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Tema 1

Economía Social y Solidaria

El pensamiento económico solidario I


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Índice
Pág.
Introducción 3
1.1. Primera aproximación al concepto de economía solidaria 4
1.2. ¿Qué es lo económico? 6
1.3. Las corrientes del pensamiento económico y los fundamentos
teóricos y doctrinales de la economía social y solidaria 8
1.3.1. Resumen descriptivo de la evolución del pensamiento
económico en el curso de la historia 9
1.3.2. Principales críticas a la visión y práctica convencional
de la economía 26
Recursos complementarios 30
Referencias 30

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Introducción

En América Latina, y concretamente en el Ecuador, se ha gestado una


profunda reflexión sobre la economía solidaria, cuyo fin es el bienestar
colectivo. Dichas reflexiones conducen a pensar que otra economía, que otro
mundo son posibles.

La historia de la humanidad muestra que, a pesar de los cambios


experimentados por la sociedad, los resultados siguen siendo iguales, pues
tenemos una sociedad basada en el egoísmo, en la apropiación del trabajo
ajeno, en la acumulación, en la exclusión social, en la inequidad y en la
marginalidad.

Desde fines del siglo pasado, la humanidad ha experimentado profundos


cambios tecnológicos, han cambiado los instrumentos de trabajo, los medios de
producción cuyo nivel de sofisticación es cada vez mayor ha significado la
disminución de la demanda laboral incrementando los niveles de desempleo y,
consecuentemente, de pobreza.

La realidad de la mayoría de la población está marcada por la sobrevivencia,


por la práctica de una economía relegada, informal y sin derechos, a pesar de
que quienes producen son precisamente los más pobres. Así observamos que
en las grandes fábricas son los obreros los que con su esfuerzo contribuyen a
la creación de los bienes y de los servicios que satisfacen las necesidades
humanas y a la generación grandes riquezas y fortunas que no se quedarán en
sus manos; del mismo modo, observamos que:

Quienes ponen los alimentos en las mesas de las familias


ecuatorianas son los campesinos más pobres, que con su sudor
labran y cultivan la tierra, actividad por la cual reciben una pobre
retribución económica, generalmente regateada por los que más
tienen… (Tonello, 2013)

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A lo largo de la historia de la humanidad, partiendo desde sus orígenes, se


puede afirmar que al margen de la economía dominante siempre ha estado
presente la economía de los pobres, cuyos principios han sido la ayuda mutua,
la solidaridad, el compromiso con la vida y la cooperación.

Posiblemente, la dicotomía más significativa está dada por la relación y


desarrollo de la economía solidaria en el contexto de las relaciones capitalistas
de producción, pero como en toda sociedad históricamente determinada, los
procesos alternativos surgen como contestatarios, al igual que la economía
capitalista surge en el marco de la sociedad feudal como contestataria
oponiéndose a las relaciones de servidumbre existentes.

1.1. Primera aproximación al concepto de economía solidaria

A pesar de que la práctica solidaria ha estado presente siempre en el marco


de la economía de subsistencia (desde los orígenes mismos de la humanidad),
esta no ha sido adecuadamente entendida y conceptualizada, siendo necesario
partir desde la experiencia cotidiana, que muestra un conjunto de prácticas y
relaciones complejas que surgen como respuesta a la economía de mercado.

Desde la cosmovisión andina se la asume como parte de su lógica cultural,


cuyas raíces se remontan al modo de producción andino o «asiático»,
fundamento de la corriente «ancestral» basado en prácticas colectivas, de
cooperación y solidaridad propias de los pueblos nativos u originarios de
América en los que la reciprocidad, el apoyo mutuo, la minga etc., son parte de
su cotidianidad y cuyas relaciones de intercambio existentes en el territorio son
de carácter no mercantil. En el Ecuador, está práctica ha sido enriquecida con
la aparición del cooperativismo (cuya doctrina se fundamenta en siete principios
básicos) como instrumento para la operativización de los conceptos
económicos solidarios.

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Lo anterior significa que la economía es una ciencia social que estudia las
relaciones sociales que se dan en los procesos de producción, circulación,
distribución y consumo de bienes y servicios, entendidos estos últimos como
medios para la satisfacción de las necesidades humanas.

Significa, entonces, que la economía solidaria es el conjunto de relaciones de


solidaridad, apoyo mutuo, reciprocidad y cooperación, que establecen
productores y consumidores en el marco de todo el proceso de producción,
circulación y consumo de bienes y servicios, en donde productores y
consumidores son parte del mismo grupo o proceso, en el que la producción se
realiza de manera colectiva.

D------M---MP---------PP -------- M´ ----- D’

En la economía solidaria, desaparece la fuerza de trabajo como mercancía y


se convierte en el eje que dinamiza los procesos. De ahí que la inversión inicial
se la realiza en torno a la adquisición de medios de producción, mientras que el
trabajo es la fuerza motora de la transformación y generación de renta
colectiva. Se desarrolla, entonces, el proceso productivo que genera una nueva
mercancía, transformada, que luego es intercambiada en el mercado, en el que
se obtiene un dinero incorporado (D’=D+d), que luego será reinvertido en un
nuevo proceso de producción y la diferencia será distribuida de manera
colectiva tomando en cuenta o en función del esfuerzo colectivo e individual de
cada miembro de la organización o comunidad que ha participado en el
proceso.

En términos generales, la economía solidaria es una nueva forma, no solo de


comprender y entender la economía, sino de organizar la producción, la
distribución, la circulación y el consumo de bienes y servicios, basada en
relaciones de cooperación, ayuda mutua y solidaridad.

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Lo afirmado puede resumirse en el concepto propuesto por Bepi Tonello,
exdirector ejecutivo del GSFEPP, quien manifiesta que «la economía solidaria
es un sistema económico que se centra en los seres humanos y en sus
anhelos por dar una solución a sus necesidades individuales, familiares,
sociales y colectivas, en una relación armónica con la naturaleza y la
sociedad».

1.2. ¿Qué es lo económico?

La teoría económica dominante, defensora fiel y firme de la utopía de un


sistema de mercado autorregulado mecánicamente, a través de una subjetiva
«mano invisible», libre de obstrucciones estatales y sociales es la escuela del
pensamiento dominante en nuestros días, que se fundamenta en la ideología
que sustenta y viabiliza el proyecto neoconservador transnacional, cuya
concepción económica convertida en ideología es lo que conocemos como
neoliberalismo.

A las críticas teóricas establecidas en torno al pensamiento neoclásico, hoy


podemos agregar la evidencia empírica de que el modelo de libre mercado (en
el que es evidente la no existencia de competencia perfecta) conduce a la
concentración y centralización del capital y de la riqueza y, como previeron
Marx y Polanyi, «cuando la organización social de la economía es dejada en
manos del mercado real, producto inevitable del intento de implementar la
utopía del mercado perfecto, termina produciendo catástrofes sociales y
ecológicas, de alcance global y en muchos aspectos irreversibles».

Se considera, entonces, que el mercado «autorregulado» se lograría con


actores económicos individualistas, utilitarios, egoístas, cuya racionalidad
absolutiza la ética de la acumulación y cuyas acciones irresponsables provocan
la permanente degradación del ambiente. Es preciso, entonces, entender que
desde la ideología dominante se percibe la existencia de un individuo ideal
entendido como el homo «económicus» cuya racionalidad permite la asignación

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óptima de los recursos escasos. Esto significa que cada individuo busca los
máximos logros y rendimientos al menor costo posible.

La existencia de una sociedad de mercado, esgrimida y practicada desde la


óptica neoliberal, exige al Estado (cuya no intervención ya es una forma de
intervención) garantías para generar procesos de acumulación cada vez
mayores, instrumentalizados a través de un marco jurídico establecido y
operativizado en función de sus necesidades por instituciones públicas y
privadas cuya lógica de funcionamiento es la búsqueda de la eficiencia
neoliberal monetarista, donde lo más importante es el capital y el cumplimiento
de los derechos del capital o empresariales sobre el trabajo (las empresas son
consideradas personas jurídicas).

En este contexto, la solidaridad entre organizaciones, pueblos,


nacionalidades, comunidades y familias es considerada como una condición
contraria a la lógica y a la racionalidad y, por lo tanto, nociva a los intereses del
«desarrollo» entendido como mero crecimiento del PIB. Lo fundamental es la
construcción y la consolidación de organizaciones económicas autónomas y
autosuficientes en el marco de una gestión independiente e individual, aislada
de la influencia de otras y la única forma de relacionamiento empresarial está
basado en el egoísmo y en la obtención de ganancias.

Para el pensamiento económico dominante, dentro de los recursos o factores


de producción están el trabajo, el conocimiento y la naturaleza que son sujetos
de compra y venta como todos los demás «recursos».

Contrariamente a lo anterior, la economía solidaria promueve la cooperación,


la distribución equitativa y pone en evidencia su origen contestatario frente al
régimen de acumulación individual, por lo que pone énfasis en lo colectivo
sobre lo individual, el trabajo sobre el capital, en el ser antes que en el tener; y
su reflexión expresa que tanto en lo práctico como en lo estratégico es

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alternativa a la concentración y centralización de la riqueza promoviendo la
disminución de la exclusión y marginalidad económica y social.

1.3. Las corrientes del pensamiento económico y los fundamentos


teóricos y doctrinales de la economía social y solidaria

Para responder a la pregunta ¿la economía solidaria en una corriente de


pensamiento económico?, nos remitiremos, muy brevemente, a sus orígenes,
cuyas preguntas las podemos expresar como siguen: ¿Cuándo surge la
economía solidaria? ¿Se trata de una corriente de pensamiento? Para contestar
estas preguntas, diremos que la economía «social» y solidaria (toda economía
es social, pero no necesariamente solidaria) se ubica dentro de la corriente
teórica y política de la economía sustantiva, iniciada por Karl Polanyi. Es
inseparable de la crítica a la doctrina económica «formal». (Coraggio et al.,
2016)

Para internarnos en el origen de la economía solidaria, es importante


entenderla como una necesidad práctica y estratégica comunitaria y familiar de
los sectores más vulnerables de la sociedad, que ven en ella un mecanismo
para reducir la pobreza, la marginalidad y la exclusión económica y social.

