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La Rusia de principios del siglo XX era al mismo tiempo una gran potencia y uno de los países más
atrasados de Europa. Era un Imperio autocrático aparentemente poderoso (por extensión, por
población -170 millones de habitantes- y por riqueza en materias primas); sin embargo, en apenas
una década se desmoronó y dio paso al primer Estado revolucionario comunista de la historia: la
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). En Europa, la revolución generó un profundo
impacto y condicionó las relaciones sociales y políticas en las siguientes décadas.
1. LA RUSIA ZARISTA
A comienzos del siglo XX, Rusia era un vasto imperio multiétnico que abarcaba desde el mar Báltico
hasta el océano Pacífico. Políticamente estaba dirigido por un zar autocrático de la dinastía Romanov,
Nicolás II, que gobernaba apoyándose en los valores del Antiguo Régimen, la aristocracia, la Iglesia
ortodoxa (que mantenían sus viejos privilegios) y un ejército de más de 3 millones de soldados.
Desde el punto de vista socioeconómico, la inmensa mayoría de la población (un 80%
aproximadamente) habitaba en zonas rurales y se dedicaba a las tareas agrarias. La economía rusa
era tradicional, basada en la agricultura de subsistencia de bajos rendimientos. Aunque había una
minoría de campesinos propietarios (kulaks), la mayoría eran jornaleros que trabajaban en
latifundios y vivían bajo un régimen semifeudal, pues aunque se les permitía ejercer otras
profesiones o cambiar de residencia, en la práctica seguían muy ligados a la tierra y a la voluntad de
la aristocracia terrateniente. La industrialización había llegado tarde y se concentraba únicamente
alrededor de las grandes zonas urbanas de Moscú y la capital del Imperio, San Petersburgo, y en
zonas con recursos minerales, como Ucrania. La industrialización propició la aparición de una
reducida burguesía y de un creciente sector obrero.
Por tanto, la mayoría de la población rusa vivía en pésimas condiciones (ínfimos salarios, precariedad
laboral y de vivienda, etc.), el nivel de analfabetismo era alto y apenas había clases medias e
intelectuales. La conjunción de esta situación socioeconómica con la autocracia política hizo que
desde finales del siglo XIX surgieran varios grupos de oposición al régimen zarista que actuaron en
clandestinidad:
● Reformista: integrado por grupos urbanos (burguesía y clases medias), que pretendían la
implantación de una monarquía parlamentaria que siguiera el modelo de los Estados
liberales de Europa occidental. Estos grupos crearon el Partido Constitucional Demócrata
(KD), cuyos militantes eran conocidos como kadetes.
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● Revolucionario: pretendía un cambio radical del sistema político y socioeconómico. Se dividía
en dos tendencias:
o Partido Socialista Revolucionario (PSR), que pretendía convertir Rusia en una
República, modernizar la vida en el campo y mejorar las condiciones de vida de los
campesinos convirtiéndolos en pequeños propietarios. Su principal líder fue
Kérenski.
o Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (PSD), fundado en 1898 a partir de
planteamientos marxistas. Representaba a los medios obreros de la industria y a los
sectores intelectuales. En 1903 se dividió en dos tendencias:
▪ Los bolcheviques (mayoritarios), dirigidos por Lenin, defendían que el
partido impulsara una revolución que derrocara el zarismo e implantara una
“dictadura democrática revolucionaria provisional del proletariado y el
campesinado”.
▪ Mencheviques, liderados por Martov, que representaban el ala moderada
del partido. Abogaban por colaborar con la burguesía para implantar un
régimen liberal-constitucional previo a la revolución socialista.
2. LA REVOLUCIÓN DE 1905
Desde los primeros años del siglo XX, la situación de miseria en los campos y las fábricas provocó
cada vez más movimientos de contestación hacia el régimen y a favor de reformas políticas y sociales
que el zar reprimió. Las tensiones se agravaron como consecuencia de la derrota de Rusia en 1905 en
una guerra contra Japón por el control de Asia oriental. La guerra demostró la escasa preparación del
ejército ruso, desacreditó al zar y provocó una crisis económica (desabastecimiento de las ciudades e
inflación).
