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Referencia: CAMALLONGA Sonia (2014).

"La ciudad como


producción social y colectiva", en VV.AA. Territorios
habitables. Barcelona: UOC, pp. 25-33.
parques, plazas, etc., en donde desarrollamos nues_.as
vidas. Am1que dichas construcciones se piensen para un
uso y según una ordenación territorial concreta -este
luga.r sirve para vivir, este para circular, este para sentar­
se:.- sabemos que lo que sucede allí es bien distinto. Una
CAPÍTULO 2! LA CIUDAD COMO casa puede servir para vivir, extraer beneficio económico,
PRODUCCIÓN SOCIAL Y COLECTIVA foto�rafiar, visitar, esconderse, hacer un grafiti e infini­
dad de cosas rnás que las planteadas por el planificador,
el político o el constructor.
Esta compleFdad de lo urbano a menudo es interpre­
tada por los urbanistas como caos, inseguridad o disfun­
La educación social nace en conexión int.ma con la cinnalidad sobre los que debe intervenir para incorporar
dudad. En un espacio urbano que aboga por el anonima­ orden. E11 ese proceso se tie11de a congelar, jerarquizar,
to del individuo, las personalidades disruptivas producen simplificar y escoger las necesidades a las que debe darse
gran inquietud. A tal efecto es convocada: para atender al respuesta: trabajar, circular, dormir, comprar... (Lefebvre,
yonr¡ui� al inmigrnnte, al sin techo, al pandillero o a cual­ 1968/1987; Jacobs, 1961/2011). Ahí se evidencia la no
quier o•o considerado peligroso o indeseable; ese oiro neutralidad del urbanismo: <(Al conformar el espacio urba-
que hahita las esquinas y los má1&renes; que pasa «dema­ no se dan prioridades, reflejan poderes y visibilizan dere­
siado» tiempo en la calle;que es «demasiado» espontáneo; chos» (Muixí, 2009). Se toman decisiones que son al� más
que incomoda e int.mida aJ resto {Arias y Morales, 2015). que respuestas objetivas científico-técnicas a determinados
En la tarea, la educación social se encuenira con problemas, puesto que ponen en juego unos valores y refe­
01ros saheres. En el certamen del CASC de Villena estos rencias culturales determinados (Harvey, 1973/1992). Tras
fueron sohre todo los d e la arquitectura y el urbanismo. la ordenación fomlal que propone el m:banismo hay prin­
Dicho encuentro interdhciplinar tuvo y tiene particula­ cipios ideológicos, que suelen ocultarse tras la <�eutral»
i
ridades que demandan reflexiones previas en tomo a la cientificidad, cuyo objetvo es pautar el comportamiento
p�rtidpación de la educación social en los procesos de humano en la ciudad para promover unos modelos socia­
confi guración del espacio urhano. les concretos (Sennett, 1'78/2011).
Este tipo de ordenaciones, incluso motivadas por
Entre la dudad y lo urbano promover justicia social, puede11 acabar ponié11dole ra­
bas a la misma en tanto que limitan y dificultan la partici­
El t�rmino ((urhanhmo>� procede de la palahra latina pación de la ciudadanía e n la definición del espacio urba­
urhs, dudad. En la urhs encontramos calles, edificios, no (Benjamin, 2011). Al final, solo aquellos con poder

