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Seguir en la contemplación

Por falta de sosiego, nuestra


civilización desemboca en una nueva
barbarie.
En ninguna época se han cotizado
más los activos, es decir, los
desasosegados.
Cuéntase por tanto entre las
correcciones necesarias que deben
hacerle al carácter de la humanidad
el fortalecimiento en amplía medida
del elemento contemplativo

(F. Nietzsche. Humano, demasiado


humano)
en la disincronía y en la desfachatez digital la contemplación se apaga cuando se enciende el monitor y conectados y
enredados en la red quedamos.
Fue necesario colocar en la bandeja de reciclaje las viejas actitudes, estrategias y nociones tradicionales y modernas
acerca de que la educación es un acto dialógico
Carpetazo o congelamiento al hecho de que el tú aprende del yo y viceversa en la acción dialógica de la presencia
plena y siempre dramática.
Todos nos subimos a la máquina del tiempo. Sin salir de casa, algunos de modo profundo y convencidos quedaron que, bajo
el formato ligero, veloz y dictatorial de la digitalización de lo real las relaciones humanas alcanzaban el paraíso o eran
superlativas.
¿Hay alguien más por ahí? ¿Me escuchan? ¡Hola! ¿Cómo están? ¡Saludos! ¿Alguien me atiende? Pasaban varios
minutos de silencio hasta que alguien respondía ¡Sí, profe, claro por aquí andamos! … y era todo.
A condición de descorporizar la presencia, lamentablemente muchos fueron engullidos por los datos otros por el
coronavirus.
En el caso de la actividad docente fue necesario aprender el uso de las tecnologías de la información en donde muy
bien nos dimos cuenta que la presentación, el ornamento, el sensacionalismo, la innovación y la espectacularidad son
fundamentales para disfrazar el desempeño y rendimiento laboral.
Angustia e incerteza atraviesan convicciones de siempre, pues de la nada nos encontramos navegando en la lejana
cercanía y en la cercana lejanía en donde el residuo es la sensación de estar en algo irreal y paradójicamente lo único
real es la desaparición de todos los otros al cerrar la sesión o al apagar el ordenador
Poco a poco el retorno a la modalidad presencial a clases por todo el orbe está aconteciendo. Hay que abordar la
máquina del tiempo nuevamente, pero está vez de regreso a las actividades presenciales e irreversibles
La oportunidad para ello lo ofrece el regreso a las actividades académicas de forma presenciales al salir del encierro y
hostigamiento digital. Volver a perder el tiempo respirando el aroma del tiempo y de la historia.
No olvidar que la reflexión filosófica, al ser altamente contemplativa, se instala en el nivel de la vida activa del hombre
donde lo vital es la perfección, que se alcanza mediante la búsqueda de la verdad, la bondad y la belleza.
La filosofía es para los curiosos e imaginativos, para los que escuchan y ven; para quiénes no se conforman con
respuestas parciales o meras opiniones.
La preocupación es la condición para la reflexión, meditación y argumentación filosófica; por la que los sabios se han
planteado preocupaciones y problemas, cuyas respuestas históricas han quedado en las páginas vivas de los textos, pero
también en la sabiduría ancestral de los pueblos
La vida gana tiempo y espacio, duración y amplitud, cuando recupera la capacidad contemplativa (Byung -Chul Han)
Créditos:
Imágenes públicas de la red.

Música.
En rúbrica: Me buscaré, Saúl Hernández. Mortal. 2014.

En diapositivas:
Wagner, Richard. El ocaso de los dioses. Zubin Metha y
filarmónica de Nueva York. Madrid 1989.
 
Bibliografía.
Byung-Chu Han. El aroma del tiempo. Herder. Barcelona 2015.
Nietzsche, F. Humano, demasiado humano. Edf . 1985.

Idea, texto, voz, edición: Francisco Lara Salazar.


México 2022.

Seguir en la contemplación.

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