Es importante señalar que toda corriente de pensamiento económico


corresponde a un contexto sociocultural y a la práctica de la economía en un
periodo de tiempo determinado, es decir, las ideas humanas y el medio social
que las rodea.

La estructura económica de una época dada y los cambios que sufre son los
factores que ejercen la influencia más poderosa sobre las ideas económicas.
En este marco comprensivo, una primera aproximación al origen de la
economía solidaria se sustenta en el hecho de que siempre ha sido una
economía alternativa y contestataria a la práctica y al pensamiento dominante,

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pues esta busca la maximización del beneficio colectivo, la equidad y la
inclusión social, no solo como conceptos sino como prácticas cotidianas.

El paso de la sociedad primitiva al modo de producción esclavista supuso


también la evolución del pensamiento económico, cuyas ideas son todavía
sueltas y no sistematizadas como el pensamiento expresado en el «Antiguo
Testamento» de La Biblia, pensamiento hebreo de carácter idealista, que daba
al problema económico un carácter religioso.

Dichas ideas económicas pueden resumirse de la siguiente manera:

• Expresan la división que existe entre ricos y pobres.

• Estaban a favor de restringir los derechos de propiedad.

• Los principios de la vida social deben ser la justicia y la piedad.

• Se deben castigar los abusos del comercio y la usura.

• Estuvieron en contra del embargo de ropa o de los útiles de trabajo de los


deudores.

1.3.1. Resumen descriptivo de la evolución del pensamiento económico


en el curso de la historia

Cuando el esclavismo (Grecia y Roma) está en pleno auge, el pensamiento


económico evoluciona y se empiezan a desarrollar ideas que corresponden a
este nuevo modo de producción, superando el pensamiento hebreo. Aunque
fue Platón uno de los primeros estudiosos de la sociedad y de la ciudad Estado,
fue Aristóteles el que más trabajó el pensamiento económico de la época.

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Las ideas económicas principales de ambos pensadores se encuentran
contenidas en La República y las leyes de Platón, en «la política y la ética
nicomaquea» (según Aristóteles, toda actividad humana tiende hacia algún fin o
bien). (Este tema lo puede leer en www.itgo.com).

Las principales ideas de ambos pensadores fueron:

• Platón explica la división del trabajo como consecuencia de las diversas


aptitudes naturales de los hombres y de la gran cantidad de necesidades
humanas.

• Platón piensa que la ciudad se da porque existe la división del trabajo. En


este sentido, justifica el sistema de castas y las diferentes clases sociales.
Piensa en un Estado ideal aristocrático.

En el Estado ideal de Platón, existen dos clases: los gobernantes y los


gobernados. Los primeros se dividen en guardianes y auxiliares; la segunda la
conforman los artesanos. Estos últimos, entregados como estaban a las faenas
serviles de la producción y de la circulación de la riqueza, no podían tener el
talento necesario para gobernar.

• Platón pensaba, por lo tanto, que había ocupaciones indignas o serviles,


además de que despreciaba el comercio exterior.

Aristóteles fue el primero en plantear los problemas económicos que han


estudiado todos los pensadores posteriores.

• Da una definición de economía dividiéndola en dos partes: la economía


propiamente dicha, que es la ciencia encargada de la administración
doméstica y la ciencia del abastecimiento, que se ocupa de la adquisición;
es decir, estudia la circulación de los bienes.

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• Asentó las bases de la teoría del valor al distinguir entre valor de uso y valor
de cambio (aunque no en forma precisa).

• Habla de las funciones del dinero explicando que su uso se debe al


desarrollo del cambio y los hombres crean un artículo que lo facilite (dinero).

• Distingue entre dinero y capital real, dependiendo de la función que los


bienes tengan.

• Reconoce que el cambio se basa en la equivalencia entre los productos.

Paralelamente, la cultura romana, aunque no aportó significativamente al


pensamiento económico de la época, sí esbozó algunos criterios basados en
los conceptos o preceptos griegos. Algunas de las aportaciones de los romanos
al pensamiento económico fueron:

• Aprecio por las actividades agrícolas.

• Desprecian las formas no naturales de ganar dinero (usura, comercio, venta


ilícita, etc.

• Plinio afirma que el oro tiene cualidades que lo convierten en un medio de


cambio más importante que el hierro o la plata.

• Cicerón afirmó que la agricultura es digna y que la industria y el comercio


eran despreciables.

Aunque las aportaciones de los romanos no fueron muy importantes en el


campo de las ideas económicas, es necesario recordar que el derecho romano

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es la base de todo el aparato jurídico del sistema capitalista, superestructura
que garantiza las relaciones basadas en la explotación de la fuerza de trabajo.

En la Edad Media, periodo auge de la sociedad feudal, las aportaciones al


pensamiento económico fueron pocas y provenían de pensadores ligados a la
Iglesia quienes desarrollan lo que se conoce como derecho canónico, que es un
conjunto de preceptos religiosos y de normas de conducta que regulaban la
sociedad de ese tiempo.

Por su parte, la escolástica es la filosofía de la Edad Media que trata de


conciliar la fe con la razón.

Las principales ideas económicas de ese tiempo fueron:

• Los preceptos aristotélicos y la doctrina de la Iglesia son el eje del


pensamiento económico, cuyas ideas formaban parte de las enseñanzas
morales del cristianismo.

• Consideraban la economía como un conjunto de leyes, entendidas como


preceptos morales cuya finalidad era la buena administración de las
actividades económicas.

• Formulan principios del precio justo, el cual depende del valor inherente de
las mercancías y el que se apartara de este era inmoral.

• Tomás de Aquino habla vagamente de un valor de cambio basado en el


costo de producción, pero revestido de carácter ético.

• Del precio justo se derivó el salario justo, que es aquel que le permite vivir al
obrero y a su familia con razonable decencia en el medio de vida en que se
encuentran.

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• Solo justificaban al comercio cuando daba ventajas a las dos partes y era
necesario para el bienestar social.

• La usura era injusta y la condenaban; por lo tanto, el interés por el dinero.

• Consideraban el préstamo como un cambio de propiedad y el interés como


impuesto sobre el trabajo del prestatario.

Podemos concluir afirmando que las ideas de los escolásticos caen en el


terreno de la ideología y no tienen fundamento científico, sobre todo porque
eran una representación idealista de la realidad.

✓ Pensamiento mercantilista

La escuela mercantilista (siglos XVII y XVIII) constituye la primera expresión


sistemática del pensamiento económico. Sus integrantes sostenían que las
exportaciones eran las que generaban la riqueza de una nación y, por lo tanto,
sostuvieron la conveniencia de fomentarlas, así como de restringir las
importaciones. Consideraban que estas afectaban negativamente la
producción, ya que disminuían la demanda de bienes producidos en el país. En
cambio, las exportaciones, sostenían, representan un incremento de la
demanda.

Los mercantilistas sostenían la necesidad de alcanzar un superávit en el


saldo de la balanza comercial (exportaciones menos importaciones).
Postulaban el establecimiento de medidas proteccionistas y, en general, de
todo tipo de disposiciones tendientes a fomentar las exportaciones y a restringir
las importaciones.

En este sentido, el mercantilismo es la primera corriente económica


proteccionista en la historia del pensamiento económico.

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✓ La escuela fisiocrática

En contraposición a los mercantilistas, los fisiócratas elaboraron una teoría


natural de la vida económica y se adherían a la postura librecambista. Su
preocupación se centraba principalmente en la circulación y en la distribución
del producto social. Los fisiócratas argumentaban que el principal derecho
natural del hombre consistía en el disfrute de los resultados de su trabajo,
siempre que tal disfrute pudiera armonizarse con los derechos de los demás.

Lo anterior les permitía concluir que los gobiernos no debían interferir en los
asuntos económicos, más allá del mínimo imprescindible como aquello que
permita proteger la vida, la propiedad y mantener la libertad de contratación. De
esto surge la conocida frase: laissez faire, laissez passer (dejar hacer, dejar
pasar), atribuida al francés Vincent de Fournay (1712-1759), que promueve la
libertad para la actividad mercantil en el interior y comercio exterior.

Los fisiócratas consideraban a la agricultura como el único sector productivo


de la economía, capaz de generar el excedente del cual dependía todo lo
demás. De esta forma, se incrementaría la proporción destinada a los
terratenientes, lo que a la postre permitiría el incremento de la demanda de
productos artesanales, así como la riqueza de la nación, que procedía de la
capacidad de producción y no de la cantidad de oro y plata que una nación
poseyera.

✓ La economía clásica

El núcleo del pensamiento clásico está constituido por la obra del escocés
Adam Smith (1723-1790). Estudió ciencias morales y políticas y lenguas en
Oxford. Se le considera el fundador de la escuela clásica. En 1759, se conoció
la Teoría de los sentimientos morales dedicándose, a partir de ese momento,
más a la jurisprudencia y a la economía que a las doctrinas morales.

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En 1776, publicó uno de sus libros, sino el más importante denominado
Investigación sobre la naturaleza y causas de las riquezas de las naciones.
Para Adam Smith la solución para el funcionamiento económico de la sociedad
descansa en las leyes del mercado y en la interacción entre el interés individual
y la competencia.

El empresario se ve obligado, por las fuerzas de la competencia, a vender


sus mercancías a un precio próximo al costo de producción; y deberá ser lo
más eficiente posible para mantener sus costos bajos y permanecer en
condiciones competitivas. La mano invisible del mercado no solo asigna las
tareas, sino que también dirige a las personas en su elección de su ocupación y
hace que se tengan en cuenta las necesidades de la sociedad, al tiempo que
regula las mercancías que una sociedad debe producir.

