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IMPACTO DE LA CONSTRUCCIÓN DEL CANAL Y LA CONFORMACIÓN DE

LA ZONA DEL CANAL EN LA SOCIEDAD PANAMEÑA, 1904-1914

Por Mgter. Fernando Aparicio

INTRODUCCIÓN:
Al iniciarse los trabajos de construcción del canal interoceánico, las
condiciones en el Istmo eran extremadamente difíciles. Los trabajadores
tenían que dormir en tiendas de campaña levantadas sobre el lodo o en
vagones de tren con escasa ventilación. Su alimentación era deficiente, la
atención médica resultaba inadecuada y la moral estaba muy baja.
En 1905, luego que un brote de fiebre amarilla ocasionó la muerte de
numerosos trabajadores estadounidenses y afroantillanos, se hizo
impostergable mejorar las condiciones de vida para poder atraer y retener a
mano de obra profesional. Esto implicó no sólo erradicar la terrible plaga, sino
también construir viviendas cómodas y ofrecer a los trabajadores una
alimentación semejante a la que éstos estaban acostumbrados, así como otras
comodidades similares a las que tenían en casa.
Para ello, el gobierno de los Estados Unidos de América asumió
directamente la tarea de no sólo construir el canal sino de además hospedar,
alimentar, vestir y cuidar a este ejército de obreros. Al ir cumpliendo con esta
misión fueron reproduciendo en la Zona del Canal--y en cierta medida
trasladando a las ciudades terminales de Panamá y Colón--, los patrones
culturales propios de su estilo de vida con el propósito que los trabajadores
estadounidenses y sus familias contaran con todos los elementos esenciales
para que se sintieran felices y satisfechos en el Istmo. Así, poco a poco, se fue
transformando la cultura material y la vida cotidiana en la zona de tránsito.

1. LA ZONA DEL CANAL Y EL “ESTILO DE VIDA AMERICANO”


A partir de 1904 se levantó en el corazón del territorio istmeño la Zona
del Canal, una franja de terreno de 10 millas de ancho, que se extendía de un
océano a otro, la cual se convirtió en un enclave colonial en el cual el
gobierno de los Estados Unidos de América reprodujo los valores, tradiciones
y estilo de vida propios de su cultura.
Aprovechando los amplios derechos jurisdiccionales que habían
obtenido en el Tratado Hay-Bunau Varilla no sólo trajeron al Istmo de
Panamá su ciencia y tecnología, sino también trasladaron a esta franja
tropical su estilo de vida, con todos sus aspectos positivos—normas de
higiene y salubridad que acabaron con enfermedades endémicas que habían
plagado al Istmo; modernas maquinarias e inventos que no sólo hicieron
posible la construcción del canal, sino que también hacían más fácil las
faenas cotidianas; actividades culturales y deportivas que influirían en el
desarrollo de la cultura istmeña. Pero también trajeron consigo las prácticas
racistas y segregacionistas que impregnaban aún a su sociedad.
Así se levantaría una sociedad que era un fiel reflejo de los patrones
socio-culturales propios del pueblo estadounidense. En este esfuerzo por
reconstruir el “estilo de vida americano” (“The American Way of Life”) se
fueron marcando fronteras culturales que diferenciaban, cada vez más, a este

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territorio de las costumbres que se percibían entre la población istmeña
radicada en la ciudad de Panamá.
Joseph Bucklin Bishop (The Panama gateway, 1913) opinaba que si
bien la Zona del Canal se había levantado bajo una estricta disciplina y
organización militar, la presencia de tantos funcionarios y empleados
civiles, así como sus familias, le daba a la comunidad un ambiente un
tanto relajado y democrático. La vida en comunidades tenía todas las
características de la vida cotidiana en los pequeños pueblos del sur de los
Estados Unidos.
Arthur Bullard (Panama, The Canal, The Country and The
People, 1914) prefirió utilizar el término “sub-urbana” para referirse la
vida social “Americana” en la cual se desenvolvía la vida cotidiana en la
Zona del Canal. Entendía por “sub-urbana” aquella sociedad que era
encantadora y, en muchos sentidos, más agradable que la que se vivía
en las grandes ciudades. “Esta tiene la intimidad, el todo el mundo
conoce a todo el mundo, de una villa rural y, al mismo tiempo, el gusto,
la cultura, los libros y la vestimenta de una ciudad.”

Pero también, este empeño por afirmar su propia identidad, los llevó a
proyectar a lo interno de la franja canalera prácticas discriminatorias y
prejuicios en contra de la masa de inmigrantes que llegaron a trabajar en la
construcción del canal. Para ello se aplicó en Panamá la política de
segregación propias del Sur de los Estados Unidos de aquella época. El
aislamiento y separación de los diferentes grupos étnicos, apoyado por la ley,
generó tensiones y situaciones conflictivas en el paraíso estadounidense.

2. LA VIVIENDA, LOS COMISARIATOS Y LA ALIMENTACIÓN

2.1. Viviendas al inicio de la construcción


Al inicio de los trabajos de construcción del canal por los Estados Unidos,
la Zona del Canal carecía de viviendas adecuadas para albergar al ejército de
obreros que requería la obra y la dieta que se ofrecía era muy pobre y poco
variada. Los primeros obreros fueron albergados en tiendas de campaña que
se levantaban en los campamentos de trabajo, en medio de la jungla y sobre el
lodo. Otros, con mayor suerte, eran llevados a vagones del tren que habían
sido habilitados con este fin, los cuales contaban apenas con pequeñas
ventanas para ofrecer algo de aire fresco a quienes intentaban dormir en sus
estrechos compartimentos.
Los primeros ingenieros en Jefe del Canal, Wallace y Stevens fueron
conscientes de que era necesario mejorar esta situación para poder llevar
adelante la construcción del canal. Fueron especialmente significativos los
esfuerzos de Stevens por traer madera de pino y zinc corrugado para reparar y
construir viviendas para los obreros. Su meta fue ofrecer a todos los que
trabajaban para la Comisión del Canal vivienda gratuita, incluyendo los
servicios de agua potable y electricidad.
Las condiciones de las residencias fueron variando a medida que los
trabajos avanzaban y tomando en consideración la condición de los
trabajadores. Para ello los norteamericanos construyeron más de 2,000

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edificios y se remodelaron más 1,500 edificios construidos por los franceses;
las cuales fueron utilizados para viviendas, oficinas, depósitos y otros fines.
Las casas variaban un poco de acuerdo a la posición que se ocupaba y el
salario, pero todas estaban hechas de madera de pino, con techo de zinc
corrugado y diseñadas para adaptarse al clima tropical. Además, a estas casas
se les daba un constante mantenimiento para que resistieran las inclemencias
del clima tropical, por lo cual al terminar los trabajos de construcción en 1914 la
mayoría se encontraba en buenas condiciones. Sin embargo, factores raciales
influyeron en el tipo de residencia que se ofrecía a cada persona y su familia.

2.2. Residencias para trabajadores estadounidenses solteros


A los trabajadores estadounidenses solteros se hospedaba en los hoteles
de la Comisión del Canal y en residencias construidas específicamente para
este fin. Si bien en los primeros años tendían a estar hacinados, ya de 1907 en
adelantes se les proporcionaron cuartos sencillos o dobles, que debían
compartir con algún compañero. Éstos eran amplios, con terrazas o balcones
bajo techo y telas metálicas en las ventanas. El inmobiliario era bastante
sencillo: un pupitre, una cómoda, una mesa y sillas de madera y una cama
confortable. Contaban con luz eléctrica y agua potable. Había suficientes
cuartos de baño para todos.

2.3. Residencias para las familias de empleados estadounidenses


Las casas entregadas a las familias de trabajadores e ingenieros
estadounidenses casados eran más cómodas y amplias, aunque esto dependía
del salario que se cobrase y la posición que se ejerciese. Las casas eran
construidas para acomodar a una, dos o cuatro familias, según su tamaño, y
cada apartamento tenía cuatro habitaciones amuebladas. Según William R.
Scott (The Americans in Panama, 1913) cada casa tenía en la cocina su
respetiva estufa, una cama doble, con su colchón doble, su sobrecama y dos
almohadas, una mesa de comedor con seis sillas, una mesa de cocina con dos
sillas, dos mesitas de centro, un mosquitero, un refrigerador (probablemente se
refería a un “ice box” o neveras de hielo, con un aislante para conservar el hielo
y otros alimentos), una cómoda doble, un aparador, y tres sillas de mimbre para
la terraza. La amplia terraza era utilizada como sala familiar. Cada casa o
apartamento, según fuera el caso, tenía su propio cuarto de baño con regadera
y servicio higiénico. Cada familia debía comprar sus cubiertos y vajillas, sus
sábanas y toallas, así como los otros muebles y utensilios que requiriera.
A cada casa se le proporcionaba, sin costo alguno, electricidad y agua
potable, así como carbón para la estufa y, si las necesidades laborables del
esposo lo requerían, una línea telefónica gratuita. Las ventanas, cubiertas
también de tela metálica, permanecían abiertas, permitiendo que la suave brisa
refrescara su interior. Con el tiempo, sus ocupantes las adornaron con
hermosos jardines y bellas veredas de flores y arbustos tropicales, dándole una
apariencia muy atractiva.

