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Análisis: La Historia en Migajas” François Dosse, capítulo 3.

1 “La
Antropología Histórica”.

El autor en el capítulo 3, apartado 1, utilizado para este análisis, comienza ya


por mostrar en su título, “La Antropología Histórica”, la idea que va a desarrollar a lo
largo del mismo, la antropología y su irrupción en el mundo de la Historia y los
historiadores que se hacen responsables de esto. Para esto el autor empezará por
el estructuralismo, el cual aborda diversas ciencias humanas como lo son la
antropologia, sociologia, psicologia, etc, lo que le permite visualizar que se
“(...)descubre el interés que presentan las otras civilizaciones (...) la fuerza de
resistencia de estas sociedades, por la permanencia de sus estructuras, de sus
valores(...) (Dosse, 2006. pág, 159), afirmando que este boom en la historia
antropológica se debe precisamente al desencanto general, que se profundiza más
aún en los años setenta, marcando así el fin del progreso como positivo, en el
sentido de la ampliación de la mirada del historiador a partir de ahora. Logrando
visualizar esto justamente en la escuela de los Annales:

“La escuela de Annales, al sufrir estas diversas influencias, se abre, en los


años setenta, a nuevos horizontes: los del estudio de las sensibilidades y de
la cultura material. El historiador "annalista" se calza las botas del etnólogo y
abandona lo económico, lo social, el cambio.” (Dosse, 2006. pág, 162)

Por esto el autor afirma que la etnologia le aporta a la Historia una nueva rama de
especialización, a la cual le corresponde su debida importancia, incluso Dosse
plantea que el historiador se pone en el papel del propio etnólogo en este momento,
empleando el término de “Historia sociocultural” para referirse a esta nueva historia.

“La historia "annalista" se convierte en la especialista de un tiempo inmóvil en


un presente fijo, petrificado por el temor ante un futuro incierto. Es la vestal
de una sociedad angustiada en busca de certidumbres, que refluye hacia el
pasado como hacia una nueva religión” (Dosse, 2006. pág, 161).

A su vez, el autor afirma que lo anterior es posible, debido a que a través de la


etnología y el estudio de la cultura se puede partir a aspectos económicos y
sociales, señalando así al entendimiento de las mentalidades y las prácticas
sociales como conductoras hacia los temas económicos, sociales y políticos en la
Historia. Lo interesante respecto a esto y en lo que hace hincapié Dosse como idea
respecto al investigador, es que en este momento no sólo cambia el enfoque que el
propio investigador-historiador tiene respecto a su proyecto, como lo denomina el
autor, debido a que, “La cuestión del investigador es entonces el cómo del
funcionamiento más que el porqué del cambio. El acento se pone sobre las
continuidades (...)” (Dosse, 2006. pág, 164).

Es así que, François Dosse determina que esta historia desde la cultura material
permite que se desempolve a las personas, hombres y mujeres, que la historia de
Braudel desde la larga duración había enterrado. Esto se denota cuando expresa
que “A fuerza de estudiar los precios de los granos se ha olvidado a veces a
aquellos que los consumían” (Dosse, 2006. pág, 165).

Una vez François Dosse analiza esto, pasa a centrarse en cómo funciona esta
historia sociocultural en la escuela de los annales, expresando que mientras se da
una desaparición progresiva del acontecimiento y acabando el resorte histórico, el
análisis cultural de la etnología se va valorizando, por lo que los historiadores
“annalistas” de los años setenta centraran sus estudios entre las grandes diferencias
de una cultura alta y dominante por sobre una cultura popular.

“El conflicto social y económico entre dominantes y dominados refluye pues


hacia lo cultural, en un ámbito en que la evolución moderna y el progresismo
sólo pueden venir de los dominantes, de la cultura alta que arrastra tras ella
al conjunto social.” PAG 167

Volviéndose según el autor, el eje de la problemática dicotómica, en la que, lo que


destaca Dosse, es que el historiador tendrá que pasar también a ser antropólogo.
Ya no se centra, como se identificó en todo lo anterior en lo social, sino que pasa a
ser la cultura la que sustituye esto, por eso se da este cambio en la tarea y enfoque
del historiador. Sin embargo el autor va a criticar esto a la escuela de los annales,
debido a que no se debe separar la alta cultura de la baja cultura, ya que expresa
que una cultura popular surgida de la nada es más bien un mito histórico.
Para concluir este trabajo, es importante lo que expresa François Dosse cuando
dice que el ámbito cultural es una verdadera fuente de confusiones y conflictos, por
lo que señala que la tarea del historiador deberá ser precavido a la hora de
aproximarse a esta, para esto deberá tener dos objetivos “(...) el social y el cultural,
pues la difusión de la cultura pasa por los grupos sociales y por una serie de
mediaciones y mediadores cuyo conocimiento es indispensable para la
caracterización de una cultura.” Visualizando así también la crítica que se hace a la
escuela de los annales cuando sustituye lo social por lo cultural.
Autor: François Dosse Editorial: Universidad Iberoamericana, A.C.
Título: “-La historia en migajas. Páginas de referencias: 159-171.
De Annales a la "nueva historia"-”

Año: 2006.

“Una consciencia etnológica descubre el interés que presentan las otras


civilizaciones. Uno se interesa entonces por lo que constituye la fuerza de resistencia de
estas sociedades, por la permanencia de sus estructuras, de sus valores, que parecen
irreductibles al modelo occidental. Es el descubrimiento de lo otro en el espacio, erigido en
ejemplo de una verdad humana que relativiza el
eurocentrismo.” (Dosse, 2006. pág, 159).

“Todo se convierte en objeto de curiosidad para el historiador, que desplaza su mirada


hada los márgenes, hacia el revés de los valores establecidos, hada los locos, las brujas,
los desviados...; el horizonte del historiador se resuelve en un presente inmóvil, ya no hay
devenir: "Hay un signo que me anima... es el fin del progresismo'' (Dosse, 2006, pág, 160).

“La escuela de Annales, al sufrir estas diversas influencias, se abre, en los años setenta, a
nuevos horizontes: los del estudio de las sensibilidades y de la cultura material. El
historiador "annalista" se calza las botas del etnólogo y abandona lo económico, lo social,
el cambio.” (Dosse, 2006. pág, 162)

“La historia "annalista" se convierte en la especialista de un tiempo inmóvil en un presente


fijo, petrificado por el temor ante un futuro incierto. Es la vestal de una sociedad angustiada
en busca de certidumbres, que refluye hacia el pasado como hacia una nueva religión”
(Dosse, 2006. pág, 161).

“La cuestión del investigador es entonces el cómo del funcionamiento más que el porqué
del cambio. El acento se pone sobre las continuidades (...)” (Dosse, 2006. pág, 164).

“A fuerza de estudiar los precios de los granos se ha olvidado a veces a aquellos que los
consumían” (Dosse, 2006. pág, 165).
“La desaparición progresiva del acontecimiento, el fin de todo resorte
histórico, la monografía etnográfica de una sociedad fija(...)” (Dosse, 2006. pág, 167).

El ámbito cultural valorizado, omnipresente en los estudios "annalistas" de los años


setenta, funciona articulándose en una dicotomía entre cultura alta y cultura popular: "Es
sobre todo, cuando la oposición entre cultura alta y cultura popular se toma como eje de la
problemática, cuando el historiador se hace antropólogo".23 El conflicto social y económico
entre dominantes y dominados refluye pues hacia lo cultural, en un ámbito en que la
evolución moderna y el progresismo sólo pueden, venir de los dominantes, de la cultura
alta que arrastra tras ella ai conjunto social. (Dosse, 2006. pág, 167).