La esencia de la economía de mercado es que en ella todo se convierte en


mercancías y que la oferta de estas mercancías es sensible a los cambios de
precios. Smith fue el gran defensor del laissez faire, de la no intervención del
Estado en los asuntos económicos. A su juicio, los gobiernos son ineficaces e
inclinados a otorgar privilegios especiales en detrimento de la sociedad.
Significa que, para promover el bienestar, los mejores medios son el estímulo
del interés individual y el impulso de la competencia.

En la obra de Smith el dinamismo de una sociedad descansa sobre la teoría


de la acumulación. Esta teoría viene condicionada por la distribución del ingreso
entre las diversas clases sociales y, más particularmente, en la parte que va a
los capitalistas y a los terratenientes, con lo que estos últimos podían tener los
recursos necesarios y suficientes para financiar inversiones que les permitiría
sostener sus niveles normales de vida.

El excedente podrá destinarse a la ampliación del consumo, aunque era


preferible que dicho excedente de fondos se ahorre. De esta forma, los ingresos
se convertirían en fondos que más tarde ampliarían la producción. Los

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capitalistas eran los agentes principales a través de los cuales los ingresos se
convertían en acumulación.

A. Smith «destacó» las «bondades» de la acumulación, de los beneficios de


los empresarios, pues se reinvierten en maquinaria, lo que permitirá mayores
posibilidades de división del trabajo y de aumento de la producción y, por lo
tanto, conducirá a una mayor riqueza. Por ello, veía en la acumulación de los
beneficios, el motor que pone en movimiento el mejoramiento de la sociedad.

Otro connotado pensador clásico fue el londinense David Ricardo (1772-


1823). Se dedicó al estudio sistemático de la economía política. El eje
fundamental del análisis económico de Ricardo fue el de la distribución, siendo
una de sus grandes aportaciones la teoría del valor-precio; se interesó por los
precios relativos más que por los absolutos; deseaba descubrir la base de las
relaciones del intercambio entre las mercancías. Planteaba que el valor de las
mercancías provenían de dos fuentes: por un lado, de su escasez y
paralelamente de la cantidad de trabajo necesario para producirlas.

Su contribución más significativa está en el análisis de la renta de la tierra y


la teoría de los costos comparativos como fuentes para la justificación del
comercio internacional. Con este argumento, sostenía que cada país debería
especializarse en aquellos cuyo costo comparativo fuese más elevado. De esta
forma, se distribuye el trabajo con la mayor eficiencia y aumenta a la par la
cantidad total de bienes, lo que contribuye al bienestar general.

Del mismo modo, las diferencias en la calidad de la tierra determinarían el


nivel de renta de los propietarios. Puede argumentarse, entonces, que la renta y
los beneficios podrían aislarse, considerando el caso de la tierra sin renta, en la
cual el rendimiento neto consistiría enteramente en los ingresos derivados del
capital.

En una perspectiva dinámica, Ricardo pensaba que el crecimiento de la


población acompañaba a la expansión económica, y que esta expansión

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llevaría consigo un aumento de las necesidades de alimentos, que podían
satisfacerse solo a costos más altos.

✓ La economía neoclásica

El centro de atención de los economistas neoclásicos fue el funcionamiento


del sistema de mercado y su papel como asignador de recursos.

Uno de los representantes de la escuela neoclásica es Alfred Marshall (1842-


1924). Estudió matemáticas y economía en Cambridge. Ocupó puestos
académicos a lo largo de toda su vida profesional. Fue hipercrítico con sus
propios escritos. De hecho, muchas de sus ideas las había elaborado muchos
años antes de que aparecieran en la primera edición de sus Principios de
economía, en 1890.

Fue el fundador de la moderna economía expuesta mediante


representaciones gráficas. Aunque era un matemático experto, se mostró
escéptico en cuanto al valor de las matemáticas para el análisis económico.

Fue capaz de realizar una gran síntesis, tratando de combinar lo mejor de la


economía clásica con el pensamiento marginalista. La determinación de los
precios de mercado se convirtió en el problema fundamental de la economía
neoclásica.

Para Marshall, el análisis del funcionamiento del sistema de mercado


empezaba con el estudio del comportamiento de los productores y de los
consumidores, pues era la clave para analizar la determinación de los precios
de mercado.

Según Marshall, el concepto de demanda como una tabla de relaciones


precio-cantidad era crucial para su análisis. Para él, sería necesaria una
reducción en el precio para inducir a comprar más.

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Por otro lado, dado que los consumidores tenían que escoger entre más de
un bien y menos de otro (u otros) para maximizar su utilidad, deberían ajustar
sus gastos de tal modo que no fuera posible aumentar su satisfacción mediante
una distribución alternativa de esos gastos entre los diferentes bienes.
En cualquier caso, la demanda por sí misma solo explicaba una parte de la
formación del precio. Tan importantes como ella eran las condiciones en que
los productores estaban dispuestos a vender sus bienes y servicios. Desde una
perspectiva neoclásica, se creía que las empresas funcionaban bajo
condiciones en las cuales los sucesivos incrementos en los costos totales,
debido a la producción de unidades adicionales de su producto, eran
crecientes.

Con los elementos comentados -demanda y oferta- Marshall tenía lo


necesario para explicar el precio de mercado. Según él, en el caso de los
factores, el precio también se determinaba por la intersección de la oferta y de
la demanda.

Se suponía que los empresarios buscaban racionalmente el máximo


beneficio, lo que implica minimizar los costos.

Cualquier volumen de producción deseado podía obtenerse con varias


combinaciones diferentes de factores productivos, si bien el empresario
seleccionaría la combinación de más bajo costo. Para Marshall, los
rendimientos de escala crecientes, asociados con la aplicación de tecnologías
avanzadas, podían originar ciertas complicaciones.

Las economías de escala implicaban que un pequeño número de grandes


productores podía funcionar a costos medios más bajos, produciendo la misma
cantidad que un gran número de pequeñas empresas, quedando en entredicho
las premisas de un mercado competitivo.

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Marshall creía que las ventas de cada empresa estaban limitadas al mercado
particular, lenta y costosamente adquirido, y aunque la producción pudiese
aumentar muy rápidamente, no ocurriría lo mismo con las ventas. Además, la
expansión de la empresa más allá de sus límites naturales la expondría también
a la competencia de sus rivales. Por ello, opinaba que era improbable que las
economías de escala representaran un serio desafío para el mantenimiento del
orden competitivo.

León Walras (1834-1910) nació en Lausana-Suiza. Desde 1859 dedicó todo


su esfuerzo a demostrar que la teoría económica podía ser tratada
matemáticamente. En 1870, ocupó la cátedra de Economía en Lausana. Los
profesionales no comprendían ni se sentían atraídos hacia su trabajo
matemático, ya que fundamentalmente lo que pretendía era mostrar una
manera distinta de enfocar las cosas.

Walras se ocupó del estudio de la teoría de la determinación de los precios


en un régimen hipotético de libre y perfecta competencia. Buscaba expresar sus
descubrimientos en forma de proposiciones matemáticas que diesen a la
economía un rango científico comparable al de las ciencias físicas.

Estaba interesado en probar que los resultados de la libre competencia eran


beneficiosos y ventajosos.

En el esquema walrasiano la competencia perfecta quedaba representada


por una situación en la que compradores y vendedores se reunían en una
subasta masiva, de forma que las condiciones de cada cambio fueran
públicamente anunciadas y se diera una oportunidad a los vendedores para
bajar sus precios y a los compradores para recibir sus ofertas.

El enfoque walrasiano del equilibrio competitivo puede presentarse en forma


de un sistema de ecuaciones simultáneas, susceptibles de una solución
matemática determinada. Este método de análisis, por una parte, destaca la

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interdependencia entre todos los precios dentro del sistema económico y, por
otra, hace desaparecer la distinción entre el enfoque micro y macro de la
economía. Las actividades de las familias y de las empresas no pueden
entenderse separando unas de otras, ni se las debe considerar segregadas de
la economía en su conjunto.

✓ El monetarismo

La escuela monetarista tiene como su representante más preclaro al


economista de la Universidad de Chicago, Milton Friedman. Nació en Nueva
York en 1912. Estudió en las universidades de Chicago y Columbia. Ha sido
profesor desde 1948 en la Universidad de Chicago, puesto que ha ocupado
desempeñando simultáneamente diversos cargos en la administración
norteamericana, en particular en el Nacional Bureau of Economic Research y
en el Comité Nacional de Recursos. En 1976, fue galardonado con el Premio
Nobel de Economía por sus estudios en las esferas del análisis del consumo,
de la teoría monetaria y de las complejidades de las políticas estabilizadoras de
demanda.

Entre sus innumerables obras cabe destacar las siguientes: Un programa de


estabilidad monetaria y reforma bancaria (Deusto, 1962), Capitalismo y
libertad (Rialp, 1966), Teoría de los precios (Alianza Universidad, 1966)
y Moneda y desarrollo (Ateneo, 1976).

Friedman es el representante más destacado entre los economistas


monetaristas; sostiene que existe una interrelación entre el nivel de circulación
del dinero y el grado de inflación.

Friedman ha defendido el pleno funcionamiento de los mecanismos


automáticos de ajuste, criticando toda intervención en la economía; en el campo
monetario, las autoridades deberían limitarse a ejercer un control eficaz sobre la
cantidad de dinero a partir, exclusivamente, de programar una determinada tasa

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de crecimiento anual de dinero. Esta sería, además, la única forma de controlar
las tensiones inflacionarias.

Se ha mostrado defensor de liberalismo económico, partidario del sistema de


libre competencia y contrario a la intervención estatal en el sistema económico.
Respecto de la lucha contra la inflación, considera que solo la plena libertad de
las fuerzas del mercado puede equilibrar la economía y evitar las tensiones
inflacionistas.

Manifiesta su oposición a las ideas y tesis keynesianas, en particular a


aquellas que propugnan la intervención del sector público mediante la
manipulación de la demanda agregada con objeto de estabilizar la actividad
económica.

