus manos y luego recorría todo
su cuerpo con mucha potencia y gloria. Yiye se sacudía y se
movía en su cama. En ese momento, una mano con una
cicatriz de un clavo traspasado en su muñeca levantó la mano
de Yiye y dijo en voz audible: -¡Profecía, profecía! ESE ES EL
MENSAJE.
No solo era una energía muy poderosa y “eléctrica”, era un
fuego que la acompañaba y que ardía por completo en el
cuerpo de Yiye sin consumirlo. Era la majestad de Dios mismo
manifestándose.
-¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios! ¡Aleluya!
Eran pronunciadas esas palabras por la boca de un Yiye
que experimentaba por primera vez el poder el Espíritu Santo
en un calor térmico y una corriente mayor a 220 voltios. Sin
embargo, era la boca suya pero no parecía ser su voz. Estaba
sucediendo una llenura poderosa divina a las 2 de la
madrugada. Ante los gritos de alabanza y adoración, varios
vecinos se despertaron.
-¿Esos gritos de “aleluya” y “gloria a Dios” vienen de la
casa de Yiye Ávila? Pero esa no parece ser su voz ¿Quién
grita a esta hora?- Decían los vecinos. Estaban asustados pero
no escandalizados.
-No vamos para allá que ese no es él- dijo Pablo a su
esposa Miña, ambos padres de Yiye. Ellos vivían frente a su
casa- Otro es el que está diciendo “aleluya” y “gloria a Dios” en
esa casa, ese no se escucha como nuestro hijo, no es su voz y
definitivamente no es él.
Mientras Yiye experimentaba todo aquello, igualmente
podía venir a su memoria cuando recientemente, ayunando,
orando y leyendo la Biblia, había sentido preguntarle a Dios
sobre una confirmación sobre su salvación. Como respuesta,
en un sueño, había visto a la distancia la figura de Jesús con
sus brazos extendidos y de una multitud. Algunos se dirigían
hacia Él, muchos ni se dignaban ni tan siquiera a mirarlo, otros
lo miraban pero no iban en dirección a donde Cristo estaba,
pero cada vez que alguno se volvía hacia Jesús, Él bajaba sus
brazos lentamente y sus manos se posaban sobre la cabeza
de quienes venían. Yiye en el sueño corrió a ser parte de la fila
de los que iban hacia Jesús. Al llegar frente a Él, sintió sus
manos posándose en su cabeza, y fue cuando había
despertado en la mañana con un calor sobrenatural en su
cabeza, pero lo que estaba sintiendo esta vez, en esa
madrugada, mientras seguía exclamando GLORIA A DIOS, era
una manifestación mayor. Esta vez era un calor térmico de un
sentir SUPERIOR. Una renovación PODEROSA. Algo nuevo,
algo MAYOR.

.......
Yiye no solo visitaba las casas de las personas no
conocidas para llevarles la Palabra y regalarles Biblias y
tratados. También visitó las casas de los hogares de todos sus
amigos y muchos aceptaron a Cristo aunque otros no.
Comenzó también a visitar los hospitales y a orar por los
enfermos, en donde muchos hasta vomitaban la enfermedad y
se sanaban. Otros se convertían y él los refería a Pastores, los
cuales estaban muy contentos. Yiye había llevado muchos
nuevos convertidos a la iglesia Pentecostal del pueblo de
Camuy. Reunía en su sótano muchas veces a sus estudiantes
para predicarles y hablarles de Cristo. Era algo que ya era
parte de su vida: Dios.
Pero ya había llegado otra etapa que sería confirmada en
una de sus clases de biología en la escuela.
Mientras enseñaba, perdió totalmente la concentración en
la clase y sintió en su mente entrar como torbellino un mensaje
poderoso de la Palabra que penetró su cabeza con autoridad
celestial. Era algo como que había caído y descendido con
furia santa sobre él, la furia de la unción de romper las cadenas
y los yugos por medio de la Palabra de Dios. Sentía como su
mente aceptaba, recibía y además, se escribía un muy claro
mensaje de poder y de unción. El ritmo cardíaco comenzó a
acelerarse y su corazón comenzó a palpitar violentamente con
muchas fuerzas, además de que sentía como se revestía por
una unción fresca y por el poder de Dios. Podía hasta escuchar
el mismo sonido que se emite cuando el agua cae sobre un
objeto ardiente y hasta la esencia misma de un vapor
humeante.
Sin de momento darse cuenta, y en el breve éxtasis, en
medio del salón de clases, sus lágrimas comenzaron a caer y a
correr de forma muy fluida por sus mejillas.
Algunos alumnos se miraron entre si y ya de rato podían
notar lo que pasaba: El “Míster” estaba como ido y ahora
estaba llorando. Pero… ¿Qué le pasaba?
Yiye escuchaba dentro de sí su misma voz y con mucha
autoridad, predicando sobre un tema que ni tan siquiera
conocía de la Biblia porque ni aún lo había leído. Se veía allí,
con su camisa de mangas cortas y corbata predicando el
mensaje: -¡Alabado sea Dios! ¡Sálvalos, oh Dios!
-¿Míster? ¿Usted está bien?
Ante la pregunta de uno de los alumnos que habló por
prácticamente toda la clase, Yiye volvió en sí y se dio cuenta
que estaba llorando. Sus alumnos lo miraban extrañados y
preocupados.
Yiye se secó rápidamente los ojos.
Por la tarde en su hogar se repitió la misma experiencia
pero otra vez con otro mensaje y con otro tema del cual ni
sabía.
Era más que OBVIO lo que sucedía. Era el llamado a
predicar de lleno la Palabra de Dios pero pidió por una nueva
confirmación.
¡Bendito sea el Señor Jesucristo! – Yiye seguía
escuchando su propia voz dentro de sí mismo… ¿Era aquello
acaso su misma voz en el futuro que podía escuchar? Parecía
hacer ahora eco dentro de sí como si aquella voz traspasara la
barrera del tiempo futuro al momento de su tiempo en aquel
presente, en donde la podía escuchar. Cerrando los ojos con
mucha fuerza y como en una profunda concentración, a la vez
que recibiendo todo el ardor de aquel sentir, abría su mano
derecha y luego la empuñaba, una y otra vez con mucha
fuerza, varias veces.
-¡Precioso Jesús!- Exclamó esta vez repitiendo su
misma voz que escuchaba dentro de sí.

…….
Días después fue cuando entonces sucedió en aquella
madrugada: Se escuchaban los pasos de alguien que venía
por el pasillo y abrió la puerta del cuarto. Se podían ver sus
hermosas y ajustadas sandalias y sus lindas vestiduras
blancas y finas. Sus ojos eran la puerta hacia el infinito del
amor, de la santidad y de lo indescriptible, lo eterno, lo glorioso.
Caminaba lentamente hacia Yiye con esa mirada de ternura y a
la vez de gloria, de poder, de autoridad, de HIJO DE DIOS.
Todo el cuerpo de Yiye temblaba. Lo podía ver, y Jesús le
miraba fijo. Metió sus manos debajo de su cuerpo, por la parte
de atrás de las piernas y de la espalda y lo levantó como a un
bebé, como a un recién nacido. Lo sostuvo entre sus brazos y
le miraba con aquel entrañable amor de Salvador y de Mesías,
de Creador y de Todopoderoso, de grande y de sublime Verbo
de Dios.
Luego lo colocó en la cama con mucho cuidado
nuevamente y lentamente comenzó a caminar de regreso y a
desvanecerse de la vista. Se podían escuchar sus pasos
cuando se alejaba.
Yiye se recostó de la pared. Lloraba por motivo del poder
del toque divino y en el sentir del espíritu. Estaba bañado en
lágrimas. Esto no había sido ningún tipo de emocionalismo, ni
parte de una ilusión. No había sido ni tan siquiera un sueño,
sino una experiencia palpable y real.
-Guíame como tú quieras y yo lo haré Señor- Decía Yiye
en medio de lágrimas- Yo no sé predicar, pero tú mi Dios
sabrás lo que haces y harás conmigo.

…….
Con un micrófono en la mano predicaba por primera vez
en una iglesia sobre su testimonio. Yiye predicaba conectado
en mente, alma, cuerpo y corazón reviviendo una y otra vez
sobre lo terrible que fue su condición de artritis reumática y
cuadro de reumatoide, sus dolores, su fe, su desahucio por los
doctores hasta su entrega a Dios y su sanidad completa.
-No podía mover mis brazos ni mis piernas y mire como
me muevo ahora.
Yiye levantaba sus manos y se movía con libertad en el
sentir de Dios mismo en él, hasta brincando muchas veces en
medio de una poderosa manifestación de gozo y de regocijo en
el espíritu cuando hacía pausas para alabar a Dios; a la vez
que los que lo escuchaban también alababan mientras
predicaba. Hablaba muy fluido con mucha autoridad y
alabando al Rey de Reyes y Señor de Señores.
-Yo no sé cuántos aquí le creen a Dios, levante una mano
y déjela levantada… Levante una para que si se le cansa una
pues suba la otra.
Yiye sonrió y se rio seguido por casi todos en la iglesia que
también se reían con él. Claramente su gracia, su amor, y el
poder de su testimonio era algo muy especial.
Al terminar de predicar, otro Pastor que estaba en la
iglesia se le acercó y de muy buena gana lo saludó. Yiye
siempre expresaba mucho cariño.
-Hermano Yiye, yo soy Pastor y quiero que me predique
en mi iglesia y quisiera extenderle una muy cordial invitación.
Puede hablar lo que Dios le dé y siéntase en total libertad…
¿Qué día usted podrá acompañarnos? Quisiera hablar de la
fecha porque realmente quiero que comparta con nosotros.
Así mismo Yiye comenzaba a predicar en las iglesias
sobre su testimonio. Los Pastores se le acercaban y le
invitaban y predicaba en los campos de Puerto Rico.
Un día llegó un Pastor del cercano pueblo de Arecibo a
visitarlo en su casa en Camuy.
-Hermano Yiye, yo sé que prácticamente eres un nuevo
convertido y yo no haría esto por nada ni por nadie, pero a mí
Dios me habló de que la persona para predicar es usted a
pesar de que tenía a un evangelista para que nos compartiera
la Palabra.
-Pastor pues si Dios le habló pues estoy más que
dispuesto a ir y hablar mí testimonio y compartirlo con los
hermanos – Yiye sonrió.
-Perfecto, pues como debe de ser y como Dios me lo
demostró. Estaremos siete días de campaña y en todos los
días de corrido queremos que usted esté allí compartiendo la
Palabra con nosotros ¿podemos entonces contar con usted?
¿Usted vendrá?
En ese momento Yiye tragó entero.
¡¿Siete días?! - Gritó para sus adentros, en la voz de sus
pensamientos y parecía comenzar a sudar disimulando muy
bien frente a aquel Pastor mientras su rostro se ponía más
pálido y parecía irse en blanco. Sin casi ya poder esconder su
temor y temblor, esta vez respondió luego de la pausa y del
trabajoso disimulo:
- Voy.
Esa noche, encerrado en oración le dijo al Señor: -Señor,
la primera noche predico sobre mi testimonio y después…
¿Qué hago?
La primera noche, predicando sobre su testimonio, fue una
noche poderosa en donde Dios se glorificó grandemente y
mucha gente pasó a entregarse a Cristo, era algo
verdaderamente hermoso. Se sentía la sobrenatural presencia
del Dios vivo de forma muy palpable tocando a las almas.
Muchos de los que pasaban lloraban y se arrodillaban y le
entregaban su vida al Señor.
-¡Esta es tu noche! ¡No es otra noche! Esta es la noche
que Dios te da y no es como cualquier otra noche ¡alabado sea
Dios! ¡Alábalooo que Él vive!
Cada día, antes de cada campaña, Dios respondía
fluyendo en Yiye para dar un mensaje distinto de acuerdo a
como ponía en su sentir. Él escribía los bosquejos de la mejor
manera en la que podía; sin embargo, al terminarlos, notaba lo
muy organizados y ordenados que quedaban. Dios le estaba
ayudando. Y al final de la campaña de 7 días, ya tenía sus
primeros 7 mensajes.

…….
Había empezado otro aparente día regular en el salón de
clases en la escuela, en donde Yiye enseñaba a sus alumnos
cuando de momento le llamaron para darle una muy mala y
terrible noticia: “Ávila, a tu Papá le dio un derrame en la
agencia hípica y se lo llevaron de urgencia al hospital. Su boca
nos dicen que quedó muy virada y llegándole casi a la oreja”.
Yiye iba rápido hacia el hospital a ver a su padre, el muy
conocido en su pueblo señor Pablo Ávila. Era imposible para
Yiye el que no le pasara por la mente los días en los que él
mismo había sido el dueño de la agencia hípica de Camuy y de
la cual se había dado de baja en San Juan, pero su padre
había comprado al otro día la agencia y se había quedado con
ella. Debido a su previa y tan exagerada afición al deporte,
Yiye antes como dueño de la agencia hípica, lo había tenido
como otro deporte más, pero luego de convertido, sintió
cuando Dios mismo le había dicho que no lo quería allí y él
sencillamente obedeció.
-Si algo te puedo decir es que te van a sacar de aquí y no
va a ser algo leve. Dios no nos quiere aquí a ninguno de
nosotros.
Yiye recordaba las palabras exactas que le había dicho a
su padre mientras estaba ya frente a él en el hospital. Su padre
no podía ni tan siquiera decir una sola palabra y literalmente la
boca si le llegaba casi a la oreja. Era un terrible cuadro. No
podía tampoco ni tan siquiera moverse. El doctor permanecía
detrás de Yiye mientras él contemplaba el estado de su papá.
Nadie puede sentirse bien ante esa situación que involucre a
un familiar, mucho menos a un padre, pero dentro de Yiye
había algo más que solo sentimientos y emociones, había un
sentir en el espíritu que no dejaba que las emociones tomaran
control por encima de la fe, había toda una fortaleza y nutrición
espiritual a la cual estaba ligada su alma por su constante
tiempo de entrega a Dios y su continuo ejercicio espiritual. Era
ahora un gran atleta y campeón espiritual y conocía muy bien
el poder del Dios en el cual había creído.
-Papi… ¿Tú crees que Dios te puede sanar?
Luego de la pregunta, Pablo asintió con la cabeza y casi
de inmediato Yiye comenzó a orar por su padre.
Fue casi al instante que sucedió el milagro. LA BOCA
VOLVIÓ A SU LUGAR.
-Papi, levántate de la cama, que tú estás sano. Vámonos a
casa.
Se podía ver al médico detrás impactado y casi con la
boca abierta. Él mismo había visto y sido testigo como la boca
de Pablo Ávila milagrosamente se había vuelto a su sitio en
medio de la oración.
En lo que pareció de momento ser un balbuceo inicial por
motivo del asombro y del impacto, luego salieron las palabras
del médico:
-¡¿Pero y usted se lo va a llevar?!
Yiye sonriendo le dijo: - Doctor pero y ¿para qué usted
quiere aquí a una persona sana?
Asombrosamente Pablo se levantó. No tenía
absolutamente nada y se podía mover y podía hablar como
que si no hubiera pasado por ningún derrame.
Ya de vuelta a la casa Yiye confrontó a su Papá y le
preguntó: -Papi ¿Y ahora qué? ¿Vas a aceptar por fin al Señor
como tu Salvador o qué piensas hacer? ¿Qué prefieres el cielo
o el infierno? Tienes que decidirte.
-Hijo, yo quiero aceptar a Cristo como mi Salvador
personal y Señor de mi vida.
Yiye sonriendo hizo junto a él una oración de fe por
salvación y fue allí donde otro más en la familia ya era
propiedad de Dios.

…….
Por 45 días, Yiye estuvo junto a su esposa en la República
Dominicana, en lo que ya habría sido su primer viaje misionero
fuera de Puerto Rico. Fue un viaje que Dios les había
confirmado hasta por sueños. Un Pastor en Puerto Rico les
había ayudado a pagar los pasajes. Dios mismo le demostró a
este hombre y ministro, que Yiye debía de ir a la República
Dominicana a predicar, esto había sido después de una
predicación de Yiye en la iglesia de ese mismo Pastor. Dios le
habló en medio del culto y lo tocó.
-Págale los pasajes, él va a la República Dominicana, ya
yo se lo he demostrado claro y tú serás el que le ayudará –
Fue la voz misma de Dios en el corazón de aquel Pastor que lo
tocó y le confirmó y le hizo temblar.
En la República Dominicana, las sanidades fueron
impresionantes. Se comenzó a predicar en las iglesias y se
llegó a predicar al aire libre. Tan solo en la primera noche, los
periódicos de la ciudad comenzaron a difundir las noticias de lo
que sucedía en aquel tan especial año del 1962.
La cobertura divina, y la gloria manifestada de la misma
Shekinah, la presencia de Dios, emanaban a tal forma con todo
poder, y a tal grado, que la misma gente de alrededor, de las
casas cercanas y lejanas a las iglesias en las que se
predicaban, y que estaban enfermos, ERAN SANADOS en sus
mismos hogares sin ni tan siquiera estar en el culto. Esto
provocaba que fueran a la siguiente noche y se convertían a
Cristo.
Era aquella oración de fe, de sanidad, que se emitía con
fuerza, con fe, y que iba acompañada por el claro respaldo del
mismo Dios y Rey de Reyes; una oración que se escuchaba
siempre al final de cada predicación, y después del llamado a
los nuevos convertidos y reconciliados; una oración y un
clamor adicional con fuerza, con poder, con autoridad,
declarando la Palabra de verdad y de justicia existente en el
corazón de Dios y revelada por la Biblia: -¡Y por sus llagaaaas
FUISTEIS SANADOOO! ¡ALABALOOOO QUE ÉL VIVE!
El poder y la gloria de aquella voz que emanaba de un
corazón lleno de fe y de entrega, iba acompañada con una
espada más cortante que espada de doble filo, la Palabra de
Dios, el Verbo de Dios mismo. Se podía ver la clara presencia
de Jesús y de ángeles ministradores tocando a los enfermos,
estaban allí, no vistos por vista humana pero no dejando de
estar activos. Los ujieres y hermanos en la fe ayudaban
mientras otros vomitaban sus enfermedades y otros caían al
suelo por el poder emanado de Dios. Muchos lloraban ante el
sentir de la gloria y de la manifestación divina. Parecía que en
cada ministración había un poder nunca antes sentido por
muchos y con facilidad se podía entender el mensaje. Era un
mensaje sencillo. Apenas Yiye hablaba sobre su terrible
enfermedad de la cual había sido sanado, se podía sentir en el
ambiente como algo que se abría del mismísimo Trono de la
Gracia de Dios para preparar el camino para las sanidades y
milagros que muchos recibirían. Mientras predicaba, levantaba
varias veces su mano hacia el frente, la extendía y la
empuñaba con fuerza, con autoridad mientras Dios lo dirigía,
en el mensaje, en la oración de fe para recibir a Cristo por
parte de los que pasaban, y en el clamor por sanidad.
Las personas pasaban al final y daban testimonio de sus
sanidades. Yiye sonreía y se gozaba mientras estaba al lado
de ellos dejándoles hablar y escuchando atentamente todo lo
que compartían con él y con el público presente.
En un instante, mientras otra persona testificaba, pudo
venir a su memoria aquel hecho reciente a su conversión,
cuando comenzaba a predicar a donde quiera que lo invitaban
a dar su testimonio. Recordaba cuando comenzó a sentir
nuevamente un dolor en su cabeza que era seguro que había
sido por el pelotazo que había recibido por el Pitcher Mónico
Reyes en sus tiempos de béisbol. Luego de aquel juego,
estuvo meses que se mareaba y con dolores en ese mismo
lado de la cabeza, con náuseas y hasta con un sudor frío. Algo
le decía que estaba lesionado en el interior de su cabeza pero
los estudios médicos que se hizo nunca revelaron nada
anormal y se le quitó el dolor después de un tratamiento; sin
embargo, en aquel entonces, poco después de convertido, ya
después de un tiempo de transcurrido aquello, ahora le había
vuelto en aquel entonces el dolor en aquel mismo lugar de la
cabeza.
Mientras Yiye atendía a la vez el testimonio de sanidad de
una de las personas, y otros alababan a Dios, pasó en un
instante, como en un “flash”, el recuerdo del momento en cual
oró en su cuarto por motivo del dolor en su cabeza, recostado
a la pared, en su cama:- “Señor, yo no voy a ir a ningún
médico, quiero que seas tú que me sanes y no voy a ir a
ningún lado hasta que lo hagas ¡NO ME VOY A MOVER DE
AQUÍ!”
Pasaron las horas y nada sucedía, cuando de momento, a
las 3 a.m., se comenzaron a escuchar pasos que venían desde
el pasillo. La casa estaba cerrada, igual que la puerta, sin
embargo, Jesús abrió la puerta con facilidad sin causar
tampoco ningún daño a la cerradura. Yiye recordó como
temblaba por el poder que esta vez se sentía emanar de Jesús
en aquella manifestación. Cristo levantó su mano y tocó
exactamente y a la perfección en donde le dolía e
inmediatamente sintió un fuego entrar en su cabeza y quedó
sano al instante.
Eran ahora las palabras que Yiye escuchaba de la persona
que testificaba su sanidad en la República Dominicana:
-Sentí un calor, un fuego entrar en mí… -Decía la persona.
Yiye recordó como Jesús lo miraba fijo a los ojos después
de sanarlo y luego se volvió, salió por la misma puerta y se
escuchaban nuevamente sus pasos por el pasillo de la casa.
La puerta del cuarto permanecía todavía cerrada a pesar de
que Jesús había entrado.
-Yo soy tu sanador – Se escuchó una dulce y tierna voz
santa en eco, mientras a la vez, lentamente en aquel eco se
iba desvaneciendo pero quedando para siempre, una
afirmación poderosa de un inmortal y Todopoderoso Dios.
Luego de la persona testificar, Yiye tomó la parte
nuevamente y dijo: -Hermano, ese calor, ese fuego…ES EL
PODER DE DIOS ¡ES EL ESPÍRITU SANTO!
Todos alababan a Dios.

…….
Los Pastores llegaban a la casa en donde Yiye y su
esposa se hospedaban en su viaje misionero en la República
Dominicana para invitarlos a predicar a sus iglesias y se
seguían moviendo a predicar en la misma capital mientras los
invitaban, moviéndose también a predicar el mensaje en la
iglesia Asambleas de Dios. Todas las iglesias los querían tener
por la manifestación tan poderosa del poder de Dios y todo lo
que estaba sucediendo.
En Hania, un pueblo cercano a la capital, se llevó también
el mensaje. Era un pueblo pequeño, y esta vez se usaron
altoparlantes, lo que permitió que todo el pueblo escuchara la
Palabra de Dios.
Mientras Yiye predicaba, parecía hacer una pequeña
pausa; él caminaba de lado a lado exponiendo el mensaje. En
esa pausa breve, se detuvo de momento. Parecía de momento
ver en una rápida visión a Jesús sonriéndole detrás de los
altoparlantes mientras lo miraba. El Señor intercedía con sus
ojos cerrados y sus manos levantadas al cielo.
Yiye sonrió, se tocó un poco la nariz y siguió predicando.
Era la primera vez que predicaba con altoparlantes.
Predicó también en Santiago, y no solo en iglesias, sino
también en las cárceles. Era terrible la apariencia de los presos
en aquella cárcel y las condiciones en las que se encontraban,
pero la esperanza de la salvación llego a ellos con poder. Ni a
Yiye ni a su esposa les interesaba como se viera nadie, solo
llevar el mensaje del Señor. Dios manifestó su gloria y su
presencia en aquel complejo carcelario y muchas vidas habrían
cambiado para siempre.
…….
Esta vez la predicación en República Dominicana era en
Moca, en una pequeña iglesia con techo de zinc, a donde
también se habían llevado altoparlantes por medio de los
cuales se podía escuchar también el poderoso mensaje de
salvación. Sin embargo, la lluvia de piedras que lanzaban
sobre el techo, proyectando el rechazo de los vecinos de la
comunidad, provocaba un ruido insoportable que molestaba y
perturbaba. Sin importar el obstáculo, aunque con un poco de
dificultad para mantener el hilo del mensaje y sin poder ignorar
lo obvio, como quiera Yiye siguió predicando.
Al hacer el llamado para orar por los enfermos, algunos
vinieron a burlarse. No era fácil de momento ignorar las burlas.
-Solo sigue – escuchaba Yiye la voz de Jesús.
De momento, los mismos que habían estado tirando
piedras, estaban ayudando a llevar frente a Yiye a alguien que
todos allí conocían en aquella comunidad. Era una persona
que no podía caminar y su vivir del día a día era empujarse con
las manos, sentado en cartones para poder andar.
Yiye sentía a Jesús a sus espaldas. De momento, en la
llenura del Espíritu Santo, y en el sentir de Dios, mientras los
ojos del Señor parecían arder de momento y sin que nadie ni
tan siquiera lo pudiera ver allí presente a espaldas de Yiye, él
extendió sus manos hacia la persona, tal y como Dios le tocó
para que lo hiciera. El hecho podía transportar al pasado
cuando Jesucristo mismo estaba frente al paralítico. Ahora era
Yiye Ávila, representando al Señor como Embajador del Reino
de los Cielos y en el nombre de Jesús con fe; seguridad,
autoridad y certeza, para la gloria de Dios Padre.
-Levántate y anda- Se oyó la voz de Yiye en contraste a la
voz en el pasado de Jesús en medio del pueblo judío. Pero
ahora era en el Caribe, en una comunidad dominicana y en
una iglesia humilde y pequeña.
El hombre tomó la mano de Yiye y de momento se
comenzó a enderezar. Había un poder, una gloria, una fuerza
de la manifestación divina mediante aquella palabra. Se sentía
una esencia del mismo Trono de la gracia y que emanaba del
mismo Reino de los Cielos.
El hombre se enderezó completamente y comenzó a
caminar y luego a brincar. Caminó hacia afuera y todos lo
vieron. Aún hasta los inconversos comenzaron a alabar y a
adorar a Dios. Ya no había más piedras, ni más burlas, solo la
manifestación de la gloria de Dios seguida por el impacto
contundente de un gran milagro que era motivo de que
muchos, en ese momento, ni tan siquiera pudieran volver
todavía en sí ante el asombro del poder de Dios. Unos estaban
como en un éxtasis, otros gozosos, etc., eran muchas las
reacciones.

