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GATOS
INSTITUTO MEXICANO DE FAUNA SILVESTRE Y ANIMALES DE
COMPAÑÍA, S.C.
MÓDULO B
UNIDAD 16
Emergencias hematológicas
Sin embargo, sí existen en la práctica diversas alteraciones de los elementos sanguíneos, las
células y los factores de la coagulación, que por su magnitud y/o relevancia pueden requerir
atención inmediata o que, en caso de no atenderse, su evolución pondrá en riesgo la vida del
paciente a corto plazo.
Anemias
En la mayoría de los casos, las anemias en los perros y los gatos no se consideran una
emergencia, ya que se requiere de una disminución importante en la concentración de la
hemoglobina (eritrocitos/hematocrito) para generar semiología de gravedad. En general, se
considera que una anemia generará signos relevantes cuando sea de severa a muy severa, y
será clasificada de tal forma cuando en los perros su hematocrito se encuentre por debajo de
0.20-0.15 L/L (límite normal inferior de referencia 0.37 L/L) y en los gatos cuando esté por
debajo de 0.15-0.13 L/L (límite normal inferior de referencia 0.24 L/L).
Lo anterior no debe tomarse de forma estricta ya que puede haber pacientes con pérdidas
(hemorragias) o destrucción (hemólisis) agudas que presenten signos antes de llegar a estos
valores tan bajos, ya sea por hipovolemia y/o por falta de compensación.
Anemias regenerativas
En general, se considera que las anemias provocadas por las hemorragias (pérdidas) o la
hemólisis (destrucción) van a ser regenerativas, y para que haya signos de gravedad, la
disminución de los eritrocitos deberá ser rápida y marcada sobrepasando el tiempo y la
capacidad de la producción/respuesta de la médula ósea.
Estos casos de las anemias por pérdidas o destrucción, muchas veces no requieren de mayor
acción más allá de detener el proceso primario, ya que si no hay una disminución severa en
el hematocrito y el paciente no presenta signos importantes asociados con la hipoxia tisular,
una vez que se detiene el origen y se da tiempo a que la médula ósea responda (en 48–72
horas es evidente la respuesta medular), el hematocrito irá regresando paulatinamente a su
concentración normal siempre y cuando no haya otros factores (ej. inflamatorios,
mielotóxicos, deficiencias nutricionales, etc.) que limiten dicha respuesta.
Anemias no regenerativas
Cuando por alguna de las causas anteriores, u otras menos frecuentes, un paciente tenga una
anemia severa o muy severa deberá tratarse, si es posible, la alteración o la deficiencia
primaria y además, mientras no se pueda recuperar la capacidad de la respuesta medular
eritropoyética, deberá tratarse la deficiencia de los eritrocitos con las transfusiones, que en
caso de que se logre estabilizar al paciente en cuanto a su patología primaria, podrían ser
frecuentes, idealmente con paquetes de eritrocitos o sangre completa de donadores que no
tengan ningún marcador de superficie extraño.
Lo anterior es para el receptor con el objetivo de que los eritrocitos transfundidos tengan la
viabilidad ideal y no se generen destrucciones inmunomediadas de diversa magnitud, como
ya se señaló en el tema de transfusiones.
El tratamiento con eritropoyetina en pacientes con insuficiencia renal crónica estará limitado
mientras no se cuente con eritropoyetina específica de especie, ya que el usar la humana
puede generar a corto o mediano plazo -en aproximadamente el 30% de los casos- una
reacción inmunomediada contra la hormona exógena que resultará también en anticuerpos
capaces de actuar contra la eritropoyetina endógena; lo anterior resultaría en anemias muy
severas.
PERROS GATOS
Enfermedad renal crónica Enfermedad renal crónica
En un paciente que esté recibiendo tratamiento con eritropoyetina y tenga una reserva
adecuada de hierro, si su hematocrito no incrementa y la anemia persiste o empeora, se
recomienda el aspirado de la médula ósea, en donde una relación mielocítica:eritrocítica
mayor a 6 reflejaría el desarrollo de autoanticuerpos en concentraciones significativas por lo
que la terapia tendría que suspenderse.
