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¿Qué posición juega el analista?

Desde el comienzo de mis estudios en psicoanálisis la pregunta que presento como


título de este ensayo me ha acompañado y ha sido foco de mi interés. Implicarme con
ella me remite, en paralelo, tanto a la experiencia en mi práctica clínica como a la de
mi propio análisis. Cuestionándome sobre lo que se pone en juego para el lugar del
analista al momento de su encuentro con el paciente. Surge así, este intento por
profundizar en lo que surge a partir una pregunta que, siguiendo una expresión de
Lacan, nos puede pellizcar.

Una primera referencia que se hace a la posición del analista es elaborada por Lacan
en “La dirección de la cura y los principios de su poder”, en donde utiliza como
metáfora el juego del bridge. Me detendré en esta revisión, ya que me resulta muy
curiosa su selección.

Se detalla así: “Rostro cerrado y labios cosidos, no tienen aquí la misma finalidad que
en el bridge. Más bien con esto el analista se adjudica la ayuda de lo que en ese juego
se llama el muerto, pero es para hacer surgir al cuarto que va a ser aquí la pareja del
analizado, y cuyo juego el analista va a esforzarse, por medio de sus bazas, en
hacerle adivinar la mano: tal es el vínculo, digamos de abnegación, que impone al
analista la prenda de la partida en el análisis”.1

En una primera lectura contemple que la posición del analista hacía referencia a ser el
muerto al encuentro con el analizante para hacer surgir al inconsciente. Evidentemente
ese solo tanteo suscita usa serie de elaboraciones, pero persistió mi atracción a la
asociación que Lacan diseña con su metáfora.

Ahora bien, lo anterior lleva a describir los elementos del bridge, que en su formato
básico es realizado por cuatro jugadores que compiten en parejas. De este modo, una
de las parejas está conformada por el declarante y el muerto. Del muerto, se espera
que exponga todas sus cartas, se mantenga silencioso y no participe, siendo el
declarante quién juega por él. También el muerto advierte a su compañero respecto de
las cosas que hace en la partida. Ellos están comprometidos con ganar un número
mínimo de bazas para conquistar el juego. La otra pareja, denominada defensores,
tienen la intención de evitar que esto ocurra. Se establece que la partida inicial del
juego la realiza quién se ubique a la izquierda del declarante.

De lo descrito, me pregunto ¿Qué se evoca de la posición del analista en el encuentro


con el paciente, a partir de esta metáfora?

En primera instancia se nos presenta un par, el declarante que tiene de compañero al


muerto, el analista que se ayuda del muerto. Esta proposición me remite a cuando
Lacan nos dice: “mi libertad [en cuanto al manejo de la transferencia] se encuentra por
el contrario enajenada por el desdoblamiento que sufre allí mi persona”2. Se tratará
acaso de un lugar del analista en sí mismo. Un lugar que ocupa aquel que observa y
advierte sobre sí mismo.

Lacan continúa, diciendo: “lo que es seguro es que los sentimientos del analista sólo
tienen un lugar posible en este juego, el del muerto”3. Se representaría aquí el lugar
que ocupan los sentimientos del analista dentro del dispositivo analítico, señalándonos

1
Lacan, J., "La dirección de la cura", Escritos Tomo II, Siglo XXI. Bs. As. 2008, pág. 569.
2
Ibidem, pág. 568.
3
Loc. Cit., pág. 569.

1
como pista al muerto. Una presencia no participante que lleva los sentimientos dentro
de sí.

En lo expresado por Lacan, encuentro que se constituye al muerto desde una


presencia observadora y alerta del ser del analista. Un ayudante que trabaja en favor
del fin que tiene la partida de la puesta en juego del análisis, implicándose con su
presencia a ocasionar que emerja el cuarto, la pareja del analizante: el inconsciente.

En una segunda instancia, a través de la metáfora se representaría al analista desde


la contradicción en el sentido utilitario del bridge. Entendiendo de esto que, la pareja
conformada por el analista y el muerto no buscará adivinar las bazas para sí. Su
compromiso es a que, la pareja del analizante y el inconsciente sea la que conquiste el
juego. En esta propuesta Lacan expone que la partida del encuentro con el paciente
impone al analista un vínculo de renuncia voluntaria a su propio deseo.

