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PLATÓN

I. INTRODUCCIÓN

A. Vida y pensamiento de Platón.

Toda la especulación platónica gira en torno a tres problemas fundamentales:

- Cómo justificar los paradigmas de ser y significado, y cómo concebirlos y


estructurarlos (problema de la realidad y de su conocimiento).
- Cómo rastrear su presencia en el fondo íntimo de las conciencias y cómo
hacerlos aflorar a ellas (problema del alma).
- Cómo hacerlos efectivos en una práctica sociopolítica, digna y
responsablemente humana.

Su filosofía es sistemática, aunque el suyo no es un sistema cerrado y ajeno a la


vida, lo que demuestra:

- Su concepción de la filosofía como una búsqueda vital (“Se trata nada


menos de acerca de cómo es preciso vivir”, Rep.I, 82) con cierta raíz en la
tragedia griega.
- La continua revisión de su pensamiento, articulado además en forma de
diálogo, que da cabida, aunque después sean refutados, a otros
pensamientos.
- Su vida personal comprometida con su momento histórico y los constantes
desengaños que sufrió.

Hay en su vida dos grandes hitos:

- La muerte de Sócrates, que llevó a Platón a renunciar a la acción política


directa y a contemplar con recelo y distanciamiento crítico los manejos de
la turbulenta democracia ateniense, frente a la cual, y frente a la situación
de decadencia (guerras, peste, crisis económica e institucional) de las polis
griegas en general, postulará en “La República” un nuevo hábito utópico
donde pueda realizarse la justicia iluminada por la filosofía.
- El fracaso de sus viajes a Sicilia a la corte del tirano Dionisio (padre e hijo)
en los que trató de poner en práctica sus ideas de un gobierno ilustrado: esa
desilusión le convenció de que la reforma del Estado era una tarea propia
del filósofo auténtico.

El propio Platón describe en la Carta VII su desencanto de la política y la necesidad


de una comprensión filosófica de lo justo:
“Así que yo, que al comienzo me encontraba lleno de ímpetus para dedicarme a la
política, al observar los acontecimientos y verlos todos zarandeados en todas
direcciones por cualquier azar, acabé por sentir vértigos y, aunque no desistí de
examinar cómo alguna vez podría mejorar algo en tales asuntos, y en general, en
todo el sistema de gobierno, sin embargo sí que desistí de aguardar una y otra vez
un momento oportuno para actuar, concluyendo por considerar, respecto de todas
las ciudades de ahora, que todas están mal gobernadas. Pues en los que toca a sus
leyes, en general, se hallan irremediablemente mal, a no ser por una reforma
extraordinaria en un momento de suerte. Me vi forzado a reconocer que, para
elogio de la filosofía, de ella depende el construir una visión de todo lo justo, tanto
en los asuntos políticos como en los privados. Por tanto no cesará en sus desdichas
el género humano hasta que el linaje de los que son recta y verdaderamente
filósofos llegue a los cargos públicos, o bien que el de los que tienen el poder en las
ciudades, por algún especial favor divino, llegue a filosofar de verdad”.

B. Refutación del relativismo sofista como base de la filosofía.

En la época de Platón, tiempo de crisis y descomposición, las normas antiguas


estaban siendo criticadas sin que hubiera otras para sustituirlas, adoptándose por
ello los principios del éxito y el poder a cualquier precio como única norma de
conducta. A esta corrupción contribuían los sofistas, maestros en el arte de
sembrar el escepticismo sobre la venerabilidad de las leyes y la legitimidad de las
instituciones con su teoría de que las normas sociales son meras convenciones y,
por lo tanto, cambiantes, relativas y arbitrarias. Para Platón, el relativismo vicia el
comportamiento (tiende a justificar cualquier manera de actuar) y también el
pensamiento (es complaciente e implica una renuncia a seguir pensando).
Para entender qué es lo justo, y para poder implantar la justicia en la ciudad, habrá
que proceder de otra manera, lo que implica sobre todo un cambio en el modo de
pensar, dando lugar a nuevas nociones y conceptos (fundamentos coherentes que
pretenden refutar al relativismo de los sofistas) como “realidad”, “idea”,
“conocimiento” o “alma”. Nací así propiamente con Platón la filosofía, a la vez
discurso racional y actitud vital llamada a gobernar el destino de los hombres,
tanto el colectivo como el individual.
II. NÚCLEO DE LA FILOSOFÍA PLATÓNICA.

