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de Dueños Aires
La Casa Mínima
un estudio arqueológico
EDICIONES Daniel Schávelzon
TURISTICAS C o o r d in a d o r
Daniel Schávelzon
Es especialista en arqueología urbana con
maestría y doctorado en el exterior del país,
Investigador Principal del Conicet, ha fun
dado el Centro de Arqueología Urbana
(FADU, UBA) y el Area de Arqueología Urba
na (DGPat, GCBA). Sus áreas de trabajo son
la arqueología histórica, la que ha desarro
llado e impulsado en Buenos Aires y otros
sitios del país y del exterior y trabaja en te
mas de conservación del patrimonio cultu
ral, políticas culturales y tráfico ilegal de
obras de arte. Ha publicado más de veinte
libros sobre estos temas. Es Profesor Titular
en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Ur
banismo (UBA). Ha recibido premios y becas
internacionales, como la beca Guggenheim
en varias otras.
Jorge Ramos
Arquitecto dedicado a la historia se ha de
sempeñado como profesor de historia ur
bana y de la arquitectura en cursos de grado
y postgrado en universidades de Cuba, Mé
xico, Perú, Uruguay, Chile y Argentina.
Como investigador fue miembro de comisio
nes asesoras del CONICET y realizó investi
gaciones sobre arquitectura prehispánica y
colonial de Mesoamérica y moderna de La
tinoamérica y el Caribe. Actualmente tiene
cátedras en Mar del Plata y Buenos Aires,
donde codirige el Instituto de Arte America
no. Ha publicado diversos libros y artículos.
sigue en la contratapa
Los Conventillos
de Buenos Aires
La Casa Mínima
un estudio arqueológico
La presentación y disposición de:
ISBN: 987-9473-54-X
PRESENTACION.......................................................................... . . 5
Tipologías........................................................................................... 11
El hábitat del inmigrante: hacinado, insalubre y costoso ...... 16
La vida doméstica............................................................................. 21
Una construcción cultural............................................................... 23
Pobres y famosos.............................................................................. 27
La protesta.......................................................................................... 28
Algunas propuestas para el habitar popular............................... 30
Y ahora................................................................................................. 32
LA IDEA DE CONVENTILLO
Mario Sabugo.................................................................................... 37
Introducción...................................................................................... 37
Acepciones y etimologías................................................................ 39
Higienismo......................................................................................... 40
Tangos y poesía.................................................................................. 42
Narrativa............................................................................................. 50
Crónica urbana y periodística........................................................ 51
Historia Social................................................................................... 53
Historia urbana y arquitectónica.................................................. 55
Resumen............................................................................................. 56
Conclusiones..................................................................................... 62
Bibliografía......................................................................................... 63
3
ARQ U EO LO G IA DE U N C O N V E N T ILLO PO R TE Ñ O
D aniel S ch áv elzo n .........................................................................................103
LA C O C IN A Y LA C O M ID A EN U N CO N VEN TILLO
PO R T E Ñ O : SAN LO REN ZO Y DEFENSA
M ario J. S ilv eira..............................................................................................143
H ipótesis I .........................................................................................................1 4 6
H ipótesis I I ....................................................................................................... 146
H ipótesis I I I .....................................................................................................1 4 6
C o n clusio n es
H ipótesis I .........................................................................................................1 4 7
H ipótesis I I ....................................................................................................... 149
H ipótesis I I I .....................................................................................................149
B ib lio g r a fía ....................................................................................................... 1 5 4
4 Los Conventillos de Buenos Aires
PRESENTACION
A quien hoy pase por la esquina de las calles Defensa y San
Lorenzo, sitio habitual del turismo y de los memoriosos de la
ciudad, le será señalada una pequeña puerta antigua que es desig
nada con dos nombres propios: la Casa M ín im a y/o la Casa d e l
Esclavo L iberto. Y pese a que ambas denominaciones son estrepi
tosas mentiras, tan absurdas que ni siquiera tienen sustento o que
surgieron hace poco menos de veinte años, no sólo se lo sigue
repitiendo sino que ha pasado a las guías de la ciudad y se ha
consolidado el mito. Tanto que ya ni siquiera importa discutirlo,
ahora lo que interesa es entender porqué lo que fue la puerta de
servicio de una gran residencia de una familia aristocrática, se
transformó en otra cosa, es más, con dos nombres propios.
Daniel Schávelzon
Buenos Aires, navidad de 2004
Tipologías
Los hubo de dos tipos: los d e rezago 7 y los de n u evo diseño. Los
primeros aparecieron como adaptación de antiguas casas choriz o o
casonas de patios, obsoletas o muy deterioradas, ubicando en cada
cuarto una familia. Los segundos, que ya en 1880 constituían el
17%, fueron construidos por especuladores urbanos en base a
una máxima explotación del lote, disponiendo una serie de habi
taciones (de aproximadamente 4 x 4 x 4 m) para una familia en
cada una de ellas, alrededor de un espacio abierto central y co
mún: el patio del conventillo, donde lavaderos y sanitarios se agru
paban en batería. Podían tener dos niveles, en cuyo caso las esca
leras sabían colocarse a mitad del patio.
La vida doméstica
Entre los tangos cabe mencionar: Oro m u erto (1926) con letra
de Julio Navarrine, que le canta a las p a ica s milongueras y a los
pibes del patio; F lor d e fa n g o (1914) de Pascual Contursi, que
narra el pasaje de una mina desde su cuna -que “fu e un co n ven tillo
a lu m b ra d o a k ero sén ”- a las “fa r ra s d e ch a m p á n ” del centro, para
terminar, en su decadencia, alquilando una pieza en una “casa ‘e
p e n s i ó n ;” ydel mismo autor Ventanita d e a rra bal (1927) que des
cribe: “en e l b a rrio C aferata, un v iejo co n v en tillo co n los p iso s d e
El bu lín d e la ca lle A yacucho (1923)
ladrillo, m in ga d e p u erta c a n c e l ”;
de Celedonio Flores que evoca un “cotorrito m istongo, tirado en e l
fo n d o d e a q u el con ven tillo, sin alfom bras, sin lu jo y sin brillo ”.
