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Gilbert Highet

El arte de enseñar.

CAPITULO UNO. Introducción


Es necesario poner el corazón en la enseñanza.
Todos somos educandos y todos somos maestros.
No muchos comprenden que la mayoría de nosotros, como miembros de la sociedad, o
aprendemos o enseñamos incesantemente.
La mala enseñanza hace perder muchos esfuerzos y frustra muchas vidas que podrían
haberse vivido plenamente y colmado de felicidad.
Uno de los principales deberes del maestro es el de estimular.

CAPITULO DOS. El maestro.


La enseñanza más común y la mejor organizada –aunque no la más importante- se lleva
a cabo en las escuelas, colegios, universidades e instituciones técnicas.
Ante todo, el maestro debe conocer necesariamente su asignatura, saber lo que enseña.
La enseñanza es inseparable del conocimiento.
No se puede comprender ni siquiera los rudimentos de un tema importante, sin conocer
sus niveles superiores.
La mente humana tiene una capacidad infinita.
Si somos verdaderos maestros, debemos tener tanto entusiasmo por nuestros propios
temas, que podamos hablar, en forma interesante sobre sus aspectos poco comunes.
El maestro tiene que creer en el valor y el interés de su materia como el médico cree en
la salud.
El interés del maestro le permite poseer un conocimiento cada vez mayor, este
conocimiento le aguza el juicio, y así no sólo tiene éxito, sino que es feliz.
El profesor que no siente afición por su materia, o ésta le es indiferente siempre corre el
riesgo de transformarse en un hipócrita.
La tercera condición de la buena enseñanza es querer a los alumnos.
Un erudito, por ejemplo, que ha pasado su vida aprendiendo una materia difícil, puede
no saber cómo enseñarla y sentirse incómodo o violento ante un auditorio juvenil. Pero
si su reputación y sus conocimientos tienen hondas raíces mantendrá la atención de la
clase.
Que nuestro goce de pertenecer al grupo nos brinde energías para enseñar.
Gran parte del desajuste de nuestra sociedad se debe a la ignorancia.
Necesitamos de la información, de allí en adelante la responsabilidad es nuestra.
Al oír el libre y descuidado ritmo de la charla de los alumnos se advierte cómo
funcionan en realidad sus mentes y emociones.
El maestro tiene pues que conocer a los jóvenes como tales; además tiene que recordar
el nombre y el rostro de cada alumno.
Los jóvenes tratan desesperadamente de llegar a ser gente auténtica, personas
verdaderas. Si se desea persuadirlos de algún modo, se los debe convencer de que los
conoce como tales, y el primer paso es memorizar sus caras y sus nombres.
El arte de enseñar, consiste parcialmente en reconocer, dentro de cada individuo, un tipo
particular o combinación de tipos.
Para el profesor es tan importante saber lo que un alumno no puede hacer, y lo que no
debe esperarse que haga sin un motivo especial, como saber lo que esta predispuesto a
hacer por considerarlo particularmente importante.
No dude en educar al alumno de acuerdo con las técnicas y habilidades que usted haya
logrado adquirir y bríndele su experiencia.
Planear el trabajo a un buen alumno es la mejor manera de evitar el derroche de sus
fuerzas.
En un plazo de tres o seis meses pueda hacerle ver al alumno el trecho recorrido y se
sienta contento y sorprendido al contemplarlo.
El buen profesor debe saber mucho más y debe estar dotado de intereses intelectuales
excepcionalmente amplios y vivos.
Los profesores de escuelas y colegios deben ver, pensar y comprender más que la
persona corriente de la sociedad en que actúan.
Los profesores deben saber más sobre el mundo, pasar el resto de sus vidas ampliando
los horizontes de su espíritu.
Su tarea es precisamente interpretar un amplio e importante sector del mundo, sus
actividades y progresos, y ponerlo en contacto con el educando. Debe confiar en
interpretar el mundo cada vez más, a medida que pasa el tiempo.
La primera tarea del maestro es la de hacer de puente entre la escuela o colegio y el
mundo.
Gran parte de la enseñanza se hace hablando.
La segunda tarea del profesor es hacer de puente entre la juventud y la madurez. Tiene
que interpretar la vida de los adultos de tal manera que los jóvenes maduren. Y para
hacerlo debe pertenecer a ambos mundos.
Los jóvenes no suelen ser pensadores profundos ni consecuentes, pero son
extremadamente sensibles a las impresiones nuevas.
Una de las más importantes cualidades de un profesor es su sentido del humor.
La finalidad auténtica del humor en la enseñanza es más profunda y más digna.
Cuando la gente se ríe, deja de existir la diferencia entre jóvenes y viejos, maestros y
alumnos, obreros y capataces, prisioneros y guardianes.
Uno de los más grandes placeres de la enseñanza proviene de esos momentos en que
uno siente que cada palabra que pronuncia es escuchada, no por un conjunto de
individuos obedientes y adormecidos, sino por un grupo que usted mismo crea, y que a
su vez lo crea a usted.
Existen tres cualidades: la primera es la memoria puesto que un maestro con poca
memoria es ridículo y peligroso.
Los alumnos disponen de una atención alerta y de una percepción aguda, les resulta
trabajoso establecer relaciones.
La ocupación del profesor es provocar corrientes de interés y actividad durante y
después del aprendizaje de los hechos, para fundirlos, mezclarlos, relacionarlos, darles
vida e incorporarlos como sectores vitales de la mente que los contiene.
Un buen profesor es una persona firme.
Distintas clases de resistencias:
- a los jóvenes no les agrada trabajar.
- A los jóvenes no les agrada la autoridad.
- Detestan concentrarse (la concentración, que es un proceso intelectual, es
también una elección)
Memoria y voluntad son dos cualidades que configuran aun buen profesor: la tercera
cualidad es la bondad.
No es suficiente que el maestro se interese por su propia materia, pues muchos se
interesan en un tema, sin querer enseñárselo a nadie más. Pero si verdaderamente se
interesa en conocer mejor su materia e interpretarla más correctamente, sin esperar que
sus alumnos capten los rudimentos al primer esfuerzo ayudando a los atrasados y
corrigiendo a los equivocados será calificado de bondadoso.

