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Brenda Cristina Martínez Ayala 6°I 20640325

Esto lo cambia todo: el capitalismo vs el clima (ensayo)

¿Es verdaderamente un problema de nuestra sociedad moderna la relación que existe entre el
sistema capital y los cambios climáticos? Para muchas personas, si no es que la mayor parte de la
población, no se puede ser la sociedad civilizada que somos hoy en día sin la tremenda cantidad de
producción que generan las multinacionales en todos los países del mundo. Ejemplo de ello es la
forma de vida que tenemos, basada en el hiperconsumo, es decir, la compra desmedida de bienes y
servicios que implica la explotación de recursos naturales para su elaboración y que a su vez es una
dinámica alimentada por los métodos de mercadotecnia que usan las mismas empresas que ofrecen
estos productos.

Es evidente que, a través del prisma del consumismo, observamos nuestro mundo desde la
perspectiva de la compra y el descarte, pues es algo que nos otorga un aparente bienestar y estatus
ante los ojos de otros miembros de la comunidad. Por ejemplo, la compra de teléfonos inteligentes
que deben ser descartados y renovados cada cierto tiempo a causa de la obsolescencia programada,
televisores que son difícilmente reparables o que sus componentes son incluso más costosos que el
propio equipo, además del nulo interés por alargar la vida de nuestros objetos puesto que no hay un
incentivo real para repararlos cuando sea posible.

Pero más allá de las consideraciones de estatus, nos encontramos con el hecho innegable de los
tremendos niveles de contaminación que la producción inmensa de estas empresas generan en el
planeta que habitamos.

El documento que aquí se analiza plantea diversos cuestionamientos respecto a la responsabilidad


de las empresas multinacionales que al hacer uso de recursos naturales en formas extremas generan
daños irreparables al medio ambiente, así como también a las comunidades en las que se asientan
para explotar estos recursos. Los recursos que son tema de análisis de este documento son los
combustibles fósiles como el carbón y la extracción de petróleo que viene fomentado por estas
empresas y que además la forma en que es extraído genera aún más contaminantes en las regiones
de donde se obtiene.

Una de las premisas iniciales para no querer ahondar en la problemática es el negacionismo del
cambio climático, que es una noción basada en la idea de que el cambio climático no existe o bien es
un invento de los “postulados del eco-comunismo” como según mencionan políticos de corte
conservador o más recientemente conocidos como neoliberales. Sé menciona que el 97% de los
científicos del clima han concluido en que estamos enfrentando un cambio climático causado por el
hombre.

Otra de las razones por las que se presenta este negacionismo es porque, al parecer, estas empresas
reciben subvenciones por parte del Estado y otras aseguradoras a razón de los daños que se genera
a su industria derivado de las catástrofes climáticas, “pasando de recibir 9,7 billones de dólares a 45
billones”.

Una problemática importante a tener en cuenta sobre porque existe dificultad a la hora de regular a
las multinacionales son los acuerdos de libre comercio que se les han otorgado puesto que “la
máxima libertad de producir sus bienes lo más barato posible y venderlas con las menores
regulaciones posibles, pagando los menores impuestos posibles, lo que incentivaría el crecimiento
económico y acabaría beneficiando a todos”. Aunque en la realidad lo que se ha generado es una
gran desigualdad en los países subdesarrollados que es de donde obtienen, por lo general, la
explotación de minas y la extracción del petróleo ya que los países extractores repatrian los
beneficios a sus países de origen y dejan la carga de CO2 a cargo de los países donde se alojan.
Brenda Cristina Martínez Ayala 6°I 20640325

Otro error a tener en cuenta es la idea que tiene el estado de que la riqueza recibida en manos de
las grandes empresas servirá para que estas inviertan en la generación de nuevas energías no
contaminantes y de paso esa misma riqueza llegue a todos, como si estas fueran una especie de
llave de agua que harán llegar el líquido a las comunidades de las que se sirven, es decir, que estas
generaran una cantidad importante de empleos y llevaran bienestar a las regiones donde están
presentes.

Pero el mercado, basado en la competitividad, no actúa en función del intercambio y la cooperación,


“los países ricos en vez de compartir tecnología, patentes y pagar la deuda histórica de cuotas de
CO2 que hayan emitido, exigen a los países en vías de desarrollo que no emitan CO2”. Por ejemplo,
en la India, hay 700 millones de personas sin acceso a la electricidad, por lo que “no pueden tener la
misma responsabilidad que Inglaterra”. Países como Bolivia han exigido por años una transferencia
de recursos y tecnología para salir de la pobreza y poder usar herramientas bajas en carbono, pero la
respuesta ha sido nula.

Pero los petroleros tienen sus recursos para no ceder, las compañías de combustibles fósiles cuentan
con ganancias de cientos de miles de millones gracias a la economía basada en el consumo del
petróleo además del respaldo del estado y con todo ese poder intentan ejercer influencia a nivel
político de manera internacional para aumentar las cuotas del petróleo como en Irak o Libia
generando guerras y con ello poder obtener mayores ganancias en las compañías europeas y
estadounidense. Además, según The Guardian, “entre 2002 y 2010 un grupo de billonarios anónimos
subvencionó con 120 millones de dólares a lobbies que niegan el cambio climático”.

