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1 “La
Antropología Histórica”.
Por esto el autor afirma que la etnologia le aporta a la Historia una nueva rama de
especialización, a la cual le corresponde su debida importancia, incluso Dosse
plantea que el historiador se pone en el papel del propio etnólogo en este momento,
empleando el término de “Historia sociocultural” para referirse a esta nueva historia.
Es así que, François Dosse determina que esta historia desde la cultura material
permite que se desempolve a las personas, hombres y mujeres, que la historia de
Braudel desde la larga duración había enterrado. Esto se denota cuando expresa
que “A fuerza de estudiar los precios de los granos se ha olvidado a veces a
aquellos que los consumían” (Dosse, 2006. pág, 165).
Una vez François Dosse analiza esto, pasa a centrarse en cómo funciona esta
historia sociocultural en la escuela de los annales, expresando que mientras se da
una desaparición progresiva del acontecimiento y acabando el resorte histórico, el
análisis cultural de la etnología se va valorizando, por lo que los historiadores
“annalistas” de los años setenta centraran sus estudios entre las grandes diferencias
de una cultura alta y dominante por sobre una cultura popular.
Año: 2006.
“La escuela de Annales, al sufrir estas diversas influencias, se abre, en los años setenta, a
nuevos horizontes: los del estudio de las sensibilidades y de la cultura material. El
historiador "annalista" se calza las botas del etnólogo y abandona lo económico, lo social,
el cambio.” (Dosse, 2006. pág, 162)
“La cuestión del investigador es entonces el cómo del funcionamiento más que el porqué
del cambio. El acento se pone sobre las continuidades (...)” (Dosse, 2006. pág, 164).
“A fuerza de estudiar los precios de los granos se ha olvidado a veces a aquellos que los
consumían” (Dosse, 2006. pág, 165).
“La desaparición progresiva del acontecimiento, el fin de todo resorte
histórico, la monografía etnográfica de una sociedad fija(...)” (Dosse, 2006. pág, 167).
“El desplazamiento del discurso "annalista" no se limita pues a una ampliación de lo social
hacia lo cultural, sino que se traduce en una sustitución de lo uno por lo otro.” (Dosse,
2006. pág, 167).
El autor Kolakowski durante todo el capítulo 14, “las fuerzas motrices del
proceso histórico”, presenta en primer lugar la teoría marxista y se centrará
principalmente en explicar, poner en discusión y analizar el materialismo histórico,
qué posición toma respecto al papel de las relaciones productivas con el proceso
histórico y qué es lo que actúa sobre el mismo, utilizando documentos históricos,
como cartas de Engels y Marx, así como textos de corte historiográficos de
historiadores marxistas.
Para esto es pertinente comenzar con el análisis del titulo del capitulo “las
fuerzas motrices del proceso histórico” debido a que ya en este Kolakowski está
planteado lo que es la historia según el marxismo, ya que lo define como “ (...) La
idea principal del materialismo histórico es que un determinado nivel tecnológico
exige unas determinadas relaciones de producción y hace que éstas se expresen
históricamente en el curso del tiempo” (Kolakowski, 1980. pág, 338).
A través de este fragmento el autor muestra cómo para el marxismo el motor
de la historia son las relaciones de producción, que surgen a medida que esa lucha
contradictoria de parte de los hombres con la naturaleza para satisfacer sus
necesidades a través de los medios de producción, el autor visualiza en este punto
de partida, el aspecto dialéctico también del materialismo, en una relación de
dominación y propiedad del hombre para con la naturaleza, a través de la base
material: la tecnología.
Según Kolakowski esto generó a su vez una revolución en el proceso
histórico, la cual desembocó directamente en la desigualdad de clases, dividiéndose
entre el trabajo físico y el intelectual “(...) unos hombres se apropian del trabajo de
otros sin tomar parte en el proceso de producción” (Kolakowski, 1980. pág, 338),
esto permite que haya una clase ociosa, la cual se encargará, según el autor, de
hacer y perpetuar la cultura hegemónica de la sociedad o sea la superestructura.
Generando así una división de clases con intereses opuestos, cuya lucha será,
según el marxismo, el motor de la historia.