Neutropenias
En los perros y los gatos la primera línea de defensa celular está compuesta por los
neutrófilos, por lo que una neutropenia persistente implica un riesgo importante de
infecciones graves. En los procesos inflamatorios suele haber un consumo de neutrófilos que,
dependiendo de la severidad del proceso, puede generar una neutropenia transitoria que
normalmente resultaría en una respuesta medular para abastecer el consumo y la demanda,
la cual incluso puede generar posteriormente un incremento (neutrofilia).
Otras causas comunes de neutropenia en los perros son: quimioterapia (ver apartado
específico más adelante), otras infecciones (ej. erliquiosis), aplasia/hipoplasia medular por
intoxicación con estrógenos y mieloptisis (ej. mieloma).
En los gatos, son comunes las neutropenias, cíclicas o persistentes por la infección con el
virus de la leucemia viral felina.
Los casos de neutropenia persistente pueden tratarse con factores estimulantes de colonias
granulocíticas (ej. Filgrastim–Neupogen®). El fármaco disponible en el mercado es de origen
humano, por lo que el tratamiento a mediano o largo plazo puede generar complicaciones y
ataque del sistema inmune a los factores endógenos por antigenicidad cruzada.
Algunos protocolos establecidos para el uso de este fármaco en los perros y los gatos:
Alteraciones hemostáticas
Hemostasia primaria
El síndrome de Chediak Higashi se ha descrito en gatos persas color gris ahumado de ojos
amarillos. Este síndrome además de la alteración hemostática también genera un albinismo
parcial al afectar a los melanocitos, así como una predisposición a infecciones ya que sus
neutrófilos tampoco tienen su función normal.
Trombocitopenias
La cantidad de plaquetas que normalmente circula en perros (más de 200x109/L) y gatos (más
de 300x109/L) es bastante mayor que la necesaria para cubrir su función en la hemostasia
primaria. Debido a lo anterior, para que haya semiología relacionada a una disminución de
plaquetas, la trombocitopenia deberá ser marcada (menor a 50 x109/L).
Este punto es muy importante ya que si las plaquetas no se encuentran por debajo de este
valor, una posible disminución de plaquetas podría deberse más a consumo relacionado al
sangrado mismo, pero ese sangrado no tendría su origen en la trombocitopenia, por lo que
tendría que seguirse buscando la causa primaria.
Hemostasia secundaria
Aquí es importante mencionar que es fundamental conocer el tipo de veneno, ya que dentro
de los antagonistas de la vitamina K hay diferentes generaciones cuyos efectos pueden
observarse desde horas hasta semanas, por lo que dependiendo del tóxico se debe mantener
la evaluación por el tiempo correspondiente. Tomando en cuenta lo anterior, lo más indicado,
cuando hay sospecha del consumo de alguno de estos venenos o más aún, cuando se
confirmaron sus efectos mediante las pruebas de coagulación mencionadas, es tratar con
vitamina K1.
Existen diferentes formas y vías de administración, aunque dentro de las más efectivas
destaca una dosis inicial de 5 mg/kg PO con una comida grasa, ya que la vitamina K es
liposoluble por lo que su absorción será óptima, seguida por 2.5 mg/kg BID o TID. El
tratamiento debe mantenerse por una semana si el antagonista consumido fue warfarina u
otro cumarínico de primera generación; pero si fue indandiona u otro de segunda o tercera
generación, la terapia oral deberá mantenerse entre 3 y 6 semanas.
Esto último es importante ya que la mayoría de los raticidas utilizados hoy en día contienen
antagonistas de segunda o tercera generación, por lo que si se desconoce cuál fue el ingerido,
se recomienda suspender el tratamiento después de una semana de haberlo iniciado para
determinar TP 24–48 h después de la última dosis.