“El desplazamiento del discurso "annalista" no se limita pues a una ampliación de lo social
hacia lo cultural, sino que se traduce en una sustitución de lo uno por lo otro.” (Dosse,
2006. pág, 167).

“La capacidad de cambio no se encuentra ya en lo social o en lo político, sino en lo cultural,


es ahí donde la historia puede renacer y superar la descripción etnográfica de una
repetición de lo mismo” (Dosse, 2006. pp, 167-168).

El ámbito cultural es en verdad fuente de confusiones y conflictos. Corresponde al


historiador trazar las líneas fundamentales y las lagunas. Pero no lo puede hacer más que
manteniendo los dos objetivos del análisis: el social y el cultural, pues la difusión de la
cultura pasa por los grupos sociales y por una serie de mediaciones y mediadores cuyo
conocimiento es indispensable para la caracterización de una cultura. (Dosse, 2006. pág,
170)
Análisis: Las principales corrientes del marxismo. 1. Los Fundadores. Leszek
Kolakowski. Capítulo 14: “LAS FUERZAS MOTRICES DEL PROCESO HISTÓRICO”:

El autor Kolakowski durante todo el capítulo 14, “las fuerzas motrices del
proceso histórico”, presenta en primer lugar la teoría marxista y se centrará
principalmente en explicar, poner en discusión y analizar el materialismo histórico,
qué posición toma respecto al papel de las relaciones productivas con el proceso
histórico y qué es lo que actúa sobre el mismo, utilizando documentos históricos,
como cartas de Engels y Marx, así como textos de corte historiográficos de
historiadores marxistas.
Para esto es pertinente comenzar con el análisis del titulo del capitulo “las
fuerzas motrices del proceso histórico” debido a que ya en este Kolakowski está
planteado lo que es la historia según el marxismo, ya que lo define como “ (...) La
idea principal del materialismo histórico es que un determinado nivel tecnológico
exige unas determinadas relaciones de producción y hace que éstas se expresen
históricamente en el curso del tiempo” (Kolakowski, 1980. pág, 338).
A través de este fragmento el autor muestra cómo para el marxismo el motor
de la historia son las relaciones de producción, que surgen a medida que esa lucha
contradictoria de parte de los hombres con la naturaleza para satisfacer sus
necesidades a través de los medios de producción, el autor visualiza en este punto
de partida, el aspecto dialéctico también del materialismo, en una relación de
dominación y propiedad del hombre para con la naturaleza, a través de la base
material: la tecnología.
Según Kolakowski esto generó a su vez una revolución en el proceso
histórico, la cual desembocó directamente en la desigualdad de clases, dividiéndose
entre el trabajo físico y el intelectual “(...) unos hombres se apropian del trabajo de
otros sin tomar parte en el proceso de producción” (Kolakowski, 1980. pág, 338),
esto permite que haya una clase ociosa, la cual se encargará, según el autor, de
hacer y perpetuar la cultura hegemónica de la sociedad o sea la superestructura.
Generando así una división de clases con intereses opuestos, cuya lucha será,
según el marxismo, el motor de la historia.

Kolakowski a su vez, también visualiza cómo en el progreso de la teoría


marxiana existen contradicciones internas, ya que mientras más avanzan las
relaciones de producción en el dominio de la naturaleza, más se acrecienta la
desigualdad entre los frutos de esa fuerza productiva a causa del limitado número
de personas que acceden a este. “Dado que la explotación de una clase por otra es
la base de la civilización, todo su desarrollo se mueve en continua contradicción.”
(Kolakowski, 1980. pág, 346) Este fragmento permite visualizar que mientras más se
avanza en los modos de producción más desiguales se vuelven las sociedades.

“Este aspecto negativo y antihumano del progreso es una consecuencia


inseparable del trabajo alienado. Pero por esta misma razón, incluso en los
más crueles aspectos de la civilización, podemos percibir la obra de la
historia en pos de la liberación final del hombre” (Kolakowski, 1980. pág,
347).

Con este fragmento, lo que se puede visualizar, lo que se deja en claro, es


que a pesar de que sucedan estas contradicciones, estas disputas que finalizan
irrevocablemente con la desigualdad debido a la lucha de clases, todo esto es por
un fin, es más, el marxismo, en este punto, se explica en términos de
providencialidad, es decir, la sociedad o la humanidad como conjunto, tiene un
destino, tiene un fin por cumplir, marcado por todo el progreso o retroceso que
suceda en su Historia. El concepto de “misión histórica” que utiliza el autor, es la
forma acertada que encuentra para definir la utilización de Hegel que enmarca a la
interpretación histórica de Marx.
En el análisis y explicación que Kolakowski realiza sobre el
materialismo histórico se visualiza claramente como lo crítica, argumentando
que:

“Los límites del uso de la teoría son importantes, pues sería erróneo suponer
que la división de la sociedad en clases puede proporcionar siempre una
interpretación de todas sus diferenciaciones sin excepción. Todas las luchas y
controversias políticas están llenas de detalles que no pueden explicarse por
el conflicto de clases, aunque el método del materialismo histórico pueda
aplicarse a las disputas fundamentales o a los períodos en los que la
sociedad está más polarizada en términos de clase”
(Kolakowski, 1980. pág, 343).
Ahora bien, esto por sí solo genera demasiados hilos sueltos, conflictos que
se le escapan y no son capaces de ser explicados solamente a través de lo antes
planteado. Pues, sólo se esta teniendo en cuenta, en este momento y a modo de
análisis, el aspecto económico de la Historia, del cual disparan todas las
explicaciones marxistas de la misma. Pero no se puede dejar de lado los demás, un
ejemplo claro que pone en discusión el autor, es si la religión puede ser explicada
sólo en términos de expansión de corte económico, lo cual sería demasiado
insuficiente, no deja cuenta de lo que un proceso histórico, con su multicausalidad y
multiperspectiva puede llegar a poder abarcar.
Por lo que Kolakowski pasa a preguntarse: exactamente ¿Qué es el
materialismo histórico? Como ya se vio con anterioridad, para el autor es absurdo
situar el motor de la historia en la lucha de clases y relaciones de producción,
debido a que “(...) choca con las más elementales exigencias de racionalidad,
interpretado en sentido amplio, es un mero turismo.” (Kolakowski, 1980. pág, 363).
Para esto también tiene en cuenta lo planteado por Engels cuando expresa
que no se trata de una determinación absoluta, esto quiere decir, según el autor, que
no todos los rasgos de la superestructura estaban basados en la infraestructura,
sino solo algunos aspectos principales; sin embargo, esto no es suficiente para
Kolakowski, ya que de esta manera la doctrina marxiana tampoco serviría para
explicar hechos históricos particulares. Por lo que plantea que, en realidad esta
teoría sirve más para explicar que “(...) el hecho de que un gran sistema
socioeconómico dio lugar a otro” (Kolakowski, 1980. pág, 364). Pero no deja claro la
cuestión de qué aspectos son o no principales, con qué vara se mide la importancia
de un hecho para decidir si este afecta o no a la superestructura, en esto ve un
punto flojo de la teoría que no logra aplicarse terminalmente. Con esto se nota
claramente cómo el autor critica al marxismo como teoría de la historia, como
método de investigación y a su vez visualiza que para cumplir esta teoría de la
historia se tienen que aceptar ciertos postulados, como por ejemplo que el final del
capitalismo, tiene que ser, inevitablemente, la dictadura del proletariado y el
comienzo de la época comunista de la humanidad. Lo que el autor es capaz de
interpretar de esto, es que:
“La idea de que medio millón de años de vida del hombre sobre la Tierra y
cinco mil años de historia escrita culminarán repentinamente en un «final
feliz» es la expresión de un deseo. (...) La fe de Marx en el «fin de la
prehistoria» no es una teoría científica, sino la exhortación de un profeta.”
(Kolakowski, 1980. pág, 373).
Autor: Leszek Kolakowski Editorial: Alianza Editorial

Título: “ Las principales corrientes del marxismo. Páginas de referencias: 335-373.