…….
Fueron exactamente 10 campañas y un número total de
51 predicaciones en la República Dominicana.
Ahora, de regreso a Puerto Rico, había que tomar una
decisión que no sería del nada fácil: Dejar el trabajo en el
magisterio para dedicarse de lleno a la evangelización.
El sentir de Dios en Yiye era irrevocable. Él debía de
abandonar su trabajo.
Los “peros” venían a ser ahora un obstáculo Y NO ERA
PARA MENOS. Yiye ya llevaba trabajando en el magisterio 21
años y solo dos años más de trabajo como maestro eran
necesarios para que se pudiera retirar con el pago mensual
permanente de su jubilación; es decir, PODIA RETIRARSE
CON UN PAGO MENSUAL DEL GOBIERNO. Pero necesitaba
dos años más.
Esta decisión no sería fácil para nadie y nadie la vería
como lógica.
-Señor, – Oró Yiye- quiero que me confirmes esto de una
forma más que especial, y si es tuyo confírmamelo esta misma
noche o si no, no salgo del magisterio. Tienes que confirmarme
esto a mí de una manera muy especial para que no quede
duda alguna.
Esa misma noche, sintió de momento una presencia en su
habitación. Alguien estaba detrás de Él de pie. Yiye se había
quedado dormido orando en la cama, en su cuarto personal y
no matrimonial, en donde se apartaba a muchas veces a orar y
ayunar y llegaba de los compromisos de predicación para
también apartarse.
Se volvió a mirar y allí estaba Jesús. Se había movido
caminando hacia un lado de él. Miraba un poco severo y con
los brazos cruzados.
-¡Sales de la escuela y no vuelves a trabajar más!
Luego de eso se desvaneció de la vista.
-Señor, si mañana a esta misma hora exacta vienes aquí
a este cuarto y me dices lo mismo, entonces salgo del
magisterio y no enseño más en la escuela, si no lo haces sigo
enseñando- Oró inmediatamente Yiye a la vez que veía la hora
del reloj en la muñeca de su mano.
Él no lo veía, pero Cristo Jesús seguía allí mismo
observándolo fijamente hacia un lado y con los brazos
cruzados, lo que recordaba las veces de su trato con él en
medio de la artritis. Al desvanecerse y haberse dejado de sentir
de momento, no significaba que se “había ido”. Dios siempre
está, Él es omnipresente. Solo que unas veces se deja sentir y
se manifiesta de diferentes maneras, pero está siempre allí, en
todo lugar como todo Dios.
Yiye estaba muy preocupado y le daba mucha “vuelta a la
cabeza”. Era una decisión muy difícil de tomar. La mente daba
continuos giros una y otra vez y la voluntad estaba vacilante…
¿Cómo respondería él cómo hombre y como esposo? ¿Qué
iba a hacer como padre de tres niñas pequeñas de tan solo 6,
7 y 8 años de edad? ¿Cómo y de qué iban a vivir? Y además ni
tan siquiera podía esperar dos años más para poder retirarse
recibiendo aunque fuera algo mensual...Uuuff…La grandeza de
Dios solo podía manifestarse por medio de la fe y del sacrificio;
y era seguro que otros problemas se habrían de enfrentar por
amor a la causa del mismísimo Reino de los Cielos.
Al otro día el Señor se manifestó de nuevo y el reloj
marcaba la hora exacta de la noche anterior.
-¡Que salgas de la escuela, y no trabajes más!
Jesús se desvaneció nuevamente después de su
afirmación, pero detrás de Él esta vez, había otro personaje
celestial con una vara dorada.
Por un instante Yiye había quedado como titubeante y de
momento, parecía que un tipo de “energía de fuerza” como de
color oscuro, se comenzaba a emitir desde todo su cuerpo
hacia su cabeza, la cual parecía absorber como una aspiradora
aquello, y todo se acumuló y se alojó allí. Eran sus dudas y
temor, que aprisionaban su voluntad para obedecer a Dios.
El ángel, antes de desvanecerse también y, sonriendo,
levantó la vara y le golpeó fuertemente en la cabeza, en donde
todo aquello se había seguidamente acumulado. Yiye cayó de
la cama al piso desplomado.

…….
-Mi tiempo en el magisterio ha terminado ya- conversaba
seriamente Yiye con su esposa al otro día, encerrados ambos
en el cuarto - Voy mañana al Departamento de Educación a
renunciar a mi trabajo. Si sucede algo que tenga que volver y
regresar a trabajar lo hago, pero de aquí en adelante Dios
suplirá. Te prometo como esposo que la única forma que
regrese a trabajar será que Dios NO supla como prometió, lo
cual no será así porque Él es fiel a sus promesas.
En medio de la pausa de silencio de ambos, pasaban
todavía por la cabeza algunos temores y algo de susto pero a
un nivel más leve, ya que la esposa de Yiye sabía que ese
momento tarde o temprano iba a llegar, y ya sencillamente,
había llegado. Ya la decisión estaba hecha y solo quedaba
ponerla en acción. A la vez, por medio de experiencias
espirituales poderosas ya vividas de ambos con el Señor, se
desvanecían las dudas y sabían que Dios siempre supliría.
Muchos maestros y compañeros de magisterio visitaban a
Yiye ahora a la casa para tratar de persuadirle que no dejara
su trabajo. Algunos en la escuela no dudaban en decirle hasta
que estaba loco.
-¡¿Qué?! Amigo pero usted… ¿Está loco? Te quedan dos
años para recibir tu retiro y tienes un trabajo seguro. Espera al
menos tu retiro si quiera… ¿De qué vas a vivir? ¿De aire?
Usted tiene tres niñas pequeñas y una mujer. Yiye, no sé qué
te pasa pero mira a ver que no estés mal de la cabeza o algo
te pasó que estás tomando decisiones precipitadas. Piensa
bien las cosas y déjate de eso, usa la lógica y RAZONA.
Era difícil también con los estudiantes. Todos siempre
querían tomar clases con Yiye Ávila y ahora presentaba su
renuncia. Muchos hasta casi lloraban diciendo que “no los
abandonara” y que querían que él siguiera impartiendo sus
enseñanzas e iban también hasta su misma casa a suplicar y
tratar de hacerle cambiar de opinión y habían hasta reclamos.
Como sea, la decisión ya se había tomado y no habría
vuelta atrás. Era el fin, y esta vez no se trataba de las
competencias en el deporte. Ahora también se trataba de otro
sacrificio adicional:
Ya no sería más maestro de química y de biología,
diciéndole no a su pensión y después de haber trabajado y
dado su vida por espacio de 21 años en esa profesión para
después no recibir ABSOLUTAMENTE NADA de allí.
Yiye recordaba y leía en la Biblia a Abraham para
fortalecerse. Abraham, conocido como “el Padre de la fe”, que
tuvo que estar dispuesto a sacrificar a su mismo hijo Isaac por
una prueba de Dios a su vida. Él había salido también de Ur de
los Caldeos obedeciendo a Dios y dejando a su tierra y
parentela.
Abraham estuvo siempre dispuesto a dar lo que más
amaba, incluido a su propio hijo Isaac y sacrificarlo allí, en el
Monte Moriah, en donde, mucho tiempo después, allí mismo,
Jesucristo se sacrificaría y entregaría por la humanidad entera
como forma visible de Dios y como Hijo Unigénito del Padre.
Cristo no solo se entregó amando al Padre y cediendo todo su
ser luego de una lucha espiritual terrible en el Getsemaní, sino
que también el Padre lo entregó todo: A SU HIJO.
En Yiye habían ahora tres entregas definitivas, fuertes,
difíciles y necesarias: El deporte, su profesión, y la tercera
sería constante: Su familia. Era seguro que tendría que salir a
predicar cuando Dios comenzara a suplir abriendo puertas, y
para ello tendría que dejar muchas veces a su familia mientras
realizara las campañas y eventos.
- Lléname de fuerzas Señor y dirígeme a hacer tu
soberana voluntad- Se podía escuchar aquella noche a Yiye
orando de corazón ante lo que ahora sería otra nueva etapa de
su vida.
Fue entonces cuando escuchó la voz del Señor:
-Quiero que pongas altoparlantes en el techo de tu casa y
le prediques por ese medio a la gente del caserío y del pueblo.
Yiye abrió los ojos.
-Señor Jesús… Bueno… Solo espero que si me meten
preso tú me saques de la cárcel.
Jesús sonrió y Yiye lo pudo sentir.
Tenía un poco de temor, pero estaba dispuesto aunque
fuera temblando a obedecer la voz de Dios.
5
La aversión

La esposa de Yiye había salido en el carro para ayudarle a


saber hasta dónde llegaba el sonido del mensaje emitido. El
equipo de sonido se había instalado en el techo de la casa
para predicar todos los días de 6 p.m. a 7 p.m. y Yiye
predicaba desde uno de los cuartos de la casa, emitiéndose la
predicación fuera, gracias al equipo. Ese equipo se había
conseguido junto a una guagua por medio de una hipoteca que
se le hizo a la casa.
De momento, una persona se atravesó frente al vehículo
de la esposa de Yiye. Era un vecino muy molesto.
-¡Mire! ¡Ese sonido de esas bocinas lo que produce es un
alboroto! ¡¿Cuál es la idea de ustedes de estar alborotando
todo Camuy?! USTEDES LO QUE SON ES UNOS
CHARLATANES ¡DELINCUENTES! ¡APAGUEN YA ESO Y
DEJEN ESA PAYASADA!
No era la primera vez. Muchas veces se tenía que detener
en el trayecto y estacionarse, solo para recibir insultos y hasta
amenazas.
El primer día, en la primera predicación, mucha gente salía
y se quedaba en los balcones escuchando el mensaje; sin
embargo, alguien que había sido amigo de Yiye antes de su
conversión, parecía molestarse por escuchar las palabras del
mensaje, igual que otras personas. Lo que la Biblia decía iba
en contra de tradiciones no bíblicas que preferían seguir antes
que lo que realmente Dios quería y lo que la Biblia decía.
-Oye Yiye- Le detuvieron de momento unas personas en
una ocasión cuando iba por la calle- , esas hijas que usted
tiene… Siga con la estupidez esa de estar escandalizando al
pueblo con los altoparlantes y verá lo que le vamos a hacer.
Yiye no podía permitir tampoco que se fuera la bendición y
tampoco podía negar la autoridad de Dios en Él. El cristiano
calla cuando tiene que callar pero nunca calla ante lo que
tenga que decir en el sentir de Dios y para poner a alguien
espiritualmente en su sitio:
-¡Nada les pueden ustedes hacer a ellas! Y el que las
toque, si es que acaso las toca ¡SE LO LLEVA EL DIABLO!
Siguió su camino y se fue. Era ya cercana la tarde y quería
prepararse para el mensaje que daría.
Como seres humanos que somos todos, enfrentar
situaciones difíciles siempre será un reto. Ante las situaciones
difíciles imposiblemente no se dejará de abrir la puerta del
desánimo, y al estar esa puerta abierta, siempre el enemigo de
las almas vendrá a tratar de entorpecer por medio de cualquier
intermediario espiritual maligno. Basta con resistir, batallar, por
las fuerzas de Dios cuando no podemos. Si es algo de Dios,
entonces tiene que ser Él que venza por ti. El que siempre esté
de rodillas ante el Señor, siempre estará de pie ante todo y
ante cualquiera sea la situación o la batalla que se tenga que
ganar y vencer.
-Deja eso de los altoparlantes, mira lo único que estás
logrando, que todo tu propio pueblo te odie, te desprecie y te
rechace. Antes todos te amaban, ahora hasta uno de tus
grandes amigos que ahora te acusa a la policía, te lo echaste
de enemigo por tonto y por estarte inventando loqueras que
para nada te han ayudado. Dejaste el magisterio y mira cómo
te paga tu Dios. Ya verás que te abandonará, pasarás hambre,
trabajo y necesidad junto a tu familia ¡Dios no te dijo la verdad!
¡Se burla de ti y te falló!
Yiye comenzaba a reprender aquellos pensamientos que
vinieron ante el desánimo; sin embargo, no era otra cosa que
la voz de un personaje maligno que se le había pegado muy de
cerca del oído y él no lo podía ver ni sentir. Aquella criatura
atacaba el alma de Yiye por medio de las emociones y los
sentidos para tratar de seducir su voluntad, “disparando”
fuertemente contra su mente.
Yiye se arrodilló a orar después de inmediatamente
encerrarse en el cuarto y comenzó a clamar a Dios para que
tomara el control de su sentir.
La criatura hizo un gesto de repulsión y de ira. Lo miró por
un instante más y muy fijo y luego se retiró volando,
suspendido en el aire y traspasando las paredes del cuarto.
-Este señor está interrumpiendo con sus altoparlantes
puestos en el techo de su casa y tengo a gente conmigo que
está de acuerdo y me apoyan para que esto no siga y ya se
acabe de una buena vez. ESE RUIDO MOLESTA.
Así le acusaba con la policía alguien que había sido su
amigo antes. Le había insistido anteriormente de manera muy
brusca a Yiye que quitara los altoparlantes y ahora lo citaba
ante el juez.
Allí frente a la sala de la corte, el juez le dijo:
-Esta persona, quién se identifica como un antes amigo
suyo, y que le conoce, lo acusa de que usted está con ruidos
innecesarios con altoparlantes y que usted se roba la
tranquilidad del pueblo y hay mucha gente quejándose porque
el sonido es insoportable…. ¿Qué tiene usted que decir al
respecto?
-Yo, realmente, si tengo altoparlantes arriba, en el techo de
mi casa, pero lo único que hago es llevarle la Palabra de Dios
a la gente todos los días de 6 a 7 de la noche, una hora
cuando nadie está trabajando. Mi mensaje es sencillamente la
Biblia por medio de esos altoparlantes señor Juez. Yo llevo un
mensaje de esperanza, de amor y de Dios.
De momento, el juez se quedó meditando y muy pensativo
y observó a la persona que acusaba a Yiye y luego a los que
estaban junto a él.
Fue entonces cuando el juez les preguntó: -Una pregunta,
¿ustedes nunca se han quejado de los altoparlantes que
también tiene el cura y que usa a cualquier hora? El cura no
usa los altoparlantes a la hora que nadie trabaja sino a
cualquier hora, ¿eso no los interrumpe a ustedes? ¿Por qué no
se quejan de los altoparlantes de él y de los de este sí?
El silencio fue tan sepulcral luego, que si se hubiera caído
un alfiler, se hubiera escuchado claramente.
Nadie dijo nada.
El juez movió su cabeza hacia los lados en señal de
desaprobación y se volvió luego hacia Yiye: -Mire, siga
predicando la Palabra de Dios a toda esa gente allí porque
usted no está interrumpiendo nada ni a nadie a esa hora.
Usted puede seguir haciendo lo que hace en confianza.
La sonrisa de Yiye era de oreja a oreja. Desde ese día,
añadió otro altoparlante adicional en el techo.
Unos trataban siempre de desanimarlo mientras que otros
le animaban. En medio de más guerras, luchas y problemas
por este motivo, en una ocasión, encerrado mientras predicaba
desde su habitación, comenzó a sentir a Jesús a sus espaldas
bastante pegadito y tembló. Había podido escuchar
nuevamente sus pasos y como entraba al cuarto aún con la
puerta cerrada. Yiye siempre se encerraba y no quería que
nadie tocara la puerta ni lo interrumpiera mientras daba el
mensaje.
¿Cómo alguien podía entrar estando la puerta cerrada
desde adentro? Era el Señor. Dios le estaba demostrando que
estaba con él. Ese día le habían amenazado hasta de
apedrearlo, pero de allí en adelante, sentiría a Jesús muy
pegadito a él en la habitación durante cada mensaje. Se sentía
un reposo y una paz increíble y muy hermosa.
…….
-Yiyeeeee
La voz se escuchaba a lo lejos y no muy alta pero fue
suficiente para que Yiye se despertara. Estaba teniendo frutos
en conversiones de personas por causa de los altoparlantes.
Ya llevaba un año entero con ellos predicando todos los días.
La voz era tenebrosa y parecía hasta salida del mismo
infierno. Un calor extraño se comenzó a sentir y hasta la
esencia de un vapor de humo como cuando se destapa una
olla hirviente. Yiye se reincorporó levemente. Se había
quedado dormido leyendo la Biblia. Estaba cansado esa
madrugada y sentía ahora un doble de cansancio y pesadez.
-Yiyeeeeeee
Escuchó la voz esta vez más de cerca y se volvió un poco
exaltado hacia atrás, y luego mirando hacia varios lados.
De momento comenzó a escuchar pasos agigantados
lentos y pesados que parecía escucharse como que iban
desmenuzando mientras avanzaban, aplastando y aplastando.
Las pisadas se hacían cada vez más fuertes y se escuchaban
como las de un animal gigantesco que venía en dirección hacia
él a tratar de embestirlo.
Yiye se arrodilló a orar inmediatamente, controlando su
temor. La voz estaba ahora más cercana junto con los pasos,
pero de momento se detuvieron y todo pasó.
Allí estaba Jesús, pero esta vez Yiye no lo podía ver.
-Quita las bocinas, ya mi tiempo está terminando con toda
esta gente. Es el momento de algo nuevo.
Yiye comenzó a asentir luego de escuchar la voz del
Señor. Lo que ya había estado sintiendo era ahora cien por
ciento confirmado.

…….
Llegó aquel día un hermano en la fe, creyente, con algo
bien importante para hablar. Él tenía un programa cristiano en
una emisora radial que estaba en el pueblo de Arecibo.
-Yiye, yo siento de parte de Dios cederte el espacio de
este programa radial porque yo me voy a vivir para los Estados
Unidos continentales, fuera de Puerto Rico. Este es mi sentir
de parte de Dios pero solo tengo la petición de que no le
cambies nunca el nombre a este programa de radio. Te lo cedo
de parte de Dios con mucho amor, pero el nombre no debe de
cambiar y tiene siempre que ser el mismo.
El nombre de mi programa es “Cristo Viene”.
-Muy bien – Respondió Yiye- , estoy de acuerdo, yo
también creo en el arrebatamiento y en la Segunda Venida de
Cristo.
El sótano en donde antes habría sido su gimnasio, ahora
era un lugar en donde se hacían cultos todos los sábados con
evangelistas y un lugar especial que se tomaba para orar. Se
llenaba continuamente de hermanos en la fe y se comenzaron
a recibir cartas de peticiones para oración. La pequeña oficinita
ministerial ahora se había bajado también para el sótano de la
casa. A medida de que todo crecía, Yiye aceptaba esta vez
compromisos de campañas de varios días seguidos en Puerto
Rico; su esposa dirigía los cultos y el devocional y sus hijas
llevaban la guitarra y el acordeón de teclas para tocarlos.
Yiye contestaba las cartas personalmente, pero cuando ya
todo crecía, se comenzaron a hacer circulares que se les
colocaba un nota para que las personas supieran que se
estaban leyendo sus cartas y orando por sus peticiones. Entre
su esposa, hijas y sobrinos, preparaban los tratados.
Saliendo de compras, Yiye junto a su esposa y tres hijas,
cada uno repartía un paquete completo de tratados; en las
compras o a donde quiera que fueran.
6
La partida

-Hijo, órame, que la vez pasada cuando me oraste, Dios


me sanó. Va a haber campaña el lunes en Humacao y voy
contigo.
Ya había pasado un año exacto desde el derrame que
había tenido Pablo Ávila, el papá de Yiye. Ahora había sufrido
un infarto y estaba en el hospital. En el momento que lo tuvo, ni
Yiye ni su mamá habían estado en la casa. Les dieron la
noticia cuando llegaron.
El semblante de Yiye no era de tristeza, tampoco de falta
de fe, sencillamente de resignación. Ya Dios le había dado una
respuesta.
Pablo lo observó y pudo leer en los ojos las palabras que
Dios le había dicho a su hijo ya. Él había repetido el infarto y
como era una persona conocida, mucha gente había llegado al
hospital cuando se enteraron.
-El Señor me va a llevar con él- Dijo luego Pablo mirando
a Yiye al momento que este asentía.
-Así es papá, vas a estar mejor que nosotros.
Yiye escuchaba en ecos la voz de Dios repitiéndose una y
otra vez en su memoria, la respuesta había sido contundente
cuando él había estado orando por todo: “ME LO VOY A
LLEVAR”.
Tomando las manos de su padre comenzó a orar por una
petición muy especial.
Mientras oraba, Yiye podía recordar aquel momento
cuando, tan solo un tiempo después de convertido, leía en la
Biblia sobre las lenguas y la bendición apostólica del Espíritu
Santo.
“Quiero esas lenguas, Señor dame nuevas lenguas porque
estoy leyendo de esto y es una promesa para todo aquel que
cree”
¡DAME ESO, QUIERO DE ESO! Si me das esto prometo
arrodillarme por horas y orar en las noches y hablar contigo.
Días después, tuvo un sueño en donde hablaba en
lenguas y así mismo se despertó hablándolas, entendiendo
también todo, absolutamente TODO lo que decía.
Ahora estaba sosteniendo las manos de su padre Pablo,
quién se había puesto en comunión junto a él. Era una
poderosa unión por una misma sangre familiar, y también
espiritual por medio de la sangre de Cristo. Esa preciosa
sangre derramada en el madero del Gólgota, que hacía posible
la salvación, que hacía posible un mismo pensar, una misma
voz, un mismo sentir, una misma fe y una verdad absoluta no
adulterada.
-Señor, llénalo y satúralo con el Espíritu Santo antes de
llevártelo; esa es mi petición, tú eres Dios y me has dicho que
te lo llevas, y lo que tú hagas y decidas está bien y es perfecto,
tú lo salvaste como me has salvado a mí y a toda nuestra casa
y lo tendrás asegurado para la vida eterna- Oró firmemente
Yiye.
De momento, se sintió como un estallido, por medio del
detonante de la fe y del clamor.
Fue una fuerte manifestación del poder de Dios que
inundó el lugar por completo y el Espíritu Santo se posó sobre
Pablo e inmediatamente en el sentir divino, de poder, de gloria
y de victoria, comenzó a hablar en lenguas con toda la
autoridad, gozo, deleite y majestad del mismo Reino de los
Cielos.
En medio del sentir de aquel poder, de aquel triunfo, del
honor y del esplendor, fue cuando Pablo miró a su hijo y
entonces lo hizo: Lo declaró con firmeza, con fe, con amor y
con el impacto de un Dios grande que estaba allí manifiesto
con poder y gloria:
¡QUE GRANDE ES EL ESPÍRITU SANTO!
Fueron sus últimas palabras antes de inclinar su cabeza.
La gente que conocía a Pablo y que estaba en la
habitación, presenció todo aquello y estaban muy
sorprendidos. Aún en medio de la partida de su Padre, Yiye
estaba fortalecido en el espíritu y les predicaba y les habló de
todos los detalles de la salvación. Había perdido a su papá
físicamente, pero no para la eternidad. No era un adiós sino un
hasta luego y ya no solamente había sido una unión por la
misma sangre como siempre lo fue; sino una unión próxima a
lo eterno cuando llegara el momento.
Desde que aceptó al Señor, Dios le dio a Pablo un año
para que le sirviera y él nunca se fue atrás. Luego llegó el
momento de partir y del tiempo que estaba solamente en la
mente infinita de un Dios perfecto y de gloria.
7
Cuarenta y un días

