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Este libro presenta una gran variedad de

experiencias sobrenaturales que Dios le ha


concedido a nuestro hermano Yiye Ávila
desde que éste entregó su vida a Jesucristo.
El Hno. Yiye nos expresa: “Han sido
muchísimas las experiencias que he tenido
personalmente con Jesucristo. Mientras
revisaba y corregía cada uno de ellas sentía
una bendición muy especial. Recordaba con
exactitud cada momento que tuve con mi
Señor”.
Es el deseo del Hno. Yiye que cada lector
pueda entrar en una búsqueda más personal
y ver que Jesucristo está dispuesto a tener
experiencias con todo el que le busque en
espíritu y en verdad.
ÍNDICE

Dedicatoria ..............................................................................................6
Prefacio .....................................................................................................7
Introducción ...........................................................................................9
El Pelotazo ............................................................................................ 11
Primera vez que Dios me habla ................................................. 12
Dios me muestra que la idolatría es pecado ....................... 13
Mi mamá en el cielo ......................................................................... 15
Confirmación de salvación ........................................................... 17
Bautismo en el Espíritu Santo ..................................................... 18
Altoparlantes en el techo .............................................................. 19
Otra vez el Pelotazo ......................................................................... 22
Llamado a predicar la Palabra .................................................... 23
Dios me suple todo lo necesario ............................................... 24
Primeros 7 Mensajes........................................................................ 25
Conversión de mi papá................................................................... 26
Los Correazos ...................................................................................... 28
Salida de la Escuela .......................................................................... 29
Mis tres sacrificios ............................................................................ 30
Besos de Jesús..................................................................................... 31
Visión de Jesús en la Plataforma ............................................... 31
Primera Salida a Estados Unidos ............................................... 32
Frutas y vegetales ............................................................................. 32
41 días de ayuno ................................................................................ 34
21 días de ayuno ................................................................................ 40
La mano .................................................................................................. 40
Testimonios de "la mano" ............................................................ 41
Yiye, no toques a las puertas de nadie ................................... 43
Me quedé dormido........................................................................... 45
Sonríe, Cristo te ama ....................................................................... 46
"Se fue" .................................................................................................. 47
Ayunos .................................................................................................... 47
Primero el cajón del diablo, luego primer programa de
televisión ............................................................................................... 48
Dolor en el corazón .......................................................................... 51
Experiencias con el Rapto ............................................................. 52
Enoc .......................................................................................................... 53
Arrebatamiento de la Iglesia ....................................................... 53
La Segunda Venida ........................................................................... 55
Cuando los santos marchen ya ................................................... 56
Los primeros ........................................................................................ 57
Paloma en lo alto .............................................................................. 57
Sentido del humor de Dios .......................................................... 58
Cuando me caí .................................................................................... 58
Paralítica frente al Nuevo Circo ................................................. 59
María a la izquierda y Jesús a la derecha .............................. 60
Hombro Izquierdo ............................................................................ 61
El ángel ................................................................................................... 62
Lluvia a cántaros ................................................................................ 64
Una tormenta ...................................................................................... 64
Carreteras inundadas ...................................................................... 65
"Vine a matarle" ................................................................................ 66
Muchacha endemoniada ............................................................... 67
Mudo ....................................................................................................... 68
Pen y Maíz............................................................................................. 70
Dame una revelación importante ............................................. 71
Resplandor de luz ............................................................................. 72
Robo del vehículo ............................................................................. 72
Grabadora desconectada............................................................... 73
Te voy a enseñar a danzar ............................................................ 74
El Zapatazo ........................................................................................... 75
El Pañuelo.............................................................................................. 76
Muchacha en "bendición" ............................................................ 77
Tierra al rostro del Pastor ............................................................. 78
Aceite....................................................................................................... 78
Más del 1980 ....................................................................................... 79
Conclusión ............................................................................................ 80
Dedicatoria

Dedico este libro a mi señor JESUCRISTO, El es la figura


principal, no solo de esta obra, sino también de mi vida, mi
familia y mi ministerio.

Solo a Él, a quien tanto amo, y por quien nuestra alma recibió
vida, significado y propósitos. Ha sido Él el único que me ha
movido a hacer todo lo que he hecho y sigo realizando, para
su gloria.

A Él, porque es en Su sólo nombre, que nuestras oraciones


son hechas, escuchadas y contestadas. Él es único y único Su
nombre: Jesús, el Hijo del Todopoderoso Dios.

“Me postrare hacia tu santo nombre templo, y alabaré tu


nombre por tu misericordia, y tu palabra sobre todas las
cosas. El día que clamé, me respondiste; me fortaleciste con
vigor en mi alma” (Salmo 138:2-3)
Prefacio

Jamás pensé que esto se hiciera una realidad. Nunca estuvo


en mi agenda, no me interesaba Dios. Yo, tenía otros planes,
y no eran precisamente predicar la Palabra. Ni nada por el
estilo. Quería vivir a mi manera y hacer mi vida y mi agenda,
independiente de Dios. Andaba.... "en la vanidad de mi
mente, teniendo el entendimiento entenebrecido. Ajeno de
la vida de Dios por la ignorancia que había en mí, por la
dureza de mi corazón" (Efesios 4:17-18.)
¡Como alabo a Dios y le doy gracias por su misericordia,
porque fue su agenda la que se cumplió en mi vida y no la
mía! "porque mis pensamientos no son vuestros
pensamientos, ni vuestros caminos, dijo Jehová" (Isaías 55:8).
Dios es Dios de orden y de propósitos. Él vive en la eternidad,
por lo que no tuvo que ir a preparar un plan. Su propósito.
Su finalidad y sentido para mi vida ya los había definido. Me
había llamado antes que yo existiese y no lo sabía. "Antes
que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses
te santifique, te di por profeta a las naciones" (Jeremías. 1:5).
El señor me llamo a Sus lides a través de un doloroso
proceso. Tenia que rendirme y dejarlo todo por Él. No fue
fácil. Había decidido mi vida, había tomado sus riendas, sabia
lo que quería y por nada estaba dispuesto a transar mis
objetivos. Pero Dios tiene sus métodos y sabe dónde apretar
para que soltemos nuestras prioridades y se las entreguemos
a Él. es entonces y solo entonces cunado él comenzará un
maravilloso proceso con nosotros y en nosotros que nos
cambiará totalmente.
Fue en este caminar con Dios, donde he vivido mis
experiencias más increíbles y maravillosas. Quisiera
recordarlas todas, pero son algo mas de 45 años de vivir con
mi Señor y creo que no me ha sido posible recordar tantas
bendiciones. Se que no soy merecedor de ella y que solo por
su misericordia y por su infinito amor, puedo hacer a ustedes,
a través de este libro, participantes de una gran cantidad de
estas gloriosas experiencias.
Cada experiencia ha sido una elección de rendición, de
obediencia y de consagración a mi señor; y en cada una su
gran amor se ha dejado sentir. He tenido que pagar el precio,
pero doy gloria al señor porque creo que será de bendición
para multitud de personas necesitadas de Jesús. Amo a mi
Señor Jesús mas que a mi propia vida. “...Os aseguro,
hermanos, por la gloria que de vosotros tengo en nuestro
Señor Jesucristo, que cada día muero” (1 Corintios 15:31).
Hoy puedo sentarme, recordar y meditar en Mis Experiencias
con Jesús. Toda la gloria es para mí Señor.
Introducción

Cada experiencia vivida a lo largo de estos 45 años de vida


en Jesús, han sido para mi una escuela de enseñanza
espiritual como ninguna. Cada una me acerco más a Dios y
agigantó mi confianza en Él.
Entiendo, y sé por experiencia, que la vida en Dios es una de
retos, de riesgos espirituales; la desobediencia se paga cara.
Dios no comparte su gloria con nadie. Él es único y único en
Su nombre. No hay más Dios, sino sólo Él. “Yo soy Jehová, y
ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré,
aunque tu no me conociste, para que sepa desde el
nacimiento del sol, hay hasta donde se pone, que no hay mas
que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo” (Isaías 45:5-6).
Pero también sé, que la vida en Dios es la más hermosa,
fructífera y maravillosa que jamás persona alguna, pueda vivir
fuera de ÉL. No hay comparación. Las lágrimas y el
sufrimiento en Cristo, tienen una hermosa recompensa, no
en el mundo, sino en el más allá. Dios si tiene cuidado de los
Suyos. Él nunca esta lejos. “…yo estoy con vosotros todos los
días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20).
Cada experiencia con Dios me llevó a conocerle más y a
amarle más. Pero hay una experiencia que marco mi vida
para siempre. Fue dolorosa, muy dolorosa, tanto física como
emocionalmente. Fue la experiencia sobre la cual se
fundamentaron todas las demás, porque fue decisiva. Mi
futuro dependía de la decisión que yo tomara en ese
momento. La decisión era creerle a Dios y esperar en Él, o
darle la espalda en incredulidad, lo que arruinaría mi vida
para siempre. La arrogancia y la rebeldía le han costado a
muchos, su eternidad con Cristo.
Le doy gracias a Dios de todo corazón por haber segado mi
futuro en el deporte. Mi carrera como fisiculturista fue
segada en forma radical por la súbita aparición de la
enfermedad de artritis. En la cúspide de mi carrera deportiva,
cuando mejor me sentía y cuando mas logros estaba
alcanzado; Dios entro en mi vida para nunca irse. Dios en su
amor y misericordia, literalmente me arresto para Él.
Me hizo entender que. “Sus pensamientos no eran mis
pensamientos, ni mis caminos, sus caminos” (Isaías 55:8).
Estaba por comenzar una nueva vida drásticamente opuesta
a la que llevaba. “Como son más altos los cielos que la tierra,
así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis
pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:9).
Al momento no entendí, ¿Qué podía entender?, pero luego
fui entendiendo y concluí, que el llamado era radical y la
entrega era total.
El Pelotazo

Comencé a trabajar como profesor de química y biología en


la escuela de Superior de Camuy y en mi tiempo libre, me
dediqué al deporte. estaba muy activo en él. Por 15 años,
jugué béisbol de clase A y AA. Jugaba con el equipo de
Camuy. Camuy siempre tuvo un equipo que se llamaba y se
llama Camuy Arenas. Yo juagué pelota en la Clase “A” y
también en mis últimos años jugué Clase “AA”.
Yo no era aun convertido y en el ultimo año que jugué, uno
de los lanzadores del equipo contrario, llamado Mónico
Reyes me dio un pelotazo en la cabeza. ÉL era un hombre
que todo el tiempo tiraba curvas. Pero en este juego todo fue
diferente. Cuando yo esperaba que viniera una curva, el tiro
una bola recta a toda velocidad: Fue un lanzamiento alto y
adentro, que yo no pude esquivar, y me golpeó en el lado
izquierdo de la cabeza. Ese día seguí jugando y terminé el
partido. Pero después estuve días con dolor en ese lado de
la cabeza. Estuve meses que me mareaba. Me acostaba y la
casa parecía que daba vueltas a mi alrededor. Una debilidad
horrible se me apoderaba de mí y sentía náuseas y un sudor
muy frio salía de mi cuerpo. Me tocaba el lado de la cabeza
y sentía malestar interior, Algo me decía que estaba
malamente lesionado en el interior de mi cabeza. Fui al
médico, me examinaron y me hicieron estudios, pero no
revelaron nada anormal. Me dieron un tratamiento a seguir
y se me quito el dolor.
Éste fue el último año que jugué beisbol. Esto no fue por el
pelotazo, sino porque me dediqué de lleno a fisiculturismo y
a entrenar muchachos en este campo.

Primera vez que Dios me habla

Una noche en que sufría intensos dolores por mi condición


de artritis, recuerdo que le grite a Dios en mi habitación: “Ten
misericordia de mí. Sáname, mira que no puedo doblarme ni
con mi propio peso. Mira el dolor terrible en los codos y los
hombros, sáname. Esa gente que predica en las plazas dicen
que tú sanas”. Esa noche oí la voz de Dios audible por
primera vez en mi vida, entró en mi habitación y ésta templo
como si hubiera entrado un temporal y me gritó, pero como
voz de trueno: “¡TODAVÍA NO!”. Mi cuerpo templo al tiempo
que dije: “Dios mío, todavía no. Eso quiere decir que viene un
sí pronto”.
Seguía leyendo la Biblia varias horas al día, clamando por mi
sanidad. Una noche recuerdo que ante el dolor tan terrible
que seguía sufriendo, de momento sentí cierta inspiración y
me humille y dije: “Bueno Señor, ninguno de los médicos me
da ni siquiera una esperanza de que yo pueda sanarme. El
único que puede hacer algo eres tú. Sabes que yo nunca te
he servido y que me gradué de la universidad y lo menos que
tenía era interés en hacer algo para ti. Si tú me sanas, le dije
orando de rodillas, hago lo que tú me digas. Si no quieres
que regrese al deporte, no regreso. Si quieres que deje mi
trabajo, lo dejo. Estoy dispuesto a hacer lo que tú me digas,
y si quieres que predique tu Palabra, aunque no se predicar,
estoy dispuesto a hacerlo. SI TU ME SANAS YO TE SIRVO”
esta fue mi oración y me acosté. cuando desperté, levanté un
brazo con mucho cuidado, por el dolor tan terrible que sufría
y me di cuenta de que no me dolía. levante el otro brazo y
no había dolor. moví una pierna y no sentí dolor, moví la otra
y no sentí dolor. grite a toda voz: “Gloria a Dios que me
sanaste" salte y corrí por la habitación. llore, grite y di gracias
a dios. y le dije: "señor, lo que te prometí, te lo voy a cumplir.
dirígeme en lo que tengo que hacer, que yo no sé gran cosa
de ti" baje al gimnasio y entrene. luego, por cerca de seis
semanas, seguí entrenando hasta que recuperé mi fortaleza
física. de la alegría tan grande que sentía llene las paredes
del gimnasio de textos bíblicos. lleve biblias y nuevos
testamentos y entre ejercicios, les enseñaba la palabra a los
que hacían ejercicio conmigo. ellos sabían que no podía
moverme y ahora estaba completamente sano.

Dios me muestra que la idolatría es pecado

Pocos días después que recibí la sanidad de la artritis, Dios


me dio la revelación decisiva y final que puso fin a mi
idolatría. Vi un templo enorme y me acerqué y me detuve a
su entrada; estaba tan lleno de personas que no cabía una
más. Cuando miro, el que predicaba era JESÚS. Estaba frente
a la multitud con Su túnica blanca y el cabello hasta los
hombros, moviendo Sus manos como el que predica. El
templo estaba lleno de ídolos y estatuas. Él predicaba y les
señalaba las estatuas, como diciéndoles que aquello era
inmundo y trágico para ellos. Pero aquella gente, a medida
que Jesús predicaba, levantaban las manos señalándole que
no creían. Yo estaba asombrado al ver la actitud negativa de
ellos. De pronto, el Señor levantó Su mano, hizo un ademán
hacia abajo y el templo y todos los que estaban en él se
hundieron. La Biblia dice claro que los idólatras no heredarán
el reino de Dios (1 Corintios 6:9) y si no heredan el reino de
Dios, es que mueren en condenación (Apocalipsis 21:8).
Cuando desperté espantado, tiré al zafacón todo lo
relacionado a la idolatría y advertí a mi esposa que hiciera lo
mismo. Luego el Espíritu me mostró: "En los templos donde
se enseña sobre idolatría e imágenes, los corazones se
endurecen de tal manera, que, si aun el propio Jesús les
predicara, a Él mismo no le creerían". La Biblia me comprobó
esto en 1 Éxodo 20:4-5: "No te harás imagen, ni ninguna
semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo la tierra,
ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni
las honrarás". ¡Aleluya!
Luego de esta experiencia fui a visitar al sacerdote de la
iglesia católica, que era amigo mío y le pregunté: "¿Por qué
nosotros adoramos ídolos?" el sacerdote me contestó: "No,
aquí no se adora eso. Esos son los ignorantes". Yo le dije: "Si
son ignorantes, porque usted no les enseña la verdad. Usted
nunca me ha enseñado la verdad a mí". Se quedó callado,
pero manifestaba en su rostro una severa ira. Entonces, abrí
la Biblia Católica y leí Éxodo 20:4 y le confronté con la Palabra.
Aquel sacerdote me arrebato la Biblia de las manos, la lanzó
por el aire, diciendo: "Eso de todas maneras es un libro".
Recogí mi biblia, me despedí de él con un Dios te bendiga y
jamás regresé.
Salí de la iglesia católica y me refugié en la evangélica; donde
encontré que no había estatuas y solo se enseñaba la Biblia
y había un sólo nombre: JESÚS. Toda la verdad de Dios está
en la Biblia. La denominación que se salga de ella, está
perdida. Mi enfermedad ciertamente me habría enviado al
sepulcro, pero la idolatría me enviaría a la perdición eterna al
infierno. El Señor me sanó de la enfermedad del alma y de la
física.