2.4. Residencias para trabajadores afroantillanos


A los trabajadores afroantillanos solteros o que no habían traído al Istmo a
sus familias, se les acomodaba en barracas, cada una de las cuales alojaba a
72 hombres. Por cama utilizaban literas. Empleados de limpieza se encargaban

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del aseo. Las condiciones de vida eran espartanas y carecían de los atractivos
y entretenimientos que se le ofrecía a los empleados estadounidenses solteros.
Las casas construidas para las familias de los trabajadores afroantillanos
también eran de madera de pino y zinc corrugado como techo, con telas
metálicas en las ventanas, y contaban con electricidad y agua potable gratis.
Pero, distaban mucho de la comodidad y amplitud de las asignadas a las
familias del Gold Roll. Los muebles también eran escasos y de inferior calidad.
Así mismo, mientras que la Comisión del Canal tenía un jardín en
Emperador del cual proveían, sin costo alguno, flores y plantas a los hogares
de los trabajadores estadounidenses, a los habitantes de las comunidades del
Silver Roll nos se les daba la misma facilidad.

2.5. Los comisariatos


En los primeros años, la Compañía del Ferrocarril de Panamá—que había
sido adquirida por el gobierno de los Estados Unidos de América al comprar las
acciones y posesiones de la Compañía Nueva del Canal—traía y distribuía los
alimentos que se usaban en los hoteles y en los comedores de los
campamentos de trabajo. Pero luego, al crecer la mano de obra empleada, se
hizo necesario encontrar un sistema más adecuado para abastecerla. El
mercado de las ciudades de Panamá y Colón carecía de los abundantes
productos que se requerían, y pronto hubo muchas quejas por los altos precios
que sus comerciantes cobraban a los trabajadores.
Por ello, en 1904 el primer Ingeniero en Jefe del Canal, J. F. Wallace, y el
Gobernador de la Zona del Canal, Charles E. Magoon, sugirieron repetir en
Panamá la experiencia que el primero había vivido en los Estados Unidos, en
donde las propias compañías constructoras de ferrocarriles se hacían cargo de
la alimentación de los obreros a través de contratistas privados.
Como este experimento resultó en quejas por los altos precios de las
comidas, al año siguiente John F. Stevens (quien acababa de reemplazar a
Wallace) decidió que la Compañía del Ferrocarril asumiera esta función a
través del establecimiento de comisariatos en los campamentos más
importantes.
Stevens sostenía que estos comisariatos, manejados por el gobierno de
los Estados Unidos, podrían ofrecer los productos a menor precio, pues su
intención no sería la de obtener ganancias sino la de brindar un servicio
esencial para construir el canal. Además, debido al enorme volumen de las
compras, el gobierno podía obtener mejores precios que los que se le
ofrecerían a una empresa privada que se encargara de abastecer a la Zona del
Canal. Añadía que, al utilizar la línea de vapores que pertenecía a la Compañía
del Ferrocarril, el transporte sería incluso más barato que si se transportaba por
una línea comercial. El sistema llegó a ser tan efectivo que en la mayoría de los
casos los productos obtenidos en los comisariatos tenían precios más bajos
que los que se obtendrían en las tiendas y comercios de los Estados Unidos.

Para 1912 existían 22 comisariatos establecidos en cada uno de los


pueblos y campamentos de la Zona del Canal, los cuales abastecían
diariamente a un total de 65,000 personas, incluyendo a los empleados y
sus familias. El almacén principal estaba localizado en Cristóbal, desde
donde las mercancías y alimentos eran enviados a los diversos centros en

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un tren de abastecimiento que tenía 21 carros, algunos de éstos
refrigerados para el transporte de hielo, carnes, vegetales y otros
productos perecederos. Para dar una idea del volumen de este negocio
podemos decir que la Comisión del Canal compraba en los Estados
Unidos unos doce millones de dólares de productos anualmente, por lo
cual cada día se debía descargar un vapor lleno de mercancía. (Logan
Marshall, The Story of the Panama Canal, 1913)

En estos comisariatos los obreros podías adquirir sus alimentos para


cocinarlos en casa a precios muy bajos y de excelente calidad. Así, se podía
comprar la libra de carne de freír a $ 0.10 centavos de dólar, carne de pollo a $
0.25, patatas a $ 0.02, garbanzos a $ 0.05, arroz a $ 0.03, judías a $ 0.04,
azúcar a $ 0.04, pan a $ 0.04 y café a $ 0.04.
Además de sus alimentos, los empleados podían conseguir casi de todo lo
que necesitaran, como ropas, calzados, sombreros, muebles, herramientas,
adornos, utensilios de cocina, implementos para limpieza, libros, y mucho más.
Por ejemplo, un par de zapatos se obtenía pos sólo $1.50, las camisas desde $
0.38 y un traje de vestir a $ 2.50. Y si en un momento dado se necesitaba o
deseaba algo que no había en existencia, se podía hacer un pedido especial.
En los comisariatos los empleados no pagaban en efectivo. En lugar de
ello adquirían libretas con cupones de diversas denominaciones, variando
desde 0.01 hasta 0.25 dólares. Las libretas tenían un costo de 2.50, 5.00, 10.00
y 15.00. Al hacer alguna compra, el dependiente rasgaba de la libreta los
cupones necesarios para cubrir el valor de la compra.

2.6. Menús y alimentación:


Los hombres y mujeres estadounidenses solteros comían en los
restaurantes de los hoteles de la Compañía del Ferrocarril. Los empleados
estadounidenses solteros comían en los hoteles y pagaban 0.30 por cada
comida.
Un menú típico incluía: de entrada un plato de sopa, dos tipos de
carne, cuatro clases de vegetales, panecillos calientes u hogazas de pan,
una ensalada, una taza de té, café o chocolate, y como postre, helado o
pie. En cada mesa hay futas, olivas, especies, condimentos y—por
muchos años, en los primeras etapas--, un tazón de quinina como
antídoto para la malaria.” (William R. Scott, The Americans in Panama,
1913, página 208.)

Los ciudadanos estadounidenses que no trabajaban en el Canal podían


comer en estos restaurantes pagando sólo U.S. $ 0.50. Las porciones que se
les servían eran abundantes. Emory Adams Allen las describió como “comidas
para hombres hambrientos”. (Our Canal in Panama: The Greatest
Achievement in the World's History, 1913)
Los obreros también tenían la opción de comprar sus alimentos en los
comisariatos y cocinarlos en casa. Esta opción favorecía especialmente a los
empleados casados al poner a su disposición una dieta más variada, pues en
estos comisariatos se podía encontrar carne de puerco, cordero, aves de corral
y cualquier tipo de carne que estuvieran de temporada en Nueva York .

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Habían, además, 17 comedores para trabajadores europeos, quienes
pagaban 0.40 por sus tres comidas diarias, pero éstos continuamente se
quejaban de la calidad de los alimentos que se les ofrecían. Para los
trabajadores afroantillanos se tenían funcionando 16 cocinas en las cuales se
les servían también tres comidas diarias por 0.27. Sin embargo, a éstos no les
gustaba la comida de los campamentos y preferían ingeniárselas ellos mismos.
William R. Scott (The Americans in Panamá, 1913) comentaba que para
1912 los afroantillanos consumían mensualmente más de 100 toneladas de
arroz, los italianos macarrones en abundancia y los españoles grandes
cantidades de pan.

3. LA MUJER Y EL AMBIENTE DOMÉSTICO

3.1. La mujer estadounidense como ama de casa


La Comisión del Canal realizó ingentes esfuerzos por procurar el arribo de
mujeres estadounidenses a la Zona del Canal. A pesar de que algunos críticos
señalaban que las mujeres se aburrían fácilmente y influían en el ánimo de sus
esposos para regresar a los Estados Unidos, los esfuerzos por reproducir la
cultura estadounidense requerían su presencia en el Istmo.
Las mujeres blancas, casadas, en tanto que amas de casa y damas de
sociedad serían en Panamá, como en otros enclaves coloniales, una
formidable “fuerza estabilizadora”, al reforzar los valores tradicionales y las
conductas consideradas honorables entre sus esposos. Además, según Eyra
Reyes (El trabajo de las mujeres en la historia de la construcción del
canal, 1881-1914, 2000), al organizar sus hogares de acuerdo a los patrones
de la cultura estadounidense, se convirtieron en “portadoras de la política
mesiánica del imperio hacia la zona de frontera, adaptándola a la Babel cultural
en que se convirtió nuestro Istmo”
La participación de la mujer durante la construcción del Canal de Panamá
fue decisiva y determinante. Su contribución laboral se constituyó en el
complemento indispensable de todas las actividades protagonizadas por los
hombres. Sin la participación de ellas el trabajo de los hombres se hubiera
tornado monótono e insoportable.
Correspondió a las esposas de los empleados estadounidenses organizar
y amenizar, en muchos sentidos, la vida social en la Zona del Canal. Con
frecuencia se realizaban reuniones sociales como tardes de té y veladas
culturales en las cuales se leía poesía o se efectuaban representaciones
teatrales. Organizaban cenas y fiestas en fechas memorables para los
estadounidenses como el Día de Acción de Gracias, la Navidad y el Día de las
Brujas, mejor conocido como Halloween.

