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La ambidestreza organizacional
Distintos autores coinciden en la idea de que las organizaciones
exitosas en un entorno dinámico son ambidiestras, es decir, alineadas
y eficientes en su gestión de las demandas comerciales de hoy
mientras que también son lo suficientemente adaptables a los
cambios en el entorno como para seguir existiendo mañana.
En el libro Prospectiva y ambidestreza (Malcón, 2021) se analiza en
profundidad la evolución del concepto de ambidestreza desde su
surgimiento, y las evidencias de ser un modelo que mantiene pleno
interés por parte de los investigadores a nivel global.
El citado trabajo observó las prácticas en innovación de las tres
principales empresas públicas del dominio comercial e industrial del
Uruguay, analizó evidencias de trabajos publicados y contrastó estos
hallazgos con referentes calificados a nivel nacional e internacional
mediante técnicas de investigación cualitativa. Se encontró que el
desarrollo de la capacidad ambidiestra contextual ofrece múltiples
ventajas, entre las que se encuentran un mayor rendimiento de la
organización y la sostenibilidad del negocio, el desarrollo de
capacidades internas y el fomento de la aparición de un liderazgo
comprometido y distribuido en toda la organización, y una mayor
capacidad de adaptación de la organización a los cambios del entorno.
Son múltiples sus aplicaciones prácticas en la industria y en las
empresas de servicios de todos los rubros.
El principal reto al que nos enfrentamos es, cómo desarrollar la
ambidestreza contextual en organizaciones que, por la rigidez
heredada de su origen y sostenimiento en el tiempo (creadas por ley o
por el legado de sus fundadores) poseen una muy arraigada cultura
jerárquica donde prima el interés por la explotación. Este tipo de
situaciones las podemos encontrar en empresas públicas y en
empresas privadas de diversos tamaños en que la verticalidad ha sido
la manera de progresar y mantenerse en el tiempo.
El concepto de red
También desde un punto de vista práctico, la red está constituida
como todas las redes que conocemos, de nodos y líneas.
Los nodos pueden ser personas, grupos, unidades organizativas o
regionales, organizaciones tales como empresas y otras entidades,
universidades o centros de investigación y otros.
Las líneas representan los vínculos entre nodos, tales como
comunicaciones, interacciones, intercambios y flujos, por ejemplo.
La topología de la red, entendida como la configuración de relaciones
entre los nodos a través de las líneas, puede ser cualquiera, desde un
árbol, un anillo, una línea, una estrella, del tipo todos contra todos o
de bus.
Si bien la estructura jerárquica es una red con topología de árbol
invertido, por la rigidez de sus relaciones pierde interés como modelo
nuevo al que apostar, en la medida de que los problemas actuales que
las organizaciones deben enfrentar en entornos como se presentan
actualmente, no se resuelven solamente con más jerarquía.
Decir esto implica dejar constancia de que las estructuras de red que
presentan interés en el marco de este análisis y artículo, son las que
no se sustentan en el principio de jerarquía, sino que funcionan a
través de esquemas de colaboración.
El modelo de colaboración en red
Como decíamos, este modelo no reproduce el principio de
funcionamiento jerárquico.
Se distancia por tanto no solamente del fundamento de las pirámides
organizacionales, sino también de las estructuras duales que instalan
una ambidestreza organizacional del tipo estructural, al crear nuevas
estructuras del tipo proyectos. En las mismas, si bien la estructura de
poder es diferente a la jerárquica convencional y el poder mismo está
distribuido de una forma diferente, al estar basadas en el mismo
principio de jerarquía, no desarrollan necesariamente un paisaje
mental diferente.
La colaboración en red se basa en un principio de igualdad de los
actores en cuanto a su relación con el poder. Su relacionamiento debe
surgir del propósito común y de la capacidad para auto-organizarse
en función de las necesidades y capacidades de aporte de cada actor.
La estructuración de la red
En el modelo que hemos desarrollado y que venimos experimentando
existe una interacción compleja entre tres perspectivas: los principios,
los recursos y las etapas.
Existen cuatro principios para la colaboración en red que se presentan
como diagrama NIPE (necesidad, interacción, parte y empatía).
Conclusiones
Vivimos en un mundo BANI como lo ha caracterizado Cascio (2020).
Hemos experimentado la fragilidad de sistemas que pensábamos
eran robustos y permanentes y de pronto se han desmoronado.
Inmersos en una realidad que genera ansiedad sobre las personas en
todas las regiones del planeta. Conviviendo con procesos no
lineales, en que pese a que parece que todo está bien, nos estamos
aproximando a un punto de singularidad, y los esfuerzos para corregir
parecen no dar resultados. Otras veces vemos como algo pequeño a
nivel individual puede tener efectos globales desproporcionadamente
grandes. Un mundo que es a veces incomprensible, en que la
información es contradictoria y a veces inabarcable.