Mi mamá en el cielo

Mi mamá, la Hna. Herminia Portalatín (Mamá Miña) se


convirtió al poco tiempo de yo haberme convertido.
Comenzó a salir conmigo a las campañas y era la que me
ayudaba en todo. Fue una cristiana firme en Cristo como
pocos cristianos que yo recuerde haber visto. Era una
intercesora de primera línea. Era una mujer que oraba cinco
o más horas diarias. Me llamaba muy temprano a orar y
orábamos en el Espíritu como nos reclama el Señor Jesucristo
que oremos. Fue una bendición muy grande y especial para
mí.
La Biblia dice que la vida del hombre es de 70 a 80 años. A
mi mamá se la llevó Dios al cielo cuando ya tenía 95 años de
edad. Para mí fue muy dolorosa su partida. Después que ella
se fue con el Señor yo oraba y le daba gracias por ella al
Señor, y siempre le decía: "Señor, te doy gracias porque mi
viejita está contigo en el cielo". Y eso se lo repetía durante
muchos días: "Señor, te doy gracias porque mi viejita está
contigo en el cielo". Yo, como no entendía lo que estaba
haciendo, seguía insistiendo. "Gracias Señor que mi viejita
está en el cielo. Gracias que te la llevaste".
Un día cuando yo terminaba de orar dándole gracias a Dios
porque mi viejita estaba en el cielo; oí de pronto la voz de
Dios muy clara decirme: "AQUÍ EN EL CIELO NO HAY
NINGUNA VIEJA. Aquí hay una jovencita muy linda que salió
de la Tierra y llegó acá arriba y está con nosotros viviendo en
el cielo". no había podido visualizar que en el cielo no hay
viejos. Los viejos que salen de aquí, cuando llegan allá están
jovencitos. Yo sólo pude decirle al Señor: “Perdóname Señor
por yo ser tan torpe. Ten misericordia de mí. Ayúdame".
¡Gloria a Dios!
Aquí hay un punto muy importante, nosotros ya no estamos
bajo la maldición que vino por el pecado de lira y Adán,
porque cuando Cristo murió en la cruz, crucificó toda
maldición. Esa maldición ya no nos afecta a nosotros. No
puede haber de ninguna forma, ninguna clase de maldición
que en nosotros opere, y cuando sobreviene es porque el
enemigo, que no respeta a Dios, lo manifiesta.
El Señor dijo en Su Palabra: "el mal no te tocará ni plaga
alguna vendrá a tu morada". No se supone que nos
enfermemos nunca. Esto es una cosa seria que sale de la boca
de Dios. "Pero Señor, le dije, yo sé que, lo que tú dices es
verdad. Yo no tengo dudas de ninguna clase. Tú estás
diciendo que no se supone que haya gente enferma en
medio de tu pueblo, pero en tu pueblo hay más gente
enferma que "yerba en los estadios". Él Señor me dijo: "Si,
porque no creen". Le dije al Señor “¿Cómo que no creen, ellos
se convirtieron a ti y tú los bautizaste con el Espíritu Santo?
Explícame eso”. En ese momento Dios me dijo: "Te lo voy a
explicar. No se supone que haya nadie enfermo en mi pueblo.
Es palabra mía. Quiere decir que cuando ellos sienten un
síntoma de enfermedad, no es una verdad, es una mentira
del diablo".
Por eso uno tiene que pararse firme y decirle al diablo: "Mi
Dios me dijo que no hay enfermedad en Su pueblo. Esto es
una mentira tuya". Si Dios promete que el mal no te tocará ni
plaga alguna tocará tu morada, entonces, si viene la
enfermedad, es una mentira de Satanás. Todo el que cree que
los síntomas de una enfermedad son reales, están diciendo
que Dios mintió.
La vejez es una maldición que vino por el pecado, pero en la
muerte de Cristo en la cruz, Él crucificó toda maldición. Si
estamos viviendo para Cristo, Él nos da inmensa fortaleza
hasta que nos lleve con Él para nuestra patria. Amén.
Entendamos que estamos en el mundo, pero no somos de
este mundo. Estamos en esta tierra donde el diablo impone
su maldición a los perdidos. Pero Dios nos colma de Su total
bendición y nos libra de la maldición satánica. Afírmate en
Cristo y Él te librará de toda maldición. ¡Gloria a Dios!

Confirmación de salvación

Ya yo estaba firme en el Señor orando ayudando y leyendo


la Biblia. Sentí en una ocasión preguntarle: "Señor,
confírmame que soy salvo". Una noche me dormí y vi a la
distancia la figura de Jesús. Sus brazos estaban extendidos.
Una multitud se movía hacía Él. Muchos pasaban frente a Él
y ni lo miraban. Otros le miraban, pero seguían adelante. Muy
pocos se detenían y volvían hacía Él. Cada vez que alguno se
volvía hacia Él yo notaba que los brazos de Jesús bajaban
lentamente y Sus manos se posaban sobre su cabeza. Yo corrí
y entré en aquella fila. Caminaba lentamente hacia delante.
Al llegar frente a Él me volví hacia Su persona. Vi cuando Sus
descendieron y Sus manos se posaron sobre mi cabeza.
Quedé despierto y me senté en la cama. Me toqué la cabeza
y un calor sobrenatural estaba sobre mí. Sabía que estaba en
Cristo y que sólo su Evangelio era la verdad de Dios.

Bautismo en el Espíritu Santo

Nunca podré olvidar la noche que el Señor me bautizó en Su


Espíritu Santo. Fui despertado de cuando el poder vino sobre
mí, entró corrientes eléctricas poderosas y me movía y me
sacudía en la cama. Al parecer corrientes de 220 voltios
corrían por todo mi cuerpo. Dios me tomó la mano derecha
y me la levantó y me habló el mensaje que yo iba a predicar.
Con voz audible me dijo: "Profecía, profecía; ese es el
mensaje". El Espíritu Santo hablaba a través de mí y alababa
a Dios y gritaba: "¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios! ¡Aleluya! “Era
una voz distinta a la mía. Desperté a todos en el vecindario.
¿Cómo yo, el maestro de la escuela, de química y biología,
me había atrevido a las 2:00 a.m., a ponerme a gritar a toda
boca y despertar a la gente? Realmente yo no me hubiese
atrevido, pero el Espíritu Santo se atrevió. El Señor hace como
Él quiere. Despertaron vecinos, pero nadie se escandalizó.
Ellos decían que no era yo, que era una voz diferente la que
oían. Estaban asustados. Mis padres, que vivían en frente, se
asomaron por la ventana y dijeron: "No vamos para allá, esa
voz no es la de él. Otro es el que está diciendo, aleluya y
gloria a Dios en esa casa". Yo no hablé una lengua esa noche,
pero estaba tan lleno del Espíritu al otro día, que decía:
"Gloria a Dios", sintiendo unas corrientes que parecía que me
iba a quemar por dentro. Era un fuego tal, que sentía que
echaba can-dela. Oraba y alababa al Señor, y el Espíritu,
como ríos de agua viva, corría por todo mi cuerpo
confirmándome que estaba en mi interior y un calor
sobrenatural seguía inundando todo mi ser. Aleluya.
Ahora, ¿qué hice yo? Le dije al Señor: "Señor, lío quiero las
lenguas. Tú me tienes que dar las lenguas", porque yo estaba
leyendo esto y yo sabía que el que hablaba lenguas, habla
con Dios y se edifica a sí mismo. Yo quería el don de lenguas.
Le estaba diciendo al Señor: "dame el don, dame género de
lenguas para yo hablar contigo por horas. Y si tú me das las
lenguas, te prometo arrodillarme en las noches y hablar en
lenguas por horas contigo". Pasaron algunos días y de
pronto, una noche, yo estaba en un sueño hablando en
lenguas y cuando desperté, sabía las lenguas. Así fue como
Dios me bautizó en el Espíritu y recibí las lenguas.

Altoparlantes en el techo

Dios me habló en una ocasión: "Pon altoparlantes en el techo


de tu casa y predica a toda la gente del caserío y del pueblo.
Usa altoparlantes fuertes que alcancen al pueblo entero". Lo
único que le dije al Señor fue: "Señor, y cuando me metan a
la cárcel, ¿tú me sacas?"
Desde mi casa, a través de una ventana se ve el caserío. El
primer día, cuando comencé a predicar la gente salía y se
quedaba en los balcones de sus apartamentos escuchando el
mensaje.
Esto era una hora. De seis a siete de la tarde estaba yo
llevándoles el mensaje de la Palabra. Pero no todo transcurrió
en paz. Algunas personas, entre ellas, uno que fue amigo mío
íntimo en el mundo, se había convertido en mi enemigo. Él
me denunció y me llevó a la policía. Les dijo: "Este hombre
está interrumpiendo con unos altoparlantes puestos en el
techo de la casa. Y yo tengo gente conmigo que no
queremos que esto siga".
Primero me mandó a decir que quitara los altoparlantes. Pero
yo no los iba a quitar, y seguí para adelante con lo que Dios
me mandó a hacer. Entonces el juez me citó y yo fui ante el
juez y este "amigo" tuvo que ir porque era él quien me
acusaba. El juez me dijo: "A usted lo acusan de que
interrumpe la tranquilidad del pueblo con unos alto-
parlantes y la gente se queja". Yo le dije: "Yo tengo los
altoparlantes arriba de la casa y de seis a siete de la noche,
que nadie está trabajando a esa hora, yo le llevo un mensaje
de la Palabra de Dios". El juez se quedó pensativo y le dijo a
los que me acusaban: "Y ustedes, ¿nunca se han quejado del
cura que tiene también altoparlantes y los pone a cualquier
hora, no a esa hora que él los pone, sino a cualquier hora e
interrumpe a todos? ¿Y por qué ustedes no se quejan?" Se
quedaron en absoluto silencio. Yo respiré hondo. "Mire, me
dijo el juez, siga predicando la Palabra a esa gente ahí,
porque a esa hora usted no interrumpe nada. Siga
predicándole la Palabra". Iba yo para mi casa casi volando.
Tenía un altoparlante subí y puse dos. Ahora tenía dos
altoparlantes para llevar la Palabra de Dios. Se oían los
mensajes hasta en la playa y para el lado contrario, pueblo
de Hatillo. Le dije al Señor: "Señor, tú me avisas marido
término".
Yo me encerraba en casa y le decía a Yeya, mi esposa: "Que
nadie me toque en la puerta hasta que yo termine". Yo
cerraba la puerta por dentro de manera que no podía entrar
nadie. En una ocasión, oí que alguien llegó a la puerta y entró.
Yo pensé: "¿Cómo es posible que haya entrado si está
cerrada por dentro”? La persona entró, caminó y se paró
detrás de mí. Yo temblé de arriba a abajo cuando entendí
que era el Señor. Estaba pegadito a mí. Yo predicando y Él
ahí parado, detrás de mí; sin moverse. Era como diciéndome
que Él estaba conmigo porque estaba siendo amenazado y
perseguido. Algunas personas estaban que hacían cualquier
cosa, hasta me amenazaron con apedrearme. Pero yo estaba
dispuesto a seguir predicando a pesar de todo. El Señor
estuvo parado detrás de mí todo el tiempo como
diciéndome: "Yo soy el que te está respaldando". Cuando
terminé el mensaje, se desapareció. ¡Gloria a Dios!
Fue un tiempo de muchas experiencias, luchas y batallas
espirituales, pero el fruto de los convertidos fue grande.
Mientras unos trataban de desanimarme, otros por el
contrario me animaban a seguir. Recibí muchas amenazas. La
gente impía y algunos que habían sido amigos míos íntimos
en el deporte eran los peores enemigos que tenía ahora. Me
amenazaron con las hijas que tenían 6, 7 y 8 años. "Esas hijas
que usted tiene, siga con eso que verá lo que les vamos a
hacer". Yo les dije: "Nada le pueden hacer, y el que las toque
se lo lleva el diablo". Yo les hablaba fuerte y claro también,
porque si uno sede se va toda la bendición. Tuve guerra hasta
que el Señor me dijo: "Quita las bocinas, que está terminado
el tiempo mío para esta gente".

Otra vez el Pelotazo

Cuando me convertí, comencé a predicar donde quiera me


invitaban. En esos días me apareció de nuevo el dolor en la
cabeza. Una noche regresé a mi hogar y me senté en la cama.
Me recosté de la pared y le dije al Señor: "Ahora yo no voy a
ir a ningún médico, tú sabes que el médico mío eres tú. Ahora
tú eres el que me vas a sanar. Yo me voy a recostar aquí y no
voy a dormir ni voy a hacer nada, hasta que tú vengas y me
sane". Pasó una hora, dos horas, tres horas y nada sucedía.
Con Dios hay que saber esperar. Eran cerca de las 3:00 a.m.,
cuando creí que alguien entraba por la puerta de enfrente de
mi hogar. Estaba todo cerrado, pero yo oía los pasos cuando
venía por el pasillo y cuando llegó a la puerta que estaba
cerrada por dentro, la abrió con toda facilidad y entró.
Era un hombre alto y estaba vestido de blanco, el cabello
largo hasta los hombros. Cuando lo vi, temblaba por el poder
tan grande que salía de Él. Se me acercó y se me quedó
mirando fijamente. Al llegar junto a mi persona, levantó la
mano y me la puso sobre la cabeza, exactamente por el lado
donde me habían dado el pelotazo. Cuando puso la mano
sentí un fuego terrible que entró a mi cabeza y quedé sano
al instante. Yo temblaba de la emoción. Cuando quitó la
mano, se me quedó mirando por un momento y luego salió.
Yo escuchaba los pasos cuando iba por el pasillo hasta que
salió fuera. Noté que el dolor desapareció y que me sentía
muy bien.

