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Teoría e Historia

del Deporte
contemporáneo

Tema 5. Deporte y totalitarismos.


Política y deporte en la URSS
Teoría e Historia del Deporte contemporáneo
Deporte y totalitarismos. Política y deporte en la URSS
Índice

Objetivos de aprendizaje ............................................................... 3


1. Introducción: la revolución rusa y el nuevo modelo político ................ 4
2. La Unión Soviética y el deporte rojo ............................................ 5
2.1. La década de los veinte y la escisión del deporte obrero ....................... 6
2.2. Deporte y diplomacia soviética ..................................................... 7
2.3. Las relaciones con la Internacional Deportiva de Lucerna (IDL) y los cambios
de estrategia ..................................................................................10
2.4. El giro de 1934 y la creación del Frente Popular del deporte .................11
3. Las Olimpiadas Obreras ......................................................... 12
Referencias bibliográficas ............................................................ 15

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Teoría e Historia del Deporte contemporáneo
Deporte y totalitarismos. Política y deporte en la URSS

Objetivos de aprendizaje
Los objetivos que se pretenden alcanzar en este recurso son los siguientes:

• Analizar las características principales de la política deportiva en la Unión


Soviética.

• Comprender el papel que representó la actividad física y el deporte como


herramienta de propaganda y encuadramiento ideológico de la sociedad.

• Conocer el impacto que tuvo en los países europeos la política deportiva


soviética.

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Deporte y totalitarismos. Política y deporte en la URSS

1. Introducción: la revolución rusa y el nuevo modelo político


La participación de Rusia en la I Guerra Mundial fue catastrófica. El hundimiento del
zarismo hay que entenderlo en ese contexto: continuas derrotas, incompetencia
militar, pérdidas territoriales, dos millones de muertos, desmoralización de las tropas,
desabastecimiento, subida de los precios y hambre de la población. El malestar
consiguiente favoreció la aparición de focos de protesta entre el conjunto del pueblo
y los grupos de oposición política.

En febrero de 1917 estallaron en la capital manifestaciones espontáneas de mujeres


en demanda de pan y paz. A estas quejas pronto se sumaron los obreros en huelga y
otros grupos sociales. La represión fue contundente: el ejército sacó sus tropas a la
calle, detuvo manifestantes y la Duma fue clausurada. Pero las protestas continuaron
y llegó un momento en que los soldados, desobedeciendo a sus superiores, se negaron
a disparar sobre los manifestantes. Era el final del zarismo.

En 1917, el Partido Bolchevique había conquistado el poder. En 1920 consiguieron


vencer en la guerra civil. A partir de entonces los dirigentes revolucionarios rusos se
dispusieron a la construcción de un nuevo sistema político, social y económico. El
primero de carácter socialista en la Historia Universal. El sistema económico de la
Unión Soviética se basó en la propiedad de los medios de producción por parte del
Estado, siguiendo las directrices de la teoría marxista-leninista.

En el año 1922 nació la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), como


federación de los distintos territorios que formaban el antiguo imperio zarista. Al morir
Lenin en 1924 comenzó una lucha de poder entre los principales dirigentes comunistas,
disfrazada de argumentos ideológicos. Stalin resultó finalmente vencedor, al
concentrar en sus manos todo el poder y eliminar cualquier resistencia u oposición.
Comenzó así una nueva etapa en la historia de la URSS que durará hasta la muerte del
líder soviético en 1953.

En la práctica, la dictadura de Stalin se basó en tres pilares:

1. Planificación económica centralizada: los planes quinquenales. El primero, que


duró hasta 1932, tuvo como objetivo central el desarrollo de la industria
pesada, necesaria para que la URSS fuese una gran potencia en medio de un
mundo hostil.

2. Colectivización de la agricultura: se suprimió la propiedad privada del campo


(empezando por la eliminación de los kulaks) y la producción agrícola se
organizó de forma colectiva.

3. Política represiva: las purgas eliminaron a disidentes del Partido y el Ejército.


Y el terror masivo afectó sobre todo a los campesinos que se resistían a la
colectivización y fueron deportados a campos de concentración y trabajos
forzados.