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suficiente para urbanizar son autorizados a hacerlo. Por configuración del espacio urbano incorpora, entre olías
01ro lado, los importantes intereses económicos c.1ue se cosas, la división social del mismo, que depender.\ de la
mueven tras estas intervenciones tienden a desdibujar la interacción entre las estructuras sociales y la materialidad
consecución de esos objetivos sociales. de la ciudad (Bourdieu, 19996). Por ello, para entender
Precisamente la. crítica·' hacia el urbanismo hege­ el desarrollo del e�pacio urbano actual y refle1-ionar en
mónico se cenlra en que este obvia y mengua la acción torno a nues1ra aportación en dicho proceso, es impor­
urbanizadora c.1ue las personas desarrollan en su actividad tante conocer cómo se relacionan las formas de urbanizar
cotidiana. Dicha acción se establece mediante una intensa con las pautas sociales domina11tes.
relación dialéctica con aquello material y simbólico que
resulta tanto de estos planes urbanísticos, como de otros Gentrificación y expulsión de las centralidades
agentes. La crítica se sostiene cuestionando, primero, que
el objetivo de organizar lo social y lo urbano sea posible; En nuestro contexto, el capitalismo ha ido trans­
segundo, c.1ue la producción de la ciudad deba ser decidi­ formando progresivamente el planeamiento e11 una de
da y planificada por unos expertos concretos; y tercero ) las actividades principales de su proyecto expa11Sívo
que los objetivos sean legítimos, es decir, que los princi­ (Harvey, 2012). La explotación de la ciudad con fines
pios ideoló,P;icos c.1ue gu ían los planes sean socialmente especulativo� requiere concebirla como un espacio abs­
justos (Lefebvre, 1968/87: 2.5). tracto que niegue su historia y su complejidad social.
Si bien el planeamiento urbanístico y las transfor­ Esto implica renunciar a un espacio urbano c.1ue produzca
maciones físicas de la ciudad no consiguen determinar significaciones y símbolos de todo tipo. Esta operación
lo urbano, sí lo modifican (Harvey, 1973/1992; Delgado, de vaciado trata de eliminar el conflicto, desactiva11do
2007: 16). Las personas ((dan al espacio (va los 01ros ele­ ac.1uello c-iue hace emer�er vÍ11cu1os y lazos sociales. Por
mentos de la combinación) una forma, una función ) una otro lado, el éxito de estos planes demanda incluir las
significación social» (Castells, 1974: 141). Precisamente realizacio11es y los pensamie11tos humanos como objetos
por eso el diseño urbano no puede ni contemplar ni de intercambio. Se extrae rédito económico de la vida
recoger plenamente ni modificar íntegramente el espacio cotidiana en la ciudad, de la experiencia urbana, de la
urbano. Este se halla en constante definición, inmerso pintoresca producción de sus habitantes. La participa­
en un proceso vivo que también responde a aquello ción ciudadana en la producción de este espacio urbano
que se construye (Delgado, 2007; Alexander, 1968). La es así asfixiada y mercantilizada con la complicidad del
urba11ismo, c-iue oculta esta operación otorgftndole a la
explotació11 capitalista una apariencia positiva, puesto
3. Entre ellas fas de Henri Ldebvre, Richard Sennett, Christopher
Alexandec, Manllel Del�do, Jane Jacobs, David Harvef, Jl.fanuel que los planes se ofertan como una mejora de la vida de
Cai;tells o Bruno Larour, entre muchos otros. las personas (Lefebvre, 1970/1983).

