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Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 1

© Revista Literaria Remolinos # 43


ISSN: 1997-3489 Abril - Mayo del 2010

Diseño y edición: Paolo Astorga

Web:
http://revistaremolinos.blogspot.com

E-Mail:
colaboracionesremolinos@gmail.com

Dirección postal:
Sr. Paolo Astorga
Av. Malecón Checa 557
San Juan de Lurigancho,
Lima 036, Lima-Perú

Se autoriza la distribución y reproducción de esta


publicación siempre y cuando se cite el autor y la fuente
de la que proviene.

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Revista Literaria Remolinos # 43

Índice
Página
Editorial.................................................
.......5
Poesía....................................................
.......7
Arturo 8
Accio....................................................................... 20
...... 30
Ingrid 38
Chicote.................................................................... 41
..... 46
Marco Antonio Valencia 53
Calle.................................................. 57
Carlos Ramírez 61
Vuelvas........................................................... 65
A. Giovanni Collazos 73
Carrasco................................................. Argenis 96
Díaz......................................................................... 101
... 108
Héctor F. Ranea
Sandoval.......................................................
Luis Calama
Rodriguez............................................................
Juan Carlos Rivera
Quintana...................................................
Francisco Jesús Muñoz
Soler...................................................
Johnny
Barbieri...................................................................
....
Ana Ema Llanos
Bravo.............................................................
Remisson
Aniceto....................................................................
Cromwell Castillo
Cabrejos.....................................................

Narrativa................................................
.....119
Antonio Mora 120

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Vélez............................................................... 122
Pedro Sevylla de 126
Juana......................................................... 134
Salvador Moreno 136
Valencia.................................................... 139
Magda Lago 141
Russo................................................................ 144
Raúl 151
Barrozo.................................................................. 154
.......
Yolanda Arroyo
Pizarro.........................................................
Elsy Santillán
Flor.................................................................
Gaspar Jover
Polo.................................................................
Ángel Castaño
Guzmán.........................................................
Yurimia
Boscán...................................................................
..

Crítica
Literaria..........................................156
Lydda Franco Farías: Una poesía donde la razón
esclarece la irreverencia, y la transparencia incita
la valentía y la ironía
Por: María Cristina Solaeche 157
Galera.....................................
Nuestra esquiva memoria de Don Luis de Góngora 169
Por: Gustavo Rubén
Giorgi................................................... 173
Juana de Ibarbourou Juana de América
Por: Magda Lago 178
Russo.........................................................
Novela negra, novela rosa y poesía de color
Por: Joaquín Robles
Zabala..................................................

Artículos................................................
.....185
Un señor que miraba raro y bello
Por: Alejandro José López 186
Cáceres.......................................
Valores y contravalores en la literatura 189
Por: Nicolás Hidrogo
Navarro...............................................

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Sobre El Árbol de los libres a propósito de la 193
situación actual de Chile
Por: Daniel Rojas
Pachas......................................................

Entrevistas.............................................
....200
Entrevista a Miguel Canta 201
Sifuentes.................................... 204
Entrevista a Carlos Rubio
Albet............................................

Reseñas.................................................
.....208
Erocéntrica
de Rocío 209
Santillana..............................................................
. 213
Poemas encontrados
De Roger García 216
Clavo..........................................................
Lo que siempre está allí 219
de Marcelino Menéndez
Gonzáles........................................ 222
Alma: Cuando un corazón emigra
de Roy 226
Dávatoc.................................................................
....
Canciones de cuna para un hombre y una ciudad
de Antonio
Sajid...................................................................
Detritos
de Wilver Moreno
Tineo........................................................

Enviar
Textos..............................................229

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Editorial

Guerra de soportes: Físico vs. Virtual

¿Qué hay de malo en publicar un poema o un cuento en una revista digital de


creación literaria como ésta? Mucho. Hay riesgos como el que nos cierren de la noche a
la mañana el blog o la página web (véase el caso Yahoo Geocities), que gente
inescrupulosa robe la contraseña y destruya la página, hay riesgo de que se “plagie” el
texto publicado, de que algunas personas piensen que no es “lo mismo” leer desde una
pantalla que leer desde una página impresa, peligro latente de que los errores
ortográficos y el spam literario inunden las revistas, peligro mil veces peligro de que el
papel sea reemplazado por el USB; así pues, hay mucho de malo en esta selva de ceros
y unos.

Pero tengamos calma. No todos publican sus textos en la web, no todos creen en
este soporte. No todos se aventuran a ser leídos, a ser, en algunos casos, masivamente

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leídos. Y es que para eso sirve una revista, no solo para ser el soporte, el cartel, el muro
informativo sobre la actividad cultural de una época, sino también ser enlace, puente
directo, territorio solidario y comunicativo de la sensibilidad, de la creación misma de la
palabra hecha literatura. No se trata de imponer un medio sobre otro, se trata de
compartir espacios, abrir caminos y oportunidades a todos los que deseen producir
literatura ya sea desde el más re-conocido, hasta el ignoto que por primera vez será leído
por algún incauto apasionado. Y cómo no van a existir revistas digitales, si las que hay
en físico son tan escasas como lectores en poesía. Y cómo no van a existir revistas
digitales de literatura, si muchas veces el texto de tal autor es inaccesible, si tal o cual
artículo no lo podemos encontrar en ninguna biblioteca dado que las revistas físicas por
su limitación en el espacio o de tiraje, apenas contribuye a crearnos una idea deficiente
de la gran cantidad de militantes de la palabra y la creación literaria y cultural.

Es cierto. Uno se siente privilegiado de ser publicado en papel impreso, se siente


semidiós si lo leen y dios completo si lo comentan. Pero el que se atreve a publicar en
una revista digital como ésta, puede ser leído por más gente, difundido de manera más
rápida, más accesible, sin tantas trabas editoriales o burocráticas.

Sentimos la brecha entre lo físico y lo virtual, no solo por el soporte (clásico-


nuevo), sino también por la idea de portabilidad (recordemos que no es lo “mismo” leer
desde un computador que desde un libro o revista en físico). Pero no debemos dejar de
un lado la innovación: Existen ahora libros en formato digital para celulares, ¿Quizá
Remolinos para celulares, muy pronto?

El hecho es que no hay formato infalible, los dos son un complemento entre sí,
sino preguntemos a cualquier autor contemporáneo: ¿Tiene Ud. un blog, una cuenta de
Facebook, o una web personal? Obviamente las respuestas en su mayoría serán
afirmativas y en algunos casos hasta apasionadas como “primero un post, luego existo”.

Ojo, debemos separar la paja, la gran paja, del trigo. No todo lo que está
publicado en las revistas literarias digitales es bueno o fiable (!), existe mucha cosa sin
importancia, sin embargo esto último comentado es subjetivo al lector, pues al fin y al
cabo es él (Pequeño dios del anonimato) quien decide qué leer y que no leer. Yo por mi
parte y sin andamiajes o máscaras, debo confesar que una revista vale por lo que es, por
su intensión, su perseverancia, su locura creativa, su buena onda, su desquiciado
compromiso con el trabajo y la difusión al mundo de buena literatura a pesar de los
desmanes.

Paolo Astorga
Editor de la Revista Literaria Remolinos
Blog: http://sinllegaraloinvisible.blogspot.com/

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Poesía
Yo, poeta sin brazos, perdido
entre la multitud que vomita
Federico García Lorca

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Arturo Accio
sergiopoet@hotmail.com

FUGACIDAD

Soy una mosca atrapada entre las manos de un niño


que corre a dejarle en un frasco
para mirar como se golpea contra las paredes,
escuchar su zumbido de desesperación,
pondrá un poco de azúcar por la noche
con la esperanza
de no decepcionarse a la mañana siguiente
y encontrarme tieso;
carente de vida,
aleteos rápidos,
estaré igual a mis predecesoras;
inerte, vencida, sin un ápice de gracia.

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NOTA DE DESPEDIDA

No se la des a nadie,
en medio de la tormenta resguárdala
asegura que continué ardiendo,
aun sea en un trabajo ensordecedor
donde seas visto como una ardilla que corre
moviendo cajas de un lugar a otro
para matar el tiempo y estar ocupado,
cuídala de las miradas de los curiosos
te preguntan por ella pero mantente firme, callado,
incluso si te promete una mujer hermosa el mejor sexo oral,
sin importar sea Jesús lleno de rayos,
rodeado de corderos mansos
con luz en el entorno y te diga que descansaras al dársela,
niégasela,
miéntele,
sabotéale su eternamente inconcluso plan divino,
al estar solo, borracho o drogado puedes sentir
el ardor de esa braza adentro,
aun sea una para ti algo terrible,
un tatuaje en el pecho,
es encantadora;
te aseguro muchacho
que con eso podrás incendiar de nuevo el infierno.

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IN CRECENDO

Gotea el sudor incansable;


una cama,
otra cama,
otra esperanza que se va;

los audífonos son mas potentes,


decibeles,
mas decibeles,
nada tiene sentido,

el idiota que mueve los hilos


parece que se le acabo la imaginación
y ha contratado tecnócratas,
un cero,
otro cero,

autos alocados que nunca terminan de llegar,


los frenos fallan
una nuca contra el piso
otra lamentándose y hablando al seguro,
un claxon,
otro claxon,

los esperanza es un ciego


en busca de una lámpara que ilumine

una mosca,
otra mosca,
se pudre el sueño de poder lograrlo
bajo el peso de una bota invisible,
y eso me recuerda
por mi propia salud mental
que no debo ni siquiera pensarlo.

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YO CREO EN EL MAL

Sintiendo el mundo al rededor


puedo decir con seguridad que creo en el mal;
en el pánico eterno de los hospitales,
en el tiempo perdido en las filas bancarias,
en el horror de un examen complicado hecho por diversión,
en el dolor inventando en los laboratorios;
Me declaro convencido de su interminable reino aquí en la tierra;
Yo creo en el mal,
en lo destructivo de cada uno de nosotros
que se oculta tras las sombras que queremos olvidar;
Yo creo en el mal que hay en mi,
al mirar mis manos moverse sin sentido
con hipersensibilidad a la luz y al ruido,
sé que esta conmigo adentro;
veo en el horizonte tragedias,
un dragón que revive las ganas de sentir la propia sangre escurrir
en la cara de los demás
¡Oh Satán! Tu que habitas en las camisas de los metaleros
parece que no queda otra opción que ser otro ferviente hijo tuyo mas.

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RATA EN RUEDA

Erika tiene un puesto ejecutivo en el banco


y se lo piensa en aceptar una invitación
a salir mas allá de la oficina donde trabaja,
al cursar la universidad éramos novios,
las cosas mas lindas del mundo pasaron entre nosotros
pero hay otras imperdonables a las que le tuve que pedirle perdón,
y así cada que mi madre puede me dice lo idiota que fui al dejarla
alegando que tendría familia y sería un hombre derecho.
Una vez a media platica Erika me preguntó;
¿Ya tienes lo que tanto has buscado?
¿Cómo me ves en realidad?
A lo primero le dije que esperaba nunca encontrarlo
a lo segundo le dije que era la persona mas gris que conocía,
no chistó ante ninguna respuesta;
al estar la sucursal cerrada mientras la besaba
me dijo que todos a su modo son ratas dando vueltas en una rueda,
le desabroche la blusa y nunca estuve mas de acuerdo con ella.

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¿TANQUE LLENO?

Lo primero que recuerdo con claridad


es estar de rodillas en la escuela primaria,
el amor que le tuve a una rubia que aun me escribe,
la mirada de mi perra antes de morir.

Una pistola en la cien es algo fácil


es un clic que puede borrar todo,
algunos se lo soluciona a otros no.

Luego miré mis manos llenas de sangre


y desde entonces no he dejado de escribir.

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A PRIMERA VISTA

Lo intenté sin éxito


y nada me costaba continuar haciendo al loco;
tomar cerveza,
vomitar,
morir de S.I.D.A. con las putas,
y sabes
en realidad no estuviera tan mal,
al menos habría sido divertido
y la señorita muerte no se hubiera fija en mi.

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EL BOMBARDERO KOSHER

Johnny me platica de la luz divina,


dice que el amor es la clave a la cuarta dimensión,
procura la comida Kosher
pero también es un alcohólico que no recuerda
lo que hace durante la borrachera,
se acuesta con mujeres que sabe lo abandonaran,
estoy seguro que no todo me cuenta
de sus periodos de depresión y soledad;
para él todo tiene que ser compulsivo;
el ejercicio,
la abstinencia,
o el exceso de los vicios,
escribe novelas ecológicas con tintes ocultistas;
hemos leído en muchos recitales juntos,
se espanto al grado de persignarse
cuando le dije que después de iniciar
ni en el manicomio dejaría de escribir.

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LO MEJOR DE TI

No son tus pechos gigantes


o tu sonrisa linda,
tampoco tu inteligencia o amor a la poesía,
es mirar tu nuca
y después tu boca llena de mi semen.

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COMO LA LUZ

Ya sea a medio orgasmo con una prostituta


o con una virgen inflable,
ya sea cargando un costal de papas
o en un espacio Feng Shui,
a media pelea en la calle,
arreglando el tejado,
resistiendo al dentista;
si lo tienes
en todo momento puedes respirar tranquilo
para ti existe un eterno anuncio luminoso en el desierto
que te dice que la locura tarde o temprano se apoderará de ti.

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MADUREZ

Llega un punto en que no se trata de soledad,


o amor,
sino de que tanto resiste el cuerpo y la billetera.

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AVESTRUZ

Sostenido en los brazos de la locura,


en la fiebre de sus deseos
mi mente arde sin dirección,
el infierno es un lugar tan personal
donde dejo hundir mi alma,
el dolor/placer es una practica tenebrosa
donde dejo hundir mi alma;
y ya no me pregunto si las figuras de sal son posibles
o sólo palabras de un crucigrama difícil
del que no me interesa salir.

Ω
Arturo Accio (1975. Guadalajara, México) Activista Literario.

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Ingrid Chicote
ingridchicote123@gmail.com

Claroscuro y clandestino
Selección
2009 – 2010

“Nos morimos, amor, y nada hacemos


sino morirnos más, hora tras hora,
y escribirnos y hablarnos y morirnos.”
Jaime Sabines

XVI

Mi corazón cree
que puede ir como si el solo se mandara
como si poseyera vida propia
y se nutriera por sí mismo de manglares

Es por eso que a veces


lo regaño
lo controlo
lo acorralo
para que pueda tranquilizar su vuelo insomne

Este corazón que tiene alas


a veces no me obedece
y es entonces cuando lo siento
al borde de la ventana
y lo suicido

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XVIII

Heme aquí
ante estas teclas
tratando de saber
si este ron me hará daño mañana
y habré amanecido con la respectiva intoxicación
que se refleja en las coyunturas.

Mientras tanto
me quedo esperando
que un mensaje llegue
como que si de verdad
tu existes
o me quieres
o esta ebriedad se convierte
en cierta condición indispensable
para dormir en esta luna
que se llena de pistolas

No sé ya cual es mi oficio

He dejado el trabajo
- los amigos -
Dejo la noche abierta
como un poema inconcluso
en esta oscuridad en que me encuentro
con las palabras que necesito
en las voces de poetas muertos

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XIX

Me extiendo en la tarde
como cualquier sabana
para que corran por ella
los caballos

Me vuelvo sedienta en la ausencia


en esta nada
que se mitiga
en los olores de la cocina

Tolero el puente de la tarde


y me envuelvo con mis propios zurcidos
para atajar el hilván
que se me va
en un espacio de tiempo

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XIX

Porque las palabras pueblan mis días


ansío escuchar las ventanas
hablarme al oído

Remitirme a la belleza
de un susurro
o simplemente que ocurra un milagro
de escuchar un te quiero

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XX

Tolero la tristeza de los días de sol


cuando se cubre de amarillo la nostalgia
y salgo a pasear por la orilla
del papagayo de colores
de los niños de la sombra

Vulnero cada parte de mí


ahogando las lágrimas en la repisa
donde los medicamentos
obligan a que la locura
se quede dentro de los espejos

Pero la tolerancia no me tolera


y escapo a mares llenos
en estas olas
que me arrastran nuevamente
a la orilla de los recuerdos

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 25


XXI

Nadie muere de reposo


ni de ladrillos
ni de túneles que no terminan
ni de agujeros en los pantalones

Se muere de muerte
cuando la mirada se obstruye
por la naturaleza en llamas
y el agua se la bebe el cielo

Por eso conjuro a la muerte


en estos días donde la lluvia
no existe
y el desierto me lleva alucinar oasis

Despierto
con montones de arena
en mi garganta

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XXII

Ideo una tregua


para pensarte de lejos
como pienso en dios
y en los unicornios

Para sentirte
desde lejos
en toda esta maraña de nubes
que se va quedando en las coyunturas
para esperanzarme de ti

Sin ti sin mi
la vida es un duelo
que jamás será el mismo
por la mañana

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XXIII

Me duele la tarea
de barrer las sombras
buscando los cabellos
que no se hayan en ninguna parte

Barro el misterio
de los adioses
el clerical fantasma de las guitarras
y este sueño
que cuando despierto
se convierte en dolor
en las entrañas

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XXIV

Convertida en zahorí
tomo las ramas de almendro
buscando en el desierto
un pozo de agua

La rama se mueve envestida


de los aires que el sol
contraviene hacia mí
y me desvía
nuevamente
a tu casa

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XXV

No sé si Lir
se convierta en la diosa de la triada
donde amor, ternura y profecía
se embriagan en los bosques
por donde los duendes y las faire
se preparan para los encantamientos

De ser así
pediría a esa madre diosa
ser un roble
para que el cielo y la tierra pasen a través de mí
y pueda dar mejores sombras
a quienes se cobijan debajo de mis ramas

Ω
Ingrid Chicote (Caracas, 1965). Escritora. Docente de Teatro. Estudiante
de Educación en la UNESR. Facilitadora, comunicadora, cultora y
trabajadora comunitaria de diversas instituciones. Ha recibido
reconocimientos a su labor de instituciones internacionales, nacionales,
estadales y locales y su obra poética y ensayística ha sido publicada en
medios impresos nacionales, regionales y en diversas webs.

Foto tomada por: Patricia Blanco

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Marco Antonio Valencia Calle
valenciacalle@yahoo.com

Conversaciones extrañas

1. CUANDO LA MUERTE SE DISFRAZA

La muerte se disfraza de espectáculo y asiste a un carnaval. La muerte entre ríos de licor


y gritos de fiesta se mete a una batalla de flores. La muerte se recupera de su mala fama
y se deja acariciar, besar y gritar. La muerte crea mundos con esencias vitales para
premiar a los que sueñan, a los que bailan a su lado en hilos de música, de sol, del
sudor, de mar.
La muerte de fiesta no se mortifica ni cohabita con el dolor de nadie. No quita
esperanzas pero tampoco sirve de salvavidas. La muerte baila sus alegrías y no interroga
ni pacta, ni quema para el olvido de las desgracias, ni engendra ilusiones en los
desheredados. La muerte no hace promesas con cantos ajenos, ni habla con nadie para
que vuelva al latir el corazón de los poetas.

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2. POR ESTOS LADOS DEL MUNDO

Por estos lados del mundo nos azota una extraña enfermedad. La otra cara de la
melancolía para sorprender a los desconocidos. Una larga nota musical que no nos
ayuda a descubrir la crueldad, a enrollar las angustias. Un puñado de difuntos que nos
tapiza el pánico y nos llena de brisa triste la sonrisa. El idioma del abandono.
Todos andamos con la carne desgarrada, el corazón lapidado y las entrañas sin
misericordia. Con los ojos dorados después de haber visto todos los horrores, los
vértigos y desastres que se viven cuando hay una guerra.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 32


3. PARA VIVIR EN EL OLVIDO

Extraños crímenes de guerra se develan por entero para vivir en el olvido. No es la


historia la que olvida las mentiras en flor, es la alquimia del alma de este pueblo la que
olvida los malos olores para sobrevivir a sus defectos.
Cada olvido es un nuevo principio en los sembrados de hortalizas junto a los cultivos
del fracaso.
Hay lugares en el cuerpo de un hombre donde nadie puede llegar para ayudarnos,
darnos un consejo, rescatar los afectos, sobrevivir a las alegrías perdidas; o regresarnos
al instante previo de la desgracia que nos enluta el alma, los días, y la rabia.
Entonces viene el olvido y de todo se encarga.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 33


Conversaciones difíciles

1. EL ESPANTO DE LA AUSENCIA:

Si mueres en la batalla para salvar la patria de los apátridas, me decía el abuelo, una
mujer de vuelo suave te llevará al más allá.
Una hada, una valquiria, un ángel, una hermosa princesa de ojos azules, alzará tu
espíritu y te guiará hasta tu nueva morada donde te prodigará alimentos, besos y
caricias; al borde de un jardín de melodiosas cascadas de agua, que nunca olvidarás. Y
si muero en la batalla, de forma tan perversa y fantasiosa a nombre de la patria, seré el
héroe amado de mi abuelo y de todos mis antepasados. No sabe el abuelo que los
miedos que me habitan no necesito imaginarlos. Que ya sospecho la muerte, que ya he
visto el horror que dejan en el alma los que desaparecen. Que me he desnudado en las
noches para ensayar la experiencia, frente a la cama de mi madre.
Que puede más el espanto de la ausencia de mi vida en la vida de mi madre y de las
mujeres que amo, que los dones y los placeres que me ofrecen las valquirias sobre la
tierra sucia, negra, gusanienta y floreada de los cementerios.
Ignora mi abuelo, que sospecho de la existencia de otras vidas y que no creo que en esta
guerra de hermanos idiotas, existan héroes diferentes a los desplazados.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 34


2. EN ESTE ROMPECABEZAS DE PAÍS:

En este castillo donde he llorado la muerte de mis parientes. En este rompecabezas de


país donde todos los mortales por vanidad hemos asistido a batir pañuelos blancos en la
calle. Donde las arrogancias de clase se han ido río a bajo como los cadáveres sin rostro
que anuncian en la radio como si fueran muebles a la venta. Donde hemos besado con
duda las ofertas de paz como si fueran sueños a medio recordar. Donde todos los modos
y formas del miedo se han hecho presentes para mitigar el aburrimiento de los
domingos. Donde los vampiros y monstruos de ultratumba nos asuntan menos que los
terroristas o las elecciones populares. En este castillo donde he llorado la muerte de mis
parientes y aúllan las pesadillas de mis días, escribo con sangre un puñado de cartas a
los poetas en busca de la solidaridad perdida, de la conciencia extraviada.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 35


Conversaciones alucinadas

1. Somos víctimas más allá del rostro, de la noticia, del espejo, de lo que parece.
Víctimas de los espantos sin nombre, de los cantos del demonio, de la curiosidad de los
santos, de la incapacidad de las moscas, del horror de la limosna, de la lluvia de
consideraciones, de los juicios laberínticos.
Somos tragedia, relatos con olor a gladiolo y tierra podrida, nombres indeseados en las
noticias del almuerzo, un escándalo para unos, una suerte de historia con subtítulos para
otros. Somos víctimas más allá de la jungla de mujeres desnudas que nos acosan en
vallas y periódicos, de las estadísticas fantasmales, el maquillaje de las desgracias, la
salud de los unicornios.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 36


2. En un país donde la poesía no es tan esencial como el pan, ni tan cotidiana como el
ruido de las metrallas. En un país donde el hambre sale a las calles en busca de un dolor
más lírico y menos perfumado. Donde las metáforas del malestar se olvidan con las
imágenes de bellas mujeres en la televisión. A uno le dan ganas de distraer el horror
horadando batallas de resistencia por la cacería de ballenas o la tala de árboles de
guayacán. Vivir en el extranjero, calmar a carne viva el miedo punzante con himnos de
iglesia, sembrar con cuidado las ilusiones en jardines estériles de un poema. Ser menos
metafísico, más esencial, menos oral, más valiente, menos distante, más lúcido, menos
palabra, más digno. Pero el miedo, el miedo que no es fantasma y galopa entre nosotros
como un ser de carne y hueso no deja fluir, ni respirar, ni soñar, ni ser más.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 37


3. El teatro de la vida mirado a través del espejo. Es el de un hombre sentado que se
aguanta la hediondez de las fosas comunes donde han enterrado a sus vecinos y no
espanta los buitres que le despeinan la indiferencia. La sangre de los condenados a
muerte y el grito horroroso de los inocentes salpicándole el silencio cómplice, es la
alfombra que lo transporta. Veo un hombre que pinta fantasmas cuando pinta su
autorretrato. El palpitar de un corazón helado y descuartizado por la duda, sin fantasías
para escapar. Un tullido buscando un lugar en el mundo, una rueda suelta donde reina la
apatía, un poeta vacilante.

Marco Antonio Valencia Calle. Nació en Popayán, en el año de 1967. Es miembro de la


Asociación Caucana de Escritores. Profesional universitario en Literatura con maestría
en Filología Hispánica del Instituto de la Lengua Española, de Madrid, España. Su
trabajo literario ha sido reconocido, nacional e internacionalmente, entre otros, por los
siguientes premios: 2º Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda 100 años, en
Temuco Chile, 2004; por el Premio Nacional de Poesía Casa Silva, Descanse en paz la
guerra (2003); y el Premio Nacional de poesía ciudad de Chiquinquirá (2002). Entre sus
publicaciones cabe destacar Los versos de la iguana (2005), libro de poemas que ya va
por la tercera edición. Las novelas Oscuro por Claritas (2000) y El Profesor
Espantapájaros (2008). Es docente de literatura, columnista semanal para varios medios
de comunicación en América Latina, y autor de varios de poesía inéditos. Actualmente
(2010) Coordinador del Bicentenario de la Independencia en el departamento del Cauca.
Web: www.marcoantoniovalenciacalle.blogspot.com

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Carlos Ramírez Vuelvas
vuelvas@hotmail.com

ESQUEMAS DEL QUINTO PISO

LAS PIERNAS Y EL TIEMPO

Amo largamente el peso de mis piernas/ y el jardín de carne del pubis de mis manos./
Amo rabiosamente estos días cansados, en los que el tiempo se apoltrona,/ un percherón
violento, concentrado./ La furia de su sueño bebe hastío,/ las fuentes de su alba le
escuecen la mirada.// Amo con rabia estas tardes de amigos inconclusos y buenos días y
nada,/ el teléfono a medias y oficina y claustro detrás de las persianas./ Qué intensidad
zozobra en las palabras no dichas,/ los sobres que permanecen sellados en su desgracia
virginal.// Y sin embargo, qué dios furtivo se revela/ si al invocar las cosas las tocan mis
manos./ Qué dios daría de mi parte si al tocarlas sangraran./ Porque amo también la
rubia rabia del sol que abre caminos de cáncer y asesinos,/ lamentos de soledad a las
cinco de la tarde;/ la rubia rabia del sol de mediodía, y el peso de Sísifo y la sangre y la
sed/ y el hambre. Este andar a ciegas cantando para nadie, y la cabeza, el corazón, la
tierra blanca/ de la página en blanco regándose de algún modo,/ fértil, diseminada en los
días que me sobreviven.// Si yo fuera esta invocación posible, una balanza para el
lodazal y el grito,/ la primavera. (Adentro del zarzal/ llevaba la niña el alma y la
tormenta y la quimera.)/ Si yo fuera por siempre la incertidumbre que soy a veces,/
ciegamente, sinceramente,/ daría todo mi largo amor completo, profundo y rabioso,/ que
también poseo en el peso amoroso de carne de mis manos y mis piernas.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 39


MIÉRCOLES

Se fornica con red y a plazos fijos./ Se da en la piel gato por liebre./ Se forman largas
filas de dos al excusado./ Se limpia con papel estraza lo que de sudor hay en las ingles,/
lo que del jugo nutricio para bruñir la vida derrama su miel en los placeres.// Pero yo
hablo de lo contrario,/ cuando no existen débiles albas,/ sino turbias tormentas de
mujeres acechando el apostolado de la soledad/ con encajes de carne sonrosada./ Pienso
en lo contrario a los broncíneos soles y los apolos en frío quemando/ esta religión de
sábanas y piernas,/ de alcobas, labios, lenguas y un gemido/ sonoro, prolongado, para
lograr que la inversión suba y luego caiga/ interminablemente/ al precipicio que es uno
mismo,/ repetido,/ cotidiano,/ clandestino.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 40


PARA VENCER AL CALENDARIO

Luz del ciego que soy en el trance de los días,/ agua en la canícula interna./ Te celebro
con versos anticuados de ardiente y escandalosa y sonora y grave y dulce sangre,/
escrita para el futuro del polvo./ Frente a la voluntad indecisa de mis hermanos/ que
escriben laxitud también con la pereza en lo más gris y sucio del asfalto.// Yo labro mi
palabra como amante, sobre las páginas doradas que me permite el calendario./ Ya
sabes del rigor para atrapar el rayo, con la firmeza del corazón y del cerebro alertas./
Desgajar el manantial de la frente con la piedra de los días,/ y colocar en los poemas el
ciclo tempestuoso de las estaciones/ para morder tu cuerpo./ Abrir la fruta lengua
adentro./ Quemarte luego, completa, para que de ti no sepa nadie/ sino las páginas de
oro donde se escribe el Tiempo.

Ω
Carlos Ramírez Vuelvas (Colima, México, 1981). Autor de los libros Brazo de sol (2000),
Cuadernos de la lengua y el viento (2006), Ruleta rusa (2007) y Calíope baila con el poeta
ebrio (2009). Sus poemas aparecen en las antologías Un orbe más ancho (UNAM, 2007), La
luz que va dando nombre (BUAP, 2007) y El oro más granado (UTEP, 2009). Actualmente
estudia el Doctorado en Literatura hispanoamericana en la Universidad Complutense de
Madrid.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 41


A. Giovanni Collazos Carrasco
elterror_acechando@hotmail.com

MUSGOS

Sin estridencias,
sin fanfarrias,
vamos a hilvanar sutilmente las palabras
para romper los cristales
de todos los vehículos barrocos
que sólo sirven para detenernos en los balcones
sin mirar por las ventanas a los caballos que se desmontan
de un baquiano desquiciado
perdido en un musgo del cerebro

vamos a destejer suavemente


la violencia de las horas que nos deshacen,
nos adormecen
y nos engullen en un cavilar ralentizado.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 42


PAÍS DESCONOCIDO

mi poquedad se relame, galopa por una esquina


donde sedimentos de lluvia
gobiernan reversos de esquirlas que me traspasan

circulan las facciones inertes de los huesos


próximos a los caquinos de almas postreras

y golpean los vetustos estragos


de un País de bálsamo
que nunca he conocido.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 43


OTROS ASUNTOS

He venido de Lima a Madrid


y no hay tiempo para otros asuntos

la contemplación es la ruina
en una ciudad rumiante
que salta en el vértigo

los octubres son pluviosos


se van cerrando por los trapecios distantes
en el afán que se abre difunto
por las estrías de los años
del poeta de esfera y aguja
que goza el afecto de los martillos

la abstracción me sabe a miel traicionera


en el aeropuerto que se traga mi continente,
en el hermetismo boreal de mi trastornado verso

insidia de este sol diminuto


en las orillas de mis costuras
a golpe de cajón nocturno
que ruega descalzo a mi camino
para que la intemperie
azogue mis huellas.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 44


GOTA A GOTA

Qué importa si las placas tectónicas


remueven los cimientos de mi serpentín,
haciendo que la última gota de pisco
se halle curtiendo
mi deshabitado
cuerpo

si el temblor se lo debo a tu boca constrictora,


a tu vientre batiente
que no filtró mi torpeza

el temblor se lo debo a mi bardo


formado en charcas de carne,
entre muslos y fermentos
desglosados por los avernos
que coexisten en la eufonía del cencerro
y de la caja que recoge
mis pedazos

qué importa el redoble de los dedos,


el sabor de la uva,
si despides la embriaguez del alambique
que me reduce
a sangre profética que queda pegada
en la pared,
mientras tiemblo gota a gota
sobre el adobe y la quincha
de mi casa.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 45


ELEFANTES

Los frugales elefantes que habitan en mi estómago


se descarrilaron
y jubilosos llegaron al matadero
para desequilibrar los relojes

a esas trompas les han crecido garras


pintadas con achiote, zurcidas con escombros
que construyen cañones
pegados a los policromados señores elegantes
con sus facciones hediondas

el marfil nunca se resignó a su estiaje,


fue parte del andamio
enquistado en el menisco

son mis elefantes que se llenan de pumas


entre galernas de caballos
reverberando el inalterable deseo
de esculpir las palabras
con la carne.

Ω
A. Giovanni Collazos Carrasco, nació en Lima-Perú el 24 de octubre de
1977. Actualmente lleva residiendo en Madrid desde hace más de 10
años. Se inició en los talleres de poesía y creatividad de la asociación
cultural Clave 53 de Madrid. Ha publicado poemas en dos libros de
antologías poéticas en el 2009 en Madrid y ha colaborado con diversas
revistas literarias en ediciones digitales e impresas, también en España.
Es participe en diversos recitales de poesía organizados por grupos
poéticos y asociaciones culturales del País de Cervantes.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 46


Argenis Díaz
jargenisd@yahoo.com

Descreo de concilios
mañana será lo mismo
hablaremos otras lenguas

seremos pájaro
ángel
con seis alas de papel
para alzar el vuelo

cuando todo sea inútil


y nos busquen
en los avisos clasificados
y en los envíos
contra reembolso

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 47


Aproveche la luz
no ve que todo está rojo
y por estas calles
ya nadie suele decir
verdades
que el toque de queda hacia el amor
ya no funciona
que la vida pende de un hilo de sangre

que me estoy cansando


de ir y venir, como quien dice

que herido de bala por tu ausencia


sólo atino a decir la misma oración
aprendida de memoria
en un libro de primaria.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 48


No logró entender
que soy aire y no tierra
que todavía cabalgo
caballo de mar indómito

sobre montañas de fuego

que giro en círculos


buscando el sustantivo
la palabra precisa
otra mirada

otra lluvia
bajo el mismo cielo
espejo

que me devuelve tu imagen

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 49


Una gota de agua
es similar a otra

amo la soledad que te rodea


estas calles no son las de Venecia

pero el llanto corre igual


en cualquier lugar del mundo.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 50


Aprendí que el amor
redime de sufrimientos
mientas sigues atado
al árbol de la vida.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 51


VUELVO AL SILENCIO DE LAS HORAS

A la fría calma de los aciagos días


en que vi de cerca tu rostro
cuando hundías tu daga en mi memoria.

Marchita de siglos de ausencia


tu malvada risa
me persigue
cuando menos lo espero.

Tal vez no llegues nunca a vencerme


pero el miedo sigue oculto
al asecho del perdón
por no ser quien quiero ser

El hombre más valiente de esta historia.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 52


GRAFFITI

Cómo ignorar las voces que me dicen:


Se puede hacer poesía de esta ciudad;
“cómo meter una moto en un poema”,
una Cherokee, un Mercedes o un Monza.
Un corazón metálico que se cansa de esperarte.
Cómo decir que las flores son bellas,
con este bullicio de bocinas
y ruidos de carrocerías.
Caminar con los árboles que imploran oxígeno;
como yo a ti, a tus ojos solitarios
perdidos en estos bosques
donde la vida va de un autobús a otro,
de un semáforo aun libro,
a un poema con luz roja.
Ya basta, está bueno de tanto quejarse
del calor, de la miseria de este mundo,
de las utopías, del estrés,
del tiempo que nos aniquila
entre amarillos y verdes que no son nuestras banderas.
Lo mío y lo tuyo no importa;
sólo quedar atrapados en un ascensor quizás
o entre las ruedas de esta vida de perros,
de estos infiernos que devoran la palabra
y los graffitis
en las paredes de los bancos
o de las escuelas, donde escribo y leo:
“Soy el lobo feroz que hace mucho tiempo
te busca entre las rejas, entre las flores rojas
de los cementerios...” O borrar todo esto
y empezar a escribir: “Te amo...”

Ω
Argenis Díaz (Villa de Cura, Aragua, Venezuela 1954). Escritor,
poeta y ensayista. Miembro activo de Senderos Literarios y miembro
fundador de Villa Literaria. Publicó: De Espaldas al silencio (1992);
Alas de Papel (1997); también en Antología Poesía de Aragua
(1997); Selección poética. Senderos Literarios (2004) y Senderos en
el tiempo (2005). Ha trabajado como redactor en diarios,
suplementos literarios y revistas regionales y en la revista digital
Letralia. Asimismo viene realizando una importante labor formativa a
través de talleres de literatura para niños, jóvenes y adultos en su ciudad natal y otros lugares
de la provincia de Aragua, Venezuela.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 53


Héctor F. Ranea Sandoval
hfraneasan@gmail.com

blindado corazón a los recuerdos


malditos
aquel cigarrillo negado
una palabra que se quedó entrampada
en tiempos inaccesibles
los vientos que nos apagaron la mirada ya triste

memorias blindadas casi hasta el olvido


patrañas del recuerdo que cesa inevitable
en el salón mortuorio de las ideas olvidadas

algún día llegará la oscura golondrina


la palabra del día en que la memoria
deje de ser una piedra clavada en los sesos

ese día en que las capas de máscaras


superpuestas a chapas voladas en los aires
sumadas a las conchas descompuestas en los terremotos
adheridas a lechos de obsidiana y jade
se hagan pan en las breves alas
de mariposas que volverán a morir
con la llama de la vela nuestra que se apaga

ese día
cada vez
siempre
para siempre

de: corazón blindado

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 54


no tengo donde ir
dentro de mí no hay más espacio

todo se llena de músicas que comparto


con vos sin saberlo

pero están ellos los recuerdos


además
desborrados que nacen todos los instantes
nacen en cada orilla de mis dedos
al escribir un verso todavía triste
todavía más triste que esa noche

esa mano que me desnuda el blindado pecho


la mano blindada
el tiempo blindado
la mañana blindada ciega
el pozo abierto sin fondo hasta el desnudo
corazón de la tierra

y en el manto marchito de las flores


pobres avispas pobres lirios
la curva de la vida los abandona

tal vez estamos arriesgándonos a largar la cuerda


o atárnosla en el cuello

de: corazón blindado

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 55


¿Qué sexo no contiene un deseo de desaparecer
después del acto? La propuesta es desaparecer
antes
para que la pesadilla contenga su propio castigo

Dejar la acción suspendida en el deseo,


colgando en la neblina como una joven
recién asesinada por el amante
celoso de la voz de otro que escuchó
su voz en las campanas

Sólo lágrimas quedan en el acto de desvanecer.


Las lágrimas son condensaciones
de la niebla que rodea los deseos
pero el deseo está detrás del acto
el placer nunca delante

¿Qué placer más fantástico


que amar la niebla que nos cubre
como un cuerpo que se desvaneció en nuestro deseo?

de: y si de amor se trata

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 56


dos líneas

alguien me sueña moscas grises


moscas grises me sueño al crepúsculo
las sueño en el sueño de alguien
sueño las moscas que siguen a mi sueño
el sueño último en el aire sin brisas
sueño de moscas en un cuarto en verano
solo en ocasión de sueño sin sueños

encierro los sueños en ignición


en un bártulo viejo de pordiosero
hurto en los zaguanes la basura
junto los papeles donde otros
se limpiaron la abundancia
para llenar la alforja con sueños
para caminar el resto del camino
con sueños que me sigan
del otro lado de esa senda oscura

los sueños que llevo en la mochila


los sueños que alimento en la basura
los sueños que lamento en la argucia
de ganarle un verano más a mi destino
para seguir hasta el próximo otoño
robado en los pasadizos de las moscas grises
en los sueños de los jardines ausentes

caminando con el paquete de sueños tristes


robados a quienes saben soñar en otros sueños
espero encontrar un buen lugar donde soltar
las moscas grises de los últimos demonios

encontrarme entonces cara a cara


con el otro lado del camino

de: y si de amor se trata

Héctor F. Ranea Sandoval. Nacido en Salta (Argentina) en 1950. Es poeta, escritor, físico,
profesor universitario e investigador científico. Tiene un libro de poesía publicado en Último
Reino (Buenos Aires) en 2000 y varios poemas en sitios de Internet dedicados a poesía.
Mantiene un blog de poesía colaborando con el Grupo Heliconia: Poemia. El fuego de
Heliconia. Como narrador mantiene, en la misma condición, otros tres blogs de narrativa. De
Sergio Gaut vel Hartman: Químicamente Impuro Breves no tan breves y Ráfagas y parpadeos.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 57


Luis Calama Rodríguez
lcal@usal.es

SERÉ DEL VIENTO

Pronto seré la tierra


que agarrada al olivo
alimenta sus ramas
besando sus raíces desde el suelo,
y llegaré a la copa
que frondosa se mece
al placer de su vuelo
disfrutando el perfume de sus hojas.

Pronto seré la hierba


que se asoma al camino
alfombrando los prados
donde crecen las flores y los pinos,
y la luz de los días
me besará de nuevo
cuando el sol haga mías
las mañanas que surgen del rocío.

Pronto seré del viento


un juguete que apenas
inventará unas alas
para poder subir hacia lo alto,
y la fuerza del aire
empujará mis sueños
para que sin cadenas
se transporten al fin hasta los cielos.

Pronto seré tan sólo


un recuerdo fugaz
que una vez escribiera
sentimientos atados a unos versos,
y quizás en tus labios
sonarán mis poemas,
como en aquellas tardes
adornadas de azul junto a los cerros.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 58


EN MIS SILENCIOS

Cuantas noches llenas de sol


colmando de cálidos sueños
el embozo de mi almohada,
imaginando regiones llenas de luz
en los vacíos rincones del cerebro,
despertando alegorías infinitas
como sutiles vientos
que soplan caracolas de cristal
entre el aroma incierto de la vida.
Cuantas noches llenas de luna,
llenas de pálidos reflejos
plateados como corales
incandescentes, llenas de tacto,
navegando en la dulce ternura
del mar de los deseos.
Cuantas noches llenas de sol y de luna,
de estrellas y de firmamento,
he vivido contigo en mis silencios.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 59


HACIENDO MEMORIA

Tras el soneto gris de lo vivido


y escrutando el perfil de la memoria
no me da miedo el juicio de la historia
a contraluz de todo lo aprendido.

Doy por bueno el tiempo acontecido


agarrando mis manos a la noria
que unas veces te sube hasta la gloria
y en otras te sumerge en el olvido.

He tratado de ser siempre juicioso


y aunque no lo lograra cada instante,
salvo que mienta la voz del inconsciente,

no se me puede tachar de pretencioso,


pues nunca pretendí ser importante,
ya que me cuesta trabajo ser corriente.

II

Mirando atrás el fondo de lo habido


he dejado de lado muchas cosas
sueños rotos que pesan como losas
y un poso pertinaz de arrepentido.

He tratado de hacer lo que he podido,


escanciando veranos en las rosas,
primaveras de infancia y mariposas
enterradas atrás con lo perdido.

Y aunque ignorante y torpe a cada paso,


no quisiera encontrarme ni más cerca
ni más lejos del mundo recorrido,

y cuando el sol se ponga en el ocaso


me dormiré en el sueño si se acerca
y olvidaré sin más lo que he sentido.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 60


MIRÉ LA LUZ DEL ROSTRO DE LA TARDE

Miré la luz del rostro de la tarde,


invadí del otoño el mediodía,
rocé el espacio sublime del silencio
y sucumbí a su suave caricia displicente.
Miré la luz del rostro de la tarde,
imaginé el resplandor antes de verlo,
reconocí el color que dibujaran
las flores nuevas de su dulce espera.
Miré la luz del rostro de la tarde,
roja de fuego, añosa y despiadada
mientras yo estaba quieto en la ventana
acodado en la cresta de los sueños,
y vi ponerse el sol tan de mañana
que las horas ladraron como perros.