Tal entorno obliga a las organizaciones a adaptarse y trabajar duro
para satisfacer las nuevas necesidades de los destinatarios de sus
productos y servicios (clientes, otras empresas, comunidades, la
sociedad). Ejemplos de eso son la irrupción de China en el comercio
internacional, la pandemia del SARS-CoV2 y la guerra Rusia-Ucrania,
que han generado enormes impactos a nivel del comercio global en
cuanto a disponibilidad de insumos, variaciones de precios, aspectos
logísticos y plazos de entrega. En particular, en los países de la región
Latinoamericana y el Caribe afectan cadenas de valor, tensan el
cumplimiento de condiciones contractuales en asociaciones de
mediano y largo plazo, cambian la ecuación económica de muchísimas
empresas y modifican los equilibrios socio económicos de la
población.
En esa lucha, algunas compañías sucumben y otras nacen o
evolucionan a partir del avance tecnológico y del cambio en las
necesidades y preferencias de la sociedad, desarrollando novedades a
nivel de funcionalidades o grados de cobertura y satisfacción.
La necesidad de mejorar el desempeño requiere adaptación a ese
entorno a nivel de la estrategia y del uso de la tecnología, y también
otros ajustes endógenos relacionados con los procesos y con las
capacidades organizacionales.
Para esto es imprescindible el desarrollo de nuevas habilidades
individuales de sus componentes y también, la adopción de nuevos
esquemas de organización del trabajo. Pues, si bien los sistemas
tradicionales han sido exitosos para traernos hasta el presente, se han
observado limitaciones que, en la coyuntura actual, los vuelven
insuficientes para superar los desafíos, producir innovación y generar
valor agregado.
La sostenibilidad del negocio requiere ser capaces de atraer y retener
el talento clave y mantener un buen clima interno, pues las personas
no tienen ahora las mismas motivaciones personales que hace unos
pocos años. Y los esquemas jerárquicos ofrecen escasas oportunidades
para desarrollar a plenitud el potencial humano.
Existen numerosos trabajos teórico-conceptuales y evidencias
prácticas que fundamentan considerar el aporte de ambidestreza
organizacional.
Las modalidades de ambidestreza con separación estructural
(proyectos) o separación secuencial (retiro para innovación) no han
mostrado efectividad para transformar el paradigma mental
jerárquico. En cambio, la ambidestreza organizacional
contextual aparece como el modelo más beneficioso para las
compañías públicas y privadas.
La colaboración se presenta como una vía válida para recorrer el
camino de aprovechar las oportunidades de nuestro tiempo y llegar a
transformaciones en las que una organización tradicional jerárquica
no termina siendo eficaz a mediano y largo plazo.
En este artículo se propuso un modelo de colaboración en
red que se desarrolló a partir de la búsqueda de una forma práctica
para que empresas y organizaciones orientadas a la explotación,
puedan convertirse en ambidiestras logrando capacidad de
adaptación a los cambios en el entorno y también capacidad de
innovar para producir ellas mismas transformaciones del modelo de
negocio.
Su aplicación a casos concretos en una organización privada y en
variadas temáticas dentro de una unidad de una empresa pública han
permitido confirmar su utilidad. Asimismo, la praxis ha permitido
ajustar distintos elementos de la propuesta para tener mejores
oportunidades de éxito para aplicaciones futuras.
Este documento es un testigo de los avances y una base para continuar
este desarrollo observando su desempeño en otro tipo de ámbitos.
Trabajos futuros
La experiencia en talleres sobre colaboración en red y la práctica de
funcionamiento de algunas redes han mostrado las fortalezas del
modelo y también han permitido observar situaciones que se dan a
nivel individual y colectivo con los equipos humanos, que merecen la
pena detenerse a analizar.
Las personas por lo general aceptamos y nos hemos adaptado a la
cultura predominante en la organización en que trabajamos. La
proporcionalmente menor cantidad de personas en los núcleos de
paisaje mental independiente es, diríamos, también una
demostración de la aceptación de esa cultura hegemónica.
Cuando las personas son puestas en una situación de colaboración en
red, en que prevalecen los vínculos e interacciones entre los actores y
se aleja la presencia de la jerarquía, aparecen algunas situaciones que
analizaremos en un próximo artículo, relacionadas con una
percepción de caos que produce en los actores sentimientos de
intranquilidad y frustración, que en la medida en que logran auto-
organizarse, son sustituidos por entusiasmo y pasión, llegándose
inclusive hasta casos de sobre excitación y auto exigencia desmedida
por el logro.
Estas situaciones emergentes del cambio en las reglas de juego
permiten un proceso de transición en el que los actores aprenden a
relacionarse de una nueva forma. Por esto es conveniente discutir
estos aspectos y desarrollar capacidades para gestionarlos.
Referencias bibliográficas
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Disponible en: https://doi.org/10.1002/smj.1968
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