A. TEORÍA DE LAS IDEAS.

La teoría de las ideas, tema fundamental de la filosofía, es una solución a los


problemas conceptuales y políticos que Platón hereda de su tiempo: la sofística
reduce todas las ideas, creencias y conceptos a convenciones, a productos del
hombre. La ciencia y los ideales éticos y políticos pierden su tradicional
legitimidad, su carácter universal y necesario.

Hay tres elementos esenciales que llevaron a Platón a formular su teoría:

a) el problema de las definiciones:

Los sofistas afirman que el sentido de nociones abstractas como “valor”, “justicia” o
“verdad” se establece a través de un consenso social. Platón, siguiendo a Sócrates,
entiende esta actitud como una renuncia a filosofar y a un triunfo de la ignorancia.
El lenguaje común utiliza términos como “grande”, “alto” o “bello” que se aplican a
sustantivos: como todo conocimiento se basa en la aplicación de cualidades a los
objetos, parece que todo conocimiento sería, como quieren los sofistas, relativo y
sujeto a opinión.
Platón se da cuenta de que normalmente hablamos de cosas cuya referencia está
en la experiencia (objetos), pero que también de cosas que no encuentran ni son
reducibles a ella: por ejemplo de “lo grande” o de “lo bello”. Pues bien, a esas
cualidades abstractas (no a la predicación concreta, “el árbol es grande”, sino a la
predicación o cualidad misma, “lo grande”) las interpreta en términos de realidad y
falsedad y desde una ontología: las sitúa en un espacio y en un tiempo, “el mundo
de las ideas”, de tal manera que lo grande, lo bello, lo bueno y las demás ideas
existen en algún lugar y son el fundamento último de lo que nosotros llamamos
realidad.

b) La geometría:

Platón inspira su teoría de las ideas en la geometría, modelo de ciencia superior


para los griegos y ciencia capaz de demostraciones irrefutables. Así, un triángulo,
que es una idea abstracta, es mucho más perfecto y real que cualquier objeto de la
realidad que se le aproxime: por él no pasa el tiempo, es indestructible, inmortal,
de él se puede decir que existe, pero no de un objeto sensible que se aproxime a su
forma (siempre será precario e imperfecto).
El mundo sensible, material, el mundo que consideramos real, es sólo una
apariencia, un simulacro, una copia de la verdadera realidad. El mundo inteligible,
el mundo de las ideas, la “realidad noética”, es más real que el mundo físico o la
realidad física. Ésta es de hecho la hipótesis central de su teoría: lo físico es una
copia, siempre imperfecta, de la realidad inteligible, del mundo de las ideas. Las
cosas del mundo físico adquieren su realidad participando o imitando la realidad
de las ideas.

c) El problema del cambio:

Al lado de lo mutable hay que establecer un horizonte, independiente y coherente,


de reposo. Platón media así entre Heráclito y Parménides, afirmando la hipótesis,
en apariencia contradictoria, de que existe un movimiento que no es sino en el
reposo.

Una vez establecido el hecho de que la realidad la forman las ideas, y de que el
mundo sensible o la realidad material es siempre una copia imperfecta de aquellas,
Platón nos dice cómo son las ideas: eternas, inmutables y únicas para cada clase o
especie de cosas, mientras que los objetos del mundo físico son temporales,
cambiantes y múltiples, ya que son participación o imitación de las primeras.
Las propiedades básicas de las ideas son, por lo tanto, ser: inmateriales, absolutas,
inmutables, coherentes, independientes, universales, idénticas consigo mismo y
únicas en su simplicidad.
Puesto que hay innumerables clases o especies de cosas, eso significa que también
hay innumerables ideas. Pero entre ellas existe un orden o jerarquía: las ideas de
ciencia y el ser, las virtudes y valores morales y, por encima de ellas, la idea del
Bien, que es la idea primera, la expresión del orden, sentido e inteligibilidad de
todo lo real: “La idea de Bien es causa del conocimiento y de la verdad… Igual que
la luz y la visión se parecen al sol sin serlo, la ciencia y la verdad al Bien sin serlo
tampoco”.