Ω
Luis Calama Rodríguez, soy médico y profesor de la Universidad de
Salamanca, España, en donde resido. Publico habitualmente en revistas y
medios de comunicación de mi ciudad, así como en diversos medios de
publicación electrónicos, a los que se puede acceder mediante mi nombre en
los buscadores.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 61


Juan Carlos Rivera Quintana
islaenpeso@yahoo.com.ar

ESPASMÓDICO BAILE, BAUTIZADO MAR

“Pero soy esto, la mala roca que busca


erupcionar en las entrañas del poema,
parir su libertad, sin nombres,
como un islote escondido entre las olas”.

Abel González Facundo, “La isla de Virgilio”.

La masa de agua fosca y verde me devolvió su resaca


cierta rabia de naufragio justo en medio de la nada,
como un buque fantasma que junta cadáveres
y luego los devuelve a la orilla
para que sean enterrados en el limo putrefacto.
El mar se fue amontonando en mi espalda, en mis costillas/
entre los confines de mis piernas, por tanto peregrinar
amputado a hachazos, a punta de cuchillo/ por tanto camino salobre
y espasmódico entre tablas salvavidas que desaparecen tragadas
por esa porción de líquido difuso al que todos vuelven en rito/
(recordar que sólo el culpable regresa dos veces a la escena del crimen)
para agradecer al silencio que le da fuerzas, que lo alienta a seguir
o perderse entre la multitud de la gran ciudad donde nadie repara en nadie.
En definitiva, ese es el sino de los que rompen sus naves,
partir para retornar a un muelle equivocado/
intentar reconstruir su existencia para terminar siendo ni de aquí ni de allá.
Yo también heredé una gabarra, un pedazo de barcaza
para cambiar el cuadrante difuminado a fuego, pero nunca reparé
en la isla adónde nacía, ni en la inexistencia de un camino de ripio para la estampida
donde esconder los infortunios que bucean algún antídoto justo cuando cae la tarde (y
todo se inmoviliza).
Entonces salgo a la proa y siento la caricia salobre y obstinada
esa música atávica del ir y venir que todo lo disipa, engulle y corroe/
lanzo mi velamen sobre las cabezas y desato los cabos
para franquear una salida del puerto, observo las bollas y tuerzo el rumbo,
puras veleidades intelectuales de ciudadano que olvidó su lugar
y ahora intenta habitar otros dominios, aunque sólo sea pura ilusión

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 62


trasnochada de alguna pesadilla no contada a su psicoanalista.
Escapo, huyo, me sumerjo, pero apenas es una alucinación
como recordar cementerios, epitafios y piedras sobre bóvedas que nunca puse
antiguas pesadillas para cuando ya no quede ni mar, ni barcaza, ni bollas y el muelle se
haya esfumado en la neblina del tiempo.

21 de octubre, sin sextantes ni brújulas.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 63


INTERROGANTES COSIDAS A LAS PUERTAS

“eres aquel que vuelve


a borrar de la arena la oquedad de su paso;
el miserable héroe que escapó del combate
y apoyado en su escudo mira arder la derrota”

José Emilio Pacheco, “Éxodo”

No preguntes quiénes quedan, no preguntes


las calles han resultado dilatadas/ pero vacías…barridas por
una bocanada de aire febril, casi bochornoso,
la poca gente que subsiste mira desangelada y abúlica el calendario
que se desliza como uva seca… las vidas han quedado suspendidas
en el umbral de las puertas y bajo los pocos campanarios en pie.
Cansina las abuelas cosen y descosen los mismos vestidos
que sus nietas ya no quieren llevar a las escasas fiestas
(“hay muy poco que celebrar”, dicen solemnes las viejas).
Muchas paredes de veteranos edificios yacen sostenidas
porque Dios existe y la cultura de la ruina campea ciudad abajo/
buscando alguna viga escondida donde guarecer los miedos
al derrumbe y la mirada de la policía que todo lo observa
impúdicamente, casi con interés malsano, con codicia impropia
para la decencia ciudadana.
No preguntes cuántos escaparon clandestinamente, no escudriñes por
discreción profana, te lo ruego.
se van advirtiendo descomunales vacíos en medio de la tempestad,
entre los fragmentos de reuniones políticas adonde pocos acuden
(pues ya no hay nada que discutir- se perdió el interés
al monólogo vacuo)y hasta los discursos conminando al combate
y los ejercicios militares arrancan grandes carcajadas
en medio del clima suicida que todo lo pinta sepia.
Casas destartaladas por la humedad
carcomen las estadísticas que paralizan el alma
de los organismos de vivienda; el paso de huracanes
mengua los recursos - y posibilidades de salir a flote -.
La ciudad de las carpas progresa, se asienta impiadosamente
al margen de las rutas desde donde se miran los trenes fantasmas
casi exánimes de mercaderías para llenar el tiempo de la gente que piensa en lo que
pudo ser pero quedó a la vera del camino por negligencia y tozudez doctrinal.
No preguntes cuándo lloverá el buen destino, ni lo intentes
por cordura/ todos se acostumbraron a bajar sus cabezas
y ya nadie tiene tiempo para predicciones agoreras bajo el Sol…
ha sido muy dilatada la expectativa

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 64


y no hay cambios perceptibles, que limpien el ánimo de parálisis
y fobias que solo conducen al patíbulo sin bonanza, a la expiración.
La gente se remacha a las espaldas el síndrome del exegeta derrotado
y solo acierta a calcular los días en que subastará en el infierno
una pelea que ya sabe adonde conduce y lo ha dejado maltrecho
y sin “escudo donde mirar arder la derrota”.

Buenos Aires, 2 de diciembre 09, expiando mis culpas

Ω
Juan Carlos Rivera Quintana (La Habana, 1960): Lic. en Periodismo por la Universidad de La
Habana, tiene una currícula terminada de un Master en Planificación y Gestión de la
Comunicación por la Universidad de La Plata. Periodista, poeta, ensayista y narrador. Reside
definitivamente en Buenos Aires, Argentina, donde trabaja como periodista y profesor de
Redacción Periodística, en el Círculo de la Prensa y en Oficina de Comunicación Social de la
Presidencia de la Nación. Ha publicado libros de crónicas periodísticas, ensayos
historiográficos, cuentos, poemas en España, Argentina y Cuba. Acaba de salir al mercado su
ensayo historiográfico “Breve Historia de Fidel Castro” o Metástasis de una ilusión, con la
Editorial Nowtilus, de España.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 65


Francisco Jesús Muñoz Soler
franciscomuozs2003@yahoo.es

LA VOZ DEL PENSAMIENTO

¿Acaso es más que un sueño la voz del pensamiento?


ARTHUR RIMBAUD

Esa voz tan cercana e independiente


formaciones de ondas en su idioma
que reverberan audaces en la mente

vertebrando la consciencia indeleble


maestra llave del pensamiento
que abre espacios en lo ignoto

¿Acaso es más que un sueño?


ese magma de impulsos eléctricos
y transciende a otros niveles

o sólo es un pasajero embeleso


con articuladas resonancias
que brotan en fugaces terrenos.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 66


POEMAS

Una fuente sin fin que mana liquido


inmortal desde el cielo rebosante.
JOHN KEATS

Esencias que fluyen de ricos encantos


con suave tintineo o tropeles sones
amamantando nutricio magna de deleites,

deliciosos sonidos que recrean el pensamiento


de bardos que nutren desde los inicios
con verdaderos goces plenos de bellezas,

con musicales ecos que transcienden


en las profundas concavidades refulgentes
de generaciones de esenciales espíritus

esparciendo continua luz sobre almas


apresadas por fugacidad y penumbra
esencias inmortales de cielo rebosante.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 67


SE AÚN EL ESTÍMULO

“Se aún el estímulo que, extendiéndose


por esta tierra abotargada, la alce”
JOHN KEATS

En este mundo tan sutilmente abotargado


donde las meninges clamas copiosos consumismos
y las materias blancas y grises
acomodadas en parsimoniosa languidez desisten
de nutrirse de ricas bellezas que franquean
los canales de aberturas de las sensaciones de deleites

esos que catalizan hermosos deseos y pensamientos


incipientes o plenos de esencial iniciativas
esas que nos distingue en el reino animal
de seres simples, diestramente amaestrados.

En esta tierra sistemáticamente abotargada


es necesario el irreverente estímulo
que nos alce del adocenamiento: la poesía.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 68


PERPETUA DICHA

“Perpetua dicha son las cosas bellas”


JOHN KEATS

Envío mi heraldo a un lugar desierto


para que alcance ecos de significados
allende de los mundanos sentidos ordinarios,

formaciones de etéreas y delicadas áureas


diseminadas esencias que estructuran bellezas
musicales luces de alboradas tenues y aéreas,

con esencial carga de hermosos deleites


volverá ahíto de extraños orígenes
ambicionando surtir de gozosos placeres

y como Keats nunca sumirse en la nada.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 69


JUNGLA TROPICAL LLUVIOSA

Nos adentramos por el camino de la rana,


después de dejar atrás el puente
donde dos chiquillos saltaban gozosos el Sarapiquí
y hermosísimos sotacaballos y bromélias,
desde ahí, desde ese ancestral punto,
dispusimos nuestros pasos en la jungla
bajo una intensa lluvia que sacudía
nuestros hombros ansiosos de recibir
savia de telúricos impulsos de semillas
para nuestros espíritus, vacilantes bajo la espesura
caminamos con nuestras zapatillas ligeras,
llegamos a un breve claro, encrucijada
de destinos quien sabe si de almas
y entre la senda de las intensas arlequines
y una empinada intrincada a la izquierda
optamos por la intrépida que nos giraba
aún no brotaban corrientes de lágrimas
formando surcos entre raíces y lianas,
el agua, el agua, resbalaba sobre las caras,
ya nuestros cuerpos empapados de gracia
brincaban entre vainas depositadas en los márgenes
del intricado sendero, donde enamoradores labios
de un magnífico rojo seductor nos llamaba
y entre graciosos comentarios divisamos
un bello claro donde nos inmortalizamos
con entrañables fotos, bañados de brumosa luz
y sostenidos sonidos de majestuosos cantos
que siguen envolviendo con su circular manto
la esencia de ese lluvioso espacio de armonía,
con gozadoras miradas dispusimos el regreso
más ligeros, con un áurea más liviana
pero atrapados por invisibles ficus estranguladores
que siempre nos reclamaran encantados
cuando nuestras emociones estén embargadas
por retorcidas impresiones, entonces siempre nos quedara
la atmósfera de la selva, allí donde nuestras áureas
retozaron bajo intensa lluvia con pies livianos.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 70


MIS OJOS

Te envío mis ojos a través de las ondas


de los queridos corazones que nos dejaron
y velan por nosotros en el permanente intangible,
en mis ojos tienes toda la dulzura y serenidad
que mis córneas y mi alma sostienen.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 71


CAMILLE

Desde la incógnita y desamparada tumba


Donde se pierde el tiempo y el espacio
De la consciencia vertebradora de memoria

Desde la innominada fría reclusión


Donde los huesos forjaron cenizas
Y germinará alimento cárdenos labios

Desde cielos de arrojes invisibles


De imaginados días sin escenarios
De moldeadas tallas sin cincelado

Desde la lejana cercanía de la sangre


Páramos de colmillos inclementes
Desgarrada Gaia de eclipse lunar

Desde los vitrales de su lumínica gloria


Cenit de emociones de hermosas formas
Plácet de sensuales curvaturas en el arte

Desde los vértices de un tiempo excluyente


De la consustancial libertad inmanente
Del carácter apresador de movimiento

Desde el plenilunio del agudo detalle


Atalaya trasmisora del proporcionado énfasis
Que ilumina la cara oculta de los seres

Desde la certeza del sendero de búsqueda


Fragante melodía de un tiempo futuro
Alejado de las huellas de sus valientes pasos

Desde la paterna y desbordada alegría


La decidida complicidad de sueños e ideales
A partir de la pila de agua bendita: Camille

A Orlando Ferrand

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 72


ENFRENTADO AL VACÍO DEL INEXPRESIVO PAPEL

Enfrentado al vacío del inexpresivo papel


como ante la vida misma,
palpando la textura blanquecina
como quién ausculta las nubes,

ante el infinito inmaculado


desnudo, descarnado de lumbres
generadoras de bellezas originales
ricas en verbos y sustantivos,

finas eclosiones de ideas y emociones


corpus de espacios fructíferos
que nos diferencia de seres simples

firmes de hermosuras intangibles


repletas de intrínsecas sensaciones
alma esencial del acto creativo.

Ω
Francisco Jesús Muñoz Soler. Nacido en Málaga el 24 de Diciembre de 1.957, ciudad que ha
resguardado sus días. Es miembro de la Red Mundial de Escritores (REMES), del movimiento
Poetas del mundo, también ha publicado en las Revistas de Literatura digitales Artepoética,
Remolinos, Encontrarte, Cinosargo, Letras Nuevas, Palabras de Tramontana, Amigos de la
Urraka, Divague, El Laberinto de Ariadna, Herederos del Caos, Perito, 40cheragh , Urraka
Internacional, Es hora de Embriagarse, Voces de Hoy, Almiar/Mar de Poesías, Letras, Ariadna-
RC Laberinto La Rosa Profunda, Nevando en la Guinea, Espíritu Literario, Laberinto de
Torogaz, Pensamientos Likidos, Dulce Arsénico, Contra la Oscuridad, Buracos Quentes,
Carrollera, Palabras Salvajes, Antaria, Mondo Kronhela, Efory Atocha, Álbum Nocturno,
Imaginante, Poesimistas, Nueva Literatura, Antología Literaria Actual, La Botica, Radio
Sentidos, Radio Web Mundial, Colectivo Clepsidra, Comunidad P. La Revista, Azul@rte, The
Big Thimes, Isla Negra, Árbol invertido, Caminos de poesía, Papirolas, Arte pasión y locura,
Plataforma Placa, Otros rincones, Letras de Chile, Realidad Literal, Literarte, Botella de
Náufrago, Mis Poetas Contemporáneos, La Fábrica de Sombras, Anacleta, Sinalefa, Baquiana,
Cañasanta. Bibliografía: 2009- Restauración. 2009- La isla infinita. 2008- El sabor de las
palabras. 2008- En tiempos de prodigios. 2007- Caminar para sentirme vivido. 2006- Áspero
tránsito. 2000- Intentando conocer el mundo. 1998- Elijo mi libertad. 1998- La mágica unidad de
mi vida. 1998- Veinticuatro poemas de amor. 1996- Frágil grandeza. 1987- El sentido de ser.
1983- Significación. 1980- Juventud primera. Poeta, como necesidad vital y regeneradora de sí
mismo, al menos hasta que la curiosidad siga alimentando sus sueños.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 73


Johnny Barbieri
casabarbieri@hotmail.com

LOS PERROS DE HOPKINS

Hubo un perro que creció por la derecha


alto y libre entre muchos otros
marginal cuando los matices
no armonizaban sus dolores
aquellos dolores enormes e interminables
que se pegaban a las paredes
a esas paredes sucias de Lima en otoño
donde también nosotros crecimos de cara
a los vanos recuerdos
un perro baldío y un corazón dispuesto
a llenarse de tatuajes el alma
un perro en el umbral
un perro en la confitería
un perro equivocadamente perro como muchos
porque le dio asco ser una jauría y ladrar como todos
para no morir con una bala en la panza
lo conozco
nació conmigo embebido de falsas manías
académico y creyente
lo recuerdo porque dimos juntos los primeros pasos
caminamos los mismos caminos vertiendo
lágrimas diferentes
Hubo un hombre que era un perro persiguiendo
gatos pintados en las aceras
tomó un arma y derribó algunos pájaros
se hizo perro miliciano
asmático y suicida
fue héroe de su propia piedad
de sus propios espectros
lo conozco como me conozco yo
porque lo soñé temblando en un rincón del cuarto
porque lo escuché en el silencio de un blues
siglos y siglos
yo estuve entre cuatro paredes solo y desnudo
delgado hasta los huesos
arrancándome las penas para no morir más
arrancándome lo que soy
arrancándome lo que he sido cien veces
a espaldas de todo el mundo

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 74


Esta es mi vida y este es mi revés
soy yo y eres tú querido perro maldito
pero hoy
yo me adhiero a tus penas y a tus sueños.

(del poemario MAKA de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima, 1999)

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 75


MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES

Estoy frente a Zelda


en Port-au-Prince
frente a la acostumbrada necesidad de volver
a intentarlo todo una vez más
Avanzo a ciegas
camino un largo trecho a ciegas
nadie está conmigo
la tarde crea geometrías y bosquejos
de una soledad que sólo yo entiendo
avanzo y un ruido ciego avanza conmigo
Ronsard avanza conmigo
un vacío en la pared avanza conmigo
En este pequeño espacio
donde la benzedrina avanza sin rumbo
sólo estoy yo y un puñado de recuerdos
atrás queda
Drummond
Desnos
el caballo que se fue
la casa roja y su rincón de cristal
el rapto de Helena
el silencio en el Peloponeso
Allí está Zelda
tras el haz de luz
repitiéndose
y la noche que se hace negra después del silencio
repitiéndose
está la piedra repitiéndose
el pan multiplicándose
y la sombra es sombra mil veces
y el silencio mil veces más silencio que de costumbre
y estás tú con tu café y tus vómitos
parado en medio de un mundo que crece
entorno a un sinfín de nadas
Nada somos
Nada Juan atrás un retrato cubista
1966 tú tartufo ese pedacito de papel
Nada somos
N A D A

(del poemario Jugando a ser Dios de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima,
2000)

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 76


TRES

Camino oblicuo por donde retornas


caballo emplumado
fantasma de las sábanas blancas del cuarto oscuro
con tu paso pausado
llegas libre
sangre anónima que va pintando el cuarto
de suplicios rojos torturas rojas verdugos rojos
de aullidos rojos que no callan jamás
puñado de ojos rojos
puñado de peces y de pájaros
nada más
nada más que un puñado de horror
para morir cuando tú no estás
caballo ascético
pequeño caballo para este espacio empequeñecido
para este infierno que está clavado en mi pecho
ahora que sólo soy yo y mi gato y mi coñac
para beber hasta el amanecer
mientras voy de un lugar a otro
recorriendo calles y calles
siempre las mismas calles repitiéndose
Sólo yo busco volver hacia el lugar correcto
hacia el camino correcto por donde retornas
caballo agujereado
camino que se ha hecho interminable para recorrerla
veinte veces durante veinte años
a donde el destino quiera llevarnos.

(del poemario Carne de mi carne de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima,
2002)

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 77


DIEZ

Cuatro espaldas decrépitas componen las paredes de mi casa


los ojos miopes son las ventanas por donde entra el verano
con sus viejas trivialidades ya olvidadas
la puerta es una enorme boca con incisivos amarillos
hay una oreja roja diseccionada
una luz tenue dispersa
y un surco de centellas abriéndose paso por donde
crece la hierba
En una de las espaldas he pintado el mar
y sobre ella un navío en llamas
y sobre el navío un caballo de obsidiana huyendo
despavorido por el campo
En mi sala hay muebles de cristal
una mesilla de mimbre
dos candelabros
y una utopía despedazada tirada por el suelo
En la ventana
tengo una estatua de sal de Dios en el horizonte
creando el mundo
allí está la griega mirándonos a través del vidrio
allí están sus grandes ojos buscándonos
de lado a lado por toda una vida
Tengo un perro con espuelas y con la noche rabiosa
es negro
y tiene hormigas en la espalda
En mi habitación hay veintitrés flores petrificadas
un rayo clavado en el suelo
algunas calles desconocidas por donde
voy huyendo de la noche
Tengo por espejo un lago
una hielera de días de invierno
cuatro ranas muertas colgando de la vieja vitrina
Hay un desierto al este por donde sale el sol
por ratos camino a solas
recordando cosas y cosas
hasta que llega la hora de volver
y estoy solo
solo otra vez con un atado de nervios
y un silencio sepulcral
quizás hubiese preferido abandonarlo todo
ir a París puntual a los diecisiete años
casarme con la griega en Santander
dosificar mejor estos martes interminables
Pound estaría mejor acomodado en mi cajón
y yo ya no estaría buscando a nadie

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 78


por estas cuatro paredes del cuarto donde me desangro
hasta morir.

(del poemario Carne de mi carne de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima,
2002)

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 79


TRECE

Necesito un color y las líneas del tren


en medio de estas cuatro paredes
un trapo blanco y un arco iris clavado
cuidadosamente de lado a lado
necesito unos ojos que me miren
la sensación de una larga existencia que esté allí
aunque no sea la mía
Veo a Dios pintado sobre el techo
el trece rojizo en cada pared
donde las flores van tejiendo sus hogueras
sus grietas ocres
todo lo real que es vivir para atrás
para los jardines con pétalos artificiales
para el ápice
para evocarte una vez más sin haberlo deseado
y tú lo sabes
Necesito un color y una bala en la sien
la agudeza para verte a través del vidrio
del humor nocturno donde tú habitas
total parcial inmensa
Necesito una gran ventana para que salgan los dolores
el alarido insoportable
y la benzedrina con su raíz arrancada de mis ojos
de mis ojos rojos de mis ojos vacíos ametrallados en una esquina
Necesito un lago y un cisne
y un agujero en el lago para escapar y ser libre
y contar la libertad con mis dedos
y la nostalgia con mis dedos
y todos los recuerdos con mis dedos apuñalados.

(del poemario Carne de mi carne de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima,
2002)

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 80


DIECISIETE

Un ataúd para Rosa Vrúbel


busco un ataúd rojo para sus escupitajos
una hora del día para construirle el camino
por donde irá exhumando muertes
Rosa náutica Rosa ascética Rosa agnóstica
toda rosa reluciente
María Rosa Vrúbel tuvo para sí
los fantasmas que llegaban por las tardes
y se tragaban la luz de sus ojos
Cogí una rosa del jardín
y la rosa me clavó sus espinas y me cortó las venas
habitó mi alcoba
mezcló su sangre con la mía
se amarró a mi cuerpo por siglos
La rosa se hizo un puñado de lumbre
e iluminó la vida mi vida
ésta vida que escogí para vivirla
tirada hacia las cosas que más amo
hacia la real irrealidad de siempre
allí donde estoy atado a tu piel
a tus entrañas
a tu Cracovia natal
Rosa Vrúbel tiene la edad de la media luna
el cuerpo de los quejidos que nadie soporta
tiene por sueño la podredumbre de los pasos
que se van para no volver
de las mariposas que vuelan y se parten en dos
en DOS largos gritos
Es dos de octubre y los árboles se parten en dos dos veces
en dos las rosas
en dos los caminos por donde regreso a casa
Rosa es la noche dos veces
Rosa las constelaciones dos veces
El recuerdo de Rosa crece en este rincón donde
está pintada con sus senos pequeños
sus violines sus murciélagos su migraña
su cárcel sus balas sus tatuajes sus traumas
y etc etc etc.

(del poemario Carne de mi carne de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima,
2002)

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 81


VEINTE

Lo único real son mis manos clavadas en la pared


y mi caballo ciego tropezando por la habitación
mi pequeño caballo muerto
por esta habitación sin puertas ni ventanas
ni luz ni espacio
sólo espaldas sólo siluetas
sólo la soledad clavada junto a mí
lo demás son puras palabras
allá afuera
es trece de octubre
y hay sol y hay muchos caballos vivos
y está BUKOWSKI amarilleándose hoja por hoja
y un pájaro expuesto al sol amarilleándose
y un árbol frente a la casa amarilleándose dos veces
Pablo toma un arma y va a morir al patio
María pinta sus senos de azul
y sale a la calle a comprar legumbres
allá afuera
los obreros están trabajando
las mujeres están vendiéndose en las esquinas
es Lima
y una vez más
sólo queda vestirse con un necio disfraz
para gritarle a todo el mundo que estás bien
que estarás bien por el resto de tu vida
pero ya nada importa
hace muchos años que ya nada importa
no importas tú
y no importo yo
Allá afuera Manuel tiene una patria
Efraín tiene un jardín con lirios rotos
y una mujer con un arco iris grabado en la espalda
Cecilia lava ropa por las mañanas y cuenta
las estrellas por las noches
tiene un hermano pequeño
dos meses de gestación
y un triángulo isósceles enrollado a su cintura
Aquí adentro
sólo estoy yo
sin patria
sin jardín
y sin estrellas en la noche
sólo con un candelabro encendido
y algunos cráneos tirados por el suelo

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 82


pero yo estoy aquí
y eso es lo que cuenta.

(del poemario Carne de mi carne de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima,
2002)

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 83


I

Hay una virgen negra en la página veintitrés


con cabellos que despliegan albas de orfebrería
hosannas fotografiadas de perfil al pie de un despeñadero
una virgen alumbrada con teas de alambres oxidados
un esqueleto de luz que se levanta
sobre un piso de dominó cargado de espectros
se abren surcos sobre el charco que refleja
un cielo de azul cobalto
Dentro de un libro de defunciones que te contiene
mañana iré a ponerte rosas
a prenderte inciensos
y tú estarás en la página acostumbrada
con una luz alumbrando tu muerte.

(del poemario La virgen negra de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima,
2003)

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 84


III

Lo azul era pequeño


el raudo giro a la derecha era pequeño
el cielo poseía lo azul de tu confín soñado
lo sucio de tus ojos
dos nubes engrapadas a lo largo de tu existencia
el piso del cuarto estaba cargado de polvo
las bancas de los parques estaban cargadas de viejas cicatrices
un árbol sin hojas exhibía sus pulmones enfermos
un perro desconocido excavaba hasta perderse bajo la tierra
las calles estaban vacías largas como nunca
toda esa vastedad de imaginarte se había reducido
a un par de imágenes fijas monótonas
que se hacían indistinguibles
atrás quedaban los vanos gritos
los atajos a la noche
el ir a no sé donde con los muñones de una utopía
en la mano
sólo ir perderse largarse de inmediato
envejecer en un rincón cualquiera
a solas
y morir de una vez para que todos te olviden.
(del poemario La virgen negra de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima,
2003)

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 85


XXXV

Virgen de basalto
en este día cargado de muerte
te pido que guíes los pasos de Eleanor
te pido que le bajes los frutos porque ella es pequeña
desquiciada no tiene ojos
está decrépita y se desangra.

(del poemario La virgen negra de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima,
2003)

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 86


XXXVI

Al sur está Eleanor


tejiendo sobre un tapiz el instante de su muerte
al sur está el dorsal quebrado
al sur está mi patria sin ruedas
al sur está la vuelta a la luz
que ilumina el mundo.

(del poemario La virgen negra de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima,
2003)

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 87


XXXVII

Un candelabro alumbra Europa


desde aquí lo veo
desde esta terraza anacrónica donde el horizonte
nos muestra Lima bajo un invierno gris
allí creció tus sueños de recorrer el mundo
pero aún estás aquí
entre nosotros
comprando los colores más intensos para pintar
Europa con sus ciudades y sus mares
y pintarle nuevos ríos y nuevas llanuras
barcazas de hojalata para echarlas a andar
por el mediterráneo
de papel serán los murciélagos
las islas serán violetas con cadáveres de pájaros
del subterráneo harás crecer alambreras con buitres colgados
y crearás rascacielos pondrás alas a los lagos
de negro pintarás las lamentaciones
las tinieblas lo harás verde safari
la espina dorsal del continente sangrará sangre azul
los frutos crecerán por el septentrión
el Sena se levantará y huirá por los Pirineos
Europa será un horror
un horror que tú quisiste crear
un bello horror que se fue contigo.

(del poemario La virgen negra de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima,
2003)

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 88


XXXVIII

Aquella muchacha senil está colgada el martes


conocí su color oscuro
su tristeza subterránea
su corazón roto regado por el suelo
desempacaba equipajes de un viaje que nunca emprendió
sé que odiaba los espacios cerrados
la multitud estática desconocida llena de tribulaciones
los edificios que oscurecían las calles
Aquella mujer tenía la cabeza tirada en el suelo
nueces amontonadas al pie de un retrato familiar
flores que crecían sobre la alfombra descolorida
clavaba montañas con nubes negras y lluvias
que caían sólo para ella
encendía inciensos para crear bosques de humo
que se extendían por toda la tierra
la mujer que estaba muerta sacó su cuerpo de su catafalco
tomó su muerte y la aventó por la ventana.

(del poemario La virgen negra de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima,
2003)

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 89


INDRANI EN TUS OJOS

Un hoyo al sur intangible que fue abriéndose para mirar el mundo,


las variaciones ascendentes de una naturaleza presente en tus ojos.
Una voz de mujer anunció el inicio de la transformación, ahora está allí dibujando el
cielo sobre el tapiz de las paredes, clavando aquellos cuchillos sobre su pecho en un
ritual de iniciación.
Indrani está en la hierba edificando una casa bajo un piano, llamando a Galba que se
oculta en esa choza polvorienta de esteras rotas donde ayer colgaba las cicatrices de su
cabeza, estaba desnuda
multiplicándose, delineando sus formas con los cosméticos viejos y las cenizas de
aquella tarde muerta en sus manos.
Un hoyo al sur sobre la polvareda la recuerda, una belleza eterna tirada hacia atrás por
el viento que levantaba sus cabellos, los muérdagos bajo los pies, la rafia celeste que
hacía el cielo,
la línea bifurcada hacia los extremos de su ser y la nada,
la recuerda esta cuesta arriba hacia el infinito que no termina.

La luz de la vida no estaba en sus ojos, estaba en el bus yendo al Nirvana.

(del poemario Libro hindú de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima, 2005)

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 90


VIAJANDO A NAIROBI

Una suma de recuerdos que fueron quedando regados a lo largo del camino, viajando a
Nairobi en octubre endeudado con un poco de arroz cocido en los bolsillos y algunas
memorias casi inquebrantables.
Me fui a ver los clavos que sujetaban tu alma, la lluvia que mojaba tus cabellos cuando
estabas en medio del jardín taoísta iniciando el Dharma.
Una silla de ruedas esperando por años aquellos pasos que alguna vez te llevaron al
Ganges, los mismos pasos que anduvieron aquellos mismos caminos que desde aquí los
veo, están allí lanzados al azar como unos dados, a metros está tu historia envuelta en
polvo, por allí debo andar,
debo pintar puertas para que salgas a caminar por el mundo,
hay flores amarillas de pétalos ovalados, empezaré a cortarlas y te las pondré a los pies.
Tiraré al abismo el olvido que se ha acumulado por años a tu alrededor,
el mundanal rito del olvido que ahora nos persigue,
es el charco extendido en el campo donde alguna vez sembramos
un puñado de sueños,
el oasis imaginado en el desierto contenido en un reloj de arena
que no avanza nunca para darnos el tiempo,
la lasitud que está parada en la puerta por donde tendremos que salir a buscar un poco
de iluminación,
de números pares para nuestros pasos renqueantes
cuando vamos por el horizonte visualizando imágenes
y tú eres la imagen proyectada, ofrecida a mis sentidos
por siempre.

Viajando a Nairobi en bus te llevaré al Tantra.

(del poemario Libro hindú de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima, 2005)

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 91


VARIACIONES ASCENDENTES

Hay un sol colgado en el corredor de la casa y nos alumbra en la noche,


la lluvia que ha dejado de caer por años nos moja lentamente, atrás hay variaciones de
color que van creciendo sobre la tierra, un pozo de cieno que genera espectrales figuras
que luego andan por estas calles ennegrecidas y dan miedo.
Un yogui se ha petrificado en su habitación en práctica Hatha y ha ascendido al centro
de sí, ha encontrado un vínculo entre su ser y la nada, entre la nada y una flor longeva
tirada en el camino hacia donde hemos llegado el lunes
en abril después de andar días y días por todo el sur buscando un sol para anudártelo en
el cuello y salir al mundo con toda la luz posible resplandeciente, la luz eterna como
salida de tus ojos,
tus ojos que los soñé para ti
iluminando el día, el dolor del día, el árbol del día envejecido a cinco metros de
nosotros.

(del poemario Libro hindú de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima, 2005)

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 92


MUDRA

La cantante retira su belleza con las pinzas más pequeñas,


la coloca al costado de su peluca roja,
su tez delgada evidencia recetas caras, trasluce huesos como las pinturas de una
xilografía oriental,
danza sobre sus vestidos recién quitados,
alcanza el éxtasis en medio de la habitación,
sus tonos asimilan indicios de un cuerpo sutil.
Como una recién nacida se dobla, se enreda en sí misma,
a veces su cabeza gira, sus miembros inferiores autónomos van de un lado al otro,
caminan por las paredes balanceándose,
pisan los gladiolos sembrados en enero,
tal lasitud se apodera de ella,
irritada salta sobre las pedrerías que la rodean desde siempre.
La cantante coge su belleza y se la pone en la cara
a un costado de una grieta que abrupta el suelo, el seno izquierdo se le ha caído sin
darse cuenta,
la forma de mujer oriental se ha roto,
hay mudez en todos los rincones,
una inercia casi vegetativa que se va extendiendo raudamente,
coge los clavos que sujetan sus extremidades,
salta y da vueltas, se acuerda que le falta un pie
y que el plexo lo lleva atrofiado por años,
sin importarle nada,
una vez más,
la cantante se ha puesto a cantar.

(del poemario Libro hindú de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima, 2005)

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 93


KRISHNA LILA

Al principio su cabeza estaba ligeramente abultada a la derecha


con pequeños muñones de flores amarillas recién arrancadas del jardín.
Tenía en las manos el hueso astillado de aquellos martes de almizcle
impregnados en su piel,
los Mantras hecho de hierbas que se extendían a lo largo del camino para que anduviera
en las tardes.
Nada hubo detrás más que aquella belleza lila de cinco minutos que se fue con los años.
A veces su cabeza rapada presentaba una lobotomía sacra como símbolo de conversión,
y aquella mancha lila en la frente se disimulaba cuando se dejaba caer en los rituales del
Yoga Samadhi
y su desnudez era lila total,
y los pies del aprendizaje Krishna se le acercaban lentamente
y la poseía a horcajadas,
y el césped celestial se volvía lila interior,
y los espacios que los ojos distinguían llevaban en las manos
un corazón lila,
un latido lila latiendo en el aire para que todo el mundo lo viera.

Así lo vieron mis ojos desde siempre.

(del poemario Libro hindú de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima, 2005)

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 94


La luz es gris en abril la luz es gris
el perro del dieciséis está muerto pero todavía muere ante mis ojos
recuerdo las rondas que hacía sobre sí décadas enteras
los círculos sobre sus miedos
sus caninos destruidos por la vejez
El perro que tenía el aullido del dolor la patada del enemigo clavada
en el estómago
ha muerto sin ladrar nunca
está muriendo viéndose morir lentamente está muriendo
le han crecido alas
hay alas que van volando hasta alcanzar aquella muerte
yo le acariciaba el pelo ensortijado le cepillaba los dientes
él me abrazaba
sus ladridos fueron mudos silenciosos secos
en abril se llenaron de una tos incontrolable
la luz se hizo gris y gris se hizo la luz
y en un rincón la ausencia esperaba para devorarnos
el perro ladró sin ladrar
le brillaron los ojos graznó la noche entera
yo recuerdo su cuerpo oscuro su oscuro sueño
el corcel oscuro casi negro que vino y se lo llevó
el cadáver del animal muerto abandonado se eternizaba
ante mis ojos que ya no lloran más
la luz es gris
ahora la luz es gris en abril
hay un sol hecho de cirios oscuros
y nos alumbra
el perro del dieciséis ladra el funeral y da vueltas
ladra el funeral presintiendo que nada termina nunca.

(poema inédito)

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 95


1

unas manos elegidas para la crucifixión un escalpelo para seccionar las manos que aún
poseen los dolores un madero de hule recién tallada a la medida de tu cuerpo bálsamo
para aromar tu cabeza cuando se desprenda de tu tronco mirra para tus pies que han de
andar descalzos sobre la grama incinerada azafrán para tu heredad antes que los
pájaros bajen de los cielos y coman de tus ojos tálamo para tu cuerpo cuando
converjan los ángeles sobre tu corazón y te lleven con ellos hacia la gran luz que
ilumina el mundo.

(poema inédito)

Johnny Barbieri (Lima, 1966) es poeta, narrador y editor.


Integrante de la generación poética peruana del 90. Fue
formado en la enseñanza budista (1973-1977), lo que
marcaría sus primeros textos. Hizo estudios en Lengua y
Literatura en la Universidad Nacional Federico Villarreal y
Sociología en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
En 1990 fundó la agrupación poética Noble Katerba.
Además integró en 1995 el grupo nihilista La Mano Anarka.
Sus poemas han aparecido publicados en diversos diarios,
revistas y páginas web del Perú y del extranjero, así como
en diversas antologías poéticas. Ha publicado los siguientes poemarios: Branda y la Mesón
de los Pandos (1993), El Libro Azul (1996), MAKA (1999), Jugando a ser Dios (2000),
Carne de mi Carne (2002), La Virgen Negra (2003), Libro Hindú (2005) y Yo es otro (2007).
El año 2003 obtuvo el Premio Nacional de Educación HORACIO con la obra Viajando a
Nairobi. Hizo una Maestría en Literatura Peruana y Latinoamericana en la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos. Ha participado en Encuentros Internacionales de Poesía en
Perú, Chile y Cuba. Es Cónsul del Movimiento Poetas del Mundo por Lima y es Director de la
Red “Poetas de las Américas”. Actualmente trabaja como profesor de literatura.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 96


Ana Ema Llanos Bravo
aemallanos@hotmail.com

TU MIRADA

Lo lapidario
fue tu mirada,
como diciendo:
“Hey, nena,
te he estado esperando
toda mi vida”, o
“me encantan las mujeres
que usan desodorante-perfume
Bouquet de Magnolias”, o
“sabía que tú también
preferías Roca-Coca”.
Tu mirada
que fue como un rayo
que me partió en dos
(menos mal que no
me pisó un tren);
al mismo tiempo
que tus ojos me bañaban
vi el letrero luminoso
de mi micro
y, to be or not to be,
subí a mi micro;
pero, no importa porque en mi retina,
en mis neuronas
y en mi memoria
quedó
tu mirada.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 97


POSICIÓN FETAL

Para protegerme
me voy al Sur;
para esconderme
me voy al Sur;
me arrincono en Linares,
Cauquenes o Chillán;
me guarezco tras una muralla de adobe,
una higuera, un libro o un naranjo;
tras un piano, un cerro, un bote,
tras un palto;
y allí no me llegan balas, ni ruidos,
ni tanques, ni humos,
ni peligros ni temores.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 98


MI INFANCIA

Mi infancia
quedó sujeta
entre dos esquinas
de una calle
de un pueblo centrino.
De una calle
de adobe,
tierra
y madera.
De una calle
con vista al ferrocarril
y a la cordillera.
Mi infancia
se quedó brincando
en un patio verde, jugando entre los ciruelos
y los olivos
y durmiendo a la sombra
de un melancólico
limonero.
Mi infancia sigue quebrando
las hojas del otoño
y cogiendo los higos
más maduros;
sigue navegando
en el río Maule
y volando sobre un columpio.
Desde lejos
mi infancia me mira,
solitaria,
vestida con un delantal
de cuadrillé
rosado.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 99


MALVADO

A ti
te reconozco un mérito:
con tus buenas y malas artes
te has dedicado a conocerme,
a engatuzarme,
a hurguetear los rincones de
mi alma
y de allí te agarraste
para hacerme bailar
al ritmo de tu canción;
pero cometiste un error,
un solo error
y quedaste al descubierto
(para mi fortuna).
Así es que ahora
ya no me vas a mover
más el piso,
no vas a tenerme al filo
de la navaja,
en el alambre,
jugando con fuego,
porque aún me queda algo
de dignidad;
estoy para siempre
inmune a tus arrumacos
y a tus sonrisitas.
Yo no soy de ésas.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 100


EVOCACIÓN

¿Existió todo en realidad?


Alguna vez ¿tuve catorce años?
¿alguna vez jugué en los durmientes
de la línea férrea?
¿O es todo una imagen difusa,
una ensoñación?
Alguna vez ¿ fuiste un dulce pedazo de amor?
Alguna vez ¿se fotografiaron mis padres
en este rincón, o siempre estuvo así,
silencioso y estático?
Alguna vez ¿estuvo la mesa completa
o lo imaginé o soñé?
Creo haber jugado alguna vez con tierra,
creo haber volado a través
de un camino frondoso de ramas juguetonas,
creo haber palpado el bronce helado,
el mimbre cálido
y el carbón liviano.

Ω
Ana Ema Llanos Bravo, tengo 51 años, soy Asistente Social y egresada de la carrera de
Derecho. Nací en la ciudad de Linares, Chile y actualmente resido en la ciudad de
Santiago, Chile.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 101


Remisson Aniceto
remisson8@yahoo.com.br

LLUVIA

Un cuerpo sobre la mesa-


y fuera el día llora
aguas de la tristeza

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 102


PRENDAS DE VESTIR

Ropa, telas,
prendas de vestir,
engaños del cuerpo,
mentiras, disfraces.
Telas y prendas de vestir,
líneas gruesas
o transparentes,
obstrucción de caminos...

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 103


O TAL O CUAL

Entre el amor o el odio


entre la fe y el no creer
entre la vida o la muerte
entre Dios y el diablo
prefiero esto a aquello.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 104


ÁUREA

Hago poemas
en versos negros
y versos blancos
para que todo poema
sea libre.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 105


INSURRECTO

Misérrima
vida
de favela
que viví.
Desvalida
vida ávida
desprovista,
vida sin brío,
bajo puentes,
sobre ríos.
La vi vil,
hostil,
dividida.
Quisiera verla
a la luz de velas,
vajillas...
¡Ah! Vida vil,
vil vida.
¿Vio vida más vil?
¿Vio?
Oh Orco!
Al verme
vil gusano,
osaré verla
in extremis
a la luz de velas!

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 106


TRANSICIÓN

¡Es tan frío el hueco, tan oscuro el huerto


donde depositan mi cuerpo doliente!
—¿Cómo el hueco es frío si el cuerpo está muerto?
A partir de ahora sólo el alma siente...

Ah! Esta cama tosca donde estoy echado


y este cuarto oscuro y tan bien cerrado!
Quiero levantarme, pero estoy cansado...
¿Qué rumor es ese en el cuarto de al lado?

Hay un jardín cerca: siento aroma a flores.


Quiero levantarme, pero estoy cansado...
Estoy tan cansado pero sin dolores.
Y el rumor aumenta en el cuarto de al lado.

—¡Bajen el cajón! —dice alguno ahora.


¿Quién murió en tanto estuve durmiendo?
Cercano a la puerta oigo alguien que llora,
lamenta la suerte de quien va partiendo.

Quiero levantarme, con fuerza tamaña


inertes mis manos y mi cuerpo duro.
Reza el sacerdote en una lengua extraña,
mientras quedo preso de este cuarto oscuro.

Va cayendo tierra sobre mi tejado.


Parece que el mundo se está derrumbando...
El aire me falta del cuarto cerrado
y una multitud fuera está llorando.

Siento un temblor leve, un escalofrío...


Casi nada escucho; nada estoy sintiendo.
¿Por qué no me sacan de este cuarto frío?
Alguien murió mientras estuve durmiendo.

¡Es tan frío el hueco, tan oscuro el huerto


donde depositan mi cuerpo doliente!
—¿Cómo el hueco es frío si el cuerpo está muerto?
A partir de ahora sólo el alma siente.