Otras patologías que pueden llegar a generar alteraciones en la hemostasia secundaria son
colestasis extrahepática marcada, en la que se da una falta de absorción de vitamina K, por
lo que al igual que lo ocurrido con el antagonismo, se da una deficiencia en todos los factores
K dependientes (II, VII, IX y X) e insuficiencia hepática, en donde no se sintetizan
adecuadamente la gran mayoría de los factores.
También existen deficiencias congénitas como la hemofilia A por deficiencia del factor VIII
(se afecta únicamente el TTPa), observada en el pastor alemán ocasionalmente -y en otras
razas muy rara vez-; la hemofilia B donde el afectado es el factor IX (TTPa afectado
también), reportada en diferentes razas de perros y en gatos domésticos y británicos de pelo
corto. Otras deficiencias de factores se han reportado, aunque su incidencia es realmente baja.
Una patología más que involucra a todos los elementos de la hemostasia es la coagulación
intravascular diseminada (CID). En esta, como se describirá más adelante en el apartado de
SIRS, se inicia con un período de hipercoagulabilidad que normalmente no se detecta por la
falta de semiología hemostática relacionada, que desemboca en la coagulación intravascular
en diversos puntos del organismo, llevando al consumo de plaquetas y factores de
coagulación generando al final productos de degradación de la fibrina.
Entidades particulares
A continuación se describen con mayor profundidad algunas entidades que por su frecuencia
o complejidad se considera necesario revisar.
Dicho ataque suele darse en el bazo y el hígado aunque esto no es exclusivo y se puede llegar
a observar eritrofagocitosis por monocitos/macrófagos y neutrófilos en circulación. El ataque
al SFM provoca la presencia de esferocitos en circulación cuando una porción del eritrocito
es desprendida y fagocitada, pero la mayor parte del eritrocito queda libre para seguir
circulando.
La semiología más común de AHIM, que se observa con mayor frecuencia en hembras cocker
spaniel, incluye depresión, palidez, ictericia, vómito y hepato/esplenomegalia; es importante
señalar que no todos los pacientes cursan con ictericia clínica ni plasmática. Otros signos
menos frecuentes incluyen petequias, cuando el proceso de AHIM está acompañado por una
trombocitopenia inmunomediada (TIM), lo cual se conoce como síndrome de Evans.
Existe una entidad con fisiopatología similar pero dada por aglutininas frías o crioaglutininas;
en ese caso los signos principalmente son necrosis en la punta de las orejas, cola y/o lengua.
Otro tratamiento que recientemente ha tenido éxito en pacientes con AHIM refractaria a la
terapia habitual es el empleo de inmunoglobulina humana (IgEV humana) a dosis
generalmente única de 0.5–1.5 g/kg IV.
En aquellos pacientes en los que por su semiología se requiera de una transfusión sanguínea,
deberán considerarse todos los elementos ya descritos en ese tema.
Prueba de Coombs
Las diluciones, que pueden ir desde 1:2 hasta 1:2048, se hacen porque puede haber bajas
concentraciones de IgG/IgM/C3 que son poco específicas para AHIM, ya que se podrían
asociar a otras enfermedades que únicamente reaccionarían con diluciones bajas (menores a
1:16).
En general, se considera que las reacciones positivas en diluciones 1:16 o mayores tienen alta
correlación con AHIM. Esta titulación únicamente es útil con fines de diagnóstico y no es
proporcional la magnitud del proceso hemolítico con la última dilución a la cual resulta
positivo.
En la mayoría de los casos, el límite de la dosis que se puede emplear de los diferentes
quimioterapéuticos está relacionado con su toxicidad medular, particularmente sobre la
producción de los neutrófilos, ya que son los que duran menos tiempo en circulación, por lo
que es necesario un abastecimiento constante de esta célula desde la médula ósea.
