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La formoseñeidad

En los últimos años, sumada a esta historia provincial formoseña sustentada en


el supuesto carácter popular de la provincialización que describimos previamente,
aparece un nuevo concepto de tinte culturalista, surgido hace muy poco bajo el nombre
de “formoseñeidad”. Este vocablo alude al intento de fijar una identidad de los
formoseños surgida del pasado y que daría unidad a la población actual en su conjunto.
Se presenta una idea cerrada y esencializada del proceso identitario:

“ Los formoseños tenemos un patrimonio espiritual que precisamos preservar.


Arranca desde el origen, con nuestros hermanos aborígenes, se enriquece con el
aporte de las vivencias criollas propias y la influencia fecunda de los
inmigrantes. Comprende la tradición, los hábitos sociales, las ciencias, las letras
y las artes, los modos de vida, la moral religiosa, los principios de paz y de
convivencia que siempre hemos practicado a lo largo de la historia. Todos estos
elementos configuran nuestra personalidad provinciana (lo que somos) sin ellos,
sin su preservación y constante desenvolvimiento en evolución nuestra provincia
no sería tal.”1

En el presente de Formosa, con un gobierno de signo peronista desde 1983, con


19 años de permanencia ininterrumpida, se hace necesario construir una historia que
sirva de apoyo al poder actual, más aun en estos tiempos de reclamos sociales
generalizados. En las expresiones oficiales se insiste sobre la comunión del gobierno
con el pueblo, recurriendo a la memoria colectiva ligada históricamente a ese viejo
peronismo que posibilitó la provincialización en 1955. Una historia creada a los efectos
de conformar una imagen del pueblo que desde su esforzado origen habría bregado por
la provincia y continúa avanzando en los tiempos actuales con tranquilidad y sin
violencia representado por su gobierno quien, con denodado esfuerzo, habría tratado de
mantener la cohesión popular y de evitar los elementos extraños que la pudiesen
perturbar contribuyendo a la “formoseñeidad” declamada en los últimos años por los
círculos culturales allegados a la clase dirigente.

“En la medida que logremos afianzar la construcción de la identidad


provinciana, en un espacio integrado material y espiritualmente,
adquiriremos dimensión nacional y universal. La inserción en la región, el
continente y el mundo, pasará por el ejercicio de la soberanía de los que
somos.”2 (El subrayado es nuestro).

1
DOMINGUEZ, Sergio D. Formoseñeidad, sinónimo de convergencia. Ensayo introductorio del ser
formoseño. Editorial de Hermano a Hermano. Formosa. 2002. Página 31
2
DOMINGUEZ, Sergio D. Ob. Cit. PAG 42
Además de esta pretendida definición de “identidad formoseña” se refuerza en
los textos, a través del rescate e incorporación de expresiones o discursos del
Gobernador actual de la Provincia, su interés por esta cohesión popular y el compromiso
con el ser formoseño, en dichos como:
“Hace un par de años, el Dr. Gildo Insfrán, exponía en un discurso para mí
premonitorio, reseñándose la situación política y económica del país, en los
conceptos “hay que ser y pertenecer para resistir lo que se avecina”, y más
adelante, advertía “al ser y pertenecer, debemos agregarle el hacer”. Es decir,
el Gobernador proponía, afirmar el ser, - sentir lo propio- y con sentido de
pertenencia hacer. El compromiso con nuestra Formosa.
Desde ese instante asumí, sistemáticamente mi parte de responsabilidad como
componente del pueblo y trabajador de la cultura buceando nuestras raíces,
ansiando dar impulso concreto al concepto de cultura como acción y decisión,
por entender al pueblo formoseño como una comunidad de destino, fundada
en una memoria común que se proyecta al futuro, apoyado por los valores de
justicia, dignidad, solidaridad y trascendencia”.3 (el subrayado es nuestro)

Se le da una direccionalidad única a la composición cultural formoseña como un


proyecto terminado diciendo desde las esferas oficiales “esto somos los formoseños” sin
que queden claros quiénes y cómo los supuestos “formoseños” han contribuido o
participado de la elaboración de esa identidad que se declara. Se apela a una identidad
cristalizada, producto de un sustrato histórico inalterable, y no como un campo de lucha
en que los actores sociales diversos pugnan por resolver sus pertenencias. Para nuestro
criterio, a través del campo cultural, se trata de inducir a la población a cierta identidad
presumiblemente saldada, por esto que se llama formoseñeidad, que de última denota
características políticas al indicar, de alguna forma, el comportamiento a seguir de los
formoseños, alentando sus “verdaderas” particularidades de pueblo “calmo” y
“tranquilo” para conservar “la paz social”. En términos del discurso oficial:

“Constituimos una comunidad que cultiva la coexistencia en paz, dándole un


sentido pacífico a la vida y a las relaciones entre los hombres. No aceptamos el
aislamiento individualista ni la disociación del orden social por la lucha de
intereses espúreos, por tal razón, bregamos por la unión, la unidad y la
organización de la comunidad y sus instituciones. No somos egoístas. El
formoseño se caracteriza por la solidaridad que demuestra cotidianamente y
el sentido intenso que le otorga a la amistad y a la lealtad” (...) 4(El subrayado es
nuestro).

Solapadamente en estas expresiones que aluden a la formoseñeidad, se recurre


nuevamente a un principio de sentido común: el supuesto carácter intrínseco de los

3
DOMINGUEZ, Sergio D. Ob. Cit. PÁGINA 29.
4
DOMINGUEZ, sergio D. Ob. Cit. página
formoseños en la mansedumbre y la pasividad. Agregándose ahora valores positivos
como la “lealtad” y la “amistad”5
Creemos que si es posible hablar de formoseñeidad como algún tipo de identidad
local esta no podría entenderse más que como una negociación constante, y
contradictoria (a menudo conflictiva entre muchas otras identidades) y no un conjunto
de esencias prístinas hallables más allá de las declamaciones:

“En los que nos precedieron. En nuestros antepasados, se cimenta lo que


somos. Un pasado que nos enaltece, he aquí el eslabón social sobre el que se
asienta la idea de comunidad. Tener glorias comunes en el pasado, una
voluntad común en el presente, haber hecho cosas juntos, querer aún
hacerlas, he aquí las condiciones esenciales para ser un pueblo. De este flujo y
reflujo de fuerzas espirituales, de la inquietud profunda y la compleja
originalidad de nuestro pueblo, surge vigorosa esta raza de formoseños.
Ella todos los días, renueva su consentimiento de seguir existiendo, viviendo y
actuando en común unión. He aquí la esencia de la formoseñeidad, lo que da
sentido al ser formoseño: su espiritualidad”.6(el subrayado es nuestro).

Por cuanto esta postura, nos parece que detenta un panorama parcializado con
pretensión de absolutizar la realidad y que una vez más, desde el discurso, se crean
significados difícilmente probables como también se hace desde el contexto histórico:
se agregan más hechos de los que sucedieron y se inventan más características en una
tradición mitológico-política que tiene así continuidad y se refuerza así misma,
contando para ello con la colaboración de ciertos intelectuales cercanos a la dirigencia o
formando parte de ella.
Para completar esta aseveración sobre el relato de la historia, ya sea a nivel
nacional o provincial, citamos las palabras del historiador misionero Héctor Jaquet
expuestas en su libro “En otra Historia”, página 155, donde expresa:

“De todas las disciplinas científicas, la historia fue la que mayores servicios
otorgó al Estado, al punto de convertirse en el principal instrumento para
fundamentar la existencia de una Nación Argentina que venía de tiempos
remotos. Si bien el Estado era de constitución reciente, sus fundamentos
debían ocultar ese carácter en un relato didáctico sobre antiguas
contingencias. Con un fuerte compromiso político, los historiadores
5
No se descarta una subyacente intencionalidad política en esta apreciación: presentar entre las
particularidades formoseñas su tendencia “natural” al movimiento político peronista. Esto se apoya en
una innegable conexión con el peronismo provincialista de los años 50 que tantos beneficios habría
otorgado a Formosa y a su población. Recordemos que el 90% de la población de esta provincia vive del
sector servicios y de la administración pública, espacios laborales que son sensibles a la presión y control
del partido gobernante. Los grupos políticos tradicionales como la UCR y el Partido Socialista no
llegaron a constituirse en una alternativa. La dirigencia política en general y el radicalismo en particular
se hallan actualmente en una profunda crisis de representatividad.
6
DOMINGUEZ, Sergio D. Ob. Cit. PAG 41.
construyeron, sin demasiado rigor científico en el relato y en la selección de
los sucesos del pasado, una historia nacional que servía a los fines del
gobierno y a la justificación presente en el poder de la propia clase dirigente.
De hecho, la mayor parte de los primeros historiadores eran, sugestivamente,
funcionarios del Estado o presidentes del país (...)7(el subrayado es nuestro).