“Los límites del uso de la teoría son importantes, pues sería erróneo suponer
que la división de la sociedad en clases puede proporcionar siempre una
interpretación de todas sus diferenciaciones sin excepción. Todas las luchas y
controversias políticas están llenas de detalles que no pueden explicarse por
el conflicto de clases, aunque el método del materialismo histórico pueda
aplicarse a las disputas fundamentales o a los períodos en los que la
sociedad está más polarizada en términos de clase”
(Kolakowski, 1980. pág, 343).
Ahora bien, esto por sí solo genera demasiados hilos sueltos, conflictos que
se le escapan y no son capaces de ser explicados solamente a través de lo antes
planteado. Pues, sólo se esta teniendo en cuenta, en este momento y a modo de
análisis, el aspecto económico de la Historia, del cual disparan todas las
explicaciones marxistas de la misma. Pero no se puede dejar de lado los demás, un
ejemplo claro que pone en discusión el autor, es si la religión puede ser explicada
sólo en términos de expansión de corte económico, lo cual sería demasiado
insuficiente, no deja cuenta de lo que un proceso histórico, con su multicausalidad y
multiperspectiva puede llegar a poder abarcar.
Por lo que Kolakowski pasa a preguntarse: exactamente ¿Qué es el
materialismo histórico? Como ya se vio con anterioridad, para el autor es absurdo
situar el motor de la historia en la lucha de clases y relaciones de producción,
debido a que “(...) choca con las más elementales exigencias de racionalidad,
interpretado en sentido amplio, es un mero turismo.” (Kolakowski, 1980. pág, 363).
Para esto también tiene en cuenta lo planteado por Engels cuando expresa
que no se trata de una determinación absoluta, esto quiere decir, según el autor, que
no todos los rasgos de la superestructura estaban basados en la infraestructura,
sino solo algunos aspectos principales; sin embargo, esto no es suficiente para
Kolakowski, ya que de esta manera la doctrina marxiana tampoco serviría para
explicar hechos históricos particulares. Por lo que plantea que, en realidad esta
teoría sirve más para explicar que “(...) el hecho de que un gran sistema
socioeconómico dio lugar a otro” (Kolakowski, 1980. pág, 364). Pero no deja claro la
cuestión de qué aspectos son o no principales, con qué vara se mide la importancia
de un hecho para decidir si este afecta o no a la superestructura, en esto ve un
punto flojo de la teoría que no logra aplicarse terminalmente. Con esto se nota
claramente cómo el autor critica al marxismo como teoría de la historia, como
método de investigación y a su vez visualiza que para cumplir esta teoría de la
historia se tienen que aceptar ciertos postulados, como por ejemplo que el final del
capitalismo, tiene que ser, inevitablemente, la dictadura del proletariado y el
comienzo de la época comunista de la humanidad. Lo que el autor es capaz de
interpretar de esto, es que:
“La idea de que medio millón de años de vida del hombre sobre la Tierra y
cinco mil años de historia escrita culminarán repentinamente en un «final
feliz» es la expresión de un deseo. (...) La fe de Marx en el «fin de la
prehistoria» no es una teoría científica, sino la exhortación de un profeta.”
(Kolakowski, 1980. pág, 373).
Autor: Leszek Kolakowski Editorial: Alianza Editorial
Año: 1980.
“ (...) La idea principal del materialismo histórico es que un determinado nivel tecnológico exige unas
determinadas relaciones de producción y hace que éstas se expresen históricamente en el curso del
tiempo” (Kolakowski, 1980. pág, 338).
“(...) unos hombres se apropian del trabajo de otros sin tomar parte en el proceso de producción”
(Kolakowski, 1980. pág, 338),
“Dado que la explotación de una clase por otra es la base de la civilización, todo su desarrollo se
mueve en continua contradicción.” (Kolakowski, 1980. pág, 346).
“Este aspecto negativo y antihumano del progreso es una consecuencia inseparable del trabajo
alienado. Pero por esta misma razón, incluso en los más crueles aspectos de la civilización,
podemos percibir la obra de la historia en pos de la liberación final del hombre” (Kolakowski, 1980.
pág, 347).
