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(director)
Términos críticos
de sociología
de la cultura
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Paidós
B uenos A ires • B arcelona • M éxico
306 Térm inos críticos de sociología de la cultura / Beatriz Sarlo
TER [et al.]; com pilado por Carlos A ltam irano - Ia. ed. -
Buenos Aires : Paidós, 2002.
288 p. ; 24x16 cm.- (Lexicón)
ISBN 950-12-7329-6
I a edición, 2002
ISBN 950-12-7329-6
ÍNDICE
Lista de colaboradores....................................................................................................................... ix
P ró lo g o .................................................................................................................................................... xi
Térm inos críticos de sociología de la cu ltu ra............................................................................ 1
Arte, sociología del, Andrea G iu n ta ...................................................................................... 1
Cam po intelectual, Carlos A ltam irano.................................................................................. 9
Capital cultural, Sergio M ic e li................................................................................................. 10
Ciudad, Adrián G orelik............................................................................................................... 12
Com unicación, Aníbal F ord ...................................................................................................... 21
Conocim iento, sociología del, Pablo K reim er................................................................... 25
Convenciones, Beatriz S a rlo ..................................................................................................... 32
Cultura, Javier Auyero y Claudio B en zecry........................................................................ 35
Cultura de masas, A lejandro Blanco .................................................................................... 42
Cultura política, Jorge L a n za ra .............................................................................................. 44
Culturas juveniles, M arcelo U rresti....................................................................................... 46
Culturas populares, Jesús M artín-B arbero ......................................................................... 49
D esconstruccionism o, Elias P a lti........................................................................................... 61
Dialogism o, Leonor A rfuch....................................................................................................... 64
D iscurso social, Emilio de Ip o la ............................................................................................. 68
Estéticas sociológicas, Graciela Silvestri .......................................................................... 73
Estilos de vida, Fernando R o c ch i........................................................................................... 77
Estructuralism o, José Sazbón................................................................................................... 79
Estudios culturales, Pablo A labarces.................................................................................... 85
Etnocentrism o/relativism o, Federico N eiburg................................................................... 89
Generaciones, M arcelo U rresti................................................................................................ 93
Género, Nelly R ichard................................................................................................................. 95
Géneros, Oscar S teim berg ........................................................................................................ 101
G lobalización/m undialización, Renato O rtiz..................................................................... 105
Gusto, Sergio M ic e li................................................................................................................... 111
Hegem onía, Juan Carlos P ortantiero................................................................................... 115
H erm enéutica y ciencias sociales, Fernando Escalante G onzalbo ............................ 119
Hibridación, N éstor García C anclini.................................................................................... 123
H istoria cultural, Jorge M y e rs................................................................................................. 126
Identidad, Claudio L om nitz....................................................................................................... 129
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índice
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Globalización/mundialización
que siempre involucró algo más que los efectos caso de una telenovela atravesada por el estilo
del aparato tecnológico de base (Metz, 1974). de época, es más fácil comentar cómo está he
El comienzo de siglo encuentra a la proble cha que acordar acerca de qué habla. Y hay
mática de género con novedades que reafirman otro rasgo, de más difícil procesamiento que el
el interés actual de esas consideraciones. anterior, que se articula con el carácter abierto
de las autorreferencias (cuando los géneros ha
blan de sí mismos) y su autoironía característi
a l g u n o s rasgos d e la a c t u a l ca: como en los juegos «interactivos», el pro
ESCENA DEL GÉNERO ducto de género debe ser completado en la
recepción, a partir de un material mediático
La polémica mencionada al principio de es que pone en escena la asunción de las insufi
te artículo continúa, pero referida a objetos cul ciencias y limitaciones de su propio discurso
turales diferentes de aquellos que motivaban o por una borrosa figura de autor. Más ahora que
ejemplificaban las formulaciones y refutacio en épocas de textos mediáticos más estables y
nes de las décadas de 1960 y 1970. Coinciden- más estructurados, las diferencias de informa
temente con la irrupción de algunos rasgos del ción y entrenamiento entre espectadores-opera
estüo de época (el adjudicado a la posmoderni dores con diferentes emplazamientos culturales
dad (v. p o s m o d k rn ls m o ), o sobremodernidad, o ponen en evidencia los múltiples desniveles de
era neobrarroca), se ha producido, especial la posibilidad de operar con dispositivos me
mente en los géneros televisivos y cinemato diáticos cambiantes y con géneros en proceso
gráficos, un crecimiento de las mezclas de gé de reciclaje o formación.