3.2. Modas, vestidos y peinados


Los visitantes desprevenidos esperaban encontrar en el Istmo a un típico
pueblo de frontera, cómo las comunidades mineras que habían florecido en el
siglo XIX en el medio oeste, con calles polvorientas, casuchas de madera
improvisadas y rudos y sucios trabajadores por doquier. En lugar de ello, se
sorprendían al observar cómo se había transplantado a estas tierras el estilo de
vida americano.

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Así, Arthur Bullard nos narra que al visitar a un médico en la ciudad de
Panamá, él y un amigo invitaron a las dos sobrinas de éste a un baile al Hotel
Tívoli, al cual las jóvenes asistieron elegantemente vestidas, como si fuesen a
un baile de graduación. Siguiendo las normas de la época, las jóvenes
doncellas fueron acompañadas por su tía, como chaperona. Allí, todos los
presentes estaban ataviados con la misma elegancia que se podría observar
en cualquier gran ciudad del este de los Estados Unidos.
En cuanto a los caballeros, si bien los ingenieros, mecánicos y capataces
estadounidenses utilizaban como uniforme para sus faenas diarias, botas
negras, pantalones kaki y camisas azules. Pero al llegar a sus casas, tomaban
una ducha y se ponían sus vestidos de lino blanco, que caracterizaban a los
estadounidenses que laboraban en el Canal.
Debido a que el clima en el Istmo no experimenta los cambios de
estaciones propios de Norteamérica, las mujeres acostumbraban usar vestidos
de telas frescas y ligeras, generalmente blancos; color que armonizaba con los
vestidos de lino blanco que acostumbraban usar sus esposos.
Aún así, las mujeres vestían y peinaban sus cabellos a la última moda,
procurando que las jovencitas y los niños vistieran apropiadamente en las
veladas sociales y en las actividades culturales. Esto se debía a que en los
Comisariatos, así como en los principales almacenes de las ciudades de
Panamá y Colón, se podían adquirir los vestidos de moda en Estados Unidos.
Su ejemplo contribuyó a que las familias prominentes de las ciudades de
Panamá y Colón siguieran su ejemplo y recurrieran a vestir de forma similar y a
usar sus cabellos más cortos y con peinados recogidos, como se estilaba en
los Estados Unidos y en las vecinas comunidades canaleras.

2.3. El trabajo de las mujeres


En una sociedad como la panameña, en la cual, siguiendo los valores
patriarcales, el lugar de una dama era el hogar, sorprendió la incursión de las
mujeres estadounidenses en el mercado laboral.
En la Zona del Canal de Panamá las mujeres estadounidenses y
afroantillanas se fueron incorporándose lentamente a las esfera productiva
dentro del sector servicio; específicamente en actividades profesionales. Así,
mujeres estadounidenses encontraron puestos de trabajo como oficinistas,
enfermeras y maestras.
En tanto, a las mujeres afroantillanas se les trajo al Istmo para que
desempeñaran oficios más relacionados con su rol tradicional en el espacio
privado, como cocineras, lavanderas y empleadas domésticas.
En The Canal Record hay fotos de mujeres estadounidenses trabajando
como oficinistas, maestras y enfermeras. Para las afroantillanas, fotos de las
lavanderías de la Zona del Canal, donde se aprecia que ellas participan en
estas labores.

4. TECNOLOGÍA DE LA VIDA COTIDIANA

4.1. Modernismo e innovación en las áreas públicas: Acueducto y


alcantarillado

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Los primeros Ingenieros Jefes del Canal comprendieron que para culminar
exitosamente la obra era necesario transformar y modernizar las condiciones
de vida en las ciudades terminales de Panamá y Colón, así como en la Zona
del Canal.
Uno de primeros problemas que debieron enfrentar era la falta de un
adecuado sistema de acueductos y alcantarillados. Hacia 1904, el agua para el
consumo humano debía se recogía de pozos o corrientes. Las aguas que
ofrecían las constantes lluvias se utilizaban para la limpieza de los hogares.
Esto hacía que las personas acostumbraran a tener cántaros y vasijas llenas
de agua en sus casas, así como barriles con agua de lluvia en sus patios. Para
mejorar las condiciones sanitarias del Istmo y erradicar a los mosquitos que
transmitían mortales enfermedades, esta situación debía terminar.
Así, se decidió construir sendos acueductos para las ciudades de
Panamá y Colón. La capital sería abastecida con agua extraída del Río
Grande, por medio de una tubería de 16 milímetros que llegaría hasta el Cerro
Ancón, de donde se distribuiría hasta Panamá. Colón sería proveído con aguas
del Río Chagres.
Igualmente se llevaron adelante los planes para la construcción del
sistema de alcantarillado de ambas ciudades y en la Zona del Canal, los cuales
estuvieron en funcionamiento para 1905.
Estas innovaciones transformaron radicalmente el paisaje urbano y la vida
cotidiana. Con la culminación de los acueductos fueron clausurados los
antiguos pozos y dejó de existir la profesión de “aguatero” o “pipotero”, que era
aquel personaje que cada día surcaba las calles de la ciudad vendiendo agua a
los residentes:
“Un barrilito y una lata
nos costaba un real de plata
que con solícito esmero
el cumplido pipotero
sin regateo ni rebaja,
derramaba en la tinaja,
montada en su tinajero,
y recogía su dinero;
mueble de invento egoísta
de algún criollo ebanista.”
(Remigio Ruiloba, “El Pipotero”, en Lotería, No 32 (julio de 1958), p.p.
38-41; tomado de Damaris Diaz Szmirnov, Génesis de la ciudad
republicana (Panamá, 2001), p. 49-50).

4.2. Modernismo e innovación en las áreas públicas: Pavimentación de las


calles, electrificación y líneas telefónicas
Para complementar la modernización del paisaje urbano, se procedió a
reemplazar los viejos ladrillos coloniales y a pavimentar toda la ciudad de
Panamá, hasta la salida hacia las sabanas, con lo cual se facilitaría el paso de
los carruajes y se evitaría la acumulación de lodo y basura en las calles. Lo
mismo se hizo en la ciudad de Colón. Por estas calles no demorarían en
transitar, junto a los viejos carruajes jalonados por corceles, el tranvía y los
automóviles.
Igualmente, se cambió y amplió el tendido eléctrico y la línea telefónica
para crear un sistema que integrara ambas ciudades terminales, así como los

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diversos poblados a lo largo de la línea por la cual se construiría el canal
interoceánico. Con estos cambios se le brindaron a las ciudades de Panamá y
Colón los beneficios de la tecnología contemporánea y la imagen de ciudades
modernas.
La División de Obras Públicas de la Comisión del Canal, presidida por el
Superintendente George H. Ruggles, era responsable de la administración del
acueducto y del alcantarillado, así como de la pavimentación y mantenimiento
de calles, y del cobro de estos servicios.
La Corporación Panameña Americana y la Compañía de Luz Eléctrica y
Hielo de Colón (luego consolidadas en la Compañía Panameña de Fuerza y
Luz) fueron las responsables de modernizar el tendido eléctrico e instalar las
nuevas plantas de energía para suministrar iluminación nocturna y energía
eléctrica a las ciudades de Panamá y Colón, acabando con la época de las
velas y las lámparas de kerosén.
En 1905 la Compañía de Teléfono de Panamá organizó la comunicación
telefónica en la ciudad de Panamá; en 1912 extendió la línea hasta la ciudad
de Colón, estableciendo comunicaciones con las líneas telefónicas de la Zona
del Canal.
En este período también se decidió reactivar el tranvía de la ciudad de
Panamá que había dejado de funcionar hacia 1894. Para ello se le otorgó una
concesión a la Compañía Eléctrica de Panamá, la cual inauguró formalmente
sus servicios el 1º de agosto de 1913, con 15 carros, que luego fueron
ampliados a 22:
“El sistema de tranvías comprendía la línea principal que se extendía
por la Avenida Central, desde el Palacio Nacional hasta el Hotel Tívoli; la
de Balboa, que partía de la Plaza de Santa Ana y terminaba en los
muelles de La Boca, y la de Las Sabanas que también partía de Santa
Ana y pasando por la Avenida Norte y por el Camino de Calidonia iba
hasta la Estación de Policía en Las Sabanas y contaba con un ramal
hacia el balneario de Bella Vista.” (William T. Scoullar, El Libro Azul de
Panamá, Panamá, 1916, p. 214)

Como producto de los cambios realizados en la línea del ferrocarril se


decidió trasladar la vieja estación hacia un punto más céntrico de la ciudad y se
reemplaza al viejo edificio de madera por uno de cemento, con el diseño neo-
clásico que inspiraba al Edificio de la Administración y que se encuentra de
igual forma en los edificios públicos construidos o remodelados por el gobierno
panameño en estos tiempos, como el Palacio Municipal, el Teatro Nacional o la
Presidencia de la República.

