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Esta es definitivamente una de las incógnitas del ser humano, ¿Se puede ser feliz
viviendo en sociedad? ¿Existe si quiera la felicidad como una meta a la que se puede
llegar siguiendo los pasos correctos? La verdad es que las respuestas son más
complejas de lo que nos gustaría, pero muchos, como Rousseau, afirman en su
discurso que el hombre era más feliz en su estado natural, refiriéndose a aquellas
épocas en donde no existía ni la propiedad privada ni ciertos aspectos que
caracterizan a la sociedad de hoy en día.
En rasgos generales, todos hemos sido parte de la sociedad y también sus víctimas.
Varias fueron las veces que he escuchado el testimonio de personas que dicen preferir
una vida autosustentable y fuera del sistema antes que continuar dentro de las masas.
Sin embargo, bajo mi punto de vista, surge un dilema.
Fue durante esa misma jornada que me di cuenta de que mi infancia había sido
altamente condicionada por no comprender a mis compañeros y sentirme
indirectamente fuera de lugar aunque no lograba descifrar cuál era la razón de esa
sensación. Tal vez dentro de la sociedad global, un niño o un adolescente más maduro
pueda destacar positivamente, sin embargo, los niños manejan su propia sociedad y
sus propios estándares, los cuales yo no seguía. Mi método para ser incluida
nuevamente fue básicamente fingir emociones, gustos, opiniones e incluso creencias
(porque iba a un colegio altamente religioso donde los mismos niños excluían a
aquellos ateos).
Me caracterizaba por un pensamiento muy moral y muy reflexivo. Me pasaba los días
preocupada por problemáticas universales que ni siquiera iba a poder solucionar. A
raíz de todo esto, me veía envuelta en muchas discusiones con mis pares y me
frustraba mucho no poder ser capaz de explicarles mis puntos como correspondía.
Había veces en las que inexplicablemente me sentía auto limitada por mi edad y mi
experiencia.
Éste modo de vivir también me trajo ventajas a largo plazo. Me di cuenta de que de
este modo puedo influir en las opiniones del resto desde dentro en vez de “gritar” mis
argumentos desde fuera de la burbuja y recibir atención omisa. También tuve la
oportunidad de escuchar nuevas perspectivas y de entablar relaciones duraderas con
personas que hace 2 años nunca hubiera accedido.
Podría decir que definitivamente soy más feliz ahora, pero la verdad es que me he
llegado a decepcionar de mí misma por sentir que puede que cuando yo era menor yo
fuera más inteligente o más racional. He dejado de lado muchas preocupaciones como
la contaminación, la explotación laboral, el veganismo, entre otros, por el simple hecho
de que me estaba creando verdadera infelicidad y la sociedad tampoco estaba
colaborando. La sociedad me obligó a cambiar y por la misma razón, yo me rehúso a
participar en la exclusión a personas diferentes y más cuando se trata de aspectos que
ellos no eligieron o son parte de su identidad; porque de ahí vine yo. Yo solo tuve la
suerte de ser lo suficientemente similar al resto como para poderme camuflar. Es difícil
ser diferente en la sociedad y hasta donde me concierne no creo que se pueda ser
feliz en sociedad si tenemos una mente débil.
Agradezco el espacio para poder expresar mi vivencia personal dentro del parcial y fue
tranquilizante que gracias a los conocimientos adquiridos este año le haya encontrado
una explicación lógica a uno de mis dilemas más propios.