Llamado a predicar la Palabra

Visité los hogares de todos mis amigos y les prediqué de


Cristo. Muchos lo aceptaron y otros no, pero yo cumplí el
mandato de llevar este Evangelio a todos. "Id por todo el
mundo y predicad el evangelio a toda criatura" (Marcos
16:15).
Luego comencé a visitar los hospitales y a orar por los
enfermos. Muchos vomitaban echando fuera la enfermedad
y se sanaban al instante. Otros se convertían y se los refería
a los pastores. Esto lo hacía todos los días.
Un día estaba ofreciendo una clase de Biología y perdí la
concentración de la clase y entró a mi mente un mensaje de
la Palabra. Desde mi mente lo predicaba furiosamente.
Predicaba algo que ni siquiera había leído en la Biblia, pero
era tan claro el mensaje, que entendía todo. Sentía el corazón
palpitar aceleradamente y lágrimas corrían por mis mejillas.
Por la tarde en mi hogar se repitió la misma experiencia, y
otro mensaje del cielo fluyó por mi mente. Sabía que era el
llamado de Dios a predicar el Evangelio, pero le pedí
confirmación al Señor.
Pocos días después me despertó el Señor de madrugada. Oí
los pasos de alguien que venía por el pasillo y abrió la puerta
del cuarto. Entró un hombre vestido de blanco con el cabello
largo sobre los hombros, caminando lentamente hacia mí.
Me miraba fijamente, todo mi cuerpo temblaba. Se acercó,
metió Sus manos por debajo de mi cuerpo y me levantó
como a un niño recién nacido. Me sostuvo en Sus brazos y
me miraba, luego me colocó en la cama nuevamente Y se fue.
Yo podía escuchar Sus pasos mientras se alejaba. Esto no fue
emoción, fue una experiencia real, con una persona real; era
Jesús, el Hijo de Dios, que me había visitado para
confirmarme el llamado. Me recosté de la pared, 1 sentado
en la cama y bañado en lágrimas dije: "Ahora 1 sí, guíame y
como tú quieras haré. Yo no sé predicar, pero 1 tú sabrás lo
que haces conmigo".

Dios me suple todo lo necesario

Al comienzo de mi ministerio, recuerdo que comencé a


predicar la Palabra a través de la radio. Con mucho sacrificio
logré reunir $1,000.00 para pagar los compromisos
contraídos con las diferentes emisoras de radio en donde yo
exponía el mensaje de salvación. En esos días, el predicador
T.L. Osborn tenía una avanzada y estaba solicitando del
pueblo de Dios, que hiciera sus ofrendas para continuar
predicando el verdadero mensaje de Jesucristo.
Recuerdo cuando Dios me habló y me dijo que le diera los
$1,000.00 a este evangelista. Al momento no tenía el dinero
conmigo. Al otro día, llevé el dinero, pero el Hno. Osborn no
mencionó el tema de la ofrenda. Coloqué el dinero en una
funda de papel y cuando terminó el servicio, me le acerqué y
en una oportunidad, le di la funda con el dinero y me fui
corriendo.
Desde esa fecha en adelante, todo el tiempo aparecía el
dinero para cumplir con todos los compromisos radiales.
Puse mi dinero en las manos de Dios y Él se encargó de suplir
todas mis necesidades.
La Biblia dice que el que le da a Dios le presta y Él le devolverá
multiplicado. ¡Aleluya!

Primeros 7 Mensajes

El primer mensaje que prediqué en una iglesia fue mi


testimonio. Cuando terminé de predicar, otro pastor me
invitó a que llevara ese mismo mensaje a su iglesia. Fui a cada
iglesia que me invitaron y así me moví por diferentes lugares.
Entendí que esto era parte del plan de Dios para mi vida.
Pero un día me visitó un pastor muy conocido de una iglesia
Pentecostal en Arecibo y me dijo: "Mire, yo no haría esto por
nada (refiriéndose a que era un recién convertido). Yo tenía
un evangelista para predicar siete días de campaña en
Arecibo, pero el Señor me habló y me dijo que lo invitara a
usted". Quedé como muerto cuando oí siete días, pero con
temor y temblor le dije: "Voy". Pero al Señor le dije: "Señor,
el primer día doy mi testimonio y después, ¿qué hago?" La
primera noche di mi testimonio y mucha gente se convirtió.
Al otro día temprano por la madrugada, me tiré a orar y a
gritar pidiéndole al Señor el mensaje de la noche. Dios me
dio el mensaje y cada día me daba otro mensaje distinto.
Según el Señor me daba el mensaje yo lo escribía en un
papel. ¡Gloria a Dios! La victoria más grande fue, que cuan-
do terminó la campaña, yo tenía siete mensajes, ordenados
y bien bosquejados. Allí yo entendí las grandezas que Dios
tiene con los que llama y le sirven de corazón.

Conversión de mi papá

Yo era el dueño de la agencia hípica de Camuy. Lo fui por


varios años. Como me fascinaba el deporte, a la agencia la
tenía como un deporte más. Cuando me convertí al Señor, Él
me habló y me dijo: "Sal de aquí. No te quiero aquí". Yo salí
y él me dijo: "Esto es un antro de vicio y de pecado". Pero mi
papá no quiso, dijo que se quedaba. Cuando fui a darme de
baja a San Juan, él fue al otro día y dijo que la iba a comprar,
y se quedó con ella. Le hablé claro: "Te van a sacar de aquí y
no es con algo leve".
Un día cuando yo estaba en la escuela, dictando una clase,
me llamaron y me dijeron: "A su papá le dio un derrame en
la agencia hípica. Se lo llevaron de emergencia para el
hospital, porque la boca le quedó virada, le llega casi a la
oreja". Yo fui rápido al hospital y allí estaba él, con la boca
virada y ciertamente le llegaba casi a la oreja. No podía hablar
ni una palabra. Tampoco se podía mover. Me le acerqué y le
hablé: "Papi, ¿tú crees que el Señor te puede sanar?". Asintió
con la cabeza. Cuando oré, vi cuando al instante, la boca
volvió a su lugar. El médico que estaba parado detrás de mí
se impactó cuando vio el milagro. Le dije a mi papá: "Ponte
de pie papi, que estás sano. Vamos para la casa • Cuando el
doctor oyó esto, preguntó: ¿Y se lo va a llevar?" "¿Para qué
quiere usted aquí a una persona sana, doctor?", le dije.
Me llevé a papi para la casa y sentado en la sala le hablé: "Y
ahora, ¿qué vas a hacer? ¿Quieres aceptar al Señor o te
quieres ir al infierno? Escoge". Él me dijo: "No, no, yo voy a
aceptar al Señor". Entonces aceptó al Señor como su
Salvador. Jamás se volvió atrás. Dios le dio un año para que
le sirviera. Al año, sufrió un infarto. Yo no estaba en casa, ni
mi mamá; cuando llegamos, nos dieron la noticia. Ya en el
hospital, me dijo: "Órame, que la otra vez tú oraste y Dios me
sanó. Hay campaña el lunes en Humacao y yo voy contigo".
Pero Dios me había hablado: "Me lo voy a llevar. Yo le dije:
"Señor, tú eres Dios, lo que tú hagas está bien. Tú lo salvaste.
Lo tendrás asegurado para vida eterna". Mucha gente había
llegado cuando se enteraron que le había repetido el infarto.
Él era una persona muy conocida. Todos estaban observando
lo que ocurrió.
De pronto se me quedó mirando y me dijo: "El Señor me va
a llevar con Él". Le dije: "Sí, vas a estar mejor que con
nosotros". Entonces le pedí al Señor que lo bautizara con el
Espíritu Santo antes de llevárselo y así fue. Descendió el
Espíritu Santo sobre él y hablaba en lenguas. Entonces me
miró y me dijo: "¡Qué grande es el Espíritu Santo!" Inclinó la
cabeza y se fue. Fue lo último que habló en esta tierra. Fue
un tremendo testimonio para todos los que estaban en la
habitación. La gente estaba sorprendida y esto me dio la
oportunidad de predicarles. Le hablé todos los detalles de la
salvación. ¡Gloria a Dios!

Los Correazos

Estaba orando por una salida a Santo Domingo, cuando un


día me invito un pastor a predicar una campaña en su iglesia.
Cuando terminó la campaña me dijo: "El Señor me hablo y
que lo tengo que llevar a la República Dominicana. Me dijo
Yo le pago el pasaje ida y vuelta". Oré y el Señor me confirmó
el viaje y a través de un sueño, le confirmó a mi esposa
también. Fue nuestro primer viaje misionero fuera de Puerto
Rico y estuvimos 45 días laborando para e1 Señor en ese país.
Después le la campaña en República Dominicana no
teníamos transportación para regresar al lugar donde nos
hospedábamos y llamamos un taxi. El dueño del taxi no
quería cobrar el triple del costo real y Yeya, mi esposa, le
reclamó al hombre, pero yo le mandé a callar y le pagué al
taxista.
Cuando llegamos al hospedaje, había unos pastores y Yeya
les contó lo que nos había sucedido con el taxista. La regañé
y le dije que estuvo mal que le hubiera reclamado al hombre
en la forma en que lo hizo.
Luego en la habitación, Yeya me dijo que se sentía mal
porque yo la había avergonzado frente a y que mi deber era
habérselo todos esos pastores dicho a ella a solas. Yo le
contesté: "Si hice mal, que el Señor me reprenda". Me acosté
a dormir y de momento desperté y vi al Señor que se
aproximó a mí con un fuete muy largo en la mano. Yo estaba
acostado boca arriba y me puso boca abajo y comenzó a
azotarme. Yo le decía: "Me duele, Señor". Luego cuando dejó
de azotarme me puso otra vez boca arriba. Yo glorifiqué a
Dios entendiendo que Él reprende y castiga a los que ama.
Sentía gozo grande por la lección que Dios me había dado.
Desperté a Yeya y le conté lo que me había sucedido y ella
se gozó por la golpiza que el Señor me había dado. ¡Aleluya!
Actualmente en mi hogar hay paz total y comunión plena
entre Yeya y mi persona. Ella me tiene al día en todos mis
alimentos, mi ropa y otras necesidades que están
plenamente atendidas por ella. ¡Gloria a Cristo!

Salida de la Escuela

Después de la campaña en la República Dominicana, sentí un


toque de Dios para dejar mi trabajo. Llevaba 21 años
trabajando y dentro de dos años, podía retirarme con un
cheque mensual del gobierno. Aunque anhelaba la
jubilación, deseaba más hacer la voluntad del Señor, por lo
que comencé a orar para que Dios me confirmara.
Una noche orando le dije al Señor: "Si esto es tuyo,
confírmalo esta noche. Si no lo haces en una forma especial,
no salgo". Esa noche sentí que entró alguien a la habitación
y cuando miro, el Señor estaba de pie a mi lado. Me dijo:
"Sales de la escuela y no vuelves a trabajar más" y
desapareció. Oré y le dije al Señor: "Si mañana a esta misma
hora vienes aquí y me dices lo mismo, salgo, si no lo haces,
no salgo". Al otro día, el Señor regresó y me dice: "Que salgas
de la escuela, y no trabajes más" y desapareció. Me quedé
titubeante, cuando apareció un personaje que traía algo en
la mano que levantó y me dio por la cabeza, tan fuerte que
caí de la cama al piso. No pedí más confirmación, salí con la
confianza puesta en que el Señor nunca me fallaría, y así ha
sido. "Fiel es el que os llama, el cual también lo hará" (1
Tesalonicenses 5:24).

Mis tres sacrificios

Génesis 22:1-12, nos narra la ocasión en que Dios le pide a


Abraham que le entregue a su hijo, a su único hijo en
sacrificio. Abraham pudo haberse negado, tenía la opción
para hacerlo, pero conocía a Dios y lo que el Todopoderoso
le había hablado re su hijo. Les dijo entonces a sus siervos:
"Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta
Oí y adoraremos, y volveremos a vosotros" (Génesis :5).
Cuando Dios me dijo que era el momento para salir de la
escuela solo faltaban dos años para retirarme con paga del
gobierno y tanto el director de la escuela, mis compañeros
maestros y estudiantes me decían que esperara hasta cumplir
el término. Pero cuando Dios habla, es mejor obedecer. Sin
ninguna promesa de Dios de que Él me iba a sostener
económicamente, salí. Le creía Dios y nunca me ha fallado.
Besos de Jesús

Llegué de predicar a mi hogar una noche, me acosté y me


dormí. De pronto desperté y vi al Señor que entraba a la
habitación pasando por la pared. Se acercó a mí y puso Sus
manos sobre mi cabeza. Una tremenda bendición fluyó por
todo mi ser. Sentía el fluir del Espíritu Santo correr por todo
mi cuerpo. El Señor me habló: "Te estoy ungiendo para que
lleves mucho fruto". Esto implicaba una mayor bendición en
el ministerio. ¡Gloria a Dios!
Se retiró, dio la espalda, se movió hacia la pared, creí que iba
salir, pero se detuvo y se dio vuelta. Regresó hacia mi
persona. Pensé: "Más unción pero no fue así. Él se inclinó y
me besó una y otra vez en el lado de la cara. Entonces se fue
y pasó por la pared hacia fuera. ¡Gloria a Dios! Yo dije
emocionado: "Señor, yo no soy digno de esto". Escuché en
mi oído que me dijo: "Cierto es que no eres digno, pero yo
no te veo como los hermanos te ven, yo te veo como si fueras
aún un niño". Y se volvió y salió de la habitación a través de
la pared. ¡Gloria Dios!

Visión de Jesús en la Plataforma

En una ocasión, vi a Jesús predicando en una plataforma.


Algunos me tomaron y me subieron a la tarima donde Él
estaba. Yo escuché una voz que decía: "Este es el que lo va a
sustituir y bajé de la plataforma arrastrando mi rostro en
tierra".
Entonces Jesús comenzó a orar por mí. En ese momento
entendí, que el llamado a mi ministerio iba a ser uno donde
tendría que humillarme muchas veces para tener la victoria
de Dios. ¡Aleluya!

Primera Salida a Estados Unidos

Luego de esto, tuve una visión donde me vi predicando en


los Estados Unidos. Vi las ciudades, y cómo yo entraba y salía
de ellas; veía que los auditorios se llenaban y endemoniados
eran libertados. Muchas personas se sanaban y se convertían
a Jesús. Mientras veía eso, veía un mapa de los Estados
Unidos. Sabía que Dios me llamaba a ese país. Oré hasta que
Dios me confirmó salida y lugar. Las experiencias, el poder de
Dios y Su confirmación con milagros y prodigios, fueron algo
glorioso. Hubo un momento en que tuve que bautizar a un
matrimonio y cuando llegamos al lago, el agua estaba tan
helada que era imposible bautizarlos. Oramos en el
momento al Señor, para que calentara el agua y al instante,
cuando entré el pie, el agua estaba tibia y entonces bauticé
al matrimonio. Dios comenzó a salvar y a sanar a multitudes
de personas. ¡Gloria a Dios!