Como protesta, un domingo de enero, un sacerdote (el padre Gapon) encabezó una multitudinaria
manifestación pacífica en San Petersburgo en la que participaron trabajadores, campesinos, mujeres
y niños. Se dirigieron al Palacio de Invierno, residencia del zar, para trasladarle sus reivindicaciones
(mejoras en las condiciones de trabajo, bajada de los precios del los productos básicos, etc.), pero
fue disuelta por un batallón de cosacos, que dispararon a los manifestantes, provocando unos 200
muertos y más de 1000 heridos. Este acontecimiento es conocido como el Domingo Sangriento.
La agresión del zar a su pueblo deterioró su imagen pública e hizo que se extendieran por toda Rusia
protestas y huelgas, aunque destacaron dos ciudades:
● Odesa (actual Ucrania), donde la tripulación del acorazado Potemkin se sublevó ante las
órdenes de los oficiales de bombardear la ciudad para reprimir las protestas.
● San Petersburgo, donde se organizó el primer sóviet ruso, en el que destacó el revolucionario
socialista León Trotski. Los soviets fueron “consejos de trabajadores” que funcionaban
mediante la elección directa de representantes de cada centro de trabajo incorporado a la
protesta. Este sistema, diferente del modelo de los partidos políticos, se fue extendiendo por
toda Rusia.
Ante esta situación, el zar aceptó realizar una pequeña apertura política que aplacase el descontento
social. Meses después publicó un decreto, conocido como el “Manifiesto de octubre”, en el que
atendía algunas demandas de los revolucionarios, como el reconocimiento de libertades civiles
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(expresión, reunión, asociación), la representatividad política en una Duma (parlamento) elegida por
sufragio universal masculino y la puesta en marcha de una reforma agraria. Este manifiesto calmó a
la oposición liberal del KD y permitió al zar sofocar la revuelta, arrestando a los dirigentes de los
soviets de San Petersburgo y de Moscú. Otros líderes, como Lenin, se exiliaron.
La Revolución de 1905 creó expectativas de reforma, pero con el tiempo se comprobó que fueron
muy limitadas: el poder del zar disminuyó poco (elegía ministros, vetaba las decisiones de la Duma) y
retornó la represión política.
3. LA REVOLUCIONES DE 1917
Pese a su fracaso final, el ensayo revolucionario de 1905 resultó decisivo para el desarrollo de la
Revolución de 1917. Igual que la guerra contra Japón había desencadenado la revolución anterior, la I
Guerra Mundial debilitó al zar y alentó el clima revolucionario.
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Sin embargo, decepcionó a gran parte de la población y perjudicó la consolidación de la
revolución democrática.
2. La existencia de dos poderes paralelos, el Gobierno y los soviets, particularmente el de
Petrogrado. Los soviets tenían importantes diferencias con el Gobierno, especialmente en el
tema de la guerra y en la necesidad de adoptar medidas socioeconómicas urgentes y de
calado que el Gobierno demoraba. Ante la debilidad del Gobierno (cuestionado y acuciado
por los problemas de la guerra), Petrogrado quedó bajo control del sóviet y los bolcheviques,
con cada vez mayor presencia en ellos, aprovecharon hábilmente esta situación para ganar
apoyos.
En esas circunstancias, Lenin regresó del exilio en abril (en un tren blindado facilitado por Alemania)
y difundió sus “Tesis de abril”, en las que reclamaba todo el poder para los soviets, medidas
económicas socialistas y la salida de Rusia de la guerra. Su consigna “Paz, pan y tierra” obtuvo gran
respaldo social.