✓ La nueva macroeconomía clásica

En un mundo donde la información no es perfecta, los agentes económicos


tienen que formarse expectativas sobre los precios y sobre otros hechos
económicos para la toma de decisiones. Los economistas de la nueva
macroeconomía clásica formularon la hipótesis de las expectativas racionales
para explicar cómo introducir las expectativas en la teoría económica. En primer
lugar, se postula que los agentes económicos utilizan toda la información
disponible y actúan como si conocieran las relaciones de la teoría económica.
Ello no implica negar que el agente pueda cometer errores, pero aprende de
estos. Lo que los partidarios de esta teoría niegan es que el agente económico
pueda persistir en el error una y otra vez. Por ende, sostienen los partidarios de
esta corriente, todo cambio en la política económica va a ser tomado en cuenta
por los agentes que tratarán de anticipar sus efectos. En consecuencia,
concluyen, es escaso el papel que puede jugar la política económica. Esta solo
producirá efectos allí donde sus cambios tomen por sorpresa a los agentes de
la economía. En cambio, cualquier política sistemática no puede dejar de tener

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en cuenta que los agentes reaccionarán ante ella actuando en función de sus
previsibles efectos.

✓ Síntesis obligada de la teoría económica de libre mercado

Lo analizado hasta aquí lo podemos categorizar como la economía


convencional, en la que la participación del Estado está vista como
inconveniente y distorsionadora. Todas ellas descansan en el libre juego de la
oferta y de la demanda, en una economía de mercado.

Desde la economía convencional, se supone que el consumidor actúa de


manera egoísta y racional, que busca maximizar la utilidad personal en el
consumo de bienes y servicios, en una decisión que es estrictamente individual
y que se pone de manifiesto en las preferencias individuales reveladas en el
mercado, que no presenta límites a la libre decisión sobre qué y cuánto
consumir, sujeto solamente a restricciones presupuestarias -homo economicus-

Desde esta concepción económica, carece de todo sentido preguntarse por


una jerarquía de las necesidades humanas, pues todas ellas, en tanto forman
parte de la demanda de los consumidores, tienen el mismo valor y no puede
decirse nada acerca de su mayor o menor legitimidad.

Desde el punto de vista de la producción, se supone que los empresarios


actúan de manera libre y racional, con el objetivo de maximizar el beneficio
individual, sin tener en cuenta otras consideraciones sobre posibles efectos
sobre terceros, sobre la sociedad y el planeta en su conjunto, efectos que, en
todo caso, solamente se abordan como una externalidad al sistema y que se
internalizarán vía mercado o a través de un sistema impositivo.

Todo ello se completa con un marco jurídico que garantice los derechos de
propiedad privada y la libertad de empresa, y con la existencia de instituciones
que lo promuevan y lo regulen, de modo que se garanticen y legitimen el

El pensamiento económico solidario I 22


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tratamiento como mercancías de los recursos naturales, el trabajo humano y el
capital, cuyos precios (renta, salario e interés) se establecerán en el mercado a
través del mecanismo de la oferta y de la demanda.

En resumen, se sustenta bajo la premisa de que, bajo esta perspectiva


utilitarista, se debe mercantilizar no solo la producción de bienes y servicios
producidos para el intercambio, sino toda capacidad humana, la naturaleza, el
conocimiento y todas las relaciones sociales como los afectos, el cuidado o la
cultura.

✓ El keynesianismo

J. M. Keynes (1883-1946) nació en Inglaterra. Su padre, John Neville


Keynes, fue un destacado economista y lógico. Estudió en Cambridge y entre
sus profesores se encontraba Marshall. Keynes fue una figura importante tanto
en el mundo de los negocios como en la vida académica.

Fue el máximo exponente de la delegación del Tesoro británico en la


conferencia de paz que siguió a la Primera Guerra Mundial y también fue jefe
de la comisión de su país para la organización del Fondo Monetario
Internacional y del Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo.

En 1936 publicó La teoría general del empleo, el interés y el dinero.


Tomando como base esta obra, se edificó el sistema de ideas keynesiano. Los
principios fundamentales de la economía keynesiana se pueden resumir en los
puntos siguientes.

Al estudiar los determinantes inmediatos del ingreso y del empleo, Keynes


supuso que existía una importante interrelación entre el ingreso nacional y los
niveles de empleo. Los determinantes inmediatos del ingreso y del desempleo
son los gastos en consumo e inversión.

El pensamiento económico solidario I 23


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El gasto público constituye una adición al gasto total, mientras que la
imposición se convierte en una reducción de la corriente de ingresos y, por lo
tanto, en una potencial deducción del gasto en consumo e inversión.

La situación de pleno empleo es solo un caso especial; el caso más general


y característico es el equilibrio con desempleo. Cuando el gasto de consumo y
de inversión resulta insuficiente para mantener el pleno empleo, el Estado
debería estar dispuesto a incrementar la corriente de ingresos por medio de
gastos financieros por déficit presupuestario. El estado debería ser la fuente de
gasto a la que se acuda como último recurso.

El segundo grupo de componentes del sistema keynesiano lo constituyen los


determinantes últimos del ingreso y del empleo o los determinantes del gasto
en consumo e inversión. Keynes suponía que el consumo estaba determinado
por el volumen del ingreso; es decir, para cada nivel de ingreso el gasto en
consumo es una proporción dada del ingreso, y esta proporción desciende
cuando el ingreso se eleva. El nivel de consumo varía con los ingresos,
mientras que estos varían, a su vez, porque cambia la inversión o el gasto
público, y lo hace de forma multiplicativa: si la inversión aumenta dos millones
de pesos, el ingreso se incrementará en un múltiplo de esa cantidad. Keynes
defendía que el gasto en inversión estaba determinado por la tasa de interés y
la eficacia marginal del capital o tasa de rendimiento esperado sobre el costo de
las nuevas inversiones. La eficacia marginal del capital depende de la
expectativa ante los beneficios futuros y del precio de oferta de los activos de
capital.

La tasa de interés era definida como una recompensa al sacrificio de la


liquidez -esto es, el deseo de mantener la riqueza en forma de activos
financieros líquidos- y de la cantidad de dinero (dinero en circulación más
depósitos).

El pensamiento económico solidario I 24


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En suma, las tres influencias psicológicas fundamentales sobre el ingreso y
el empleo son: la propensión al consumo, el deseo de activos líquidos y la tasa
de beneficio esperado de las nuevas inversiones.

La tercera tesis fundamental de Keynes es que el sistema de mercado libre o


laissez-faire ha quedado anticuado y que el Estado debe intervenir activamente
para fomentar el pleno empleo, forzando la tasa de interés a la baja (también
estimulando la inversión) y redistribuyendo el ingreso con objeto de aumentar
los gastos de consumo. Keynes otorga al Estado un vasto papel para estabilizar
la economía en el nivel de pleno empleo.

✓ La economía marxista

Karl Heinrich Marx nació en Prusia, en el seno de una familia judía. Estudió
derecho, historia y filosofía en las universidades de Bonn y Berlín, doctorándose
en filosofía. Cerrado el camino hacia la docencia universitaria en razón de su
radicalismo, se dedicó al periodismo. Exiliado de Alemania, estudió en París el
socialismo francés y la economía política inglesa. Finalmente, se asentó en
Londres. Acudió durante años a las salas de lectura del Museo Británico. En
1867 publicó el primer volumen de El Capital.

Después de su muerte, Engels publicó buena parte de sus manuscritos y los


volúmenes II y III de El Capital.

La base de la teoría de Marx la constituye el análisis de la historia, que se


funda en el materialismo dialéctico. La concepción materialista de la historia
arranca del principio de que la producción y el intercambio de productos
constituyen la base de todo orden social. La validez de esta afirmación
descansa en que en toda sociedad, (entre cuantas han aparecido en la historia)
la división en clases está determinada por aquello que se produce, cómo se
produce y por la forma en que se intercambia la producción.

El pensamiento económico solidario I 25


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El motor de la historia lo constituye la estructura económica de la sociedad.
Esto no excluye el impacto de las ideas, sino que sostiene que estas son un
reflejo de la sociedad que las alienta. El objetivo de la obra de Marx era
descubrir las «leyes del movimiento» de la sociedad capitalista.

La teoría del valor-trabajo juega un papel importante en el análisis de Marx,


el beneficio lo obtiene el capitalista al adquirir una mercancía que puede crear
un valor mayor que el de su propia fuerza de trabajo.

Marx distingue entre los conceptos de fuerza de trabajo y tiempo de trabajo.


La fuerza de trabajo hace referencia a la capacidad del hombre para el trabajo;
el tiempo de trabajo es el proceso real y la duración del trabajo. Lo relevante es
que el empresario paga al trabajador una cantidad igual al valor de su fuerza de
trabajo, pero este pago equivale solo a una parte de la producción diaria del
trabajador y, por lo tanto, solo a una parte del valor que este produce.

La clave de la explotación en este sistema está en el hecho de que existe


una diferencia entre el salario que recibe un trabajador y el valor del bien
(producto) que produce. Esta diferencia es lo que se denomina plusvalía.

1.3.2. Principales críticas a la visión y práctica convencional de la


economía

Frente a esta visión de la economía convencional, ya desde finales del siglo


XIX surgieron otras corrientes que cuestionaban este enfoque, que se han ido
completando a lo largo del siglo XX con nuevas aportaciones y visiones que
provienen de la economía ecológica, la economía feminista, la economía
comunitaria y de otras diversas corrientes críticas.

Muchas de estas propuestas surgen a raíz de las luchas de las


organizaciones de la sociedad civil, contestatarias al modelo económico
capitalista y su paradigma neoliberal concentrador y excluyente.

