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1. Imputabilidad. Concepto.
Imputabilidad Legal: para arrastrar consecuencias a su autor, los actos deben ser
voluntarios, los actos ejecutados sin discernimiento, intención y libertad no producen
obligación ninguna, son considerados un acontecimiento fortuito. El elemento
fundamental de todo acto es la voluntad del que lo ejecuta. Es necesario que la autoría
material del hecho se cumpla por una persona que, con discernimiento, intención y
libertad al tiempo de su ejecución, hubiese estado en condiciones de prever y evitar
sus resultados. Hay imputabilidad “cuando el acto procede de una libre voluntad”.
Factor de atribución.
Los Factores Objetivos son los que no tienen en consideración esa reprochabilidad
sino alguna otra razón por la cual es justo provocar el desplazamiento. Son factores
objetivos el riesgo, la equidad, la garantía (obligación de seguridad), las obligaciones
de resultado, etc.
El nuevo código, hace referencia a los Factores de atribución en el art. 1721, cuando
dispone que, “La atribución de un daño al responsable puede basarse en factores
objetivos o subjetivos. En ausencia de normativa, el factor de atribución es la culpa”.
El art. 1723 del C.C. y C. dispone que Responsabilidad objetiva. Cuando de las
circunstancias de la obligación, o de lo convenido por las partes, surge que el deudor
debe obtener un resultado determinado, su responsabilidad es objetiva.
El principio consagrado en el art. 1734 del C.C y C. dispone “Excepto disposición legal,
la carga de la prueba de los factores de atribución y de las circunstancias eximentes
corresponde a quien los alega”. El nuevo código adopta como principio general la
concepción tradicional: la carga de la prueba de los elementos de la responsabilidad
civil, ya se trate del factor de atribución (art. 1734), de la relación de causal (art. 1736)
o del daño (art. 1744), recae sobre quien alega su existencia, que normalmente será el
damnificado, actor en el proceso de daños.
Esa regla puede a veces ser muy dificultosa, muchas veces el damnificado carece de
los conocimientos o de los elementos necesarios como para probar ese factor de
atribución. Ejemplo, el paciente que imputa mala praxis a los medios que lo atendieron
no sabe qué ocurrió en el quirófano, mientras que los facultativos demandados podrían
explicar y acreditar con mayor facilidad su eventual obrar diligente.
Por tal motivo, se ha expandido la doctrina y la jurisprudencia argentinas la aplicación
de la doctrina denominada “de las cargas probatorias dinámicas”, que postula que la
carga de la prueba de un hecho debe ser puesta en cabeza de quien se encuentre en
mejores condiciones de producirlas. La carga probatoria es dinámica por cuanto no se
encuentre atada a principios rígidos, sino que todo dependerá de las circunstancias del
caso concreto de quien se encuentre en mejore condiciones para probar.
Este principio ha sido reconocido por el nuevo código en su art. 1735, en cuanto
dispone, “No obstante, el juez puede distribuir la carga de prueba de la culpa o de
haber actuado con diligencia debida ponderando cuál de las partes se halla en mejor
situación para aportarla. Si el juez considera pertinente, durante el proceso
comunicará a las partes que aplicara este criterio, de modo de permitir a los litigantes
ofrecer y producir los elementos de convicción que haga su defensa”.
La teoría de las cargas probatorias dinámicas aparece como una excepción al principio
general.
3. Factores Subjetivos.
El dolo implica una idea de mala fe, de conducta deliberada contraria al derecho.
Elemento del delito: (art. 1072 C.C) El dolo delictual (elemento del delito) consiste en
ejecutar un hecho ilícito “… a sabiendas (con conciencia de la ilicitud del acto) y con
intención de dañar la persona o los derechos de otro”.
Dolo como vicio de la voluntad: (art. 271 C.C y C.) “Acción dolosa es toda aserción de
lo falso o disimulación de lo verdadero, cualquier artificio, astucia o maquinación que
se emplee para la celebración del acto. La omisión dolosa causa mismos efectos que
la acción dolosa, cuando el acto no se habría realizado sin la reticencia u ocultación”.
Consiste en el engaño que se utilice para conseguir la ejecución del acto.
Dolo obligacional: (art. 1084 inc. D C.C. y C.) Se refiere al incumplimiento intencional
de una obligación y habilita la resolución del contrato.
Dolo como factor de atribución de responsabilidad subjetivo: (art. 1724 C.C. y C.)
Cuando dispone que: “El dolo se configura por la producción de un daño de manera
intencional o con manifiesta indiferencia por los intereses ajenos”. La norma identifica
el concepto de dolo con la idea de “dolo obligacional” y “dolo delictual”, que se
consideran subsumidos en el art. 1724, las que se unifican en función de querer el
resultado previsible de la acción: sea por la intención de dañar o por desentenderse de
ese resultado probable con relación a los intereses ajenos.
