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Yiye Avila
Yiye Avila
Copyright © 2019
……
-¿Qué te pasa? ¿Estás bien? Te veo diferente.
Fue esa mañana cuando Yiye vio a su esposa levantarse.
Su rostro se veía diferente, parecía haber habido un cambio.
Ella se sentía más liviana. Había tenido una experiencia
poderosa con Dios en respuesta a un reto y al haber hecho
una oración aceptándolo como Señor y Salvador personal,
pero tenía todo que ir acompañado de una respuesta que ella
pidió y que Dios dio por medio de una experiencia espiritual de
un total de 15 gloriosos minutos. La carga espiritual y la
pesadez y el bloqueo se habían ido.
-Estuve fuera de mi cuerpo suspendida en el aire y…
Mientras su esposa seguía explicando, Yiye entendió que
Dios le había provisto a ella de una experiencia sobrenatural y
gloriosa y su rostro resplandeció de mucho entusiasmo y gozo.
Él había estado orando muchísimo para que ella tuviera un
encuentro con Dios y para que su corazón fuese rendido a los
pies de Cristo y la respuesta a aquella petición sencillamente
había llegado.
Ese día se encerró a ayunar. Era tiempo de hacerlo y
había que aprovechar para darle gracias a Dios por la
contestación y por la respuesta a esa petición. Sería tan solo
los comienzos para luego hacer del ayuno algo que no pudiera
faltar en su vida para su continuo crecimiento espiritual y
relación con Dios.
Ahora su esposa lo acompañaba también a la iglesia. Yiye
se iba después de sus clases, a la tarde, al fin de su jornada de
trabajos, al sector “Pueblo Norte” de Camuy tocando a cada
puerta para ir a predicarles la Palabra a las personas. Les
regalaba Biblias y tratados y siempre estaba allí presente su
sonrisa, su amor, su educación y amabilidad y su proyección
del sentir de Dios. Eso era ahora su pasión y lo número uno:
La causa del evangelio.
Recibía en su casa junto a su familia a los evangelistas y
los hospedaba cuando estos tenían campañas en Camuy y en
pueblos cercanos. De muy buena gana se les abría las puertas
del hogar.
…….
Fue en una madrugada cuando el poder de Dios
descendió. Yiye estaba durmiendo y de momento se despertó
ante una sensación gloriosa del Espíritu Santo: Su poder entró
por sus brazos y poros como una fuerte corriente de
electricidad y se posó sobre sus manos y luego recorría todo
su cuerpo con mucha potencia y gloria. Yiye se sacudía y se
movía en su cama. En ese momento, una mano con una
cicatriz de un clavo traspasado en su muñeca levantó la mano
de Yiye y dijo en voz audible: -¡Profecía, profecía! ESE ES EL
MENSAJE.
No solo era una energía muy poderosa y “eléctrica”, era un
fuego que la acompañaba y que ardía por completo en el
cuerpo de Yiye sin consumirlo. Era la majestad de Dios mismo
manifestándose.
-¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios! ¡Aleluya!
Eran pronunciadas esas palabras por la boca de un Yiye
que experimentaba por primera vez el poder el Espíritu Santo
en un calor térmico y una corriente mayor a 220 voltios. Sin
embargo, era la boca suya pero no parecía ser su voz. Estaba
sucediendo una llenura poderosa divina a las 2 de la
madrugada. Ante los gritos de alabanza y adoración, varios
vecinos se despertaron.
-¿Esos gritos de “aleluya” y “gloria a Dios” vienen de la
casa de Yiye Ávila? Pero esa no parece ser su voz ¿Quién
grita a esta hora?- Decían los vecinos. Estaban asustados pero
no escandalizados.
-No vamos para allá que ese no es él- dijo Pablo a su
esposa Miña, ambos padres de Yiye. Ellos vivían frente a su
casa- Otro es el que está diciendo “aleluya” y “gloria a Dios” en
esa casa, ese no se escucha como nuestro hijo, no es su voz y
definitivamente no es él.
Mientras Yiye experimentaba todo aquello, igualmente
podía venir a su memoria cuando recientemente, ayunando,
orando y leyendo la Biblia, había sentido preguntarle a Dios
sobre una confirmación sobre su salvación. Como respuesta,
en un sueño, había visto a la distancia la figura de Jesús con
sus brazos extendidos y de una multitud. Algunos se dirigían
hacia Él, muchos ni se dignaban ni tan siquiera a mirarlo, otros
lo miraban pero no iban en dirección a donde Cristo estaba,
pero cada vez que alguno se volvía hacia Jesús, Él bajaba sus
brazos lentamente y sus manos se posaban sobre la cabeza
de quienes venían. Yiye en el sueño corrió a ser parte de la fila
de los que iban hacia Jesús. Al llegar frente a Él, sintió sus
manos posándose en su cabeza, y fue cuando había
despertado en la mañana con un calor sobrenatural en su
cabeza, pero lo que estaba sintiendo esta vez, en esa
madrugada, mientras seguía exclamando GLORIA A DIOS, era
una manifestación mayor. Esta vez era un calor térmico de un
sentir SUPERIOR. Una renovación PODEROSA. Algo nuevo,
algo MAYOR.
.......
Yiye no solo visitaba las casas de las personas no
conocidas para llevarles la Palabra y regalarles Biblias y
tratados. También visitó las casas de los hogares de todos sus
amigos y muchos aceptaron a Cristo aunque otros no.
Comenzó también a visitar los hospitales y a orar por los
enfermos, en donde muchos hasta vomitaban la enfermedad y
se sanaban. Otros se convertían y él los refería a Pastores, los
cuales estaban muy contentos. Yiye había llevado muchos
nuevos convertidos a la iglesia Pentecostal del pueblo de
Camuy. Reunía en su sótano muchas veces a sus estudiantes
para predicarles y hablarles de Cristo. Era algo que ya era
parte de su vida: Dios.
Pero ya había llegado otra etapa que sería confirmada en
una de sus clases de biología en la escuela.
Mientras enseñaba, perdió totalmente la concentración en
la clase y sintió en su mente entrar como torbellino un mensaje
poderoso de la Palabra que penetró su cabeza con autoridad
celestial. Era algo como que había caído y descendido con
furia santa sobre él, la furia de la unción de romper las cadenas
y los yugos por medio de la Palabra de Dios. Sentía como su
mente aceptaba, recibía y además, se escribía un muy claro
mensaje de poder y de unción. El ritmo cardíaco comenzó a
acelerarse y su corazón comenzó a palpitar violentamente con
muchas fuerzas, además de que sentía como se revestía por
una unción fresca y por el poder de Dios. Podía hasta escuchar
el mismo sonido que se emite cuando el agua cae sobre un
objeto ardiente y hasta la esencia misma de un vapor
humeante.
Sin de momento darse cuenta, y en el breve éxtasis, en
medio del salón de clases, sus lágrimas comenzaron a caer y a
correr de forma muy fluida por sus mejillas.
Algunos alumnos se miraron entre si y ya de rato podían
notar lo que pasaba: El “Míster” estaba como ido y ahora
estaba llorando. Pero… ¿Qué le pasaba?
Yiye escuchaba dentro de sí su misma voz y con mucha
autoridad, predicando sobre un tema que ni tan siquiera
conocía de la Biblia porque ni aún lo había leído. Se veía allí,
con su camisa de mangas cortas y corbata predicando el
mensaje: -¡Alabado sea Dios! ¡Sálvalos, oh Dios!
-¿Míster? ¿Usted está bien?
Ante la pregunta de uno de los alumnos que habló por
prácticamente toda la clase, Yiye volvió en sí y se dio cuenta
que estaba llorando. Sus alumnos lo miraban extrañados y
preocupados.
Yiye se secó rápidamente los ojos.
Por la tarde en su hogar se repitió la misma experiencia
pero otra vez con otro mensaje y con otro tema del cual ni
sabía.
Era más que OBVIO lo que sucedía. Era el llamado a
predicar de lleno la Palabra de Dios pero pidió por una nueva
confirmación.
¡Bendito sea el Señor Jesucristo! – Yiye seguía
escuchando su propia voz dentro de sí mismo… ¿Era aquello
acaso su misma voz en el futuro que podía escuchar? Parecía
hacer ahora eco dentro de sí como si aquella voz traspasara la
barrera del tiempo futuro al momento de su tiempo en aquel
presente, en donde la podía escuchar. Cerrando los ojos con
mucha fuerza y como en una profunda concentración, a la vez
que recibiendo todo el ardor de aquel sentir, abría su mano
derecha y luego la empuñaba, una y otra vez con mucha
fuerza, varias veces.