CAPITULO TRES. Los métodos del maestro.


La enseñanza tiene tres etapas: primero el maestro prepara la materia, luego la transmite
a sus alumnos, según los temas que haya elegido. Finalmente se asegura de que la hayan
asimilado.
Una de las principales ayudas de la enseñanza es el sentido de los fines. Una de sus
principales recompensas es palpar la realización, comprobar los resultados. Uno de sus
objetivos fundamentales es desarrollar la facultad de estructuración, que en asuntos
intelectuales se revela como previsión y coordinación, y en arte brinda el aprecio por la
armonía y el poder de crearla.
Se requiere fuerza de voluntad, entonces para preparar un curso y cumplir el plan una
vez elaborado.
Así va dando forma a su curso de acuerdo con lo previsto.
La monotonía en la enseñanza es un error, porque el mundo cambia y los conocimientos
también; el profesor cambia y su enseñanza debe cambiar con él.
Es deber de todo buen profesor tomar en cuenta todos los nuevos descubrimientos y
argumentos que se relacionan con su propia materia.
Aunque la principal parte de esa asimilación tiene lugar en el cerebro, debe ser
acompañada y ayudada tomando apuntes.
Todo maestro debe tener apuntes que lo ayuden en su enseñanza.
Uno de los pocos consuelos de la vejez es que, mientras el cuerpo se debilita, puede
fortalecerse y enriquecerse la mente.
Siempre lea las fuentes originales, todo fluye de ellas con naturalidad.
Todo maestro tiene que conocer las fuentes originales de su materia; el centro de su
pensamiento debe ser el conocimiento de las fuentes.´
La enseñanza no es un esfuerzo sino un alivio, un auténtico deleite para usted y sus
alumnos.
Puede ser un excelente profesor si saber transmitir sus conocimientos. La comunicación,
la transmisión del pensamiento de una mente a otras, es una de las actividades básicas
de la raza humana; es una habilidad por la cual los hombres logran extraordinarios
éxitos y sorprendentes fracasos.
La comunicación es una función esencial de la civilización ya la enseñanza es sólo una
de las muchas ocupaciones que dependen de ella, y depende de ella absolutamente.
Tres métodos para comunicar el conocimiento de maestro a alumno:
- La exposición. La esencia y fin de esta clase de enseñanza es un permanente
fluir de información que va del maestro a los alumnos.
- Sistema tutorial. Inventado por Sócrates, el maestro no habla, sino que hace
preguntas y el alumno responde. Las preguntas están dispuestas para que alumno
tome conciencia de su ignorancia y para guiarlo así hacia una verdad más
profunda. No le ha sido dada hecha sino que ha nacido en su propia mente por
los esfuerzos conjuntos de maestro y discípulo.
- El tercer método, los alumnos deben aprender una lección señalada, como
trabajo preliminar. Luego el profesor la explica y amplia más extensa y
detalladamente.
Todos estos métodos son igualmente buenos para fines diferentes, y una buena
educación actúa sobre los alumnos mediante los tres.
El maestro que use solamente un método corre el peligro de desarrollar en sus alumnos
sólo un grupo de habilidades, y una parte de sus propias fuerzas como educador.
Para una exposición la cualidad verdaderamente importante es expresarse bien. La
expresión depende de la voz y de los gestos; la voz es mucho más importante: debe ser
clara.
Es imposible dar una conferencia sin prepararla. Antes de abrir su boca el orador tiene
que saber exactamente los puntos que desea hacer conocer a su auditorio, su orden y su
importancia.