A costa de grandes sacrificios de la población, bajo el dominio de Stalin la URSS se


convirtió desde finales de los años treinta en una auténtica potencia:

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• Creció la producción, se construyeron grandes obras públicas (centrales
eléctricas, el metro de Moscú…) y un potente ejército. Todo ello mientras el
mundo occidental vivía la crisis del capitalismo de 1929.

• Gran crecimiento numérico del Partido Comunista y proceso de burocratización.


Los puestos de dirección política y económica estaban ocupados exclusivamente
por militantes del Partido.

• La URSS fue el foco de la revolución socialista internacional mediante el control


de los partidos comunistas de todos los países a través del Komintern. Después
del final de la II Guerra Mundial, su modelo y su poder se extendieron a muchos
otros países.

2. La Unión Soviética y el deporte rojo


El deporte y la actividad física fueron una de las herramientas que el sistema soviético
utilizó desde los años veinte tanto como medio para fortalecer la identidad nacional
como instrumento para conseguir mostrar al exterior una imagen de gran potencia e
influir a otros países que estaban dentro de la órbita comunista.

La política deportiva de URSS y su impacto a nivel internacional hasta el inicio de la II


Guerra Mundial, la podríamos dividir en las siguientes etapas (Gounot, 1994):

1. 1920-1924: está marcada por las tentativas de establecer un movimiento


deportivo revolucionario a escala internacional, la negativa de mantener
relaciones oficiales con el movimiento deportivo burgués y un relativo
aislamiento del deporte soviético.

2. 1925-1934: se caracteriza por una intensificación de las relaciones


internacionales, mantenidas principalmente con el movimiento deportivo
obrero europeo, pero se caracteriza también por el hecho de que las relaciones
dejaron de mantenerse exclusivamente con el deporte obrero. Se llegó al
convencimiento de que el deporte podía y debía servir a los intereses nacionales
de la URSS.

3. 1934-1939: en la tercera fase el deporte soviético se fue progresivamente


aproximando hacia el deporte burgués, renunciando a la existencia de una
organización deportiva internacional como elemento de la lucha de clase
revolucionaria.

Estas fases también corresponden a los grandes cambios que se produjeron durante
este periodo en la política exterior soviética. El deporte, como en otros sistemas
totalitarios que ya se han analizado como el fascismo y el nazismo, someterá todas las
actividades, incluido el deporte, a los intereses políticos de sus líderes perdiendo
cualquier rasgo de autonomía.

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2.1. La década de los veinte y la escisión del deporte obrero

El final de la I Guerra Mundial y la victoria bolchevique marcarán un punto de inflexión


en el deporte obrero, íntimamente relacionado con la reestructuración ideológica del
movimiento obrero internacional.

Desde 1921 hasta 1937, el deporte soviético estuvo integrado en las estructuras del
movimiento comunista internacional, siendo su representación la Internacional Roja
Deportiva -Internationale Rouge Sportive (IRS)-. Creada en 1921 en Moscú como
organización auxiliar de la Internacional Comunista, la IRS se apoyaba sobre secciones
y grupos que simpatizaban con ella, y que se encontraban localizados geográficamente
en Europa central y occidental y en Escandinavia. No obstante, su sección nacional
más importante era, con mucho, la de la Unión Soviética. Los estatutos de la IRS
establecieron que todas las secciones nacionales estaban obligadas a aplicar las
decisiones adoptadas en los congresos de la IRS, congresos en los que participaban los
representantes de los movimientos deportivos obreros comunistas de diferentes países.
Inicialmente, la IRS fue la organización más importante de un movimiento deportivo
revolucionario.

El “¡Id a las masas!” que proclamó el III Congreso de la Internacional Comunista, se


verá plasmado en el intento de conquistar a estas masas desde el deporte. El líder de
la organización soviética de preparación premilitar Vsevobuch, Nikolai Podvoïski,
aprovechando la celebración del Congreso de la Internacional Comunista, la
Internacional Comunista de los jóvenes y la Internacional Sindical Roja, consigue
organizar varias reuniones en las que se tratan las cuestiones deportivas (Arnaud,
1994).

