Está en la página 1de 3

LAS ETAPAS SARTREANAS Y LA CLÍNICA DE LA PSICOTERAPIA GRUPAL.

Momentos evolutivos de los grupos o formas de mediación:


Para Sartre, el grupo pasa de la fusión al juramento, de allí a la organización, de ésta a la fraternidad-terror, y de ésta a
la institucionalización.
Lo único que siempre es riguroso es el concepto Sartreano de implicación significativa, y el orden de esta implicación.
Es decir, que el origen de una etapa trae en sí a la siguiente: el juramento posee una implicación significativa que
llevará a la organización. No es una sucesión sólo de etapas, sino que se crea un contexto de significaciones asumidas.

Fusión.                     
Juramento.              
Organización.                 
Fraternidad-terror.                      
Institucionalización

Fusión y nacimiento del grupo:

La fusión es una primera forma y momento de mediación en la que aparece la relación, el ser con los otros y desde allí
el ser para sí. Se da de un momento para otro, significa el surgimiento del nosotros.
El punto de fusión es la clave para que el grupo funcione como tal.
La serialidad está en el origen de todo grupo, y éste se constituye, en un primer momento, contra la serialidad. Al
constituirse el grupo, existe una fusión de las distintas serialidades de cada uno de sus integrantes.
En el interior mismo del grupo existe desde entonces una tensión permanente entre una práctica totalizante (cuando el
grupo “se trabaja”) y el riesgo constante de una destotalización o dispersión por la inercia y el retorno a la serialidad.
Esto constituye el motor de la dialéctica del grupo.

El primer esfuerzo que se propone un grupo es disolver en ellos la serialidad.


En la primera sesión de un grupo, los integrantes son series, entes individuales, que más que dialogar suelen
monologar (según Pichón es el monólogo inicial).

La dialéctica sartreana acerca de los grupos se refiere a un perpetuo movimiento con un intento nunca acabado de
totalización.

La fusión puede surgir en diversos momentos de la espiral evolutiva de un grupo, pero, en su marco evolutivo denota
ser exacto como punto de partida para describir un movimiento.
El momento de la fusión aparece en un grupo como la toma de conciencia de una tarea común, donde cada uno
depende de los otros.

Sartre dice que ese momento del grupo en fusión, “en que cada uno es él mismo”, representa la libre constitución de la
praxis individual en praxis común.

Indicios que permiten detectar el punto de fusión:

a) El uso del “nosotros” en su real valor.


b) Cuando la vivencia contratransferencial del campo es de totalidad grupo-terapeuta, donde nadie queda afuera.
c) Cuando uno de los integrantes puede expresar una fantasía, un deseo o una actitud común del grupo, o sea,
cuando se plantea el nosotros.
d) La aparición de sueños que representan al grupo con sus fantasías, deseos.
e) Cuando un grupo puede tener una conducta común, por ejemplo, se reúne en la puerta del consultorio para
entrar todos juntos.

Los momentos de un grupo que señala Sartre NO aparecen como algo fijo. Están en perpetuo movimiento.

El juramento o la juramentación es la segunda forma de mediación. Exige pertenencia al grupo de una manera más
intensa. Para responder a la negatividad, a la amenaza de la vuelta a la serialidad, el grupo se juramenta. Brinda una
mayor posibilidad para la integración y continuidad del grupo frente a las amenazas de desintegración y vuelta a la
serialidad. Se juramenta la pertenencia, el nosotros.
Sartre define el juramento como la reciprocidad mediada. Es el paso de una forma con peligro de disolución, a otra
forma del grupo, reflexiva, pero permanente.
Cada juramento está condicionado por el de todos y es el reconocimiento en cada uno de su compromiso y de su
libertad comprometida, y que produce una afirmación de la pertenencia al grupo.

En el grupo juramentado, cada integrante lleva un grupo interno más organizado en su interior.
Sartre coincide con Pichón cuando señala, aunque en el distinto nivel del grupo operativo, que la meta es que cada uno
lleve dentro la imagen del grupo funcionante.
Con respecto al grupo juramentado, se trata de un compromiso tácito de aceptar las reglas del grupo y funcionar como
un grupo de participantes juramentados. Lo que se jura es un vínculo. El origen del juramento es el temor permanente
a la dispersión inicial.

La noción de juramento no hace más que designar lo que permite este pasaje de la ansiedad inicial a la búsqueda del
acuerdo. Es necesario decidirse a hacer un grupo. A veces, el indicio que permite detectar esta etapa es la necesidad de
unanimidad total sobre un problema particular.
Por ejemplo:

- Una decisión común que aparece por necesidad funciona como juramento.
- La búsqueda de una decisión común que funciona como juramento, y que permite comprender en qué consiste
dicho juramento.
- Un juramento típico es comprometerse a no hablar fuera del grupo de los temas que surgen en el mismo.

La organización es la tercera forma de mediación. Surge el proyecto, algo a hacer en común, y entonces la
distribución del trabajo, las responsabilidades. El grupo se da una organización para llevar adelante su proyecto.
Al referirse al grupo organizado, Sartre afirma que éste accede a plantear el problema de la organización y el
reencuentro de la organización de su poder interno. Antes de ponerse a trabajar, trata de organizar su poder interno.
Toma conciencia reflexiva de su unidad práctica, con una perspectiva del objetivo conscientemente perseguido. El
grupo se trabaja. Aquí comienza forzosamente el problema del autoritarismo del grupo.

En el origen del grupo en fusión, todavía cada uno es soberano, a diferencia de lo que ocurre en el grupo organizado,
donde la repartición de tareas y el poder ponen en peligro la soberanía de todos . Si comparamos este concepto
con los referidos al grupo operativo, advertimos que Pichón considera a esta etapa como la de repartición de tareas con
roles funcionales. Sartre llama a esto libres funciones forjadas.