24 Los Conventillos de Buenos Aires
Muy tempranamente aparecen descripciones del habitar en el
conventillo en la novela argentina. Probablemente la primera haya
sido una pintura descarnada y algo siniestra, con el protagonismo
de doña Catalina -una proxeneta trotaconventos- relatada por el
Dr. Ceferino de la Calle (seudónimo de Silverio Domínguez) en
Palom as y ga vila n es (1886)19. Dentro del mismo género, encontra
mos En la sa n gre (1887), de Eugenio Cambaceres. Casi incursio-
nando en el ensayo, hubo excelentes descripciones de las casas de
inquilinato en Croquis bonaerenses (1896) de Marcos F. Arredondo,
El co n ven tillo (1918) de Luis Pascarella -comentando las penurias
del inmigrante- a los que habría que agregar la amarga visión que
aparece en La casa p o r d en tro (1921) de Juan Palazzo. Los que
poetizaron la vida del conventillo son legión. Hasta Evaristo Carriego
pocos eran los poetas que se habían ocupado de interpretar el mun
do popular. Carriego, durante la primera década del siglo pasado,
abre el campo con la serie El alm a d e l su b u rb io , seguida por La
can ción d e l barrio. A él le siguieron Fernández Moreno que le cantó
a “esos solem nes caserones / q u e transform ó e l azar en con v en tillo ” y, con
una acentuada protesta social, Alvaro Yunque (Arístides Gandolfi
Herrero) quien en sus Versos d e la calle (1924) da gran protagonismo
a los inquilinatos. Del mismo modo, ya en el primer libro de Raúl
González Tuñón (El violín d e l d ia b lo , 1926) encontramos los her
mosos “Poem as d e l co n v en tillo ”.
Pobres y famosos
La protesta
Y ahora...
En los albores del siglo XXI, con otra composición social -mi
grantes del interior pardo y de países limítrofes-, otras músicas,
otras modas, otras cocinas, con una precaria partición privada de
algunos servicios antes comunes, subsisten conventillos muy simi
lares a los de cien años atrás. Pero hoy faltan los poetas.
Notas
1. James R. Scobie. Buenos Aires. Del centro a los barrios, 1870-1910. (Ia ed. 1974),
p. 171. Ediciones Solar. Buenos Aires. 1986.
2. Cfr. Diego Armus y Jorge Enrique Hardoy, “Conventillos, ranchos y casa propia en el
mundo urbano d el novecientos ”, en Diego Armus (comp.). Mundo urbano y cultura
popular. Sudamericana. Buenos Aires. 1990. pp. 153-193. Este artículo es uno de los
32 Los Conventillos de Buenos Aires
pocos rastreos tipológicos de la vivienda popular del período en cuestión que hemos
encontrado. En él, los autores -centrados en la ciudad de Rosario- analizan el creci
miento urbano, las características de los sectores populares y las tipologías de vivienda.
3. Según el Relatório da Comissáo de Exame e Inspegáo das habitares operárias e cortijos
no Distrito de Santa Efigénia, Sao Paulo, 1893, “elcortijo ocupa comúnmente un área en
el interior de una manzana: casi siempre un sector de un terreno cuyo fren te está destinado a
tienda. Una puerta lateral da acceso p or estrecho y largo corredor a un patio de 3 ó 4 metros
de ancho en los casos másfavorables. A este patio o área libre se abren las puertas y ventanas
de habitaciones alineadas, todas del mismo aspecto, la misma construcción, las mismas
divisiones internas y las mismas dimensiones. Raras veces cada casinha tiene más de 3 metros
de ancho, 5 a 6 de fondo y 3 a 3,50 de altura con una capacidad para 4 personas como
mucho... En el patio hay una rejilla de desagüe, una canilla, un tanque de agua y una
letrina” (traducción del autor). Citado en Eva Alterman Blay, Eu rúo tenho onde
morar. Vilas operárias na cidade de Sáo Paulo, Nobel, Sao Paulo, 1985, pp. 66-68.
4. En el caso de la ciudad de México, las vecindades (también conocidas como casas de
vecindad), edificadas ex-profeso para la renta, tienen una larga historia, ya que datan
del siglo XVII y se las supone construidas por iniciativa de la Iglesia, quien fuera
durante la Colonia el mayor propietario rentístico de inmuebles. Al respecto cabe citar
a Enrique Ayala Alonso, La casa de la ciudad de México. Evolución y transformaciones,
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 1996, p. 52: “La vecindad... sirve
a un número bastante elevado de familias, las cuales habitan en uno o dos cuartos distribuidos
alrededor de un patio de planta cuadrada o rectangular en cuyo perím etro se desarrolla un
corredor porticado... en tanto que sus escasos servicios son de uso compartido y la escasez de
locales propicia que los exteriores colectivos sirvan para la realización de múltiples actividades
domésticas y laborales... (En un principio) sus destinatarios eran principalmente artesanos...
Las unidades que se localizaban al fren te de la vecindad tenían accesorias y servían como
talleres o tiendas ” . Esta tipología, a partir de 1880 se convirtió en una modalidad
habitacional sumamente extendida. A la luz de estas referencias, es interesante obser
var la similitud entre los casos porteño, paulista y mexicano, contando con datos
históricos equivalentes sobre los conventillos montevideanos, limeños y santiaguinos.
5. James R. Scobie, op. cit., p. 189.
6. La Prensa, 27 de febrero de 1871, p .l.
7. Denominación que utiliza Diego E. Lecuona al estudiar las derivaciones de las
primeras tipologías colectivas de vivienda en su La vivienda d e “criollos ”y “extranje
ros” en el siglo XIX. Editorial del Instituto Argentino de Investigaciones de Historia
de la Arquitectura y del Urbanismo. Tucumán. 1984. Aquel capítulo constituyó una
referencia importante para algunos de los tipos que estamos tratando. Cabe men
cionar operaciones similares en el habitat popular de otras ciudades latinoamerica
nas. Tal el caso de Sáo Paulo, donde la ya citada Relación de 1893, registra “‘s obrados’
cuyos prim itivos aposentos fu eron divididos y subdivididos para alojar a numerosasfa m i
lias, con algunos espacios de uso común, cocinas colectivas improvisadas, unas letrinas
pésim am ente instaladas y estrechos corredores con iluminación insuficiente ” (traducción
del autor). Citado en Eva Alterman Blay, op. cit., p. 69. En México, por su parte,
33
“muchas de las otrora magníficas mansiones pasaron a ser utilizadas como vecindades y
p o r lo general cada una d e sus habitaciones sirvió como una sola vivienda con muy
precarias condiciones de habitabilidad” . (Enrique Ayala Alonso, op. cit., p. 93).
