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Título original: The Keyes Of the Kingdom of Heaven, And Power thereof, according
to the Word of God. By That Learned and Judicious Divine, Mr. Iohn Cotton, Teacher
of the Church at Boston in New-England, Tending to reconcile some present differences
about Discipline.
Autor: John Cotton.
Traducción íntegra al español por Jorge Alfredo Rodríguez Vega.
Revisión de la fidelidad de la traducción por Taylor Walls y Alaín J. Torres
Hernández.
Diseño de portada por Jorge A. Rodríguez Vega.
Traducido y publicado por © Editorial Legado Bautista Confesional
(Santo Domingo, Ecuador, 2023).
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser
reproducida o copiada, ya sea de manera electrónica o mecánica,
incluyendo fotocopias, grabaciones, digitalización o archivo de imágenes
electrónicas, excepto cuando sean autorizados por la editorial.
Traducción de Las Santas Escrituras: LA BIBLIA DE LAS AMÉRICAS.
Copyright © 1986, 1995, 1997. La Habra, CA: Editorial Fundación, Casa
Editorial para La Fundación Bíblica Lockman; a menos que se indique
otra versión.

ISBN 978-9942-605-21-4
Clasificación Decimal Dewey: 262
Teología Cristiana. Eclesiología.
Versión Digital / E-book.
ÍNDICE DE CONTENIDO
Presentación ............................................................................ i
Prólogo a esta traducción ..................................................... iii
Para el lector .......................................................................... 1
Capítulo I: Qué son las llaves del Reino de los cielos
y cuál es el poder de las mismas ....................................... 19
Capítulo II: De la distribución de las llaves y su
poder, o de las distintas clases de llaves ............................ 27
Capítulo III: Del sujeto receptor del poder de las llaves,
a quiénes han sido confiadas: Primero, de la llave
del conocimiento y, luego, de la del orden..................... 37
Capítulo IV: Del sujeto receptor a quien le es dada la
llave del privilegio, poder o libertad de la iglesia ............. 39
Capítulo V: Del sujeto receptor al que le ha sido
entregada la llave de la autoridad .................................... 51
Capítulo VI: Del poder y la autoridad otorgados a los
sínodos .............................................................................. 57
Capítulo VII: Del primer sujeto receptor de todo el
poder de las llaves y una explicación de la
independencia .................................................................. 67
Apéndice: Prefacio a la edición estadounidense ................ 113
PRESENTACIÓN
Por Dr. Samuel Renihan

M
e alegra mucho presentar ante ustedes esta traducción
al español del libro Las llaves del Reino. Creo que la
publicación de este libro será otro avance para los
bautistas reformados en la recuperación de nuestra herencia
histórica y teológica. Los nombres engañan, a veces, y en el caso de
los bautistas particulares del siglo XVII, quizás uno piense que por
tener un nombre diferente del de los congregacionalistas (como John
Owen o Thomas Goodwin) eran muy distintos en su teología. Al
contrario, tenían mucho en común, y Matthew Bingham, en su libro
Orthodox Radicals, ha propuesto la tesis de que el nombre más exacto
para los bautistas particulares en sus primeros años sería los
congregacionalistas bautísticos. Es decir, eran congregacionalistas
que empezaron a practicar el credobautismo. Pero lo que es
importante entender es que no abandonaron su congregacio–
nalismo. Las Llaves del Reino provee uno de los vínculos eclesiológicos
más importantes entre los congregacionalistas y los bautistas
particulares (o congregacionalistas bautísticos). Lo que se ve en
capítulo XXVI de nuestra confesión de fe depende, en gran parte,
del trabajo de John Cotton y el desarrollo posterior del congre-
gacionalismo.
En mi propia experiencia, he conocido a varios bautistas
reformados que pensaban que el congregacionalismo era igual a una
democracia pura que aniquila la autoridad de los ancianos y sería
casi anarquía en la iglesia. Tales personas reaccionaron con sorpresa
cuando les dije que nuestros antepasados eran congregacionalistas,

i
ii Presentación

y nuestra confesión de fe enseña el congregacionalismo. Me dijeron:


—¿Cómo puede ser? Pues, lo que ellos conocían por el nombre de
«congregacionalismo» era otra caricatura deformada, y su
ignorancia se debió, en parte, a una falta de recursos históricos. Por
eso la publicación de un libro como Las llaves del Reino es tan
importante para remediar nuestra ignorancia de nuestro propio
legado teológico.
Recomiendo que el lector lea Las llaves del Reino lentamente y con
paciencia porque es un tema que requiere mucha precisión y Cotton
utiliza varias distinciones y palabras técnicas para lograr tal
precisión. Cuando lo leí por primera vez durante mis estudios en el
seminario, confieso que no lo comprendí y pensé que era un libro
inútil por ser difícil de entender. Lector, no seas como yo fui en ese
momento. Este libro es un recurso rico que recompensa todo el
esfuerzo que uno dedique a estudiarlo. Creo que los argumentos de
Cotton son fieles a las Escrituras. Por eso mi oración es que el Señor
use este libro para ayudarnos a crecer en nuestra eclesiología, sobre
todo, para conformar nuestra práctica «a la voluntad de Cristo»
(2CBF 26).
PRÓLOGO A ESTA TRADUCCIÓN

E
n diciembre de 2019, cuando Legado Bautista Confesional
empezó, una de las primeras cosas que planteamos fue el
enfoque que tendría la editorial. Decidimos que los libros
que traduciríamos y publicaríamos estarían enfocados en cuatro
direcciones principales relacionadas con los bautistas particulares
del siglo XVII. Serían libros escritos por los bautistas particulares,
sobre los bautistas particulares, de los herederos de los bautistas
particulares o que influenciaron profundamente a los bautistas
particulares. Después, considerando estas categorías, elaboramos
una lista de libros que anhelábamos que estuvieran en español y
comenzamos a trabajar en este maravilloso proyecto con todas
nuestras fuerzas. El libro que tienes hoy en tus manos pertenece a la
última de estas cuatro categorías. Las llaves del Reino de los cielos cumple
a cabalidad con la descripción de esta categoría, pues verdadera-
mente fue un libro que influenció a los bautistas particulares.
Aunque estuvo entre nuestras prioridades desde el principio y su
traducción fue iniciada hace más de un año, el Señor permitió que
el proceso llevado a cabo en este libro haya sido lento y reflexivo,
dándonos la oportunidad de crecer en nuestro entendimiento de su
contenido y sus implicaciones. Pero el día llegó; el trabajo de
traducción y revisión fue terminado, y hoy tenemos el gran honor
de poner en tus manos este tratado eclesiológico cuya publicación
original marcó un hito en la vida de las iglesias en las colonias
inglesas en el Nuevo Mundo y en Inglaterra, afectando profunda-
mente a hombres como John Owen y Thomas Goodwin, así como
a nuestros padres bautistas particulares.

iii
iv Prólogo a esta traducción

Permíteme compartir contigo cuatro cosas de suma importancia


que debes saber sobre este libro y sobre la traducción que hoy
ponemos a tu disposición.

¿Cómo se hizo la traducción de este libro?


Con respecto al texto de llegada, nos aseguramos de que el trabajo
de traducción y revisión de la traducción se hicieran partiendo del
texto original. Fue posible adquirir el facsímil de la publicación de
1644, que es la primera edición de la publicación de este libro en
Inglaterra y la más antigua que se conserva, gracias a la ayuda del
Dr. Samuel D. Renihan.1 Para tener un mayor grado de certeza,
contamos además con el facsímil de la edición de 1843,2 que es una
republicación de la edición de 1644 en los Estados Unidos de
Norteamérica, y algunas publicaciones modernas en inglés.3
Se realizó una traducción íntegra del texto que incluyó la portada,
todo el texto original, marcas de división de texto, la carta al lector
de la edición de 1644 y la introducción a la republicación del libro
en 1843. Como estamos tratando con una fuente primaria que será
usada como referencia, procuramos esforzarnos aún más por ser
rigurosamente fieles al significado original.

1 John Cotton, The Keyes Of the Kingdom of Heaven, And Power thereof, according
to the Word of God. By That Learned and Judicious Divine, Mr. John Cotton, Teacher of
the Church at Boston in New England, Tending to reconcile some present differences about
Discipline, eds. Thomas Goodwin y Philip Nye (Printed by M. Simmons for
Henry Overton, and are to be sold at his Shop entring into Popes head Alley
out of Lumbard Street, 1644). Para la traducción del título original y este
anuncio, véase la portada más adelante.
2 John Cotton, The Keyes Of the Kingdom of Heaven, And Power thereof, according

to the Word of God. By That Learned and Judicious Divine, Mr. John Cotton, Teacher of
the Church at Boston in New England, Tending to reconcile some present differences about
Discipline, eds. Thomas Goodwin y Philip Nye (Boston, MA: S. K. Whipple &
co., 1852).
3 John Cotton, The Keys of the Kingdom of Heaven, And Power thereof, According to

the Word of God, ed. P. Joseph (publicado independientemente, 2020).


Las llaves del Reino de los cielos v

Aunque nos esforzamos por preservar la forma del texto para que
el lector tenga la sensación de estar leyendo directamente el texto
original, vimos la necesidad de modernizar la grafía de las
referencias bíblicas, que en el original a veces aparecen en cursiva y
otras en redonda, unas veces abreviadas y otras no, sin ninguna
razón aparente. Además, los errores tipográficos originales fueron
arreglados según el sentido, y se insertaron notas al pie provistas por
los traductores y revisores con el propósito de facilitar la
comprensión del texto. También añadimos la traducción al español
de las frases latinas utilizadas por el autor. Finalmente, incluimos
algunos subtítulos con el propósito de ayudar al lector a ver con más
claridad la estructura del capítulo o el argumento del autor. Hemos
incluido notas al pie de página para dar aviso cuando consideramos
que era necesario a fin de que el lector pueda distinguir claramente
entre lo que estaba en el texto original y las añadiduras de nuestra
traducción.
Tuve el privilegio de hacer la traducción íntegra de este libro y
nuestro amado hermano Alaín J. Torres Hernández realizó una
cuidadosa revisión para constatar la fidelidad de la traducción al
texto original. La maquetación fue hecha por el pastor Taylor Walls,
uno de los directores de Legado Bautista Confesional y consejero
indispensable de cada una de nuestras traducciones.

¿Por qué este libro es tan importante?


John Cotton fue un ministro congregacionalista que, aunque fue
muy conocido en Inglaterra como un teólogo destacado, excelente
predicador y pastor fiel, emigró a Nueva Inglaterra por causa de la
persecución en su Inglaterra natal. Su ministerio pastoral y escritos
fueron los instrumentos que Dios utilizó para solidificar y expandir
el entendimiento congregacionalista de la iglesia.
vi Prólogo a esta traducción

Nació el 4 de diciembre de 1585 en Derby, en una localidad a


orillas del río Derwent en Inglaterra.4 Realizó sus estudios en Trinity
College, Cambridge, donde destacó como alumno y rápidamente
fue considerado un candidato para integrar el cuerpo de docentes.
Cotton Mather, uno de sus biógrafos, comenta: «Más tarde fue
profesor titular, decano y catequista en ese famoso colegio».5 Sin
embargo, aun con todos estos destellos intelectuales, ¡Cotton no
había nacido de nuevo todavía! Después de siete años de una carrera
intelectual muy próspera, la gracia de Dios quiso alcanzarlo a través
de un sermón predicado por el Dr. Sibbs que hablaba de la
necesidad de la regeneración.6
Su vida después de su conversión cambió radicalmente,
especialmente en lo concerniente a su predicación, pues dejó de
utilizar su capacidad intelectual para impresionar a sus oyentes y
comenzó a predicar como un pobre hombre suplicando a otros que
se arrepintieran. En los años posteriores, comenzó a arreciar la
persecución religiosa de parte de la Iglesia Anglicana hacia los
ministros no conformistas.
El terreno de «inconformidad» de Cotton con respecto a la
Iglesia Anglicana radicaba en dos cosas: la eficacia e importancia
que dicha iglesia daba a sus ceremonias religiosas y la autoridad
absoluta que esta se atribuía para establecer ceremonias que Cristo
no había ordenado.7 Aunque defendió con sabiduría sus
convicciones, finalmente, en julio de 1633, junto a los ministros
Thomas Hooker y Samuel Stone, y a otras casi 200 personas, partió
de Inglaterra hacia Nueva Inglaterra con el deseo de experimentar

4A. W. McClure, John Cotton: Patriarch of New England {trad. no oficial: John
Cotton: Patriarca de Nueva Inglaterra}, The American Puritans Series, Book 1
(H&E Publishing, Kindle Edition), p. 9.
5 Cotton Mather, COTTON MATHER: Magnalia Christi Americana (1702),

Volumen 1 (de 2) (p. 175). Kindle Edition.


6 McClure, John Cotton: Patriarch of New England, p. 14.
7 Mather, COTTON MATHER: Magnalia Christi Americana, p. 179.
Las llaves del Reino de los cielos vii

una verdadera libertad religiosa y adorar a Dios de la forma en la


que entendía que la Palabra de Dios lo demandaba.8
Su ministerio en Boston fue grandemente bendecido por el
Señor, llegando a tener renombre no solo entre las colonias del
Nuevo Mundo, sino en Inglaterra también. Con respecto a su
ministerio en Boston, se ha dicho: «Si Boston es la sede principal de
Nueva Inglaterra, [entonces] Cotton fue el padre y la gloria de
Boston».9 Debido a la creciente influencia del congregacionalismo
en las colonias, John Cotton y otros ministros congregacionalistas
fueron convocados a asistir a la Asamblea de Westminster para que
«la forma de las iglesias de Nueva Inglaterra» pueda ser considerada
en los debates de la Asamblea. Sin embargo, Cotton y los demás no
viajaron a Inglaterra, teniendo la convicción de que podrían ser de
mayor ayuda con sus escritos. Es en este contexto que Cotton escribe
el libro Las llaves del Reino de los cielos, en el que expone la postura
congregacionalista sobre el gobierno de la iglesia como respuesta a
la eclesiología de la Asamblea de Westminster.
Pero, ¿por qué es tan importante para los bautistas la eclesiología
que Cotton presentó en este libro? La eclesiología de Cotton fue
condensada en lo que se llamó La plataforma de Cambridge10, que fue
el resultado de una asamblea celebrada por los ministros de las
iglesias de Nueva Inglaterra en septiembre de 1646 en la
Universidad de Harvard, en Cambridge. El propósito de esta
asamblea era revisar la influencia presbiteriana en las colonias y
preparar «un modelo de gobierno eclesial» para las iglesias.11 La
mayoría de las iglesias en Nueva Inglaterra suscribieron este
documento. Por otro lado, los ministros congregacionalistas en

8 McClure, John Cotton: Patriarch of New England, p. 54.


9 Mather, COTTON MATHER: Magnalia Christi Americana, p. 174.
10 Everett H. Emerson, John Cotton, 2.ª ed. (Nueva York, NY: Twayne

Publishers, 1990), p. 57.


11 Larzer Ziff, The Career of John Cotton: Puritanism and the American Experience

{trad. no oficial: La carrera de John Cotton: El puritanismo y la experiencia en América


del Norte} (Princeton, NJ: Princeton University Press, 1962), pp. 211-212.
viii Prólogo a esta traducción

Inglaterra anhelaban una realidad similar en su país. Por esta razón,


Thomas Goodwin y Philip Nye publicaron el libro de Cotton, Las
llaves del Reino de los cielos, en Inglaterra en 1644 con el deseo de que
pudiera convencer a los miembros de la Asamblea a abrazar la
postura congregacionalista. Finalmente, aunque el libro no tuvo
impacto en la Asamblea, sí lo tuvo en hombres e iglesias. John Owen
fue uno de los que fueron convencidos del congregacionalismo a
través de este libro. Con firmes convicciones presbiterianas, Owen
tomó el libro de Cotton con el propósito de responder a sus
argumentos, pero esto fue lo que pasó mientras llevaba a cabo su
misión:
En la prosecución y dirección de esta obra, muy al contrario de mis
expectativas (en un tiempo y época en que no podía esperar otra
cosa de este tratado que la ruina en este mundo, [pues] no conocía
ni había hablado ni recibido la orientación de ninguna persona que
tuviera estas convicciones), fui convencido de abrazar [esas
convicciones] y aquellos principios a los que había pensado
oponerme.12
Este impacto en ministros como Owen, Goodwin y Nye fue
decisivo para la Asamblea celebrada el 12 de octubre de 1658 por
las iglesias congregacionalistas en Inglaterra. En esta Asamblea,
Thomas Goodwin y John Owen fueron los ministros que lideraban
el comité designado para escribir una declaración de fe y una
plataforma para el gobierno de la iglesia. Estos documentos fueron
elaborados utilizando La Confesión de Fe de Westminster como base para
La declaración de fe y La plataforma de Cambridge sobre el gobierno
eclesial.13

John Owen, The Works of John Owen {trad. no oficial: Las obras de John
12

Owen}, editado {en inglés} por William H. Gould, vol. 13 (Edinburgh: T&T
Clark, s. f.), p. 223.
13 Francis J. Bremer, «The Puritan experiment in New England, 1630-

1660» {trad. no oficial: «El experimento puritano en Nueva Inglaterra


(1630-1660)»}, en Coffey, John; Lim, Paul C. H. (eds.), Cambridge Companion to
Puritanism {trad. no oficial: Guía de Cambridge sobre el puritanismo} (Cambridge:
Cambridge University Press, 2008), p. 139.
Las llaves del Reino de los cielos ix

En 1677, un grupo de iglesias bautistas particulares en Londres


vieron la necesidad de escribir una confesión de fe. Muchos
historiadores creen que el editor principal de esta confesión fue
Nehemiah Coxe, uno de los pastores de la Iglesia Bautista de Petty
France. El trabajo editorial fue realizado utilizando La Declaración de
Savoy14 de los congregacionalistas como base para la confesión
bautista particular y, de manera intencional, se añadió en el
Capítulo 26, que trata sobre la doctrina de la iglesia, un resumen de
La plataforma de gobierno de Savoy.15
Esta inclusión nos muestra dos detalles muy importantes. En
primer lugar, dado que una confesión de fe es un documento que
establece la comunión entre iglesias y tiene el propósito de mostrar
los fundamentos de la fe en la que se cree, la inclusión de 11 párrafos
concernientes a la iglesia local demuestran que la eclesiología era un
asunto tenido en muy alta estima y que el orden en la iglesia es algo
que puede determinar la comunión con otros. En segundo lugar,
dado que lo que se incluyó en La Segunda Confesión de Fe de Londres
tocante a la iglesia local es un resumen de La plataforma de gobierno de
Savoy, la eclesiología de los bautistas particulares debe ser entendida
como congregacionalista y puede rastrear su influencia a la
eclesiología de John Cotton en su libro Las llaves del Reino de los cielos.
Por lo tanto, el estudio del libro de Cotton es un terreno sólido para
tratar de entender la aplicación práctica de la eclesiología contenida
en La Segunda Confesión Bautista de Fe de Londres.

¿De qué habla este libro?


Este maravilloso tratado, que justamente ha sido llamado «discurso
de oro»,16 está escrito con un lenguaje sencillo y práctico, lleno de
ilustraciones y con una estructura sencilla; sin embargo, está lejos de

14Savoy —Comúnmente traducido al español como Saboya.


15James M. Renihan, Confesando la Fe en 1644 y 1689 (Santo Domingo,
Ecuador: Legado Bautista Confesional, 2020), p. 18.
16 Mather, COTTON MATHER: Magnalia Christi Americana, p. 191.
x Prólogo a esta traducción

ser simple o mediocre. A través de sus páginas, es evidente que su


autor es un pastor experimentado cuyo propósito fue presentar de
una manera sencilla aquellas distinciones y aspectos de la
eclesiología que a menudo son difíciles de entender.
Se compone de siete capítulos a lo largo de los cuales Cotton
expone la autoridad absoluta de Cristo sobre Su Iglesia, la identidad
de los receptores de las llaves de los cielos y cómo estos deben
interactuar entre sí con el fin de cumplir lo que el Señor ha
determinado para Su Iglesia. Esto es lo que permite que cada iglesia
local pueda disfrutar de una independencia con respecto a otra, pues
el Señor le ha dado toda la autoridad que necesita para ejercer lo
que Él ha ordenado. No obstante, la independencia motiva la
interacción con otras iglesias locales para el cumplimiento de la gran
comisión como iglesias hermanas que se relacionan sin que ninguna
tenga una autoridad jerárquica sobre la otra.
El logo que diseñamos para
este libro tiene el propósito de
plasmar su tesis. La letra «C»
representa a Cristo (lat.
Christus), el dueño absoluto de
Su Iglesia. Él es el único
legislador en Su iglesia y tiene
una autoridad absoluta sobre
esta. Cristo entregó las llaves a
los apóstoles, representados
con la letra «A» (lat. apostoli).
Esta autoridad recibida es una autoridad subordinada a Él y con el
propósito de que la ejercieran para cumplir lo que Él ha
determinado en Su Iglesia.
Con esta autoridad, los apóstoles establecieron el fundamento de
la Iglesia y delimitaron el orden en el que dicha autoridad debía ser
ejercida una vez que cumplieran su ministerio y la vida de la Iglesia
Las llaves del Reino de los cielos xi

pasara de un estado extraordinario de fundación a un estado más


ordinario de edificación.
En el estado ordinario de edificación en el que vivimos desde que
cesó el ministerio de los apóstoles, las llaves del Reino de los cielos
están en las manos de los ancianos de la iglesia, representados con
la letra «P» (lat. presbyteri), y de los miembros de la iglesia,
representados con la letra «E» (lat. ecclesia). Esto significa que tanto
los ancianos como los miembros de la iglesia recibieron un poder
legítimo en la iglesia local. Sin embargo, este poder no funciona de
la misma manera en los ancianos y en los miembros de la iglesia,
pues esta llave en las manos de los ancianos significa autoridad para
gobernar la iglesia, y en las manos de la iglesia, libertad para
demandar que se cumplan las órdenes de Cristo, la verdadera
Cabeza de la Iglesia. Por lo tanto, en la vida de la iglesia es necesaria
la participación tanto de los ancianos como de la membresía en su
conjunto para un correcto ejercicio de esta autoridad. Aunque en
algunos de los aspectos de la vida de la iglesia hay un énfasis mayor
en uno u otro lado, el cerrojo de la puerta de la autoridad en la
iglesia solo puede abrirse cuando se introducen las dos llaves.

¿Cuál es la motivación detrás de la publicación de


este libro?
Como editorial, para nosotros es indispensable dar a conocer la
respuesta a esta pregunta, pues no ignoramos que la falta de claridad
podría traer como consecuencia un resultado completamente
distinto al que nos hemos propuesto, el cual es bendecir, unificar y
ser de ayuda para todos aquellos que abrazan nuestra maravillosa
herencia bautista reformada y confesional. Hay dos razones
principales por las que publicamos este libro.
Primero, como una invitación a entender mejor nuestra
eclesiología. Como mencioné anteriormente, esta obra no es
simplemente un libro más sobre eclesiología, sino que —desde una
perspectiva histórica— constituye una parte muy importante del
xii Prólogo a esta traducción

fundamento sobre el que se levanta el capítulo 26 de nuestra


Confesión de Fe. Al considerar los detalles descritos en este libro
sobre la autoridad de los pastores y la libertad de la iglesia, y cómo
estos dos aspectos interactúan en la vida de la iglesia, podemos
disfrutar de un entendimiento más profundo de las frases tocantes a
la iglesia local.
Se elimina así toda ambigüedad y se reafirma que no se trata de
una democracia donde la iglesia goza de un poder que quita la
autoridad a los pastores, ni de un gobierno de ancianos en el que
solo ellos cumplen su ministerio pero se priva a la iglesia de una
participación real en su propia vida como iglesia. Aunque nuestros
padres bautistas particulares tuvieron diferentes posturas en ciertos
detalles relacionados con el gobierno de la iglesia,17 todos los que
subscribieron La Confesión de Fe de 1677/1689 entendieron y
defendieron esta verdad, a saber: Que la autoridad que Cristo dio a
cada iglesia local es ejercida a través de la autoridad de los pastores
y la libertad de los miembros de la iglesia. Esto es lo que significa
congregacionalismo desde una perspectiva histórica. Por eso no
debemos tener temor de reconocer que nuestra confesión de fe es
congregacionalista; y, aunque reconocemos el mal uso que se le ha
dado a este término, es nuestra responsabilidad reivindicar su
significado y enseñarlo a esta generación y a las siguientes.
Segundo, como un puente que nos ayude a encontrarnos los unos
con los otros. Nuestro sincero deseo es que la publicación de este
libro, lejos de crear sospechas o cuestionamientos entre nosotros,
abra una conversación entre todos los que abrazamos La Segunda
Confesión Bautista de Fe de Londres para que, al esclarecer los puntos de

Para encontrar una investigación detallada acerca del gobierno de la


17

iglesia entre los bautistas particulares, véase «Capítulo 3: “A CADA UNA DE


ESTAS IGLESIAS [...] ÉL HA DADO [...] PODER Y AUTORIDAD”: EL
GOBIERNO DE LA IGLESIA» en James M. Renihan, Edificación y Belleza:
La eclesiología práctica de los bautistas particulares ingleses, 1675-1705 (Santo
Domingo, Ecuador: Legado Bautista Confesional, 2020), pp. 113-151.
Las llaves del Reino de los cielos xiii

nuestra común fe (expresados en nuestra confesión), aprendamos a


convivir estando cada cual plenamente convencido de lo que cree,
siendo conscientes de nuestras diferencias en el marco establecido
por el Señor, mientras nos vamos afilando mutuamente. Que la
lectura de este libro conduzca al cuestionamiento de la coherencia
de otros no es conforme al propósito que perseguimos, porque esta
obra es primariamente una invitación solemne a un sincero examen
personal; pues, después de todo, la eclesiología no es simplemente
un debate sobre posturas, sino que a través de ello está en juego el
bienestar de cada iglesia y nuestra obediencia al Señor Jesucristo, el
Dueño y Soberano de la Iglesia.
Dedicamos la traducción y publicación de este libro a todos
aquellos pastores que nos preceden en tiempo, experiencia,
sabiduría y santidad. Reciban este esfuerzo como una continuación
del legado que sembraron en nosotros. Gracias por enseñarnos a
amar esta herencia bendita.
Que esta obra sea de beneficio a todos aquellos pastores y
hombres de Dios que caminan junto a nosotros en el anhelo de que
la gloria de Cristo sea reflejada desde nuestras iglesias locales.

Per gratiam Dei legatum habemus18,


Jorge A. Rodríguez Vega
27 de marzo de 2023
Santo Domingo, Ecuador

18 Lat., «Por la gracia de Dios tenemos un legado».


Portada original de la publicación de 1644 en Inglaterra
PARA EL LECTOR

L
as mayores conmociones en los reinos se han suscitado y mantenido en
su mayor parte por el poder1 y las libertades de los
gobernantes y los gobernados, junto con los debidos límites
y fronteras de ambos. Lo mismo ha ocurrido en las iglesias, y continúa hasta el
día de hoy en las más agudas disputas (aunque ahora el tema de la guerra2 ha
cambiado) {sobre} quién debe ser el primer sujeto receptor idóneo y
completo del poder eclesial que Cristo ha dejado en la tierra, cómo se
limita, y a quién ha sido confiado. Esta controversia es la heredad
que nos ha tocado de estos tiempos de manera especial; y ahora que la mayoría de
las partes (que pueden pretender {tener} algo {que decir} al respecto) han tenido
sus giros y vicisitudes en varias épocas por haber estado en esta controversia por
tanto tiempo, y sus alegatos por sus diversas pretensiones han sido tan escuchados
desde hace tantos años, se puede esperar que en breve se llegue a una determinación
y que Cristo pronto establezca este poder sobre los herederos legítimos, a quienes
primitivamente lo delegó.
En aquellos tiempos más oscuros, esta bola de oro fue lanzada por el (así
llamado) clero, solo para correr entre ellos; y, como poseían tranquilamente los

1 Nota de los traductores: En el original, la letra de todo el prefacio aparece


en cursiva, y las palabras resaltadas, en redonda; para que se note mejor el
contraste hemos escrito las palabras resaltadas en negrita.
2 Nota de los traductores: el tema de la guerra ¾Lit., el lugar de la guerra.

1
2 Para el lector

nombres de κληρὸς (el clero) y la Iglesia, de los cuales se apoderaron ellos


mismos, en consecuencia, todo tipo de participación del poder o el conocimiento de
los asuntos de la Iglesia fue dejado y abandonado totalmente a ellos, mientras que
el pueblo3, que entonces no conocía la ley, habiendo entregado sus
almas a una fe implícita4 en lo que se debía creer, sufrió mucho más ser privado
de todas las libertades en los asuntos eclesiales. Este regio don {que había sido}
legado por Cristo a Su Iglesia fue tomado y colocado en tronos tan elevados de
obispos, papas, concilios generales, etc., no solo muy por encima de
estas cosas en la tierra (el pueblo), sino también de las cosas en
los cielos, nos referimos a los ángeles y ministros de las propias
iglesias, a una distancia tan grande del pueblo, que ni siquiera se sospechaba
que perteneciera a ellos el menor derecho al poder o el conocimiento de los asuntos
de la Iglesia o participación en ello. Sin embargo, hacia estos últimos tiempos,
después de mucha supresión de dicho poder y conocimiento5 de nuevo, y esto como
la cuestión de muchas demandas renovadas y retiradas una y otra vez, y al ser
revocada a menudo la sentencia (incluso de Estados en su totalidad), ahora, en
estos días, se ha acercado tanto al pueblo {la participación del poder o el
conocimiento de los asuntos de la Iglesia}6, que ellos también han comenzado

3 Nota de los traductores: el pueblo —Es decir, el resto de la congregación,

los que no son oficiales en la Iglesia cristiana.


4 Nota de los traductores: fe implícita —«A veces llamada fe ciega. Es una fe

que consiste en un mero asentimiento sin conocimiento seguro, por ejemplo:


la fe que acepta como verdadero «lo que la iglesia cree» sin conocer el
contenido objetivo de la fe. Los reformadores y los escolásticos protestantes
niegan uniformemente la fe implícita; como hay ausencia de conocimiento, no
hay fe alguna (Richard A. Muller, Dictionary of Latin and Greek Theological Terms
{trad. no oficial: Diccionario de términos teológicos latinos y griegos}, p. 117)»; tomado
de Samuel E. Waldron, El principio regulador de la adoración (Santo Domingo,
Ecuador: Editorial Legado Bautista Confesional y Pensacola, Florida: Chapel
Library, 2021), p. 14, nota al pie 28. Véase también el término «fe implícita»
en La Segunda Confesión Bautista de Fe de Londres de 1689 (21.2).
5 Nota de los traductores: después de mucha supresión de dicho poder y conocimiento

—Lit., después de mucha supresión de ello.


