Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Para empezar a pensar la pandemia nosotros usamos categorías que tenían que
ver con experiencias previas de trabajo en situaciones con poblaciones en
situaciones de emergencia, traumáticas colectivas, pero ninguna podía
compararse con esta. Introdujimos el uso de la categoría de duelo, de esfuerzo
adaptativo, de pensar por grupos etarios, por grupos sociales, de pensar la
problemática de la soledad y la muerte que eran dos elementos que estaban
entrando.
Hubo una primera etapa en que las decisiones se tomaron muy rápidamente,
ante una emergencia, y yo no digo que no se haya tenido en cuenta la salud
mental porque esto se usó mucho para decir que por qué se cerraban los
colegios. Pero sí fue necesario un segundo momento en el cual se introdujo la
cuestión de la salud mental en este contexto.
Obvio que van a quedar huellas. Yo soy de la generación que vivió la epidemia
de polio. Tenía tres años y lo recuerdo como una inscripción importante, porque
sacaban a los niños de la ciudad, porque nos colgaban el alcanfor en el cuello,
porque percibíamos la angustia de los adultos, porque tuve amigos que habían
sido víctimas de polio, y en mi generación uno siempre tenía algún compañero
de colegio que andaba con un aparato de hierro en la pierna por la polio. Y más
aún, era más pequeña con la Revolución Libertadora del 55 y tengo la imagen
del tanque de guerra.
Hay una ilusión de que la realidad siempre fue previsible hasta ahora que
nos agarró esto, que en diciembre del 19 estábamos todos festejando que
terminaba un año, y no teníamos la más pálida idea de que tres meses después
íbamos a estar encerrados con una pandemia. Yo no sería muy partidaria de
augurar, lo que sí estoy segura es que para todas las generaciones, pero
particularmente para los jóvenes y para los niños, esto va a marcar un antes y
un después en un posicionamiento, de una manera o de otra. Es como la
generación que le tocó las Malvinas cuando tenían 18 años, y fue mucho más
local. Y encima después lo negaron, se lo dio por no existente. Imaginate la
velocidad con la que se van a transformar una serie de formas de vincularse, de
pensarse a sí mismo. Yo he utilizado mucho un recurso que utilizó Bruno
Bettelheim cuando escribió “personas sometidas a situaciones extremas”, Bruno
Bettelheim estaba él mismo en un campo de concentración y se utiliza a sí mismo
como objeto de indagación. Algunos registros de lo que se dice que ha pasado
los reconozco bien: las dificultades del sueño, la dificultad para mantener los
horarios de la vida cotidiana, la modificación de los vínculos de convivencia.
Y fue llamativo en el trabajo clínico que las personas que han tenido
internaciones psiquiátricas, y que estaban viviendo fuera de las instituciones -y
se les mantuvo la red de contención- porque no empeoraron. En cambio, sí hubo
crisis importantes en las personas que tenían consumos problemáticos. Pero a
mí una persona que tuvo varias internaciones psiquiátricas -lo mismo que me
dijo una persona que fue presa política- que estaba en su casa me dice “yo tengo
una cierta disciplina para estar encerrada, sé de qué se trata. La diferencia es
que acá yo decido lo que como, cuando duermo, la ropa que me pongo, la música
que escucho y el programa que veo”.
Yo participé de tres reuniones nada más, pero formaba parte de una serie de
convocatorias al comité de expertos que estaba haciendo la presidencia. A mí
me asignaron haber dicho que no usara la palabra cuarentena, cosa que no es
cierto, fue de otra persona de Ciencias Sociales. Yo sí dije que no estábamos
haciendo una cuarentena, y particularmente no estábamos haciendo una
cuarentena en todo el país. Yo me comunicaba con personas en las provincias
cuyas vidas prácticamente no habían cambiado, no estaban haciendo ningún
tipo de aislamiento. Algo que tiene la Argentina es muy extraño, que es que los
medios de comunicación toman la Ciudad de Buenos Aires y la transmiten al
país, y la gente cree o supone que esa es la realidad del país, pero no es así. Yo
una vez leí un titular de un diario que decía “llegó el dengue a la Argentina”, y yo
dije ¿cómo llegó el dengue a la Argentina si yo vengo de trabajar en Misiones y
hace cuatro meses que hay epidemia de dengue en Misiones? Era que había un
caso en Buenos Aires, había llegado el dengue a Buenos Aires y el titular del
diario decía “llegó el dengue a la Argentina”. Me quedó grabadísimo. Como un
titular en Inglaterra una vez que decía “banco de niebla sobre Londres, el
continente se encuentra aislado”, osea no estaban aislados ellos, estaba aislado
el continente.