(Traducción: Graciela Cariello.)

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 107


ENVOLTURA

¿Idiota! ¿No ves que nada eres?


Apenas fina capa mohosa te protege
de la podredumbre. Gusanos hambrientos te rodean.
¿Ignoras que en un pase mágico, en un segundo apenas
cae por tierra toda la altivez y el bello
papel de regalo revela la fétida masa?
El gusto amargo de la hiel, la visión incierta,
el torcerse de las piernas, el descontrol total...
todo es inevitable!
Cualquier día serás presa fácil:
el tiempo es impiedoso.
El trágico fin no depende de tu voluntad.
La arrogancia que derramas no pasa
de ser faceta inútil de tus diversas faces
vanas y mundanas.
Al sol poniente, el rostro marchito y los huesos corroídos
dolerán más que en aquellos que tuvieron
la precaución y el buen tino de ser
simples y ocultos.
Quedarán tus lindos cabellos...
¿Y qué utilidad tendrán tus cabellos, hilos
huérfanos y subterráneos, dispersos, opacos
sobre los huesos.

Ω
Remisson Aniceto (Nova Era, Brasil) Narrador y poeta. Ha publicado: Poesia para o mundo
(Bubok, 2009), Todo dia é dia de poesia (iG Editores, Stella Maris/Pão-de-Açúcar – SP, 2002),
Palavras de Poetas (Physis Editora–SP, 1997), Novos talentos da poesia brasileira (Forever
Editora – SP, 1995), Escrevo nos espaços que me restam (Editora Bauhaus–SP, 1982). Textos
suyos aparecen publicados en la Revista Internacional de Poesía de Rosario, Revista Partes,
Revista Bacamarte y en la web Auténtica Poesía y otras. Ha obtenido algunos premios en los
géneros de cuento y poesía.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 108


Cromwell Castillo Cabrejos
cromwellpierre@hotmail.com

De AGUA

Esta vez
su disposición adquiere la forma de mi lenguaje,
es decir,
su aspecto se hace universal desde mi boca.
De todas sus posibles determinaciones,
aquí, en lo habitable,
sólo se espera su adaptabilidad;
después de esto,
quizá ella deba ser algo que no comprenda.
Pero lo no comprendido
se explica también a partir de mi desorden:
Silenciosa ventaja suya
la de enturbiar mi contenido.
Todo forma y se deforma
magníficamente
a partir de su espacio,
entonces,
de mi voz a lo insondable,
ella
es un poema
transmutando
sus abismos.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 109


7

Si estoy aquí
es por el Agua.
¿Cómo no
transfigurarla más
cuando desciende?
Esta vez
discurre desde mí
bajo la forma
de lágrimas.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 110


8

Aunque su orientación
siga siendo la misma,
se han primitivado mis palabras
buscando apariciones en lo absoluto.
Huyen mortalmente como imágenes
sedientas de esta superficie:
Desde aquí,
desplomarse en círculos
como un poema hondo.
Después de todo este tiempo,
en todo lo que surge de mí,
no han dejado de allanarse
a partir de mi tintura: Agua oculta,
inmanente,
confirmación de todo lo extraviado
en mi desorden.
Pero al ser yo quien las escribe,
yo quien merodea en torno
a esta superficie incalculable,
soy una especie de Agua oscura
que observa otra,
sin sentido aparente
para intentar escapar de las palabras
que también me escriben;
entonces
sucumbe la forma de lo que no se ve
entre lo que está dispuesto a frecuentarme.
Soy yo
la misma búsqueda de siempre.
La misma aparición en lo transcurrido.
Lo mismo.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 111


De TRANSFIGURACIÓN O EL SONIDO

Sucesión

En mí
hay otros que caminan hasta el final del día,
y toda escena diferente que originan
se parece a mí en lo insondable.
Frágil resonancia.
Después de toda puerta hay una puerta contenida,
y esta sucesión nos atormenta, nos obsesiona, nos hermetiza.
Tenaz lucha que no cabe en un espejo
(todo cabe pero nada se transporta).
Espaciosa orilla donde no me veo, ésta, la desconocida.
Pero todo nos incluye y soy otros igual que yo-mismo.
¿Qué otro en mí se podría mirar tanto como yo no?
Reflejo recurrente,
signo estancado,
imagen sublimada dentro de todas las preguntas,
me hallo, me invento, me ubico.
Entonces
¿Qué soy, o quiénes?

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 112


El Poema

Por cada sueño que te habita


le nacen alas conocidas a mi vuelo.
Oh región desconocida y habitada de mi cuerpo,
todo sueño que prolongas es definitivo
y todo vuelo que me hace conjugarte
me lleva a tierras más lejanas que la tuya.
Tiene de condena tu origen terrenal o pedregoso.
Y yo que también soy ave,
tengo una jaula dentro de mí
-esperando por mí mismo-, aquí
en las entrañas.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 113


De ¿DÓNDE ACASO ES CAMINO?

Hábitat

Tu cuerpo
es ese tugurio donde vivo y reconstruyo mi venganza:

Cosa fugitiva,
hueco sin infancia donde entierro mi irreparable afecto,
magia monótona hasta llegar a vestirse, tumba imposible,
corazón sin dónde.

Ahí he vuelto a escribirte.


Sin duda he mejorado mucho:

Estoy al borde de una locura incendiaria.

Pese a todo,
también ahí tengo un lecho donde hacer reposar
mis últimas preguntas,
donde puedo desangrar rabiosamente

y sonreír el instante en que se cierra la puerta.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 114


Argumento

Las piedras entrechocan su obstinada forma.


Aprietan sus cuerpos como haciéndose puño.

Ah, las piedras


circulan torpes a descubrir su fuego.

Nosotros, mujer,
somos su argumento irremediable.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 115


Aprendizaje

Cuando nuestro silencio cese


otro aire denso gobernará tu garganta.

Esta es una estación de días muertos.

Por eso búscate,


mira el vacío,
alisa tus alas y despliégate:
Algún día también aprenderás a volar como yo,
Mosca Doméstica.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 116


¿Dónde acaso es camino?
El hombre se encontraba en el umbral de la puerta. No sabía qué arrojado paso le
conduciría fuera de su estática contemplación. Uno atrás y uno adelante lo hacía el
mismo umbral, metafísica distancia de sí mismo. Sólo le quedaba cerrar los ojos,
cerrarlos al punto de hacerse escombros y transgredir las respuestas de la puerta.
Cuando lo hizo, un nuevo paso había devorado las preguntas.

El hombre tiene sueños como él.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 117


Canto inútil
La ostentación del silencio
es secreta colisión en el abismo.

No es buscarse en otra carne con desprecio,


o escribir poemas
para burlar la danza elástica del ojo ciego,
o sentarse de noche en un parque a esperar el sol
lo que justifica la parca orilla.

No.

Nunca es suficiente
confiar en que caiga la última bomba una tarde
y abrazar con hielo el calor de las sombras.

Ah, el miedo nocturno y la revelación


estacionaria.

¿Qué entonces el silencio?


¿A quién el canto?
¿Qué es quién?

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 118


Negación
La respuesta está en ti mismo:
Mejor no preguntes.

Cromwell Castillo Cabrejos (Motupe – Lambayeque – 1981) Artista


plástico y diseñador gráfico. Ha obtenido en Poesía: Primer Premio
Regional (2007), Premio de Plata Macroregional (2007), Mención Honrosa
Nacional (2008) y Finalista en un concurso internacional (2007). Ha
publicado los poemarios “Agua” y “Transfiguración o el sonido” (2007).
Trabajos suyos aparecen publicados en revistas físicas y virtuales de Perú,
Venezuela, Chile, Argentina, México, Estados Unidos, España y Francia.
Administra la bitácora http://grupoliterariosignos.blogspot.com. Dirige Tiro
de gracia Editores.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 119


Narrativa
Para el hombre que conoce al mundo nada hay bueno.
Goethe

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 120


Antonio Mora Vélez
depaulatoo48@gmail.com

ERROR DE APRECIACIÓN*

La nave galáctica se posó suavemente sobre un paraje del gran desierto americano. El
sol se ocultaba, en ese instante, allende los montes Grapevine y un hermoso cielo
anaranjado anunciaba la llegada del frío. En la distancia, dos zorros jugueteaban cerca
de una chumbera florecida y una serpiente reptaba afanosamente en pos de un roedor
solitario.

-¡Hay vida! -exclamó entusiasmado uno de los tripulantes. Su cara triangular huesuda
asomaba por una de las ventanillas de la astronave.

-El aire es como el de Pólux -agregó el otro, luego de leer la pantalla de su


microprocesador.

Cerca de allí, un poco más allá de las primeras dunas, recostado a un saguaro de tres
metros, un viejo indio fumaba y contaba las estrellas que ya empezaban a tachonar el
firmamento. Era la hora del coyote. Entre una y otra fumarada el viejo indio silbaba una
melodía dulce que más parecía un lamento nacido desde bien adentro en el ancestro.

-¿Escuchas ese canto nostálgico? -preguntó el comandante del espacio. Éste encabezaba
el grupo que ascendía lentamente por las dunas hacia el cactus gigante cuya copa
sobresalía por encima de las arenas.

-Parece un silbido de piroxal -le anotó su más cercano compañero.

Al rato, ya casi en el límite de la fatiga, los astronautas llegaron al lugar del indio. Lo
encontraron sentado, con un sombrero alerón casi cubriéndole el rostro y una pequeña
rama en la mano que masticaba después de cada fumada.

-¿Hay otros como tú en este planeta? -le interrogó el comandante haciendo uso de su
traductor instantáneo.

El viejo aborigen se quedó mirando fijamente el infinito de las dunas hacia el norte y le
respondió: ¡Están muertos!.

-¿Muertos? ¿Todos? -insistió el comandante.

-¡Todos! -respondió el indio-. Todos murieron de soberbia. Quisieron llegar más lejos
de sus límites y lo destruyeron todo y se destruyeron ellos mismos.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 121


El joven del cosmos inquirió otra vez pero el solitario de las dunas no habló más. Es una
lástima porque el planeta es hermoso, dijo entonces al partir.

Cuando los navegantes de Pólux retomaron el trayecto y se volvieron a su lugar de


origen: varios años luz arriba en la dirección de Venus a las seis de la tarde, el anciano
indio sacudió la arena de su poncho mientras se erguía, escupió las huellas dejadas por
los forasteros plateados y musitó indignado:

-¡Blancos de mierda!

1.981

*Tomado del libro El juicio de los dioses, Ediciones Casa de la Cultura, Montería, 1982.
Publicado en la Primera Antología Colombiana de Ciencia Ficción: Contemporáneos del
porvenir, Espasa, Bogotá, 2000. Y en la antología internacional Joyas de la Ciencia Ficciòn,
Ediciones Gente Nueva, La Habana, 1989. Ganador del concurso de minicuento de la Revista
Ekuóreo de Cali en 1981.

‫ي‬
Antonio Mora Vélez, escritor colombiano de ciencia-ficción, considerado uno de los pioneros y
clásicos de este género en su país. Ha publicado tres libros de cuentos, tres poemarios, dos
libros de artículos y ensayos y una novela. Actualmente disfruta su pensión como docente
universitario.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 122


Pedro Sevylla de Juana
valdepero@hotmail.com

DE LA MUERTE Y SUS BROMAS

Ataúd es una palabra extraña de por sí, y a lo que parece muy baqueteada. El
idioma castellano la recibió del árabe hablado en la península Ibérica durante la época
larga de la ocupación musulmana. Ha llovido desde entonces; incluso en el desierto de
Atacama, donde nunca llueve. Pero no queda ahí la cosa; se sabe que el árabe la había
tomado prestada del arameo, el arameo del hebreo y éste del egipcio. Todo por no
adquirir responsabilidades en la denominación de arca tan simple. Todo por
superstición, por temor a la muerte, último episodio de la vida, transición, culmen y
deslizadero hacia lo desconocido.
El territorio más árido de La Tierra va, en Chile, desde Antofagasta, hasta
Atacama, y desde los Andes hasta la Costa. Allí no hay tormentas; los vientos alisios se
llevan las nubes. Los anticiclones del Pacífico y las altas presiones permanentes
originan sequías larguísimas. En algunas partes del triángulo formado por Copiapó,
Antofagasta y Calama, generaciones enteras se suceden sir poder presenciar el milagro
de la lluvia. No obstante, si sucede el prodigio, surgen millones de flores alfombrando
el desierto; paciencia incólume de las semillas.
El cerro de Chañarcillo, de más de trescientos metros de altura sobre la base,
desveló su secreto en 1832, resultando estar hecho de pura plata; o casi. Juan Godoi, un
cateador según unos, alguien que busca vetas minerales; cazador al decir de otros,
puede que pastor de rumiantes; halló pedazos de plata en estado nativo asomando de la
tierra. Se hizo Juan con los derechos de explotación, pero, extravagancia de pobre,
precisó dinero inmediato. Así que Miguel Gallo, minero viejo de Copiapó, falto de
suerte hasta entonces, se hizo con la mitad del tesoro por unas pocas monedas de curso
legal. Gastó Godoy lo cobrado en muy pocos meses, fue a por más a la misma fuente, y
Miguel Gallo se convirtió en propietario de la totalidad.
Vivió Juan todavía unos años y lo hizo en la miseria, llamada absoluta, de quien
no tiene donde caer muerto; circunstancia que no impide obrar a la muerte según su
instinto. El viejo Gallo murió rodeado de propiedades, que en ese momento dejaron de
pertenecerle; y es que la muerte, sobre todo, es rasero. Una plaza de Copiapó quiso
acoger la efigie del insensato que carecía de paciencia y desconfiaba del futuro; tiempo,
como se sabe, subordinado a los caprichos de la esquelética dama de la guadaña. El
pueblo minero nacido al pie del Chañarcillo tomó su nombre: Juan Godoi. Broma del
destino, el pobre dejó, al marcharse, más memoria que el rico.
Cuando ocurre la historia referida en el cuento, las minas de plata de
Chañarcillo ya han rendido ingentes beneficios a sus explotadores; habiendo
contribuido en buena medida a la prosperidad de la región. Estamos en la última década
del siglo XIX, y la geografía se corresponde con los alrededores del pueblo de Juan
Godoi, las trochas abiertas hasta Pabellón y un tramo del valle aprovechado por el río

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 123


Copiapó para llevar su cambiante caudal al Océano Pacífico. Los mineros que
remueven la tierra se saben situados en el extremo del mundo; pues la plata merma a
ojos vistas, los trabajadores sobrantes se van a otros lugares y los trenes que parten
hacia Copiacó y Caldera salen cada vez con menor frecuencia.
Evodio Cañas, descendiente de indígenas likan-antai, trabaja de barretero en la
mina San Francisco, la Colorada; y su veta duerme a sesenta metros por debajo de la
superficie. Luciendo el indumento indio, con un sombrero emplumado en la testa y
ojotas nuevas en los pies, desposó Evodio a Eduvigis en una ceremonia que duró media
hora y se celebró durante tres días, los tres días de fiesta del carnaval de febrero. Clarín,
putu-putu, chorimori, ocarina y tamborín, juntos y por separado, amenizaron la
parranda sacando los sones de la mejor música andina. Mi bella caití, le decía al
acostarse cuando se ponía meloso; equiparando la nariz respingona de la esposa al pico
curvado hacia arriba del ave negra y blanca. A su debido tiempo, parió Eduvigis un
varón de cuatro kilos trescientos gramos y más de medio metro, que produjo en las
entrañas maternas, rasgaduras suficientes para incapacitarla en lo tocante a similares
procesos venideros. Pusieron al niño el nombre de Jovino, y hoy es un muchachote de
algunas luces que gana 15 pesos mensuales como apir en la mina, la mitad que el padre.
Pretende el puesto de mecánico o de maquinista de las nuevos ingenios que van
llegando a la explotación; pero todo lo cambiaría por una plaza de carabinero.
La víspera de San Pedro, invierno de mil ochocientos noventa y tres, un error de
cálculo que afecta al número de postes, vigas y puntales, produce el derrumbe de un
tramo de techo en la galería donde Evodio desentierra el mineral: sales de plata
mezcladas con arcilla ocre. Recibe el trabajador, influjo de su buena estrella, tan sólo el
impacto de una roca, y no muy grande; que, sin embargo, obra de la mala suerte, basta
para romperle la crisma y machacarle la sesera. Deberá enterrarlo Eduvigis; y la alegra
que decayeran las antiguas costumbres de los ascendientes de Evodio, sobre todo la de
enterrar a los deudos dentro de un hoyo cavado en la alcoba, dando al difunto una
postura grotesca: casi sentado, las nalgas cerca del suelo, pegadas a los zancajos.
Ensabanado quedaba en la tumba, rodeado del mejor manto y atado en fardo con cintas
de colores. Prefiere lo de ahora.
Echa cuentas la viuda, y el dinero prometido por la empresa en concepto de
indemnización, apenas le da para el pago de un maestro que ayude a Jovino a ingresar
en el cuerpo de carabineros. Así que el entierro no provocará un despilfarro que se lleve
el presente y el futuro. El responso del cura cuesta lo que la voluntad pueda
comprometer, y el ataúd ha de ser cosa de su hermano, carpintero en Nantoco, pueblito
de menos de medio millar de habitantes. A él le pedirá el cajón; y piensa pagarlo con
referencias al parentesco y el desgrane de los recuerdos infantiles que originaron el
cariño fraterno ya diluido. Pagados el tinte y el arreglo de ropas, la compra de velos y
calzado negro, en lo sucesivo habrán de comer papas y porotos cocidos, vistiendo de lo
antiguo hasta donde alcance. Pero el hijo, un día cercano, lucirá uniforme y arreos de
gala.
El jefe de estación, el bodeguero y los dos cargadores, disponen la salida del
tren cuando llega Eduvigis a la taquilla para comprar un boleto de tercera clase. La
unidad que lleva a la viuda camino de Nantoco, pasa por ambos Molle y toma las
numerosas curvas y los pronunciados desniveles con tal parsimonia, que la buena mujer
entretiene su intranquilidad contando las durmientes que ve por las rendijas del piso:
zoquetes de madera renegrida que aguantan desganados el peso de los raíles y de
cuanto ellos soportan. En Pabellón se fija en los depósitos de agua, dos, menores que el
de Juan Godoi aunque de fierro, más modernos sin duda. De Pabellón a Nantoco se la

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 124


hace muy corto, y el abrazo dado al hombre de su misma sangre, de su mismo rostro, de
su mismo pensar, se acorta debido a la urgencia de la embajada.
Encargo del ricacho enfermo que al cabo agonizó en el mejor hospital de
Santiago, un arcón de lujo, olorosa madera de algarrobo y el interior mullido; tan caro
que nadie en la región lo querría ni a mitad de precio, es el regalo que el hermano de
Eduvigis entrega a la hermana para enterrar al cuñado. “Mil años resiste ese tronco a la
intemperie y dos mil bajo tierra”: Explica quien sabe de eso. Ayuda a la generosidad la
falta de salida de urna funeraria tan suntuosa, y el riesgo de robo que representa. Pero
aún así, la memoria de las privaciones a las que estuvieron sometidos ambos en la
niñez, de los comunes correctivos recibidos del padre, de las veces que ella ocultó las
escapadas nocturnas del muchacho; allanaron las dificultades que doce años sin trato
personal oponían. Y no es poco acicate el desconsuelo que la viuda demuestra vestida
de negro, velos y tules cubriéndole el rostro, lágrimas obedientes a la llamada de la
conveniencia.
Debe apurarse, pues si la corrupción del cadáver que fue Evodio Cañas queda
suspendida por la arena salitrosa que lo recubre y la sequedad del ambiente, el hijo ha
de permanecer velándolo y no podrá bajar a la mina. Tres veces en semana sale de
Copiapó un tren mixto con destino a Chañarcillo. Tiene suerte Eduvigis; ese día nuboso
es un día de tren. Llega el convoy con muy poco retraso, y ve la mujer que tras el coche
de viajeros rueda un vagón de mercancías descubierto, la mera plataforma protegida por
tableros abatibles, empleado en el transporte de los equipajes y algunas vituallas para la
mina. A él suben el ataúd de fragante algarrobo y mullido interior; dejándolo apartado
por precaución de medrosos. Cuando en lo alto se van concretando las nubes, concluida
la estiva, con cuatro bufidos de vapor arranca la máquina. Arrastra tras ella el carro de
viajeros, dividido en tres compartimentos disímiles. En los destinados a primera y
segunda clase, los pasajeros disponen de dos y cuatro filas de asientos respectivamente,
de los que se ve alguno libre. El resto corresponde a tercera, y lo forman bancos
corridos donde se apretuja la gente ordinaria. A continuación, casi colmado de enseres,
va el vagón de equipajes.
Hay cuatro kilómetros desde Nantoco a Cerrillos, que pasan ante los ojos de
Eduvigis descubriéndole el menguante caudal del río -filtrado, evaporación o robo- y
las verdes orillas vegetales. En la estación de llegada baja un pasajero y suben dos: el
señor Zenón, abarrotero local en declive, y Antimo Maquia, un mozo bragado de rostro
ceniciento, gesto hosco y bigotes hirsutos. Una población variopinta llena el coche,
hombres más que nada, de muy diversas procedencias a tenor de las parlas oídas y las
fachas vistas. En tercera no quedan agarres libres para los que van de pie, y el incesante
vaivén del suelo impide a Maquia continuar suelto; así que como el invierno viene
suave pasa sin prejuicios al vagón de carga. Al caer las primeras gotas de lo que luego
sería una breve nubada, se sienta sobre los maderos serrados en forma de viga, puestos
junto a un atado de capachos, próximos al ataúd. Arrecia el goteo y si al principio lo
recibe contento, luego se incomoda. Piensa regresar al coche con los demás pasajeros;
él conoce tretas para hacerse con alguna de las asas ya conquistadas. Tratando de
embromar, de asumir su propia valentía o haciéndo burla a la muerte, ni corto ni
perezoso abre el arcón fragante y se encierra en el interior mullido. Bien por la
comodidad sentida, bien por la tibieza hallada dentro, acaso por el traqueteo o
consecuencia de haber estado parrandeando buena parte de la noche, el caso es que al
momento se duerme.
Mero soplo enredador, un vientecillo de nada lleva las nubes a otra parte
dejando el cielo limpio y el aire reanimado. Entra el tren en Totoralillo cuando el Sol se
presenta evaporando charquitos, volviendo la apariencia a lo previo. Rico o pobre,

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 125


nadie baja en la estación; pero suben dos personas, un matrimonio que habrá de hacer
transbordo en Pabellón si quiere llegar a Loros, donde con unos allegados partirá hacia
Argentina. Marido y mujer siembran esa confidencia tres veces mientras buscan un
equilibrio imposible. Después pasan al vagón de equipajes, se sientan en los maderos
destinados a tirantes y fustes de mina y dibujan la sonrisa ambigua de quien no sabe a
qué carta quedarse. Desde su posición observan el horizonte inestable, acercando la
mirada a su alrededor para llevarla de objeto en objeto, utensilios y vituallas, y ponerla
sobresaltada en el ataúd. Se rebulle su mente hasta dar con los prejuicios supersticiosos
guardados. Para ayudar a encontrarlos, la tapa del arca mortuoria inicia el movimiento
de apertura y un rechinar inquietante. Por la creciente rendija asoma de pronto un rostro
cetrino, mal encarado, ensombrecido por los bigotes híspidos; un muerto recién
revivido que extendiendo la mano, con voz entrecortada, alcanza a decir: ¿Ha parado de
llover?
Antimo Maquia descabezó un sueñecito dentro del arcón hecho de algarrobo y
mullido de tela; y al despertarse obró como su natural pedía, sin intención de asustar.
Pero los que iban a Loros con propósito de partir hacia Argentina, vieron lo que
creyeron ver y saltaron del vagón corriendo como vicuñas asustadas carentes de rumbo.
Por eso, ni los parientes que esperaban para acompañarlos, ni los hijos y nietos,
tuvieron jamás noticias de su paradero. Y es que Antimo saltó tras el matrimonio
miedoso, asustado del espanto percibido en los ojos abiertos de los asustados.

‫ي‬

Pedro Sevylla de Juana nació en Valdepero (Palencia), España, en


marzo de 1946. Deseoso de resolver las incógnitas de la existencia,
comenzó a leer libros a los once años. Para explicar sus razones, a los
doce se inició en la escritura. Ha vivido en Palencia, Valladolid,
Barcelona y Madrid; pasando temporadas en Ginebra, Estoril, Tánger,
París y Ámsterdan. Publicitario, conferenciante, articulista, poeta,
ensayista y narrador; ha publicado diecisiete libros y colabora en
diversas revistas de Europa y América, tanto en lengua española como
portuguesa. Reside en El Escorial, dedicado por entero a sus aficiones
más arraigadas: vivir, leer y escribir.
Página personal: www.sevylla.com

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 126


Salvador Moreno Valencia
alvaeno@alvaeno.com

EL SONIDO LACÓNICO DE LAS BALAS


(Fragmento de novela)

Buscando a mamá; (Crecí con Marco y su mono sufriendo por el mundo en su inútil
búsqueda, como la humanidad en su desenfrenada carrera hacia el holocausto.)
Elías Mandrágora
Poeta

La playa; lugar paradisíaco exento de cualquier ápice de naturaleza, robada ésta


sin escrúpulo alguno en las mismas barbas de Neptuno.
Desperté de sobresalto, y empapado en sudor. Eran las doce de la mañana de otro
domingo más. Me levanté con una sensación extraña, otra vez había tenido esos sueños
raros; tan reales, tan reales que me aterrorizaban.
Desayuné, me di una ducha fría; me puse unos vaqueros, una camiseta, metí el
bañador y una toalla en la mochila, y me dirigí a la playa para refrescarme en un día en
el que el calor podía llegar a los 42 grados; pensar en las olas producía alivio.
Pero antes recogí a mis amigos: Pe, Ju y Pa, que me esperaban hacía rato y yo, para
hacer honor a mi peor defecto o quizá, mi mayor virtud, llegaba tarde, con una hora de
retraso.
-No podrías irte a vivir a Suecia- dijo burlón Pe.
-Ni a Noruega- guiñó Ju.
-Y menos todavía a Finlandia- rió Pa.
-¿Vosotros qué sabéis?- les espeté para defenderme, aunque, evidentemente no tenía
excusa alguna, pero estábamos en España, más a mi favor, en el sur, donde la vida se
toma con otra perspectiva: menos prisa, más calma...
<< Para cuándo dice que lo quiere, sí, mejor venga mañana>> (pausa reflexiva del
que ofrece el servicio), <<mejor venga el próximo lunes, que sí, que no se apure, que
para el lunes, se lo aseguro>>. Y lo que, en principio, iba a ser arreglado en un día
termina siendo solucionado en un par de semanas.
Cargamos una nevera de playa con birras (birras checas baratas), bocatas, y tinto de
verano y nos pusimos en marcha. El calor sofocante invitaba a poner el aire
acondicionado, pero el auto no tenía, así que pusimos el más ecológico de todos los
climatizadores que existen: el aire natural, que ha decir verdad nos abofeteaba con una
densa brisa casi masticable, tan roja y sofocante como la brasas de los rescoldos de las
hogueras de San Juan. Bajamos todas las ventanillas como he dicho en espera, o
esperanzados, de que el aire refrescara el interior del vehículo que parecía una plancha
precalentada dispuesta a acoger en sus espaldas, o lomos, tiernos bistec de ternera, o de
cerdo.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 127


Encendí el reproductor de CD y la música invadió con dificultad estentórea el denso
aire de plomo que hacía fundir nuestras grasas en un ritmo acelerado de sudor incesante
(puercos bañados en su orina cervecera); grasas, que no eran, precisamente excesivas
por ser, tanto mis colegas como yo, más bien unos esqueletos andantes sin haber llegado
a introducirnos en el tenebroso mundo de la anorexia. Flacos, pero ágiles, y musculosos,
con los pantalones caídos y las gorras (para no romper el estereotipo de chicos de
barrio): (se camufla la mufla; horneado el chocolate contonea la cadera la chula; no soy
un pardillo, no me creas un pollino, aunque venga de barrio torbellino, yo a ti niño pijo
te las vengo a dar con el calibre de mi Anita, la perversa Anita…)
Conducía fatigado, resacoso, ansioso, la música de algún modo me despejaba.
-¡Una birra tío!
-¡No conduzcas borracho que es peor!- dijo Pe con su risa de pazguato.
-No seas bobo, saca cuatro y te las mato- apuntó con su pistola Ju.
-Carajo tío, por qué traes esa mierda- dije disimulando para no dejar ver el respecto
que le tenía a Anita.
-Por si acaso tenemos que pegarle tres tiros a un chulapo- bromeó apuntándonos el
irresponsable de Ju.
-Quita que las putas esas las carga el diablo- dijo Pa que era, del todo, partidario de la
armas.
-Éstas y las otras, no te jode, con el mismo peligro llevas una pipa que te follas a una
puta- dije tras dar un largo, y refrescante trago a mi lata de birra checa, eructé, y tiré la
lata por la ventana.
-¡Tío un poco de respeto por el medio ambient!- me regañó Pe.
-¡Será el ambient eco!
-Ni eco ni leche, no ves que la estamos cagando- apuntó Ju con su pistola hacia un
árbol que agonizaba de calor.
-Dame otra cerveza y deja de defender la naturaleza, vaya mierda- desprecié la
opinión de mi amigo, para lo que valía, no su opinión, que podría ser, o no, respetable,
sino las acciones para salvarle el culo al planeta y por supuesto el nuestro al que ya,
hacía mucho que habíamos prendido fuego.
El aire cada vez estaba más caliente, tanto que quemaba.
-Creo que hoy no vamos a salir del chiringuito- dijo Ju guardando su juguete
favorito.
-Eso creo- respondió Pe que se mantenía pensativo observando la carretera.
-Tío vaya mierda de coche te has pillao- volvió a sacar la pipa Ju, que atacado,
siempre, por los nervios, no podía estar quieto, y cuando tenía que permanecer sentado
mucho tiempo siempre estaba dando vueltas a su juguetito con el que le había sacado
los cuartos a medio país, y con el que había mandando a la gloria, o al infierno, a
algunos tipos, todavía más peligrosos, si cabe, que él; también se había cepillado a unos
cuantos más inocentes que un mosquito.
Un chico conflictivo decían que había sido en su adolescencia, que comenzó cuando
tenía nueve años, a los trece ya había pasado varios meses en un centro de
rehabilitación, a los quince un año en preventiva, y a los dieciséis, tres más en la cárcel
para menores, de la que salió, como es lógico con la mayoría de edad y con más
malahosti de la que había entrado.
-Mejor nos ligamos a unas titis lo pasaremos en grande- se pasó la lengua por la
comisura de los labios Pa.
-Dame un cigarrillo don Juan- le dije a Pa que tenía entre otras virtudes, la de
levantarse las tías con la misma facilidad que Ju le pegaba dos tiros a cualquier machito.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 128


Mientras encendía el pito abandoné por unos instantes la atención en la carretera,
confiado en mi destreza de conductor nato, no en vano, a los doce, le había sacado el
carro a mi vieja y lo había estampado, para enviarlo, a su mejor vida, al desguace de las
Rabitas, cementerio de automóviles, que desde aquel día, y como castigo por la faena,
tuve que habituarme a frecuentar, dos veces en semana, para poder pagar la factura del
arreglo de dos semáforos, una cabina de teléfono, y una terraza que arroyé, para mi
suerte, sin público a esas horas de la madrugada.
De repente, sonó un golpe, y tras el estrépito el silencio angustioso; el masticable
calor se apoderó de todo el espacio. Recuerdo el cielo y la tierra girando al mismo
ritmo.

Ju y la pistola, Anita; como dos ángeles vengadores enviados por un satánico dios
para ajustar cuentas entre los miserables.
La verdad es que Ju tuvo una infancia terrible, si hay que buscar algún motivo por el
cual hacer responsable a algo, o alguien; por ejemplo: la circunstancia que lo depositó
en un mundo cruel e insolidario, parece suficiente. ¿Había pedido él vivir en un mundo
así? No, como tampoco lo hemos pedido ninguno de nosotros. Sin embargo, unos, como
es bien sabido, han tenido mejor suerte, también sin haberla solicitado. O quizá la
terrible Fortuna haya barajado las cartas con su malévola e injusta forma de equidad.
El caso es que Ju tuvo, como tantos otros, una desgraciada infancia, una infeliz, si
cabe, adolescencia, y mucho más desdichada la juventud. Nos habíamos conocido en
una pelea. Él lideraba la banda de su barrio, yo la del mío, un coro de niñas bien con las
que jugaba al escondite con la intención de recibir algún restregón durante el patético
juego: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, y diez, el que no se haya
escondido tiempo ha tenido; y sonó; sí, un disparo que nos dejó a las cinco niñas, a mí,
y a mi hermano, tres años más pequeño que yo, sin habla. Teníamos entonces entre once
y doce años. Y allí estaba la panda de Ju, con sus peculiares rostros tersos enseñándonos
una mueca de rivalidad, y prepotencia. Ju empuñaba una pistola de aire comprimido, y
nos apuntaba con ella, pero nosotros no sabíamos si el arma era inofensiva, al menos, no
capaz de producir la muerte en alguno de nosotros; pero la muerte a esa edad es algo tan
lejano como podía ser Australia cuando en la clase de geografía la estudiábamos,
mirando sobre una bola del mundo, un mapamundi, estupefactos el vasto continente,
pero tan lejano que incluso, parecía irreal, un lugar propio de libros, de cuentos o algo
parecido, y ese mismo efecto causaba el pensamiento de la muerte, al menos en mí, a
esa edad. Y recuerdo que una vez el profesor de ciencias nos hizo calcular, que no sé
por qué motivo, la edad que tendríamos al llegar el siglo veintiuno. Cosa, que una vez
calculada me volvió a resultar como Australia, tan lejana.
Bueno allí estaban Ju, su pistola, amenazantes, y sus fieles seguidores, una chusma
de barrio, precisamente del más pobre y peligroso de la ciudad. No sé por qué la
violencia está tan relacionada con la miseria y la pobreza. Al menos me cuesta
entenderlo porque yo he pertenecido a una clase privilegia que no pasaba calamidades,
donde la miseria, y la pobreza de otros barrios se veía como Australia que estudiábamos
en geografía, lejana, al otro lado. Cinco matones de menos de trece años, y el cabecilla,
quizá con catorce, se mostraba como el hombre más temible del planeta, al menos a
nosotros nos lo parecía; el más asesino, el más capaz de realizar la peor de las fechorías.
Y sin embargo, a pesar del miedo que me producía la presencia de aquella banda (y,

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 129


sobre todo, de su cabecilla; pelo revuelto y rapado, cicatriz en la nariz, ojos achinados y
tan negros que daba miedo mirarlos directamente, estatura dos cuartas por encima de mi
cabeza y tres por la de mis compañeras de juego), resolví enfrentarme a la canalla, entre
otras cosas porque lo primero que hicieron fue insultarme buscando la humillación con
ello, mi respuesta fue unánime.
-¡Mariquita, mariquita!- entonaron al unísono los desgarbados muchachos del barrio
de la Polacha.
-Mariquita será tu padre- les respondí yo sin pensar, porque si lo hubiera hecho
habría mantenido la boca cerrada, intuyendo la que se me venía encima. Pero con el
arrebato de ira producido por el orgullo herido, no pensé en las consecuencias,
olvidándome, también, de la amenazante pistola.
Nada ni nadie en aquel momento, podía haberme indicado, o predicho que un día Ju,
y yo, íbamos a ser grandes amigos, casi como hermanos, e inseparables como almas
gemelas.
Así que tras mi reacción se produjo el enfrentamiento físico; que bien es conocido
que todas las reyertas comienzan con el enfrentamiento psíquico para medir las fuerzas
del rival, y acaban con el choque, inevitable, de la fuerza bruta. Me lancé sin pensar
sobre el cabecilla, el temible Ju que jugueteaba con su pistola, y en el despiste de su
juego lo alcancé tirándolo al suelo. La pistola cayó a un metro nuestro, nos ensalzamos
en un toma, y daca de puñetazos yendo a parar la mayoría al aire, por estar, ambos, más
resueltos en esquivar los golpes que en llevarlos a un objetivo concreto; algunos
llegaron a su objetivo, fijado o al azar, sí, a mí un par de ellos me pusieron el ojo a la
virulé, a Ju la nariz y el labio le sangraban sin parar. Sus compinches, viendo el
resultado, poco satisfactorio, de la pelea, para su jefe, no dudaron en poner su granito de
arena, y a mí, en vez de un grano lo que me cayó fue el camión entero. Las chicas
asustadas salieron corriendo con mi hermano de la mano, y alertaron a algunos padres
que platicaban en la puerta de las casas. Era verano y solían sentarse al fresco por la
tarde. Así que el padre de Raquel fue el que ahuyentó a la trupe de impresentables que
salieron que se las pelaban calle abajo hasta perderse en el parque del sur, donde un
murmullo de agua indicaba que habían abierto la presa para el riego de los bancales que
en él había: (pequeños huertos cedidos a los ancianos para que los cultivasen como
entretenimiento.)
Precisamente después de aquel día, tiempo más tarde, iba a nacer nuestra amistad, y
sería por mediación de Raquel que iría a convertirse en la novia del mismo Ju, siendo ya
un joven todavía más peligroso que el adolescente al que yo había retado con mi osadía,
al enfrentarme a él y a su banda. No debo negar que tuve la suerte de mi lado, a pesar de
que me estuvieron doliendo los huesos tres semanas. Pasó mucho tiempo hasta que lo
volví a ver, cuando lo vi, me miró, me echó el brazo por encima, se metió la mano en el
bolsillo, y sacó una pistola, pero ésta, no era de aire comprimido, ésta era de balas
auténticas, de las que matan, de las que suenan con un silbido que deja en el aire el
sonido, y el olor de la muerte, y me dijo:
-No me he olvidado de ti, pero tuviste agallas, eso es lo que te salva la vida, que si no
te dispararía ahora mismo con mí maravillosa Anita.
-Gracias- alcancé a decir con el miedo bajando por mis pantalones en forma sólida y
líquida.
-¡Verdad Anita que le vamos a perdonar la vida a este marica!
Y la pistola daba vueltas sin parar sobre su dedo índice que la mantenía girando con
cadenciosos movimientos de muñeca.
-Si no te importa he de irme- le dije con voz atribulada.
-No te apures muchacho, ve y cuando estés seco vuelve que te invito a una birra.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 130


Salí que me las pelaba dejando tras de mí un tufo inconfundible. Me pregunto si
cuando se está en la última hora ese olor se apodera del aire. No sé. Pero Anita hizo que
mi esfínter cediera en contra de mi voluntad, que, evidentemente, no era otra que la de
evitar cagarme en los pantalones.
Más tarde, unas dos horas después del incidente, volví a encontrarme con Ju, y es
que parecía que me lo iba encontrando por todos lados, como cuando uno no quiere ver
a alguien, y por más que lo intente evitar, lo encuentra por todos lados, lo mismo me
ocurrió con Ju. Hasta que ya sin remedio cedí a sus encantos, más bien a los de Anita,
tan inofensiva como peligrosa. Me causó algo de sorpresa, ver, en esa ocasión a Raquel
con él, ella me sonrió pellizcándome la cara, libertad que jamás se hubiera permitido en
mi barrio, donde vivíamos frente por frente, y donde guardábamos la compostura según
lo indicado, y lo establecido por nuestros educadores, quiero decir padres.
-¡Hola Lu!- dijo guiñándole el ojo a Ju que la estrechaba con su brazo derecho.
-¡Hola Raquel!- respondí algo aliviado de verla allí.
-No tengas miedo, acércate- me pidió alargando su mano.
-Vamos hombre, ya te he dicho que mi Anita no te va hacer daño. ¿Verdad Anita?
-Está bien- dije y me acerqué a ambos. Fui con ellos a un bar de la plaza Calada y allí
probé mi primera cerveza.

Lluvia de cristal; recuerdo el cielo y la tierra girando al mismo ritmo y un


repiqueteo incesante como de pequeños cristales cayendo sobre mis ojos.
Anita desplegó todo su encanto, y rabiosa como una loba herida que ha perdido a sus
lobeznos, se liberó del collar que la estrangulaba; la mano de Ju, sudorosa, pegada
siempre a ella; liberada, Anita, también del bozal que la asfixiaba soltó una retahíla de
palabras con olor a pólvora; palabras que fueron impactando con su brillo de plomo
sobre los cristales, el techo, las puertas, y nuestros cuerpos que giraban al ritmo de la
caída. El coche se precipitaba sin control por un abismo de piedras y árboles secos.
Nunca acepté con agrado la lluvia, ese elemento tan molesto, y tan fructífero para la
existencia de la naturaleza. Y girando en la lavadora en la que se había convertido el
automóvil fui obsequiado, junto con mis compañeros, por una incesante lluvia de
vidrios astillados; minúsculas partículas de cristal que parecían formar parte del mundo,
o ser ellas parte determinante del universo. Átomos brillantes, en los que se reflejaban
los rayos de un sol insolente, para abrir como bisturís rebeldes y descontrolados, fuera
del alcance del cirujano metódico, miles de pequeñas hendiduras por las que se
acabarían liberando millones de eritrocitos para volver al aire; partículas de oxigeno que
vuelven al agua, a la rama, a la tierra, a la nube, a la cabra…
Anita había dejado de emitir sus alaridos de loba herida. La oscuridad comenzaba a
ocupar todo el espacio en el interior de la lavadora que nos centrifugaba sin compasión.
Los golpes se sucedían con un monótono ritmo, endiablado, y monótono ritmo que
penetraba por el oído para destruir el tímpano. Pronto (o quizá eso fue lo que a mí me
pareció, que el tiempo había transcurrido en la pauta de un segundo y nada más), los
golpes fueron cayendo en una lenta decadencia, y con ellos el ritmo de los giros fue,
también, dejando paso al vértigo que produce la quietud tras bajar del tío vivo. La lluvia
fina dejó de mojar con aquella marea roja nuestros cuerpos, en los que se siguieron
abriendo canales hacia la nada. La nada debe ser un lugar apacible y sin luz.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 131


Un sepulcral silencio siguió al torbellino en el que acabábamos de viajar sin meta
preconcebida; un objetivo ajeno a nuestros planes. ¿O es que son propios los planes del
destino? Anita no decía ni palabra con su peculiar aroma de pólvora, parecía haber
quedado enmudecida por los efectos de la lluvia vidriosa. Tampoco abrían sus bocas, ni
siquiera para maldecir, Ju, Pe, y Pa. Intenté movilizar algún músculo en mi dolorido
cuerpo, pero pude comprobar que ninguno de ellos obedecía a las órdenes enviadas por
mi cerebro. Lo intenté varias veces, y en todas hubo la misma suerte, ninguna respuesta,
como cuando intentaba comunicarme con mi primera novia, y no recibía respuesta. Lo
volvía a intentar, y ella ni siquiera me otorgaba una mirada, una leve sonrisa, había
llegado el tiempo en que su amor se fugaba hacia los lagos de otros cristalinos más
verdes, más azulados, quizá más grises, pero llenos de otras lágrimas, de otras frases
con otras palabras de amor, de otros besos en otra boca…
En mi cabeza comenzaron a fluir un sin fin de imágenes como para desviar mi
atención, o mi intención de mover el cuerpo hacia la salvación. Aquellas imágenes eran
tan nítidas, tan reales, que me estremecí al comprender, que aquello era el espacio
atemporal donde se ubican los cuerpos en espera de ser desalojados por sus almas.
Entonces fui, sin voluntad propia, rememorando mi vida.
Empujado por una fuerza desconocida llegué al momento en que colgaba, cabeza
abajo, asido por las fuertes manos del pescadero, en un pozo de agua. Abajo miraba la
oscuridad, y el eco silencioso, y frío del miedo se apoderaba de mí, luego las lágrimas
que iban a confundirse con las oscuras aguas (que allá abajo, se abrían como las feroces
fauces de un monstruo abandonado, y herido por la espada de algún caballero errante),
me mostraban el alivio que produce el llorar. Y sentí cómo las manos del pescadero se
escurrían, o más bien, eran mis frágiles y delgadas piernas las que se escurrían, cual pez,
de las manos del insolente canalla. Luego el estruendo, y el chasquido en el agua, fui
tragado por el dragón que me escupió directamente a la edad de once años.
-¡Lu, vamos!- invitaba la voz del hermano de Raquel, años antes de que ella se liara
con Ju.
-¿A dónde quieres que vayamos?- le preguntaba yo un tanto angustiado porque tenía
costumbre, Ra, de meterse en líos, y de meter en fregados, todavía mayores a los que le
acompañaban.
-No te apures Lu, ésta vez lo vamos a pasar muy bien.
-No me fío de ti- le dije algo curioso.
-Pues, tú te lo pierdes- dijo y se marchó calle abajo, mirando, de vez en cuando, para
ver si yo lo seguía.
-¡Espera!- le grité cuando estaba a punto de perderse por la calle del Pez. Corriendo
llegué a su altura.
-Ya verás, Lu, como esta vez me lo vas a agradecer- dijo soltándome una colleja
cariñosa.
-Voy a confiar por última vez en ti- le amenacé con el ultimátum.
Corrimos riendo, y, sin pensar, llegamos al lugar donde Ra tenía, o decía tener, o
prometía que tendríamos, el paraíso. Era un almacén abandonado en las afueras de la
ciudad, por los arrabales del Este. Lugar que había servido de granero en otro tiempo, y
también de corrales para cabras y ovejas. Entramos sigilosamente por una ventana, y si
no llega a taparme la boca, en ese momento nos descubren los que abajo disfrutaban
haciendo algo que yo no había visto hacer nunca, aunque sí habíamos hablado, entre los
chicos, de ello. Raquel gemía debajo de un chico que con el culo al descubierto
empujaba con vehemencia. Ra no dudó en lanzarles unas piedras. El chico, al vernos,
salió que se las pelaba con los pantalones a medio subir, y con el pito como si fuese el
badajillo de una campanilla.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 132


Raquel quedó abierta de par en par y yo tuve un acaloramiento que casi me estallan
las arterias.
-No seas bobo- dijo ella sin inmutarse y con una sonrisa incitadora me invitó a
cabalgar sobre su vientre de nácar.
-Te lo dije, Lu, hoy vas a visitar el paraíso, y cuando tú acabes lo haré yo- dijo
riéndose a carcajadas el hermano de la que me invitaba a la lujuria. En el coche hubo
nuevamente un atisbo de movimiento, sin embargo, mi cerebro seguía enviando órdenes
con el mismo resultado. El silencio fue desapareciendo al mismo tiempo en que el
vehículo volvió a emprender su descabella caída al abismo. La lluvia de átomos
cristalinos volvió con un trueno que precedía al holocausto.