El monitoreo de esta línea celular debe hacerse mediante hemogramas antes de cada
administración del fármaco y al momento en el que se espera el nadir (punto de menor
concentración de neutrófilos después de la administración de la quimioterapia) dependiendo
del agente empleado.
Como se puede observar en la tabla anterior, para la mayoría de los agentes utilizados
comúnmente el nadir ocurre entre los días 7 y 10. Cuando el valor de neutrófilos se encuentra
por debajo de 1 x 109/L existe un alto riesgo de infección, pero no habrá semiología mientras
esta no se desarrolle.
De ahí la importancia del seguimiento con hemogramas para detectar estas disminuciones y,
en su caso, tratarlas.
Cuando los agentes provocaron una neutropenia por debajo de 0.5 x 109/L puede disminuirse
la dosis empleada anteriormente en un 20% buscando que la toxicidad sea menor.
Muchos de los pacientes con cáncer presentan anemia, pero esta rara vez es inducida por la
quimioterapia. Aún así, el hematocrito de estos pacientes debe monitorearse con cierta
frecuencia y, en caso de que la anemia llegue a ser severa, deberá procederse de forma similar
a cualquier paciente.
SIRS
El síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SIRS por sus siglas en inglés) es una entidad
que, si bien no es una alteración únicamente hematológica sino más bien
sistémica/generalizada, produce diversas alteraciones que pueden reflejarse o advertirse en
la sangre.
Dentro del conjunto de patologías que forman parte de este síndrome, las diferentes líneas
celulares que ya se han mencionado, así como los participantes en la hemostasia se alteran,
por lo que su evaluación es útil tanto en la identificación de la entidad como en su monitoreo.
Existen cuatro criterios para determinar que un paciente con semiología compatible se
encuentra en SIRS. Los parámetros, sus valores y las variaciones por especie se mencionan
a continuación:
Estas pruebas permitirán la evaluación integral de los pacientes, al mismo tiempo que nos
dan los elementos para detectar pacientes en SIRS y arrojan datos necesarios para llegar a
identificar la causa primaria del proceso o, al menos, aproximarnos a ella.
Además existen otras pruebas como la citología, cultivos, PCR, serología e histopatología,
que son necesarias para confirmar la infección en pacientes donde se sospeche de sepsis.
Aquí vale la pena señalar que la muestra para cultivo debe obtenerse, siempre que sea posible,
antes de iniciar la terapia inespecífica de antibióticos ya que estos fármacos pueden inhibir
el crecimiento in vitro aún en bacterias cuya sensibilidad in vivo sea pobre.
Hemograma
En la práctica, uno de los hallazgos que tiene mayor valor diagnóstico para sospechar de
SIRS/sepsis es la presencia de neutropenia en pacientes donde hay fiebre, ya que existe una
elevada probabilidad de que dicha fiebre sea causa de pirógenos exógenos de origen
bacteriano (ej. lipopolisacáridos de bacterias gramnegativas).
Otra línea celular que debe evaluarse en pacientes con sospecha de SIRS/sepsis son las
plaquetas, ya que una disminución marcada en esta línea (menor a 100 x 109/L) sería muy
sugerente de CID secundario; esta coagulopatía muchas veces puede generar también la
presencia de esquistocitos dentro de la morfología eritrocítica.
Dentro del hemograma en general, también se debe poner atención en la línea roja, ya que
una de las causas más comunes de SIRS no séptico es la anemia hemolítica inmunomediada
(AHIM) donde, como ya se mencionó previamente, una importante disminución del
hematocrito en conjunto con esferocitosis y/o aglutinación nos permitiría llegar al
diagnóstico primario.
Bioquímica
El analito en el que se debe poner mayor atención es la glucosa. Los pacientes con sepsis en
etapas tempranas presentan hiperglucemia, aunque con mucho mayor frecuencia la alteración
detectada es hipoglucemia por el momento, un poco más tardío, en el que normalmente se
realizan las pruebas.