B. TEORÍA DEL CONOCIMIENTO.

La teoría del conocimiento de Platón se basa en 3 doctrinas:

a) La reminiscencia:

El conocimiento científico (episteme), sólo es posible acerca de las Ideas, mientras


que de las cosas del mundo sensible sólo cabe la opinión (doxa) o conjetura
verosímil. Ahora bien, el conocimiento de las Ideas sólo es posible por
contemplación directa en el mundo de las Ideas, ya que, al estar separadas de las
cosas sensibles no pueden ser conocidas a través de éstas.
¿Cómo es esto posible? Porque el alma (como después veremos), ha morado en el
mundo de las Ideas y las ha contemplado directamente antes de su encarnación.
Pero el estudio y la observación de las cosas de este mundo, que son copias de las
Ideas, traen al recuerdo o reminiscencia (anámnesis) del alma las cosas olvidadas.
La sensación o conocimiento sensible es la ocasión para el recuerdo o
conocimiento, y no el verdadero conocimiento. Platón nos pone un ejemplo: en su
diálogo “Menón”, un esclavo ignorante y analfabeto llega a demostrar ciertos
teoremas geométricos (entre ellos el de Pitágoras), lo que prueba para Platón que
conocemos porque hemos conocido en otro tiempo, y que por ello conocer es
recordar.

b) La dialéctica:

Platón basa su teoría del conocimiento en la construcción geométrica de la


parábola de la línea:

Mundo Conocimiento pleno


Inteligible
Inteligencia (“nous”)

Pensamiento (“dianoia”): conocimiento de las ideas


inteligibles a través de los sentidos y el recuerdo.

El centro no es un lugar de paso: el mundo inteligible y el sensible son


cualitativamente irreductibles y diferentes.

Opinión (“doxa”): copia de las ideas. Puede ayudar a llegar al


conocimiento, pero no lo produce porque éste es innato.

Mundo sensible Conjetura (“eikasia”): copia de las copias, ignorancia total,


oscuridad plena (por ejemplo, el arte: copia de copias, simulacro
que nos aleja de la verdad).

Ignorancia total

El pensamiento no considera imágenes (“sombras” y “reflejos” de las ideas) sino


ideas en sí mismas, pero sirviéndose de hipótesis y sin alcanzar principio alguno
(está a medio camino entre la opinión y el conocimiento puro). La inteligencia es
aquello que la razón alcanza con su poder dialéctico: proceso de ascensión
progresiva desde las cosas a las Ideas, y luego de Idea en Idea hasta la idea
suprema de Bien. La inteligencia es el instrumento del conocimiento puro.

Para hacer comprensible su teoría del conocimiento, y explicar mejor los conflictos
entre el conocimiento y la vida humana, Platón inventó el mito de la caverna. La
condición del hombre es estar preso al fondo de una caverna y ver sombras,
reflejos de la verdadera realidad que está fuera (las Ideas). Quien escapa de la
caverna y se enfrenta a la luz del sol llega a conocer las ideas, la realidad, y cuando
regrese a la caverna sabrá a qué idea corresponde cada reflejo o sombra puesto
que ha contemplado las Ideas, ha visto la verdad. Pero seguramente los ciegos le
tomarán por ciego.
c) La teoría del amor:

También el amor es un medio para ascender al mundo de las Ideas, pues nos
permite remontarnos desde las cosas y los seres bellos a la belleza en sí y después
a las demás Ideas.
El amor es un punto medio entre la sabiduría y la ignorancia, que es lo que
caracteriza la actitud filosófica: el filósofo es un ser desprovisto que anhela lo
bello; no un dios, que es bello, ni un ignorante, que se cree bello. Es amor es un
camino hacia lo bello mismo, hacia la belleza. El ascenso erótico se realiza en fases:

i) amor a la belleza corporal (primero a un cuerpo bello determinado y


después a la belleza corpórea en general).
ii) Amor a la belleza de las almas, la belleza moral.
iii) Amor a los conocimientos.
iv) Amor a la ciencia única, lo bello en sí o Idea de lo bello.

Platón descubre el dinamismo interior que arrastra al ser humano, el deseo de


conocer. El amor no es la proyección de las Ideas sino la tendencia a alcanzarlas y
poseerlas. El amor platónico (distinto del amor cortés o caballeresco) tiene su
asiento en el entrenamiento de la mente y los deseos. La filosofía , la razón, tiene
raíces vitales, pues nace de la precariedad, de la falta y del anhelo. El filósofo es un
ser entusiasmado, un enamorado con algo de locura.