El pensamiento económico solidario I 26


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La crítica institucionalista proviene tanto de la corriente de la economía


institucionalista norteamericana de finales del siglo XIX y primeros del XX
(Veblen, Mitchel y Commons) como de las corrientes de la nueva economía
institucional (Williamson, North, Coase, Hogdson). Para esta corriente, el
mercado es una institución entendida como el conjunto de reglas de juego
explícitas e implícitas que se asientan en determinadas estructuras de carácter
normativo, leyes, reglamentos, conductas socialmente aceptadas, etc., que
condicionan al mercado y sus logros, es decir que, para esta corriente, el
mercado no es el mecanismo en el que confluyen y se encuentran
consumidores y vendedores racionales que buscan maximizar su utilidad y su
beneficio.

En este sentido, toda actividad económica debe ser entendida como


acciones que el marco de una institucionalidad preestablecida, guían la
actuación de los agentes económicos poniendo límites a sus decisiones en el
marco de un entramado de normas formales e informales que las condicionan.

Así mismo, el marketing y la publicidad inciden sobre el principio marginalista


de autonomía e independencia del consumidor, oponiéndose a este, al alterar el
comportamiento del consumidor. (Ramos Gorostiza, 2004: 210-214)

Adicionalmente, K. Polanyi (1989 [1944]) afirma que es utópico pensar en un


mercado autorregulado, puesto que de serlo así aniquilaría la «sustancia
humana y la naturaleza de la sociedad», destruyendo de esta forma a los seres
humanos, al tiempo que transforma el ecosistema en un desierto. Da cuenta del
nacimiento y la consolidación de la economía de mercado, no como parte de un
proceso evolutivo necesario y natural, sino como el resultado de procesos
históricos concretos de los últimos siglos.

Desde su visión, la actividad económica no se reduce únicamente al


intercambio (acto que se realiza en el mercado) sino este convive con los

El pensamiento económico solidario I 27


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principios de distribución y reciprocidad, el primero efectivizado por el mercado
y el segundo, al igual que la donación, la realizarían la sociedad civil.

Sin duda, una importante crítica surge desde la economía ecológica, al


constatar que los recursos naturales están fuera del sistema económico y no
son considerados por el mercado. Es evidente que la teoría clásica centra su
atención en el crecimiento, el progreso, donde el avance tecnológico, la
industrialización y el dominio de la naturaleza son los medios para su
consecución.

En términos generales, la economía ecológica analiza la ciencia económica a


partir de la estructuración de subsistemas social, económico y natural y sus
interrelaciones, analizándose las contradicciones entre el crecimiento
«ilimitado» y la fragilidad de los ecosistemas, es decir, entre el uso irracional de
los recursos naturales y la sostenibilidad económica y social.

La economía ecológica considera al sistema económico abierto, no en el


sentido de las relaciones de comercio internacional, sino desde una perspectiva
holística en el sentido ecológico, es decir, «considera a la economía como un
subconjunto de la sociedad y ésta de la biosfera», donde los flujos de materia,
energía y la economía humana están incluidos en este sistema.

En el marco de esta concepción, ha surgido una serie de propuestas


conservacionistas de carácter ecologista que rechaza la visión fragmentada del
mundo, cuya búsqueda del vivir bien (contrario al buen vivir) se basa en el
crecimiento económico, manteniendo una visión holística de la vida y de la
naturaleza. Se trata de reducir el impacto ambiental que causan las actividades
humanas (intervención antrópica), considerada como un elemento que provoca
los desequilibrios y la evolución regresiva.

La disminución del impacto ambiental es una necesidad urgente, para lo cual


se deben desarrollar procesos productivos en el ámbito territorial local con

El pensamiento económico solidario I 28


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prácticas agroecológicas, el uso de energías limpias y el desarrollo de redes de
productores y consumidores justos y responsables.

La economía ecológica converge con los principios de la economía social y


solidaria y del buen vivir en el sentido del cuidado de la naturaleza y el
desarrollo de una forma de vida más humana, menos destructiva, pues el
desarrollo no pasa únicamente por el crecimiento económico, sino sobre todo
por el cuidado del planeta y de la vida (generando procesos productivos y de
consumo saludables).

En términos generales, la concepción ecológica propone límites a la actividad


económica e incluso a toda actividad humana incidiendo en las normas, valores
e instituciones que rigen el sistema económico.

Finalmente, desde la perspectiva de la economía feminista (Alemany;


Borderías Mondejar & Carrasco Bengoa, 1994, 2011; Pérez Orozco, 2004,
2012), se pone en evidencia la importancia y la necesidad de entender la
dinámica de la economía con una visión integral, donde se toma en cuenta a la
economía en su doble dimensión, tanto aquella economía monetizada (en el
mercado) como la no monetizada (economía doméstica, etc.), ambas
generadoras de riqueza, la primera a partir de la realización de la producción en
el mercado y, la segunda, a partir de la defensa (sin descuidar los mercados y
el trabajo asalariado correspondientes a la economía monetizada) del trabajo
en los hogares y el trabajo doméstico.

Desde la perspectiva de la economía feminista, es necesario que a nivel


teórico se reivindique la doble explotación de la fuerza de trabajo femenina
(empleo asalariado y doméstico) y la múltiple discriminación a la que deben
hacer frente las mujeres en las esferas económicas, sociales y políticas.

El pensamiento económico solidario I 29


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Se parte del cuestionamiento de la sociedad patriarcal capitalista poniendo
énfasis en el cuidado, reproducción y mantenimiento de la vida y de la
naturaleza, siendo estos los ejes de la economía y del buen vivir en general.

Recursos complementarios

• Video sobre economía solidaria

https://www.youtube.com/watch?v=SwQ-CZ1XKhw

• Enlace para encontrar las obras de Coraggio

http://www.coraggioeconomia.org/jlc_publicaciones_ep.htm

Referencias

Alemany, C. (comp.); Borderías Mondejar, C. (comp.) & Carrasco Bengoa, C.


(comp.). (1994). Las mujeres y el trabajo. Rupturas conceptuales. Icaria.
Serie Economía Crítica. https://opacbiblioteca.intec.edu.do/cgi-
bin/koha/opac-
detail.pl?biblionumber=84578&shelfbrowse_itemnumber=44739
Coraggio, J. L.; Laville, J. L.; Hillenkamp, I.; Farah, I.; Jiménez, J.; Vega, S.;
Guridi, L. & Pérez de Mendiguren, J. C. (2016). Economía social y
solidaria: conceptos, prácticas y políticas públicas. Puig, C. (coord.).
Bilbao. Universidad de las Fuerzas Armadas ESPE del País Vasco.

El pensamiento económico solidario I 30


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https://www.coraggioeconomia.org/jlc/archivos%20para%20descargar/Li
bro_ESS.pdf
Coraggio, J. L. (2011). Economía social y solidaria. El trabajo antes que el
capital (primera edición). Quito: Ediciones Abya-Yala.
https://www.coraggioeconomia.org/jlc/archivos%20para%20descargar/ec
onomiasocial.pdf
Dávalos, P. (2008). Reflexiones sobre el sumak kwasay (buen vivir) y las
teorías del desarrollo. ALAI (Agencia Latinoamericana de Información),
Quito. http://alainet.org/active/25617
Max-Neef, M.; Elizalde, A.; Hoppenhayn, M. (1993). Desarrollo a escala
humana. Conceptos, aplicaciones y algunas reflexiones. Icaria.
Barcelona.
Razeto M., L. (1999). La economía solidaria: concepto, realidad y proyecto.
Santiago de Chile. Revista Persona y Sociedad, vol. XIII, n.° 2.
https://www.luisrazeto.net/content/la-econom%25C3%25ADa-solidaria-
concepto-realidad-y-proyecto
Tonello, J. (2013). Mólulo 1: Introducción y fundamentos de la economía social
y solidaria. FUNDER-IEPS.

El pensamiento económico solidario I 31


Tema 2

Economía Social y Solidaria

El pensamiento económico solidario II


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Índice
Pág.
2.1. La economía solidaria 3
2.1.1. Corrientes fundamentales sobre economía solidaria 11
2.2. Los procesos organizativos en la economía solidaria 16
2.2.1. ¿Quiénes integran la economía popular solidaria? 16
2.2.2. Denominaciones y tipologías de la economía social y
solidaria 18
2.3. Las necesidades humanas desde la perspectiva de la
economía solidaria 22
Recursos complementarios 38
Referencias 38

El pensamiento económico solidario II 2


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2.1. La economía solidaria

El origen del concepto de economía solidaria está marcado por la necesidad


de aportar a la construcción de una sociedad justa, equitativa y equilibrada, sin
descuidar las realidades concretas de los territorios y la proyección del
medioambiente, cimentando la conceptualización de una economía solidaria,
toda vez que estos postulados presentan puntos de encuentro como los
siguientes:

El capitalismo ha utilizado la fuerza de trabajo, solo como un factor


económico, como una mercancía, un recurso más.

La centralización y la concentración del capital generan abismos en la


distribución de la riqueza, incrementando la brecha entre riqueza y pobreza.

Otros aportan desde la categorización de los pilares de una economía


diferente, basada en las prácticas de cooperación y solidaridad. La organización
desde la asociatividad, la participación activa y representativa de los asociados,
postulados sobre el consumo y el comercio justo, entre otros elementos.

En la tabla siguiente se sistematizan algunas acciones y propuestas


desarrolladas por filósofos y autores relevantes en torno a su visión de cómo
debía funcionar o ser la sociedad.