“Los límites del uso de la teoría son importantes, pues sería erróneo suponer que la división de la
sociedad en clases puede proporcionar siempre una interpretación de todas sus diferenciaciones sin
excepción. Todas las luchas y controversias políticas están llenas de detalles que no pueden
explicarse por el conflicto de clases, aunque el método del materialismo histórico pueda aplicarse a
las disputas fundamentales o a los períodos en los que la sociedad está más polarizada en términos
de clase” (Kolakowski, 1980. pág, 343).
“choca con las más elementales exigencias de racionalidad, interpretado en sentido amplio, es un
mero turismo.”(Kolakowski, 1980. pág, 363)
“(...) el hecho de que un gran sistema socioeconómico dio lugar a otro” (Kolakowski, 1980. pág,
364).
“La idea de que medio millón de años de vida del hombre sobre la Tierra y cinco mil años de historia
escrita culminarán repentinamente en un «final feliz» es la expresión de un deseo. (...) La fe de
Marx en el «fin de la prehistoria» no es una teoría científica, sino la exhortación de un profeta.”
(Kolakowski, 1980. pág, 373).
Artículo: “El género: una categoría útil para el análisis histórico”. Joan Scott.
Scott prosigue por realizar un recorrido por el camino, colmado de límites que
se le imponen y que surgen de la misma. Incluso plantea la negación por parte de
los historiadores por abordar la Historia de las mujeres, o mismo afirma que aquellos
que la aceptan en un principio, luego la niegan, no les sirve directamente para
entender, menos o más algún periodo histórico. Lo que expone entonces la autora
es que, recientemente se utiliza el género confundiéndose con la acepción de mujer,
tomándola inclusive como sinónimos. “En los últimos años, cierto número de libros y
artículos cuya materia es la historia de las mujeres sustituyeron en sus títulos
"mujeres" por "género(...)" (Scott. 1996 pág,6) Pero lo que no tarda en aclarar es
que esto no se ve realizado con el interés principal de su investigación, tratarlo
como una categoría de análisis histórico, sino que simplemente existen autores que
lo usan a modo político-feminista, se toma cierto partido al utilizarlo y otros para los
que resulta más neutral, que al utilizarlo, eleva el carácter de sus trabajos de forma
académica.
Según Scott, el concepto de género permitió a los historiadores introducirse
en un nuevo campo de estudio “(...) el género era relevante para temas como las
mujeres, los niños, las familias y las ideologías de género” (Scott. 1996 pág,7),
quedando entonces por fuera de los temas de la guerra, la política y el poder en
general.
Adentrándose así la autora, en la problemática referida a que el género es
una nueva área de investigación histórica, sin embargo, carecería totalmente desde
un punto de vista analítico la capacidad para poner en discusión los paradigmas
históricos vigentes.
Esto queda comprobado cuando visualiza los intentos de las historiadoras
feministas han hecho su esfuerzo, según Scott por tratar de encontrar ese carácter
histórico analítico del género, con tres métodos teóricos bien definidos: el primero
que busca directamente el origen del patriarcado, la segunda más referida a la
teoría marxista y la última basada en el psicoanálisis. Pero luego de esto, la autora
concluye que por sí solos, ninguno de estos enfoques teóricos logran llegar al
concepto que ella busca y muchas veces no es suficiente para el análisis histórico.
Scott planteó que esto sucede debido a que “Me parece significativo que el
uso de la palabra género haya surgido en un momento de gran confusión
epistemológica (...)” (Scott. 1996 pág,21). Y es en este contexto que la autora
encuentra su preocupación por encontrar la forma de llevar al género a la categoría
de análisis histórico.
Al plantearlo de esta manera Scott concluye que esto abrirá nuevos debates
en la historia, poniendo en discusión viejas perspectivas de ciertos problemas, que a
través de una visión de género tienen una nueva forma de análisis, la cual ayuda a
comprender mejor el pasado y el presente, dándole un nuevo papel a las mujeres en
los hechos históricos que por mucho tiempo se les negó. Para esto propone y deja
abiertas las puertas en las que “el genero debe redefinirse y restructurarse en
conjuncion con una vision de igualdad politica y social que comprende no solo el
sexo sino tambien la clase y la raza” (Scott. 1996 pág,36).