Eran unos problemas que además de mezclarse,


atribulaban mucho a Yiye. Sin ya poder más, sencillamente
oró de forma muy clara y directa, en lo que parecía no solo ser
un desahogo en el tiempo a solas con Dios en el lugar secreto;
sino también una decisión ya determinada como la única salida
por sentirse ya, literalmente, entre “la espada y la pared”.
-Señor, ¡VOY A ENTRAR EN TU AYUNO! El ayuno del
Señor, tú determinarás los días, porque una vez comience no
voy a entregar hasta que tú no me des la victoria, ¡Y NO VOY
A ENTREGAR AUNQUE ME MUERA! ¡Tienes que ayudarme y
responderme!
Fue el día primero de noviembre del 1972 cuando todo
comenzó, sin ni tan siquiera saber cuántos días serían. La
respuesta debía de venir de parte de Dios porque
sencillamente, ya no se podía más. Fue en aquella pequeña
oficina que tenía, en donde había puesto una cama para al
siguiente día estar ya encerrado en ayuno.
La esposa de Yiye continuaba trabajando en los asuntos
ministeriales desde el sótano de la casa: Contestando cartas,
haciendo tratados y más, siempre junto a su familia, incluida
sus hijas y sobrinos. Miña, la madre de Yiye, era una mujer que
no solamente se había convertido en nueva creyente casi
inmediatamente su hijo se convirtió, sino que se había
transformado en una mujer intercesora por excelencia a favor
de su hijo y de su ministerio y más. Era una gran intercesora y
mujer de oración. Dios también había enviado a 5 personas
que comenzaban a ayudar también a Yiye en su Ministerio y la
carga se había vuelto un poco menos pesada.
No solo comenzaban a pasar los días, sino las semanas.
Asombrosamente Yiye estaba muy fortalecido, mucho más que
en los otros anteriores y más cortos ayunos. Atendía también
las responsabilidades y tenía cultos con los hermanos que le
ayudaban en el ministerio pero no salía de su casa y
permanecía encerrado en su ayuno.
-Yiye, levántate, es hora de seguir clamando- Le tocó
Jesús en el hombro, dando unas ligeras palmadas.
Yiye se levantó de lo que pareció haber sido un sueño y
vio la hora exacta nuevamente en su reloj: Eran nuevamente
las tres de la mañana y como todos los días, oraría hasta las 7
a.m. de corrido.
De momento comenzó a sentir algo extraño: Como una
extraña substancia en su boca que emitía un extraño sabor.
Era un sabor raro, curioso, irregular, pero agradable a la vez.
De allí en adelante lo sentiría todos los días y cada vez a
mayor intensidad.
Se podía ver en contraste al Señor Jesús: Orando al estilo
de los antiguos, con el rostro pegado al piso en intercesión al
Padre. Los ángeles a su vez emitían una poderosa cobertura
en la habitación que traspasaba lo intraspasable. Eran sus alas
revistiendo y se veía una escalera que cruzaba y traspasaba
desde el techo por la cual ellos subían y bajaban, algunos de
ellos con cartas.
Una inmensa luz celestial emitía también un resplandor
glorioso que no era tampoco visto pero que estaba allí y se
sentía ante la presencia majestuosa de Dios.
Cuando los discípulos de Jesús notaron que Él oraba
desde muy temprano, nunca preguntaron cuál era el secreto de
su poder aún como todo Hijo de Dios. Solo le dijeron: -Señor,
enséñanos a orar.
Yiye podía sentir a Jesús a su lado mientras oraba. Cristo,
el Salvador, el Libertador, estaba orando junto a él cubierto por
su talit, su manto de oración celestial.
Lo ángeles también oraban. Al final de cada oración, antes
de las 7 de la mañana, Jesús tocaba con un toque suave,
tierno y ligero, la cabeza de Yiye. Él luego buscaba en la Biblia,
dirigido en el espíritu, y Dios le daba un mensaje nuevo todos
los días después de esto. Su mente estaba abierta a una
recepción más clara y específica de la Palabra en cada tema
revelado y la compartía a los hermanos que trabajaban con él.
-Señor Jesús, mi Dios, mi Rey, mi Salvador, aunque tenga
que ayunar cuarenta días si todavía no me respondes, yo sé
que Tú me darás la victoria, pero yo sé que no tendré que
ayunar más de cuarenta días y la respuesta llegará antes, ya
que yo NO soy mayor que Tú.
Algo dentro de él como quiera le hacía sentir que serían
más de 40 días de ayuno. Realmente, estaba muy fortalecido y
confiado.
-No se trata de que seas mayor que yo,- Se escuchó de
momento la voz de Jesús en aquella habitación, acompañada
por el manifestar “eléctrico” y enérgico de la autoridad y poder
del Espíritu Santo- se trata de que el que cree en mí las obras
que yo hago estas hará y aún MAYORES, porque yo voy al
Padre.
Una ligera brisa se sintió de momento en la habitación.
Pero… ¡¿Cómo era posible?! Las ventanas estaban
cerradas, la puerta estaba cerrada y no había nada dando aire.
El pequeño ventilador “taurus”, que estaba sobre la mesa,
estaba apagado, además de que la brisa se comenzó a
intensificar y movió las páginas de la Biblia que estaba a un
lado de Yiye, abierta, sobre la cama.
-¡Mira! Lee allí.
Ante el escuchar de la voz de Jesús, Yiye obedeciendo,
miró hacia las páginas de la Reina Valera 1960 y exactamente,
sus ojos lo llevaron a ese versículo, en donde las páginas de la
Biblia se habían detenido, movidas con la brisa de aquel
soplido santo. Decía exactamente en confirmación, esas
palabras ya declaradas por la boca de Dios:
“De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las
obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores
hará, porque yo voy al Padre” (Juan 14:12)
-Yiye, – Se escuchó nuevamente la voz del Señor- NO
TOQUES A LAS PUERTAS DE NADIE y sonríete… ¡Te amo!
Eran ahora las mismas palabras que había escuchado ese
mismo año de 1972 pero en el mes de enero, también de
madrugaba, cuando había estado orando meses antes de
todos los eventos ahora en el ayuno del Señor.
Recordaba claramente que Cristo se le había aparecido
diciendo eso mismo, halando su almohada y extendiendo su
brazo para ponerlo en su espalda.
-No debes de poner tu confianza en nadie, ni esperar nada
de ninguna persona, yo estoy disponible y te sostengo, quiero
que siempre estés contento, feliz y lleno de gozo, no
importando las pruebas y tribulaciones que enfrentes…
SONRÍETE ¡TE AMO!
Habían pasado ya tres semanas y una misionera visitó a
Yiye para contarle sobre una visión en donde había visto una
letra “V” muy gigante y muchas otras dentro de ella.
Era fácil de entender que todo aquello revelado de parte
de Dios significaba que vendrían muchas victorias; en conjunto
de una muy grande unida a todas las demás por causa de
aquel ayuno.
De esta misma manera, algunas personas recibían
revelaciones diferentes. Uno de los hermanos que ya
ayudaban a Yiye, y a los cuales les hablaba la Palabra que él
recibía cada día del ayuno, había visto ángeles que
descendían con cartas, por lo cual se entendía que tenía que
ver con los mensajes que Dios le estaba dando.
Otra misionera había mandado una carta en donde decía
haber visto ángeles que le servían a Yiye en el ayuno y;
finalmente, cuando amanecía el día 27 del ayuno, recibió
también otra carta de alguien que afirmaba que en ya una
semana más, recibiría la respuesta al problema por el cual
había comenzado a ayunar. La carta había sido redactada el
día antes, por lo cual, el cálculo era entonces exacto para el
día 33 que según la hermana en la fe, Dios respondería.
La pregunta era: ¿Cómo esa hermana sabía que el ayuno
había comenzado con el propósito de resolver un grave
problema junto a otros que se mezclaron?
Ya esto confirmaba que el mensaje era de Dios.
…….

Yiye oraba ahora más intensamente que antes en la noche


treinta y tres de su ayuno. Clamaba a Dios con actitud genuina
de corazón y como siempre: Esperando su respuesta.
Fue en ese momento, en esa noche, cuando sucedió: Un
disparado RAYO DE LUZ traspasó el techo de su cuarto desde
el cielo y se sumergió dentro de él sin fluctuar ni titubear,
socavándose en lo más profundo de su ser. Fue ligera y
livianamente impulsando en su cuerpo hacia atrás al recibir el
impacto del estremecimiento.
¡GRACIAS PORQUE POR FIN ME HE CONVERTIDO
VERDADERAMENTE A TI!
En medio de ese clamar espontáneo en el espíritu que
salió de él, ante aquella experiencia, de momento hizo una
pausa y meditó:
-Pero si yo hace rato que soy convertido, ¿por qué grité
así?
Sentía una libertad increíble, algo que nunca antes había
experimentado. Había una transformación, algo mayor, una
“metamorfosis” espiritual por causa de aquel ayuno que habían
provocado la fuerza, la exteriorización, la muestra y la
concesión del poder de Dios, venido y descendido desde el
mismo Trono victorioso de la Gracia.
Era un gozo y una alegría indecible y sobrenatural.
De momento Yiye fue a buscar en su Biblia, en donde
había leído esa misma mañana y marcado el versículo: “Por
eso pues, ahora, dice Jehová, CONVERTÍOS a mí con todo
vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento” (Joel 2:12)
Allí estaba la respuesta. El sentir en el espíritu nunca se
equivoca.
-Yiye – Se escuchó la voz de Dios- ¿y tú problema?
-¿Qué problema? – Fue la respuesta de Yiye mientras
comenzaba a reír y caía de rodillas riendo y llorando de júbilo,
con regocijo y entusiasmo. Era una felicidad y dicha tan
profunda, que no podía parar de demostrar su gozo y seguir
sonriendo y riendo muy contento.
-Estas experimentando una plena conversión como
resultado del ayuno del Señor, –Siguió diciéndole la voz de
Dios- te he libertado de una ligadura a la que estabas sometido
en el espíritu y por la cual necesitabas liberación, tus dudas y
tus tribulaciones eran el resultado de eso. Hiciste lo correcto,
viniendo a la fuente correcta, ya que por medio de este ayuno
esperaste en Mí el tiempo suficiente y necesario para que yo
pudiera actuar, librarte y libertarte. YO SOY TU LIBERTADOR.
Muchos de mis siervos e hijos a los cuales he llamado, también
están ligados en el espíritu a muchas cosas de las cuales
necesitan ser libres y experimentar exactamente esto que tú
experimentas ahora. YO NO HAGO ACEPCIÓN DE
PERSONAS. Te he honrado liberándote en el día 33, lo que
muchos conocen como la edad de mi Hijo Jesucristo.
TU AYUNO HA TERMINADO.
Yiye entonces entendió que le hablaba la misma voz del
Padre.
En aquel momento, en aquel instante, el corazón de Yiye
brincó y sintió de forma irrevocable decirle a Dios:
-Señor, sería injusto de mi parte que ahora que siento todo
este regocijo y enorme dicha y paz tan maravillosa, rompiera
ahora el ayuno después de todos estos días ya. Quiero hacer
OCHO días más, siete para completar cuarenta y hacer las
obras de Jesús y uno más para hacer obras mayores conforme
a tu Palabra y para tu gloria. Lléname esos días de poder y de
unción para liberar y libertar a los oprimidos por el diablo, para
salvar a las almas y para que los enfermos sean sanados por
tu mano poderosa, para que operes en milagros y prodigios
como nunca antes.
La respuesta de aprobación por parte del Padre fue en un
profundo sentir afirmativo ante aquella petición. Realmente, era
algo que ya estaba en el corazón de Dios mismo y lo había
activado por medio del corazón anhelante de Yiye, con el
propósito de que tomara voluntariamente la decisión para Él
glorificarse por medio suyo. Iban a ser próximos años decisivos
en donde la Palabra se debía de compartir acompañada por el
poder grandioso de Dios, no solo en Puerto Rico sino a nivel
internacional. Las vidas, los gobiernos, las naciones debían de
ser impactadas, transformadas y debía de comenzar un gran
avivamiento por medio de un principal intermediario elegido.
Dios se tenía que glorificar en aquella época: El tiempo era
DESICIVO y era AHORA.
Con el calor térmico en su corazón y en todo su ser, Yiye
recibía una y otra vez la aprobación del Padre y siguió con el
ayuno.
En medio de la voz del Padre, Yiye no parecía haber
estado ya más en su cuarto, sino en medio de una dimensión
espiritual en algún lugar, rodeado por lo que parecían ser
nubes y el fondo de un espacio azul donde se emitían impulsos
eléctricos y olores agradables e indescriptibles en detalle,
indescriptibles e inexplicables e imposibles de especificar de
forma meticulosa al igual que el entorno. Era algo no antes
visto ni presenciado.
Luego pareció estar de vuelta en su habitación, sin
embargo, a la vez, nunca había dejado de estar allí. Era una
extraña experiencia.
Al día siguiente, una persona, vecina de Camuy y no
convertida al evangelio, pasaba frente a la casa de Yiye,
cuando de momento, sintió algo tan poderoso, fuerte y como
“pesado” que pareció marearlo. Era algo tan fuerte que no le
dejó caminar más. Otra persona que pasaba y venía detrás,
notó la pausa y el aparente “malestar” y mareo y pudo ver
como este vecino gradualmente y de forma rápida, iba como
perdiendo el conocimiento hasta que finalmente cedió y cayó.
El otro se apresuró a ayudar y sostener al vecino antes
que se diera contra el pavimento, pero al hacer contacto, sintió
como un impulso eléctrico de poder que también lo derribó y se
desplomaron esta vez los dos al piso.
El poder de Dios por medio del ayuno se estaba emitiendo
ahora muy fuerte desde la casa de Yiye Ávila hacia afuera.
La muy pequeña cantidad de personas que ayudaban a
Yiye ministerialmente, daban cultos y usaban grabaciones de
sus mensajes mientras él permanecía encerrado todavía
ayunando, y muchos se convertían y también había sanidades
por el poder de Dios.

…….
Se veía el rostro severo y furioso de aquel personaje rubio
y maligno. Sus ojos, rojos de maldad, humeaban de coraje e
ira mientras escuchaba el reporte.
-Traté de desanimarlo y lo ataqué con problemas usando
todo mi poder pero solo se encerró en un ayuno – Testificaba la
criatura alada que tenía una forma de lo que parecía ser como
una especie de lagartija gigante que, de forma natural, hacía
un movimiento con la lengua como las serpientes: Sacándola
al exterior, haciéndola vibrar rápidamente, para luego
regresarla a la boca de forma acelerada.
Sus dientes, los cuales eran imperfectos e inexactos, los
unos de los otros, parecían más bien ser unos amarillentos y
espantosos colmillos, los cuales también dejaba al descubierto
por medio de una expresión de miedo ante el enemigo de las
almas mientras le daba las noticias.
En ese momento, Lucifer furioso lo abofeteó tan fuerte que
lo expulsó contra una gótica pared, parte de aquel horrible y
sombrío lugar y pared contra la cual, la criatura se estrelló
fuertemente y cayó derribada, dejándola marcada con su
silueta.
-Si NO sirves, NO sirves. Las cosas las tiene ahora que
hacer uno mismo, ¡DIME! ¿Acaso no eres tú un demonio muy
poderoso? ¿De qué me sirve que seas líder si eres inservible?
–Declaró el maligno a la vez que hizo un “chasquido” de dedos
y las alas de la criatura se partieron en dos, seguidas por su
exclamar de dolor y de tormento.
-Yiye – Pronunció lentamente aquel nombre con profundo
asco y repugnancia, plagado de celos, odio y de envidia, pero
a la vez con un miedo mezclado con terror y temblor, que se
apoderaron del momento, de la exclamación al final y del sentir
repentino.

…….
Yiye se había sentido más que fortalecido mientras ya
estaba a pocos días de terminar el ayuno. De momento,
comenzó a sentir un insoportable malestar. Eran ya los últimos
días para terminar y entendía que había sido un ataque
espiritual del mismo enemigo. Al quitarse la ropa, y ante su
asombro, podía ahora darse cuenta de la infección que tenía
en su cuerpo, de donde salía pus en abundancia y hasta
gusanos. El malestar seguía y era indecible y se comenzó a
activar una batalla espiritual en la mente y una tentación
profunda para romper el ayuno. Se puso la mano con fe y oró y
reprendió al diablo en el nombre de Jesús y comenzó a
sentirse mejor pero la infección seguía, hasta que después fue
mejorando a los días, mientras se seguía batallando y
continuaba ya transcurriendo el tiempo para culminar el ayuno
y obtener la victoria.
En la noche, en medio de la oración, Yiye sintió al Señor
entrar en su habitación y tocarle por la espalda con su dedo
índice, como señalando.
Era ya la segunda vez que pasaba eso.
-Señor, ¿qué significa eso?
-Significa que eres señalado.
Eres llamado también a escribir un libro sobre el tema del
ayuno y a que ese libro sea una luz en medio de la ignorancia
de muchos creyentes; que sea un instrumento poderoso en
este tiempo para el crecimiento espiritual y romper los yugos
del diablo para traer fruto. Muchas vidas en este tiempo serán
revolucionadas por ese libro y entenderán la vida abundante
que yo he prometido para este momento para vivir saturados
de Mí poder y de mi bendición celestial.

En medio de toda la fortaleza que Yiye sentía en el día


cuarenta del ayuno, dedujo que el día cuarenta y uno sería
entonces así de fácil para terminar.
Sin embargo, ese día 41, desde su comienzo, comenzó a
ser invadido por una debilidad extrema que se había
apoderado de él tanto por dentro como por fuera y la piel
parecía que se iba a quemar. Se sentía muy lastimado dentro
de sí y se tiró acostado en la cama a orar. En medio de lo que
se podía calificar como un martirio indecible surgía dentro de sí
la pregunta.
¿Pero cómo era posible que me sintiera tan fuerte hasta el
día cuarenta y ahora estoy así?
Al final, terminó su ayuno entregando con un jugo de uvas
y su mamá, Miña le acompañaba muy contenta y regocijada.
El reto estaba vencido y ahora venía la victoria a
manifestarse de forma poderosa por medio del respaldo divino
ante el poderoso recurso dado que ahora Dios tenía entre sus
manos para comenzar a trabajar y glorificarse.
Yiye se pesó, algo que siempre había tenido como
costumbre casi todos los días cuando estaba en el deporte de
lleno, y que, también era parte de su hábito en su vida
cotidiana.
Había perdido 36 libras en aquel ayuno (casi 17 kilos). Su
peso ahora era de 129 libras (un poco más de 58 kilos).
Subió a la parte superior de la casa a darse un baño y
pudo con detalle contemplar el estado de su cuerpo:
Totalmente esquelético, débil y “huesudo”. Parecía casi
literalmente un cadáver, pero la comparación hacía mucho
sentido: Había muerto en él algo que tenía que morir, una
ligadura espiritual que ahora estaba desecha y ahora había
sido cargado de una unción mayor de Dios para cumplir
propósitos. Si aún vivía y parecía “cadáver”, quiere decir que a
pesar del aspecto, entonces hubo el levantar de la resurrección
espiritual de un nuevo Yiye, cubierto y revestido de una gloria
postrera mayor por motivo de su precio pagado durante todo el
nuevo proceso, que ahora estaba vencido para la gloria de
Dios.
-¡Dios mío!
Exclamó Yiye de la impresión ante el espejo, para luego
continuar su exclamación con algo que estaba muy arraigado
en corazón y que era su enfoque principal:
-Permite Señor, que por cada libra rebajada que me ha
tocado perder, miles se salven. Toma en cuenta este sacrificio
para tu gloria.
…….
-¿Cuál es la idea de ese hombre de haber estado ahora, y
que encerrado en un ayuno por 41 días? ¿Más que Jesucristo?
¡Ese hombre quiere aparentar a creerse más que Dios! Ahora
publica la foto de su mano en un material que distribuye para
los que quieran ser sanados. Está loco, ese es un apóstata.
La persona tiró la revista hacia un lado. Era una pequeña
iglesia evangélica al final de un culto, en donde habían
quedado algunas personas conversando.
-Hermano,- Le decía la otra persona- si usted lee la Biblia,
es algo completamente bíblico, los sudarios de Pablo sanaron,
Dios unge y usa lo que quiere para impartir bendición al
pueblo.
-Mire,-respondió el otro- eso de ese señor Yiye, no es otra
cosa que apostasía, y la Biblia también habla de eso.
-Pues usted tiene razón, habla de la apostasía y también
de los fariseos y de la necedad, y usted va por eso camino.
Mientras comenzaba la discusión, una hermana en la fe en
la iglesia había tomado la revista y movió sus páginas hacia
donde estaba la foto de la mano de Yiye. Miró la foto por un
instante, contemplando la esperanza de la promesa de Dios.
Era no solo lo que Dios le había indicado a Yiye hacer después
del ayuno, sino la fe que activaba el ver la foto de la mano,
para todo aquel que estaba conectado en el espíritu, no solo
aquel que vestía como evangélico.
La joven tenía un paño en la cabeza porque tenía una
condición en la cual estaba perdiendo ya todo su cabello,
además de que se estaba recuperando de un accidente que
había tenido, y por lo cual estaba en muletas.
Cerró sus ojos y puso su mano sobre la foto de la mano de
Yiye, en oración, en fe, en súplica en el espíritu en su misma
mente, conectada a la mente de Dios por medio de la certeza
de lo que esperaba y la convicción de lo que de momento no
veía pero que creyó en recibir.
-…Mire caballero, si usted me sigue faltando el respeto, lo
boto de mi iglesia, Yiye es un ecuménico y un apóstata, porque
si no lo fuera, no estuviera haciendo esas cosas de imágenes
de su mano, que parecen más bien cosas de los católicos,
váyase a adorar yesos también usted. Esa es la apostasía de
estos últimos días, y no me diga más “hermano”, dígame
Pastor, yo soy el Pastor de esta iglesia.
De momento, la incredulidad, difamación y acusación de
aquel Pastor que discutía con la otra persona, fue interrumpida
por algo que le hizo dar un sobresalto. Fue el grito de su
misma hija, que no estaba muy distante mientras él estaba
envuelto en la discusión.
-¡PAPÁ!- Gritó.
La muchacha parecía sentir algo poderoso e indescriptible
que de momento se posó sobre ella. Una luz, seguida por un
resplandor muy breve, que pareció asomarse de repente y de
corta duración pero de permanente poder. Tiró las muletas al
piso, mirando hacia arriba y levantando sus manos para adorar
a Dios.
El yeso de la pierna pareció comenzar a romperse,
abriéndose una grieta. Era la invitación de Dios a tomar la
decisión de ser sanada. Ella levantó su pie y pisó fuertemente,
partiéndose el yeso completamente en dos partes. Se quitó el
pañuelo de su cabeza y su cabello comenzó a crecer y
recuperar todo lo que había perdido.
-¡Aleluya! – Gritaba mientras corría por toda la iglesia
completamente sana y con su cabello totalmente restaurado.
Todos estaban atónitos.
-¡Es el poder de Dios! ¡Es el poder de Dios! ¡Jesús me
sanó! ¡Jesús me sanó! ¡Gloria a Dios! ¡Que viva el Espíritu
Santooo!– Gritaba ella con un júbilo tan grande, que ni las
mejores palabras lo pudieran describir en detalle.
…….
-¡Y por sus llagaaaaaaaassss… Fuisteis sanadoooooo!
Parecían sacudirse los cimientos en aquella declaración
bíblica de poder y de la promesa de Dios, en la oración de fe
por sanidad y por los enfermos. Hacía como memoria cuando
Pablo y Silas habían sido presos y los cimientos se sacudieron.
Pudieron haber estado presos, pero no les taparon la boca
para adorar a Dios, y si dos adoradores habían hecho temblar
a una cárcel completa, derribándola y sacando a todos de su
prisión, ahora más de uno clamaba y bramaba como el
bramido del mar en la profunda conexión de fe y de unidad en
el espíritu.
Pastores, creyentes enfermos, creyentes no enfermos y
recién convertidos oraban con fe junto Yiye, quién desde la
plataforma sostenía con fuerzas el micrófono, aquel hombre
que apretaba fuertemente su puño con pasión y autoridad,
creyendo a la promesa del Dios vivo y rodeado por la unción
del Santo.
Estaba predicando de vuelta en Santo Domingo,
República Dominicana, poco después de su ayuno de 41 días.
Ya había recién estado en una campaña de 14 días en Cataño,
y otra en Bayamón, en Puerto Rico. En total de las dos
campañas, 5,753 almas se habían entregado a Jesucristo,
aceptándolo como único Señor y Salvador personal.
Mientras se invitaban a las vidas a testificar al frente,
todavía estaban unas personas, que habían llegado por
separado a la campaña con una condición sin poder caminar
de años; y que estaban corriendo por todo el lugar como si
hubiesen sido atletas corredores de toda la vida. No se
cansaban.
-Testifique su sanidad, estos testimonios ayudan a crecer
espiritualmente a otros y acrecientan la fe de todo aquel que
los escuche- Decía Yiye desde el micrófono mientras los
ujieres ayudaban a organizar y alineaban a todos los que
habían sido sanados para pasar el frente y testificar.
Fue en aquel momento, cuando Yiye bajó su cabeza y lo
pudo recordar nuevamente: La voz de Jesús en aquella
experiencia poderosa: “Yiye, sonríe te amo”. De momento,
también escuchó la voz del Señor haciendo nuevamente esta
afirmación y sonrió y no hubo mayor deseo que el transmitir
esa bendición.
-¡Sonríase, que Cristo le ama!
Aquella afirmación sacó sonrisas en muchas vidas que
esa noche habían sido transformadas para siempre. 4,972
vidas se entregaron a Dios en 21 días de campaña en la
República Dominicana, para un total de 10,725 personas en las
tres campañas iniciales después de los 41 días del ayuno del
Señor.
CAPITULO II
1
El rayo

