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Logros
Identifica y organiza las ideas principales de cada fuente de acuerdo a las situación comunicativa
presentada usando adecuadamente el proceso de la redacción sobre la procrastinación.
La procrastinación
Después de ver el siguiente video, dialogue sobre el tema
Roldán, L. (27 de mayo del 2018). Procrastinar, ¿Cuál es su significado? [Archivo de video]. You
tube. https://www.youtube.com/watch?v=bb-k5Ue_paM
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Tema
Intención comunicativa
Emisor
Receptor
Registro lingüístico
Medio de comunicación
Actividad 1
a) Lea las fuentes e identifique las ideas centrales de las mismas.
InfoExito. (14 de marzo del 2019). 5 consejos para vencer la pereza - Cómo Dejar de Procrastinar.
[Archivo de video]. You tube. https://www.youtube.com/watch?v=vqOFl90Vv_A)
Fuente 1
Después de ver el siguiente video, escriba un enunciado sobre el tema
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Fuente 2
¿En qué consiste la procrastinación?, ¿cómo se puede identificar?, ¿qué podemos hacer para
evitarla?
Etimológicamente el término ”procrastinación” proviene del latín procrastinare “dejar un asunto
para mañana, aplazar”, pro “adelante” y crastinus “referente al día de mañana, al futuro”, y consiste
en la dificultad para iniciar actividades, y comprometerse con las mismas, a pesar de resultar
importantes para la persona, llevando a cabo tareas distintas de las que se había propuesto en un
principio.
En lenguaje cotidiano, procrastinar se refleja en la expresión común “dejar las cosas para mañana”,
en el sentido de postergar actividades más o menos planificadas, y se trata de una dinámica
ampliamente instalada en la conducta de los que día a día lidian con el conflicto que supone
gestionar unos recursos para lograr objetivos.
procrastinar, persona leyendo sobre pila de libros Procrastinar es postergar, diferir, y se trata de un
hábito pernicioso que a medio-largo plazo comporta consecuencias indeseables en distintas esferas
de la vida, como la laboral, la de pareja, la de las relaciones sociales o la académica. Retrasarse en
una tarea puede ser causa de amonestación en el trabajo, y no afrontar el estudio por disfrutar con
los amigos puede originar un fracaso académico, por ejemplo.
Pero no solo supone un enemigo de la eficiencia en términos objetivos por el aplazamiento de tareas
concretas, sino que podemos encontrarnos, incluso, aplazando decisiones de índole más
trascendente, y que conlleven consecuencias más complejas. Por ejemplo, retrasar una revisión
médica puede acarrear graves consecuencias.
Sin embargo, identificar la procrastinación en ocasiones puede resultar difícil, pues a menudo se
camufla entre un gran abanico de emociones. No obstante, es importante poder hacerlo, dado que es
una dinámica que frena nuestra vida y en algún aspecto la detiene, alejándonos de nuestros objetivos
y, en ocasiones, incluso de nuestros valores.
Ante todo lo expuesto, resulta necesario familiarizarse con este hábito con el fin de amortiguar su
impacto, aprendiendo pautas que permitan “desoír” esa voz interna que de forma traicionera y con
frecuencia nos susurra “déjalo para mañana”…
Pero en general, distintas motivaciones nos pueden llevar a todos, en un momento dado, a
procrastinar, entre las que destacan las mencionadas a continuación.
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No es cuestión de quitarle valor al esfuerzo y al buen hacer, sino de comprender que los resultados, a
veces, son ambiguos. No suele haber una solución única ni un consenso establecido de lo que es
“perfecto”, y en ocasiones nos “auto-exigimos” en exceso.
Rabia e impaciencia
Cuando alguien piensa que debería “poder con todo”, y se encuentra con sus limitaciones, puede
aparecer una sensación de impotencia, precipitando el enfado y la consecuente pérdida de tiempo
que conlleva. En este escenario, la persona se coloca en una espiral de frustración y enfado hacia sí
misma, lo que empeora aún más la situación, cayendo en la procrastinación.
En estas ocasiones se debe desinflar la percepción sobre las propias capacidades, ser consciente de
que las tareas asumidas son excesivas para nuestras recursos, aprendiendo al mismo tiempo a asumir
nuestros límites.