Además, la influencia y los apoyos de los bolcheviques aumentaron cuando en julio contribuyeron
decisivamente a frenar el golpe de Estado del general Kornilov, que aprovechando la situación de
inestabilidad que vivía Rusia pretendía restablecer la autocracia del zar. Fue entonces cuando la
dirección del Partido Bolchevique consideró que la revolución debía pasar por una nueva fase y optó
por la organización de un movimiento insurreccional para tomar el poder.
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● Reformas económicas: El Estado comenzó a expropiar, nacionalizar y colectivizar las tierras
del zar, la Iglesia y los terratenientes para explotarlas mediante koljoses (cooperativas
agrícolas) y sovjoses (granjas estatales). En las fábricas se traspasó el control a los
trabajadores y se aprobó la jornada laboral de 8 horas.
● Control de la prensa: para censurar las publicaciones contrarias al Congreso de los Soviets y
al Partido Bolchevique.
● Creación de una policía fiel al nuevo régimen, la Checa, que se encargó de controlar a los
opositores (liberales, mencheviques, socialistas revolucionarios y anarquistas).
● Convocatoria de elecciones para celebrar una Asamblea Constituyente que aprobara una
Constitución, algo que estaba pendiente desde la Revolución de febrero: Sin embargo, en las
elecciones los bolcheviques sólo obtuvieron el 25% de los votos. La Asamblea sólo celebró
una reunión, pues el III Congreso de los Soviets (controlado por los bolcheviques) la disolvió
y se auto proclamó su heredero legítimo. Así, los soviets asumieron las funciones de la
Asamblea y aprobaron una Constitución en 1918, caracterizada por:
o Convertía a Rusia en una República federal que respetaría las nacionalidades
existentes en el país y su derecho de autodeterminación.
o La máxima autoridad del Estado era el Congreso Panruso de los Soviets, integrado
por representantes elegidos mediante el voto (reconocido a hombres y mujeres
“siempre que no formaran parte de las fuerzas contrarrevolucionarias”).
o Ausencia de derechos y libertades individuales, sustituidos por los colectivos.
Sin embargo, como se demostró después, las políticas de tolerancia hacia las nacionalidades no se
tuvieron en cuenta. Además, la verdadera realidad del poder no eran los soviets, como reflejaba la
Constitución, sino el Partido Bolchevique, que ejercía el monopolio del poder político y controlaba
los órganos del Gobierno y del Estado, ya que era el único considerado “no contrarrevolucionario”. La
división de poderes era, por tanto, inexistente.
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descoordinado y sus diferencias políticas (había zaristas, liberales e incluso mencheviques) y militares
mermaron sus opciones de victoria.
La guerra dejó más de 9 millones de muertos entre fallecidos en el frente y víctimas de la feroz
represión por parte de ambos bandos (el “terror” blanco y rojo). Incluso una vez acabada la guerra
los bolcheviques prosiguieron con la persecución y ejecución de opositores, perpetradas por la
Checa.
Para afrontar la guerra, los bolcheviques implantaron una férrea política económica, conocida como
“comunismo de guerra”. Mediante este sistema, el Estado pasó a controlar totalmente la economía:
se nacionalizaron industrias (reduciendo la participación de los obreros en su gestión), la banca y las
tierras que quedaban por expropiar y se controló el comercio. El objetivo era obtener los recursos
suficientes para ganar la guerra y acelerar la construcción del comunismo, suprimiendo la propiedad
privada. Aunque terminaron ganando la guerra, el comunismo de guerra no fue suficiente para salir
de la crisis que vivía Rusia y paliar los problemas económicos derivados de la guerra. De hecho, en
1921 tuvo lugar una gran hambruna en la que murieron 2 millones de personas. Esta situación hizo
aumentar el descontento hacia el nuevo régimen; incluso se produjo una sublevación de marineros
en una base naval en Kronstadt (que habían participado en la revolución de 1917), aunque fue
reprimida con dureza por el Gobierno.