Autora: Joan Scott. Editorial: PUEG, México.
“El interés por la clase social, raza y género apuntaba, en primer lugar, el compromiso del
estudioso con una historia que incluía las circunstancias de los oprimidos y un análisis del
significado y naturaleza de su opresión(…) (Scott. 1996 pág,4)
“En los últimos años, cierto número de libros y artículos cuya materia es la historia de las
mujeres sustituyeron en sus títulos "mujeres" por "género(...)" (Scott. 1996 pág,6)
“(...) el género era relevante para temas como las mujeres, los niños, las familias y las
ideologías de género” (Scott. 1996 pág,7).
“(...)Las historiadoras feministas han empleado diversos enfoques para el análisis del
género, pero pueden reducirse a una elección entre tres posiciones teóricas” (Scott. 1996 pág,8).
“(...) La primera, esfuerzo completamente feminista, intenta explicar los orígenes del
patriarcado. La segunda se centra en la tradición marxista y busca en ella un compromiso con las
críticas feministas. La tercera, compartida fundamentalmente por posestructuralistas franceses y
teóricos angloamericanos de las relaciones-objeto, se basa en esas distintas escuelas del
psicoanálisis para explicar la producción y reproducción de la identidad de género del sujeto”
(Scott. 1996 pág,8).
"La relación entre los sexos actúa de acuerdo con y a través de las estructuras
socioeconómicas, como también la relación sexo/género."18 Kelly introdujo la idea de una
"realidad social de base sexual", pero tendió a recalcar más bien la naturaleza social que la sexual
de esa realidad, y con frecuencia, "lo social", según el uso que ella hace, estaba concebido en
términos de relaciones económicas de producción(...)” (Scott. 1996 pág,12).
“Me parece significativo que el uso de la palabra género haya surgido en un momento de gran
confusión epistemológica (...)” (Scott. 1996 pág,21).
“Mi definición de género tiene dos partes y varias subpartes. Están interrelacionadas, pero deben
ser analíticamente distintas. El núcleo de la definición reposa sobre una conexión integral entre
dos proposiciones: el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las
diferencias que distinguen los sexos y el género es una forma primaria de relaciones significantes
de poder.” (Scott. 1996 pág,23).
“Como elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias percibidas entre
los sexos, y el género comprende cuatro elementos interrelacionados: primero, símbolos
culturalmente disponibles que evocan representaciones, múltiples (y menudo contradictorias)(...)”
(Scott. 1996 pág,23).
“Segundo, conceptos normativos que manifiestan las interpretaciones de los significados de los
símbolos, en un intento de limitar y contener sus posibilidades metafóricas. Esos conceptos se
expresan en doctrinas religiosas, educativas, científicas, legales y políticas, que afirman categórica
y unívocamente el significado de varón y mujer, masculino y femenino” (Scott. 1996 pág,23).
“La teorización del género, sin embargo, se desarrolla en mi segunda proposición: el género es
una forma primaria de relaciones significantes de poder. Podría mejor decirse que el género es el
campo primario dentro del cual o por medio del cual se articula el poder (...) el género se implica
en la concepción y construcción del propio poder.”(Scott. 1996 pág,26).
“el genero debe redefinirse y restructurarse en conjuncion con una vision de igualdad politica y
social que comprende no solo el sexo sino tambien la clase y la raza” (Scott. 1996 pág,36).
Artículo: La historia y las ciencias sociales. Fernand Braudel. Capítulo 3 “La
larga duración”
Braudel empieza el capítulo exponiendo que “Hay una crisis general en las
ciencias del hombre: todas ellas se encuentran abrumadas por sus propios
progresos (...)” (Braudel, 1968. pág, 60) en esta parte el autor habla de cómo las
ciencias sociales no tienen un área determinada, sino que más bien todas están
interconectadas entre sí, por lo que Braudel expresa que para lograr superar esta
situación deben unirse unas con otras. “Es igualmente imprescindible que la reunión
de las ciencias sea completa, que no se menosprecie a la más antigua en provecho
de las más jóvenes (...) siendo el de la historia extremadamente exiguo(...)”