Una conferencia debe basarse en apuntes escritos, pero ellos no deben ser leídos.
Después de que el conferenciante haya planeado el curso completo y haya escrito cada
una de las secciones independientes, se debe repasar cada exposición y señalar:
- Los puntos salientes que debe pronunciar lenta y enfáticamente.
- Los argumentos que sirven de lazos de unión.
El maestro en cambio, sabe que es su obligación transmitir el contenido a la clase, y por
lo tanto presenta la información esencial con claridad, y luego, con explicaciones y
ejemplos, discutiendo puntos difíciles y pasando rápida revista a ideas ya aceptadas.
En segundo lugar, para que una conferencia resulte clara hay que hacer pausas.
En las escuelas y colegios el pizarrón es una gran ayuda. Por supuesto, los nombres
difíciles, fórmulas y fechas deben escribirse en él, de modo que se recuerden y se
copien, lo cual es obvio.
Es útil además inscribir en el pizarrón los puntos más salientes de la conferencia.
Al final de la clase, el pizarrón contendrá un sumario de la misma.
El segundo método de enseñanza, el sistema tutorial, fue inventado por Sócrates.
El sistema tutorial de Sócrates: quería que el alumno se diera cuenta de que la verdad
estaba en su propia capacidad para encontrarla, si la buscaba con el empeño y el tiempo
necesarios.
En la combinación de estos dos métodos, el crítico y el constructivo, se encuentra el
fundamento del sistema tutorial.
Es el más difícil porque requiere constante vigilancia, buen humor invariable,
dedicación completa y entrega total a la causa de la verdad, tanto por parte del alumno
como del profesor. Es el menos corriente porque es costoso en tiempo, dinero y
esfuerzo.
El alumno aprende por medio de tres actividades diferentes: primero, al hacer solo el
trabajo; segundo, al observar los errores que ha cometido y al defender los puntos de
vista que considera acertados; tercero, al repasar el trabajo completo y corregido y al
compararlo con su primera versión.
El tercer método de enseñanza es el más común de todos; es el trabajo en el aula.
Cuando la clase se reúne el profesor tiene dos obligaciones: una es explicar lo que los
alumnos han estado tratando de aprender; a veces mediante la práctica, repetición y
lectura en voz alta.
La otra obligación es asegurarse de que realmente han estudiado.
Los profesores se entrenan y se les paga para ayudar a los jóvenes en el aprendizaje. No
es también necesario que los obliguen a aprender.
El método obvio para descubrir si la clase ha estudiado su lección y para estimularla, es
hacer preguntas.
La mejor manera de evaluar es clasificar un grupo de pruebas desmenuzándolas,
leyendo las preguntas por separado, dándole a cada una su clasificación, y luego
sumando el conjunto de cada prueba.
Leer todas las respuestas a la misma pregunta es abrumador, pero obliga a ser objetivo.
Antes de comenzar a corregir se lo estudiará y se anotarán los puntos esenciales y los
secundarios que puedan contestar adecuadamente cada pregunta.
Usted puede encontrar que algunos puntos han sido totalmente omitidos por todos; si es
así, si enseñanza ha sido deficiente; tome nota para el año próximo.
Cada día usted debe descubrir si sus alumnos han progresado o no, pues una clase,
como un maestro, nunca permanece estática. Avanza o retrocede si la clase no aprende,
se olvida; si no cambia. Por la tanto hay que presionarla todo el tiempo, alentándola y
ayudándola dado que la enseñanza es expansión y desarrollo constantes.
Hay dos razones diferentes para interrogar a la clase: descubrir si cada alumno ha