6 Nota de los traductores: Los textos y/o caracteres {entre llaves} son

traducciones o aclaraciones para preservar la fidelidad al significado del texto


original. Cuando tales aclaraciones aparecen en las portadas, se colocaron
[entre corchetes] para preservar la estética.
Las llaves del Reino de los cielos 3

a alegar y demandar que se les legue una parte y legado. Los santos (en estos
tiempos de conocimiento), al encontrar que la llave del conocimiento ha
abierto tanto sus corazones que ven con sus propios ojos lo sustancial de la piedad,
y que ¾mediante la instrucción y guía de sus maestros¾ están capacitados para
entender por sí mismos otras cosas a cuya práctica deben unirse, por tanto,
(muchos de ellos) comienzan a sospechar cada vez más que les debería
corresponder de igual manera alguna parte en la llave del poder.
Errar yendo al otro extremo fue la desdicha de aquellos que, en estos últimos
tiempos, revivieron por primera vez este alegato del derecho de los pueblos (como
siempre ha sido el destino de la verdad cuando sale a la luz por primera vez en
la Iglesia de debajo de esa larga noche de tinieblas que el anticristianismo había
traído sobre el mundo para que lo acompañara una larga sombra de error) al
alegar y reclamar para sí todo poder, que los ancianos puestos sobre ellos solo
ejercían por ellos el poder que era propiamente de ellos y que Cristo (como
sostenían) había estatuido radical y originalmente en el pueblo solamente.
Pero después de que se hayan alegado todos los títulos de los que se contentan
con nada menos que el todo, el juicio y la sentencia final pueden caer
(posiblemente) en una adecuada y debidamente proporcionada distribución
y dispersión de este poder en varios participantes, y el todo, en ninguna
de las partes. En las mancomunidades, la dispersión de varias
partes del poder y los derechos en distintas manos, para que coincidan y estén de
acuerdo conjuntamente en los actos y procesos de peso y trascendencia, es lo que
provoca su κράσις {/krásis/} y constitución saludables, lo cual las hace
duraderas y preserva su paz, cuando ninguna clase de personas se encuentra
excluida, sino que, según su involucramiento, se le deja y confía una medida
adecuada de poder o privilegio. Por lo tanto, la sabiduría de los primeros
constituyentes de las mancomunidades se ve más en este justo equilibrio del poder
y los privilegios, y en el establecimiento de los límites exactos de lo que se confía
a cada uno; incluso, admiramos más esto que sus otras leyes; y, por experiencia,
se considera que una definición y separación claras y distintivas de todas estas
parcelas de poder, según su tipo y también su alcance, es tan esencialmente
4 Para el lector

necesaria (si no más) que cualquier otro estatuto que establezca los tipos y grados
de delitos o penas.
Así, en la política o gobierno por el cual Cristo quiere que se ordenen Sus
iglesias, la correcta disposición del poder en estas (suponemos humildemente)
puede residir en una debida y proporcionada asignación y dispersión
(aunque no en la misma medida y grado) en distintas manos, de acuerdo con los
distintos involucramientos y participaciones que pueda tener cada rango en Su
Iglesia, más que en una confianza total y única depositada en un solo hombre
(por muy capaz que sea) o en cualquier tipo o clase de hombres u oficiales, aunque
estén diversificados por un sinnúmero de subordinaciones entre sí. Y de la misma
manera, no podemos dejar de imaginar que Cristo ha sido tan exacto al establecer
los verdaderos límites y fronteras de cualquier porción de poder que haya impartido
a alguien (si nosotros de esta época pudiéramos llegar a discernirlo correctamente)
como lo ha sido al ordenar qué tipo de disciplinas7 {deben aplicarse}, por cuáles
pecados, y qué grados de procedimientos {conducen} a esas disciplinas; en lo cual
encontramos que ha sido puntual.
Ahora bien, el objetivo8 que persigue este serio y juicioso autor en este tratado
es exponer las líneas y argumentos justos de esta división del poder eclesial
entre todos los distintos sujetos receptores del mismo con el fin de aplacar las
disputas que están teniendo lugar al respecto en la actualidad. Y, en general,
establece esta máxima fundamental que es válida para todos los particulares9,
a quienes se supone que se les ha confiado alguna porción de poder: Que,
cualquiera que sea el poder o derecho que tenga
cualquiera de los poseedores y sujetos receptores del
mismo, lo tienen cada uno directamente10 (es decir, con respecto

7 Nota de los traductores: disciplinas —Es decir, acciones disciplinarias


eclesiásticas.
8 Nota de los traductores: el objetivo ¾Lit., el escopo.
9 Nota de los traductores: los particulares ¾Es decir, cada uno de los sujetos

receptores de poder eclesial.


10 Nota de los traductores: directamente ¾Lit., inmediatamente; es decir, sin

mediación, lo reciben de Cristo directamente.


Las llaves del Reino de los cielos 5

a una mediación de delegación o dependencia mutua) de Cristo, y


así son cada uno los primeros sujetos receptores de ese
poder que se les asigna. Y en cuanto a los sujetos receptores particulares
mismos, el autor (en el tratamiento que hace de ellos) sigue la división que la
controversia misma ha puesto en sus manos; a saber: (!) qué poder se le
ha concedido a cada congregación individual (que está dotada de
un fuero para que sea un cuerpo político para Cristo) para que lo ejerza dentro
de sí misma; y (") qué medida ¾o mejor dicho¾, qué clase de
poder ha otorgado Cristo a las iglesias vecinas fuera de esta y en
asociación con esta.
En cuanto al primer punto. Como supone el autor, cada congregación que tiene
el privilegio de disfrutar de un presbiterio o compañía de un número mayor
o menor de ancianos propios, siendo así presbiterada, él asevera que este cuerpo o
sociedad integrada es el primer y principal sujeto receptor de un completo
y total poder dentro de sí misma sobre sus propios miembros; es incluso el único
sujeto receptor nativo del poder de ordenación y excomunión,
que es la mayor disciplina. Y ya que esta corporación está integrada tanto por
ancianos como por hermanos (pues en cuanto a las mujeres y los niños
hay una objeción específica por una ley escrita11 de Cristo contra su disfrute
de cualquier parte de este poder público), su objetivo12 es demostrar que {Cristo}
se dignó conceder de buena gana el enorme privilegio de13 una porción y
participación distinta y separada de poder en asuntos de interés común a cada

11 Nota de los traductores: ley escrita —Lit., ley estatutaria; es decir, estipulada
en los estatutos. El original dice: «Statute-Law».
12 Nota de los traductores: el objetivo ¾Lit., el escopo.
13 Nota de los traductores: se dignó conceder de buena gana el enorme privilegio de

¾«Toda esta frase traduce un solo término en el original (“vouchſafed”


[vouchsafed])». Es el mismo verbo que aparece en La Segunda Confesión de Fe de
Londres (cap. 12), véase La fe y la vida para los bautistas: Los documentos de las
Asambleas Generales bautistas particulares en Londres (1689-1694) (Santo Domingo,
Ecuador: Editorial Legado Bautista Confesional, 2022), editado por James M.
Renihan, cap. 8, p. 343, nota al pie 670.
6 Para el lector

uno de ellos, y dispersada entre ambos14, por fuero {concedido de parte} del Señor;
así como suele suceder en algunas de nuestras ciudades estatutarias con una junta
de concejales15 (los gobernantes) y un consejo común (un órgano del
pueblo), también Él da a los ancianos o presbiterio un poder vinculante
de gobierno y autoridad propio y peculiar de ellos, y a cada hermano
por separado, una porción de poder y privilegio para que concuerden con
ellos16, y tales asuntos solo deberían ser tramitados con el acuerdo conjunto de
ambas partes, aunque por un derecho diferente, de modo que, como una iglesia de
hermanos solamente, no podrían proceder a ninguna disciplina pública sin
tener ancianos sobre ellos, así tampoco los ancianos tienen poder en la
iglesia para disciplinar sin que el pueblo concuerde con ellos, ni tiene poder cada
uno por sí solo de excomulgar a todos los demás, aunque juntos tienen
poder sobre una o más personas particulares cualesquiera, ya sea de los ancianos
o de los hermanos.
Y debido a que estas congregaciones locales17 (tanto los ancianos como el
pueblo) pueden estar en desacuerdo, cometer errores y abusar de este poder que
se les ha confiado, el autor, en segundo lugar, aboga entonces por una
asociación o comunión de iglesias que envían a sus ancianos y
mensajeros a un sínodo (así decide él denominar a propósito esas
asambleas de ancianos que las iglesias reformadas llaman
clases o presbiterios, para distinguirlas de los presbiterios de
congregaciones mencionados anteriormente).18
Además, {el autor} reconoce que {dicha asociación de iglesias} es una
ordenanza de Cristo a la cual Él ha confiado (en relación con la rectificación
de malas administraciones, la sanidad de disensiones en

14 Nota de los traductores: entre ambos —Es decir, entre los ancianos y los

hermanos.
15 Nota de los traductores: concejales —O regidores.
16 Nota de los traductores: con ellos ¾Es decir, con los ancianos.
17 Nota de los traductores: congregaciones locales ¾Lit., congregaciones

particulares.
18 Nota de los traductores: Aquí hay un punto seguido en el original, pero

dividimos el párrafo para facilitar su lectura y comprensión.


Las llaves del Reino de los cielos 7

congregaciones locales, y casos similares) una debida y justa medida de


poder, adecuada y proporcionada para esos fines, y los ha dotado no solo de la
capacidad de dar consejo y asesoramiento, sino también, en tales
ocasiones, de un poder ministerial y autoridad para determinar,
declarar y exhortar a las cosas que pueden tender a la sujeción19 de tales
congregaciones al orden correcto y la paz. Solo al delimitar y definir este
poder, {el autor} afirma que es, en primer lugar, por su tipo y cualidad,
solo un poder dogmático o doctrinal (aunque amparado por autoridad
ministerial como una ordenanza de Cristo), ya sea para juzgar controversias
de fe (cuando perturban la paz de las congregaciones locales y estas
mismas las consideran demasiado difíciles) o para discernir cuestiones de hecho y
qué disciplinas merecen, pero no armados con la autoridad y el poder de
excomulgar o entregar a Satanás, ni a las congregaciones ni
a los miembros de estas. Pero en tales casos, habiendo declarado y juzgado
la naturaleza de la transgresión, amonestado las iglesias pecadoras y
discernido lo que deberían hacer con los miembros que transgredían, deben dejar
el acto formal de esta disciplina a la única autoridad que puede ejecutarla,
puesta por Cristo en esas mismas iglesias; y si estas se niegan a ejecutar dicha
disciplina o persisten en su error, entonces deben determinar retirarles la
comunión.20
En cuanto a la extensión de este poder en tales asambleas y
asociaciones de iglesias, él también lo limita y circunscribe a casos, y
con advertencias (que aparecerán en el tratado), a saber: Que no deberían
cercenar o menoscabar el privilegio de la entera jurisdicción confiada a cada
congregación (pues es una libertad comprada para ellos por la sangre de
Cristo), sino dejarlos libres para el ejercicio y uso de dicho privilegio, hasta que
abusen de ese poder o no puedan manejarlo; y en ese caso, solo para ayudarlos,

19Nota de los traductores: la sujeción —Lit., la reducción.


20Nota de los traductores: Aquí hay un punto seguido en el original, pero
dividimos el párrafo para facilitar su lectura y comprensión.
8 Para el lector

guiarlos y dirigirlos, no para hacerse cargo de ellos a fin de administrarlo en su


lugar, sino para que sea administrado con ellos y por ellos.
En cuanto a nosotros, todavía no tenemos miedo ni vergüenza de profesar (en
medio de todas las altas olas de ambos lados que se estrellan sobre nosotros) que
la esencia21 de este breve resumen del tratado más extenso de los
autores es ese mismo camino intermedio (que de manera general
dimos a entender y tuvimos la intención de comunicar en nuestra apología) entre
lo que se llama brownismo22 y el gobierno {eclesial}
presbiteriano, como está siendo practicado. El primero, en efecto, pone la
mayor parte (si no la totalidad) del dominio y gobierno en manos del pueblo y,
con sus votos ¾que son la mayoría¾ ahoga los votos de los ancianos
(quienes son solo unos pocos). El segundo, al entregar los aspectos principales del
gobierno {eclesial} (que consideramos es lo que corresponde a cada
congregación, a los ancianos y los hermanos) a esta jurisdicción de
un presbiterio común de varias congregaciones, con cuyos votos
¾que son la mayoría¾ se traga de la misma manera no solo la participación
del pueblo, sino incluso los votos de los ancianos de la congregación en
cuestión.
Tampoco debe parecer arrogancia nuestra, sino más bien un testimonio de la
verdad para protestar, además, que no es nuevo ahora para nuestros pensamientos
que {1} esta misma plataforma de límites y disposición del
poder eclesial, como aquí se expone y declara (nos referimos a su esencia23),

21 Nota de los traductores: esencia ¾Lit., sustancia.


22 Nota de los traductores: brownismo ¾El puritanismo fue un
«[m]ovimiento evangélico de los siglos XVI y XVII. Surgió como un intento
por “purificar” la Iglesia de Inglaterra de prácticas de origen católico (romano)
o mundano». Dentro del puritanismo surge el brownismo o separatismo. «Se
trata de los partidarios del puritanismo que decidieron irse separando de la
Iglesia de Inglaterra. (...) [S]e le dio el nombre de “brownismo” por las ideas
del teólogo Robert Browne» (Véanse las entradas correspondientes a
«puritanismo» y «separatismo» en Marcos Antonio Ramos, Nuevo diccionario de
religiones, denominaciones y sectas [Nashville, Tennessee: Editorial Caribe, 1998],
edición electrónica).
23 Nota de los traductores: esencia —Lit., sustancia.
Las llaves del Reino de los cielos 9

y también {2} que la tenencia y ejercicio de este poder por parte de todos estos
sujetos receptores provengan24 directamente de Cristo a todos ellos, incluso no es
otra cosa que aquello a lo que se han amoldado nuestras propias apreciaciones
desde hace mucho tiempo. Y esto lo pueden atestiguar muchos de nuestros amigos
y algunos de los que tienen una opinión diferente, pues han conocido de antaño
nuestros criterios personales, así como nuestras propias notas y transcripciones
escritas hace mucho tiempo, además de muchas profesiones públicas desde que ha
habido ocasión; hasta el punto de que cuando leímos esto por primera vez de este
erudito autor (sabiendo cuál ha sido la tendencia más general tanto de la práctica
como del criterio de nuestros hermanos al congregacionalismo25) confesamos
que nos llenamos de asombro ante esta {intervención de la} mano divina que ha
conducido así los criterios (sin el menor intercambio mutuo o insinuación de
pensamientos o nociones en cuanto a estos particulares) de nuestros hermanos
allá y de nosotros (indignos de ser mencionados con ellos) aquí. Solamente
pedimos permiso al venerable autor y a los hermanos que revisaron su tratado
para declarar: {Q}ue no estamos de acuerdo con cada una de las expresiones que
aparecen aquí y allá en el tratado, ni con todas y cada una de las afirmaciones
que se unen entre sí en este, ni siquiera con todos los fundamentos o alegatos
{tomados} de las Escrituras; y quizá tampoco habríamos usado los mismos
términos en todas las cosas para referirnos a las mismas materias.
Por ejemplo, consideramos humildemente que profetizar (como lo llama
la Escritura), o hablar para la edificación de toda la iglesia, puede ser realizado
(a veces) por hermanos dotados, aunque no en el oficio de ancianos de la iglesia,
(!) solo ocasionalmente, no regularmente, (") [p]or hombres con capacidades tales
que sean aptos para el oficio, [y] (#) no suponiendo esto por sí mismos, sino por
haber sido juzgados como aptos por aquellos que tienen el poder para hacerlo y
así habérseles permitido {«profetizar»} y haber sido designados para ello,

24 Nota de los traductores: provengan —Este es el verbo principal; es decir:

«...protestar, además, que no es nuevo ahora para nuestros pensamientos que {1} y {2}
provengan directamente de Cristo a todos estos {sujetos receptores}...».
25 Nota de los traductores: tendencia [...] al congregacionalismo ¾Lit., tendencia

[...] al camino congregacionalista.


10 Para el lector

[y] ($) para que de este modo y de una manera especial su doctrina sea sometida
(para juzgarla) a los ancianos docentes26 de esa iglesia. Y cuando se
cauciona de esta manera, no vemos incongruencia con que los tales hablen de un
punto de la teología en una congregación, como tampoco vemos incongruencia en
que los hombres con capacidades similares hablen y debatan sobre asuntos de
religión en una asamblea de teólogos, que este reverendo autor aprueba y aquí se
practica entre nosotros.
De nuevo, con toda humildad, todavía no vemos que esa asamblea de
apóstoles, ancianos y hermanos en Hechos 15 haya sido un
sínodo formal de mensajeros enviados de parte de una asociación establecida
y compuesta de iglesias vecinas, sino una asamblea de la iglesia de
Jerusalén y de los mensajeros de la iglesia de Antioquía solamente;
que estaban muy alejados unos de otros y ahora {se encontraban} reunidos
electivamente. Tampoco estamos convencidos hasta el momento de que, con el fin
de hacer de esto un precedente de tal sínodo formal, los apóstoles
fungieron27 allí como ancianos ordinarios en vez de {actuar} por la guía y
asistencia apostólica. Más bien (si simplemente consideramos los aspectos mutuos
en que se encontraban estas dos iglesias y sus ancianos en esta concurrencia,
abstrayendo de ellos esa influencia e impresión [esa esfera superior] que los
apóstoles que estaban entonces presentes tenían en esta transacción) concebimos
que esto fue una consulta (como el erudito autor también reconoce que fue
primaria y originalmente, solo elevándose a {la categoría de} consejo general por
la presencia de los apóstoles, siendo ellos ancianos de todas las iglesias) o, si
se quiere, una referencia a modo de arbitraje para decidir sobre aquella
gran controversia surgida entre ellos en Antioquía, que consideraron
demasiado difícil para ellos; para que así, de hecho, fuera una garantía para
todas las formas de comunión entre todas {las iglesias}, o cualesquiera {de
estas}, especialmente {entre} las iglesias vecinas; y para que en ocasiones
similares fueran ordenanzas provistas de poder ministerial para tales fines y

26 Nota de los traductores: ancianos docentes —O ancianos que enseñan. El

original dice «Teaching Elders».


27 Nota de los traductores: fungieron —Lit., actuaron.
Las llaves del Reino de los cielos 11

propósitos. Ahora de muchas maneras nos vemos impedidos de explicarlo por este
medio y en este momento; {p}ero, incluso si esa hubiera sido la intención y los
apóstoles hubieran fungido28 allí como ancianos ordinarios —como el
erudito autor considera—, aun así, los límites de la proporción de poder que se
podrían trazar tomando como referencia ese patrón no se extenderían más allá de
un poder ministerial doctrinal, etc., en tales asambleas, que de buena gana
concedemos. Y puede observarse con qué ojo cauteloso y exactitud toma la latitud
y elevación de ese poder que allí se expone, sin atreverse a restar lo más mínimo,
ya sea de clase o grado, de lo que garantiza ese ejemplo; que era a lo sumo un
discernimiento doctrinal tanto de la verdad de aquella controversia acerca de la
cual fueron consultados como de la cuestión de hecho en aquellos que habían
enseñado lo contrario, como tergiversadores29 de ellos y subversores de la fe; sin
llegar a blandir la espada y el poder de la excomunión contra aquellos grandes y
groseros transgresores u otros que no los obedecieran por medio de esa epístola.
En último lugar, solo para aclarar más la diferencia entre la participación de
la membresía30 (que el reverendo autor suele llamar libertad y a veces
poder) y el gobierno y autoridad de los ancianos (lo que constituye
la primera distribución del poder eclesial en las congregaciones
particulares), así como para ilustrar ese otro complemento del poder
doctrinal ministerial en una asociación o comunión de iglesias, al que se
le priva del poder de excomunión (que es el segundo {poder}). Nos
atrevemos a arrojar un poco de nuestra tenue luz sobre cualquiera de estos temas
y presentar cómo se han mantenido en nuestros pensamientos con el fin de evitar
que algunos lectores se equivoquen, especialmente sobre el primer poder.31
En cuanto a este primer poder, concebimos que hay ancianos y
hermanos en cada congregación, como suelen ser mencionados claramente por

28Nota de los traductores: hubieran fungido —Lit., hubieran actuado.


29Nota de los traductores: tergiversadores —O contradictores.
30 Nota de los traductores: membresía —Lit., el pueblo.
31 Nota de los traductores: Aquí hay un punto seguido en el original, pero

hemos insertado un punto final para dividir el párrafo, respetando su flujo de


pensamiento, a fin de hacer más comprensible su lectura.
12 Para el lector

separado en el Nuevo Testamento, y esto cuando se habla de su reunión juntos,


por lo que tienen en cada congregación dos participaciones distintas {del poder
eclesial} (aunque se reúnen en una misma asamblea), así como la participación
{del poder} que tiene el Consejo Común o cuerpo del pueblo en algunas
localidades estatutarias es distinta de la participación {del poder} que
tiene la junta de concejales32; de modo que sin el consentimiento y
concordancia de ambas partes nada es considerado un acto {legal} de la iglesia.
Sin embargo, de tal modo que en esta junta de ancianos este poder es
autoridad propiamente dicho, pero en el pueblo es un privilegio o
poder. Nos resulta evidente una clara diferencia entre estas dos partes: Que
dos, tres o más personas elegidas sean puestas en un oficio y se les confíe una
entera participación del poder {eclesial} por una multitud, al cual esa multitud
(por un mandato de Cristo) debería estar sujeta y obedecer como a una ordenanza
para guiarlos, con su consentimiento, y en cuya sentencia debe consistir el último
acto ministerial formal de atar o desatar. {E}ste poder debe ser necesariamente
estimado y reconocido en estos pocos para que tenga la apropiada noción y carácter
de autoridad, en contraste con el poder {eclesial} que está en un cuerpo entero
o multitud de hombres ({poder} que aun así debe concordar con el suyo33),
quienes tienen una mayor y más cercana participación y están más concernidos en
estos asuntos, sobre los cuales estos pocos son puestos como gobernantes.
Esta diferencia de poder se hace visible fácilmente al comparar la
participación que tienen un padre y una hija en la disposición de ella para el
matrimonio y la concordancia de ella con él en ello (aunque no procuramos hacer
un paralelo {absoluto} entre ambas cosas).34 Una hija virgen tiene un
poder verdadera y propiamente dicho, incluso un poder de disentir en última
instancia sobre algo que no logre gustarle, debe ser incluso un acto de su
consentimiento, lo cual hace que el matrimonio sea válido. Pero el hecho de que

32Nota de los traductores: concejales ¾O regidores.


33Nota de los traductores: con el suyo —Es decir, con el de los ancianos.
34 Nota de los traductores: Los autores de la epístola quieren decir que esto

es solo una ilustración; la relación entre un padre y su hija no es exactamente


igual a la relación entre los ancianos y el resto de la membresía en las iglesias
locales.
Las llaves del Reino de los cielos 13

sus padres tengan un poder para guiarla en su elección (que ella debería obedecer,
pues es su deber) y un poder que también debe concordar para dar su mano, o el
matrimonio es inválido, (comparando la participación {del poder} que ella tiene
[en aquello en que a ella más estrecha e íntimamente le concierne] con la de ellos)
surge de la noción de una autoridad extrínseca; mientras que ese poder
en ella no es más que el poder de su propio acto, en el que aquello que le concierne
propiamente le da una participación libre por un derecho intrínseco. La
misma diferencia sería visible si hubiéramos visto un gobierno compuesto por una
aristocracia y una democracia en el que —supongamos— el pueblo
tiene una participación {del poder} y su consentimiento real es necesario para
todas las leyes y sentencias, etc., mientras que en unos pocos nobles que se
establecen sobre ellos (cuya preocupación es menos general), quienes debieran
contar con la aprobación formal35 de todos, estarían el gobierno y la
autoridad, pero en esa multitud {estarían} el poder y la
participación; y tal autoridad se debe dar a un presbiterio de ancianos
en una congregación particular, de lo contrario (como hemos resuelto desde hace
mucho tiempo) todo lo que se dice en el Nuevo Testamento acerca de su
gobierno y la obediencia del pueblo a ellos debe ser considerado solo
metáforas y no se corresponde con ninguna realidad sustancial de gobierno y
autoridad.
Y en esta distribución de poder, Cristo ha tenido una adecuada y debida
consideración del estado y la condición de Su Iglesia, como ahora bajo el Nuevo
Testamento la ha cualificado y dignificado. Bajo el Antiguo Testamento estaba
en su infancia, pero ha salido comparativamente de su minoría de edad y ha
crecido hasta una edad más madura (como dice en Los Profetas que sería una
etapa de madurez del Pacto de Gracia en comparación con el Antiguo Pacto, y
también como Pablo lo expresó a los Gálatas). Por lo tanto, son más capaces en
general, si los santos visibles (de los que deben estar compuestas las iglesias bajo
el Nuevo Testamento)36 de unirse a sus guías y líderes en juzgar y discernir lo

35Nota de los traductores: la aprobación formal —Lit., la sanción formal.


36Nota de los traductores: Lit., que deben ser el contenido de las iglesias bajo el
N. Testamento.
14 Para el lector

que concierne a su propia conciencia y la de sus hermanos. Por lo tanto, ahora


Cristo no ha depositado todo el poder de todos los asuntos de la Iglesia única y
enteramente en los tutores y gobernadores de las iglesias como hizo en la
antigüedad cuando la Iglesia era menor de edad. Sin embargo, debido a su
debilidad y falta de habilidad (en la mayoría de ellos) en comparación con
aquellos a quienes Él ha ascendido para dar dones con el propósito de guiarlos y
gobernarlos, Él, por tanto, ha colocado un gobierno y autoridad en aquellos
oficiales {que están} sobre ellos, no solamente de dirigir sino también de sujetar
a una obligación, de modo que no solamente nada debe ser hecho sin ellos (en una
forma ordinaria de gobierno de la iglesia), sino que tampoco se considera
válidamente hecho a menos que sea hecho por medio de ellos. Y así, por medio de
este debido y dorado37 balance y equilibrio de poder y participación y autoridad y
privilegio en los ancianos y los hermanos, este gobierno no podría
degenerar en enseñoramiento y opresión de los gobernantes sobre el rebaño (pues
no tienen todo el poder en sus manos exclusivamente) ni en anarquía y confusión
entre sí en el rebaño; de modo que todo lo que pertenece a las conciencias sea
tramitado para la mutua edificación y satisfacción.
En cuanto al segundo {poder}, que no parezca una paradoja que a una
autoridad ministerial doctrinal se le prive del poder de excomunión,
de secundar la excomunión, si no es obedecida. Todo ministro y pastor tiene en sí
mismo, individualmente, una autoridad ministerial doctrinal sobre toda la iglesia
que está a su cargo, y sobre cada persona en esta, para instruir, reprender
y exhortar con toda autoridad. Por lo cual, los que están bajo él están
obligados a obedecerlo en el Señor, no solo vi Materiæ (en virtud de la materia
de los mandatos) en cuanto que son los mandatos de Cristo (porque así debe
hablar, con una autoridad no mayor que la de cualquier otro hombre, incluso {no
mayor que} la de un niño, quien nos lidere hablando una verdad de la
Palabra, como habla el profeta), sino también porque, debido a la autoridad
ministerial con que Cristo lo ha dotado, debe ser considerado por ellos como una
ordenanza Suya sobre ellos y hacia ellos. No obstante, él solo no tiene la
autoridad de la excomunión en él para imponer su doctrina si alguien la

37 Nota de los traductores: debido y dorado —Lit., debido y de oro.


Las llaves del Reino de los cielos 15

contradice. Por lo tanto, esta autoridad (considerada en él) tampoco debe ser
juzgada como vana, infructuosa e ineficaz para llevar a los hombres a la
obediencia.
Tampoco parezca extraño que el poder de esta disciplina de cortar {de entre
la congregación} a los hombres y entregarlos a Satanás (en el que reside
la parte positiva de la excomunión [y de hecho la controversia
entre nosotros y otros]) esté inseparablemente vinculado por Cristo a
una congregación particular como su privilegio innato propiamente, de manera
que ninguna asamblea o junta de ancianos que se presuma y se reconozca
justamente como más sabia y juiciosa se arrogue el poder formal de la excomunión
o prive de este a las congregaciones particulares. Porque aunque sea difícil explicar
los motivos de las instituciones de Cristo, suele haber en la sabiduría y la razón
humanas algo análogo a estas que puede servir para ilustrar, si no para justificar,
esta dispersión de participaciones. Y así (si no nos equivocamos) se
puede encontrar incluso en la sabiduría de nuestros antepasados, en las
constituciones de este reino. La condena a muerte de cualquier sujeto en
el reino es el mayor castigo civil; por lo que, de todos los demás, su equivalente
más cercano y exacto en lo espiritual es cortar un alma y entregarla a Satanás;
sin embargo, el poder de este gran juicio no se pone en manos de una asamblea de
abogados solamente, ni siquiera de todos los jueces mismos, hombres escogidos por
su sabiduría, fidelidad y gravedad, quienes, no obstante, por su oficio, están
designados para que tengan parte en esto. Pero cuando todos se reúnen por alguna
causa especialmente difícil para dar consejo y dirección en tales juicios (como a
veces lo hacen), aun así, no tienen el poder de pronunciar esta sentencia de muerte
sobre cualquier hombre sin la concordancia con un jurado de sus compañeros de
su propio rango, y en las localidades estatutarias, de sus vecinos. Y con un jurado
de estos (hombres que de sí mismos no se supone que sean tan diestros en las leyes,
etc.), dos jueces, incluso uno solo, junto con otros jueces en el tribunal, tienen poder
para declarar y dictar lo que todos ellos y todos los abogados de este reino juntos
no tienen {poder para declarar y dictar} sin un jurado. Y nosotros, los de esta
nación, solemos admirar el cuidado y la sabiduría de nuestros antepasados en este
aspecto, y estimamos este privilegio del sujeto en este particular (peculiar de
16 Para el lector

nuestra nación) como una de las glorias de nuestras leyes, y nos enorgullecemos
de ello como una libertad y seguridad para la vida de cada persona como las que
—pensamos— ninguna otra nación a nuestro alrededor puede mostrar. Y cuál
debería ser la razón de tal constitución, sino esta (en la que insistimos al
principio): la dispersión del poder en varias manos por las que pase el juicio de
todo hombre en asuntos capitales; en lo cual unos debieran tener el lazo del mismo
interés común para obligarlos a la fidelidad, mientras que los otros debieran tener
la habilidad y la sabiduría para guiarlos y dirigirlos.
Además de esa participación {del poder} que hay en cualquier tipo de
asociación, fraternidad, o vecindad inclusive; o —de manera similar— aquella
que es común a los hombres que por igual están sujetos a una autoridad
establecida sobre ellos para sentenciarlos, hay también la ventaja especial de un
conocimiento exacto del hecho en sus atroces circunstancias, e incluso (en estos
casos) de la conducta ordinaria de la persona que transgrede.
No necesitamos extendernos en la aplicación de esto. Aunque una mayor
asamblea de ancianos debe ser reverenciada como más sabia y capaz
que unos pocos ancianos con sus congregaciones por separado, y por
consiguiente puede tener mayor poder doctrinal (un poder propia y peculiarmente
adecuado a sus facultades38) en casos de dificultad, para determinar y dirigir las
congregaciones en su camino, aun así, Cristo no les ha confiado el poder que Él
ha confiado a las congregaciones, porque están separados del pueblo. Así que
una sola tribu de hombres a quienes les conciernan todos los aspectos
mencionados anteriormente es deficiente, de quienes Cristo desearía su
acuerdo personal, no por delegación o representación solamente, no solo para la
ejecución, sino incluso para {dictar} la sentencia legal también de
cortar a los hombres {de entre la congregación}, como puede observarse
en el paralelo y ejemplo anterior. Incluso, cuanto más altas y grandes son las
asociaciones de presbiterios, más alejados están del pueblo, y aunque por
ello se pueda tener una mayor ayuda en cuanto al conocimiento jurídico del
reglamento con el que se debe proceder, aun así, están a una mayor distancia

38 Nota de los traductores: facultades —Lit., capacidades.


Las llaves del Reino de los cielos 17

(e inhabilitados por ello) del conocimiento práctico preciso del hecho y el


estado espiritual de la persona que transgrede. Y los casos pueden ser
verdaderamente tan difíciles y duros de decidir desde la oscuridad y la falta de
luz sobre las circunstancias del hecho y la persona (en qué circunstancias se
cometió y en el que la persona persistió obstinadamente) como de la propia ley.
Podrían añadirse aquí otras consideraciones de igual peso, si no para probar
(lo que no pretendemos hacer aquí), al menos para aclarar este particular; así
como para demostrar también que esa otra forma de proceder apartándose
de la comunión es la más adecuada para la relación en la que por la
dotación de Cristo todas las iglesias están entre sí, incluso en la que la más
pequeña (al ser un cuerpo para Cristo) está con todas las demás. Pero
excederíamos demasiado los límites de una epístola y distraeríamos demasiado al
lector de las fructíferas y fecundas labores del digno autor.
Que el Dios de paz y verdad santifique todas las verdades en esta obra para
todos aquellos santos fines (y por Su gracia mucho más) que procuró el santo y
apacible espíritu del autor.
Tho: Goodwin.
Philip Nye.
DE LAS LLAVES DEL REINO DE LOS
CIELOS Y DEL PODER DE LAS MISMAS,
CONFORME A LA PALABRA DE DIOS

CAPÍTULO I
QUÉ SON LAS LLAVES DEL
REINO DE LOS CIELOS Y CUÁL
ES EL PODER DE LAS MISMAS

as llaves del Reino de los cielos son prometidas por el


Señor Jesús (Cabeza y Rey de Su Iglesia) a Pedro
(Mat. 16:19: «Yo [dice Cristo] te daré las llaves del Reino
de los Cielos; y lo que ates en la tierra, será atado en los
cielos; y lo que desates en la tierra, será desatado en los cielos». Las
palabras, siendo alegóricas, son por lo tanto un poco oscuras; y por
el hecho de que explican el honor y poder en la Iglesia, son por lo
tanto controversiales; porque donde no hay honor (ni orgullo para
procurarlo) no hay contención.1 Por lo tanto, no será inoportuno
que para exponer la doctrina del poder de las llaves expongamos un

1 Nota original al margen: Proverbios 15:1.


19
20 Qué son las llaves del Reino de los cielos y cuál es el poder de las mismas

tanto las palabras de este texto, sobre el cual se edifica ese poder.
Cinco frases requieren una pequeña aclaración:
1. ¿Qué se entiende aquí por el Reino de los cielos?
2. ¿Cuáles son las llaves de este Reino y en qué consiste la
entrega de las mismas?
3. ¿Cuáles son las acciones2 de estas llaves, de las cuales se dice
que atan y desatan?
4. ¿Cuál es el objeto de estas acciones, el cual debe ser atado o
desatado y recibe el nombre genérico de «todo lo que»
{atéis}?
5. ¿Quién es el sujeto receptor de este poder, o a quién se le
otorga este poder? «Yo te daré las llaves…».