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Para llevar a cabo estos objetivos se valen de estra­ de la zona circula por todas partes, en boca de quienes
tegias diversas, algu nas de ellas reco�idas en la te,ria de la viven y se acercan, pero también de quienes no. Así, el
1,tntr!ficaciin4. Esta teoría kata de explicar cómo en una espacio social fra�mentado, que señala quién est-á y quién
zona urbana se puede sustituir poblaciones de clases no en los márgenes de la sociedad, acaba produciendo,
populares por otras de estatus y poder adc.1uisitivo mayor en complicidad con el urbanismo, determinados espa­
(Smith, 1996/2012). A grandes rasgos, el proceso empie­ cios urbanos para dicha mar�inalidad que 1a concentran
za con el deterioro, por razones diversas, de esa zona. y recluyen en unas áreas concretas (\Xi'ac(1uant, 2007;
Uno de los principales motivos es la falta de inversión Karsz, 2004).
pública y/o privada de grandes empresas, �obiernos y/o Esto implica, de enkada, dos cosas. La primera es
particulares. En ese momento, el mercado inmobiliario que estos territorios estigmatizados suelen encontrarse
se va a construir a otra zona que ofertará como un lugar en desventaja en cuanto a servicios educativos, laborales,
mejor para vivir. i\fuchas personas se marchan, aunque de transporte, etc.; en cambio, suelen recibir recursos
siempre hay (]uien se queda porque no puede pagar una específicos para tratar la problemática a la que se asocia
casa en otro sito, porque no quiere abandonar su barrio o el estigma (Lundsteen, 2012). La segunda es (.1ue el estigma
su casa de siempre o por otros motivos (Galster y Killen ten#urial resulta un elemento de diferenciación social
en s�ibatini y Brain, 2008). y de expresión de violencia simbólica que crea en esos
La zona cada vez se encuentra peor y eso hace c.1ue ciudadanos «la ilusión de estar escindidos de la estmc­
los precios de los inmuebles bajen. AJJí se van acumulan­ mra social y con ello plantean una desigualdad naturah>
do, entre otras, personas de nivel adquisitivo más bajo. (Saraví, 2004). Pero además, estos estigmas legitiman
En ese momento se pone en marcha el llamado t.rti%,ma que se pueda intervenir en esa zona con facilidad. Si es
tmitona� que difunde que aquel es un sitio c.1ue recoge «la considerada degradada, despreciable, peligrosa y se plan­
inmundicia», <<lo peor de la ciudad». La mala reputación tea, por eíemplo, un plan de rehabilitación, dicho plan
seguramente será bienvenido, aunque implique expulsar
a personas del vecindario.
4. La palabra genuificación procede del llécmino anglosajón «gentcpi, una Cuando e1 precio de los inmuebles de 1a zona en gen­
clase social hisrór'.ca inglesa de -alio r-dec adquisitivo p1-.ceden1e de trificación es e1 más bajo posible, se invierte la operación.
áceas rurales que hada grandes im•ecsiones en las ciudades. El t¿cnún•
lo acuñó la socióloga Ruth Glass en 1%4 y lo definió así: «lJno a uno,
Se empieza a producir un espacio urbano que atrai� a los
gran parte de los bardos de 1a clase tcabajadora de Londces �e han vist• inversores, que podrán obtener beneficios con la venta
invadidm P"r clases medias, altas y bajas. [...] Cuando esre proceso de o explotación de viviendas y locales, a menudo con el
"t,en tdficadón" con1ienza en un bai·tio, a\•ai1:r.a rápidamente h�sca <-¡ue
apoyo de la<, administraciones locales.
todos o la mayoda de los ocupanwes iniciales, miembws de la clase=·
bajadora, son desplv.ados, así se modifica el cacicrec social del barrio» Estos procesos, leíos de ser excepcionales, se repiten
(Glass en Smith, 1996/2fl�. constantemente por todo el mundo en tanto que recogen

