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Vigilar y Castigar-1975

Foucault en esta obra sostiene que el individuo es fabricado por las sociedades. Se postula
que las prácticas sociales generan dominios de saber que a su vez producen objetos,
conceptos, técnicas, valores que constituyen a los nuevos sujetos; es decir que el poder da
origen a una verdad que a su vez constituye determinados sujetos.

El objetivo del autor es mostrar como las prácticas sociales pueden llegar a engendrar
ámbitos de saber que no solamente hacen aparecer nuevos objetos, conceptos nuevos,
nuevas técnicas, sino que además engendran formas nuevas de sujetos de conocimiento.

El sujeto, es entendido como un cierto tipo de saber sobre el hombre que se engendró en
los últimos siglos a partir de prácticas sociales de control y vigilancia. Surge a partir de
estas prácticas un nuevo sujeto, cuyo saber está centrando en su individualidad,
concretamente en su normalidad o anormalidad.

Foucault llega a este planteo a partir del análisis del pasaje de un poder de soberanía
[centralizado en la figura del soberano] a un poder disciplinario, un poder centrado en la
individualidad. Este poder dio lugar a nuevas instituciones (hospitales, escuelas, cárceles)
que constituyen a los sujetos “normales”. Todo lo que se escape de esa “normalidad” es
un residuo, lo inclasificable.

La distinción entre lo normal y lo patológico, se convierte en el producto mismo de las


sociedades disciplinarias, cuyo sentido es expresado por la norma que que jerarquiza a los
individuos y descalifica aquellos que no son suceptibles de ser normalizados. Para
Foucault, la invención de la normalidad se da en ese registro disciplinario, y las ciencias
humanas se originan en esa necesidad de jerarquizar y clasificar a los individuos
(psicología, antropología, psiquiatría)

El poder disciplinario tiene como función “enderezar conductas”, su objetivo no es reducir


las fuerzas del individuo sino multiplicarlas. La vigilancia se vuelve el juego de las miradas,
miradas que deben ver sin ser vistas. El poder no es algo que se tenga, sino algo que se
ejerce. El ejercicio del poder, a partir del S.XVIII, ya no es aquello que va de arriba hacia
abajo, es un poder que funciona en múltiples sentidos, es un poder productivo, porque
produce individuos, hace al sujeto en cuanto tal a partir de la disciplina, los discursos y las
prácticas.

La disciplina es este poder múltiple, automático y anónimo, que funciona como una
maquinaria. Su objetivo es homogeneizar, que todos sean “iguales”, aquel que no logra
adaptarse es considerado anormal.

El poder disciplinario utiliza instrumentos simples:


1. Vigilancia jerárquica
2. Sanción normalizadora
3. El examen

1.VIGILANCIA JERÁRQUICA.

La disciplina supone un dispositivo que coacciona mediante el juego de la mirada. El


modelo ideal es el campamento militar. Surge un tipo de arquitectura que no busca ser
vista, sino que su objetivo es permitir un control interno.

A partir de esta vigilancia, el poder disciplinario se organiza como un poder múltiple,


automático y anónimo. No se tiene como una sosa, no se transfiere, sino que funciona
como una maquinaria. El poder es absolutamente discreto y esta por doquier, ya que
funciona permanentemente y en silencio.

2. SANCIÓN NORMALIZADORA.

En los sistemas disciplinarios funciona una micropenalidad. Se trata de una manera


específica de castigar, y busca hacer penables las fracciones más pequeñas de la conducta.
Lo que compete a la penalidad disciplinaria es la inobservancia, todo lo que no se ajusta a
la regla, todo lo que se aleja de ella, las desviaciones.

Este castigo tiene como fin reducir las desviaciones, por lo que debe ser esencialmente
correctivo.

El castigo es un elemento de un sistema doble: gratificación-sanción. Premia a aquel que


se ajusta a la regla y castiga al que no. Los aparatos disciplinarios jerarquizan, unos con
relación a los otros, a las “buenas” y “malas” personas.

La penalidad perfecta que atraviesa todos los puntos, y controla todos los instantes de las
instituciones disciplinarias, compara, diferencia, jerarquiza, homogeneíza, excluye. En una
palabra normaliza.

3. EL EXÁMEN.

Combina las técnicas de la jerarquía que vigila y las de la sanción que normaliza. Es una
mirada normalizadora, una vigilancia que permite calificar, clasificar y castigar. Establece
sobre los individuos una visibilidad a través de la cual se los diferencia y se los sanciona.

El examen invierte la economía de la visibilidad en el ejercicio del poder, es la técnica a


través de la cual el poder, en lugar de emitir los signos de su potencia, mantiene a los
individuos en un mecanismo de objetivación.
Esta técnica constituye al individuo como objeto descriptible, analizable, deja tras él un
archivo entero. El examen hace da cada individuo un “caso”, que constituye un objeto
para conocimiento y una presa para un poder.

Los procedimientos disciplinarios hacen de la individualidad descriptible únicamente un


medio de control y un método de dominación.

El panoptismo

La vigilancia se apoya en un sistema de registro permanente. El panóptico de Bentham es


la figura arquitectónica de esa composición. El panóptico dispone de unidades que
permiten ver sin cesar, sin ser vistos. Se trata de una construcción circular, en cuyo centro
se encuentra una torre con anchas ventanas, y está dividida por celdas. Basta situar en la
torre central un vigilante y encerrar en cada celda a un loco, un enfermo, un condenado,
un obrero o un escolar.

Se llama panoptismo a un sujeto que deja de ser un sujeto de comunicación, un sujeto de


reconocimiento porque se vuelve un objeto de la información.

El mayor efecto del panóptico es inducir en el detenido un estado consciente y


permanente de visibilidad que garantiza el funcionamiento automático del poder.
Además hace posible la experimentación sobre los hombres, y para analizar todas las
transformaciones que se pueden obtener sobre ellos.

“Las luces que han descubierto las libertades, inventaron también las disciplinas”

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