Después del ayuno de 41 días una cierta cantidad de


personas que tenían su profesión y estudios, se habían
añadido al ministerio de Yiye. Dios les había llamado a cada
uno de forma individual por medio de experiencias espirituales
poderosas y algunos habían llegado a su casa hasta bañados
en lágrimas para contar su testimonio y decir que se añadían al
ministerio.
Se coordinaban diferentes campañas en el sur América:
Chile, Perú, Colombia, Argentina, Ecuador y Paraguay.
Las cruzadas misioneras se extendían hasta por dos
meses y más. Los milagros, las sanidades, y todo lo que
pasaba, era Dios mismo testificando y respaldando ante un
gran fruto glorioso.
Miles de personas quedaban sin entrar a los parques
debido a la cantidad de gente que acudía a escuchar la
Palabra de Dios. Iban los enfermos y recibían sanidad, otros al
escuchar lo que pasaba, iban al otro día a las campañas para
ver y al final se convertían, entregando su vida a Dios.
Una persona que había recibido un balazo en su brazo
derecho, y que había quedado totalmente paralizado, su brazo
había recobrado la vida con toda libertad después de la oración
de fe.
Otra persona que padecía de artritis hacía 15 años, y su
pierna derecha era media pulgada más corta, recibió sanidad y
su pierna se alargó hasta quedar igual a la otra, ante los ojos
de todos.
Una mujer que había tenido el oído derecho perforado
hace 30 años, y del tamaño de una moneda de 10 centavos,
no escuchaba nada por ese oído y luego recibió audición
perfecta y fue sanada.
Más gente era sanada de cáncer, de sida, diabetes y de
más enfermedades incurables para la ciencia médica y con
pruebas irrefutables de su sanidad. Pies planos recibían
curvaturas, personas que no podían moverse se movían y los
paralíticos se levantaban en medio de los ojos de todos en
medio de la oración de fe por sanidad. No solo eso, sino que
las ataduras demoníacas eran rotas y los endemoniados eran
libres ante terribles manifestaciones.
Mientras el ministerio crecía, se hacía cada vez más
pequeño el sótano de la casa y Yiye comenzó a orar para que
Dios le proveyera de un lugar más grande. Estaba tan cansado
esa noche, que se quedó dormido en su cuarto mientras oraba.

…….
Trasportado en medio de un lugar en el cual no sabía
dónde era ni cómo había estado allí, Yiye miraba hacia todos
lados totalmente perdido. Parecía una amplia llanura sin fin.
-Pero… ¿Y cómo yo llegué aquí? – Se rascaba la cabeza.
De momento, vio a Jesús de pie frente a él e
inmediatamente hizo reverencia y se arrodilló.
-Señor,- Exclamó- ¿qué es este lugar?
-Es algo a lo cual te he traído para que veas, y esto mismo
ya le he revelado a otros que callan. Yo he venido
personalmente a mostrártelo. Algunos que ya le he demostrado
esto, no te conocen y no se atreverán a decírtelo.
De momento Yiye levantó la cabeza y ya Cristo no estaba
frente a él, se había desvanecido y luego reaparecido casi
inmediatamente a sus espaldas.
En el lugar en donde estaba antes Jesús, un poco más al
frente, pero no tan distante, apareció de momento una estatua.
Yiye entrecerró sus ojos para tratar de reconocerla y casi al
inmediato de reconocer quién era, abrió sus ojos aterrado y se
reincorporó.
-Pero… ¡¿Qué es esto?!
La estatua era de él mismo. No se veía realmente como
algo malo, parecía más bien un monumento y estaba él allí
sosteniendo su Biblia y aguantando un micrófono con su mano
empuñada, extendida hacia al frente y la imagen puesta en lo
que parecía ser una plataforma. Sin embargo, se comenzó a
sentir una pesadez y Yiye al ver la estatua no tuvo una buena
impresión ni un buen sentir.
La llanura en donde Yiye y Jesús estaban, se comenzó de
momento a tornar más hermosa.
-Aquellos que no tienen en cuenta Dios,- Comenzó a decir
Jesús- son saturados por espíritus de error y hasta de
inmundicia. Esta llanura que ves se parece a la que vio Lot,
que le hizo elegir a Sodoma y a Gomorra, solo por apariencias
y sin escudriñar. Han hecho idolatría de ti mi siervo, no
reconocimiento, sino idolatría, y con ella están estancando mi
obra y la estancarán. Vendrán días difíciles para Puerto Rico,
como en los días de Lot. Ellos no reconocen que soy yo y que
tú pagas un precio, te usan para tirarse indirectas y te ponen
como algo inalcanzable cuando yo NO HAGO ACEPCIÓN DE
PERSONAS. Vienen tiempos malos, muy malos.
En ese momento Yiye tembló. Un impulso eléctrico le hizo
ver los días que venían, y en lo que pareció ser un pequeño
rayo azul que golpeó suavemente su cabeza de frente, dirigido
hacia él, pudo ver lo que parecía el futuro, pero no se
encontraba en él mientras buscaba.
Se postró nuevamente ante el Señor.
-¡Señor! Mantenme vivo hasta el rapto. Tú me has dicho
varias veces que no moriré, me lo has hecho también sentir, yo
lo he predicado y lo seguiré predicando y sé que en cualquier
momento podemos volar a nuestra patria celestial.
Jesús sonrió. Se inclinó un poco ante Yiye y puso su mano
sobre su espalda. Dijo:
-Puedes seguir predicando lo que te mostré, y sí,
ciertamente no morirás. Todos serán transformados en un
momento, en un abrir y cerrar de ojos a la final trompeta que se
tocará. Todos los salvos, mueran o no, serán parte del
arrebatamiento de la iglesia, y a mis ojos los que mueren
salvos no mueren, ellos duermen, no literalmente, pero están a
la espera de su resurrección ese día. Ni aun cuando mueren
son contados por mi Padre y por mí como muertos. ELLOS NO
HAN MUERTO aun estando muertos y tú no morirás tampoco
igual que ellos no han muerto aun habiendo partido.
Pareció salir una lágrima de Yiye que le recorrió toda la
mejilla y calló al piso.
-Señor, ¡mantenme vivo hasta el rapto!
-Los que vivan para ese momento serán más que
bienaventurados porque no verán muerte, pero aun los que
mueran no morirán porque a mis ojos solo están en reposo y
no en tormento. Estimada es a mis ojos la partida de mis
santos. Decir que no morirás no es un error, y decir que vengo
pronto, tampoco lo es. Los entendidos entenderán – Siguió
diciendo Jesús en su sonrisa de triunfo y de Mesías más que
vencedor.
Yiye levantó su mirada y ya Jesús no estaba. Solo pudo
apreciar y experimentar el momento repentino en que otro rayo
cayó, esta vez del cielo, a mucha velocidad y emitiendo un
poderoso estruendo y estrellándose contra él.
En ese momento, Yiye despertó. Era tiempo de orar y
repasar el mensaje, para luego seguir en la campaña y
predicar ese día por la noche. No iba a poder dejar de meditar
en lo que acababa de ver y soñar.
…….
No se estaba haciendo para nada de fácil la predicación
esa noche en aquel país. Había veces en las cuales de
momento Yiye tenía que hacer pequeñas pausas y alguna
gente en la campaña a veces se distraía a mirar a una persona
que daba grandes gritos burlándose. Esta persona se había
hasta trepado en un lugar más alto para que se escuchar sus
burlas:
-¡Bola de locos! ¡Evangeluchos mentirosos y vividores!
¡Váyanse a trabajar mejor y a sudar de verdad cultivando en el
campo como lo hago yo! ¡Eso si es trabajo! ¡Oye, canoso, no
sea ridículo! ¡Tienes la cabeza llena de canas de tanto que
robas!
El hombre seguía diciendo más improperios y cosas sin
sentido y de momento; Yiye hizo una pausa y se sostuvo del
humilde púlpito de madera que estaba en la plataforma y cerró
sus ojos, apartó, el micrófono de su boca y comenzó a orar sin
que lo oyeran. Claramente se vio que se había detenido a orar
y algunos hermanos y pastores de alrededor comenzaron a
alabar a Dios y a orar y reprender.
-Señor Jesús,- Oró Yiye- yo he venido hasta aquí con
mucho esfuerzo a dar esta campaña, he orado, he ayunado y
todo este trabajo tan duro yo lo hago es para ti… Por favor,
permite que termine de predicar y quita las interrupciones,
apiádate de mí y de las almas que necesitan escuchar este
mensaje.
Casi al instante de haber abierto sus ojos, se escuchó un
fuerte y ensordecedor trueno seguido por el avistamiento de un
rayo que pareció partir de momento el cielo el dos. El sonido
que acompañó al rayo fue muy llamativo y característico pero
se podía sentir que venía acompañado con una ira santa y
cayó con muchas fuerzas sobre la persona que se burlaba, en
el mismo centro de la cabeza y derribándolo del lugar en donde
se había montado a burlarse, dando grandes voces.
Los que estaban en la campaña fueron corriendo a
ayudarlo. El hombre permanecía con los ojos muy
grandemente abiertos de la impresión del choque, derribado
boca arriba en el suelo y sin vida, su cuerpo humeaba.
Este suceso se comenzó a regar como pólvora a pesar de
que Yiye había prohibido rotundamente que ni tan siquiera se
mencionara de eso. Para él era un hecho que se debía de
callar porque era algo que solamente causaba tristeza, pues
significaba que un alma se había perdido esa noche.
-No quiero por nada que rieguen ni digan por allí lo que
pasó, nosotros vinimos fue a predicar de Cristo y a salvar a las
almas, y el que una vida se pierda es algo de suma tristeza
para mí.
Una persona creyente, que había estado ayudando en la
campaña estaba impresionado, no solo por aquel hecho, sino
por lo que Yiye decía en base a su postura, su actitud y su
carácter y lo compartió con alguien que conocía:
-Todo eso pasó y Yiye no quiere que se diga ni en
testimonio, sin embargo, he escuchado a algunos pastores
predicar de que “se maldiga a los enemigos y a los que se te
oponen”.
Ojalá entonces no se siga esa falsa doctrina, porque si
llega, de seguro será cuando los días sean mucho más malos
y hayan más personas amadores de sí mismos y falsos, tal y
como la Biblia dice. Dios bendiga a nuestro hermano Yiye,
siervo de Dios.
2
El cajón del diablo

Era otra campaña en donde enérgicamente Yiye predicaba


en contra de la televisión.
-En ese “cajón del diablo” lo que se pasa y transmite es
pura inmoralidad, indecencia, usted que es cristiano creyente
en Jesucristo, debe de entregar eso y salir de eso… ¡Salga de
su televisión! ¡Salga del “cajón del diablo”!
En ciertas campañas se amontonaban los televisores y
formaban hasta una “torre”, unos encima de los otros y muchas
veces Yiye venía y golpeaba sus pantallas con un fuerte palo o
bate y los rompía.
-¡Estos evangélicos locos!- Exclamó de momento una
persona que iba en un vehículo manejando y contemplando a
la vez, una escena de la cual era testigo y que parecía
apocalíptica para él, debido a que quería un televisor y aún no
había podido ni reunir el dinero para tener uno por ser una
persona de escasos recursos y se le hacía difícil.
La escena correspondía al río Orinoco en el país de
Venezuela, en donde ahora se estaba realizando una
campaña. Mucha gente había arrojado sus televisores. Ese era
precisamente el río más grande del país.
El hombre se bajó del carro para ver como los televisores,
muchos de ellos con sus pantallas rotas, seguían su curso por
el río sin detenerse. Él se ponía las manos sobre su cabeza en
señal de asombro, desaprobación y disgusto mezclados
mientras miraba.
Muchos amigos evangelistas de Yiye, cuando recibían su
visita, escondían los televisores de sus casas ante el disgusto
de sus hijos, que querían seguir viendo los programas
muñequitos.
…….

-Yiye.
Se escuchó de momento la voz de Jesús en su cuarto,
llamándole por su nombre mientras oraba, ya había estado
orando por tres horas corridas pero el cansancio de la
campaña de la cual venía, estaba provocando que se estuviera
quedando dormido.
Yiye tenía los ojos rojos y era claro su agotamiento. Ante
la voz del Señor, se reincorporó, se levantó y se sentó en la
cama luego de haber estado de rodillas.
-Yiye, quiero que contrates un programa de televisión para
llevar mi palabra.
Yiye se quedó de momento de “una sola pieza”. Frío,
congelado. Hubiera podido ser más fácil pensar que de seguro
era que estaba cansado, y que debido a eso no se sentía bien
o no estaba escuchando algo real, para poner excusas de la
instrucción que acababa de oír en aquel momento. Pero no. Él
conocía muy bien la voz de Dios. En ese momento no supo
qué hacer ni decir, pero tampoco podía ignorar lo obvio. Tuvo
una extraña sensación de sentirse preso en sí mismo.
-Yiye, has estado ya en la radio, quiero ahora que
prediques por televisión.
Al nuevamente escuchar la voz de Dios por medio de la
persona de Jesús, Yiye respondió sintiéndose muy mal ante el
mandato:
-Señor, ¿cómo yo voy a salir en televisión? De cajón del
diablo para arriba le he dicho; es más, ¿qué no le he dicho?
¿Tú quieres que yo salga en televisión ahora?
-Yiye, ¿cómo tú te convertiste? ¿Cómo llegaste de forma
inicial a la verdad? ¿Cómo diste el primer paso hacia mí?
A la mente inmediatamente vino la respuesta verídica e
irrevocable de algo totalmente innegable. Había sido por un
programa de televisión de Oral Roberts.
-No te ciegues, - Le dijo el Señor- yo soy un Dios que da
vista pero los que no quieren ver, ni aun viendo ven. Quiero
usarte como instrumento para evangelizar las naciones. Los
tiempos siguen su curso. No limites a Dios. La gente va a oír
mi Palabra, yo voy a entrar en la televisión y te voy a usar a ti
para ello. Has caso a mi voz, no a tu opinión.
Yiye contrató un espacio de televisión y cuando salió el
primer programa, era imposible evitar la indignación de alguna
gente, pero muchos estaban gozosos por el trato de Dios hacia
Yiye y por la humildad de él para recibir y reconocer el trato
divino para expandirse sin límites e ir madurando
progresivamente como todo un siervo de Dios.
Era un poco difícil muchas veces el esfuerzo en algunas
predicaciones para cheques sin fondo que le daban de ofrenda
alguna gente con una responsabilidad de pago televisiva con la
cual tenía que cumplir. El ayuno y la oración y la comunión con
Dios en el lugar secreto, sencillamente, se llevaba la carga y
Dios siempre proveía. Yiye siempre recordaba cómo, al muy
recién comienzo de su ministerio, cuando predicaba antes en
la radio, le había costado mucho trabajo reunir mil dólares para
poder cumplir con pagos. En aquellos días pasados, un
predicador de nombre T.L. Osborn, pedía en avanzadas
donaciones para él también seguir predicando el evangelio.
Dios le había dicho a Yiye que le diera los mil dólares a ese
predicador de ofrenda para ayudarle. Yiye había envuelto en
una funda de papel el dinero y se lo dio personalmente al
evangelista y se fue corriendo.
Desde ese momento en adelante, Dios siempre había
proveído y proveía ahora; bendiciendo también a todo aquel
que abría la puerta para ser bendecido.
3
El lienzo

Yiye en su hogar había estado orando hasta tarde en la


noche y se había sentido muy agotado físicamente. Levantó
sus rodillas y se recostó de un sillón que había en el cuarto y
siguió orando con el sillón inclinado. Yiye había puesto sus dos
manos extendidas sobre el sillón en medio del agotamiento
físico, mientras continuaba en su muy necesario tiempo de
oración. De momento, escuchó que alguien irrumpía en la
habitación, caminando lentamente hacia él. La puerta estaba
cerrada desde adentro y era imposible que fuera algunas de
sus hijas o su esposa, además de que ellas nunca molestaban
su tiempo a solas con Dios cuando él oraba y era ya muy
tarde… ¿Cómo era posible que alguien pudiera haber entrado?
Ya Yiye había tenido experiencias con Jesús de esta
índole, pero aquí había algo diferente. Permanecía con los ojos
cerrados pero a la vez con una muy fuerte incomodidad. Fue
entonces cuando sintió dos brazos sobre los dos brazos suyos,
que permanecían extendidos.
-Señor… ¿Eres tú Jesús o… es el otro? – Exclamó.
-Yiyeeee- Respondió una voz muy siniestra y maligna. Su
respuesta hizo temblar la habitación y cargar sólidamente el
ambiente dentro del cuarto con mucha opresión y fatiga.
La criatura, cubierta totalmente por un hábito oscuro,
parecía traer una espada consigo. Siguió diciendo:
-¡Entrégamela! ¡Quiero que me la entregues! Ella no está
firme y… ¡LA QUIERO AHORA! ¡DÁMELA! ¡ES AHORA!
¡DÁMELA QUE ES MÍA! ¡ELLA ES MIAAAA!
Con su dedo índice, aquel ser tocó la cabeza de Yiye y
transmitió el nombre de la persona en su casa.
Yiye entendió que su familia estaba ligada a la protección
de Dios y al cuerpo de Cristo, por lo cual, bíblicamente y según
el orden espiritual, estaban ligados arriba EN EL CIELO
TAMBIÉN y la criatura de muerte no podía hacer nada sin pedir
permiso primero y tener su aprobación.
El diablo no podía desligar lo que Yiye había ligado
espiritualmente.
-¡NO! – Le gritó Yiye con los ojos cerrados.
Aquel ser se quitó inmediatamente su capucha, halándola
hacia atrás bruscamente y dejó su rostro al descubierto con
mucha ira y enojo. Parecía ser de momento un rostro femenino
de ojos rojos intensos y malignos y que se transformó luego;
casi inmediatamente, en una calavera severamente
encolerizada.
Envolvió a Yiye en un lienzo perverso e infernal de muerte
y de inmediato, sintió que se le fue la respiración. El cuerpo de
Yiye permanecía tieso, rígido e inmóvil en la misma posición
por más que él trataba y luchaba por moverse ante aquel
ataque vil.
Ante una fuerza mayor, Yiye finalmente quedó en pie y
comenzó a caminar por la habitación pero… Algo no estaba
bien.
Se volvió hacia atrás y pudo ver su cuerpo tirado en el
sillón todavía. Atónito e impactado, en sus propias fuerzas
corrió a su cuerpo de nuevo y cayó nuevamente dentro de él.
Trataba de moverse, luchando ya ante una desesperación
indecible.
Su cuerpo estaba sin vida.
Al no poder con sus propias fuerzas, inmediatamente sacó
un grito en comunión con todo su ser y en el sentir de auxilio,
de ayuda en el espíritu:
-¡Cristo! ¡Ayúdameeeee!
De momento, dio un salto en su propio cuerpo de su
posición previa de oración y estaba nuevamente con vida.
Sentía una corriente eléctrica del poder de Dios en ese
momento recorriendo todo su ser. El poder de Dios había
venido a socorrerle.
Se arrodilló nuevamente, arrojándose luego, tan solo unos
segundos después, y esta vez recargado de fuerzas y sin
sentir ningún cansancio.
-¡Señor! ¡¿Qué era eso?! ¡¿Qué pasó aquí?!
-Era el ángel de la muerte, – Respondió Jesús, quién
estaba muy pegadito, frente a él mientras permanecía con la
cabeza inclinada de rodillas y en oración- esto es para que
veas la realidad de lo que predicas y la realidad de lo que soy
yo. Yo soy la resurrección y la vida, y el que cree en mí,
aunque esté muerto vivirá. Yo soy el primero y soy el último, el
alfa y la omega, principio y fin y tengo, no solo las llaves del
infierno, sino también las llaves de la muerte. El imperio de la
muerte no puede contra aquellos que me pertenecen, porque
ni aún la segunda muerte será sobre ellos. Yo soy el que tengo
la última Palabra, y los que claman a mí yo les respondo.
-Gracias Señor, te adoro, tú eres grande, eres mi salvador,
no hay otro como tú.
Cristo siguió diciendo:
-El enemigo puede venir a pedirte, o puede venir a
pedirme y acusarte, pero no puede traspasar los límites de su
autoridad. Yo soy el que soy, no hay otro y toda autoridad me
ha sido dada a mí en los cielos, en la tierra y debajo de la
tierra.
¿Dónde está oh muerte tu aguijón? ¿Dónde o sepulcro tu
victoria? ¡Sorbida es la muerte en victoria!
Cristo apretó con fuerzas sus manos y las cicatrices de
sus heridas en sus muñecas comenzaron a resplandecer y su
rostro a brillar con fuerza y poder.