Esqueletos gemelos, Pe y Pa; aparecieron como sombras de una noche desterrada


de todos los silencios gritando, y dando órdenes protegidos bajo sus medias de nylon,
respaldados por una linda escopeta de cañones recortados que brillaban en la
penumbra del bar a donde fuimos Ju, Raquel y yo para celebrar el encuentro fortuito..
-¿Te gusta la birra?- preguntó Ju mientras besuqueaba a Raquel.
-No sé, está algo amarga- respondí con los ojos inundados de lágrimas, efecto, éste,
propio de los efluvios del gas de la cerveza. Era como si la espuma quisiese salir por los
ojos, porque por la nariz ya lo había hecho al primer trago, y, luego, el nudo en la
garganta que parece haberse instalado allí para ahogarte, seguido de esa sensación de
que algo duro va bajando, lenta y pesadamente, por el esófago como una piedra.
-Aquí tienes otra- puso Raquel un nuevo botellín sobre la mesa, al agacharse me dejó
ver, o mejor dicho puso ante mis ojos sus turgentes tetas. Las había tocado en aquella
ocasión, pero la inmadurez, y el miedo, no dejaron que disfrutase el delicioso manjar
que ahora, disfrutaba con exclusividad el cabrón de Ju.
-¿Es que no te gustan las tetas de mi chica?- preguntó Ju dando vueltas a Anita con
su dedo índice.
-¡Claro que me gustan, ella lo sabe!- respondí sin miedo envalentonado por el efecto
de la cerveza y media que me acababa de tomar.
Ju y Raquel seguían en su encarnizada lucha, yo me sumí en una especie de letargo
cervecil cuando me sobresaltó el sonido de voces que provenían de la barra. Allí, dos
tipos encapuchados, largos y delgados, con pantalones idénticos, camisetas del mismo
color, con estampaciones de la cara de un súper héroe, “el capitán trueno”,
encañonaban al atribulado camarero que se negaba a soltar la guita.
-Pon toda la guita en la bolsa, joputa- gritaba uno de ellos: el que no llevaba arma
como si con sus gritos quisiera suplir la ausencia de la que al otro le otorgaba un poder
inconmensurable.
-Haz caso a mi hermano Pe y no habrá que lamentar nada- dijo el chico armado.
-Te he dicho que no pronuncies mi nombre; eres un imbécil- le espetó el desarmado
malhumorado.
-Perdona Pe, pero se me ha escapado- al dirigir estas palabras a su hermano hizo un
leve movimiento hacia él, con lo que el arma quedó apuntando al vientre del
desenmascarado, nominalmente, Pe, que seguía con el rostro embutido en una media de
mujer.
-¡Otra vez! ¡Por qué no lo envías al periódico, o a la policía! ¡Cretino!- gritaba más
enfadado todavía Pe.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 133


-Lo siento, perdona tío, pero es que soy muy despistado, y, además, estoy tan…-él
otro, Pe, le arrebató el arma y de nuevo encañonó al camarero que compungido tiritaba
de miedo.
-No vales para nada Pa- dijo ya con un tono menos aireado.
-Ves, y ahora lo haces tú, no puedes enfadarte conmigo por algo que luego tú no
llevas a rajatabla- dijo casi gimiendo el pobre Pa.
Yo contemplaba la escena desde la mesa que habíamos ocupado nada más llegar al
bar, le daba vueltas a un botellín, la segunda botella de cerveza bailaba entre mis manos
nerviosas. No me atrevía a mover ni un solo músculo. Mis ojos no dejaban de mirar la
escena que aquellos dos colgados protagonizaban. El camarero parecía haber sufrido
una embolia cerebral porque estaba totalmente paralizado; ni siquiera sus ojos se
movían, ni un pestañeo, ni un tic en la piel o en la comisura de los labios que habían
quedado petrificados por el horror de verse encañonado por aquella arma que, a su
parecer, era invencible.
Entonces ocurrió, Anita, nerviosa, hizo su aparición en el acto del crimen como una
actriz que entra a escena en una representación teatral de la que es protagonista, e
interpretó, con el boato que le es propio a las grandes actrices, su papel a la medida de
su genialidad como diva de los escenarios teatrales, besando con su fría boca de acero la
sien del que empuñaba el arma, una escopeta de dos cañones recortados, que prometía,
en caso de ser utilizada, dejar salpicadas de sesos las estanterías que detrás de la barra
albergaban todo un vademécum de bebidas espirituosas, y reconfortantes para la mente
y el cuerpo.
-Suelta el arma ahora mismo Pe- dijo Ju con su peculiar acento, y sus dotes para
hacer desistir, al más pintado, de sus propósitos, fueren cuales fueran estos.
-Está bien, no te pongas nervioso- dijo el gemelo Pe, azorado dejando la escopeta
sobre la barra.

‫ي‬
Salvador Moreno Valencia. Escribo artículos de opinión, novela, poesía en
verso libre, relato breve y cuentos. Realizo entrevistas a escritores, políticos,
cantantes, y poetas. Una de mis últimas entrevistas ha sido a Miguel Oscar
Menassa, candidato al Premio Nobel de Literatura 2010. Dirijo la revista cultural
Letras (Fuengirola), y soy subdirector del diario Online El Librepensador.
Soy socio de AIPEP (Asociación independiente de periodistas, escritores y
profesionales en nuevas tecnologías de comunicación), con el número 118/08.
Soy miembro de la Biblioteca Digital Siglo XXI, de Poetas del Mundo y de REMES...

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 134


Magda Lago Russo
rosauro@adinet.com.uy

EL OLVIDO

Con paso lento, camina por un sendero que atraviesa el bosque de pinos.
Los últimos rayos del sol se filtran entre las ramas y transmiten al paisaje
una luz iridiscente que se pierde en lo verde.
Como contando los pasos, la mujer recorre el lugar aspirando el olor fresco
que se desprende del follaje.
Siente en su cuerpo la presencia de la naturaleza como un traspaso de energía.
Cabellos lacios cuidados enmarcan un rostro firme, con ojos velados por la
tristeza.
Todo en ella es distinción desde el broche que recoge su pelo hasta las uñas
nacaradas.
Sin embargo su cuerpo denota un cansancio antiguo que lo afloja.
Los dos últimos años han sido duros, por eso llega al lugar, a recuperar las
fuerzas perdidas en la lucha diaria que de algún modo mitigó el dolor, por al
alejamiento de un amor que se fue sin explicaciones.
Aún no entiende, como sucedieron los hechos, su mente se cierra a todo
razonamiento, fue tan fuerte el golpe emocional que la descoloca en cuerpo y alma.
No puede entender como aquel hombre pleno de ternura que hacía irrepetible
cada momento de encuentro, se hubiera alejado diluyéndose en el tiempo.
Cierra los ojos, puede sentir aún sus manos abarcando las suyas, repitiendo
su nombre bajito.
Sólo una pregunta como una luz intermitente cruza su mente. ¿Por qué? Que
se une al cuándo, cómo y a la duda que surge implacable dejando un sabor amargo.
Se siente vacía, sin corazón ni alma, sin sentimientos para expresar la partida.
El se llevó la paz, la seguridad y el aplomo. Se desconoce a sí misma, se
transformó en un ser tímido, sin fe, desconfiado y nuevas preguntas se suman a las
anteriores, la angustia la ahoga pensando que ella tuvo algo de culpa.
Las respuestas a sus interrogantes, no las tiene en el momento, necesitó de
días y meses, para elaborar su duelo mas las preguntas siguen allí.
Sus interrogantes, fueron contestadas con monosílabos sólo supo que se
había ido del país.
Se da cuenta que la frase “para siempre”, la tiene que borrar de su lenguaje.
Lo sucedido, ha borrado todo el sentir romántico de su adolescencia y
juventud primera.
A pesar de su plenitud, siente su cuerpo insensible, inerte, con la
partida del hombre, los diques de la pasión y el amor están contenidos, no se permite
una ilusión, un deseo, se auto castiga como si fuera culpable.
Lo único que la mantiene de pie es el trabajo, en el cual vuelca todo su
tiempo, gasta horas y días en viajes, gestiones empresariales, todo lo que demanda el
alto cargo que ocupa en una empresa de cosméticos.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 135


Mucho le cuesta ubicarse en el mundo, su cabeza siempre mira un suelo gris,
camina detrás de pasos desconocidos, con sonrisas olvidadas, sueños sin cumplir.
Sin embargo la caminata por el bosque, el contacto con el paisaje, le hace
concebir sensaciones nuevas, es como despertar de un largo sueño.
Mira alrededor, descubre al ave en la cima del árbol, el cielo azul, el ruido de
las hojas secas y hasta el murmullo de lejano mar.
No se le ocurrió pensar que aquella fuera la primera manifestación del olvido.

‫ي‬
Magda Lago Russo 1934 – Montevideo – Uruguay). Escritora uruguaya, Químico
Farmacéutica. Co – fundadora del Taller de Creatividad Literaria ” La Aventura de
Escribir” de la Asociación Cristiana Femenina “Costa de Oro.” (YWCA COSTA DE ORO) Ex-
colaboradora del Boletín de la Institución. Incursionó en Talleres Literarios y Clubes del Libro.
Cursos: “La palabra y la comunicación”.”Taller de reflexión intergeneracional”
Producción literaria. Narrativa. Novela Grupal: “Las Cuatro Estaciones” Novelas
individuales cortas. “La caja de Nyco” “De Recuerdos y Soledades” “Todo tiene su
Tiempo” “Mundos Diferentes” “Leyendas” Cuentos Breves. Revistas Literarias Recibe dos
Menciones de Honor 1997 y 2006 respectivamente, otorgadas por la revista “Xicóalt”
(Estrella Errante) de la organización Yage (Asociación pro Arte, Ciencia y Cultura
Latinoamericana) en Salzburgo. Por trabajos sobre temas ecológicos.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 136


Raúl Barrozo

VIDAS MODIFICADAS

Ahora, un poco más tranquila y con todo el tiempo del mundo puedo escribirlo, contarlo
minuciosamente, entrar en los vericuetos finos de éste tiempo que ha transcurrido.

Fue a fines del 2008 que empezó el drama. Un año que consideraba como el más feliz
de mi vida. Porque uno tiende a rotularlo así cuando siente que el amor se concreta. Por
eso nos casamos y nos fuimos a vivir a la isla.

Y por todo ello también, lo impensable de que Marcelo comenzara a caerse de la


manera en que lo hizo. Claro, al principio pensamos lo del tremendo trabajo de la
oficina, lo del strees de estar en el Directorio y soportar la inmensa presión que se
ejerció desde la oficina central para que renunciara finalmente.

Terminaba diciembre, con uno de esos días de calor insoportable, sin aire casi, a pesar
de la cercanía del río. Estábamos en la casa de la isla, rodeados de gente amiga pero a
sabiendas de que la mudanza era ya irreversible. No se podía con el aislamiento,
regresábamos a la ciudad.

En eso estábamos, preparando la mudanza, con canastos repletos por todas partes que a
pesar de las etiquetas, se mezclaban de manera increíble. Ya habría tiempo, pensé, de
acomodar todo de nuevo.

Fue en ese momento que Marcelo tuvo el brote. Un brote psicótico. Antes me llama a
los gritos desde el muelle. Yo primero pensé que me quería mostrar algo. No sé, un
nuevo grupo de hongos, un árbol que se había derrumbado luego de la última tormenta.
La última nos había sorprendido juntos en el living, gozando la plenitud de la noche, el
cielo inmenso de estrellas con una luna casi nueva. Hasta que imperceptiblemente todo
fue cambiando. Las nubes comenzaron a cubrir el cielo, la luna que desaparecía, los
primeros estallidos en las alturas y las inmensas luminosidades de los rayos que
preludiaron el diluvio de esa noche. Las tormentas no son así en la isla. Pero ésta
particularmente fue tremenda. Ya ves. Todo puede cambiar tan rápido.

Pero no. No me quería mostrar nada. O sí. Pero ésto era más importante que todo lo
acontecido en los días plácidos del verano en la isla.

Lo encontré así, tumbado contra uno de los robles de la inmensa avenida que
comunicaba la casa con el muelle. Lo cargué en el auto y lo llevé al hospital. En la
guardia lo doparon a full. Pasó la noche allí. Y cuando las primeras luces del nuevo año
clareaban el comienzo de la jornada, yo, también media zombi, sentada junto al chofer
de la ambulancia nos dirigíamos a la clínica psiquiatrita donde quedaría internado.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 137


Clínica. Si se puede llamar así a ese alojamiento hiriente donde lo que menos importaba
era el paciente. Una atención pésima. Con una deplorable atención. Mejor dicho, sin
atención. Con medicamentos que no le cayeron bien, con dos descomposturas terribles,
que ni siquiera les preocupó. Es allí que decidí pedir el alta. Y lo saqué, lo llevé a otra.

Y allí, en esta nueva clínica el nuevo brote. El segundo en poco más de una semana. Ya
la espiral se estaba armando y mi capacidad de asombro, sin límite.

Porque las circunstancias fueron parecidas, pero también, en cierta forma, distintas. Me
hago amiga de la médica, la Dra Turner. Diana Turner. A la que convenzo de hacer algo
más. Algunos estudios, análisis. Algo más, le pido. Alguna certeza que pudiera abrir un
camino distinto, más cierto, especialmente por la medicación espantosa que le estaban
dando.

Es así que le hacen una resonancia de cerebro donde aparecen un "agujero" en el


lóbulo temporal izquierdo, un quiste acuoso, y un par de cositas más.

Bueno, de mal en peor, no sabía cual era el diagnóstico exacto, y las predicciones eran
de terror, imaginate mi estado de ánimo y el de él.

Porque Marcelo, vos sabés, es un adicto al tenis. Siempre le admiramos esa capacidad
de recuperarse cuando corría de un lado al otro de la cancha en segundos. El famoso
limpiaparabrisas. Pero a una velocidad envidiable. Ahora, ¿dónde estan ahora esas
piernas?, me preguntaba. Ni siquiera podía caminar hasta el baño. Ni hablar de tenerse
en pie solo por un minuto. Recuerdo esos días que recorríamos del brazo los escasos
treinta metros del pasillo contiguo a la habitación sosteniéndolo del brazo. Cada tanto
nos sentábamos, para que no se cansara.

Ni hablar de hablar. Sólo algunos murmullos inconexos, sólo esas ganas de comunicarse
que lo exasperaban hasta que ya no lo intentaba más. Le
habían suministrado dosis bestiales de drogas, por las dudas, hasta que “pegaran” con
alguna y detectaran la enfermedad.

Otra vez empecé a procurar un alta para llevarlo a Buenos Aires. Le


pedí a una pareja amiga de médicos que me consiguieran un buen
lugar para ir.

Ya en la ciudad fuimos a buscar dos consultas: en un instituto privado muy importante y


en el hospital Posadas en los servicios de neurocirugía (se pensaba que había un tumor),
neuróloga y psiquiatra y finalmente nos dieron el diagnóstico y tratamiento: el agujero y
el quiste estaban desde toda la vida y el cerebro había autocompensado las funciones
afectadas, aparte había microsímcopes y probablemente algún desorden enzimático del
hígado por una dieta muy estricta.

En resumen estuvimos 3 meses con esto, muy mal, angustiados y con


mucho dolor, miedo, bronca, incertidumbre y frustración.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 138


Fue en ese momento que decidimos hacer terapia. Los dos. Porque después de tamaña
experiencia yo también quedé desarmada, con el carburador flojo, como me decía un
amigo.

Terapia, medicación, rehabilitación física, y mucha paciencia y esfuerzo para aceptar


que nuestra vida se modifica en un montón de aspectos y expectativas.

En todo momento me dije que ésto era una lección y teníamos que buscar
cual era esa lección, esa enseñanza que nos dejaba el trauma.

El amor no varió para mí. Aprendí el significado de una palabra muy antigua y poco
usada: abnegación. Aprendí a vivir en función del hombre que amo, de su salud, de su
recuperación, de su bienestar, y por muchos días me olvidé de mí, y no necesité de nada
para vivir que no fuera verlo y cuidarlo. Y descubrí que lo amaba más de lo que lo
imaginaba.

Era un empezar de nuevo. Ser felices con nada de nada. Nos levantábamos
preparábamos café con tostadas. Marcelo recogía el diario. Lo traía a la cama. Hacíamos
lo que podíamos, compartiendo casi todo, para estar juntos y unidos.
Yo ansiosa, tratando de que mejorara en tiempo récord, egoísta yo olvidándome que el
necesitaba reacomodar toda su vida, ahora, en que él no está.

Porque yo dejé terapia. Pero él siguió. Dos veces por semana, o tres. Era lo
recomendable para una recuperación que resultó asombrosa. Llena de futuro y de
buenos presagios.

Hasta que me lo dijo. Me dijo, que no tuviera dudas. Que me amaba. Pero que sentía
“cosas por otra persona”. Me confesó lo de Lidia. Porque así se llama esa otra persona.
Un nombre común para nosotros en éste año. Lidia. Precisamente a la que le habíamos
contado nuestras angustias, nuestras desazones, nuestros proyectos. Ella lo sabía todo.
Yo no. Claro. Ella era nuestra terapeuta. Y se van juntos. A Nueva York, creo.

Buenos Aires. Verano del 2010.

‫ي‬
Raúl Barrozo, nació en Villa Dolores Córdoba, cursó sus estudios en la Universidad Nacional
de Córdoba, provincia de Buenos Aires. Ejerció el periodismo y conducción en programas de
radio y televisión en la provincia de Neuquén. Actualmente reside en Buenos Aires, donde se
desempeña como Cronista Parlamentario, colaborando para diversos medios audiovisuales. Su
primer libro de cuentos: Sopa seca. Colabora en revistas literarias.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 139


Yolanda Arroyo Pizarro
yarroyo@vernetwork.com

DESPUÉS DE MARTILLAR

(Del libro ‘Historias para morderte los labios’)

Diana mira el cielo de su habitación y decide abrazarse. No hay lagartos ni tortugas.


Ignora, por unos segundos, al cuerpo femenino a su lado. Coloca las palmas de las
manos sobre sus hombros, tuerce las piernas para enroscarse, oprime los muslos con el
fervor de una trenza. Reconoce ese momento. Se da cuenta de que una vez, cuando era
chica, se prometió regresar en el tiempo y abrazar a la niña que lloraba. Hay un hombre
que usa un martillo. La niña se extrae del dolor que siente y libera el karma. Dolor en
el punto de encuentro de cada pierna. Botón que late. La curva que une su osamenta y
que la punza quiere rajarse. El hombre que espera a que la madre salga al trabajo
martilla como si Diana fuera de madera. También taladra al dejarlo al cuido de la nena
mientras mamá va a la farmacia. Mamá busca medicinas para la fiebre de Diana. Diana
se aterra. El martilleo la desquicia. Sabe que es demasiado chica para soportar tanto
peso sobre ella. Suda. Intuye que desarrollará fobias, traumas de la conducta,
desconfianza excesiva con todas y cada una de sus parejas. Nadie podrá jamás
penetrarla, tratarla con seductor anhelo. Cierra los ojos y mira hacia la pared del lado
derecho por donde ve arañas deslizándose. Se promete que cuando sea grande,
retrocederá en el tiempo. Diana Grande llegará justo en ese punto de la historia. Se
acercará a su oído. Jurará proteger a la pequeña, cuidarla del inicuo. No nos dejes caer

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 140


en la tentación, mas líbranos de todo mal. Quebrará el cuello del hombre del martillo.
Disfrutará su agonizante salivar. Contará cada glándula de su lengua colgada y
asqueante mientras atestigua su asfixia. Diana va a tomar clases de defensa personal en
la adolescencia. Más tarde, a sus veintipico, practicará la lucha olímpica. Sabe cómo
concentrarse y partir, de un manotazo, pedazos de tablas. Sabe movimientos de jiu-jitsu
y llaves de karate. Regresa como su bushido único y personal para susurrar a Diana
Pequeña una plegaria de protección en donde jura que nada ni nadie va a hacerle más
daño. Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria. Con sus propias manos alojadas de
pasión enfermiza, sostiene el cuello del padrastro muchos minutos después de que éste
ya no se mueve. Durante la investigación del homicidio se hace imposible establecer un
asesino, detectar un sospechoso. Diana Pequeña no cuenta con los años, ni la fuerza, ni
la constitución física. La curvatura que une su osamenta y que late punzante ahora
descansa relajada. Ahora ya hay más memorias felices. Ahora se han rescatado de la
niñez recuerdos de una playa, de una lluvia de meteoros, de un baño de luna con las
Pléyades en el manto del cielo. A partir de este nuevo reinicio, encontrará noches en
que no ha tenido que empujar con las piernas, en que no ha tenido quien le parta el
centro del alma, en que ha podido dormir sin interrupción toda una noche. Diana se
toca los labios y mira el cielo de su habitación. Decide abrazarse. Se escurre, por unos
segundos, sobre las sábanas, para llegar hasta el cuerpo femenino que la acompaña y
que despide feromonas. Resurgir entre los lagartos. Desovar los huevos de tortugas.
Desembarcar, por fin, en un orgasmo que no se estrangula.

‫ي‬
Yolanda Arroyo Pizarro: Es novelista, cuentista y ensayista puertorriqueña. Ha sido elegida
como una de las escritoras latinoamericanas más importantes menores de 39 años del
Bogotá39 convocado por la UNESCO, el Hay Festival y la Secretaría de Cultura de Bogotá por
motivo de celebrar a Bogotá como Capital Mundial del libro 2007. Ha sido merecedora de
varias premiaciones literarias a nivel nacional e internacional; seis en Argentina, una en Chile,
siete en Puerto Rico. Ha escrito para los periódicos El Nuevo Día, El Vocero de Puerto Rico,
Claridad y La Expresión. Algunos de sus cuentos confluyen en las revistas culturales Identidad
de la UPR Aguadilla, Revista Púrpura, Preámbulos y Tonguas de la UPR Río Piedras. Es
autora de los libros de cuentos, ‘Historias para morderte los labios’ (2009), ‘Ojos de Luna’
(Premio Nacional 2008, Instituto de Literatura Puertorriqueña; Libro del Año 2007 Periódico El
Nuevo Día) y ‘Origami de letras’ (2004), además de la novela ‘Los documentados’ (Finalista
Premio PEN Club 2006).

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 141


Elsy Santillán Flor
e.santillan@andinanet.net

EXTRAÑA CANCIÓN HECHICERA

Va por la calle exhibiendo esa rara mueca de descontento que ya es habitual en


su rostro. No nació con ella, se le pegó cuando conoció a la diosa que veneró siempre.
Sin embargo, las manos aún mantienen algo de curiosidad y no han volado al interior de
los bolsillos, siguen al término de los brazos, delgadas y expectantes balanceándose al
compás de los pasos achatados. Son unas manos hermosas, a no ser que se las mire con
detenimiento. La derecha guarda en la palma una señal de algo así dos milímetros de
profundidad. Sangró mucho cuando tuvo siete años y la afilada punta de la pluma se
hincó en ella, luego se hizo molestia hasta que terminó por desaparecer. Ahora, cuando
la casualidad hecha una mirada hacia esa palma, es incapaz de recordar la historia de
aquel corte. La mueca de descontento es más fácil recordarla. Se hizo con los años, con
los días inagotables, con el tedio que labró su existencia sin saber que lo estaba
haciendo.
Con el correr del tiempo su vida era una continua repetición. Nada nuevo o
extraordinario aparecía en sus instantes. En el trabajo –cuando lo conseguía- el trámite
fue siempre el mismo, nada variaba a su derredor. Los dos años que pasó en el empleo
A, así como los once meses en el empleo B, fueron una lúgubre repetición de frases,
papeleos y actitudes. Conoció siempre el mismo escritorio, la misma máquina, la
misma almohadilla de tinta para sellos, el mismo tipo de papel, la misma llave de la
cerradura. Si alguna vez amó, ese sentimiento se mantuvo invariable, jamás hizo el
intento de darle una forma nueva, un color más claro. La ilusión terminaba muriendo de
la misma manera rutinaria como había empezado. En los últimos cinco años todo era
imperfectamente simple, sobrecogedoramente lento.
Alquilaba un cuarto en el centro y hoy, con un par de panecillos bajo el brazo
cruzó el umbral que tampoco le preemitía terminar con la monotonía. Al encender la
luz, la visión era la de siempre: la butaca cenicienta, el escritorio repleto de papeles, el
par de mesas laterales cargadas de libros, el biombo que separaba la cama –eternamente
vestida con la eterna colcha-, el cuadro de La Anunciación del Siglo XVII, la ventana
con el bacón hacia fuera y la maceta descolorida arrinconada sin plana alguna. Cerca de
la cama tenía una mesa antigua, sobre ella una cocineta de gas, la cafetera. Mas allá el
lavabo y en él platos sucios de por lo menos cuatro días. Puso los panes en la mesa y
con un suspiro de cansancio fue al inodoro que era apenas un cuchitril de uno por uno,
en donde había que moverse en las puntas de los pies.
Se lavó las manos con un jabón a punto de terminar, alzó el rostro y se enfrentó
al espejo que colgó hace mucho tiempo. El rostro era largo, blanquecino, la frente
exhibía arrugas prematuras, la mirada lánguida apenas si brillaba.
Fue a hundirse en la butaca mascullando su canción eterna. El remolino del
pasado volvía envolvente y gutural aprisionando su garganta, soplando tras la nuca,
fisgoneando certeramente en los cajones del alma. Poco a poco la tensión fue pasando.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 142


El brillo del foco hirió sus ojos cansados cuando se animó a abrirlos. En algún rincón
de su mente pensó que era mejor un cuarto en tinieblas, pero de golpe le llegó el otro
recuerdo, la escena que empezó cuando vivía en la casa antigua y solariega, donde la
servidumbre se persignaba (cada cinco minutos) afirmando ver fantasmas y súcubos en
los largos corredores o en las mohosas azoteas, y se volvió a mirar como aquella vez, al
fondo del corredor principal, mientras jugaba a armar el rompecabezas nuevo.
Desde la cocina le llegaba el familiar ruido de una fritura que preparaba la
sirvienta. En el comedor, su madre ponía la mesa con los cubiertos de plata para el
almuerzo, entonces, como presintiendo que la hora que cambiaría su vida se acercaba,
alzó los ojos hacia los salones y la vio. En principio supuso que era su amiga
imaginaria vestida de novia, pero luego la miró sonreír enigmáticamente, mientras se
dirigía a la sala llena de vidrios y recuerdos. La buscó unos segundos congelados, unos
minutos infinitos, pero la extraña novia jamás atravesó el salón de los cristales.
Amortiguados le llegaban los ruidos familiares; se apagó el sol aunque era un
día caluroso. Empezó a gritar y desde aquella vez la lámpara de su velador que se
apagaba a las ocho, no volvió a apagarse jamás.
Un escalofrío la estremeció totalmente. Se acostó por completo en la butaca y
cerrando los ojos otra vez se resignó a continuar en el remolino. Desfilaban rostros,
máscaras, caretas; lujos, comodidades, miserias, arrogancias, desplantes, vergüenzas;
compañías, soberbias, soledades. Abrió los ojos y la luz del foco le pegó de lleno una
vez más. Su mirada no tenía ahora emoción alguna, pero frente a su nariz desfilaban las
palabras sacrílegas confundiéndose en la brillante vaguedad.
Entonces y por primera vez en estos cinco años, se peguntó si había valido la
pena su sacrificio. Lo veía tan inútil, como inútil y tedioso era el entorno, con los libros
apilados abiertos o cerrados en confusos guiños y piropos. Se acordó de donde venía,
de lo que había pasado aquella tarde y parte de esa noche: la premiación se realizó y por
millonésima vez la suerte no estuvo de su lado..., ¿la suerte? Bien sabía que esa no era
la palabra precisa, pero de cualquier manera un sentimiento de frustración le estaba
corroyendo interiormente. Ese mismo sentimiento que lo conocía tan bien desde hace
cinco años; sus sueños se asemejaban a espléndidos vitrales hasta esa mañana, hoy
habían multicolores vidrios desperdigados en el asfalto.
Tuvo ganas de llorar y de reír al unísono. De un brinco abandonó la butaca y
volvió a recorrer aquel espacio que durante cinco años alimentó sus sueños y sepultó su
ayer (¿Definitivamente?); acarició la vieja sobrecama, rozó las paredes desvaídas con
sus dedos maltratados por el tiempo y las borrascas, sentía enormes ganas de patear los
libros y desgarrar los papeles.
Conteniéndose, volvió al único espejo que había en aquella sordidez, contempló
una desfigurada calavera. Los recuerdos volaban por todas partes, se retorcían en una
danza angustiante de rebelión, formaban un patético caso de regresión tardía, de
problema resuelto, de cuadro finalmente develado. Estaba llorando en honor a esos
cinco años. El ácido escozor de la realidad calcinaba el interior de sus venas; todo era
un caos abierto al otro lado de la vorágine.
De un zarpazo se limpió la cara y tuvo rabia por ser tan cobarde, pero no pasó de
eso, el sentimiento era tan patético que terminó desvencijando lo poco que quedaba de
cordura.
De algún lugar venían las voces extraviadas... Se escuchó salmodiando los
versos cortaos, antiquísimos..., se trasladó al lugar soñado que alguna vez creó en sus
pesadillas. La luna sangraba aluminio en la grama, recogiéndola estaba la pareja
furtiva. Era una noche ideal de romanticismo congelado.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 143


Volvió a mirar, enfrentó al rostro cadavérico en la lisa superficie. Tenía veinte
años más. El extraño himno seguía allí –proveniente de la calle sin retorno-. Se arrastró
al balcón y pudo distinguir el ensueño: la plazoleta iluminada, la gran torre que
avizoraba la nocturnidad, vestida con su mejor traje, y junto a la pileta centenaria la
serenata de los ciegos que desgranaba en la noche su lamento.
Apagó la luz sin dudarlo.
Una oleada de emociones sacudía su cuerpo amurallado.
Escuchó anhelante, casi sin respirar, perfeccionando un ritmo nuevo que no
rompiera la pompa de jabón que se estaba formando entre la plazoleta y su alma. La
quietud recorría esa noche. Una quietud rara que acabó cuando el imperceptible
estallido de la pompa se cumplió. Muy cerca del balcón alguien cerró una ventana y el
golpe tenue descolgó la última piñata del encanto.
Los músicos guardaron sus instrumentos; la tiniebla súbitamente se tornó
helada, el alma se agitó rebelde. Los pasos y las sombras se perdieron, la plazoleta,
ahora silenciosa, brillaba.
Se pasó las manos por la cara.
Había vencido al súcubo de la sombra, y a la vez la magia de lo ocurrido daba a
su existencia un rumbo diferente. Olvidó la tristeza, el desamor, la frustración...
empezaría, reconstruiría.
Pasó la noche en vela.
Muy temprano, con su carpeta de sueños al hombro marchó en búsqueda de
infinitos.
En el cuarto los panecillos volaron dulcemente al cuadro de la pared.

‫ي‬
Elsy Santillán Flor. Quito, Ecuador, 1957. Doctora en
Jurisprudencia y Abogada. Pontificia Universidad Católica del
Ecuador. Obras Publicadas: -“De mariposas, espejos y sueños”
Cuentos. 1987 -“De espantos y minucias”. Cuentos. 1992
-“Furtivas vibraciones olvidadas”. Cuentos. 1993 -“En las
cuevas ajenas de la noche”. Poesía. 1997 -“Gotas de cera en la
ceniza”. Cuentos. 1998 -“Las doce habitaciones de la magia”.
Narrativa infantil. 2000 Libro electrónico. -DESEABULOS 1 y
-DESEABULOS 2. Libros en colectivo de cuento y poesía, 1993
y 2000, publicados en Ibiza, España. -LOS MIEDOS JUNTOS,
Cuentos, 2009 -Las ficciones de la soledad, Cuentos, 2010.
Premios obtenidos: -Premio Nacional “Jorge Luis Borges”.
1995 -Premio Nacional “Pablo Palacio”. 1998. Fue Secretaria de
la Sociedad de Escritores y actualmente es Vocal Principal de la
misma.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 144


Gaspar Jover Polo
joverpolo@hotmail.com

Gente del Norte


(Fragmento de Novela)

NURIA SOSA

Esta gente del Norte manifiesta una notable falta de energía en el debate. Aunque
sostenga sus ideas hasta el final, aunque no carezca de argumentos, no parece segura de
sus puntos de vista y se toma un tiempo extraordinariamente largo para decirlo todo. Es
como si los nórdicos no tuvieran prisa en convencer, como si les sobrara todo el tiempo
del mundo para expresar sus ideas. Y lo mismo sucede cuando van de paseo o cuando se
divierten; no tienen prisa tampoco y no parecen entusiasmados con los placeres más
fuertes que puede sentir el ser humano. Tal vez sea por el clima fresco o frío, según la
época del año, siempre destemplado incluso en la estación más benigna: neblinoso de
forma constante. Los contornos no resaltan con nitidez meridiana en esta parte del
mundo y, en los ratos peores, la angustia también parece como adormecida o muy en el
interior.

Nuria Sosa no era una mujer alta ni rubia. No tenía defectos apreciables a la vista ni
tampoco un atractivo físico fuera de lo común. Andaba despacio y marcando los pasos,
avanzaba como meciéndose al apoyar en el suelo la planta del pie. No llamaba la
atención en su tierra de origen, en la América del Sur, cuando pasaba por la calle, pero
los transeúntes europeos sí la miraban de reojo porque sus rasgos les resultaban
exóticos, típicamente meridionales: Nuria era muy morena y con el pelo lacio cayéndole
sobre la espalda. No recuerdo la fecha exacta en que la conocí, pero sí recuerdo que su
serenidad en el juicio obedecía a unas razones de perogrullo y a una confianza férrea en
su sistema de ideas. Aunque no tuviera razón en algún caso, aunque los argumentos le
fallaran por la base, su serenidad me desorientaba en el debate político que a menudo
sosteníamos y me dejaba sin réplica. Y también recuerdo que yo me oponía a sus
razones por oponerme, por no quedar como un ignorante frente a la autoridad de la
camarada comunista. Lo principal que recuerdo es que Nuria no hablaba de filosofía; de
arte, apenas; de música, muy poco; pero no dejaba perder la ocasión de dar consejos
sobre asuntos prácticos que también tenían que ver con sus ideas políticas. Estaba
segura de muchas cosas y muy segura de algunas que le parecían de suma importancia y
que no dejaba de subrayar cuando venía a cuento. Su obsesión principal era el
entendimiento entre el grupo de los líderes revolucionarios del que ella formaba parte y
la mayoría de los ciudadanos, lo que llamaba el pueblo o su pueblo. No aceptaba que se

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 145


considerase a la masa social como retrasada y fácilmente manipulable. Y esa
concepción de la base popular como un ente complejo, pero muy capaz de comprender
le servía tanto para sus compatriotas hispanoamericanos como para los ciudadanos
europeos con los que nos cruzábamos en el paseo de por las tardes. Paseábamos bajo la
lluvia menuda por los alrededores de la universidad en la que estudiábamos juntos,
charlábamos mucho y, casi todos los días, salía a relucir alguna discusión sobre política.
Andaba con pausa, se balanceaba armoniosa al mismo tiempo que nos ofrecía con gran
seguridad sus opiniones.

−Esta gente del Norte no sabe lo que tiene −afirmaba alguien de nuestro grupo porque
esta era la opinión mayoritaria entre los estudiantes extranjeros−. Yo los mandaría a
pasar un mes, sólo un mes, a uno de nuestros países capitalistas para que se dieran
cuenta de los privilegios que disfrutan. No tienen conciencia de las ventajas que trae
vivir en el socialismo real. Con una temporada corta en la cadena de montaje de una
fábrica mi pueblo, estoy seguro de que dejarían de pensar en Occidente como en un
paraíso.

−Me llama la atención que tengáis una opinión tan severa −saltaba Nuria en defensa de
los trabajadores nórdicos− sobre la gente de por aquí. Me parece que, si la mayoría de la
población fuera así de estúpida, haría ya muchos años que el modelo social comunista
hubiera degenerado hasta desaparecer. Nos fijamos solamente en las deficiencias que
saltan más a la vista, pero no creo que tengamos suficiente base para enjuiciar su
situación con tanta severidad. Con unas semanas de estancia en el socialismo real, no
estamos en condiciones de emitir juicios de valor.

Ella oponía razones de peso a la sentencia mayoritaria en el grupo de los estudiantes


meridionales pues, en su selva, había trabajado precisamente con el objetivo de
estrechar lazos entre la guerrilla y el pueblo despolitizado. Trabajaba como enlace entre
la rama política y la militar de una organización comunista y revolucionaria.

Nuria acababa de llegar a la Europa del Norte para estudiar y, como es lógico suponer,
sus rasgos de india llamaban la atención de los ciudadanos nativos. No recuerdo en qué
fecha exactamente se produjo el aterrizaje, pero tengo la obligación de fijar con
urgencia, para que no se pierdan del todo, las conversaciones entre los compañeros
universitarios que todavía guardo en la memoria. Me acuerdo de Nuria sobre todo y me
apresto también a la tarea de poner por escrito el extraño ambiente social en que nos
desenvolvíamos los estudiantes latinos. Pongo unos papelitos de libreta corriente sobre
mi mesa y los voy rellenando conforme me vienen las anécdotas de entonces, conforme
me azota la añoranza de aquellos meses de universidad y de camaradería. A veces noto
que el pulso se me acelera y que eso sucede, de manera especial, cuando encuentro la
expresión oportuna o cuando recuerdo con precisión un detalle. Me pongo a escribir con
los descansos imprescindibles para comer o para dormir, y, cuando ya creo disponer por
escrito de todo el material, siento que tengo que organizar mejor el conjunto, las
distintas secuencias apuntadas con precipitación y que pertenecen a la misma peripecia
en el Norte. Pienso utilizar un criterio cronológico para organizar el montón de mis
papeles −parece lo más lógico en el caso de reproducir un suceso verídico−, pero me
encuentro con el gran obstáculo de que ya no recuerdo las fechas exactas, los días de la
semana en que paseé con ella, tampoco las semanas en que se produjeron las anécdotas,
y solamente puedo deducir qué momentos pertenecen al principio y que otros se
sucedieron en la última semana del curso por el grado de intimidad que mantengo con la

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 146


protagonista; por el grado de bienestar o de dolor que el recuerdo de Nuria Sosa me
proporciona. Nada de fechas concretas; semanas o meses, me digo, sino solamente las
referencias espaciales que me comprometan menos. Me esfuerzo por organizar y noto
que los papelitos aislados y distribuidos sin orden por encima de la mesa empiezan a
cobrar mayor relación, más sentido, que se explican entre sí y que contribuyen a formar
una historia que es mi historia aunque la protagonista principal sea ella. Las anécdotas
tomarían una implicación más estrecha si me ciñera al orden cronológico de un modo
estricto, si empezara tal vez por describir un poco más al personaje importante para que
se pudiera entender mejor los hechos que protagonizó mi camarada.

Nuria Sosa procedía de clase alta, de una familia terrateniente; yo, por el contrario,
tengo una familia humilde que no me ha podido dar una carrera. Ella vino a estudiar
desde un país con una situación política muy difícil; yo, de una sociedad también pobre
aunque mucho menos conflictiva. Fuimos a estudiar a una universidad del Norte que era
también residencia de estudiantes y, claro está que, viviendo bajo el mismo techo
enseguida nos conocimos. Mi interés era subir en el escalafón de mi organización
política de procedencia pues no pasaba por entonces de cuadro político con porvenir;
Nuria, por el contrario, era ya una destacada dirigente. Yo tenía la intención de ampliar
mis conocimientos y obtener estudios oficiales, una carrera homologada; ella, sobre
todo, llegaba para descansar de la lucha en la selva y para recuperarse síquicamente de
la tensión que se acumula en la actividad clandestina. Recuerdo que nuestros camaradas
anfitriones nos acogían con grandes muestras de atención, que vivíamos cómodamente
y fuera de peligro en la universidad, pero también que mi protagonista tenía que volver
pronto para seguir con una lucha armada que en aquellos momentos resultaba muy
desigual. Los hechos objetivos, las fechas exactas, la de la separación, la del desamor
me quedan lejos y se me difuminan, pero tengo fresco el sentimiento de cómo era mi
compañera de clase y el recuerdo de cuando me fijé en ella por primera vez.