Delegados de Rusia, Alemania, Francia, Italia, Hungría, Checoslovaquia, Suecia y


Holanda fundarán finalmente la IRS con sede en Moscú y con una clara intención de
dirigir las actividades deportivas comunistas e influir progresivamente en las diferentes
organizaciones deportivas obreras reformistas. Desde sus primeros mensajes, mostró
una clara tendencia revolucionaria, criticando cualquier gesto que pudiera denotar
alguna neutralidad política. Pondrá gran énfasis en la importancia del deporte para el
desarrollo de una nueva generación de jóvenes más sanos y fuertes, que les permitirá
estar mejor preparados para la inevitable lucha de clases.

Pero es necesario mencionar que la creación de la IRS fue la reacción ante la creación
de una organización deportiva internacional controlada por los socialdemócratas en
1920. Durante un congreso del movimiento deportivo obrero europeo, celebrado el 12
y 13 de septiembre de 1920 en Lucerna, se creó una organización deportiva
internacional próxima a los partidos socialdemócratas y socialistas: la Internacional
Deportiva de Lucerna (IDL). En enero de 1928, la IDL, para subrayar su afinidad con
la Internacional Socialista Obrera, cambió de nombre pasando desde entonces a
denominarse Internacional Deportiva Obrera Socialista (ISOS). Los comunistas,
convencidos de que el reformismo había fracasado en todos sus aspectos, y de que el
capitalismo solo podría ser vencido por la revolución, consideraron que la IDL no estaba
a la altura de sus deberes políticos. Por este motivo, el 23 de julio de 1921 se creó,
como ya hemos mencionado, la IRS.

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La sede de la IRS se fijó en Moscú y su principal función era dirigir las actividades de
los comunistas y definir su táctica en el interior de las organizaciones deportivas
obreras reformistas con miras a transformarlas en organizaciones revolucionarias,
constituyendo “la avanzadilla física del proletariado”. El deporte soviético, en el plano
internacional, debía colaborar únicamente con los representantes comunistas del
deporte obrero, que luchaban contra el deporte burgués, pero, sobre todo, contra la
orientación reformista del deporte obrero, en el marco más amplio de la lucha de clase
revolucionaria: “Cada deportista obrero debe ser un soldado de la revolución
mundial”.

2.2. Deporte y diplomacia soviética

Pese a la anarquía y confusión que vivió el deporte soviético en los inicios de los años
veinte, influido por las constantes dificultades económicas tras el conflicto bélico y las
desavenencias conceptuales entre el mencionado Vsevobuch y las Juventudes
Comunistas o Komsomol, la IRS representó desde su nacimiento a los intereses políticos
e ideológicos de la URSS. La revolución mundial, que tendría como consecuencia el
posterior nacimiento de nuevos estados socialistas, se convierte en el principal
objetivo soviético, por lo que el deporte soviético se debía dirigir a los representantes
comunistas del deporte obrero en Europa. La lucha contra el deporte burgués y la
tendencia reformista en el deporte obrero se convertirán en los dos objetivos
fundamentales en estos años.

La batalla ideológica y dialéctica entre comunistas y socialistas se verá transmitida a


las diferentes federaciones estatales con presencia de asociaciones del deporte
obrero, que se adscribirán a una Internacional u otra. El conflicto durará hasta
mediados de la década de los treinta, cuando desde Moscú se inicie la estrategia de
frentes populares.

Pero la política soviética en relación al deporte será controlada por el Partido


Comunista. El Consejo Supremo de la Cultura Física (CSCP) era el organismo
deportivo central soviético, que, creado en 1923 y compuesto por diferentes
representantes, tenía como función coordinar las actividades deportivas de las
diferentes organizaciones y marcar la ideología deportiva que se aplicaría al conjunto
del país. El CSCP pasará a depender de la IRS, para de esta forma dejar la última
palabra del control de la política deportiva del país en las manos del Partido
Comunista.

Las funciones más importantes que trató de implementar la política deportiva soviética
se reducirían básicamente a dos:

• Mantener una propaganda comunista a favor de la tendencia revolucionaria en el


deporte obrero europeo, e identificar este proletariado con la URSS.

• Al mismo tiempo que se intentará favorecer la política exterior soviética


entablando relaciones deportivas oficiales con países del entorno.

