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La Simetría
La Simetría
Tanto es así que nuestro cuerpo está programado para mantenerla a toda costa. Pero
¿cómo lo hace? Por Daniel Méndez / Fotos: GETTY Images y Fotolia
Si nos pusiesen delante la radiografía de las rodillas de Usain Bolt, seríamos incapaces de diferenciar
la izquierda de la derecha. Una es una réplica exacta de la otra, y en esta perfección simétrica yace el
secreto de su velocidad. Es una de las conclusiones del denominado Proyecto Simetría en Jamaica,
una serie de estudios dirigidos por el biólogo evolutivo Robert Trivers, que ha comparado las piernas
de los corredores de élite jamaicanos con las de habitantes de zonas rurales del país. Y ha encontrado
que los más rápidos muestran una simetría en rodillas y tobillos más precisa que en el resto.
La clave está en el cerebro. Nuestra mente actúa como un jefe de control de calidad e
impide que perdamos la simetría
La simetría bilateral -que compartimos con la mayor parte de los grandes vertebrados, artrópodos y
moluscos- es un fenómeno conocido desde hace mucho, pero ¿cómo se logra? ¿Qué mecanismos
utiliza el cuerpo para garantizar que ambas piernas tengan la misma longitud? Se intuía que los
animales en crecimiento debían de contar con un mecanismo de control por el cual los órganos del
cuerpo comunican su tamaño a otros tejidos y, en caso necesario, corrigen cualquier anomalía
provocada por algún tipo de error genético, enfermedad, accidente o causas ambientales. Pero cómo
se producía esto era una gran incógnita… Hasta hoy.
Una investigación española
La neurobióloga María Domínguez, codirectora de la investigación, lo explica con una analogía. «Se
pensaba que era la carga genética la que determinaba el crecimiento del cuerpo. Ahora hemos
visto que funciona de otro modo. Es como si tuvieras distintas empresas en diversos países
preparando las piezas que después componen un determinado producto. Si una pieza es defectuosa y
se tiene que volver a fabricar, la central recibirá una llamada para que el resto de los fabricantes
ralenticen su producción de manera que todos terminen a la vez. Es como un control de calidad». La
central que coordina el proceso es el cerebro. Un ejemplo. en un accidente, un niño se rompe una
pierna. Mientras se recupera, esa pierna ralentizará necesariamente su crecimiento. Si nadie avisara al
cerebro, los demás órganos continuarían desarrollándose y el niño acabaría con una extremidad más
larga que la otra. «Esto explica la enorme capacidad de recuperación de los pequeños ante los
accidentes, enfermedades o cirugías», concluye la doctora Domínguez.
Aunque los resultados del estudio de este equipo español son extrapolables al ser humano, los
experimentos de laboratorio se han centrado en un insecto: la mosca del vinagre o Drosophila
melanogaster. En su desarrollo hasta convertirse en una mosca adulta multiplica su tamaño por
200. Lo que han hecho los científicos en el laboratorio ha sido provocar distintas anomalías, como
tumores o carencias nutricionales, que afectan al crecimiento de la mosca. Estudiando la
respuesta de su organismo se percataron de que los órganos dañados en su fase de crecimiento
secretaban una hormona no identificada hasta hoy y que han bautizado como Dilp8, abreviatura
de Drosophila insulin-like peptide 8. Aunque queda aún mucho del puzle por componer, se ha
conseguido establecer el mecanismo por el que los órganos afectados se comunican con el
cerebro para garantizar un crecimiento simétrico.
Si un niño se rompe una pierna, una hormona -la Dilp8- hace que la otra ralentice su
crecimiento hasta que se repare la lesión
Podría tener múltiples aplicaciones clínicas. Por un lado, el Dilp8 se segrega cuando hay anomalías en
el crecimiento y aparece también cuando surgen tumores, por lo que podría contener claves de cara al
desarrollo de tratamientos contra el cáncer. Además, es evidente el papel de todo este circuito en el
crecimiento de los menores. De hecho, se ha visto que en la mosca del vinagre estas neuronas solo se
encuentran activas en su fase de crecimiento.
Usain Bolt