Recuerdo, por ejemplo, la primera o la segunda vez que nos vimos, la primera ocasión
en que yo tuve conciencia de su existencia en el edificio universitario. Estábamos
discutiendo varios muchachos en una de las habitaciones destinadas al colectivo de
estudiantes extranjeros, oímos toc, toc, toc en la puerta y era la mujer india la que
llamaba. El encuentro resultaba inevitable y podía haber sucedido en cualquier otro
momento, una horas antes o unas horas después pues llevamos una vida en común
dentro del aula y por los pasillos de nuestra ala del edificio:

−Ah, perdonen ustedes −dijo al aparecer en el umbral−. Yo iba buscando a Úrsula, mi


compañera de cuarto y creo que... Pero ya veo que están en una reunión exclusiva para
hombres; así que me voy.

Yo no me di mucha cuenta de ella en la primera impresión porque era un cómodo mes


primaveral con mucha discusión teórica y mucha concentración en el debate. Recuerdo
que la lluvia golpeaba contra los ventanales que resultaban a menudo empañados por el
vaho. Cuando estábamos libres de las clases y de las actividades extraescolares, la lluvia
o la nieve nos hacían a menudo quedarnos en el edificio discutiendo sobre cuestiones
políticas de la mayor urgencia porque, por aquel entonces, nos sentíamos un grupo de
voraces revolucionarios.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 147


−Pase compañera −le dijo el camarada Pepe, mi compañero de habitación−. No es una
reunión exclusiva ni mucho menos. Aquí los compañeros y yo estábamos divagando un
rato sobre no gran cosa.

Pero la dirigente india no pudo oír la última frase de Pepe porque cerró enseguida la
puerta y se quedó del lado del pasillo. Recuerdo ese instante como si lo estuviera viendo
y, además, me viene ahora a la cabeza que esa no fue la primera vez pues, unas horas
antes, ya la había visto en el bar y sé también que yo le había prestado mi bolígrafo para
que tomara las señas de otro estudiante. Fue una aparición truncada, breve, ambas lo
fueron, y no creo que me deslumbrara en ningún sentido. Sus breves apariciones se
fueron sumando sin que yo advirtiera en ella nada extraordinario. Yo tenía claro
también que nos seguiríamos viendo y hablando durante los próximos días, semanas,
meses, y que la vida en común por el edificio de la universidad hacía obligatorio que
nos encontráramos a la entrada o a la salida de clase, en el autobús que llevaba al centro
o a lo largo y ancho del comedor. No cabía otra alternativa pues nuestro destino común
estaba decidido por otros antes de que nos pusiéramos a hablar.

El ambiente era bueno o muy bueno y estaba plagado de optimismo y buen rollo.
Todos éramos paisanos en cierto modo; todos teníamos una lengua común y nos
reíamos con las mismas ocurrencias. Era un grupo compacto en el que las desavenencias
internas no se habían mostrado todavía o, por lo menos, no se notaban. Hablábamos en
español en nuestras habitaciones con una exaltación del ánimo que nos llevaba a la
precipitación. Nos excitábamos hablando porque todos estabamos convencidos del éxito
de nuestras ideas. Sobre todo, creíamos en el éxito logrado por nuestros camaradas
anfitriones en la construcción de la nueva sociedad.

Otra tarde, en cambio, durante el trayecto en autobús de camino al casco antiguo,


Nuria sí se dirigió a mí de forma particular para ofrecerme un regalo y recuerdo que, en
esa ocasión, la mujer india sí que despertó mi interés. Aunque íbamos en grupo, se me
acercó y me dio una piedra pequeña, redonda, una común y corriente. Supe después que
esta mujer tenía la afición de recoger piedras por el margen de los caminos, que las
coleccionaba y que las ordenaba sobre un mueble: unas piedras pequeñas y de
apariencia corriente, redondeadas o con aristas, que, sin embargo, ella sabía distinguir
de entre el montón de sus semejantes cuando las veía al pasear por el campo. Algunos
días después me contó que, en las largas marchas a través de las montañas de la selva
amazónica, a veces había sido reprendida por cargar con el peso extra de las piedritas,
como ella las llamaba. Obediente, tiraba el lastre a la cuneta, pero, al poco tiempo,
volvía a sentirse entusiasmada por un objeto brillante de rocío y se lo llevaba al bolsillo.
Nuria me dio la piedra y recuerdo también que ese regalo sin importancia me sirvió en
aquel momento para bromear con los compañeros que iban con nosotros. Yo dije algo
así como que aquel objeto en apariencia insignificante podía ser el símbolo del
internacionalismo proletario entre los pueblos hermanos. Los demás compañeros me
rieron la gracia; pero noté enseguida que la muchacha se ponía seria y que apartaba la
vista. Me di cuenta de que no le había hecho gracia mi ocurrencia aunque, pocos días
después, me confesara que, por aquel entonces, me había regalado la piedra como podía
habérsela dado a cualquier otro, como un signo de camaradería entre compañeros de
clase, que todavía no sentía por mí una inclinación especial.

A lo largo de ese primer trayecto en autobús, y a pesar de que me tocara sentarme a su


lado, en vano le busqué la mirada porque tenía los ojos puestos en la ventanilla o sobre

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 148


el libro que llevaba abierto encima de las piernas. Y creo que fue, a partir de entonces,
de ese enfado tan sin sustancia por su parte, cuando me llamó la atención y cuando me
dediqué a observarla con interés: no sabía aún que fuera una importante líder comunista;
ni siquiera conocía su nombre. En esos primeros viajes de turismo por el centro o por
los alrededores de la ciudad, Nuria disfrutaba de los encantos del paisaje mirando por la
ventanilla o aprovechaba el tiempo para leer, mientras el resto de la expedición tenía los
ojos puestos todavía en sus casas: parecían estar saboreando aún los últimos minutos en
el suelo patrio; el momento de la despedida en el aeropuerto antes de subirse al avión.
Podía calificarse nuestra parte del edificio universitario como una pequeña ciudad
cosmopolita en la que se entremezclaban los estudiantes extranjeros de muy distintos
países. Y dentro de esa torre de babel juvenil, los estudiantes extranjeros de
nacionalidades y continentes distintos nos íbamos acercando poco a poco y Nuria y
Frank también se acercaban sin remedio. Ninguno de los dos podía suponer todavía que
iban a comer juntos casi todos los mediodías durante varios meses, a caminar en amena
conversación casi todas las tardes, o que el grado de la tensión emocional iría creciendo
entre ellos sin pausa hasta el final del curso y un poco más allá.

Crecía la emoción, la tensión todos los días entre clase y clase y entre las clases y las
actividades extraescolares que se realizaban fuera del edificio. La facultad de ciencias
políticas disponía también de un plan de ocio con viajes turísticos en autobús para los
extranjeros. Nos llevaban a ver partidos de baloncesto, de fútbol, al teatro o al cine.
Recuerdo que los muchachos sentíamos una mayor atracción por los espectáculos
deportivos; Nuria y Úrsula, las únicas mujeres, se pirraban por las funciones de ballet.

Desde que se acabó el curso, ya no hemos vuelto a vernos; somos ya dos extraños
prácticamente, pero no puedo evitar que, de pronto, me vengan las instantáneas de
aquellos cuatro o cinco meses en el Norte y que me sienta en la obligación de explicar
con pelos y señales las anécdotas más destacadas. Pienso también que debo ordenar
todas estas secuencias que ya tengo por escrito, aunque a veces creo que, si me pusiera a
describir aquella experiencia con más orden, a organizarla con mayor cuidado, no me
saldría mucho mejor. Todo sucedió sin gran lógica y como a salto de mata; así que el
orden de aparición importa menos. Puede que la trama resultase más clara, que fuera
más fácil de entender con una estructura sólida, pero es seguro que el esfuerzo por
alcanzar la coherencia le quitaría la gracia de la espontaneidad.

Recuerdo sobre todo a Nuria, pero también a Pepe, a Toledo, a Julián, a Santiago, al
jefe Robledo: todos los que estábamos dispuestos a liderar, con la mejor de las
intenciones, la decisiva batalla contra el enemigo capitalista. Todos éramos jóvenes y
estábamos entusiasmado con la política; todos éramos un tanto inexpertos y
enamoradizos. Cada uno destacaba a su manera, pero, a posteriori, puedo afirmar sin
ninguna duda que, de aquel grupo insurgente a más no poder, la mujer india era la que
más llamaba la atención y no porque dispusiera de mayores conocimientos teóricos o de
mejor oratoria; sino porque tenía la experiencia en el campo de la acción práctica, en el
campo de batalla; y porque, en ella, la intuición del líder estaba tan marcada sobre la
superficie de su piel como las propias venas. Sobre todo, era la india la que me llamaba
la atención dentro del grupo; la que de una forma todavía difícil de entender para mí, se
me acercó con cariño como si yo fuera un igual, otro líder revolucionario y no un simple
militante de base. La gran dama de la política subversiva me eligió a mí por algún
extraño capricho y se quedó conmigo todo el tiempo que le fue posible.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 149


Alquilo un taxi de vez en cuando y salgo de casa para tomar el aire, para descansar de
mi tarea de reproducción y de fijación por escrito. Doy una vuelta por la ciudad para
volver a ver los puntos claves de nuestros recorridos turísticos: el estanque y su dique de
hormigón, las colinas que rodean el edificio universitario, la plaza grande del centro o el
castillo medieval con sus dos torres, y, ante todo esos sitios marcados por la añoranza,
detengo la vista y me vienen el sonido y el olor de la aventura con Nuria. Tengo delante
el borrador de una carta que le escribí poco después de terminar el curso y de que ella se
marchara otra vez a la selva y, al releerlo, noto que, ya entonces, intentaba explicarle y
explicarme sin éxito lo que fueron aquellos cuatro meses de internado y de vida en
común. Es un párrafo confuso porque yo me empeñaba en sacar las conclusiones que
aclararan el caso sin tener aún la distancia precisa; y porque me sentía demasiado solo
como para pensar con claridad: Cada día que pasa descubro en ti nuevas cosas,
pequeños detalles que me pasaron por alto pero que tengo la obligación de entender.
Todas esas cosas que sentía o intuía pero que no racionalizaba, y que, de una manera
casi inconsciente, me hicieron estar a tu lado día y noche. No sé si recordarás cuando
te decía que no me explicaba mi paciencia contigo, y cómo me mostraba de humilde
ante lo que yo consideraba desplantes tuyos; ha tenido que pasar algún tiempo para
que lo pueda comprender del todo. Comprendo como lo que en mí fue, por mi carácter
atolondrado y también por aquello de: “los amores cobardes no llegan a historias”, un
sentimiento irreflexivo, en ti fue una lucha constante contra tu educación y tu situación,
porque tú preveías con mucha más serenidad que yo las consecuencias que nuestra
relación podía traerte. Tú no querías enamorarte por temor a las consecuencias que
esto podría llevar a tu actividad política, y porque defendías el principio de que los
revolucionarios no pueden sentirse demasiado afectados por una relación sentimental
pasajera. No deben llorar por cualquier cosa. Recuerdo que yo le intentaba explicar, al
mismo tiempo que me explicaba, como fue lo nuestro en unos textos muy largos y
bastante teóricos como si ella no estuviera al tanto de todo lo ocurrido, como si fuera
pobre espíritu o un espíritu poco inteligente.

Desde mi cuarto en el barrio del centro y por la única ventana de que dispongo, no se
puede ver apenas el paisaje característico de esta ciudad del Norte y es por eso que me
veo en la obligación de salir de vez en cuando, de coger el taxi o de alquilar un coche de
caballos si hace buen tiempo para confrontar la memoria con el paisaje urbano que nos
cobijó. Tomo un taxi y doy vueltas sin precisar el destino hasta que me encuentro con
algo que me salta a la vista y que me sobresalta: el escenario de alguna anécdota
protagonizada por Nuria y por nuestro colectivo de estudiantes. Yo no recordaba así esa
secuencia o no la tenía en la mente, pero, al detenerme en el sitio exacto, la instantánea
me viene con todo su desarrollo. Voy paseando paseando y recojo los momentos a
posteriori para mi archivo de instantes excepcionales. Me siento ante la mesa escritorio
a continuación y los fijo en el papel. También voy a ponerlos en orden de tal manera
que el conjunto siga un criterio cronológico. Creo que llegamos a finales de marzo en el
avión y que, ya en el mes de abril, nos conocimos de lleno y todo empezó a
desarrollarse con absoluta anormalidad. Me siento y escribo todo lo insólito tanto sobre
nuestra relación de pareja como sobre el medio ambiente que nos rodeaba; me siento a
recordar y escribo, y, cuando voy por la calle, también repaso lo que todavía no he
puesto sobre el papel. Creo que, si consiguiera contarlo todo y estuviera conforme con
el resultado, me pararía y descansaría. Ya no sentiría el impulso constante que ahora me
excita y me sobreexcita. Me sentiría más conforme y, acto seguido, creo que me vendría
una gran tranquilidad de ánimo. De eso estoy seguro, tengo una confianza ciega en que
terminará siendo así, pero, por el momento, se trata de un proceso de rescate que no se

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 150


detiene y que me anima a actuar en una sola dirección. Aquello y solamente aquello me
interesa, me empuja, me conduce. Avanzo en ese sentido sin elección posible y, aunque
no sea lo que más me conviene, ya no puedo detenerme.

Resulta paradójico que el análisis nos resultara fácil y fluido mientras caminábamos
por la plaza del centro cogidos de la mano, y que, ahora, sin embargo, o desde el
momento en que dejamos de vernos, me cueste horrores explicarme, analizar el vínculo
y ponerme a describir cómo fue que se marchitó de pronto. Quizás me falte algún dato y
por eso me sumerjo de nuevo en la reproducción de cómo sucedió.

‫ي‬
Gaspar Jover Polo. Escritor español (Alicante, 1961). Profesor de lengua y literatura. Cuentos
suyos han aparecido en revistas digitales y en publicaciones impresas de su provincia. Tiene
inéditas, también, varias novelas.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 151


Ángel Castaño Guzmán
cortazar_73@hotmail.com

LA SONRISA DE LOS MANIQUÍES


“La fiebre de un sábado azul y un domingo sin tristezas…” C.G.

La ruta 16 avanza con discreción por la autopista principal. Los pasajeros se bambolean
al compás del viejo motor. Las luces de los focos entran por las ventanillas y el viento
apenas estremece las hojas del tabloide que un anciano ojea sentado en la parte de atrás.
Una rubia recostada contra la registradora afina una guitarra al tiempo que su
compañera saca de la mochila una roja pañoleta y se la anuda en el cuello. En cuestión
de segundos, la guitarrista suelta un incendiario discurso contra la democracia
capitalista. Ya no hay diferencias abismales entre izquierda y derecha, pienso al
observar una hilera de acacias. Tal vez, hace años, la contradicción consistía
básicamente en el imperio escogido. La izquierda, el soviético. La derecha, el yankee.
Los cofrades del martillo y la hoz hacían largas filas en los consulados para subir a un
avión rumbo al eterno invierno moscovita. Los adeptos al libre mercado exhibían
orgullosos en la mesa de centro la foto de la Casa Blanca recortándose sobre un cielo
marron. Los revolucionarios peregrinaban a la Higuera y encendían veladoras amarillas
en el lavadero del mítico hospital mientras los reaccionarios se disputaban el honor de
bailar el vals con la hija mayor del general. El mundo nunca ha sido sencillo, y estas
denominaciones resultan hoy esquelas nostálgicas de una época marcada por los
continuos anuncios del Apocalipsis nuclear.
Hace unos minutos salí del taller de poesía de Ramírez Hoffman. Desde hace mes y
medio estudiamos la cadencia de la generación del 27, con García Lorca a la cabeza.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 152


Antes de concluir, los más temerarios nos lanzamos a la palestra con la libreta apretada
en la mano izquierda. Valentina, como siempre, se llevó las palmas. Influenciada por
Sylvia Plath, desgranó flores sangrantes, veladas imágenes de la muerte de su hermana
menor. En los hombros de esa menuda muchacha descansa el futuro de la poesía
latinoamericana, escribió R.H en su blog. Por mi parte, recité tres haykús. La gorda
Posada criticó mis infortunados escarceos con la lírica oriental. Martín leyó un
fragmento de su inacabada oda a la conquista del espacio. Nadie comentó.
Los hombres del taller, y R.H no es la excepción, estamos prendados de Valentina. He
salido con ella un par de veces, pero, muy a mi pesar, las conversaciones no pasaron al
campo de las confidencias. En la última cita me prestó un libro de narradores
argentinos. Antes de iniciar la sesión de hoy se lo devolví. Sus labios, contraídos por la
incómoda sonrisa nacida del silencio, aceptaron comentar los relatos al calor de un café.
En realidad no pasé de la página 20, pero mis intenciones con ella se desplomarían al
instante si le confieso que al terminar cada párrafo el recuerdo de la sutil alevosía de sus
breves senos volvía ilegibles los textos.
Nuestros poemas, dijo R.H una vez, son incitación al desenfreno. Galerías de adjetivos
maltrechos, apuntó la gorda Posada. Granujas mareados por el vértigo de las carreteras,
notas marginales en la historia de la poesía colombiana. No habrá una calle con mi
nombre ni un busto de Martín. Ningún pretendiente escribirá en sus cartas mis líneas y
nuestros poemarios serán recitados en los bailes de las mariposas de arrabal. En las
escuelas las maestras no escribirán sobre la piel del pizarrón las metáforas que le
arranco al vacío. Soy, y lo digo sin dramatismo, un fantasma encerrado para siempre en
el laberinto de la desidia y la pusilanimidad. Cambié la obra fundacional, una bandada
de pájaros del bien y el mal, por una caja de fuegos fatuos.
Me apeo antes del final del repertorio contestatario, a pocos metros de la universidad,
una mole gris de tres plantas con barrotes en las ventanas. Camino unas cuantas
cuadras, hasta llegar a mi apartamento.
Encontró, tras muchos desvelos, / El lirio feroz. / Adjetivo perfecto para la mudez
Martina murió a causa de los repetidos golpes con un objeto contundente. El informe
del forense reveló ruptura de cráneo y contusiones en la zona pélvica. Martina encontró
una nota sobre la mesa de noche. Después de leerla, salió de su casa con evidente
enfado, según contaron sus vecinos a la policía.
Sufrió en carne propia el frenesí de la fatalidad. /Tuvo la suerte de olfatear el rastro
que deja la bala a su paso.
Colecciono notas de la sección judicial del periódico de la ciudad. Busco en esas
historias cargadas de sangre las pistas para descifrar el acertijo de la poesía. Suena cursi,
lo sé; la verdad no estoy muy seguro de que sea el motivo real. La imagen de Valentina
nubla cualquier razonamiento. Mis manos y pies tiemblan con la sola visión de su
ajustado vestido azul y su rubia caballera cortando la brisa de la tarde. En alguna
ocasión soñé que antes de entregarnos a la lujuria, canturreaba con un tono a medio
camino entre el abatimiento y la coquetería: y regresé a la maldición del cajón sin su
ropa, a la perdición de los bares... No quiero hallar en su útero las precisas coordenadas
del jardín del Edén ni mucho menos, faltaría a la decencia, endulzarle el oído con
proyecciones de una vida de champán cuando mi sueldo apenas alcanza para un par de
libros usados. Sólo pretendo asaltar su entrepierna y morder sus pezones con el
desespero del reo en libertad condicional.
La historia de Martina llamó de inmediato mi atención. El reportero le concedió a la
muerte los renglones indispensables para saciar el apetito de la metrópoli. Martina era el
nombre de mi madre; la coincidencia ni siquiera me estremeció. La vieja sabía cómo
levantar mi ánimo; a la hora del desayuno, mientras el chocolate burbujeaba, resaltaba

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 153


la similitud de mis gestos con los ademanes patibularios de Marlon Brando. Su mano
acariciaba mi lustroso cabello.
Este texto, plagado de torpes giros, no pretende alcanzar la esquiva gloria de las letras
de molde. Es una especie de conjuro, algo así como un niño extraviado en un inmenso
centro comercial. La blanca sonrisa de los maniquíes dice que todo seguirá igual.

‫ي‬
Ángel Castaño Guzmán (1988). Editor de la revista cultural La Avenida.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 154


Yurimia Boscán
igaryurimiaboscan@yahoo.es

LA MUJER DE ROGELIO

No supe nunca su nombre. La última vez que la vi tendía una ropa lejana en un
patio de tierra color ladrillo. Como ganchos, a su falda se adherían sus hijos, dos
pedacitos de carne con cabellos ásperos.

Llegué a su casa una noche de esas donde los excesos del alcohol imponen el
lugar para seguir la juerga a salvo de las calles en asecho. Recuerdo el pasillo largo, la
casa semi destruida, el arsenal de botellas vacías de anís y el gorgojeo de seres extraños
que llegaban goteando la madrugada y se cobijaban en sus paredes, apartando un pedazo
de piso donde dormir.

Quienes arribaban eran personajes de un mundo ajeno al mío, protagonistas de


una calle salvaje que trascendía mi manoseada aventura de lo fortuito. La calle de ellos
pesaba en los gestos y las cicatrices, en el hedor a tabaco y aguardiente añejado por
años, en las ojeras de su insomnio congénito.

La casa de Rogelio era una especie de fortaleza donde podían llegar pintores,
escritores, carteristas, ladronzuelos y borrachos; en fin, un asilo de soledades puestas a
resguardo de las neblinas altas de los callejones de cualquier ciudad.

Rogelio era un tipo extraño: maravilloso conversador, consumado lector que


delataba el tiempo dedicado a saborear clásicos y filósofos sin ninguna ingenuidad.
Siempre pensé que había estudiado Filosofía o Letras. Yo elucubraba sobre el porqué de
su abandono, no comprendía la hidalguía que se imponía a sus harapos. En sobriedad,
Rogelio me deleitaba con su alma altruista en medio de la miseria, siempre dejando
espacio en la tierra pelada para quien necesitara resguardarse de la muerte o del frío, que
para él eran lo mismo.

Su mujer, diminuta en su mirar, en su andar, en su esencia toda, caminaba sin


levantar los ojos, sigilosa india conocedora del poder monstruoso que le otorgaba sobre
el macho su facultad de vivir sin pronunciar palabra en cualquier condición, lo que la
hacía invisible para los inquilinos de ojirrojos que descansaban bajo su mismo techo.

Bastó esa noche para conocer el porche undergraund que imitaba pobremente a
los suburbios franceses de la bohemia del siglo XIX, la calle dentro de la calle en su
más salvaje representación.
Cuando amaneció, era claro que no pertenecía al lugar. El sol delató una piel sin
curtir que reveló mi impostura, pero Rogelio, caballero al fin, supo disimular mi falta de
lugar ordenando a su mujer traer un tobo de agua para que lavara mi cara de recién

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 155


llegada al suburbio. Nunca olvidaré el chancletear quejumbroso ni el tobo curtido
repleto de un agua indefinible.

Después de aquel día, nunca volví a esa casa. A Rogelio lo seguí viendo en las
mañanas vendiendo periódicos en una esquina. No sé cuando desapareció porque la vida
siguió su curso y yo me olvidé de coquetear con la noche y sus secretos.

Cuentan los poetas, huérfanos de la casa de Rogelio, que un día llegó a la casa el
hermano de la mujer. Que este hombre tenía debilidad por las cosas limpias, por lo que
dedicó su tiempo a fregar y refregar los pisos. Cuentan que como era el hermano de la
mujer, él sí podía verla, y mandarla, y regañarla y enseñarla a hacerse cargo de sus
hijos.

Cuentan que cuando la casa comenzó a parecerse a una casa, sus huéspedes
nocturnos comenzaron a inquietarse por el olor a cloro, por las miradas que el hombre
clavaba en ellos durante el gargajear que precedía los escupitajos mañaneros.

Cuentan que Rogelio reclamó una noche la llegada de dos sillones de mimbre y
que el hombre lo amenazó frente a sus hijos, que corrieron veloces al lado de su tío.
Quienes allí estuvieron, recuerdan haber oído silbar el cuchillo…un silbido siniestro que
se ahogó con el chasquido de una puerta que cerraba para siempre la entrada a la
indigencia.

Esta historia me la contaron años después de aquel episodio, cuando indagué


sobre el destino de aquel erudito venido a menos con quien tanto había conversado una
noche de tragos. Dicen que está enterrado en el mismo patio de tierra rojiza de la casa,
que nadie lo reclamó, que nadie dijo nada, que todos los testigos tenían cuentas
pendientes con la justicia…

La casa de Rogelio tiene ahora en su largo porche una peluquería que regenta el
marido de la mujer, el mismo que antes era su hermano.

‫ي‬
Yurimia Boscán (Caracas 1963) Licenciada en Letras UCV. Cursó postgrado en Literatura
Latinoamericana en la Universidad Simón Bolívar (falta tesis), Actualmente realiza postgrado en
tecnología Educativa en la Unefa. Se desempeña como profesora universitaria y correctora de
prueba. Ha incursionado también en la narrativa y el ensayo. Ha publicado dos libros de
poesía, Poemas, (1983) y Neón, (2001), además de cuentos, ensayos y poemas en diversos
medios de comunicación nacionales e internacionales. Fundó, con otros tres compañeros de
vida, el suplemento cultural de circulación regional Sábado y Domingo, donde recogieron parte
del quehacer cultural de la localidad de Los Teques (Miranda).

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 156


Crítica Literaria
La ciencia acrecienta nuestro poder en la misma proporción en que
disminuye nuestro orgullo.
Claude Bernard

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 157


Lydda Franco Farías
Una poesía donde la razón esclarece la irreverencia,
y la transparencia incita la valentía y la ironía.

Por: María Cristina Solaeche Galera


gsmldcm@yahoo.es

Cómo van a verme buena


si me truena la vida en las venas
¡si toda canción
se me enreda como una llamarada!
y vengo sin dios y sin miedo

¡Si tengo sangre insubordinada!


y no puedo mostrarme
dócil como una criada
mientras tenga
un recuerdo de horizonte,
un retazo de cielo
y una cresta de monte

María Calcaño

Lydda Franco Farías, es una de las más vitales voces de la poesía venezolana de
la beligerante década de los años sesenta; nace el 3 de enero de 1943, en la Sierra de
Coro o Sierra de San Luis, zona pródiga en bellezas generosas, donde se encuentran los
lagos subterráneos más extensos del país, cuevas con grandes salas, simas y galerías, en
el Estado Falcón, Venezuela.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 158


Estudia primaria en su pueblo natal, y los estudios secundarios los realiza en el Liceo
Cecilio Acosta de la ciudad de Coro. Comienza a escribir desde la adolescencia en 1958
y posteriormente, colabora en los diarios La Mañana de Coro y Panorama de
Maracaibo, entre otros.
A partir de 1963, se radica definitivamente en Maracaibo, Estado Zulia, Venezuela.
En la Universidad del Zulia, trabaja de bibliotecaria en la Facultad de Ciencias
Económicas y Sociales. Allí nos narran algunos compañeros, sus protestas por el
asesinato de Jorge Rodríguez, por el golpe de estado en Chile contra el presidente
Allende, sus discusiones sobre las tendencias del MAS, sobre los “perros” y los
“patriotas”… hasta que llegó el día, que renunció a todo partidismo político, abandonó
totalmente la militancia activa, y a partir de allí, se dedicó a escribir, decisión que nos
permite deleitarnos con su legado poético:

si tengo que ceder


hasta quedar desprovista de vanidad
si nada tengo y esa nada me es arrebatada
(…)

si he dejado de creer en líderes


si la dialéctica se pudre en las cabezas de todos ellos
(y en la mía por supuesto)
si la unidad es un sofisma
si el partido deviene tertulia de burócratas y afines
(…)
si hasta aquí me trajo el río
entonces tendré que contradecir al río
y seguir aferrada a mis convicciones
aun en contra de mi pequeñez 9

Suele asistir en los años sesenta, a las tertulias del grupo literario maracaibero Cal y
Agua, que surgió en Maracaibo en 1964, en el bar El Milonga.

La poetisa Lydda Franco Farías, guarda en su obra, inflexiones poéticas de las lecturas
de los venezolanos: el mirandino Caupolicán Ovalles, iniciador en el país de la
antipoesía y perteneciente al grupo El Techo de la Ballena; la alquimia de la palabra
poética por su fuerza y honestidad del trujillano Víctor Valera Mora; de Miyó Vestrini,
la única mujer del grupo Apocalipsis, el tránsito del dolor de su cuerpo como creación;
el desenfado en la antipoesía y el uso de modismos de su región del zuliano Blas Perozo
Naveda y, las lecturas de los extranjeros: los barrocos y simbólicos el cubano José
Lezama Lima y el peruano César Vallejo y, el existencialista checo Frank Kafka, para
citar a tres clásicos contemporáneos.

Su trajinar por las letras, nos deja una larga lista de títulos publicados y otros, inéditos o
editados post-mortem.

En su primer poemario Poemas Circunstanciales. 1965 (ENC), el desplome, la


inteligencia, el tiempo y el espacio son los motivos, con una lectura tan hermosa como
extraña sobre los trances externos e internos del ser humano, escritos desde las esquinas
material y metafísica.

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Su segundo poemario Armas blancas, estuvo perdido muchos años antes de ser editado,
y fue su amigo el pintor trashumante Emiro Lobo, quien logró rescatarlo, y se publica
en 1969; en él, ficción y realidad son recíprocas e irreversibles y la caída en el tiempo
mantiene la indagación del enigma entre ellas.

Con el grupo Cal y Agua, publica como coautora con Ricardo Ruiz Caldera y José Parra
Finol, el tercer poemario Edad de los grandes ataúdes, en 1977, sin embargo, la obra no
circula por contrariedades entre sus autores; luego, sigue en soledad con el ejercicio de
su poesía apocalíptica.

Summarius, publicado en 1985 es su cuarto poemario, con un formato en prosa poética


continúa, donde solamente los puntos permiten las pausas en la tonalidad de la voz o el
cambio en la intención de la caída, la lucidez y el tiempo, con un encabalgamiento
abrupto y una entropía rebosada a contraluz.

En 1991, aparece el quinto poemario A / Leve, que contiene, una amalgama entre la
perfidia y la futilidad, entre la alevosía y la levedad, términos estos últimos reducidos en
el mismo título y la barra intermedia significando el límite insalvable entre estas dos
formas de conductas. Su epígrafe de Francisco de Quevedo:
Serán cenizas, más tendrán sentido; / polvo serán, más polvo enamorado.
Contiene en sí mismo, la idea de la poetisa de que, el amor corporal y espiritual
deberían persistir más allá de la muerte.

Un texto inédito, su sexto poemario, Estar en el envés, escrito en 1993, en el que Lydda
comienza escribiendo:
Vamos a llamar a esta nueva etapa de transformación poética, una realidad más
abierta, cercana a las formas de conversación, a un cierto tono coloquial, a un cierto
humor, a una cierta parodia del otro realismo tradicional…
Estar en el envés, donde la oralidad se agrupa en la duplicación, en la reduplicación, en
la gestación, sea de la inicial o de la palabra final en muchos modos de enciframiento.

Recordar a los dormidos, es su séptimo poemario, publicado por EDILUZ en 1994, en


él, el arcano de la muerte es el núcleo determinante de su enfoque, donde el lector o la
lectora, asisten al abismo final de la existencia.

Su octavo poemario Bolero a media luz, escrito también en 1994, es un alud corpóreo
en el forcejeo del acoplamiento musical del cuerpo, la poetisa se distiende en fracturas,
más deja claro, no existe Eros sin Tánatos, la fuerza natural de atracción vital y el reino
de las sombras se entrelazan por siempre.

Esta prolífica poetisa, Lydda Franco Farías, escribe en el mismo feraz año de 1994,
Descalabros en Obertura Mientras Ejercito mi Coartada, su noveno poemario, donde
desde el título ya vislumbramos un anuncio de jitanjáfora, es decir, de enunciados
donde el sentido no es lo pretendido, sino las hermosas eufonías. La nostalgia del
tiempo transcurrido desde la infancia, trasciende y se instala en el espacio de la
realización creativa, contando con el contraste diatópico y la cáustica ironía.

En el décimo poemario, inédito, Estantes, escrito también ese prolífico año de 1994, los
muertos son luminosamente despertados; la metagoge designa atributos humanos a las

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 160


piezas de un juego de ajedrez; el desdibuje del caligrama corporal en la caída que
trastrueca el mundo visible en el invisible, yendo más allá de las ceremonias judeo
cristiana o cualquier otra religión; el mundo reversible que convierte la oscuridad en
luz; el matrimonio plagado de martirios y los acertijos, son los diferentes temas que se
vuelcan en lances directos.

En 1998, aparece su undécimo poemario UNA, dedicado a su hija Mirna, con un


epígrafe que ya anuncia la intención de cada verso:
… el tiempo de la mujer es muy corto y si no lo aprovecha, ya nadie quiere, y se pasa
la vida en consultar augurios.
Tomado de boca de la ateniense Lisístrata, personaje central de la obra del
comediógrafo griego Aristófanes.

Aracné, su duodécimo poemario escrito en el 2000, y dedicado al Profesor del Instituto


de Investigaciones Literarias y Linguísticas de la Universidad del Zulia, Dr. Enrique
Arenas, tiene como médula precisa, la escritura mirándose a sí misma, la grafía, el
vocablo, la letra, todo el entretejido escritural entrecruzándose con premeditación
literaria girando en la órbita del minimalismo, representado por el hilo que el arácnido
teje deliberadamente para provocar la fatalidad y el desplome.

La Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda, conjuntamente con la


Dirección de Cultura y el Fondo Editorial del Estado Falcón, Incudef, editan una
Antología en el 2002, con una selección y un estudio de Pedro Cuartín, Profesor titular de
la Universidad de Los Andes –Trujillo y miembro del Centro de Investigaciones
Literarias y Lingüísticas “Mario Briceño-Iragorry.

En 2005, Monte Ávila Editores edita póstumamente una nueva Antología.

Durante su vida y después de fallecida recibe varios reconocimientos:

A los dos años de su permanencia en Maracaibo, gana el Primer premio del Concurso
Literario del Ateneo de Coro, con su primer poemario Poemas Circunstanciales. 1965
(ENC), suscitando una fuerte polémica a nivel nacional, sobre su muy particular
idiosincrasia estética y su estilo contestatario.

En 1987, en la Universidad del Zulia, se realiza la Lectura Nacional “Lydda Franco


Farías, y se aprueba una cátedra con su nombre.

En 1988, la Universidad Experimental Francisco de Miranda, el Instituto de Cultura del


Estado Falcón y el Instituto Universitario de Tecnología Alonso Gamero, organizan el
Encuentro Nacional de poesía Lydda Franco Farías.

En 1990, es condecorada con la Orden Francisco Rivera Reyes, por la Alcaldía del
Municipio Bolívar del Estado Falcón.

En 1994, recibe el Premio Regional de Literatura “Jesús Enrique Lossada” mención


poesía, otorgado por la Gobernación del Estado Zulia.

Al año siguiente 1995, el Premio Regional de Poesía, le es otorgado por la Secretaría de


Cultura del Estado Zulia.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 161


En acto solemne el 18 de octubre de 2005, en el Teatro Baralt, de Maracaibo, se le
confiere póstumamente, el título Doctora Honoris Causa de la Universidad del Zulia.

El 25 de septiembre de 2009, en el marco del ciclo Noche de Poesía. Para celebrar a


los maestros del asombro, se ofrece un homenaje a los poetas Lydda Franco Farías y
Ludovico Silva, en el Centro Cultural Chacao de El Rosal, bajo la organización de
María Teresa Ogliastri y Alexis Romero, con el apoyo de Cultura Chacao. El encuentro
cuenta con la participación de los poetas Víctor Alarcón, Adalber Salas, Astrid Lander y
Adriana Bertorelli, moderados por Alexis Romero.

En su poesía alcanzamos a distinguir dos discursos: uno privado, oracular, consigo


misma y para ser develado; otro público, desde ella para con todos.

El privado, quizás el más leído y posiblemente el menos contemplado y percibido, es el


propósito de este ensayo:

LYDDA FRANCO FARÍAS: Una poesía donde la razón esclarece la irreverencia, y


la transparencia incita la valentía y la ironía.

Recordarlo, releer cada verso, y sentir como se deslía en nuestro ser la expresión de su
fase selénica, donde la poetisa teje la trama de su intenso yo lírico a través de
vocaciones de mujer y profesiones asfixiantes en el recinto-clausura de la casa: las
pesadumbres de la diaria entrega, “ama de casa”, “oficios del hogar”, la bandera de la
sexualidad en una erotia pacífica y sobreentendida, madre y antimadre, médium,
hechicera, mitificadora, “casi-ciudadana”, civilizada por el varón, el patrón, el marido,
el cónyuge, el concubino, el hermano, el hijo …

Un esfuerzo mayéutico
para no abortar al hombre
un esfuerzo violento, definitivo
para que nazca íntegro.1

En una cultura masculina desde sus cimientos, la poetisa desenfada, con una
conmoción de la conciencia y los sentidos, cantando en cada verso, para poder respirar a
pulmón pleno cada palabra e intentar enmendarlas con su propio ser, crea hendiduras
para quebrantar y escapar de ese enrarecido mundo que la asfixia, y evadirse a través de
las grietas como la hembra que seduce con lo femenino, con sus lecturas, su mirada y
su poesía:

adentro hay una mujer que monta guardia


a fuerza de balancear las caderas
se ha convertido en péndulo y gravita
sobre las cabezas de los que todavía no comprenden
la magnitud del encantamiento 11

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Un mundo hecho de voces que se tejen y destejen entre variados tonos genéricos, juega
para crear o crea para jugar conservando el espíritu crítico que siempre la ha
catapultado a un país donde las mujeres eran sólo un murmullo.
Alberto Hernández
No nací para ocupar un espacio y nada más.
Ignoro cuál será mi participación.
Me tocó ser mujer y no me quejo,
me tocó caer en la humedad del tiempo,
en la inhóspita sequedad de los caminos
pero aquí me quedo
entre escombros y desperdicios.
Destruyan mi epidermis resentida,
despedacen mis sueños, mi alegría,
aniquílenme
porque un día aparecí sobre la tierra
y tuve voz y grité 1

No pudieron
moldearme a su antojo,
ni darle la forma requerida a mis palabras,
ni templar los metales de mi risa con sus martillazos de odio,
ni siquiera lograron meterme de cabeza
en un canon infesto 1

Una poesía definida por diversas líneas de significación, entre las que destacamos dos
en este ensayo: la enunciación de lo femenino y el erotismo femíneo, como elementos
fustigadores de cuestionamientos que atraviesan entre otros y todos, la totalidad de su
obra y es, efecto fundamental para la disposición de una imagen cambiante y compleja
que da cuenta de lo que son las configuraciones actuales de la mujer, entendida como
minoría social-cultural; con un ars poética que hace libre el coloquio consigo misma,
con el lector y con la lectora, por medio de una oralidad discursiva, en textos que a
veces, afloran con el formato de la prosa continua sin el deslinde de los versos, con el
encabalgamiento intrincado de dispersión de la colmada entropía:

nadie verá el estante vacío. el montón de ropa sucia libros viejos y maltratados por mis
notas al margen. por mis subrayados imprevisibles. por mis oh y mis coños
admirativos. soy posesiva, no lo niego. mi única propiedad son libros casi libros.
palabras no correspondidas pero útiles e igualmente equívocas. pero abajo. en el
sótano, eres débil, cabizbaja. se diría que ciega. asustada. no entienden porque has
hecho lo posible por enajenarte en lo cotidiano y ridículo (…)no te entienden porque no
aceptas vivir parcelada (…) tu ternura es clandestina. no colma. tu deseo es quizás lo
único humano capaz de retener una sombra . tu estallido nocturno. 4

Procedimientos verbales e imaginativos, a través de los cuales, Lydda crea e irrumpe en


un espacio que conmueve, apasiona, forcejea y sobresalta, en un horizonte femenino
que pasa inadvertido para el hombre, anquilosado en la rutina de los gestos, los
desempeños, los pensares, aciertos y desaciertos, carencias y despropósitos concebidos
por él, para la vida de la mujer.
Más allá de su tono irónico, la poetisa se rebela contra toda mansedumbre impuesta
desde el androcentrismo, sin disgresiones, se autoriza a sí misma al goce de invadir una

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 163


“comarca” donde solamente existe un “rey”, el hombre, y con irreverencia e inspiración,
se lo apropia en cada verso suyo:

voy a desayunarme la claraboya de la mañana


voy a atragantarme periódico con tus crónicas violentas
voy a tener noticias del mundo hasta la ingesta
de par en par ventanas
muéstrenme lo que sin mi despierta
sacúdete ropa inmunda los dobleces
espanta con lejías la penumbra
soliviántate plancha
aplasta en un desliz las pérfidas arrugas
a volar escoba sin bruja que respire el polvo
dancen muebles al ritmo que los aviente
púlete piso en redención de no empañado espejo
arde sin paz cocina del infierno
tápate olla impúdica
cuece a la sazón luego evapórate
suenen cubiertos en estampida muda
a fregarse platos les llegó su hora
la carta por favor
quiero probar el albedrío 11

En cada palabra no vamos a decir “intenta”, no, no lo intenta, lo consigue, con


vehemencia, con transparencia abate contra la mecanicidad y el letargo paralizante de
lo cotidiano y los en un cuasi infinito plural, lastres con los que la humanidad (léase el
hombre) a retenido el cuerpo y la mente, y por ende, la espiritualidad de la mujer,
reduciendo a un único dislate su existencia:

el ancestro
se adueña del perfil
de la mujer agobiada
y displicente
que yace en la umbelas
a medio dormir
indócil en el registro11

Su antiritualidad trasvasa su poética partiendo de la cosmogonía de una existencia que


exige, que enrumba su creación hacia el territorio del reclamo, del reverso de la mujer
ante el anverso del hombre, y lo hace, con un humor corrosivo, ácido, agudo y
exquisito:

de sobra sabes que me averguenzo


de ese otro ser que me esquilma
y me avasalla
de repetir hasta borrarme
el gesto heredado de pálidas
enhiestas
amas de casa remotísimas
pero hay un rótulo en la sangre

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 164


una danza del vientre
una marca rotunda
ten en cuenta muchacho de las cavernas
que he ido ganando el derecho
a perder de igual el paraíso
la paciencia
a compartir la cama
el santo y seña
el mundo
fifty fifty
o no hay trato
vete acostumbrando hombre voraz
mujer no es sólo receptáculo
flor que se arranca
y herida va a doblarse en el florero
al fondo de la repisa
entre santos y candelabros y trastos de cocina 11

En eso basa ella el vigor existencial y la singularidad de sus versos, en templar al


máximo el arco de la letra, la palabra, el verso, el poema, para que resulten, no sólo un
reflejo crítico de lo social, sino también, un verbo fustigador y lúcido, asumido siempre
desde el sarcasmo como un tropo, a partir de su incisivo estilo para desahogarse del
hastío, girando y girando en hipérboles.

