INTRODUCCION
Durante el transcurso de las actividades desarrolladas en la catedra, hemos aprendido a
mirar la ciudad de una manera más compleja, instalándonos en términos revolucionarios del
siglo XIX como lo son el Flaneur y Deriva.
Un Flaneur es un personaje urbano que mira la ciudad como
el escenario de la vida moderna, de las contradicciones, de
las cosas buenas y malas, de las oportunidades y de las
enseñanzas, que se deja llevar por la ciudad incorporando
inmersivamente esas experiencias de la vida urbana y
moderna.
El Deriva, nos plantea un método inventado por el Filósofo
situacionista francés Guy Debord, que genera medidas
urbanas en las cuales intervienen la ciudad para marcar, sorprender y comunicar, porque
“Solo uno aprende a conocer una ciudad cuando aprender a perderse en ella”.
Por lo anterior para ser un deriva o flaneur es necesario predisponerse para mirar la
ciudad de otra manera más compleja y controversial.
Ahora bien, la construcción de la arquitectura moderna se ha apoyado en la razón, porque
suponemos que es la que te da las respuestas verdaderas, sin embargo, no todo puede
explicarse con la razón.
No todos los artistas de la época estuvieron de acuerdo con la
importancia que se le daba a la razón y colocamos como ejemplo la
obra teatral del poeta y novelista alemán Johann Wolfgang von
Goethe, El Fausto, que propone que un hombre a partir de la ciencia
y la razón domine al mundo, pero es precisamente es ciencia, lógica y
razón que también le quita lo más preciado, terminando abrumado y
derrotado, deduciendo finalmente que no todo se puede resolver de
manera racional.
El filósofo alemán Friedrich Wilhelm Nietzsche, intenta reivindicar el individuo,
catalogándolo como un ser único e irrepetible, para así de esta manera homogenizarnos.
Mientras que en el discurso de la razón existe es el hombre universal.
Para si nos centramos únicamente en la razón, ¿dónde quedan los impulsos racionales,
esas cosas que nos pasan y no podemos explicar?
En la lógica de Nietzsche, aparecen los denominados románticos, quienes no fueron muy
gratificados, intentaron plasmar sus impulsos pasionales con sentido de individualidad
en las diferentes obras de la arquitectura moderna, y quienes estudiaremos de una manera
introductoria en este informe.
DESARROLLO
Con la llegada del romanticismo se abrió un nuevo universo de experiencias las cuales se
ligan de manera directa la forma de entender la modernidad, a través de la búsqueda del
sentido de la individualidad pasional e impulsiva.
En 1922 el periódico Chicago Tribune convocó a un concurso para su nueva sede en la
metrópoli norteamericana y las pretensiones de la nueva construcción no eran precisamente
modestas. Según las condiciones de la convocatoria debía ser uno de los más bellos edificios
del mundo y, obviamente, tenía que ser un rascacielos.
Entre los concursantes estaba los arquitectos alemanes Walter Adolph
Georg Gropius y Adolf Meyer, quienes dejaron a un lado la lógica
funcional y se arriesgaron a presentar este tipo de edificios. ⇾
CONCLUSION
En actualidad es necesario tomar como referencia estos movimientos que marcaron el
sentido de la arquitectura verdadera, entender para que estamos diseñando, y que
significante generamos con este resultado, desde su método de proyectacion hasta su
puesta permanente en escena.
Entender que el diseño no puede ser definido desde el punto de vista racional, y
arriesgarnos a seguir nuestros impulsos pasionales con sentido de individualidad para
generar obras que generen sensaciones, sentimientos y reflexiones desde el punto de
vista físico y simbológico, teniendo en cuenta la época actual siempre en pro del
desarrollo y beneficio de la humanidad desde el ámbito social y sustentable.