C. EL ALMA.

La realidad de las Ideas y la posibilidad de su conocimiento, llevan a Platón a


recuperar la doctrina órfica y pitagórica de la inmortalidad del alma: sólo un alma
inmortal pudo haber visto las Ideas en otra vida, razón por la cual podemos
recordarlas (en parte) en ésta.
El hombre es un ser compuesto de alma y cuerpo. Pero alma y cuerpo no forman
una unidad sustancial, sino que el alma está en el cuerpo como en una cárcel. La
unión con el cuerpo es para el alma un estado transitorio y accidental, ya que el
alma es inmaterial e inmortal (preexistía antes de su unión al cuerpo en el mundo
de las Ideas y existirá cuando éste muera), mientras que el cuerpo es material y
corruptible.
Platón distingue 3 naturalezas dentro del alma:

- Racional: aquello con que se razona y piensa.


- Irascible: voluntad, decisión, pasiones nobles. Puede auxiliar a la razón si
está bien educada.
- Concupiscente: pasiones innobles, deseos, apetitos y placeres irracionales.
III. DEFINICIÓN DE JUSTICIA.

Sobre una metafísica bien elaborada, Platón se atreverá a definir la justicia,


alejándose por ello de las respuestas relativistas y escépticas de los sofistas.
En el libro II de la República le encomiendan a Sócrates que describa la naturaleza
de la justicia, y éste responde que antes de dar una definición general de ésta
abordará el tema de cómo aparece y ha de darse en las ciudades, pues “la justicia
es más fácil de reconocer en un objeto mayor”. De hecho, la ciudad no es sino “un
alma en caracteres grandes”, de modo que así se justifica la validez del análisis de
la justicia en la polis como un análisis general de la justicia, válido por ello para el
alma humana.
Según Sócrates, la ciudad se origina por la necesidad de auxilio común e implica la
especialización del trabajo. El desarrollo histórico de las ciudades implica la
creación de tres clases o estamentos sociales bien diferenciados, cada cual con su
cometido o función propia y con una virtud especial que es la que les permite
realizar bien su función:

- Clase de los artesanos o productores o trabajadores, cuya virtud es la


templanza.
- Clase de los guardianes o guerreros, cuya virtud es la fortaleza.
- Clase de los gobernantes, cuya virtud es la prudencia o sabiduría.

En una ciudad bien fundada deben dominar las virtudes, que Platón define de la
siguiente manera:

- La prudencia: ciencia que poseen los que menos abundan, los que
gobiernan, y mediante la cual se resuelve sobre la ciudad entera tratando de
que ésta mantenga las mejores relaciones posibles consigo misma y con las
demás ciudades.
- El valor o fortaleza: fuerza y conservación de la opinión recta y justa de las
cosas que hay que temer y de las que no, propia de los soldados.
- La templanza: cierto orden y continencia en los placeres, dominio de sí
mismo.

Pues bien, la justicia se realizará en la ciudad cuando cada estamento asuma su


función y realice la virtud que le corresponda: “la aplicación a su privativo trabajo
del linaje de los artesanos, guerreros y guardianes”, que cada clase haga lo que le
corresponda.

Una vez mostrado lo que es la justicia en la ciudad, “lo que allí se mostró ha de
trasladarse al hombre”: el alma humana se compone, igual que la ciudad, de tres
partes bien diferenciadas, y cada una de ellas tiene una virtud:

- La racional ejerce la prudencia, que consiste en el gobierno de la parte


racional del alma sobre las otras dos.
- La irascible ejerce el valor: unión del buen ánimo con la razón.
- La concupiscente ejerce la templanza, que no es sino la armonía entre las
partes del alma entendida como sumisión de las partes gobernadas a los
dictados de la razón.

La justicia se realizará en el alma cuando ésta haga lo que le corresponde en la


ciudad e igualmente las partes que la componen.

A partir del análisis de la justicia en las ciudades y en el alma humana, Platón llega
a una definición genérica de ésta: la justicia es la armonía general entre las
virtudes, las clases sociales y las partes del alma.
La justicia es pues una cuestión que lejos del fácil relativismo de los sofistas
implica una concepción global del mundo. El esquema general queda así:

Ciudad Alma Virtudes


(formada por 3 clases) (formada por 3 partes)
Gobernantes Racional Prudencia
Guerreros Irascible Valor
Artesanos Concupiscente Templanza

La justicia es armonía. La felicidad individual exige la justicia en el Estado y en el


individuo, y ésta sólo se logrará mediante la filosofía. La constitución de una polis
ideal es el objetivo de la filosofía de Platón, porque es el único modo de alcanzar la
felicidad individual (porque la clase inferior, en la que domina el apetito, necesita
de la razón de los gobernantes para cumplir el principio ético de la sumisión a la
razón, que guardianes y gobernantes cumplen por sí mismos) y social (sólo en una
organización basada en la idea de Bien cabe pensar en un régimen auténticamente
justo).
IV. CONSECUENCIA PRÁCTICAS DEL PENSAMIENTO PLATÓNICO.

