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IDENTIDAD ANDALUZA:
El autor argumenta que hay una cultura andaluza distintiva que la distingue de otras
regiones y pueblos, y que esta cultura debe afirmarse y desarrollarse para resistir las fuerzas
homogeneizadoras de la globalización y el neoliberalismo. Si bien reconoce que algunas
personas han negado o cuestionado la existencia y el valor de la cultura andaluza, el autor
cree que abrazar y celebrar esta cultura puede proporcionar una base para construir una
sociedad más justa y equitativa. El autor también sostiene que la autonomía otorgada a
Andalucía no ha abordado adecuadamente los desafíos económicos, políticos y culturales de
la región, y que un compromiso más profundo con la cultura andaluza podría ayudar a
superar estos problemas.
Sin embargo, señala que durante los períodos de sometimiento, la cultura andaluza ha sido
relegada a la condición de "pastiche", lo que ha dado lugar a conceptos erróneos sobre su
autenticidad. A pesar de ello, el autor afirma que la cultura andaluza sigue siendo poderosa
y que la gente de la región no necesita competir con otras culturas ni afirmar su identidad.
En cambio, simplemente necesitan reconocer y celebrar su herencia cultural única.
Cuestiona las falsas suposiciones y teorías pseudocientíficas que se han creado sobre el
pueblo andaluz, como la idea de que los andaluces son vagos y que esa vagancia es el
fundamento de su cultura. El autor argumenta que es necesario analizar las causas
históricas del atraso y la marginación de Andalucía, en lugar de atribuirlo a la supuesta
indolencia de la gente, Dice que existen ciertas constantes que constituyen factores de
continuidad en la historia de Andalucía y, por tanto, componentes de su identidad. La
primera constante es el entorno natural y geográfico, que es muy peculiar y tiene un
impacto en la cultura andaluza. La segunda constante es la población, que se caracteriza por
un asentamiento continuo de diferentes grupos étnicos a lo largo del tiempo. El autor
sostiene que la identidad de un pueblo, como la de un río, es compatible con la movilidad y
renovación continua de sus componentes. Sugiere que la cultura andaluza se caracteriza por
la apertura y universalidad, la diversidad interna, el cultivo de la sensualidad, la tendencia a
lo provisional, la sobrevaloración de lo accesorio y la infravaloración de los rasgos esenciales
en otras culturas.