El pensamiento económico solidario II 3


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Tabla 1
Orígenes de la economía solidaria
Periodo Promotor Acción y propuestas

427-347 a. de C. Platón En su libro La República, propuso un Estado


comunista como sociedad ideal.
1478-1535 Tomás En su libro La utopía, imaginó la producción
Moro común para satisfacer necesidades bajo un
régimen comunista, sin miseria y sin injusticia.
Francis En su libro El país Nueva Atlántida, imaginó un
1561-1626 Bacón país socialmente justo, dirigido por medio de
un centro de conocimientos para hacer feliz a
la población denominado la Casa de Salomón.
En su libro La isla ciudad del sol, imaginó una
1568-1639 Tomas isla donde existía la ausencia de propiedad
Campanella privada y la obligatoriedad de trabajo bajo un
profundo proceso participativo en la dirección
democrática y guiada por un sacerdote y tres
jefes: poder, sabiduría y amor.
1620-s/d Peter Precursor en EE. UU. de las cooperativas. En
Plockboy su libro Ensayo sobre el procedimiento para
hacer felices a los pobres de esta nación y de
los otros pueblos, propuso la constitución
privada de asociaciones de productores.
En su libro Proposiciones para la creación de
1654-1725 Jhon una asociación de trabajo de todas las
Bellers industrias útiles y de la agricultura propuso los
principios mínimos de la identidad cooperativa:
ayuda propia, asociaciones libres, articulación
económica, estructura democrática y
supresión de la intermediación.

El pensamiento económico solidario II 4


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Periodo Promotor Acción y propuestas

Propuso la supresión de la competencia, la


1771-1858 Robert distribución proporcional de intereses y que el
Owen trabajo se organizara mediante comunidades
autónomas integrales. Sus discípulos fueron
pioneros de Rochadle.
Charles Propuso la búsqueda del bienestar mediante
1772-1837 Fourier formas de convivencia donde el trabajo fuese
planeado y distribuido equitativamente.
Consideró la necesidad de implementar el
salario mínimo y el derecho al trabajo.
Promotor de las cooperativas de consumo
1786-1865 William obreras. Propuso el trabajo como medida de
King valor y la neutralidad política y religiosa. Sus
discípulos fueron pioneros de Rochdale.
Phillipe Promotor del trabajo asociado basado en la
1796-1865 Buchez independencia frente a los empresarios y el
Estado. Abogó por la creación de cajas
sociales con fondos inalienables e indivisibles.
1847-1932 Louis Precursor de las cooperativas obreras de
Blanc producción bajo los principios de autonomía
frente al Estado, la dirección propia y la
inversión constante.
Herman Realizador de las primeras cajas de socorros y
1808-1883 Schultze- crédito para casos de enfermedad y muerte
Delitzsch apoyados en bases filantrópicas y
cooperativas.
Friedrich Realizador del cooperativismo de ahorro y
1818-1888 Raiffeisen crédito en el ámbito rural, promovió las
cooperativas de provisión de insumos. Sus

El pensamiento económico solidario II 5


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Periodo Promotor Acción y propuestas

seguidores fundaron las primeras cooperativas


de ahorro y crédito en América.
Economista creador de la Escuela de Nimes.
1847-1932 Charles Fue promotor de la solidaridad y de la
Gide soberanía del consumidor. Sistematiza los
principios cooperativos y propone la adopción
de una bandera para el sector.
Nota. Fuente: Pérez de Mendiguren, Etxezarreta, Guridi (2009) & Coraggio
(2011)

Para abordar el tema de la economía solidaria, la primera discusión que


surge es aquella relacionada con el concepto de solidaridad que, según Guerra
(2012), «debe ser tomada en dos partes, en primer lugar, como asociatividad,
es decir todo aquello que se hace en conjunto con otros, y en segundo lugar
como aquel comportamiento que toma en cuenta el bienestar de un tercero»,
(p. 14). Se puede complementar este concepto señalando que solidaridad, en el
marco de la economía solidaria, es entender al ser humano en su dimensión
holística de relacionamientos, en los que priman la ayuda y el apoyo mutuos, no
entendidos como caridad, altruismo o filantropía, sino como un conjunto de
relaciones de cooperación que ponen al ser humano en su relación armónica y
de respeto a la naturaleza, al servicio del buen vivir comunitario y familiar.

A partir de lo anterior, se puede inferir que la economía solidaria puede ser


entendida como aquel conjunto de prácticas de producción, comercialización,
consumo y crédito que busca la satisfacción de necesidades y el desarrollo
integral del ser humano y de la comunidad, que se fundamenta en valores de
cooperación, solidaridad, democracia, igualdad y sostenibilidad; es decir, se
busca la generación de procesos productivos basados en la cooperación (una
producción cooperativa), procesos de circulación y distribución justos y
equitativos (una comercialización justa), un consumo responsable y la
viabilización de unas finanzas éticas. (Fernández, 2012: 5)

El pensamiento económico solidario II 6


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Por su parte, Razeto (s.f.) en su artículo «¿Qué es la economía solidaria?»,


la define «como una búsqueda teórica y práctica de formas alternativas de
hacer economía, basadas en la solidaridad y el trabajo», (párr. 1).

Mientras que Coraggio (2011) plantea que de lo que se trata con la economía
solidaria es de llegar al buen vivir, donde este

incluye asumir y disfrutar de conductas que son solidarias con las


condiciones de buena vida de los otros, rechazando la indiferencia
individualista que propicia el utilitarismo posesivo, así como las
tendencias a una diferenciación destructiva del otro, si es que no
autodestructiva, (p. 27).

En términos generales, se puede afirmar que la economía solidaria es la


economía del trabajo y de la solidaridad, totalmente contraria a la economía de
acumulación y concentradora. En este contexto, asume una posición crítica y
transformadora en relación con la organización social capitalista, aunque surge
en el seno del capitalismo como alternativa a la exclusión y pobreza productos
de una sociedad basada en el interés individual y el egoísmo.

Las experiencias de economía social y solidaria retoman las prácticas del


trabajo colectivo, del cooperativismo, del mutualismo, del aprovechamiento
responsable y solidario de los recursos naturales en las que las organizaciones,
comunidades, nacionalidades y pueblos promueven y fortalecen su identidad,
en donde el ser humano no se relaciona con la naturaleza, sino que es parte
misma de esta (de ahí el concepto de «madre tierra»). Cabe señalar, entonces,
que su crecimiento y sostenibilidad pasan por la construcción de su identidad
en la que el modelo que dinamiza el o los procesos es la organización social,
cuyos elementos significativos son en sí mismos, los profundos valores
humanos que en la vivencia comunitaria están marcados por la capacidad de
crear y compartir.

El pensamiento económico solidario II 7


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Lo anterior se resume en el hecho de que la economía solidaria promueve la


creación y el fortalecimiento de un movimiento social dinámico, participativo,
propositivo, cuya base es el cooperativismo y la asociatividad solidaria.

Los principios de la economía solidaria están presentes en todo el proceso


de trabajo (conocido también como la cadena de valor productiva), por lo que
se convierten en ejes transversales de la operativización del concepto de
economía solidaria, significa que están presentes, por lo tanto, en el uso de los
medios de producción (medios y objetos de trabajo).

En este marco interpretativo, la economía solidaria, al mismo tiempo de


constituirse en una alternativa a la economía especulativa, se convierte, en
términos prácticos, en un «enfoque integral e integrador, que incluye iniciativas
en todos los sectores de la actividad económica» (Orellana, 2007: 7), al tiempo
que elimina entre sus asociados la contradicción entre las fuerzas productivas y
las relaciones de producción, propias de las sociedades de clases, niega a la
sociedad capitalista, pero se niega también así misma al convivir con esta, pues
no solo que surge en el seno del capitalismo, sino que en el mercado se
relaciona con este.

Por último, la economía solidaria, en América Latina y concretamente en el


mundo andino, toma como referencia los principios más significativos de la
economía comunitaria andina, que dan contenido y permiten la consolidación
no solo de su concepto, sino sobre todo de su práctica cotidiana.

En todo sentido, la economía solidaria es contestataria y alternativa. Se


opone a las características de la economía capitalista (individualista,
antropocéntrica, desintegrada de la vida, homogeneizadora, jerárquica,
competitiva, orientada al consumo y al capital) a través de un nuevo modelo
económico, una nueva forma de vida sustentada en el equilibrio. Rechaza su
enfoque antropocéntrico, donde las personas son reducidas a identidades

El pensamiento económico solidario II 8


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productivas (mineras, agrícolas, etc.) y los animales y la naturaleza, en general,
constituyen recursos sujetos a la explotación humana cristalizada a través del
capital.

Desde la perspectiva y el horizonte del buen vivir (no del vivir bien), la
economía comunitaria andina plantea un nuevo paradigma que se explica
desde el ayllu, como sistema de organización de la vida. El ayllu (comunidad)
se comprende como «la unidad y estructura de vida», es decir, el ser humano
es solo una parte de esta unidad, donde animales, insectos, plantas, montañas,
aire, agua, sol, incluso lo que no se ve, nuestros ancestros y otros seres, son
parte de la comunidad. Todo vive y todo es importante para el equilibrio y la
armonía de la vida.

En esta concepción del mundo, no hay recursos pues lo que existe son
seres vivos y no objetos; es decir, en el ayllu (espacio de relaciones entre
todos los seres vivos en un entorno de equilibrio) no hay lugar para el
término «recurso», ya que, si todo vive, lo que existe son seres y no objetos, y
el ser humano no es el único ser vivo, ni es el rey de la creación. Significa que
contrariamente a la visión y entendimiento occidentales que busca dominar la
naturaleza, desde el principio andino, los términos dominio y explotación no
caben y son ambos irracionales, porque no se busca ni es parte del horizonte
de vida dominar al otro u otros (seres vivos y naturaleza en general).

Esta visión del mundo y de la vida nos muestra que lo que se debe construir
son relaciones bajo el principio de «conciencia del equilibrio universal (ayni
término andino)», «porque nada ni nadie es útil sólo para uno, ni el propósito
de las demás formas de existencia es sólo en beneficio del ser humano; todo
está en una relación complementaria, en un perfecto equilibrio (ayni)».
Evidentemente, este concepto integral y dialéctico afirma que todo está
conectado, todo está relacionado y todo es interdependiente (económica,
educativa, jurídica, política y culturalmente) (Huanacuni, 2010). Hablamos,

El pensamiento económico solidario II 9


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entonces, de la concatenación universal de los fenómenos económicos,
sociales, geofísicos, etc.