1. Los Fundadores-”

Año: 1980.

“ (...) La idea principal del materialismo histórico es que un determinado nivel tecnológico exige unas
determinadas relaciones de producción y hace que éstas se expresen históricamente en el curso del
tiempo” (Kolakowski, 1980. pág, 338).

“(...) unos hombres se apropian del trabajo de otros sin tomar parte en el proceso de producción”
(Kolakowski, 1980. pág, 338),

“Dado que la explotación de una clase por otra es la base de la civilización, todo su desarrollo se
mueve en continua contradicción.” (Kolakowski, 1980. pág, 346).

“Este aspecto negativo y antihumano del progreso es una consecuencia inseparable del trabajo
alienado. Pero por esta misma razón, incluso en los más crueles aspectos de la civilización,
podemos percibir la obra de la historia en pos de la liberación final del hombre” (Kolakowski, 1980.
pág, 347).

“Los límites del uso de la teoría son importantes, pues sería erróneo suponer que la división de la
sociedad en clases puede proporcionar siempre una interpretación de todas sus diferenciaciones sin
excepción. Todas las luchas y controversias políticas están llenas de detalles que no pueden
explicarse por el conflicto de clases, aunque el método del materialismo histórico pueda aplicarse a
las disputas fundamentales o a los períodos en los que la sociedad está más polarizada en términos
de clase” (Kolakowski, 1980. pág, 343).

“choca con las más elementales exigencias de racionalidad, interpretado en sentido amplio, es un
mero turismo.”(Kolakowski, 1980. pág, 363)
“(...) el hecho de que un gran sistema socioeconómico dio lugar a otro” (Kolakowski, 1980. pág,
364).

“La idea de que medio millón de años de vida del hombre sobre la Tierra y cinco mil años de historia
escrita culminarán repentinamente en un «final feliz» es la expresión de un deseo. (...) La fe de
Marx en el «fin de la prehistoria» no es una teoría científica, sino la exhortación de un profeta.”
(Kolakowski, 1980. pág, 373).
Artículo: “El género: una categoría útil para el análisis histórico”. Joan Scott.

La autora comienza el artículo particularmente por lo conceptual de la palabra


“género”, desde sus orígenes y sus acepciones mismas del diccionario. “La palabra
denotaba rechazo al determinismo biológico implícito en el empleo de términos tales
como "sexo" o "diferencia sexual". "Género" resalta también los aspectos
relacionales de las definiciones normativas de la feminidad” (Scott. 1996 pág,2).

Es a partir de este primer punto, tomado desde las feministas americanas,


que la autora desarrolla cómo este concepto, va ganando lugar en la Historia, lo cual
no implica sólo una nueva rama de la historia, sino un replanteamiento de la Historia
en sí misma, “El interés por la clase social, raza y género apuntaba, en primer lugar,
el compromiso del estudioso con una historia que incluía las circunstancias de los
oprimidos y un análisis del significado y naturaleza de su opresión(…) (Scott. 1996
pág,4). Estos cuatro puntos recién mencionados, para la autora serán de principal
interés y preocupación, los abordará como ejes de análisis a lo largo del artículo,
aunque el principal sea el de género.

Scott prosigue por realizar un recorrido por el camino, colmado de límites que
se le imponen y que surgen de la misma. Incluso plantea la negación por parte de
los historiadores por abordar la Historia de las mujeres, o mismo afirma que aquellos
que la aceptan en un principio, luego la niegan, no les sirve directamente para
entender, menos o más algún periodo histórico. Lo que expone entonces la autora
es que, recientemente se utiliza el género confundiéndose con la acepción de mujer,
tomándola inclusive como sinónimos. “En los últimos años, cierto número de libros y
artículos cuya materia es la historia de las mujeres sustituyeron en sus títulos
"mujeres" por "género(...)" (Scott. 1996 pág,6) Pero lo que no tarda en aclarar es
que esto no se ve realizado con el interés principal de su investigación, tratarlo
como una categoría de análisis histórico, sino que simplemente existen autores que
lo usan a modo político-feminista, se toma cierto partido al utilizarlo y otros para los
que resulta más neutral, que al utilizarlo, eleva el carácter de sus trabajos de forma
académica.
Según Scott, el concepto de género permitió a los historiadores introducirse
en un nuevo campo de estudio “(...) el género era relevante para temas como las
mujeres, los niños, las familias y las ideologías de género” (Scott. 1996 pág,7),
quedando entonces por fuera de los temas de la guerra, la política y el poder en
general.
Adentrándose así la autora, en la problemática referida a que el género es
una nueva área de investigación histórica, sin embargo, carecería totalmente desde
un punto de vista analítico la capacidad para poner en discusión los paradigmas
históricos vigentes.
Esto queda comprobado cuando visualiza los intentos de las historiadoras
feministas han hecho su esfuerzo, según Scott por tratar de encontrar ese carácter
histórico analítico del género, con tres métodos teóricos bien definidos: el primero
que busca directamente el origen del patriarcado, la segunda más referida a la
teoría marxista y la última basada en el psicoanálisis. Pero luego de esto, la autora
concluye que por sí solos, ninguno de estos enfoques teóricos logran llegar al
concepto que ella busca y muchas veces no es suficiente para el análisis histórico.

Scott planteó que esto sucede debido a que “Me parece significativo que el
uso de la palabra género haya surgido en un momento de gran confusión
epistemológica (...)” (Scott. 1996 pág,21). Y es en este contexto que la autora
encuentra su preocupación por encontrar la forma de llevar al género a la categoría
de análisis histórico.

Para solucionar esto, los historiadores deben empezar a re-analizar los


métodos de trabajo e investigación, centrándose continuamente en los procesos y
las permanencias, “Necesitamos examinar atentamente nuestros métodos de
análisis, clarificar nuestras hipótesis de trabajo y explicar cómo creemos que tienen
lugar los cambios” (Scott. 1996 pág,22). Argumentando que para esto se debe a su
vez cambiar la concepción de poder, centrándose en los aportes de Foucault, donde
existen relaciones de poder desiguales que se generan en los distintos ámbitos
sociales.
Empezando Joan Scott a abordar y analizar su propio concepto de género,
explicando que este se divide en dos grandes proporciones, empezando por el
hecho de que “el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales
basadas en las diferencias percibidas entre los sexos y el género es una forma
primaria de relaciones significantes de poder” (Scott. 1996 pág,23), a partir de esto
la autora señala cuatro puntos importantes que se interrelacionan entre ellos, el
primero sería el de los símbolos culturales, los cuales denomina como múltiples
representaciones que suelen ser contradictorias entre sí, el segundo punto trata
sobre las instituciones sociales que regularizan estos símbolos, como pueden ser la
religión, política, etc; mientras que el tercer punto tratara de romper con estos
símbolos impuestos a través de la sociedad, que solo generan conflictos a la hora
de que la historia investigue la representación binaria de género, siendo útil para
esto trasladar el género no solo a la familia sino también a la política y la economía,
finalizando esta primera parte de su concepción de género con la identidad
subjetiva, que permitirá que los historiadores trabajan de un modo más histórico,
alejándose en parte de análisis más de corte psicoanalista.