La poesía de Franco Farías puso de relieve una voz femenina cuyo ejercicio poético, se
caracterizó por la ruptura con ese modelo de poesía intimista, de sensualidad sutil y la
introspección, para destacar la ironía y la oralidad
Ana María Romero

Polifónico el arreglo al mostrarse su “yo” plural, donde la ceremonia poética se


posesiona de su condición de ser femenino, siempre al lado de los rituales absorbentes
de nuestra sociedad, y fuertemente asida de la mano de las herencias atávicas que
tiranizan a la mujer, en un cimbrado hilarante e ingrato:

quedé para ser la última invitada


estoy alegre de las botellas sordas
puedes beberme soy todos los licores
no distingo
y si respondo es
para ligar placeres inimaginables contra el tiempo
a una temperatura en que tampoco sabes
lo que haces 2

Ella es su poesía, su poesía es ella, briosa, sensible, mordaz y laudante, que se empeña
en perseguir mundos mejores en sus temibles alocuciones poéticas:

mientras dormía me crecieron alas


al principio ni yo misma lo creí
hice cálculos sobre las ventajas y desventajas
de este suceso inesperado

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 165


decidí ensayar un vuelo corto
tropecé contra los vidrios de las ventanas
no me di por vencida
llegué a libélula
fui uno que otro pájaro
ave de rapiña
mi ambición no tuvo fronteras
fui escalando
jerarquías hasta agotarlas todas
ahora soy un ángel
y me aburro 11

Y en el amor, dulce, seductora y erótica, canta desde sus más añejas raíces, trepando por
su tronco, sus hojas, hasta llegar a sus flores en arco iris que regala a la vida, en un
soflama reverberante con sus requiebros, impregnado de simbolismos que expresan las
vivencias amorosas del cuerpo en la relación afectiva entre dos seres humanos, escrito
desde su visión femenina extraordinaria, respirando visceralmente cada grafema, cada
aliento de palabra y con la depuración del verso:

una trepa la desnudez de otro cuerpo


una encuentra la rama dorada y la codicia
abre las puertas de otro reino
inaugura otra carencia
una se deja llevar por sacudimientos extremos 8

Echar raíces
florecer
sobre tu cuello
enredadera 1

Ascenderé por los tallos


transformada,
me sentirás como nunca, palpitante,
en el latido de las hojas
y en el crujir voluptuoso de las ramas.1

tu boca resguardada por dragones


por la antropófaga inocencia de tus dientes
bosque de menta la saliva
picor de orégano la lengua
succión y mordedura
tu boca
laberinto de mis cosquillas 8
La lluvia canta afuera su canción,
la miro con ojos sorprendidos
y pienso en unas bodas bajo el agua,
que un novio vegetal me acaricie,
que sienta el perfume silvestre de mis manos,
mi cálida ternura abierta en gajos.1

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 166


Lydda es esencial, de gran vitalidad, luchadora incansable, defensora de lo femenino y
del amor, de hermosísima pluralidad semiótica, plétora de expresividad, álgida,
irreverente, en ausencia de rima y con el uso del hipérbaton invirtiendo el tradicional
orden del discurso poético, y las anáforas que incitan provocando con la repetición:

con papel de lija froto la piel


donde alguna vez estuvo tu tibieza
parpadeante
me estoy quedando en cueros
y sin vos
en los puritos huesos
y sin vos
esqueleto ambulante
y sin vos
(…)
y sin vos
con el alma en un hilo
y sin vos
ay
y sin vos
y sin voz
y sin voz 11

los amantes precisan largas vueltas


y nada es comparable a este final sin trampas
y nada se parece a tu cuerpo y al mío
me refiero a los muslos fosforescentes
no a la piel sedosa y repetida
no estamos dentro ni fuera y es falso
que desprendo de tu voracidad
mis latidos bajan cautelosamente
para que sepas que voy que siempre voy
ya puedes descubrirme y patinar en el aire rígido
cuando abras los ojos y desvíes el aliento 2

Con miradas envolventes de los vestigios humanos del placer y del amor, la lucidez, el
tiempo y la fusión de géneros:

tu cabeza en mi almohada
el sol para nosotros
deshaces sombras antiguas
vienes de la calle hacia el gesto
buscas / deshaces
reparo en el caracol algo furtivo
tus manos exhibiendo excavaciones
hacen de claustro refugio
ardo junto a ti 2

cuando la boca hace su trabajo de orfebre


en sabbat

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 167


en oriflama
de entre tus muslos sale un vellocino de oro
una serpiente emplumada
un vendaval de helechos
una larga vocal impronunciable 8

con obstinada delicadeza


se fabrica en la piel
se hace patio en la memoria
ojo de agua
con altos y bajos
puente entre dos sangres
diatriba amorosa
blindada
huella indeleble que nos filtra 9

William Estany, refiere, que hasta el último momento la poetisa Lydda Franco Farías,
estuvo activa:
Invitada especial en la Semana Internacional de la Poesía. A pesar de encontrarse
delicada de salud, siempre siguió escribiendo…
Allí se presenta, a las 7:00 de la noche, el jueves 22 de julio del 2004, al Recital
Internacional de Poesía, en homenaje a Eugenio Montejo, en la que sería su última
lectura en público, ante más de 400 personas, con una hermosa manta guajira de
soberbio colorido, un cabestrillo en un brazo y apoyada en su bastón, participa en el
recital internacional junto a poetas como Luis Muñoz de España; Alessandro Ceni de
Italia, Tone Skrjanec de Eslovenia; Ramón Bolívar de México y Alejandro Chacón de
Venezuela, entre otros tantos poetas que participaron en los recitales programados para
el evento. Dedicó sus poemas a todos, ausentes y presentes y en particular, a su hija
fallecida Mirna.

A los sesenta y un años, la parca que no falta jamás a la cita, nos despoja de esta poetisa
de las letras venezolanas; muere a las 8:00 de la mañana del lunes 2 de agosto de 2004,
en Maracaibo, Estado Zulia. Fue sepultada en el cementerio Jardines del Edén, donde
también se encuentra su hija.

Y sostendremos con Goethe:


El sentido de la vida radica solamente en la vida misma.
Así parece entenderlo también, la poetisa venezolana Lydda Franco Farías:

me encontrarán tendida a ras de luna


o flotando lluvia abajo
en la resaca del último cigarro
en el silencio que vibra emparamado
desde donde pronuncio mi postrer discurso (…)
ya voy tierra
ya voy cenizas
ya voy olvido 9
una vida se aplaza y se desplaza
mínima sustancia

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 168


cerrazón.7

Obra poética:

1. Poemas Circunstanciales. Policrom, Caracas, 1965.


2. Las armas blancas 1969
3. Edad de los grandes ataúdes (coautor con Ricardo Ruiz Caldera y José Parra Finol).
Ediciones Cal y Agua. Maracaibo, 1977
4. Summarius. Asamblea Legislativa del Estado Falcón, Coro, 1985
5. A / Leve 1991
6. Estar en el envés. s/e, 1993.
7. Recordar a los dormidos. EDILUZ. Maracaibo, Vicerrectorado Académico, Facultad
de Humanidades, Universidad del Zulia, 1994.
8. Bolero a media luz. Ediciones Mucuglifo. Dirección Sectorial de Literatura CONAC,
Mérida, 1994.
9. Descalabros en obertura mientras ejercito mi coartada. Gobernación del Estado
Zulia. Secretaria de Cultura/Universidad del Zulia, Dirección de Cultura, Maracaibo,
1994.
10. Estante. s/e, 1994.
11. Una. Ediciones de la Secretaría de Cultura del Estado Zulia y la Asociación Cultural
del Caribe (ASOCARIBE), 1998.
12. Aracné, s/e, 2000.
13. Antología. Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda, Dirección de
Cultura, Fondo Editorial del Estado Falcón, Incudef, 2002.
14. Antología poética. Monte Ávila Editores. Caracas, 2004.

Э
María Cristina Solaeche Galera. Docente venezolana (Maracaibo, Zulia, 1948). Licenciada
en educación mención Matemática, Magíster en Educación y Magíster en Matemática
Pura, en la Universidad del Zulia (LUZ), donde es profesora titular. Fundadora y miembro
de la Biblioteca “Teresa de la Parra” en la extensión Cabimas de LUZ. Miembro de la
Sociedad Venezolana de Matemáticas, la Asociación de Escritores del Estado Zulia, la
Casa de la Poesía y la Peña Literaria César David Rincón y otras organizaciones. Textos
suyos han aparecido en diversas publicaciones científicas y literarias, además de webs
literarias como Légamos, PoeSite y Texto Sentido. Ha recibido, entre otros
reconocimientos, el premio “Vicente López y Planes” (Buenos Aires, 2004).

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 169


Nuestra esquiva memoria de
Don Luis de Góngora

Por: Gustavo Rubén Giorgi


gustavogiorgi@arnet.com.ar

Resulta de rigor, en conciliábulo de poetas, citar en amable contienda de la


memoria las obras de los grandes. También, es posible verificar que si la evocación se
dirige a los clásicos españoles, Quevedo resulta puntualmente el primero y el más
recordado; después pueden presentarse, según el gusto y la circunstancia, el dulce
Garcilaso o el prolífico Lope; Manrique, claro, eventualmente Fray Luis de León y, a
las cansadas, don Luis de Góngora y Argote. Y digo todavía más, paradójicamente, al

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 170


Gran Culterano se lo suele recodar por sus transparentes décimas y redondillas, antes
que por las célebres “Soledades” o sus copiosos sonetos ¿Por qué?
Es un riesgo no menudo revisar a los clásicos; el fantasma de la impertinencia nos
acecha y cohíbe, y tememos por igual incurrir en el desliz del insolente, como a recaer
en el halago medroso y adocenado que no aporta nada a una herencia que merece el
estudio renovado de los tiempos.
Por eso, parafraseando a Paul Valery, quien si no me equivoco prescribió como
mandato irrenunciable para cada generación traducir a los clásicos, yo digo que
tenemos el deber (y el derecho) de releerlos, y de intentar una crítica propia. En el caso
citado de Góngora, me gustaría compartir una parcial y pequeña certeza que no pretende
compararse con los eruditos pareceres de Dámaso Alonso o Pedro Henríquez Ureña, ni
desmerecer siquiera en un ápice la grandeza del poeta cordobés. Es la que sigue.
Se sabe y se acepta que Góngora es oscuro. Sus poemas proponen obstáculos a
la comprensión que no siempre se aceptan con paciencia. El lector es puesto a prueba
una y otra vez por el empleo sistemático de una sintaxis tortuosa y un piélago de
referencias librescas, de suerte que el resultado suele ser el desinterés o el fastidio,
sentimientos que por lo general malcasan con el recuerdo. Los alardes conceptistas de
Quevedo, tan barrocos como los suyos, resultan en cambio comprensibles siquiera a
medias, y la inadvertencia de un segundo sentido del discurso, o de alguna intención,
no conspiran contra la eficacia del poema.
Además, fuerza es reconocerlo, no hay en Góngora el rigor formal que el
endecasílabo exige para ser una música: una combinación tal de acentos, de pausas y de
entonación, que lo han erigido en el admirable punto medio entre la sencillez del
octosílabo y la retórica del alejandrino. Garcilaso de la Vega (1501-36), tempranamente
ya lo manejaba con maestría en sus “Églogas”:

¡Oh más dura que el mármol a mis quejas,


Y al encendido fuego en que me quemo
Más helada que, nieve, Galatea!

Por inadvertencia, por desapego, o por escasa familiaridad con el metro, Góngora
incurre en defectos de versificación que obstan a la lectura fluida de sus sonetos. La
ubicación descuidada de los acentos supernumerarios es una de las falencias que se le
pueden señalar. En los versos de acentuación en la sexta sílaba, los coloca en forma
obstructiva en la quinta, y lo mismo hace cuando las constituyentes son la cuarta y la
octava: menudean las ocupaciones indebidas de las sílabas tercera y séptima. Tampoco
se cuida de acentuar la novena.
Otras veces otorga el rol de preponderancia en la sílaba constituyente a un
monosílabo de escaso vigor, de manera que el lector se pierde y no sabe dónde
enfatizar. Abusa de las licencias poéticas –hiato, diéresis, sinéresis- haciendo de éstas
una regla compositiva y no, como debe ser, una excepción. Por añadidura, se permite
violentos viajes acentuales de vocales dominables que desequilibran la sinalefa,
tornándola caprichosa y dura.

Estas deficiencias, no tengamos miedo de utilizar la palabra , se hallan presentes


en todos sus sonetos, pero en forma muy acusada en los compuestos entre 1582 y 1604.
Entiendo que la memoria no sufre con facilidad tales bruscos sobresaltos de tono, y es
así que no sabe o no quiere hospedar a Góngora con la fidelidad que prodiga a otros y
que él, sin dudas, merece con largueza.
Por ejemplo, yo no sé cuál me gusta más de sus poemas, si el que comienza:

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Urnas plebeyas, túmulos reales,
penetrad sin temor, memorias mías
por donde ya el verdugo de los días
con igual pie dio pasos desiguales.
(Nº 109, de 1612)

o el que termina (“De la brevedad engañosa de la vida”):

¿Confiésalo Cartago, y tú lo ignoras?


Peligro corres, Licio, si porfías
En seguir sombras y abrazar engaños.
Mal te perdonarán a ti las horas;
Las horas que limando están los días,
Los días que royendo están los años.
(Nº 159, de 1623)

Pero, como la belleza revelada nos deslumbra más que la descubierta por
nuestros propios medios, es imposible soslayar el soneto que le gustaba tanto a Borges,
el mismo que no se privó de analizar críticamente en “El tamaño de mi esperanza”
(1926):

Raya dorado Sol, orna y colora


del alto monte la lozana cumbre,
sigue con agradable mansedumbre
el paso rojo de la blanca aurora;
suelta las riendas a Favonio y Flora,
y usando al esparcir tu nueva lumbre
el mar argenta, las campañas dora,
para que de esta vega el campo raso
borde, saliendo Flérida, de flores;
más sino hubiere de salir acaso,
ni el monte rayes, ornes ni colores,
ni sigas de la aurora el rojo paso,
ni el mar argentes, ni los campos dores.
(Nº 6 de 1582)

O aquél otro, del que Roberto Alifano me hizo notar tanto su belleza como su
sorprendente actualidad:

Cosas, Celalba mía, he visto extrañas:


cascarse nubes, desbocarse vientos,
altas torres besar sus fundamentos,
y vomitar la tierra sus entrañas;
duras puentes romper cual tiernas cañas,
arroyos prodigiosos, ríos violentos
mal vadeados de los pensamientos
y enfrenados peor de las montañas;

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 172


los días de Noé, gentes subidas
en los más altos pinos levantados,
en las robustas hayas más crecidas.
Pastores, perros, chozas y ganados
sobre las aguas ví, sin forma y vidas,
y nada temí más que mis cuidados.
(Nº 46 de 1596)

Los grandes artistas ven lo que nadie ve, y lo dicen del modo que todos quisieran
oírlo y decir: llana y bellamente. También suelen ser premonitorios y terribles. La
asombrosa literalidad del tercer verso, que remite como un rayo a los sucesos del 11 de
septiembre de 2001, no es nada si se lo compara con el modo en que está dicho. En
efecto, torres se han venido cayendo desde que el mundo es mundo, pero, la expresión:
altas torres besar sus fundamentos nos habla de un modo improbable de concebir en el
siglo XVI, cual es que la cresta de un edificio busque la tierra, no quebrándose en
ángulos cada vez más agudos, sino bruscamente y por implosión, que fue lo que pasó en
Nueva York aquel infausto día.
Las objeciones formales que anteceden, esbozadas para explicar una rareza, no
deben, empero, apartarnos de lo que es esencial en toda relectura. Hay que volver a los
clásicos como Góngora, para gozar del descubrimiento de bellezas nuevas o no
fácilmente asequibles, y también, como en el caso del soneto Nº 46, en procura de las
advertencias que un alma superior es capaz de dirigir desde el pasado a nuestra
insensatez y nuestra incuria.

‫ڭ‬
Gustavo Rubén Giorgi. Abogado y escritor argentino (Zárate, Provincia de Buenos Aires,
1955). Trabaja como funcionario público en el cargo de jefe del Registro Civil de Zárate. Ha
publicado Cuentos de la resignación (Editorial Dunken, Buenos Aires, 1997), el libro de relatos
históricos El profeta y el traidor (Ediciones Proa, Buenos Aires, 2000), los poemarios El último
bien (Proa, 2001) y El retorno de Hipsipila (Alloni-Proa, Buenos Aires, 2005), la colección de
ensayos Aunque sean los papeles rotos de las calles (Alloni-Proa, 2005) y un volumen con el
relato “El emisoriario” y el soneto “Elección” (colección “Biblioteca Mínima” del diario Opinión;
Cochabamba, Bolivia, 2007). Además, textos suyos aparecen, traducidos al italiano, en la
Antologia della Poesia Argentina Contemporanea (Edizioni Sentieri Meridiani, traducción de
Emilio Coco; Foggia, Italia, 2007). Ha dado conferencias sobre cine, historia y literatura en
Buenos Aires, y en el interior y exterior de Argentina. Integra el plantel de colaboradores
permanentes de la revista Proa, fundada en 1922 por Jorge Luis Borges y en la que ha
publicado cuentos, poemas y ensayos desde 1998.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 173


Juana de Ibarbourou
Juana de América

Por: Magda Lago Russo


rosauro@adinet.com.uy

“Y yo fui la bendita, la colmada.


Fui la mendiga convertida en reina.
Me levanté tan alta, que podía
Elegir con mis manos las estrellas.”

Juana de Ibarbourou
( en “Inmensidad”, Perdida, 1950 )

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 174


Cuando en nuestra América, en la segunda mitad del siglo XIX, se sintió el cansancio
por la poesía romántica, la atmósfera estaba preparada para el comienzo de un
movimiento renovador denominado: Modernismo.
Se caracterizó por una elegante orientación esteticista, nuevo ritmo de pensamiento y
cultivo de la lengua.
Así se manifestó en José Martí, José Asunción Silva; Rubén Darío, entre otros.
La segunda generación uruguaya del período modernista ofreció nombres de poetas
heterogéneos tales como: Carlos Sabat Ercasty, filósofo, Fernán Silva Valdés,
indigenista y la versátil y lograda Juana de Ibarbourou.
En Chile, la excelente Gabriela Mistral demostraba su talento en su primer libro, en
Argentina, Alfonsina Storni, luchaba con su forma, en Uruguay, al morir Delmira
Agustini y el silencio de la talentosa María Eugenia Vaz Ferreira hicieron surgir una
llamativa figura, de voz cuidada pese a la juventud con la que escribió sus libros
iniciales, Juana de Ibarbourou.
Juana de Ibarbourou, (Melo, Uruguay, 1895 – Montevideo, 1979 ) poetisa uruguaya,
considerada una de las voces más personales de la lírica hispanoamericana , siendo su
verdadero nombre; Juana Fernández Morales.
A los veinte años se casó con el capitán Lucas Ibarbourou, del cual adoptó el apellido
con el que firmó su obra.
Tuvieron un hijo, Julio César.
Tres años después se trasladó a Montevideo donde vivió desde entonces.
Un día, la mujer – madre – esposa laboriosa de Melo decidió dar a conocer a Janette
d’Ibar y con Julito en una mano y un par manuscritos en la otra, se dirigió hasta el
diario La Razón, donde Vicente Salaverri dirigía una página literaria.
Entró en el periódico y pidió hablar con él, al que le dejó "Las lenguas de diamante”, su
primer libro de poesía.
De ahí en más un ascenso vertiginoso, Salaverri publica algunos poemas, luego se lo
pasa al novelista argentino Manuel Gálvez, quien le escribe el prólogo y lo publica en
papel pluma bajo el sello de la editorial Buenos Aires.
El goce de existir generó sus poemas de juventud, animados por imágenes vegetales y
animales. La conciencia de la propia belleza la hizo cantar la búsqueda del amor, ora
casto, ora erótico.
Además, en Juana predomina el paisaje que se transforma gradualmente en
comprobación tenaz de lo natural.

En “Lenguas de diamante” su primer poemario ( 1919 ), puede comprobarse que la


naturaleza aparece como escenografía: luna de cobre, arenas de bronce, corola
deshecha.

Bajo la luna llena, que es una oblea de cobre,


vagamos taciturnos en un éxtasis vago,
como sombras delgadas que se deslizan sobre
las arenas de bronce de la orilla del lago.

Silencio en nuestros labios una rosa ha florecido.


¡Oh, si a mi amante vencen tentaciones de hablar!,
la corola, deshecha, como un pájaro herido,
caerá, rompiendo el suave misterio sublunar.

¡Oh dioses, que no hable! ¡Con la venda más fuerte

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 175


que tengáis en las manos, su acento sofocad!
¡Y si es preciso, el manto de piedra de la muerte
para formar la venda de su boca, rasgad!

Yo no quiero que hable. Yo no quiero que hable.


Sobre el silencio éste, ¡qué ofensa la palabra!
¡Oh lengua de ceniza! ¡Oh lengua miserable,
no intentes que ahora el sello de mis labios te abra!

Bajo la luna-cobre, taciturnos amantes,


con los ojos gimamos, con los ojos hablemos.
Serán nuestras pupilas dos lenguas de diamantes
movidas por la magia de diálogos supremos.

( Las lenguas de diamante )

Progresivamente, un soplo doméstico toca este mundo, en él la acumulación de


elementos magnifica y decora. La naturaleza se hace más íntima como una alcoba
acogedora.
Oh! lino madura, que quiso tejer
Sábanas del lecho donde dormirá
Mi amante, que pronto, pronto tornará!

( La espera )

Su segundo poemario ”El cántaro fresco” (1920) junto a “Raíz salvaje” (1922) traen
un aire de renovación, de luz, de sencillez, que permiten una íntima comunión con el
lector.

“Raíz salvaje” marcado por el modernismo, lo expresó con imágenes sensoriales y


cromáticas, alusiones bíblicas y míticas.
Me ha quedado clavada en los ojos
La visión de ese carro de trigo,
Que cruzó rechinante y pesado,
Sembrando de espigas el recto camino

(Raíz salvaje)

En la trilogía, hay una confidencia, una poetisa que se abre, dichosa o con dolor a un
lector solidario, hacia el cual el poema se extiende como un círculo creciente.

El diez de agosto de 1929, el diario el País de Montevideo titulaba con grandes


caracteres:”Será un acto consagratorio de nuestra gran poetisa. El pueblo y las
asociaciones culturales se reunirán en el Palacio Legislativo”
En ese ámbito fue consagrada “Juana de América”, acompañada por lo más
granado de la cultura uruguaya, en el comité de honor se encontraban: Juan
Zorrilla de San Martín, Carlos Vaz Ferreira, Emilio Oribe, entre otros.

Juana dará la espalda, tras su consagración, a la obra que la condujo a ella, para
entregarse a una nueva corriente que trae el estremecimiento de la post guerra y que

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 176


conjuga varios elementos: ansias de viajes, espacio, geometría los cuales son volcados
en su obra “La rosa de los vientos”, considerada como un paréntesis de
experimentación.
Según Zum Felde:”La poetisa no se ha dejado seducir, al final por las escuelas
llamadas “de vanguardia”
Entre 1930 y 1950, publica: ”Los loores de Nuestra señora” (1934), “Estampas de la
Biblia”, época de Dios, del Dios único.
Mientras tanto cambiaban los gobiernos, se sucedían las condecoraciones y los premios
oficiales.
Había sido premiada más por el lugar que su literatura venía a ocupar en un
determinado entramo social que por su literatura a secas.
Juana optó entonces por la sumisión religiosa: Fidel Castro, Stroessner, el Che Guevara,
la dictadura militar; todo lo mismo.
La generación del 45 no se lo perdonó; dejó caer un absoluto silencio sobre su obra.
Fue la penitencia, se encerró en su casa a cumplirla.
Otras obras de cuentos fueron: “Chico Carlo” (1944 ) y “Los sueños de Natacha”
(1945).
Merece un comentario aparte “Chico Carlo”, contiene un resumen cronológico de la
vida de Juana., el tiempo terrestre del artista. Y como los más grandes de entre sus
pares, ella sabe que en la infancia se encuentran las hondas raíces de la obra. Por eso
vuelve, una y otra vez, a la que fue, a la niña o acaso no haya dejado nunca esa
condición y por eso pueda regalarnos páginas encantadoras. Por la vía del cuento
"revive y fantasea... a "la niña vivaz" y a la "jovencita huraña" que alentó... en la
protagonista de su evocación literaria y sentimental".
Los años pasan, la muerte toca en torno y se lleva los amores mayores, poeta, marido,
madre, amigo, empieza a verse sola, esa soledad es el anticipo de otra soledad más
radical.
Con “La rosa de los vientos” (1930) comienza alejarse de aquella primera y luminosa
alegría para orientarse hacia la melancolía volviéndose su expresión cada vez más
oscura.
El tema se replantea con nostalgia de lo que es presencia inevitable:

Se me acabó la muerte,
Que cultivé hasta ahora,
La muerte romance o de leyenda,
Tránsito de cinema en alba o sombra,
Deslumbramiento de película,
Curiosidad gustosa,

Esto se puede percibir en “Perdida” (1950) esta opción fue como una voluntad de auto
imprimirse un remate novelesco: los últimos capítulos de la novela de su vida, los que
preparan el desenlace la etapa de su claustro es considerada como el “otoño” de su
vida. De ese encierro expresa:”Porque salgo poco y me ven menos todavía…Eso
favorece mucho, porque da alas a la fantasía. Y en general las gentes son bondadosas.
Las alas las fabrican muy generosamente.”
Pero ni las gentes son bondadosas, ni las alas son la de los ángeles, Juana no pasó
inadvertida para los ávidos de leyendas. Y la leyenda fue.
Nada fue como se contó. O casi nada. Una mujer hermosa y con talento que antes de
cumplir treinta años logró la fama y la gloria.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 177


Una mujer que en el ocaso de su vida decidió contemplar el mundo a través de una
ventana. Hasta aquí la historia conocida. ¿Cuánto hay de cierto en ella?
El periodista uruguayo Diego Fischer escribe en el 2008 la biografía novelada de Juana
a la que tituló “Al encuentro de las Tres Marías” ( Juana de Ibarbourou más allá del
mito ), en ella se revelan pasajes de la vida de Juana desconocidos donde se mezclan el
amor, el desamor, la violencia, la soledad. Obra documentada con una gran
investigación por parte del autor.
La muerte vino cuando ya tenía ochenta y cuatro años, en el 79.
Vino con duelo oficial y honores de ministro – los primeros rendidos a una mujer en el
Uruguay – con velatorio en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo,
donde hacía cincuenta años había sido proclamada :Juana de América.

Bibliografía.

Poesía uruguaya ( de Herrera a Ibarbourou ) – Colección diario “El País”.


La raíz campesina en la poesía de Juana de Ibarbourou – Dora Isella Russel.
Juana – Vida y Obra – Ida Vitale.
Juana de Ibarbourou – María Inés Allo Strobach
Mujeres uruguayas –Juana de Ibarbourou –“Fábrica de alas”– Sofí Richero.

‫ڭ‬
Magda Lago Russo 1934 – Montevideo – Uruguay. Escritora uruguaya, Químico
Farmacéutica. Co – fundadora del Taller de Creatividad Literaria “La Aventura de Escribir” de
la Asociación Cristiana Femenina “Costa de Oro.” (YWCA COSTA DE ORO) Ex-colaboradora
del Boletín de la Institución. Incursionó en Talleres Literarios y Clubes del Libro. Cursos: “La
palabra y la comunicación”.”Taller de reflexión intergeneracional” Producción literaria.
Narrativa. Novela Grupal: “Las Cuatro Estaciones.” Novelas individuales cortas: “La caja de
Nyco” - “De Recuerdos y Soledades” - “Todo tiene su Tiempo” - “Mundos Diferentes” -
“Leyendas.” Cuentos Breves. Colabora en la producción de las Revistas Literarias anuales del
Taller de Creatividad “La Aventura de Escribir.” Recibe dos Menciones de Honor 1997 y 2006
respectivamente, otorgadas por la revista “Xicóalt” (Estrella Errante) de la organización Yage
(Asociación pro Arte, Ciencia y Cultura Latinoamericana) en Salzburgo por trabajos sobre
temas ecológicos.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 178


Novela negra, novela rosa y poesía de color

Por: Joaquín Robles Zabala


robleszabala@gmail.com

Uno

No sé si las novelas puedan clasificarse por colores, o la poesía dividirse en tonalidades


y subgéneros. En algunos manuales de literatura se habla de novela negra; en otros, de
novela rosa. Algunos estudiosos le apuestan al término novela femenina, quizá porque
piensan que la historia está hecha sólo por hombres. Quizá porque la encauzan dentro de
esa realidad obvia de que son relatos escritos por mujeres. Algunos innovadores
conceptuales hablan de novela equis; otros, van más allá y la califican de triple equis,
para definir las novelas que pasan las fronteras del erotismos y se pasean por las orillas
del porno. Incluso la industria cinematográfica, siguiendo quizá los pasos de la
literatura, define ciertas películas con categorías como A, B, B15 y C, con el propósito
de dejar claro qué películas pueden ver los niños y cuáles los adultos. La novela,
además, es en muchos casos infantilizada, pues encontramos en el mercado editorial
historias con el rótulo de para niños y adolescentes, pero necesariamente escritas por
adultos. Julio Cortázar llegó a hablar de poesía rosa e hizo una clasificación de los
lectores entre machos y hembras. Por su lado, un afamado escritor colombiano, ganador

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 179


de un premio nacional de novela, definió su ópera prima como la oveja rosa de la
literatura colombiana.
Borges, en una entrevista concedida para la HJCK a finales de los setenta, recordaba
que su interés por la literatura nació a las siete años, y a los diez era ya un lector
consumado que había leído un gran números de los libros de los maestros que lo
acompañarían a lo largo de su vida: Conrad, Kafka, Chesterton, Stevenson y otros de los
cuales siempre guardó gratos recuerdos. Algo similar expresó Octavio Paz: a los doce
años había devorado un cuarto de los libros de una biblioteca de más de tres mil
unidades que su abuelo conservaba en una hacienda a las afueras de Ciudad de México.
Juan Rulfo, por su parte, de lo único que se enorgullecía era de haber leído a los quince
años todos los libros que le ayudarían a convertirse luego en un escritor de verdad. El
lugar común de estos maestros, que el tiempo convertiría en puntos de referencia
obligados en el amplio panorama universal de la literatura, es que durante su niñez y
adolescencia habían leído con juicio crítico todo un corpus literario destinado
supuestamente para lectores adultos.
Es posible que Borges haya leído El largo adiós de Raymond Chandler, o El halcón
maltés de Dashiel Hammett sin saber quizá que la “crítica seria” norteamericana había
empezado el juego de la clasificación, denominando a este tipo de novela con el
adjetivo ‘negra’, término con el que se enmarcó un subgénero que consideraban menor,
pues había tenido su origen en la segunda década del siglo XX, durante la gran
depresión y el surgimiento de la ‘ley seca’, y cuyo gran lunar, según algunos críticos,
era que su órgano de difusión lo constituían las famosas revistas pulp, que publicaban
igualmente relatos de ciencia ficción, terror y otros que hoy se enmarcan con el rótulo
de historias fantásticas.
La denominada ‘novela negra’, como la conocemos hoy, tiene su origen en los cambios
socio-económicos que se dieron en los Estados Unidos entre las décadas de 1920 y
1940. En este ambiente de crisis, según John Steinbeck, lo que se produce en la mente
del pueblo estadounidense es una reconversión axiológica, una transformación de los
valores dominantes que menosprecia el universo burgués y opta por acercarse a una
realidad social más cercana al momento histórico que se estaba viviendo: el crimen
político, el canibalismo económico y los robos a mano armada a instituciones bancarias.
Estos hechos, que para algunos estudiosos literarios superaban con creces la realidad
ficcional, darían origen a la figura del gánster, un ser producto de la miseria, que busca
crear un universo de bienestar en su comercio con el crimen y la extorsión.
Lo que la ‘crítica seria’ quizá no advirtió es que este tipo de relatos hacía un tratamiento
realista de los sucesos que narraba, utilizando las técnicas de origen periodístico, un
lenguaje de carácter oral pero antirretórico, un ritmo cadencioso de diálogos precisos
pero recargados de argot, que tenían como espacios de desarrollo el lado oscuro de las
grandes ciudades, y unos personajes que defendían con sus vidas los valores propios del
ghetto. Lo que llamaba la atención de todas estás novelas, es que la acción del relato
giraba siempre en torno a unos detectives despiadados, crueles y violentos, procedentes
de espacios tan marginados como los que transitaban los delincuentes que perseguían.
El marginamiento de los sistemas que componen el Estado, dio origen sin duda a una
serie de comportamientos que estaban por fuera de la legalidad. El sistema legal es, a
grosso modo, los lineamientos sobre los cuales se fijan las formas de actuar de una
sociedad, pero son las condiciones de vida de los individuos las que en ocasiones lo
llevan al desencanto del universo que transitan y a ubicarse por fuera de las
convenciones sociales. La incertidumbre es quizá el punto de partida del desencanto, y
en los años en que empieza a aparecer la denominada novela negra, los Estados Unidos
atravesaba uno de los baches más profundos de su historia: la depresión económica,

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 180


producto del derrumbamiento del sistema financiero y el desplome en picada de la bolsa
de Nueva York, que produjo una caía en cadena del sistema financiero mundial y el
deterioro de la banca.
El resultado de esta crisis fue, entre muchos otros, el despido masivo de miles de
hombres y mujeres de sus sitios de trabajo y un aumento sin precedentes de la
delincuencia en las calles de las grandes urbes. A lo anterior, se le sumaría las olas
migratorias que llegaban de Europa, especialmente de países como Irlanda, Italia e
Inglaterra, en busca de mejores condiciones de vida. A estas migraciones, se sumarían
igualmente las judías y las latinas. El mito del sueño americano, que tenía sus bases en
la fortaleza de la economía estadounidense, se vino abajo como un castillo de naipes. En
Las uvas de la ira, una novela de 1939, escrita por John Steinbeck, se hace un retrato de
este momento trascendental en la vida norteamericana, y nos describen cómo los
campesinos y productores agrícolas eran expulsados de sus tierras y obligados a emigrar
porque no podían pagar los préstamos hechos a los bancos.
La legendaria historia de Bonnie Parker y Clyde Barrow nos da quizá las claves para
comprender las razones por las que esta pareja de ladrones, que protagonizó una de las
historias de amor más recordadas del cine y la literatura, tuviera en su momento el gran
respaldo de un sinnúmero de campesinos que habían sido víctimas del sistema legal
financiero, razón que los llevó a salir del terruño y ganarse la vida pidiendo monedas en
la calles de las metrópolis. Otros, ante el derrumbamiento de sus sueños, optaron por el
suicidio. Los más temerarios, tomaron el rumbo de la ilegalidad y se convirtieron en
seres despiadados, asesinos a sangre fría, contrabandistas de licores y de otras
mercancías, que se enfrentaban a tiros en las calles con miembros de la policía,
sometían a jueces y políticos y crearon un gran sistema de la ilegalidad que ha
trascendido hasta hoy con el rótulo de mafia.
Como era de esperarse, la literatura no podía estar al margen de los sucesos que
dominaban el ámbito social. La gran América del norte, el gran imperio económico,
había empezado a empobrecer, y la enorme tasa de corrupción política y judicial daba
vida a una nueva clase de estadounidenses y a una figura relevante, surgida de los bajos
fondos: el gánster, que sería retratado en novelas tan recordadas como El sueño eterno y
La ventana siniestra, de Raymond Chandler, donde hace su aparición la legendaria
figura del detective Phillip Marlowe, y Cosecha roja, de Dashiel Hammett. No obstante
del tiempo transcurrido, la denominada novela negra sigue tan viva y activa como en la
década de los veinte y treinta. La muestra de ello es la aparición en los Estados Unidos
de una nueva generación de novelistas como Walter Mosley, James Ellroy y Michael
Conelly, que le han dado brillo a un tipo de relato que fue considerado por algunos
comentaristas literarios y escritores conocidos como narraciones menores. Fernando
Savater, en este sentido, definía esta clase de novelas como “extrovertidas”, pues
consideraba que su eje central era la acción por la acción, sin profundizar en los tópicos
que le daban vida. Es decir, las consideraba relatos de colores vivos, brillantes, y ritmo
acelerado, que se preocupaba más por la exhibición muscular, como un fisiculturista,
que profundizar en el análisis de los hechos.
Ernest Hemingway, sin embargo, un maestro de las letras universales y premio Nobel
literatura, tomó muchos elementos técnicos de estas historias y los incorporó a las
suyas, haciendo grandes aportes a través de relatos como Los asesinos, considerado por
García Márquez como una de las mejores piezas narracionales escritas por el novelista
norteamericano.

Dos

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 181


Así como la llamada novela negra es producto de un momento histórico y de unas
condiciones específicas, la novela rosa surge como paliativo de una realidad
coaccionante. Guillermo Cabrera Infante consideraba poco claro el término novela rosa,
y proponía a cambio la expresión romance para definir un tipo de relato que tenía como
centro temático una relación amorosa con final feliz. Otros, le apostaron a la definición
de novela romántica, que resultaba mucho menos claro que el anterior. Para
investigadores como Norbert Elias, el concepto romántico está muy alejado de la
definición escuelera que se le ha dado, y considera esta denominación confusa, vaga y
arbitraria, ya que el ‘romanticismo’ no es una moda ni un estado de ánimo sino la
posición de un grupo social frente al mundo.
En términos clasificatorios, una novela como el Quijote de Cervantes sería considerada
por Lukács un relato romántico, pues lo que se alcanza a ver es la ruptura del personaje
con la realidad circundante. Para Elias, “una de las formas en las que tales sentimientos
pueden expresarse es la proyección de los ideales propios en una imagen utópica de una
vida mejor, más libre y natural en el pasado”, pues “la luz de una añoranza invivible, de
un ideal inalcanzable, de un amor irrealizable, constituye el reflejo del conflicto”1 de
todo romántico.
Lo que alcanzamos a observar entonces en el Quijote es una posición del personaje
mediada por un conflicto, un conflicto que nace en la usurpación axiológica de un
momento histórico que no le pertenece, pero que él trae a su espacio, produciendo de
esta manera una ruptura con los valores dominantes de ese espacio que transita. Lo
anterior, ayuda al romántico a inclinar la balanza hacia un pasado libre de coacciones,
idealizado y más puro. En palabras de Elias, esa mirada al pretérito busca un alivio de
las necesidades de un presente que no se muestra acogedor, pues se proyecta oscuro y
dificultoso, sin la posibilidad de un futuro sin tensiones que le permita una vida libre,
un lugar diferente, una posición reivindicarte en la sociedad.
La glorificación del personaje cervantino de los caballeros andantes, es la glorificación
de una sociedad medieval libre de coacciones, donde no es necesaria la utilización de la
máscara ni el control de las emociones, hechos fundamentales en los hombres que viven
en una sociedad moderna. El hombre medieval, a diferencia del moderno, estaba regido
sólo por sus necesidades básicas, ya que la vida rural se le mostraba libre, espontánea,
sencilla y natural. En este sentido, la luz del pasado para el romántico es una luz
bienhechora, glorificante como las estrellas para los navegantes. No hay controles que
lo cohíban, ni reglas, más allá de la naturaleza, que exalten sus sentimientos.
Visto desde los postulados de Elias, el Quijote es un relato romántico, pues no solo
enaltece el pasado, sino que retoma elementos axiológicos del mismo y lo traslada a una
realidad donde estos, al entrar en contacto con otros modelos axiológicos dominantes,
son rechazados por la sencilla razón de que no encajan dentro de los modelos ya
existentes. Es decir, en este tipo de relatos se advierte una magnificación de un pasado
dorado que encarna los altos valores que en el presente se han hecho inalcanzables. En
el relato cervantino, estos altos valores solo lo encarnan las figuras de personajes
fabulosos como Amadís de Gaula y los pastores de las novelas bucólicas, donde los
miembros de la alta nobleza sueñan, disfrazados de humildes campesinos, con una corte
menos coaccionante, pero con el deseo profundo de no perder el estatus que el rey les ha
asignado.
Este tipo de novela, que se caracteriza por la actividad del héroe y por su conciencia
excesivamente estrecha con respecto de la complejidad del mundo, es definida por
1
ELIAS, Norbert. (1996) La sociedad cortesana. México: Fondo de Cultura Económica, p.297.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 182


Lukács como la novela del “idealismo abstracto”, en la cual se inserta también Madame
Bovary de Flaubert.
Para René Girard, los hilos que enlazan el relato cervantino y el flaubertiano están
mediados por lo que él ha llamado el deseo según el otro, uno de los males ontológicos
que nace con la llegada de la modernidad. Este deseo, según el analista francés, puede
ser externo o interno. Es decir, puede hacer parte del mundo en el que se desarrollan los
hechos o estar por fuera de este. En ambos caso, el deseo sólo es posible gracias a la
presencia de un mediador. En el caso del Quijote, ese mediador es externo, está por
fuera del espacio del personaje cervantino. Es un ser fabuloso que emerge de las páginas
de los libros que lee. Este deseo no existe en el Quijote. El deseo es provocado por
Amadís de Gaula, quien habita un lugar creado por la imaginación del novelista que le
dio vida. Tanto Emma Bovary como Quijano, sólo conciben el mundo a través de las
heroínas y héroes con los que han atiborrado su imaginación. Ambos han escogido un
modelo que, por sus cualidades excepcionales, han decidido imitar, incluso en sus
detalles menos relevantes. Emma, quien ha pasado la mayor parte de su vida en el
campo, odia ese espacio con todo su corazón. Odia a los hombres sucios y poco
agraciados con los que se relaciona. Odie el estiércol de las vacas y cerdos. Odia el
barro que se adhiere a las suelas de los zapatos después de la lluvia. En su cabeza flotan
las imágenes de caballeros elegantes, de salones suntuosos, de damas refinadas, de
duques y duquesas, de ambientes exquisitos --de imposibles acceso para ella-- que son
el telón de fondo de las llamadas novelas rosa con las que ha alimentado su
imaginación.
Como odia el campo, por oposición ama a la ciudad. Ama sus parques, sus calles
adoquinadas, sus centros de comercio, sus bibliotecas y su gente. Ama los perfumes que
se fabrican en París. Ama los vestidos que se promocionan en las vitrinas de los
almacenes y, por lo tanto, a los hombres que viven en la gran ciudad.
Así como los románticos primigenios de los que habla Norbert Elias idealizan el campo
sucio y maloliente, convirtiéndolo en un bosque de aromas frescos, Emma metamorfea
la ciudad, eliminando en su mente toda la posible suciedad que le caracteriza, limando
las asperezas que producen fricción, creando de esta manera un muro entre ella y la
realidad poco atractiva que le circunda. La poca diferencia que Girard cree ver entre
Emma Bovary y Alonso Quijano, es que el objeto del deseo del personaje flaubertiano
está mucho más cercano a ella que el objetivo deseado del Quijote, pues Paris es
accesible a Emma, es una ciudad a la cual podría ir y vivir en ella si las circunstancias
se lo permitieran. La mediación externa del Quijote, por el contrario, no sólo está
distanciada en el tiempo sino también por la razón de que es un ser fabuloso, inventado
por un novelista del cual desconoce incluso su nombre.
Lo anterior, no quiere decir que la mediación sea menos real y menos intensa en el
Quijote que en Emma. Por el contrario, en la medida en que el objeto deseado se
distancia del deseador, la pasión es mucho mayor. El Quijote, nos recuerda Girard,
grita a voz en cuello el objeto de su deseo. No escatima alabanza ni oculta su pasión por
Amadís, pues este es el modelo al que intenta llegar. Emma, por estar más cerca de su
pasión, la oculta, y sólo aflora en los momentos de intimidad con sus amantes. En el
fondo, todo deseador lleva consigo una pesada carga de resentimiento. Cree que la vida,
la naturaleza o el azar lo despojaron de ese algo que debió ser suyo. De ahí la
apasionada voluntad de exploración, de emular, porque considerada que con él o ella se
cometió una injusticia. Emma, en su desesperada y febril búsqueda del objeto deseado,
no reflexiona sobre sus hechos. Permanece obnubilada. Es como un drogadicto que sólo
piensa en la droga. La hija se convierte entonces en un obstáculo, en una carga que
dificulta su andar, al igual que el marido.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 183


Toda mediación, explica Girard, lleva consigo su dosis de celos y envidias. “Los celos y
la envidia suponen una triple presencia del objeto, presencia del sujeto, presencia de
aquel de quien se siente celos o del que se siente envidia. Así pues, ambos defectos, son
triangulares: en cualquier caso, nunca percibimos un modelo en quien inspira los celos
porque siempre adoptamos sobre estos el punto de vista del propio celosa”.2
En ocasiones, la búsqueda del objeto deseado lleva al sujeto deseador al abismo de su
propia desilusión. Es en este momento cuando alcanza el grado más alto de lucidez.
Advierte que su búsqueda es utópica, que el camino ha llegado a su fin y que la única
salida posible es la muerte. Tanto en el Quijote, como en Madame Bovary, el momento
último es el estallido de la lucidez, la toma de conciencia, que es, en término más claro,
el final de la búsqueda obsesiva.