8. Según el censo de 1904, el 86% de los conventillos de Buenos Aires tenía más de
30 habitantes, mientras que en el 60% de ellos se alojaban entre 30 y 100 habitan
tes, registrándose casos de conventillos con 300 inquilinos.
9. J ules Huret, De Buenos Aires a l Gran Chaco , Hyspamérica, Buenos Aires, 1986, p.
58 (la . ed., Eugéne Fasquelle éditeur, París, 1911). Desde el campo de la antropo
logía urbana hay un interesante estudio sobre los conventillos de La Boca: Ménica
Lacarrieu, Que los conventillos no mueran: disputas p or el espacio barrial, en Oscar
Grillo et al., Políticas sociales y estrategias habnacionales, Espacio Editorial, Buenos
Aires, 1995, pp. 62 a 119.
10. Monserrat Palmer, Patricio Gross y Oscar Ortega. "La vivienda social chilena,
1900/50”, en revista ca. Santiago de Chile.
11. Los datos precisos son:
1876: 552 conventillos = 15.274 habitantes.
1878: 589 conventillos = 17.024 habitantes, lo que equivalía al 14,5% de la pobla
ción montevideana.
1880: 469 conv. = 7.053 cuartos = 14.589 hab. = 2,1 hab/cuarto, viviendo en estas
condiciones el 20% de los montevideanos.
1882: 452 conv.=6.365 cuartos = 13.826 hab. =2,2 hab/cuarto.
1884: 439 conv.=6.436 cuartos = 14.650 hab. =2,3 hab/cuarto.
1908: 486 conv.=8.400 cuartos = 23.000 hab. =2,7 hab/cuarto.
(Según Eduardo Acevedo. Anales históricos d el Uruguay. Montevideo. 1933, y Alfre
do R. Castellanos. Historia d el desarrollo edilicio y urbanístico de M ontevideo (1829-
1914). Junta Departamental de Montevideo. Montevideo. 1971.
12. En un reciente trabajo de Verónica Paiva (Higienismo: ciencia, instituciones y
normativa. Buenos Aires siglo XIX. Crítica. N° 82. IAA, FADU/UBA. Buenos Aires.
31 oct. 1997) se hace referencia al problema de la higiene en los conventillos,
destacando los artículos más importantes del “Reglamento para las casas de inquilina
to, conventillos y bodegones ” del 16 jun. 1871; que luego se extenderían a todos los
tipos de vivienda urbana con el “Reglamento de Construcciones ” de 1887.
Además de estos Reglamentos, cabe mencionar una serie de Ordenanzas de los años
70s, y 80s, promulgadas para paliar la crítica situación en los conventillos, a saber:
23 mar. 1871: “Ordenanza sobre construcción de letrinas”.
14 jun. 1871: “Ordenanza sobre inspección, vigilancia e higiene de los hoteles o casas
habitadas p o r más de una fa m ilia ”.
2 1 sep. 1871: “Ordenanza complementaria a la de construcción de letrinas ”.
17 mar. 1879: “Ordenanza sobre pisos y asientos de letrinas”.
11 jun. 1883: “Ordenanza sobre visitas periódicas dom iciliarias”.
10 feb. 1885: “Ordenanza sobre clase de piso de los cuartos de las casas de inquilinato”.
14 sep. 1886: “Ordenanza complementaria a la anterior”.
8 jun. 1887: “Ordenanza sobre el uso de camas superpuestas en las casas de inquilinato,
hospedajes, etc. ”.
34 Los Conventillos de Buenos Aires
29 may. 1888: “Ordenanza sobre inspección d e casas de fa m ilia ”.
Sobre las influencias del higienismo en los conventillos de la ciudad de La Plata,
remitimos al artículo de Gustavo Vallejo, “Higienismo y sectores populares en La Plata.
1882-1910”, en Estudios d el Habitat, IDEHAB, FAU/UNLP, Vol. II, No 5, La
Plata, 1997, pp. 57-72. Un análisis pionero sobre el tema, con antecedentes y
comparaciones con los inquilinatos europeos y norteamericanos (la tipología tenement
house), haciendo a su vez una serie de propuestas de normativa, es el del Dr.
Guillermo Rawson, Estudio sobre las casas de inquilinato de Buenos Aires, escrito en
1884 y publicado con el mismo título por Sociedad Luz más de 40 años después.
13. “Antes d e la guerra d e 1914 (nos dice Casimiro Prieto Costa), una pieza en Buenos
Aires no costaba menos d e pesos 15... En París, la vivienda d e una pieza se alquilaba p or
pesos 3,70 mensuales, según informa Luden M arch en el Boletín de Estadística de París...
En Inglaterra, donde la vivienda de una sola pieza había desaparecido casi, conservándose
únicamente en algunos barrios d e Londres, el alquiler oscilaba entre pesos 3 y 4 p o r mes...
En la investigación de la División de Estadística d el Departamento Nacional d el Trabajo,
(en Buenos Aires) el alquiler d e esas miserables piezas insumía en algunos casos hasta el
28,7% d el total de los ingresos que tenía la fa m ilia ”... Esta cita corresponde a Casimiro
Prieto Costa, “Las viviendas en la Capital Federal” , en Boletín d el Museo Social
Argentino, IX, Buenos Aires, 1920, p. 542 y con el mismo título en Revista de
Arquitectura, Buenos Aires, may. 1922, pp. 106 y 107.
14. En lunfardo: cuarto de soltero. Del español cotarro : albergue nocturno para
pobres y vagabundos, a través de la expresión esp. “alborotar el cotarro”y por cruce
con el esp. cotorra.
15. En lunfardo: similar a cotorro. Del gergo o italiano jergal bolín: cama.
16. En lunfardo: rufián que sólo explota a una mujer. Del véneto fio lo : muchachito,
produjo cafiolo y la forma vésrica fo c a . Por juego paronomástico con el genovés
stocchefisce: pez palo, produjo cafisho.
17. Juan Sebastián Tallón. El tango en su etapa de música prohibida, citado por Jorge
Páez, El conventillo. Centro Editor de América Latina. Bs. As. 1970. pp. 80 a 82.
18. Aníbal Latino, Tipos y costumbres bonaerenses, Librería de Mayo, Buenos Aires,
1886, p. 94, Citado por Francis Korn, La población y la vivienda, en Margarita
Gutman (ed.), Buenos Aires 1910: memoria del provenir, GCBA/FADU-UBA, Bue
nos Aires, 1999, pp. 100 a 102.