Finalmente, algo en lo que se debe poner particular atención en pacientes con diagnóstico de
SIRS y riesgo de MODS es en la evaluación del riñón y el hígado, ya que en esos pacientes
la insuficiencia renal aguda, así como el daño hepatocelular extenso/necrosis resultando en
insuficiencia hepática aguda, son complicaciones esperadas. En el caso del riñón podríamos
encontrar una hiperazotemia moderada a marcada de origen renal acompañada muchas veces
por hiperfosforemia, hipercaliemia y otro tipo de acidosis metabólica por acumulación de
ácidos (urémicos).
La evaluación hepática en estos casos puede ser desafiante, ya que más allá de marcados
incrementos de las enzimas de escape, los parámetros para evaluar función hepática en estos
casos son poco sensibles por lo agudo del proceso.
La glucosa es de los pocos analitos del estudio bioquímico que evalúan función hepática que
puede disminuir rápidamente en procesos de insuficiencia hepática aguda, aunque por las
otras causas de hipoglucemia antes mencionadas, su peso diagnóstico en este caso es
limitado.
Uroanálisis
En los pacientes que cursen con SIRS y se sospeche de sepsis, deben descartarse todos los
posibles focos de infección, siendo las vías urinarias un sitio de pronto descarte obligatorio
por la facilidad del estudio (uroanálisis) y porque las infecciones genitourinarias son un foco
común. Para esto la presencia de leucosuria y, más aún, de bacterias en el sedimento son de
mucha utilidad.
Aquí se debe tomar en cuenta que en la tira reactiva de orina, los cojinetes para leucocitos y
nitritos no tienen valor diagnóstico en medicina veterinaria por diferentes interferencias;
además la presencia de algunos cocos puede ser normal en muestras obtenidas por
cateterismo o micción espontánea.
Por lo tanto, para confirmar infección de vías urinarias es necesario detectar la presencia de
bacterias en el estudio microscópico del sedimento urinario, idealmente de una muestra
obtenida por cistocentesis; las bacterias involucradas en la mayoría de los casos son bacilos
Gram negativos. Es importante señalar aquí que la obtención por cistocentesis está
contraindicada en casos confirmados o en donde se sospeche de piometra o peritonitis.
La densidad urinaria debe evaluarse con atención, sobre todo en aquellos pacientes que
cursen con hiperazotemia para valorar el estado de hidratación y/o la capacidad de
concentración urinaria para determinar el origen de dicha hiperazotemia (prerrenal y/o renal).
Pruebas de coagulación
En ellos, una importante presencia de neutrófilos en los cuales se aprecie degeneración será
muy sugerente de participación bacteriana.
Otros agentes causales como hongos y protozoarios también se pueden identificar en estos
estudios.
Otra forma muy sensible de evidenciar la presencia de microrganismos en estas muestras son
los estudios de PCR que cada vez son más utilizados, ya que su disponibilidad y variedad
han aumentado significativamente; esta misma metodología puede utilizarse para aumentar
la sensibilidad de la evaluación de sangre (con anticoagulante) para detectar bacteriemia u
otros microrganismos en circulación.
Gasometría
La gasometría no es propiamente un estudio realizado en el laboratorio, ya que su utilidad
está en la evaluación inmediata de pacientes críticos de forma intrahospitalaria. Los
parámetros más importantes relacionados a SIRS, mencionados ya a lo largo de este escrito,
son el lactato y la PCO2 además de todos los utilizados para la evaluación del equilibrio
ácido-base en general.
Pronóstico
Los porcentajes de mortalidad en estos pacientes, aún con el tratamiento adecuado, son altos;
los estudios señalan que de todos los casos de sepsis en perros y gatos, la mitad o hasta tres
cuartas partes de ellos fallecen aun utilizando los mejores tratamientos conocidos en la
actualidad.