nero, de la caída de los grandes relatos y la
multiplicación y el entrelazamiento de los pe Lecturas sugeridas
queños o secundarios, de la autorreferencia (los
géneros hablan de sí mismos), de la autoironía B a j t in , M. ([1953], 1982), «El problem a de los gé
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Globalización/m undialización
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Globalización/mundialización
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Globalización/m undialización
nismos «fuera» de tiempo. A no ser que crea des que absorbieron de la revolución industrial
mos en una ideología del progreso populariza no sólo el proceso tecnológico, como muchas
da por el evolucionismo del siglo XIX. El mun veces se suele decir. El dilema del mundo islá
do islámico, las sociedades indígenas, los mico, que en su interior no es homogéneo, es
grupos étnicos (en Africa o en Europa central) equilibrar y contener los elementos de mo
no son testimonio de atraso o señal de barbarie. dernidad en el marco de un Estado y de una so
Son formaciones sociales plenamente insertas ciedad civil en los cuales el código religioso
en la actualidad, es decir, inmersas en las rela pretende ser todavía la última fuente de legiti
ciones de fuerzas que las determinan. Pensarlas midad. Completamente distinta es la cuestión
como vestigio es desconocer que la historia es femenina. Ella emerge como una reivindica
también momento presente en el que se entrela ción en el interior de la matriz de la moderni
zan tiempos no coetáneos. En segundo lugar, el dad. Se lucha por la igualdad de oportunidades
término se aplica también a la diferenciación y de tratamiento entre los sexos. Identificar los
que es intrínseca a la modernidad-mundo: los movimientos indígenas con los de las mujeres
individuos, el movimiento femenino (v. g h n h - clasificándolos como minorías es confundir
r o ) , homosexual, negro, la crisis de las identi confortablemente las cosas. La construcción de
dades, etcétera. Movimiento que se acelera al identidad en los movimientos de género es re
punto de que muchos lo perciben como sínto sultado de los ideales y de la organización in
ma de una nueva fase histórica, de una posmo terna de las sociedades modernas. La oposición
dernidad. Sin embargo, todo ocurre como si entre masculino y femenino no es algo insupe
esas líneas distintas en relación con las diferen rable. Hombres y mujeres, no obstante su sen
cias fuesen equivalentes. Ahora bien, los antro sibilidad diferenciada, viven en un mismo uni
pólogos conocen las especificidades de los verso. En el caso de las sociedades indígenas,
pueblos indígenas. Cada unidad étnica posee cualquier superación implicaría la desaparición
una centralidad que se articula en torno de un de esas culturas. Estoy diciendo, por lo tanto,
eje propio. En verdad, la noción de pueblos in que en la discusión sobre las «diferencias» es
dígenas es imprecisa, pues ellos existen siem necesario calificarlas. Es un equívoco postular
pre en singular y no en plural. Cada grupo po las como equivalentes, tal como se hace en el
see una lengua, un sistema de creencias y de discurso posmoderno.
parentesco, intrínseco a su cultura. Es eso lo La diversidad cultural tampoco puede ser
que vuelve importante la cuestión de la tierra vista sólo como una «diferencia», o sea, algo
(o sea, de las fronteras). Perderla sería desen- que nos remite a alguna otra cosa. Toda dife
raizarse, lo que de hecho ocurrió durante el rencia es producida socialmente y es portadora
proceso de industrialización en Europa, que eli de sentido simbólico y de sentido histórico. Un
minó definitivamente el «mundo campesino», análisis, por ejemplo hermenéutico, que consi
y en América latina con diversos grupos indí dere sólo el sentido simbólico corre el nesgo de
genas. Los llamados pueblos «primitivos», so aislarse en un relativismo poco consecuente.