Desde el ayllu se genera la economía complementaria, las relaciones


económicas en complementariedad y reciprocidad con la vida, desde una visión
holística, donde la que da la vida en el planeta es la Madre Tierra, que se
proyecta hacia la comunidad y la familia, generando un marco de relaciones de
equilibrio.

Las relaciones económicas que así se gestan no tienen la finalidad de


acumulación de capital, sino básicamente buscan preservar la vida. Por lo
tanto, toda relación económica no solo depende de leyes económicas de
interés humano, sino también de leyes naturales que mejoran y cuidan la vida
(la Madre Tierra, la comunidad y la familia). Bajo el principio del equilibrio y
complementariedad se genera la distribución y la redistribución, según la
necesidad de cada quien y del momento. Cada miembro de la comunidad
contribuye, en este marco de complementariedad, recibe y aporta de acuerdo
con sus necesidades y responsabilidades.

La economía complementaria significa ayuda mutua, es apoyarse


permanentemente, su compromiso es con el bienestar colectivo de la
comunidad y su responsabilidad está dada con los principios de vida al tiempo
que responde a normas creadas para garantizar el convivir humano solidario.

En el marco de esta concepción, una de las características de las empresas


comunitarias es la rotación de responsabilidades, buscando que cada miembro
asuma y cumpla con la comunidad. En este contexto, el Estado debe generar
una nueva estructura de relación, primero de «ayuda» entre los pueblos, en
términos de reciprocidad, y luego de complementariedad, sin subordinación.

Finalmente, abrazando la visión de Coraggio (2011) quien sostiene que:

El pensamiento económico solidario II 10


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La economía social es un espacio de acción constituido no por
individuos utilitaristas que buscan ventajas materiales, sino por
individuos, familias, colectivos y comunidades de diverso tipo que
se mueven dentro de instituciones decantadas por la práctica o
acordadas con arreglos voluntarios, que actúan con valores de
solidaridad y cooperación, generando valores de uso para
satisfacer necesidades de los mismos productores y de sus
comunidades, generalmente de base territorial, étnica, social o
cultural, sin una orientación por la ganancia y la acumulación de
capital sin límites, (pp. 44-45).

2.1.1. Corrientes fundamentales sobre economía solidaria

Por tratarse de un concepto en construcción, son varios los autores que en


su intento por aclarar y definir a la economía solidaria han esgrimido un
conjunto de argumentos que buscan acercarse con mayor precisión y claridad
a la definición de economía solidaria. En términos generales, el concepto de
economía solidaria hace referencia a un conjunto heterogéneo de
concepciones y enfoques teóricos, que parten de la sistematización de
experiencias de distintas realidades socioeconómicas e institucionales.

Todas estas definiciones han estructurado varias formas de entender la


dinámica socioeconómica local en un proceso de creciente sentido de
pertenencia en el que se establecen diferentes formas de comprender el papel
de la economía en la vida y en la sociedad. Lo complejo de los procesos está
dado por el tejido de relaciones que en toda sociedad se gestan,
independientemente del modelo económico establecido. En ese sentido, se
puede decir que la economía solidaria es un entramado social cuya
complejidad está en las relaciones entre sus diferentes aspectos sociales,
económicos, políticos, antropológicos y ambientales, que contribuyen a su
desarrollo y cristalización, al tiempo que se relaciona también con el mundo de
la economía capitalista.

El pensamiento económico solidario II 11


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Los estudiosos de la economía solidaria, desde el punto de vista de la


conceptualización teórica (aunque todavía poco sistematizada) realizada a
partir de las experiencias concretas, distinguen dos corrientes fundamentales:
la corriente europea, básicamente de origen francés y belga, aunque con
importantes vínculos con Quebec y la corriente latinoamericana desarrollada
principalmente en Chile, Argentina y Brasil. Ambas corrientes presentan
importantes puntos en común, pero también algunas diferencias significativas.

Para aclarar esta visión y conceptos, a continuación, se reproduce parte de


los contenidos expuestos en el texto Economía social, empresa social y
economía solidaria: diferentes conceptos para un mismo debate de Juan Carlos
Pérez de Mendiguren Castresana, Enekoitz Etxezarreta Etxarri y Luis Guridi
Aldanondo.

En Europa, el nacimiento y la evolución del concepto de economía solidaria


están muy ligados al desarrollo experimentado por la economía social y sus
estructuras organizativas y empresariales clásicas -cooperativas, mutualidades
y asociaciones-. Desde su nacimiento en el siglo XIX y a lo largo del siglo XX,
estas estructuras han experimentado un progresivo proceso de
institucionalización llegando a poner en cuestión, en algunos casos, sus valores
fundamentales.

Por ejemplo, en el caso de las mutualidades, la generalización de los


seguros sociales las han convertido en organizaciones paraestatales y han ido
perdiendo su carácter de afiliación voluntaria y su independencia respecto de
los poderes públicos. En el caso de algunas cooperativas, su inmersión en la
economía mercantil y la competencia en los mercados con empresas
capitalistas les han acercado cada vez más a la lógica del capital y a la
maximización del retorno a sus propietarios, en detrimento de la filosofía
fundacional del cooperativismo.

El pensamiento económico solidario II 12


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Frente a estas formas institucionalizadas de economía social, algunos
autores, entre los que destaca el sociólogo francés Jean-Louis Laville,
acuñaron el término nueva economía social para denominar a las
organizaciones y empresas que surgen en Europa a partir de los 70 para hacer
frente a la crisis económica y a los cambios operados en el escenario
económico internacional. Laville, Levesque & Mendell (2005) contemplan
cuatro tipos de organizaciones de la economía solidaria. Por una parte, las que
responden a urgencias sociales y se realizan de manera no mercantil (cocinas
colectivas, reintegración de personas excluidas, sin techo, etc.). Por otra,
aquellas que responden a necesidades y aspiraciones, y que se ofrecen de
manera no mercantil (guarderías populares, ecomuseos). Un tercer tipo, las
que responden a urgencias sociales y se realizan de manera mercantil
(empresas de inserción, centros de trabajo adaptado, fondos comunitarios,
fondos de desarrollo). Por último, aquellas que responden a necesidades y
aspiraciones y que se ofrecen de manera mercantil (empresas sociales,
cooperativas de trabajo asociado), (pp. 19-20).

Desde la dimensión sociopolítica, las experiencias de economía solidaria


suponen un avance hacia la democratización de la sociedad porque
proporcionan visibilidad, dan voz y traen a la esfera de lo público iniciativas
generadas desde la sociedad civil que, en el marco de la ortodoxia capitalista,
quedarían en el espacio.

En el caso de las cooperativas vascas del entorno del Grupo Mondragón, las
dificultades para internacionalizarse a través de la intercooperación han
conducido a adoptar un modelo dual, que combina las empresas cooperativas
de la matriz con filiales de capital público y privado dependientes de aquellas,
lo que pone en cuestión los planteamientos cooperativos tradicionales y sitúa al
Grupo Mondragón y a muchas otras cooperativas en una difícil tesitura.
(Errasti, Heras, et al., 2002)

El pensamiento económico solidario II 13


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El segundo enfoque de la economía solidaria en Europa tiene un carácter
mucho más micro y concentra su atención en experiencias concretas. Se
centra, fundamentalmente, en el análisis de las organizaciones, su
funcionamiento, sus características, las diferencias en formas jurídicas, los
sectores a los que dedican su actividad, la forma en que gestionan sus
recursos o los problemas que pueden tener para asegurar su viabilidad. Desde
este punto de vista, la preocupación no es tanto el proponer modelos
alternativos como el encontrar un lugar para estas empresas y organizaciones
en la economía actual, buscando la forma en la que pueden convivir con las
empresas mercantiles típicas y el sector público. Claramente, este enfoque
más empresarial/organizativo rebaja la carga política de la economía solidaria y
da lugar a un cuerpo muy importante de literatura centrada directamente sobre
lo que se denomina empresa social.

Por otro lado, el concepto de economía solidaria aparece en Latinoamérica a


principios de los años ochenta de la mano del economista chileno Luis Razeto,
y se extiende en los años noventa a través de redes internacionales y de
congresos y conferencias celebradas en el continente americano. Según
Razeto, la economía solidaria se caracteriza por una orientación fuertemente
crítica y decididamente transformadora respecto de las grandes estructuras y
de los modos de organización y de acción que caracterizan a la economía
contemporánea. Desde este punto de vista constituye una disciplina teórica que
toma la solidaridad, la cooperación y la reciprocidad como fuerzas económicas
efectivamente existentes en la realidad social y con posibilidades de crear
nuevas formas de hacer economía socialmente eficaz y eficiente.

En cuanto al plano de la distribución, además del valor monetario, la lógica


de la reciprocidad, la redistribución y la cooperación determinan la circulación y
la asignación de recursos productivos. Finalmente, en lo referente al modelo de
consumo, enfatiza el cambio en la cultura actual de satisfacción de los deseos
hacia una visión más integral de la satisfacción de las necesidades humanas,
con una opción por la austeridad y por la simplicidad, por compatibilizar modelo

El pensamiento económico solidario II 14


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de consumo y cuidado del medio natural por intercambios justos y por una
mayor proximidad entre producción y consumo.

Un segundo foco de creación de pensamiento sobre economía solidaria se


encuentra en Brasil de la mano de una importante red de instituciones
académicas de investigación en torno a Unitrabalho, y por las aportaciones de
pensadores como Marcos Arruda (2004, 2005, 2007, 2010), Paul Singer (2002,
2006, 2009) o Luiz Inácio Gaiger. Para ellos, la economía solidaria supone un
proyecto de transformación social que procura construir una economía
alternativa a las prácticas dominantes y al capitalismo imperante. Realizan una
lectura muy crítica de las estructuras económicas contemporáneas y abogan
por el rescate de la autogestión y del asociacionismo en las clases populares.
Consideran la doble dimensión individual y social del género humano, no solo
como creadores y productores de riqueza económica, sino también como
copropietarios de la riqueza material y corresponsables de la conservación de
la naturaleza.