preparado el tema, y revelar las dificultades que han encontrado colectivamente la
preparar el trabajo. El primero es un método para hacerlos aprender. El segundo, los
ayuda a aprender.
Si el alumno se da cuenta que al maestro le interesa más la materia que las deficiencias
de los propios alumnos, comenzarán a comprender que la enseñanza es un esfuerzo de
cooperación.
Toda discusión debe presentar su temario bien claro y preciso ante los ojos de la clase.
Escriba soluciones parciales a medida que las sugieran los distintos miembros de la
clase; modifíquelas y rehágalas a medida que sea necesario. Ponga cuidado al disponer
el problema y su solución dentro de un esquema lógico, claro y sólido.
La competencia es un instinto fuerte que no puede ser eliminado por lo que la educación
debe usarla constructivamente.
Fuera de la escuela, la competencia desarrolla muchas buenas cualidades. Dentro de la
escuela, en consecuencia, debe ser usada y controlada.
El estímulo es la principal forma como la tradición desarrolla la mente.
Necesitamos hombres y mujeres cuya carrera sea ayudar a sus congéneres, organizar y
dirigir las organizaciones mediante cuya ayuda todos vivimos mejor.
Las tres fuerzas que logran producir a muchos de ellos parecen ser la religión, la
tradición de una comunidad y la tradición de una escuela o universidad.
Una escuela o colegio, pro lo tanto, logra su objeto cuando brinda la mayor cantidad de
alimento y ejercicio a la mente y al carácter.
No es necesario que usted se modele según el molde de otro individuo.
La forma más sencilla de castigo es la reprimenda que se da a un alumno
inmediatamente de cometida una falta. Forma buenos hábitos, puesto que detiene los
malos hábitos en formación.
La forma más útil de castigo es la repetición del trabajo mal hecho.
La disciplina eficaz, como muchos otros buenos métodos, depende de un estrecho lazo
de comprensión entre padres y maestros.
El temor no estimula, sino que hace obedecer ciegamente al impedir el movimiento de
la mente.
Entre los jesuitas, el maestro tiene que estar muy atento y debe variar sus preguntas para
asegurarse de que no haya nada mecánico en esta repetición, para luego instar a repetir
una y otra vez.
Hay tres métodos principales para fijar el conocimiento en las mentes de los alumnos.
El primero es repasar el área de conocimientos que se ha abarcado (planteamiento
inicial y repaso final).
Una de las más profundas preocupaciones del maestro escrupuloso es su propia falta de
adecuación.
Un firme, fresco y claro repaso de todo lo estudiado creará una impresión más profunda
y más duradera sobre las mentes flexibles de los alumnos en un tiempo
comparativamente corto y con un esfuerzo relativo.
Lo que más deprime en el aprendizaje escolar es la idea de que todo ya esta descubierto
y archivado.
Se les puede informar sobre problemas más complejos, para ampliar su imaginación, y
sobre problemas minúsculos para verificar su viveza.
Ha llegado el momento de poner frente a ellos las dificultades prácticas a que se verán
abocados a lo largo de sus carreras.
También es tiempo para que los estudiantes formen su apreciación práctica en las artes.
A los estudiantes superiores se les debe ofrecer una clara descripción de todos los
principales problemas de cada materia que estudian.
Si el maestro explica primero brevemente lo que va a hacer deja de ser meramente
transmisión de conocimientos y se torna en una empresa colectiva de un grupo amistoso
de seres humanos, a quienes les agrada.