-¡Precioso Jesús!- Exclamó esta vez repitiendo su
misma voz que escuchaba dentro de sí.
…….
Días después fue cuando entonces sucedió en aquella
madrugada: Se escuchaban los pasos de alguien que venía
por el pasillo y abrió la puerta del cuarto. Se podían ver sus
hermosas y ajustadas sandalias y sus lindas vestiduras
blancas y finas. Sus ojos eran la puerta hacia el infinito del
amor, de la santidad y de lo indescriptible, lo eterno, lo glorioso.
Caminaba lentamente hacia Yiye con esa mirada de ternura y a
la vez de gloria, de poder, de autoridad, de HIJO DE DIOS.
Todo el cuerpo de Yiye temblaba. Lo podía ver, y Jesús le
miraba fijo. Metió sus manos debajo de su cuerpo, por la parte
de atrás de las piernas y de la espalda y lo levantó como a un
bebé, como a un recién nacido. Lo sostuvo entre sus brazos y
le miraba con aquel entrañable amor de Salvador y de Mesías,
de Creador y de Todopoderoso, de grande y de sublime Verbo
de Dios.
Luego lo colocó en la cama con mucho cuidado
nuevamente y lentamente comenzó a caminar de regreso y a
desvanecerse de la vista. Se podían escuchar sus pasos
cuando se alejaba.
Yiye se recostó de la pared. Lloraba por motivo del poder
del toque divino y en el sentir del espíritu. Estaba bañado en
lágrimas. Esto no había sido ningún tipo de emocionalismo, ni
parte de una ilusión. No había sido ni tan siquiera un sueño,
sino una experiencia palpable y real.
-Guíame como tú quieras y yo lo haré Señor- Decía Yiye
en medio de lágrimas- Yo no sé predicar, pero tú mi Dios
sabrás lo que haces y harás conmigo.
…….
Con un micrófono en la mano predicaba por primera vez
en una iglesia sobre su testimonio. Yiye predicaba conectado
en mente, alma, cuerpo y corazón reviviendo una y otra vez
sobre lo terrible que fue su condición de artritis reumática y
cuadro de reumatoide, sus dolores, su fe, su desahucio por los
doctores hasta su entrega a Dios y su sanidad completa.
-No podía mover mis brazos ni mis piernas y mire como
me muevo ahora.
Yiye levantaba sus manos y se movía con libertad en el
sentir de Dios mismo en él, hasta brincando muchas veces en
medio de una poderosa manifestación de gozo y de regocijo en
el espíritu cuando hacía pausas para alabar a Dios; a la vez
que los que lo escuchaban también alababan mientras
predicaba. Hablaba muy fluido con mucha autoridad y
alabando al Rey de Reyes y Señor de Señores.
-Yo no sé cuántos aquí le creen a Dios, levante una mano
y déjela levantada… Levante una para que si se le cansa una
pues suba la otra.
Yiye sonrió y se rio seguido por casi todos en la iglesia que
también se reían con él. Claramente su gracia, su amor, y el
poder de su testimonio era algo muy especial.
Al terminar de predicar, otro Pastor que estaba en la
iglesia se le acercó y de muy buena gana lo saludó. Yiye
siempre expresaba mucho cariño.
-Hermano Yiye, yo soy Pastor y quiero que me predique
en mi iglesia y quisiera extenderle una muy cordial invitación.
Puede hablar lo que Dios le dé y siéntase en total libertad…
¿Qué día usted podrá acompañarnos? Quisiera hablar de la
fecha porque realmente quiero que comparta con nosotros.
Así mismo Yiye comenzaba a predicar en las iglesias
sobre su testimonio. Los Pastores se le acercaban y le
invitaban y predicaba en los campos de Puerto Rico.
Un día llegó un Pastor del cercano pueblo de Arecibo a
visitarlo en su casa en Camuy.
-Hermano Yiye, yo sé que prácticamente eres un nuevo
convertido y yo no haría esto por nada ni por nadie, pero a mí
Dios me habló de que la persona para predicar es usted a
pesar de que tenía a un evangelista para que nos compartiera
la Palabra.
-Pastor pues si Dios le habló pues estoy más que
dispuesto a ir y hablar mí testimonio y compartirlo con los
hermanos – Yiye sonrió.
-Perfecto, pues como debe de ser y como Dios me lo
demostró. Estaremos siete días de campaña y en todos los
días de corrido queremos que usted esté allí compartiendo la
Palabra con nosotros ¿podemos entonces contar con usted?
¿Usted vendrá?
En ese momento Yiye tragó entero.
¡¿Siete días?! - Gritó para sus adentros, en la voz de sus
pensamientos y parecía comenzar a sudar disimulando muy
bien frente a aquel Pastor mientras su rostro se ponía más
pálido y parecía irse en blanco. Sin casi ya poder esconder su
temor y temblor, esta vez respondió luego de la pausa y del
trabajoso disimulo:
- Voy.
Esa noche, encerrado en oración le dijo al Señor: -Señor,
la primera noche predico sobre mi testimonio y después…
¿Qué hago?
La primera noche, predicando sobre su testimonio, fue una
noche poderosa en donde Dios se glorificó grandemente y
mucha gente pasó a entregarse a Cristo, era algo
verdaderamente hermoso. Se sentía la sobrenatural presencia
del Dios vivo de forma muy palpable tocando a las almas.
Muchos de los que pasaban lloraban y se arrodillaban y le
entregaban su vida al Señor.
-¡Esta es tu noche! ¡No es otra noche! Esta es la noche
que Dios te da y no es como cualquier otra noche ¡alabado sea
Dios! ¡Alábalooo que Él vive!
Cada día, antes de cada campaña, Dios respondía
fluyendo en Yiye para dar un mensaje distinto de acuerdo a
como ponía en su sentir. Él escribía los bosquejos de la mejor
manera en la que podía; sin embargo, al terminarlos, notaba lo
muy organizados y ordenados que quedaban. Dios le estaba
ayudando. Y al final de la campaña de 7 días, ya tenía sus
primeros 7 mensajes.
…….
Había empezado otro aparente día regular en el salón de
clases en la escuela, en donde Yiye enseñaba a sus alumnos
cuando de momento le llamaron para darle una muy mala y
terrible noticia: “Ávila, a tu Papá le dio un derrame en la
agencia hípica y se lo llevaron de urgencia al hospital. Su boca
nos dicen que quedó muy virada y llegándole casi a la oreja”.
Yiye iba rápido hacia el hospital a ver a su padre, el muy
conocido en su pueblo señor Pablo Ávila. Era imposible para
Yiye el que no le pasara por la mente los días en los que él
mismo había sido el dueño de la agencia hípica de Camuy y de
la cual se había dado de baja en San Juan, pero su padre
había comprado al otro día la agencia y se había quedado con
ella. Debido a su previa y tan exagerada afición al deporte,
Yiye antes como dueño de la agencia hípica, lo había tenido
como otro deporte más, pero luego de convertido, sintió
cuando Dios mismo le había dicho que no lo quería allí y él
sencillamente obedeció.
-Si algo te puedo decir es que te van a sacar de aquí y no
va a ser algo leve. Dios no nos quiere aquí a ninguno de
nosotros.
Yiye recordaba las palabras exactas que le había dicho a
su padre mientras estaba ya frente a él en el hospital. Su padre
no podía ni tan siquiera decir una sola palabra y literalmente la
boca si le llegaba casi a la oreja. Era un terrible cuadro. No
podía tampoco ni tan siquiera moverse. El doctor permanecía
detrás de Yiye mientras él contemplaba el estado de su papá.
Nadie puede sentirse bien ante esa situación que involucre a
un familiar, mucho menos a un padre, pero dentro de Yiye
había algo más que solo sentimientos y emociones, había un
sentir en el espíritu que no dejaba que las emociones tomaran
control por encima de la fe, había toda una fortaleza y nutrición
espiritual a la cual estaba ligada su alma por su constante
tiempo de entrega a Dios y su continuo ejercicio espiritual. Era
ahora un gran atleta y campeón espiritual y conocía muy bien
el poder del Dios en el cual había creído.
-Papi… ¿Tú crees que Dios te puede sanar?
Luego de la pregunta, Pablo asintió con la cabeza y casi
de inmediato Yiye comenzó a orar por su padre.
Fue casi al instante que sucedió el milagro. LA BOCA
VOLVIÓ A SU LUGAR.
-Papi, levántate de la cama, que tú estás sano. Vámonos a
casa.