Esta última consideración me enlaza a cuando Lacan habla sobre la cuota a pagar por
el analista. De manera específica cuando expresa: “¿olvidaremos que tiene que pagar
con lo esencial en su juicio más íntimo, para mezclarse en una acción que va al
corazón del ser (Kern unseres Wesens, escribe Freud): sería él el único allí que queda
fuera del juego?”4

Se nos habla aquí del “núcleo de nuestro ser”, traducido de lo escrito por Freud y
remarcado por Lacan. En cuanto a este, Freud expresa que “consisten en mociones
de deseos inconscientes”5. Entonces, estaríamos frente al deseo de la persona que
ocupará la posición del analista, esperando que éste quede fuera del dispositivo
analítico. Se representa así aquello a lo que se renunciará. De ello, se podría
reflexionar que, en la posición del analista, el deseo reposará contenido en el lugar del
muerto, desde donde no participará, pero será observado y advertido.

Con todo, nos encontraríamos frente a lo que se genera en el ser de la persona que
ocupa la posición del analista al momento del encuentro con el paciente, en buena
cuenta lo que se genera en el núcleo de su ser ante la transferencia.

Al respecto de ello, Lacan nos da indicios de una ruta, cuando aborda las
consecuencias de la relación dual, mencionándonos las pasiones que ocuparían al ser
del analista. “Su temor que no es del error, sino de la ignorancia, su gusto que no es
de satisfacer, sino de no decepcionar, su necesidad que no es de gobernar, sino de
estar por encima”6.

Las dos instancias que aluden a la posición del analista, desde el lugar del muerto y el
deseo inconsciente que se contiene en él, nos hablan de lo que tendrá que hacerse
cargo la persona que decida ocupar ese lugar. Particularmente este llamado me
conecta con atravesar el dispositivo analítico desde el lugar del analizante, es que al
respecto me aborda la pregunta: ¿Bajo qué circunstancia prenderíamos algo de los
deseos inconscientes de nuestro ser?

Paso ahora a una segunda cuestión en el curso del tema de interés que originó este
escrito, Lacan nos dice: “Se podría proseguir la metáfora deduciendo de esto su juego
según que se coloque a la derecha o a la izquierda del paciente, es decir en postura

4
Ibidem, pág. 567.
5
Freud, S. “La interpretación de los sueños”, Obras completas, Vol. V, Amorrortu, Bs. As., 1991, pág.
593.
6
Ibidem, pág. 575.

2
de jugar antes o después del cuarto, es decir de jugar antes o después de este con el
muerto”7.

En cuanto a este planteamiento, realizaré un intento de representación desde la


ubicación de los jugadores que inician partida en el bridge, con el siguiente gráfico:

En un ensayo por descifrar lo expresado, tenemos que se representan dos vías según
la posición que tome el analista, ambas tienen como referente al paciente. Se
establece así que la partida de inicio por él o por su inconsciente. Podríamos
concebirla en el escenario del dispositivo analítico, en términos muy sencillos, como
emprender por el malestar que aqueja al paciente o desde la demanda de
interpretación de un sueño.

Frente a cualquiera de ellas, se considera que continua el juego del muerto. Según lo
elaborado en líneas previas, tendríamos que ante la manifestación del paciente algo
despierta en el deseo del ser de la persona que tiene la posición de analista. Esto
podría implicar la intención de aliviar al paciente con una frase bien dicha o acoger a la
demanda de una interpretación. Ahora, se nos plantea entonces que reposen en el
lugar del muerto, advertida así su presencia, estos deseos no participan.

Con lo señalado, no creo que nos referimos a que el analista refleje una posición de
acompañante inerte y silencioso del paciente en una sesión. De lo expresado por
Lacan, encuentro que nos da indicios de la existencia de una devolución o replica
elaborada por quién ocupa la posición del analista. Señalando que estas provendrán
de ese lugar si, se hace cargo de lo que surge en el núcleo de su ser y consigue
sostener su compromiso a que sea el paciente quien tome el curso de la partida.

De lo abordado en este escrito, me orienta la idea de que la posición del analista pone
en juego al ser de la persona que tiene la intención de ocupar este lugar. Un ser que
se transformará frente a las circunstancias que le impondrá, también a él, el dispositivo
analítico.

Notas bibliográficas

1. Lacan, J., "La dirección de la cura y los principios de su poder", Escritos 2, Siglo


XXI, Bs. As., 1987, págs. 567 – 569
2. Freud, S. “La interpretación de los sueños”, Obras completas, Vol. V, Amorrortu,
Bs. As., 1991, pág. 593

7
Loc. Cit., pág. 569.

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