19. Citamos un fragmento de Palomas y gavilanes. Félix Lajouane. 2\ ed. Buenos
Aires. 1886. pp. 99 y 100: "La casa de inquilinato presentaba un cuadro animado, lo
mismo en los patios que en los corredores. Confundidas las edades, las nacionalidades y los
sexos, constituía una especie d e gusanera, donde todos se revolvían, saliendo unos, entran
do otros, cruzando los más, con esa actividad diversa d el conventillo... Húmedos los patios,
por allí se desparrama el sedimento d e la población; estrechas las celdas, p o r sus puertas
abiertas se ve el mugriento cuarto, lleno d e catres y baúles, sillas desvencijadas, mesas
perniquebradas, con espejos enmohecidos, sus cuadros almazarronados, con los periódicos
de caricaturas pegados a la pared, y, ese peculiar desorden de la habitación donde duermen
seis, y donde es preciso dar buena o mala colocación a todo lo que se tenga”.
35
20. James R. Scobie, op. cit., pp. 192 y 193.
21. Fuente: Censo Municipal de Conventillos de 1919.
22. Hay tres a los que se adjudica el nombre: el de Piedras 1268, entre Cochabamba
y San Juan, el de Belgrano 450 y el de Defensa 755.
23. Otra práctica habitual era la construcción de conventillos a cargo de empresas
para alojamiento de sus operarios. Al respecto, J. F. Liernur cita los construidos por la
curtiembre Alejandro Nogué de Rosario y por la fábrica de carnes conservadas Highland
Scott Conning Company en Quilmes, Provincia de Buenos Aires, en 1890. Citado en
Jorge Francisco Liernur, Casasy jardines. La construcción d el dispositivo doméstico moder
no (1870-1930), en Fernando Devoto y Marta Madero (dir.), Historia de la vida
privada en la Argentina, tomo 2, Taurus, Buenos Aires, 1999.
24. Si bien para el sainete El conventillo d e la Paloma, Vacarezza se inspiró en el de
la calle Serrano, algunos autores ubican al que lleva ese nombre en Defensa 375 (un
edificio de tres cuerpos con patios, construido en 1885, aún existente). Para el de
Serrano, el 21 de abril de 2004, el Gobierno de la Ciudad aplicó la normativa de
catalogación preventiva para evitar su demolición mientras se gestiona la declarato
ria de patrimonio histórico. Aún quedan allí estructuras y materiales originales,
estando habitado por 16 familias.
25. Para un análisis detallado de los desencadenantes y consecuencias de la huelga
de 1907, recomendamos: Juan Suriano. La huelga de inquilinos de 1907. Centro
Editor de América Latina. Buenos Aires. 1983. Para el caso de La Boca: Celia
Guevara, Sergio Vega y Gabriel Atlas. Huelga de inquilinos en el barrio de La Boca.
1907. Critica. N° 78. IAA, FADU/UBA, Buenos Aires. TI jun. 1997.
Fotografías y dibujos
Mario Sabugo
Introducción
Acepciones y etimologías
Higienismo
Tangos y poesía
“M in a q u e te m anyo d e h a ce rato,
p erd ó n a m e si te bato d e q u e y o te v i nacer.
Tu cu n a f u e un co n v en tillo
a lu m b ra o a querosén.
Ju sto a los ca to rce abriles
te en tregaste a la fa rra , las d elicia s d e l gotán.
Te gu sta b a n las alhajas,
los vestidos a la m oda
y las fa rra s d e ch a m p á n ”...
El d u eñ o d e la casa
a tien d e las visitas,
los p ib es d e l co n v e n to
g rita n en d erred o r
ju g a n d o a la rayuela,
a l rango, a la bolita,
m ientras un g rin g o cu rd a la va d e p a y a d o r ”...
Los Conventillos de Buenos Aires
Ventanita d e arra bal (1927. Letra de Pascual Contursi. Música
de Antonio Scatasso) instala el conventillo en el preciso entorno
de un barrio C aferata , indicando los pisos de ladrillo y la carencia
de puerta cancel.
A quél q u e solito
en tró a l co n v en tillo ,
ech a d o en los ojos
e l fu n g h i m arrón ;
botín enterizo,
e l cu ello con brillo,
p id ió una gu ita rra
y p a ’ ella ca n tó ”...
...“¿Q u é q u ed ó d e a q u el ja ile fe
q u e en e l ju e g o d e l a m or
d ecía siem pre: ' M ucha efe
m e ten go p a´ tay a d o r? ’
¿D ón de están aq u ellos brillos
y d e ven to a q u el p a co i
q u e diqueabas, p o ligriyo,
con las m in as d e l c o n v o y ? ”...
El fa r o lito p erd id o,
e l ca llejón sin salida
y e l c o n v e n tillo flo r id o
48 Los Conventillos de Buenos Aires
saldrán d e l olvido,
d e n u evo a la vida.
El a lm a cén d e los curdas,
la lu na sobre un pu ñ al...
Una ca ricia y un beso
serán e l regreso d e l viejo a rra b a l”.
Historia Social
Resumen
Ideas generales
Subtipo de rezago : Ramos
Subtipo de nuevo diseño : Ramos
Derivado tipológico de casa chorizo y : Diez
de casa colonial de patios
Planta baja y alta (su distribución) : Diez
Capacidad superior a 30 personas : Scobie
Rectángulo alargado : Scobie
Esquema constante : Scobie
Aire y luz (carencia) : Gaché
Aire y luz (carencia) : Huret
Alfombra, lujo, brillo (carencias) : El bulín de la calle Ayacucho
Radios (sonido de) : Sabugo
Aroma de comidas : Sabugo
59
Cocinas (de uso común) : Diez
Cocinas de madera (en patios) : Díaz
Baños y retretes (comunes) : Diez
Fauna
Arañas : Arlt Palomas : Díaz
Caballos : Gómez Bas Perro : Wilde
Gallinas : Gaché Perros : Díaz
Gato : Wilde Perros : Gaché
Gatos : Gaché Pulgas : Arlt
Loros : Gaché Rata : Discépolo
Actividades
Juego : El bulín de la calle Ayacucho
M úsica : El bulín de la calle Ayacucho
Bebida : El bulín de la calle Ayacucho
M ateada : El bulín de la calle Ayacucho
Amor : El bulín de la calle Ayacucho
Reproducción biológica : Nari
Reproducción de la fuerza de trabajo : Nari
Crianza de niños (la mujer) : Gutiérrez y Suriano
Lavado de ropa (la mujer) : Gutiérrez y Suriano
Regateos (la mujer) : Gutiérrez y Suriano
Cocina (la mujer) : Gutiérrez y Suriano
Trabajos: costurera, modista, : Gutiérrez y Suriano
planchadora, aparadora (la mujer)
Trabajo: lavado de ropa (la mujer) : Margot
Nota
Bibliografía
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65
LA CASA MINIMA:
UNA HISTORIA
Y UNA LEYENDA
N otas
1. Esta foto de 1909 y otra más de 1930 se encuentran en el Archivo Gral. de la Nación.
2. “La casa mínima d el liberto”; Buenos Aires nos cuenta. N° 3. San Telmo: La Historia
de un largo tiempo, editada por Elisa Casella de Calderón. Año 1982. pp. 27.
3. Op. Cit. pp. 28 y 29. Hubo otras ediciones de la misma revista con el mismo
texto y distinto diseño de páginas. Esta historia refuerza su credibilidad al estar
publicada junto a la fotografía de un anciano negro liberto que, según el epígrafe,
fue esclavo de la familia Urquiza.
4. Mac Cann, William. Viaje a caballo p o r las provincias argentinas. Hyspamérica
Ediciones Argentinas. Buenos Aires. 1986. pp.128 y 129.
5. “ Casa mínima p or error”. Diario Clarín arquitectura. Buenos Aires. 30 de enero
de 1995. pp. 7. También se filmó un breve documental emitido en varias oportuni
dades durante 1995 en el programa los unos y las otras, conducido por Mónica
Gutiérrez y producido por Paula Andalo, en la señal de cable VCC.
6. “Una historia de mínima". La Nación. Sec. 4. pp. 8. Bs. As. 11 de mayo de 1999.
7. Un Inglés. “Cinco años en Buenos Aires”. Hyspamérica Ediciones Argentinas.
Buenos Aires. 1986. pp. 78 y 79.
8. En el cementerio de la Recoleta existe una lápida de mármol blanco, colocada
junto a la suntuosa bóveda de Bernabé Sáenz Valiente. Se encuentra dentro de los
límites de la parcela, pero fuera de la bóveda. Aún puede leerse la siguiente inscrip
ción: “Catalina Dogan fa lleció el 31 d e agosto d e 1863 a los setenta y cinco años de edad.
Fue en su humilde clase de sirvienta un modelo de fid elid a d y honrades (sic!) ”.
9. Mathías Sosa. Testamentaria N° 8416. Año 1797. Fs. 13 a 16. AGN.
10. Andrés de la Peña Fernández. Testamentaria N° 7389. Año 1823. Fs. 5r. AGN.
11. Es muy probable que la familia de la Peña haya defendido la causa realista, pues
en aquellos años tenían vínculos comerciales y parte de la familia en España.
12. Op. Cit. Andrés de la Peña... Fs. 1 a 2. Sebastián Lezica era hermano de Ventura
Lezica de Peña.
13. Tullard, A. Los planos más antiguos de Buenos Aires 1550-1880. Peuser Editores.
Buenos Aires. 1940. pp. 12.
14. Plan de la Ville de Buenos Ayres. Autor anónimo. Existente en el museo del Banco
de la Nación Argentina.
15. Andrés de la Peña Fernández. Testamentaria. Año 1823. N° 7389, Fs. 7r.
16. Op. Cit. Fs. 7v.
17. Op. Cit. Fs. 8v y 9r.
18. Op. Cit. Item 8o. Fs. 3v.
19. Sabemos que esa casa estuvo alquilada durante décadas y por relatos de un
99
viajero, sabemos que entre 1820 y 1825:... “E lalquiler es elevado: de sesenta a ochenta
pesos p o r una casa d e regular tamaño". Un Inglés. Cinco años... Pag. 28.
20. Op. Cit. Fs. 3r.
21. Recordemos que esa barraca fue inmediatamente vendida después de la muerte
de Andrés de la Peña a un tal José Serna, La hija mayor de Ventura Lezica, se
llamaba Josefa Peña de Serna, casada antes de 1862.
22. Ventura Lezica de Peña. Testamentaria. Año 1861. N° 6534 (Tomo 1). Foja 13v.
23. Este dato proviene de 212 misas que la señora contrató y que no pudo pagar a
causa de su enfermedad. Op. Cit. Fs. 180 v.
24. Por ese servicio se pagaron 90 pesos, según consta en el inventario de gastos de
Juan Bautista Peña. Ventura Lezica de Peña... (Tomo 1). Fs. 80r.
25. Ventura Lezica de Peña... (Tomo 1). Fs. 19r y 19v. La nota fue presentada el 7
de mayo de 1861 y el juez de primera instancia era V. Martínez.
26. Ventura Lezica de Peña... (Tomo 1). Fojas 22r y 22v.
27. En esa oportunidad discriminó detalladamente en cuatro carillas todos los
materiales que componían la propiedad, metrajes, precio, etc. Esa tasación incluía
además los rubros de carpintería y herrería, realizados con igual detalle. Josefa Peña
de Díaz. Testamentaria. Año 1860. N° 7420. Fs. 230 a 237.
28. Ventura Lezica de Peña... (Tomo 1) Fs. 82v.
29. Op. Cit. Fs. 83 bis: Fecha 20/6/1861.
30. Peña, José María / Peña, Enrique. Testamentaria. Año 1895. N° 7723.
31. Ventura Lezica de Peña... (Tomo 1). Fs. I49r.
32. El resultado del remate fue publicado en la Revista com ercial y Administrativa el
9/1/62 y en El N acional del 10/1/62.
33. Ventura Lezica... Fs. 149r a 150v. Lo actuado fue aprobado por el Juez Gonzá-
lez el 14/1/1862.
34. Op. Cit. Fs. 166v y 167r.
35. Se descubrió que la pintura original de una de las puertas de la habitación en
altos tenía pintura color rojo punzó en la cara externa y en uno de los pozos de
basura estudiados, se excavó un jarro de loza blanca con decoración anular en rojo,
que tiene impresa la inscripción: VIVA LA FEDERACION y sobre ésta, el busto de
Juan Manuel de Rosas. Este jarro, una vez estudiado y restaurado por Viviana
Cardozo, fue entregado al Museo de la Ciudad.