Frutas y vegetales

Hace varios años, estaba predicando una campaña en la


ciudad de Bridgeport, Connecticut; en agosto de 1973. Dios
me llamó a ayunar ocho días sin entregar. Al finalizar ese
ayuno comencé a alimentarme en forma muy liviana con
frutas y vegetales. Después del ayuno, y con esa
alimentación, me era muy fácil madrugar. A eso de las tres o
cuatro de la madrugada ya estaba en pie orando, y cuando
bajaba al culto con el Escuadrón "Cristo Viene", como a las
7:30 a.m., ya había orado alrededor de tres horas.
Un día orando de madrugada, de pronto oí la voz de Jesús
que me decía: "Te tengo a frutas y vegetales, para poderte
levantar diariamente de madrugada". Me quedé sorprendido
pues antes de este ayuno, yo escogía lo que creía más
saludable para mi salud. Creía que la carne era el mejor
alimento para que mi cuerpo estuviese fuerte. Estaba muy
equivocado, pues nuestro cuerpo tiene un sistema digestivo
que asimila mejor lo vegetal que los alimentos de tipo
animal.
Cuando el Señor me habló, pensé: "He estado orando
alrededor de 14 años para que Dios me dé espíritu de
fortaleza y poder madrugar a orar, y ahora el Señor dice que
frutas y vegetales es la respuesta". Era increíble, pero, hacía
ya semanas que día tras día me despertaba bien temprano a
orar. Nunca día en mi ministerio lo había logrado por tantos
Puerto Rico, Cuando regresé de la campaña seguí usando
dieta normal, y de 156 libras de peso aumenté a 164 librasen
pocos días. Un día les daba un estudio bíblico a los hermanos
del Ministerio Cristo Viene, y les decía que Dios le habló al
Hno. David Wilkerson: "Si das en oración las horas diarias que
dedicas a la televisión, verás lo que hago contigo".
El hermano vendió la televisión, comenzó a orar y ahí nació
"Teen Challenge" en donde miles de adictos a drogas se han
salvado. Al terminar de decir estas palabras, vino sobre mí el
Espíritu Santo y me habló en forma dramática por mi propia
boca, y me dijo: "Y si tú estás dispuesto a darme esas ocho
libras, podré levantarte a orar de nuevo a las cinco de la
madrugada". Entendí claramente lo que Dios me quería decir,
que volviera a las frutas y vegetales para que rebajara algunas
libras, y estuviera en la condición física adecuada para
madrugar con facilidad día tras día, y poder orar mucho más.
Con lágrimas le dije al Señor: "Señor, estoy dispuesto, no sólo
a darte ocho libras de peso, sino aun mi vida si Pera necesario
para engrandecer tu obra". A pesar de que no me agradaba
el cambio, yo obedecí la orden del Señor y desde ese día no
comas carne, sino que consagré mi dieta a alimentos tipo
energías y mis fuerzas, son superiores a las de esos años
pasados.
No ha sido un sacrificio, pues múltiples platos vegetarianos
tienen un sabor exquisito y hay una variedad muy grande de
dietas que nos hacen sentir plena satisfacción. A los 80 años
de edad, tengo una salud excelente y una gran fortaleza
física. Todavía a esta edad yo hago ejercicios que también
son un factor decisivo para una salud vigorosa.

41 días de ayuno

El ayuno del Señor, implica QUE CRISTO PONE LAS FUERZAS


Y TÚ PONES EL CUERPO. Dios pone la inquietud de ayunar
en la persona, pero eres tú, quien responde en fe aun sin
saber los días que Dios ha determinado. Él nos guiará,
sentiremos Su fortaleza y Él revelará cuándo entregar. Ese es
el ayuno del Señor.
En una ocasión entré en ayuno sencillamente porque tenía
un problema que me estaba atribulando en forma profunda.
Oré a Dios y le dije: "Voy a empezar un ayuno y no entrego,
aunque me muera, hasta que tú no me des la victoria y
resuelvas este problema y la paz y el gozo llenen mi corazón".
Con estas palabras había entrado automáticamente en el
ayuno del Señor.
Él iba a disponer los días y me iba a dar la fortaleza. Yo no
entendía aun esto, ni tenía una idea de los días que iba a
ayunar. Creo que, si hubiese sabido que eran 41 días,
probablemente hubiese sentido temor.
Los primeros días de este ayuno pasaron y sentía una
fortaleza sobrenatural. En ningún ayuno anterior sentí tanta
fortaleza. Al pasar las primeras semanas yo mismo estaba
sorprendido pues ni siquiera había sentido una debilidad. El
Señor me despertaba casi siempre alrededor de las 3:00 a.m.
a orar y clamaba como hasta las 7:00 a.m. Entonces tenía un
culto con los hermanos que me ayudaban en el ministerio y
el resto del día oraba y atendía las responsabilidades del
trabajo del Señor.
Cuando llevaba cerca de tres semanas en el ayuno me visitó
la Hna. Elsa Ayala, misionera del Señor. Mientras hablamos,
Dios le dio una visión y ella me dijo que vio una V muy
grande, y muchas otras V dentro de ella. Sentí enseguida que
esto implicaba Victoria por medio de ese ayuno.
Durante el ayuno me sucedía algo raro que me maravillaba.
Todo el tiempo sentía un sabor raro en la boca que en ningún
ayuno anterior había sentido. Parecía como si tuviera en la
boca una sustancia que producía ese sabor raro pero
agradable.
Para esos días recibí una carta de la Hna. Sally Olsen que me
decía que había tenido una revelación y vio ángeles que me
servían durante el ayuno. Algo me servían, y aquel sabor
agradable en mi boca me hacía sentir que alguna sustancia
celestial me era suministrada por los ángeles. ¡Gloria a Dios!
el ayuno del Señor y Él suplía la fortaleza.
Todos los días de madrugada Dios me daba mensaje para los
hermanos que trabajaban conmigo y me revelaba
enseñanzas importantes para ellos. Uno de los hermanos
tuvo una visión y vio ángeles eles que me traían cartas.
Entendí entonces cómo era venía todo aquel conocimiento.
En uno de esos días oraba con confianza sintiendo una gran
fortaleza física. Le decía: "Señor, aunque tenga que ayunar 40
días dame la victoria. Pero creo que no tendré que ayunar
más de 40 días pues tú ayunaste 40 y yo no soy más grande
que tú". En ese momento el Espíritu Santo me habló y me
dijo: "Pero Él dijo, que obras más grandes que esas harían".
Me quedé asombrado y no podía sacar esas palabras de mi
mente. Algo me hacía sentir que ayunaría más de 40 días.
Estaba fortalecido y tan confiado que ya nada me
atemorizaba.
Amanecía el día 27 del ayuno cuando recibí carta especial de
la Hna. Merari Castro. Me decía que el Señor le había
revelado que yo ayunaba por un problema muy grande, pero
que en siete días me daría la victoria. Siete días implicaba el
día número 33 del ayuno. Creí con toda mi alma que así sería.
Decidí entonces apartarme solo con el Señor y me encerré en
una pequeña habitación en mi hogar. Oraba entonces más
intensamente que antes. Llegó por fin la noche número 33
del ayuno. Oraba esperando la victoria y de pronto, algo
como un rayo penetró profundo a través del cielo y vino
sobre mí. Sentí que penetró profundo a través de todo mi
ser. Sentí que una paz increíble me invadió y tuve que gritar:
"Gracias, que por fin me he convertido verdaderamente a ti".
Yo era convertido. Tenía salvación. ¿Por qué grité así? Era que
sentía una libertad increíble. Algo que nunca antes había
experimentado. El gozo era sobrenatural. Estaba viviendo 'la
experiencia de la plena conversión resultado del ayuno del
Señor.
En aquel momento, el Señor comenzó a hablarme y me dijo:
¿y el problema? Le grite: "¿qué problema?". El gozo y la paz
eran tan profundos que me reía en el Espíritu sin poderlo
evitar. El Señor me siguió hablando y me dijo: "Estabas ligado
en el espíritu. Por eso estabas atribulado y triste y lleno de
tantas dudas. En el ayuno has esperado lo suficiente para yo
libertarte. Muchos de mis siervos también están ligados en el
espíritu y necesitan liberación. Necesitan entrar en mi ayuno
hasta que sean liberados y se llenen de paz, de gozo y poder
de Dios. Ya tú eres libre. Te he honrado. Te liberté en 33 días.
Es la edad de mi Hijo. Tu ayuno ha terminado".
En aquel instante sentí gritarle: "Señor, sería hacer tus obras,
y tino adicional para hacer obras mayores conforme a tu
Palabra. Esos días adicionales son para que me llenes de
poder y me des unción especial para llevar liberación a los
adictos a drogas, las rameras, los endemoniados, los
retardados mentales, los afeminados, los locos, ciegos,
mudos, paralíticos, leprosos y tantos otros oprimidos por el
diablo". Sentía una profunda aprobación del Señor y
continué el ayuno. Pasaron los 40 días y me sentía muy bien.
Sus fuerzas estaban sobre mí. Ahora durante los 40 días del
ayuno sentí debilidad en una ocasión. Estuve como dos horas
sintiéndome débil. Me senté en el piso a orar. Reprendí al
diablo y de nuevo la fortaleza usual me volvió de nuevo. El
Señor me mostró que Él me había soltado por un ratito para
que yo pudiese entender cómo hubiese sido sin Su fortaleza.
Esto es asunto de Su fortaleza y no la fuerza y resistencia
nuestra.
Al pasar 40 días con tanta fortaleza pensé que el día número
41 sería igualmente fácil, pero no fue así. En ese día una
debilidad extrema me invadió por dentro y por fuera. La piel
parecía que se me iba a quemar. Me sentía lastimado en mi
interior. Tuve que tirarme en la pequeña camita del cuarto
donde estaba encerrado y orar acostado. Fue un día de
tormento. Un martirio indecible. Pensaba: "Cómo es posible
que después de 40 días tan fáciles, en este día todo se haya
deshecho". ¿Qué pasaba? En ese momento no lo entendí,
pero luego que entregué el ayuno, Dios me reveló todo. El
Señor me mostró que Su ayuno fue de 40 días y en ese
tiempo yo ayuné con Su fortaleza. Al entrar en los 41 días, ya
yo estaba prácticamente por mi cuenta. Por eso ese día final
fue prácticamente un martirio, pero logré resistir en el ayuno
para la gloria de Dios.
Para los últimos días del ayuno el diablo me lanzó un ataque
tratando de romperme el ayuno. Sentí un malestar
insoportable. Al quitarme la ropa me quedé asombrado pues
tenía una infección en el cuerpo y salía pus en abundancia.
Me puse la mano y oré y reprendí al diablo en el nombre de
Jesús. Me sentí mejor y en pocos días la infección
desapareció.
El Señor me visitó dos veces durante el ayuno. En ambas
ocasiones yo oraba de rodillas y Él entró en la habitación y
me tocó por la espalda con su dedo. La segunda vez que lo
hizo le pregunté qué significaba eso, pues el dedo extendido
que me tocaba estaba en posición de señalar. El Espíritu me
habló y me dijo: "Eres Señalado".
Faltando pocos días para entregar el ayuno, el Señor me
habló una noche y me dijo que me tenía un Oldsmobile del
1970, y que enviara a buscarlo a cambio del que yo tenía, que
era un modelo del 1969. Envié aun hermano al "dealer" de
carros, y cuando el hermano dijo que Dios me había dicho
que aquel vehículo era para mí, el dueño comenzó a llorar
profundamente impresionado y se lo dio de inmediato a
cambio del mío. No quiso aceptar devolución de dinero de
ninguna manera. Cuando salí del ayuno, el vehículo estaba
ya estacionado en el garaje de mi casa, tal y como el Señor
me lo había mostrado.
ENTREGUÉ EL AYUNO PESANDO 129 LIBRAS. HABÍA
REBAJADO 36 LIBRAS. Al mirarme en el espejo y ver aquel
cuerpo esquelético, sólo pude decir. "Dios mío, permite que
por cada libra que he rebajado, miles de almas se salven". Así
ha sido. Fue un ayuno de victoria.
21 días de ayuno

Mi vida ha sido una de búsqueda del Señor en oración y


ayuno. Un día Dios me llamó a ayunar. Al encerrarme en el
cuarto de ayuno, no sabía cuántos días haría. Llevaba 18 días
de ayuno y en el día 19 cuando desperté, me sentí muy débil.
No podía ni levantarme. De pronto vi al Señor a mi lado y me
dijo: "VEN". Yo sentí cuando me sacó de la habitación y se
movió por el aire hacia arriba. Yo no sentía temor, pues Él iba
a mi lado. Ya, a una gran altura comenzamos a descender y
yo vi cuando entramos a mi habitación. Él desapareció, pero
yo me sentía lleno de fortaleza. ¡Aleluya! Estaba tan lleno de
energías, que corría por mi habitación. El día 19 del ayuno
oraba para que Dios me mostrara los días del ayuno, no
estaba dispuesto a entregar por nada, si Él no me hablaba.
Mientras oraba oigo a alguien que me habla y me dice: "Dos
ayes". No entendí, pero Dios me habló esa noche y me dijo:
"Dos días que te quedan del ayuno" (el día 20 y 21
respectivamente.) Después de este ayuno el ministerio
comenzó a crecer. Dios comenzó a abrir puertas para
grandes campañas evangelísticas. ANTES DE CADA
CRUZADA, ENTRABA EN VARIOS DÍAS DE AYUNO Y
ORACIÓN Y VEÍA EL RESPALDO DE DIOS SALVANDO LAS
ALMAS Y SANANDO A MUCHOS ENFERMOS. DIOS ME
HABÍA LLAMADO A UN MINISTERIO DE TIEMPO COMPLETO
Y A PREDICAR PRIN-CIPALMENTE EL MENSAJE PROFÉTICO.

La mano
Al terminar los 41 días de ayuno, el Señor me mostró que
tomara una foto de mi mano y la publicara en la revista.
Dios me había mostrado que muchos que, en fe, pusieran su
mano sobre la foto de mi mano, y oraren y reprendieran los
espíritus de enfermedad en el nombre de Jesús, se sanarían.
¡Gloria a Dios!
Esto es bíblico, los sudarios de Pablo sanaron. Dios unge y
usa lo que Él quiere para impartir bendición al pueblo. Los
huesos de Eliseo resucitaron un muerto, la sombra de Pedro
sanaba a los enfermos y la sombra ni siquiera es materia,
pero esto es asunto de fe. Hay que tener fe para recibir de
Dios. La gloria es sólo para Dios y la obra es del Espíritu
Santo.
Pondrán las manos sobre los enfermos y sanarán. Eso fue lo
que Dios hizo con muchos que, con fe en Dios, pusieron la
mano sobre mi mano. Dios fue el que la usó para sanar.
¡Amén!

Testimonios de "la mano"

Cuando se publicó la fotografía de la mano se hizo con una


condición muy clara: La foto era sólo un punto de contacto
para aumentar la fe en los enfermos. Dios me reveló que lo
hiciera y así lo hice. No es la foto de un ídolo, ni es para
recortarla y ponerla en un cuadro; sino sólo un punto de
contacto para traer sanidad a los que creen, como lo fueron
los pañuelos enviados por Pablo o la sombra de Pedro.
Apenas salió la revista comenzaron a salir testimonios de
gente sanada al poner la mano sobre la fotografía y orar al
Señor. Toda la gloria la dimos y la damos al Señor. Él no
comparte Su gloria con nadie. "Yo Jehová; este es mi nombre;
y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas" (Isaías
42:8). Hoy sólo les recuerdo algunos de estos testimonios:
Lado de la cara rojo
Una hermana tenía un lado de la cara bien rojo. Era algo
horroroso. Los hermanos le preguntaban qué era eso. La
hermana sólo decía que le había salido de un día para el otro,
pero que el Señor la sanaría. Un día, un hermano le dio la
revista La Fe en Marcha, la revista que tenía la fotografía
ungida de mi mano. Por la noche puso la foto de la mano
sobre el lado afectado y reprendió en el nombre de Jesús el
espíritu de enfermedad. Al otro día, cuando se miró al espejo
estaba completamente sana. Cuando en la iglesia la vieron se
sorprendieron, pues el milagro fue grande. El lado que antes
estaba rojo ahora estaba perfectamente sano. El color rojo
había desaparecido.
Niña con vómitos
Otra hermana nos cuenta, que una de sus niñas estaba con
vómitos fuertes, hasta el punto de que ya estaba vomitando
sangre. La madre se asustó mucho, pues la situación era de
emergencia. Pensó rápido en la revista donde aparece la
fotografía de la mano y llamó a sus niños y se pusieron a orar
por la niña. Pusieron la foto de la mano sobre su abdomen.
La niña se acostó y se quedó dormida. Al otro día, despertó
buena y sana. Desde esa fecha en adelante, sus niños creen
en la sanidad divina, pues la han visto.
Úlcera en el estómago
De acuerdo a los médicos, la esposa de un hermano padecía
de úlcera en el estómago y no podía comer nada. Había
rebajado 20 libras. Hacía cinco años que padecía de esta
enfermedad. Cuando recibieron la revista con mi mano, ella
tenía cita médica para colocarle un tubo por la boca y
tomarle unas muestras del estómago. Ya le habían sacado
dos placas.
Ella oró a Dios y se puso la revista en el ab-domen; la primera
noche no sintió nada, pero en la segunda ocasión que se
colocó la revista, nos contó que tuvo una visión. Ella dijo que
vio dos manos, una le examinaba el estómago y sintió
cuando le arrancaba una cosa del estómago. Desde ese
momento la hermana se sanó. Comenzó a comer de todo.
No ha vuelto a sentir ningún malestar. Aumentó varias libras.
Fue al médico y qué maravilla, el doctor no le encontró nada
y la dio de alta. ¡Gloria a Dios, Cristo la sanó!