1. ¿Qué se entiende aquí por el Reino de los cielos?3


Con respecto a lo primero. Por «reino de los cielos» se entiende aquí
tanto el Reino de la gracia, que es la Iglesia, como el Reino de la
gloria, que está en los cielos de los cielos. Porque Cristo, al dar a
Pedro las llaves del Reino de los cielos, le concede con ello no solo
este poder de atar en la tierra (es decir, en la Iglesia en la tierra, ya
que no le dio ningún poder para atar en el mundo; el Reino de
Cristo no es de este mundo), sino que también le da este privilegio:
que lo que ate en la tierra, será atado en los cielos. Y «los cielos»,
que se distingue de la Iglesia en la tierra, debe significar
necesariamente el Reino de la gloria.

Nota de los traductores: las acciones —Lit., los actos.


2

Nota de los editores: Insertamos estos subtítulos para facilitar la lectura y


3

comprensión.
Las llaves del Reino de los cielos 21

2. ¿Cuáles son las llaves de este Reino y en qué


consiste la entrega de las mismas?
Con respecto a lo segundo: ¿Cuáles son las llaves del Reino de los
cielos? Las llaves del Reino son las ordenanzas que Cristo ha
instituido para que sean administradas en Su Iglesia, tales como: la
predicación de la Palabra (que es la exposición y aplicación de la
misma), también la administración de los sellos y las disciplinas;
porque por la explicación4 y aplicación de estas {ordenanzas}, tanto
las puertas de la Iglesia ahora, como las del Cielo después, se abren
o se cierran a los hijos de los hombres.
Y la entrega de estas llaves implica que Cristo inviste a aquellos
a quienes se las da con el poder de abrir y cerrar las puertas de
ambos {lugares}. Y este poder reside en parte en su llamado
espiritual (ya sea su oficio o su lugar y orden en la Iglesia) y en parte
en la concordancia y cooperación del Espíritu de Cristo,
acompañando la correcta dispensación de estas llaves, es decir, de
estas ordenanzas, conforme a Su voluntad.
Además, estas llaves no son ni espada ni cetro. No son espada,
porque no transmiten el poder civil de la vida y la muerte corporales;
ni cetro, porque no transmiten el poder soberano o legislativo sobre
la Iglesia, sino un poder administrativo y ministerial. Así como la
llave de la casa de David fue entregada a Eliaquim5 (Isa. 22:22), quien
sucedió a Sebna en su cargo, y su cargo era ‫« ַﬠל־ַה ָ ֽבּ ִית‬sobre la casa»

4 Nota de los traductores: Aquí la palabra es la misma (opening) utilizada


para hablar de la «exposición» de la Palabra; sin embargo, la forma en la que
está siendo usada en referencia a las ordenanzas pareciera entenderse mejor
con la palabra explicación.
5 Nota de traductores: En el original hay un error en el nombre que se cita,

dice Hilkiah (Hilcías), pero en realidad el texto bíblico declara que quien recibió
las llaves de la casa de David fue Eliaquim, su hijo.
22 Qué son las llaves del Reino de los cielos y cuál es el poder de las mismas

(v. 15); y la misma frase: «sobre la casa», se traduce como «mayor-


domo de la casa» (Gén. 43:19).

3. ¿Cuáles son las acciones de estas llaves, de las


cuales se dice que atan y desatan?
En cuanto a lo tercero, ¿cuáles son las acciones de estas llaves? Con
respecto a las acciones de estas llaves, se dice aquí que son «atar» y
«desatar»; estas no son las acciones propias de las llaves materiales,
cuyas acciones son abrir y cerrar, lo cual argumenta que las llaves
de las que aquí se habla no son llaves materiales, sino metafóricas.
Sin embargo, siendo llaves, tienen también un poder de abrir y
cerrar, porque de Cristo —que tiene el poder soberano sobre estas
llaves—, se dice que tiene la llave de David para abrir y nadie puede
cerrar, y para cerrar y nadie puede abrir (Apo. 3:7). Esto implica
que estas llaves del Reino de Cristo tienen tal poder para abrir y
cerrar que, por lo tanto, atan y desatan, retienen y perdonan.
Cuando abren, desatan y perdonan; cuando cierran, atan y
retienen; lo cual será más claro al exponer el cuarto punto.

4. ¿Cuál es el objeto de estas acciones, el cual debe


ser atado o desatado y recibe el nombre genérico
de «todo lo que» {atéis}?
Entonces, el cuarto punto es: ¿Cuál es el objeto que debe ser atado
y desatado? El texto de Mateo 16:196 dice: «todo lo que», lo cual no
se extiende a cualquier juramento, pacto, contrato, consejo o ley
(hasta donde los papistas lo quieren extender); como si cualquier
juramento de lealtad, pacto de arrendamiento o matrimonio, etc.,
que el Papa ratifica o disuelve en la tierra debiera ser ratificado o
disuelto en el Cielo. No, esta no es la llave del Reino de los cielos,

6 Nota de los traductores: Hay un error de referencia en el original; dice

«Mat. 16.9», pero en realidad se está refiriendo a Mateo 16:19.


Las llaves del Reino de los cielos 23

sino la llave del pozo del abismo (Apo. 9:1). No obstante, la frase
«todo lo que» está escrita aquí en el género neutro (no en el
masculino «todo aquel») para implicar tanto cosas como personas
—cosas como pecados; personas: aquellos que los cometen—,
porque cuando nuestro Salvador habla de las mismas acciones,
refiriéndose a las mismas llaves (Jua. 20:23),7 se explica así mismo de
la siguiente manera: «A quienes perdonéis los pecados, estos les son
perdonados; a quienes retengáis los pecados, estos les son retenidos».
Por lo tanto, «lo que ates en la tierra» {Mat.16:19}, es paralelo a «a
quienes retengáis los pecados» en la tierra {Jua. 20:23}; y «lo que
desates en la tierra» {Mat. 16:19}, es paralelo a «a quienes
perdonéis8 los pecados» en la tierra {Jua. 20:23}.
Ahora bien, esta acción de atar y desatar todo pecado en todo
aquel que los cometa está en parte en la conciencia del pecador, y
en parte, en su estado exterior en la Iglesia, que suele expresarse en
otros términos, ya sea in foro interiori9 o in foro exteriori10. Como cuando
en la dispensación de las ordenanzas de Dios un pecador está
convencido de estar bajo la culpa del pecado, entonces su pecado es
retenido, su conciencia está atada bajo la culpa de este, y él mismo
está atado bajo alguna disciplina de la iglesia, conforme a la
naturaleza y la debida retribución de su transgresión; y si su pecado
es de una clase más detestable, él mismo es excluido de la comunión
de la iglesia. No obstante, cuando un pecador se arrepiente de su
pecado y lo confiesa ante el Señor, y —en caso de que sea de

7 Nota de los traductores: Hay un error de referencia en el original; dice

«Jua. 20.21», pero en realidad se está refiriendo a Juan 20:23.


8 Nota de los traductores: Al parecer este es un error del autor en el texto

original al contrastar la palabra «desatar» con «perdonar», que es lo mismo


que hizo con la frase anterior. En el original aparece dos veces la palabra
«desatar», creemos que la segunda vez debió haber sido «perdonar», que es la
palabra que se usa en Juan 20:23.
9 Nota de los traductores: in foro interiori —Es decir, en el ámbito interior.
10 Nota de los traductores: in foro exteriori —Es decir, en el ámbito exterior.
24 Qué son las llaves del Reino de los cielos y cuál es el poder de las mismas

conocimiento público— también ante su pueblo, entonces, bajo el


ministerio de la doctrina y la disciplina del evangelio, su pecado es
perdonado y su conciencia desatada de la culpa de este, y él mismo
tiene una amplia y libre entrada tanto a la promesa del evangelio
como por las puertas de la santa comunión de la iglesia.

5. ¿Quién es el sujeto receptor de este poder, o a


quién se le otorga este poder? «Yo te daré las
llaves…»
El quinto punto para explicar es: ¿A quién se le otorga este poder de
las llaves? El texto dice: «A ti, Simón Pedro, hijo de Jonás», a quien
Cristo bendice y declara bendito por su santa confesión de Cristo, el
Hijo del Dios viviente, y en la misma ocasión promete utilizarlo a él
y a su confesión como instrumentos para poner los cimientos de Su
Iglesia, y también darle las llaves de Su Iglesia para el buen orden y
gobierno de ella. No obstante, ha resultado ser una cuestión muy
complicada la forma en la que se debe considerar a Pedro al recibir
este poder de las llaves; si las recibió como apóstol o como anciano
(porque también era un anciano [1 Ped. 5:1]) o como un creyente
que profesa su fe ante el Señor Jesús y sus hermanos. Ahora bien,
como somos tan estudiosos de la paz como de la verdad, no nos
inclinaremos por una de estas interpretaciones más que por otra.
Nuestro propósito en este discurso no se verá obstaculizado si
tomamos cualquiera de estas interpretaciones; sin embargo, para
hablar con honestidad y sin causar ofensa, el sentido de las palabras
sería más completo si se toman todas estas consideraciones juntas.
Si se considera que Pedro recibió el poder de estas llaves no solo como
apóstol, sino también como anciano, e incluso como creyente que
profesa su fe, todo ello puede ir unido. Porque hay un poder
diferente dado a cada uno de ellos —es decir, a un apóstol, a un
anciano, a un creyente—, y Pedro era todos estos, y recibió todo el
poder que fue dado por Cristo a cualquiera de estos, o a todos estos
Las llaves del Reino de los cielos 25

a la vez. Porque así como el Padre envió a Cristo, así Cristo envió a
Pedro (como a cada uno de los apóstoles) cum amplitudine, et plenitudine
potestatis11 (en la medida en que cualquier oficial de la iglesia o toda
la iglesia misma tuviera la capacidad de recibirlo), véase Juan 20:21.
De modo que Agustín no se equivocó al decir que Pedro recibió las
llaves en nombre de la Iglesia. No obstante, de este texto en
Mateo 16:19 no impugnaremos ningún otro poder —ni al
presbiterio ni a la fraternidad de la iglesia— que aquel que se les
concede expresamente en otros textos de las Escrituras.12
Ahora bien, en otras Escrituras se dice lo siguiente. En primer
lugar, que Cristo dio el poder de retener o perdonar los pecados (es
decir, el poder de atar y desatar, esto es: todo el poder de las llaves)
a todos los apóstoles, así como a Pedro (Jua. 20:21, 23). En segundo
lugar, se dice también que los apóstoles encomendaron la autoridad
y el gobierno de cada iglesia particular a los ancianos (el presbiterio)
de esa iglesia (Heb. 13:17; 1 Tim. 5:17); por lo tanto, Cristo les dio
el poder de las llaves también a ellos. En tercer lugar, se dice además
que Cristo dio el poder de las llaves también al cuerpo de la iglesia,
esto es, la fraternidad {de miembros} junto con el presbiterio {de
ancianos}; porque el Señor Jesús imparte el poder de atar y desatar
a los apóstoles, o a los ancianos junto con toda la iglesia, cuando se
reúnen en Su Nombre y se ponen de acuerdo en cuanto a la
disciplina de un transgresor (Mat. 18:17-18). Si un transgresor
¾dice el Señor¾ rehúsa escuchar a la iglesia, que sea para ti como
un gentil o publicano, es decir, que sea excomulgado. Esta disciplina
administrada por los ancianos, junto con toda la iglesia, es ratificada
por Él con esta promesa del poder de las llaves: «En verdad, os digo

11 Nota de los traductores: cum amplitudine, et plenitudine potestatis —Es decir,

con amplitud y plenitud de poder.


12 Nota de los traductores: Aquí hay un punto seguido en el original, pero

hemos insertado un punto final para dividir el párrafo, respetando su flujo de


pensamiento, a fin de hacer más comprensible su lectura.
26 Qué son las llaves del Reino de los cielos y cuál es el poder de las mismas

que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo, y todo lo que
desatéis en la tierra, será desatado en el cielo». En este texto, aunque
haya algunas diferencias entre los teólogos clásicos y los
congregacionalistas en cuanto a lo que debe entenderse por «la
iglesia» («dilo a la iglesia») —ya sea el presbiterio o la
congregación—, todos están de acuerdo en esto (y es el acuerdo en
la verdad lo que buscamos): Que ningún transgresor debe ser
excomulgado si no es con alguna concordancia de la congregación,
al menos por medio de: (1) El consentimiento con respecto a la
sentencia. (2) De la ejecución real de la misma al apartarse del
transgresor así condenado y disciplinado. Ahora bien, concebimos
que este consentimiento y concordancia de la congregación, que se
requiere para el poder y la validez de la disciplina, es una parte del
ejercicio del poder de las llaves.
De modo que cuando Cristo dijo a Pedro: «Yo te daré las llaves
del reino de los cielos»; si Pedro recibió en ese momento todo el
poder de las llaves, entonces estuvo en el lugar y en el nombre de
todos los que recibieron alguna parte del poder de las llaves, ya sean
apóstoles, ancianos o iglesias. Incluso si lo recibió en su posición
como apóstol solamente, aun eso no impide que así como él recibió
el poder de un apóstol, el resto de los apóstoles recibió el mismo
poder, ya sea en este texto o en otro; y el presbiterio de cada iglesia
recibió —si no en este texto, sí en otro— el poder perteneciente a su
oficio; y de la misma manera cada iglesia o congregación de
creyentes profesos recibió también la porción del poder eclesial que
les pertenecía.
CAPÍTULO II
DE LA DISTRIBUCIÓN1 DE LAS
LLAVES Y SU PODER, O DE LAS
DISTINTAS CLASES DE LLAVES

L Existe:
a distribución ordinaria de las llaves suele ser enseñada de
la siguiente manera:

Esta distribución, aunque es común tanto entre los protestantes


como entre los papistas, aun así rogamos el permiso para expresar
lo que no nos satisface del todo en esta. Hay cuatro cosas que nos
parecen defectuosas:
1. El hecho de que cualquier llave del Reino de los cielos sea
dejada sin poder. Porque aquí, en esta distribución, la llave del cono-
cimiento es puesta en una categoría distinta a la de la llave del poder.
2. Hay un defecto real en la omisión de una parte integral de las
llaves, que es la llave del poder o la libertad que pertenece a la Iglesia

1 Nota de los traductores: En este contexto, el autor no hace referencia a la

distribución en el sentido de repartición, sino a la organización interna de las llaves.


Es el mismo sentido que cuando hablamos de la distribución de una casa.
27
28 De la distribución de las llaves y su poder, o de las distintas clases de llaves

misma. Pero no es de extrañar que los clérigos papistas —aquellos


que han oprimido toda libertad de la Iglesia— la hayan omitido. Las
iglesias protestantes, habiendo recuperado la libertad de predicar el
evangelio y el ministerio2 de los sacramentos, han encontrado tal
satisfacción en esta libertad, que algunas de ellas no han mirado más
allá ni siquiera como para discernir el defecto que tienen con
respecto al poder eclesial ni a la libertad que se les debe en lo tocante
a la disciplina. Otros, al darse cuenta del agravio que habían sufrido
por la retención de una llave o poder que les pertenecía, han
arrebatado para sí un poder indebido, el cual no les pertenece: la
llave de la autoridad.
3. Hay otro defecto en la distribución al hacer una separación
entre la llave del orden y la llave de la jurisdicción; {esto se hace}
con el propósito de dar paso al poder de los cancilleres y comisarios
in foro exteriori; los cuales, aunque no tienen la llave del orden (no
habiendo entrado nunca a santas órdenes ¾como se las llama¾,
pues a lo sumo {pueden ser considerados} dentro del orden de los
diáconos solamente, del cual nuestro Señor no habló nada tocante
a la jurisdicción), aun así han sido investidos con jurisdicción, incluso
{con una} más alta que la autoridad ministerial, por encima
inclusive de aquellos ancianos que trabajan en la predicación y en
la enseñanza {1 Tim. 5:17}. Por esta sacrílega violación del orden
(que ha sido como la ruptura de las filas y los rangos en un ejército),
Satanás ha desbaratado y arruinado una gran parte de la libertad y
pureza de las iglesias, así como de todas las ordenanzas de Cristo en
estas.
4. Un cuarto defecto (aunque el menor que observamos en esta
distribución) es que el orden es concedido solo para los oficiales de
la iglesia. Porque aunque estamos lejos de permitir esa usurpación
sacrílega del oficio de los ministros, lo cual oímos —para nuestro

2 Nota de los traductores: el ministerio —O la administración.


Las llaves del Reino de los cielos 29

pesar— que se practica en algunos lugares que los cristianos


ordinarios se encargan de manera ordinaria de predicar el evangelio
públicamente y ministrar los sacramentos; sin embargo, estable-
cemos una diferencia entre «oficio» y «orden». Consideramos que
el «oficio» es propio de aquellos que son apartados para alguna
función específica en la iglesia, los cuales son: ancianos o diáconos.
No obstante, el «orden» —hablando del orden eclesial propiamente
dicho— es común a todos los miembros de la iglesia, ya sean
oficiales o hermanos que no lo son. Hay un orden tanto en los que
están sujetos como en los que gobiernan. Hay un τάξις tanto de τῶν
ὑποτακτικῶν como de τῶν ἐπιτακτικῶν.3 De la doncella en Ateneo se
dice θεραπαίνης τάξιν ἐπιλάβουσα;4 así como su señora {tiene un
orden también}. Sin embargo, si alguien está dispuesto a hacer de
los términos oficio y orden {palabras} equivalentes5, no vamos a
discutir sobre {el uso de} las palabras para que no haya un mal
entendido envuelto en este tema.

Una distribución más adecuada de las llaves


Por lo tanto, consideremos ahora una distribución de las llaves que
se ajusta más a la fraseología de las Escrituras, porque a los
verdaderos israelitas les conviene más hablar la lengua de Canaán
que la de Asdod.
Cuando Pablo vio y se regocijó al contemplar cómo la iglesia de
Colosas había recibido al Señor Jesús y andaba en Él, resumió todo

3 Nota de los traductores: Hay un orden tanto de los que se sujetan, como de
los que gobiernan.
4 Nota de los traductores: θεραπαίνης τάξιν ἐπιλάβουσα significa: recibió el

oficio de sierva. Aquí se está haciendo referencia al autor griego Ateneo para
ilustrar el uso de la palabra τάξιν (orden), mostrando que la sierva y su señora
tienen un orden diferente.
5 Nota de los traductores: La palabra original es aequipollent, que significa

iguales en fuerza o poder.


30 De la distribución de las llaves y su poder, o de las distintas clases de llaves

su estado eclesial —es decir, su belleza y poder— con estos dos


{términos}: la fe y el orden (Col. 2:5-6).
Por lo tanto, hay una llave de la fe y una llave del orden.

La llave de la fe
La llave de la fe es la misma que el Señor Jesús llama «la llave del
conocimiento» en Lucas 11:52; con respecto a la cual denuncia que
los intérpretes de la ley la habían quitado. Ahora bien, esa «llave del
conocimiento» de la que habla Cristo era tal que, si no la hubieran
quitado, los que la poseían hubieran tenido el poder para entrar ellos
mismos en el reino de los cielos y podrían haber abierto la puerta a
otros para que entraran también. Además, el conocimiento por el
cual un hombre tiene poder para entrar en el Cielo es solo la fe, que
a menudo se le llama: «conocimiento», por ejemplo, en Isaías 53:11:
«Por su conocimiento, el Justo, mi Siervo, justificará a muchos»; es
decir, por la fe de Cristo; y Juan 17:3: «Y esta es la vida eterna: que
te conozcan a ti»; es decir, que crean en Ti. Por lo tanto, esta llave
—la «llave del conocimiento» (conocimiento salvador), que es la
misma que la «llave de la fe»— es común a todos los creyentes. Un
alma fiel que conoce las Escrituras y a Cristo en ellas, recibe a Cristo
y entra por Él en el Reino de los cielos, tanto en la vida presente
como en la venidera. En esta vida entra en un estado de gracia por
medio de la fe (Heb. 4:3); y, por la profesión de su fe, entra también
en la comunión de la Iglesia —que es el Reino de los cielos en la
tierra. Por esta misma fe, cree para justificación y confiesa para
salvación, la cual es perfeccionada en el Reino de la gloria
(Rom. 10:10).

La llave del orden


La llave del orden es el poder por el cual cada miembro de la iglesia
camina ordenadamente, conforme a su lugar en la iglesia, y ayuda
a sus hermanos a caminar ordenadamente también.
Las llaves del Reino de los cielos 31

Los apóstoles y los ancianos pidieron a Pablo que se presentara


ante los judíos en el Templo para que mostrara a todos que vivía
ordenadamente (Hch. 21:18, 24): «Ordenadamente», es decir,
según el orden de la iglesia judía con la que en este tiempo estaba
relacionado. Y fue el mandamiento que Pablo dio a la iglesia de
Tesalónica en su conjunto, y a cada uno de sus miembros en
particular: «que os apartéis de todo hermano que ande
desordenadamente» (2 Tes. 3:6). Esto de apartarse del que andaba
desordenadamente era el ejercicio de la llave del orden por parte de
ellos, así como fue un ejercicio similar de la misma llave del orden
cuando él exhortó a los hermanos a que amonestaran a los
«indisciplinados», que es la misma palabra en el original: amonestar
a los «desordenados» (1 Tes. 5:14). Y esta llave del orden (es decir,
orden entendido en este sentido) es común a todos los miembros de
la iglesia, sean ancianos o hermanos.
Además, del orden hay dos llaves: una llave de poder o participación, y
la llave de autoridad o gobierno. La primera de ellas se denomina en la
Escritura: libertad; para distinguirse así de la llave de gobierno y
autoridad en los oficiales de la iglesia. No hablamos aquí de la libertad
espiritual, ni de la impunidad —por la cual los hijos de Dios son
liberados por la sangre de Cristo de Satanás, el infierno, la esclavitud
del pecado, la maldición de la ley moral y el servicio de la ley
ceremonial—; ni de la inmunidad —por la cual tenemos el poder de ser
llamados hijos de Dios, de acercarnos confiadamente al trono de la
gracia en oración, y como herederos de la gloria, de esperar nuestra
herencia en luz—; sino de esa libertad externa o participación que Cristo
también ha comprado para Su pueblo, la cual consiste en la libertad
de entrar en la comunión de Su Iglesia, la libertad de elegir y llamar
a hombres bien dotados para un oficio en Su iglesia, la libertad de
participar de los sacramentos o sellos del pacto de la iglesia, la
libertad y la participación de unirse a los oficiales en la debida
disciplina de los transgresores y otras cosas similares. Esta libertad y
32 De la distribución de las llaves y su poder, o de las distintas clases de llaves

sus actos se ejemplifican a menudo en los Hechos de los apóstoles, y


el apóstol Pablo la llama expresamente con el nombre de «libertad»:
«Porque vosotros, hermanos» —dice él— «a LIBERTAD fuisteis
llamados; solo que no uséis la libertad como pretexto para la carne,
sino servíos por amor los unos a los otros»6 (Gál. 5:13). El hecho de
que el apóstol usa la palabra «libertad» para referirse a la libertad
de la iglesia o al poder {que se ha concedido a esta} para ordenar
sus {propios} asuntos es evidente si consultamos el contexto y no a
los comentaristas. Habiendo dejado atrás la primera parte de la
epístola —que se extiende desde el principio {de la misma} hasta el
final del versículo 8 del capítulo 5— en parte {tratando} sobre la
confirmación de su llamado y en parte disputando contra la
justificación por las obras de la ley; en el versículo 9, el apóstol no
empieza a exhortar a las bonos mores7 en general (como usualmente
interpretan los comentaristas), sino a instruir con respecto a la
disciplina de la Iglesia, acerca de lo cual da tres o cuatro directrices
hasta el capítulo 6, versículo 10.
1. En cuanto a la disciplina de aquellos maestros corruptos que
los habían pervertido y perturbado con esa doctrina corrupta de la
justificación por las obras (Del cap. 5, v. 9, hasta el final del
capítulo).
2. Sobre la gentil amonestación y restauración de un hermano
caído por debilidad (Del cap. 6, vv. 1-5).
3. Sobre el mantenimiento de sus ministros (vv. 6-8), y de la
benevolencia para con los demás (vv. 9-10).
En cuanto a lo primero, la disciplina de sus maestros corruptos.
(1) Pone como fundamento (lo que él mismo dio como fundamento
para la excomunión de los incestuosos de Corinto [1 Cor. 5:6]): «Un

6Nota de los traductores: Énfasis en el original.