Se podía ver al médico detrás impactado y casi con la
boca abierta. Él mismo había visto y sido testigo como la boca
de Pablo Ávila milagrosamente se había vuelto a su sitio en
medio de la oración.
En lo que pareció de momento ser un balbuceo inicial por
motivo del asombro y del impacto, luego salieron las palabras
del médico:
-¡¿Pero y usted se lo va a llevar?!
Yiye sonriendo le dijo: - Doctor pero y ¿para qué usted
quiere aquí a una persona sana?
Asombrosamente Pablo se levantó. No tenía
absolutamente nada y se podía mover y podía hablar como
que si no hubiera pasado por ningún derrame.
Ya de vuelta a la casa Yiye confrontó a su Papá y le
preguntó: -Papi ¿Y ahora qué? ¿Vas a aceptar por fin al Señor
como tu Salvador o qué piensas hacer? ¿Qué prefieres el cielo
o el infierno? Tienes que decidirte.
-Hijo, yo quiero aceptar a Cristo como mi Salvador
personal y Señor de mi vida.
Yiye sonriendo hizo junto a él una oración de fe por
salvación y fue allí donde otro más en la familia ya era
propiedad de Dios.
…….
Por 45 días, Yiye estuvo junto a su esposa en la República
Dominicana, en lo que ya habría sido su primer viaje misionero
fuera de Puerto Rico. Fue un viaje que Dios les había
confirmado hasta por sueños. Un Pastor en Puerto Rico les
había ayudado a pagar los pasajes. Dios mismo le demostró a
este hombre y ministro, que Yiye debía de ir a la República
Dominicana a predicar, esto había sido después de una
predicación de Yiye en la iglesia de ese mismo Pastor. Dios le
habló en medio del culto y lo tocó.
-Págale los pasajes, él va a la República Dominicana, ya
yo se lo he demostrado claro y tú serás el que le ayudará –
Fue la voz misma de Dios en el corazón de aquel Pastor que lo
tocó y le confirmó y le hizo temblar.
En la República Dominicana, las sanidades fueron
impresionantes. Se comenzó a predicar en las iglesias y se
llegó a predicar al aire libre. Tan solo en la primera noche, los
periódicos de la ciudad comenzaron a difundir las noticias de lo
que sucedía en aquel tan especial año del 1962.
La cobertura divina, y la gloria manifestada de la misma
Shekinah, la presencia de Dios, emanaban a tal forma con todo
poder, y a tal grado, que la misma gente de alrededor, de las
casas cercanas y lejanas a las iglesias en las que se
predicaban, y que estaban enfermos, ERAN SANADOS en sus
mismos hogares sin ni tan siquiera estar en el culto. Esto
provocaba que fueran a la siguiente noche y se convertían a
Cristo.
Era aquella oración de fe, de sanidad, que se emitía con
fuerza, con fe, y que iba acompañada por el claro respaldo del
mismo Dios y Rey de Reyes; una oración que se escuchaba
siempre al final de cada predicación, y después del llamado a
los nuevos convertidos y reconciliados; una oración y un
clamor adicional con fuerza, con poder, con autoridad,
declarando la Palabra de verdad y de justicia existente en el
corazón de Dios y revelada por la Biblia: -¡Y por sus llagaaaas
FUISTEIS SANADOOO! ¡ALABALOOOO QUE ÉL VIVE!
El poder y la gloria de aquella voz que emanaba de un
corazón lleno de fe y de entrega, iba acompañada con una
espada más cortante que espada de doble filo, la Palabra de
Dios, el Verbo de Dios mismo. Se podía ver la clara presencia
de Jesús y de ángeles ministradores tocando a los enfermos,
estaban allí, no vistos por vista humana pero no dejando de
estar activos. Los ujieres y hermanos en la fe ayudaban
mientras otros vomitaban sus enfermedades y otros caían al
suelo por el poder emanado de Dios. Muchos lloraban ante el
sentir de la gloria y de la manifestación divina. Parecía que en
cada ministración había un poder nunca antes sentido por
muchos y con facilidad se podía entender el mensaje. Era un
mensaje sencillo. Apenas Yiye hablaba sobre su terrible
enfermedad de la cual había sido sanado, se podía sentir en el
ambiente como algo que se abría del mismísimo Trono de la
Gracia de Dios para preparar el camino para las sanidades y
milagros que muchos recibirían. Mientras predicaba, levantaba
varias veces su mano hacia el frente, la extendía y la
empuñaba con fuerza, con autoridad mientras Dios lo dirigía,
en el mensaje, en la oración de fe para recibir a Cristo por
parte de los que pasaban, y en el clamor por sanidad.
Las personas pasaban al final y daban testimonio de sus
sanidades. Yiye sonreía y se gozaba mientras estaba al lado
de ellos dejándoles hablar y escuchando atentamente todo lo
que compartían con él y con el público presente.
En un instante, mientras otra persona testificaba, pudo
venir a su memoria aquel hecho reciente a su conversión,
cuando comenzaba a predicar a donde quiera que lo invitaban
a dar su testimonio. Recordaba cuando comenzó a sentir
nuevamente un dolor en su cabeza que era seguro que había
sido por el pelotazo que había recibido por el Pitcher Mónico
Reyes en sus tiempos de béisbol. Luego de aquel juego,
estuvo meses que se mareaba y con dolores en ese mismo
lado de la cabeza, con náuseas y hasta con un sudor frío. Algo
le decía que estaba lesionado en el interior de su cabeza pero
los estudios médicos que se hizo nunca revelaron nada
anormal y se le quitó el dolor después de un tratamiento; sin
embargo, en aquel entonces, poco después de convertido, ya
después de un tiempo de transcurrido aquello, ahora le había
vuelto en aquel entonces el dolor en aquel mismo lugar de la
cabeza.
Mientras Yiye atendía a la vez el testimonio de sanidad de
una de las personas, y otros alababan a Dios, pasó en un
instante, como en un “flash”, el recuerdo del momento en cual
oró en su cuarto por motivo del dolor en su cabeza, recostado
a la pared, en su cama:- “Señor, yo no voy a ir a ningún
médico, quiero que seas tú que me sanes y no voy a ir a
ningún lado hasta que lo hagas ¡NO ME VOY A MOVER DE
AQUÍ!”
Pasaron las horas y nada sucedía, cuando de momento, a
las 3 a.m., se comenzaron a escuchar pasos que venían desde
el pasillo. La casa estaba cerrada, igual que la puerta, sin
embargo, Jesús abrió la puerta con facilidad sin causar
tampoco ningún daño a la cerradura. Yiye recordó como
temblaba por el poder que esta vez se sentía emanar de Jesús
en aquella manifestación. Cristo levantó su mano y tocó
exactamente y a la perfección en donde le dolía e
inmediatamente sintió un fuego entrar en su cabeza y quedó
sano al instante.
Eran ahora las palabras que Yiye escuchaba de la persona
que testificaba su sanidad en la República Dominicana:
-Sentí un calor, un fuego entrar en mí… -Decía la persona.
Yiye recordó como Jesús lo miraba fijo a los ojos después
de sanarlo y luego se volvió, salió por la misma puerta y se
escuchaban nuevamente sus pasos por el pasillo de la casa.
La puerta del cuarto permanecía todavía cerrada a pesar de
que Jesús había entrado.
-Yo soy tu sanador – Se escuchó una dulce y tierna voz
santa en eco, mientras a la vez, lentamente en aquel eco se
iba desvaneciendo pero quedando para siempre, una
afirmación poderosa de un inmortal y Todopoderoso Dios.
Luego de la persona testificar, Yiye tomó la parte
nuevamente y dijo: -Hermano, ese calor, ese fuego…ES EL
PODER DE DIOS ¡ES EL ESPÍRITU SANTO!
Todos alababan a Dios.
…….
Los Pastores llegaban a la casa en donde Yiye y su
esposa se hospedaban en su viaje misionero en la República
Dominicana para invitarlos a predicar a sus iglesias y se
seguían moviendo a predicar en la misma capital mientras los
invitaban, moviéndose también a predicar el mensaje en la
iglesia Asambleas de Dios. Todas las iglesias los querían tener
por la manifestación tan poderosa del poder de Dios y todo lo
que estaba sucediendo.
En Hania, un pueblo cercano a la capital, se llevó también
el mensaje. Era un pueblo pequeño, y esta vez se usaron
altoparlantes, lo que permitió que todo el pueblo escuchara la
Palabra de Dios.
Mientras Yiye predicaba, parecía hacer una pequeña
pausa; él caminaba de lado a lado exponiendo el mensaje. En
esa pausa breve, se detuvo de momento. Parecía de momento
ver en una rápida visión a Jesús sonriéndole detrás de los
altoparlantes mientras lo miraba. El Señor intercedía con sus
ojos cerrados y sus manos levantadas al cielo.