Hacer frente a esta situación pasa por aceptarse a uno mismo, con sus virtudes y defectos, y aprender
a priorizar siempre los objetivos personales frente a los de los demás, algo fundamental para el
desarrollo individual, y para evitar procrastinar.
Sentirse saturado
Bajo la creencia de que “todo se tiene que hacer con suma rapidez y de forma simultánea”, cuesta
mucho priorizar actividades. El resultado es una sensación de agobio, de saturación, que puede
generar una serie de emociones y sentimientos (angustia, desidia, pasar largos ratos entre
lamentos…) que finalmente conducen a la procrastinación. Además, en ocasiones se acaba dando
crédito a la idea de que resulta más fácil evitar una tarea que afrontarla, pensando incluso que las
cosas se arreglarán por sí solas si se espera lo suficiente.
Para afrontar esta situación se debe aprender a diferenciar lo importante y lo urgente, lo aplazable y
lo inaplazable, estableciendo prioridades y respetando los tiempos necesarios para cada tarea.
Impulsividad
En esta misma línea, en ocasiones las personas empiezan varias tareas a la vez sin planificar
adecuadamente la estructura que les conducirá a realizarlas. De nuevo, la urgencia por acabar todo, y
la consecuente frustración por no poder hacerlo, genera en la persona la sensación de que las
actividades de la vida diaria pueden ser difíciles de gestionar.
Para evitar llegar a este punto, es necesario organizar la secuencia de obligaciones que se requieren
para terminar la tarea, hacer una adecuada valoración de los tiempos que se necesitan, y evitar
empezar nuevas tareas sin haber acabado las previas.
Adaptado de García-Bouza, J. (13 de septiembre del 2022). Qué es procrastinar y cómo dejar de hacerlo.
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(https://www.psicologosmadridcapital.com/blog/que-es-procrastinar-y-como-dejar-de-hacerlo/)
¿Qué es procrastinar?
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Fuente 3
Procrastinación: dejar para mañana lo que puedo hacer hoy. Causas y consecuencias
Podríamos definir la procrastinación como posponer un deber, o quitar tiempo a una obligación para
destinarlo a otra. En definitiva, el arte de dejar para mañana lo que se debería haber resuelto hoy.
En un primer momento, lo que podemos sentir al posponer la actividad puede ser alivio, al reducirse la
ansiedad de tener que llevarla a cabo. Pero pasado un periodo de tiempo, incluso habiéndola vuelto a
posponer, la emoción que aparece es la culpa: “no tenía que haberlo dejado tanto“, “ahora me siento
mal“, etc. Y también las sensaciones de incapacidad y poca responsabilidad.
Existen una serie de pasos que pueden ayudarte a no seguir posponiendo ciertas tareas y por tanto a
evitar el desgaste de tu autoestima:
- En el caso de que la motivación no sea interna, es decir, que no creas que sea relevante o importante
realizarla, prométete un refuerzo positivo una vez que la hayas completado. Ejemplo: un descanso,
una actividad de ocio, etc.
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- Regla de los 5 minutos: empieza obligándote a realizarla durante al menos 5 minutos. De esta
manera es probable que rompa el hielo y se mantenga en su realización pasados los mismos.
- Comprométete con alguien en su realización. El compromiso empuja a la realización.
- Redefine la forma en que te planteas tus tareas. Reformula los enunciados: tengo que, debo, estoy
obligado a… son enunciados que provocan rechazo. Es mejor utilizar frases tipo: “hoy haré“, “estaría
bien que hoy haga“,…
- Visualízate realizando la tarea. El problema no es finalizar, sino iniciar la tarea.
- Divide en pequeñas etapas las tareas. Esta división, permite que te puedas ir premiando en la
consecución de las mismas, y la motivación para seguir se mantenga, o incluso aumente.
- Refuerza tu esfuerzo al iniciar la tarea. Tus pequeños avances, y no sólo la consecución del
objetivo final. Este objetivo a veces se pospone mucho a nivel temporal, y por tanto acaba
desmotivándonos.
- Enfoca tus emociones a largo plazo y no en cómo te sientes por no hacer algo. Pon tus
pensamientos en cómo te sentirás al terminar lo que haces.
¿Cómo te sientes cuándo te has liberado de las cosas que posponías y tenías pendientes?