36. Op. Cit. Fs. I67v. Firma Cabral, Fs. N° 150 de su registro.
37. Ventura Lezica ... Fs. 169v y 170r. Este documento fue fechado el 10/5/1862 y
firmado por todos los herederos y sus representantes.
38. Op. Cit. Fs. 216 a 218 nota presentada al juez de 1a instancia Alejo B. González.
39. Op. Cit. Fs. 181 r.
40. Calzadilla Santiago. Las beldades d e m i tiempo. Edit. Estrada. Bs. As. pp. 144/45.
41. Por la suma de $34.293 por las dos fincas en un lapso de diez meses, correspon
diendo $17.020 por la finca de la calle Defensa y San Lorenzo. Op. Cit. Fs. 178.
42. En ese año de 1861, alguno de ellos: Miguel, Antonio o Jacques, seguramente
tuvo la suerte de caminar de noche por la calle Defensa hacia el sur, doblar por San
100 Los Conventillos de Buenos Aires
Lorenzo y caminar algunos pasos sobre una buena vereda de piedra genovesa sin
tiendo en su cara la brisa suave del río. Llegó hasta el N° 380, donde quedaba su
casa. Abrió el cerrojo de la pesada puerta, subió los tres escalones de mármol blanco
y siguió por el zaguán, pasó la cancela de hierro y tomó la escalera de dos tramos que
estaba a la izquierda, junto a la medianera. Escuchó el crujir de los escalones de
madera hasta que llegó a la galería de baldosas rojas de Le Havre. Con la otra llave
abrió la puerta, robusta pero de regular calidad, todavía pintada con el rojo federal.
Encendió una vela o una lámpara y dejó sus cosas junto a la doble puerta vidriera de
esa piezita en altos que daba sobre la calle San Lorenzo. De esa manera, con todo
dispuesto, se acostó mirando la cubierta hecha con tirantes de buena calidad, las
paredes revocadas con barro y bosta blanqueadas a la cal, para así quedar dormido,
hundido en sus propios pensamientos.
43. En el plano de catastro de la ciudad, realizado por Pedro Beare en la década de
1860/70, la parcela en cuestión, mide una vara más sobre San Lorenzo que sobre
Defensa, equivalentes a 29,72 x 28,66 m utilizando como unidad de medida 0,866 m
por cada vara. Estas dimensiones se ajustan a lo existente en la actualidad.
44. En lo que refiere a la conversión de varas a metros, en la República Argentina la
equivalencia reconocida por el comité de pesos y medidas es de 1 vara = 866 mm.
La vara era una medida usada antiguamente en España para la mensura de terrenos
y que fue transmitida a Hispanoamérica en la época de la colonia. Pero como en su
país de origen la vara no tenía una medida única (existiendo la vara andaluza, la
castellana, etc.), fue transmitida de diversas formas a América Latina. El error
cometido en la conversión de varas a metros es posible que se base en una errónea
consideración de equivalencia o en un error matemático.
43. El terreno tiene además un martillo interior (donde está la escalera que conduce
a la habitación en altos) que aumenta algunos metros la superficie total.
46. En la manzana de enfrente, entre San Lorenzo y Chile, 7 tenían alumbrado a
gas, 6 a aceite y 3 tanto a gas como a aceite.
47. El proyecto fue realizado por el centro de arqueología urbana, IAA, FADU,
entre diciembre y enero de 1994.
48. Dirección de Catastro, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, junio de 1944.
49. En la habitación de la esquina (Defensa y San Lorenzo) se encontró: 1 tirante
de madera dura de 17,5 x 11 cm (4,5” x 7”) x 2,37 m de largo y 3 palmas de 2 m de
largo y alrededor de 0,45 m de diámetro.
50. La fotografía de este estarcido fue publicada en: López Coda Pablo. Los estarcidos
en Buenos Aires. Temas de Patrimonio Cultural II. Secretaría de Cultura del Gobierno
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. EUDEBA. Buenos Aires. 1999. pp. 130.
51. Una de ellas tenía parte del sello de fabricación E.DUB... (E. DUBOSC.HAVRE)
el resto eran lisas en ambas caras, todas tenían 2,1 cm de espesor. López Coda,
Pablo. Las baldosas...
52. Era un grupo de quince baldosas de 20,3 x 20 y 1,9 cm de espesor marca: L.
ETIENNE - AUBAGNE. La fecha de fabricación de este material corresponde al
período 1880-1910. López Coda, Pablo. Las baldosas cerámicas...
101
53. La marca del fabricante era : Pierre Sacoman - Marseille. c. 1880/1910. Op.
Cit. Las baldosas...
54. Los materiales y las técnicas empleadas para realizar este tipo de trabajos fueron
básicas y elementales y las intervenciones poco dañinas. Por ejemplo, para resolver
filtraciones de la azotea, se colocó una membrana exterior y al persistir las goteras en
la habitación de altos, se colocó un film de polietileno cubriendo la superficie dañada,
sujetado con listones clavados a los tirantes del techo, dejando una cámara de aire
entre la estructura y el polietileno. Este cielorraso improvisado permitía ventilar la
estructura y tenía además la pendiente suficiente como para conducir el agua hacia
uno de los rincones de la habitación, donde seguramente habría un balde. Una
intervención tan ingeniosa como ésta es, sin proponérselo, un acto de conservación
edilicia ya que es efectiva y reversible, no modifica lo existente y puede ser retirado sin
causar destrucción. De la misma manera, en la habitación, se realizaron reparaciones
en las puestas vidriadas que dan a la calle. En este caso se copiaron las molduras de los
tableros de la parte baja con la intención de repararla, pero además, reconstruyendo
la forma original. Las maderas del piso, se encontraban deterioradas por el agua que
ingresó hasta que las puertas fueron reparadas. Como solución se colocó un trozo de
alfombra, que mantenía el nivel del piso e impedía filtraciones de aire o agua.
55. Esa reja, le quitaría la austeridad que tiene hoy en día esta construcción,
evidenciando aún más que se trata de un zaguán y no del acceso a una pequeña casa.