Yiye sonrió, se tocó un poco la nariz y siguió predicando.
Era la primera vez que predicaba con altoparlantes.
Predicó también en Santiago, y no solo en iglesias, sino
también en las cárceles. Era terrible la apariencia de los presos
en aquella cárcel y las condiciones en las que se encontraban,
pero la esperanza de la salvación llego a ellos con poder. Ni a
Yiye ni a su esposa les interesaba como se viera nadie, solo
llevar el mensaje del Señor. Dios manifestó su gloria y su
presencia en aquel complejo carcelario y muchas vidas habrían
cambiado para siempre.
…….
Esta vez la predicación en República Dominicana era en
Moca, en una pequeña iglesia con techo de zinc, a donde
también se habían llevado altoparlantes por medio de los
cuales se podía escuchar también el poderoso mensaje de
salvación. Sin embargo, la lluvia de piedras que lanzaban
sobre el techo, proyectando el rechazo de los vecinos de la
comunidad, provocaba un ruido insoportable que molestaba y
perturbaba. Sin importar el obstáculo, aunque con un poco de
dificultad para mantener el hilo del mensaje y sin poder ignorar
lo obvio, como quiera Yiye siguió predicando.
Al hacer el llamado para orar por los enfermos, algunos
vinieron a burlarse. No era fácil de momento ignorar las burlas.
-Solo sigue – escuchaba Yiye la voz de Jesús.
De momento, los mismos que habían estado tirando
piedras, estaban ayudando a llevar frente a Yiye a alguien que
todos allí conocían en aquella comunidad. Era una persona
que no podía caminar y su vivir del día a día era empujarse con
las manos, sentado en cartones para poder andar.
Yiye sentía a Jesús a sus espaldas. De momento, en la
llenura del Espíritu Santo, y en el sentir de Dios, mientras los
ojos del Señor parecían arder de momento y sin que nadie ni
tan siquiera lo pudiera ver allí presente a espaldas de Yiye, él
extendió sus manos hacia la persona, tal y como Dios le tocó
para que lo hiciera. El hecho podía transportar al pasado
cuando Jesucristo mismo estaba frente al paralítico. Ahora era
Yiye Ávila, representando al Señor como Embajador del Reino
de los Cielos y en el nombre de Jesús con fe; seguridad,
autoridad y certeza, para la gloria de Dios Padre.
-Levántate y anda- Se oyó la voz de Yiye en contraste a la
voz en el pasado de Jesús en medio del pueblo judío. Pero
ahora era en el Caribe, en una comunidad dominicana y en
una iglesia humilde y pequeña.
El hombre tomó la mano de Yiye y de momento se
comenzó a enderezar. Había un poder, una gloria, una fuerza
de la manifestación divina mediante aquella palabra. Se sentía
una esencia del mismo Trono de la gracia y que emanaba del
mismo Reino de los Cielos.
El hombre se enderezó completamente y comenzó a
caminar y luego a brincar. Caminó hacia afuera y todos lo
vieron. Aún hasta los inconversos comenzaron a alabar y a
adorar a Dios. Ya no había más piedras, ni más burlas, solo la
manifestación de la gloria de Dios seguida por el impacto
contundente de un gran milagro que era motivo de que
muchos, en ese momento, ni tan siquiera pudieran volver
todavía en sí ante el asombro del poder de Dios. Unos estaban
como en un éxtasis, otros gozosos, etc., eran muchas las
reacciones.
…….
Fueron exactamente 10 campañas y un número total de
51 predicaciones en la República Dominicana.
Ahora, de regreso a Puerto Rico, había que tomar una
decisión que no sería del nada fácil: Dejar el trabajo en el
magisterio para dedicarse de lleno a la evangelización.
El sentir de Dios en Yiye era irrevocable. Él debía de
abandonar su trabajo.
Los “peros” venían a ser ahora un obstáculo Y NO ERA
PARA MENOS. Yiye ya llevaba trabajando en el magisterio 21
años y solo dos años más de trabajo como maestro eran
necesarios para que se pudiera retirar con el pago mensual
permanente de su jubilación; es decir, PODIA RETIRARSE
CON UN PAGO MENSUAL DEL GOBIERNO. Pero necesitaba
dos años más.
Esta decisión no sería fácil para nadie y nadie la vería
como lógica.
-Señor, – Oró Yiye- quiero que me confirmes esto de una
forma más que especial, y si es tuyo confírmamelo esta misma
noche o si no, no salgo del magisterio. Tienes que confirmarme
esto a mí de una manera muy especial para que no quede
duda alguna.
Esa misma noche, sintió de momento una presencia en su
habitación. Alguien estaba detrás de Él de pie. Yiye se había
quedado dormido orando en la cama, en su cuarto personal y
no matrimonial, en donde se apartaba a muchas veces a orar y
ayunar y llegaba de los compromisos de predicación para
también apartarse.
Se volvió a mirar y allí estaba Jesús. Se había movido
caminando hacia un lado de él. Miraba un poco severo y con
los brazos cruzados.
-¡Sales de la escuela y no vuelves a trabajar más!
Luego de eso se desvaneció de la vista.
-Señor, si mañana a esta misma hora exacta vienes aquí
a este cuarto y me dices lo mismo, entonces salgo del
magisterio y no enseño más en la escuela, si no lo haces sigo
enseñando- Oró inmediatamente Yiye a la vez que veía la hora
del reloj en la muñeca de su mano.
Él no lo veía, pero Cristo Jesús seguía allí mismo
observándolo fijamente hacia un lado y con los brazos
cruzados, lo que recordaba las veces de su trato con él en
medio de la artritis. Al desvanecerse y haberse dejado de sentir
de momento, no significaba que se “había ido”. Dios siempre
está, Él es omnipresente. Solo que unas veces se deja sentir y
se manifiesta de diferentes maneras, pero está siempre allí, en
todo lugar como todo Dios.
Yiye estaba muy preocupado y le daba mucha “vuelta a la
cabeza”. Era una decisión muy difícil de tomar. La mente daba
continuos giros una y otra vez y la voluntad estaba vacilante…
¿Cómo respondería él cómo hombre y como esposo? ¿Qué
iba a hacer como padre de tres niñas pequeñas de tan solo 6,
7 y 8 años de edad? ¿Cómo y de qué iban a vivir? Y además ni
tan siquiera podía esperar dos años más para poder retirarse
recibiendo aunque fuera algo mensual...Uuuff…La grandeza de
Dios solo podía manifestarse por medio de la fe y del sacrificio;
y era seguro que otros problemas se habrían de enfrentar por
amor a la causa del mismísimo Reino de los Cielos.
Al otro día el Señor se manifestó de nuevo y el reloj
marcaba la hora exacta de la noche anterior.
-¡Que salgas de la escuela, y no trabajes más!
Jesús se desvaneció nuevamente después de su
afirmación, pero detrás de Él esta vez, había otro personaje
celestial con una vara dorada.
Por un instante Yiye había quedado como titubeante y de
momento, parecía que un tipo de “energía de fuerza” como de
color oscuro, se comenzaba a emitir desde todo su cuerpo
hacia su cabeza, la cual parecía absorber como una aspiradora
aquello, y todo se acumuló y se alojó allí. Eran sus dudas y
temor, que aprisionaban su voluntad para obedecer a Dios.
El ángel, antes de desvanecerse también y, sonriendo,
levantó la vara y le golpeó fuertemente en la cabeza, en donde
todo aquello se había seguidamente acumulado. Yiye cayó de
la cama al piso desplomado.
…….
-Mi tiempo en el magisterio ha terminado ya- conversaba
seriamente Yiye con su esposa al otro día, encerrados ambos
en el cuarto - Voy mañana al Departamento de Educación a
renunciar a mi trabajo. Si sucede algo que tenga que volver y
regresar a trabajar lo hago, pero de aquí en adelante Dios
suplirá. Te prometo como esposo que la única forma que
regrese a trabajar será que Dios NO supla como prometió, lo
cual no será así porque Él es fiel a sus promesas.
En medio de la pausa de silencio de ambos, pasaban
todavía por la cabeza algunos temores y algo de susto pero a
un nivel más leve, ya que la esposa de Yiye sabía que ese
momento tarde o temprano iba a llegar, y ya sencillamente,
había llegado. Ya la decisión estaba hecha y solo quedaba
ponerla en acción. A la vez, por medio de experiencias
espirituales poderosas ya vividas de ambos con el Señor, se
desvanecían las dudas y sabían que Dios siempre supliría.