Ya de mañana, Yiye salió de la habitación. Vio a su hija


mayor y la abrazó y le sonrió, tocándole con mucho amor su
orejita.
-Tengo un trato con ella – Se podía escuchar la voz de
Dios en medio de un recuerdo activado desde cuando era más
niña.
Se había sentido el poder del Espíritu Santo en su cuarto
de forma poderosa y ahora se sentía igualmente la presencia
de Dios.
-Yiye, tengo tratos con todos en tu familia, estoy siempre
sobre tus tres hijas. Tengo tratos con ellas – Era la voz de Dios.
Yiye desde muy pequeñitas y desde su conversión,
siempre las reunía y les hablaba de Cristo. Su hija menor
siempre le había ayudado en los programas radiales. A su hija
segunda, Noemí, le había sido confirmado un llamado desde
muy pequeña. Ya Dios la había señalado y le había hablado a
su padre con unas palabras de corta explicación en una
afirmación clara y precisa: -Ella es llamada.
4
Ataques

La construcción de las nuevas facilidades ministeriales de


Yiye, avanzaron muy exitosamente. Dios había respondido la
oración, debido a que ya el Ministerio iba creciendo y el sótano
le quedaba muy pequeño. Pudo adquirir un terreno, que por
medio de un toque de Dios, alguien le donó y comenzar una
construcción de un pequeño edificio que ahora albergaría sus
nuevas facilidades en Camuy, pagando solo el trabajo de
edificación.
Tiempo después de haber transmitido sus programas por
medio de un contrato de televisión a diferentes lugares, ahora
Dios le había permitido adquirir varios canales locales propios
con mucho esfuerzo para cubrir y arropar lo mayor posible con
el mensaje del evangelio por medio de la señal televisiva.
Dios le había prometido en su tiempo a solas:
-Vas a entrar en grande en la televisión, tienes que hacerlo
y yo te voy a ayudar.
-Señor,- Respondió Yiye- si me vas a ayudar tú, pues no
habrá entonces ningún problema. EL QUE INVITA ES EL QUE
PAGA.
Yiye sonrió.
Ya era el año de 1988 y ya estaba oficialmente fundada su
estación de televisión para difundir el mensaje. Sin embargo,
no podían faltar los ataques, los cuales siempre hubo desde
comienzos de su ministerio por parte de diferentes personas,
individuales y de forma general.
Ya algunos de los que le acusaban de “falso profeta” y de
“apóstata” habían caído en líos de faldas y estaban callados.
Mientras que otros nuevos se levantaban y otros murmuraban.
-Oiga Yiye, - Lo confrontaban algunos- usted quemaba y
rompía los televisores en las campañas. Ahora usted ha
fundado una estación de televisión y antes pagaba en otro sitio
para salir en programas. Yo quiero que usted me diga entonces
si fue que Dios cambió o fue que usted se equivocó.
-La televisión sigue siendo el cajón del diablo- Les
respondía – Pero yo le quité un pedazo de cajón al diablo y se
lo di a Dios. Él me llamó a tomar las armas del enemigo.
En las campañas ya había gente que testificaban sobre
ciertos testimonios de sanidad que antes no se habían visto.
Desde ya hacía tiempo, muchas personas recibían
plastificación de muelas que aparecían en forma de paloma y
en forma de cruz, entre otras más que daban una obvia señal
celestial; sin embargo, estos milagros para muchos llegaron a
ser algo extraño porque según su análisis “no salía en la
Biblia”. Quizás en alguna Biblia con el Nuevo Testamento
incompleto no salía, pero como nunca existió un tipo de Biblia
así, pues era sencillamente la falta de Dios y la falta de
conocimiento y discernimiento, acompañada del celo y de la
envidia de algunos. La promesa bíblica era clara:
“De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras
que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque
yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre,
lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo
pidiereis en mi nombre, yo lo haré” (Juan 14:12-14)
Transportarse al tiempo de Jesús con los fariseos parecía
ser el reflejo de lo que pasaba. Una de las mayores faltas de
respeto que Jesús como todo Dios y como forma visible de
Dios recibió, fue cuando un severo fariseo exclamó que Jesús
por Belcebú echaba fuera los demonios.
Era de impacto que esta blasfemia no la había dicho una
prostituta, un pecador común y ni tan siquiera Barrabás mismo,
sino un supuesto “líder” religioso. Las palabras duras de Jesús
nunca fueron contra pecadores y publicanos, sino contra
líderes religiosos. Ellos no tenían a Dios en el corazón y no
podían suplir la necesidad espiritual de la gente, solo los
cargaban con un motón de dogmas de su observancia de la
ley, que ni ellos mismos cumplían.
Ahora pasaba lo mismo. No eran los inconversos, no eran
los pecadores, ni los drogadictos, ni los alcohólicos ni las
prostitutas.
¡Eran cristianos! ¡Y hasta pastores!
-Esas cosas que hace Yiye Ávila parecen más bien
brujería y santería. Eso de muelas plastificadas no aparece en
la Biblia- Decían algunos.
Yiye había tenido una visión en una ocasión de Jesús,
predicando en una plataforma en un culto evangelístico al aire
libre. Ciertas personas se apresuraron a tomarlo y lo subieron
a la tarima en donde Jesús estaba.
De momento se había escuchado una voz:
¡Este es el que lo va a sustituir!
Yiye después bajó de la plataforma, arrastrando su rostro
por la tierra de aquel lugar y luego Jesús, con su linda y
atractiva sonrisa, comenzó a orar por él.
Iba a ser necesaria mucha humillación, muchas lágrimas,
mucha oración, mucha súplica en el espíritu para obtener
grandes victorias en el llamado ministerial.
-Hay que entender que los hombres se equivocan- Les
decía Yiye a algunos de los que trabajaban con él, que le
habían venido a exponer una situación.
-Si Yiye, pero esa persona se burla de ti, dice que cuando
tú aprietas el puño, estás “ordeñando a la vaca”.
-Déjenlo, oren por él y no le den importancia a eso. No es
tampoco la gran cosa. Si yo no soy siervo de Dios, él no se
tiene que preocupar, pero si soy siervo de Dios, que se
preocupe, y bastante.
Había alguien también que tenía un programa por radio
que había puesto a Yiye por el piso.
Las personas inconversas muchas veces encendían el
programa de este personaje solo para reírse por la forma en la
que decía que todo “era del diablo” y por cómo le “tiraba”
palabras de condenación a la gente y gritaba. Parecía un show
montado de radio para entretenimiento y dramatización
esquizofrénica de una persona que no estaba bien de la
cabeza y necesitaba sencillamente madurar espiritualmente.
Iba a llegar el momento en donde esta misma persona
moriría, y su esposa le pediría a Yiye que le ayudara con el
entierro porque no tenía.
Yiye automática e incondicionalmente le ayudaría sin pedir
nada a cambio y le acompañaría en todos los actos fúnebres.
No importaba cualquier ataque, siempre seguía hacia
adelante y ante muchos de estos ataques, acusaciones y
difamaciones fuertes, derramaba lágrimas, pero se encerraba
siempre a solas a orar, y a entregarle aquellas cargas al Señor,
el cual siempre le sostenía, le ayudaba y le ministraba, en
conjunto con las continuas experiencias que tenía con ángeles
que le ayudaban, servían y fortalecían durante muchas horas a
solas, en oración, en sus encierros.
Tanto la parte secular como la parte ministerial, lo harían
una de las personas más perseguidas en Puerto Rico.
5
Hija

Yiye se mantenía aferrado a su ayuno después de la


noticia trágica de la muerte de su hija mayor. Repetía una y
otra vez los versículos que con fe había dicho también en
oración el mismo día que le habían dado la noticia.
-“Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu
casa; tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa”
(Salmos 128:3)
“Que nuestros hijos sean como plantas crecidas en su
juventud; nuestras hijas como las esquinas labradas a manera
de las de un palacio” (Salmos 144:12)
“En tu simiente serán benditas todas las naciones de la
tierra, por cuanto obedeciste a mi voz” (Génesis 22:18)

Ella estuvo un tiempo apartada pero se había reconciliado


y se había graduado del instituto bíblico junto a su esposo.
Ellos habían estado junto a Yiye en una pasada y no tan lejana
campaña en Miami, se habían gozado de los cultos, habían
estado allí. Él hasta había comenzado a predicar y su hija le
había mandado hasta unos cassettes de sus predicaciones
recientes.
En el momento de su reconciliación, ella le quiso dar la
sorpresa, pero ya Dios le había hablado a Yiye y le había dicho
que ella le había recibido nuevamente como Salvador. Su hija
le había aceptado de nuevo en su corazón. Ya cuando ella se
lo dejó saber, él le había dicho muy gozoso: - Lo sé, Cristo ya
me lo dijo.

-¡Señor lo amo!- Clamaba en oración en medio de una


terrible lucha espiritual. Se sentía retorcer mientras decía estas
palabras del que fuera su yerno- ¡Señor, no permitas que vaya
a la silla eléctrica!
El enemigo parecía ponerle en su cabeza una y otra vez el
terrible evento para torturarlo, y de acuerdo a la descripción
exacta de cómo le habían dicho que había sido el crimen.
Cuando fueron a Miami a buscar el cuerpo de su hija,
tuvieron que ir a recoger unas cosas de la casa en donde vivía
ella. Si no iban y recogían unas cosas, las perderían porque las
autoridades dispondrían de todo. El lugar permanecía en el
desastre de lo sucedido.
Tuvieron que presenciar el cuadro aterrador de un hecho
ya transcurrido que era un gran e indescriptible desafío y un
tormento. Noemí, otra de sus hijas, había dado un fuerte grito
de la impresión, mientras Yiye permanecía recostado de la
pared muchas veces refugiándose en las fuerzas de Dios y
clamando en ese momento.
¡Señor lo amo! ¡Señor lo amo!- Exclamaba en aquella
casa, enfrentado aquel episodio.
Pasarían horas allí; Yiye junto a su esposa y su hija
Noemí. Recogiendo las cosas y orando a Dios por fortalezas
mientras batallaban ante lo imposible en compañía del
detective que los había llevado por motivo de su petición.
Ahora, en su tiempo a solas con Dios, de regreso a Puerto
Rico, y encerrado en su casa, en ayuno, clamaba con muchas
fuerzas.
-Señor, perdona a ese muchacho, pon amor en mí por él
en mi corazón, que estoy ahora mismo entre dos aguas…
¡Ayúdame! ¡Lo amo! ¡Lo amo!
Las palabras “lo amo”, no querían salir por su boca, pero
se esforzaba y pedía fuerzas a Dios en medio de esa batalla.
-¿Lo amas?- Se comenzó a escuchar una voz que Yiye
hacía el esfuerzo por ignorar en medio de la guerra de oración.
La voz parecía querer exaltar el sentir trágico mortal en un
cuerpo humanado y de carne y hueso.
El dolor era profundo, el sentir pesado de su carne ante su
pérdida lo quería derribar, pero cerraba sus ojos con más
fuerzas y firmeza, empuñando sus manos fuertemente
mientras las lágrimas también caían. No tenía miedo del diablo,
satanás era algo inferior. Era al sentir de la carne: Algo más
poderoso y el enemigo más perverso que cualquiera ser
humano pudiera enfrentar.
Ya en dos días pasados, mientras seguía el ayuno desde
que había recibido la trágica noticia, y había ido a Miami y
regresado a Puerto Rico, había tenido encerrado ya dos
revelaciones. La primera revelación había sido ver una cruz,
mientras oraba con los ojos cerrados. La cruz era muy
resplandeciente y pudo escuchar la voz de Jesús afirmando: -
Allí yo di mi vida por ella.
Referido a su hija.
El siguiente día fue la misma revelación de la cruz
resplandeciente frente a él, con la cual Dios le fortalecía. Esta
vez la afirmación había sido: -Allí yo pagué el precio por ella.
El diablo se esforzaba por poner cebo atacando su alma
por medio de su mente. Satanás había ya callado pero no
dejaba de tratar de seducir la voluntad humana de Yiye por
medio de sus emociones y sus sentimientos. La carne, como
enemigo principal, interactuaba en medio de la guerra sin
cuartel y ponía en su cabeza la imagen de las cosas de las que
se había enterado en cuanto a cómo había sido el hecho,
cómo hasta sus propios nietos habían sido heridos por el
agresor que había arrebatado la vida del primer fruto de su
amor.
-Dices que lo amas, pero él trató de huir y si no lo arrestan
se escapa. Se quitó las ropas que manchó con la sangre de tu
hija y las tiró a la basura en la casa donde se escondió.
No era esta vez la voz de Satanás. Era el sentir de la
carne.
-¡LO AMO!
Esta vez, ante la insistencia y ante el persistir de aquel
grito, en aquella afirmación, el sentir se desapareció, como si la
carne hubiese recibido un fuerte “batazo” que la enmudeció
totalmente, y era como si satanás había recibido el grito en su
misma cara.
El diablo hizo un gesto de disgusto mientras sintió como si
le hubieran abofeteado y comenzó a crujir sus dientes de la ira.
Una mirada de angustia, mezclada con turbación,
impotencia y desasosiego, pareció asomarse, mezclada en la
desesperación del enemigo de las almas, y todo su perverso y
maligno ser tembló ante el sentir de su propia y frustrante
afirmación:- Pero y… ¿Cómo será posible quebrar la fe y el
compromiso de este hombre y de esta familia? Esta unión por
la misma sangre me atormenta y me inquieta por
generaciones.
Tembló aún más cuando vino a su recuerdo Job, a quién
nunca pudo vencer ni derrotar y a quién Dios bendijo en su
época con mucho más, además de la bendición de la victoria.
Al haber venido a sí mismo esa palabra: “sangre”. Recordó
con horror como Cristo lo vencía en la cruz mientras activaba
las burlas de los fariseos contra él junto a sus demonios, e
inevitablemente trató de que Cristo detuviera su muerte.
-Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.
Satanás seguía siendo atormentado en aquel día de la
crucifixión, siendo solo testigo de que nada podía ni pudo
hacer contra el Hijo de Dios mientras estuvo en su cuerpo
humanado.
Vino ese episodio en donde Jesús arrebató de sus manos
las llaves del infierno y de la muerte. Satanás había
comenzado un ataque de tortura contra Yiye, y ahora el disparo
le había salido por la culata; ahora él estaba siendo
fuertemente torturado para atrás y con mucha fuerza en sí
mismo.
Con repulsión, no podía olvidarse de lo muy reciente:
En el funeral, Yiye había pensado que no iba a poder
predicar y le había cedido el lugar al Pastor de la iglesia
Pentecostal del pueblo de Camuy, pero las fortalezas de Dios
lo levantaron de momento, como una vitamina fortalecedora e
indetenible del mismo cielo, y entonces predicó, teniendo
conversiones al final.
En ese momento, satanás huyó, en medio de una nueva
humillación, sumada a otras muchas que se comenzaron a
repetir en su pensamiento una y otra vez.
-¡NO! – Gritó cobardemente y huyó.
Comenzó a sentir su destino final: El lago de fuego y
azufre.
Ahora Yiye tenía otra experiencia:
Pudo ver en visión el rostro de su hija, mucho más joven
de lo que ya había estado en vida antes de partir. Estaba
sonriendo muy contenta y vestida de blanco.
Llegó el octavo día desde que todo había pasado, y que,
de inmediato había también comenzado a ayunar. Dios le
había hecho sentir que ya tenía que entregar y entregó.
Tenía una campaña en la República Dominicana y nada ni
nadie lo iba a detener. Tenía que predicar y las almas se tenían
que salvar. No la suspendió por nada y fue, a pesar de que se
creía que la suspendería. NI EN SUEÑOS.
Allí estuvo, con fuerzas, con autoridad, rodeado por el
poder y la gloria divina que lo arropaba y daba testimonio en
frutos: Milagros, sanidades y conversiones que siempre le
seguían. Abriendo y empuñando fuertemente su mano hacia el
frente, en el sentir del espíritu y en un clamar de victoria,
impartiendo los mensajes bíblicos de poder, gloria y
restauración para las vidas.
-Y amados hermanos, y amigos, QUE EL CRISTO DE LA
GLORIA BENDIGA VUESTRAS ALMAS. Este es vuestro
hermano Yiye Ávila que les saluda a todos en el amor de
Jesucristo.

…….
-Te perdono- Fue la palabra que retumbó en aquella cárcel
frente aquel ahora preso y convicto, que no se atrevía ni a
mirarlo. Una palabra que se quedaría grabada por siempre
hasta en su celda.
El poder del perdón impactó a todos los que estaban allí.
No solo lo había dicho Yiye, sino también su esposa, que había
enfrentado también aquella batalla de forma individual primero
y por separado en un momento a parte y muy diferente.
Todos en la familia se negaron a que fuera a la silla
eléctrica cuando salió unánime el veredicto de CULPABLE por
todas las personas del jurado; pero había un crimen grabe que
se pagaría entonces con cadena perpetua.
Desde su oficina, Yiye llenaba un cheque para aquel
hombre. Así sería desde ese momento en adelante, todos los
meses, enviándole dinero.
6
Lluvia en los estadios

La lluvia caía furiosamente. Comenzó a llover a cántaros


poco antes de comenzar la campaña en el estadio. Esto hacía
recordar otros momentos en los cuales Yiye había pasado por
estas oposiciones y obstáculos; como una vez en la década de
los años 70 cuando había sido invitado a predicar a Colombia.
En aquella ocasión, debido a tantos compromisos, solo era
posible ir y predicar en un mes que era de muchas lluvias.
Tanto era el deseo de aquellos hermanos de tenerlo, y de
realizar una campaña, que lo invitaron como quiera. Sin
embargo, había mucha preocupación, y efectivamente,
comenzó a llover a cántaros como era seguro de acuerdo a la
estación.
-Tengamos fe,-Se dirigía a los Pastores y hermanos
creyentes- Dios me mandó aquí y permitió que viniéramos este
mes a compartir la Palabra y si le pedimos creyendo que Él
puede llevarse la lluvia, y cambiar esta estación, él lo va a
hacer.
En aquel entonces, recordaba que habían sido 22 días de
predicaciones exactos, y ninguno de esos días llovió. Cuando
se veía en el cielo la amenaza de la lluvia, todos se unían a
orar y clamar y no llovía. LOS CIELOS ASOMBROSAMENTE
SE CERRABAN.
Tanto fue el poder y la manifestación ante aquel obvio
milagro de cielos cerrados en medio de una estación que antes
era inevitable para la lluvia, que hasta los mismos inconversos
creyeron, y con mucho respeto vinieron para pedir que se orara
para que lloviera como antes, para que sus cosechas no fueran
arruinadas.
Cuando terminó la campaña de 22 días luego toda la
estación volvió a la normalidad, pero ese no había sido el único
milagro. Muchas vidas se habían sanado y muchos se habían
convertido.
Muchas veces Dios había retrasado temporales
anunciados por el pronóstico del tiempo y muchas veces el
poder de Dios había detenido la lluvia hasta el fin total y
completo de las predicaciones.
En otras ocasiones, en ciertos países, aun cuando lloviera
la gente no se iba. Yiye muchas veces había predicado en
medio de la lluvia y el frío con hermosos frutos de conversiones
y de sanidades. La poca lluvia era más bien un milagro de
temporales que no sucedían con todas sus fuerzas hasta que
las campañas culminaban.
Ahora había otro reto más en aquel momento en aquel
estadio mientras Yiye recordaba una y otra vez, fortalecido en
los milagros y habiendo ya sido testigo de la mano divina por
muchos años. Y no solo de años ni de momentos, sino también
de un muy reciente AHORA que fortaleció también la fe de
todos los Pastores y Ministros que le acompañaban y
respaldaban.
Venían de presenciar un milagro. Mientras esperaban que
la lluvia pasara, una persona había venido hacia él para
oración por sanidad de su mano. SU MANO HABIA CRECIDO
ante los ojos de todos allí. Todos asombrados alababan y
glorificaban al único sanador: DIOS. Un Dios Todopoderoso
que se glorificaba en milagros y que no compartía su gloria con
nadie pero que efectivamente, seguía valiéndose de su muy
invaluable instrumento: Yiye, quién se unía incondicionalmente
junto a todos en oración en un mismo sentir espiritual para que
Dios obrara.
Era el momento de la oración y todos se unieron a orar y
la lluvia se detuvo. Por lo menos dentro del estadio no llovía,
pero fuera del estadio, la lluvia caía con furia, mientras que
dentro, además de que no llovía, se veían siempre a tres
palomas volando en el estadio.
El otro día, todo estaba aún más abarrotado que no cabía
nadie. Más eran los frutos de conversiones y los milagros y
Dios se seguía glorificando con gran poder y grande gloria.
7
Los pies lavados

Era de costumbre en Yiye, además de su oración y


continuos ayunos, ayunar también una vez a la semana
siempre. El día tomado siempre era el día jueves.
Cada vez veía más la mano de Dios y realmente, su
corazón estaba metido en la obra y el llamado. Si bien todo
marchaba con el respaldo divino, había mucho chisme y
problemas internos que atacaban continuamente a su familia.
Toda familia que trabajaba y estaba al lado de Yiye, era
siempre perseguida, maltratada y presa de los chismes y del
“dar de codos”.
Su segunda hija, Noemí, siguió por un lado su ministerio y
su tercera hija sobreviviente, siguió también por su lado junto a
su esposo trabajando en su propia imprenta.
Yiye no deseaba cobrar ni poner en su sueldo más de lo
que necesitaba, ya que su casa ya era propia, tenía vehículo
saldo y no deseaba lujos. Su sueldo aprobado nunca fue más
de trescientos dólares. Sin embargo, estas y muchas otras
cosas más, como el hecho de que siempre permanecía en su
propia casa en donde siempre había vivido desde casado y en
su conversión, era un instrumento que gente perversa
comenzaba siempre a usar para criticar a otros que no tenían
ni tan siquiera casa propia y deseaban progresar; claramente
Yiye se había puesto ese sueldo porque él quería y era
humilde, pero tampoco podía ser comparado a gente que
trataba de echar hacia adelante, ya que de todo lo demás Dios
le había proveído ya a Yiye. Sencillamente era un ejemplo para
ver, que no necesariamente tengas tú que vivir en la misma
casa desde siempre como él, ni tampoco que siempre tengas
un sueldo de trescientos dólares porque con eso no se vive,
sino un ejemplo para no afanarse de las cosas y enfocarse en
el evangelio y no limitarlo por amor al dinero, ni cegarse más y
más en lo material. Era claro que Yiye sabiamente se escapó
de esa tentación y su corazón permanecía en su llamado.
Una cosa era el sueldo y otra la administración para otros
gastos como el agua, la luz, teléfono etc., tanto de su casa
como el ministerio. ESO EL MINISTERIO LO SALDABA. No
salía de su sueldo.
Era claro que ya se comenzaba a usar su nombre para
manipulaciones, comparaciones y ataques y para
conveniencia, sin ni tan siquiera tomar su ejemplo, y su familia
era muy atacada, en lo que parecía ser más bien el sanedrín
judío que acusó a Jesús a ser crucificado. La humildad está en
un ejemplo de no afanarse por tener más y más y en no
enfocar tu amor en las cosas de este mundo, manteniéndote
pequeño sin importar el tamaño de la bendición; está en
sencillamente tener paz siempre, en tener lo necesario, y si
Dios te quiere dar en abundancia, la decisión siempre también
será tuya a cómo administrarlo, pero no se puede tomar la
imagen de un hombre de Dios para atacar a otros y ser los
primeros que no viven lo que predican ni dan el ejemplo con el
cual dicen exhortar.
Para que la señal de su canal pudiera salir más clara y
precisa, se levantó un millonario proyecto en uno de los
montes más altos de Puerto Rico llamado el Monte Roncador
en Utuado. Una torre de 540 pies de altura, y ya Yiye también
tenía 5 canales locales de televisión con una programación de
24 horas ininterrumpidas.
En donde estaba el mismo salón de oración en el edificio
del tercer piso en su ministerio, en un cuarto, estaba allí
mismo, fuera del cuarto, el espacio seleccionado en donde se
trasmitían los cultos de los viernes y las campañas de los
sábados a las cuales casi nunca faltaba ni cedía el espacio a
ninguno de los evangelistas que trabajaban con él. Allí mismo
transmitía su programa de oración de 6 a.m. a 7 a.m. y también
estaba allí él, sin falta cuando no salía en campañas fuera de
Puerto Rico. Cuando estaba fuera, algunos evangelistas y
predicadores que trabajaban en su ministerio atendiendo
llamadas y peticiones, salían en la programación y le
ayudaban. Estos predicadores muchas veces salían también
con todo pagado por el Ministerio de Yiye en viajes misioneros
y venían con los reportes de sanidades y conversiones.
Muchas veces también salían en su parte personal, sin que el
Ministerio le pagara los gastos, sino los otros ministerios que
los invitaban.
Dios había permitido que en el año de 1992 saliera la
primera campaña de los sábados vía satélite. Además de los
canales locales, se hacía un esfuerzo para que la señal fuera
transmitida al mundo por medio de un sistema satelital, en
donde estaba incluido un total de cuatro satélites.
En el año de 1994, Yiye comenzó a predicar
enérgicamente en las cárceles. Siempre se reunía con
gobernadores y alcaldes, de los cuales algunos le
acompañaron en los aniversarios de su ministerio. El poder de
su mensaje llegó a tocar a líderes políticos de otros países
también como Paraguay, Nicaragua y más; y en algunos
lugares, le otorgaban las mismas llaves de la ciudad.