El gasto de los lobbies es bien conocido en el congreso de EEUU, se indica que el gasto diario es de
400.000 dólares diarios, se dan “conferencias científicas, presiones a políticos y congresistas o
anuncios son parte de la campaña mediante las cuales un buen número de empresas de
combustibles fósiles intentan reorientar el debate a nivel público sobre el cambio climático”.
“La sociedad basada en el petróleo se retrata a si misma si consideramos quien es el mayor
consumidor individual de petróleo del mundo: el Ejército de EEUU”.

Además se suman los nuevos métodos de extracción que generan incluso mucha más contaminación
que los convencionales, en los últimos años han aparecido técnicas como la extracción de petróleo
de las arenas bituminosas que produce un petróleo conocido como bitumen cuyo proceso de
extracción es complejo y necesita de tanta energía para extraerlo que emite 4 veces más gases de
efecto invernadero; el fracking que extrae gas de esquisto mediante inyección de agua a alta presión
y esta mezclada con diversos productos químicos que contaminan las capas subterráneas. Sus
productores mundiales, Canadá y EEUU. “estudios recientes demuestran que esta técnica produce
un 30% más metano que la extracción convencional de gas”. El metano como GEI es 34 veces más
efectivo que el CO2 a la hora de atrapar calor.

Todo lo anterior tiene que ver, además, con el hecho de que estas compañías necesitan “demostrar
a sus accionistas que tienen reservas frescas de carbono tras agotar las que actualmente explotan”
(reserve-replacement ratio). Este fundamento es tan importante que en 2009 cuando Shell cayó
95%, “la compañía corrió a asegurar a los inversores que no estaba en problemas, declarando que
cesaría las nuevas inversiones en la energía solar y eólica, doblando su estrategia de añadir nuevas
reservas de gas de esquisto”.

Ahora bien, el mercado del carbono también debería reducir drásticamente sus emisiones, cosa que
no ha hecho, al contrario, los países europeos han visto un nicho de ganancia extra y ahora brindan
créditos de carbono, que se basa en el hecho de que al no emitir más CO2 del que les corresponde
según el protocolo de Kyoto, usaran ese “extra” como bono que pueden vender a otros países que
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emitan CO2 de más y puedan cubrir su exceso con esto. Lo mismo ocurre con las compañías de
frigoríficos y sus emisiones de GEI HFC23, “ese incentivo perverso hace que algunas empresas ganen
el doble de la destrucción de un subproducto no intencionado de su producción, que del producto
que venden”. Esta estrategia se mostró desastrosa, puesto que durante la crisis del 2008 cae el
precio de la producción de energía a través del carbón lo que género que el costo de quemar carbón
pasara delos 20 euros, a los 4 euros “por lo que el carbón conoce durante 2010 un nuevo impulso en
Alemania e Inglaterra reabriéndose viejas minas de carbón”.

Desde otra arista, las comunidades indígenas que son las menos responsables a nivel mundial,
tienen el desagrado de vivir en lugares que bajo este mercado pasan a ser “almacenes de carbono”:
“extensiones enormes de selva que dan dinero a los estados o empresas propietarias. Los indígenas
son expulsados de sus tierras por vivir como lo han hecho por siglos, quemando pequeñas parcelas
para cultivar y cazar animales”. Estas prácticas “ponen en riesgo estas reservas de carbono”.
Igualmente, “se registran como proyectos de captura de metano plantaciones de palma,
desplazando a los campesinos para extenderlas”.
Por si no fuera suficiente, las compañías eléctricas penalizadas por emitir carbono pasaron ese
sobrecoste a los consumidores, aumentando el costo de la energía a las familias y a la industria para
poder mantener o ampliar los beneficios.

El núcleo del problema, como nos menciona el texto, son las políticas de austeridad de los estados
que les impiden cambiar a energías renovables que les dan menos beneficios económicos, la
ortodoxia del libre mercado que impide restringir a las multinacionales y sus accionistas, la falta de
apoyo y protección a los proyectos del sector de la energía renovable y la omisión del dominio de la
lógica de mercado sobre la vida pública.

Finalmente, habría que considerar la disyuntiva generada por el capitalismo, en la que se pone a
elegir a los trabajadores y ciudadanos entre “austeridad o extracción, envenenamiento o pobreza.
“La sequía y el hambre continuaran siendo pretextos para impulsar la compra de semillas
modificadas genéticamente, (a razón de las 261 semillas patentadas por Monsanto y otras gigantes
empresas, supuestamente preparadas para resistir condiciones meteorológicas extremas)
endeudando a los granjeros, nuevas minas, fracking, instalación de oleoductos, extracción de
petróleo en alta mar, lo que su ponen daños a la salud del ecosistema y a las comunidades por los
vertidos y la contaminación”. Es posible lograr un cambio, es posible invertir en la infraestructura
pública, mejorar los espacios públicos para las comunidades, los espacios de esparcimiento, los
servicios como la energía y el agua; reconstruir la agricultura que ahora mismo se encuentra
enferma, abrir las fronteras a emigrantes desplazados por el cambio climático, es posible respetar
las tierras indígenas. “Todo ello ayudará a acabar con los grotescos niveles de desigualdad entre
nuestras naciones y dentro de ellas”.

Notas
Los tres grandes principios de esta época son desglosados por Klein de la siguiente manera:
1. Privatización del sector público
2. Desregulación del sector privado
3. Reducción de la presión fiscal a las empresas, sufragada con recortes en el gasto estatal

Fuentes
Esto lo cambia todo. El capitalismo contra el clima | LET. (s. f.).

http://let.iiec.unam.mx/node/759

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