Tres

El maestro Fernando Charry Lara decía en alguna oportunidad que lo único que hoy
sigue alimentado el ejercicio poético es el romanticismo. Si se miran estas palabras a
través de las observaciones de Elias, podríamos llegar a la conclusión de que en ella
subyace una verdad irrefutable. Pues para Elias, el “romanticismo” no se inserta en un
periodo específico ni se puede encajonar como escuela, sino como una posición de un
grupo ante mundo, que se puede dar, o haber dado, en cualquier momento de la historia
de la humanidad.
Lo que no hay que dudar es que ciertos productos culturales son necesariamente el
resultado de un momento histórico y de una sociedad específica. Algunos ritmos
musicales y danzas folclóricas como el blues o el mapalé, surgen precisamente de la
añoranza, de la búsqueda interior de un espacio físico perdido, al que resulta imposible
regresar.
En la denominada ‘poesía negra’ del Caribe, lo se alcanza a escuchar son los sonidos
repicantes del tambor. El tambor es en sí mismo un instrumento ancestral de
comunicación espiritual, que hoy, cinco siglos después de que grandes grupos de negros
fuesen sacados de sus tierras y traídos a la fuerza al continente americano, siguen
escuchándose, siguen repicantes, ya no sólo con una implicación cultural, sino también
política. Esas implicaciones, como lo indica la profesora Nicole Roberts de la
Universidad de West Indies, de Trinidad y Tobago, ha sido un intento de resistencia, de
descolonización ante la hegemonía conservadora sobre la cual gira la sociedad.
No obstante de las manifestaciones de la cultura negra, evidentes en la música de
tambor, en la poesía y la danza, el protagonismo del negro en las sociedades
latinoamericana no ha sido tan relevante como si la ha sido la actividad del
afrodescendiente en la vida política de los Estados Unidos. Si es cierto, por ejemplo,
que en la poesía de Artel se alcanzan a observar visos de su posición política, también
es cierto que esta se encuentra más centrada en las experiencias de sus ancestros y en la
necesidad de no dejar morir una voz que reclama su espacio en el concierto de la vida
colombiana actual.
La historia de América Latina ha dedicado solo un pie de página a la rica historia de los
negros de esta parte del continente. Y la literatura escrita por negros sigue siendo
limitada y de poca difusión. De los libros escritos por Artel, sólo encontramos una
compilación de poema editada por una universidad de Antioquia a principios de los
noventa. De Manuel Zapata Olivella no se ha reeditado un libro suyo en una editorial
grande desde hace casi diez años. De Obeso, ni se diga. La gran mayoría de estos textos
2
GIRARD, René (1985). Mentira romántica y verdad novelesca. Barcelona: Anagrama, p. 18.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 184


como Cantos populares de mi tierra o Tambores en la noche, están destinados a los
anaqueles de las bibliotecas particulares, y muy poco a las bibliotecas públicas, donde,
en ocasiones, se encuentra una ejemplar de una edición remota.
Para la profesora Nicole Roberts, las razones por las que en América Latina se presenta
aún una subvaloración del negro, se debe en gran parte porque acá no se ha dado una
organización afrodescendiente de la misma manera como se ha dado en los Estados
Unidos. Pero esto, aclara, no indica que no haya una conciencia del fenómeno. La poca
literatura escrita por negros en la América Hispana, se ha venido desarrollando casi de
una manera sistemática en el Caribe, donde se han gestados corrientes literarias que han
plasmado con mucho acierto los procesos históricos que se han desarrollado.
En este sentido, comenta la profesora Graciela Maglia, directora de la maestría de
Literatura de la Universidad Javeriana, se trata de un Caribe que define su región como
el resultado de un proceso colonial, que ha sintetizado el tránsito de África hacia
América. Es el resultado de ese encuentro de las culturas indígena, europea y esclavista,
lo que ha definido su posición.

‫ڭ‬
Joaquín Robles Zabala es profesor de comunicación y literatura de la Universidad
Tecnológica de Bolívar. Reside en Cartagena de Indias, Colombia. Ha obtenido varios premios
nacionales en cuento y ensayo.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 185


Artículos
Es una gran ventaja para el hombre sabio no parecerlo.
Séneca

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 186


Un señor que miraba raro y bello

Por: Alejandro José López Cáceres


alejolopz@hotmail.com

Sí, leer por encargo suele fatigar; por eso, quienes vivimos de hacerlo no tenemos
por costumbre echarnos una, sino muchas canas al aire. Eso fue lo que me ocurrió con
este libro. Andaba entre los anaqueles de una biblioteca pública buscando un mamotreto
que debía reseñar y, justo cuando lo hallé, se me ocurrió mirar hacia el lado. Ahí estaba
la pequeña golosina: “La casa inundada y otros cuentos”, de Felisberto Hernández -una
selección de siete relatos propuesta por Cristina Peri Rossi, con dibujos de Glauco

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 187


Capozzoli y prólogo de Julio Cortázar-. Entonces pensé: “primero el gusto y después el
susto”, así que solté mi trabajo y agarré aquella edición de 1975.
Lo de Felisberto (Montevideo, 1902-1964) es al mismo tiempo raro y bello; quiero
decir, su manera de mirar el mundo. Quizá porque sus apreciaciones sobre la vida están
regidas por algo muy cercano al desvarío y, no obstante, pleno de verdad. Al recorrer
sus páginas, uno se percata de que en estos cuentos aparecen perfectamente fundidos lo
cotidiano y lo insólito. Estamos ante una escritura que se regodea en la digresión y se
recrea en la ironía. En primer término, los relatos siempre se pausan para acotar esas
percepciones inusitadas -de gestos, vestuarios, acciones, objetos-; en segundo, dichas
glosas derrumban cualquier asomo de solemnidad para instalarnos en el extrañamiento o
en la risa. Nunca esperábamos que las cosas pudieran ser como las cuenta él. Bien lo
dijo Italo Calvino en su momento: “Felisberto Hernández es un escritor que no se
parece a nadie”.
Entre su ingenioso expediente de recursos, hay auténticas ocurrencias. Como
aquella de andar buscándole biografía a los objetos. En esa preciosa obra maestra
titulada “El balcón”, el narrador se sienta a un comedor que está dispuesto y nos dice:
“Estos seres de la vajilla tendrían que servir a toda clase de manos. Cualquiera de ellas
echaría los alimentos en las caras lisas y brillosas de los platos; obligaría a las jarras a
llenar y a volcar sus caderas; y a los cubiertos, a hundirse en la carne, a deshacerla y a
llevar los pedazos a la boca. Por último, los seres de la vajilla eran bañados, secados y
conducidos a sus pequeñas habitaciones.” Ahora bien, en la grata desfachatez lúdica de
Felisberto, incluso la identidad es algo que está siempre al borde de diluirse o de huir;
de manera que, entre los muchos seres extraños que pueblan su mundo, el propio
cuerpo es uno más. Así le sucede al protagonista de “Lucrecia”: “No sé por qué pensé
que aquel hombre era yo y que yo tenía que seguir en sus asuntos. Pero pronto me sentí
caminar”. O al de “El acomodador”: “Me juré no mirar nunca más aquella cara mía y
aquellos ojos de otro mundo. Eran de un color amarillo verdoso que brillaba como el
triunfo de un enfermedad desconocida”.
La mayoría de los cuentos que integran este volumen presenta una estructura
similar. Quien cuenta la historia -por lo general un pianista itinerante, como lo fuera
Felisberto durante buena parte de su vida- es invitado a una mansión, o casa, o
convento. Allí este personaje es atendido con mucha hospitalidad mientras nos va
relatando las cosas inauditas con que se topa y los dramas de sus anómalos anfitriones.
Esto lo vemos en “La casa inundada”, “Nadie encendía las lámparas”, “El balcón”,
“Lucrecia” y “Menos Julia”. En los otros dos cuentos que completan el ejemplar, “El
acomodador” y “El cocodrilo”, se nos narran las inusitadas enfermedades que sufren sus
respectivos protagonistas. El primero ha desarrollado la destreza de ver en la oscuridad
a través de una rara luz que emana de sus ojos, y ahora no puede evitar entregarse a la
“lujuria de ver”. Al otro, un concertista de piano devenido a golpes de fracaso en
vendedor ambulante de medias femeninas, le sucede algo inexplicable: jugando con un
niño, finge llorar -pronto este gesto se le convertirá en una infalible estrategia de
ventas-; sin embargo, luego perderá todo control sobre el llanto y éste acabará
convirtiéndose en su inexorable destino.
Tan pronto como concluyo este exquisito libro, lo regreso a su estante. Me
propongo retomar mi trabajo; pero, cuando cojo el volumen que debo reseñar, éste se
me zafa de las manos y cae al suelo estrepitosamente. No puedo evitar pensarlo. Se tiró
porque está molesto conmigo, por haberlo llamado “mamotreto” sin conocerlo siquiera.
Y tiene razón. Lo recojo, lo acaricio con mi pañuelo y le presento excusas. Animismos
aparte, esto es lo justo: el mundo se ve de otro modo después de leer a Felisberto.
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HERNÁNDEZ, Felisberto. “La casa inundada y otros cuentos”. Editorial Lumen. Barcelona,
1975. 147 páginas.

‫ڭ‬
Alejandro José López Cáceres. Escritor y realizador audiovisual
colombiano, nacido en Tuluá, en 1969. Ha publicado un libro de crónicas:
Tierra posible (1999), otro de ensayos: Entre la pluma y la pantalla:
reflexiones sobre literatura, cine y periodismo (2003), otro de cuentos: Dalí
violeta (2005), y uno más de entrevistas y crónicas: Al pie de la letra (2007).
Ha sido finalista en diversos certámenes literarios a nivel nacional e
internacional. Entre los años 2004 y 2008 dirigió, en la ciudad de Cali, la
Escuela de Estudios Literarios perteneciente a la Universidad del Valle.
Actualmente reside en Madrid. Página WEB: www.alejandrojoselopez.com

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 189


Valores y contravalores en la literatura

Por: Nicolás Hidrogo Navarro


hacedor1968@yahoo.es

La relación entre literatura y educación, profesor y escritor, texto literario y valores, con
los autores que no se encuentran beneficiados en la selección oficial de autores leídos en
la programación oficial, siempre ha sido tiranuela y contraproducente. Una manera de
tirar el tablero del inconformismo y de la repulsa a la exclusión, es ser cada vez “más
maldito” y generar una corriente de antivalores, disoluta o contracultural (llevar una
vida perdularia de excesos, exhibicionismo alcohólico, vicios y escándalos callejeros,
macular la imagen cuando más maldita mejor, remar contra la corriente, “hacer lo que
se venga en gana”, prostituir los antivalores, apologetizar todo lo obsceno, chabano,
procaz, lúbrico e ignominiar el espíritu y la naturaleza del escritor como sinónimo de
rebeldía autodestructora, perdición y ahorcamiento mental y espiritual.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 190


A) Aspecto pedagógico: Literatura y educación

Pedagógicamente, todos los que hemos tenido la oportunidad de pasar las cuatro etapas
de la formación educativa, desde escuela hasta el postgrado, al leer y conceptuar la
actividad lectora nos hemos formado con la idea que la literatura sirve para edificar el
espíritu humano a través de los paradigmas axiológicos, ensanchar el universo verbal a
través del torrente lingüístico y sintáctico de los escritores y regocijarnos con la estética
de la palabra bellamente trabajada, para diferenciarla del lenguaje subestándar o
coloquial que utilizamos diariamente.

Esto tiene su correlato mismo en la selección apropiada de los autores oficializados que
se incorporan como lecturas ad doc porque cumplen ciertos requisitos:

a) Autores cuyo discurso literario lleve mensajes relevantes y edificantes para el niño,
el joven o adulto y que construyan en su mente e imaginario inconsciente personal y
colectivo, a través de la estética, una cosmovisión optimista del mundo a pesar de sus
adversidades.

b) Obras cuyo contenido temático refleje la visión de la realidad y la fantasía recreada


del universo y sociedad globalizada, para extraer lecciones educativas, moralejas,
mensajes y enseñanza que hagan reflexionar, analizar e interpretar al estudiante sobre su
realidad existencial en búsqueda de una lectura metacognitiva para transformar el
mundo y recrearlo mejor.

c) La intencionalidad estética del autor permita construir modelos de comunicación


metalingüística, influencia de estilo y generar empatías y emulaciones hacia los alumnos
para animarlo no sólo al disfrute y valoración de la lectura y el autor, sino a la
producción de sus propios textos literarios y científicos.

Este aparente direccionamiento impositivo de obras y autores literarios, puede resultar


arbitrario, cuando mayoritariamente los autores que están en la programación en un
92% ya no están vivos y en el grueso de la caballería de escritores y poetas vivos sólo
un 3% represente esta inmensa totalidad de los autores que se han denominado al
margen de la oficialidad de lectores del sistema educativo. Que tiene importancia, esto
claro. El peruano sólo lee mientras es estudiante y todo ello de manera condicionada por
una nota o aprobación de una asignatura. Así que la utopía de dejar al alumnos al libre
albedrío de dejémosle leer lo quiera y cuando pueda, funcionalmente no es una opción
en una idiosincrasia remolona, díscola y del menor esfuerzo. En una sociedad como la
nuestra funciona en el sistema educativo escolar “una dictadura de la lectura”, lo cual no
suena muy bien democráticamente. De la misma manera que una familia tiene que
ponerse firme con sus hijos para imponerle una educación bien aprovechada
enviándolas a la escuela cada mañana, pues si fuera opcional nuestros chicos y chicas
no asistirían voluntariamente a cargarse de responsabilidades y aprender con esfuerzo y
dedicación.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 191


En el currículo formativo de educación secundaria y superior, el menú literario no
sobrepasa los 82 autores entre mundiales (41%), hispanoamericanos (26%) , peruanos
(29%) y regionales (4%). Esto puede constituir una injusticia contra muchos buenos
autores que cumplen los requisitos arriba señalados, por ello es importante que las
propuestas de los autores nazcan no solo de la sociedad de escritores, sino también de
lectores.

Tengo la profunda sospecha que en el Perú hay más libros que lectores. Que de haber
una moratoria de diez años de no edición de más textos, estos todavía no se terminarían
de leerse aún si se empieza a hacerlo desde esta noche y cada cinco horas de lectura
promedio.

Se estila el cliché que la obra es el reflejo del autor y el autor es reflejo de su época. En
parte es mitad verdad y mitad construcción ideal sobre el autor que lleva una vida de
ficción en su voz poética y otra en su yo mundano. Esta incorrespondencia ha devenido
en varios cuestionamientos de la vida misma nada ejemplar de los autores que se
condicen y contraponen a su texto poético. En educación esto sí importa, porque a
través de la literatura no sólo se debe aprender a leer y a escribir, valorar y juzgar una
obra, sino fundamentalmente educar el espíritu y humanizar al hombre. Porque en
educación hay una premisa fundamental: se educa con el ejemplo.

B) Aspecto creador: Creador e incorrespondencia obra y vida

La crisis social, educativa también ha afecta a la cultura literaria. El paradigma de los


noveles escritores –y parte de escritores noventeros- no es parecerse a un portentoso
escritor como Lope de Vega único espécimen en su género, un Voltaire polígrafo
asombroso, un inconforme Malebranche en la refundición de su texto, un poderoso
Honorato de Balzac en su febril fecundidad novelística, un virtuoso del verso en
Garcilaso de la Vega el español, un erudito Juan Pico de la Mirandola, un afiebrado
loco productor de novelas como Emilio Salgari, un Gustave Flaubert prodigioso, un
apasionado de la intriga como Henry Miller, un William Faulkner potente en sus
descripciones, un Walt Whitman universal y descollante en sus metáforas, un ingenioso
sin igual del hipérbaton como Luis de Góngora y Argote, un Thomas Stein Eliot
cerebral, etc. Prefieren idealizar y emular (en sus aspectos sórdidos, en los renglones
torcidos y defectuosos muchos, no en el literario) a un degenerado total como Charles
Bukowski, un antisocial J.D. Salinger, un pobre y triste Edgard Allan Poe, un
experimentalista del fracaso comercial como Jean Arthur Rimbaud, un prostibulario
como Charles Baudelaire, etc. Todos ellos con innegables dotes y genialidad literaria,
pero de vida para pasar al olvido y a la elipsis en el campo educativo y formativo.
Todos ellos son los héroes de varios de nuestros escritores actuales. No sólo quieren
emularlos y parecerse, sino que quieren vivir y morir así: alcohólicos, sifilíticos,
abandonados, suicidas, orates, atropellados toreando combis, etc. ¿Si este es el ideal y
paradigma de nuestros noveles escritores, que podemos esperar de su producto, actitud
ante la vida y sociedad, emulando a antihéroes, qué podemos esperar de sus mensajes

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 192


subliminales y sus paradigmas argumentales? Sólo perdición, suicidio, homicidio,
paranoia, bakkake literario, esquizofrenia, rebeldía atronadora, demencia apocalíptica,
depresión y suicidio colectivo. Si no, haga Ud. Un recuento de las denominaciones de
los círculos o grupos literarios de los últimos veinte años, más parecen nombre de
pandillas delincuenciales, de yacuzas, de lumpen de presidio, de pirañitas de barrio
malogrado. Si el sistema social, político me agrede, me discrimina, me ningunea, ¿yo
debo para defenderme de todo esto agarrar una chaveta y chuzarme desde los pelos,
pasando por la cara, la lengua, la epiglotis, el abdomen, el pene, las piernas y las
pezuñas escribiéndome la palabra “malditazo”, debo cañonearme con veinte tiros de
marihuana, una cisterna de alcohol para protegerme todos los días en señal de protesta?
Ese tipo de literatura y seres descarriados en el sistema educativo no entra jamás.

‫ڭ‬
Nicolás Hidrogo Navarro. Escritor. Docente. Promotor Cultural.

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Sobre El Árbol de los libres a propósito de la
situación actual de Chile

Por: Daniel Rojas Pachas


carrollera@hotmail.com

“Los anillos de una serpiente son aún más complicados que los agujeros de una
topera”.
Gilles Deleuze

El árbol de los libres “Poetas de la generación NN de Chile” es una antología publicada


en México por Arlequín Ediciones el año 2008. La selección estuvo a cargo de Fabián
Muñoz y el prólogo del libro lo realizó el poeta nacional Eduardo Llanos.

La obra llegó a mis manos en Serena en agosto del año pasado gracias a uno de los
antologados. El poeta y gestor cultural Arturo Volantines me obsequió el texto durante
la ceremonia de premiación del concurso de poesía y ensayo “Lagar” del cual fui jurado

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 194


junto a otra poeta que forma parte del libro con su simbólico poema “Bandera de
Chile”. Me refiero a Elvira Hernández.

Desde entonces he querido escribir algo sobre esta antología. Algo más que una simple
reseña y enumeración de los autores que participan de ella. No me parece justo sólo loar
el criterio de Fabián Muñoz y la poesía de los congregados. Ello me parece poca cosa
ante un trabajo valiente y de calidad pues como dice Llanos en el prólogo: “el antólogo
bien pudo ahorrarse este trabajo, por el cual Chile no ofrece más pago que las
enemistades y el resentimiento, pero asumió el desafío, y eso merece nuestra gratitud”

El libro además ofrece en su actualización una gama de sensaciones que se avivan si


pensamos en la tragedia que Chile atraviesa. Un devastador terremoto, crisis natural y
social con ribetes políticos y económicos que no vamos a anteponer a lo humano pero
que quien redacta no puede ignorar al pensar su artículo pues fue también un momento
álgido y de crisis el que toco afrontar a las múltiples voces que componen El árbol de
los libres. Voces que dialogan con nosotros en su esfuerzo por surcar el oscuro bosque
de la represión y censura dictatorial. Muchos de ellos formaron además parte de la
llamada neovanguardia y sin duda en su conjunto dan forma al cuerpo extenso y
variopinto de la generación de los ochenta con todas sus líneas de percepción de la
realidad y formas de comunicar desde lo apocalíptico religioso pasando por lo
testimonial, etnocultural y la poesía de las minorías sexuales.

De todos modos obviando el tema taxonómico recalco el espíritu de diálogo que El


árbol de los libres provee, gestando charlas inagotables con voces que ya conocía y
admiraba por su quehacer: Elvira Hernández, Verónica Zondek, Teresa Calderón,
Tomás Harris, Diego Maqueira, Rodrigo Lira, Javier Campos, Gonzalo Millán, Elicura
Chihuailaf, Pedro Lemebel, Roberto Bolaño entre otros que con sus relatos en prosa y
verso permiten rememorar fragmentos y construir pasajes de lecturas y lugares que en
un continuo devenir van dando forma, ritmo y color a la realidad. Asimismo el libro no
termina en los límites del papel y su índice pues el entramado al cual da vida permite
abordar otros textos y autores no presentes e igual de entrañables que los mentados
como Carmen Berenguer y Eugenia Brito y al mismo tiempo descubre percepciones
poéticas que al menos para mí, eran desconocidas hasta el momento. Me refiero a poetas
presentes en la edición como Natasha Valdés y Galvarino Santibáñez.

Esta apreciación se suma a lo que Eduardo Llanos dice en el prólogo luego de hacer una
lista cronológica y geográfica de los autores de su generación: “Tanta convergencia
cronológica contrasta con la divergencia de los estilos y los temas, pero marca un
contexto histórico común. Debimos asistir a grandes cambios, a veces como
espectadores impotentes y otras veces como participantes críticos y activos. Durante
los años de terror dictatorial por ejemplo, resultaba notorio que entre nosotros
predominaban las posiciones de izquierda, y hasta quienes estaban lejos de la
izquierda mostraban también rebeldía anárquica o al menos independencia con
respecto de los poderes fácticos –o más bien putrefácticos- que controlaban tras
bambalinas la escena nacional”.

Esta visión de Llanos nos habla de los autores de la selección como hijos de su época,
inmersos en un estado de terror ideado y puesto en práctica a la manera de los sistemas
disciplinarios que Foucault detalla a lo largo de su obra y que Deleuze explica del
siguiente modo: “Foucault situó las sociedades disciplinarias en los siglos XVIII y XIX;

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 195


estas sociedades alcanzan su apogeo a principios del XX, y proceden a la organización
de los grandes espacios de encierro. El individuo no deja de pasar de un espacio
cerrado a otro, cada uno con sus leyes: primero la familia, después la escuela (“acá ya
no estás en tu casa”), después el cuartel (“acá ya no estás en la escuela”), después la
fábrica, de tanto en tanto el hospital, y eventualmente la prisión, que es el lugar de
encierro por excelencia. Es la prisión la que sirve de modelo analógico”

En tal medida, desde diversos ángulos y con variados estilos los autores presentes en
“El árbol de los libres” se preocuparon y más bien podríamos decir se arriesgaron a
combatir el silencio haciendo una radiografía de Chile y su devenir sin concesiones y
derroches gratuitos de heroísmo. Llanos al respecto agrega: “No pretendíamos ser <<la
voz de los sin voz>> (…) “Sentíamos con dolor y también dolores propios”

Esto va en concordancia con lo que Foucault demuestra al abordar las herramientas que
el sistema disciplinario tiene a la hora de Vigilar y Castigar. La disciplina de ese
entonces en Chile impactó a muchos, Llanos agrega: “varios sufrieron la prisión
política (Zurita, Bolaño, Riedemann, Redolés, Montealegre, España). Además, el exilio,
la dispersión geográfica y la atmósfera de terror impidieron que nuestra hornada
cultivara los vínculos y esas amistades tan naturales en otras generaciones”

Afirmaciones como esta junto a otras citas tomadas del prólogo de Eduardo Llanos,
conforman la materia que sin duda me motivó a escribir sobre “El árbol de los libres” y
continuar la redacción del artículo entroncando la catástrofe que enfrenta el país y cómo
esta se puede entender desde una lógica diversa a la que tuvo el Chile previo al llamado
retorno a la democracia.

Me gustaría referirme a la situación del centro-sur de Chile. Ciudades devastadas con


serios problemas de abastecimiento en recursos básicos (luz, agua y alimentos), sumidas
en toques de queda, bajo saqueos y con una marcada incomunicación. Mucho se ha
dicho además de la negligencia de organismos de gobierno como la Onemi, la
prepotencia de ciertas autoridades o el silencio de otras al abordar lo que denominaron
de modo reduccionista una cacería de brujas cuando se buscaba hablar de
responsabilidades en cuanto a la caída de caminos y edificios relativamente nuevos o la
demora o simple ineptitud en la reacción de alerta, eso sin obviar lo que algunos medios
festinaron en un comienzo aminorando la envergadura de la situación con una clara
mirada centralista y desde el Sheraton en Viña para luego hacer un mea culpa que
mostró el verdadero rostro del horror en las poblaciones más alejadas de la mirada del
Luminoso (A la manera del cartel en Lumpérica de Diamela Eltit)

Desde luego que este estado de catástrofe nace bajo causas diversas a las de ese Chile
que le tocó vivir a los autores del árbol de los libres pues hoy enfrentamos un desastre
natural aunque paradójicamente y quizá por una broma macabra del destino, ocurre
semanas previas a que un nuevo gobierno de derecha asuma el poder en Chile.

La pregunta de rigor entonces es ¿Cómo perciben lo acontecido los poetas de la


generación NN? ¿Qué pensar ahora de la imagen de reloj suizo que Chile promueve
ante sus pares de Latinoamérica? y en esa medida no es menor el siguiente
cuestionamiento: Cómo perciben lo acaecido los jóvenes poetas de hoy, los pensadores,
ensayistas, críticos y artistas que transitan bajo los treinta y que en línea general han
crecido en un Chile ambiguo, ya no de polos marcados al estilo guerra fría con hombres

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 196


grises detrás, sino un Chile de máscaras y apariencias, de socialismo neoliberal o lo que
algunos llaman dictadura blanda pero que otros defiende a ultranza como la ruta del
éxito y del consabido progreso con cambios invocados en slogans con trademark
incluido.

Esos hijos también de su época, ya no responden a la disciplina como podemos verlo en


los colegios del Chile actual. Deleuze dice al respecto: “Estamos en una crisis
generalizada de todos los lugares de encierro: prisión, hospital, fábrica, escuela,
familia. La familia es un “interior” en crisis como todos los interiores, escolares,
profesionales, etc. Los ministros competentes no han dejado de anunciar reformas
supuestamente necesarias. Reformar la escuela, reformar la industria, el hospital, el
ejército, la prisión: pero todos saben que estas instituciones están terminadas, a más o
menos corto plazo. Sólo se trata de administrar su agonía y de ocupar a la gente hasta
la instalación de las nuevas fuerzas que están golpeando la puerta. Son las sociedades
de control las que están reemplazando a las sociedades disciplinarias”.

El panorama de Chile nunca pudo estar más claro, reforma penal, carcelaria, educativa,
de transporte y salud y a la par podemos ver los resultados funestos en todos esos
ámbitos; niños que se intercambian por error en los hospitales, mujeres dando a luz en
baños, cárceles hacinadas y colegios sin mobiliario o contaminados con plomo como
ocurre en Arica. Sociológica y tecnológica-mente no estamos preparados. Nos decimos
de primer mundo, antes éramos los jaguares ahora estamos en listas rimbombantes
empero ¿Cómo respondemos ante una crisis interna? Eso dice mucho más que una cifra
o top ten. ¿Cómo enfrentamos un terremoto?, no sólo de la magnitud abismal del que
tenemos encima, sino ¿Cómo enfrentamos el que ocurrió no hace tanto en el norte y qué
aprendimos de él?… No mucho al parecer…

Bueno esta crisis da como resultado a una nueva generación o un nuevo tipo de Chileno
por decirlo de alguna manera. Vástagos de las sociedades que Deleuze llamó de control.

“Esto se ve bien en la cuestión de los salarios: la fábrica era un cuerpo que llevaba a
sus fuerzas interiores a un punto de equilibrio: lo más alto posible para la producción,
lo más bajo posible para los salarios; pero, en una sociedad de control, la empresa ha
reemplazado a la fábrica, y la empresa es un alma, un gas. Sin duda la fábrica ya
conocía el sistema de primas, pero la empresa se esfuerza más profundamente por
imponer una modulación de cada salario, en estados de perpetua metastabilidad que
pasan por desafíos, concursos y coloquios extremadamente cómicos. Si los juegos
televisados más idiotas tienen tanto éxito es porque expresan adecuadamente la
situación de empresa. La fábrica constituía a los individuos en cuerpos, por la doble
ventaja del patrón que vigilaba a cada elemento en la masa, y de los sindicatos que
movilizaban una masa de resistencia; pero la empresa no cesa de introducir una
rivalidad inexplicable como sana emulación, excelente motivación que opone a los
individuos entre ellos y atraviesa a cada uno, dividiéndolo en sí mismo”.

La sociedad que estamos viviendo es un escandaloso reality en el cual nos vamos


eliminando por popularidad y convivencia. Por esa viabilidad que prefiere negar o
permitir accesos delegando la responsabilidad a los propios usuarios en lugar de
desterrar o someter a palos y con la cacha del fusil a sus gobernados. Por un tema de
relaciones públicas es mejor vender una imagen políticamente correcta hacia fuera pues
vale la pena ocupar el arma del momento, el canibalismo empresarial de grandes redes y

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 197


abismantes espacios de intercambio que exigen ser operativo a la altura del software del
momento. Esta mirada pensando lo que los autores del árbol de los libres tuvieron que
enfrentar en su juventud y lo que nos toca a los que estamos pensando y escribiendo en
este momento, me hace reflexionar la catástrofe nacional más allá de lo inmediato y
situarla sin chauvinismos desde el norte extremo de Chile. Lugar en que habito y desde
el cual desarrollo mi literatura.

Acá el panorama es también particular y no menos ambiguo. Arica frontera entrañable y


heroica dirán los partidarios de la disciplina de antaño, rememorando aquella cuna de
regimientos y bastión de la soberanía en cambio otros, podemos pensar en una Arica
post-guerra del pacífico y desterritorializar la discusión. Sobre todo si nos detenemos
ante la reacción de Bolivia frente a la tragedia que vive hoy Chile.

Por años los medios con su morbo usual han insistido en mostrar a los bolivianos como
un pueblo que a regañadientes espera ver al país por los suelos para lanzar la estocada
de gracia. Hacer leña del árbol caído, dirán algunos. Pero la realidad ha contradicho
al mito pues ante la falta de agua potable en las zonas afectadas, los bolivianos donaron
toneladas del preciado líquido que siempre ha sido el tema de escisión entre los dos
países. Una especie de metáfora iluminadora al igual que el gesto del presidente y
gabinete de ese país al donar parte sustancial de sus sueldos para los damnificados.
Algunos dirán que es una especie de manipulación sentimental otros que es la
frugalidad más sincera y humana la que motiva estos actos, cada cual puede tener su
punto de vista y argumentar libremente. Nosotros en cambio viviendo en este norte que
crece junto a Perú y Bolivia, creo y quizá es sólo mi parecer, no podemos cuestionar el
proceder de Bolivia sin hacer un alto y pensar en los repetidos festivales y carnavales
con la fuerza del sol (incluido Américo) que muestran la interculturalidad bullente.

Además la economía turística y el comercio, principales sustentos de la región,


dependen del cruce e intercambio, de la simbiosis entre las provincias que se encuentran
ya no como antes dividas por un soldado y minas antipersonales sino por la posibilidad
de ser un inmigrante viable ante los ojos del canon social y económico. Como dice
Deleuze: “No es necesaria la ciencia ficción para concebir un mecanismo de control
que señale a cada instante la posición de un elemento en un lugar abierto, animal en
una reserva, hombre en una empresa (collar electrónico). Félix Guattari imaginaba
una ciudad en la que cada uno podía salir de su departamento, su calle, su barrio,
gracias a su tarjeta electrónica (dividual) que abría tal o cual barrera; pero también la
tarjeta podía no ser aceptada tal día, o entre determinadas horas: lo que importa no es
la barrera, sino el ordenador que señala la posición de cada uno, lícita o ilícita, y
opera una modulación universal”.

Bueno para no irme por las ramas del árbol quiero recalcar y sintetizar este inestable
equilibrio o contradictorio estado que siempre se ha vivido en Chile, usando a días del
desastre en el país, otras palabras expuestas por Llanos en su prólogo: “<<Loca
geografía>>: país largo, angosto y montañoso como ninguno, con enorme diversidad
de paisajes y de climas (desde el desierto más seco del mundo hasta los hielos
“eternos” de la antártica), con gran frecuencia e intensidad de sismos y un número de
volcanes que ningún otro país supera (aquí se encuentra 15 por ciento de los volcanes
del planeta) (…) Durante tres años concitamos la atención internacional por el triunfo
electoral de Salvador Allende, primer socialista en el mundo elegido democráticamente
para el cargo de presidente de un país; sin embargo, a partir del derrocamiento de

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 198


Allende, Pinochet se convirtió en el arquetipo del dictador latinoamericano. (…)
Ninguna otra nación de la Tierra aplicó con tanta ortodoxia el modelo neoliberal, y
ninguna otra ha acumulado en el último decenio más desigualdad en la redistribución
del ingreso. Por si fuera poco, en el año 2000 un miembro del Opus Dei estuvo a punto
de ser elegido presidente del país, lo que habría constituido otra plusmarca mundial”.

En el texto citado Llanos casi profético más bien lúcido expone toda una serie de
imágenes que pintan por entero el cuerpo de una Chilenidad que se debate entre el
morbo sensacionalista y la solidaridad, el oportunismo y la fraternidad desinteresada.

La intención de mi artículo de cualquier modo no ha sido la de politizar la situación


pero ante todo lo ocurrido, las tragedias de antaño y la reciente, las provocadas por la
lucha de poder en los setenta y las que demuestran el poder real de la naturaleza y la
inmediatez del hombre y sus devaneos y desde luego pensando en lo que vendrá durante
los siguientes días y por delante, queda pensar en lo que dice Deleuze: “El marketing es
ahora el instrumento del control social, y forma la raza impúdica de nuestros amos. El
control es a corto plazo y de rotación rápida, pero también continuo e ilimitado,
mientras que la disciplina era de larga duración, infinita y discontinua. El hombre ya
no es el hombre encerrado, sino el hombre endeudado. Es cierto que el capitalismo ha
guardado como constante la extrema miseria de tres cuartas partes de la humanidad:
demasiado pobres para la deuda, demasiado numerosos para el encierro: el control no
sólo tendrá que enfrentarse con la disipación de las fronteras, sino también con las
explosiones de villas-miseria y guetos. (…) ¿Podemos desde ya captar los esbozos de
esas formas futuras, capaces de atacar las maravillas del marketing? Muchos jóvenes
reclaman extrañamente ser “motivados”, piden más cursos, más formación
permanente: a ellos corresponde descubrir para qué se los usa, como sus mayores
descubrieron no sin esfuerzo la finalidad de las disciplinas. Los anillos de una
serpiente son aún más complicados que los agujeros de una topera”.

Entonces insisto, qué harán los escritores, pensadores y los artistas de una nueva
hornada en Chile, pues los que están presentes en la antología “El árbol de los libres”,
combatieron, cantaron, relataron, testimoniaron y también cuando fue necesario se
evadieron para volver a arremeter contra una realidad adversa y disciplinaria, pero hoy
nos toca otro mundo, otra situación y en este momento, otro Chile que en esencia no
dista del anterior, no en la superficie quizá, pero si en los mecanismos que nos coartan
al tiempo que nos dan alas…

Los medios de masa nos bombardean pero también podemos usarlos para responder y
hermanar. Facebook y Twitter fueron de mayor utilidad que el roñoso fax de la Onemi.
Creo que la respuesta esta en otro texto de Eduardo Llanos. Me refiero al escrito
titulado “Aclaración preliminar” también presente en “El árbol de los libres”. Este texto
en su visceralidad y capacidad de crítica siempre me ha parecido de gran vuelo.

Dice así: (…) Pero si ser poeta significa sudar y defecar como todos los mortales,
contradecirse y remorderse, debatirse entre el cielo y la tierra,
escuchar no tanto a los demás poetas como a los transeúntes anónimos,
no tanto a los lingüistas cuanto a los analfabetos de precioso corazón;
si ser poeta significa enterarse de que un Juan violó a su madre y a su propio hijo
y que luego lloró terriblemente sobre el Evangelio de San Juan, su remoto tocayo,
entonces, bueno, podría ser poeta y agregar algún suspiro a esta neblina.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 199


Todo lo dicho en relación con el libro “El árbol de los libres”, con el perdón de la
digresión personal sobre la coyuntura, forma a mi parecer parte del diálogo incesante
que el trabajo de Fabián Muñoz promueve a través de su selección sobre todo si
consideramos que el antólogo Mexicano confiesa al inicio del libro que este proyecto
nació después de un paseo por las playas de Con Con al enterarse en su departamento
en que cumplía la residencia artística, por medio de la prensa televisiva, del deceso de
Pinochet. Esta suma de fenómenos y efectos concatenados lleva a reflexionar sobre
nuestra vía para procurar ser libres. Ella no reposa en la superficie del árbol, superficie
que por lo demás ha mostrado muchas veces ser acartonada y manipulable en Chile,
sino que al contrario subyace bajo esa tierra que se mueve con mucha vitalidad para
nuestro disgusto. Busquemos entonces en la raíz o el rizoma que las generaciones
anteriores atisbaron, esnifaron y sobre la cual poetizaron en sus relatos, algunos incluso
llegaron a perderse en ella por eso la generación actual quizá debe también perderse en
ese tránsito sin centros para encontrar nuevas salidas y entradas, nuevos puntos de fuga
por entre las ruinas y fragmentos que permitan una alternativa de libertad y no una
verdad que se maquilla como el rostro univoco de la felicidad, arco iris procesado y
empaquetado para el bien del logo de campaña y la sonrisa en cadena.

Marzo del 2010

‫ڭ‬
Daniel Rojas Pachas, (Lima-1983) escritor y Profesor de Literatura
egresado de la Universidad de Tarapacá, reside en Arica-Chile donde
ejerce la docencia universitaria y cursa el magíster en Ciencias de la
comunicación en su casa de estudios. Dirige el Colectivo y taller Literario
Clepsidra, es Miembro fundador del Grupo literario MAL y actualmente
edita la Revista Literaria virtual y editora Cinosargo. www.cinosargo.cl.kz
Ha publicado los poemarios Música Histórica y Delusión en el 2006 y
2007 (autoedición) y Gramma en el 2009 con Editorial Cinosargo, en
investigación ha publicado Realidades Dialogantes, un análisis
pragmático de cinco novelas Latinoamericanas Generacionales, por el
cual fue beneficiado el 2008, con el fondo nacional de fomento del libro
que otorga el consejo nacional de la Cultura y las Artes de Chile.
Actualmente su publicaciones aparecen periódicamente en revistas literarias nacionales e
internacionales, en la Linterna de Papel del Mercurio de Antofagasta y ha sido seleccionado
para formar parte de la Antología de poesía 2009 para autores peruanos, ediciones Jaguar de
México. Más información en su weblog Personal: http://www.danielrojaspachas.blogspot.com

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 200


Entrevistas

Con frecuencia bajo un traje sucio se esconde una gran sabiduría.


Marco Tulio Cicerón

‫ﭾ‬

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 201


Entrevista a Miguel Canta Sifuentes

-¿Desde cuándo comenzó a escribir?


-Desde que estaba en el colegio. En primaria comenzaron los primeros esbozos,
composiciones de cualquier tipo para ya paralelamente con la secundaria para delante ir
reconociendo y dando más forma a este particular ejercicio de impresiones escritas.

-¿Qué es para usted la Poesía?


-La poesía asumo que es una manera de expresarse, una especie de magia
resplandeciente, lenguaje asimilado o por asimilar pero sobre todo considero que es una
búsqueda constante de algo que sospechamos que existe, que hay, que puede ser.
Creación.

-Cuéntenos sobre su vida, sus obras, sus proyectos, su actividad literaria.


-Bueno sobre mi no tengo mucho que decir. Para tal ocasión es más pertinente y preciso
hablar sobre mi producción en la cual en buena medida me retrato: “MONARCA”. Que
es un conjunto de apuntes influenciados por el Blues. Hasta el momento casi en su
totalidad inéditos y que dicen sobre mi y sobre la mundanal manera que tengo de ver
por donde paso, pienso y repaso. Sobre árboles, edificios, escaleras, malecones, cines,
plazas, ómnibus, calles y todos esos lugares a los que siempre regreso.

-¿Cómo define su poesía?

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 202


-No tengo mucha conciencia de eso. Más bien diría que no es una definición sino un
pasar. Como lo podrían ser muchas otras cosas o lugares o lecturas por donde transitas y
te deja una impresión.

-¿Cree qué el escritor es un ser obsesivo?


Podría ser.

-¿Cómo ve la nueva poesía de estos últimos tiempos?


No estoy muy enterado al respecto de la poesía en estos últimos tiempos. Noticias de
poetas tengo a partir de mi propia incursión en el ámbito de las letras con otros
contemporáneos a mí. Mayoritariamente son nacionales. No veo mucha novedad en la
forma, estética del género, en la cual yo también me incluyo, pero definitivamente hay
poetas que destacan. Además la poesía peruana en general es de alto nivel.

-¿Es necesario que el escritor sea un hombre comprometido?


-Un poco difícil la pregunta. No lo se. Pero te puedo decir que a veces es lo único que
queda. Y es más que fiel. Por que la encuentras. Y cuando lo haces se siente tan bien.
Que siempre vas a querer regresar a ella.

-¿Cuál es el fin de su poética?


-Ninguno.

-¿Cuáles son los autores que influyen en su obra?


-Mis textos están bastante influenciados por el blues. Más precisamente por el jazz de:
Coltrane, Billie Holiday, Charlie Parker, Lester Young, Miles Davis, Sonny Rollins,
Chat Baker y todos esos maravillosos asesinos que surgieron aproximadamente entre el
‘45 y mediados del ’70.

-¿Qué libro nos recomendaría leer?


-Si hay algo que me gustaría seria leer más. Pero puedo recomendar algo, libros que
siempre tengo al alcance. La poesía de Martin Adan, Cesar Calvo, Cesar Moro, Juan
Gonzalo Rose, Eielson, William Blake, Jorge Manrique, Ernest Hemingway, la obra de
Julio Ramon Ribeyro… increíble, te deja sin palabra.