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impulsó la formación de una nueva Internacional que rompiera con los partidos socialistas y
socialdemócratas europeos. La III Internacional, también conocida como Internacional Comunista o
Komintern se fundó en Moscú en 1919 y desde entonces tuvo como objetivo promover la revolución
en todos los países. Desde ese momento el movimiento obrero socialista se dividió en partidos
socialistas, de tendencia socialdemócrata, y en partidos comunistas, de carácter revolucionario. A
partir de 1920 se fundaron partidos comunistas en Europa y fuera de ella.
De hecho, la agitación revolucionaria prendió también en los países que habían sido derrotados en la
I Guerra Mundial. El intento más destacado fue en Alemania, donde la abdicación del káiser provocó
un vacío de poder que fue aprovechada en 1919 por los espartaquistas, dirigidos por Rosa
Luxemburgo y Karl Liebknecht, para impulsar una revolución desde Berlín. Allí fue reprimida, y
aunque triunfó parcialmente en Múnich, la proclamación de la República de Weimar y la subida de
los socialdemócratas al poder acabaron con las intentonas revolucionarias.
Stalin ocupaba el cargo de secretario general del PCUS y, por lo tanto, pudo controlar el partido en un
momento clave. Su doctrina triunfó y Trotski fue expulsado del partido e incluso de la URSS (1929)
junto con otros posibles competidores por el poder. Se refugió en México, donde en 1940 fue
asesinado por agentes de Stalin.
a) Características políticas
El estalinismo se caracterizó por crear un clima de terror y un Estado policial en el que no había lugar
para la discrepancia. Stalin llevó a cabo purgas o depuraciones de millones de personas que
consideraba enemigos del régimen, poco leales a su persona y a su gobierno o incluso sospechosos
de serlo. Se llevaron a cabo mediante la ejecución o la deportación a los campos de concentración de
Siberia, los gulags. El instrumento ejecutor de esta represión fue la nueva policía política que creó
Stalin: la NKVD.
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La represión se centró en los miembros del PCUS y de las instituciones del Estado, para eliminar a
todo posible adversario. Algunos miembros de la “vieja guardia bolchevique”, entre ellos parte de los
generales del Ejército Rojo que habían participado en la Revolución de octubre y en la Guerra Civil
fueron ejecutados. También sufrieron la represión estalinista las minorías étnicas (para eliminar
vestigios de plurinacionalidad en la URSS y garantizar la sumisión a su política), campesinos
contrarios a las colectivizaciones forzosas del régimen e intelectuales y científicos contrarios a las
imposiciones culturales del Estado.
Además, el estalinismo se caracterizó por el culto a la personalidad del líder, considerado infalible y
“salvador de la patria”. Retratos de Stalin aparecieron en las plazas y edificios públicos y los medios
de comunicación lo glorificaron.
a) Características económicas
Stalin abandonó la NEP y orientó la economía bajo el control total del Estado, que dirigió todos los
sectores: el agrario, el industrial y el comercial y planificó la producción mediante planes
quinquenales (fijando los objetivos cada 5 años):
● En el campo se ordenó acabar con la propiedad privada y se colectivizó, obligando a los
campesinos a trabajar en koljoses (cooperativas agrícolas) y sovjoses (granjas estatales) a
cambio de un salario.
● En industria, Stalin tenía como objetivo potenciar la industria pesada y lograr la
independencia tecnológica y militar. Se logró aumentar la producción de acero, armamento
de forma espectacular y se construyeron redes de transporte, obras públicas e
infraestructuras, aunque se dedicó poca inversión a la producción de bienes de consumo, lo
que afectó a la calidad de vida de la población.
c) Conquistas sociales
Con Stalin se mantuvieron y desarrollaron las conquistas sociales de la revolución bolchevique, como
la red sanitaria gratuita y universal, el sistema educativo público, el acceso al empleo y a la vivienda,
etc.