Yiye, no toques a las puertas de nadie

Oraba de madrugada el día 6 de enero de 1972. Estaba de


rodillas con los codos sobre el suelo y me reclinaba sobre una
almohada que descansaba frente a mi pecho. Hacía días que
estaba apartado en ayuno y oración clamando a Dios. De
pronto sentía alguien que se movía frente a mí. Me quedé
tenso pues sentí en mi corazón que era el Señor Jesucristo.
En aquel instante me habló con voz audible y me dijo: "Yiye,
Yiye no toques a las puertas de nadie". Estaba sorprendido.
Quería preguntarle lo que me quería decir, pero no me atreví.
Él se acercó más y me dijo: "Dame acá esa almohada". Me
moví para dársela, pero Él extendió Su mano y la haló. Se
movió entonces y se colocó a mi derecha muy cerca de mí y
extendió un brazo y lo puso sobre mi espalda. Su mano
quedó sosteniéndome por la cintura. No pude resistir el amor
tan grande que sentía por Él y me recosté de Él y sentí
extender mi mano para tocarlo. Lo toqué en el antebrazo
muy cerca de la muñeca. Su brazo era semejante al de
cualquier otro varón. Le hablé entonces por primera vez y le
dije: "Te quiero Señor". Él me respondió: "Sonríe". Me sonreí
levemente y le dije: "No te vayas, Señor". Permaneció un
poco de tiempo más con Su brazo sobre mi espalda y luego,
lentamente desapareció.
Me senté y sentía el poder del Espíritu Santo sobre mi
persona. Le pregunté: "Señor, muéstrame lo que significa
cada palabra que me dijiste". Yo sentía que cada palabra que
Él me habló tenía importancia. El Espíritu empezó a
mostrarme que al llamarme por mi nombre implicaba que Él
me conocía por mi nombre, y al decirme: "No toques a las
puertas de nadie", quería decir que no pidiera a nadie, ni
pusiera mi confianza en hombres, ni esperara nada de
ninguna persona, sino sólo de Él. Al halarme la almohada
sobre la cual yo estaba reclinado, era para mostrarme que no
me recostara de nada, ni de nadie pues Él estaba disponible.
Al echarme Su brazo Y sostenerme con Su mano por la
cintura era para que yo viera que Él estaba para sostenerme
y cuando dijo: "Sonríe", implicaba que me quería contento y
lleno de gozo ya que estaba recostado de Él. Tenía que estar
alegre no importando cuántas pruebas y tribulaciones
estuviera enfrentando. ¡Gloria a Dios!

Me quedé dormido

Hace algunos años, tenía una campaña en uno de los pueblos


de Puerto Rico. Iba en mi automóvil a eso de las 7:00 de la
noche hacia el lugar. Ya estaba oscura y en una forma
increíble me quedé dormido. Pasaron como 15 a 20 minutos
y cuando desperté me quedé asombrado de que el
automóvil iba por su derecha y se movía como si el mejor
conductor lo fuese conduciendo.
Yo dije: "Dios mío, pero, ¿qué es lo que ha pasado?". El Señor
me dijo: "Que te quedaste dormido". Yo le dije: "Pero y cómo
el auto iba tan perfecto por su derecha y a la distancia
perfecta de un automóvil que iba frente al mito". El Señor me
dijo: "Es natural, porque mi ángel, que guía mejor que tú, iba
conduciendo. Mantenía la distancia, lo que tú no haces. Si él
no hubiese conducido no estarías vivo ahora mismo".
Yo le dije al Señor: "Pero ¿cómo es posible que me haya
dormido tan temprano?". Él me dijo: "Un demonio específico
te durmió. El diablo lo envió para matarte. El atentado fracasó
porque mi ángel guio por ti. Ese ángel siempre está contigo
y te guarda". Yo sencillamente le dije: "Señor, gracias por
haber impedido que me matara. Soy tuyo, y espero que me
dirijas siempre". ¡Aleluya!
Ángeles del Altísimo están siempre guardando a los hijos de
Dios de los planes del diablo contra ellos. Todos los que
hemos aceptado a Cristo tenemos ángeles que nos guardan.
Los pecadores no tienen esa bendición, pero los convertidos
a Cristo sí la tienen. Amigo, conviértase a Cristo y usted
también tendrá esa protección. La Biblia dice que Dios envía
sus ángeles para que nos cuiden en todos nuestros caminos.
¡Aleluya!
Los hijos de Dios tenemos que respetar a las autoridades ya
que ellas están puestas por Dios. Las autoridades son las que
ponen las velocidades a las que deben ir los automóviles. En
cada lugar hay velocidades diferentes y nosotros tenemos
que obedecer esos reglamentos. Si dice que la velocidad
máxima es 50 millas y usted va a 60 o más no tiene garantía
de nada. Puede responsable ya que ocurrirle entonces
cualquier accidente del cual Dios no es usted va en
desobediencia a lo puesto por el gobierno. Es como decir
usted está desobedeciendo la ley puesta por Dios a través de
Sus siervos. Guarde siempre las leyes dispuestas por Dios y
usted tendrá Su cuidado. Sus ángeles le estarán librando de
las trampas satánicas. Mientras usted va guardando lo que
establecen las carreteras, Dios está guardándolo a usted,
pero si viola las leyes puestas por Dios, no tiene garantías de
nada. ¡Aleluya!

Sonríe, Cristo te ama

En una ocasión estaba afligido por una situación y el Señor


se presentó mientras oraba y vino a fortalecerme en la fe, y
me dijo: "No toques a las puertas de nadie. Yiye, sonríete".
Desde ese momento en adelante surgió el estribillo de,
"Sonríe, Cristo te Ama".

"Se fue"

En otra ocasión, en la ciudad de Panamá me invitaron a


predicar una campaña de varios días. Cuando llegamos a la
Ciudad estaba lloviendo copiosamente. Debido a que no
podíamos dar la campaña, entré en un período de ayuno y
oración con algunos de los hermanos que me acompañaban.
A eso de las 10:00 de la noche comenzamos una batalla
espiritual para romper los planes del enemigo y estuvimos en
vigilia toda la noche. Al otro día, a las 5:00 de la madrugada
se unieron otros hermanos y continuamos con nuestra
guerra espiritual.
A eso de las 3:00 de la tarde, sentí que estaba hecho, me
levanté y grité: "Se fue". Al terminar de decir estas palabras,
comencé a danzar en el Espíritu, viendo esto como una
confirmación de que Dios había contestado nuestras
peticiones. Vimos cuando las nubes de lluvia se movieron y
entró un resplandor del sol, exclusivamente en el área donde
se iba a realizar la campaña. Esa noche pudimos celebrar la
campaña y al otro día, y los días subsiguientes tampoco
llovió. Pudimos realizar toda nuestra programación y una vez
terminada la campaña, al otro día comenzó a llover de nuevo.

Ayunos
Hace algún tiempo Dios me llamó a un ayuno de 14 días. El
ayuno era de 14 días y 14 noches. En los 46 años que llevo
sirviendo a Cristo he vivido experiencias con el Señor que me
han movido a buscarle con más y más profundidad. ¡Aleluya!
Él dice en Su Palabra: "Cuando me buscares con toda tu alma,
y con todo tu espíritu, yo seré encontrado".
En el tiempo en que le he servido Él, me ha llamado a ayunos
largos como en el de esos 14 días. Este era un ayuno
completo. En algunos casos me llamó a entregar el ayuno a
las 6:00 p.m. Eso es un ayuno pardal que tiene su valor. En
otros casos me mostró el ayuno completo entregando al otro
día a las 6:00 a.m. Ya ese es un ayuno de más bendición pues
implica un ayuno total de un día; de 6:00 a.m. al comenzar
hasta las 6:00 a.m. del otro día para entregarlo. En ese ayuno
oré en abundancia.
En otros casos me ha mostrado tres días de ayuno o una
semana (7 días) o más. Yo hacía como Él dirigía. Déjese dirigir
por el Señor y haga como Él le muestre. La Biblia dice que los
dirigidos por el Espíritu de Dios esos son Sus hijos. Amén.
Lo importante es que usted ayune al máximo que Dios le
revele y ore en esos días en abundancia. La Biblia dice que
hay demonios que no salen sino es con oración y ayuno.
¡Gloria Dios!

Primero el cajón del diablo, luego primer programa de


televisión
Yo predicaba contra la televisión con toda furia porque la
programación que transmitía era de maldad, inmoral.
Cuando Dios me dijo: "Contrata tal espacio en la televisión",
yo le dije: "Señor, cómo Yo voy a salir en la televisión, que, de
cajón del diablo para arriba, cuántas cosas le he dicho. ¿Qué
yo salga en la televisión ahora?". Dios me contestó: "Eso que
tú decías era verdad y tenías que decírselo porque eso era el
cajón del diablo. Pero ahora es diferente porque ahora es un
instrumento que voy a utilizar para evangelizar a las
naciones. Porque ahora en ese programa, se va a oír mi
Palabra. Tú estás haciendo algo que es de bendición. En lo
que la televisión hace no hay nada mío, ahora entro yo en la
televisión".
Yo contraté el espacio y cuando salió ese primer programa la
gente estaba completamente indignada. Los cristianos
estaban gozosos y cuando los otros me decían algo, yo les
contestaba: "El cajón del diablo sigue siendo el cajón del
diablo, pero yo le quité un pedazo del cajón del diablo y se
lo di a Dios". Se quedaban callados. Ahí seguimos hasta que
llegamos a una gran cantidad de programas de televisión en
California, Nueva York y en otros lugares fuera de la Isla. Esto
siguió creciendo como la espuma, no había quién lo
detuviera. Me amenazaron con apedrearme, pero nada
sucedió, si Dios es por nosotros, quién contra nosotros. Dios
jamás permitió ninguna de estas cosas.
Un día Dios me habló: "Tienes que entrar en la televisión,
pero vas a entrar en grande. Yo soy el que te voy a ayudar".
Le dije al Señor: "Si tú eres el que me vas a ayudar, no hay
problema". Ahí entonces comenzamos a hacer los trámites
para que un canal en Aguada, Puerto Rico, fuera nuestro. Más
tarde compramos otro en la ciudad de Arecibo. A estos dos
canales le pusimos el nombre de La Cadena del Milagro.
¿Por qué La Cadena del Milagro? Porque fue a fuerza de
milagros que nos íbamos moviendo. Era la única estación de
televisión en la que se oraba por los enfermos y se sanaban
y se veían los milagros. La gente venía y testificaba por la
televisión. Ahora La Cadena del Milagro cubre todo Centro y
Sur América y los Estados Unidos, México y otros lugares.
¡Precioso Jesús!
Lo último que Dios me dijo fue: "Tienes que cubrir el mundo
entero con La Cadena". Ya La Cadena del Milagro ha
contratado el último satélite que nos permite llevar nuestra
señal a cada rincón del planeta. Necesitamos movernos
rápidamente porque estamos en los últimos días. ¡Cristo
Viene Ya!
En los últimos días dijo Dios, derramaré de mi Espíritu sobre
toda carne. Al estar cubriendo el mundo entero, ya hemos
recibido llamadas de lugares que jamás habíamos pensado
llegar. Recuerdo que yo le dije: "Señor, ¿cómo me van a
entender en estos países y en cualquier país que no hable
español?" Me dijo: "Te entenderán". No volví a preguntarle
nada. Pero como a las dos semanas Él volvió a hablarme y
me dijo: "Se te olvidó una cosa que yo hice ya en tu
ministerio". " ¿Qué cosa fue?", le pregunté. "¿No te acuerdas
un día que tú estabas predicando y había un grupo de
americanos?" Cuando yo terminé de predicar fui donde ellos
y en "mi inglés", les hablé y les dije: "Yo no sabía que ustedes
venían, si lo hubiese sabido, hubiese pedido que les pusieran
un intérprete". Me dijeron: "Entendimos todo lo que usted
predicó". Les dije: "No sabía que ustedes hablan español". "Ni
una sílaba", me dijeron. "¿Y cómo entendieron?" "Eso sí que
no se lo podemos explicar. Sabíamos que usted estaba
predicando en español, pero nosotros lo estábamos
escuchando en inglés. Entendimos todo".
En ese momento oí la voz del Señor: "Así es como haré en
Rusia, China, Japón y Australia. Cuando la predicación entre
a esos países, van a entender en sus idiomas el mensaje del
Evangelio". Le dije: "Señor, verdaderamente que tú eres
grande. ¿Quién como tú entre los dioses? Los demás son de
madera, oro o plata, pero tú Señor, eres poderoso en obras
y palabras". ¡Gloria a Dios!

Dolor en el corazón

En una ocasión me sobrevino un dolor en el corazón. El dolor


era muy fuerte. Me duró como tres semanas. Yo nunca dije
nada a nadie, ni me quejé. El diablo me hablaba: "Esta noche
no prediques, mira como tienes ese corazón. El corazón está
dañado". Yo le dije: "Mi corazón es el más sano que hay en
Puerto Rico". El diablo se rió. Yo seguía predicando. No me
detenía para nada. Una noche yo estaba predicando en un
campo de Utuado, Puerto Rico. Cuando fui a orar por los
enfermos yo sentía una seguridad de Dios de que Él iba a
sanar a todos y se lo dije a la gente. "El Señor me muestra
que esta noche los va a sanar a todos". Se formó tremenda
algarabía de gozo y yo calladito le dije al Señor: "Ya mí
también". Luego cayó el poder de Dios de tal manera, que
sanó a mucha gente de terribles condiciones de salud. Llegó
el momento en que todos habían testificado, y yo le dije:
"Señor, yo te dije que a mí también". Entonces le dije a la
gente: "Yo tengo algo importante que hacer, yo me voy a
poner de espalda a ustedes y ustedes oren por mí. Esto es
muy importante para mí". Ellos comenzaron a orar con
violencia y con todo amor. Yo le dije al Señor: "Señor, a mí
también tú me tienes que haber sanado". Cuando dije esto,
bajó del cielo algo como un fuego que fluyó por el centro de
mi pecho y desapareció el dolor. ¡Gloria a Dios! Y le dije al
diablo: "No te lo dije diablo, que estaba sano. Cuando me
dijiste que yo estaba enfermo, yo estaba sano y ahora sigo
sano, no por fe, sino sano de verdad". Desde ese momento
el diablo no volvió a decir ni una palabra. Yo quedé sano
totalmente. Entonces me volví hacia la gente, a los hermanos
y les dije: "Hermanos yo tenía un dolor terrible en el pecho.
Llevaba ya tiempo con él, pero yo nunca dije nada. Estaba
esperando que Dios me sanara. Ahora, los sanó a ustedes y
yo le reclamé que tenía que sanarme a mí también".
Descendió algo que arrancó lo que había y yo estoy nuevo
también". Esa noche se desató una fiesta de alegría y de
alabanza y de testimonios por lo que Dios había hecho.
¡Gloria a Dios!