4.3. Servicios modernos: Depósito Central Refrigerado


La Compañía del Ferrocarril estableció otras fábricas y servicios para
atender la demanda de la población que trabajaba y residía en la Zona del
Canal, como modernas plantas de hielo, panaderías, lavanderías y de helado.
En Cristóbal se edificó un gran depósito refrigerado, con capacidad
para manejar las cuatrocientas quince mil libras de carne fresca que eran
enviadas cada mes a los hoteles y comedores de la Zona del Canal, así
como las otras doscientas mil libras que eran remitidas a los comisariatos
para uso de las familias de los empleados. Este edificio tenía tres pisos de
altura. En la planta baja se encontraba la planta de hielo—que hacía 63

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toneladas de hielo diariamente-; en el primer piso se almacenaban las
carnes, hielo, leche, huevo y mantequilla; en el segundo se conservaban
las frutas y vegetales.

En el tercer piso se establecieron dos actividades productivas ajenas a las


de conservación de alimentos. En un lado se encontraba la imprenta, con siete
prensas, encargada de imprimir todas las formas y papelería utilizada por la
Compañía del Ferrocarril—ésta imprimía más de dos millones de hojas cada
mes y encuadernaba sus propios. En el otro lado se instaló una planta para
tostar café en el Istmo, sin tener que traerlo tostado de Nueva York.
En Cristóbal y en Ancón se levantaron dos enormes lavanderías para
efectuar el lavado de la enorme cantidad de ropa, sábanas, toallas, manteles y
demás usados por la línea de vapores, los comisariatos, los hoteles,
restaurantes y comedores, así como por los trabajadores que recurrían a sus
servicios. Para febrero de 1907, Thomas Graham Grier encontró a doscientos
diecisiete empleados trabajando en Cristóbal, la mayoría mujeres de origen
afroantillano. Se utilizaban aquí setenta y cuatro planchas eléctricas manuales
modernas y dos planchadoras a rodillo a vapor.
En cuanto a las panaderías, éstas estaban dotas de equipo moderno y
se encargaban de preparar todo el pan a utilizarse diariamente en los
restaurantes, comedores y hoteles de la Comisión. Además, se hacían dulces,
pasteles y panecillos. Los panaderos eran ciudadanos estadounidenses
blancos y los ayudantes eran afroantillanos. Todos usaban vestidos y gorros
blancos. The Commissary Department provided food for the entire work force
and baked as many as six million loaves of bread, 650,000 rolls, and 114,000
pounds of cake per year.

4.5. Modernismo e innovación en el hogar


En la segunda mitad del siglo XIX se inventaron y perfeccionaron en
Europa y Estados Unidos máquinas y utensilios que facilitaron las tareas
cotidianas y que pronto tuvieron una favorable acogida en Panamá.
Para combatir el calor y la humedad tropical, desde inicios del siglo XX se
vendían en Panamá abanicos eléctricos—de techo, pared y pupitre-- que eran
usados en los hogares y oficinas.
Para facilitar las tareas hogareñas, las viejas y pesadas planchas de
hierro—que había que usar en parejas, para calentar una en el fogón mientras
se usaba la otra para planchar la ropa--comenzaron a ser reemplazadas por las
modernas planchas eléctricas.
Así mismo, nuevos inventos ofrecían facilitar la tarea en la cocina. La
tostadora eléctrica es un invento inglés, patentado por Crompton and Co. en
1893. Westinghouse produjo en 1910 la primera tostadora de pan fabricada en
los Estados Unidos. Lo mismo ocurrió con la primera tetera eléctrica, inventada
por la misma compañía en 1891, impulsada seguramente por el hábito inglés
de beber té. Por el contrario, la primera cafetera eléctrica fue un invento
estadounidense, correspondiéndole a la Universal Co, en 1908 producir la
primera de su tipo.
Para 1912 en la Zona del Canal, según William R. Scott, las casas de los
empleados estadounidenses casados estaban dotadas de un “refrigerador”,
pero el primer refrigerador casero fue inventado por Kelvinator en 1913 y no fue
lanzado al mercado sino hasta 1918; por lo tanto, lo más probable es que se

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refiriera a un “ice box” o caja de hielo, la cual contaba con un compartimiento
aislado para conservar hielo y otros alimentos, equivalente a los que hoy
conocemos como neveras.
Así mismo, en Panamá, con los franceses y estadounidenses que
recorrieron el Istmo se tomaron fotos con las primeras cámaras fotográficas en
blanco y negro. A inicios del siglo XX, con la construcción del canal por los
Estados Unidos, también llegarían la cámara fotográfica a colores —inventada
en 1903 por los hermanos--Augusté y Louis Lumieré, así como las películas de
cine—también inventada por los hermanos Lumieré. En los hoteles y casas
clubes administrados por la Comisión del Canal se presentaban
ocasionalmente películas traídas especialmente de los Estados Unidos.
Algunas de ellas llegaron a ser presentadas en lugares públicos de Panamá.
Otro invento estadounidense que llegó con sus ingenieros y soldados fue
la máquina de afeitar. Esta había sido patentada por King Camp Gillette en
1901 y se comenzó a producir hacia 1903.
En 1882 Diehl and Company inventó el abanico eléctrico. En 1897, J. W.
Emerson perfeccionó este inventó e introdujo al Mercado el abanico de techo
eléctrico. En un anuncio en el Star and Herald, la Panama Hardware Co.
Ofrecía los abanicos eléctricos para techo, marca “Emerson”, sugiriendo que
eran ideales para negocios. Sin embargo, tanto en la Zona del Canal como en
las ciudades de Panamá y Colón los hombres preferían todavía asistir a las
barberías.

4.6. Automóviles y aeroplanos:


A inicios del siglo XX dos grandes inventos revolucionaron los medios de
transporte hasta entonces conocidos por el hombre: el automóvil (1904) y el
aeroplano (1903). Con la construcción del Canal Panamá fue testigo, desde
muy temprano, de la llegada de estos inventos.
Una vez pavimentadas las calles, el tránsito urbano, antes dominado por
las carretas y coches, comenzó a experimentar el paso de los automóviles.
Para 1913 el estadounidense Johh Abbot, sorprendido por la afluencia de autos
en la ciudad capital comentó que:
“Pocas pequeñas ciudades cuentan con tantos automóviles como
Panamá y estos todos han sido comprados después dela invasión
norteamericana”. (Panama and the Canal in Picture and Prose, New
York, 1913).
Este mismo año T. G. Duque, administrador de la General Automobile
Company ofrecía en la ciudad de Panamá, en alquiler, autos manejados por
chofer de la empresa. Ese mismo año, R. G. Fowler realizó el primer vuelo en
aeroplano a través del Istmo en el mes de abril. Para 1916 el Panazone
Garage, ubicado frente a la Estación del Ferrocarril en la ciudad de Panamá,
ofrecía un servicio similar.
Si la aparición de un coche que no era jalado por ningún animal llamó la
atención del pueblo panameño, mayor revuelo causó la llegada del primer
avión. R. G. Fowler realizó el primer vuelo en aeroplano a través del Istmo en
abril de 1913 en medio de la sorpresa y la admiración general.
Quizás maravillado por esta novedad un autor anónimo compuso el
siguiente tamborito en saludo al aeroplano como heraldo de la civilización:
“Vamos al llano, vamos al llanos
a ver bajar a los aeroplanos

11
que llegaron sin novedá.
Los aeroplanos de Panamá.”
“Los aeroplanos”, tomado de Narciso Garay , Tradiciones y
cantares de Panamá (Panamá, 1930), p. 158.