Muchos maestros y compañeros de magisterio visitaban a
Yiye ahora a la casa para tratar de persuadirle que no dejara
su trabajo. Algunos en la escuela no dudaban en decirle hasta
que estaba loco.
-¡¿Qué?! Amigo pero usted… ¿Está loco? Te quedan dos
años para recibir tu retiro y tienes un trabajo seguro. Espera al
menos tu retiro si quiera… ¿De qué vas a vivir? ¿De aire?
Usted tiene tres niñas pequeñas y una mujer. Yiye, no sé qué
te pasa pero mira a ver que no estés mal de la cabeza o algo
te pasó que estás tomando decisiones precipitadas. Piensa
bien las cosas y déjate de eso, usa la lógica y RAZONA.
Era difícil también con los estudiantes. Todos siempre
querían tomar clases con Yiye Ávila y ahora presentaba su
renuncia. Muchos hasta casi lloraban diciendo que “no los
abandonara” y que querían que él siguiera impartiendo sus
enseñanzas e iban también hasta su misma casa a suplicar y
tratar de hacerle cambiar de opinión y habían hasta reclamos.
Como sea, la decisión ya se había tomado y no habría
vuelta atrás. Era el fin, y esta vez no se trataba de las
competencias en el deporte. Ahora también se trataba de otro
sacrificio adicional:
Ya no sería más maestro de química y de biología,
diciéndole no a su pensión y después de haber trabajado y
dado su vida por espacio de 21 años en esa profesión para
después no recibir ABSOLUTAMENTE NADA de allí.
Yiye recordaba y leía en la Biblia a Abraham para
fortalecerse. Abraham, conocido como “el Padre de la fe”, que
tuvo que estar dispuesto a sacrificar a su mismo hijo Isaac por
una prueba de Dios a su vida. Él había salido también de Ur de
los Caldeos obedeciendo a Dios y dejando a su tierra y
parentela.
Abraham estuvo siempre dispuesto a dar lo que más
amaba, incluido a su propio hijo Isaac y sacrificarlo allí, en el
Monte Moriah, en donde, mucho tiempo después, allí mismo,
Jesucristo se sacrificaría y entregaría por la humanidad entera
como forma visible de Dios y como Hijo Unigénito del Padre.
Cristo no solo se entregó amando al Padre y cediendo todo su
ser luego de una lucha espiritual terrible en el Getsemaní, sino
que también el Padre lo entregó todo: A SU HIJO.
En Yiye habían ahora tres entregas definitivas, fuertes,
difíciles y necesarias: El deporte, su profesión, y la tercera
sería constante: Su familia. Era seguro que tendría que salir a
predicar cuando Dios comenzara a suplir abriendo puertas, y
para ello tendría que dejar muchas veces a su familia mientras
realizara las campañas y eventos.
- Lléname de fuerzas Señor y dirígeme a hacer tu
soberana voluntad- Se podía escuchar aquella noche a Yiye
orando de corazón ante lo que ahora sería otra nueva etapa de
su vida.
Fue entonces cuando escuchó la voz del Señor:
-Quiero que pongas altoparlantes en el techo de tu casa y
le prediques por ese medio a la gente del caserío y del pueblo.
Yiye abrió los ojos.
-Señor Jesús… Bueno… Solo espero que si me meten
preso tú me saques de la cárcel.
Jesús sonrió y Yiye lo pudo sentir.
Tenía un poco de temor, pero estaba dispuesto aunque
fuera temblando a obedecer la voz de Dios.
5
La aversión
…….
Llegó aquel día un hermano en la fe, creyente, con algo
bien importante para hablar. Él tenía un programa cristiano en
una emisora radial que estaba en el pueblo de Arecibo.
-Yiye, yo siento de parte de Dios cederte el espacio de
este programa radial porque yo me voy a vivir para los Estados
Unidos continentales, fuera de Puerto Rico. Este es mi sentir
de parte de Dios pero solo tengo la petición de que no le
cambies nunca el nombre a este programa de radio. Te lo cedo
de parte de Dios con mucho amor, pero el nombre no debe de
cambiar y tiene siempre que ser el mismo.
El nombre de mi programa es “Cristo Viene”.
-Muy bien – Respondió Yiye- , estoy de acuerdo, yo
también creo en el arrebatamiento y en la Segunda Venida de
Cristo.
El sótano en donde antes habría sido su gimnasio, ahora
era un lugar en donde se hacían cultos todos los sábados con
evangelistas y un lugar especial que se tomaba para orar. Se
llenaba continuamente de hermanos en la fe y se comenzaron
a recibir cartas de peticiones para oración. La pequeña oficinita
ministerial ahora se había bajado también para el sótano de la
casa. A medida de que todo crecía, Yiye aceptaba esta vez
compromisos de campañas de varios días seguidos en Puerto
Rico; su esposa dirigía los cultos y el devocional y sus hijas
llevaban la guitarra y el acordeón de teclas para tocarlos.
Yiye contestaba las cartas personalmente, pero cuando ya
todo crecía, se comenzaron a hacer circulares que se les
colocaba un nota para que las personas supieran que se
estaban leyendo sus cartas y orando por sus peticiones. Entre
su esposa, hijas y sobrinos, preparaban los tratados.
Saliendo de compras, Yiye junto a su esposa y tres hijas,
cada uno repartía un paquete completo de tratados; en las
compras o a donde quiera que fueran.
6
La partida
…….
Se veía el rostro severo y furioso de aquel personaje rubio
y maligno. Sus ojos, rojos de maldad, humeaban de coraje e
ira mientras escuchaba el reporte.
-Traté de desanimarlo y lo ataqué con problemas usando
todo mi poder pero solo se encerró en un ayuno – Testificaba la
criatura alada que tenía una forma de lo que parecía ser como
una especie de lagartija gigante que, de forma natural, hacía
un movimiento con la lengua como las serpientes: Sacándola
al exterior, haciéndola vibrar rápidamente, para luego
regresarla a la boca de forma acelerada.
Sus dientes, los cuales eran imperfectos e inexactos, los
unos de los otros, parecían más bien ser unos amarillentos y
espantosos colmillos, los cuales también dejaba al descubierto
por medio de una expresión de miedo ante el enemigo de las
almas mientras le daba las noticias.
En ese momento, Lucifer furioso lo abofeteó tan fuerte que
lo expulsó contra una gótica pared, parte de aquel horrible y
sombrío lugar y pared contra la cual, la criatura se estrelló
fuertemente y cayó derribada, dejándola marcada con su
silueta.
-Si NO sirves, NO sirves. Las cosas las tiene ahora que
hacer uno mismo, ¡DIME! ¿Acaso no eres tú un demonio muy
poderoso? ¿De qué me sirve que seas líder si eres inservible?
–Declaró el maligno a la vez que hizo un “chasquido” de dedos
y las alas de la criatura se partieron en dos, seguidas por su
exclamar de dolor y de tormento.
-Yiye – Pronunció lentamente aquel nombre con profundo
asco y repugnancia, plagado de celos, odio y de envidia, pero
a la vez con un miedo mezclado con terror y temblor, que se
apoderaron del momento, de la exclamación al final y del sentir
repentino.
…….
Yiye se había sentido más que fortalecido mientras ya
estaba a pocos días de terminar el ayuno. De momento,
comenzó a sentir un insoportable malestar. Eran ya los últimos
días para terminar y entendía que había sido un ataque
espiritual del mismo enemigo. Al quitarse la ropa, y ante su
asombro, podía ahora darse cuenta de la infección que tenía
en su cuerpo, de donde salía pus en abundancia y hasta
gusanos. El malestar seguía y era indecible y se comenzó a
activar una batalla espiritual en la mente y una tentación
profunda para romper el ayuno. Se puso la mano con fe y oró y
reprendió al diablo en el nombre de Jesús y comenzó a
sentirse mejor pero la infección seguía, hasta que después fue
mejorando a los días, mientras se seguía batallando y
continuaba ya transcurriendo el tiempo para culminar el ayuno
y obtener la victoria.
En la noche, en medio de la oración, Yiye sintió al Señor
entrar en su habitación y tocarle por la espalda con su dedo
índice, como señalando.
Era ya la segunda vez que pasaba eso.
-Señor, ¿qué significa eso?
-Significa que eres señalado.
Eres llamado también a escribir un libro sobre el tema del
ayuno y a que ese libro sea una luz en medio de la ignorancia
de muchos creyentes; que sea un instrumento poderoso en
este tiempo para el crecimiento espiritual y romper los yugos
del diablo para traer fruto. Muchas vidas en este tiempo serán
revolucionadas por ese libro y entenderán la vida abundante
que yo he prometido para este momento para vivir saturados
de Mí poder y de mi bendición celestial.