El cabello de Yiye ya se había tornado blanco con el pasar


de los años. Ese día oraba encerrado, de noche en su
habitación, llegando de una victoriosa campaña de Chile. El
viaje desde Puerto Rico hacia allá era largo y de un total de 13
horas. La campaña había sido de victoria y de poder, pero el
cansancio era inevitable. Dios le fortalecía y él hacía el
esfuerzo por orar, cuando de momento, sin poder más y sin
darse cuenta, se estaba ya quedando dormido en la silla en
donde oraba de rodillas.
Súbitamente, alguien hizo un “chasquido” de dedos en la
habitación y se reincorporó de un sobresalto.
Jesús le sonrió.
Iba acompañado de un ángel de cabello muy rubio y ojos
muy azules y brillantes que sostenía un recipiente de barro de
poca altura y más ancho por el borde que por la base. En su
otra mano, el ángel sostenía una pequeña vasija, también
hecha de lo que parecía ser barro y llena de agua.
-¿Señor?- Yiye se volvió a Jesús, quién con unos
ademanes, le hizo entender muy fácilmente que se levantara y
se sentara en el sillón.
Jesús se quitó su manto, tomó una toalla muy blanca que
también tenía el ángel en su hombro, y tomando la toalla se la
ciñó. Luego, puso agua en el recipiente de barro, que no era
otra cosa que un lebrillo.
Yiye siempre se quitaba sus zapatos para orar en medias
y los ponía a un lado de la silla.
Cristo le quitó las medias, las dobló perfecta y
ordenadamente y las puso al lado de los zapatos negros de
Yiye; le dobló los pantalones hasta casi sus rodillas, y comenzó
a lavarle los pies.
En ese momento, se sentía un revestir de poder en sus
pies. El agua era muy pura y cristalina.
-El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies,
pues está todo limpio. Tú también debes de seguir lavando los
pies de los demás, porque ejemplo te doy.
Cristo siguió diciendo:
-Sigue manifestando tu amor por mi pueblo como yo lo he
manifestado por ti, sigue tomando mi ejemplo supremo de
humildad, y manifiesta mi humildad para todos. Ya desde que
me aceptaste y seguiste permaneciendo, yo te he limpiado de
tus pecados para siempre, pero mantente limpio en tu caminar,
manteniendo tu comunión continua. Sigue haciendo lo mismo
que acabo de hacer, sigue siguiendo mis pisadas. El polvo
ensucia los pies de forma frecuente al caminar, cuando las
calles son polvorientas y el calzado son las sandalias. No es
necesario bañarse o lavarse por completo, sino lavarse los
pies.
En ese momento, y en medio de una mirada fija y
penetrante de profundo amor, Jesús se fue desvaneciendo
gradualmente de la vista de Yiye.
Al desvanecerse completamente, el ángel exclamó: - Hay
mucho más por hacer.
CAPITULO III
1
Miña

En el año de 1999, la madre de Yiye, Miña, había ya


partido con el Señor a la edad de 95 años. Yiye había sido su
único hijo y siempre fue muy consentido por ella. Ella lo
apoyaba siempre en sus campañas y había aceptado al Señor
casi inmediatamente después de su hijo. Al igual que Pablo
Ávila, ella también había sido maestra. Había perdido dos
embarazos.
Miña oraba cinco, seis y hasta siete horas en intercesión
por las campañas de su hijo y siempre había estado con él
hasta el final. Pudo haber vivido más porque estaba en
perfecta salud pero su actitud ya había sido de querer ya partir
y terminar.
-Gracias Señor, que tienes a mi viejita allá arriba en el
cielo- Decía Yiye arrodillado en su tiempo a solas con Dios en
el sótano de su casa.
Ahora su sótano tenía una máquina de hacer ejercicios y
varias pesas y Dumbbells de un peso regular y no tan fuerte y
con los cuales siempre que podía se ejercitaba. Habían unos
cuadros de sus tiempos en el físico culturismo que le habían
hecho y montado los que trabajaban con él y que permanecían
en la pared. Tenía también allí un televisor en donde a veces
veía los deportes y una pequeña oficina. En un mueble, tenía
las fotos de todos sus nueve nietos y su familia más de otras
personas por las cuales siempre oraba. También, cerca
estaban las peticiones de oración por las cuales oraba sin falta
y algunas cartas de hermanos creyentes.
Fue un momento al baño que estaba en su sótano y luego
regresó y se arrodilló de nuevo. Estaba muy triste.
-Señor, gracias, cuídame a mi viejita allá arriba en el cielo.
Fue en ese momento cuando escuchó el estruendo de una
voz celestial emitida por el Creador del Universo. Una voz que
a la vez emitía santidad, paz y una incomparable autoridad. La
exclamación de Dios y su afirmación fue más que clara:
-¡Aquí no hay ninguna vieja ni “viejita”! Si hay una joven
muy linda de la tierra que acaba de llegar y que acabamos de
recibir con gran gozo y júbilo y está más que gozosa,
disfrutando de las maravillas de la salvación y conociendo a las
criaturas celestiales mientras espera en reposo la continuidad
de la primera resurrección. Llevas días ya repitiendo eso. AQUÍ
NO HAY NINGUNA VIEJA.
-Perdona mi torpeza Señor,- Exclamó Yiye- ayúdame
siempre a entender. Menos mal que por “bruto” no se pierde la
salvación.
…….

Fue un sueño profundo esa noche. El lugar era un


hermoso e indescriptible paraíso. En una parte, que parecía
ser un jardín, Yiye pareció ver a dos niñas. Una de ellas estaba
en lo que se veía como un columpio y ella se reía mucho
mientras jugaba. Estaba muy contenta.
-Yiye,- Se escuchó la voz de Jesús- yo he estado
reuniendo a tu familia en el cielo: A tu papá, tu hija, tu mamá, y
desde mucho antes ya estaban tus dos hermanas, que nunca
nacieron en la tierra. Esos embarazos de tu madre nunca se
perdieron. Ellas están aquí.

Yiye de momento despertó. Eran ya las cinco de la


mañana. Tenía que levantarse para dar su acostumbrado
programa de oración de las 6 a.m.
-Yo amo a los que me aman y me hayan los que de
madrugada me buscan, lo que la Biblia dice es más claro que
el agua. Mientras oramos en este programa, queremos
siempre recordarle que el don del espíritu tiene nueve
manifestaciones principales, pero el fruto del espíritu es lo más
importante en el creyente porque es el sentir de Dios – Decía
Yiye en vivo en el programa mientras sostenía las hojas de
papel blancas y largas, llenas de peticiones de las personas
que llamaban de los diferentes pueblos de Puerto Rico, al igual
que a nivel internacional, de otros lugares y países. En cada
hoja, blanca y larga, había espacio para escribir los nombres
de 25 personas, además del lugar de donde llamaban y la
petición o peticiones de oración
A un lado, en la mesa, estaban también varios papeles
amarillos, llenos de datos de otras personas que habían
también llamado en ese programa, pero para aceptar a Cristo,
al escuchar el mensaje y participar de la oración por televisión
desde sus hogares.
Yiye estaba acompañado por dos personas, uno a cada
lado, que oraban junto a él frente a las cámaras de televisión.
Era una mesa bajita, adaptada para que el programa fuera
dado de rodillas junto a los que le acompañaran, y el espacio
daba exacto para tres personas, aunque no se podía hacer
mucho para varias tomas de cámara; sin embargo, siempre se
podía hacer algo para tratar de que no todo el tiempo fuera el
tiro fijo de la cámara dos, la cámara del medio. Había solo dos
cámaras más en el tercer piso, operada por los camarógrafos,
para un total de tres cámaras.
Al terminar el programa, ese día, Yiye se quedó de
momento pensativo en su sueño. Luego se fue a orar en una
silla y la gente de su Ministerio y otros hermanos de visita lo
acompañaban bien pegaditos a su alrededor y oraban también
por él, poniéndole la mano. Ese día lo habían acompañado a
salir en vivo, dos creyentes que siempre iban allá todas las
madrugadas a orar y que no eran parte del personal de trabajo
del Ministerio de Yiye como tal.
-Gracias, Señor – Sonreía Yiye- ¡Gracias que mi mamá
está en el cielo, gracias que te la llevaste y está contigo!
¡Joven, gozosa y salva por siempre y para siempre y hasta la
eternidad!
2
El caballo blanco

La señal era transmitida en vivo como todos los sábados


en aquel día. Los años habían seguido pasando y Yiye siempre
predicaba con fortalezas, con autoridad y con la unción de
Dios.
Casi siempre sus mensajes eran sobre el arrebatamiento.
Había venido de una campaña en la cual los Pastores se
habían quejado de que el mensaje era todo el tiempo lo mismo
y le expusieron la queja. La respuesta fue simple:
-Dios me demostró que este sería el mensaje aunque
pareciera un “disco raya’o”; además, los cantantes siempre
cantan lo mismo y nadie se queja. Quéjense con ellos también
entonces.
La campaña había seguido transcurriendo sin ningún
problema y con grandes testimonios de sanidad y muchas
conversiones.
Yiye solo se enfocaba en dar el mensaje y que el mensaje
saliera, pero no había puesto mucho caso y atención a la gente
que estaba entrando nueva y que contrataban como
empleados en su estación. Usualmente, algunos tenían
estudios universitarios en Telecomunicaciones y habían estado
estudiando en la misma universidad en el cercano pueblo de
Arecibo y se conocían de años y entre ellos se conseguían las
plazas de trabajo. Comenzó a entrar en aquel tiempo gente
inconversa y hasta una mujer muy devota del catolicismo que
daba problemas y que trabajaba como directora de piso en uno
de los turnos y él no sabía absolutamente nada.
Ese día, mientras Yiye daba la campaña de los sábados,
en el tercer piso, debajo, en el primer piso, en lo que era
“control maestro”, que la persona a cargo se encargaba de
pasar la transmisión en vivo, la persona que estaba a cargo
ese día, un joven recién contratado de apellido “Déliz”, se iba a
poner a ver una película en sus horas de trabajo mientras Yiye
predicaba, y sin querer, como aun no era ni tan siquiera diestro
en lo que hacía, “ponchó” en vivo en la emisora de Yiye, el
caballo blanco con dos alas que salía siempre al principio de
las películas “tristar pictures”, y lo hizo en el efecto de “disolver”
o “fade”, por lo cual, se vieron las dos imágenes juntas: Yiye
predicando, apareciendo de momento a sus espaldas, como
unas nubes con el cielo abierto y un caballo de dos alas que se
veía que venía cabalgando, primero a sus espaldas pero luego
se vio a un lado suyo cuando se movió mientras predicaba. En
ese momento, la imagen desapareció bien rápido, cuando el
joven se dio cuenta del error que había hecho y se asustó.
Inmediatamente comenzaron las llamadas a los hermanos
de los teléfonos del Ministerio, para hablar del “milagro” que
habían visto y hasta testificaban de su sanidad.
Estos empleados, entre ellos mismos se “cubrían” las
cosas que hacían, y aunque hubieran “quejas” de lo que fuera,
siempre se protegían.
Miguel, uno de los camarógrafos, había presenciado
aquello en Master Control, ya que le había tocado su “brake” o
relevo de hacer cámaras después de pasadas la primera hora
y media, haciendo diferentes tiros de cámara del devocional de
la determinada iglesia invitada y había bajado a descansar en
el primer piso para estar allá unos minutos descansando.
Recién había comenzado a trabajar como camarógrafo
para estar temporeramente, por el verano, a lo que terminaba
sus estudios, precisamente en Telecomunicaciones, pero no en
el pueblo de Arecibo, sino en el área metropolitana de Puerto
Rico, sin haber conocido a nadie de esa gente antes.
Ellos se reían y se “cubrían”, pero él miraba todo con
repulsión y sin emitir comentarios pero sin tampoco reírse. Ya
no la había pasado tan bien en la escuela superior en donde su
padre le había obligado a estudiar sin ninguna causa
justificada, ahora la manera, el estilo y absolutamente TODO
en aquella gente, se parecía exactamente a sus ex
compañeros de estudios de aquella escuela superior de la cual
tanto se quería olvidar, y alumnos y compañeros de clases, de
los cuales una vez estuvo un muy buen tiempo loco por salir de
ellos, viniéndose a vivir al fin con su mamá Noemí.
Siendo muy joven, como el menor de los nietos varones
de Yiye Ávila, no quería realmente trabajar allí, pero necesitaba
el dinero. La pasaba mal con aquella gente y era como revivir
los momentos de mala experiencia pero en otro ámbito, y
ahora, con mucho peor para aguantar.
No tenía ni voz ni voto en nada y se le veía como a un
empleado más, no un nieto de Yiye, y eso permitía que viera
muchas cosas. En una ocasión, la directora de su turno, le dijo
que la relevara un momento en los controles mientras iba al
baño. Miguel le encontró una carta escrita a mano que era de
ella. Esa carta parecía ser dirigida al cura de su parroquia en
contra de su abuelo Yiye. Decía:
“Estos hermanos separados, todo es Jesús y no honran a
nuestra Señora María, madre de Dios. Yiye Ávila y su canal no
sirve…”
Miguel no se atrevió a entregar la carta ni a llamar a un
supervisor mayor ni a poner quejas. Ya sabía que todos ellos
se conocían y se cubrían y de seguro no la iban a despedir.
Solo iba a tener a alguien molestando más que antes y
buscando ahora desquitarse. Era como estar entre la espada y
la pared en lugar en el cual nunca quiso ir a trabajar “porque le
gustara”. Y ahora mucho menos. La pregunta, y lo que se
aguantó de muchas veces no decirle en la cara fue:
-Si tanto problema tienes, ¿Por qué no renuncias de vez y
le dices al cura de la parroquia que te de trabajo y te alimente?
ESTE ES EL TRABAJO QUE TE DA COMIDA A TI, NO LOS
YESOS.
Que mucho había que aguantarse.

…….
-Yiye
Era la voz de Dios.
Yiye miraba en aquel lugar tan hermoso hacia el
firmamento, de donde venía aquella tan santa y dulce voz.
-¿Señor?
Había sido transportado en su sueño a ese lugar. Era un
clima cálido y excelente.
El lugar también brillaba mucho. Era una amplia llanura
que parecía un edén. De momento, contemplando al cielo,
pudo ver como este se abría y salía un jinete en un caballo
blanco. Sus ojos eran como llama de fuego y había en su
cabeza muchas diademas. Estaba vestido de una ropa teñida
en sangre. EL VERBO DE DIOS.
Venía cabalgando y de momento se cubrió todo de fuego y
el lugar entero pareció temblar y ser saturado completamente
por un fuerte y enceguecedor resplandor que no permitía ver
más.
-Yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para
recompensar a cada cual según sea su obra.
Yiye despertó de momento del sueño.
3
Miguel

Yiye llegaba siempre treinta minutos antes o con mucha


más anticipación para dar sus programas. Oraba un poco más,
se preparaba, marcaba los textos bíblicos y hacía todo con
mucho orden y organización. Aquel día no era la excepción.
Estaba en su oficina, en el edificio de su Ministerio en el
segundo piso y frente a la cámara de televisión que había allí
para transmitir su programa del mediodía.
-Sigue leyendo y esperando un poco más Yiye, y de vez te
sigues preparando como de costumbre para la salida en vivo
de lo que predicarás hoy, –Escuchó la instrucción por medio
del sentir de la voz del Señor Jesús- a él le toca hacer cámaras
hoy porque hice que le cambiaran el día para que acabara de
venir a reunirse aquí contigo. Por allí viene arrastrando los pies
por el piso, después de haberlos estado arrastrando por todas
las escaleras.
De momento, solo unos breves minutos después, entró
Miguel, el camarógrafo que iría a estar operando la cámara ese
día. Venía un poco turbado, como obligado y queriendo que lo
que estaba sucediendo en ese mismo momento no fuera una
realidad. Sentía que había un complot entre Dios y su abuelo
Yiye. Conocía muy bien lo espiritual, sabía quién era su abuelo
y sabía quién era Dios, pero ese no era el problema, sino que
NO QUERIA PREDICAR.
Desde ya dos años consecutivos, habían comenzado unas
experiencias espirituales poderosas, poco antes de comenzar
a trabajar junto a su abuelo Yiye y también poco después de
comenzar, que fue cuando estas experiencias se acrecentaron
aún más.
-Mira Dios, no quiero que me estés dando más sueños,
visiones y experiencias y no quiero ser el nieto de Yiye que
predique; a mí me gusta tu Palabra desde siempre y conocer a
profundidad, navegar y perderme en ella hasta lo más profundo
que se pueda llegar, pero tú no me puedes hacer esto. SON
NUEVE NIETOS, ESCOGETE TÚ A OTRO Y MIRA PARA EL
OTRO LADO. Yo quiero mis estudios, y no quiero más
problemas en mi vida, he visto como mi abuelo ha llorado ante
ataques y ni hablar mi mamá, como predicadora, eso no lo
quiero en mi vida.
Miguel recordaba las Palabras exactas mientras estaba allí
ya sentado frente a su abuelo. Un día había llegado bien
cansado de la universidad al final de un semestre y se había
quedado dormido en su cuarto, en la casa de su madre Noemí
en Camuy, con quién vivía. De momento, en el cansancio,
entre abriendo apenas los ojos, y sintiendo que no se podía
mover de la cama, vio allí a aquel hombre.
Cabello negro, grueso y largo, peinado hacia atrás y con
una barba perfecta, sonriendo levemente. Vestía de blanco,
con sandalias, y tenía un cinto dorado. Le miraba fijo con sus
brazos cruzados.
Otra mañana, se había levantado de la cama sin casi
poder ni caminar. De noche, algo lo había inmovilizado
mientras se había despertado, sintiendo de pronto una golpiza
en los pies por algo espiritual que no era otra cosa que el
Espíritu Santo.
Cuando se levantó, trató de que su madre no lo viera ni le
dijo nada, pues seguramente iba a saber el significado de todo:
DIOS LE ESTABA LLAMANDO A PREDICAR.
Aquella mañana, cuando arrastró los pies después de
levantarse, por el dolor, se asemejaba a aquella otra pero
actual mañana, poco antes del mediodía, con la diferencia que
era para ver a su abuelo y que esta vez era el dolor de no
poder hacer nada para evitarlo. NO QUERIA CONTARLE SUS
EXPERIENCIAS CON DIOS.
Era un fuego en su corazón que se había activado. Decía:
¡Predica! ¡Predica!
¡Ve y reúnete con tu abuelo Yiye ahora! ¡Cuéntale todo!
La orden se emitía desde su corazón en medio de aquel
fuego consumidor y santo que parecía llenarlo y a la vez
llevarlo. Era un plan orquestado. Ya Miguel sabía que Dios de
seguro estaba preparando el ambiente con su abuelo materno,
y si era así, de seguro ya él sabía algo.
Y, ciertamente, nada ni nadie puede resistirse a Dios.
Mientras Miguel comenzaba a contar sus experiencias,
Yiye lo miraba fijo. Aquel día, era diferente. No era obviamente
la primera vez que su nieto iba a hacer cámaras a su oficina,
pero ya él esperaba algo antes que le contaran, y su nieto
inmediatamente al verlo en sus ojos, se dio cuenta.
Inmediatamente, luego de contar las experiencias, el fuego
que Miguel sentía en su corazón muy fuerte ese día, mayor
que en experiencias previas, se movió y salió fuera,
traspasándole el pecho y posándose muy ardientemente en el
corazón de Yiye. En ese momento no solo se sentía el ardor
del fuego mismo de Dios, sino la conexión, la unión por la
misma sangre.
Yiye comenzó a clamar en lenguas y a moverse en el
espíritu. Los ojos de Miguel se habían tornado rojos, como si
hubiese estado entrenando ejercicios fuertemente por muchas
horas y casi ya lloraba. Sintió que de momento sus manos
comenzaron a arder y comenzaba a escuchar un fuerte
zumbido eléctrico. No era la primera vez.
Yiye ya estaba buscando en el calendario grande que
siempre tenía en el escritorio de su oficina, una fecha.
-¡NO!
Gritó Miguel para sus adentros. ¡Lo sabía!
Yiye personalmente le apartó una fecha en un culto de los
viernes, que eran transmitidos por televisión para que
predicara una mañana. Viernes 31 de Mayo de ese año.
Ya estaba hecho. Ahora había que sencillamente
prepararse para predicar.
…….
Se había organizado ese mismo año, por idea de gente
cercana a Yiye en su ministerio, un seminario de finanzas con
tres personajes, que irían a predicar de lo que llamaban
“prosperidad”. Eran los tiempos donde apenas ese tipo de
teología parecía comenzar a hablarse a más profundidad y
sonaba bíblica y “buena” de acuerdo al sentido que le daban y
a las citas que mencionaban.
Convencieron a Yiye de hacer los seminarios y los tres
personajes tomaron parte, dos de ellos invitados y el ministerio
pagó sus gastos de estadía y su pasaje, pues venían desde los
Estados Unidos. Uno de ellos ya trabajaba con Yiye en Camuy.
Uno de los dos invitados, fue sacado a comer por uno de
los empleados del Ministerio, en un vehículo oficial, donde iba
con gente de su equipo que había llegado desde los Estados
Unidos hasta Puerto Rico.
El chofer se detuvo frente a un lugar muy bueno y
conocido de comida “buffet”, en donde mucha gente de las
iglesias, ciertos días de la semana y fin de semana, iban a
comer allí.
-¿Y qué es esto?- Preguntó un poco exaltado aquel
predicador de bigote, también Pastor de una iglesia en la
Florida.
-Como habíamos hablado mi hermano, lo traje por aquí a
comer- Respondió el chofer.
-No, yo no como allí, y llámeme Pastor por favor.
Ante la situación, se le llevó a comer en un reconocido
líder de restaurantes de comida casual en un Mall e igual no
quiso porque tampoco “comía allí”.
Por último, se le llevó al restaurante de un hotel muy caro,
en donde finalmente aceptó.
Cuando venía de regreso al edifico ministerial, Yiye muy
humilde le dijo:- Mire, este es mi nieto, Miguel, quién me ayuda
aquí con las cámaras.
El hombre saludó sin ganas y porque no le quedaba de
otra. No quería que nadie le tocara ni le pusiera los micrófonos
“lavalier” para salir en televisión, a menos que no fuera su
“escudero”.
Más adelante, sería el causante de un gran escándalo en
su iglesia, donde recibiría abucheos mientras pidiera perdón, y
de donde lo expulsarían, dividiéndose la obra. El motivo del
escándalo sería porque le descubrirían las mismas cosas que
ya en ese momento estaba haciendo, relacionadas a su vida,
muy personal, y que haría descaradamente por espacio de tres
años.
Otro de estos tres predicadores, no duraría mucho como
parte del Ministerio de Yiye, metido en otro lío más, por lo cual
tuvo que renunciar.
Esa persona que trabajaba allí, se había burlado del nieto
de Yiye por haber predicado la primera vez con un poco de
dificultad, por apenas estar comenzando a salir en la televisión.
También algunos de los compañeros de trabajo del personal
técnico, habían hecho burla porque no pensaban que podía
predicar por 45 minutos.
Al momento de hoy, este predicador de antes
“prosperidad” y finanzas, que fue uno de los que trabajó con
Yiye y después se ideó meter en esas ideas, ahora solo habla
de la prosperidad y finanzas y bendición, relacionado la venta
de sus productos para la pérdida de peso, pues tantos eran
sus continuos escándalos después, que tuvo que dejar de ser
Pastor.
…….
Yiye oraba muy fervientemente por aquella persona. La
persona levantaba sus manos muy en alto y aparentemente, se
entregaba completamente para ser ministrado. Estaban en el
sótano de la casa. De momento, el traje de la persona por la
cual Yiye ministraba, pareció de pronto y de momento, en un
instante, transformarse en una ropa de santería, e
inmediatamente, salía un espíritu inmundo de la persona, en
forma de un tipo de “mancha negra” flotante de ojos rojizos en
fuego muy brillantes que miraban con intenciones malignas. Se
reía sarcástica y burlonamente.
-¡Yo soy el engañador! ¡Estoy engañando a tu abuelo!
Lo decía una y otra vez mientras seguía flotando en el
aire, y riendo cada vez más fuerte pero sin que nadie en el
sótano lo pudiera escuchar.
En ese momento, Miguel despertó. Tenía una idea muy
clara del asunto. Pero… ¿Qué podía hacer un “camarógrafo”
en medio de una lucha interna de poderes de personas
inescrupulosas que estaban ya “entronadas”? Sin contar los
ataques externos que ahora continuamente recibía, ya que la
gente pensaba que por él salir en televisión, era ahora
supuestamente “el dueño” de todo allí por ser nieto de Yiye y le
acusaban de todo.
Era tiempo de seguir orando.
-Abuelo, vengo a orar contigo un rato.
Yiye estaba feliz al ver a su nieto, y que viniera a
acompañarlo a orar al sótano. Ya lo había estado esperando.
Esta vez había llegado más temprano de lo usual.
Se arrodillaron ambos, juntos, en el mueble en donde Yiye
tenía las fotos de su familia y de más hermanos por los cuales
oraba siempre y comenzaron a orar. Estuvieron allí clamando y
oraban también el uno por el otro, poniéndose las manos en la
cabeza y en la espalda. Miguel oró por él esta vez, pensando
en el sueño que había tenido, y muy preocupado e impotente.
De momento, comenzó a ver algo que le hizo hacer una
pausa. Era un candelabro brillante de 7 brazos, una Menorah,
que ardía en fuego en cada una de sus lámparas.
Abrió sus ojos y luego los volvió a cerrar para seguir la
oración, pero seguía viendo la visión.
Al final de la oración, Yiye fue un momento a buscar algo,
y ya de pie, Miguel se sintió por primera vez atraído a mirar con
detalle el cuadro que Yiye tenía en su sótano. Era un cuadro
muy lindo de un León con una corona y que representaba a
Jesús: EL LEÓN DE LA TRIBU DE JUDÁ.
Pero el arte, parecía esta vez demostrar con mucho
detalle, la parte en dónde el León ponía sus pies mientras
caminaba. En el cuadro, se veía que aquel León iba
caminando hacia ti.
Miguel se acercó un poco más para ver el cuadro,
precisamente los pies del León. Había algo diferente en aquel
arte a lo que él recordaba. De momento, se sintió rodeado y
transportado hacia un lugar que parecía ser en el espacio
exterior o en otra dimensión. El lugar era térmico, y el suelo era
como ceniza ardiente y allí estaba Jesús, en lo que parecía
una transfiguración. Jesús flotaba en el aire y era una misma
viva llama de fuego ardiente y muy brillante.
-Pocos serán los salvos que podrán tener acceso a este
lugar en la eternidad- Dijo la voz del Señor.
-Sonríase, que el Señor le ama – Se escuchó la voz de
Yiye, bromeando con su nieto, quién parecía volver en sí,
mientras había quedado absorto y extasiado, mirando aquel
cuadro, que ahora se veía exactamente como lo recordaba y
sin variantes.
- ¿Qué tienes que hacer mañana en la noche?- Le
preguntó Yiye a su nieto luego de pasado un rato.
Miguel sonrió y bajó la cabeza. Ya sabía que era para
hacer ejercicios.
-Nada abuelo, mañana te acompaño a hacer los ejercicios
¿misma hora verdad?
-Si mijo, y es que la persona con la que iba a entrenar, no
es rápida ni diestra acomodando la máquina para que yo haga
los ejercicios y se enreda y es lenta y a mí me gusta seguirlo
de corrido; porque si no, me enfrío y a lo que espero imagínate.
Vente tú, y yo le digo a él que otro día.
Miguel casi da una carcajada porque sabía quién era.
A la mañana siguiente, oraban juntos, esta vez después
del programa de oración de por las mañanas, de rodillas frente
a las sillas color vino del tercer piso del edificio del Ministerio.
Miguel acompañaba ahora a su abuelo varias veces en ese
programa de oración de por las mañanas, y salía también junto
a él en vivo en el programa del mediodía cuando anunciaba
sus compromisos y las salidas para predicaciones.
Sin embargo, la directora, se quejaba porque decía que
era el horario de Miguel para “hacer cámaras”. Pero eso no
podía impedir nada.
Que mucho molestaba SIEMPRE.
En esa mañana, se sintió de momento un silencio. Todos
dejaron de orar en voz alta y ya cada cual oraba calladito.
De momento, Miguel vio una viva escena de un estadio
muy lleno, donde mucha gente lo escuchaba mientras
predicaba en la plataforma.
Abrió sus ojos rápidamente y miró hacia los lados y hacia
los hermanos y predicadores que oraban. Ni siquiera nadie lo
estaba viendo, y su abuelo materno, estaba a su lado, muy
concentrado en la oración.
Cerró los ojos de nuevo y vino lo mismo. Estaba aquello
allí, y en plena mañana. Una visión que no se quería ir y que
parecía estar pegada él como testimonio. Sería la primera vez,
pero no la última que viera aquello. Más veces vendrían.
4
Ejercicios en el sótano