En la segunda parte de su definición, Scott aclara que ya pasará a teorizar


más el género. En este punto se va directo a la significación de las relaciones de
poder existentes entre los géneros binarios, y es más, se afirma que, el género se
presenta como el primer medio por el cual se articula, se significa y se construye el
poder, que a su vez, también se legitima. Esto lo ve como una constancia a lo largo
de la Historia, además de ser, la forma más útil de tomar el género como categoría
de análisis.

(...) el género facilita un modo de decodificar el significado y de comprender


las complejas conexiones entre varias formas de interacción humana.
Cuando los historiadores buscan caminos por los que el concepto de género
legítima y construye las relaciones sociales (...) las formas particulares y
contextualmente específicas en que la política construye el género y el
género construye la política. (Scott. 1996 pág,28).

Al plantearlo de esta manera Scott concluye que esto abrirá nuevos debates
en la historia, poniendo en discusión viejas perspectivas de ciertos problemas, que a
través de una visión de género tienen una nueva forma de análisis, la cual ayuda a
comprender mejor el pasado y el presente, dándole un nuevo papel a las mujeres en
los hechos históricos que por mucho tiempo se les negó. Para esto propone y deja
abiertas las puertas en las que “el genero debe redefinirse y restructurarse en
conjuncion con una vision de igualdad politica y social que comprende no solo el
sexo sino tambien la clase y la raza” (Scott. 1996 pág,36).
Autora: Joan Scott. Editorial: PUEG, México.

Título: “El género: una categoría útil para el Ciudad: México.


análisis histórico”
Páginas de referencias: 1-36.
Año: 1996.

“La palabra denotaba rechazo al determinismo biológico implícito en el empleo de términos


tales como "sexo" o "diferencia sexual". "Género" resalta también los aspectos relacionales de las
definiciones normativas de la feminidad” (Scott. 1996 pág,2).

“El interés por la clase social, raza y género apuntaba, en primer lugar, el compromiso del
estudioso con una historia que incluía las circunstancias de los oprimidos y un análisis del
significado y naturaleza de su opresión(…) (Scott. 1996 pág,4)

“En los últimos años, cierto número de libros y artículos cuya materia es la historia de las
mujeres sustituyeron en sus títulos "mujeres" por "género(...)" (Scott. 1996 pág,6)

“(...) el género era relevante para temas como las mujeres, los niños, las familias y las
ideologías de género” (Scott. 1996 pág,7).

“(...)Las historiadoras feministas han empleado diversos enfoques para el análisis del
género, pero pueden reducirse a una elección entre tres posiciones teóricas” (Scott. 1996 pág,8).

“(...) La primera, esfuerzo completamente feminista, intenta explicar los orígenes del
patriarcado. La segunda se centra en la tradición marxista y busca en ella un compromiso con las
críticas feministas. La tercera, compartida fundamentalmente por posestructuralistas franceses y
teóricos angloamericanos de las relaciones-objeto, se basa en esas distintas escuelas del
psicoanálisis para explicar la producción y reproducción de la identidad de género del sujeto”
(Scott. 1996 pág,8).
"La relación entre los sexos actúa de acuerdo con y a través de las estructuras
socioeconómicas, como también la relación sexo/género."18 Kelly introdujo la idea de una
"realidad social de base sexual", pero tendió a recalcar más bien la naturaleza social que la sexual
de esa realidad, y con frecuencia, "lo social", según el uso que ella hace, estaba concebido en
términos de relaciones económicas de producción(...)” (Scott. 1996 pág,12).

“Me parece significativo que el uso de la palabra género haya surgido en un momento de gran
confusión epistemológica (...)” (Scott. 1996 pág,21).

“Necesitamos examinar atentamente nuestros métodos de análisis, clarificar nuestras hipótesis de


trabajo y explicar cómo creemos que tienen lugar los cambios” (Scott. 1996 pág,22).

“Mi definición de género tiene dos partes y varias subpartes. Están interrelacionadas, pero deben
ser analíticamente distintas. El núcleo de la definición reposa sobre una conexión integral entre
dos proposiciones: el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las
diferencias que distinguen los sexos y el género es una forma primaria de relaciones significantes
de poder.” (Scott. 1996 pág,23).

“Como elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias percibidas entre
los sexos, y el género comprende cuatro elementos interrelacionados: primero, símbolos
culturalmente disponibles que evocan representaciones, múltiples (y menudo contradictorias)(...)”
(Scott. 1996 pág,23).

“Segundo, conceptos normativos que manifiestan las interpretaciones de los significados de los
símbolos, en un intento de limitar y contener sus posibilidades metafóricas. Esos conceptos se
expresan en doctrinas religiosas, educativas, científicas, legales y políticas, que afirman categórica
y unívocamente el significado de varón y mujer, masculino y femenino” (Scott. 1996 pág,23).

“La intención de la nueva investigación histórica es romper la noción de fijeza, descubrir la


naturaleza del debate o represión que conduce a la aparición de una permanencia intemporal en la
representación binaria del género. Este tipo de análisis debe incluir nociones políticas y referencias
a las instituciones y organizaciones sociales, tercer aspecto de las relaciones de género (...)”.
(Scott. 1996 pág,24).
“El cuarto aspecto del género es la identidad subjetiva (...) los historiadores necesitan trabajar de
un modo más histórico. Si la identidad de género se basa sólo y universalmente en el miedo a la
castración, se niega lo esencial de la investigación histórica (...) ” (Scott. 1996 pág,25).

“La teorización del género, sin embargo, se desarrolla en mi segunda proposición: el género es
una forma primaria de relaciones significantes de poder. Podría mejor decirse que el género es el
campo primario dentro del cual o por medio del cual se articula el poder (...) el género se implica
en la concepción y construcción del propio poder.”(Scott. 1996 pág,26).

(...) el género facilita un modo de decodificar el significado y de comprender las complejas


conexiones entre varias formas de interacción humana. Cuando los historiadores buscan caminos
por los que el concepto de género legítima y construye las relaciones sociales (...) las formas
particulares y contextualmente específicas en que la política construye el género y el género
construye la política. (Scott. 1996 pág,28).