En general, las emociones que se originan son opuestas a cuando las tareas se posponen. Es decir,
llegamos a sentirnos satisfechos con nosotros mismos, contentos con nuestra actuación, capaces, etc.
estas emociones inciden de manera positiva en nuestro autoconcepto ayudándonos a tener una
autoestima más sana.
Procrastinar no es una característica irreversible, es un hábito que hemos adquirido y del que
desconocemos sus consecuencias negativas en nuestra manera de vernos. A través del entrenamiento
seremos capaces de modificar dicha conducta y de gestionar nuestro tiempo de una manera más eficaz,
productiva y satisfactoria.
Adaptado de Arostegi, I. (20 de junio del 2017). Procrastinación: dejar para mañana lo que puedo hacer hoy.
Causas y consecuencias. (https://www.psicologobilbaoisabelarostegi.com/procrastinacion-causas-
consecuencias/)
Fuente 4
Procrastinación, "el problema más grave en la educación" (y cómo vencerlo)
¿Por qué nos la pasamos aplazando lo que debemos -y a veces hasta queremos- hacer?
¿Por qué la procrastinación es un problema tan común y uno que, según expertos, afecta
particularmente a los estudiantes y académicos?
No sólo común, sino muy serio, según el psicólogo Tim Pychlyl, de la Universidad de Carleton en
Canadá, quien es parte de un grupo de investigación sobre la procrastinación, que asegura que "en la
actualidad es el problema más grave en la educación".
El grupo de expertos ha estado enfocado en estudiar esta acción volitiva durante 20 años, con datos de
todo el mundo, para "tratar de entender por qué a veces nos convertimos en nuestro peor enemigo con
retrasos innecesarios y voluntarios" de nuestras tareas.
Mañana lo hago
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En una charla por Youtube que recientemente superó 170.000 visitas, en la que Pychlyl imparte
consejos a estudiantes sobre cómo dejar de procrastinar, señala que dejar algo para después afecta las
calificaciones, la salud mental y física y aumenta el índice de abandono escolar.
Los profesores sufren del mismo mal, como atestigua la cantidad de entradas en Twitter hablando de
la batalla entre calificar exámenes y ver series de televisión, y sobre lo que se conoce como la "culpa
del escritor": la sensación de que eres egoísta, idealista e irresponsable por ponerte a escribir cuando
podrías estar haciendo algo más rentable y práctico con tu tiempo.
¿Por qué dejamos las cosas para después incluso cuando sabemos que nos causará problemas?
Los profesores sufren del mismo mal, como atestigua la cantidad de entradas en Twitter hablando de
la batalla entre calificar exámenes y ver series de televisión, y sobre lo que se conoce como la "culpa
del escritor": la sensación de que eres egoísta, idealista e irresponsable por ponerte a escribir cuando
podrías estar haciendo algo más rentable y práctico con tu tiempo.
Y con más gente estudiando online, el problema es más grande que antes.
Ahora, con sólo un clic, puedes reemplazar el ensayo que estás escribiendo con un video de un gato
estornudando o el álbum de fotos de tu exnovia y su nueva pareja en vacaciones.
Para Pychyl, procrastinación es tomar la decisión de no hacer algo a pesar de que sabes que a largo
plazo será peor. Aclara que no es lo mismo que atrasar intencionalmente algo, y que no es un asunto
de manejo de tiempo, sino una incapacidad de controlar nuestras emociones e impulsos. "Cuando
procrastinamos, estamos tratando de mejorar nuestro estado de ánimo evitando hacer algo que nos
parece desagradable", señala. "Es parecido a emborracharse o comer para consolarse: es una estrategia
que nos hace sentir mejor al distraernos con un placer de corto plazo y olvidándonos del problema".
Pero hay esperanzas para los jóvenes -y los ya no tan jóvenes- que dejamos todo para mañana.
"Usando las técnicas de mindfulness o conciencia plena podemos reconocer que no tenemos ganas de
hacer algo sin juzgar ese sentimiento, y luego nos ayuda a acordarnos por qué es importante realizar la
tarea y comprometerse a empezarla", explica el psicólogo.
El amigo de los procrastinadores: las redes sociales y sus infinitas distracciones. "Después, cuando
hemos progresado en la tarea, nos sentimos mejor y eso hace que sea más fácil continuar".