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intereses y dinámicas propias de la acumulación d e capi­ Histórico de Ville11a para reactivarlo». Pero, ¿en qué tipo
tal. No ponemos en cuestión <-1ue haya zonas de la ciudad de ge11te se pensaba? Los territorios gen�ificados lo son
que necesiten ser materialmente intervenidas. Estamos por.que ofrecen la. posibilidad futura de extraer plusvalía
hablando de otra cosa. La gentrificación hace desapare­ de la venta de un «estilo de vidID> y un capital social con­
cer aquella realidad social que no permite a los mercados creto, por eso en este plan 110 entra «cualquiera».
ejercer su actividad con tran<.1uilidad. Estos demandan un Aunque la gentrificación se plantee como una mejo­
espacio urbano pacificado, <-1ue sea rentable en tanto que ra para las personas, no acaba con la desigualdad, sim­
deseable para las clases con poder adquisitivo. Por eso, plemente la desplaza. Las ciudades refuerzan con ella la
una d e las primeras cosas que se introduce en estas zonas distinciém entre espacios para ciudadanías diferenciadas.
es la vigilancia, las cámaras, la policía. El espacio público Contribuye a situar a los trabajadores más cualificados en
va privatizándose progresivamente para ser controlado áreas de acumulación. Produce diferencias importantes
con más facilidad. A las cámaras suelen acompañarles de oportunidades educativas y por ello acaba disminu­
diversos colectivos que hacen de «bisagra» en�e kJ que yendo las posibilidades de movilidad social de algu11as
hay y el estándar social que se <-1uiere colocar allí: artistas, personas (l\fontero, 2012: 32�)-
bohemios, estudiantes y, por <-1ué no, profesionales de lo Las áreas gentrificadas son despojadas de su memo­
social. Estos agentes a menudo desconflictivizan el espa­ ria cotidiana, entre otras cosas, para eliminar el estigma
cio urbano haciendo atractiva la desigualdad (en el caso territorial con el que contaban. la rehabilitación ai'iade
de los artistas) o ajustándola a lo normativo (en el caso de una nueva narrativa, amable y conforme al espacio urba­
los agentes sociales). no proyectado, que inventa lo que han sido y lo que son.
Los habitantes de estos barrios se ven forzados a Perder 1a memoria significa perder aquellas referencias
abandonarlos, poniéndose en movimiento, con su estig­ que sitven a la ciudadanía para ubicar sus propios espa­
ma a cuestas, como una suerte de «excedente humano» cios de representación en el espacio urbano, ya sea para
a veces reconvertido para un nuevo servicio al mercado: continuarlos o para ponerlos en cuestión (Lindón, 2004).
producen desprestigio urbano y este, con el tiempo, La ciudad deja de ser entendida como (<bien comúi1,
rentabilidad (Bauman, 2005). Pensemos, desde la mirada social, político y vital» (Harvey, 2012/2013: 125).
socioeducativa, en las repercusiones de objetivar perso­
nas para ponerlas a disposición de la urbanización de la La producción urbana desde la educación social
ciudad: (<Nunca se verán libres de la tormentosa sensa­
ción de transitoriedad, indeterminación y provisionalidad La educación social tambié11 participa de la produc­
de cualquiera de sus asentamientos» (Bauman, 2010: 58). ción de lo urbano v no necesariamente es convocada
En el certamen <-1ue abordamos en esta publica­ con el objetivo de fávorecer el desarrollo de un espacio
ción, se repetía: «Queremos que venga ,;ente al Casco urba110 inclusivo y socialmente justo. Como hemos visto,

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la urbanización neoliberal convierte la vida en un bien de
consumo mediante descalificar, estigmatizar, segregar y
expulsar, modificando profundamente los vínculos socia-
les y las subjetividades.
El espacio urbano se despliega también en el plano
simbólico, es una construcción social y, por tanto, tiene
que ver con dinámicas culmrales. La práctica socioedu­
cativa puede evidenciadas) así como sostener aquellas
apropiaciones urbanas que las personas ya están desarro­
llando para superar dinámicas no deseadas d e reproduc­
ción social. Si el urbanismo no es neutro, significa que
hay alternativas, pero estas solo pueden contraponerse
al urbanismo hegemónico si consideramos el espacio
urbano como una forma radical de espacio social, soste­
nida en actos de negociación permanente, en constante
�ansformación en la que quepa lo espontáneo yen la que
cada sujeto sea relevante y trascendente {Delgado, 2007).
La educación social observa, analiza, practica, pro­
duce y vive diariamente la realidad urbana. Puede incor­
porar saberes significativos sobre los efectos del urbanis­
mo en la vida de las personas. En tanto que sus acciones
han de producir efectos de inclusión y promoción social,
debe facilitar la emergencia de espacios socioeducativos
que sirvan a las personas para ocupar nuevos lugares en
la producción de la ciudad. Para ello se hace necesario
ampliar el espectro de formas de producción del espacio
urbano, cuya particularidad es que solo puede elaborarse
colectivamente superponiendo innumerables capas y
recorridos vitales individuales, entendiéndolo como un
espacio de socialización privilegiado que nos fuerza a
encontrarnos con ese otro, promoviendo así la creación
de lazo social.

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