(Braudel, 1968. pág, 62). Al proponer esto muestra además como el resto de las
ciencias sociales desconoce por completo la situación de la Historia, la cual en los
últimos años estuvo en crisis, respecto a la duración social, concepto que utiliza el
autor para definir esta cuestión, juntamente a la multiplicidad de los tiempos
históricos.
Mismo, se plantea el hecho de que historia es la que utilizan las otras
ciencias sociales, determinando que, poseen una concepción mucho más tradicional
de la historia, a esa historia que según Braudel esta centrada en el tiempo corto.
Pero en contraparte de esta, se expone una nueva historia, basada en un tiempo
distinto, que el autor definirá como de larga duración e inclusive de muy larga
duración. De esta manera se ubica al acontecimiento dentro del tiempo corto, en
una definición muy contundente:
Braudel no dice esto por decirlo, sino que trata de mostrar que la historia no
es la única ciencia social que puede cometer este error, sino que las otras ciencias
sociales también pueden cometerlo y de hecho, lo hacen. Esto se ve en el segundo
subtítulo, lo que se puede destacar en un primer lugar es el título del mismo
“Controversia del tiempo corto”, ese tiempo en el que no se tarda en mencionar que
todas las ciencias han caído. Mientras que la economía rechaza a la larga duración
y la antropología se hace a un costado, se queda al margen, la sociología va a ser
de interés para Braudel, ya que entiende que, a través de las encuestas, lo que
hace es connotar al tiempo de un sobrevalor para con el presente, dejando al
pasado y al tiempo en un estado muerto, sin siquiera, en opinión del autor, llegar a
una buena reconstrucción del pasado, por lo que caracteriza, a modo de crítica, al
sociólogo que se limita al presente como un “(...) encuestador del tiempo presente
(...)” (Braudel, 1968. pág, 79) que limita, a su vez, su perspectiva de la realidad
social. “La historia, dialéctica de la duración, ¿no es acaso, a su manera, explicación
de lo social en toda su realidad y, por tanto, también de lo actual? (...)” (Braudel,
1968. pág, 82) Lo que se pone en cuestionamiento en este fragmento es que para el
autor no sólo merece la pena estudiar, investigar aquello que haga ruido, lo cual
tampoco le da más o menos validez, pero también hay que contemplar los grupos
más silenciosos, como los define Braudel, para llegar a una realidad social completa
o al menos más completa.
Año: 1968.
“Hay una crisis general en las ciencias del hombre: todas ellas se
encuentran abrumadas por sus propios progresos (...)” (Braudel, 1968. pág, 60)
“(...) encuestador del tiempo presente (...)” (Braudel, 1968. pág, 79)
Sin embargo, Burke plantea que todo esto presenta una serie de
problemáticas, una de ellas trata el relativismo histórico “No es que cualquier relato
del pasado sea tan bueno (fiable, posible, perceptivo, etc.) como cualquier otro.
(Burke. 2000. pág, 68)
Por esto mismo para el autor los historiadores deben tener en cuenta dos
aspectos a la hora de adentrarse en esta historia de la memoria colectiva o del
recuerdo, estos serían, en primer lugar aproximarse a la memoria como si fuera una
fuente histórica, debido a que de esta manera se la puede analizar desde una
postura crítica. El segundo aspecto se relaciona con el anterior en cuanto el autor
plantea a la memoria como fenómeno histórico, siendo necesario entender que “La
memoria es maleable y debemos entender cómo se modela y por quién, así como
los límites de su maleabilidad.”(Burke. 2000. pág, 69).
Burke ante esta cuestión, pasa a poner en discusión el por qué y para qué
son útiles esta parte de la memoria colectiva, argumentando que aunque es un tema
amplio, se puede abordar por ejemplo desde la analogía utilizada por el autor,
explicando que: “Un jurista podría hablar de la importancia de la costumbre y el
precedente, la justificación o legitimación de los actos presentes con referencia al
pasado (...)” (Burke. 2000. pág, 76) al tomar esta cuestión de esta manera, se
estaría presentando como funcional en el sentido que cumple un rol crucial a la hora
de legitimarse a sí misma y, más interesante aún, al presente.