5. LOS RITMOS DE VIDA

5.1. Religión y religiosidad


La Comisión del Canal construyó los edificios para las iglesias que se
levantaron en la Zona del Canal y aportó los equipó indispensables para su
funcionamiento. En 1907 el primero de estos templos religiosos estuvo
terminado. Este fue la Capilla del Sagrado Corazón, adyacente al Hospital de
Ancón. Su primer pastor fue el reverendo Daniel Quijano, capellán residente
del hospital.
Además de la creación de las Casa Clubes la Comisión del Canal decidió
que era conveniente estimular el establecimiento de organizaciones religiosas
en la Zona del Canal para atender las necesidades espirituales de la fuerza
laboral. Así se construyeron 22 edificios religiosos de dos plantas, una para la
celebración de los oficios religiosos y otra para ser usada por las logias o las
sociedades. Se trató de dar igual tratamiento a todas las denominaciones
religiosas. Se emplearon capellanes residentes y visitantes para ofrecer los
servicios religiosos, visitar a los enfermos y cumplir con las otras
responsabilidades propias de este cargo.
Joseph Bucklin Bishop (The Panama gateway, 1913) nos informa que en
1910 habían 39 templos religiosos en la Zona del Canal, 26 de los cuales
pertenecían a la Comisión. De éstos sólo dos no estaban ubicados en terrenos
pertenecientes al gobierno estadounidense. En cuanto a las denominaciones
religiosas de estas iglesias tenemos que 7 eran católicas, 13 episcopales, 5
bautistas, 2 Wesleyanos, una adventista y ocho pertenecían a instituciones
religiosas que no eran formalmente iglesias, como el Ejército de Salvación.
En esa época, para atender las necesidades espirituales de los obreros, la
Comisión había contratado a 15 capellanes, 3 católicos, 4 episcopales, 4
bautistas, 2 metodistas y 1 presbiteriano.

5.2. Cementerios en la Zona del Canal


En Mount Hope, en un cerro a la izquierda de la estación del tren, en el
lado Atlántico del canal, se encontraba un cementerio que ya había sido
utilizado desde antes de 1880 y que la Compañía Universal del Canal decidió
habilitar como camposanto para los obreros que fallecieron durante la aventura
francesa en Panamá. Ellos llamaron a este lugar Monkey Hill. Los
estadounidenses cambiaron su nombre a Mount Hope. Aquí, los sepulcros de
panameños, estadounidenses, franceses y chinos se unen, como testimonio
del esfuerzo conjunto por convertir al Istmo en el “Puente del Mundo”. (En el
cartapacio de esta sala hay una foto coloreada de Mount Hope).

5.3. Matrimonios

12
Una queja constante de los trabajadores afroantillanos que laboraban en
el Canal era la ausencia de mujeres. Sin ellas, ellos se veían forzados a comer
lo que los comedores de la Comisión del Canal les ofrecía—lo cual muchas
veces no era de su agrado--, además de tener que lavar su propia ropa.
Según Arthur Bullard (Panama, The Canal, The Country and The
People, 1914) la Comisión consideraba que era menos probable que hombres
casados y con sus familias establecidas en Panamá desertaran de los trabajos
del canal al sentir nostalgia por el terruño patrio, como ocurría frecuentemente.
Así, que si bien ésta no le trajo directamente esposas a los trabajadores,
recurrió a varios mecanismos para que fuese más barato para dos vivir juntos
en la Zona del Canal que para uno solo.
Por ejemplo, el hospedaje y alimentación para solteros era más costoso e
incomodo que para personas casadas. Si alguien encontraba esposa, entonces
se le asignaba una casa de tres o cuatro habitaciones amuebladas; el agua
potable, la electricidad y el carbón para la estufa se les proporcionaba
gratuitamente. Así, en lugar de tener sus botones rotos y su ropa de lino
quemada, sus esposas buscaban entre las mujeres afroantillanas recién
llegadas al Istmo a alguna que efectuara todo el lavado de la ropa de la casa
por mucho menos de lo que antes pagaban en la lavandería.

5.4. El ocio: Bandas de música, actividades culturales, paseos y días


festivos
Uno de los principales problemas relacionados con la situación de los
trabajadores en la Zona del Canal era lo concerniente a como enriquecer la
vida cotidiana, romper el ocio y ofrecer alguna forma de entretenimiento.
Todos los domingos en la tarde la Banda de Música de la Comisión del
Canal—conformada por empleados del canal—ofrecía conciertos en algunos
de los pueblos de la Zona del Canal. Además, nos cuenta Joseph Bucklin
Bishop (The Panama gateway, 1913) que cuando los empleados organizaban
entre ellos mismos una banda musical la Comisión contrataba a un director que
la encabezara y les proporcionaba a los músicos un pequeño estipendio.
Además, se presentaron en Panamá las bandas del Ejército y de la Marina de
Estados Unidos que viajaron al Istmo expresamente con este propósito.
Los sábados en la noche y los domingos en la tarde se realizaban
actividades recreativas. Estas podían ser la lectura de algún libro de poemas o
la presentación de alguna obra de teatro o un concierto. Por Panamá
continuamente pasaban compañías de concierto y de teatro que iban de una
costa a otra de los Estados Unidos o que dirigían o provenían de Sur América o
del Caribe, las cuales aprovechaban su estadía en el Istmo para presentarse
en la localidad. En otras ocasiones, algunas fueron traídas expresamente con
el propósito de brindar entretenimiento a la comunidad zoneita. Además,
grupos locales aficionados a la música o el teatro entretenían ocasionalmente a
la comunidad.
Thomas Graham Grier (On the Canal Zone. Panama, 1908) asistió un
sábado en la noche al Teatro Metrópole a la presentación de concierto
organizado por la Asociación de Diversiones de Ancón. En esa ocasión se
presentó la Compañía de Conciertos de la Sra. Ruth Anderson Reohr,
conformado por cuatro damas estadounidenses. Este teatro era el único en la
ciudad y consistía en un edificio de madera, techo de zinc corrugado sin cielo

13
raso, pintado de color plomo. Pero nos informa que estaba pronto a
inaugurarse el Teatro Nacional de Panamá, al cual calificaba como el “más
completo y hermoso teatro que alguien podría imaginarse.”
Justamente el Teatro Nacional se habría de convertir en el escenario de
muchas presentaciones culturales para animar la vida cultural de la ciudad de
Panamá y los habitantes de la Zona del Canal. Por ejemplo, el Star and Herald
nos informa que el 2 y 3 de octubre de 1913 éste fue el escenario en el cual la
Morton Opera Company, de paso por el Istmo, presentó las obras “Madame
Sherry” y “”The Girls from Nowhere”. Esta compañía consistía 33 artistas e
incluía un harmónico coro.
El domingo los trenes extras de la Compañía del Ferrocarril estaban
repletos de viajeros que aprovechaban el día libre para visitar a amigos o visitar
algún lugar para entretenerse.
En ocasiones se aprovechaban los días libres para viajar la ciudad de
Panamá, a la Isla de Naos o a la Isla de Taboga. Para Thomas Graham Grier
(On the Canal Zone. Panama, 1908) Taboga, ubicada a unas doce millas del
puerto de Balboa, era el centro vacacional favorito de los habitantes de la
ciudad de Panamá y de la Zona del Canal por sus blancas playas, fresco
clima, hermosas flores y deliciosas frutas—aquí se cultivaban piñas, mangos,
naranjas y otras frutas. Para llegar a Taboga y a las cercanas islas de Naos,
Culebra, Perico y Flamenco—antes que el rompeolas que une estas islas a
tierra firme estuviera completo—se usaba el vapor Petit Louise.
Los días en los cuales los Estados Unidos conmemoraba una fecha
especial se celebraban con gran regocijo en la Zona del Canal.
Por ejemplo, el 4 de Julio se celebraba en la Zona del Canal, como en los
Estados Unidos, con fuegos artificiales, desfiles militares, bandas de música,
exhibiciones de los bomberos y bailes. El Día de Acción de Gracias se
festejaba con las cenas en los hoteles, restaurantes y en familia, en las cuales
nunca faltaba el clásico pavo. Para Halloween se hacían fiestas a los niños en
las escuelas, al igual que para la Navidad.

5.6. Hoteles
En la Panamá llegaron a haber dos hoteles importantes, de gran lujo y
elegancia, bajo la administración de la Comisión del Canal. En el terminal
pacífico se encontraba el Hotel Tívolí y luego en el atlántico se construyó el
Hotel Washington.
En el terminal del Pacífico se encontraba el Hotel Tívoli, que se convirtió
en uno de los principales sitios de reunión y entretenimiento de Panamá. Este
hotel contaba con todas las facilidades modernas y podía albergar hasta 500
huéspedes. Además, tenía un inmenso salón en su piso principal. Aquí, una
banda de música amenizaban bailes y fiestas los fines de semana. Según
Thomas Graham Grier (On the Canal Zone. Panama, 1908) una habitación
podía costar desde $3.50 diario, el desayuno $0.50, el almuerzo $1.00 y la
cena $1.50.
Cuando en noviembre de 1906 el presidente Roosevelt realizó una visita
de tres días al Istmo se convirtió en el primer presidente de los Estados Unidos
de América que salía del territorio continental estadounidense durante su
mandato. Al llegar a Panamá se alojó al presidente en una de las alas del Hotel
Tívoli, el cual aún no estaba terminado. Esta fue la primera ocasión que el