CAPITULO CUATRO. Los grandes maestros y sus discípulos.


Algunos de los hombres más importantes de la historia fueron maestros.
Los sofistas fueron los primeros educadores profesionales de mundo occidental, grandes
conversadores y agudos pensadores.
Después de Sócrates los intelectuales prefirieron llamarse a si mismos “filósofos” que
significa amantes de la sabiduría por si misma.
Los sofistas fueron los primeros en discutir si había algunas normas absolutas de
moralidad o solamente convenciones artificiales, si la justicia es una constante, o una
simple manifestación de la clase gobernante.
El respeto hacia el pensador, que ellos crearon, ha durado, con algunas interrupciones
hasta el día de hoy.
Sócrates había sido albañil y tallador de oficio y provenía de una familia obrera. Decía
que él entrenaba a pensar a la gente, que no sabía nada y que estaba tratando de
averiguarlo. Él simplemente hacía preguntas.
Platón fundó una escuela que nombró Academia. Combina su constante e invariable
búsqueda de la verdad, con su fina adaptabilidad para acercarse a las personas más
diferentes.
La enseñanza de Sócrates, en consecuencia, es uno de los mejores ejemplos de la fuerza
de la deducción, pues lo que un profesor dice espontáneamente pasa a veces
inadvertido, pero cuando estimula a sus alumnos para que piensen por sí mismos, tiene
una influencia mucho más potente.
Platón enseñó más sistemáticamente y con mayor rigor que su maestro. Dictaba
conferencias que eran a veces muy difíciles de comprender. Creía imposible enseñara
todos. Fue el fundador del sistema de exámenes.
Aristóteles enseñó a Alejandro la virtud más importante en un monarca: la generosidad,
que Aristóteles mismo llamaba grandeza de alma.
Una de las tareas más arduas en la enseñanza es la de educar a los dirigentes de
hombres.
Jesús de Nazareth tenía cuatro métodos –según los Evangelios- para transmitir su
enseñanza.
- Sus sermones (Sermón de la montaña, hecho lenta y reflexivamente).
- Consiste en expresar un solo trozo importante de sabiduría y callarse.
- Una imagen vale más que mil palabras, y el “predicar con el ejemplo”.
- Propaganda. Les pedía que divulgaran sus enseñanzas.
El enorme efecto de la enseñanza de Jesús se debe, en gran parte, al hecho de preparar
maestros para difundirla y para enseñarla.
Platón no sólo pensaba en la inteligencia, sino en las otras fuerzas que constituyen una
personalidad excepcional: energía física y espiritual, fuerza de voluntad rápida y
vigorosa; adaptación y encanto social, destreza física y belleza.
El objetivo de la buena enseñanza se sintetiza en la buena observación de Aristóteles
sobre las diferencias “Soy muy amigo de Platón, pero más amigo de la verdad”.
Gargantua de Rabelais, termina con una descripción de una escuela ideal para jóvenes y
mujeres, la abadía de Thelema, donde éstos hacían lo que debían porque así lo querían
(thelema significa voluntad).
Renacimiento. Europa Occidental. La educación no era concebida como un asunto de
niños y maestros, sino como un proceso activo a través de toda la vida. La mejor clase
de educación es aquella en la que a los jóvenes se les enseña algo que continúan
utilizando, aprendiendo y apreciando toda la vida.