Además en esas reuniones se señalaron otros temas que eran importantes y que
después se fueron implementando. Tener en cuenta el sufrimiento psíquico del
personal de salud que estaba sobre exigido terriblemente y cómo armar
estructuras de cuidado para eso. El problema de la soledad de las personas
infectadas y aisladas, y ahora sí en cuarentena, que se les detectaba el virus y
se las aislaba en un hotel. Tener en cuenta el problema de la falta de rituales
alrededor de la muerte, había desaparecido el velorio, el acompañamiento en el
entierro. Las personas no podían reconocer el cuerpo de su familiar. Todos estos
elementos debían ser incorporados, y además como brindar algún tipo de
asistencia en salud mental que estuviera ligada a la situación. Todo esto se
habló. Recuerdo haber mencionado algo que para mí era fundamental: que había
que cuidar mucho la información. Se estaba produciendo mucho daño con la
información desarticulada que se daba sobre la situación. En eso no hubo
ninguna novedad, se habló mucho de la infodemia, de la epidemia de la
información.
En síntesis, yo creo que sirvió participar en la asesoría. Creo que la decisión que
se toma políticamente tiene en cuenta estos factores pero también toma en
cuenta otros, osea si a mi me preguntan desde el punto de vista del bienestar de
los niños tienen que estar con sus pares, ahora si el epidemiólogo me dice que
eso significa sacar a circular un treinta por ciento más de la población, y que eso
va a significar no sé cuántas muertes, tenemos que empezar a discutirlo.
Tenemos que empezar a pensar en una toma de decisiones que nunca es fácil,
porque además no se sabe mucho sobre esto. Si vos me decís cómo se evita
una epidemia de sarampión, yo que me dedico a salud mental lo sé. Es muy fácil,
tenés cubrir determinada cantidad de vacunación y no tenés epidemia de
sarampión. Ahora si después aparece que los padres se vuelven anti vacunas
porque alguien publicó que el sarampión produce autismo, y eso lo publicó una
revista prestigiosísima que después se autocriticó, pero la autocrítica no la supo
nadie, y la investigación era trucha, entonces tenés un problema como
planificador. Si vos tenés idea de más o menos cuáles son las acciones que hay
que hacer pero después sucede una interferencia por la cual esas acciones no
se pueden concretar en la práctica por movimientos imprevisibles o
absolutamente no gobernables de determinados sectores sociales el resultado
va a ser otro.
Hay dos cosas que debiéramos tener en cuenta: que la Universidad tiene que
aprender y que tiene que conjugarse en la investigación y extensión sin dejar de
producir conocimiento, sin dejar de transmitir y producir, y generar lo que tiene
que generar la Universidad. Además del pensamiento yo creo que tiene que
pensarse con un núcleo central en articulación con las prácticas sociales, con los
distintos actores sociales, con una producción de conocimiento que rompa las
murallas de la universidad, las rigideces internas académicas propias para
insertarse en la producción de conocimientos sobre a las problemáticas centrales
de la sociedad.