14
Tívoli fue usado como hotel. La habitación ocupada por el mandatario y su
esposa fue llamada “Suite Presidencial” y retuvo ese nombre cuando comenzó
a funcionar. Luego de la visita presidencial el hotel fue cerrado para culminar su
edificación, hasta que fue formalmente inaugurado el 1º de enero de 1907.
El Hotel Washington reemplazó a la antigua Washington House, que
desde 1870 hasta el 1 de marzo de 1908, cuando pasó a manos de la
Comisión, había sido para el uso exclusivo de los Directores del Ferrocarril. En
1910 se optó por la construcción de un nuevo Hotel, con planos elaborados por
la firma Cram, Goodhue y Ferguson, de New York, a un costo de $ 500.000, el
cual fue inaugurado el 29 de marzo de 1913.
Para 1912 la Comisión tenía, además, unos 20 hoteles establecidos a lo
largo de la línea para trabajadores del Gold Roll y Silver Roll. En ellos se
servían unas 200,000 comidas al mes.
Podemos considerar The Imperial un ejemplo típico de estos otros
hoteles. Según la descripción de Thomas Graham Grier (On the Canal Zone.
Panama, 1908), éste tenía tres pisos de altura. Las oficinas, el bar, el boliche,
la sal de billar y los almacenes estaban en la planta principal. En el secundo
piso se encontraban una sala de estar, el comedor, la cocina y unos cuantos
dormitorios. Tanto el segundo como el tercer piso estaba rodeado por balcones
que permiten contemplar el paisaje circundante. Las habitaciones eran de dos
estilos, interiores y exteriores. A las habitaciones exteriores se entraba por el
pasillo de los balcones. Los muebles consistían en una buena cama con su
respectivo mosquitero, una silla mecedora, dos sillas de mimbre, un pupitre,
una vasija para lavarse, una mesa de centro y varias percheros para colgar
ropa. En cada habitación había un botón para llamar a la recamarera o al
portero y un bombillo eléctrico. Una habitación de este tipo tenía un costo de
U.S. $ 2.50 diario.

6. Las asociaciones

6.1. Las primeras asociaciones


Para la recreación de los ingenieros, mecánicos, médicos y otros
profesionales estadounidenses que laboraban en la Zona del Canal se crearon
casas clubes (clubhouses) en varias localidades, bajo la supervisión de la
Y.M.C.A. (Young Men´s Christian Association / Asociación Cristiana de
Jóvenes). Hasta la creación de estas casa clubes, el único lugar para la
entretención de los hombres eran los bares.
Antes se habían tratado de formar otras organizaciones en la Zona del
Canal, pero la mayor parte de estos intentos había fracasado. William R. Scott
(The Americans in Panamá, 1913) menciona entre éstas a la Sociedad del
Chagres, que intentó reunir a los empleados que habían recibido la Medalla
Conmemorativa Roosevelt, entregada a los hombres y mujeres
estadounidenses que habían trabajado en el canal por dos años; pero, debido a
que muchos obreros abandonaban luego las obras, se dificultaba darle
continuidad a la sociedad.
Se intentó formar en el Istmo ramas de algunas agrupaciones de carácter
fraternal que ya existían en Estados Unidos, como los Hombres Rojos (Red
Men), del cual surgió en Culebra y en Cristóbal una rama femenina
denominada Las Hijas de Pocahontas. Otra asociación de breve existencia
fue la Orden Independencia de los Canguros, la cual se formó con fines

15
benéficos y de ayuda mutua, llegando a tener unos 1,500 miembros. (Tomado
de Eyra Reyes, El Trabajo de las mujeres en la historia de la construcción
del Canal de Panamá, 1881-1914, p. 106).

6.2. Las Logias:


Unas de las organizaciones más exitosas en la Zona del Canal fueron las
logias. Éstas reunían a profesionales, intelectuales y comerciantes
progresistas, anticlericales y defensores de los principios liberales. Muchos de
las personas que vinieron a trabajar la Istmo pertenecían a alguna logia en su
comunidad de origen y poco a poco fueron creando organizaciones similares,
dependientes de las logias establecidas en Norteamérica.
Sin embargo, ya la masonería existían en Panamá desde mucho antes de
que se iniciara la construcción del canal interoceánico. Prominentes liberales
istmeños habían formado en la ciudad de Colón la Logia Fidelidad No 48,
adscrita a la Gran Logia Oriente de Nueva Granada, la cual efectuaba sus
reuniones en español. Esto lleva a que en 1889, comerciantes y profesionales
ingleses y estadounidenses establecidos en la ciudad de Colón fundaran la
Logia Sojourners No. 874, dependiente de la Gran Logia de Escocia, la cual
realizaba todo su ceremonial en inglés.
Al iniciarse la construcción del canal comenzaron a arribar al Istmo
estadounidenses masones, que se unieron a esta logia, la cual pronto se fue
“americanizando.” Luego, debido a lo demorado de las comunicaciones con
Escocia, éstos pidieron ser incorporados a alguna logia en los Estados Unidos
y así logran que en septiembre de 1912, con el consentimiento de la Gran
Logia de Escocia, que la Gran Logia de Massachussets acepte a la Logia
Sojourners como su rama Cristóbal, en la costa caribeña del Istmo,
asignándole el número 192. Al año siguiente, 43 masones establecidos en el
lado Pacífico formaron en Ancón la Logia de la Zona del Canal, la cual
también fue reconocida por la Gran Logia de Massachussets. En 1915, al
establecerse en Emperador la sede la 5ª Compañía de Infantería, uno de sus
oficiales, el teniente George W. Edgerly, argumentando que las otras dos logias
establecidas en el Istmo quedaban distantes y se dificultaba la asistencia a sus
reuniones de los masones ubicados en el área central de la Zona del Canal
logra conformar una tercera logia, la Logia del Ejército (Army Lodge).
Además de las logias propiamente dichas surgieron otras asociaciones y
clubes inspirados en los principios masónicos. Por ejemplo, los trabajadores
estadounidenses formaron en 1907 Clubes Masónicos en Culebra y Las
Cascadas y al año siguiente en Emperador y Paraíso; luego, aparecieron otras
clubes en Pedro Miguel, Bajo Obispo y Gorgona. También mujeres se
incorporaron a estos clubes y se formó en Emperador el Capítulo de la
Orquídea de la Orden de la Estrella del Este No 1. (Ver Canal Record, vol.
I.). Así mismo, en mayo de 1911 se convocó en Gatún a una reunión de los
miembros de la orden secreta Ancient Arabic Order of Nobles of the Mystic
Shrine (Antigua Orden Áraba de los Nobles del Relicario Místico) que se
encontraban en Panamá y allí se acordó formar el Panamá Shriners´ Club (El
Club del Relicario de Panamá). En 1912, aprovechando la presencia en el
Istmo de decenas de miembros de la Orden de los Templarios, otra cofradía
secreta, se creó el Comando de la Zona del Canal de los Caballeros
Templarios. En 1915, otro grupo de masones formó el Club Masónico de las
Ciudades Gemelas "Twin City Masonic Club."

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6.3. Las Casa Clubes del Y.M.C.A.
La Comisión construyó y equipó las casa clubes, y el Comité Internacional
de la Y.M.C.A. designó a los secretarios que conducían y organizaban las
actividades de los clubes, los cuales eran pagados por la Comisión. Uno de los
más grandes fue el ubicado en Balboa. Según Logan Marshall (The Story of
the Panama Canal, 1913) hacia 1912 había otros 7 de estos clubes ubicados
en Cristóbal, Gatún, Gorgona, Emperador, Culebra, Corozal y Portobelo.
La inscripción era gratuita pero la membresía costaba cuatro dólares un
trimestre, siete dólares por seis meses y doce dólares por un año. Se cobraba,
además, 2 ½ centavos por el por uso de tacos para participar en un partido de
pool, 30 centavos por ocupar una mesa de billar por una hora, 10 centavos por
partido de boliche y los casilleros se arrendaban a un dólar por año. El
hospedajes en las Casa Clubes era gratuito para los miembros y los
ciudadanos estadounidenses de paso debían pagar un dólar por noche.
Las casas clubes se convirtieron en los principales centros sociales en la
Zona del Canal. Aquí se podían encontrar cómodas recepciones, cuartos de
lectura, salas de juego--con tableros de damas, ajedrez y otros juegos de
mesa--, mesas de billar, juegos de boliche, gimnasios, cafeterías, cuartos
oscuros para los clubes de fotografía y fuentes de soda. Una vez a la semana
se presentaban películas y en ocasiones se hacían reuniones de las logias.
Aquí se podían obtener refrescos, tabaco y comidas a toda hora. A las mujeres
se les permitía el acceso a los mismos los días martes y jueves en la tarde, así
como a los eventos públicos, aunque con privilegios limitados.