…….
Trasportado en medio de un lugar en el cual no sabía
dónde era ni cómo había estado allí, Yiye miraba hacia todos
lados totalmente perdido. Parecía una amplia llanura sin fin.
-Pero… ¿Y cómo yo llegué aquí? – Se rascaba la cabeza.
De momento, vio a Jesús de pie frente a él e
inmediatamente hizo reverencia y se arrodilló.
-Señor,- Exclamó- ¿qué es este lugar?
-Es algo a lo cual te he traído para que veas, y esto mismo
ya le he revelado a otros que callan. Yo he venido
personalmente a mostrártelo. Algunos que ya le he demostrado
esto, no te conocen y no se atreverán a decírtelo.
De momento Yiye levantó la cabeza y ya Cristo no estaba
frente a él, se había desvanecido y luego reaparecido casi
inmediatamente a sus espaldas.
En el lugar en donde estaba antes Jesús, un poco más al
frente, pero no tan distante, apareció de momento una estatua.
Yiye entrecerró sus ojos para tratar de reconocerla y casi al
inmediato de reconocer quién era, abrió sus ojos aterrado y se
reincorporó.
-Pero… ¡¿Qué es esto?!
La estatua era de él mismo. No se veía realmente como
algo malo, parecía más bien un monumento y estaba él allí
sosteniendo su Biblia y aguantando un micrófono con su mano
empuñada, extendida hacia al frente y la imagen puesta en lo
que parecía ser una plataforma. Sin embargo, se comenzó a
sentir una pesadez y Yiye al ver la estatua no tuvo una buena
impresión ni un buen sentir.
La llanura en donde Yiye y Jesús estaban, se comenzó de
momento a tornar más hermosa.
-Aquellos que no tienen en cuenta Dios,- Comenzó a decir
Jesús- son saturados por espíritus de error y hasta de
inmundicia. Esta llanura que ves se parece a la que vio Lot,
que le hizo elegir a Sodoma y a Gomorra, solo por apariencias
y sin escudriñar. Han hecho idolatría de ti mi siervo, no
reconocimiento, sino idolatría, y con ella están estancando mi
obra y la estancarán. Vendrán días difíciles para Puerto Rico,
como en los días de Lot. Ellos no reconocen que soy yo y que
tú pagas un precio, te usan para tirarse indirectas y te ponen
como algo inalcanzable cuando yo NO HAGO ACEPCIÓN DE
PERSONAS. Vienen tiempos malos, muy malos.
En ese momento Yiye tembló. Un impulso eléctrico le hizo
ver los días que venían, y en lo que pareció ser un pequeño
rayo azul que golpeó suavemente su cabeza de frente, dirigido
hacia él, pudo ver lo que parecía el futuro, pero no se
encontraba en él mientras buscaba.
Se postró nuevamente ante el Señor.
-¡Señor! Mantenme vivo hasta el rapto. Tú me has dicho
varias veces que no moriré, me lo has hecho también sentir, yo
lo he predicado y lo seguiré predicando y sé que en cualquier
momento podemos volar a nuestra patria celestial.
Jesús sonrió. Se inclinó un poco ante Yiye y puso su mano
sobre su espalda. Dijo:
-Puedes seguir predicando lo que te mostré, y sí,
ciertamente no morirás. Todos serán transformados en un
momento, en un abrir y cerrar de ojos a la final trompeta que se
tocará. Todos los salvos, mueran o no, serán parte del
arrebatamiento de la iglesia, y a mis ojos los que mueren
salvos no mueren, ellos duermen, no literalmente, pero están a
la espera de su resurrección ese día. Ni aun cuando mueren
son contados por mi Padre y por mí como muertos. ELLOS NO
HAN MUERTO aun estando muertos y tú no morirás tampoco
igual que ellos no han muerto aun habiendo partido.
Pareció salir una lágrima de Yiye que le recorrió toda la
mejilla y calló al piso.
-Señor, ¡mantenme vivo hasta el rapto!
-Los que vivan para ese momento serán más que
bienaventurados porque no verán muerte, pero aun los que
mueran no morirán porque a mis ojos solo están en reposo y
no en tormento. Estimada es a mis ojos la partida de mis
santos. Decir que no morirás no es un error, y decir que vengo
pronto, tampoco lo es. Los entendidos entenderán – Siguió
diciendo Jesús en su sonrisa de triunfo y de Mesías más que
vencedor.
Yiye levantó su mirada y ya Jesús no estaba. Solo pudo
apreciar y experimentar el momento repentino en que otro rayo
cayó, esta vez del cielo, a mucha velocidad y emitiendo un
poderoso estruendo y estrellándose contra él.
En ese momento, Yiye despertó. Era tiempo de orar y
repasar el mensaje, para luego seguir en la campaña y
predicar ese día por la noche. No iba a poder dejar de meditar
en lo que acababa de ver y soñar.
…….
No se estaba haciendo para nada de fácil la predicación
esa noche en aquel país. Había veces en las cuales de
momento Yiye tenía que hacer pequeñas pausas y alguna
gente en la campaña a veces se distraía a mirar a una persona
que daba grandes gritos burlándose. Esta persona se había
hasta trepado en un lugar más alto para que se escuchar sus
burlas:
-¡Bola de locos! ¡Evangeluchos mentirosos y vividores!
¡Váyanse a trabajar mejor y a sudar de verdad cultivando en el
campo como lo hago yo! ¡Eso si es trabajo! ¡Oye, canoso, no
sea ridículo! ¡Tienes la cabeza llena de canas de tanto que
robas!
El hombre seguía diciendo más improperios y cosas sin
sentido y de momento; Yiye hizo una pausa y se sostuvo del
humilde púlpito de madera que estaba en la plataforma y cerró
sus ojos, apartó, el micrófono de su boca y comenzó a orar sin
que lo oyeran. Claramente se vio que se había detenido a orar
y algunos hermanos y pastores de alrededor comenzaron a
alabar a Dios y a orar y reprender.
-Señor Jesús,- Oró Yiye- yo he venido hasta aquí con
mucho esfuerzo a dar esta campaña, he orado, he ayunado y
todo este trabajo tan duro yo lo hago es para ti… Por favor,
permite que termine de predicar y quita las interrupciones,
apiádate de mí y de las almas que necesitan escuchar este
mensaje.
Casi al instante de haber abierto sus ojos, se escuchó un
fuerte y ensordecedor trueno seguido por el avistamiento de un
rayo que pareció partir de momento el cielo el dos. El sonido
que acompañó al rayo fue muy llamativo y característico pero
se podía sentir que venía acompañado con una ira santa y
cayó con muchas fuerzas sobre la persona que se burlaba, en
el mismo centro de la cabeza y derribándolo del lugar en donde
se había montado a burlarse, dando grandes voces.
Los que estaban en la campaña fueron corriendo a
ayudarlo. El hombre permanecía con los ojos muy
grandemente abiertos de la impresión del choque, derribado
boca arriba en el suelo y sin vida, su cuerpo humeaba.
Este suceso se comenzó a regar como pólvora a pesar de
que Yiye había prohibido rotundamente que ni tan siquiera se
mencionara de eso. Para él era un hecho que se debía de
callar porque era algo que solamente causaba tristeza, pues
significaba que un alma se había perdido esa noche.
-No quiero por nada que rieguen ni digan por allí lo que
pasó, nosotros vinimos fue a predicar de Cristo y a salvar a las
almas, y el que una vida se pierda es algo de suma tristeza
para mí.
Una persona creyente, que había estado ayudando en la
campaña estaba impresionado, no solo por aquel hecho, sino
por lo que Yiye decía en base a su postura, su actitud y su
carácter y lo compartió con alguien que conocía:
-Todo eso pasó y Yiye no quiere que se diga ni en
testimonio, sin embargo, he escuchado a algunos pastores
predicar de que “se maldiga a los enemigos y a los que se te
oponen”.
Ojalá entonces no se siga esa falsa doctrina, porque si
llega, de seguro será cuando los días sean mucho más malos
y hayan más personas amadores de sí mismos y falsos, tal y
como la Biblia dice. Dios bendiga a nuestro hermano Yiye,
siervo de Dios.
2
El cajón del diablo
-Yiye.
Se escuchó de momento la voz de Jesús en su cuarto,
llamándole por su nombre mientras oraba, ya había estado
orando por tres horas corridas pero el cansancio de la
campaña de la cual venía, estaba provocando que se estuviera
quedando dormido.
