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THEORIA: Una manera de ver y pensar.

De suerte que, si filosofaron para huir de la ignorancia, es claro que buscaban el saber


en vista del conocimiento, y no por alguna utilidad. Y así lo atestigua lo ocurrido. Pues
esta disciplina comenzó a buscarse cuando ya existían casi todas las cosas necesarias y
las relativas al descanso y al ornato de la vida. Es, pues, evidente que no la buscamos
por ninguna otra utilidad, sino que, así como llamamos hombre libre al que es para sí
mismo  y no para otro, así consideramos a ésta como la única ciencia libre, pues ésta
sola es para sí misma. (Aristóteles (Metafísica 982b11).

Durante largo tiempo el hombre elaboró nociones acerca del mundo y de la verdad desde
esquemas, parámetros y paradigmas colmados de optimismo y utopía que lograron permear
las concepciones de ciencia, arte, filosofía, cultura, sociedad, etc., y que, recientemente,
durante el transcurso del paso de la modernidad a la posmodernidad padecieron un proceso
y situación de desgaste o debilitamiento que condujo a las sociedades contemporáneas a
aceptar a vivir en un mundo hifanizado en el que las relaciones humanas son mediadas y
mediatizadas por los protocolos y sistemas de las tecnologías de la comunicación e
información, en las cuales, sin duda, se continúa apostando por la idea de que el individuo
decide bajo su control y riesgo los horizontes del mundo.
Cuando la verdad -cosa que ya advertían y aceptaban los poetas arcaicos griegos- es que el
mundo, ahora, antes y posiblemente también en el futuro, siga siendo el que juega con
todos nosotros. Como si lo que siempre ha existido es un mundo-pensamiento o
pensamiento-mundo donde no se da la determinación de uno sobre otro, sino acaso un
permanente intercambio. Idea fascinante desde la que los sabios y poetas arcaicos griegos
se situaban en el mundo para oscilar con él. Acontecimiento que yacía o se revelaba en
aquello que los griegos arcaicos entendían como Theoria. A la que sería fantástico,
nuevamente, entregarse justamente cuando en toda su plenitud el mundo y la verdad son un
simulacro y el hombre un fantasma o girón de lo que en el pasado fue.

Quizás, la noción de realidad al pensamiento especulativo y teorético le sea más sencillo la


imposición de esquemas generales y abstractos, o sea, categorías, para luego deducir
conceptos que pongan en ventaja práctica al hombre frente al mundo, sea: epistémica, ética
y estéticamente. El mundo siempre fue, es y será, más complejo que la realidad.
Paradójicamente, la realidad se sujeta para su explicación a un requerimiento lógico y
científico. Curiosamente, concebido por el sujeto como un sujeto trascendental, sin
posibilidad de demostrar alguna de sus tantas características o virtudes. Únicamente se
puede pensar: ¡negocio de la filosofía moderna! ¡éxito garantizado en cualquiera de sus
versiones, corrientes, sistemas o métodos!

Volver a deslizarnos en la profundidad de la superficie, esto es, desde lo presentemente


presente del modo de ser de las cosas o desde el abrirse del mundo a la mirada, al
pensamiento y a la expresión, que de manera libre y desinteresada se dejaban llevar por el
vaivén y estructura del juego del mundo y dejar atrás la superficialidad de la profundidad
en la que las improntas, cánones, paradigmas y modelos de la verdad devinieron
históricamente a raíz de que la razón impuso sus esquemas puros y trascendentales, incluso,
desplazando la concepción de mundo por la idea de realidad; en el fondo, por la inquietud o
deseo de control, dominio, apropiación y administración de todo. O, probablemente, porque
el juego del mundo implica vivir en la incertidumbre, ambigüedad y ambivalencia y que a
la vez requiere erguirse frente a los acontecimientos con los ojos y oídos bien abiertos y no
como en esas situaciones en las que el antifaz del esquema teórico (tanto de sistemas
filosóficos como de modelos científicos) antecede a los hechos. O, igual, como en la
actualidad en donde con audífonos en los oídos y lentes en los ojos navegamos y vivimos
desde las pantallas nuestros anhelos de seguridad y de certidumbre. Simulamos ser Dios.  

El hombre juega el juego del mundo, pues no puede ser de otro modo, es decir, el mundo
no puede jugar el juego del hombre. Sin embargo, hubo en el transcurso del desarrollo de la
cultura, específicamente en el terreno de la filosofía, elaboraciones teóricas que
pretendieron que el mundo se sometiera a los parámetros de la razón. El ejemplo ha sido el
ancho triunfo del idealismo, en todas sus manifestaciones. Lo que, desde una postura
crítica, esto mostraría que el hombre crea ilusiones para creer en algo. Ilusiones, tanto de la
razón como de la verdad. Quizás, entonces, la filosofía clásica, la ciencia moderna y la
tecnología contemporánea sean pretensiones y quimeras por colocar al hombre por encima
del mundo. Es decir, insistir tercamente de que el mundo ha de jugar el destino que el
hombre le otorgué. De ahí el fracaso y esfuerzo fallido de tales elaboraciones teóricas.