Realidad que también podemos apreciar en el relato de las historias


provinciales sobre todo las de reciente creación como Formosa, donde una vez
establecida la provincia, se construyó un pasado más pródigo de lo que realmente
fue, como una forma de crear un sustrato patrimonial para expresar luego “ hoy, esto
somos los formoseños”. En otro apartado, el mismo autor antes citado, dice:

“Muchos historiadores han demostrado que el pasado legitima. Cuando el


presente tiene poco que celebrar, el pasado proporciona un trasfondo más
glorioso para los actos humanos y la identidad de los ciudadanos. La historia
y los próceres nacionales cumplieron ese papel.8(el subrayado es nuestro).

El relato de la historia, y su aporte a la conformación de la identidad, no


debería significar de ninguna manera que estamos ante la presencia de una cuestión
saldada, como un mandato telúrico de lo profundo de la historia. Denys Cuche, en su
obra “La noción de Cultura en las Ciencias Sociales” aporta para considerar a la
identidad como una estrategia que posiciona a las personas en un campo de lucha en
el que agentes sociales y políticos pugnan por imponer una visión a veces
ficcionalizada, a menudo distorsionada, sobre el mundo y la historia. Este autor dice:

“La identidad es una construcción que se elabora en una relación que opone
un grupo a los otros con los cuales entra en contacto (...) De esta manera, para
definir la identidad de un grupo, lo que importa no es hacer el inventario del
conjunto de los rasgos culturales distintivos, sino encontrar entre estos rasgos
los que son empleados por los miembros del grupo para afirmar y mantener
una distinción cultural. Dicho de otro modo la diferencia identitaria no es la
consecuencia directa de la diferencia cultural (...) Esto lleva a considerar la
identidad como algo que se construye y se reconstruye constantemente en los
intercambios sociales. Esta concepción dinámica de la identidad se opone a la
que la considera un atributo original y permanente, que no puede
evolucionar”.9

En la presumible “formoseñeidad” se plantea un esencialismo cultural y un pasado


inmediato más participativo, más comprometido y más colectivo de lo que realmente
fue. En otro párrafo de su libro Denys Cuche dice:
7
JAQUET, Héctor Eduardo. En otra historia. Editorial Universitaria de Misiones. Misiones 2001. Pagina
155
8
JAQUET, Héctor Eduardo Ob. Cit. página 155.
9
CUCHE, Denys. La noción de cultura en las Ciencias Sociales. Ediciones Nueva Visión. Buenos
Aires.1999. Página 111-112.
“Dado que la identidad es el resultado de una construcción social, participa de
la complejidad de los social. Querer reducir cada identidad a una definición
simple, “pura”, es no tener en cuenta la heterogeneidad de todo grupo social”.
“Ningún grupo, ningún individuo està encerrado a priori en una identidad
unidimensional. Lo característico de la identidad es, más bien, su carácter
fluctuante que se presta a diversas interpretaciones o manipulaciones. Por
este hecho, precisamente, es difícil definir la identidad.” 10 (el subrayado es
nuestro).

Aceptando esta premisa sobre la dificultad para definir la identidad podemos


expresar que “la formoseñeidad” así presentada, es otro intento de preservación del
pasado y control del presente, tendiente a crear “un modelo del ser formoseño” útil a
los requerimientos públicos de estos últimos tiempos. En un país de crisis
generalizada, con transformaciones profundas de todo tipo y con la necesidad de
definiciones urgentes para el futuro, las poblaciones provincianas deben sobrevivir a
sus efectos. Los ocupantes locales del poder como medio para conservarlo y “evitar
contaminaciones exteriores”, apuntan a la creación de un arquetipo de formoseño con
un bagaje cultural prefijado que se opone a lo que pueda venir de afuera. El
formoseño que se precie de tal, según lo que dictamina la formoseñeidad, “debe”
conocer “su historia” e internalizar “su cultura” aquella que difunde el Estado y los
autores ligados al poder. Aquel que no responda a los cánones impuestos de
“formoseñeidad” no estará incluido dentro de esta “identidad” y correrá el peligro de
ser excluido por carecer de los elementos culturales fijos que supuestamente
aludirían al ser formoseño por excelencia.

10
CUCHE, Denys. Ob. Cit. Página 117-118.

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