Experiencias con el Rapto

Dios me ha permitido tener unas experiencias


impresionantes sobre el Rapto de la Iglesia. Estamos viviendo
la época más hermosa que jamás hayamos vivido antes. En
cualquier momento suena la trompeta y el pueblo firme en
Cristo, será arrebatado al cielo. Ese es el Rapto de la Iglesia.

Enoc

Enoc es el tipo de rapto más perfecto que menciona la Biblia.


Dice la Palabra que andaba con Dios: "Caminó, pues, Enoc
con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios" (Génesis 5:24).
Andaba con Dios y Dios se lo llevó con Él y está arriba en el
cielo, no ha muerto, ni morirá nunca. "Por la fe Enoc fue
traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo
traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio
de haber agradado a Dios" (Hebreos 11:5). Eso es un tipo
perfecto del Rapto de la Iglesia. La gente tiene que entender
que para poder irse en el rapto tiene que andar con Dios. Ya
hay uno allá, Enoc, el primero.

Arrebatamiento de la Iglesia

"He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero


todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y
cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la
trompeta, y los muer-tos serán resucitados incorruptibles, y
nosotros sere-mos transformados" (1 Corintios 15:51-52).
Inmediatamente en ese abrir y cerrar de ojos, en ese
segundo, ya no estaremos en el cuerpo actual, nos vamos en
un cuerpo igual al de los ángeles del cielo.
Los que se queden les va a pasar como a los hijos de Israel.
Los hijos de Israel siempre han creído en Dios. El problema
de ellos es Jesucristo, ahí no han entrado todavía, o sea no
han creído aún que Jesucristo era y es para ellos, el Mesías
prometido. Pero cuando ocurra el rapto y nosotros, la iglesia
compuesta por todos los lavados por la Sangre del Cordero,
tanto gentiles como judíos volemos, Dios le va a enviar a Elías
y Moisés, "los dos testigos", quienes profetizarán vestidos de
cilicio por tres años y medio.
Fíjese que Moisés murió y Dios lo enterró. El arcángel Miguel
vino y tomó su cuerpo y cuando lo fue a levantar, el diablo
se opuso para quitárselo (Judas 9). Los ángeles son tan
fuertes y al mismo tiempo tan llenos de Dios que no hablan
nada que no les venga de parte de Dios.
Miguel no se atrevió a reprenderlo, sino que le dijo, "que el
Señor te reprenda". Cuando le dijo esto, el diablo tuvo que
soltar el cuerpo y Él se llevó el cuerpo de Moisés al cielo. Dios
mismo lo había enterrado (Deuteronomio 34:6-7). Ahora,
después del rapto, Moisés regresa con Elías a ministrarle a
Israel. Es la última oportunidad que ellos van a tener. Al
presentarse estos dos varones que eran dos héroes de ellos,
sabrán que son de Dios. Estos testigos le testificarán y
hablarán la Palabra que estará acompañada de milagros
(Apocalipsis 11:5-6). Gran cantidad de judíos se van a salvar
(Apocalipsis 10:11-12), pero otro grupo no lo va hacer.
Cuando Moisés y Elías hayan terminado su misión, se dejarán
matar por el Anticristo (Apocalipsis 11:7) y serán dejados
expuestos por tres días y medio. Posiblemente el Anticristo
haga esto para evitar lo que pudiera alegar que pasó hace
años. "Ahora, para que no vengan con el engaño de Aquel
que murió y luego dijeron que resucitó, les vamos a dejar
ante la televisión mundial, para que todo el mundo les vea".
Pero al tercer día se pondrán en pies y se levantarán ante la
mirada de todos (Apocalipsis 11:11-12). Muchos van a creer
y se van a convertir a Cristo con este suceso.
Mientras la iglesia está arriba con el Señor, los que se
perdieron el rapto estarán viviendo en carne propia la gran
tribulación. ¡Ay! de los hermanos que se queden, llorarán
lágrimas de sangre al saber lo que les espera. Esta es la época
de buscar de Dios y estar firmes. ¡ALELUYA!

La Segunda Venida

Hay dos movimientos:


• El Rapto de la Iglesia
• La Segunda Venida de Cristo

LA MUERTE
En el caso de la muerte: Unos mueren condenados y otros
mueren salvos.
Los que mueren condenados salen del cuerpo y ángeles de
Satanás se los llevan al infierno. Jamás tendrán una
oportunidad de salvación. Vivirán en eterno-tormento,
ardiendo en las llamas del infierno.
Los que mueren salvos salen del cuerpo; y ángeles de Dios
los llevan a la presencia del Señor Jesucristo. El Señor habla
con ellos y luego ordena: "Llévenlos al descanso". Ese lugar
es lo más bello que se puede imaginar. La Palabra de Dios
nos dice que ese es EL PARAÍSO. Gloria a Dios. Ahí hay
multitud de personas ya aseguradas para vida eterna. Están
en el espíritu. El cuerpo en el que vivieron, sigue muerto y
hay que enterrarlo. ¡Aleluya!
En el RAPTO DE LA IGLESIA los muertos en Cristo son
resucitados. Reciben un cuerpo que será eterno. Un cuerpo
que es inmortal, que no muere, y es incorruptible. Quiere
decir que no desgasta. Vivirá en eterna juventud. ¡Gloria a
Dios! Los que estemos vivos seremos arrebatados hacia el
cielo junto a los muertos que han sido resucitados. Jamás
conoceremos muerte. Aleluya. Apenas suene la trompeta,
seremos arrebatados en esos cuerpos inmortales. Esos
cuerpos son semejantes a los de los ángeles. ¡Aleluya!

Cuando los santos marchen ya

En una ocasión, estaba orando en cierto lugar cuando de


momento comencé a mirar al cielo porque estaba la noche
tan linda y llena de estrellas. De pronto yo vi algunas cosas
luminosas moviéndose hacia arriba. Me maravillé ante este
cuadro tan hermoso y pregunté: "¿Qué es eso?". Oí la voz de
Dios cuando me dijo: "Eso es lo que cantan en las iglesias
cuando dicen: "Cuando los santos marchen ya". Estamos en
días finales y muy pronto sonará esa trompeta y los que
estamos firmes en Cristo seremos arrebatados en nubes
hacia el cielo a la presencia de Cristo Jesús, nuestro Salvador.
¡Aleluya!

Los primeros

Hace algún tiempo, dormía, y creí ser despertado, y escuché


voces que me hablaban. Provenían de todos lados de la
tierra, de los árboles, de todos lados. Decían: "Jesucristo está
a punto de levantar a los primeros". Sentí que me levantaron
y me llevaron a una colina muy alta. Desde ahí, miré, y vi una
ciudad maravillosa, y dije: "¿Qué ciudad tan hermosa!". Oí
una voz detrás de mí, que dijo: "Esa es parte de la ciudad
donde pronto vendrán a morar los primeros". Ya está
preparada.

Paloma en lo alto

Una noche en una revelación miraba hacia el cielo y veía una


paloma en lo alto. Lucía tan alta como a la altura de las
estrellas. Su cuerpo era dorado y brillaba como los rayos del
sol. Yo miraba sorprendido aquella palomita dorada. De
pronto vi que comenzó a descender. Volaba rápidamente
hacia la tierra y descendió tanto que llegó hasta las nubes del
cielo. Entonces lucía enorme y los extremos de sus alas y su
cola sobresalían por entre las nubes.
Yo observaba cuando súbitamente el Espíritu comenzó a
hablarme y me decía: "Mi siervo, así tan cerca como están las
nubes del cielo, así de cerca está el momento en que esa
paloma descenderá a la tierra a levantar un pueblo que se va
para el cielo con Dios". ¡Gloria a Dios!

Sentido del humor de Dios

El Señor, ¿tiene buen humor? Tiene un hu-mor


extraordinario. No hay nadie más hermoso y más lindo que
Él. Me ha hecho reír en muchas ocasiones. Cuando Él se ríe,
porque yo le digo ciertos comentarios, a mí me corre el
Espíritu Santo por la cabeza. Cuando eso me ocurre, le digo:
"Mmmm, ya yo sabía que te ibas a reír". Él es mi amigo.
¡Gloria a Dios!
Jesús es nuestro amigo y con los amigos hay que tener
confianza. Él es un amigo real que siempre está a nuestro
lado. Él dice en la Palabra: "Yo estoy con vosotros todos los
días de vuestra vida y hasta la continuación del siglo". ¡Gloria
a Dios!

Cuando me caí

Esto fue en el Salón de Oración del Ministerio Cristo Viene.


Fui a dar el culto de oración de los miércoles. El único que
vino fui yo. "Señor, como tú llegaste, pues yo oro", le dije.
Cuando a las 9:00 de la noche terminé las dos horas de
oración, como no había nadie para apagar las luces del salón,
fui yo mismo. "Señor, ayúdame que voy a apagar las luces y
luego esto queda muy oscuro", le dije al Señor.
Miré bien por donde iba a pasar para saber bien la ruta.
Bueno, iba poco a poco por el pasillo, pero al final, antes de
llegar a la oficina, hay un es-calón alto cuando tropecé con
él, caí "patas arriba" en el piso. De momento como que me
quiso dar ira, pero cuando sentí el Espíritu fluyendo por la
cabeza le dije al Señor: "No me digas que tú te estás riendo
de mí que estoy tirado en el piso". Entonces vino sobre mí un
espíritu de risas que no me podía detener. Eso es una unción
especial que a veces se manifiesta como resultado de algo
especial.
Me levanté del piso, salí a la oficina, bajé las escaleras
riéndome todo el tiempo. No podía parar de reír. Cuando salí
para subir al automóvil para ir a mi casa, el guardia de
seguridad me pregunta: "Y, ¿de qué usted se ríe?". Lo único
que le pude contestar fue: "No me preguntes de qué me río
porque no quiero que se apague la bendición". Toda la ruta
hacia mi casa me iba riendo. Era una hermosa bendición de
risa en el Espíritu. Toda la gloria se la doy a Dios porque hasta
en esos momentos he sentido Su presencia en mi ser.

Paralítica frente al Nuevo Circo

En una campaña en Caracas, Venezuela, una señora paralítica


estaba frente al Nuevo Circo de Caracas como a eso de las
6:00 p.m. No encontraba quien la entrara al estadio y la
condujera al lugar de los inválidos. De pronto, nos contó una
hermana, que yo aparecí y le dije: "Venga, hermana la voy a
llevar al lugar donde usted tiene que estar". La agarré por la
mano y la guié por entre la gente hasta llevarla al interior del
estadio al lugar de los enfermos. La hermana decía: "Qué raro
que el Hno. Yiye esté tan temprano aquí". Fue a visitarme
unos días más tarde y me contó la experiencia. Tuve que
decirle: "Hna., yo no estaba en ese lugar, fue el Señor (o un
ángel) que tomó mi figura para ayudar una inválida". Bendito
sea el nombre del Señor.

María a la izquierda y Jesús a la derecha

Apenas me había convertido oraba para que el Señor se


manifestara en mi vida. Le pedía al Señor que me diera
experiencias con Él. Una noche me dormí y soñé que yo
caminaba y a mi izquierda iba María, la madre de Jesús y a
mí derecha iba el Señor. Noté que Jesús no me miraba. Sus
ojos miraban hacia el frente. Ella en cambio, me hablaba sin
cesar y trataba de atraer mi atención. Para esos días yo estaba
aún muy enfermo de la artritis y escuché cuando ella me dijo:
"Yo puedo sanarte". Si yo hubiese tenido conocimiento de la
Biblia enseguida hubiese entendido que el diablo trataba de
engañarme porque la Biblia dice que sólo en Cristo hay salud
(Hechos 4:12). Ignorante como estaba, puse mis ojos en ella
esperando recibir la sanidad; pero en ese momento Cristo se
desapareció. Yo desperté y pensaba, ¿por qué el Señor se
había desaparecido? Sencillamente Dios me daba una gran
lección. No era a María sino a Cristo al que yo tenía que darle
toda mi atención.
Pocos días después el rostro de Jesús comenzó
aparecérseme en muchos sueños y yo entendí que sólo Él
podía salvarme y sanarme.

Hombro Izquierdo

Hace poco tiempo comencé a sentir una molestia en los


hombros, especialmente en el hombro izquierdo, y en los
codos, las manos y las rodillas. Fue algo terrible. El dolor era
intenso. Me sentía bien deprimido, y dije: "Señor, cómo es
posible que yo tenga esto. Si tú prometiste que no me
enfermaría". Y ahí comencé a dar guerra contra el diablo:
"Diablo, tú eres un mentiroso". Comencé a echarlo fuera y a
reprenderlo. La batalla duró bastante tiempo, pero tenía
seguridad que Dios me daría la victoria.
Comencé a sentir mejoría en todas las partes afectadas,
menos en el brazo izquierdo. Dije: "Aquí es donde está lo
importante". Sentí una leve mejoría, pero todavía no puedo
mover la mano izquierda con libertad como antes lo hacía.
Le dije: "Señor, tú me sanaste, ¿por qué hay todavía este
malestar?" Entonces fue cuando Dios me habló: "Porque ese
es el brazo que cuando yo te lo sane perfectamente como
tienes el otro, lo voy a usar para hacer los milagros más
grandes que jamás tú has imaginado". Lo único que le dije al
Señor fue: "Señor, amén. Está en tus manos. No te vuelvo a
mencionar que me sanes, porque sé muy bien que tú lo vas
a hacer". He ido mejorando, pero aún me duele. Estoy
esperando y recordándole: "Señor, estoy esperando lo que
me dijiste, no porque yo quisiera estar sano, ya que hace
tiempo que estoy muy bien. Pero quiero que la unción que
tú me dijiste se comience a manifestar a favor de tanta gente
que está enferma con enfermedades incurables". Él no fallará
y la unción para sanar será como nunca antes. ¡Gloria al Dios
Todopoderoso!