7Nota de los traductores: las bonos mores —Es decir, las buenas costumbres o
hábitos.
Las llaves del Reino de los cielos 33

poco de levadura fermenta toda la masa» (v. 9). (2) Presupone que
la iglesia tendrá la misma opinión que él y concordará en la
disciplina de aquel que los perturbó con la doctrina corrupta (v. 10),
habiendo mostrado él mismo que no tiene compañerismo con la
doctrina corrupta (v. 11). (3) Procede a declarar qué disciplina
desearía que se aplicara contra este y el resto de aquellos maestros
corruptos. Dice él: «¡Ojalá que los que os perturban también se
mutilaran!» —es decir, que sean excomulgados (v. 12). Ahora bien,
para que los hermanos de la iglesia no levanten objeción diciendo:
—¿Pero qué poder tenemos nosotros para excomulgarlos?, el apóstol responde
que ellos tienen el poder o libertad para unirse con la parte más sana
del presbiterio para echar fuera o cortar {de entre la congregación
a los falsos maestros}: «Porque vosotros, hermanos» ¾dice él¾ «a
libertad fuisteis llamados».
Si se objetara además: —Sí, pero si se le da al pueblo este poder y libertad
en algunos casos, ya sea para desechar a sus maestros o cortarlos {de en medio
de ellos}, el pueblo pronto se aprovechará para abusar de esta libertad hasta llegar
a un libertinaje carnal. El apóstol lo previene con una palabra de sano
consejo: «Porque vosotros, hermanos» —dice él— «a libertad
fuisteis llamados; solo que no uséis la libertad como pretexto para la
carne, sino servíos por amor los unos a los otros» (v. 13). Y, a
continuación, sigue oportunamente este consejo con la advertencia
de que se cuiden de abusar de esta libertad de disputar carnalmente
(una enfermedad habitual de la libertad popular) y con todo ello los
desaconseja de todos los demás frutos de la carne, hasta el final del
capítulo.
Por lo tanto, es evidente que se da una llave de poder o libertad
a la iglesia (a los hermanos junto con los ancianos) para abrir una
puerta de entrada al llamado de los ministros; así como para cerrar
la puerta de entrada contra ellos en algunos casos, como cuando
mediante la doctrina corrupta y perniciosa se convierten de pastores
a lobos feroces.
34 De la distribución de las llaves y su poder, o de las distintas clases de llaves

Así que, habiendo tratado la primera llave del orden —con un


enfoque más amplio—, a saber, la llave del poder o la libertad en
la iglesia, queda la otra llave del orden —con un enfoque más
específico—, es decir, la llave de la autoridad o el gobierno, que
pertenece a los ancianos de la iglesia.
La autoridad es un poder moral, en un orden superior (o estado), que ata o
desata al que está en un orden inferior en lo que respecta a la sujeción.
Cuando esta llave fue prometida a Pedro (Mat. 16:19), le fue
entregada a él junto con el resto de los apóstoles (Jua. 20:23); por
ende, tenían el poder de atar y desatar; y es la misma autoridad que
se da a sus sucesores, los ancianos, por la cual son llamados a
apacentar y gobernar la Iglesia de Dios, como los apóstoles lo
hicieron antes que ellos (Hch. 20:28). En efecto, al exponer y aplicar
la ley, con el espíritu de esclavitud que acompaña a los pecadores,
los atan bajo la maldición, y a sus conciencias, bajo la culpa del
pecado y el temor a la ira, y cierran el Reino de los cielos contra
ellos. Al exponer y aplicar el evangelio, con el Espíritu de adopción
que acompaña {a los hijos de Dios (Rom. 8:14-15)}, perdonan el
pecado y desatan de la culpa del pecado las conciencias de las almas
que creen y se arrepienten8, y les abren las puertas de los cielos. En
virtud de esta llave, así como predican con toda autoridad no solo la
doctrina de la ley sino también el Pacto del Evangelio, también
administran sus sellos: el bautismo y la Cena del Señor. Además, en
virtud de esta llave, ellos, junto con la iglesia, atan al transgresor
obstinado por medio de la excomunión (Mat. 18:17-18) y lo desatan
y perdonan cuando se arrepiente (2 Cor. 2:7).
Hemos recibido de la Escritura esta distribución de las llaves y,
por tanto, del poder espiritual en las cosas del Reino de Cristo. No
obstante, si algunos hombres, por amor a la antigüedad, prefieren

8 Nota de los traductores: las almas que creen y se arrepienten —Lit., las almas

que están creyendo y están arrepintiéndose.


Las llaves del Reino de los cielos 35

mantener los términos de la anterior y más antigua distribución (ya


que hay quienes son tan reacios a cambiar los antiquos terminos
verborum, como los agrorum),9 no haremos un problema de esto si las
palabras son explicadas correctamente con el deseo de llegar al
mismo juicio y hablar las mismas cosas con nuestros hermanos; tan
solo que permitan algún poder espiritual a la llave del conocimiento,
aunque no un poder eclesial. Y en el poder eclesial, que pongan
tanto una llave de libertad —es decir, un poder y privilegio para
participar— como una llave de autoridad. En cuanto a su llave del orden,
aunque entienden correctamente la llave del oficio, que no separen
de ella la llave de la jurisdicción —porque Cristo ha dado
jurisdicción solamente a quien ha dado oficio—, y así consentimos
de buen grado con ellos.

9 Nota de los traductores: El autor está haciendo un juego de palabras con


la frase latina antiquos terminos agrorum que significa «los antiguos términos de
campos» que refiere al establecimiento tradicional de límites de propiedad y
la defensa de estos por parte de aquellos que se encontraban entre la
aristocracia. Cotton cambia la frase por antiquos terminos verborum que significa
«los antiguos términos de palabras» para hablar de la actitud de cómo algunos
se aferran a las formulaciones tradicionales de terminología teológica.
CAPÍTULO III
DEL SUJETO RECEPTOR DEL PODER DE LAS
LLAVES, A QUIÉNES HAN SIDO CONFIADAS:
PRIMERO, DE LA LLAVE DEL CONOCI-
MIENTO Y, LUEGO, DE LA DEL ORDEN

A
sí como las llaves del Reino de los cielos son diversas,
también son diversos los sujetos a quienes estas han sido
confiadas; como en el cuerpo natural, la diversidad de
funciones está en correspondencia con la diversidad de miembros.
1. La llave del conocimiento (que es la misma que la llave de la fe)
pertenece a todos los fieles, sean parte o no de una iglesia local.
Como en los tiempos primitivos, cuando los hombres de edad
avanzada eran primero llamados y convertidos a la fe antes de ser
recibidos en la iglesia. Incluso ahora, un indio o pagano no puede
ser recibido en la iglesia hasta que haya recibido primero la fe y haya
hecho profesión de ella ante el Señor y la iglesia. Esto argumenta
que la llave del conocimiento se da no solo a la iglesia {local}, sino
a algunos antes de que entren en la iglesia {local}. Y, sin embargo,
{es dada} a los cristianos por el bien de la iglesia; para que los que
reciban esta gracia de la fe, por ella puedan recibir a Cristo y Sus
beneficios, y con ello puedan recibir también este privilegio:
encontrar una puerta abierta ante ellos, para entrar en la comunión de
la iglesia.
2. La llave del orden (hablando del orden de la iglesia, como lo hace
Pablo en Col. 2:5), pertenece a todos los que están en el orden de la
37
38 De la llave del conocimiento y de la llave del orden

iglesia, ya sean ancianos o hermanos, porque aunque los ancianos están


en un orden superior por su oficio, aun así, los hermanos (sobre los
cuales los ancianos son hechos supervisores y gobernantes) también
están en un orden, en una sujeción ordenada, conforme al orden del
evangelio. Es cierto que toda alma fiel que ha recibido la llave del
conocimiento está obligada a velar por el alma de su prójimo como
si fuera la suya propia y a amonestarlo de su pecado, a menos que
sea un escarnecedor; pero esto lo hace non ratione ordinis, sed intuitu
charitatis (no en virtud de un estado de orden en el que se encuentra
[incluso en la comunión eclesial], sino en virtud del amor y la
caridad cristiana común). Sin embargo, todo cristiano fiel que está
en el orden eclesial está obligado a hacer lo mismo, tanto respecto a
ordinis, como a intuitu charitatis, en virtud de esa ley real, no solo de
amor, sino de orden eclesial (Mat. 18:15-17). Por lo cual, si el
hermano que pecó contra él no escucha su corrección y
amonestación, entonces, conforme al orden, debe dar el próximo
paso llevando a uno o dos más con él. Si el transgresor se niega a
escucharlos también, entonces, por el orden, debe decirle a la iglesia,
y luego, tomar la actitud apropiada para con él según Dios guíe a la
iglesia al respecto.
CAPÍTULO IV
DEL SUJETO RECEPTOR A QUIEN LE
ES DADA LA LLAVE DEL PRIVILEGIO,
PODER O LIBERTAD DE LA IGLESIA

E
sta llave es dada a los hermanos de la iglesia, pues así lo dice
el apóstol en Gálatas 5:13 (en el pasaje citado y expuesto
anteriormente): «Porque vosotros, hermanos, a libertad
fuisteis llamados».
En efecto, así como el εὖ εἶναι {bien ser}, εὐεξία {bienestar} y
εὐπραξία {buen obrar} de una nación1 se manifiesta en el correcto
y debido establecimiento y equilibrio de las libertades o privilegios del
pueblo —que en un sentido verdadero puede ser llamado un poder—
y la autoridad del gobierno civil, así también la seguridad de la
estructura de la iglesia se manifiesta en el correcto y debido
establecimiento y ordenamiento del santo poder de los privilegios y
libertades de los hermanos, y la autoridad ministerial de los ancianos.
El evangelio no permite ninguna autoridad eclesial (o gobierno
eclesial, propiamente dicho) a los hermanos, sino que la reserva
enteramente a los ancianos, y, sin embargo, impide la tiranía, la
oligarquía, y la exorbitancia de los ancianos mediante el
establecimiento amplio y firme de las libertades de los hermanos,
que llega a ser un poder en ellos. Cabe mencionar aquí el axioma de
Bucero: Potestas penes omnem Ecclesiam est; Authoritas ministerii penes

1 Nota de los traductores: nación —Lit., mancomunidad.


39
40 De la llave del privilegio, poder o libertad de la iglesia

Presbyteros & Episcopos.2 En Mateo 16:19, donde potestas, o poder, se


contrasta con authoritas, o autoridad, el cual no es otra cosa que una
libertad o privilegio.
Las libertades de los hermanos, o de la iglesia conformada por
estos, son muchas e importantes:
1. La iglesia de los hermanos tiene el poder, los privilegios y la libertad
de escoger a sus oficiales. En la elección del apóstol que
reemplazaría a Judas, el pueblo llegó hasta donde el voto y el sufragio
humano podían llegar. De 120 personas (Hch. 1:15) eligieron y
presentaron a dos; y de estos dos Dios eligió a uno de ellos por sorteo
(porque un apóstol debía ser designado directamente por Dios); y,
sin embargo, este que fue elegido por Dios, fue contado entre los
doce apóstoles por el sufragio común de todos ellos (v. 26): —
συγκατεψηφίσθη, «communibus omnium suffragiis inter duodecim
Apostolos allectus est». Y en este pasaje, al igual que lo hacen otros,
Cipriano insiste en confirmar el poder —que es ἐξουσίαν, el privilegio o
la libertad— del pueblo en la elección o rechazo de sus ministros:
«Plebs Christiana» —dice él— «vel maxime potestatem habet, vel
dignos sacerdotes eligendi, vel indignos recusandi»3 (Libro 1,
epístola 4).
La misma, o una mayor libertad, es generalmente aprobada por
los mejores de nuestros teólogos —estudiosos de la Reforma—
tomando como base Hechos 14:23: Les «ordenaron ancianos,
elegidos por el levantamiento de manos».
El mismo poder se expresa claramente en la elección de los
diáconos (Hch. 6:3, 5-6). Los apóstoles no eligieron a los diáconos,
sino que convocaron a la multitud y les dijeron: «Por tanto,

2 Nota de los traductores: El poder está en las manos de toda la iglesia; la autoridad

del ministerio está en las manos de los presbíteros y obispos.


3 Nota de los traductores: El pueblo {lit. plebe} cristiano es quien tiene el máximo

poder, ya sea para elegir a los sacerdotes dignos o para rechazar a los indignos.
Las llaves del Reino de los cielos 41

hermanos, escoged de entre vosotros siete hombres […] a quienes


podamos encargar esta tarea […]. Lo propuesto tuvo la aprobación
de toda la congregación, y escogieron a Esteban…».
2. Es un privilegio o libertad que la iglesia ha recibido enviar a uno
o más de sus ancianos, según lo requiera el servicio público de Cristo
y de la iglesia. Así, Epafrodito fue un mensajero o apóstol de la iglesia de
Filipos para Pablo (Flp. 2:25).
3. Los hermanos de la iglesia tienen el poder y la libertad de proponer
cualquier objeción justa contra los que se ofrecen para ser admitidos
a su comunión, o a los sellos de la misma. Por eso, cuando Saulo se
ofreció a la comunión de la iglesia en Jerusalén, no fue admitido al
principio por una objeción presentada contra él por los discípulos,
hasta que esa objeción fue eliminada (Hch. 9:26-27); y Pedro no
admitió a la familia de Cornelio en el bautismo hasta que preguntó a
los hermanos si alguno de ellos tenía alguna objeción al respecto
(Hch. 10:47).
4. Como los hermanos tienen un poder de orden y el privilegio para
reconvenir a sus hermanos en caso de escándalos privados —
conforme a la regla de Mateo 18:15-16—; así, en caso de escándalo
público, toda la iglesia de los hermanos tiene el poder y el privilegio de
unirse a los ancianos en la indagación, escucha y juicio de escándalos
públicos, para atar bajo disciplina a los transgresores manifiestos4 y
a los impenitentes, y para perdonar a los arrepentidos. Porque, en
caso de que la transgresión no pueda ser remediada en privado, el
hecho de que Cristo ordena a un hermano a que lo diga «a la iglesia»
(Mat. 18:17) implica necesariamente que la iglesia debe escucharlo
e inquirir acerca de la transgresión de la cual es acusado, y juzgarla
según la encuentren al investigarla. Cuando los hermanos que eran
de la circuncisión reconvinieron a Pedro sobre su comunión con
Cornelio y su familia incircuncisa, Pedro no los rechazó a ellos ni la

4 Nota de los traductores: manifiestos —Lit., notorios.


42 De la llave del privilegio, poder o libertad de la iglesia

queja que tenían contra él como si estuvieran transgrediendo los


límites de su justo poder y privilegio, sino que de inmediato se propuso
dar una respuesta satisfactoria a todos ellos (Hch. 11:2-18). Los
hermanos de la iglesia de Corinto, reunidos junto con sus ancianos, en
el nombre del Señor Jesús, y con Su poder, entregaron al incestuoso a Satanás
(1 Cor. 5:4-5). Y Pablo reprende a todos, tanto a los hermanos como
a los ancianos, para que no se demoren en expulsarlo de en medio
de ellos (v. 2); y expresamente concede a los que están dentro todo
el poder de juzgar (v. 22). Además, de ahí se argumenta que todos los
santos, incluso los más sencillos de todos, {tienen} la capacidad de
juzgar entre hermanos en las cosas de esta vida, como aquellos que
han recibido tal espíritu de discernimiento de Cristo, por el cual un
día juzgarán al mundo, incluso a los ángeles, así como se menciona
en el capítulo siguiente (1 Cor. 6), y también en 1 Corintios 1:2-5. A
los mismos hermanos de la misma iglesia, así como a los ancianos, les
ruega que perdonen al mismo corintio incestuoso cuando se arrepintió
(2 Cor. 2:7-8).
Si se dice que juzgar es un acto de gobierno, y que ser gobernantes
de la iglesia no es algo que ha sido dado a todos los hermanos, sino
solo a los ancianos.
Respuesta: No todo juicio es un acto de autoridad o gobierno;
porque hay un juicio de discreción, a modo de privilegio, así como de
autoridad a modo de sentencia. El de discreción es común a todos
los hermanos, así como el de autoridad pertenece al presbiterio de
esa iglesia. En Inglaterra, tanto el jurado por su veredicto, como el
juez por su sentencia, juzgan ambos al mismo malhechor, pero, en
el caso del jurado, su veredicto no es más que un acto de su libertad
popular. En el juez, es un acto de su autoridad judicial.
Si se preguntara de forma demandante: ¿Qué diferencia hay
entre estos dos?
Tenemos lista la respuesta: La diferencia es grande; porque
aunque el jurado haya emitido su juicio y veredicto, el malhechor
Las llaves del Reino de los cielos 43

no es condenado legalmente, y mucho menos ejecutado, sino por la


sentencia del juez. De la misma manera, aunque los hermanos de la
iglesia de común acuerdo den su voto y juicio para aprobar la
disciplina de un transgresor, este no es disciplinado hasta que el
presbiterio dicta la sentencia.
Si se dijera de nuevo: Sí, pero atar y desatar es un acto de
autoridad, y el poder de atar y desatar fue dado por Cristo a toda la
iglesia (Mat. 18:18).
Respuesta: Se puede decir que toda la iglesia ata y desata en el
sentido de que los hermanos consienten y concuerdan con los
ancianos, tanto antes de la disciplina al discernirla como algo justo
y equitativo, como al declarar su discernimiento al levantar las
manos o guardando silencio; y, después de la disciplina, al rechazar
de su comunión habitual al transgresor disciplinado. Sin embargo,
el discernimiento o la aprobación de la justeza de la disciplina de
antemano no es un impedimento para la labor de los ancianos.
Porque, antes de eso, los ancianos no solo han examinado en
privado al transgresor y su transgresión, y las pruebas de la misma,
para preparar el asunto y madurarlo para el conocimiento de la
iglesia, sino que también revisan públicamente ante la iglesia los
principales pasajes {de las Escrituras} relacionados con el tema, y
declaran a la iglesia el consejo y la voluntad de Dios al respecto, para
que puedan discernir y aprobar correctamente la disciplina que el
Señor requiere que se administre en tal caso. De este modo, el que
las personas disciernan y aprueben la justeza de la disciplina antes
de ser administrada surge de la instrucción y dirección que los
ancianos les dan al respecto previamente; a lo que el pueblo da su
consentimiento en obediencia a la voluntad y regla5 de Cristo. De
ahí el discurso del apóstol: «y estando preparados para castigar toda
desobediencia cuando vuestra OBEDIENCIA SEA COMPLETA»6

5 Nota de los traductores: regla —O gobierno.


6 Nota de los traductores: Énfasis en el original.
44 De la llave del privilegio, poder o libertad de la iglesia

(2 Cor. 10:6). El castigo de los apóstoles contra la desobediencia


mediante la redargución en la predicación no viene después de la
obediencia del pueblo, sino que {la} precede, ya sea que el pueblo
la obedezca o no. Por lo tanto, su castigo de la desobediencia
mediante la censura en la disciplina, para lo cual estaban
preparados, es lo que hace que la obediencia de la iglesia se cumpla
al discernir y aprobar la justeza de la disciplina, la cual los apóstoles
o ancianos declararon a la Iglesia por la Palabra.
Este poder o privilegio de la iglesia de tratar de esta manera a un
transgresor escandaloso no puede ser limitado únicamente a un
hermano en particular que transgrede, sino que puede alcanzar
también a un anciano en transgresión. Porque (como ya se ha
mencionado) es evidente que los hermanos de la circuncisión,
suponiendo que Pedro había transgredido al comer con hombres
incircuncisos, lo reconvinieron abiertamente acerca de su
{supuesta} transgresión, y él no se enfrentó a ellos en términos de
su apostolado, y mucho menos de su condición de anciano, sino que
se sometió voluntariamente para darles una respuesta satisfactoria a
todos (Hch. 11:2-18). Y Pablo escribe a la iglesia de Colosas con
respecto al trato con Arquipo, para que le advirtieran de que se
ocupara del cumplimiento de su ministerio (Col. 4:17). Y muy
contundente es la forma en la que se dirige a los gálatas con el
propósito de que procedieran con la máxima sentencia contra sus
corruptos y escandalosos falsos maestros: «Ojalá» —dice él— «que
los que os perturban también se mutilaran»; y esto, sobre la base
misma de su libertad (Gál. 5:12-13), como se ha explicado
anteriormente en el capítulo 2 {del presente tratado}.
Pero es una cuestión más difícil si la iglesia tiene o no poder o
libertad para proceder con la máxima disciplina contra todo su
presbiterio, porque:
Las llaves del Reino de los cielos 45

1. No se puede concebir {que esté} bien que se proceda contra


todo el presbiterio, puesto que por su fuerte influencia en los
corazones de muchos de los hermanos, una gran parte de los
hermanos estará dispuesta a ponerse de su lado; y, en caso de
encontrar disensión y oposición, la iglesia no debería proceder sin
consultar con el sínodo. Como cuando surgió disensión en la iglesia
de Antioquía y {los hermanos comenzaron a} TOMAR PARTIDO
(o como dice la palabra στάσις7); y enviaron a los apóstoles y
ancianos en Jerusalén, quienes en forma de sínodo determinaron el
asunto (Hch. 15:2-23). {Lo cual es} un precedente y patrón de los
debidos procedimientos eclesiales en caso de disensión, cuando
algunos toman partido por un lado y otros por otro. Pero de eso se
hablará más adelante.
2. La excomunión es uno de los mayores actos de gobierno en la iglesia,
por lo tanto, no puede ser realizada sin la participación de algún
gobernante {de la iglesia}. Ahora bien, cuando todos los ancianos
son culpables, entonces no quedan gobernantes en esa iglesia que
puedan disciplinarlos. Por lo tanto, así como el presbiterio no puede
excomulgar a toda la iglesia (aunque todos sean apóstatas), por el
hecho de que debe decírselo a la iglesia y unirse a esta en dicha
disciplina, tampoco la iglesia puede excomulgar a todo el
presbiterio, porque no han recibido de Cristo un oficio de gobierno
sin sus oficiales8.
Si se dice que los veinticuatro ancianos (que representan a cada uno
de los miembros de la iglesia, así como los cuatro seres vivientes
representan a los cuatro oficiales) tenían todos ellos coronas sobre sus

7 Nota de los traductores: Este vocablo griego se utiliza en Hechos 15:2 y


significa «condición de estar en una determinada posición o estado de cosas»,
así como: «falta de acuerdo con respecto a una cosa». Véase William Arndt y
otros, A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature
{trad. no oficial: Diccionario griego-inglés del Nuevo Testamento y otra literatura cristiana
posapostólica} (Chicago: University of Chicago Press, 2000), p. 940.
8 Nota de los traductores: sin sus oficiales —O fuera de sus oficiales.
46 De la llave del privilegio, poder o libertad de la iglesia

cabezas y estaban sentados sobre tronos (Apo. 4:4), lo cual es un


símbolo de autoridad regia; la respuesta es, {entonces,} que las
coronas y los tronos argumentan que son reyes, al igual que sus
vestimentas blancas argumentan que son sacerdotes (v. 4); sin embargo,
no son ni sacerdotes ni reyes por oficio, sino por la libertad de
realizar por gracia los mismos deberes espirituales que otros hacen
por gracia y por oficio. Como sacerdotes, ofrecen sacrificios
espirituales; y, como reyes, gobiernan sus lujurias, sus pasiones, se
gobiernan a sí mismos, a sus familias y hasta el mundo y las iglesias
en cierto modo. Al mundo, mejorándolo para su beneficio espiritual,
y, a la iglesia, nombrando a sus propios oficiales y también
disciplinando a sus transgresores, no solo por medio de sus oficiales
(que es lo que como reyes suelen hacer) sino también por medio de
su asentimiento como reyes, algo que los reyes no suelen hacer, sino
solo en la ejecución de los nobles.
No obstante, aunque la iglesia carezca de autoridad para
excomulgar a su presbiterio, no carece de libertad para apartarse de
ellos9, pues Pablo instruye y suplica a la iglesia de Roma (a quienes el
Espíritu Santo previó que sería la iglesia más necesitada de este
consejo) que haga uso de esta libertad: «Mas os ruego» —les dice—
«…que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de
la DOCTRINA que vosotros habéis aprendido, καὶ ἐκκλίνετε ἀπʼ
αὐτῶν y QUE OS APARTÉIS de ellos».
Así, pues, por causa de esta objeción, aparecen dos libertades más
que tiene la Iglesia que debemos añadir a la anterior.
Una de ellas (que es la quinta libertad en los miembros) es que,
en caso de disensión entre ellos, la iglesia tiene la libertad de recurrir
a un sínodo (Hch. 15:1-2). En este pasaje parece que los hermanos
disfrutaron de esta libertad de discutir sobre sus dudas hasta que

9 Nota de los traductores: apartarse de ellos —Es decir, apartarse del anciano o

los ancianos que conforman el presbiterio de esa iglesia local.


Las llaves del Reino de los cielos 47

estuvieron satisfechos (vv. 7, 12), de unirse a los apóstoles y ancianos


en la sentencia definitiva y en la promulgación de la misma
(vv. 22-23).
La sexta libertad de la iglesia es apartarse de la comunión de
aquellos de quienes la iglesia carece de autoridad para excomulgar.
Porque así como establecieron el presbiterio al profesar su sujeción
a ellos en el Señor, también se apartan de ellos al profesar que
retiran su sujeción a ellos conforme a {la voluntad de} Dios.
Una séptima y última libertad de la iglesia es la libertad de
comunión con otras iglesias. Comunión10 decimos porque es una gran
libertad el que ninguna iglesia local esté en sujeción a otra iglesia
local; no, {ninguna de ellas está sujeta} a una iglesia catedral11, sino
que todas las iglesias gozan de comunión fraternal mutua entre ellas.
Esta comunión12 es ejercida mutuamente entre ellas de siete maneras
que para brevedad y fácil memorización resumimos en siete frases:
(1) Para participación, (2) para recomendación, (3) para consulta, (4)
para congregarse en un sínodo, (5) para contribución, (6) para amo-
nestación {y} (7) para la propagación o multiplicación de iglesias.
1. Para participación:13 Los miembros de una iglesia que
ocasionalmente vayan a otra iglesia en donde se esté administrando
la Cena del Señor son admitidos con agrado a participar con ellos
de la Cena, en caso de que ni ellos mismos ni las iglesias de donde
vinieron, estén bajo ninguna transgresión pública. Porque recibimos
la Cena del Señor, no solo como un sello {o símbolo} de nuestra

10Nota de los traductores: Énfasis añadido.


11Nota de los traductores: Es decir, una sola iglesia desde donde desciende
toda la autoridad y está sobre todas las demás.
12 Nota de los traductores: Énfasis añadido.
13 Nota de los editores: Hemos añadido énfasis a cada encabezado, y en el

caso de los puntos 4, 5, 6 y 7, donde el autor no incluyó el encabezado provisto


en su bosquejo, los añadimos con el propósito de facilitar la visualización del
desarrollo de cada uno de los puntos.
48 De la llave del privilegio, poder o libertad de la iglesia

comunión con el Señor Jesús y con Sus miembros en nuestra propia


iglesia, sino también en todas las iglesias de los santos.
2. Para recomendación: Se envían cartas de una iglesia a otra
recomendándoles a alguno de sus miembros para su vigilancia y
comunión que, por motivo de negocios, vaya a residir por un tiempo
entre ellos. Tal como Pablo envió cartas de recomendación a la
iglesia de Roma en nombre de Febe, diaconisa de la iglesia en Cencrea
(Rom. 16:1-2). De este tipo de cartas habla también a la iglesia de
Corinto, aunque no era necesario para él (pues era bien conocido por
ellos), pero sí para otros (2 Cor. 3:1).
Sin embargo, si un miembro de una iglesia tiene una razón justa
para mudarse de domicilio junto con su familia y establecerse en
otra iglesia, entonces las cartas escritas por la iglesia a su favor lo
recomiendan a la vigilancia y comunión perpetuas de la otra iglesia.
Y si la otra iglesia no tiene ninguna causa justa para rechazarlo, los
de su propia iglesia le dan de baja de la membresía por medio de
dichas cartas, que (para distinguirlas de las anteriores) se llaman
cartas de despedida; las cuales, de hecho, solo se diferencian de las otras
en el periodo de la recomendación; las primeras lo recomiendan por
un tiempo, las otras, para siempre.
3. Para consulta: Una iglesia tiene la libertad de comunicarse
con otra para solicitar su juicio y consejo tocante a cualquier persona
o causa con la que puedan estar mejor familiarizados que ellos
mismos. Así, la iglesia de Antioquía, por medio de sus mensajeros,
consultó con la iglesia de Jerusalén sobre la necesidad de la
circuncisión (Hch. 15:3), si bien la consulta produjo un efecto
adicional de comunión entre las iglesias; a saber, el de congregarse
en un sínodo, que es la cuarta forma de comunión entre las iglesias.
4. Para congregarse en un sínodo: Todas las iglesias tienen
la misma libertad de enviar a sus mensajeros para debatir y
determinar en un sínodo los asuntos que les conciernen a todas. Así
Las llaves del Reino de los cielos 49

como la iglesia de Antioquía envió mensajeros a Jerusalén para resolver


y satisfacer una duda que les preocupaba. La misma libertad podría
haberse tomado cualquier otra iglesia, incluso muchas iglesias
juntas, es más, todas las iglesias del mundo, en cualquier caso que
pudiera concernirle a todas. La autoridad que estos sínodos han
recibido y que pueden ejercer será considerada más adelante.
5. Para contribución: Una quinta forma de comunión entre
las iglesias es la libertad de dar y recibir mutuamente suministros y
socorros de las demás. La iglesia de Jerusalén compartía con las
iglesias de los gentiles sus tesoros espirituales de dones de gracia, y las
iglesias de los gentiles los servían14 en cambio con liberalidad con
oblaciones de beneficencia externa (Rom. 15:26-27; Hch. 11:29-30).
Cuando la iglesia de Antioquía abundaba con más variedad de
hombres espirituales y dotados {por Dios} que los que su propia
iglesia necesitaba en ese momento, ayunaban y oraban por algunos
fines, entre los cuales también se encontraba el uso de estos hombres
para la expansión del Reino de Cristo. Y el Espíritu Santo les abrió
una puerta para socorrer a muchos países a su alrededor con el envío
de algunos de ellos (Hch. 13:1-3).
6. Para amonestación: Una sexta forma de comunión entre
las Iglesias es la amonestación mutua cuando se encuentra una
transgresión pública entre cualquiera de estas; pues Pablo tuvo la
libertad de amonestar a Pedro ante toda la iglesia de Antioquía cuando
vio que no caminaba rectamente (y, sin embargo, Pablo no tenía
autoridad sobre Pedro, sino que ambos tenían los mismos beneficios
y responsabilidades), {véase} Gálatas 2:11-14. Así que, en igual
proporción, una iglesia tiene libertad para amonestar a otra aunque
ambas tengan la misma autoridad, en vista de que una iglesia tiene
los mismos beneficios y responsabilidades que otra, como ocurría
entre los apóstoles. Y si por la regia ley del amor, un hermano tiene

14 Nota de los traductores: los servían —Lit., les ministraban.


50 De la llave del privilegio, poder o libertad de la iglesia

libertad para amonestar a su hermano en la misma iglesia


(Mat. 18:15-16); entonces, por la misma regla del amor fraternal y
la vigilancia mutua, una iglesia tiene poder para amonestar a otra,
en fidelidad al Señor y a ellos. La iglesia en Cantar de los Cantares se
preocupó no solo por sus propios miembros, sino también por su
hermana menor, acerca de la cual creía que no tenía pechos, y
consultó incluso con otras iglesias qué podía hacerse por ella
(Cnt. 8:8). Y en caso de que su hermana menor tuviera pechos pero
estuvieran enfermos y dando materia corrupta en lugar de leche,
¿no habría tenido entonces el mismo cuidado?
7. Para la propagación o multiplicación de iglesias. Una
séptima forma de comunión entre las iglesias puede ser por medio
de la propagación y multiplicación de las iglesias. Cuando una
iglesia local de Cristo está tan llena de miembros que todos ellos no
pueden escuchar el mensaje de sus ministros, entonces, como una
colmena llena de abejas, la iglesia se ve obligada a enviar un número
suficiente de sus miembros para conformar una nueva iglesia y llevar
consigo la labor eclesial entre ellos. Y para ello, o bien envían a
alguno de sus ancianos con ellos, o bien les indican dónde con-
seguirlos para que vengan a ellos. Lo mismo se suele hacer cuando
varios cristianos van de un país a otro; los que llegan primero y son
acogidos por la compañía de otros dirigen a los que vienen después
y los ayudan de la misma manera a que se unan entre sí en el orden
de la iglesia, conforme a la regla del evangelio. Aunque hayan
muerto los apóstoles, cuyo oficio era plantar, reunir y multiplicar las
iglesias, aun así, la obra no está muerta, sino que el mismo poder de
las llaves es dejado a las iglesias en común, y con cada iglesia local
por su parte, según su capacidad, para propagar y extender el Reino
de Cristo (según Dios dé oportunidad) por todas las generaciones.
CAPÍTULO V
DEL SUJETO RECEPTOR AL QUE
LE HA SIDO ENTREGADA LA
LLAVE DE LA AUTORIDAD