Hay una coincidencia notable en las conclusiones sobre organización de los grupos en Sartre y en Pichón. La
diferencia es que Sartre toma la evolución de los grupos en la Historia, y Pichón considera los pequeños grupos
operativos. Lo mismo ocurre con el desarrollo dialéctico en espiral.
El grupo tiene necesidad de organización y cierto rol se llena, por ejemplo, nombrando a un presidente. Pero a la vez
que esto controla la ansiedad y el miedo a lo nuevo, a los miembros les repugna perder la soberanía dándose un jefe.
Esta organización supone ataduras, compromisos, restos del juramento.
En síntesis, el juramento sería una toma de decisión. Luego, el grupo se organiza, haciendo la praxis de la
organización.

La fraternidad- terror es la cuarta forma de mediación que surge como modo de luchar contra las formas de traición,
para controlar las desviaciones posibles. Es una forma de seguridad y justificación de toda violencia represiva.
Las expresiones de fraternidad – terror comienzan a dibujarse en un grupo al entrar en la fase de organización.
Encuentran su primer origen en el juramento, donde comienza a surgir el terror que hará aparición.

La fraternidad – terror procura el control de las posibilidades de fuga, de desviaciones y de no participación. Y toma
ahora formas más duras que en las etapas precedentes. Se busca un continente que hay que conservar de todas maneras
para la no dispersión y serialidad. Es más poderoso el terror que el juramento.

Se forma una nueva estructura grupal y una organización interna del poder: es lo que puede llamarse la “presión” del
grupo. En el grupo juramentado, la presión no es tanta, es solo un vínculo jurado que en la etapa de organización ha
adquirido la violencia de un grupo que se ha organizado y se ha constituido.

Sartre destaca que el terror es el primer estatuto común. En tanto las circunstancias no han conmovido su unidad, es
terror que une y no terror que separa.
Puede ser tan intenso el miedo a la dispersión, a la soledad, a la vuelta a la serialidad, que se suele buscar en algunos
exponentes grupales la fraternidad absoluta por medio del terror.
La institución es la última forma de mediación. Aquí se da una separación de los miembros en el espacio: diversidad
de tareas, y eso impone la escisión y la especialización  (ya estaba esbozado en el momento de organización, pero
ahora se consolida).

En este momento en que se consolidan los subgrupos, surge la posibilidad de una dispersión, porque se da el poder a
algunos que se encargan de funciones surgiendo así la estratificación del grupo por la especialización.

Esto significa que ya es difícil reconocerse en el otro como siendo exactamente él mismo. Es decir, aparece la
alteridad. Ya NO existe una fusión, y se lucha contra esta alteridad inicial que justamente llevó a la formación del
grupo.

La institución marca los órganos, funciones y poder de un grupo institucionalizado. Aparece la soberanía y el
soberano como nuevo tipo de unidad institucionalizada, el poder ejercido por uno solo que representa al tercero como
único individuo institucional y genera una vuelta a la enajenación y a la dualidad. Donde domina la burocracia mata
las fuerzas del grupo, las cosifica.

La institucionalización implica la vuelta a la serialidad, la muerte del grupo en su movimiento, los otros quedan
reemplazados por uno, el soberano y así se vuelve a la dualidad.

Al grupo institucionalizado se lo comprende en 3 formas:

1) Como objeto: visto desde afuera por los no agrupados.


2) En cuanto sujeto: visto desde afuera por los no agrupados, a los que los miembros del grupo explican qué es
el grupo y cuáles son sus fines.
3) En cuanto sujeto: visto desde dentro, por cada uno de los miembros del grupo para los que el grupo es
significación y razón de ser de su función individual y de su objetivación posible como acción común.

Al referirse a la institucionalización, Sartre afirma que los modelos institucionales que se forman en un grupo se deben
relacionar estrechamente no sólo con la psicología dinámica, sino con el medio social y los modelos de las estructuras
sociales en que se vive. También hay que incluir el esquema cultural en forma dialéctica, para comprender los
procesos grupales.

Cuando el grupo se organiza, se puede buscar un jefe, padre o presidente como un intento de organizarse. Pero si esa
estructura sigue funcionando ininterrumpidamente, ya es una institución.
Se puede mantener una pauta de conducta en un grupo, pero en la medida en que cambia por otros y se moviliza, no es
institución.
La organización es un momento de estructura con roles fijos. La institución es más rígida e inmóvil.

El concepto de mediación:

La mediación es una praxis, una tarea en común en movimiento, es el proceso de integración del yo al tu por
intermedio del grupo.
Para Sartre, en el grupo la relación es ternaria (entre el grupo y el individuo hay siempre un tercero, entre dos
integrantes del grupo también hay un tercero). No es binaria (yo-tu). Existe una praxis dialéctica donde el tercero no
está excluido sino incluido. El tercero mediador en un momento es el grupo en totalidad.

Para la teoría Sartreana, existen dos momentos de la mediación:

1°. En el cual el grupo es el tercero.


2°. Durante el cual cada integrante funciona como tercero en el grupo.

En el primer momento de la mediación, cada uno de los integrantes del grupo puede funcionar como los terceros
mediadores e instaurar una praxis. El segundo momento de la mediación es aquel en que cada uno de los integrantes
del grupo puede funcionar como el tercero entre yo y los otros. Para su propia integración, cada integrante requiere de
otro como mediador. Cada tercero funciona como regulador de la integración grupal.

Si comparamos las ideas de Sartre con las de Pichón sobre grupos operativos, veremos que lo que el primero
denomina “tercero regulador” es equivalente a lo que Pichón llama “líder funcional”.

También podría gustarte