“el genero debe redefinirse y restructurarse en conjuncion con una vision de igualdad politica y
social que comprende no solo el sexo sino tambien la clase y la raza” (Scott. 1996 pág,36).
Artículo: La historia y las ciencias sociales. Fernand Braudel. Capítulo 3 “La
larga duración”

Braudel empieza el capítulo exponiendo que “Hay una crisis general en las
ciencias del hombre: todas ellas se encuentran abrumadas por sus propios
progresos (...)” (Braudel, 1968. pág, 60) en esta parte el autor habla de cómo las
ciencias sociales no tienen un área determinada, sino que más bien todas están
interconectadas entre sí, por lo que Braudel expresa que para lograr superar esta
situación deben unirse unas con otras. “Es igualmente imprescindible que la reunión
de las ciencias sea completa, que no se menosprecie a la más antigua en provecho
de las más jóvenes (...) siendo el de la historia extremadamente exiguo(...)”
(Braudel, 1968. pág, 62). Al proponer esto muestra además como el resto de las
ciencias sociales desconoce por completo la situación de la Historia, la cual en los
últimos años estuvo en crisis, respecto a la duración social, concepto que utiliza el
autor para definir esta cuestión, juntamente a la multiplicidad de los tiempos
históricos.
Mismo, se plantea el hecho de que historia es la que utilizan las otras
ciencias sociales, determinando que, poseen una concepción mucho más tradicional
de la historia, a esa historia que según Braudel esta centrada en el tiempo corto.
Pero en contraparte de esta, se expone una nueva historia, basada en un tiempo
distinto, que el autor definirá como de larga duración e inclusive de muy larga
duración. De esta manera se ubica al acontecimiento dentro del tiempo corto, en
una definición muy contundente:

“(...)el término acontecimiento. Por lo que a mi se refiere, me gustaría


encerrarlo, aprisionarlo en el de corta duración: el acontecimiento es
explosivo, tonante. Echa tanto humo que llena la conciencia de los
contemporáneos; pero apenas dura, apenas se advierte su llama”. (Braudel,
1968. pp. 64-65).

A través de esta perspectiva tomada por Braudel, el historiador pasa a tener


un tiempo nuevo con el cual trabajar, que le permitirá manejar nuevas herramientas
a la hora de hacer historia, siendo estas muchas veces las otras ciencias sociales,
como la economía, sociología y geografía, que según el autor, serán la llave para
comprender la larga duración.
Explicando esto a través de lo que aportan las otras ciencias sociales a la
larga duración, como por ejemplo la tendencia secular proveniente de la economía,
que a su vez ayuda a comprender las estructuras presentadas por los sociólogos,
que según Braudel son esenciales “Para nosotros, los historiadores, una estructura
es indudablemente un ensamblaje, una arquitectura; pero, más aún, una realidad
que el tiempo tarda enormemente en desgastar y en transportar (...)” (Braudel, 1968.
pág, 70). Con este fragmento se ve cómo para comprender mejor esta nueva
duración histórica es necesario que los historiadores dialoguen con las otras
ciencias sociales.
Sin embargo, cuando Braudel plantea estas nuevas temporalidades advierte
de no caer en el error de quedarse solo con una de estas, el término preciso que se
utiliza es “error historizante”, al decir que, a pesar de que ya no es fácil para los
historiadores ponerse de acuerdo y tomar cada una de estas, sin excluir otra, es aún
más difícil para las ciencias sociales.

Braudel no dice esto por decirlo, sino que trata de mostrar que la historia no
es la única ciencia social que puede cometer este error, sino que las otras ciencias
sociales también pueden cometerlo y de hecho, lo hacen. Esto se ve en el segundo
subtítulo, lo que se puede destacar en un primer lugar es el título del mismo
“Controversia del tiempo corto”, ese tiempo en el que no se tarda en mencionar que
todas las ciencias han caído. Mientras que la economía rechaza a la larga duración
y la antropología se hace a un costado, se queda al margen, la sociología va a ser
de interés para Braudel, ya que entiende que, a través de las encuestas, lo que
hace es connotar al tiempo de un sobrevalor para con el presente, dejando al
pasado y al tiempo en un estado muerto, sin siquiera, en opinión del autor, llegar a
una buena reconstrucción del pasado, por lo que caracteriza, a modo de crítica, al
sociólogo que se limita al presente como un “(...) encuestador del tiempo presente
(...)” (Braudel, 1968. pág, 79) que limita, a su vez, su perspectiva de la realidad
social. “La historia, dialéctica de la duración, ¿no es acaso, a su manera, explicación
de lo social en toda su realidad y, por tanto, también de lo actual? (...)” (Braudel,
1968. pág, 82) Lo que se pone en cuestionamiento en este fragmento es que para el
autor no sólo merece la pena estudiar, investigar aquello que haga ruido, lo cual
tampoco le da más o menos validez, pero también hay que contemplar los grupos
más silenciosos, como los define Braudel, para llegar a una realidad social completa
o al menos más completa.

Para finalizar, Braudel vuelve a reiterar que la larga duración no excluye al


resto de duraciones históricas, sino que plantea como interesante entender los
acontecimientos partiendo de la larga duración, esto se amplía cuando el autor
trabaja con la historia inconsciente “Los hombres hacen la historia pero ignoran que
la hacen” (Braudel, 1968. pág, 83). Utilizando esto para explicar cómo todo
acontecimiento histórico tiene una explicación del porque sucede, planteando a la
historia como un proceso, el cual puede ser analizado a través de distintos tiempos
históricos. Con todo esto, haciendo, como concluye el mismo autor, un “llamamiento
a la discusión”, dejar abierto el debate para que su análisis simplemente sea el pie
de comienzo para debatir, llegar a ideas acorde o no, sin dar las bases específicas
para el procedimiento.
Autor: Fernand Braudel. Editorial: Alianza Editorial, S. A., Madrid.

Título: “La historia y las ciencias Páginas de referencias: 60-106.


sociales”. Capítulo 3 “La larga
duración”.

Año: 1968.

“Hay una crisis general en las ciencias del hombre: todas ellas se
encuentran abrumadas por sus propios progresos (...)” (Braudel, 1968. pág, 60)

“Es igualmente imprescindible que la reunión de las ciencias sea


completa, que no se menosprecie a la más antigua en provecho de las más
jóvenes (...) siendo el de la historia extremadamente exiguo(...)” (Braudel, 1968.
pág, 62).

“(...)el término acontecimiento. Por lo que a mi se refiere, me gustaría


encerrarlo, aprisionarlo en el de corta duración: el acontecimiento es explosivo,
tonante. Echa tanto humo que llena la conciencia de los contemporáneos; pero
apenas dura, apenas se advierte su llama”. (Braudel, 1968. pp. 64-65).

“Para nosotros, los historiadores, una estructura es indudablemente un


ensamblaje, una arquitectura; pero, más aún, una realidad que el tiempo tarda
enormemente en desgastar y en transportar (...)” (Braudel, 1968. pág, 70).

“(...) encuestador del tiempo presente (...)” (Braudel, 1968. pág, 79)

“La historia, dialéctica de la duración, ¿no es acaso, a su manera, explicación


de lo social en toda su realidad y, por tanto, también de lo actual? (...)” (Braudel,
1968. pág, 82)
“Los hombres hacen la historia pero ignoran que la hacen” (Braudel, 1968. pág,
83).