L
a llave de la autoridad o del gobierno ha sido confiada a los
ancianos de la iglesia, y así el acto de gobernar se convierte
en el acto propio de su oficio: «Los ancianos que gobiernan
bien…» (1 Tim. 5:17; Heb. 13:7, 17).
Los actos específicos de este gobierno son muchos.
El primero y principal es aquel al que deben atender principal-
mente los «[ancianos] que trabajan en la predicación y en la
enseñanza» , es decir, la predicación de la Palabra con toda autoridad y lo
que se anexa a ello: la administración de los sacramentos o sellos.
«Esto habla, exhorta y reprende» ¾dice Pablo a Tito¾ «con toda
autoridad» (Tit. 2:15). Y de Mateo 28:19-20 se desprende que se
anexa la administración de los sellos: «Id, pues, ¾dijo Cristo a los
apóstoles¾ y haced discípulos […], bautizándolos...».
Si se objeta {diciendo} que los miembros que no son ancianos
pueden profetizar públicamente (1 Cor. 14:31) y, por lo tanto,
también pueden bautizar, y que así este acto de autoridad no sería
peculiar a los ancianos predicadores.
Respuesta 1: Este pasaje en {la carta a} los Corintios no habla de
los miembros ordinarios, sino de hombres dotados con dones extra-

51
52 De la llave de la autoridad

ordinarios. En el momento de su primera coronación, los reyes


otorgan muchos dones extraordinarios que no derraman a diario de
la misma manera en su gobierno ordinario. Cristo, poco después de
Su ascensión, derramó una medida mayor de Su Espíritu que en los
tiempos sucesivos. Los miembros de la iglesia de Corinto (así como
de muchas otras iglesias en aquellos tiempos primitivos) «fueron
enriquecidos […] en toda palabra y en todo conocimiento»
(1 Cor. 1:5). Y las mismas personas que tenían el don de profecía en la
iglesia de Corinto, tenían también el don de lenguas, lo que hizo que
el apóstol tuviera la necesidad de apartarlos de su frecuente hablar
en lenguas, prefiriendo la profecía antes que las lenguas
(1 Cor. 14:2-24). De modo que aunque todos pudieran profetizar
(por tener dones extraordinarios para ello), no se permitía la misma
libertad a los que carecían de los mismos dones. En la Iglesia de Israel,
aparte de los sacerdotes y los levitas, nadie profetizaba normalmente,
ni en el Templo ni en las sinagogas, a menos que estuvieran dotados
de dones extraordinarios de profecía (como los profetas de Israel) o
fueran apartados y formados para prepararse para tal llamado,
como los hijos de los profetas. Cuando el sumo sacerdote de Betel le prohibió
a Amós profetizar en Betel, Amós no alegó ni defendió la libertad de
cualquier israelita para profetizar en las santas asambleas, sino que
se refiere únicamente a su llamado extraordinario (Amó. 7:14-15).
También parece que los hijos de los profetas, es decir, los hombres
apartados y formados para prepararse para ese llamado, tenían la
misma libertad (1 Sam. 19:20).
Respuesta 2: Pero ni los hijos de los profetas ni los profetas mismos
solían ofrecer sacrificios en Israel (excepto Samuel y Elías por una
orden específica), tampoco los profetas extraordinarios en Corinto
se encargaban de administrar sacramentos.
Si alguien contesta diciendo: Si los profetas de la iglesia en
Corinto hubieran estado dotados de dones extraordinarios de
Las llaves del Reino de los cielos 53

profecía no habrían estado sujetos al juicio de los profetas, al cual se les


ordena que estén sujetos (1 Cor. 14:22).
Respuesta: Esta no es una conclusión que se deriva {lógicamente
de este pasaje}. Porque el pueblo de Dios debía examinar todas las
profecías por la ley y el testimonio y no recibirlas sino eran conformes a
esa regla (Isa. 8:20)1. Y hasta el mismo Pablo remite toda su doctrina
a la ley y los profetas (Hch. 26:22). Además, se elogia a los de Berea
por examinar la doctrina de Pablo por las Escrituras (Hch. 17:11-12).
2. Un segundo acto de autoridad común a los ancianos es que
tienen el poder de convocar a la iglesia a reunirse, según lo requiera
cualquier ocasión importante, así como los apóstoles convocaron a la
iglesia a reunirse para la elección de diáconos (Hch. 6:2). Y, de la
misma manera, los sacerdotes del Antiguo Testamento son
exhortados a convocar una asamblea solemne a fin de reunir a los
ancianos y a todos los habitantes de la tierra, para proclamar un ayuno
(Joe. 1:13-14).
3. Es un acto de su poder examinar ya sea a oficiales o a
miembros antes de ser recibidos por la iglesia; pues, si así era para
con los apóstoles, también debe ser con cualquier otro (Apo. 2:2).
4. Un cuarto acto de su gobierno es la ordenación de oficiales (que el
pueblo ha elegido), ya sean ancianos o diáconos (1 Tim. 4:14;
Hch. 6:6).
5. Es un acto de la llave de la autoridad que los ancianos abran las
puertas del discurso y del silencio en la asamblea. Fueron los «oficiales de
la sinagoga» quienes mandaron a Pablo y a Bernabé a abrir sus bocas
para que dijeran «alguna palabra de exhortación» (Hch. 13:15). Y
es el mismo poder que llama a los hombres a hablar el que hace
callar a los hombres cuando hablan de una forma equivocada. No

1 Nota de los traductores: Hay un error de referencia en el original; dice

«Pſal. 8. 20» (Sal. 8:20), pero en realidad se está refiriendo a Isaías 8:20.
54 De la llave de la autoridad

obstante, cuando los ancianos mismos se encuentran transgrediendo,


o están bajo sospecha de haber cometido alguna transgresión, los
hermanos tienen la libertad de exigir satisfacción, de manera
modesta, en relación con cualquier transgresión pública del
gobierno {de la iglesia}, como se ha mencionado anteriormente
(Hch. 11:2-3 y vv. sigs.).
6. Corresponde a los ancianos preparar de antemano los asuntos que
han de ser tratados por ellos mismos, o por otros ante la
congregación, así como los apóstoles y los ancianos, reunidos en la casa
de Jacobo, dieron instrucciones a Pablo sobre la forma de
comportarse para evitar que la iglesia se ofendiera cuando él
compareciera ante ellos (Hch. 21:18). Por lo tanto, cuando la
transgresión de un hermano deba ser llevada ante la iglesia
(conforme a la regla en Mat. 18:17), los ancianos deben considerar
e inquirir de antemano si la transgresión realmente tuvo lugar o no,
si está debidamente probada, si los hermanos siguieron el proceso
ordenadamente conforme a la regla y el transgresor no ha hecho
satisfacción debidamente, para que ellos mismos y la iglesia no
queden expuestos a problemas con agitaciones innecesarias y
tediosas; sino que todas las cosas tratadas ante la iglesia deben ser
llevadas de la manera más expedita y para la mejor edificación. En
este sentido tienen el poder de rechazar las quejas sin causa y
desordenadas, así como de proponer y tratar las quejas justas ante
la congregación.
7. En el tratamiento de una transgresión ante la iglesia, los
ancianos tienen tanto una autoridad para jus dicere2 como una para
sententiam ferre3. Cuando la transgresión parece verdaderamente
escandalosa, los ancianos tienen el poder de Dios para informar a la
iglesia sobre cuál es la ley (o regla y voluntad) de Cristo para la disciplina

2 Nota de los traductores: jus dicere —Es decir, administrar justicia.


3 Nota de los traductores: sententiam ferre —Es decir, dictar sentencia.
Las llaves del Reino de los cielos 55

de tal transgresión; y, cuando la iglesia discierne lo mismo, y no tiene


ninguna objeción justa en contra, sino que condesciende a ello, es
un acto adicional del poder de los ancianos dictar sentencia contra el
transgresor. Ambos actos de poder en los ministros del evangelio son
predichos en Ezequiel 44:23-24: «Enseñarán a mi pueblo a discernir
entre lo sagrado y lo profano, y harán que ellos sepan distinguir
entre lo inmundo y lo limpio. En un pleito actuarán como jueces; lo
decidirán conforme a mis ordenanzas…».
8. Los ancianos tienen el poder de despedir a la iglesia con una
bendición en el nombre del Señor (Núm. 6:23-26; Heb. 7:7).
9. Los ancianos han recibido el poder de acusar4 a cualquiera de los
miembros en privado con el propósito de que ninguno de ellos viva
desordenadamente sin una vocación, ni ociosamente en su vocación, ni
escandalosamente en ninguna forma (2 Tes. 3:6, 8, 10-12). El mandato
de los apóstoles aduce un poder en los ancianos para ordenar estos
deberes al pueblo de manera eficaz.
10. Será más apropiado tratar el poder que corresponde a los
ancianos en un sínodo en el capítulo sobre los sínodos.
11. En caso de que la iglesia caiga en blasfemia contra Cristo y
en el rechazo obstinado y la persecución del camino de la gracia y
no se pueda esperar un sínodo, o no haya ayuda de un sínodo, los
ancianos tienen el poder de apartar (o separar) de ellos a los discípulos y
llevarse las ordenanzas con ellos, y con ello denunciar tristemente el
justo juicio de Dios contra ellos (Hch. 19:9; Éxo. 33:7; Mar. 6:11;
Luc. 10:11; Hch. 13:46).
Objeción: Pero si los ancianos tienen todo este poder para ejercer
todos estos actos de gobierno, en parte sobre cada uno de los

4 Nota de los traductores: La palabra original es «charge», que no solo tiene

la connotación de acusar, sino también de presentar —o más literalmente,


poner sobre la persona— los cargos que hay en su contra por alguna
transgresión cometida.
56 De la llave de la autoridad

miembros y en parte sobre toda la iglesia, ¿cómo se les llama


entonces siervos de la iglesia? (2 Cor. 4:5).
Respuesta: Aunque los ancianos son a la vez siervos y gobernantes
de la iglesia, las dos cosas pueden sostenerse juntas. Porque su
gobierno no es de señorío, como si gobernaran por sí mismos o para
sí mismos, sino administrativo y ministerial, pues gobiernan la iglesia
por Cristo y también por su llamado; y al mismo tiempo gobiernan
la iglesia para Cristo y para la iglesia, para su bien espiritual eterno.
Una reina puede llamar a sus sirvientes, a sus marineros, para que
la guíen y la conduzcan por el mar a un puerto determinado; sin
embargo, ella no debe gobernarlos en su rumbo porque los llamó
para este oficio, sino que debe someterse a ser gobernada por ellos,
hasta que la hayan llevado al puerto deseado. Así sucede entre la
iglesia y sus ancianos.
CAPÍTULO VI
DEL PODER Y LA AUTORIDAD
OTORGADOS A LOS SÍNODOS

R
econocemos que los sínodos han sido establecidos correcta-
mente como una ordenanza de Cristo. Con respecto al
motivo por el que pueden ser convocados encontramos
tres causas justas en la Escritura:1
1. Cuando una iglesia que carece de luz o paz en casa
desea el consejo y la ayuda de otras iglesias, de unas pocas
o más. Así, la iglesia de Antioquía, sintiendo molestia por los maestros
corruptos que oscurecían la luz de la verdad y generaban no poca
disensión entre ellos en la iglesia, envió a Pablo, Bernabé y otros
mensajeros a los apóstoles y ancianos de Jerusalén, para que establecieran
la verdad y la paz. Al unirse los ancianos con los apóstoles (y sin
duda por el consejo de Pablo y Bernabé), se argumenta que no
enviaron a los apóstoles como oráculos extraordinarios, infalibles y
auténticos de Dios (porque si hubiera sido así, ¿qué necesidad habría
del consejo y la ayuda de los ancianos?), sino como guías sabios y
santos de la iglesia, quienes no solo podían aliviarlos con algún
consejo sabio y un orden santo, sino que también establecieron un
precedente para las épocas sucesivas sobre cómo se podrían eliminar

1 Nota de los traductores: Énfasis añadido. Aunque en el original dedica

un párrafo a cada uno de estos tres puntos (a excepción del primer punto que
está unido al párrafo que le precede), hemos añadido énfasis al encabezado de
cada punto para facilitar la lectura.
57
58 Del poder y la autoridad otorgados a los sínodos

y sanar los errores y disensiones en las iglesias. Y el curso que los


apóstoles y los ancianos tomaron para aclarar el asunto no fue
publicar el consejo de Dios con autoridad apostólica —por la
revelación inmediata—, sino buscar la verdad de una forma
ordinaria de libre debate (Hch. 15:7), la cual es una manera de
actuar adecuada, tanto para ser imitada en las edades posteriores,
como lo fue de oportuna para la práctica en aquel entonces.
La justa consecuencia de la Escritura nos da otro motivo para la
reunión de muchas iglesias, o de sus mensajeros, en un sínodo:
2. Cuando alguna iglesia se encuentra bajo escándalo,
por corrupción en su doctrina y práctica, y ya no haya
manera de que pueda ser restaurada2 mediante más
avisos privados por parte de sus propios miembros, o de
sus ministros o hermanos más cercanos. Porque hay una
comunión fraternal entre las iglesias, así como la hay entre los
miembros de una misma iglesia: «Tenemos una hermana pequeña»
—dice una iglesia a otra (Cnt. 8:8); por lo tanto, las iglesias tienen
una comunión fraternal entre sí. Nótese que así como a un hermano
contra el cual otro ha pecado, que no puede restaurar3 al transgresor
por boca de dos o tres hermanos en privado, le corresponde llevarlo
ante toda la iglesia, también —de una manera proporcional— si
una iglesia tiene motivos para creer que otra ha transgredido y no
puede restaurarla4 de una manera más privada, le corresponderá
procurar la reunión de muchas iglesias para que la transgresión sea
oída, juzgada y quitada de manera ordenada.
3. Puede acontecer que el estado de todas las iglesias del
país sea corrompido, y al comenzar a discernir su
corrupción, podrían desear la participación y el consejo de

2 Nota de los traductores: restaurada —Lit., sanada.


3 Nota de los traductores: restaurar —Lit., sanar.
4 Nota de los traductores: restaurarla —Lit., sanarla.
Las llaves del Reino de los cielos 59

otras {iglesias}, para una reforma rápida, segura y


general. Y, entonces, reunidos y conferenciando juntos, pueden
renovar su pacto con Dios, y llegar a conclusiones y determinar un
rumbo que contribuya a la restauración5 pública {de la relación
entre ellas} y la salvación de todos ellos. Esta era una práctica
frecuente en el Antiguo Testamento en el tiempo de Asa
(2 Cró. 15:10-15); en el tiempo de Ezequías (2 Cró. 29:4-19); en el
tiempo de Josías (2 Cró. 34:29-33), y en el tiempo de Esdras
(Esd. 10:1-5). Estos y otros ejemplos similares no eran peculiares a
los israelitas como una iglesia nacional única, porque a este argumento
apelaban todas las sinagogas y tribunales de Israel al sumo sacerdote
nacional y al tribunal de Jerusalén, ya que todos ellos estaban
subordinados a este (y, por esa razón, nuestros mejores teólogos
suelen rechazar ese precedente por considerarlo inaplicable a las
iglesias cristianas); sin embargo, estos ejemplos no sostienen la
superioridad de una iglesia o tribunal sobre otra, sino que, de
manera equitativa, todos ellos dan consejos en común y toman un
curso común para enmendarlo todo. Por lo tanto, tales ejemplos son
precedentes adecuados para que las iglesias, de igual poder entre sí,
se reúnan y establezcan un orden de común acuerdo para la reforma
de todas ellas.
Ahora bien, cuando se reúne un sínodo, surgen tres preguntas
sobre su poder: (1) ¿Cuál es el poder que han recibido? (2) ¿En qué
medida la fraternidad concuerda con el presbiterio en ello, la
hermandad con los ancianos? (3) ¿Llega el poder que han recibido
a la imposición de cosas que son indiferentes6 tanto en su naturaleza
como en su uso?

Nota de los traductores: restauración —Lit., sanación.


5

Nota de los traductores: cosas […] indiferentes —Es decir, cosas que no son
6

pecaminosas en sí mismas.
60 Del poder y la autoridad otorgados a los sínodos

¿Cuál es el poder que han recibido los sínodos?7


En cuanto a la primera pregunta, no nos atrevemos a decir que su
poder no llega más allá de dar consejo, porque según sean los fines
para los cuales se reúnen conforme a Dios, tal es el poder que Dios
les ha dado para alcanzar esos fines. Así como se reúnen para
ministrar luz y paz a las iglesias que, por falta de luz y paz
permanecen en el error (o al menos en la duda) y en la discordia,
tienen poder por la gracia de Cristo, no solo para dar luz y consejo
en materia de verdad y práctica, sino también para ordenar e
imponer las cosas que deben creerse y hacerse. Las palabras
expresas de la carta sinodal no implican menos: «Porque pareció
bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponeros mayor carga…»
(Hch. 15:28).8 Por lo tanto, tenían el poder de imponerles esta carga
de guardar estas cosas esenciales de las que hablan. Es un acto del
poder de las llaves para atar: atar cargas. Y este poder para atar surge no
solo materialmente del peso de las cosas impuestas (que son preceptos
esenciales, necessitate præcepti, de la Palabra), sino también formalmente
de la autoridad del sínodo, que al ser una ordenanza de Cristo, ata
más por causa del sínodo. Así como una verdad del evangelio
enseñada por un ministro del evangelio ata para la fe y la
obediencia, no solo porque es el evangelio, sino también porque es
enseñada por un ministro por causa de su llamado, en vista de que
Cristo ha dicho: «El que os recibe a vosotros, a mí me recibe»
{Mat. 10:40}, y viendo también que un sínodo se reúne a veces para
convencer y amonestar a una iglesia o a un presbiterio transgresor,
por lo tanto, (si no pueden restaurar9 a los transgresores) tienen el
poder de decidir apartarse de la comunión de ellos. Y además, puesto que

7 Nota de los traductores: Subtítulos añadidos siguiendo las preguntas

propuestas por el autor.


8 Nota de los traductores: En el original dice «Aƈt. 15.27» (Hch. 15:27),

pero el autor está haciendo referencia al versículo 28.


9 Nota de los traductores: restaurar —Lit., sanar.
Las llaves del Reino de los cielos 61

también se reúnen a veces para una reforma general, tienen el poder


de decretar y publicar las ordenanzas que puedan conducir, conforme
a Dios, a dicha reforma; ejemplos de lo cual leemos en Nehemías
10:32-39; 2 Crónicas 15:12-13.

¿En qué medida la fraternidad concuerda con el


presbiterio en el ejercicio de este poder que tienen
los sínodos?
Con respecto a la segunda pregunta de hasta qué punto la fraternidad
o hermanos de la iglesia pueden concordar con los ancianos en el
ejercicio del poder del sínodo, la respuesta es que el poder que han
recibido es un poder de libertad, porque:
(1) Tienen libertad para disputar sus dudas modesta y
cristianamente entre los ancianos; porque en aquel sínodo de
Jerusalén, como hubo mucho debate (Hch. 15:7), la multitud tuvo parte
en el debate (v. 12). Pues después del discurso de Pedro, se dice que
«[t]oda la multitud hizo silencio», pero, ¿silencio con respecto a
qué?, a saber, por el último discurso que había sido dado entre ellos
y era {el motivo} del debate.
(2) Los hermanos de la iglesia tenían libertad para unirse a los
apóstoles y a los ancianos en la aprobación de la sentencia de Santiago, y
para determinar la misma sentencia como la sentencia de todos ellos.
(3) Tenían la libertad de unirse a los apóstoles y a los ancianos para
elegir y enviar mensajeros, y para escribir cartas sinodales en nombre de
todos para la publicación de la sentencia del sínodo. Ambos puntos
se expresan en el texto (Hch. 15:23-29). Entonces pareció bien «a
los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia, escoger de entre
ellos algunos hombres […], y enviaron esta carta con ellos…».
Nótese la distinción entre «toda la iglesia» y «los apóstoles y […] los
ancianos»; y a los que llama «toda la iglesia» (v. 22), los llama «los
62 Del poder y la autoridad otorgados a los sínodos

hermanos» (v. 23); «[l]os apóstoles y los ancianos y los hermanos…»


{RVR60}.
Pero, aunque no se puede negar que los hermanos de la iglesia
presentes en el sínodo tenían todo este poder de libertad para unirse
a los apóstoles y los ancianos en todos estos actos del sínodo, aun así, la
autoridad de los acuerdos recaía principalmente (si no solamente) en los
apóstoles y los ancianos. Y, por eso se dice en Hechos 16:4 que Pablo y
Silas «entregaban los acuerdos tomados por los apóstoles y los
ancianos». De esta manera iba a ser más seguro preservar a la iglesia
de los hermanos sus debidas libertades y reservar a los ancianos su
debida autoridad.
Si alguien objetara que los ancianos reunidos en un sínodo no
tienen autoridad para determinar o llegar a conclusiones sobre
ningún acto que ate las iglesias, si no es conforme a las instrucciones
que antes hayan recibido de las iglesias.
Respuesta: No lo entendemos así; porque, ¿qué necesidad tienen
las iglesias de ser enviadas a un sínodo para recibir luz y dirección
en los caminos de la verdad y la paz, si ya han decidido de antemano
hasta dónde llegarán? Es cierto que, si hay algo perjudicial para la
verdad y la paz del evangelio en las conclusiones a las que llegan los
ancianos de las iglesias en un sínodo, {los hermanos} pueden
justamente reconvenir a los ancianos a su regreso y rechazar los
acuerdos que el Señor no ha aprobado10. Sin embargo, si los ancianos
se reúnen en el Nombre de Cristo en un sínodo y proceden
conforme a la regla (la Palabra) de Cristo, pueden considerar y llegar
a conclusiones sobre varios puntos convenientes para el estado de
sus iglesias, los cuales las iglesias ignoraban o dudaban antes.

10 Nota de los traductores: los acuerdos que el Señor no ha aprobado —Lit., las

sanciones que el Señor no ha sancionado.


Las llaves del Reino de los cielos 63

¿Llega el poder que han recibido a la imposición de


cosas que son indiferentes, tanto en su naturaleza
como en su uso?
En cuanto a la tercera pregunta de si el sínodo tiene poder para
imponer cosas que son indiferentes, tanto en su naturaleza como en
su uso, deberíamos responder negativamente, y nuestras razones
serían las siguientes:
1. Por el patrón de ese precedente de los sínodos (Hch. 15:28).
No impusieron a las iglesias «mayor carga» que las «cosas
esenciales»; esenciales, aunque no todas lo son en su propia
naturaleza, pero sí para el uso en aquel presente, para evitar ofender
tanto al judío como al gentil. Al judío, por comer lo estrangulado y la sangre;
al gentil y al judío, por comer cosas contaminadas por los ídolos, tal como
Pablo expone ese artículo del sínodo en 1 Corintios 8:10-12 y 10:28.
Este comer ofensivo era asesinar el alma de un hermano débil y un
pecado contra Cristo (1 Cor. 8:11-12); por lo tanto, era esencial que
se prohibiera, necessitate præcepti, por la necesidad del mandamiento
de Dios.
2. Una segunda razón puede derivarse de la extensión de la
comisión apostólica que les había sido dada (Mat. 28:19-20), donde
se ordena a los apóstoles que enseñaran al pueblo a guardar todas las cosas
que Cristo les había mandado. Si los apóstoles enseñan al pueblo a
observar más de lo que Cristo ha ordenado, van más allá de los
límites de su comisión, y ni los ancianos ni los sínodos ni las iglesias
pueden desafiar la comisión que les fue dada a los apóstoles con una
comisión más extensa.
Si se objeta diciendo: —Cristo solo habla de enseñar aquellas cosas que
había ordenado como esenciales para la salvación.
Respuesta: Si los apóstoles o sus sucesores usurparan aquí una
autoridad para enseñar al pueblo cosas indiferentes, deben alegar
64 Del poder y la autoridad otorgados a los sínodos

que su autoridad {proviene} de alguna otra comisión que se les fue


dado en otra parte, porque en este pasaje11 no hay ninguna
posibilidad para tal poder12. Ese texto desde el que se ha insistido
tanto y que ha sido tan abusado, a saber, 1 Corintios 14:40, no es
suficiente {para ese fin}. Porque aunque Pablo exige en ese texto que
todos los deberes de la adoración a Dios, ya sea la oración o la
profecía o los salmos o las lenguas, etc., se hagan «decentemente y
con orden», prohibiendo así que se lleven a cabo de manera
indecente, como que los hombres lleven el cabello largo y que las
mujeres hablen en las reuniones públicas, especialmente que oren
con el cabello suelto. Y aunque también prohíbe que los hombres
hablen dos o tres a la vez, lo cual no sería orden, sino confusión, ni impone
ni permite a la iglesia de Corinto imponer en lo absoluto cosas
decentes cuya falta u opuesto no serían indecentes, ni órdenes cuya
falta u opuesto no serían desorden. Supongamos que la iglesia de
Corinto (o cualquier otra iglesia o sínodo) impusiera que sus
ministros predicaran con toga. La toga es una vestimenta decente
para predicar, pero esta imposición no se basa en el texto del
apóstol. Porque entonces un ministro, al no predicar con toga,
estaría descuidando el mandamiento del apóstol, lo cual, sin
embargo, no está haciendo en realidad; porque si predica con una
capa, predica con una decencia suficiente y eso es todo lo que el
canon apostólico establece. En estas cosas Cristo nunca dispuso la
uniformidad, sino la unidad.
3. La tercera razón de este punto (y para no añadir más) es que
se desprende de la naturaleza del oficio ministerial, ya sea en una
iglesia o en un sínodo. El oficio de ellos es el de administradores, no
señores: Son embajadores de Cristo y para Cristo. A un administrador
se le exige que sea fiel (1 Cor. 4:1-2); por lo tanto, no puede impartir
más imposiciones a la casa de Dios que las que Cristo le ha asignado.

11 Nota de los traductores: pasaje —Lit., lugar.


12 Nota de los traductores: poder —O autoridad.
Las llaves del Reino de los cielos 65

Tampoco puede un embajador hacer ninguna responsabilidad de


su oficio más allá de lo que ha recibido en la comisión dada por su
príncipe. Si va más allá, se convierte en un prevaricador, no en un
embajador.
Pero si se pregunta si un sínodo tiene poder de ordenación y excomunión,
no nos apresuraremos a censurar los muchos y notables precedentes
de sínodos antiguos y posteriores que han realizado actos de poder
de ambos tipos. De manera unánime, dudamos de que no haya sido
así desde el principio, y por nuestra parte, si se presentara alguna
ocasión de usar este poder entre nosotros (lo que hasta ahora no ha
sucedido por misericordiosa prevención), nosotros (en un sínodo)
preferiríamos determinar, publicar y declarar nuestra determinación.
Que la ordenación de quienes consideremos aptos para ello y la
excomunión de quienes consideremos que lo merecen sería un
servicio aceptable tanto para el Señor como para Sus iglesias; pero
la administración de ambos actos deberíamos remitirla al presbiterio de
las respectivas iglesias, donde es llamada la persona que va a ser
ordenada, y donde es miembro la persona que va a ser
excomulgada; y que ambos actos se realicen en presencia y con el
consentimiento de las respectivas iglesias, a las que pertenece el
asunto. Porque en el comienzo del evangelio, en ese precedente de
los sínodos (Hch. 15), encontramos a los falsos maestros siendo
declarados perturbadores y agitadores de las iglesias, y subversores13 de sus
almas (Hch. 15:24), pero sin que el sínodo aplique ninguna disciplina
contra ellos. Un argumento evidente para nosotros {es} que ellos
dejaron la disciplina de tales transgresores (en caso de que no se
arrepintieran) a las iglesias locales a las que pertenecían. Y para la

13 Nota de los traductores: En el original dice «subverters» (citando una


versión inglesa antigua, probablemente la King James Version), palabra que
puede ser traducida literalmente como subversores, del verbo subvertir, que
significa «trastornar o alterar algo, especialmente el orden establecido»
(Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [Madrid, España: Real Academia
Española, 2014 ).
66 Del poder y la autoridad otorgados a los sínodos

ordenación sinodal, aunque se alegue con Hechos 1, donde Matías


fue llamado a ser apóstol, no parece que actuaran entonces de
manera sinodal, no más que la forma en la que actuó la iglesia de
Antioquía, cuando con ayuno y oración impusieron las manos a Pablo y
Bernabé por medio de sus presbíteros, y así los apartaron para la obra
del apostolado, a la que el Espíritu Santo los había llamado
(Hch. 13:1-3). Por lo tanto, como el Espíritu Santo dijo entonces:
Ἀφορίσατε δή μοι τὸν Βαρναβᾶν καὶ Σαῦλον {«Apartadme a
Bernabé y a Saulo» [Hch. 13:2]}; por esto Pablo se autodenomina
ἀπόστολος ἀφωρισμένος {«apóstol apartado»} (Rom. 1:1). Y esto
se hizo en una iglesia local, no en un sínodo.
CAPÍTULO VII
DEL PRIMER SUJETO RECEPTOR DE
TODO EL PODER DE LAS LLAVES Y UNA
EXPLICACIÓN DE LA INDEPENDENCIA

¿ Qué es la iglesia, el primer sujeto receptor del poder de las


llaves?, y ¿tiene esa iglesia un poder independiente al ejercer el
poder de las llaves?, aunque sean planteadas como dos
preguntas distintas, (si se interpretan con franqueza) no son más que
una. Porque todo lo que constituye el primer sujeto de cualquier
estado o añadidura es independiente en el goce de dicho estado o
añadidura, es decir, no tiene que derivarlo de ningún otro sujeto
como él. Por ejemplo, el fuego es el primer sujeto receptor del calor,
por tanto, no depende de ningún otro sujeto para el calor.1
Ahora bien, en el primer sujeto receptor de cualquier poder
concuerdan tres cosas: (1) Es el primero que recibe el poder de
aquello de lo que es el primer sujeto, y lo recibe recíprocamente.
(2) Es el primero que añade y pone en marcha el ejercicio de ese
poder. (3) Es el primero que imparte ese poder a otros.2

1 Nota de los traductores: Aquí hay un punto seguido en el original, pero

hemos insertado un punto final para dividir el párrafo, respetando su flujo de


pensamiento, a fin de hacer más comprensible su lectura.
2 Nota de los traductores: Aquí hay un punto seguido en el original, pero

hemos insertado un punto final para dividir el párrafo, respetando su flujo de


pensamiento, a fin de hacer más comprensible su lectura.
67
68 Del sujeto receptor de todo el poder de las llaves y de la independencia

Como vemos en el fuego, que es el primer sujeto receptor del


calor, primero recibe el calor, y lo recibe recíprocamente. Todo
fuego es caliente, y todo lo que es caliente es fuego, o tiene fuego en
él. De nuevo, el fuego primero emite calor por sí mismo, y también
transmite primero el calor a cualquier otra cosa que esté caliente.
Hablemos entonces del primer sujeto del poder eclesial, o del poder
de las llaves, la esencia de esta doctrina puede ser concebida y
declarada en unas pocas proposiciones. El poder eclesial es o bien
supremo y soberano o bien subordinado y ministerial. En cuanto al
primero, consideremos esta proposición.
El Señor Jesucristo, la Cabeza de Su Iglesia, es el Πρώτον
Λεκτικών, el primer sujeto receptor adecuado del poder soberano de
las llaves. Él «tiene la llave de David, el que abre y nadie cierra, y
cierra y nadie abre» (Apo. 3:7); «la soberanía reposará sobre sus
hombros» (Isa. 9:6). Y Él mismo declara precisamente esto a Sus
apóstoles como la base sobre la que Él les concede el poder
apostólico: «Toda autoridad» —dice Él— «me ha sido dada en el
cielo y en la tierra» (Mat. 28:18). «Id, pues…» {v. 19}. De ahí que:
1. Todo poder legislativo (el poder de hacer leyes) en la iglesia está en
Él y no puede ser derivado de Él a ningún otro (Stg. 4:12; Isa. 33:22).
El poder derivado a otros es solo para publicar y ejecutar Sus leyes
y ordenanzas y velar por que se guarden (Mat. 28:20). Sus leyes son
perfectas (Sal. 19:7)3 y hacen que el hombre de Dios sea perfecto para toda buena
obra (2 Tim. 3:17), y no necesitan que se les agregue nada.
2. De Su poder soberano procede que solo Él puede erigir y
ordenar una verdadera constitución eclesial (Heb. 3:3-6). Él edifica
Su propia casa, y establece el modelo de la misma, así como Dios le
dio a David el modelo del templo de Salomón (1 Cró. 28:19). Nadie
tiene el poder de erigir otro modelo para la Iglesia que no sea el que

3 Nota de los traductores: Hay un error de referencia en el original; dice

«Sal. 19:9», pero en realidad se está refiriendo a Salmos 19:7.