Además de algunas pesas, Yiye tenía una máquina


multigimnasio de entrenamiento “fitnees” que era muy versátil.
Era una tecnología llamada “Spiraflex”, que tenía que ver con
cintas elásticas enrolladas en cintas alrededor de una “bobina”.
Esto ayudaba a movimientos de resistencia por medio de los
ejercicios, que eran suaves y seguros. Con ese equipo se
podían realizar hasta 65 ejercicios diferentes. Se podía
cambiar de ángulo, trabajar a la vez varios músculos del
cuerpo y aumentar la resistencia y eficacia de muchos
ejercicios.
Siempre hacía los ejercicios con algunos de los que
trabajaban con él en su ministerio que iban a ayudarle, pero
ahora su nieto también iba. No le daba solo porque la idea era
alternar y, entre turno y turno con la persona con quien
entrenara, tener tiempo exacto de descanso mientras también
la otra persona se ejercitaba y rápido acomodaba todo
rápidamente para el próximo ejercicio para seguir los dos.
Para ejercitar los músculos más grandes, le daba con todo
el peso de la máquina. No era un peso como las barras
olímpicas en un gimnasio, pero si era un peso muy fuerte que
ni tan siquiera jóvenes de 20 años no preparados hubieran
podido trabajar.
De joven, Yiye había podido levantar hasta 400 libras (Más
de 181 Kilos) para ejercicios.
Su nieto le daba fuerte y él se animaba más y le daba y se
fortalecía. En ese momento, ya Yiye tenía 84 años.
Mientras abuelo y nieto iban haciendo todo el circuito de
ejercicios, cubriendo poco a poco todos los músculos del
cuerpo, a lo que se hacía la rutina completa; ya había llegado
un ejercicio de “Push ups” o “flexiones” que Yiye siempre
hacía.
Era el ejercicio favorito de Miguel para verle hacer a su
abuelo. Podía recordar mientras tanto, algunos compañeros de
la universidad, en la clase de educación física, que se la
pasaban fumando y bebiendo por allí, y en la clase no podían
ni hacer 3 repeticiones de esas; siendo tan jóvenes.
La diferencia estaba además, en que Yiye montaba sus
pies en un sillón, se sostenía de unas barras largas, y hacía el
ejercicio hasta llegar a 25 repeticiones y más si podía.
Mucho tiempo antes, Miguel le había hablado para
grabarle en su rutina de ejercicios y transmitirla en el espacio
de su programa de televisión como un ejemplo a la juventud, y
Yiye accedió, cosa que asombró a su mamá Noemí. De verdad
era bien raro que Yiye aceptara algo como eso. Miguel fue con
la cámara “XL-1” de la iglesia de su mamá, y le grabó, para
luego transmitirlo en el espacio televisivo que tenía, en el
mismo canal de su abuelo. Algo que impactó a muchas
personas.
Realmente, Yiye siempre se había mantenido en cuidado
de lo que comía. Dios mismo lo había llamado a comer solo
frutas y vegetales y a tener una dieta sana para que sin
problemas se levantara temprano a orar, y de esto mismo, él
había tenido una poderosa experiencia espiritual que siempre
compartía con su audiencia en la televisión, y en sus mensajes
en las campañas.
-Dios me dijo: Te tengo a frutas y vegetales – Testificaba.
Yiye había dejado ya desde hace muchos años el deporte
y nunca compitió más, para servirle al Señor, pero siempre
cuidaba de su salud, ejercitándose y manteniéndose cuando
no tenía los ayunos.
Muchas veces se llevaba algunos dumbbells en un maleta,
cuando viajaba para dar campañas prolongadas, y siempre
que podía, tomaba un tiempo para hacer ejercicios en privado
y cuidar su salud.
Miguel siempre quiso hacerle una pregunta que más tarde
Dios mismo la respondería.
¿Por qué abuelo Yiye había botado y sacado en cajas de
su casa todos sus trofeos? No era malo guardar todo de
recuerdo.
La respuesta fue más que clara: Malo o no, para algunos
de acuerdo a su experiencia personal, la vida vieja tiene que
salir para que la nueva entre. No podían haber buenos
recuerdos de acuerdo a su experiencia, en una vida donde, en
su caso muy personal, el deporte había sido su dios.
Los ejercicios son algo importante para la salud y el
cuidado del cuerpo, pero cuando algo ocupa a tal extremo el
lugar de Dios, allí es en donde está el problema. Haber estado
muerto espiritualmente, camino a la condenación, sin tener al
verdadero Dios presente, era un recuerdo que le perturbaba y
ya no quería saber NADA de esa vida ni de los trofeos.
5
El derrame

Creyentes que trabajaban con Yiye, al igual hermanos en


la fe que a veces llegaban de visita para solicitar verle, tenían
una terrible inquietud de parte de Dios y sin censura se la
exponían.
Ya Dios hacía el seguimiento por medio de mucha gente
que le enviaba para hablarle: Debía descansar más.
No era lo mismo la etapa de los treinta, cuarenta y
cincuenta años a la etapa de los ochenta. Se necesitaba más
reposo del cuerpo.
Yiye recibía la Palabra que continuamente le llegaba de
todas las personas que Dios mandaba con esa inquietud, les
hacía caso y atendía a todo y al final siempre oraba con los
que le presentaban el asunto, pero se envolvía nuevamente en
su vida cotidiana, que no era otra cosa que predicar. Seguía
muy esforzadamente en sus programas y seguía también
llegando de dar eventos en países muy lejanos para al otro día,
sin falta ni casi descanso, dar los programas de oración de la
mañana, al mediodía, la campaña de los sábados y hasta a
veces el culto de los viernes también.
Algunas veces, cuando él mismo reconocía que se iba sin
descanso al programa del mediodía, daba las instrucciones a
su nieto y a cualquiera que tocara detrás de la cámara, para
que, si se dormía mientras predicaba, que gritaran “aleluya” y
“gloria a Dios” para que despertara, alabara, y pudiera seguir.
Había que estar muy pendientes para que la gente que miraran
el programa de televisión, no se dieran cuenta, que si de
momento se le iba la cabeza hacia abajo lentamente, era que
se había dormido y había que disimuladamente despertarlo
desde detrás de la cámara con el “aleluya” y “gloria a Dios” y
aplaudir con fuerzas.
Muchas veces cuando se le hablaba, todo se le olvidaba o
también la cabeza se le iba por si sola porque el sueño lo
atacaba. Definitivamente había que bregar con el descanso,
pero sencillamente se le olvidaba lo que le aconsejaban y se
envolvía cada vez más.
Cuando le aconsejaban tomar unas vacaciones, decía que
no quería porque “el diablo no toma vacaciones”, y él tampoco
las iba a tomar. Ya parecía molestarle cuando le mencionaban
esto, y una vez, hasta en su programa del mediodía, en vivo
declaró: - Hay gente que me aconsejan tomar unas
vacaciones… ¡Hermano! ¿Pero a dónde querrán algunos que
yo me vaya? ¿A Disneylandia?
Ese año era el momento ya de comenzar en la maratónica
o avanzadas para seguir recaudando fondos para el canal.
Se había prendido un chisme nuevo de ataques en Puerto
Rico, no hace mucho, en donde decían que “Yiye se quedaba
con los chavos”, o sea, como que todo el dinero lo tomaba para
sí. Había veces en las cuales, mismos trabajadores del
Ministerio, relataban que en su familia inconversa, cambiaban
de canal cuando Yiye pedían aportaciones al pueblo para
mantener la estación. Además de que cambiaban de canal en
la tv, no faltaba el adjetivo calificativo de gente ciega
espiritualmente: -¡Viejo buscón!
Yiye se enteraba perfectamente de todos los ataques, pero
no les hacía caso, lo entregaba al Señor y seguía, sin
embargo, unos pocos años atrás si había hablado relacionado
a un individuo de la televisión secular. El lunes 14 de Mayo del
2001, unos siete años atrás, la cámara de representantes de
Puerto Rico, reconoció su trayectoria en la celebración del 40
aniversario de su Ministerio, y le invitaron e hicieron entrega de
la proclama. Esto ocasionó los celos de un reportero en el
campo secular, y de un programa sin casi sintonía ni audiencia,
que dijera:- El Capitolio le celebra y da homenajes a cuanto
“tusa” hay por allí.
Eso era dando a entender, de la forma más irrespetuosa
posible, como que Yiye no valía nada. Eran los días cuando ya
la decadencia espiritual en Puerto Rico se sentía cada vez
más. De Yiye nunca se había tenido ningún problema de
quejas de sus reconocimientos y recibimientos en ninguno de
los países que visitaba; sin embargo, su propia tierra estaba
cada vez más siendo bombardeada espiritualmente por los
celos, la envidia, la corrupción y la inmoralidad, en los últimos
años de su carrera.
Solo una vez, en un programa en vivo, que su nieto lo
escuchó, detrás de las cámaras, Yiye dijo algo relacionado a
esto:
- Yo soy un siervo de Dios, y eso de decirme “tusa”, hay
que tener cuidado, porque Dios me defiende y es quién toma
cartas sobre el asunto.
Eran los días en los cuales Miguel aún no había
comenzado todavía ni tan siquiera a predicar, pero tenía las
continuas manifestaciones, y todavía faltaría un año para que
comenzara a finalmente responder a su llamado.
Se prendió también el chisme más ignorante jamás visto,
en donde alguien tomó el nombre de Yiye Ávila, y lo puso en
un supuesto “parlamento argentino de religiones”, en donde
declaraban que él se había hecho parte de un movimiento
ecuménico. Cosa que no era verdad, y en donde alguien había
tomado su nombre para difamarle. No había nombre más
favorito para la difamación que el de Yiye Ávila. Estaba triste
cuando se enteró, pero su envolvimiento en la obra le hacía
olvidar.
Miguel pensaba: - No entiendo como alguien puede ser
tan bruto, para pensar que porque sale un nombre de alguien
en internet, automáticamente tenga que ser cierto, cuando
cualquiera puede tomar tu nombre… ¡¿Por qué no llaman y
preguntan?! ¡Claro! Es más fácil hablar chismes y soltar la
lengua por envidia.
Eran las cosas que hacían que el joven fuera más cerrado,
y sin pensar ni en sueños, tener que ver con predicar, por más
que Dios le llamara y le diera experiencias fuertes en
confirmación. Ya había nacido en el evangelio, y se conocía
cuanto caso real que daba ASCO. Sin mencionar lo que ahora
veía muchas veces en su entorno actual, por lo que solo
soñaba con terminar sus estudios universitarios y largarse.
En la avanzada o maratónica de la estación de Yiye, en el
2008, fue cuando el evento trágico sucedió.
Él se levantaba todos los días temprano a estar con
algunos predicadores y gente que eran parte de su personal,
esforzándose en pedir donaciones al pueblo cristiano para que
le siguieran ayudando a cubrir local e internacionalmente con
la señal televisiva. Estaba allí de corrido por espacio de tres
horas o más al aire, en vivo, y luego se iba y lo relevaban otra
gente que eran asignadas a salir en televisión. Luego
regresaba por la tarde, y después por la noche, todos los días,
esforzándose demasiado y en varias horas de corrido en todos
los turnos.
En una tarde, luego de pasar unos cuantos días de la
avanzada, ya cayendo la noche, frente a las cámaras y
estando la transmisión al aire, la boca de Yiye se le comenzó a
virar hacia un lado. Le había dado un infarto cerebral, frontal y
masivo.
La persona que lo acompañaba en el set de grabación,
frente a las cámaras, estaba en shock ante lo que estaba
sucediendo. Ella le había cedido la parte a Yiye para hablar y la
toma de cámara en vivo ahora solo demostraba el episodio
espeluznante que estaba transcurriendo al presidente del
ministerio y de la estación.
El director y los camarógrafos de turno quedaron de
momento “espaciados” y fríos.
-¡Sal del aire! ¡Sal del aire! ¡Llévatelo! ¡Corta a anuncios!
Fue cuando por fin gritó uno de los camarógrafos,
comunicándose por el “headset” o auriculares de la cámara de
TV.
El director de turno, volvió en sí y cambió de toma de
cámara con el tiro más amplio de la número dos e
inmediatamente gritó a Master Control por el intercom:
-¡Master llévatelo! ¡Por un cántico o un comercial! ¡Sal!
¡Sal!
Noemí inmediatamente recibió la llamada a su casa de lo
que había pasado y fue a ver a su padre en su oficina,
acompañada por su hijo Miguel, quién notó irremediablemente
recibir de nuevo, una mirada amenazante, punzante y de
intimidación sin razón, por parte del que estaba a cargo de
todo allí. No era algo nuevo. Era una profunda obsesión y algo
más allá en el campo espiritual. Alguien más allá, transmitía un
sentir contrario al sentir espiritual de un ministerio cristiano y
hacia uno de los nietos del fundador de todo. Ese era el
alguien que realmente estaba detrás de bastidores: El enemigo
de las almas.
Yiye estaba tomando un vaso de agua.
Noemí comenzó a orar y también otras personas oraron, y
la boca de Yiye se enderezó.
En un estudio realizado luego, el cardiólogo que después
revisara las placas, revelaría que a Yiye le habían ocurrido
otros infartos pequeños.
De allí en adelante, comenzaría el conteo regresivo de la
etapa final.
Yiye comenzaba a dar una leve mejoría con unos
tratamientos que comenzaba a recibir, pero luego se negó a
seguir recibiéndolos. Según pasaba más el tiempo, empeoraba
más su salud. Siempre la fe suya y la de todos era que Dios le
sanara.
Cuando daba los programas en vivo, se le olvidaba
muchas veces el mensaje. Su mente a veces se quedaba en
blanco y perdía también la noción del tiempo. No pasaba
regularmente, pero había momentos en los que no daba
sentido lo que trataba de transmitir en el mensaje bíblico y se
comenzaba a olvidar de la gente que trabajaba con él. De
momento, no recordaba a algunos, pero después si, ya que
aún no había llegado la etapa realmente mala, de donde
comenzó una muy mala condición.
6
Noemí

Desde niña era de costumbre que Noemí tocara el


acordeón de teclas; así acompañaba a su padre Yiye y a su
madre junto a sus hermanas para tocar en los cultos, poco
después de la conversión a Cristo de toda aquella hermosa
familia. Habían sido los comienzos.
Las tres hijas de Yiye eran todas muy lindas y especiales.
En el caso de Noemí, se manifestó un llamado, y hablaba la
Palabra y hasta predicaba desde muy chiquita, teniendo una
experiencia con Jesús a la edad de doce años, justamente la
edad en donde Cristo en un sueño se revelaría también a su
hijo mayor, Miguel.
Noemí pasaría por un proceso malo de divorcio en una
etapa de su vida. Este proceso incluiría mucho dolor y
quebranto por motivo de sus tres hijos, con los cuales no pudo
compartir con mucha libertad por cierta época en su vida y por
cierto tiempo no podía disfrutarlos.
Jugaba a veces tenis y salía a correr bicicleta con los hijos
de otros hermanos en la fe y solo podía mirar, como los hijos
de su hermana menor crecían junto a ella mientras que los
suyos estaban con su ex esposo y una media hermana que él
tenía, de nombre Rosa. Sin embargo, luego sus tres hijos
estarían con ella. Se había orado mucho para eso. Antes de
tomar la decisión para cualquier divorcio, Yiye trataba de
ayudarla, tratando de que por todos los medios se resolviera la
situación, sin embargo se habían agotado todas las
posibilidades y fue imposible. Su ex, le había ofrecido hasta
que dejara de predicar y que dejara de viajar, y hubo muchas
malas experiencias que al final, solo restaba la oración, pero su
mamá y muchos hermanos en la fe, conocían el caso con
detalles, hasta su abuelita Carmen, madre de la esposa de
Yiye, que no tuvo una grata experiencia.
Noemí obtuvo en Camuy una casa pequeña en un terreno,
que luego fue ampliando y en la cual viviría después junto a
sus tres hijos.
Miguel desde siempre había querido estar con ella. Había
tenido una excelente educación, no solo por parte de la
escuela, sino por medio de su tía Rosa, la media hermana de
su Papá. A ella su madre la había enviado a estudiar en un
colegio en donde solamente estudiaba gente de dinero y había
aprendido mucho en el área de humanidades. Su madre, de la
familia Arostegui-Suppini, y su padrasto, de la familia Sánchez-
García, eran muy trabajadores y proveían, pero al parecer el
estancamiento vino con la nueva generación. A pesar de todo,
Miguel siempre preguntaba de todo, y no perdía la oportunidad
de aprender en esas áreas, haciéndose diestro en escribir
historias ficticias y estudiar y darle sentido a las narrativas, sin
contar las veces que se desvelaba leyendo y estudiando la
Biblia ilustrada y comparando con la Biblia en letras para
entender mejor las historias bíblicas.
Su mamá, de muy chiquito, le había llevado a un
campamento dominical de hermanos en la fe que conocía y
con los cuales daba campañas. Él casi no dejó hablar al
maestro de escuela bíblica y todas las preguntas las
respondía. Noemí estaba feliz.
Realmente, su hijo había escuchado siempre la Biblia
desde la barriga de su madre y antes de nacer, ya que ella
todavía viajaba y predicaba en sus primeras etapas de
embarazo. La Biblia, era algo a lo cual Miguel parecía estar
unido por la misma sangre y no se resistía, siempre había sido
un imán. Solamente no podía con los mensajes aburridos de
las personas que no se preparaban bien.
Entre viaje y viaje, el hijo mayor de Noemí nació en
Arecibo, Puerto Rico, y fue presentado al grupo relámpago del
Ministerio de Yiye, quien junto a ellos oró por su nieto poco
después de nacido y en el tercer piso del edificio, en donde
siempre se oraba.
Aprendía mucho de culturas, ya que tenía conocidos de
origen turco, portugués, italiano, hijos directos de españoles y
jóvenes también de origen libanés. Aprendió la comida de
diferentes culturas y muchas cosas más relacionadas a
tradiciones.
Fue en ese país, en donde Noemí tendría sus iglesias:
Venezuela.
Noemí era muy amada por la gente que la respaldaba,
pero le daba muchas veces a quien no tenía que darle y la
seguía mucho buscón. Era como el caso de Jesús, cuando él
mismo declaró que lo seguían solo por la comida. Era como si
se viera ese mismo texto bíblico: “Respondió Jesús y les dijo:
De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis
visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis”
(Juan 6:26)
Ya cuando sus hijos estaban con ella, era notable como
transcurría el tiempo y cada uno de ellos ya iba creciendo. Ella
pensaba y meditaba siempre en que se casarían, que tomarían
también su rumbo y que se quedaría después sola. Desde
siempre, proveyó para sus hijos, y tenía muy metido en ella,
que nunca les faltara nada y siempre darles en abundancia si
era posible y lo que necesitaran. No se olvidaba de siempre
dar regalos a hermanos en la fe y gente conocida y a sus
padres y familia en su cumpleaños.
Hacía labores caritativas y llevaba juguetes a los niños
pobres de las comunidades cercanas en Venezuela, en los
lugares en donde llevaba a cabo sus predicaciones.
Muchas veces regresaba de los viajes y siempre traía algo
a sus hijos. Siempre le compraba perfumes a Miguel, aunque
le salieran más caros en el aeropuerto. Era una mujer muy
enérgica y admirable, pero a veces cargaba con mucho por sus
propias fuerzas, y era algo que altamente la desgastaba.
Usualmente pasaba los mismos programas repetidos la
mayoría de las veces, en la estación de su papá, porque se la
pasaba predicando mayormente en Venezuela. Cuando
predicaba en las campañas, el sudor le caía a chorros en
diversas oportunidades. Dios la usaba en sanidades, milagros
y en conversiones. Era algo que había sido así desde hace
años. Desde muy joven había estado predicando, incluido en
los Estados Unidos. Tenía una iglesia principal en Arecibo,
Puerto Rico, donde Miguel la ayudaba con el equipo de sonido
de la iglesia y a grabar los cultos desde una cámara de video
profesional que había adquirido.
Cuando su padre tuvo el derrame, Noemí estuvo siempre
muy pendiente a él. Oraba junto a él ahora más e intercedía,
haciendo uso de sus dones espirituales y activando a las
intercesoras que conocía local e internacionalmente a favor de
Yiye. Ella era la persona con la que Miguel también siempre
hablaba y se desahogaba de muchas cosas. Su abuelo y su
madre siempre oraban por él y en ocasiones lo hacían juntos,
los tres.
El siguiente año después de que Yiye tuviera el derrame,
sería el año en el cual Noemí partiera con el Señor en un
accidente automovilístico en Venezuela. Una parte muy triste y
un nuevo reto, casi imposible de soportar…