Siendo que el mundo sólo se sujeta a su propio juego, por supuesto, en el cual implícito se
encuentran los individuos concretos y singulares, son entonces ellos con quienes el mundo
juega. De ahí, que el mundo al hombre se le presente como horizonte, como una cosa
siempre viva y en movimiento a la cual el hombre se acerca y se aleja y a la que se accede
mediante una actitud mítico-religiosa-poética, lúdica y filosófica. En el entendido de que
los horizontes del mundo se abren a la teoría (ver y pensar) y ésta fluye con el modo de ser
del mundo.  
En la antigüedad arcaica griega, en donde se originó el camino de producción y
configuración de los modos de la razón y las formas de la verdad, ver y oír, sentir y
expresar, eran asunto de la Theoria. No había escisión entre pensar y hacer. Pero, lo más
importante consistía en que el modo de ser de las cosas (que más tarde se concibió como
sustancia, esencia, etc.) para que se hicieran presente ante la mirada del hombre no requería
de representación o esquema que anticipara, describiera y explicara su sentido. Entonces, la
Theoria o el pensamiento no antecedía al mundo. Era el mundo, en su simplicidad y
complejidad, en su estabilidad y oscilación, en su permanencia, quietud y en su cambio,
transformación y devenir el que se dejaba otear o ponía de manifiesto su profundidad ante
la sensibilidad humana 

La verdad del mundo se mostraba en un acto de aparición y centelleo o tal vez de


teatralidad. De ahí, luego entonces que, la epopeya y la lírica, la tragedia y la comedia, por
ejemplo, al igual que todas las nociones fraguadas por los presocráticos hayan tenido la
intencionalidad de despejar el mundo en su juego. El mundo es el lugar natural para la
mirada del hombre. Ver presentemente lo presente en su transcurrir. Estar allí para que la
visión se espectadora y contemple en directo o presencialmente el aparecer o mostración de
las cosas. Desde la Theoria el hombre contemplaba sin jamás salir, elevarse o ponerse por
encima del mundo. Era una contemplación sin más, es decir, sin mayor interés que el
deleite y el asombro por el regalo de la verdad que el mundo ofrecía o donaba a la mirada
del hombre, que en actitud atenta y acto de inocencia se abandonaba al juego del mundo.

A la luz de la Theoria habría que comenzar (más bien, volver) a suponer que es el mundo
en su juego el que nos concibe o piensa y a la vez aceptar que precisamente solo somos en
tanto pensamos el mundo. O sea, hay en el horizonte de la Theoria la concepción de que el
pensamiento es algo dual que acontece entre mundo y hombre  (J. Baudrillard), sin tener en
cuenta que, como ha sido en las formulaciones filosóficas posteriores al periodo arcaico
griego y también en los esquemas científico, principalmente a partir del siglo XV, se
postuló que la verdad, el pensamiento y el entendimiento correspondía a un sujeto general y
omnipresente. Las determinaciones de lo real, finalmente, provenían del sujeto. Entonces,
la verdad, la bondad, la belleza, etc., se volvieron asunto de negocios. Las visiones
empresariales se "apropiaron" del mundo.  El Modelo de Negocios se desplego por por el
mundo como esencia/fenómeno de toda región, material y espiritual: naturaleza, ciencia,
arte, ética, historia, mente, cuerpo, etc.

Los horizontes del mundo desde la Theoria no pueden ser más que los de una realidad
fugaz, huidiza, impredecible, pantanosa, tenebrosa, que se teje y desteje permanentemente;
mundo en donde la verdad es de naturaleza aparente y metafórica; erótica, mantica,
profética y poética; rasgos que para el mundo arcaico griego eran auténticos y legítimos,
desde donde la naturaleza tanto como las formas prácticas de vida se derivaban u
organizaban. En definitiva, la noción de Theoria, sin duda, pone en crisis a las
formulaciones teoréticas que conciben a un sujeto que creció soñando ejercer un sistema-
orden sobre el mundo; colocándose siempre, en el exterior del mundo y contemplándolo,
también, siempre a la distancia. Un sujeto manejando los hilos de los actores y telón del
teatro o juego del mundo no puede ser más que una portentosa ilusión o imagen proyectada
por el pensamiento, que, a su vez, fantasea con el control del mundo. Proceso que empezó
después de que el hombre abandonó -sobre la consigna de la "superación" del mito, religión
y poesía- a practicar formas de razón que le permitieran sostener el mundo desde el sudor
de sus categorías y conceptos, esquemas y modelos con la meta fundamental de salir de los
tentáculos de la fatalidad que al mundo como tal siempre le han crecido.

Regresar a ver y a vivir el mundo desde la de la Theoria es retornar a concebir la existencia


desde la condición o márgenes, que no marginal, de lo arcaico y también de lo rupestre del
mundo, es decir, conducirnos bajo verdades comunes, francas y simples. Volver a escuchar
el pensamiento y expresión que a través de la voz oracular el mundo nos deja oír de él.
Algo como lo que pedía Heráclito: Para los que están despiertos, hay un solo y mismo
mundo ... Por ello es necesario seguir lo que es común, pues lo común es lo que une.
Visita:
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