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'Introducción

Enrique Walker

La siguiente selección de artículos tiene por objetivo desvelar una genealogía en la teoría de la
arquitectura de los últimos cuarenta años. La expresión lo ordinario, que da el nombre a este
compendio y que articula su argumento, se propone como el denominador común de una serie
de nociones que tienen relación con la apropiación e instrumentalización de las denominadas
condiciones existentes: lo banal, lo cotidiano, lo hallado, lo popular, el paisaje existente.
Provenientes de disciplinas diferentes y acuñadas en tiempos diferentes y con objetivos
diferentes, estas nociones parecen converger y articular una misma trayectoria al penetrar el
campo de la arquitectura. Como denominador común, lo ordinario supone por definición una
condición de alteridad. Es decir, consiste en aquellos objetos que la disciplina de la arquitectura
proclama fuera de su territorio y contra los que defi ne sus límites. A distancia, estos objetos
ejercen cierta fascinación, y en ocasiones la disciplina recurre a ellos de forma polémica como
parte de su propio proceso de redefinición: del letrero al ascensor, de la gasolinera al
aparcamiento, del descampado al arrabal, de la ciudad dispersa a la ciudad genérica. En
síntesis, la categoría de lo ordinario incluye la arquitectura que la propia arquitectura excluye.

Los antecedentes de la categoría de lo ordinario pueden rastrearse hasta el París del siglo XIX.
Al igual que la figura del flâneur, con la que se relaciona estrechamente, lo ordinario es una
consecuencia de la ciudad moderna, o su otra cara. Se trata tanto de lo que le antecede como
de lo que le sigue, de los vestigios de la ciudad por modernizar y de los residuos de la ciudad ya
modernizada. Para las prácticas artísticas y literarias de vanguardia, intoxicadas como el flâneur
con la metrópolis, es el síntoma por excelencia a partir del cual se la examina y, también, una
nueva fuente: desde Charles Baudelaire, quien exalta el arte de lo transitorio, lo fugitivo y lo
contingente -lo que denomina precisamente “modernidad”- al conde de Lautréamont, quien
exalta la belleza del encuentro fortuito entre una máquina de coser y un paraguas sobre una
mesa de disección. La capacidad de lo ordinario de volverse extraordinario en virtud de su
escrutinio y de hallazgos constituye posteriormente la premisa del deambular surrealista y de la
deriva situacionista. Mediante encuentros fortuitos o desvíos deliberados, sus excursiones se
proponen desvelar una ciudad potencial en la ciudad existente, la playa bajo los adoquines.

En la arquitectura, la genealogía de la apropiación e instrumentalización de lo ordinario como


estrategia de formulación se inicia incipientemente con la revisión crítica del urbanismo
moderno. La generación de Team 10 lo introduce como práctica en 1953, en el congreso CIAM
IX de Aix-en-Provence, tanto con la propuesta del habitat du plus grand nombre que Georges
Candilis y Shadrach Woods sostienen mediante un registro de bidonvilles del norte de
Marruecos, como con el concepto de cluster que Alison y Peter Smithson ilustran mediante el
registro de calles de Bethnal Green, del fotógrafo y colaborador del Independent Group, Nigel
Henderson. A inicios de la década de 1960, influenciado por la publicación en la revista
surrealista Minotaure de la expedición de Dakar a Yibuti liderada por Marcel Griaule y
documentada por Michel Leiris, Aldo van Eyck visita y registra los asentamientos de los dogones
en el antiguo Sudán francés, como lo había hecho anteriormente con los asentamientos de los
pueblos en Nuevo México, y con dicha evidencia verifica su concepto de fenómenos gemelos.
Unos años más tarde, Reyner Banham visita la ciudad de Los Ángeles y comienza a escribir su
historia que, en definitiva, sostiene su concepto de urbanismo sin plan.

Con el viaje a Las Vegas en 1968 de Denise Scott Brown y Robert Venturi, junto a Steven
Izenour y un grupo de alumnos de Yale University, y su publicación en forma de libro cuatro años
más tarde, dicha práctica adquiere un nuevo formato. A diferencia de los viajes de Team 10, la
ciudad elegida supone ahora un urbanismo aparentemente irreducible, e inevitablemente su
registro se destila en conceptos. Aprendiendo de Las Vegas documenta la dispersión urbana
mientras investiga su representación, pero su resultado es en realidad la formulación del
cobertizo decorado. Al describirlo tres décadas después de su aparición como el último
manifiesto y el primero de una serie de libros sobre ciudades que suponen un manifiesto, entre
las que incluye además a Nueva York, Los Ángeles, Singapur y Lagos, Rem Koolhaas construye
su genealogía y a su vez inscribe en ella sus dos manifiestos retroactivos: Delirio de Nueva
York, su historia de Manhattan que, en base al método paranoico-crítico, formula el
manhattanismo, y La ciudad contemporánea, su investigación inconclusa de la banlieue parisina,
Atlanta y Tokio, que se reencarna en el Harvard Project on the City. Con las guías de Atelier
Bow-Wow, la genealogía alcanza su tercera apoteosis.

Desde entonces, esta práctica se ha vuelto recurrente. Los siguientes artículos construyen su
trayectoria, de Las Vegas a Tokio, pasando por Nueva York y los descampados europeos, en
base a algunos de sus momentos de definición: artículos que llaman a examinar lo ordinario,
artículos que llaman a desarrollar medios para examinar lo ordinario, artículos que examinan lo
ordinario y artículos que, al examinar lo ordinario, formulan conceptos. En definitiva, para la
arquitectura lo ordinario ha supuesto un instrumento para investigar fenómenos urbanos
emergentes y, por extensión, construir una práctica de teoría de la arquitectura basada en
aprender del paisaje existente. Su formato ha consistido en la selección de una ciudad
aparentemente irreducible -una condición urbana que no ha sido precedida por una teoría, pero
que contiene suficiente evidencia como para sostener una- y en un viaje y un proyecto de
documentación que tienen por resultado el hallazgo o la formulación de nuevas arquitecturas. En
su recurrencia, sin embargo, esta práctica ha terminado por privilegiar la recopilación de
evidencia, en detrimento de la formulación de conceptos. Este compendio tiene por objetivo
tanto articular su genealogía como sugerir que, al haberse convertido en un lugar común, esta
práctica supone potencialmente otro comienzo.'

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