56. Plano de obras de salubridad del radio antiguo. Enero de 1895. Archivo de O.S.N.
57. Estas baldosas fueron de uso frecuente en Buenos Aires entre 1840 y 1860, estos
escasos dos metros cuadrados son los únicos que se conservan colocados en una
casa particular de la ciudad. Los tipos y variedades de este tipo de solados han sido
estudiados en: López Coda, Pablo. La baldosa cerámica en el Río de la Plata. Crítica.
N° 50. Instituto de Arte Americano e investigaciones Estéticas Mario J. Buschiazzo.
EA.D.U. Universidad de Buenos Aires. 1995.
58. Gentileza del arq. Pablo Scannone.
59. El mismo color rojo punzó pude encontrarlo en 1997 en la puerta de la casa que
fue de María Josefa Ezcurra (Alsina 463). La cara interna de esa puerta conserva
todavía el 90% de ese tipo de pintura. También se descubrió ese color en las
carpinterías de la planta alta.
60. El precio de una vara cuadrada de revoque embostado y blanqueado era de un
peso en 1835 y según una tasación realizada por el maestro Baca en 1860, el mismo
revoque viejo valía dos pesos, mientras que un piso de ladrillos usado costaba 4 pesos.
61. Un pequeño sector de revoque embostado y blanqueado se conserva en una
pared ubicada en la cocina de la Santa casa de Ejercicios Espirituales construida en
1795, situada en la Av. Independencia y Salta.
62. Wilde, José A. Buenos Aires desde 70 años atrás. EUDEBA. Bs. As. 1960. pp. 20.
63. Esta baranda de balcón es similar a la que existió en la calle Defensa 386,
publicada en: Nadal Mora, Vicente. Herrería Artística d el Buenos Aires Antiguo.
Dirección General de Cultura. Buenos Aires. 1957. pp. 84.
Daniel Schávelzon
I. Introducción
Plano de la manzana con la planta de la Casa Peña hacia 1860 (Catastro Beare); a la
derecha se ve aún el arroyo Tercero del Sur sin rellenar. La casa ocupa el terreno que
luego se dividirá en cuatro casas.
107
Sobre la primera ocupación del predio no hay datos documen
tales ni registro alguno al menos hasta el siglo XVIII, lo cual coin
cide con lo excavado. No se registró material hasta esa época, lo
cual es muy diferente de lo encontrado en la vereda de enfrente,
Defensa 751 u otras orillas del Tercero del Sur un poco más al
oeste como bajo la Imprenta Coni. Es en los planos de 1750, en
el de Cabrer de 1770, en el de 1782, en el de Boneo de 1785 y
en el de 1800 cuando se ve dibujada con toda exactitud una cons
trucción pequeña en el sitio. De todas formas no se define con
mucho detalle, salvo el hecho de que efectivamente había algo
construido. Por las condiciones del sitio suponemos que debe haber
sido una casa d e un cuarto, típicas de la época. La arqueología ha
mostrado la presencia de un piso de ladrillos, muy destruido,
ubicado en la esquina del conjunto que debe haber sido el de esa
casita, hay cerámicas y algunos fragmentos de vidrios que con
toda certeza pertenecen a la época, como veremos más adelante.
Excavaciones
111
sistema tradicional de cuadrículas. Primero se retiró un piso hecho
de baldosas plásticas de marca Flexiplast, dejando a la vista un piso
de mosaicos graníticos. Este piso, que fechamos tentativamente hacia
1930, está asociado en sus bordes a baldosas francesas marca Pierre
Guichard fabricadas en Marsella. Este parece ser el piso anterior
que fue casi totalmente destruido. En ese momento, además del
piso, se construyó un enorme sótano de hormigón armado que hizo
imposible excavar más ampliamente la casa. Estas obras fueron muy
destructivas y alteraron los niveles de piso en toda la construcción,
reusaron materiales -las baldosas francesas del siglo XIX- y se pasa
ron caños de agua, rompiendo cimientos y pisos más viejos. Es
posible que la tierra extraída del sótano haya sido usada en otros
sitios como relleno, lo que intentaremos demostrar más adelante.
Sector de la esquina durante las excavaciones: se ha retirado parte del piso de mosaicos,
dejando expuesto el enladrillado de fines del siglo pasado y parte de los cimientos de
paredes demolidas. Las franjas de piso que se cruzan son parte del sistema de excavación.
Una sección del piso expuesto, nótese que había sido construido usando ladrillos rotos
al medio, es decir con lo más barato que había en el mercado en su época. Las juntas
son de cal y tierra.
Por debajo del piso más antiguo se hallaron objetos que corres
ponden al siglo XVIII: tinajas, cerámicas indígenas y mayólicas
de Triana y Alcora. A diferencia de los anteriores, son fragmentos
más grandes y que pueden reunirse entre sí, indicando un patrón
de actividad en el sitio totalmente diferente del superior. Lo he
mos interpretado no como material de relleno de construcción o
asociado con ella sino como parte de la vida cotidiana de la pri
mera casa que existió en el sitio. Si bien más adelante se hace un
114 Los Conventillos de Buenos Aires
estudio de estos objetos, podemos decir que los vidrios son mayo-
ritarios: 458 fragmentos de los cuales 271 son de botellas de vino
y ginebra; también hay 85 fragmentos de cervezas de gres. Las
cerámicas son 18 en total.
Algunas de las múltiples monedas de cobre, níquel y plata que fueron halladas en las
excavaciones de la Casa Peña, éstas provienen de debajo del piso de la Casa II.
El Pozo 1
El Pozo 2
Cimiento de un muro destruido a finales del siglo XIX del que sólo se halló una hilada
de ladrillos.
La Cámara 1
La Cámara 2
Motivo ornamental de un bol inglés: las decoraciones floridas parecen haber sido las
favoritas en la casa durante muchos años.
119
La Cámara 3
El Pozo 1
Vista del interior de los conventillos antes del inicio de las excavaciones, sin techo,
paredes derrumbadas y vegetación que cubría todo el conjunto.
El Pozo 2 (aljibe)
Cúpula de un pozo ciego bajo el único baño de los conventillos. La pared divisoria
cruzaba por encima para que sirviera a los dos al mismo tiempo; el conducto a la
izquierda recibía también el agua de una canilla.
El conventillo
129
objetos que responden posiblemente a dos patrones de actividad:
juegos de niños (bolitas) y basura doméstica caída y perdida en
las juntas o bajo el entablonado: fragmentos de lozas, de vidrios,
dos botones de nácar, un peso de balanza y un tapón de aceitera.