…….
Once días se tardó en sacar el cuerpo de Noemí de
Venezuela. Los tres hijos de Noemí fueron en compañía de su
tía Doris, la hija menor de Yiye y de su esposo.
Era el momento de abrir el féretro de regreso a Puerto
Rico. Yiye y su esposa estuvieron allí de frente. Aún, a pesar
del derrame, y de lo mal que iba la condición de Yiye, estaba
todavía muy lúcido en esos momentos. Miguel estaba muy mal
y ahora también tenía que enfrentarse a esa dura realidad.
20 años después, otra hija de Yiye Ávila partía con el
Señor.
Al abrir el ataúd, se escuchó el clamar de una madre:
-¡Mira a Noemí!
La mirada de Yiye demostró dolor, en medio de su
condición, y por un instante contempló con profundo
padecimiento, hasta que fue notable la fiel fuerza espiritual y
poder y unción del Espíritu Santo que lo revistió, y su
semblante cambió: -Esa no es Noemí, ella está allá arriba, en
nuestra Patria Celestial.
Miguel salió fuera, muy turbado a llorar.
Cuando había recibido la noticia de la muerte de su
madre, días atrás, había estado con un dolor y un impacto
demasiado fuerte. No podía conseguir el descanso, hasta que
durmió después, solo unas pocas horas y abrazando el retrato
de su madre en la cama y bañado en lágrimas sin querer
soltarlo.
Repentina e inesperadamente, llegó la visión de Dios.
Todo de momento en su cuarto se transformó como en una
blanca y resplandeciente dimensión.
Allí la vio a ella, sonriendo, en un amplio paisaje y mirando
muy feliz hacia el frente, en el paraíso en donde estaba por
entrar y a donde ya había visto al Señor.
Dios trataba de consolarlo de esta manera, pero no podía
recibir consuelo, ni aun viendo aquello que era real. Su madre
ya no estaría más en vida junto a él en la tierra.
El día del funeral le tocó hablar a Miguel. Los del
ministerio, como siempre lo subestimaron, pensando que
supuestamente “se desmayaría”. Jamás hubiera podido ser
así.
Cuando la mente no está conectada a Dios, el carnal
nunca puede ver ni el potencial, ni la preparación, ni el poder
de Dios que emana de alguien. Sin las fuerzas de Dios,
quedaba demostrado una vez más, que no se podía.
7
El fin de la jornada

En el funeral de su hija, Yiye dio con mucho esfuerzo unas


palabras en medio de su condición, que ya tenía por causa de
su previo derrame, la cual era ya muy obvia y se notaba a
leguas. Balbuceaba muchas veces, tratando de recordar las
palabras y de llevar el hilo de lo que decía y gesticulaba
mucho.
Todavía podía tener momentos lúcidos, y era en esos
momentos donde Miguel cada vez más se reunía a orar junto a
él a solas, en el mismo ministerio.
-Dios sabía que iba a ser un momento difícil para nosotros,
– Decía Yiye a su nieto- pero me demostró que se la llevó por
algo que venía. Él no quería que ella pasara por eso y decidió
llevarla en el tiempo justo. Ahora ella está allá arriba, salva.
En medio de su condición y sus momentos lúcidos, Yiye lo
podía recordar. Dios lo había transportado a un lugar hermoso
y podía escuchar esta vez su voz: -Yiye, tu familia la estoy
reuniendo en el cielo, y tengo cuidado de ti. Viene un momento
de mucha tribulación a Puerto Rico.
No era la Gran Tribulación de la que habla la Biblia en el
libro de la Revelación. Jesús se refería a algo más.
Mientras pasaba el tiempo, Yiye empeoraba más de salud.
Médicos cristianos lo iba a chequear continuamente a su casa
en Camuy y siempre se oraba por su condición.
Con uno de los doctores que venía a visitarlo, y junto a su
esposa, se le llevó a una neuróloga, también creyente, la cual
le diagnosticó la condición. Esta condición se llamaba
“demencia vascular”, una pérdida gradual y permanente del
funcionamiento cerebral. Esta enfermedad era lo que afectaba
su memoria, pensamiento, lenguaje, juicio y comportamiento.
Causada directamente por los vasos sanguíneos que
suministran y alimentan el mismo cerebro.
Miguel y algunos hermanos que trabajaban en el Ministerio
lo atendían y así ayudaban a la esposa de Yiye, que no podía
con toda la carga, mucho menos a su edad.
Se le paseaba también a Yiye y se le llevaba a ejercitarse,
esta vez con su bate de béisbol, en un parque en Camuy,
bateando la bola con mucha fuerza, que hasta uno de los
hermanos del ministerio, se lastimó un dedo tratando de
atrapar con el guante. Eran batazos FUERTES.
Yiye aún tenía sus momentos de lucidez, y cuando
llegaban, oraba. Se podía ver que lo hacía ante los gestos
luego de arrodillado, moviendo su cabeza hacia los lados y
empuñando sus manos, ya que había perdido totalmente el
habla.
Cuando quedaba profundamente dormido, se sentía
poderosa la presencia de Dios en su habitación.
Mientras el tiempo había pasado, en Puerto Rico ahora
había más y más gente apartada de la verdad, promocionando
la inmoralidad, y se había levantado, uno de los gobernadores
más perversos que jamás había existido a ese nivel, de abrir
las puertas del mismísimo infierno para toda la depravación, y
odio a la iglesia; con una falta de inteligencia tal, que la gente
siempre se le burlaba: Alejandro García Padilla.
Era el tiempo donde ahora los ateos, los inmorales y los
depravados, atacaban enérgicamente a las iglesias y a los
cristianos. Comenzaban ahora a haber más cuestionamientos
contra Dios y a hacerse manifestaciones públicas con todo tipo
de blasfemias. Eso era mientras muchos cuestionaban contra
el Señor, el hecho de que por qué si Dios usaba a Yiye en
tantos milagros, por qué entonces no lo sanaba; y otros
sencillamente se dejaban contaminar por aquellas expresiones.
Había burlas expresadas en el internet de universitarios
nacionalistas contra Yiye. Ellos expresaban que si Dios era tan
grande, por qué había permitido la muerte de sus dos hijas.
Hubiera habido que explicarles, que la grandeza de Dios era
basada en su propósito y misericordia, principalmente en
permitir por igual, que ellos llevaran toda una vida en una
universidad viviendo de la Beca Pell de los Estados Unidos sin
acabarse de graduar, y todo por andar de vagos y hablando de
ideales absurdos sin lógica y contradictorios, más vivir llenos
de complejos.
También habían muchos ataques desde que Yiye había
salido en una foto con Benny Hinn, principalmente en la
iglesias hispanas de California, de Pastores con programas
radiales, que habían ya encontrado por fin algo de que predicar
por meses, en vez de dedicarse a estudiar la Biblia que no
sabían.
Se estaba comenzando a levantar una de predicadores
neófitos, poco conocedores, y de fariseísmo extremo que no
conocían ni de la Biblia, ni de la vida de Yiye y de su familia,
que se la pasaban peleando y acusando a todos los demás y
que también atacaban a Miguel por internet, hasta difamándole
de haber “expulsado a su abuela del Ministerio”, cuando él
nunca había estado al frente de nada, ya que lo mantenían al
margen en medio de la continua lucha por el poder interno y a
causa de un profundo miedo y una no conveniencia.
Yiye siempre había predicado a cualquier lado en donde lo
invitaban y Dios le confirmara que fuera; él también había
recibido muchas veces a personas en su Ministerio que
trataban de convencerlo de que no predicaba del rapto. Ellos al
final oraban, y hasta se retrataban con él, pero Yiye al otro día
predicaba del rapto.
Una foto con otra persona, no representa que estés de
acuerdo con todo lo que la otra persona predique,
especialmente la teología de la prosperidad. Precisamente, de
esas mismas cosas Jesús mismo había sido acusado, con el
caso de compartir con pecadores, en este caso sería con gente
extraviada en ideologías bíblicas falsas. Yiye siempre
permaneció en la doctrina bíblica y visitó también iglesias de
toda denominación, predicando siempre la verdad. UNA COSA
NO TENIA QUE VER CON LA OTRA. Tú vas a donde Dios te
mande y predicas la verdad y no te encierras en ti mismo ni
tampoco te contaminas.
Es claro que si no hay sabiduría, no hay temor de Jehová,
y la sabiduría escasea en muchos, por más que tengan la
Biblia que no leen ni entienden debajo del brazo.
Ya al final, Yiye estaba muy deteriorado en su apariencia.
En sus últimos días podía disfrutar de la compañía de sus
bisnietos.
Siempre la fe era que Dios le sanara. Miguel había tenido
su hijo varón, y al mes de nacido, lo llevó para que su abuelo lo
viera.
Yiye ponía la mano sobre el hombro de su nieto, ahora
padre, y se veía en su rostro algo que quería comunicar,
miraba a Liam, el hijo de Miguel, pero lo que quería comunicar
era relacionado al llamado ministerial de su nieto y
posiblemente… Su próxima partida. Estaba en uno de sus
momentos de lucidez.

…….
Miguel sintió de momento cómo cayó un poder de alta
envergadura sobre la sala, y que se extendió y expandió de
inmediato por toda la casa. Estaba acostado sobre el futón y
de momento no se podía mover. Sus piernas y pies
comenzaron a arder y aquel poder lo tenía de momento rígido,
tieso e inmóvil. Sentía que era el poder de Dios.
De momento, vio frente a él que una figura que traspasaba
la puerta de la sala y luego se acercó hacia él.
Veía claramente que era su abuelo. Tal cual, en todos los
aspectos: Sonriente, sencillo y humilde. Venía con un mensaje.
Se reía de gozo mientras que a la vez decía: -Ya yo me
voy, pero ahora te toca a ti. Sigue predicando.
Señalaba al cielo y sonreía. Lo repetía de nuevo: -Ya yo
me voy, ahora te toca a ti. Eres el último.
Luego se volvió y se regresó, e inmediatamente traspasó
en la puerta de nuevo, pasando sin problemas en medio de la
materia.
Inmediatamente, Miguel dejó de estar entumecido e
inmóvil, y en medio del asombro, de las preguntas y del
impacto, brincó también preocupado a levantar su celular y
llamar a su abuela. Se trató se controlar y de no hablar como
un loco ni como alguien alarmado. Primero tenía que averiguar
y no quería transmitir preocupaciones ni sobresaltos. Saludó
tranquilamente a su abuela y luego preguntó: - Abuelita
¿abuelo está bien?
-Sí, él está bien, está ahora descansando.
Por un momento, el pensamiento era que había partido
con el Señor, y el corazón iba a las millas.
Ahora necesitaba unir y acomodar sus pensamientos en
medio del desorden de su mente ante el choque, organizarse,
detenerse y un poco y analizar aquello, en donde claramente
había un mensaje que había estado ignorando desde antes,
ante otras muchas señales y sentires precedentes,
escudándose en la fe de creer que todo sería diferente; pero
no: Era cuestión de tiempo para Yiye partir. Era lo que Dios
había ya decidido.
…….
Yiye estaba en ese momento ante un ardor de pecho.
Sentía una presión torácica prolongada que luego se extendía
hasta la espalda, los brazos y los hombros, sobre todo el lado
izquierdo.
Ya estaban presentes los miembros principales del
personal de su ministerio y habían hecho un círculo de oración,
moviéndose en fe, como Yiye les había enseñado y sin llamar
ayuda médica.
Yiye de momento los miró fijo, uno a uno. Su mirada
penetrante parecía revelar el corazón de cada cual y verles de
una forma más profunda, todo lo que había plagado al ser de
cada uno, sus pensamientos, su humanidad, sus temores.
Era una hora de madrugada. Fue en ese momento cuando
Yiye, como siempre en sus experiencias con Jesús, comenzó a
escuchar pasos que se acercaban pero que él ya sabía que no
eran de nadie de los que le estaban acompañando allí en el
sótano, ni de nadie más que se acercaba por las escaleras
hacia abajo que fuera de su ministerio.
Esos pasos él los conocía muy bien. Eran los pasos de
Jesús.
Esta vez los pasos cesaron, y ya el Señor estaba allí,
frente a él, cubierto con su manto blanco y sonriéndole
brillante, con ese rostro de amor y de paz, extendiendo su
mano hacia Yiye.
Mientras los que rodeaban a Yiye oraban, podían ser
testigos de como él iba cayendo hacia atrás, lentamente en su
cama, en donde estaba sentado. En otra esfera se veía como
Yiye tomaba las manos de Jesús y le abrazaba.
-¡Jesús! ¡Te amo!
Al fin Yiye podía hablar. Tomó de la mano al Señor, y esta
vez eran los pasos suyos y los del Maestro que se escuchaban
retirándose, mientras su cuerpo ya estaba sin vida en su cama.
…….
Miguel se sentía animado esa mañana. Era un culto de los
viernes en donde, como de costumbre, iba a trabajar en las
cámaras, especialmente en la cámara que siempre le ponían a
hacer: La cámara dos. Esa madrugada, había sentido una
ministración poderosa de parte de Dios y sentía como si
espiritualmente, le hubieran transmitido un ánimo, un gozo y
una contentura poderosa que venía del mismo cielo.
Mientras estaba montado, para hacer la cámara, veía
como algunos de los empleados y jefes principales, y el jefe
mayor, se subieron en la programación en vivo para dar unas
palabras.
El individuo habló y dijo: -Queremos notificarle a los
hermanos, muy dolorosamente, que el hermano Yiye, partió
con el Señor esta madrugada.
Miguel de momento sintió entumecerse detrás de la
bendita cámara donde siempre lo tenían. El entumecimiento se
fue cambiando por profundo dolor y a la vez de mucha rabia,
mezclada con cólera y turbación. Se comenzaron a mezclar de
momento, en una carga interminable e imposible, todas las
veces que le habían hecho al vida imposible por tanto tiempo
en ese lugar, más otras muchas cosas que eran dardos
indetenibles y continuos por causa de ser el nieto de Yiye. Y NI
SIQUIERA LE LLAMARON PARA QUE FUERA A VERLE
MIENTRAS FALLECIA EN SU SÓTANO. Nadie le había dicho
nada tampoco desde que había llegado a trabajar al culto del
canal, a las ocho de la mañana, y ahora, a las nueve y media
de la mañana, en vivo, experimentaría por primera vez el ser
víctima de uno de los niveles más bajos de la maquinación y
perversión humana por parte de un individuo que era seguido
por su séquito de aduladores.
Soltó inmediatamente la cámara.
-¡Releven la cámara dos! - Se escuchó gritar al director de
turno.
Solo pudo ir a casa de su abuela y escoger junto a su
familia, la ropa que se usaría para vestir el cuerpo de Yiye.
Luego, sin saber qué hacer, como si hubiera recibido un
fuerte golpe de un tronco, muy turbado y confundido, regresó a
su trabajo, en donde la prensa lo entrevistó. Era más conocido
ahora en Puerto Rico por causa de las difamaciones de un
activista homosexual, que usaría los mismos medios seculares
para atacarlo, habiendo provocado un escándalo, y que como
era costumbre en Puerto Rico, la gente creería todo lo que la
prensa dijera con noticias falsas; quedando después en ridículo
cuando se probó que todo era falso. Los ataques para ese
momento también habían sido muy fuertes por Facebook por
mucha gente cegada por la mentira de un busca pauta caído,
que lo menos que se podía llamar era “activista”.
Miguel fue a su casa, y golpeó con mucha ira un saco de
boxeo con el que se ejercitaba, a puño cerrado, y arrancó
después el saco y lo tiró contra el piso y salió al patio de su
casa. Cayó de rodillas y miró al cielo exclamando a Dios: -¡Por
esto y más yo no quería este camino! ¡No quería predicar!
¡Estoy harto de esta basura de gente!
Empuñaba fuertemente sus manos con mucho coraje y
dolor y de momento comenzó a sentir la presencia de la misma
opresión a sus espaldas.
-Es que solo eres un camarógrafo, un empleado más, y ya
está evidenciado.
Lucifer reía junto a dos demonios más y emitía el ataque.
Hubo un silencio de unos minutos y Miguel apretó la grama y la
arrancó.
-No. No soy solo un camarógrafo más. La sangre que llevo
te perturba y la persecución por ella que llevo en este país tú
mismo la evidencias. Como Padre de mentira siempre te
contradices, y conozco tu voz y la distingo, a pesar de mi dolor.
Nunca has ganado ni ganarás. Soy humano, pero no
derrotado, tu sí has sido ya VENCIDO.
El semblante del enemigo cambió a uno de ira.
Miguel no lo veía en esa ocasión, pero lo podía sentir. Las
experiencias espirituales poderosas que había tenido al
comienzo de su llamado, no habían sido solo con Jesús. Lo
espiritual no solo incluye a Jesús y a los ángeles, también a
satanás y a los demonios.
-Es como si no fueras familia – Se escuchó una voz ahora
más tenebrosa y saturada de maldad.
-¡Pero lo soy! Estoy unido por la misma sangre.
Otra voz muy diferente se pudo de momento escuchar: -
Ora por ellos, clama por ellos, intercede por ellos.
-Me pides algo muy difícil ahora Dios – Contestó Miguel
No podía ni tan siquiera orar, no podía hacer nada en esos
momentos, se sentía inútil. Se mezclaba ahora el momento en
el que su madre Noemí, cuando era niño, apretaba
fuertemente su mano mientras se iba a tirar una fotografía con
él y sus hermanas.
Su tía, la media hermana de su padre, estaba mirando y
tenía celos de su madre y le castigaría después seguramente,
razón por la cual tuvo temor e hizo un gesto para que su madre
no le apretara la mano y la soltó, sin embargo, su madre la
sostuvo.
Ese recuerdo se quedaría pegado para siempre y reviviría
con más poder frente al féretro de su madre, cuando hubiese
querido sostener su mano con fuerzas.
-Mis sobrinos y los hijos de otra gente saben hasta viajar
solos en avión y saben de todo, por eso es mi frustración, yo
quiero que ustedes también se defiendan y sepan hacer las
cosas,- Escuchaba Miguel en el recuerdo la voz de su madre
mientras ella se disculpaba de una pelea.
-El culpable no soy yo, yo no fui el que me casé ni elegí
estar donde estoy, sencillamente nací y he hecho milagros más
bien – Miguel tenía quince años.

No había nada que pudiera detenerlo, seguiría hacia


adelante a pesar de todo. Como su madre y su abuelo, los
valientes si mueren, lo hacen en el campo de batalla. En este
caso, la batalla de la fe, no en la derrota espiritual. Muchas
cosas quedarían por narrar de la historia de Yiye Ávila y de los
que fueron parte de su historia, pero terminemos en ese
momento, en el funeral de un baluarte del evangelio, que así
como dijo “Esa no es Noemí, Noemí está allá arriba en la patria
celestial”, así mismo su nieto, cargado de fe diría estas mismas
palabras sosteniendo el micrófono: “Ese que está allí no es
Yiye, Yiye está allá arriba, en la Patria celestial”.
Que se diga que el poder de Dios es grande.
Que se diga que Él se manifiesta poderosamente en sus
Hijos dispuestos a pagar el precio y hacer su voluntad.
Que se diga que Él es el mismo, ayer hoy y por los siglos.
Que se afirme que estamos todos unidos por una misma
sangre: La sangre de Jesús.
Que se diga que vivimos en los tiempos… De Yiye Ávila.
Mucho más hay por compartir, muchos testimonios por
decir y mucho más para narrar; pero sería… Otra parte de la
historia…
CONCLUSIÓN
Mientras escribía este libro pude tener varias experiencias.
En una, me había quedado dormido y de momento me sentí
transportado a otra dimensión a una casa.
Me aproximé a un cuarto y vi en aquella relevación a mi
abuelo Yiye, orando en un manto blanco extendido en el piso.
No es que necesariamente era él, sino una visión por medio de
señales prefigurativas y simbólicas que Dios estaba dando
para confirmar un aviso.
Veía en el sueño que abuelo Yiye sonreía después de
levantar su mirada, estando con la cabeza pegada al piso, una
posición de oración que usualmente él no hacía, pero si los
antiguos, y precisamente, una posición en la cual había visto a
Jesús en una experiencia.
-Vienen días malos para Puerto Rico – Dijo al verme.
Sentí retroceder un poco y vi cómo casi de inmediato salió
aguantando un animalito que se usaba en el sacrifico de la
expiación en el pueblo de Israel. Había un animal que moría y
expiaba con su sangre los pecados del pueblo, otro animal
moría y su sangre expiaba los pecados del sacerdocio, otro
animal era tomado y se llevaba fuera, al desierto, hasta que se
perdía, tipo de que los pecados habían dejado al pueblo.
Mi abuelo Yiye era un intercesor por excelencia de su
pueblo y de las naciones, pero el principal intercesor ante el
Padre, y por medio de quién podemos llegar a Él, es
JESUCRISTO MISMO.
-Se acercan días malos y difíciles – Seguía diciéndome.
Era clara la representación. Vendrán días en donde Dios
moverá su mano y permitirá ciertas cosas para que sea
expiado el pecado que se ha acumulado tan gravemente hasta
ahora ante tanta depravación y por decirle a lo bueno malo y a
lo malo bueno.
Quizás muchos de los que me leen no hubieran venido a
Cristo por motivo de la crisis, por motivo de algo contra lo cual
tuvieron que batallar y en sus propias fuerzas no pudieron, y
entonces decidieron por fin venir a la fuente correcta. Luego de
esa expiación, de cosas no tan buenas que vendrán, es posible
que venga una nueva era evangelística necesaria para el
avance final de la iglesia.
El tiempo se acerca. Cristo Viene Pronto ¡Alerta pueblo!
APENDICE

(FOTOS)

En la Universidad y en el béisbol
En el físico culturismo y junto a quienes entrenaba
Campañas, trabajo evangelístico, milagros…
Ejercicios en el sótano…
Últimos meses…
ARTE…

Familia…
Yiye junto a su esposa Yeya…

Hijas. De izquierda a derecha: Doris, Noemí, Ilía…


Yiye junto a sus hijas Doris y Noemí…

De izquierda a derecha: Sulabel, Sunaholy, hijas de Noemí


(nombres creados en base a mezcla de nombres de la Biblia),
y Alan, hijo de Doris…

Hijos de Doris: Alan, Myrna y Denisse


Doris y su esposo, José Rodríguez…
Eliezer (hijo de Ilia), y sus hijos: Ariana y Elian. También
junto a sus hermanos: José y Nelson.
Hijos de Alan y Myrna, nietos de Doris: Jezel y Yeleina y Elise…
Miguel, junto a su esposa Justine y su hijo Liam…

No te pierdas la continuación en nuestro


segundo libro…

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