6.4. Clubes sociales y deportivos


Según nos informa Arthur Bullard, en cada casa club se formaban a su
vez clubes y torneos internos muy variados, según el gusto de los miembros.
Así se podían encontrar Clubes de Fotografía, Sociedades Literarias y de
Debates, Clubes de Ajedrez, Círculos Bíblicos, Clases de Lucha Libre, equipos
de básquetbol y béisbol, y otros por el estilo. Igualmente, se hacía torneos
internos, siendo los más populares los de billar y boliche.
Como estas casas clubes estaban ubicadas en las principales
comunidades de la Zona del Canal aprovechaban la oportunidad para realizar
torneos entre sí, ya fuesen debates, torneos de ajedrez o eventos deportivos.
Los que más llamaban la atención del público eran los juegos de béisbol.
La celebración de festividades importantes, como el 4 de Julio, daba la
oportunidad de confrontar a las diversas comunidades para ver cuál era la
mejor. En The Panama Canal Record del 28 de junio de 1911 se anunciaba
la realización de 22 eventos como parte de la celebración de la independencia
de los Estados Unidos, de esto, 8 eran juegos de entretenimiento y los demás
eran eventos deportivos, entre los cuales se menciona partidos de béisbol,
deportes acuáticos y otros torneos atléticos.

6.5. Los clubes de mujeres


Joseph Bucklin Bishop (The Panama gateway, 1913) nos explica que con
el propósito de mantener ocupadas y entretenidas a las esposas de empleados
estadounidenses, la Comisión contrató los servicios de una organizadora de
Clubes de Mujeres, la señorita Helen Varick Boswell, quien viajó al Istmo en
septiembre de 1907 y recorrió las diversas comunidades de la Zona del Canal,

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dándose a la tarea de formar asociaciones femeninas en cada una de ellas.
Como resultado de su labor se formaron nueve clubes femeninos, los cuales
llegaron a formar una Federación de Clubes de Mujeres de la Zona del Canal,
la cual luego se afilió a la Federación General de Clubes de Mujeres de los
Estados Unidos. Para 1907 habían aumentado a 15 el número de clubes.
Como respaldo a estas gestiones viajó a Panamá la Dra. Jeanne de la
Dossier, directiva de la Federación de Clubes de Mujeres de Nueva York, quien
se presentó ante varias organizaciones femeninas en la Zona del Canal para
explicarles cómo organizar los clubes y qué tipo de actividades podían realizar.
Según Miriam Miranda (“Las organizaciones femeninas en la Zona del Canal,
1907-1913”, 2002), para 1913 el número de clubes de mujeres, incluyendo las
asociaciones fraternales y religiosas, había llegado a 58, con una membresía
de alrededor de 695 mujeres.
Cada semana The Canal Record publicaba una columna titulada “Social
Life on the Zone” en la cual se daba noticia de la actividad de estos clubes. En
su edición del miércoles 25 de diciembre de 1907 informó de la participación de
los Clubes de Mujeres de diversas comunidades como Gatún, Cristóbal,
Culebra y Gorgona en la celebración de la navidad, ofreciendo fiestas, bailes,
música y regalos a los niños.
Otras actividades de los clubes fueron mencionadas por The Canal
Record. Así nos enteramos, por ejemplo, de que el Club de Gatún invitó a la
señorita Anna Gohrman para que hablara acerca de la conveniencia de que
madres de familia y maestras cooperaran en la educación de los niños. El Club
de Pedro Miguel organizó una entretenida velada literaria. El Club de Ancón
efectuó un Baile de Flores. En Paraíso se celebró una velada musical, con
premios para las participantes.
Para 1912 las mujeres estadounidenses había creado otras asociaciones
en la Zona del Canal. Una de ellas era la “Play Ground Association” la cual
levantó un pequeño parque infantil en Colón, desde Bottle Alley hasta Calle
Bolívar, con columpios, subibajas y cajas de arena. Otras organizaciones
formadas por mujeres eran la Cruz Roja y la Liga Anti-Tabaco.
Nos narra Miriam Miranda que en la Sexta Reunión Anual de la
Federación de Clubes de Mujeres de la Zona del Canal, realizada en el Hotel
Tívoli en enero de 1913 se acordó cesar la actividad de todos los clubes a partir
de abril de ese año, en vista de que al culminar la construcción de la vía
interoceánica, era de esperarse que muchas de las familias retornaran a los
Estados Unidos. Es decir, completada la construcción del canal, ya no se
consideraba necesaria la continuación de estas organizaciones, pues la mujer
debería volver al espacio privado de su hogar.

7. Las Instituciones

7.1. Crimen y castigo: El sistema judicial y penitenciario


A la Zona del Canal se trasladó el sistema judicial estadounidense, con las
particularidades propias que se le reconocieron a la Zona del Canal, como un
área bajo la jurisdicción del Departamento de Defensa. Así se estableció una
Corte Suprema de Justicia, con sede en Ancón, cortes de circuito y cortes de
distrito. Se reconocía el derecho a apelar las decisiones de estas cortes ante la
Corte Suprema de los Estados Unidos.

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Hacia 1910 Frank Feuille fungía como Consejero Legal y Abogado en Jefe
y W. K. Jackson, Jr. ejercía el cargo de Fiscal.
Los casos delictivos eran atendidos en primera instancia en cortes
menores. M. C. Rerdell actuaba como Secretario de los Jueces de Distrito y
los distintos distritos judiciales eran atendidos por los siguientes Jueces de
Distrito: E. S. Garrison, Juez en Emperador; J. B. March, Juez en Gorgona; y
Thos. E. Brown, Juez en Cristóbal.
En caso de apelación, los casos se trataban en la Corte Suprema de la
Zona del Canal, la cual estaba presidida por el Juez H. A. Gudger. Lo
ayudaban a deslindar los casos los Jueces Asociados Wesley M. Owen y Lorin
C. Collins. Estos jueces actuaban, además, como Jueces de Circuito, siendo
Gudger Juez del Primer Circuito, Owen del Segundo y Collins del Tercero.
Hacia 1910 sólo funcionaba una Penitenciaría en la Zona del Canal, la
cual estaba ubicada en Culebra.
El Forense de la Zona del Canal y Marshall de la Corte Suprema y las
Cortes de Circuito era el Sr. J. P. Fyffe, quien también fungía como Jefe de la
Policía.

Crimen y castigo: Dos decisiones importantes de la Corte Suprema


La Corte Suprema de Justicia de la Zona del Canal era el tribunal
superior al cual se podían apelar las decisiones de las cortes de distrito.
Willis Fletcher Jonson nos narra uno de los primeros casos en los cuales
esta corte impuso su criterio. En septiembre de 1905 llegó a esta instancia
el caso de un ciudadano que alegaba verse afectado por la decisión de la
Comisión del Canal de prohibir los juegos de azar en los predios de la
Zona del Canal, pues afirmaba tener derechos previos, concedidos por la
República de Panamá, para colocar una mesa de ruleta en esta área. La
Corte decidió que, en base a la Convención del Canal Ístmico de 1903, los
Estados Unidos tenía pleno derecho a legislar sobre el territorio de la
Zona del Canal, libre de cualquier obligación o concesión previa. Por lo
tanto, la decisión de declarar ilegal las apuestas en el territorio zoneita se
mantuvo.
En 1904 el Presidente Theodore Roosevelt le dio a la Comisión
del Canal la autorización para expulsar de la Zona del Canal a cualquier
persona que se considerara no necesaria para la realización de los
trabajos o que su presencia fuese objetable por cualquier razón. Si bien
ningún Estado de la Unión Americana tiene este derecho, la Corte
Suprema de la Zona del Canal declaró que la Constitución de los Estados
Unidos no se aplicaba en la Zona del Canal, sino que esta área estaba
sujeta a las regulaciones de una reserva militar. La posición del
Presidente Roosevelt, que se convirtió en política y práctica regular en la
Zona del Canal, fue que los Estados Unidos se encontraban en esta área
con el firme propósito de construir el canal y que no se debía permitir allí a
ninguna persona cuya conducta o presencia pudiera entorpecer esta
labor. Esta autorización fue utilizada para expulsar a muchos hombres y
mujeres por diversas causas, y fue uno de los principales instrumentos
para acabar con los amagos de paro o huelga.