Respecto al primero de los factores, cabe destacar que el fútbol se convertirá en el


deporte que primero se utilizó como herramienta de fomento de la propaganda

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comunista soviética a nivel exterior. Al ser el deporte en el que la URSS se consideraba
más aventajado, no se dudó en enviar a un equipo de la Federación Rusa de fútbol en
1923 para realizar una gira por Suecia, Noruega, Polonia y Alemania. Junto con los
partidos más oficiales que se disputaban frente a equipos importantes o selecciones
nacionales, también se concertaron gran cantidad de encuentros contra clubes obreros
extranjeros.

Al llegar la gira a Alemania, la oposición comunista existente dentro de la Unión


Gimnástica y Deportiva Obrera, la Arbeiter-Turn-und Aportbund (ATSB), que
controlaba un grupo reformista, depositó grandes esperanzas en el impulso
propagandístico que ejercerían los futbolistas soviéticos, que originaría el posterior
control comunista de la organización deportiva obrera. Pero la esperanza se tornó en
decepción al comprobar que la actitud de los deportistas soviéticos dejaba mucho que
desear con el mensaje de conciencia proletaria que se esperaba; favoreciendo
indirectamente al discurso socialdemócrata y antibolchevique. La necesidad de una
adecuada preparación política para los deportistas soviéticos que salían a competir
fuera del país se constató en las primeras giras propagandísticas que se realizaron y
que posteriormente se intentó corregir para poder responder a las expectativas
políticas depositadas en estos deportistas.

Eran deportistas y no diplomáticos, por lo que su comportamiento no solía estar al


nivel que requería una misión política. La negativa a disputar los encuentros en las
fechas acordadas, la ausencia a las recepciones que se daban en su honor, o un exceso
desproporcionado de exigencias, eran algunos de los ejemplos de la actitud con la que
se comportaban en muchas ocasiones los deportistas, desacreditando el halo de
expectación con la que se esperaban sus visitas.

El segundo objetivo del deporte soviético se centrará en el apoyo a la política exterior


con los países vecinos a través del impulso de nuevas relaciones deportivas oficiales.
Dentro de este marco se encuadran los encuentros de fútbol disputados en Turquía en
los periodos de 1924-1925 y 1931-1936. El derrumbe del Imperio Otomano y la
proclamación de la República Turca en octubre de 1923, favorecerán el inicio de
relaciones deportivas con Turquía. En el periodo entre 1924 y 1925 se disputaron diez
partidos, y entre 1931 y 1936 se celebraron 31. Estos encuentros se celebrarán frente
a sociedades del deporte burgués y la selección nacional al no existir clubes obreros.

Pese a la gran diferencia de calidad futbolística entre los dos países, ningún equipo
soviético venció por un humillante resultado a los conjuntos turcos, como sí había
ocurrido cuando se habían enfrentado a clubes de otros países de condiciones similares
a las turcas. Seis derrotas, nueve empates y trece victorias, fueron los resultados
obtenidos en los enfrentamientos, lo que podría dar a entender que existiesen
instrucciones previas para dejarse ganar, o para vencer por un margen reducido de
goles. La elección de los lugares para disputar algunos de estos encuentros en ciudades
próximas a ambos lados del Mar Negro, como Odessa, Batuni o Trabzon, también nos
índica la clara intención diplomática que residía en los partidos (Riordan, 1974).

De la misma forma que había ocurrido en el caso turco, la URSS utilizó el deporte como
método para mejorar las relaciones de buena vecindad con Persia. Pese a las disputas
por Azerbaiyán, cuatro encuentros de fútbol se disputaron a lo largo de 1926 en la

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ciudad soviética de Bakou que enfrentaron a la selección nacional persa frente al
equipo de la ciudad y a un grupo de futbolistas de Azerbaiyan. Igualmente se
devolvieron las visitas durante 1927 y 1928, disputando varios partidos en la ciudad
fronteriza de Meshed en Persia.