Por ejemplo, sir Anthony Seldon, vicerector de la Universidad de Buckingham, Inglaterra, introdujo
sesiones de mindfulness para profesores y estudiantes para combatir la procrastinación.
Una de las razones por las que aplazamos lo que debemos hacer es que las metas que nos proponemos
a menudo son muy grandes y vagas, lo que las hace intimidantes y desagradables.
Así, en vez de proponerte "ponerme en forma" o "escribir una novela" prométete "ponerme el atuendo
de trotar" o "decidir el nombre del personaje principal".
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En la Universidad de Warwick, Paul Roberts conduce talleres de mapeo mental para estudiantes y la
técnica les enseña a dividir tareas difíciles en los pasos necesarios para completar sus proyectos.
Roberts dice que les ayuda a superar la inercia y por ello dejan de procrastinar.
La investigación de Pychyl muestra que los estudiantes que se perdonan por procrastinar tienden a no
volverlo a hacer en su próxima tarea. Cuanta más culpa y rabia sientas por privar al mundo de tu
fabulosa novela este año, menos posibilidad tienes de escribirla en 2018.
Pychyl dice que él logró finalmente obedecer las órdenes de su dentista de limpiarse los dientes con
seda dental al combinarla con el hábito de cepillarse los dientes. Se comprometió a poner la seda
dental en frente cada vez que se cepillaba los dientes y en poco tiempo empezó a usarla sin siquiera
pensarlo.
Cuando le mostraron a un grupo de personas sus retratos digitalmente envejecidos, y les pidieron que
asignaran dinero para cuando se retiraran, muchos tendieron a dar sumas más altas que antes de que
les mostraran las imágenes, pues sentían un lazo más fuerte con sus "yo futuros".
Poner un retrato tuyo digitalmente envejecido en tu escritorio quizás no sea muy conveniente, pero si
tienes que entregar un trabajo a las 9 a.m., imaginarte a ti mismo a las 2 a.m. tratando
desesperadamente de terminarlo, podría impulsarte a empezar más temprano.
Pychyl dice que la procrastinación a menudo refleja un problema existencial más profundo de falta de
identidad o dirección en la vida. Procrastinamos cuando la tarea nos parece aburridora o menos
significativa, así que no olvides la razón por la que estás haciendo algo y cómo encaja con tus
ambiciones.
Es tan sencillo como recordar que escribir un buen ensayo ayudará para conseguir un diploma, que es
indispensable para realizar tu sueño de ser doctor. Pensando de esa manera, el beneficio a largo plazo
de hacer el trabajo puede reducir el placer a corto plazo de distraerse.
Adaptado de Pickles, M. (14 de enero del 2017). Procrastinación, "el problema más grave en la
educación" (y cómo vencerlo). https://www.bbc.com/mundo/noticias-38597625
Fuente 5
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Desde hace unos años alguien popularizó el término procrastinar para dar nombre a eso de dejar para
después lo que puedes hacer ahora y se ha convertido en uno de los más escuchados en los temas de
productividad y coaching —fue una de las palabras más buscadas en la RAE en 2016—. Es la muerte
de los freelance, una de las principales luchas cuando no tienes jefe ni nadie a quien rendir cuentas
pero sí plazos que cumplir.
Algunos aseguran que aplazar las tareas puede ayudar a la creatividad. Pero los expertos explican que
sentir que tienes que hacer algo y ser incapaz de ponerte a ello es una fuente importante de ansiedad en
el trabajo. Aunque aún no se ha identificado como un problema grave, detrás de alguien que
procrastina se encuentra el miedo al fracaso, a hacerte responsable de las consecuencias de tus
decisiones y hasta problemas de salud como insomnio, gástricos y todos los derivados del estrés.
Recopilamos ocho tips para dejar de procrastinar y acabar con uno de los principales enemigos de tu
productividad.
Es muy simple: si puedes hacer la próxima tarea en dos minutos o menos —quien dice dos, dice tres,
cinco o diez—, hazla ya, aunque no sea urgente o prioritaria. Quítatela de encima. Esta regla aparece
en el libro Getting things done del gurú David Allen y forma parte de uno de los métodos de gestión
de actividades más populares. Te ayuda a tachar tareas de tu lista y a empezar por hacer las cosas
sencillas y coger ritmo. Recuerda: si hacer la tarea te lleva menos tiempo que planificarla, hazla; si no,
aplázala.