El ángel

En una ocasión predicaba una campaña en el pueblo de


Fajardo, Puerto Rico. Me hospedaba en la casa de un
hermano de la iglesia. Uno de los días de la campaña me
desperté temprano a orar. Estaba tan cansado que me quedé
sentado en la cama orando. De pronto sentí abrir los ojos y
había alguien muy cerca de la cama con las manos en
posición de oración. Me impresioné, pero creí que podía ser
el dueño de la casa que había entrado a orar conmigo. Le
dije: "Dios le bendiga". Vi cuando extendió su mano hacia mí
como ofreciéndome su diestra. Alargué mi mano para tomar
la suya, pero en el momento en que la fuí a agarrar me dio
temor y grité: "¡Qué el Señor te reprenda!"
La persona desapareció y sentía el batir de alas que se
movieron por la atmósfera del cuarto. El Espíritu Santo corría
como ríos de agua viva por todo mi ser. "¡Dios mío!, ¿quién
era?", le preguntaba al Señor. Pasé todo el día sintiendo la
bendición de Dios y preguntándole quién era aquella
persona.
Terminó la campaña y regresé a Camuy, mi pueblo. Por el
camino conducía el vehículo y oraba y volvía a preguntarle al
Señor sobre esa experiencia. De pronto, el Espíritu de Dios
me habló y me dijo: "Es un ángel que está siempre contigo".
Pedí perdón al Señor por haberlo reprendido y le dije:
"Permite que vuelva a mí de nuevo y se manifieste a mi vida".
Pasó un tiempo y sentí en una ocasión apartarme en ayuno
varios días en una habitación de mi hogar para orar por la
victoria de una campaña 7cercaria. Era un cuarto pequeño y
caluroso. Había un aire acondicionado que aliviaba la
situación, pero a eso del segundo día se dañó y el calor era
insoportable. Sudaba copiosamente y no parecía que podría
resistir encerrado los días que había propuesto. Cuando más
desesperado estaba, de pronto sentí alguien que se movía
detrás de mí. Me quedé muy tenso, pero seguía orando sin
cesar. Mientras oraba, la persona comenzó a hablar y decía:
"Por Jesús". Yo seguía orando y él repetía: "Por Jesús". El
Espíritu Santo me mostraba que era el mismo ángel que se
me había presentado en Fajardo. Allí, siguió, cerca de mí y fui
confortado de tal manera que no salí de la habitación hasta
completar los días del ayuno.
La campaña fue una gloriosa victoria, pero la presencia de
aquel ángel en los días del ayuno hizo posible la conquista.
Aleluya. Bien dice la Biblia, que los ángeles ministran a favor
de los herederos de la salvación (Hebreos 1:13).
Lluvia a cántaros

En el mes de octubre del 1976, unos pastores me invitaron a


predicar una campaña en Barranquilla, Colombia. Dentro de
mi apretada agenda había una oportunidad en un mes
específico. Se lo informé a ellos pero me dijeron que era
imposible, porque durante ese mes llovía muy fuerte todos
los días. Pero como era el único mes disponible y ellos
anhelaban la campaña, aceptaron la fecha. Al llegar a la
ciudad llovía a cántaros. Para esa fecha era la temporada de
invierno. Cuando llegué a la ciudad, le dije a los que me
invitaron: "Si Dios me envió, oramos y le pedimos a Él que
cambie el invierno por verano y no permita que nos llueva".
Fue algo maravilloso. Dios obró literalmente como le
pedimos. Fueron 22 días de campaña. Se ponía el cielo negro.
Parecía que iba a caer un diluvio, pero orábamos y se
desaparecía. No nos llovió ni un día. Dios transformó el
invierno en verano.
Al terminar la campaña algunos inconversos nos pidieron
que oráramos para que lloviera, pues se le iban a destruir las
cosechas.

Una tormenta

Durante los días de la campaña en la ciudad de Jersey, New


Jersey en agosto de 1976, nos anunciaron una tormenta.
Conforme al pronóstico del tiempo, el temporal pasaría por
New Jersey como a las 8:00 p.m. Por radio se prohibió salir a
las personas y se anunció que los puentes y túneles estaban
ya cerrados.
Oré a Dios para que me 'guiara y no me permitiera fallarle.
Era una situación difícil. Sentí el Espíritu Santo cuando me
mostró que me fuera a predicar. Salimos desde Nueva York,
donde nos hospedábamos y llegamos bajo la lluvia al lugar
de la campaña. Bajo capas y paraguas había allí como 300
personas reunidas alabando a Dios.
Clamé a Dios para que retrasara el temporal y me permitiera
predicar y orar por los enfermos. Dios obró en forma
gloriosa. Bajo el frío y la lluvia predicamos. Al hacer el
llamado once almas preciosas vinieron a Cristo. Luego,
oramos por los enfermos y Dios obró milagros de sanidad. A
eso de las 10:00 p.m. terminamos y nos marchamos. Como a
las 11:00 p.m. pasó el temporal y los árboles se doblaban ante
la furia del viento.
Dios no permitió que la tormenta pasara hasta que no
terminamos el culto y llevamos la bendición a los perdidos.

Carreteras inundadas

Marchamos una noche a un culto en un campo de Lares.


Llovió hasta que se inundaron las carreteras y los caminos.
Regresamos a eso de las 9:00 p.m. y de pronto, noté que el
automóvil, una "station wagon" Chevrolet de 1960, se llenaba
de agua. Habíamos entrado en un trecho de carretera
inundado y cuando nos dimos cuenta el agua había subido
hasta los asientos. Quedamos sentados dentro del agua y
ésta seguía subiendo.
El vehículo se apagó. El motor estaba casi todo bajo el agua.
Traté de arrancarlo, pero sólo un 'clic' fue la respuesta a mis
esfuerzos. No parecía posible que saliéramos de aquel
atolladero. El agua seguía descendiendo de las colinas al lado
de la carretera y el nivel del agua en el vehículo subía. La
situación era desesperante. Oré a Dios con desesperación y
le dije: "Señor, ¿cómo tú lo vas a hacer, no lo sé, pero sí creo
que tú nos vas a sacar de aquí, aunque tengan que venir
ángeles a sacarnos por el aire". Seguí clamando y esperando.
De pronto el Espíritu me dijo: "arráncala". Parecía ridículo
probarlo. La batería, gran parte del motor, etc., estaban bajo
el agua. Ya había tratado antes y sólo un 'clic' casi
imperceptible era la respuesta. Al hablarme el Señor, probé
de nuevo. Fue algo increíble. La "station wagon" arrancó en
forma instantánea. La hélice del motor giraba debajo del
agua. Más parecía una lancha de motor. Casi todo el motor
bajo el agua y nosotros sentados en agua, el vehículo fue
moviéndose lentamente hacia delante. Yo no sabía ni lo que
era carretera, pues todo era semejante a una laguna.
Corrimos en esa forma un trecho muy grande hasta que
pude, bastante al frente, notar donde aparecía la carretera.
Por fin salimos del atolladero. Ya fuera de la "laguna"
seguimos adelante rumbo a mi hogar. Dios había obrado un
milagro increíble ante nuestros ojos. Lo imposible para los
hombres es posible con Dios.

"Vine a matarle"
Una de las noches de la campaña en la Guaira, Venezuela, un
joven adicto a las drogas vino con un cuchillo a matarme. Ya
cerca de la plataforma le dieron fuertes deseos de vomitar y
tuvo que salir hacia un lado. Allí vomitó en forma violenta. Al
volver hacia la plataforma, notó que todo había cambiado.
Sintió un amor tan grande por mi persona que tiró el cuchillo
muy lejos y pasó al frente y se entregó al Señor.
Al final del culto pasó a la plataforma a testificar, y cuando
contaba su testimonio, recibió el bautismo del Espíritu Santo
y se movía por la plataforma hablando en otras lenguas.
Durante los días de campaña que faltaban, trajo familiares y
amigos adictos a drogas los cuales aceptaron al Señor. Pocos
días después de la cruzada, se movía con otros jóvenes
cristianos, llevando el mensaje de Cristo a los jóvenes
perdidos en Venezuela.

Muchacha endemoniada

En una ocasión, me llamaron de un hogar para que orara por


una muchacha poseída por un demonio. Apenas llegué a la
casa, el diablo me habló y me dijo: "Yiye Ávila, de aquí no hay
quien me eché fuera. Esto es mío". Yo comencé a reprenderle,
pero no salía. La situación se prolongó y me moví hacia un
lado y le dije al Señor: "¿Qué hago?". El Señor me dijo: "Vete
a tu casa y has cinco días de ayuno sin entregar. Entonces
vuelve a esta casa y reprende este poder satánico".
Hice los cinco días de ayuno y oraba largas horas por esta
situación. Al pasar los cinco días volví al hogar. Apenas le dije
al diablo: "Te ordeno, diablo, que salgas de ella ahora
mismo". El diablo salió y la niña cayó al suelo como muerta.
Parecía que el diablo la había matado antes de salir. Yo la
tomé entonces por la mano y le dije: "Levántate". La jovencita
abrió los ojos y al verme, se puso de pie. Los padres lloraban
y la abrazaban. Jamás el diablo volvió a tomarla y todos se
afirmaron en el Señor. Es decisivo que en todas estas luchas
seamos dirigidos por Dios. Pregúntele al Señor: "¿Qué hago?
Dirígeme para hacer lo que sea tu perfecta voluntad". Nunca
se mueva por su propia cuenta. Muévase en la perfecta
voluntad de Dios y habrá victoria y Dios será en todo
glorificado. ¡Gloria a Dios!

Mudo

Hacía muchos años, que yo predicaba la Palabra de Dios en


Puerto Rico y otros países. En esos días el pastor de una de
las iglesias de aviva-miento de Camuy me invitó a que le
predicara una noche a su congregación. Yo sentí decirle que
sí, pero faltando apenas dos días para la actividad, sentí un
malestar terrible en mi garganta. El malestar se agravó en tal
forma que casi no podía hablar. El día del culto amanecí que
no podía hablar ni una palabra. Estuve orando por horas,
pero nada mejoraba. En mi pensamiento yo le decía al Señor:
"Tú sabes el compromiso de esta noche y yo no puedo hablar
ni una palabra ahora mismo. Pero yo creo que tú eres un Dios
de milagros y no voy a suspender el culto".
El pastor de la iglesia supo que yo no podía ni hablar y vino
a verme. Se quedó atónito cuando me dijo: "¿Cómo está mi
hermano”? Yo le hablé por señas porque no salía una palabra
de mi boca. Él me dijo: "Hermano, suspendemos el culto y
pronto lo podremos dar". Por señas y moviendo la cabeza en
negativa le hice entender que yo no suspendía el culto. Él no
encontraba ni qué decirme. Oró por mí y se marchó. Les
informó a los hermanos que yo fría a predicar el culto, pero
que yo no podía hablar. Todos pensaban cómo sería eso.
Cuando llegó el anochecer me preparé y marché para la
iglesia. Al llegar cerca pensé: "No voy a entrar hasta que no
estén orando todos, de manera que no me vean cuando pase
por el pasillo". Estuve esperando hasta que oí que oraban y
ahí entré y casi corriendo pasé por el pasillo y subí al altar y
me arrodillé de espaldas a los hermanos.
El pastor me contaba luego, que cómo él iba a presentar para
predicar a un mudo. Él se dijo a sí mismo: "Dios mío, yo lo
voy a presentar y tú sabrás lo que vas a hacer". Todos estaban
en tensión pues sabían que el predicador no podía hablar.
Llegó el momento de presentarme, y el pastor dijo
temblando a la congregación: "Hermanos, con ustedes el
Hno. Yiye Ávila". Ahí mismo se tiró de rodillas a gemir a Dios.
Yo me levanté y tomé el micrófono y abrí la boca para
decirles a los hermanos: "Amados hermanos que el Cristo de
la gloria bendiga vuestras almas". Pero no fue así. Todos
temblaron cuando una voz como de trompeta salió de mi
boca. El pastor saltó y se puso a mi lado y lloraba y alababa
a Dios. El poder de Dios tomó toda la congregación en una
bendición sobrenatural. Yo también alababa al Señor de todo
corazón. ¡Gloria a Dios!

Pen y Maíz

Al comienzo de mi ministerio, Dios me dio una poderosa


revelación. Una noche el Señor me mostró en una visión
nocturna un libro abierto. En una página decía PEN y en la
otra MAIZ. Cuando desperté el Espíritu Santo corría como
corrientes por todo mi ser. Oré a Dios y le dije: "Señor
muéstrame el significado de esta revelación". Yo sabía que
Dios me había hablado. Un sueño cualquiera no deja un
impacto en la persona, pero cuando es de Dios, el impacto
es sobrenatural y el Espíritu Santo se encarga de mostrar que
es sueño de Dios.
Oré largamente ese día hasta que Dios me habló y me dijo:
"PEN es una pluma de escribir y MAIZ una semilla para
sembrar: siembra la semilla del Evangelio con literatura
escrita". Quedé impresionado.
Ahora, una cosa había que yo clamaba a Dios que me
explicara. Señor, le preguntaba: " ¿Por qué escribiste la
palabra pluma en inglés, o sea, PEN, ¿y no la escribiste en
español? Una noche Dios me dio otra revelación y vi una
americana y yo le daba el tratado de mi testimonio en inglés.
Entendí que Dios me mostraba que escribiera en inglés,
además de escribir en español.
Dame una revelación importante

Una noche me amanecí orando. Ya amanecía cuando me


recosté en un sillón en mi cuarto y le dije al Señor: "Dame
una revelación importante". Apenas terminé quedé como en
un letargo y me encontré ministrando en una iglesia. Ponía
las manos sobre los enfermos y caían en bendición del
Espíritu Santo, pero al mirar hacia atrás, veía cómo los
primeros grupos ya estaban apagados. Seguía ministrando
pero la situación se repetía. Los hermanos recibían el poder
de Dios y se movían y hablaban en otras lenguas, pero en
pocos minutos la bendición pasaba y se quedaban como si
nada hubiesen recibido.
El pastor bajó del altar y me ayudaba a orar por los hermanos,
pero todo el tiempo era igual. Salí de la iglesia muy triste y
subí a una colina frente al templo. Desde allí pude notar que
la iglesia quedaba al lado del mar. Empecé a orar en la colina
y de pronto apareció un avión enorme y pasó cerca de mí,
voló sobre el mar y súbitamente se lanzó sobre la iglesia, y
chocó contra ella. La iglesia se desmoronó y cayó toda al
agua. Corrí hacia el mar y gritaba: "Señor, ten misericordia,
ten misericordia". Llegué junto al mar y el agua estaba
cubierta de cuerpos ahogados. Un pequeño grupo nadaba
hacia la orilla. Yo gritaba, pero una voz poderosa habló a mi
lado y dijo: "Esos son los juicios de Dios". Esta es la época de
vivir en constante avivamiento. ¡Aleluya!
Resplandor de luz

Mientras el Evangelista Yiye Ávila predicaba la Palabra en la


carpa del evangelista Mike Pérez en Quebradillas, le fue
tomada una foto que reveló un resplandor de luz sobre él. La
misma fue llevada a un laboratorio fotográfico y después de
examinar el negativo, declararon que todo era auténtico y
estaba en el original. Aleluya. Dios honra y confirma a Sus
siervos.

Robo del vehículo

En una campaña en La Romana, República Dominicana, Dios


se movió en forma gloriosa. Hubo milagros y prodigios en
forma especial. Predicamos el mensaje y luego llamé la
atención a los sordos de un oído. Subimos a 10 de ellos a la
plataforma. Les oré y Dios les abrió los oídos a todos en
forma instantánea. Fue un impacto glorioso para la
muchedumbre. Durante el curso de la cruzada cojos y
paralíticos caminaron. Una noche, Dios le creó cuatro muelas
a un niño. La mamá lo trajo para que le oraran por las
amígdalas pues tenía una infección. Al llegar a la casa le abrió
la boca para ver si Dios le había sanado. Se quedó
maravillada al ver que el Señor le había creado cuatro muelas
blancas y relucientes donde antes sólo tenía las muelas
deshechas.
Pero una mañana al salir de la casa, descubrimos que nos
habían robado la guagua (vehículo) que estaba en la
marquesina. Clamé a Dios: "Señor devuélveme ese vehículo.
Tú sabes que es prestado. No dejes en vergüenza a tu siervo".
Gemí por horas y creí que Dios lo haría. Pasó un día y la
policía nos informó que ya no había esperanzas, pues esos
vehículos los trasladan a la frontera y ahí los desmantelan.
Pero yo esperaba en mi Dios.
Dos días más tarde la policía nos informó que fuéramos al
cuartel. El dueño del vehículo fue allá y regresó gozoso.
Habían recuperado el vehículo. Lo habían dejado
abandonado en un sector cercano de la capital. Estaba
intacto. No le habían robado ni las gomas. Espera en Dios y
Dios hará.