Yiye tenía los ojos rojos y era claro su agotamiento. Ante
la voz del Señor, se reincorporó, se levantó y se sentó en la
cama luego de haber estado de rodillas.
-Yiye, quiero que contrates un programa de televisión para
llevar mi palabra.
Yiye se quedó de momento de “una sola pieza”. Frío,
congelado. Hubiera podido ser más fácil pensar que de seguro
era que estaba cansado, y que debido a eso no se sentía bien
o no estaba escuchando algo real, para poner excusas de la
instrucción que acababa de oír en aquel momento. Pero no. Él
conocía muy bien la voz de Dios. En ese momento no supo
qué hacer ni decir, pero tampoco podía ignorar lo obvio. Tuvo
una extraña sensación de sentirse preso en sí mismo.
-Yiye, has estado ya en la radio, quiero ahora que
prediques por televisión.
Al nuevamente escuchar la voz de Dios por medio de la
persona de Jesús, Yiye respondió sintiéndose muy mal ante el
mandato:
-Señor, ¿cómo yo voy a salir en televisión? De cajón del
diablo para arriba le he dicho; es más, ¿qué no le he dicho?
¿Tú quieres que yo salga en televisión ahora?
-Yiye, ¿cómo tú te convertiste? ¿Cómo llegaste de forma
inicial a la verdad? ¿Cómo diste el primer paso hacia mí?
A la mente inmediatamente vino la respuesta verídica e
irrevocable de algo totalmente innegable. Había sido por un
programa de televisión de Oral Roberts.
-No te ciegues, - Le dijo el Señor- yo soy un Dios que da
vista pero los que no quieren ver, ni aun viendo ven. Quiero
usarte como instrumento para evangelizar las naciones. Los
tiempos siguen su curso. No limites a Dios. La gente va a oír
mi Palabra, yo voy a entrar en la televisión y te voy a usar a ti
para ello. Has caso a mi voz, no a tu opinión.
Yiye contrató un espacio de televisión y cuando salió el
primer programa, era imposible evitar la indignación de alguna
gente, pero muchos estaban gozosos por el trato de Dios hacia
Yiye y por la humildad de él para recibir y reconocer el trato
divino para expandirse sin límites e ir madurando
progresivamente como todo un siervo de Dios.
Era un poco difícil muchas veces el esfuerzo en algunas
predicaciones para cheques sin fondo que le daban de ofrenda
alguna gente con una responsabilidad de pago televisiva con la
cual tenía que cumplir. El ayuno y la oración y la comunión con
Dios en el lugar secreto, sencillamente, se llevaba la carga y
Dios siempre proveía. Yiye siempre recordaba cómo, al muy
recién comienzo de su ministerio, cuando predicaba antes en
la radio, le había costado mucho trabajo reunir mil dólares para
poder cumplir con pagos. En aquellos días pasados, un
predicador de nombre T.L. Osborn, pedía en avanzadas
donaciones para él también seguir predicando el evangelio.
Dios le había dicho a Yiye que le diera los mil dólares a ese
predicador de ofrenda para ayudarle. Yiye había envuelto en
una funda de papel el dinero y se lo dio personalmente al
evangelista y se fue corriendo.
Desde ese momento en adelante, Dios siempre había
proveído y proveía ahora; bendiciendo también a todo aquel
que abría la puerta para ser bendecido.
3
El lienzo
…….
-Te perdono- Fue la palabra que retumbó en aquella cárcel
frente aquel ahora preso y convicto, que no se atrevía ni a
mirarlo. Una palabra que se quedaría grabada por siempre
hasta en su celda.
El poder del perdón impactó a todos los que estaban allí.
No solo lo había dicho Yiye, sino también su esposa, que había
enfrentado también aquella batalla de forma individual primero
y por separado en un momento a parte y muy diferente.
Todos en la familia se negaron a que fuera a la silla
eléctrica cuando salió unánime el veredicto de CULPABLE por
todas las personas del jurado; pero había un crimen grabe que
se pagaría entonces con cadena perpetua.
Desde su oficina, Yiye llenaba un cheque para aquel
hombre. Así sería desde ese momento en adelante, todos los
meses, enviándole dinero.
6
Lluvia en los estadios
…….
-Yiye
Era la voz de Dios.
Yiye miraba en aquel lugar tan hermoso hacia el
firmamento, de donde venía aquella tan santa y dulce voz.
-¿Señor?
Había sido transportado en su sueño a ese lugar. Era un
clima cálido y excelente.
El lugar también brillaba mucho. Era una amplia llanura
que parecía un edén. De momento, contemplando al cielo,
pudo ver como este se abría y salía un jinete en un caballo
blanco. Sus ojos eran como llama de fuego y había en su
cabeza muchas diademas. Estaba vestido de una ropa teñida
en sangre. EL VERBO DE DIOS.
Venía cabalgando y de momento se cubrió todo de fuego y
el lugar entero pareció temblar y ser saturado completamente
por un fuerte y enceguecedor resplandor que no permitía ver
más.
-Yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para
recompensar a cada cual según sea su obra.
Yiye despertó de momento del sueño.
3
Miguel
…….
Once días se tardó en sacar el cuerpo de Noemí de
Venezuela. Los tres hijos de Noemí fueron en compañía de su
tía Doris, la hija menor de Yiye y de su esposo.
Era el momento de abrir el féretro de regreso a Puerto
Rico. Yiye y su esposa estuvieron allí de frente. Aún, a pesar
del derrame, y de lo mal que iba la condición de Yiye, estaba
todavía muy lúcido en esos momentos. Miguel estaba muy mal
y ahora también tenía que enfrentarse a esa dura realidad.
20 años después, otra hija de Yiye Ávila partía con el
Señor.
Al abrir el ataúd, se escuchó el clamar de una madre:
-¡Mira a Noemí!
La mirada de Yiye demostró dolor, en medio de su
condición, y por un instante contempló con profundo
padecimiento, hasta que fue notable la fiel fuerza espiritual y
poder y unción del Espíritu Santo que lo revistió, y su
semblante cambió: -Esa no es Noemí, ella está allá arriba, en
nuestra Patria Celestial.
Miguel salió fuera, muy turbado a llorar.
Cuando había recibido la noticia de la muerte de su
madre, días atrás, había estado con un dolor y un impacto
demasiado fuerte. No podía conseguir el descanso, hasta que
durmió después, solo unas pocas horas y abrazando el retrato
de su madre en la cama y bañado en lágrimas sin querer
soltarlo.
Repentina e inesperadamente, llegó la visión de Dios.
Todo de momento en su cuarto se transformó como en una
blanca y resplandeciente dimensión.
Allí la vio a ella, sonriendo, en un amplio paisaje y mirando
muy feliz hacia el frente, en el paraíso en donde estaba por
entrar y a donde ya había visto al Señor.
Dios trataba de consolarlo de esta manera, pero no podía
recibir consuelo, ni aun viendo aquello que era real. Su madre
ya no estaría más en vida junto a él en la tierra.
El día del funeral le tocó hablar a Miguel. Los del
ministerio, como siempre lo subestimaron, pensando que
supuestamente “se desmayaría”. Jamás hubiera podido ser
así.
Cuando la mente no está conectada a Dios, el carnal
nunca puede ver ni el potencial, ni la preparación, ni el poder
de Dios que emana de alguien. Sin las fuerzas de Dios,
quedaba demostrado una vez más, que no se podía.
7
El fin de la jornada
…….
Miguel sintió de momento cómo cayó un poder de alta
envergadura sobre la sala, y que se extendió y expandió de
inmediato por toda la casa. Estaba acostado sobre el futón y
de momento no se podía mover. Sus piernas y pies
comenzaron a arder y aquel poder lo tenía de momento rígido,
tieso e inmóvil. Sentía que era el poder de Dios.
De momento, vio frente a él que una figura que traspasaba
la puerta de la sala y luego se acercó hacia él.
Veía claramente que era su abuelo. Tal cual, en todos los
aspectos: Sonriente, sencillo y humilde. Venía con un mensaje.
Se reía de gozo mientras que a la vez decía: -Ya yo me
voy, pero ahora te toca a ti. Sigue predicando.
Señalaba al cielo y sonreía. Lo repetía de nuevo: -Ya yo
me voy, ahora te toca a ti. Eres el último.
Luego se volvió y se regresó, e inmediatamente traspasó
en la puerta de nuevo, pasando sin problemas en medio de la
materia.