La disputa de este tipo de encuentros deportivos frente a sociedades que no


pertenecían al deporte obrero, que únicamente respondían a los intereses políticos
soviéticos y que contradecían al mismo tiempo las declaraciones de la IRS en 1924
respecto a la condena a todo contacto oficial con organizaciones del deporte burgués,
provocó ciertas desavenencias dentro de la Internacional del Deporte Rojo. Estas
discrepancias con respecto a las relaciones con el deporte burgués llevaron al Comité
ejecutivo de la IRS a adoptar una resolución en 1926 que básicamente acordaba
(Gounot, 2002):

• Que en los países donde no existiese un movimiento deportivo obrero organizado


–caso de Turquía y Persia-, se le permitiría a la IRS el mantener relaciones con
las diferentes asociaciones del deporte burgués. Mediante estas actividades
deportivas se conseguiría una importante propaganda revolucionaria que podía
favorecer el nacimiento de nuevos clubes obreros en estos países.

• En el caso de países con una importante estructura deportiva burguesa, se debe


evitar cualquier contacto que podría perjudicar a la organización del deporte
obrero del país.

• Solo se permitiría al deporte soviético la excepción de mantener relaciones con


sociedades burguesas debido a que eran los únicos que podrían realizar una
adecuada propaganda revolucionaria y que los éxitos reforzarían el prestigio de
la URSS.

Pese a las licencias que se le permitían al deporte soviético en su relación con el


deporte burgués, pocos fueron los contactos que se mantuvieron debido a que la URSS
no estaba afiliada a ninguna de las federaciones deportivas internacionales, y que
muchos países eran reacios a permitir la entrada de los deportistas soviéticos. Cuando
existía una verdadera posibilidad de éxito, sí que la URSS se decidió a competir junto
a las sociedades burguesas; el rendimiento propagandístico que daría al movimiento
obrero una victoria en estos enfrentamientos compensaba la renuncia a sus principios
originales.

Los primeros intentos para establecer un movimiento deportivo obrero a escala


internacional parecían haber fracasado a la altura de 1924. La crítica a las sociedades
deportivas reformistas, junto con el alejamiento del deporte burgués, se consideraba
que no había tenido el éxito que se esperaba al inicio de la década de los veinte. Desde
1925 se intensifican las relaciones con el movimiento obrero, pero también se abre la
vía de la apertura en situaciones muy concretas, con el deporte burgués, lo que
permitiría servir más eficazmente a los intereses políticos y propagandísticos de la
URSS.

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2.3. Las relaciones con la Internacional Deportiva de Lucerna (IDL) y los
cambios de estrategia

La ausencia de perspectiva de una revolución mundial y la teoría del “socialismo en un


solo país” fueron dos circunstancias que hicieron cambiar la táctica a la IC en 1925,
que intentó de nuevo acercarse al movimiento socialista. La IRS, aplicando
inmediatamente las nuevas directrices, tomó de nuevo contacto con la IDL y le propuso
fusionarse con ella. Las negociaciones entre la IRS y el ISL iban a dar buenos resultados
respecto a las relaciones internacionales del deporte soviético. En efecto, durante su
congreso de París-Pantin en noviembre de 1925, la ISL decidió autorizar oficialmente
los encuentros entre sus secciones y el deporte soviético, a condición de que no fuesen
explotados políticamente por un partido.

Después de esta decisión se multiplicaron las apariciones de los equipos soviéticos en


el extranjero: en 1925 solamente siete delegaciones soviéticas salieron al extranjero,
en cambio, en 1926 serían 21 las delegaciones deportivas que salieron de la URSS para
disputar 56 encuentros. Los intercambios más importantes correspondieron al deporte
obrero alemán.

En opinión del secretario de la IRS, Fritz Reussner, solamente debían enviarse al


extranjero a aquellos individuos que tuviesen una clara conciencia de clase y un
conocimiento suficiente de los hechos políticos. Los miembros de los equipos debían
distinguirse por su sometimiento a los intereses colectivos, su disciplina y la obediencia
a las órdenes del responsable de la delegación.

El hecho de querer evitar, por todos los medios, que el comportamiento y las
declaraciones de los deportistas soviéticos en el extranjero deteriorasen la imagen
idealizada de la sociedad soviética y de la cultura física de la URSS, y el hecho de
utilizar el deporte para movilizar a las masas a favor de la URSS, beneficiaba no
solamente a los intereses de la política exterior soviética, sino también a los de la IRS
y a los del movimiento comunista en general.