Las llaves del Reino de los cielos 69

este Maestro constructor nos ha dejado en el evangelio. En el


Antiguo Testamento, la Iglesia establecida por Él era nacional; en el
Nuevo, es congregacional; sin embargo, en algunos casos Él ordena que
muchas congregaciones o sus mensajeros se reúnan en un sínodo
(Hch. 15).
3. Del mismo poder soberano procede que todos los oficios o
ministerios en la Iglesia son ordenados por Él (1 Cor. 12:5), incluso,
todos los miembros son puestos en el cuerpo por Él, junto con todo el poder
que pertenece a sus oficios y puestos; como {sucede} en el cuerpo
natural, así {sucede} en la Iglesia (1 Cor. 12:18).
4. De este poder soberano procede igualmente que todos los
dones para que los oficiales desempeñen cualquier oficio, o para que
los miembros desempeñen cualquier deber, provienen de Él
(1 Cor. 12:11). Todos los tesoros de la sabiduría, el conocimiento, la
gracia y la plenitud, están en Él para ese fin (Col. 2:3, 9-10;
Jua. 1:16).
5. De este poder soberano procede que toda potestad, eficacia y
bendición espiritual en la administración de estos dones en estos
oficios y puestos, para la reunión, la edificación y el
perfeccionamiento de todas las iglesias y de todos los santos en estas,
provienen de Él: «yo estoy con vosotros todos los días…»
(Mat. 28:20), {véanse también} Colosenses 1:29 y 1 Corintios 15:9.
El beneplácito del Padre, la unión personal de la naturaleza
humana con el Hijo eterno de Dios, la compra de Su Iglesia con Su
propia sangre y Su profunda humillación hasta la muerte de la Cruz
han obtenido para Él la más alta exaltación: ser «cabeza sobre todas
las cosas a la iglesia» {Efe. 1:22} y disfrutar como Rey de este poder
soberano (Col. 1:19; Col. 2:9-10; Hch. 20:28; Flp. 2:8-11).
Pero de este poder soberano de Cristo no hay duda entre los
protestantes, especialmente los estudiosos de la Reforma. Ahora
70 Del sujeto receptor de todo el poder de las llaves y de la independencia

bien, en cuanto al poder ministerial, formulamos las siguientes


proposiciones:
Proposición I: Una iglesia local o congregación de santos que profesa la
fe, CUALQUIERA QUE SEA (tanto una como otra) es el primer sujeto
receptor de todos los oficios eclesiales, con todos sus dones espirituales y poder,
que Cristo ha dado para que sean ejercidos entre ellos: «ya sea
Pablo, o Apolos, o Cefas […], todo es vuestro» (hablando a la iglesia
de Corinto, 1 Cor. 3:22), no como un privilegio peculiar para ellos,
sino como {un privilegio} común a ellos y a cualquier otra iglesia
local. Y la de ellos era una iglesia tal, que de ella se dice que se reunía
«en un solo lugar» para la impartición de sus dones espirituales
(1 Cor. 14:23 {RVR60}). Y Pablo le dice a la misma iglesia que
«puso Dios» en Su Iglesia a los oficiales y sus dones, y toda la variedad
de miembros y sus funciones (1 Cor. 12:28 {RVR60}).4 En ese
texto, «algunos»5 no es una muy buena traducción («Dios ha puesto
a algunos en Su Iglesia»)6, pues {en realidad} Él los ha puesto a todos;
pero al hablar de los miembros de la iglesia (v. 27), procedió a
ejemplificarlos en el versículo 28: καὶ οὓς μὲν ἔθετο ὁ θεὸς ἐν τῇ
ἐκκλησίᾳ («Y a los cuales ha puesto Dios en Su iglesia»); es decir, «a
tales miembros, apóstoles, profetas, etc.». Porque aunque el
{pronombre} relativo no sea del mismo género que el antecedente
mencionado, aun así, es algo usual que los escritores del Nuevo
Testamento respeten el sentido de las palabras y la persona a la que
se está haciendo referencia en vez del género de su nombre, y
traduzcan el {pronombre} relativo con el mismo género y caso del

Nota de los traductores: Hay un error de referencia en el original; dice


4

«1 Cor. 14.28», pero en realidad se está refiriendo a 1 Corintios 12:28.


5 Nota de los traductores: El autor se está refiriendo a la traducción inglesa

que estaba citando, probablemente la KJV.


6 Nota de los traductores: Traducción fiel a la letra de la versión inglesa

como la cita el autor: «God hath set some in his church» (Dios ha puesto a algunos
en su iglesia).
Las llaves del Reino de los cielos 71

sustantivo que le sigue; ese es el caso aquí: οὓς μὲν ἀποστόλους


προφήτας…
En el Nuevo Testamento, no es una nueva observación el hecho
de que nunca leemos de ninguna iglesia nacional, ni de ningún
oficial nacional dado a ellos por Cristo. En el Antiguo Testamento
sí se habla de una iglesia nacional. Todas las tribus de Israel debían
presentarse tres veces al año ante el Señor en Jerusalén (Deu. 16:16).
Y Él les nombró allí un sumo sacerdote de toda la nación, y ciertos
sacrificios solemnes para que él los administrara (Lev. 16:1-29). Y
junto con él, otros sacerdotes, ancianos y jueces a quienes se debían
presentar todas las apelaciones, y quienes debían juzgar todos los
casos difíciles y trascendentes (Deu. 17:8-11).7 Sin embargo, no
leemos de una iglesia nacional, o sumo sacerdote, o tribunal
semejante en el Nuevo Testamento; y, aun así, estamos dispuestos a
conceder que las iglesias locales —las cuales tienen igual poder—
pueden, en algunos casos designados por Cristo, reunirse ellas
mismas o por medio de sus mensajeros en un sínodo, y pueden
realizar diversos actos de poder allí, como se ha demostrado
anteriormente. Pero los oficiales mismos y todos los hermanos
miembros del sínodo, incluso los sínodos mismos y todo el poder que
ejercen, son todos ellos dados primariamente a cada una de las iglesias
de congregaciones locales, ya sea como el primer sujeto receptor en
quienes residen, o como el primer objeto con el que están
familiarizados,8 y por cuya causa se reúnen y son usados.

7Nota de los traductores: En la publicación original se cita correctamente


Deuteronomio 17:8-11, donde se dice que los casos difíciles deben ser traídos
a los jueces que Dios había establecido sobre ellos. Por alguna razón, en
algunas de las ediciones posteriores de esta obra (1843, 1852, etc.), la cita fue
cambiada por Deuteronomio 16:8-11, que es incorrecta.
8 Nota de los traductores: O como el primer objeto del que se ocupan.
72 Del sujeto receptor de todo el poder de las llaves y de la independencia

Proposición II: Los apóstoles de Cristo fueron el primer sujeto receptor


del poder apostólico. [E]l poder apostólico se basaba principalmente en
dos cosas:
1. Cada apóstol tenía en sí mismo todo el poder ministerial de
todos los oficiales de la iglesia. En virtud de su oficio, ellos podían
exhortar como pastores (1 Tim. 2:1), enseñar como maestros (1 Tim. 2:7),
gobernar como gobernantes (2 Tim. 4:1), recibir y distribuir las ofrendas9 de
la iglesia como diáconos (Hch. 4:35). Cualquier apóstol o evangelista
llevaba consigo incluso la libertad y el poder de toda la iglesia; por
lo tanto, podía bautizar, incluso disciplinar a un transgresor también,
como si tuviera la presencia y el asentimiento de toda la iglesia,
porque sabemos que Felipe bautizó al Eunuco sin la presencia de
ninguna iglesia (Hch. 8:38), y que Pablo mismo excomulgó a Alejandro
(1 Tim. 1:20) y no se menciona que él necesitó el consentimiento de
alguna iglesia o presbiterio10 en ello. Es cierto que cuando pudo
tener el consentimiento y la concurrencia de la iglesia y el presbiterio
en el ejercicio de cualquier acto de poder eclesial, contó con ello con
agrado y se unió a ello, como en la ordenación de Timoteo (2 Tim. 1:6
con 1 Tim. 4:14) y en la excomunión del incestuoso de Corinto
(1 Cor. 5:4-5). No obstante, cuando tanto él como la persona que
debía ser bautizada, ordenada o excomulgada estaban ausentes y
distantes de todas las iglesias, los apóstoles podían proceder a ejercer
su poder en la administración de cualquier acto eclesial sin ellos. La
amplitud y plenitud del poder que recibieron directamente de Cristo
hacía que pudieran llevarlo a cabo: «Como el Padre me ha enviado»
—dice Cristo, con amplitud y plenitud de poder soberano— «así
también yo os envío (con igual amplitud y plenitud de poder
ministerial)» (Jua. 20:21).

Nota de los traductores: las ofrendas —Lit., las oblaciones.


9
10Nota de los traductores: presbiterio —Aquí se refiere al grupo de pastores
de la iglesia local.
Las llaves del Reino de los cielos 73

2. El poder apostólico se extiende a todas las iglesias, tanto como


a una sola: «Mas por toda la tierra salió su voz (comp. Sal. 19:4 con
Rom. 10); y así como recibieron la comisión de predicar y bautizar
en todo el mundo (Mat. 28:19), también recibieron el encargo de
apacentar el rebaño de las ovejas y corderos de Cristo (lo cual implica
todos los actos de gobierno pastoral sobre todas las ovejas y corderos de
Cristo), véase Juan 21:15-17. Ahora bien, este poder apostólico que
centra todo el poder eclesial en un solo hombre y se extiende al
ámbito11 de todas las iglesias (así como los apóstoles fueron los
primeros sujetos receptores de dicho poder, también fueron los
últimos), esa amplia y universal extensión de poder que estaba unida
a ellos, ahora está dividida uniformemente por ellos mismos entre
todas las iglesias y todos los oficiales de las iglesias respectivamente.
{Aunque} los oficiales de cada iglesia desempeñan el cargo de la
iglesia local que se les ha encomendado en virtud de su oficio,
ninguno de ellos descuida el bien de las otras iglesias, en la medida
en que puedan ayudarse mutuamente en el Señor.
Proposición III: Cuando una iglesia local camina junta en la
verdad y la paz, los hermanos de la iglesia son el primer sujeto receptor {del
poder} de la libertad de la iglesia, y los ancianos de la misma, {del poder}
de la autoridad de la iglesia; y ambos juntos son el primer sujeto receptor
de todo poder eclesial que debe ejercerse en su interior, ya sea en la
elección y ordenación de oficiales o en la disciplina de transgresores
en su propio cuerpo.
De esta proposición hay tres ramificaciones12: (1) Que los miembros
de una iglesia local son los primeros sujetos receptores {del poder} de la
libertad de la iglesia. (2) Que los ancianos de una iglesia local son los
primeros sujetos receptores {del poder} de la autoridad de la iglesia.
(3) Que tanto los ancianos como los hermanos, caminando y

11 Nota de los traductores: el ámbito —Lit., la circunferencia.


12 Nota de los traductores: ramificaciones —O derivaciones.
74 Del sujeto receptor de todo el poder de las llaves y de la independencia

uniéndose en la verdad y la paz, son los primeros sujetos receptores de


todo poder eclesial que debe ser ejercido en su propio cuerpo
{local}.

(1) Que los miembros de una iglesia local son los


primeros sujetos receptores {del poder} de la
libertad de la iglesia13
Ahora bien, se ha declarado anteriormente en el capítulo 3 que la
llave de la libertad o privilegio de la iglesia ha sido dada a los
hermanos de la iglesia, y la llave del gobierno y autoridad, a los
ancianos de la iglesia. No obstante, que estos son los primeros sujetos
receptores de estas llaves y que la iglesia es el primer sujeto receptor
de la libertad se puede demostrar de la siguiente manera:
Por la eliminación de cualquier sujeto receptor anterior de este poder o libertad,
de donde podrían derivarlo. Si los hermanos de la congregación no
fueron el primer sujeto receptor de su libertad eclesiástica, entonces
tuvieron que haberla obtenido de sus propios ancianos o de otras
iglesias.
Sin embargo, no la obtuvieron de sus propios ancianos, pues los hermanos
tienen el poder y la libertad de elegir a sus propios ancianos, como
se ha mostrado anteriormente, y, por consiguiente, tenían esta
libertad antes de tener ancianos, por lo tanto, no podían haberla
obtenido de ellos.
Tampoco derivaron este poder o libertad de otras iglesias locales, porque
todas las iglesias locales tienen la misma libertad y poder entre ellas
y ninguna está subordinada a otra. No leemos en la Escritura que la
Iglesia de Corinto estuviera sujeta a la de Éfeso, ni la de Éfeso a la de

13 Nota de los traductores: Los subtítulos dentro de esta tercera proposición

no están en el original, sin embargo, los hemos añadido siguiendo el bosquejo


ofrecido por el autor en el párrafo anterior para hacer más evidente el flujo
del argumento que está siendo presentado.
Las llaves del Reino de los cielos 75

Corinto, no, ni la de Cencrea a la de Corinto, aun cuando esta estaba


situada en una localidad cercana.
Tampoco derivaron su libertad de un sínodo de iglesias, porque no
encontramos en Hechos 15, el modelo de los sínodos, indicios de
que la iglesia de Antioquía pidiera prestada alguna de sus libertades
al sínodo de Jerusalén. En realidad se sirvieron de la luz de ellos y los
decretos que tendían al establecimiento de la verdad y la paz, pues
al publicarse los decretos de ese sínodo, las iglesias fueron
establecidas en la fe (o en la verdad), véase Hechos 16:4-5; y también
en la consolación y la paz, véase Hechos 15:31-32; sin embargo, no
les pidieron prestada ninguna libertad eclesiástica.

(2) Que los ancianos de una iglesia local son los


primeros sujetos receptores {del poder} de la
autoridad de la iglesia
Ahora bien, la segunda ramificación de la proposición fue que los ancianos
de la iglesia local son el primer sujeto receptor del gobierno o
autoridad en esa iglesia (o congregación) sobre la cual el Espíritu
Santo los ha hecho supervisores.
1. Por causa del cargo de gobierno sobre la iglesia que les fue confiado
directamente de Cristo, porque aunque los ancianos sean elegidos para
su oficio por la iglesia de hermanos, aun así, el oficio mismo es
ordenado directamente por Cristo, y la autoridad para gobernar
anexada al oficio está limitada únicamente por Cristo. Si los
hermanos de la iglesia eligen a un presbítero para ser llamado por
ellos en el Señor, esto no excusará a los presbíteros en su descuido
de la autoridad para gobernar, ni ante el Señor, ni ante sus propias
conciencias. Porque así ordenan los apóstoles a los ancianos de Éfeso:
«Tened cuidado de vosotros y de toda la grey, en medio de la cual
el Espíritu Santo os ha hecho obispos» (Hch. 20:28).
76 Del sujeto receptor de todo el poder de las llaves y de la independencia

2. Lo mismo puede deducirse del don de gobierno, requerido especialmente en


un anciano, sin el cual no son aptos para ser elegidos para ese oficio en la iglesia
(1 Tim. 3:4-5). Debe ser alguien «que gobierne bien su casa», de lo
contrario, ¿cómo podrá cuidar de la Iglesia de Dios? El mismo don
de gobierno no es necesario para la admisión de un miembro en la
iglesia, como lo es para la elección de un anciano. Si un hermano
en particular no es tan apto de gobernar su propia casa (por
debilidad en la prudencia o en la valentía), esto no le impedirá
justamente de entrar en la iglesia; sin embargo, el mismo defecto
impedirá justamente a un hombre de ser elegido para el oficio de
anciano. Tampoco ha dado Dios un espíritu dotado para regir y
gobernar ordinariamente a la mayor parte del cuerpo de los
hermanos; por lo tanto, tampoco les ha dado la primera recepción
de la llave de la autoridad a quienes no les ha dado el don para
utilizarla.
Objeción 1: Si se objetara: ¿Cómo pueden los hermanos de la
iglesia investir a un anciano con la autoridad para gobernar sobre
ellos si no tienen poder de gobierno en sí mismos para impartírselo?
Respuesta: Ellos lo invisten con la autoridad para gobernar, en
parte eligiéndolo para el oficio que Dios ha investido con la
autoridad de gobernar y en parte profesando su propia sujeción a él
en el Señor. Nosotros, por lo tanto, necesariamente inferimos y
recomendamos la autoridad de los ancianos sobre ellos, porque al
someterse establecen o reconocen la autoridad de aquel a quien se
someten.
Objeción 2: El cuerpo de la Iglesia es la Esposa de Cristo, la esposa
del Cordero, por lo tanto, ¿no debería la esposa gobernar a los
siervos y mayordomos de la casa, en lugar de ellos a ella? ¿No es
conveniente que las llaves de la autoridad cuelguen de su cintura y
no de la de ellos?
Las llaves del Reino de los cielos 77

Respuesta: Hay una diferencia entre {1} las reinas, las princesas y
las damas de gran honor (como la Iglesia es para Cristo [Sal. 45:9])
y {2} las esposas de los campesinos y las de los hombres pobres. Las
reinas y las grandes personalidades tienen varios oficios y oficiales
para todos los asuntos y servicios de la casa, como los chambelanes,
mayordomos, tesoreros, interventores, alguaciles legales, caballe-
rizos y porteros, que tienen en sus manos toda la autoridad para
ordenar los asuntos de la casa de sus señores. La reina no tiene ni
una sola llave para ningún oficio, sino solo el poder y la libertad de
pedir lo que quiera de acuerdo con la asignación real dada por el
rey. Si se excede, los oficiales tienen el poder de restringirla por
orden del rey; pero las esposas de los campesinos y las de los
hombres pobres, cuyos maridos no tienen oficiales, alguaciles o
mayordomos que supervisen y ordenen sus propiedades, pueden
llevar en su propia cintura las llaves de cualquier oficio que el
marido no guarda en su propia mano, no porque las esposas pobres
tengan mayor autoridad en la casa que las reinas, sino porque
debido a su pobreza y humilde situación, se ven obligadas a ponerse
en lugar de muchos sirvientes para sus maridos.
Objeción 3: Todo el cuerpo humano terrenal es el primer sujeto
receptor de toda capacidad14 natural de cualquier miembro del
cuerpo, así como la facultad de ver está primero en el cuerpo antes
que en el ojo.
Respuesta: No todos los aspectos en el cuerpo místico (la Iglesia)
son iguales en todos los sentidos a los del cuerpo natural. En el
cuerpo natural, todas las facultades de cada parte serían inexistentes
en efecto, pero no se ejercen o manifiestan hasta que cada miembro
esté articulado y formado. Sin embargo, no es así en el cuerpo de la
iglesia de hermanos. Todas las diversas funciones del poder eclesial
no son inexistentes efectivamente en el cuerpo de hermanos, a

14 Nota de los traductores: toda capacidad —Lit., todo poder.


78 Del sujeto receptor de todo el poder de las llaves y de la independencia

menos que algunos de ellos tengan los dones de todos los oficiales,
que a menudo no los tienen si no tienen presbíteros ni hombres
aptos para ser presbíteros. Ahora bien, si el poder del presbiterio
fuera dado a una iglesia local de hermanos, como tal, primo15 y per
se16, entonces {este poder} se encontraría en cada iglesia local de
hermanos, porque quatenus ad omnia valet consequentia {en este sentido
es una consecuencia válida para todos}.
Objeción 4: Pero es un principio común reconocido por muchos
de nuestros mejores teólogos que el gobierno de la iglesia es una
mezcla de monarquía, aristocracia y democracia. Con respecto a
Cristo, la Cabeza, el gobierno de la iglesia es soberano y
monárquico. En cuanto al gobierno del presbiterio, tiene que ver
con la mayordomía y es aristocrático. En cuanto al poder del pueblo
en las elecciones y disciplinas, es democrático, lo que argumenta que
el pueblo tiene algún tipo de κράτος poder y autoridad en el gobierno
de la iglesia.
Respuesta: En un sentido amplio, se puede reconocer una especie
de autoridad en el pueblo:
En primer lugar, como cuando un hombre actúa por consejo según
su propio discernimiento libremente, entonces se dice que es
αυτεξόυσιος, Dominus sui actus. Así el pueblo en todos los actos de
libertad que realiza es Domini sui actus, señor de sus propios actos.
En segundo lugar, el pueblo, por sus actos de libertad, como son: la
elección de oficiales, la concordancia en la disciplina de los
transgresores y en la determinación y promulgación de los actos
sinodales, tiene un gran peso o poder en el ordenamiento de los
asuntos de la iglesia, lo cual puede ser llamado κράτος o potestas, un
PODER que muchas veces se conoce con el nombre de gobierno o

15 Nota de los traductores: primo —O primariamente.


16 Nota de los traductores: per se —O de por sí.
Las llaves del Reino de los cielos 79

autoridad, pero un lenguaje más apropiado sería llamarlo más bien


un privilegio o libertad en vez de autoridad, como se ha explicado
anteriormente en el capítulo 3, porque ningún acto de poder o
libertad de los hermanos es propiamente vinculante17, a menos que
la autoridad del presbiterio concuerde con ello.
Un tercer argumento por el cual puede evidenciarse que los
ancianos de una iglesia local son el primer sujeto receptor de
autoridad en esa iglesia se toma de la misma remoción de otros
sujetos receptores, de donde podría pensarse que derivan su
autoridad, como se usó antes para probar que la iglesia de hermanos
era el primer sujeto receptor de su propia libertad en su propia
congregación. En ninguna parte de las Escrituras se dice que los
ancianos de las iglesias derivan su autoridad, la cual ejercen en su
propia congregación, ni de los ancianos de otras iglesias, ni de algún
sínodo de iglesias. Todas las iglesias locales y todos los ancianos de
ellas tienen igual poder, cada uno de ellos respectivamente en su
propia congregación. Ninguno de ellos llama a los demás sus
maestros18, señores o padres (en lo que respecta a cualquier
autoridad sobre ellos), sino que todos ellos poseen y se reconocen
mutuamente como hermanos (Mat. 23:8-10).
Y aunque en un sínodo estos han recibido el poder de Cristo y de
Su presencia, para ejercer autoridad en la imposición de cargas (las
que el Espíritu Santo quiera establecer) sobre todas las iglesias cuyos
ancianos están presentes con ellos, véase Hch. 15:28 (porque los
apóstoles eran ancianos en todas las iglesias); sin embargo, cuando
los ancianos de cada iglesia local caminan con los hermanos de su
misma iglesia en luz y paz, no necesitan derivar del sínodo ningún
poder para imponer las mismas cargas o cargas similares a sus

17 Nota de los traductores: es propiamente vinculante —Es decir, tiene la

capacidad de atar, propiamente dicho.


18 Nota de los traductores: maestros —Lit., rabíes.
80 Del sujeto receptor de todo el poder de las llaves y de la independencia

propias iglesias, porque han recibido de Cristo el poder y el encargo


de enseñar y ordenar con toda autoridad todo el consejo de Dios a
su pueblo. Y el pueblo, discerniendo la luz de la verdad entregada,
y caminando en paz con sus ancianos, fácilmente presta obediencia
a sus sobreveedores en todo lo que ven y oyen por medio de ellos
que es encomendado a ellos por el Señor.

(3) Que tanto los ancianos como los hermanos,


caminando y uniéndose en la verdad y la paz, son
los primeros sujetos receptores de todo poder
eclesial que debe ser ejercido en su propio cuerpo
{local}
Ahora llegamos a la tercera rama de la tercera proposición, que era
esta: Que la membresía de una iglesia local, {compuesta por} los
ancianos y los hermanos, caminando juntos y uniéndose en la
verdad y la paz, son el primer sujeto receptor de todo poder eclesial
que debe ser ejercido entre ellos mismos, ya sea en la elección u
ordenación de oficiales, o en la disciplina de los transgresores en su
propio cuerpo {eclesial}.
La veracidad de lo anterior puede evidenciarse con estos argu-
mentos:
1. En cuanto a la ordenación. Porque la integralidad del llamado
de un ministro (incluso para la satisfacción de su propia conciencia
y la de las personas) {tiene lugar} cuando tanto los hermanos como
los ancianos de la iglesia local a la que es llamado han puesto el
poder que les pertenece sobre él. Así, cuando los hermanos de la
iglesia lo han elegido para el cargo, y el presbiterio de la iglesia le ha
impuesto las manos, y ambos, en sus distintivas actuaciones, han
tenido en cuenta los dones ministeriales internos con los que Dios lo
ha equipado, puede considerarse a sí mismo llamado por el Espíritu
Las llaves del Reino de los cielos 81

Santo para ejercer sus talentos en ese oficio entre ellos, y el pueblo
puede y debería recibirlo como enviado de Dios para ellos.
¿Qué defecto puede hallarse en tal llamado cuando los hermanos
ejercen su legítima libertad y los ancianos ejercen su legítima
autoridad en su ordenación y nada más se requiere para la
integralidad de un llamado ministerial?
Si se objeta que se requiere la imposición de las manos del obispo,
el cual sucede a Timoteo y a Tito, a quienes el apóstol Pablo dejó, el
uno en Éfeso y el otro en Creta, para ordenar ancianos en muchas
iglesias (Tit. 1:5).
Respuesta: Con respecto a la ordenación de Timoteo y Tito y la
ordenación por medio de obispos (con su pretensión al oficio de
Timoteo y Tito), se ha dicho lo suficiente por parte de muchos
doctos piadosos hasta ahora, especialmente de los últimos tiempos.
En resumen, se llega a estas conclusiones:
Primera conclusión: Que Timoteo y Tito no ordenaron ancianos en
muchas iglesias como obispos, sino como evangelistas. Timoteo es
llamado expresamente un evangelista (2 Tim. 4:5), y Tito es
mostrado claramente como un evangelista tanto como Timoteo por
las características de un evangelista, algo que bien la Escritura
sostiene o bien Eusebio comenta en su Historia Ecclesiastica, Libro 3,
capítulo 37 (versión griega), capítulo 31 (versión latina). {El
ministerio de los evangelistas} no se limitaba a una iglesia
determinada, sino que seguía a los apóstoles terminando su obra de
plantar y regar iglesias allí donde llegaban. Ciertamente ordenaron
oficiales donde faltaban y ejercieron jurisdicción (como los
apóstoles) en varias iglesias, pero con el resto del presbiterio y en
presencia de toda la iglesia (1 Tim. 5). No obstante, no hay ninguna
instrucción en las epístolas a Timoteo o a Tito, ni en ninguna otra
82 Del sujeto receptor de todo el poder de las llaves y de la independencia

parte de la Escritura, con respecto a la continuidad de este oficio de


evangelista en la iglesia.
Segunda conclusión: Aquellos obispos cuyos llamados u oficios en la
iglesia se establecen en esas Epístolas para que tengan continuidad
son en todo su conjunto sinónimos con presbíteros (Tit. 1:5, 7;
1 Tim. 3:1-7).
Tercera conclusión: Leemos acerca de muchos obispos para una sola
iglesia (Flp. 1:1; Hch. 14:23 y 20:17, 28; Tit. 1:5, 7), pero no de
muchas iglesias (mucho menos de todas las iglesias de una gran
diócesis) para un solo obispo.
Cuarta conclusión: No hay ningún trabajo trascendente, delimitado
o reservado propiamente para un oficial trascendente como un
obispo diocesano en todo el Nuevo Testamento. Los actos
trascendentes que le reservan los defensores del episcopado son la
ordenación y la jurisdicción. Ahora bien, ambos son actos de
gobierno, y Pablo {en la epístola} a Timoteo reconoce que no hay
gobernantes en la iglesia por encima de los pastores y maestros,
quienes trabajan en la predicación y en la enseñanza, sino más bien,
pastores y maestros por encima de ellos. «Los ancianos que
gobiernan bien» —dice Pablo— «sean considerados dignos de doble
honor, principalmente los que trabajan en la predicación y en la
enseñanza» (1 Tim. 5:17).
Quinta conclusión: Después del tiempo de los apóstoles, cuando uno
de los pastores, a modo de eminencia, era llamado obispo por motivos
de orden, pero durante muchos años no hacía ningún acto de poder
sino (1) con el consentimiento del presbiterio y (2) con el
consentimiento y en presencia del pueblo, como se observa en la
Historia Eclesiástica de Eusebio, Libro 6, capítulo 43 (versión griega),
capítulo 35 (versión latina); en las Epístolas de Cipriano, Libro 3,
epístola 10 y Libro 1, epístola 3; Cusaub. {Isaac Casaubon} adversus
Baronium, ejercitación 15, número 28.
Las llaves del Reino de los cielos 83