Inmediatamente, Miguel dejó de estar entumecido e
inmóvil, y en medio del asombro, de las preguntas y del
impacto, brincó también preocupado a levantar su celular y
llamar a su abuela. Se trató se controlar y de no hablar como
un loco ni como alguien alarmado. Primero tenía que averiguar
y no quería transmitir preocupaciones ni sobresaltos. Saludó
tranquilamente a su abuela y luego preguntó: - Abuelita
¿abuelo está bien?
-Sí, él está bien, está ahora descansando.
Por un momento, el pensamiento era que había partido
con el Señor, y el corazón iba a las millas.
Ahora necesitaba unir y acomodar sus pensamientos en
medio del desorden de su mente ante el choque, organizarse,
detenerse y un poco y analizar aquello, en donde claramente
había un mensaje que había estado ignorando desde antes,
ante otras muchas señales y sentires precedentes,
escudándose en la fe de creer que todo sería diferente; pero
no: Era cuestión de tiempo para Yiye partir. Era lo que Dios
había ya decidido.
…….
Yiye estaba en ese momento ante un ardor de pecho.
Sentía una presión torácica prolongada que luego se extendía
hasta la espalda, los brazos y los hombros, sobre todo el lado
izquierdo.
Ya estaban presentes los miembros principales del
personal de su ministerio y habían hecho un círculo de oración,
moviéndose en fe, como Yiye les había enseñado y sin llamar
ayuda médica.
Yiye de momento los miró fijo, uno a uno. Su mirada
penetrante parecía revelar el corazón de cada cual y verles de
una forma más profunda, todo lo que había plagado al ser de
cada uno, sus pensamientos, su humanidad, sus temores.
Era una hora de madrugada. Fue en ese momento cuando
Yiye, como siempre en sus experiencias con Jesús, comenzó a
escuchar pasos que se acercaban pero que él ya sabía que no
eran de nadie de los que le estaban acompañando allí en el
sótano, ni de nadie más que se acercaba por las escaleras
hacia abajo que fuera de su ministerio.
Esos pasos él los conocía muy bien. Eran los pasos de
Jesús.
Esta vez los pasos cesaron, y ya el Señor estaba allí,
frente a él, cubierto con su manto blanco y sonriéndole
brillante, con ese rostro de amor y de paz, extendiendo su
mano hacia Yiye.
Mientras los que rodeaban a Yiye oraban, podían ser
testigos de como él iba cayendo hacia atrás, lentamente en su
cama, en donde estaba sentado. En otra esfera se veía como
Yiye tomaba las manos de Jesús y le abrazaba.
-¡Jesús! ¡Te amo!
Al fin Yiye podía hablar. Tomó de la mano al Señor, y esta
vez eran los pasos suyos y los del Maestro que se escuchaban
retirándose, mientras su cuerpo ya estaba sin vida en su cama.
…….
Miguel se sentía animado esa mañana. Era un culto de los
viernes en donde, como de costumbre, iba a trabajar en las
cámaras, especialmente en la cámara que siempre le ponían a
hacer: La cámara dos. Esa madrugada, había sentido una
ministración poderosa de parte de Dios y sentía como si
espiritualmente, le hubieran transmitido un ánimo, un gozo y
una contentura poderosa que venía del mismo cielo.
Mientras estaba montado, para hacer la cámara, veía
como algunos de los empleados y jefes principales, y el jefe
mayor, se subieron en la programación en vivo para dar unas
palabras.
El individuo habló y dijo: -Queremos notificarle a los
hermanos, muy dolorosamente, que el hermano Yiye, partió
con el Señor esta madrugada.
Miguel de momento sintió entumecerse detrás de la
bendita cámara donde siempre lo tenían. El entumecimiento se
fue cambiando por profundo dolor y a la vez de mucha rabia,
mezclada con cólera y turbación. Se comenzaron a mezclar de
momento, en una carga interminable e imposible, todas las
veces que le habían hecho al vida imposible por tanto tiempo
en ese lugar, más otras muchas cosas que eran dardos
indetenibles y continuos por causa de ser el nieto de Yiye. Y NI
SIQUIERA LE LLAMARON PARA QUE FUERA A VERLE
MIENTRAS FALLECIA EN SU SÓTANO. Nadie le había dicho
nada tampoco desde que había llegado a trabajar al culto del
canal, a las ocho de la mañana, y ahora, a las nueve y media
de la mañana, en vivo, experimentaría por primera vez el ser
víctima de uno de los niveles más bajos de la maquinación y
perversión humana por parte de un individuo que era seguido
por su séquito de aduladores.
Soltó inmediatamente la cámara.
-¡Releven la cámara dos! - Se escuchó gritar al director de
turno.
Solo pudo ir a casa de su abuela y escoger junto a su
familia, la ropa que se usaría para vestir el cuerpo de Yiye.
Luego, sin saber qué hacer, como si hubiera recibido un
fuerte golpe de un tronco, muy turbado y confundido, regresó a
su trabajo, en donde la prensa lo entrevistó. Era más conocido
ahora en Puerto Rico por causa de las difamaciones de un
activista homosexual, que usaría los mismos medios seculares
para atacarlo, habiendo provocado un escándalo, y que como
era costumbre en Puerto Rico, la gente creería todo lo que la
prensa dijera con noticias falsas; quedando después en ridículo
cuando se probó que todo era falso. Los ataques para ese
momento también habían sido muy fuertes por Facebook por
mucha gente cegada por la mentira de un busca pauta caído,
que lo menos que se podía llamar era “activista”.
Miguel fue a su casa, y golpeó con mucha ira un saco de
boxeo con el que se ejercitaba, a puño cerrado, y arrancó
después el saco y lo tiró contra el piso y salió al patio de su
casa. Cayó de rodillas y miró al cielo exclamando a Dios: -¡Por
esto y más yo no quería este camino! ¡No quería predicar!
¡Estoy harto de esta basura de gente!
Empuñaba fuertemente sus manos con mucho coraje y
dolor y de momento comenzó a sentir la presencia de la misma
opresión a sus espaldas.
-Es que solo eres un camarógrafo, un empleado más, y ya
está evidenciado.
Lucifer reía junto a dos demonios más y emitía el ataque.
Hubo un silencio de unos minutos y Miguel apretó la grama y la
arrancó.
-No. No soy solo un camarógrafo más. La sangre que llevo
te perturba y la persecución por ella que llevo en este país tú
mismo la evidencias. Como Padre de mentira siempre te
contradices, y conozco tu voz y la distingo, a pesar de mi dolor.
Nunca has ganado ni ganarás. Soy humano, pero no
derrotado, tu sí has sido ya VENCIDO.
El semblante del enemigo cambió a uno de ira.
Miguel no lo veía en esa ocasión, pero lo podía sentir. Las
experiencias espirituales poderosas que había tenido al
comienzo de su llamado, no habían sido solo con Jesús. Lo
espiritual no solo incluye a Jesús y a los ángeles, también a
satanás y a los demonios.
-Es como si no fueras familia – Se escuchó una voz ahora
más tenebrosa y saturada de maldad.
-¡Pero lo soy! Estoy unido por la misma sangre.
Otra voz muy diferente se pudo de momento escuchar: -
Ora por ellos, clama por ellos, intercede por ellos.
-Me pides algo muy difícil ahora Dios – Contestó Miguel
No podía ni tan siquiera orar, no podía hacer nada en esos
momentos, se sentía inútil. Se mezclaba ahora el momento en
el que su madre Noemí, cuando era niño, apretaba
fuertemente su mano mientras se iba a tirar una fotografía con
él y sus hermanas.
Su tía, la media hermana de su padre, estaba mirando y
tenía celos de su madre y le castigaría después seguramente,
razón por la cual tuvo temor e hizo un gesto para que su madre
no le apretara la mano y la soltó, sin embargo, su madre la
sostuvo.
Ese recuerdo se quedaría pegado para siempre y reviviría
con más poder frente al féretro de su madre, cuando hubiese
querido sostener su mano con fuerzas.
-Mis sobrinos y los hijos de otra gente saben hasta viajar
solos en avión y saben de todo, por eso es mi frustración, yo
quiero que ustedes también se defiendan y sepan hacer las
cosas,- Escuchaba Miguel en el recuerdo la voz de su madre
mientras ella se disculpaba de una pelea.
-El culpable no soy yo, yo no fui el que me casé ni elegí
estar donde estoy, sencillamente nací y he hecho milagros más
bien – Miguel tenía quince años.
(FOTOS)
En la Universidad y en el béisbol
En el físico culturismo y junto a quienes entrenaba
Campañas, trabajo evangelístico, milagros…
Ejercicios en el sótano…
Últimos meses…
ARTE…
Familia…
Yiye junto a su esposa Yeya…