A su vez, Burke plantea la problemática de “(...) por qué algunas culturas
parecen más propensas a recordar el pasado que otras.”(Burke. 2000. pág, 76),
argumentando que existe en contraparte de la memoria colectiva. Es importante
remarcar esto, ya que el autor no se queda simplemente con la explicación desde lo
que se recuerda, como tradicionalmente plantea que se hace, sino que toma partida
desde otro punto, pone sobre la mesa también su contrapartida, así como se
recuerda a través de un método de selección, también se olvida, para esto utiliza el
término de la amnesia colectiva, por medio del cual el autor expone los motivos que
tienen algunas culturas, que llegan incluso a disfrutar del olvido de su memoria, por
decisión propia, mientras que otras culturas no lo hacen.
Sin embargo, hasta este momento, Burke solo ha presentado qué función
cumple la memoria colectiva, pero, aún queda ver cuál es la función de la amnesia
colectiva. Para esto es útil analizar que “(...) entre estos dos censores, el público y el
privado, hay espacio para un tercero, colectivo y no oficial. ¿Pueden los grupos,
como los individuos, suprimir lo que no conviene recordar? Y, si es así, ¿cómo lo
hacen?” (Burke. 2000. pág, 83). Explicando que estos actos de olvido muchas veces
se dan por la supresión oficial de recuerdos que generan conflictividad en la
sociedad, por lo que se decide censurar en beneficio del orden social.
Burke concluye con lo siguiente: “Una de las funciones más importantes del
historiador es la de recordador”(Burke. 2000. pág, 85). En la misma lo que se quiere
dar por sentado, es que, como aclara antes, si bien no hay que olvidarse del mito, si
hay que despegarse de la Historia como defensora total de la memoria, pensándola
más bien como la guardiana de “los esqueletos conservados en el armario de la
memoria colectiva”, cumpliendo la función, según el autor, de recordar lo que a
veces la sociedad prefiere olvidar.
Autor: Peter Burke. Editorial: Alianza Editorial, S. A., Madrid.
Año: 2000.
La expresión «memoria colectiva», que se ha impuesto en la última década, resulta una útil
abreviatura para resumir el complejo proceso de selección e interpretación en una fórmula
simple y pone de relieve el paralelismo entre las formas en que el pasado se registra y se
recuerda (...) (Burke. 2000. pág, 68)
“No es que cualquier relato del pasado sea tan bueno (fiable, posible, perceptivo, etc.)
como cualquier otro. (Burke. 2000. pág, 68)
“La memoria es maleable y debemos entender cómo se modela y por quién, así
como los límites de su maleabilidad.”(Burke. 2000. pág, 69).
“(...) por qué algunas culturas parecen más propensas a recordar el pasado que
otras.”(Burke. 2000. pág, 76).
“También podría decirse que la olvidan los vencedores. Ellos pueden permitirse
olvidar, mientras que los derrotados no pueden olvidar lo que ocurrió y están
condenados a cavilar sobre ello, a revivirlo y a pensar en lo diferente que habría
podido ser.”
(Burke. 2000. pág, 79).
“conviene pensar en términos plurales sobre los usos de la memoria por distintos
grupos sociales, que muy bien pueden tener distintas visiones de lo que es significativo o
«digno de recordarse»” (Burke. 2000. pág, 80).
“(...) entre estos dos censores, el público y el privado, hay espacio para un tercero,
colectivo y no oficial. ¿Pueden los grupos, como los individuos, suprimir lo que no conviene
recordar? Y, si es así, ¿cómo lo hacen?” (Burke. 2000. pág, 83).
“(...) Antaño había un funcionario denominado «recordador». En realidad, este título era un
eufemismo de cobrador de deudas. Su misión consistía en recordar a la gente lo que le
hubiera gustado olvidar. Una de las funciones más importantes del historiador es la de
recordador” (Burke. 2000. pág, 85).
Giovanni Levi. Microhistorias. Capítulo “Los usos de la biografía” 2019.
Año: 2019.