En los espacios bajo los zócalos, en cambio, los objetos parecen
responder a una situación muy diferentes: usados como relleno
junto con la cal se colocaron seis fragmentos de una misma bote
lla de ginebra cuadrada, una lámina de hojalata y un pico de
botella transparente. En la parte central posterior del piso se hizo
una cuadrícula de excavación. Bajo los ladrillos se halló un nivel
de relleno de tierra negra que incluía fragmentos de ladrillos de
1 5 x 4 cm (y posibles 32 de largo), cal y otros materiales de
inicios del siglo XX. Por debajo de este estrato de 60 cm estaba la
tierra estéril. A unos 30 cm de la medianera se encontró la marca
de una zanja que incluía ladrillos del cimiento, coincidente con la
hipótesis de que la pared había sido rehecha y no era la original.
En la pared al patio se hizo una cala de exploración vertical y se
encontró el sistema de desagüe del techo. Era un caño de hojalata
de sección circular amarrado al muro con grandes clavos de perfil
cuadrado y, para reforzar, se usaron fragmentos de tejas curvas.
Todo el sistema es muy simple, la cal es muy pobre y todo apa
renta haber sido hecho con el mínimo esfuerzo y recursos.
El derrumbe del techo se produjo con partes de la lámpara que colgaba de él: cadena
y tapa de metal conservados entre el escombro de la habitación 7.
El Pozo 1
Bolitas de vidrio fabricadas por soplado unas y en máquina otras, usadas por los niños
que jugaron en la pieza del conventillo.
133
El estado del conjunto de edificios sobre la calle San Lorenzo (1999).
Sin ser contemporáneo pero con la misma visión nos dice José
Panettieri que la pieza era también: “com edor, cocin a y despensa, p a
tio p a ra q u e ju eg u en los niños y sitio d o n d e se depositaban los ex crem en
tos, a l m enos tem poralm ente; depósito d e basura, alm acén d e ropa sucia
y lim pia, si la hay; m orada d e l p erro y d e l gato, depósito d e agua y d e
com bustible; a l fin , cada cuarto d e estos es un p a n d em ó n iu m ” (1968).
Uno de los muchos platos decorados con flores policromadas de loza inglesa.
137
Fuente de gran tamaño de loza Creamware de finales del siglo XVIII, proveniente de
Inglaterra.
Las conocidas bacinillas para las viviendas que aún no tenían baños ni agua corriente,
hechas de loza inglesa tipo Whiteware.
Plato de loza Pearlware de borde decorado rojo, se trata de una tipo de vajilla muy
común en la ciudad en los inicios del siglo XIX.
138 Los Conventillos de Buenos Aires
Otros dos platos de loza con motivos florales, importados de Inglaterra: representan
el gusto porteño en la mitad del siglo XIX.
Tapa de una sopera de loza decorada con motivos floréales que se transformó en la
habitual de las mesas porteñas por su bajo costo entre 1850 y 1880.
Dos platos de la vajilla más común en el pozo de basura, de loza inglesa blanca.
139
Decoración de un bol con motivos chinescos, la otra variedad que el gusto de la
población aceptó con mayor placer.
Dos platos ingleses de loza, decorados con motivos impresos chinescos, de tipo
Pearlware, provenientes del pozo de basura mayor, fabricados antes de 1830.
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M ario J. Silveira
Hipótesis I
Hipótesis II
Hipótesis III
Hipótesis I
Hipótesis II
Hipótesis III
Animal Unidad
Nombre científico Nombre común 1 2 3 4
Bos taurus vacuno 74(6) - 28(1) 7 (2 )
Ovis aries ovino 13(2) 22 (6) 33 (2) 14(1)
Sus scrofa cerdo - - 3(1) 2 (1 )
Canis fam iliaris perro - - 1(1) -
Gallus gallus gallina - 1(1) 55(5) 5 (1 )
Meleagris gallo pavo pavo - - 1(1) -
Nothura maculosa perdiz chica - - 3 (2 ) 3 (1 )
Rhynchotus rusfences perdiz colorada - - 1(1) 1(1)
Eudromis elegans martineta - - 1(1) -
Anatidae pato/ganso - - 4 2
Ave indeterminada aves - 1 67 -
B ib lio grafía
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Los conventillos de Buenos Aires : un estudio arqueológi
co la casa mínima - 1a ed. - Buenos Aires : Turísticas, 2005.
160 p. ; 20x14 cm.
ISBN 987-9473-54-X
SE T E R M I N O D E I M P R IM IR
E N S E T IE M R E D E 2 0 0 5
E N C P C , S A N T IA G O D E L E S T E R O 3 3 8
L A N U S O E S T E - B U E N O S A IR E S
A R G E N T IN A
Mario Sabugo
Nacido en Buenos Aires en 1976, es ar
quitecto por la Universidad de Buenos
Aires, en la que se desempeña como in
vestigador y Profesor Titular de Historia de
la Arquitectura y el Urbanismo, en de la
Facultad de Arquitectura, Diseño y Urba
nismo. Consejero del Consejo del Plan
Urbano Ambiental del Gobierno de la Ciu
dad de Buenos Aires y ha publicado nume
rosos artículos y libros sobre arquitectura e
historia urbana.
Mario Siiveira
Es antropólogo doctorado en Filosofía y Le
tras en la Universidad de Buenos Aires, ha
hecho su especialidad la arqueología y es
un conocido especialista internacional en
zooarqueología. Actualmente es Investiga
dor del Centro de Arqueología Urbana
(UBA) y de la Universidad Nacional del Co-
mahue. Ha publicado numerosos trabajos
científicos en el país y el exterior, siendo un
experto en la historia de la alimentación en
Argentina.
A quien hoy pase por la esquina de las calles
Defensa y San Lorenzo, sitio habitual del turismo y
de los memoriosos de la ciudad, le será señalada una
pequeña puerta antigua que es designada con dos
nombres propios: la Casa Mínima y/o la Casa del
Esclavo Liberto. Y pese a que ambas denominacio
nes son estrepitosas mentiras, tan absurdas que ni
siquiera tienen sustento o que surgieron hace poco
menos de veinte años, no sólo se lo sigue repitiendo
sino que ha pasado a las guías de la ciudad y se ha
consolidado el mito. Dicha propiedad formó parte
de una renombrada familia y luego fue un conventi
llo. Fue parte del sistema habitacional de numerosos
pobladores de la ciudad durante varias décadas.