Grabadora desconectada

El programa Cristo Viene, a cargo del Hno. Ortiz Suárez, salía


a diario a las 10:30 p.m. por Ra-dio WKFE de Yauco. La noche
del 26 de diciembre del 1974, el locutor Quique Filión,
anunció al público: "Ahora con ustedes el programa Cristo
Viene". Al poner en marcha la grabadora lo hizo a una
velocidad mayor a la que estaba grabada la cinta. Esto causó
una gran distorsión en la salida de la voz, pero para sorpresa
del locutor, el programa comenzó a salir en forma normal.
Inmediatamente comenzó a rebobinar la cinta y mientras
ésta se movía, el programa seguía saliendo al aire. No
pudiendo contenerse, el locutor desconectó la grabadora
para ver qué sucedía, pero el programa seguía saliendo en
forma normal. Entonces el compañero Edwin Sánchez, otro
locutor, desconectó el cable que con-duce el sonido hacia el
transmisor y aun continuó saliendo el programa al aire. Ellos
probaron con el radio receptor para verificar si era cierto que
el programa estaba saliendo y efectivamente comprobaron
que sí, el programa Cristo Viene seguía saliendo al aire en
forma normal.
Desde el punto de vista técnico ellos sabían que esto era
imposible, pero sucedía en forma increíble, y ellos eran
testigos del suceso. Estaban asombrados. Dicen ellos que se
quedaron pasmados viendo una grabadora desconectada y
el programa saliendo al aire. No lo podían explicar, pero el
Señor sí lo hizo. ¡ALELUYA!

Te voy a enseñar a danzar

Después del ayuno de 41 días, Dios me habló una noche y


me dijo: "Te voy a enseñar a danzar y a cantar en el Espíritu".
Esto fue para mí motivo de gran sorpresa pues para ese
tiempo llevaba 13 años de convertido y nunca había danzado
ni cantado en el Espíritu. Apenas pasaron unos días, cuando
en un período de alabanza y oración con el Escuadrón que
trabajaba conmigo, sentí al Espíritu que me decía: "danza".
Traté de hacerlo y sentía una incomodidad muy grande. No
pude lograrlo, pero el Señor me dijo: "verás mañana".
Al otro día, volvió el Espíritu a decirme: "danza".
Prácticamente salté y sentí una soltura maravillosa. Dancé
como si lo hubiese estado practicando por años. Pocos días
más tarde también cantaba en otras lenguas conforme Dios
me había hablado. ¿Qué importancia tiene esto?
Sencillamente Dios me daba dos instrumentos más para
alabarle aún más profundamente, y Él poder bendecirme
más.

El Zapatazo

En una ocasión, en que predicaba la Palabra de Dios en una


campaña, había una persona muy lastimada entre los
sentados en primera fila en el área de los enfermos.
Posiblemente había tomado ese lugar esperando que
cuando se hiciera el llamado por los enfermos, él pudiera
pasar al frente sin ser muy lastimado por los demás, que
pasarían también buscando que el Señor les sanara.
Llevaba rato predicando, cuando de momento el mensaje
tomó fuerza y en mi entusiasmo, y bajo la unción, lancé un
puntapié, pero con tal energía que el pie se levantó muy alto.
Al momento, se salió el zapato del pie y voló por el aire. Fue
a dar sobre el hombre enfermo de la primera fila
golpeándole. El hombre saltó y gritaba: "Estoy San''. Dios, en
Su infinita misericordia y a quien no podemos de ninguna
manera meter en ningún molde, le había sanado. Todo
síntoma de su dolencia había desaparecido. Testificó su
insólita sanidad dando gloria a Dios.
El Pañuelo

Al terminar uno de los gloriosos cultos de la campaña en


Utuado, subí a mi guagua (vehículo) para marcharme. En esos
instantes se me acercó un joven. Oí que lloraba y le pregunté:
"¿Qué te sucede, hijo”? Me dijo entre sollozos: "Es mi madre,
que está completamente paralítica hace dos semanas. Yace
en cama y no puede levantarse ni hacer nada en el hogar.
Ore para que Dios me la sane". Sentí profunda compasión
por el muchacho. Mis ojos se humedecieron y le dije con gran
seguridad: "Mañana, después del culto me pides el pañuelo
que use durante el servicio y se lo llevas a tu mamá y lo pones
sobre su cuerpo y le oras. Cree que Dios te la va a sanar". Él
afirmó con su cabeza y se marchó bañado en lágrimas.
Al otro día, apenas terminó el culto, el joven se acercó a mi
vehículo de nuevo y me dijo: "Deme el pañuelo". Le extendí
el pañuelo que había usado durante la predicación y oré con
él por su mamá proclamando la sanidad.
Es bíblico, el Apóstol Pablo enviaba pañuelos y sudarios que
habían tocado su cuerpo y los enfermos se sanaban y los
demonios salían (Hechos 19:12).
En mis oraciones privadas seguí orando por la señora y
clamaba a Dios para que obrara el milagro.
Apenas llegué de nuevo a la campaña, el joven se me acerco
y me dijo: "Mamá se levantó. Le puse el pañuelo y le oré y se
levantó. Recibió la sanidad en forma inmediata. Hoy trabajó
todo el día. Es maravilloso, pues ella no podía levantarse.
Viene el domingo a testificar a la campaña".
El domingo por la tarde, el último día de la cruzada, la señora
Ana Santiago, vino al culto y muy gozosa nos testificó lo bien
que estaba y el milagro que 1 Dios había hecho. Caminaba
con gran soltura por la plataforma. Su hijo miraba y lloraba
emocionado.

Muchacha en "bendición"

En una ocasión fui a un lugar a predicar y había una


muchachita, que todas las noches caía en una aparente
bendición en el altar y se levantaba el traje. Eso ya era un
escándalo. El pastor me dijo lo que estaba sucediendo. Era
una jovencita de algunos 14 años. La noche que prediqué, en
el momento del llamamiento, la joven pasó al frente, se tiró
al altar y comenzó en la aparente bendición, el traje se le
levantó, se tiró al piso y se revolcó por él. Cuando yo pensé
que era un demonio, el Señor me mostró y me dijo que era
el espíritu humano. Me acerqué y le pedí al Señor me
mostrara qué hacer (palabra de sabiduría).
Sencillamente no reprendí ningún demonio, sino que me le
acerqué y le hice una seria amonestación, advirtiéndole que
de ninguna manera repitiera lo que estaba haciendo o la iba
a echar de la iglesia. Fue lo que el Espíritu me mostró que
hiciera. Jamás volvió a hacerlo y se acabó aquel problema en
la iglesia.
Tierra al rostro del Pastor

En Barquisimeto, Venezuela, en otra ocasión, una mujer se


desató y le tiró una puñada de tierra al rostro de un pastor.
Dije: "Señor, dime ¿qué hago?". Pues sentí dolor profundo de
ver cómo aquel demonio le había lanzado la tierra al rostro
del pastor que era un varón de Dios.
El Señor me mostró que también era el espíritu humano y
qué hacer. Me le acerqué, la sujeté fuertemente y le indiqué
firmemente que no repitiera bajo ninguna circunstancia lo
que había hecho, o le iba a arrancar la cabecita. Se puso de
pie y se quedó muy tranquila.

Aceite

En una ocasión estábamos, el Escuadrón y yo, reunidos en el


salón de oración del ministerio. Cuando me dispuse a orar
por ellos ungiéndoles con aceite, note que apenas quedaba
en el fondo de la botella la suficiente para ungir a dos o tres
personas le dije al Señor: "No permitas que se acabe".
Comencé a orar por los hermanos y cuando había ungido a
ocho o diez, el aceite no se había terminado. Seguí orando
por ellos y notaba que el Espíritu Santo me movía a orarle en
forma más prolongada que de costumbre. De pronto, el
Señor n ni< ›si ro que algunos recibían unción especial para
interceder con lágrimas por los perdidos y por los en ferinos.
Oraba entonces con más profundidad basta que cada
hermano entraba en gloriosa intercesión en otras lenguas.
1.4a bendición era maravillosa y de pronto miré el frasco de
aceite y vi asombrado que tenía más aceite que cuando
comencé a ungir a los hermanos. Lo mostré al grupo y todos
alabábamos al Señor y sentíamos Su gloriosa presencia. Ante
nuestros ojos el Señor había creado aceite para que nada
interrumpiera la bendición.

Más del 1980

Para el año 1963, regresaba de una jira evangelística por la


República Dominicana. Oraba una noche en mi hogar muy
tarde en la noche, sentí de pronto cuando el poder de Dios
entró a través de la puerta cerrada de la habitación y vino
sobre mí. Creí que mi corazón iba a explotar. Repetidamente
el espíritu comenzó a hablarme: "Mi siervo, estamos en más
del 1980". Me lo repitió por tres veces. Yo sabía que me
hablaba del calendario del cielo. Luego, el Espíritu me
arrastró por el piso llorando y yo sabía que lloraba por una
humanidad que pronto va a caer bajo los juicios terribles de
Dios.
Pasada la experiencia me incorporé y le dije al señor: "Si esto
es tan importante, repítelo exactamente en la misma forma".
Pasó muy poco tiempo cuando el Espíritu volvió sobre mí y
me habló tres veces exactamente lo mismo. "Mi siervo
estamos en más del 1980". Volví a llorar por la humanidad
perdida y también por los hermanos tibios y mundanos que
Dios está a punto de vomitar. ¿Cuál es la fecha en el cielo?
Yo no sé la fecha exacta en el cielo, pero sí sé que es más
tarde de lo que creemos. El fin se acerca y hay que afirmarse
plenamente en Cristo.
Conclusión

Recordar estas experiencias ha sido para mí como volver a


vivirlas. Me han hecho llorar de nuevo, reír otras veces y
maravillarme ante las cosas que Dios hizo. En mi caminar en
el Evangelio (claro que yo sabía de las maravillas que Dios
estaba haciendo, Él me había permitido ser el protagonista)
las veía y las vivía, pero a su paso. Pero ahora, me siento y las
recuerdo; medito en ellas y las leo ya en un libro, y de veras,
que he llorado recordando, y en medio de mis lágrimas sólo
pude darle gracias y gloria a mi Señor por Su maravilloso
respaldo, por Su misericordia y por Su obstinado amor.
Precioso es mi Jesús. "Nosotros le amamos a él, porque él
nos amó primero" (1 Juan 4:19).
La obediencia a Dios es el factor más importante para una
vida de victoria en Cristo. Mi experiencia me dice que Dios
no respalda la desobediencia. Aun para las campañas, que
cualquiera por la necesidad en el lugar y porque va a cumplir
con la Gran Comisión, acepta la invitación y va, puede
fracasar si no es el momento de Dios para ese lugar; o no
eres tú la persona que Dios quiere enviar.
Yo le pedía y pido dirección y confirmación a Dios para cada
invitación a una cruzada. Son almas, es gente, son personas
las que están en la balanza de la eternidad y yo necesito que
Él esté conmigo. Tengo que tener claro que es el lugar y el
momento de Dios si quiero ver Su mano de poder
moviéndose. Otra cosa que siempre tengo en cuenta es la
oración y el ayuno por las almas perdidas. Siento compasión
por la gente que no tiene a Dios, pues caminan rumbo a una
eternidad sin Cristo. Él pagó precio de Sangre; compró para
ellos, no sólo la salvación de su alma, sino también la sanidad
de su cuerpo y la liberación de toda una herencia de
maldiciones. "Cristo nos redimió de la maldición de la ley,
hecha por nosotros maldición..." (Gálatas 3:13). Es importante
que la gente conozca que el precio es uno sólo, fue la Sangre
de Cristo la que pagó su total redención (redimir es rescatar
al cautivo o sacarle de la esclavitud mediante el pago de un
precio), para que ya no vivan bajo el yugo del enemigo de las
almas, sino bajo la gracia maravillosa de Cristo Jesús, el Hijo
de Dios. Ni tus riquezas, ni tus bienes podrán redimirte de la
esclavitud del pecado (incluyendo el pecado de la
religiosidad). "Por precio fuisteis comprados; no os hagáis
esclavos de los hombres" (1 Corintios 7:23; 6:20).
Ha sido un caminar duro, lleno de lágrimas, porque se llora.
Se llora ante Dios y se llora por las almas. Han sido largos
días en estudio de la Palabra, de ayuno y oración ante el
Señor buscando Su guianza, Su bendición; pidiendo y
clamando por las almas, buscando Su bien para ellos. Ha
habido momentos en que me he sentido triste, me he
enfermado, me he sentido débil y sin deseos de seguir; me
han humillado, me han calumniado, han dicho cuántas cosas
de mí, pero siempre me he refugiado en mi Señor. Él ha sido
mi Roca Fuerte y Alto Refugio, mi Consolador, mi Maestro y
Mentor; es mi Señor y Redentor. Le amo más que a mi vida,
le amo con todas las fibras de mi corazón. Él me ha sostenido
y mantenido en pie. A Él le debo la victoria de mi trayectoria
como evangelista. Toda la gloria es de Él. Cada experiencia
fue como un oasis que me acercaba más a Él y me llenaba
más de confianza y de fe. ¡Él es tan real!
En cada cruzada siempre me cuido de darle a mi Señor Jesús,
toda la gloria. De ahí sale el estribillo de: "¿QUIÉN FUEEEEE?"
"CRISTO". Indirectamente obligaba a la gente a que
entendieran y dieran gloria a Aquél que era el único autor de
lo que acababan de recibir.
Desde que me convertí dedico tiempo a la lectura y estudio
de la Palabra. Este es el alimento que le vamos a dar a la
gente. Es la Palabra que traerá revelación a sus vidas para
salvación, sanidad y liberación. La fe viene por el oír, y el oír,
por la palabra de Dios (Romanos 10:17).
Siempre busco la guianza del Espíritu Santo y predico y digo
lo que el Señor me dice que diga. Es necesario obedecer a
Dios antes que a los hombres (Hechos 5:29), es mejor, ni
intentar cambiar el mensaje de Dios. Él es quien conoce la
necesidad y la condición de las vidas que esperan para
escucharle a través de la predicación.
Es mi confianza y mi oración a Dios que éste, no sea un libro
más; sino uno que motive tu vida para buscar conocer más a
este gran y único Dios de poder. Son tiempos finales y muy
cruciales. La decisión que tomes con relación a tu vida en
Dios hoy, marcará el resto de tu vida, sellará tu futuro y tu
eternidad. No podemos vivir en una falsa seguridad ni en una
confianza más bien carnal, porque Dios es celoso (Josué
24:19).
Dios es bueno. De eso, no hay duda, no hay discusión, Él es
bueno, pero esto no te quita la responsabilidad de vivir y
obedecer Su Palabra. La Biblia nos llama a serle fiel hasta la
muerte (Apocalipsis 2;10), a velar debidamente y a no pecar
(1 Corintios 15:34), a vestirnos como escogidos de Dios
(Colosenses 3:12), a andar sabiamente (Colosenses 4:5) y a
perseverar en la oración, velando en ella con acción de
gracias. Mas aún, dice la Palabra: "Bienaventurado aquel
siervo al cual, cuando el señor venga, le halle haciendo así,
(le halle dando el alimento espiritual)" (Mateo24:46-47).
El motivo de esta compilación de experiencias es llevarte a
acercarte más a Dios. Es que puedas ver cuán real es Él. Estas
experiencias no son exclusivas, son para todo el que de
corazón le busque. Dios sólo está a una oración de ti.
Termino diciendo como el apóstol Pablo: "No es que ya lo
haya conseguido todo, o que ya sea perfecto. Sin embargo,
sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo
Jesús me alcanzó a mí. Sigo avanzando hacia la meta para
ganar el premio que Dios ofrece mediante Su llamamiento
celestial en Cristo Jesús" (Filipenses 3:12,14 NVI).
¡Qué Dios te bendiga rica y abundantemente!

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