Cuando el niño, a corta edad, iba a la escuela, se le daba una copia del alfabeto y se le
enseñaba a leer y a escribir, comenzaba a aprender idiomas extranjeros y a leer la Biblia
inmediatamente después de que podía leer.
En lugar de enseñar “francés”, enseñaba “Francia”. Esto significa que el maestro debe
ser un hombre de vasta cultura que tiene que estar interesado de manera creadora en
todo lo referente a su materia y estar listo para discutirla.
Lo mejor de los métodos jesuitas de enseñanza era la perfección con la que los
planificaban. Planificar no es un mérito en sí mismo y más de una escuela terriblemente
mala ha funcionado como taller de relojería.
Planear impide que pierdan el tiempo alumnos y maestros y conviene recordar que el
tiempo desperdiciado no es tiempo libre.
Se planea el adónde se va, el porqué se hace.
La obligación del maestro no es enseñar a alguien abstracto sino a un determinado
grupo de muchachos que tiene al frente.
El maestro adaptará su enseñanza las diferentes clases y tratará a los diversos alumnos
de manera especial.
La planificación y la adaptabilidad eran dos pilares de la educación jesuita.
La virtud de la grandeza de corazón se desarrolla mediante la meditación y la práctica;
es en realidad lo fundamental en un hombre o mujer de éxito. Abarca la generosidad y
el amor a la humanidad.
Los buenos maestros simpatizaban con la mayoría de sus alumnos y con casi todo el
mundo.
Los alumnos desconfían a veces de los maestros que nunca vacilan; les agrada de vez en
cuando ver a un tutor que se intriga tras un problema, a un conferenciante buscando la
palabra correcta.
Kittredge. Técnicamente su método era “explicación de textos”, tomaba una escena de
una de las tragedias de Shakespeare y la analizaba palabra por palabra estudiando el
significado preciso de cada palabra.
Un maestro con un auténtico deseo de transmitir un pensamiento o de definir una
fantasía, y un evidente y sincero amor a la materia, amor a la gente y amor a sí mismo.
Su objetivo no es desafiar, ni oponerse; sino atraer y prodigar deleite.
Todos los grandes hombres trabajan mucho sobre sí mismos. Mediante el ejercicio de su
voluntad, su prescindencia de los demás y el desarrollo de planes en lenta maduración.
Compartir la sabiduría y la belleza alcanzada por la raza humana; disfrutaban de la
cultura por si mismos.

CAPITULO CINCO. La enseñanza en la vida cotidiana.


Encontramos que hay muchas relaciones en la vida común que dependen del
aprendizaje y de la enseñanza.
Los agentes de publicidad tienen un método:
- Hacerlo vivido
- Que se recuerde.
- Darle realce.
Los griegos más sabios solían decir que un político estaba destinado a ser un maestro;
pensaban que no sólo era su tarea el mandar a la gente sino educarla.
Los comunistas de Rusia:
- Usan la paciencia.
- Usan la planificación
- Utilizan la idea de la universalidad de su doctrina.
La enseñanza es una seria responsabilidad.
Principios de la enseñanza:
- Claridad.
- Paciencia. La enseñanza no es meramente entregar paquetes de información.
Culmina en una conversión, en un verdadero cambio de la mente del alumno.
- Responsabilidad. Es una cosa seria interferir con la vida de otro hombre.
Pensar, no en uno mismo.

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