Cuando se alude a Jerónimo para confirmar lo mismo, que en los


tiempos primitivos: «Communi Presbyterorum consilio, Ecclesiae
gubernabantur» (Por el concilio general de presbíteros, las iglesias
son gobernadas). Es una débil y pobre evasión desecharlo diciendo
que él también dijo: «Communi Presbyterorum consilio, no
authoritate» (Por el concilio general de presbíteros, ninguna
autoridad), porque (1) Los presbíteros no tienen autoridad sobre el
obispo o pastor, ni tampoco el pastor sobre ellos. Son συμπρεσβύτεροι,
compañeros ancianos con la misma autoridad. (2) Cuando Jerónimo
dice que las iglesias eran gobernadas por el consejo común de todos
ellos, argumenta que nada se hizo en contra de su consejo, sino en
unión con él, de lo contrario podría decirse que el obispo gobernaba
las iglesias con el consejo común de los presbíteros, es decir, pidió
{consejo}, pero no lo siguió. Además, implicaría una contradicción
con el testimonio de Jerónimo decir que las iglesias eran gobernadas
por la sola autoridad de los obispos, pero no sin pedir el consejo
común de los presbíteros, porque al pedir su consejo y no seguirlo,
el obispo estaría ordenando y gobernando las iglesias en contra de
su consejo. Ahora bien, que las iglesias fueran gobernadas por el
consejo común de los presbíteros y en contra del consejo común de
los presbíteros son contradictorios de plano.
2. Un segundo argumento para probar que los hermanos de la
iglesia local, caminando con sus ancianos en la verdad y la paz, son
el primer sujeto receptor de todo el poder de la iglesia que es
necesario ejercer en su propio cuerpo se deriva de su poder
indispensable e independiente en las disciplinas de la iglesia. La
disciplina que se ratifica en los cielos no puede ser dispensada ni
revocada por ningún poder en la tierra ni por todos los poderes
terrenales juntos. Ahora bien, la disciplina que es administrada por
los miembros de una iglesia local es ratificada en los cielos, porque
así lo dice el Señor Jesús con respecto al poder de las disciplinas
eclesiales (Mat. 18:17-18). Si el transgresor rehúsa «escuchar a la
84 Del sujeto receptor de todo el poder de las llaves y de la independencia

iglesia, sea para ti como el gentil y el recaudador de impuesto. En


verdad os digo: todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo;
y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo».
Contra este argumento hecho por este texto suelen hacerse
muchas objeciones, pero ninguna se sostiene.
Objeción I: En Mateo 18:17, «iglesia» no se refiere a la Iglesia
cristiana (porque todavía no existía, ni los apóstoles habrían
entendido entonces a Cristo si se hubiera referido a ella) sino a la
Iglesia judía, y así Él describe su disciplina con una frase judía:
considerar a un hombre «como el gentil y el recaudador de
impuesto».
Respuesta 1: Aunque la Iglesia cristiana no existía entonces, aun
así, los apóstoles sabían también lo que Él quería decir con «iglesia»
en Mateo 18:17, así como entendieron lo que quería decir que
edificaría Su Iglesia sobre la Roca en Mateo 16:18. Era suficiente
que los apóstoles esperaran una Iglesia que Cristo reuniría y
edificaría sobre la confesión de fe de Pedro; y una vez edificada,
estaría dotada de poder celestial en sus disciplinas, lo cual
comprendieron más plenamente después, cuando, habiendo
recibido el Espíritu Santo, llegaron a poner estas cosas en práctica.
Respuesta 2: La alusión, en la disciplina eclesiástica, a la costumbre
judía de considerar a un hombre como el gentil y el recaudador de
impuestos no sostiene que Cristo dirija a Sus discípulos a quejarse
de los escándalos a las sinagogas judías, sino que solo les indica cómo
deben comportarse con los transgresores obstinados, excomulgados
por la Iglesia cristiana, es decir, que se comporten con ellos como los
judíos se comportan con los gentiles (a saber, negándoles la comunión
religiosa) y como con los recaudadores de impuestos, negándoles la
comunión civil familiar; pues así dijeron los judíos a los discípulos de
Cristo: «¿Por qué come vuestro Maestro con los recaudadores de
impuestos y pecadores?».
Las llaves del Reino de los cielos 85

Respuesta 3: No es creíble que Cristo enviara a sus discípulos a


quejarse de sus transgresiones a las sinagogas judías:
Porque, en primer lugar, ¿es probable que envíe a sus corderos y
ovejas a los lobos y a los tigres para que busquen el derecho y la
restauración? Tanto su Sanedrín como la mayoría de sus sinagogas
no eran mejores. Y si aquí y allá {había} algunos ancianos de sus
sinagogas con mejores inclinaciones, cómo puede parecer que así
era, aun así, ¿dónde habitaba alguno de ellos? Y si {un hombre así}
aparecía también, ¿no habían acordado ya los judíos que si alguno
confesaba a Cristo, debía ser expulsado de las sinagogas? (Jua. 9:22).
Objeción 2: Contra el argumento tomado de este texto se objeta
que por «iglesia» se entiende el obispo o su comisario.
Respuesta 1: Un solo hombre no es la iglesia. Si se dice que un solo
hombre puede representar a la iglesia, la respuesta está lista: Un solo
hombre no puede representar a la iglesia a menos que sea enviado
por la iglesia, pero este no es el caso ni del obispo ni de su comisario.
No los envían, sino que vienen sin ser enviados (como el agua que
entra en un barco) principalmente para aterrorizar a los siervos de
Cristo y estimular a los profanos. Y aunque algunos de los siervos de
Cristo han encontrado algún favor de algunos obispos (hombres de
mayor aprendizaje e ingenio), aun así, esos obispos han encontrado
el menor favor de sus compañeros obispos.
Respuesta 2: Normalmente, el obispo no es miembro de la iglesia
local donde se comete la transgresión, y ¿qué satisfacción recibirá
para quitar la transgresión hecha contra a la iglesia?
Respuesta 3: El Nuevo Testamento no reconoce a ningún
gobernante en la iglesia que pretenda tener más honor que los
ancianos que trabajan en la predicación y en la enseñanza
(1 Tim. 5:17).
Objeción 3: Decir «la iglesia» es decir el presbiterio de la iglesia.
86 Del sujeto receptor de todo el poder de las llaves y de la independencia

Respuesta 1: No negamos que la transgresión debe ser comunicada


al presbiterio, pero no a ellos como {si fueran} la iglesia, sino como
los guías de la iglesia, quienes, si al escuchar la causa y examinar a
los testigos, encuentran que están dadas las condiciones para una
disciplina pública, deben entonces proponerla a la iglesia, probar y
aclarar el estado de la causa ante la iglesia, para que esta,
discerniendo plenamente la naturaleza y carácter de la transgresión,
pueda consentir en el juicio y la sentencia de los ancianos contra la
transgresión, para la turbación del transgresor y la edificación
pública de todos ellos, quienes oyendo y temiendo, aprenderán a
guardarse de la misma maldad.
Respuesta 2: La iglesia nunca es presentada como el presbiterio
solamente (en todo el Nuevo Testamento), aunque algunas veces se
presente expresamente como la fraternidad {de miembros}
solamente, ya que se distinguen de los ancianos y oficiales
(Hch. 15:22); por lo tanto, decir «iglesia» no puede significar decir
el presbiterio solamente.
Objeción: En el Antiguo Testamento, la congregación se presenta
a menudo como los ancianos y gobernantes de la congregación.
Respuesta: Examinemos todos los pasajes aludidos y se verá que en
los asuntos de juicio, donde se presenta a la congregación como los
ancianos y gobernantes, nunca quiere decir (por lo que podemos
encontrar) los ancianos y gobernantes solamente, sentados aparte y
retirados de la congregación, sino sentados en presencia de esta,
oyendo y juzgando las causas ante ellos; [e]n cuyo caso, si una
sentencia había sido dictada por un gobernante y desagradaba a la
congregación, esta no dejaba de mostrar su desagrado, a veces
protestando abiertamente contra la sentencia (como en
1 Sam. 14:44-45), en ocasiones negándose a ejecutarla
(1 Sam. 22:16-17). Y lo que el pueblo de la congregación hizo
lícitamente en algunos casos al renunciar y contrarrestar la sentencia
Las llaves del Reino de los cielos 87

de sus gobernantes, lo mismo podían y debían haber hecho en los


casos similares en cualquier momento. Todo el campamento o
congregación de Israel podía protestar contra una sentencia ilícita e
injusta; y una parte de la congregación que discernía la iniquidad de
una sentencia podía apartarse justamente de la ejecución de la
misma.
Objeción 4: Cuando Cristo dijo «dilo a la iglesia», se refería a una
asamblea sinodal o regional19 de los presbíteros de muchas iglesias.
Porque Su intención y propósito en este pasaje era prescribir una
regla para eliminar todos los escándalos de la Iglesia, lo cual no
puede hacerse diciéndole a la membresía de una sola iglesia local,
porque ¿qué pasa si un anciano transgrede?, ¿qué pasa si incluso
todo el presbiterio transgrede? El pueblo o los hermanos no tienen
poder para juzgar a sus jueces, para gobernar a sus gobernantes. ¿Y
si toda la congregación inclusive cae en una transgresión (como
pueden hacerlo [Lev. 4:13])? [U]n sínodo de muchos presbíteros
puede reformarlos, pero no puede hacerlo una sola congregación si
la que transgredió persiste en ello.
Respuesta: Reservando el debido honor a los sínodos correcta-
mente ordenados o (lo que es lo mismo) un classis o convención de
presbíteros de iglesias locales, no encontramos que «iglesia» sea
presentada en ninguna parte como un sínodo de presbiterios. Y esto
es muy incongruente con este pasaje, porque aunque se diga que
una congregación local no puede llegar a quitar todas las
transgresiones, también se puede decir que no se puede molestar a
los sínodos con cada transgresión que ocurra en una congregación;
las transgresiones ocurren a menudo; los sínodos se reúnen rara vez;
y cuando se reúnen, encuentran muchos asuntos más importantes
que atender que cada transgresión de cada hermano en particular.

19 Nota de los traductores: una asamblea […] regional —Lit., una asamblea […]

del «classis».
88 Del sujeto receptor de todo el poder de las llaves y de la independencia

Además, así como toda una congregación local puede transgredir,


también puede transgredir una asamblea general de todos los
presbíteros de una nación, porque los concilios generales han
errado; y ¿qué remedio se encontrará para eliminar tales errores y
transgresiones según este texto? Es más, si se encuentra un pecado
en un hermano de una congregación, y esta es fiel y está dispuesta a
quitarlo mediante la debida disciplina, ¿por qué se debe someter el
pecado a un juicio más público y hacer la venda más grande que la
llaga?
De nuevo, si un anciano peca, el resto del presbiterio con la
congregación reunida puede proceder contra él (si no pueden
restaurarlo de otra manera) y así quitan la transgresión de entre
ellos.20
Si todo el presbiterio peca, o una parte de este que arrastre
consigo a una facción en la iglesia, el procedimiento más rápido que
pueden hacer los hermanos es llevar el asunto a un sínodo. Porque
aunque este pasaje en Mateo no nos dirige a ello, el Espíritu Santo
no nos deja sin dirección en tal caso, sino que nos da un modelo en
la iglesia de Antioquía: reunirse en un sínodo. Y el mismo camino
debe tomarse en la transgresión de toda una congregación, si se
persiste en esta con obstinación. Tampoco es cierto lo que se dijo,
que era el propósito de Cristo en Mateo 18:17 prescribir una regla
para quitar todas las transgresiones de la iglesia, sino solo de las
transgresiones privadas y menos graves, que se hacen públicas y
notorias solo por la obstinación de los transgresores; pues si las
transgresiones son graves y públicas desde su comienzo, el Espíritu
Santo no nos indica que procedamos de una manera tan general: de
una amonestación privada por un solo hermano a una segunda por
uno o dos más después, y por último, que lo digamos a la iglesia.

20 Nota de los traductores: Aquí hay un punto seguido en el original, pero

dividimos el párrafo para facilitar su lectura y comprensión.


Las llaves del Reino de los cielos 89

Antes bien, en tal caso, el apóstol da otra regla (1 Cor. 5:11):


expulsar a un transgresor que peca notoria y gravemente, tanto de
la comunión eclesial como de la comunión familiar privada.
Objeción 5: La iglesia de la que aquí se habla (Mat. 18:17) es
aquella a la que se puede presentar una queja de forma ordenada;
[p]ero no se puede presentar una queja de forma ordenada a una
multitud, como lo es toda una congregación.
Respuesta: ¿Y por qué no se puede presentar una queja de forma
ordenada a toda una multitud? El levita se quejó de manera
ordenada ante una multitud mayor que la de 400 congregaciones
locales (Jue. 20:1-4 y vv. sigs.).
Objeción 6: La iglesia de la que se habla aquí se reúne con
autoridad (pues las disciplinas se administran con autoridad), pero
una iglesia local se reúne con humildad, para buscar el rostro y el
favor de Dios.
Respuesta: La humildad para con Dios bien puede ir acompañada
de la autoridad para con los hombres. Se dice que los 24 ancianos
(quienes representan a los ancianos de la Iglesia del Nuevo
Testamento) están sentados en tronos con coronas en sus cabezas
(Apo. 4:4), pero cuando se postran para adorar a Dios y al Cordero,
arrojan sus coronas a Sus pies (v. 10).
Objeción 7: Las mujeres no pueden hablar en una iglesia local,
pero pueden hablar en esta iglesia que menciona el pasaje, porque
pueden ser transgresoras, y los transgresores deben dar cuenta de
sus transgresiones.
Respuesta: Cuando el apóstol prohíbe que las mujeres hablen en
la iglesia, se refiere, en parte, a que hablen con autoridad, como
cuando oran o profetizan en público en la iglesia (1 Tim. 2:12) y, en
parte, a que inquieran con audacia haciendo preguntas en público
a los profetas ante la iglesia (1 Cor. 14:34). Pero para responder: Si
90 Del sujeto receptor de todo el poder de las llaves y de la independencia

toda la congregación se ha ofendido justamente por el pecado


público de una mujer, ella está obligada a dar satisfacción a toda la
congregación, así como al presbiterio.
Objeción 8: Cuando los cismas llegaron a ser escandalosos en la
iglesia de Corinto, la casa de Cloe no se lo comunicó a toda la
congregación, sino a Pablo (1 Cor. 1:11).
Respuesta: Las disputas en la iglesia de Corinto no eran la
transgresión de un hermano en particular, sino de toda la iglesia. ¿Y
quién puede decir si no habían hablado antes de ello a la iglesia?
Pero ya sea que lo hayan hecho o no, el ejemplo solo argumenta que
los hermanos ofendidos por los pecados de sus hermanos pueden
decírselo a un anciano de la iglesia para que este lo diga a la iglesia,
lo cual nadie niega. Pablo era anciano de cada iglesia de Cristo, como
lo eran los otros apóstoles, ya que tenía el gobierno de todas las
iglesias que {había sido} encomendado a todos ellos.
Habiendo aclarado así (con la ayuda de Cristo) este texto de
Mateo 18:17, librándolo de una variedad de malas interpretaciones
(algo que se ha hecho difícil, no por la oscuridad de las palabras,
sino por la eminencia de los dones y la valía de los expositores),
vamos a añadir uno o dos argumentos más para el mismo propósito,
para demostrar que una iglesia local totalmente equipada con
oficiales y caminando rectamente en el juicio y la paz es el primer
sujeto receptor de toda autoridad eclesial que debe ser ejercida
dentro de su propio cuerpo.
3. Un tercer argumento para probar esto {que acabamos de
decir} se suele tomar con razón de la práctica y el ejemplo de la
iglesia de Corinto en la excomunión del incestuoso corintio
(1 Cor. 5:1-5).
Objeción 1: La excomunión del corintio incestuoso no fue un acto
de autoridad judicial en la iglesia de Corinto, ya fueran ancianos o
Las llaves del Reino de los cielos 91

hermanos, sino un acto de sujeción al apóstol, pues publicaron la


sentencia que el apóstol había decretado y juzgado antes: «Pues yo»
—dice el apóstol— «aunque ausente en cuerpo pero presente en
espíritu, como si estuviera presente, ya he juzgado al que cometió
tal acción…».
Respuesta 1: Aunque Pablo (como oficial principal de toda iglesia)
juzgó de antemano la excomunión del incestuoso corintio, su juicio
no fue una sentencia judicial que lo entregaba a Satanás, sino una
instrucción doctrinal y juiciosa que enseñaba a la iglesia lo que debía
hacer en ese caso.
Respuesta 2: El acto de la iglesia en Corinto al disciplinar al
incestuoso fue ciertamente uno de sujeción a la enseñanza doctrinal
y dirección divina por medio de los apóstoles (como deberían ser
actos de sujeción a la Palabra de Cristo todas las disciplinas eclesiales
por quienquiera que sean administradas), pero, aun así, el suyo fue
un acto completo de poder justo (incluso uno de toda la libertad y
autoridad que debe ser ejercida en cualquier disciplina); porque,
primero lo entregaron a Satanás en el Nombre y el poder del Señor
Jesús (v. 4), y ese es el mayor poder en la iglesia.
En segundo lugar, Pablo se unió a ellos en espíritu —es decir, en
un espíritu apostólico— para pronunciar y publicar la sentencia; lo
que argumenta que tanto su poder como el de ellos fue coincidente
y concurrente en esta sentencia.
En tercer lugar, el santo fin y utilidad de esta sentencia sugieren
el poder celestial del que procede. Lo entregaron a Satanás para la
destrucción de la carne (es decir, para mortificar su corrupción) a fin
de que su alma se salve en el Día del Señor Jesús.
En cuarto lugar, cuando su alma se humilló y se arrepintió por
medio de esta sentencia, Pablo le ruega a la iglesia que lo desate y lo
92 Del sujeto receptor de todo el poder de las llaves y de la independencia

perdone (2 Cor. 2:6-10). Ahora ejusdem potestatis est ligare & solvere,
claudere & aperire.21
Objeción 2: Lo único que sugiere todo esto es que algunos en la
iglesia de Corinto tenían este poder (a saber, el presbiterio de la
iglesia, pero no todo el cuerpo del pueblo) para excomulgar al
transgresor.
Respuesta 1: Si el presbiterio fue el único que ejerció este poder,
esto es suficiente para que se cumpla la proposición de que toda
iglesia provista de un presbiterio y que proceda justa y pacíficamente
tiene en sí misma todo el poder que se requiere, el cual debe ser
ejercido dentro de su propio cuerpo.
Respuesta 2: Es evidente en el texto que los hermanos
concordaron22 también en esta sentencia, y con algún acto de poder (el
mismo que al no haber sido ejercido antes retardó la sentencia y
cuyo ejercicio fue un requisito necesario para la administración de
la sentencia).
Porque, en primer lugar, la reprobación por no haber procedido
antes a la sentencia se dirige a toda la iglesia, así como al presbiterio:
Todos son culpados por no haberse entristecido, por no haberlo expulsado de en
medio de ellos, por más bien haberse vuelto arrogantes (1 Cor. 5:2).
En segundo lugar, el mandamiento se dirige a todos ellos:
«cuando vosotros estéis reunidos» (¿y qué es eso sino una reunión de
la iglesia?) para proceder contra él (1 Cor. 5:4). Del mismo modo, al
final del capítulo les ordena a todos: «…EXPULSAD DE ENTRE
VOSOTROS AL MALVADO» (v. 13).

En tercer lugar, declara que este acto de ellos de expulsarlo es un


acto judicial: «¿No juzgáis vosotros a los que están dentro de la

21 Nota de los traductores: Ahora «tiene el mismo poder para atar y

desatar, para cerrar y abrir».


22 Nota de los traductores: concordaron —O concurrieron.
Las llaves del Reino de los cielos 93

iglesia?» (v. 12). Aunque el juicio de autoridad sea propio del


presbiterio, no se puede negar a los hermanos el juicio de discreción
(el cual, como se ha dicho, en concordancia con el presbiterio en
este acto, tiene un poder aquí), pues esto es un acto de juicio
atribuido a todos ellos; juicio por los hermanos al que {Pablo} tiene
en tan alta estima, que de ahí aprovecha la ocasión para aconsejar
a los miembros de la iglesia a que sometan sus diferencias, incluso
en asuntos civiles, al juicio de los santos o hermanos: «¿O no sabéis»
—dice— «que los santos han de juzgar al mundo? […]. ¿[Incluso]
a los ángeles? ¡Cuánto más asuntos de esta vida!» (1 Cor. 6:1-3). Sí,
en vez de ir a los tribunales, y esto, ante los incrédulos23, en cualquier
caso que dependa de los hermanos, él les aconseja más bien que
pongan al más insignificante de {los hermanos de} la iglesia para
que oiga y juzgue entre ellos (1 Cor. 6:4).
En cuarto lugar, cuando tras el arrepentimiento de un
transgresor el apóstol les ordena perdonarlo (2 Cor. 2:4-10), se
dirige tanto a los hermanos como a sus ancianos para ello. Como
todos (tanto los hermanos como los ancianos) estaban ofendidos por
el pecado de dicho transgresor, era conveniente que todos
estuvieran satisfechos, y que, habiendo recibido satisfacción, lo
perdonaran: tanto los hermanos (por medio del amor fraternal y el
consentimiento de la iglesia) como los ancianos (dictando sentencia
de absolución y restitución a la iglesia).
Objeción 3: Pero, ¿no era esta iglesia de Corinto (quienes tenían todo
este poder) una metrópoli, una iglesia madre en Acaya, en la que se
reunían muchos presbiterios procedentes de muchas iglesias de las
localidades {vecinas} para administrar esta disciplina?
Respuesta : Tal cosa no se deduce de la historia de la iglesia de
Corinto, ni de Hechos (Hch. 18), ni de ninguna de las Epístolas a los
Corintios. Es cierto que Corinto era una ciudad madre, pero no una iglesia

23 Nota de los traductores: incrédulos —Lit., infieles.


94 Del sujeto receptor de todo el poder de las llaves y de la independencia

madre para toda Acaya; aunque no es improbable que otras iglesias


de esa región se beneficiaran de la mucha luz de los dones en
Corinto, ya que estos últimos tenían luz en abundancia y habían
sido «enriquecidos» con una variedad de todos los dones (1 Cor. 1:5,
7). Pero lo que el apóstol llama «la iglesia de Dios que está en
Corinto», es decir, «toda la iglesia», no era muy grande, entonces solía
reunirse en un mismo lugar, una sola congregación (1 Cor. 14:23).
4. Un cuarto y último argumento para probar la proposición de que
toda iglesia equipada con oficiales y —como se ha dicho— llevada a adelante en
la verdad y la paz tiene todo el poder eclesial necesario que debe ser ejercido dentro
de sí misma24 proviene de la culpabilidad de la transgresión, que recae
sobre toda iglesia cuando cualquier transgresión cometida por sus
miembros permanece sin disciplinar y sin ser quitada. Cristo tiene
algo contra la «iglesia en Pérgamo»: «toleras ahí a los que se aferran
a la doctrina de Balaam» y «a los que sostienen la doctrina de los
nicolaítas» (Apo. 2:14-15 {NVI}); y algo contra la «iglesia en
Tiatira»: «toleras a […] Jezabel». Ahora bien, si estas iglesias no
tenían suficiente poder para purgar a sus propios transgresores, ¿por
qué se les culpa de tolerarlos? ¿Por qué no se culpa incluso a las
iglesias vecinas por los pecados de estas iglesias? Pero ya vemos que
ni Pérgamo es culpada por tolerar a Jezabel, ni Tiatira por tolerar a los
que sostenían la doctrina de Balaam, ni Esmirna por tolerar a alguno
de ellos. En efecto, lo que Cristo escribe a cualquier iglesia en
particular, Su Espíritu llama a todas las iglesias a prestarle atención, y
lo mismo hace también con nuestras iglesias en este día; no porque
las culpe por la tolerancia de los pecados en otras iglesias, sino
porque quiere que se guarden de la misma negligencia de tolerar las
mismas transgresiones entre ellas; y también quiere motivarlas para
que observen las transgresiones notorias entre sus iglesias hermanas
y las amonesten con amor y fidelidad fraternales.

24 Nota de los traductores: Énfasis añadido.


Las llaves del Reino de los cielos 95

Es un cuerpo enfermo el que carece de fuerza para purgar sus


propias secreciones recurrentes y malignas. Y cada iglesia local,
siendo un cuerpo, un cuerpo de Cristo en sí misma, no honraría a
Cristo ni a Su cuerpo si con una constitución sana y atlética no
tuviera poder para purgarse de sus propias secreciones superfluas y
nocivas.
Proposición IV: En caso de que una iglesia local sea perturbada por
errores o escándalos y estos sean mantenidos por una facción entre ellos.
Entonces un sínodo de iglesias, o de mensajeros de estas, es el primer sujeto receptor
de ese poder y autoridad por medio del cual el error es refutado y condenado, la
verdad es investigada y determinada, y el camino de la verdad y la paz
es declarado e impuesto a las iglesias.
La veracidad de esta proposición puede evidenciarse con dos
argumentos:
1. Por la falta de poder para dictar una sentencia vinculante25 en
la iglesia local donde el error o el escándalo es mantenido por una
facción, pues la promesa de atar y desatar que se hace a una iglesia
local (Mat. 18:18) no es dada a la iglesia cuando esta está leudada
con errores y pleitos. Es una máxima recibida que Clavis errans non
ligat26, tan cierto como que Ecclesia litigans non ligat27. Y el fundamento
de ambas proviene del estado de la iglesia, a la cual se hace la
promesa de atar y desatar (Mat. 18:17-18), pues, aunque debe ser
una iglesia local —como se ha demostrado—, debe ser una iglesia que
SE PONE DE ACUERDO reunida en el Nombre de Cristo (Mat. 18:19-20). Si
no se ponen de acuerdo entre ellos, la promesa de atar y desatar no les es dada; o
si se ponen de acuerdo, pero aprobando un error o algo escandaloso,
entonces no se ponen de acuerdo en el Nombre de Cristo; [p]orque

25 Nota de los traductores: sentencia vinculante —O sentencia que ate.


26 Nota de los traductores: Clavis errans non ligat —O Una llave fallada no ata.
27 Nota de los traductores: Ecclesia litigans non ligat —O Una iglesia atada no

ata.
96 Del sujeto receptor de todo el poder de las llaves y de la independencia

reunirse en el Nombre de Cristo implica que se reúnen no solo por


Su mandato y autoridad, sino también que proceden conforme a
Sus leyes y voluntad, y esto, para Su servicio y gloria28. Si entonces
la iglesia, o una parte considerable de esta, cae en error por
ignorancia o causa división por pleitos, no pueden esperar que la
presencia de Cristo, conforme a Su promesa, esté con ellos para
aprobar una sentencia vinculante29. Entonces, cuando cualquier
otra iglesia hermana los halla culpables y los amonesta, con amor
fraternal, en virtud de la comunión de las iglesias, sus errores y
pleitos y cualquier otro escándalo que la acompañan son justamente
objeto de la condena de un sínodo de iglesias.
2. Un segundo argumento para probar que un sínodo es el
primer sujeto receptor de poder para determinar y juzgar los errores
y pleitos en las iglesias locales se extrae del modelo que se nos
presenta en ese caso (Hch. 15:1-28). [C]uando ciertos falsos
maestros que habían enseñado en la iglesia de Antioquía la necesidad
de la circuncisión para la salvación y conseguido que una facción se
pusiera de su parte (como parece haber sido el caso por la στάσις
{disensión} y la συζήτησις {resolución} de Pablo y Bernabé contra
ellos), la iglesia no determinó el caso por sí misma, sino que refirió
todo el asunto a los apóstoles y ancianos en Jerusalén (Hch. 15:1-2). No
solo a los apóstoles, sino a los apóstoles y a los ancianos. Los apóstoles
eran como los ancianos y gobernantes de todas las iglesias; y los
ancianos no eran pocos, ya que los creyentes en Jerusalén eran
muchos miles. Tampoco los apóstoles determinaron el asunto por
revelación directa con {su} autoridad apostólica, como se ha
mencionado antes, sino que se reunieron con los ancianos «para
considerar este asunto» (v. 6), y con una «multitud» de «hermanos»
{que estaban} junto con ellos (vv. 12, 22-23); y después, al investigar

28 Nota de los traductores: para Su servicio y gloria —O para servirlo y darle la


gloria.
29 Nota de los traductores: sentencia vinculante —Lit., sentencia que ate.
Las llaves del Reino de los cielos 97

la causa haciendo uso de un medio ordinario como es el debate (v. 7),


Pedro aclaró el asunto con el testimonio del Espíritu sobre su
ministerio en Cornelio {y} su familia, Pablo y Bernabé hicieron lo
mismo con el testimonio del Espíritu sobre su ministerio entre los
gentiles, Santiago lo confirmó por el testimonio de los profetas, con lo
cual todo el sínodo quedó satisfecho, y determinaron una sentencia
judicial y la manera de publicarla, por medio de una carta y
mensajeros, en la cual censuraron a los falsos maestros como personas que
inquietaban sus iglesias y perturbaban sus almas. Rechazaron la imposición
de la circuncisión como un yugo que ni sus padres ni ellos habían podido llevar;
no impusieron a las iglesias más que algunas observaciones necesarias,
y esto, con la autoridad que el Señor les había dado (v. 28). Este
modelo nos muestra claramente a quién se le confía la llave de la
autoridad cuando se producen transgresiones y diferencias en una
iglesia. Véase que así como el caso de la transgresión de un hermano
fiel que persiste en esta el asunto es finalmente juzgado y
determinado en una iglesia, que es una congregación de fieles,
también en el caso de la transgresión de la iglesia o congregación, el
asunto es finalmente juzgado en una congregación de iglesias, una
Iglesia de iglesias; porque, ¿qué es un sínodo sino una Iglesia de
iglesias?
Ahora bien, puede ser fácil deducir ciertos corolarios de todas estas
proposiciones anteriores que se ocupan de aclarar {quién es} el primer
sujeto receptor del poder de las llaves; corolarios que se ocupan de
responder una pregunta paralela a esta; a saber: ¿En qué sentido puede
y debería admitirse que una iglesia local es independiente en el uso del poder de
las llaves y en qué sentido no lo es? Porque en el sentido en que una iglesia
local es el primer sujeto receptor del poder de las llaves, en ese
mismo sentido es independiente, y en ningún otro sentido. Hemos
considerado que el primer sujeto receptor y el sujeto independiente
son exactamente el mismo.
98 Del sujeto receptor de todo el poder de las llaves y de la independencia

Corolario 1: La iglesia no es independiente de Cristo, sino que


depende de Él para todo poder eclesial. La razón es clara: porque
Él es el primer Sujeto receptor de todo poder eclesial por eminencia
soberana, como se ha dicho. Por lo tanto, la iglesia y todos sus
oficiales, incluso un sínodo de iglesias, dependen de Él para todo
poder eclesial ministerial. El ministerio depende de la soberanía; incluso,
cuanto más dependan de Cristo en todo ejercicio de su poder
eclesial, más poderoso será todo su poder en todas sus
administraciones.
Corolario 2: El primer sujeto receptor del poder ministerial de las
llaves, aunque es independiente en lo que respecta a la derivación
de poder del poder de la espada para el desempeño de cualquier
administración espiritual, aun así, está sujeto al poder de la espada
en los asuntos que conciernen a la paz civil.
Los asuntos que conciernen a la paz civil y a los que está sujeta
la iglesia principalmente pueden agruparse en 4 categorías:
1. La primera categoría son los asuntos civiles, τὰ βιωτικά, los
«asuntos de esta vida», como son: la disposición de los bienes o
tierras, vidas o libertades, tributos, costumbres, honores terrenales y
herencias de las personas. En estos {asuntos}, la Iglesia se sujeta y
se remite al Estado civil. Cristo, como Ministro de la circuncisión,
se negó a asumir la división de las herencias entre los hermanos por
considerarla impertinente a Su llamado (Luc. 12:13-14). Su Reino
—reconoció— «no es de este mundo» (Jua. 18:36). Él mismo pagó
tributo a César (Mat. 17:27) por Él y Sus discípulos.
2. La segunda categoría de asuntos que conciernen a la paz civil
es el establecimiento de la Religión pura en doctrina, adoración y gobierno
conforme a la Palabra de Dios, así como la reforma de toda las
corrupciones en cualquiera de estas áreas {de la Religión}. Sobre
esta base, los reyes buenos de Judá ordenaron «a Judá que buscara
al SEÑOR, Dios de sus padres», y lo adorara conforme a Sus propios
Las llaves del Reino de los cielos 99

estatutos y mandamientos, eliminaron las corrupciones contrarias


de los dioses extraños, los lugares altos, las imágenes talladas y las
imágenes de Asera, y fueron alabados por Dios y obedecidos por los
sacerdotes y el pueblo al hacerlo (2 Cró. 14:3-5; 15:8-16; 17:6-9;
19:3-4; 24:4-6, 8-10; 29:3-35; 30:1-12; 34:3-33).30
El establecimiento de una Religión pura y la reforma de las
corrupciones en la Religión conciernen mucho a la paz civil. Si la
Religión se corrompe, «la guerra [estará] en las puertas» (Jue. 5:8) y
«no [habrá] paz para el que [salga] ni para el que [entre]»
(2 Cró. 15:3, 5-6). Pero donde la Religión se regocija, el Estado civil
florece (Hag. 2:15-19). Es cierto que el establecimiento de la
Religión pura y la reforma de las corrupciones son pertinentes
también a las iglesias y asambleas sinodales, pero lo hacen usando
solo armas espirituales: el ministerio de la Palabra y las disciplinas
eclesiales31 sobre los que están bajo el poder de la iglesia. Pero las
autoridades civiles se ocupan de ello, en parte, ordenando y
estimulando a las iglesias y a sus ministros para que lo hagan a su
manera espiritual, y en parte también, castigando civilmente a los
opositores y perturbadores que actúan con premeditación contra las
iglesias y sus ministros. Así como Josafat envió sacerdotes y levitas
(acompañados y apoyados por príncipes y nobles) para que predicaran y
enseñaran en las ciudades de Judá (2 Cró. 17:7-9), también Josías dio
muerte a los sacerdotes idólatras de los lugares altos (2 Rey. 22:20).
Esto tampoco era un deber o privilegio peculiar de los reyes de Judá,
sino que también lo hacían los príncipes paganos, para evitar la ira de
Dios contra el reino del «rey y sus hijos» (Esd. 7:23). Incluso de los
tiempos del Nuevo Testamento se profetiza que en algunos casos
procederá un castigo capital contra los falsos profetas que será
ejecutado por sus parientes más cercanos (Zac. 13:3). Y la ejecución

30 Nota de los traductores: Aquí hay un punto seguido en el original, pero

dividimos el párrafo para facilitar su lectura y comprensión.