En los contratos celebrados de manera paritaria, el texto legal se aparta del criterio del
principio general sentado en el art. 1726 del C.C. y C., estableciendo que el deudor
incumplidor responde por las consecuencias que las partes previnieron o pudieron
haber previsto al memento de su celebración, salvo que medie dolo del deudor.
El nuevo código en el art. 1724 (antes art. 512 C.C) “La culpa consiste en la omisión
de la diligencia debida según la naturaleza de la obligacional y las circunstancias de
las personas, el tiempo y el lugar. Comprende la imprudencia la negligencia y la
impericia en el arte o profesión…”
En este sentido el art. 1725 de C.C. y C. establece “Cuanto mayor sea el deber de
obrar con prudencia y pleno conocimiento de las cosas, mayor es la diligencia exigible
al agente y la valoración de la previsibilidad de las consecuencias. Cuando existe una
confianza especial, se debe tener en cuenta la naturaleza del acto y las condiciones
particulares de las partes. Para valorar la conducta no se toma en cuenta la condición
especial, o la facultad intelectual de una persona determinada, a no ser en los
contratos que suponen una confianza especial entre las partes. En estos casos, se
estima el grado de responsabilidad, por la condición especial del agente”.
Las reglas vertebrales que sienta este art. 1725 son las siguientes:
La prueba de la culpa.
El código anterior regulaba la dispensa anticipada del dolo en el art. 507, donde
establecía que eran nulas las cláusulas que anticipadamente dispensa al deudor de la
responsabilidad por el incumplimiento doloso de la obligación. El problema se suscitó
respecto a culpa, que a diferencia de la dispensa anticipada del dolo, el código anterior
guardaba silencio. La mayoría de la doctrina consideraba que tampoco era admisible
la dispensa anticipada de la culpa cunando se pretenda excluir o limitar
anticipadamente la responsabilidad por daño a la persona; o cuando ella importe
desnaturalizar la esencia misma de la relación contractual o atenten contra el orden
público y el principio de buena fe. Lo que llevaría a la invalidez de la cláusula.
En el ámbito del derecho de consumo, la ley 24.240 tiene por no convenidas a las
cláusulas que desnaturalicen las obligaciones o limiten la responsabilidad por daños.
El nuevo código hace referencia en su art. 1720, que dispone “El factor de atribución
es objetivo cuando la culpa del agente es irrelevante a los efecto de atribuir
responsabilidad. En tales casos, el responsable se libera demostrando la causa ajena,
excepto disposición legal en contrario”.
Surgió en el derecho francés del siglo XIX. En esta teoría quien es dueño o se sirve de
cosas, o realiza actividades que, por su naturaleza o modo de empleo generan riesgos
potenciales a terceros, debe responder por los daños que ellas originan. La ley 17.711
marco el comienzo de un periodo de objetivación del deber de reparar. Tanto en
materia contractual como extracontractual, los factores objetivos de atribución
incrementaron de manera significativa su importancia.
Sin embargo, omitió contemplar expresamente los daos generados por actividades
riesgosas. Una actividad es riesgosa cuando por su propia naturaleza, o por las
circunstancias de su realización genera un riesgo o peligro para terceros. El nuevo
Código Civil y Comercial trata a la “Responsabilidad derivada de la intervención de
cosas de ciertas actividades” en la Sección 8°, en los art. 1757 y 1758.
a- El daño causado por el riesgo o vicio de las cosas, que mantiene la ya referida
ley del art. 1113 del código anterior.
b- La incorporación expresa de las actividades que sean riesgosas o peligrosas
por su naturaleza, por los medios empleados o por las circunstancias de su
realización.
Factor de garantía.
Contempla dos hipótesis: por un lado, la de los daños causados por aquellos que
están bajo dependencia del principal y, por otro lado, en una suerte de reafirmación del
dispositivo previsto en el art. 732 del CCC, para el caso de los auxiliares no
dependientes, los generados por cualquier tercero del que el principal se sirva para
ejecutar una obligación.
El deber de seguridad.
El nuevo código impone una indemnización de equidad a cargo del autor de un daño
causado involuntariamente (art. 1750 CCC). Se trata sin dudas de una reparación
debida en base a un factor de atribución objetivo, el agente responsable no será
culpable, al haber obrado sin discernimiento, intención y libertad. Y la equidad
presenta particularidades bien diferenciadas: la indemnización no es integral, sino
atenuada, en función del patrimonio del deudor, la situación personal de la víctima y
las circunstancias del hecho (art. 1742 CCC).