-¿Cómo ha cambiado su lenguaje poético a través de los años?


-Definitivamente ha ido tomando forma en el sentido del estilo y justamente como lo
venia diciendo influenciado por el jazz y todo lo que implica ese sentimiento muchas
veces desasido y melancólico y en otras agresivo e impredecible.

-¿Qué hace antes de escribir?


-Que hago antes de escribir? Casi siempre esta antecedido por algún trago.

-¿Cómo ve usted hoy por hoy la industria editorial? ¿Como autor qué soluciones le
daría a este problema?
-La industria editorial hoy por hoy me tiene sin cuidado.

-¿Cree en los concursos o certámenes literarios?

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 203


-No.

-¿Qué opina de las nuevas formas de difusión literaria por Internet como revistas
literarias, blogs, páginas sobre literatura?
-Bueno los medios están y todo indica que son de fácil acceso basta con crearse una
cuenta. Y como tal hay de todo para todos los gustos y necesidades lo cual puede
resultar una ventaja para el consumidor que al fin y al cabo es el que elige.

-Por último: ¿Desea agregar algo más?


-Sí... Nunca es suficiente. Saludos.

‫ڞ‬
Miguel Canta Sifuentes. Un día se reunieron ciertas palabras para hablar entorno a Miguel
Canta y lo encontraron triste y asustado por que no tenía la respuesta.
Contacto: mgabi7@ciudad.com.ar

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 204


Entrevista a Carlos Rubio Albet

-¿Desde cuándo comenzó a escribir? ¿Por qué?


-Desde muy joven me interesé en la literatura. Mi madre escribía poesía y a mi casa
acudían con frecuencia otros escritores para leer de sus nuevos textos o simplemente
organizar tertulias literarias. Ése fue el ambiente en que crecí. Supongo que era
inevitable que yo también siguiera ese camino.

-¿Qué es para usted ser escritor?


-En realidad es lo que me define como persona, lo que le otorga dimensión a todos mis
actos. De la larga lista de oficios que he desempeñado en mi vida (desde albañil a
docente universitario), ser escritor es el que más satisfacción me ha traído. Si no pudiera
ser escritor, sería músico de jazz.

-Cuéntenos sobre su vida, sus obras, sus proyectos, su actividad literaria.


-Mi vida podría ser una novela, hasta ahora inconclusa, pero siempre interesante.
Abandoné Cuba, mi país natal, antes de terminar el bachillerato, así que ninguno de mis
planes de adolescente se llevó a cabo. Sin transición ni el apoyo de mi familia tuve que

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 205


irme adaptando a la realidad que me tocó vivir; esto no lo digo como queja, sino como
un hecho. Sin embargo, yo he tenido la gran fortuna que a través de los años siempre me
he encontrado con mucha gente dispuesta a ayudarme. Muchos dirían que es la mano de
Dios que me ha abierto el camino.

Mi obra literaria tiene dos vertientes, una en español y la otra en inglés, ya que he
cursado mis estudios en los Estados Unidos. En realidad mis libros reflejan esa
dualidad, esa dicotomía innegable que a veces me sorprende a mí mismo. Los libros que
escribo en español tienen que ver con el mundo y personajes casi siempre
latinoamericanos. Los que escribo en inglés no tienen puntos de contacto con ese
mundo, sino con la vida en los Estados Unidos. Aunque parezca paradójico, ambas
vertientes me reflejan de una manera fidedigna. Actualmente trabajo en una nueva
novela titulada Forgotten Objects (Objetos olvidados), la cual me ocupa desde el año
2006. Espero poder terminarla este año.

-¿Cómo define el estilo de su narrativa?


-¿En inglés o en español? Los dos escritores tienen estilos bastante diferentes. Mi obra
en español se podría calificar de neobarroca; la estructura de las frases es compleja y el
vocabulario es poco común. En inglés mi estilo es más accesible, con más diálogo y
menos pasajes puramente descriptivos.

-¿Cómo ve la Narrativa de estos últimos años?


-Supongo que se refiere a la narrativa en nuestro idioma. Hay una nueva generación de
escritores que está aportando puntos de vista muy interantes sobre lo que es la literatura.
Siempre son los jóvenes los que nos sorprenden con sus nuevas técnicas y enfoques.
Podría mencionar algunos nombres, pero son demasiado numerosos y no quiero olvidar
a nadie.

-¿Qué autores influyen en su obra?


-Es mi opinión que las influencias se adquieren a principios de una carrera literaria; es
cuando más se lee y uno está en ese período de formación, tratando de encontrar una
voz propia.

En español tendría que mencionar a Alejo Carpentier y a José Lezama Lima. Y, por
supuesto, a Borges, pues él ha influenciado a todo el mundo, de una forma o de otra. Yo
tuve la gran fortuna y privilegio de conocerlo en persona, y lo que más me impresionó
de él fue su humildad y accesibilidad.

En inglés me gusta mucho la obra de Aldous Huxley, a quien considero un genio, y en


francés al existencialista Albert Camus.

-¿Cree qué el escritor es un ser obsesivo?


-Por supuesto; no hay otra alternativa. Cuando uno se adentra en ese sendero, cada día
la literatura se convierte en algo muy esencial y todo lo otro va quedando relegado a un
plano secundario. Todos los pensamientos, conscientes y subconscientes, se enfocan en
ese campo.

-¿Cuál es el fin que desea lograr con su escritura?

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 206


-Lo que más me interesa es conocerme a mí mismo. Con cada nuevo libro que escribo
voy descubriendo facetas de mi personalidad que habían pasado desapercibidas o
estaban ocultas. Los temas que elige un autor revelan mucho sobre él.

-Dentro de su producción literaria, ¿Qué obra elegiría usted por optar en una en
especial?
-En español me gusta muchísimo la novela Orisha, que traza la vida de un sacerdote de
santería en Cuba. Es mi obra más cubana, y me dio la oportunidad de explorar el
aspecto africano, que es parte íntegra de la nuestra cultura.

En inglés tendría que decir Orpheus´ Blues (El blues de Orfeo), pues logré decir muchas
cosas sobre el jazz, un tipo de música que me apasiona. El protagonista de la novela es
saxofonista y vive en Nueva York. Es una novela completamente norteamericana que
no tiene puntos de contacto con mis raíces hispanoamericanas.

-¿Cómo ha cambiado su lenguaje a los largo de los años?


-No sé si cambiar sea el verbo adecuado. Creo que al correr de los años he adquirido
más control sobre el texto literario que voy creando. También puedo ver más temprano
las fallas que con frecuencia no advertía cuando era un escritor más joven y con menos
experiencia.

-¿Es necesario que el escritor sea un hombre comprometido?


-Es indispensable. ¿Pero comprometido con qué? ¿Con la política? ¿Con el medio
ambiente que lo rodea? ¿Con la justicia social? Es mi opinión que el compromiso va (o
deber ir) mucho más lejos de todo lo que acabo de enumerar. Ese compromiso debe ser
completa y exclusivamente con El Arte. Primero que todo somos escritores, no otra
cosa. También recordemos que los documentos que han cambiado sociedades enteras no
han sido novelas (La Carta Magna, La declaración de los derechos del hombre, la
Constitución de los Estados Unidos, el Manifiesto Comunista, etc.). Cuando se trata de
convertir la literatura en un instrumento de esos ideales, no importa los que sean, ni las
buenas intenciones del escritor, el resultado es siempre un producto mediocre.

-¿Qué libros nos recomendaría leer?


-Gústenos o no, somos herederos de toda la riqueza que nos ofrece la literatura
española. Por ahí hay que empezar, desde el Poema del mío Cid hasta los textos de la
generación del noventa y ocho. Digo esto pues fue en ese año (1898), en que España
perdió sus últimas colonias en América. También sugiero que leamos las crónicas de
Garcilaso, pues nos dan una idea de ese choque cultural de esos dos mundos de los
cuales surgimos nosotros. Pero creo que usted me pide títulos específicos. La lista sería
interminable, pero le puedo ofrecer unos cuantos: Don Quijote de la Mancha, de
Cervantes; Los cuatro jinetes del apocalipsis, de Blasco Ibáñez: El señor Presidente, de
Asturias: Paradiso, de Lezama Lima; Los pasos perdidos, de Alejo Carpentier; Rayuela,
de Julio Cortázar. Y por supuesto la obra de Borges; no es necesario que lo diga.

-¿Qué hace antes de escribir?


-A mí me gusta escribir por las mañanas. Primero leo mi correo y entonces me preparo
una taza de té verde. Con frecuencia escucho música cuando escribo, casi simpre jazz o
música clásica.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 207


-¿Cómo ve usted hoy por hoy la industria editorial? ¿Como autor qué soluciones le
daría a este problema?
-Cada día es más difícil publicar, especialmente para los nuevos escritores. Las casas
editoras son negocios, nunca olvidemos eso. Ellos quieren asegurarse de que recobrarán
su inversión y lograrán ganancias. Desde el punto de vista de escritor, aconsejaría a las
nuevas generaciones a que fueran publicando poco a poco en revistas literarias, que
vayan madurando y haciéndose de un nombre. Ya después pueden presentar su obra a
los editores.

-¿Cree en los concursos o certámenes literarios?


-Creo que depende del concurso. A mí me consta que hay concursos completamente
imparciales, donde la mejor obra prevalece, pues se presentan con pseudónimos y los
jueces votan independientemente. También he oído rumores de concursos que están
fallados de antemano, pero eso no puedo aseverarlo. Yo aconsejo enviar las obras a los
concursos, pues no se pierde nada.

-¿Qué opina de las nuevas formas de difusión literaria por Internet como revistas
literarias, blogs, páginas sobre literatura?
-Creo que es algo fabulos, pues les da salida a talentos que de otra forma jamás se
conocerían. Al mismo tiempo, hace la tarea más difícil para los lectores, pues la
cantidad de material es verdaderamente abrumadora.. Recordemos también que aunque
un cuento, una novela, un blog, etc., esté accesible no quiere decir necesariamente
merezca ser leído. Es imposible leerlo todo, así que tenemos que ser selectivos.

-Por último: ¿Desea agregar algo más?


-Sí, quiero recordarles a los escritores jóvenes que las carreras literarias son carreras
largas, que los frutos se cosechan hacia el final. Es necesario tener paciencia. También
aconsejo que pidan opiniones a escritores con más experiencia. Siempre hay alguien
dispuesto a brindar ayuda.

También les extiendo una invitación a todos lo lectores a que visiten mi sitio de internet
y que me manden sus comentarios. La dirección es www.carlosrubioalbet.com

‫ڞ‬
Carlos Rubio Albet nació en la ciudad de Pinar del Río, Cuba. Adolescente aún abandonó su
país y se trasladó a los Estados Unidos, donde terminó sus estudios de bachillerato en la
ciudad de Wilmington, Delaware. Ha obtenido grados universitarios de Concord College y de
West Virginia University. Escritor bilingüe, en inglés es autor de Secret Memories, Orpheus´s
Blues, y de la trilogía de novelas satíricas American Triptych. En español es autor de Saga,
Orisha y Hubris. En 1989 su novela Quadrivium obtuvo el Premio Internacional de Novela
Nuevo León. Más recientemente, en el año 2004 su novela Dead Time recibíó el prestigioso
Book of the Year Award, patrocionado por las revista norteamericana ForeWord. Actualmente
trabaja en una nueva novela titulada Forgotten Objects.
Contacto: dbtcarlos@yahoo.com

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 208


Reseñas
Pues quien vive sin pensar no puede decir que vive
Pedro Cardenal De La Barca

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Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 209


Erocéntrica

Erocéntrica
Rocío Santillana
Ediciones – México 2009

El cuerpo como reivindicación de la expresión que trasciende lo erótico para


forjarse en el desenfreno, en la inconsecuencia es siempre signo de identidad y
desvanecencia. La poesía casi siempre se esgrime sobre un totalitario Eros, una
comunión muchas veces inconstante con el otro, una exploración performática, un
intento por desvirtualizar todo acto tabú, toda traba sensual, todo desprecio por las
formas amatorias. La poesía siempre ha sido una larga afirmación al erotismo, una
caricia existencial a la turbulenta oleada de los sentidos excitados, de lo erógeno y
orgánico, humano al fin, de nuestra terrenalidad, donde la angustia, la soledad, la
inconstancia, se muestran como dagas de luminosa expresión para abrirnos el camino a
seguir.

Esta intensidad poética se refleja en Erocéntrica (DHB Ediciones – México


2009) de la poeta peruana Rocío Santillana (Lima, 1967). Estamos aquí ante una poesía
sarcástica, copulativa, interior, desenfadada, presa del mismo destino funesto que se

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 210


goza en el placer de los sentidos, en el ansia que la carne exige, pero no como un simple
disfrute de la carne por la carne, sino también la lapidación de los clichés, la liberación
de todo sentimiento trágico, acaso, un ansia por escapar de ese deseo por cosificarlo
todo (el fetiche, otra vez), pero que a su vez se es presa de los mismos sentimientos que
nos hacen delirantes, desenfrenados y entonces es allí, en la unión de los cuerpos, donde
resiste etérea nuestra identidad:

7.

Vampiros acróbatas
colgados
del cielo húmedo
de nuestra cueva.
tu cuerpo forma un arco en mi columna
se baña en tu boca una estalagmita
y gotea una estalactita mi otra boca.
aturdida, apenas oigo el eco de nuestro aleteo.

El acto amoroso en este poemario es lo céntrico, la descripción al coito, a la


penetración (Lo imagino / o el humo que te enmudece se cuela / desde el otro lado de la
cerradura? // Atravesándome), no solo develan la majestuosidad de nuestra esencia
amatoria, sino también un vacío excelso colma sus versos que a la vez son reprimidos
en última instancia, por ese deseo de saberse viva, de lograr el disfrute del placer como
entidad sensual, el placer como unión carnal, la verdad que solo se descubre en la unión
infinita de un segundo:

16.

trae condones
lávate las manos.
tira tu llavero de playboy.
te quiero vulnerable
como mi palabra entre tus dientes

porque no existimos
más allá de mis sabanas.

¿Ninfomanía? No. La poesía de Santillana, es una larga e intensa exploración y


descripción del mundo erótico centrado en ese deseo por el “vivir”. La intensidad, la
trasgresión de espacios muchas veces vedados para el género. El desenfado, la frescura,
la plasticidad, son caracteres esenciales en esta poesía del cuerpo y el disfrute. La ironía
es signo de una libertad que se sabe temeraria, que se conoce y reconoce a cada instante
entre las sábanas como la vencedora. Aquí, señores, la superación de la mujer frígida, la
emancipación de cualquier tara existencial o temporal:

11. ¿Cuál crisis?

voy a hacer a los 40


lo que no me atreví a los 20
sin pedir carnet de identidad a ninguno de los 60.

haré a los 41

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 211


lo que debí hacer a los 30
confundiendo nombres a los 70

seguiré a los 42
lo que empecé a los 40
hasta llegar a los 80.

si llego.
si no me he pasado ya.

La mujer alter ego en este libro se presupone un ser dual. Por una parte es la de
la identidad sensual, liberal, desenfrenada o “erocéntrica” y por otro lado está la que ve
en ese otro que le produce placer, un ser al cual odiar por no sufrir la “naturaleza” de ser
mujer o en todo caso ser esa inconsecuencia que inunda toda su poesía a cada paso con
más intensidad como desando el impacto, no solo audiovisual, sino también reflexivo-
excitativo-sensorial girando dinámicamente entre ese dolor-placer-placer-dolor.

18.

Bendigo mi clítoris en tus dedos


y tu fórceps en mi útero.
por no padecer el dolor de mis ovarios
te maldigo.

Como vemos hay en la poesía de Santillana una pieza extraña y apasionante;


palabras como caricias, palabras como sugerencias de mujer que se desnuda para
mostrarnos cuál es su nombre dentro del caos del mundo que esconde sus instintos. Ella
es el Eros verdadero, la realidad del sentir y la expresión, libertándose.

19.

yo no escribo
derrocho inconsecuencias
como la isla que me salva
de poner los pies en el suelo.

La voz poética es incorregible, rebelde, libre, mil veces libre. Su voz de género,
su imagen certera de un futuro lleno de sordidez, hacen que el deseo por quedarse en el
momento de placer se haga cada vez más angustiante, pero sin dejar su cuota de interna
soledad, de putridez, de asco que no se va de la piel, que es identidad, que es uno
mismo, en la oquedad de algo que nos sangra, que nos hace polvo, mugre, miasma en el
clímax del todo-nada.

Que yo me creía reina, y mira que soy repartera,


chea, farandulera. Así que baja de una vez y
apúntame esa pinga prieta.

Al fin esta Erocéntrica, nos termina con un reconocimiento. El reconocimiento


de que ella es pertenencia del tiempo perdido, el yo, es otra vez un minuto distante, pero
que en su distancia, permite la nostalgia y la valentía que imprime la libertad de ser el
instante más-turbador, la pugna por el sentir sin tapujos, ser mujer y tocar la luz aún
después de amanecer sin nada más que el recuerdo.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 212


llorar, babear, empaparse, eyacular, orinar, son
sublimes formas de amarse, de amarlos a todos,
strippers, modelos, culturistas, jineteros, bricheros,
folladores, románticos y trogloditas intelectuales

como al instante de todos los orgasmos con y sin


todos ustedes

porque todos, efímeros, eternos


me recuerdan a mí.

P.A.

Sobre la autora:

Rocío Santillana, Lima, 1967. Trabaja habitualmente como guionista de series de


tv en Madrid, donde descubrió la teoría de género y su aplicación en la
comunicación... En La Habana coguionizó la película documental hispano – cubana
Reyita, estrenada en el Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano.
Poemas y cuentos suyos pueden leerse en webs y blogs de Brasil, Perú, España y
Cuba. Ha realizado lecturas performáticas y dirigido los cortometrajes Erocéntrica,
¿cuál crisis? y Mi otra lengua, producidos en La Habana en 2009 y basados en su
poemario Erocéntrica.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 213


Poemas encontrados

Poemas encontrados
Roger García Clavo
Editorial Arteidea, 2009

Poemas encontrados (Editorial Arteidea, 2009) escrito por el poeta peruano


Roger García Clavo, es el canto poético vital y urgente que invita a la reflexión sobre
nuestro papel dentro de la sociedad. El mar en este breve libro es el signo sensible de
todas estas preocupaciones que muchas veces se nos confieren de manera tan certera
que nos aproxima al desahogo del alma dañada por la incoherencia del sistema y su
hambre de alienación, su injusticia, su poder que se acrecienta con nuestra ignorancia.
García Clavo, intenta una poesía suave y a la vez certera, puntual, sencilla, colmada de
ternura e imágenes para la gente humilde; el verdadero pueblo. Sus poemas están
marcados por sus personajes relacionados al mar que de alguna manera es ese
destinatario de nuestros sentimientos de furia, de amor, de venganza, de lucha, de
esperanza, que nunca cesan, sino acaso son producto de abrir bien los ojos y mirar al
otro en su eterna miseria:

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Te preguntarás Mar,
¿qué hubo hoy en la mesa?
Te diré:
¡Mucha vergüenza Mar,
mucha vergüenza!

Como en libros anteriores, el poeta hace hablar a la naturaleza, la enfrenta a su


dialéctica, canta y denuncia. Ese diálogo entre el ser y la naturaleza, crean la intensidad
en el poema. No debemos olvidar también, que aquí, la esperanza en ese Mar que nos
mantiene con vida, es entregada sin ansias de lobo, sin ganas de devastar su equilibro,
sino el poeta y su canto se funden como en un solo lenguaje: el amor a la vida desde el
compromiso con la sociedad.

Mar,
aunque estés lejana
con este rocío de contratiempos,
el pajarillo proseguirá a compartir su nido.
Déjanos orillarnos en tu voz
para bromear con tu canto.
Extiende tus orillas Mar,
hasta nuestros sustantivos para no llorar.

El poeta es un activista por la vida, por la igualdad. Su loa es el tributo a lo que


le provee de vida, de sustento (muchas veces negado), para existir en un mundo que
provoca amar hasta el compromiso más puro que solo puede imprimir la poesía hecha
sin más interés que el de comunicar, el de convocar y reunir en comunión el universo
entero en un solo canto: el de la solidaridad para con la naturaleza:

Qué hacer para mar-ovillar


las masas de tus orillas
que en tiempos fueron dioses
y ahora hombres adueñados de la sal y el agua.
Qué hacer Mar,
para salir sin sandalias por el puerto
y repetir nuestros pasos sobre la arena
hasta borrarlos
y hacerlos raíces o pelotas de trapo.

Tu canto
Tu corazón,
nace como un motín de voces
hasta brisar nuestros labios Mar.

El poeta vive la existencia de ese Mar como patente testigo de la más intensa
ternura, pero también de la más descarnada violencia, la incomunicación, la injusticia, la
inmensa exclusión, hacen que el poeta acreciente su canto y haga más suya la vitalidad
que entrega esperanza a un pueblo dañado por la desidia y la traición:

Mar,
esta vez con todo dicho
y ajustando más miseria,
sueños, abrazos,
tristezas, esperanzas

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 215


y todo lo exclamado,
los estamos ganando.
Así será
nuestra persistencia,
Mar.

Por último estos Poemas encontrados, nos alienta a esa insurgencia que solo la
palabra poética puede conferir. El amor a la libertad ante la tiranía aquí es ese signo
totalizador. El poeta ha fusionado por fin su alma, su espíritu y su accionar apuntando
hacia el horizonte del cambio. La vida por fin del hombre es aquella que no deja que su
denuncia solo sea un rumor en el aire colmado de esperanza, pues hay más que palabras
y cantos en esta poesía que quema en su sosiego, en su imperante esperanza de vernos
verdaderamente (como diría Vallejo) desayunados todos.

P.A.

Sobre el autor:

Roger García Clavo es del Dpto. de Amazonas del distrito de


Camporredondo. Es Licenciado en Educación en la
Especialidad de Lengua y Literatura, otorgado por la
Universidad Enrique Guzmán y Valle “La Cantuta”. En la
Colección El río y el Huarango dirigido por el CEPS a cargo del
Prof. Luis Morón E. han publicado el poemario Marea Celeste
(2004). El 2006 ha publicado el poemario Camino de
Serpiente y la plaqueta Piel de madero. Es integrante del
Círculo Literario “Zumbayllu”. Es integrante del Colectivo de
Escritores Clasistas. Es miembro del Consejo Directivo del
Gremio de Escritores del Perú. Es ganador de los Juegos
Florales Víctor Mazzi Trujillo 2006, en Cuento y poesía, organizado por CEPS de la
Faculta de Humanidad y la Universidad La Cantuta.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 216


Lo que siempre está allí

Lo que siempre está allí


Marcelino Menéndez Gonzáles
Editorial Azarbe, 2009

Lo que siempre está allí (Editorial Azarbe, 2009) del poeta español Marcelino
Menéndez Gonzáles (Asturias, 1933) es un canto etéreo que se sumerge en el enigma
de lo ignoto. El poeta nos dice desde sus primeros versos que somos de alguna manera
pasajeros del destino, de lo innombrable, del tiempo y su devenir. Y es que la sencillez
de los primeros versos, muestran de manera certera y consecuente el tema capital con el
que se irá hilvanando este poemario: El deseo por conocer y explicar aquello que parece
incognoscible o inexplicable.

Los misterios no se eslabonan unos a otros,


ya que surgen de manera inesperada para
que los podamos descubrir y, al hacerlo,
despierten y enciendan sensaciones únicas
que, sin duda, alteran nuestra forma de vida.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 217


La voz del poeta como observamos, intenta una expresión de lo misterioso, de
aquello que no está en concreto, sino que está de alguna manera sugerido en
sentimientos para que al captarse se logre una especie de revelación placentera. Es aquí
donde la idea del destino y el tiempo se funden en un solo discurso que madurará
ineludiblemente en un canto universal hacia la vida y su intenso disfrute diario a pesar
de desconocer lo que ella nos depara:

Entregarme a cada instante de vida


buscando lo mágico que pueda caber en un día,
o el sabor que puede tener una tarde,
creyendo, eso sí, que todo es posible
a pesar de la realidad que quiera cambiarlo.

A lo largo de este poemario, el poeta va a cuestionarse a cada instante en que


descubre las inconsecuencias del mundo que lo rodea. Lo inexplicable de algunas cosas
que alrededor se suscitan son fuentes expresivas para el yo poético que busca en el
problema existencial de la duda, un nuevo conocimiento en el convite de la reflexión:

Y me pregunto ¿para qué soñar si no hay


sueños? Y en la nada ¿todo es infinito?

A veces pienso que somos como una peonza


de distintas franjas de colores pero que,
al girar a gran velocidad se diluyen en uno solo,
y así acabamos siéndolo, como un ser
finito creado, en su propio crisol de vida,
rotando alrededor de nuestro propio mundo.

En la poesía de Marcelino el rezo se hace de manera casi de aforismo. Aquí las


distintas alusiones al tiempo, a la experiencia de vida, a ese palpar la soledad, la
angustia, el amor y el odio, ser del día y aprehenderlo hasta hacerlo identidad, nombre
propio, crean en el discurso un magnetismo que motiva a una lectura pausada, pero a la
vez intensa y sin andamiajes, como en el poema Percepción, donde la vida cobra un
sentido que trasciende lo meramente sensual para convertirse en ese conocimiento, en
esa experiencia vital con la que ni el tiempo, ni la soledad pueden combatir: La belleza
del instante inmortalizado en poesía.

Palpar las diferencias, cambios y alteraciones


y del cómo la soledad no hace preguntas
cuando se vuelve infinita... y, en el ámbito
de las meditaciones, ver cómo surge aquella
en la que te detienes, porque no encuentras la respuesta,
ya que se necesita poseer una inteligencia
que juzgue y un conocimiento previo que sea
la base en que se apoye un juicio moral y que,
A veces, llamamos conciencia...

Y ya el poeta en su último cantar, nos vuelve a dar esa esperanza del vivir. Su
canto es ahora el aforismo de la vida a pesar de lo adverso, a pesar de los desmanes. Los
últimos poemas de este libro son un honesto discurso hacia la vida y la experiencia de la
misma. El poeta quiere que vivamos, que sintamos, que nos dolamos, que soñemos y a

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la vez pisemos tierra, porque la poesía es experiencia en el andar, sensación hecha
palabra, anhelo de querer ser el instante a pesar del tiempo que no cesa nunca:

Vivir el continuo instante que viene


tal como surge, aceptándolo sin condiciones
y saber disfrutarlo con intensidad. Si es
positivo y afrontarlo con realidad, si es
negativo, pero sin perder el equilibrio
del horizonte emocional y matizándolo
del sentimiento adecuado.

Poesía de la sencillez, de la experiencia vital que cobra forma con cada verso,
con cada testimonio que nos confiere la palabra en este libro. Marcelino ha logrado
pausadamente, pero con gran acierto e intensidad, un lenguaje para todos, un Norte
personal al cual orientarse en esos momentos de incertidumbre. He aquí el poeta que ha
vivido mil mundos y mil sensaciones, y acaso, aún espera mucho de la vida.

P.A.

Sobre el autor:

Marcelino Méndez González. 24 de Febrero de 1933, en Asturias, España. Ha


vivido en varios países de América, Estados Unidos, Canadá, México 35 años.
Actualmente en Murcia (España). Escribe desde el año 2000. Tiene 47 libros escritos
de los cuales 38 son de poesía. Pendientes de editar los títulos Vibraciones, Plectro
(Fantasía), Destellos y Las Páginas Gastadas. Es socio de poetas de las Torres de
Cotillas, Poetas del Casino de Murcia y de la Fundación Amigos de la Lectura. Su
página web es:
http://marcelinomenendez.blogspot.com

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 219


Alma
Cuando un corazón emigra

Alma: Cuando un corazón emigra


Roy Dávatoc
Toro de trapo editores, 2010

“Existes / y al final nada es oscuridad / solo una luz redonda / que cae
interminablemente / y a sucesiones tormentosas”. Con estos primeros versos el poeta
peruano Roy Dávatoc (1981) con su libro Alma: Cuando un corazón emigra (Toro de
trapo editores, 2010) es el canto intenso al amor que está desde la lejanía del recuerdo,
en esa nostalgia que nos permite el contemplar, el reinventar el cuerpo amado y así
poder lograr esa comunión sensual y trascendente en un mundo real, pero marcado por
la intensidad de las imágenes que se van a ir hilvanando de manera acertada en este
breve poemario.

El poeta comienza su viaje cargado de una esperanza avivada por la presencia


del ser amado. Su descripción, su sentir, su desnudo, sus formas, su “alma” se van a ir
difuminando por todo el libro. El canto es intenso, mientras más intenso es el
acercamiento de los cuerpos, mientras el placer se hace disfrute, y lo sensual como
momento previo a la comunión final, se transforma en experiencia que Roy ha sabido

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 220


transformar de manera apasionada en poesía; el amor que se hace “exclusivo” para dos,
en una ciudad que se devasta con el tiempo y la desidia. El poeta y su amada, aparecen
atemporales, inmortales, dueños de la belleza del fuego robado a las horas, donde solo
laten dos corazones ardiendo, la certeza de la pertenencia mutua:

Éramos pequeños e inocentes


luchando constantemente por amarnos;

y fuimos esa tarde


transeúntes de nuestros cuerpos
y como raíces hinchadas de nervios nos atamos

Éramos fecundación en silencio


y nos incendiábamos como pequeñas brasas
mientras lloraban los autos
en el tránsito insano de la sombra

y afuera una selva de cemento


devoraba otras almas.

Y es que esa voz lírica, ese yo de todos, sabe muy bien dónde pertenece. Su loa
es ese incesante deseo por ser solo si esa otra amada lo reconoce como tal. El poeta es
“afortunadamente” esclavo de lo amado, esa mujer que se reinventa para desnudar su
humanidad, su perfume a cielo, su inconmensurable belleza que a través del alma, se
intenta alcanzar como caricia entre las tinieblas:

Invento tus esquinas;


acertijos de soledad
que los resuelvo de golpe,
que seducen mi voluntad
y liberan mi sombra
con múltiples lenguajes
para hoy condenarme

-afortunadamente-

a tu eternidad
de ave nocturna.

La voz poética a lo largo del poemario acerca su discurso a lo cuasi apocalíptico.


Los dos sujetos amándose son a la vez los dos sujetos viviendo la destrucción del
mundo. Y es la pasión del acto amatorio lo que contiene los amantes, lo que hace que el
mundo se desmorone, tiemble, esté a punto de explotar, sea adrenalina, un latir furioso
en medio del silencio:

Entonces mordimos nuestras bocas


y nos desgranamos sobre la tempestad
de la tierra desgarrándose

Y el amante a pesar de los desmanes, de la derrota o el olvido, retorna a ese


cuerpo amado, que ya es cielo verdadero, receptáculo de eternidad. Aquí él nos habla de
esa “lealtad de cuerpo”, el amor que se va a repetir ad infinitum:

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 221


Vuelvo a ti y a tu regazo
con las manos cárdenas
aguzando
la noche y mi plegaria
entre tu luz en la ausencia de la muerte
y mi helada lealtad de cuerpo.

Por otro lado el poeta busca vencer el olvido y el tiempo. La forma más sencilla
de lograrlo es el escape, el desenfado, la furia del espíritu en libertad, el abandono de la
piel por la piel, la trascendencia de ese cuerpo que ahora es reminiscencia:

Amor
la tarde es troquelada
magníficamente
para perdernos
lo suficiente
en el abandono
de todas las experiencias.

Por último este poemario nos termina con una cuota de esperanza, un aliento de
vida para resurgir de esa ceniza que nos crea inanición. El poeta termina su marcha, su
evocación, su acto amoroso, alentándonos a la valentía de amar en tiempos del cólera
(como diría García Márquez). He aquí el verso sudoroso, la pasión desmesurada, la
soledad hecha carne que ha trascendido la carne, he aquí esa sensualidad que rechaza al
tiempo y a la derrota, pues solo basta amar para crear el cielo o destruirlo:

seamos la renuncia de los afligidos


y la dosis de los solitarios
sin abandonar el corazón y la esperanza en
el póstumo reglón de esta última oración.

P.A.

Sobre el autor:

Roy Dávatoc. (Perú, 1981) Actualmente reside en la ciudad de Lima. Estudia la


carrera de Administración de empresas en la universidad nacional Enrique Guzmán
y Valle “La Cantuta”. Forma parte de la fundación cultural “Laberintos” en
Colombia. Algunos de sus poemas y textos han sido publicados en revistas de
difusión artística. Es parte de la Antología Virtual de Poesía de Ediciones La silla
BíoBío- Chile. Este es su primer libro.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 222


Canciones de cuna para un hombre
y una ciudad

Canciones de cuna para un hombre y una ciudad


Antonio Sajid
Proyectos Biik, 2009

Canciones de cuna para un hombre y una ciudad (Proyectos Biik, 2009) del
poeta puertorriqueño Antonio Sajid (Ponce, 1980) es la búsqueda poética de una
trascendencia dentro de la iniquidad e incoherencia de la ciudad que en su furia desnuda
su tragedia, su belleza interior, su dolor y su ausencia de manera tal que los sujetos que
la habitan son de alguna manera testimonio de su hedor, de su magnetismo infernal, de
su bullicio a flor de piel, de su vana consagración, su hedonismo, su propia ansiedad por

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 223


poseernos bajo la noche, en el silencio abrasante de la muchedumbre que existe entre el
tugurio de la soledad y el olvido.

Estas canciones de cuna, no son solo descripciones de la ciudad y su sordidez, es


también el retrato de esa metrópolis universal, de esa “multitud que vomita” (por citar a
Lorca en Poeta en Nueva York) y a la vez es también la ciudad donde se puede sentir,
amar, odiar, asesinar, apretar el acelerador del alma y arrojarla por algún puente,
intentar la cabalgata nocturna por la piel más excitante, el deseo del cuerpo que se
enfrenta a los demonios que son su propio reflejo, el ser-otro, el ser-nada que son en
este libro una constante que perduran como un trauma hasta encerrarnos en esa soledad
que nos vacía con su desconsuelo, su indiferencia, su dolor más intenso:

Oigo los huesos,


oigo el aliento de los drogos,
oigo la piel herida de un perro,
oigo a un estudiante pedir desesperado un cigarrillo.

(...)

Río Piedras, San Juan de Puerto Rico.


No tienes días.
No tengo horas.
No tienes gente.
No tengo nada.

El poeta a lo largo de su viaje busca su identidad, se comunica a través del


testimonio que colinda con el hedonismo de las imágenes poéticas que vierte a lo largo
del libro. Su poesía intenta el desnudo de esa urbe que nos ha hecho “posmodernos”,
seres de plástico, extraños animales que se acercan al infierno nocturno del placer (un
hombre de ciudad en busca de alguna mujerzuela, sin alma, sin sueños, solo un cuerpo
apetitoso, cuerpo lunar, gárgolas de lo oscuro), ante el desenfado existencial, ante la
indiferencia que se transforma en ausencia de sí mismo y de los demás:

La luna las celebra.


Las dueñas de la noche saturan el aire de emociones
arenadas y se sacuden a los hombres.
La noche se agrieta y las gárgolas no duermen. ¡Nunca!

Sajid, no solo describe esa ciudad-tormento que nos existe, sino también
denuncia la incoherencia de ser seres “programados”, autómatas en la rutina de pasos
que se gastan hasta el infinito. El poeta vislumbra esa característica de la ciudad que
nunca duerme, que nos brota del pensamiento lleno de megabites, lleno de virtualidad,
el fingir sobre un mundo de incomunicación existencial, belleza desechable, donde
creemos que la felicidad es para siempre, mas es solo un espejismo, una máscara en
plena putrefacción:

Pobres diablos
los que se abren en rosas de mayo
bajo los faroles de un infierno también FINGIDO
para recrear el Danubio azul sobre sus propios espíritus
abandonados por la indiferencia de un mundo
fría-mente tecnológico.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 224


El poeta desea amar, ser original en una ciudad habitada de seres idénticos y a la
vez extirpados de toda imaginación. La insensibilidad, la inanición son cuestiones
principales en este libro. La violencia es otro tema, sin embargo aquí el poeta ha sabido
beber de esos fuegos, hacerse de un lenguaje certero, extremadamente crudo, intenso:

Caricia

Tengo una pasión que masacra los pechos.


Disparo una carcajada,
me burlo de mí.
¡Y te seduce!
Idiota.
No te deleites.
Lo que escribo es para acariciarte la lengua con un arma.

Y para este siglo cargado de tecnologías, de ciencia, de distancias, el poeta nos


vuelve a dar como en un disparo directo a la sien, una visión de esa angustia que nos
trae el vivir siempre en busca de un amor, de una esperanza, de un paliativo a nuestro
vacío que es como sangre empozada en la boca silenciosa. He aquí al hombre que ya no
puede más que pasarse la breve eternidad de sus días esclavizado a su Hotmail o a
Google, en busca de un sentimiento (siquiera virtual, por unas cuantas horas, desde
algún Chat, o cámara web), un intento vano por querer tapar el vacío que se esconde
con cada clic:

Agito el buscador, cliqueando desesperadamente el


anhelo;
amo cibernéticamente en el chat y me esperanzo en el
Hotmail.
Agarro el mundo en mis manos y giro a carcajadas en mi
silla
ejecutiva
(que no es tan mía)
para burlarme de la cercanía de las cosas... y de mi
soledad.
(¿Podrá el servidor de Google completar mis vacíos?)

Y es pues esta ciudad sitiada, hastiada de indiferencia, de somnolencia, es esta,


la ciudad que nos extermina hasta hacernos simples voces que tratan de reconstruirse,
mas muchas veces son vencidas por algo más violento que la muerte misma: La miseria
del alma totalmente infértil, llena de cemento, de orines, de precios, de ofertas, de
regalos, de felicidad en una bolsa negra, de juventud en un frasco de píldoras. Esta es la
ciudad donde el poeta nos termina, esperando aquello que a pesar de la crueldad de las
noches, aún se intenta amar, aunque en realidad jamás se pueda concretar:

Te fuiste.
Y aquí estoy, espero. Yo aquí eterno.
Te dejaré partir.
Sin ataques.
Sin gemidos.
Sin nada.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 225


Con un lenguaje intenso y desenfadado Antonio Sajid, nos muestra estas
Canciones de cuna, para que podamos calmar a esa bestia que nos habita y comprender
que somos más que carne entregada al azar de una urbe que lentamente y como
gozando, se va comiendo la memoria de nuestros días.

P.A.

Sobre el autor:

Antonio Sajid. Nació en Ponce, Puerto Rico, el 6 de enero de


1980. Es profesor, productor, promotor cultural, director
escénico, actor, poeta, dramaturgo y ensayista. Cursó estudios
de Drama en la Escuela de Bellas Artes de Ponce y en el
Recinto Universitario de Río Piedras. Egresa de la Pontificia
Universidad Católica de Puerto Rico con grado de bachiller en
Educación Secundaria, con una concentración en Español y
Francés. Recibe una formación en Didáctica de literatura y
lengua española en la Universidad Antonio de Nebrija en
Madrid, luego prosigue sus estudios graduados en el
Departamento de Estudios Hispánicos de la Pontificia Universidad Católica de
Puerto Rico. Actualmente trabaja para el Departamento de Educación de Puerto
Rico y dirige el Taller de Teatro de la Universidad Interamericana, Recinto de
Guayama. Es miembro de la Junta de Gobierno del Ateneo de Ponce y dirige la
compañía de teatro La Bruja Fortuna, INC.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 226


Detritos

Detritos
Wilver Moreno Tineo
Paracaídas editores, 2009

Detritos (Paracaídas editores, 2009) del poeta peruano Wilver Moreno Tineo
(Ayacucho, 1982), es la reconstrucción del universo poético a través de un lenguaje
fragmentario. El poeta intenta en este breve poemario la confección de un cuerpo plural.
Su voz se combina con los objetos a poetizar y a la vez se crea en el discurso una
dialéctica entre las partes cual rompecabezas de imágenes, cual collage de cielo, la
poesía de Wilver es transparente y a la vez ignota; siempre en una búsqueda hacia lo
infinito, la incalculable riqueza del verbo en su devenir en carne:

Ante mi piel
Cubierta de oscuridad

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 227


O alma dura Piedra
Voy en busca de mis
Manos o nocturnidad
Que reina

El poeta trata de construir una identidad con palabras. Su poesía se sujeta con nudos
expresivos, con destellos líricos, que eslabonan un cuerpo que muy bien puede ser
muchos. El poeta desea ser expresión del mundo que lo rodea, intento universal por
querer comunicar su existencia a ese otro, signo que le permite el ser:

boca humana, refugio sagrado,


con la carne palpitante, entregado,
me dirijo, vigoroso, a tu puerta.

Es así como el poeta nos enfrenta a su destino: La creación. Él expresa esa característica
del arte en su infinito movimiento; esa búsqueda del producto de la perfección: “Este
Dios es otro / Siempre en búsqueda de su creación”.
Y es que aquí hay una serie de cuerpos, cuerpos que son un todo. (Véase Eielson),
cuerpos en asenso, cuerpos que se mutilan para lograr intensidad, cuerpos que se
enturbian, que se reinventan, que desaparecen:

El cuerpo se eriza
Las líneas se aprietan Blancas murallas
conducen los dedos a las rugosidades del devenir
Sentirse bajo la garúa de la calle
La humedad El tiempo indeterminado / gris como las
manos que conducen el frío
a la aridez de las líneas

(...)

Casi amanece
el silencio en las bragas del amanecer
La anunciación de la muerte
Y el cuerpo sobre la acera

Por último el poeta nos muestra la cúpula. El cuerpo entregándose en su movimiento


natural, el cuerpo que para lograr ser completado, necesita del universo, de otro cuerpo,
de las palabras, de esos detritos, que son flameos de imágenes y reminiscencias. El
poeta en este “descenso” lo deja todo y se hace uno, otra vez máquina purísima
atravesando el mundo:

Descenso

Abres tu boca y entra mi dedo inmensa tu boca se abre y yo entro completo primero mi
dedo luego mi mano mis dos manos mis cabellos mis hombros mi cuerpo entero tu boca
inmensa me contiene tu noche negra y clara pura y pura sobre todo tu boca inmensa que
se ocupa conmigo tu lengua moviéndose juega con mi cuerpo cada vez más ínfimo más
residual tu cielo se eleva tu conducto se abre mis ojos se ciegan siento atravesar tu
cavidad interna siento ser destilado a mi estado real tu cuerpo inmenso lento y hermoso
llenándome de jugos celestiales me consume y me excreta y yo caído y glorioso me

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 228


disipo en luz gracias a tu digestión oh evanescente sensación quise desprenderme del
cuerpo que tengo y terminé sumergiéndome en él.

P.A.

Sobre el autor:

Wilver Moreno Tineo. (Ayacucho, 1982) Estudiante de Bibliotecología y Ciencias


de la Información en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Integra el grupo
literario “El Club de la Serpiente”. Ha publicado el libro grupal “Club de la Serpiente:
Muestra Poética” (Hipocampo Editores, 2007). Ha sido antologazo en “Poesía Perú
S. XXI. 60 Poetas Contemporáneos” (Escuela de Lima del C.C. Yacana Editores,
Lima, 2007). Actualmente prepara dos libros de poesía.

Revista Literaria Remolinos # 43 Abril - Mayo de 2010 229


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Paolo Astorga
Director de la Revista Literaria Remolinos

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La Revista Literaria Remolinos Número 43
Se terminó de diagramar el 5 de Abril de 2010
en la ciudad de Lima, Perú.

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