Haz mindfulness
Para ayudarte con el punto anterior, dale al mindfulness. Practicar esta técnica que te ayuda a
concentrarte en el momento presente ayudará a que tu mente se centre en una sola tarea, evitando el
multitasking (estar haciendo muchas cosas a la vez).
Los expertos señalan que la sensación de control es fundamental para no sentirse abrumado y
desbordado. "Es habitual que los procrastinadores tengan la sensación de no saber por dónde
empezar", explica Diana Navarro, psicóloga laboral. "Por eso es muy importante dividir las tareas
grandes e inabarcables en pequeñas y asequibles". Navarro asegura que lo más útil es empezar a hacer
algo, lo que sea que esté relacionado con nuestro objetivo, y es mucho más fácil si las tareas parecen
manejables.
Los procrastinadores se caracterizan por disfrutar del placer de la recompensa inmediata, lo que les
lleva a posponer las responsabilidades hasta el último momento. Dicen que les gusta trabajar bajo
presión —deja de mentirte a ti mismo— y que rinden más cuando se acerca el plazo final. Por eso es
buena idea autoimponerse fechas límite y convencerse de que son improrrogables. Si no tienes una
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fecha definida, todo se diluye y se vuelve abstracto en nuestra mente y corres el riesgo de "dejarlo para
más tarde" por siempre jamás.
Insistir en mejorar algo puede llevarte a estancarte. Es más recomendable que dejes varias tareas al
80% que centrarte en terminar una al 100%. Tu percepción es muy distinta cuando sientes que tienes
tres tareas bien hechas que cuando sientes que tienes una perfecta y dos sin empezar. En ese caso,
aumenta tu nivel de estrés y tienes la sensación de estar más al límite. La también psicóloga laboral
Elisa Sánchez advierte de no sucumbir a la Ley de Parkinson, que dice que "todo el trabajo se dilata
indefinidamente hasta completar todo el tiempo disponible para su completa realización". Es decir, no
ocupes una tarde entera en hacer una tarea que podrías hacer en dos horas si solo tuvieras dos horas.
Deja de comprarte agendas —¿cuántas tienes que no pasaron de febrero?—. No porque tengas más
herramientas para organizarte rindes más: solo estarás ordenando mejor todas las tareas que estás
dejando para después. Gestiona tu energía para aprovechar tu tiempo de forma realista. Es decir,
localiza los momentos del día en que rindes más y te sientes despierto e inquieto, empieza por las
tareas más difíciles: Sánchez recomienda programar las tareas que requieren más concentración en tus
horas más productivas e ir revisando si cumples con los plazos para cada pequeña labor.
Y ponte a trabajar.
¡¿Por qué?!
Aunque intentemos engañarnos a nosotros mismos con la idea de que trabajamos mejor bajo presión,
lo cierto es que hay otros muchos motivos mentales y emocionales que nos impiden ponernos a hacer
las tareas con tiempo. La psicóloga laboral Elisa Sánchez destaca puntos como que la tarea no está
alineada con los objetivos —no sabes muy bien por qué tienes que hacerla— o no percibimos la
ventaja de realizarla y por esto nuestra motivación disminuye.
Querer hacer varias cosas a la vez tampoco nos ayuda a concentrarnos y los bloqueos emocionales,
como el miedo al fracaso, un perfeccionismo excesivo o baja autoconfianza son otras causas "muy
frecuentes, pero no siempre conscientes", explica Sánchez. Si a esto le unimos mecanismos mentales
como el efecto Zeigarnik —la tendencia a recordar tareas inacabadas o interrumpidas con mayor
facilidad que las que han sido completadas—, no habrá fuerza en este mundo que nos haga ponernos a
trabajar.
Pero uno de los lastres que más pueden perjudicar, sobre todo en situaciones urgentes o importantes,
son los aprendizajes pasados. Según Sánchez, es mucho más fácil seguir posponiendo tareas si este
mecanismo nos ha sido útil en ocasiones anteriores. Por ejemplo, si no has terminado tus tareas a
tiempo y finalmente no se necesitaban o las ha hecho otra persona. "En esos casos intuimos o sabemos
que no es tan importante hacerlo. Hay que tener cuidado con esta valoración porque es muy fácil que
nos equivoquemos", concluye Sánchez.
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