Si me decís cómo nosotros lo planeamos cuando nos cayó esto encima, tenemos
cuatrocientos alumnos por cuatrimestre, nosotros teníamos aula virtual pero la
usábamos de apoyo. Y decidimos dos cosas: simultaneidad, se dictaban las
clases por zoom en los horarios de clase, y una profunda articulación entre la
materia, que por suerte es Salud Pública y Salud Mental, y las condiciones
reflexivas de lo que estaba sucediendo. Como lo hicimos en el año de la
hiperinflación, como lo hicimos en la crisis del 2001, tomar la bibliografía de la
cátedra para pensar, casi diría como trabajo práctico, alrededor de las
condiciones en que se estaba desarrollando la cursada. Y los resultados fueron
buenos, la evaluación de los alumnos fue buena. Los trabajos finales de los
alumnos fueron interesantísimos porque fueron multimedia. No tuvimos
desgranamiento, tuvimos un buen nivel de participación. Antes de empezar las
clases hicimos un relevamiento de los alumnos que tenían problemas de
conectividad, y trabajamos bastante participativamente. Y fue un esfuerzo
monumental, pero la verdad que fue una buena experiencia.
Para las personas de mi generación que creíamos que lo único que teníamos
que hacer era retirarnos a hacer cosas distintas ¡no nos podía pasar esto
también! Ese repensar todo y construir, se juegan en este fenómeno varias
posibilidades de salida, varios rumbos. No hay un final cerrado, hay un final
abierto. Me parece muy interesante, lo cual puede ser una maldición, dirían los
chinos. Que te toquen épocas interesantes es una maldición.
Recordemos que hay provincias que ya han hecho una reforma, por ejemplo Río
Negro. Hay que ver cómo se va a resolver el problema de la atención en algunos
municipios que tienen sistemas de atención en salud mental propios. Vamos a
tener que revisar qué es lo que se hizo y qué no se hizo, pero en el campo de la
salud mental y en términos de la implementación de la ley se volvió a hacer
funcionar el Consejo Consultivo Honorario y se reeligieron sus autoridades, que
es donde interviene la sociedad civil para revisar la problemática de la
implementación de la Ley. Se creó una Federación de Órganos de Revisión, se
crearon órganos de revisión en las provincias. Cuando todo el mundo me dice
que va lento la implementación de la ley, yo digo sí, va lento pero estamos
hablando de una institución que viene de la Revolución Francesa. Es un
instituido de varios siglos… En la Argentina las primeras instituciones surgieron
apenas se constituyó el Estado Nacional. No estamos hablando de modificar algo
que está poco arraigado, además no hay que confundir la institución con el
establecimiento. La institución manicomial es mucho más que un edificio.
Entonces no se trata de decir “ponemos la gente afuera y listo”. Se trata de
lograr una transformación social con respecto a la problemática de la
locura, que es mucho más que eso. Y como estamos en una época en que locos
estamos casi todos… se escuchan algunos discursos que en otra época se
hubieran considerado delirantes y ahora lo dice el presidente de una potencia,
por ejemplo. Es un buen momento para sacar toda esa connotación de
estigmatización que hay alrededor de la locura y recuperar una práctica de valor
de la imaginación, y una práctica de cuidado para aquellas personas que tienen
fragilidades subjetivas y requieren cuidados específicos. Y esa fragilidad muchas
veces está dada por el hecho de no ser igual a la mayoría, lo cual no quiere decir
en sí mismo que eso justifique la estigmatización.
Yo no coincido con esa frase de que “soy dueña de mi cuerpo”, los cuerpos no
tienen propiedad. Lo que me gusta más es cuando se señala que la decisión del
aborto es una decisión de la mujer sobre su proyecto de vida, que incluye una
intervención o no sobre su cuerpo. Y es en ese sentido que la intervención sobre
el cuerpo es una parte, como siempre, de nuestra vida. Nosotros somos nuestro
cuerpo. Decir que es una propiedad mía quiere decir que podría ser propiedad
de otro y deviene de la idea histórica de que los cuerpos de las mujeres son
propiedad de otro, y yo me lo re-apropio. Es un movimiento que me resulta
interesante, pero el segundo paso es decir no, no es propiedad de nadie. Es lo
que soy.
Creo que sí puede producir psicopatología nacer con carencia de deseo materno.
Hay una cierta línea psicoanalítica que insiste en el asunto del “estrago materno”.
Diría Ana María Fernández se habla poco del estrago paterno, por cierto. El
estrago materno puede ser, pero el mayor estrago es la ausencia de deseo,
nacer sin ser deseado de alguna manera.