“Porque este artículo, no hay necesidad de decirlo, no ha sido


casualmente colocado bajo la rúbrica de Debates y Combates. Pretendo
plantear —no resolver— problemas en los que por desgracia cada uno de
nosotros, en lo que no concierne a su especialidad, se expone a evidentes
riesgos. Estas páginas constituyen un llamamiento a la discusión ” (Braudel,
1968. pág, 106).
Artículo: Formas de Historia Cultural. Peter Burke. Capítulo 3 “La
historia como memoria colectiva”

En este capítulo, Burke empieza planteando que la relación entre la historia y


la memoria comienzan a ser problemáticas, debiendo ser analizadas con más
profundidad. “La visión tradicional de la relación entre memoria e historia escrita, en
la que la memoria refleja lo que ocurrió realmente y la historia refleja la memoria,
actualmente resulta demasiado simple (...)” (Burke. 2000. pág, 66).
Entonces, con este fragmento se visualiza claramente la crítica que hace el
autor sobre la memoria, por eso propone una distinción a lo largo de todo el capítulo
entre historia y memoria, expresando que existe una selección consciente o
inconsciente por parte de los historiadores a la hora de relatar los hechos y también
se encuentra con interpretaciones a la hora de trabajar con la memoria, se puede
encontrar además deformada la realidad, condicionada fuertemente por los grupos
sociales. Según Burke, el primero en adentrarse en este campo fue Maurice
Halbwachs, que permite al autor visualizar cómo los grupos sociales construyen los
recuerdos “Los individuos se identifican con los acontecimientos públicos
importantes para su grupo” (Burke. 2000. pág, 66).
Y es referido a esto último que el autor incluso titula su capítulo de esta
forma, “La Historia como memoria colectiva”, porque es afín a esta manera de
percibir a la Historia, ya que es una visión en la cual hay problemas que abordar
desde un punto de vista sociocultural:

La expresión «memoria colectiva», que se ha impuesto en la última década,


resulta una útil abreviatura para resumir el complejo proceso de selección e
interpretación en una fórmula simple y pone de relieve el paralelismo entre
las formas en que el pasado se registra y se recuerda (...) (Burke. 2000. pág,
68)

Sin embargo, Burke plantea que todo esto presenta una serie de
problemáticas, una de ellas trata el relativismo histórico “No es que cualquier relato
del pasado sea tan bueno (fiable, posible, perceptivo, etc.) como cualquier otro.
(Burke. 2000. pág, 68)
Por esto mismo para el autor los historiadores deben tener en cuenta dos
aspectos a la hora de adentrarse en esta historia de la memoria colectiva o del
recuerdo, estos serían, en primer lugar aproximarse a la memoria como si fuera una
fuente histórica, debido a que de esta manera se la puede analizar desde una
postura crítica. El segundo aspecto se relaciona con el anterior en cuanto el autor
plantea a la memoria como fenómeno histórico, siendo necesario entender que “La
memoria es maleable y debemos entender cómo se modela y por quién, así como
los límites de su maleabilidad.”(Burke. 2000. pág, 69).

Entonces Burke pasa a analizar la cuestión de la transmisión de esta


memoria colectiva, encontrando cinco medios por los cuales se puede llevar a cabo:
por tradición oral, por memorias escritas, las imágenes, las habilidades enseñadas y
el espacio en el que sucede, en todos ellos se destacan, por parte del autor, puntos
débiles y fuertes. Además de esto, el autor destaca los esquemas, argumentando
que “El esquema va asociado con la tendencia a representar —y, a veces, a
recordar— un acontecimiento o persona determinado en términos de otro.” (Burke.
2000. pág, 73), siendo aplicable a la mayoría de modelos que el autor menciona
anteriormente, siendo muchas veces útil a la hora de analizar por qué algunos mitos
se vinculan a ciertos individuos y no a otros. Conectando así estos esquemas
mencionados por el autor, que se trasladan a una persona determinada en la
Historia que cumple con ciertos estereotipos del mismo. Burke explica esto cuando
expresa que “(...)Tiene lugar entonces lo que podría denominarse un proceso
cristalización en el que ciertas historias tradicionales que están en el aire, por así
decirlo, se atribuyen al nuevo héroe.” (Burke. 2000. pág, 76).

Burke ante esta cuestión, pasa a poner en discusión el por qué y para qué
son útiles esta parte de la memoria colectiva, argumentando que aunque es un tema
amplio, se puede abordar por ejemplo desde la analogía utilizada por el autor,
explicando que: “Un jurista podría hablar de la importancia de la costumbre y el
precedente, la justificación o legitimación de los actos presentes con referencia al
pasado (...)” (Burke. 2000. pág, 76) al tomar esta cuestión de esta manera, se
estaría presentando como funcional en el sentido que cumple un rol crucial a la hora
de legitimarse a sí misma y, más interesante aún, al presente.
A su vez, Burke plantea la problemática de “(...) por qué algunas culturas
parecen más propensas a recordar el pasado que otras.”(Burke. 2000. pág, 76),
argumentando que existe en contraparte de la memoria colectiva. Es importante
remarcar esto, ya que el autor no se queda simplemente con la explicación desde lo
que se recuerda, como tradicionalmente plantea que se hace, sino que toma partida
desde otro punto, pone sobre la mesa también su contrapartida, así como se
recuerda a través de un método de selección, también se olvida, para esto utiliza el
término de la amnesia colectiva, por medio del cual el autor expone los motivos que
tienen algunas culturas, que llegan incluso a disfrutar del olvido de su memoria, por
decisión propia, mientras que otras culturas no lo hacen.

“También podría decirse que la olvidan los vencedores. Ellos pueden


permitirse olvidar, mientras que los derrotados no pueden olvidar lo que
ocurrió y están condenados a cavilar sobre ello, a revivirlo y a pensar en lo
diferente que habría podido ser.”
(Burke. 2000. pág, 79)

A través de este fragmento se visualiza cómo Burke relaciona el espacio y la


memoria, ya que dependerá del lugar y su cultura la función que cumpla la memoria
colectiva o por el contrario, la amnesia colectiva. Siendo importante marcar el hecho
de que “conviene pensar en términos plurales sobre los usos de la memoria por
distintos grupos sociales, que muy bien pueden tener distintas visiones de lo que es
significativo o «digno de recordarse»” (Burke. 2000. pág, 80).

Sin embargo, hasta este momento, Burke solo ha presentado qué función
cumple la memoria colectiva, pero, aún queda ver cuál es la función de la amnesia
colectiva. Para esto es útil analizar que “(...) entre estos dos censores, el público y el
privado, hay espacio para un tercero, colectivo y no oficial. ¿Pueden los grupos,
como los individuos, suprimir lo que no conviene recordar? Y, si es así, ¿cómo lo
hacen?” (Burke. 2000. pág, 83). Explicando que estos actos de olvido muchas veces
se dan por la supresión oficial de recuerdos que generan conflictividad en la
sociedad, por lo que se decide censurar en beneficio del orden social.
Burke concluye con lo siguiente: “Una de las funciones más importantes del
historiador es la de recordador”(Burke. 2000. pág, 85). En la misma lo que se quiere
dar por sentado, es que, como aclara antes, si bien no hay que olvidarse del mito, si
hay que despegarse de la Historia como defensora total de la memoria, pensándola
más bien como la guardiana de “los esqueletos conservados en el armario de la
memoria colectiva”, cumpliendo la función, según el autor, de recordar lo que a
veces la sociedad prefiere olvidar.
Autor: Peter Burke. Editorial: Alianza Editorial, S. A., Madrid.

Título: “Formas de Historia Cultural. Peter Páginas de referencias: 65-85.


Burke. Capítulo 3 “La historia como
memoria colectiva”.

Año: 2000.

“La visión tradicional de la relación entre memoria e historia escrita, en la que la


memoria refleja lo que ocurrió realmente y la historia refleja la memoria, actualmente
resulta demasiado simple (...)” (Burke. 2000. pág, 66).

“Los individuos se identifican con los acontecimientos públicos importantes para su


grupo” (Burke. 2000. pág, 66).

