Está en la página 1de 2

 ALICIA STOLKINER

 SALUD MENTAL
«Los hechos traumáticos colectivos requieren de respuestas comunitarias»

  por Yair Cybel
 
27/11/2021 fragmento de la entrevista
¿Cuáles creés que son las consecuencias a mediano plazo de la pandemia sobre la salud
mental?

Hablar de consecuencias a mediano plazo es en realidad hacer ciencia ficción, porque no


sabemos cómo va a seguir. Nosotros estamos en un buen momento ahora, hemos logrado un
nivel de vacunación alto, pero si uno mira el invierno europeo en este momento, la crisis que
están teniendo países que no han logrado el nivel de vacunación de Argentina es preocupante.
Hace dos semanas, por primera vez en dos años, el Garrahan no tuvo a ningún niño en terapia
intensiva por COVID-19. Pero aunque sean menos, las muertes no se miden por cantidad. Esto
va a dejar una huella en todas las personas que lo atravesaron, como lo dejan los episodios
traumáticos colectivos. Y en políticas públicas se necesita una fuerte atención estatal a las
problemáticas colectivas de salud mental. No una atención individuo por individuo. En salud
mental la respuesta suele ser individual: tratamiento psifarmacológico y psicoterapéutico. Pero
los hechos traumáticos colectivos requieren de trabajos comunitarios, de reconstrucción de
lazos, de fortalecimiento interdisciplinario de vidas que se han visto vulneradas. Se necesitan
políticas públicas que armen una red de soporte a una sociedad dañada.

Cada vez crece más una corriente que habla de la neurodiversidad como forma de poner
en crisis la patologización de ciertos padecimientos de salud mental. ¿Cómo ves la
emergencia de este movimiento?

Para mí es muy atendible. Quizás algunas personas, sobre todo los que se consideran expertos
por haber sido usuarios, tienen una visión más extrema, una reivindicación del delirio y la
locura que puede ser útil para algunas personas pero para otras no. Yo creo que una buena parte
del sufrimiento psíquico que acompaña lo que normalmente se ha llamado patologías
psiquiátricas, tiene que ver con ser colocado en el lugar del loco, con no ser escuchado, con no
ser reconocido en sus fragilidades. Las personas que suelen diagnosticarse como paranoicas son
personas de una altísima sensibilidad y percepción de situaciones de conflicto o agresión. Yo
suelo comentar de una mujer joven que solía tener episodios, había que internarla y tomaba
medicación antipsicótica. Pero era una persona que llevaba una vida común porque no había
tenido que soportar 20 años de internación. El problema de ella era, cuando estaba iniciando una
relación, decir que tomaba psicofármacos, o cuando consultaba al médico y el médico veía que
tomaba antipsicóticos, sentía que no la tomaban más en serio. Es una política de estigmatización
que lleva a que uno mismo construya ese estigma. Eso pasa por etnia, por clase pero también
por condición subjetiva. Y por eso este movimiento, en respuesta a la idea de que esto es
neurológico (aunque todo problema de salud es social, del cuerpo y subjetivo, no lo podes
separar) toman la idea de que es biológico y dicen: «Ma si, vamos a decir que es biológico:
somos neurodiversos, no enfermos».
A nivel regional crecen los discursos de odio y sorprende la construcción que se hace de
la otredad. ¿Cómo ves la capacidad que tuvieron estos sectores de extrema derecha de
captar un malestar presente en la sociedad?

Cuando fue la crisis hiperinflacionaria en 1989, nosotros estábamos trabajando en la cátedra el


tema de inflación, economía y salud mental. Hay un texto de Ferguson que aborda todo el
problema de la hiperinflación de la Alemania entre guerras y la construcción del odio y la
ruptura social que produce ese momento cuando «muere el dinero». Ahí empezamos a trabajar
en la articulación de lo económico, lo social y su impacto en la vida cotidiana. La pandemia fue
un catalizador de una situación mundial que estaba hiper inestable: estamos en un alud que no
empezó con la pandemia. Se empezó a desencadenar en la crisis de 2008 y se está desarmando
el mundo que comenzó en la posguerra con la hegemonía de Estados Unidos: ahora la
financiarización extrema concentra por un lado, pero también deja a millones de personas
afuera. Y ese terror de quedar afuera, más la exhibición obscena de riqueza, produce odio
además de riesgo de muerte y enfermedad. Así como en el mercado, el que captura el deseo
gana, hoy el que captura el odio gana. El que logra que yo piense que el otro no lo es.

También podría gustarte