El platonismo no es un pensamiento abstracto ajeno a la realidad y su tiempo


histórico. Aunque sí sea un pensamiento idealista, su íntima vocación y su mayor
objetivo es el de encarnarse en las instituciones de su tiempo, actualizarse en una
práctica política y educativa. Las siguientes ideas así lo atestiguan:

i) La educación:

El Estado debe asumir la educación de los gobernantes (cuyo fin es el


conocimiento y en último término el conocimiento de la Idea de Bien) y
gobernados (cuyo fin es el amor a la ciudad y la correcta integración en ella).
Platón parte de varios presupuestos de inspiración socrática: la educación no
es nada, sino que consiste en orientar al educando para que busque por sí
mismo la verdad; importa más la educación del carácter que la adquisición de
habilidades o conocimientos; y por último, la educación inicial es muy
importante, por lo que es adecuado separar enseguida a los hijos de sus
madres.
El programa educativo básico se debía componer de gimnástica (que
comprende el cuidado del cuerpo e incluye un régimen de alimentación y
conducta basado en la moderación orientado a la formación del carácter) y
música (incluye letras y ciencias). Sólo los gobernantes, no obstante, estudiarán
filosofía para prepararse para el gobierno de ciudad.

ii) El filósofo rey:

Sólo el filósofo conoce la perfección y el orden del mundo inteligible, sólo él –


después de 50 años de dedicación al conocimiento, conoce la idea de Bien. Pues
igual que un carpintero imita la idea de una mesa para construir la mejor mesa
posible, así el filósofo se inspira en la idea de Bien para gobernar con perfección la
polis. Sólo el Estado gobernado por el filósofo imitará el orden perfecto,
asegurando la justicia en la sociedad y la felicidad de sus habitantes.

iii) Las distintas formas de gobierno:

En el libro VIII de la República, Platón analiza 5 formas de gobierno que son


parejas a ciertas disposiciones del alma:

- La realeza (del filósofo rey) o en su defecto la aristocracia (gobierno de los


mejores): es el único gobierno perfecto y feliz. De él, y por sucesivas
degeneraciones, surgen los demás (y es que la ciudad también está sujeta a
corrupción).
- La timocracia: gobierno de los guerreros, en el que “se venera más la
gimnasia que la música” y en la que los que gobiernan no son sabios.
- La oligarquía o gobierno de los ricos, que rompe la ciudad en dos y que sólo
aprecia la riqueza y el lucro.
- La democracia o el gobierno de los pobres insatisfechos que da lugar a un
exceso de libertad, de variedad de gentes, de desorden y que es, y esto es su
peor rasgo, la semilla de las tiranías (pues “el exceso de libertad trae el
deseo de esclavitud”).
- La tiranía o el gobierno de un protector del pueblo o tirano, en el que
triunfan el crimen, la esclavitud y la bajeza.

iv) Temas de política empírica:

En casi todos los libros de la República se proponen reformas concretas para llegar
al Estado ideal, reformas que implican un análisis más concreto de la sociedad de
su tiempo y de las vías para su transformación. Algunas de estas ideas son:

- Escoger las fábulas y poesías necesarias y vigilar a los que las inventan
(libros II y III). El destierro de los poetas (libro X) de la ciudad y de la poesía
ajena al espíritu de la ley y “la sensatez de los que oyen”.
- Limitación de la propiedad privada (para evitar desequilibrios sociales).
- Control absoluto del Estado sobre el número de familias, el tipo de
encuentro sexual (control reproductivo eugenésico) y la educación de los
niños (libro V).

De la sociedad ideal de Platón se puede decir (como de todas las utopías


renacentistas y modernas) que es una sociedad totalitaria en la que los intereses
individuales deben subordinarse totalmente al bien social, y en la que debe haber
una separación total de las clases sociales fundamentada en la distinción radical de
funciones y virtudes entre ellas y garantizada mediante un eficaz sistema de
educación y control.
Los individuos de las distintas clases sociales deben ser educados de acuerdo con
las funciones respectivas de sus clases. Así, para gobernantes y soldados Platón
propone una organización comunista sin propiedad privada o familia propia para
evitar la ambición personal. La finalidad que persigue Platón es evitar a toda costa
cualquier cambio o corrupción que pueda destruir su sociedad política ideal.

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