La expresión «memoria colectiva», que se ha impuesto en la última década, resulta una útil
abreviatura para resumir el complejo proceso de selección e interpretación en una fórmula
simple y pone de relieve el paralelismo entre las formas en que el pasado se registra y se
recuerda (...) (Burke. 2000. pág, 68)

“No es que cualquier relato del pasado sea tan bueno (fiable, posible, perceptivo, etc.)
como cualquier otro. (Burke. 2000. pág, 68)

“La memoria es maleable y debemos entender cómo se modela y por quién, así
como los límites de su maleabilidad.”(Burke. 2000. pág, 69).

“El esquema va asociado con la tendencia a representar —y, a veces, a recordar—


un acontecimiento o persona determinado en términos de otro.” (Burke. 2000. pág, 73)
“(...)Tiene lugar entonces lo que podría denominarse un proceso cristalización en el que
ciertas historias tradicionales que están en el aire, por así decirlo, se atribuyen al nuevo
héroe.” (Burke. 2000. pág, 76).
“Un jurista podría hablar de la importancia de la costumbre y el precedente, la justificación o
legitimación de los actos presentes con referencia al pasado (...)” (Burke. 2000. pág, 76).

“(...) por qué algunas culturas parecen más propensas a recordar el pasado que
otras.”(Burke. 2000. pág, 76).

“También podría decirse que la olvidan los vencedores. Ellos pueden permitirse
olvidar, mientras que los derrotados no pueden olvidar lo que ocurrió y están
condenados a cavilar sobre ello, a revivirlo y a pensar en lo diferente que habría
podido ser.”
(Burke. 2000. pág, 79).

“conviene pensar en términos plurales sobre los usos de la memoria por distintos
grupos sociales, que muy bien pueden tener distintas visiones de lo que es significativo o
«digno de recordarse»” (Burke. 2000. pág, 80).

“(...) entre estos dos censores, el público y el privado, hay espacio para un tercero,
colectivo y no oficial. ¿Pueden los grupos, como los individuos, suprimir lo que no conviene
recordar? Y, si es así, ¿cómo lo hacen?” (Burke. 2000. pág, 83).

“Una de las funciones más importantes del historiador es la de recordador”(Burke. 2000.


pág, 85).

“(...) Herodoto los consideraba guardianes de la memoria, la memoria de los hechos


heroicos. Yo prefiero verlos como guardianes de los esqueletos conservados en el armario
de la memoria colectiva (...)” (Burke. 2000. pág, 85).

“(...) Antaño había un funcionario denominado «recordador». En realidad, este título era un
eufemismo de cobrador de deudas. Su misión consistía en recordar a la gente lo que le
hubiera gustado olvidar. Una de las funciones más importantes del historiador es la de
recordador” (Burke. 2000. pág, 85).
Giovanni Levi. Microhistorias. Capítulo “Los usos de la biografía” 2019.

SOBRE LA OBRA : Es una edición digital, Microhistorias es una colección


de veinte ensayos —cincuenta años de trabajo—, seleccionados por el propio Levi,
reunidos en una excelente edición y con traducciones (del italiano, el francés y el
inglés) que parecen muy correctas, y que dejan una imagen clara no solo de la
historiografía italiana de los últimos cincuenta años, sino en gran parte de la
historiografía internacional del siglo xx, y del propio recorrido intelectual de Giovanni
Levy. Tal vez la gran dificultad de reseñar este volumen sea la de su amplitud
temática y la riqueza de problemas que se examinan, tanto desde el punto de vista
del enfoque “microanalítico” —término que también aparece en Levi—, como desde
el punto de vista del “oficio de historiador”: el mundo de los archivos, el trabajo de
las fuentes, la relación con las otras ciencias sociales, la primacía de los problemas
y sobre todo de las preguntas sobre las técnicas, y las exigencias de claridad y
precisión en la transmisión de los resultados de investigación al público lector.

Levi comienza este capítulo presentando su preocupación por el uso de la


biografía, el eje que va cuestionar y exponer a lo largo de todo su trabajo. “Hoy nos
encontramos en una fase intermedia: la biografía se encuentra como nunca antes
en el centro de las preocupaciones de los historiadores, y al mismo tiempo destellan
de manera clara sus ambigüedades”. (Levi, 2019, pág.195). El autor menciona la
ambigüedad que caracteriza a la biografía, es parte crucial de la investigación en la
Historia, además, afirma que mientras más compleja se vuelve la historia política y
social, la biografía permanece más bien sencilla, a través del proceso histórico,
marcando esta como una clara característica de la misma.
En opinión propia del autor, “(...)la mayor parte de los interrogantes
metodológicos de la historiografía contemporánea se encuentran presentes en la
biografía(...)” (Levi, 2019, pág.196). Señalando que un primer punto importante en
esto consiste en la relación de la Historia y la narrativa, aclarando que aunque las
exigencias de los novelistas e historiadores no son las mismas, se aproximan cada
vez más; argumentando además que:

“Nuestra fascinación por sumergirnos en los archivos para lograr


descripciones imposibles de apuntalar por carencia de información nutre la
renovación de la historia narrativa y el interés por nuevos tipos de fuentes,
con las cuales pueden rastrearse indicaciones dispersas de actos y de
palabras de la vida diaria” (Levi, 2019, pág.196).

Explicando a través de esto que la narrativa, con sus aportes, a la hora de


hacer historia es válida en cuanto los historiadores usan fuentes, archivos o
documentos, que respalden la biografía en sí. Es aquí cuando se pone en
cuestionamiento si es posible escribir sobre la vida de una persona, ya que, como
se mencionó anteriormente, muchas veces los propios historiadores dejan de lado la
biografía por su tendencia a la simplificación, como explica “(...) como historiadores
imaginamos que los actores históricos obedecen a un modelo de racionalidad
anacrónica y limitada” (Levi, 2019, pág.197). Seguido a esto, trata de expresar que
se han dejado de lado algunos aspectos claves que hacen a una biografía u otras
características a tener en cuenta, como por ejemplo, contemplar a la persona como
individuo, de la forma que plantea Levi en primera instancia, sino que se la adjunta
dentro del relato-narración histórica perteneciente a un grupo determinado, en un
contexto determinado. El autor, para reforzar esto, cita a Diderot, el cual expresa, al
igual que Levi, que la biografía no tiene la capacidad de contemplar la esencia del
mismo individuo. “No es que haya rehusado el género biográfico, sino que pensaba
más exactamente que la biografía, aunque incapaz de ser realista, tenía una función
pedagógica, ya que presentaba a personajes célebres y develaba sus virtudes
públicas y sus vicios privados.”(Levi, 2019, pág.198).
Siguiendo esta idea, Levi plantea que esta biografía moral no se centra tanto
en la exactitud y la verdadera esencia del individuo, sino que está hecha con un fin
más didáctico, en el cual se busca seleccionar lo más significativo de la vida de un
individuo, el ejemplo que se puede ver por medio de este, se posee cierta confianza
en esta función, además, afirma el autor.
Procede a destacar que a cada paso, en el recorrido que va haciendo de la
biografía, esta se vuelve más confusa y ambigua, generando más problemáticas.
Uno de los puntos en los que se centra Levi, a su vez, teniendo en cuenta la
perspectiva desde la actualidad, en la complejidad inacabada que caracteriza a esta
identidad individual que presenta la biografía, “(...) su formación progresiva y no
lineal y sus contradicciones se han convertido en protagonistas de los problemas
biográficos que se plantean a los historiadores” ”(Levi, 2019, pág.200). Este
fragmento destaca claramente ese pensamiento del autor que señala que en esta
forma de tomar la biografía no se contempla en ningún aspecto los rasgos
singulares que puede tener el individuo como tal, sino que se lo engloba en una
sencillez tal, que puede desatar resultados de una única causalidad de las acciones
a quien se este refiriendo, o mismo linealidades demasiado simples.
Entonces, el autor va a nombrar cuatro caminos posibles para utilizar a la
biografía como una herramienta histórica, los cuales son: La biografía modal o
prosopografía, biografía y contexto, biografía y los casos límites y la biografía y
hermenéutica. En busca de “(...) reemplazar la tradicional biografía lineal y factual
que continúa existiendo con resultados meritorios.” (Levi, 2019, pág.206).
Sin embargo, lo interesante de esto no es el planteamiento en sí de cada una
de estas formas de percibir la biografía, sino en lo que encuentra Levi como
problemáticas que presentan todas ellas en común. En tanto que se denota la
incoherencia entre las normas existentes en el marco de un sistema social
establecido, la racionalidad que se les es dotada a los individuos protagonistas de la
biografía y la relación que estos tienen con el grupo que conforman. Algo principal
que afirma el autor, es que se le debe dar fundamental importante a la libre elección
del individuo, teniendo en cuenta lo ya mencionado sobre la esencia de la
individualidad, estos son ejes claves en el planteo del autor, además de que, para él,
hasta el momento no se han encontrado cuestionadas las relaciones del individuo
con las normas establecidas, debido a que no se hayan contradicciones en su
actuar y las mismas, como conjunto de todo lo anterior expresa que: “Ningún
sistema normativo es suficientemente estructurado para eliminar toda posibilidad de
elección consciente, de manipulación e interpretación de reglas, de negociación(...)”
(Levi, 2019, pp.206-207).