7.2. La Policía de la Zona del Canal

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Según William R. Scott (The Americans in Panamá, 1913) la policía fue
organizada por George R. Shanton, una especie de comisario del viejo oeste,
escogido especialmente por el presidente Roosevelt.
La Policía de la Zona del Canal estaba integrada por unos 300 hombres,
en su mayoría ex –soldados que habían servido en Cuba o Las Filipinas. En
1907, cuando Thomas Graham Grier (On the Canal Zone. Panama, 1908)
visitó el Istmo, estaban organizados en ocho estaciones y 29 puestos o sub-
estaciones, además de su Cuartel Central. Éste nos dice que:
“En el año que terminaba el 30 de junio de 1907, el número total de
arrestos era de 6,236, de los cuales 925 fueron por violaciones al
reglamento sanitario, 787 por intoxicación y 1,176 por conducta
desordenada. El número total de condenas que resultaron de estos
arrestos fue de 5,193.”
Un aspecto que complicaba la labor policíaca era la diversidad racial de la
fuerza labora en la Zona del Canal, pues muchos de sus integrantes
desconocían las leyes y normas propias de la sociedad estadounidense.
Quizás ello explique—además de cierta dosis de racismo—que las personas
arrestadas ese año correspondieron a 41 nacionalidades distintas.
Para 1910 el Jefe de Policía era el Sr. J. P. Fyffe y su Asistente era C.
W. Barber. La policía estaba cuatro distritos, con sub-estaciones en los
diversos poblados de la Zona del Canal. Así el Distrito de Ancón comprendía a
Ancón, Corozal, Balboa, Miraflores, Las Sabanas y Pedro Miguel; el Distrito de
Emperador abarcaba a Emperador, Cucaracha, Paraíso, Culebra y Las
Cascadas; el Distrito de Gorgona a Gorgona, Bajo Obispo, Matachín, San
Pablo, Tabernilla y Frijoles; y el Distrito de Cristóbal a Cristóbal, Bohío, Gatún,
Mount Hope y Portobelo.

7.3. Correos
El servicio de correo era muy eficaz, debido a que diariamente llegaban
vapores de las costas de Estados Unidos, y semanalmente llegaban barcos
procedentes de Europa y el Caribe.
Los Correos estaban integrados a las Aduanas en la División de Correo,
Aduanas e Ingresos. El Jefe de la División era el Sr. Tom M. Cooke. Para 1910
existían oficinas de correo en los siguientes poblados: Ancón, Balboa, Corozal,
Miraflores, Pedro Miguel, Paraíso, Culebra, Emperador y Las Cascadas, en el
terminal atlántico; y Bajo Obispo, Matachín, Gorgona, Tabernilla, San Pablo,
Bohío, Gatún, Cristóbal y Portobelo, en el terminal atlántico.

7.4. Servicios médicos y el Hospital Ancón


El Jefe de los servicios médicos en la Zona del Canal era el famoso Dr. W.
C. Gorgas, quien lanzó la famosa Campaña Sanitaria. Era asistido en su labor
por el Dr. M. E. Connor, Jefe de la Oficina de Salud en Colón y Cristóbal, y el
Médico Cirujano J. C. Perry, Jefe de Salud en Panamá.
Los tres hospitales más importantes de la ciudad también estaban bajo la
administración de la Comisión. El Médico Cirujano J. C. Perry era el
Superintendente del Hospital de Ancón y además, estaba a cargo del asilo
para enfermos mentales; el Teniente Coronel Médico Cirujano William H. Bell
era el Superintendente del Hospital de Colón; y el Dr. P. de Obarrio era el
Superintendente del Hospital Santo Tomás y además estaba a cargo del
sanatorio de la isla de Taboga.

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Existían, así mismo, Oficinas de Cuarentena en Bocas del Toro, Colón y
Panamá que también estaba a cargo de la Comisión.
Para atender los servicios Médicos en las estaciones de la línea se habían
establecido centros médicos en Portobelo, Cristóbal, Gatún, Bohío, Tabernilla,
San Pablo, Gorgona, Matachín, Bajo Obispo, Las Cascadas, Emperador,
Culebra, Paraíso, Pedro Miguel, Miraflores, Ancón, Balboa, Corozal, Tívoli,
Nombre de Dios y Punta Toro (Colón). Igualmente, se atendían los servicios
médicos especiales en Palo Seco, el Carro Hospital y los servicios de
odontología por dos dentistas.
El principal centro hospitalario en Panamá era el hospital ubicado en el
Cerro Ancón. En el Hospital Ancón había salas separadas, tanto de medicina
general como de cirugía, para los empleados estadounidenses, europeos
blancos y negros afroantillanos. En otro edificio se tenían salas apartes para
mujeres. En total contaba con 22 salas cuando Thomas Graham Grier (On the
Canal Zone. Panama, 1908) lo visitó.
El complejo hospitalario contaba con once edificios que cumplían
diversos fines. En un edificio se encontraban el almacén para los implementos
médicos, ropas y otros utensilios. En otro se guardaban las drogas y medicinas.
Los cuartos de operaciones se encontraban en un anexo especialmente
construido para este fin, el cual contaba con lo último en implementos de
cirugía y equipo de rayos X. La biblioteca médica compartía otro edificio con el
archivo de los expedientes médicos de todos los pacientes que habían pasado
por este hospital. Había otro inmueble dedicado a los pacientes de tuberculosis
y una pequeña casa aislada para las enfermedades contagiosas. También se
encontraba aquí el manicomio que recogía a los enfermos mentales de la
República de Panamá y la Zona del Canal.

7.5. Cuerpo de Bomberos


Según William R. Scott (The Americans in Panamá, 1913) el incendio de
mayores consecuencias en la Zona del Canal fue el que ocurrió en el almacén
de la Comisión en Mount Hope el 1º de abril de 1907, el cual arrojó pérdidas
por cien mil dólares. Hacia 1912 el Cuerpo de Bomberos de la Zona del Canal
estaba compuesto por 16 oficiales, 46 bomberos permanentes y unas 18
compañías de voluntarios con un total de 295 miembros. Esta institución estaba
equipada con el más moderno equipo americano.
Thomas Graham Grier (On the Canal Zone. Panamá, 1908) nos narra
que estando en Panamá fue testigo de un incendio en Colon que, en otros
tiempos, hubiera podido haber arrasado con la ciudad. Pero en Cristóbal existía
ya una Estación de Bomberos, con equipo de bombas jaladas por caballos, que
intervino eficazmente para combatir las llamas. En cuanto a la actuación
Cuartel de Bomberos de la República de Panamá, le pareció poco
experimentado, comentando sarcásticamente que “son buenos para sonar
cornetas y hacer ruido pero malos para tirar agua”. (p. 37)
Para 1910 C. W. Weidman era el Jefe de Bomberos y C. F. Koerner era su
Asistente. Para ese año año existían las siguientes Estaciones o Cuarteles de
Bomberos en el área de la Zona del Canal: Ancón No 2, Ancón No 3, Balboa,
Paraíso, Culebra, Emperador, Las Cascadas, Gorgona, Gatún, Cristóbal,
Tabernilla, Mount Hope, Corozal, Pedro Miguel y Portobelo. Además, se habían
organizado entre los residentes y empleados del Canal a Compañías de
Voluntarios en Balboa, Ancón, Corozal, Miraflores, Paraíso, Culebra,

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Emperador, Las Cascadas, Bas Obispo, Matachín, Gorgona, San Pablo,
Tabernilla, Gatún y Portobelo, las cuales fueron de gran importancia, puesto
que en varias de estas comunidades no habían Estaciones en ese entonces.

7.6. Escuelas
El gobernador Charles E. Magoon inauguró la primera escuela pública
en la Zona del Canal, bajo administración estadounidense, el 2 de enero de
1906. Para 1912 se habían levantados unas 24 escuelas que ofrecían sus
servicios educativos a los hijos de los trabajadores estadounidenses y
afroantillanos. Según William R. Scott (The Americans in Panamá, 1913)
estas escuelas eran atendidas por 46 maestros blancos y 28 educadores
negros, los cuales atendían a 1,240 estudiantes blancos y 1,524 estudiantes de
color.
Los hijos de los trabajadores blancos estadounidenses contaban con
escuelas amplías y cómodas, bien ventiladas y con mucha luz. Sus maestros
eran todos docentes graduados y con experiencia previa. Para 1910 estaban
funcionando escuelas para blancos en Ancón, Pedro Miguel, Paraíso, Culebra,
Emperador, Las Cascadas, Gorgona, Gatún, Cristóbal, Playa de Colón, Corozal
y Tabernilla.
Para los hijos de los trabajadores perteneciente al Gold Roll las escuelas
también estaban hechas de madera y con techo de zinc corrugado. Sus
maestros eran en su mayoría maestros graduados de colegios de Jamaica.
Para 1910 funcionaban escuelas para afroantillanos en Balboa, Paraíso,
Culebra, Emperador, Matachín, Cruces, Gorgona, San Pablo, Tabernilla,
Bohío, Mount Hope, Cristóbal, Playa de Flor, Las Cascadas y Gatún.
Según Frank A. Gause, Superintendente de Escuelas, el principal
problema experimentado en la organización del sistema escolar fue la
diversidad. Por un lado, los maestros blancos provenían de diversos Estados
norteamericanos (16 en total), cada uno con su propio método y plan; y los
propios alumnos reflejaban la diversidad étnica de la mano de obra que
constituía la fuerza del trabajo del canal al proceder de varios Estados de la
Unión (732 alumnos habían llegado a la Zona del Canal desde 36 Estados
distintos) y de otras 21 naciones. Los estudiantes recibían gratuitamente sus
libros de textos y útiles escolares, además eran transportados en el ferrocarril
hacia y desde las escuelas sin costo alguno. Para entonces ya había dos
colegios secundarios, uno en Gatún y el otro en Ancón.

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