Pero pese a los acuerdos llegados entre la IDL y la IRS para que los encuentros
deportivos con las delegaciones soviéticas no se utilizaran políticamente, el Partido
Comunista Alemán vio en las visitas de los deportistas de la URSS una oportunidad ideal
para movilizar a las masas en favor de la revolución comunista y para criticar el
reformismo. Estas discrepancias se unían a la difícil aceptación por parte de la IDL del
“doble comportamiento” de la IRS; por un lado, la utilización del deporte como medio
diplomático que originaba un acercamiento a los clubes burgueses, y al mismo tiempo,
el pretender controlar el movimiento deportivo obrero internacional. Eran dos
estrategias de difícil armonía que abocaron a la IDL a marcar claramente las diferencias
con la IRS desde el Congreso de Helsingfors en 1928. Se prohíbe a sus secciones
cualquier relación con la IRS, declara oficialmente su relación con la Internacional
Socialista, y para marcar más claramente las distancias, cambia su denominación
pasando a llamarse desde entonces Internacional Deportiva Obrera Socialista (ISOS).

Pero la radical división del deporte obrero en 1928 se tiene que enmarcar dentro del
cambio de orientación política que surge dentro del Comintern en las mismas fechas.
La socialdemocracia se convierte en el principal enemigo del comunismo, y se expande

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la teoría del “socialfascismo”. Esta teoría será mantenida hasta 1934. Las
desavenencias entre las dos internacionales deportivas obreras se acrecentaron a
partir de la nueva política del Comintern, prohibiendo las relaciones deportivas con la
Unión Soviética.

El nuevo marco deportivo y político provocó una ola de conflictos en cada uno de los
diferentes países europeos en los que existía una estructura del deporte obrero. La
separación entre comunistas y socialistas se contagia al deporte, provocando divisiones
y expulsiones tanto en la ISOS como en la IRS. Alemania, Suiza, Gran Bretaña o
Finlandia sufrirán este cisma deportivo, mientras que en países como Suecia, Noruega,
Checoslovaquia y Francia se instauran diferentes secciones de la IRS.

El deporte soviético mantuvo relaciones bastante intensas con el deporte obrero en


Europa central y occidental, a pesar de que, bastante a menudo, los encuentros
previstos no podían celebrarse por no concederse visados a los deportistas soviéticos.
Asimismo, además de las actividades de los deportistas soviéticos en el extranjero,
también hay que señalar los viajes de los deportistas obreros a la URSS, o
acontecimientos deportivos internacionales como las Spartakiadas; que se iniciaron en
1928 para demostrar los progresos conseguidos en la URSS, en el ámbito de la cultura
física, y de fomentar movimientos en contra del deporte burgués. Los relatos de los
deportistas participantes en estas competiciones constituyeron un excelente
instrumento de propaganda para la URSS y es evidente que dieron una imagen en
absoluta contradicción con la realidad de la vida cotidiana, bajo el signo de “la
industrialización acelerada” y de la dictadura estalinista.

2.4. El giro de 1934 y la creación del Frente Popular del deporte

El pacto de no agresión entre Alemania y Polonia firmado el 26 de enero de 1934, hizo


comprender a Stalin que quizás su país no estaba tan alejado de una agresión alemana
como en un principio se pensaba. Previendo futuros conflictos, la URSS inicia una
orientación diplomática abriendo nuevas relaciones con países democráticos de Europa
occidental.

La Internacional Comunista (IC) también implementa una estrategia nueva desde el


verano de 1934, dejando a un lado la teoría del “socialfascismo” para afrontar una
política de alianzas frente a los fascismos conformando los “frentes populares”. Como
no podía ser de otra forma, el IRS inició un nuevo programa de política deportiva
siguiendo los nuevos designios políticos. En el séptimo Congreso del Comintern en julio
de 1935 queda claramente plasmado en una resolución el cambio de la estrategia
política:

“Frente a la importante amenaza del fascismo, se ha convertido en el deber principal


e inmediato del movimiento obrero internacional en el momento presente de la
historia establecer un frente de combate unido de la clase obrera”.