“En mi opinión, al privilegiar de esta manera al grupo se subestima el


problema de su construcción, la apreciación de su solidez, de su duración,
de su amplitud, y se deja a su suerte, por consiguiente, la cuestión de la
relación entre el individuo y el grupo(...)”.
(Levi, 2019, pág, 208).

A modo de conclusión y para explicar la cita anterior, a lo que refiere el autor,


lo que logra finalizar es que no se debe visualizar al individuo en soledad, apartado
de su contexto, pero tampoco se lo debe ver simplificado a seguir rígidamente lo
que determina su tiempo y espacio, sin la elección libre que lo caracteriza. Es
necesario, para Levi, un estudio mucho más profundo a la hora de trabajar con la
biografía.
Autor: Giovanni Levi. Editorial: Universidad de los Andes
(Colombia).
Título: Microhistorias. Capítulo “Los
usos de la biografía”. Páginas de referencias: 195-209.

Año: 2019.

“Hoy nos encontramos en una fase intermedia: la biografía se encuentra


como nunca antes en el centro de las preocupaciones de los historiadores, y al
mismo tiempo destellan de manera clara sus ambigüedades”. (Levi, 2019,
pág.195).
Mientras que las premisas del historicismo vuelven más complejas casi
todas las formas de historia política y social, la biografía se mantiene como una
cosa relativamente simple. (Levi, 2019, pág.195).
“(...)la mayor parte de los interrogantes metodológicos de la historiografía
contemporánea se encuentran presentes en la biografía(...)” (Levi, 2019,
pág.196).
“En mi opinión, la mayor parte de los interrogantes metodológicos de la
historiografía contemporánea se encuentran presentes en la biografía, en
particular las relaciones con las ciencias sociales, los problemas de las escalas de
análisis, las relaciones entre las reglas y las prácticas, y aquellos, más complejos,
sobre los límites de la libertad y racionalidad humanas (...)”(Levi, 2019, pág.196).
“Nuestra fascinación por sumergirnos en los archivos para lograr
descripciones imposibles de apuntalar por carencia de información nutre la
renovación de la historia narrativa y el interés por nuevos tipos de fuentes, con las
cuales pueden rastrearse indicaciones dispersas de actos y de palabras de la vida
diaria” (Levi, 2019, pág.196).

¿Se puede escribir sobre la vida de un individuo? (Levi, 2019, pág.197).

“(...) como historiadores imaginamos que los actores históricos obedecen a


un modelo de racionalidad anacrónica y limitada” (Levi, 2019, pág.197).
“(...) nos hemos dejado llevar por modelos que asocian una cronología
ordenada, una personalidad coherente y estable, con acciones sin inercia y con
decisiones sin dudas”(Levi, 2019, pág.197).
Diderot fue un gran admirador de Sterne, con quien compartía la idea de que la
biografía era incapaz de comprender la esencia de un individuo. (Levi, 2019,
pág.198).
“No es que haya rehusado el género biográfico, sino que pensaba más
exactamente que la biografía, aunque incapaz de ser realista, tenía una función
pedagógica, ya que presentaba a personajes célebres y develaba sus virtudes
públicas y sus vicios privados.”(Levi, 2019, pág.198).
“(...) su formación progresiva y no lineal y sus contradicciones se han
convertido en protagonistas de los problemas biográficos que se plantean a los
historiadores” ”(Levi, 2019, pág.200).
“Prosopografía y biografía modal” (Levi, 2019, pág, 200).
“Biografía y contexto” (Levi, 2019, pág, 202).
“La biografía y los casos límites” (Levi, 2019, pág, 203).
“Biografía y Hermenéutica” (Levi, 2019, pág, 205)
“(...) reemplazar la tradicional biografía lineal y factual que continúa
existiendo con resultados meritorios.” (Levi, 2019, pág.206).
“La biografía constituye, por tanto, un tema que hay que debatir, alejándose
quizá de la tradición de los Annales, pero manteniéndose en la intersección de
problemas que a la fecha nos parecen particularmente importantes: la relación
entre normas y prácticas, entre individuo y grupo, entre determinismo y libertad, o
incluso entre racionalidad absoluta y racionalidad limitada.” (Levi, 2019, pág.206).
“No pretendo hacer aquí otra cosa que proponer algunos temas a este
debate y destacar que las cuatro orientaciones evocadas tienen en común el
hecho de pasar por encima los problemas fundamentales”
“De manera general, los historiadores dan por hecho que todo sistema
normativo experimenta transformaciones en el tiempo, pero que en un momento
dado se vuelve plenamente coherente, transparente y estable. Me parece, por el
contrario, que debería cuestionarse ante todo la real amplitud de la libertad de
elección. Desde luego, esta libertad no es absoluta: cultural y socialmente
determinada, limitada y pacientemente conquistada, sigue siendo de todos modos
una libertad consciente que los intersticios inherentes a los sistemas generales de
normas confieren a los actores(...)”(Levi, 2019, pág.207).
“Ningún sistema normativo es suficientemente estructurado para eliminar
toda posibilidad de elección consciente, de manipulación e interpretación de
reglas, de negociación(...) (Levi, 2019, pp.206-207).
“En mi opinión, al privilegiar de esta manera al grupo se subestima el
problema de su construcción, la apreciación de su solidez, de su duración,
de su amplitud, y se deja a su suerte, por consiguiente, la cuestión de la
relación entre el individuo y el grupo(...)”.
(Levi, 2019, pág, 208).

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