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Posición a favor

EL MUNDO Y EL ESPEJO
Umberto Eco

Lima Botelho, Yasmim K.


1 de octubre

Curso 2021 - 2022


Para llevar a cabo la retórica planteada sobre el ensayo de 1995, El Mundo y el espejo, tomaré
como filosofía de debate, que guiará mi perspectiva crítica, las dictadas palabras de su
propio autor, el célebre semiólogo italiano, Umberto Eco, quien sostuvo alguna vez que
"intentar entender al otro significa destruir los clichés que le rodean, sin negar ni borrar su
alteridad". De esta manera, pongo en manifiesto y anticipo mi postura adepta a la
proposición argumentativa del presente texto.

Antes de nada, el hecho de que Umberto Eco fuese especialista en los sistemas de
comunicación, que dominaba las características de los sistemas de signos, y que por tanto,
comprendía la actividad comunicativa humana a la perfección. Suscita a mi parecer, que el
texto no es un análisis meramente subjetivo fundado por cualquier individuo, sino que se
trata de un análisis detallado y elaborado por un profesional cualificado, que aborda con
propiedad los supuestos males de la prensa italiana y que además, desde su punto de vista,
son comunes a casi todos los países. Por consiguiente, gracias a esto, al ensayo se le concede
una mayor credibilidad.

En primer lugar, el “cuaderno de quejas'' de Umberto Eco considera a la prensa italiana


plenamente responsable de su estado, de modo que, el ensayista no pretende hacerle una
crítica que la conciba como víctima inocente de la situación inestable que le concierne.
Tópico sugerente, que en palabras textuales, desemboca finalmente en “una invitación tanto
para la prensa como para el mundo político a mirar más al mundo y menos al espejo”. He de
confesar, que esto no me atañe sólo como disertante partidaria de la idea que se expone,
sino también como futura periodista, puesto que se revela como esencial para las
profesiones obtentoras y difusoras de información, todo aquello que contribuya de manera
constructiva a atender la evidente ruptura de los valores mediáticos, y precisamente es esa
la intencionalidad que logro percibir con tal discurso crítico.

De esta manera, cuando Umberto Eco expone que no existen noticias verdaderamente
objetivas, a excepción de los boletines de las precipitaciones atmosféricas, trae consigo un
extenso debate que hasta la actualidad genera debates no sólo entre profesionales del
medio, sino también entre los lectores receptores de lo que la prensa publica. Lo que
consecuentemente reafirma lo dicho por él y nos lleva a deliberar si debemos rectificar

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algunos conceptos para así servir con mayor precisión a los receptores, sin que se sientan
manipulados por el tinte ideológico que mancha las noticias cotidianas.

Por otro lado, en cuanto al lenguaje críptico, Eco afirma que esto ya no existía en la prensa
italiana de 1995, dado que los altos cargos cómo son los políticos, habían optado por cambiar
su complejo lenguaje por uno más sencillo, incluso ordinario. Desde mi punto de vista, esto
no ocurre solamente en Italia, sino que también se aplica al mundo político español de la
actualidad. Y se confirma cuando los ciudadanos presenciamos en nuestros televisores
como en el congreso de los diputados, los políticos no miden sus palabras, son
irrespetuosos, insultan a la oposición y en algunos casos incluso se escupen. Asimismo,
esta regla se aplica a la actual prensa española, que también recurre al lenguaje del colectivo
llamado “la gente”, generando expresiones apelativas y ordinarias en artículos
supuestamente formales. Lo que me conduce a plantear en qué momento dejó la opinión
pública de ser “digna” de recibir contenido de calidad. ¿Acaso, no se tiene en consideración
que la opinión pública ya no es una masa a la que simplemente se informa, y que ha pasado
a caracterizarse por un mayor grado de formación entre las personas?

Frente al cuestionamiento de qué hacer, el ensayista nos revela la solución que él cree
conveniente. Está solución se halla en la otra vía que pudiera ser elegida por la prensa para
proseguir. La vía de la atención prolongada, que propone el diario renuncie a ser un
semanario de variedades para convertirse en una sencilla y confiable mina de noticias de lo
que ocurre en el mundo. Y dedicar así una atención continua a los acontecimientos de los
países, que ofreciera al lector explicaciones. El único defecto que presenta esta idea es que
este tipo de prensa requiere de una lenta educación del lector, y esto no agrada del todo,
puesto que pudiera ser que el diario perdiera antes sus espectadores, a que lograra
conseguir el interés que se desea. Particularmente, creo que en los días de hoy esta solución
formulada por Eco sí pudiera obtener resultados satisfactorios tanto para los medios como
para los lectores, debido a que como se ha mencionado anteriormente, el perfil de
educación de la opinión pública ha cambiado y cada vez más entra en debate la importancia
del periodismo especializado.

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En conclusión, a mí entender, Umberto Eco está cubierto de razón cuando propone que la
prensa está condicionada por la televisión. Y lo único que demuestra este hecho
preocupante es que desde 1995, no ha habido cambios significativos en los medios de
comunicación. De hecho, a día de hoy todavía intentan convertirse en “jueces de la cosa
pública”, desvirtuando la en algunas ocasiones hasta convertirla en un mero espectáculo;
sin embargo, este no tiene porqué ser el final concluyente de lo que es la prensa actual.
Como disertante adepta y aspirante a periodista, prefiero considerar posible la existencia de
un futuro de evolución y recuperación de valores éticos y serviciales para los medios de
comunicación. Un futuro, donde la televisión no establezca pautas para la prensa, donde el
espectáculo quede entre escenarios y detrás de telones, no en los diarios.

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