31 Nota de los traductores: disciplinas eclesiales —lit., censuras eclesiales.
100 Del sujeto receptor de todo el poder de las llaves y de la independencia

de dicho castigo se describe en Apocalipsis 16:4-7, donde «los ríos y


las fuentes de las aguas» (es decir, los sacerdotes y jesuitas que
difunden la religión del mar de Roma por todos los países) «se
[convierten] en sangre»; o sea, las autoridades civiles les dan a beber
sangre.
No obstante, aunque reconocemos de buena gana un poder en
las autoridades civiles para establecer y reformar la Religión
conforme a la Palabra de Dios, no queremos dar a entender que
pertenece al poder civil obligar a todos los hombres a sentarse a la
Mesa del Señor o entrar a la comunión de la Iglesia antes de que
estén preparados en cierta medida por Dios para dicha comunión,
pues esto no sería una reforma sino una deformación de la Iglesia, y no
es conforme a la Palabra de Dios, sino que está en contra de ella,
como lo demostraremos (si Dios quiere) más adelante cuando
hablemos de la disposición o cualificación de los miembros de la
iglesia.
3. Hay una tercera categoría de asuntos que conciernen a la paz
civil en los que la Iglesia no debe negar su sujeción a las autoridades
civiles, {a saber,} en el ejercicio de algunas administraciones
espirituales públicas que pueden promover y ayudar al bien público
del Estado civil según Dios. En tiempo de guerra, peste, o cualquier
calamidad o peligro público que afecte a la comunidad32, las
autoridades civiles pueden proclamar legalmente un ayuno como lo hizo
Josafat (2 Cró. 20:3), y las iglesias no deberían descuidar tal
administración en una ocasión tan justa. Tampoco se puede
cuestionar el poder de la Iglesia para convocar un ayuno cuando
{los cristianos} mismos ven que Dios los llama a la humillación
pública; porque así como Josafat convocó un ayuno, también el
profeta Joel animó a los sacerdotes a convocar un ayuno en un

32 Nota de los traductores: la comunidad —Lit., la Mancomunidad.


Las llaves del Reino de los cielos 101

tiempo de hambruna que amenazaba con interrumpir los sacrificios


sagrados (Joe. 1:13-14).
También puede acontecer que al emprender una guerra o al
hacer una alianza con un Estado foráneo surjan casos de
{problemas de} conciencia que requieran la consulta de un sínodo.
En este u otros casos similares, si las autoridades civiles convocan un
sínodo, las iglesias deben sujetarse a estas en el Señor con ánimo
pronto. Aunque Josafat estaba fuera de su lugar cuando se
encontraba en Samaria visitando a un rey idólatra, no estaba fuera
del camino correcto cuando pidió consejo de la boca del Señor por
medio de un concilio o sínodo de sacerdotes y profetas en caso de
emprender la guerra contra Siria (1 Rey. 22:5-7).
4. Una cuarta categoría de asuntos en los que la Iglesia no debe
negarse a sujetarse a las autoridades civiles es en el sufrimiento paciente
de sus injustas persecuciones sin resistencia hostil o rebelde. Porque
aunque la persecución de las iglesias y los siervos de Cristo no hace
avanzar la paz civil, sino que la derroca, aun así, que la iglesia tome
la espada en su propia defensa no es un medio lícito para preservar
la paz de la Iglesia, sino más bien una perturbación de la misma. En
este caso, cuando Pedro sacó su espada en defensa de su Maestro (el
Señor Jesús) contra un ataque que le hicieron los oficiales de los sumos
sacerdotes y los ancianos del pueblo, nuestro Salvador le ordenó que
volviera a enfundar su espada porque —dijo Él— «todos los que tomen
la espada, a espada perecerán» (Mat. 26:50-52)33, donde habla de
Pedro, ya sea como discípulo individualmente o como oficial de la
Iglesia, a quien, aunque se le confió el poder de las llaves, no se le
confió el poder de la espada. Y que los tales tomen la espada, aunque
sea por la causa de Cristo, está prohibido por Cristo; y tal es el caso

33 Nota de los traductores: Hay un error de referencia en el original (que

tampoco fue corregido en la edición de 1843); dice «Mat.27.50,51,52», pero


en realidad se está refiriendo a Mateo 26:50-52.
102 Del sujeto receptor de todo el poder de las llaves y de la independencia

de cualquier iglesia local o sínodo de iglesias. Así como han recibido


el poder de las llaves, no de la espada, con el poder de las llaves
pueden y deberían administrar, no con el poder de la espada. No
obstante, hablamos de iglesias y sínodos como tales, es decir, como
miembros de iglesias o asambleas de iglesias que actúan de manera
eclesial, por el poder de las llaves recibido de Cristo. Pero si algunas
de las mismas personas también son encargadas por el Estado civil
de la preservación y protección de las leyes y libertades, la paz y la
seguridad del mismo Estado y se reúnen en una asamblea civil
pública (ya sea en el concilio o en el campamento) pueden allí
proveer por el poder civil (conforme a las buenas leyes y libertades
del país) [n]e quid Ecclesia, ne quid Respublica detrimenti capiat34. Si el rey
Saúl jura dar muerte a Jonatán, los líderes del pueblo pueden
rescatarlo con manos fuertes de la furia injusta e ilegal de su padre
(1 Sam. 14:44-45). Pero si Saúl persigue a David (aunque tan
injustamente como a Jonatán), aun si los príncipes y líderes del
pueblo no lo rescatan de la ira del rey, David (un hombre común)
no sacará su espada en su propia defensa, ni siquiera para extender la
mano contra «el ungido del SEÑOR» (1 Sam. 24:4-7).
Para concluir este corolario tocante a la sujeción de las iglesias al
Estado civil, en los asuntos que conciernen a la paz civil, no se puede
omitir esto: que así como la Iglesia está sujeta a la espada de las
autoridades civiles en las cosas que conciernen a la paz civil, también
las autoridades civiles (si son cristianas) están sujetas a las llaves de
la Iglesia en los asuntos que conciernen a la paz de su conciencia y
el Reino de los cielos. Por eso Isaías profetizó que reyes y reinas,
quienes son padres y madres cuidadores para la Iglesia, «[c]on el
rostro a tierra se postrarán ante [la Iglesia]» (Isa. 49:23
{RVA2015}); es decir, que caminarán en profesada sujeción a las
ordenanzas de Cristo en Su Iglesia. De ahí también que David

34 Nota de los traductores: «que ni la Iglesia ni la República sufran pérdida

alguna».
Las llaves del Reino de los cielos 103

profetice de «una espada de dos filos» (es decir, la espada del


Espíritu, la Palabra de Cristo) puesta en manos de los santos (que son,
por su llamado, los miembros de la Iglesia) para someter a las
naciones por el ministerio de la Palabra a la obediencia al evangelio
(Sal. 149:6-7), «para aprisionar a los reyes con grilletes y a sus nobles
con cadenas de hierro, para ejecutar en ellos la sentencia escrita [es
decir, escrita en la Palabra]…» (Sal. 149:8-9 {RVA2015}).
Corolario 3: Un tercer corolario tocante a la independencia de las
iglesias es este: Que como una iglesia local, compuesta por ancianos
y hermanos, y que camina en la verdad y la paz del evangelio, es el
primer sujeto receptor de todo poder eclesial que debe ser ejercido
dentro de sí misma, {entonces} es independiente de cualquier otra
(iglesia o sínodo) para el ejercicio de dicho poder.
Que tal iglesia es el primer sujeto receptor de todo poder eclesial
ha sido aclarado anteriormente en la introducción de la tercera
proposición sobre el primer sujeto receptor del poder de las llaves.
Y siendo tal iglesia el primer sujeto receptor del poder eclesial, es
inevitablemente independiente de cualquier otra iglesia o cuerpo
para el ejercicio del mismo, ya que, como se ha dicho anteriormente,
el primer sujeto receptor de cualquier estado o añadidura es
independiente de cualquier otro, ya sea para su goce o empleo (el
tener o el usar).
Corolario 4: Un cuarto corolario tocante a la independencia de las
iglesias es: Que una iglesia que ha caído en alguna transgresión (ya
sea toda la iglesia o un grupo fuerte de esta) no es independiente en
el ejercicio del poder eclesial, sino que está sujeta tanto a la
amonestación de cualquier otra iglesia como a la determinación y
sentencia judicial de un sínodo para que la dirija hacia el camino de la verdad
y la paz.
104 Del sujeto receptor de todo el poder de las llaves y de la independencia

Y esto también se desprende del discurso anterior; pues, si clavis


errans non ligat35, & Ecclesia litigans non ligat36; es decir, si Cristo no ha
dado a una iglesia en particular la promesa de atar y desatar en los
cielos lo que atan y desatan en la tierra, a menos que se pongan de
acuerdo reunidos y se pongan de acuerdo en Su Nombre, entonces tal iglesia
no es independiente en sus procedimientos, ya que fallan en
cualquiera de estos. Porque toda la independencia que se puede
reclamar se basa en esa promesa: «En verdad os digo: todo lo que
atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la
tierra, será desatado en el cielo» (Mat. 18:18). En esa promesa se
basa tanto la independencia como la seguridad y paridad de todas las
iglesias. Pero si se les quita esa promesa, son como Sansón cuando
le fue cortado su cabello, débiles y sujetos a caer bajo otros hombres;
aunque caen más suave que Sansón, porque él cayó en manos de
sus enemigos, pero los de esta iglesia caen bajo la disciplina de sus
amigos. Ellos también pueden retractarse de su error como hizo el
falso profeta cuando reconoció el suyo: «…fui herido en casa de mis
amigos» (Zac. 13:6). En la casa de una o dos iglesias vecinas fui
herido amistosamente con una amonestación fraternal, lo cual
(como excelente bálsamo) no me hirió la cabeza {Sal. 141:5 [RVR60]}; y
en la casa de un sínodo de iglesias fui amistosamente —incluso
fraternalmente— disciplinado y restaurado.
Corolario 5: Un quinto y último corolario que se desprende del
discurso anterior tocante a la independencia de las iglesias puede ser
el siguiente: Aunque una iglesia local esté compuesta por ancianos y
hermanos, camine derecho en la verdad y la paz del evangelio, sea
el primer sujeto receptor de todo el poder eclesial que debe ser
ejercido dentro de sí misma, y por consiguiente sea independiente
de cualquier otra Iglesia o sínodo en el uso de dicho poder, aun así,

35 Nota de los traductores: Clavis errans non ligat —O Una llave fallada no ata.
36 Nota de los traductores: Ecclesia litigans non ligat —O Una iglesia atada no
ata.
Las llaves del Reino de los cielos 105

es una ordenanza segura, saludable y santa de Cristo que tales


iglesias locales se reúnan en santo pacto o comunión y se consuelen
entre sí para administrar todos sus asuntos eclesiales (que sean de
peso, difíciles y de común preocupación), no sin la consulta y el
consentimiento mutuos de otras iglesias a su alrededor. Ahora bien,
consideramos que los asuntos eclesiales de peso, difíciles y de interés
común son la elección y ordenación de ancianos, la excomunión de un anciano
o de cualquier persona pública y notoriamente conocida, el traslado de un anciano
de una iglesia a otra, o cosas similares. En estos casos, consideramos
que es seguro, saludable y una ordenanza santa proceder con la
consulta y el consentimiento mutuos. Seguro, porque «en la
multitud de consejeros hay seguridad [como sucede en los asuntos
civiles, también sucede en los eclesiales]» (Pro. 11:14). Y aunque esta
o aquella iglesia sea de buena y fuerte constitución y camine derecho
en la verdad y la paz del evangelio, aun así, no todas las iglesias están
en una condición tan atlética y serán reacias a pedir o buscar ayuda
tanto o más que otras, aunque tengan más necesidad que otras.
Incluso las mejores iglesias pueden degenerar pronto y necesitar
tanta ayuda como otras, y por falta de ayuda pueden hundirse y caer
en una profunda apostasía, que otras iglesias podrían haber evitado,
si lo hubieran discernido desde el principio.
También es saludable, ya que tiende a mantener el amor
fraternal y la sanidad doctrinal en las iglesias y evita muchas trans-
gresiones que pueden crecer en esta o aquella iglesia local cuando se
tratan todos estos asuntos dentro de sí misma sin consenso.
Es además una santa ordenanza de Cristo, pues tiene un apoyo
justificado en un precedente similar. La independencia de los
apóstoles entre sí y su mutua necesidad era similar a la
independencia que tienen las iglesias entre sí y su mutua necesidad.
Sin embargo, Pablo subió a Jerusalén a fin de consultar con Pedro,
Santiago y Juan para cerciorarse de que «no corría ni había corrido
en vano» en el transcurso de su ministerio (Gál. 2:2). Y aunque en
106 Del sujeto receptor de todo el poder de las llaves y de la independencia

la conferencia los principales apóstoles no enseñaron nada a Pablo


(v. 6), «al ver que [a Pablo y Bernabé se les] había encomendado el
evangelio a los de la incircuncisión, así como Pedro [, Santiago y
Juan] lo había sido a los de la circuncisión […], nos dieron a mí y a
Bernabé la diestra de compañerismo» (v. 9)37.38
Ahora bien, por una proporcionalidad justificada se deduce que
si los apóstoles, quienes eran independientes unos de otros, tuvieron
necesidad de consultarse y conferenciar juntos sobre la obra de su
ministerio para procurar una aprobación más amplia para su
llamado y doctrina, entonces ciertamente las iglesias y sus ancianos,
aunque {fueran} independientes unos de otros, tuvieron necesidad
de comunicar su transcurso y sus procedimientos en tales casos los
unos a los otros, para procurar una aprobación más amplia de los
mismos. Y si los apóstoles fortalecían sus manos mutuamente en la
obra del ministerio dándose la diestra de compañerismo, entonces
los ancianos de las iglesias, dándose mutuamente la diestra de
compañerismo en su ordenación o en cualquier ocasión apropiada,
no pueden sino alentar y fortalecer los corazones y las manos de los
unos y los otros en la obra del Señor.
Podría añadirse algo más, si no para confirmar, al menos para
ilustrar este punto comparando las dimensiones de «la nueva
Jerusalén», que es un diseño perfecto39 de una Iglesia pura, tal como
se constituirá en su estado de Iglesia judía en la última conversión
de los judíos. Según Iunius, las dimensiones de esta Iglesia, como las
describe Ezequiel 48:30, son de 12 estadios, lo cual, según la medida
del Santuario (que es el doble de la medida común), es de unos 4.8

37 Nota de los traductores: El autor comienza a citar desde el versículo 7,


pero solo incluye en la referencia el versículo 9, quizá hacer énfasis en ese
versículo.
38 Nota de los traductores: Aquí hay un punto seguido en el original, pero

dividimos el párrafo para facilitar su lectura y comprensión.


39 Nota de los traductores: un diseño perfecto —Lit., una plataforma perfecta.
Las llaves del Reino de los cielos 107

km40 de largo y otros tantos de ancho. Pero, en Apocalipsis 21:16,


se dice que las dimensiones de la misma Iglesia de los judíos son de
12 000 estadios. Ahora bien, ¿cómo pueden coincidir estas dos
dimensiones tan diferentes de la misma Iglesia? Porque en 12 000
estadios hay 1000 veces 12 estadios. La reconciliación más adecuada
y justa parece ser claramente esta: que Ezequiel habla de las
dimensiones de cualquier iglesia local judía ordinaria; pero Juan
habla de las dimensiones de muchas iglesias locales judías que se
combinan en algunos casos, incluso hasta la comunión de 1000
iglesias. No es que la Iglesia de los judíos se constituirá en un marco
nacional y diocesano con oficiales nacionales y obispos diocesanos o
similares, sino que a veces 1000 de ellas se reunirán en un sínodo, y
todas ellas tendrán tal cuidado mutuo, y se prestarán tal ayuda y
comunión mutuas y fraternales, como si todas fueran un solo
cuerpo.
Si alguien dice: Theologia symbolica o parabolica non est argumentativa,
que los argumentos de tales parábolas y semejanzas místicas en la
Escritura no son válidos, que disfrute de su propia percepción y (si
puede dar una mejor interpretación del pasaje) que pase de largo
estos argumentos. No obstante, si las parábolas no tuvieran poder
argumentativo, ¿por qué el Señor Jesús se deleitó tanto en ese tipo
de enseñanza?, y ¿por qué Juan, Daniel y Ezequiel escribieron gran
parte de sus profecías en parábolas si debemos interpretarlas como
acertijos y no debemos usarlas para documentar ni argumentar?
Ciertamente, si no sirven para argumentar, tampoco sirven para
documentar.
Pero, además, en lo que respecta a esta gran obra de comunión
y asociación de iglesias, permítanos añadir esta advertencia: Para
que esta asociación de iglesias no se pervierta, ya sea por la opresión
o disminución de la justa libertad y autoridad de cada iglesia local

40 Nota de los traductores: unos 4.8 km —Lit., unas 3 millas.


108 Del sujeto receptor de todo el poder de las llaves y de la independencia

dentro de sí misma, que estando bien provista de un presbiterio fiel


y experto propio, camine en integridad conforme a la verdad y la
paz del evangelio. Que los sínodos tengan su justa autoridad en
todas las iglesias, por muy puras que sean, para determinar
Διατάξεις {las ayudas} necesarias para la edificación de todas las
iglesias de Cristo según Dios. Pero en la elección y ordenación de oficiales y
la disciplina de los transgresores, baste que las iglesias se asocien para ayudarse
mutuamente con su consejo y la diestra de compañerismo cuando vean una iglesia
local usando bien su libertad y poder. Pero que no usen el poder de su comunidad
ni para quitarles de las manos tales actos eclesiales ni para obstaculizarlos en su
rumbo lícito, a menos que los vean abusar de su libertad y autoridad en el
evangelio (por ignorancia o debilidad). Todas las libertades de las iglesias
fueron compradas para ellas por la preciosa sangre del Señor Jesús;
por lo tanto, ni las iglesias pueden regalarlas ni muchas iglesias
pueden quitárselas de las manos a ninguna. Ciertamente pueden
impedir el abuso de sus libertades y dirigir su uso legítimo, pero no
quitarlas, aunque las iglesias mismas lo deseen. Habiendo dado el
Señor Jesús igual poder a todos los apóstoles, no era lícito que 11 de
ellos prohibieran al duodécimo hacer cualquier acto {propio} de su
oficio sin su intervención. Tampoco era lícito que los 9 que tenían
dones menores encomendaran la dirección y el mando de todas sus
administraciones apostólicas a Pedro, Santiago y Juan, quienes parecían
ser pilares. Y esto, no solo porque todos ellos (tanto los unos como los
otros) fueran guiados directamente por el Espíritu Santo, sino
también porque todos eran iguales en oficio, y cada uno debía dar
cuenta de sí mismo a Dios.
Hasta cierto punto, es el mismo caso de las iglesias locales; hay
además un triple inconveniente incluso que —nos parece—
acompaña la traslación del poder de las iglesias locales en estas
administraciones ordinarias a las manos de un sínodo {regional} de
presbíteros, comúnmente llamado classis:
Las llaves del Reino de los cielos 109

1. La promesa de atar y desatar a modo de disciplina, que Cristo


dio a cada iglesia local (como se ha demostrado) no es recibida, ni
tenida, ni practicada por ellos mismos directamente, sino por sus
diputados o supervisores.
2. La misma promesa que no fue dada a los sínodos en actos de
esa naturaleza (como se ha demostrado en el capítulo que trata de
los sínodos) sino en actos de otro tipo, es por la presente recibida,
tenida y practicada por ellos, y por ellos solamente, lo que no
debería ser.
3. Y lo que es un tercer inconveniente, la práctica de este poder
de las llaves solo por un sínodo de presbíteros todavía trata a la
Iglesia como menores de edad, como si no hubieran crecido hasta
la plena fruición de la justa libertad de sus años más maduros en los
días del evangelio. El hecho de que una madre lleve a su hija
pequeña en brazos y no le permita andar por su cuenta mientras
está en la infancia, es amable y atractivo; pero cuando la damisela
ha crecido hasta alcanzar la madurez, el hecho de que la madre siga
llevándola en brazos, por temor a que tropiece, sería una carga
innecesaria para la madre y una deshonra para la virgen. Tal es el
caso aquí. Según la frase hebrea, la comunidad de iglesias es como
la madre; cada iglesia local es como la hija. En el Antiguo Testamento,
mientras la Iglesia estaba en su minoría de edad, no era inoportuno
dejar toda la guía y conducción de la misma en manos de sus tutores
y gobernadores (los sacerdotes y levitas), y en la comunidad de tribunales
nacionales. Pero ahora, en los días del Nuevo Testamento, cuando
las iglesias han crecido (o al menos deberían haber crecido) hasta
alcanzar una mayor madurez, sería más conveniente dar a la Iglesia
la libertad de ponerse en pie sola y caminar con sus propias piernas;
aunque en cualquier parte de su camino que sea más difícil de andar
rectamente, como en sus elecciones, ordenanzas y disciplinas de
110 Del sujeto receptor de todo el poder de las llaves y de la independencia

personas eminentes que estén ejerciendo un oficio, es un oficio41


seguro, santo y fiel la vigilancia de la comunidad de iglesias, para
estar presentes con ellos, y serles útiles en el Señor. Y siempre que
una iglesia local se desvíe del camino, (ya sea del camino de la
verdad o de la paz) la comunidad de iglesias no puede ser exonerada
de {su responsabilidad} de reformarla y traerla de vuelta a su
camino correcto, conforme a la autoridad que el Señor les ha dado
para la edificación pública de cada una de las iglesias en el marco
de su propio pacto.

Soli Christo, Τῷ Α, κάι Τῷ Ω.42

Autorizado y registrado conforme al orden.

FINIS

41 Nota de los traductores: Valga la repetición.


42 Nota de los traductores: «Al Alfa y al Omega».
111
APÉNDICE
PREFACIO A LA
EDICIÓN ESTADOUNIDENSE1

A
l presentar al público una nueva edición de este excelente
tratado sobre el congregacionalismo, parece necesario
decir algo acerca de su erudito autor, las circunstancias en
las que apareció originalmente y el motivo de su republicación.
Nuestros límites no nos permiten insertar una biografía extensa,
sino solo algunos de los acontecimientos prominentes de su historia.
Remitimos a nuestros lectores, quienes desean un relato más
completo del autor, a su biografía por Norton y Mather.
John Cotton nació el 4 de diciembre de 1585 en Derby,
Inglaterra. A los 13 años de edad ingresó en el colegio de
Cambridge, donde su distinguida erudición le aseguró, poco
después de su graduación, el cargo de profesor en la Universidad.
Mientras ejercía este cargo, el Espíritu de Dios sometió su orgullo y
puso sus talentos y adquisiciones al servicio de Cristo y de la Iglesia.

1 Nota de los traductores: Este prefacio fue escrito en 1843 y aparce en


algunas de las ediciones que se imprimieron en los Estados Unidos de
Norteamérica. Del texto original de este prefacio, solo omitimos el último
párrafo donde se anuncia la disposición de la editorial estadounidense a
continuar reproduciendo obras similares, y que reproducía Las llaves del Reino
de los cielos dejando intactos incluso los errores tipográficos u ortográficos, algo
que no es necesario hacer en nuestra traducción al español.
113
114 Apéndice: Prefacio a la edición estadounidense

Se dice que su primer sermón, después de su conversión, sobre el


deber del arrepentimiento, fue una producción muy poderosa, y fue
honrado como el instrumento de salvación para algunos de sus
compañeros de estudios. A los 28 años de edad fue puesto sobre la
iglesia estatal2 de Boston en Lincolnshire, donde durante más de
20 años fue eminentemente útil y popular, como predicador y
también como instructor de candidatos para el ministerio del
evangelio.
Al final, la intolerancia del sistema judicial y sus luchas de
conciencia para conformarse a sus injustos requisitos lo hizo
enfrentarse a la insolencia y la venganza; y por el enorme delito de
no arrodillarse ante el sacramento, fue citado ante el Tribunal de la
Alta Comisión, del que buscó refugio huyendo. Llegó a este país en
compañía de sus amigos cercanos Thomas Hooker y Samuel Stone,
en 1633, y poco después de su llegada fue ordenado maestro de la
primera iglesia de Boston y colega del reverendo John Wilson, quien
había sido el pastor de la iglesia desde su organización en 1630. Fue
tal su influencia en el establecimiento del orden de las iglesias, y tan
amplia su utilidad, que se lo ha llamado «el patriarca» de Nueva
Inglaterra.
Sus deseos de contener y corregir los desórdenes que su feligresa
Ann Hutchinson había introducido y otros herejes habían
perpetuado, extendido y multiplicado, y también de sistematizar y
defender el congregacionalismo, lo indujeron a preparar el presente
volumen. Se lo pasó al Sr. Thomas Goodwin, su antiguo amigo y
asociado en Cambridge, un eminente erudito y teólogo, de quien se
dice que fue in scriptis in re theologica quamplurimis orbi notus3, y era por
aquel entonces pastor de una iglesia en Londres. Goodwin y el

2 Nota de los traductores: iglesia estatal—Lit., iglesia establecida.


3 Nota de los traductores: Lat.: conocido en muchas partes del mundo por sus escritos
teológicos.
Las llaves del Reino de los cielos 115

Sr. Philip Nye, de la Oxford University anteriormente, pero en ese


momento era ministro de Kimbolton, en Huntingdonshire, ambos
miembros de la Asamblea de Westminster, disidentes y congre-
gacionalistas, prepararon la introducción de Las llaves del Reino de los
cielos para mostrar la armonía general de las opiniones entre los
congregacionalistas de esa época, tanto en Inglaterra como en
América del Norte...
EL EDITOR
BOSTON, 24 de mayo de 1843.
Con la compra de este libro
estás contribuyendo con la
formación teológica de un
hombre de Dios en alguna
parte de Latinoamérica al que
podremos darle una copia
gratuita de esta obra.
Legado Bautista Confesional es una
Editorial que existe para darle la gloria
a Dios al poner al alcance de la iglesia
de habla hispana escritos teológicos e
históricos que proclaman la verdad de
la Palabra de Dios desde la perspectiva
bautista, la cual ha sido manifestada en
sus confesiones de fe históricas. Existe
con el propósito de contribuir al
currículum de libros y lecturas requeridas
para la preparación de pastores
bautistas reformados de habla hispana
así como a la edificación y estudios de
los miembros de sus iglesias.
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