Dentro de la nueva táctica de la Internacional Deportiva Roja se encontraba el


acercamiento y reconciliación con la ISOS socialista, así como el inicio de relaciones
con las diferentes organizaciones del deporte burgués. La intención del deporte
soviético era crear un verdadero “frente popular del deporte”, dejando a un lado sus

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discrepancias con socialistas y sociedades burguesas. Pese a que las dos internacionales
deportivas no consiguieron ponerse de acuerdo para unificarse, sí que consiguieron
llegar a tomar medidas en común: el boicot conjunto a los Juegos Olímpicos de Berlín
en 1936 y la participación de los atletas soviéticos en la Olimpiada Obrera de Amberes
en 1937 son los ejemplos más relevantes (Keys, 2003).

Al igual que había ocurrido en fases anteriores, los cambios de rumbo en la política
deportiva soviética influían en las estructuras nacionales del deporte obrero europeo.
Francia, como uno de los países determinantes en la nueva política de Frente Popular,
recibirá especial atención desde Moscú. Se le pedirá a Maurice Thorez, secretario del
Partido Comunista Francés, el generar una acción política conjunta con los socialistas.
Rápidamente se inician campañas coordinadas; la petición de libertad para el líder
comunista alemán Ernst Thaelmann, es un claro ejemplo de colaboración entre
comunistas y socialistas franceses. Las nuevas líneas de diálogo se verán colmadas con
la oferta de pacto que realiza en junio de 1934 el Partido Comunista Francés, aceptada
por los socialistas; plasmándose finalmente a lo largo de 1935, cuando socialistas,
comunistas y radicales den forma al primer programa político común del Frente
Popular, que llevará a su posterior triunfo electoral en 1936.

Durante este periodo también se apreciará en la URSS un aumento considerable en la


participación en encuentros deportivos junto con sociedades burguesas y clubes
profesionales, observando cómo claramente su política deportiva se deslizaba desde
el concepto original, que entendía la preparación física de los obreros imprescindible
para la futura revolución mundial; hasta la actual concepción del deporte, gestionada
como instrumento de cohesión del prestigio nacional, en donde las victorias y la
superación de las marcas se colocaban en un lugar preeminente (Stephen, 1987).

Los éxitos deportivos soviéticos frente al deporte burgués y capitalista servirían para
demostrar al mundo la superioridad del sistema socialista. Era necesario generar
nuevos acuerdos con las federaciones deportivas internacionales, que les permitieran
a los equipos soviéticos poder medirse a estos clubes sin necesidad de convertirse en
miembros oficiales de estas federaciones. Así, se intentó generar acuerdos con la FIFA,
pese a ser considerada una organización fascista, debido a la necesidad de disputar
partidos de fútbol frente a los mejores equipos del mundo (Gounot, 2001).

En la primavera de 1937, el Comintern decide disolver el IRS, debido posiblemente a


las dificultades que le generaba esta a la hora de querer abrir una nueva vía de
relaciones con las organizaciones del deporte burgués. Al mismo tiempo, la IRS no
podía romper bruscamente los lazos con el deporte obrero, lo que originó que se
decidiese no informar de la desaparición de la organización internacional hasta pasado
un tiempo. Mientras que la política deportiva soviética seguía induciendo a sus
deportistas a la obtención de medallas, se participaba en 1937 en la III Olimpiada
Obrera organizada por la ISOS en Amberes, pese a que ya no existía la IRS.

3. Las Olimpiadas Obreras


Para competir con las competiciones deportivas que organizaban las diferentes
federaciones internacionales y el Comité Olímpico Internacional (COI), el movimiento

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del deporte obrero también decidió organizar sus propias reuniones deportivas que les
servirían para convocar a las diferentes organizaciones nacionales y promover su propia
ideología política. Las Olimpiadas Obreras se convirtieron en los principales encuentros
obreros internacionales, sirviendo igualmente como alternativa a los Juegos Olímpicos
instaurados por Pierre de Coubertin, que tenían un claro carácter burgués.