pena de desaparecer, deben defenderse de la Como si las culturas fuesen realmente textos,
expansión de las fronteras, sean nacionales o cada uno con su significado propio. No habría
mundiales. En este caso, diversidad significa la por lo tanto una relación necesaria entre los
afirmación de una modalidad social radical textos, en su irreductibilidad; las culturas serían
mente otra. El caso de las sociedades islámicas incomparables entre sí. Afirmar el sentido his
es de otra naturaleza. La civilización que afir tórico de la diversidad cultural supone sumer
man encuentra buena parte de su sentido en los girla en la materialidad de los intereses y de los
principios religiosos del Corán, pero sería inco conflictos sociales (capitalismo, socialismo, co
rrecto imaginarlas como completamente al lonialismo, globalización). La diversidad se
margen de la modernidad. Las transformacio manifiesta, pues, en situaciones concretas. En
nes ocurridas a lo largo de los siglos XIX y este caso, el relativismo es una visión que pre
XX, aun cuando indiquen el fracaso de la «mo supone la abstracción de las culturas de sus
dernización», señalan la existencia de socieda condiciones reales (hoy inmersas en un mundo
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Globalización/m undialización
globalizado); se tiene así la ilusión de que cada círculo interno. La diversidad cultural es dife
una de ellas estaría completamente autocentra- rente y desigual porque las instancias e institu
da. En verdad, este estatuto, postulado por el ciones que la construyen poseen distintas posi
raciocinio metodológico, es negado por la his ciones de poder y legitimidad (países fuertes
toria. Las sociedades son relaciónales pero no versus países débiles, transnacionales versus
son relativas. Sus fronteras se entrecruzan y gobiernos nacionales, civilización «occidental»
muchas veces amenazan el territorio vecino. versus mundo islámico, Estado nacional versus
Decir que la diferencia es producida socialmen grupos indígenas). Esas líneas de fuerza se ma
te nos permite distinguirla de la idea de plura nifiestan claramente en el dominio de la cultu
lismo. Traducir el panorama histórico-socioló- ra. Si por un lado éste se halla atravesado por
gico en términos políticos es engañoso, pues un movimiento de diferenciación, de afirma
supondría que las múltiples unidades diferen ción de identidades distintas, por el otro hay
ciadas existentes en el planeta tendrían la mis una nítida tendencia a la concentración. El
ma validez. Desde esta perspectiva, la cuestión ejemplo más claro de ello son las organizacio
del poder se disipa. No hay jerarquía ni domi nes transnacionales, que monopolizan sectores
nación. En rigor, aceptaríamos implícitamente enteros en el área cultural. La industria fono
la tesis de que o bien el contexto histórico no gráfica mundial está dominada por unas pocas
interfiere en las diversidades o, en última ins grandes firmas -Bertelsmann, EMI, Sony,
tancia, que él mismo, el contexto, es pluralista Polygram- y la tajada más importante del mer
y democrático, lo que constituye un contrasen cado publicitario se halla dividida entre un pe
tido (visión sostenida por la ideología de mer queño número de grupos empresariales -Saat-
cado). En verdad, en el mundo contemporáneo chi&Saatchi, Ogilvy, Omnicom-, Las grandes
las «diferencias» no existen en tanto textos corporaciones, a través de las fusiones de secto
autónomos sino que participan de un «pluralis res estratégicos, actúan en el sentido de la con
mo jerarquizado» administrado por las instan centración del mercado, multiplicando su lucro
cias dominantes en el contexto de la moderni a escala planetaria. Integración y diferenciación
dad-mundo. Por lo tanto, de aquí se desprende son parte del mismo proceso.
que las diferencias también esconden relaciones Un último aspecto merece ser destacado. El
de poder. Por ejemplo, el racismo afirma la es debate sobre la globalización/mundialización
pecificidad de las razas para de inmediato orde es simultáneamente una reflexión sobre la con
narlas según una escala jerárquica. Por eso es temporaneidad y una discusión sobre las cien
importante saber cuándo la cuestión de la diver cias sociales. Es importante tener claro que no
sidad cultural oculta la de la desigualdad. Sobre existe aún consenso en relación con las trans
todo cuando se mueve en un universo en el cual formaciones que inauguran el siglo XXI. La
la asimetría entre países, clases sociales y etnias profusión de términos utilizados para compren
es indisimulable. La imagen de que el mundo der esos cambios - posmodernidad, globaliza
es «multicultural», constituido por un conjunto ción, sociedad postindustrial, sociedad de re
de «voces», resulta insatisfactoria. En verdad, des. poscolomalismo- indica ciertamente una
el mundo poco tiene de caleidoscópico (metáfo imprecisión conceptual que revela un momento
ra empleada por varios autores y que remite, de transición en el cual las ciencias sociales
por analogía, al instrumento que combina frag buscan nuevos conceptos para captar este esta
mentos coloridos de manera arbitraria en fun do de redefinición de las cosas. En el fondo, la
ción del movimiento del ojo del observador). «crisis» de las ciencias sociales manifiesta la
Las interacciones entre las diversidades no son inadecuación entre el conjunto de conceptos de
arbitrarias, ellas se organizan de acuerdo con los cuales disponemos y la realidad que los de
las relaciones de fuerza manifiestas en situacio safía a cada paso. Cabe recordar que las cien
nes históricas. Si las diferencias son producidas cias sociales se institucionalizaron a fines del
socialmente, eso significa que más allá de sus siglo XIX. momento en el cual el principio de
sentidos simbólicos, ellas estarán marcadas por la nación se afirmaba con toda su fuerza. En
los intereses y conflictos definidos fuera de su este sentido, el esfuerzo del pensamiento por
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Gusto