El fenómeno de los festivales obreros se desarrolló principalmente en la década de los


veinte, aunque en los años treinta todavía se organizaron en Viena (1931) y Amberes
(1937). Junto con las actividades propiamente deportivas, siempre se celebraban
diversas actividades culturales y políticas con la intención de servir como instrumento
de proselitismo y propaganda. Las características fundamentales que definían estos
festivales obreros eran: la ausencia de exaltaciones nacionalistas, favoreciendo
únicamente la unidad del movimiento proletario internacional; la contraposición entre
la búsqueda del éxito y la marca del deporte burgués, frente a la superación del
deportista obrero; también se apreciará un fuerte espíritu pacifista, que se alcanzaría
a través de la práctica deportiva; y por último, la crítica a la comercialización del
deporte, abogando por el espíritu amateur y la popularización de la actividad física
para todos los trabajadores.

Los celebrados en Praga en 1921 se podrían considerar como los primeros juegos
olímpicos obreros, aunque no fueron organizados por ninguna de las dos
internacionales obreras del deporte. La Asociación Gimnástica de Trabajadores de
Praga desarrolló durante cuatro días de junio un amplio abanico de actividades
deportivas y culturales en donde participaron atletas de trece países: Austria, Bélgica,
Bulgaria, Inglaterra, Checoslovaquia, Finlandia, Francia, Alemania, Polonia, Suiza,
Estados Unidos, Yugoslavia y la URSS. Los Juegos Obreros de Frankfurt, celebrados en
1925, organizados ya por la Internacional Deportiva de Lucerna (IDL), se consideran los
primeros celebrados con un verdadero carácter oficial. Bajo el eslogan de “no más
guerra” y en clara oposición al CIO por haber vetado en los Juegos Olímpicos de 1920
y 1924 a los atletas alemanes y austriacos, se celebraron los juegos de invierno y de
verano, organizándose en Schreiberhau y Frankfurt respectivamente.

Los primeros juegos obreros organizados por la IRS se celebrarían en Moscú en agosto
de 1928. Conocidos como Spartakiadas, se disputan de forma paralela al VI Congreso
del Comintern. Mediante el festival deportivo se pretendía realizar un ejercicio de
propaganda que mostrase los avances alcanzados por la URSS en materia deportiva, al
mismo tiempo que se criticaba el deporte burgués, ejemplificado en esta ocasión en
los Juegos Olímpicos de Ámsterdam. La participación no fue todo lo importante que se
esperaba, acudiendo 542 hombres y 70 mujeres de doce países diferentes. La URSS
presentó 3000 hombres y 879 mujeres, lo que supondría aproximadamente el 15% de
la participación global. A los deportistas extranjeros se les obsequiaba con una amplia
visita turística en donde podrían contemplar el gran desarrollo del país; fábricas,
visitas a mandatarios, hospitales, escuelas y las habituales fiestas en honor de los
deportistas obreros conseguían finalmente transmitir una imagen idílica del país.

La II Olimpiada Obrera organizada por la ISOS -antigua IDL- se celebró en Viena en 1931
con un gran éxito de asistencia de deportistas y espectadores, que llegó a superar las
cifras de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles que se celebraron el año siguiente. Como
ocurría con las olimpiadas organizadas por el COI, también se celebraron juegos de

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invierno y de verano. Participaron cerca de 80.000 atletas de 23 naciones, y unas
250.000 personas asistieron a todos los actos inaugurales que se programaron por todas
las calles de la ciudad.

En 1937 Amberes acogió la III Olimpiada Obrera organizada por la ISOS, tras haberse
suspendido la Olimpiada Popular de Barcelona en 1936 cuando todo estaba preparado
para su inicio, debido al alzamiento militar y al posterior inicio de la Guerra Civil
(Pujadas y Santacana, 1990). Caracterizada por el espíritu frentepopulista, contó con
la participación de los atletas soviéticos que querían de esta forma escenificar la
reconciliación entre IRS e ISOS. Con una importante participación de aproximadamente
27.000 atletas de 17 países, cabe destacar que pese a estar en plena guerra civil, una
delegación de deportistas españoles pertenecientes al Comité Catalá pro Esport
Popular (CCEP) participó en los juegos proletarios.

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