Por último, en el caso de Argentina, la figura más representativa es la de


José Luis Coraggio, cuya obra se ha centrado fundamentalmente en los
ámbitos del desarrollo.

En el plano de la producción, considera que el elemento definitorio de la


racionalidad de la economía solidaria es la preeminencia del trabajo sobre el
capital pero local y, a partir de mediados de la década de los años noventa, de
la economía social y solidaria.

Al igual que los autores anteriores, rechaza la economía de mercado y sus


principios como sistema de organización social y plantea la necesidad de
sustentarla sobre otros basados en el trabajo como referencia central y en la
solidaridad como actitud básica.

El pensamiento económico solidario II 15


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2.2. Los procesos organizativos en la economía solidaria

El fundamento básico para el desarrollo de la economía solidaria es el


surgimiento y la consolidación de organizaciones sociales que en lo práctico
buscan mejorar su calidad de vida a través de la generación de procesos
económicos solidarios. Así, han surgido asociaciones de productores
agropecuarios y agroindustriales rurales, agroecológicos, urbano marginales,
organizaciones de comercio justo, organizaciones de finanzas populares
solidarias, redes de productores y de comercializadores, cuya necesidad y
visión estratégicas son su fortalecimiento y permanencia (sostenibilidad) en el
tiempo.

Para la definición de las organizaciones que operativizan el concepto de


economía popular y solidaria se ha tomado de la «Ley Orgánica de Economía
Popular y Solidaria» y de documentos sistematizados para capacitación a
directivos de dichas organizaciones.

2.2.1. ¿Quiénes integran la economía popular y solidaria?

Las formas de organización que integran este sector las conforman todas las
organizaciones de los sectores comunitarios, asociativos, cooperativistas y
las unidades económicas y populares.

a) Sector comunitario

Es el conjunto de organizaciones vinculadas por relaciones de territorio,


familiares, identidades étnicas, culturales, de género, de cuidado de la
naturaleza, urbanas o rurales o de comunas, comunidades, pueblos y
nacionalidades que, mediante el trabajo conjunto, tienen por objeto la
producción, la comercialización, la distribución y el consumo de bienes o
servicios lícitos y socialmente necesarios, en forma solidaria y autogestionada,
bajo el amparo del marco jurídico de la economía popular y solidaria.

El pensamiento económico solidario II 16


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b) Sector asociativo

Es el conjunto de asociaciones constituidas por personas naturales con


actividades económicas productivas similares o complementarias, con el objeto
de producir, comercializar y consumir bienes y servicios lícitos y socialmente
necesarios, autoabastecerse de materia prima, insumos, herramientas,
tecnología, equipos y otros bienes o comercializar su producción en forma
solidaria y autogestionada bajos los principios de la Ley.

c) Sector cooperativo

Lo conforma el conjunto de cooperativas entendidas como sociedades de


personas que se han unido en forma voluntaria para satisfacer sus
necesidades económicas, sociales y culturales en común, mediante una
empresa de propiedad conjunta y de gestión democrática, con personería
jurídica de derecho privado e interés social (Art. 21 de la Ley EPS).

¿Cuáles son los grupos de cooperativas?

Las cooperativas, según la actividad principal que vayan a desarrollar,


pertenecerán a uno solo de los siguientes grupos: producción, consumo,
vivienda, ahorro y crédito y servicios.

En cada uno de estos grupos se podrán organizar diferentes clases de


cooperativas, de conformidad con la clasificación y las disposiciones que se
establezcan en el Reglamento de esta Ley (Art. 23 de la Ley EPS).

d) Unidades económicas populares

Son todas aquellas unidades que se dedican a la economía del cuidado, los
emprendimientos unipersonales, familiares, domésticos, comerciantes

El pensamiento económico solidario II 17


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minoristas y talleres artesanales, que realizan actividades económicas de
producción, comercialización de bienes y prestación de servicios que serán
promovidas fomentando la asociación y la solidaridad.

También son consideradas dentro de este grupo, el sistema organizativo,


asociativo promovido por los ecuatorianos en el exterior con sus familiares en
el territorio nacional y con los ecuatorianos retornados, así como de los
inmigrantes extranjeros, cuando el fin de dichas organizaciones genere trabajo
y empleo entre sus integrantes en el territorio nacional.

e) Organizaciones no consideradas dentro de la Ley de EPS

Las formas asociativas gremiales, profesionales, laborales, culturales,


deportivas, religiosas, entre otras, cuyo objeto social principal no sea la
realización de actividades económicas de producción de bienes o prestación de
servicios no son parte de los grupos a los cuales acoge esta Ley dentro del
concepto de organizaciones de la economía popular y solidaria (segundo inciso
del Art. 2 de la Ley EPS).

2.2.2. Denominaciones y tipologías de la economía social y solidaria

En la actualidad, se han elaborado distintas denominaciones para referirse a


la economía solidaria que aparentemente no inciden en su contenido y
caracterización; sin embargo, las distintas denominaciones obedecerían a las
varias concepciones que sobre la economía tienen sus autores. Dichas
denominaciones si bien en términos de su contenido no difieren de manera
significativa, sí lo hacen en términos de las relaciones que se establecen en
torno al trabajo y al capital, así como en sus relacionamientos y lógica de
funcionamiento de los procesos existentes. Estas denominaciones se describen
a continuación.

El pensamiento económico solidario II 18


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Economía social. Con esta categoría se busca poner sobre el análisis el
carácter solidario de los procesos económicos que engloba; sin embargo,
debemos señalar que toda economía es en esencia social ya que, desde el
punto de vista sociológico, se trata de relaciones humanas que se gestan en
los ámbitos de la producción, la circulación, la distribución y el consumo. Se
percibe que este concepto estaría dejando de lado la relación o el vínculo de
los procesos económicos con la naturaleza, que es en esencia la que genera
sostenibilidad.

Economía social y solidaria. Con esta denominación se establece que las


relaciones humanas que se generan en el ámbito de la producción, la
distribución, la circulación y el consumo, al mismo tiempo de ser sociales, son
en lo fundamental solidarias, es decir, sus relaciones son de cooperación,
apoyo y ayuda mutuos.

Finalmente, tal como se señala en el documento La economía social y


solidaria: una economía para las personas de Elena Novillo Martín de
Economistas Sin Fronteras

Se puede considerar a la Economía Social y Solidaria como un


concepto integrador que aúna perspectivas de diferentes
corrientes de la economía alternativa. Tanto el enfoque de las
capacidades y del desarrollo humano sostenible como
la economía feminista y la economía ecológica, como la mirada
indígena del Buen Vivir, buscan poner a las personas y sus
condiciones de vida en el centro del análisis y vincular los trabajos
con la producción socialmente necesaria, con la satisfacción de
las necesidades básicas, apostando por “otra economía más
justa”.

Economía popular y solidaria. Bajo este concepto se promueve la


economía de los sectores populares cuyas características se relacionan con los

El pensamiento económico solidario II 19


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procesos organizativos de carácter solidario. Se afirma, también, que no todo lo
solidario es popular y no todo lo popular es solidario, pues existen relaciones
económicas que siendo de los sectores populares reproducen la lógica del
capital. Existen también experiencias solidarias que no son populares, pero
cuya lógica de funcionamiento en términos de sus relaciones, funcionamiento y
modelo de gestión están inscritas en el marco de la economía solidaria.

En el cuadro siguiente, se resume la caracterización realizada en el libro La


dimensión económica del desarrollo humano local: la economía social y
solidaria de Guridi & P. de Mendiguren (2014).

Tabla 2
Experiencias solidarias
Denominación Tipologías de emprendimientos de la ESS
Tercer sector economía alternativa - Cooperativas mutuas - Trabajo doméstico
Sector voluntario - Mutualidades de - Emprendimientos
- Sector no lucrativo informal previsión social asociativos
- Economía popular - Asociaciones - Empresas
- Economía autogestionaria - Fundaciones recuperadas
- Economía comunitaria - Sociedades anónimas - Asociaciones de
- Otra economía laborales productores
- Economía social - Sociedades laborales - Asociaciones
- Economía solidaria, etc. - Empresas de inserción consumidores
- Empresas de comercio - Cambalaches
justo - Ferias populares
- Empresas sociales - Huertos familiares
guarderías infantiles, - Finanzas solidarias
etc. - Banca ética
- Banca solidaria, etc.

El pensamiento económico solidario II 20


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Tabla 3
Características de la economía solidaria
Desde lo social Su prioridad es el bienestar, es el desarrollo integral de la
sociedad,no se centra en la acumulación de riqueza, se centra
en la potencialización del ser y su bienestar integral.
Desde lo El capital es un recurso, es un medio. El factor económico se
económico visualiza como un elemento indispensable, que se obtiene con
la participación activa de la sociedad o de los asociados.
Desde lo político Se priorizan necesidades, pero con la proyección de
subsanarlas todas. Busca puntos de encuentro desde el
diálogo a los acuerdos mínimos de asociatividad. La
democracia vista no desde las mayorías, sino desde la
representación de la pluralidad.
Desde lo territorial Respeta la especificidad de los territorios, tanto en lo cultural
como en lo geográfico. Se proyecta como una economía
incluyente que transforma territorios para el mejoramiento de la
calidad de vida de sus habitantes desde la perspectiva propia,
redefiniendo conceptos de desarrollo, riqueza y prosperidad.
Desde lo cultural Respeta la idiosincrasia de los territorios, sus contextos, sus
desarrollos, siempre velando por el buen vivir de las personas.
Desde lo ambiental Busca el equilibrio del uso de los suelos, su biodiversidad con
responsabilidad, protegiendo la estabilidad global de la tierra
para la garantía de una tierra habitable en el futuro.
Desde lo social Es incluyente, reconoce las habilidades, las capacidades de las
personas y luego las potencializa, las proyecta y las desarrolla.
Potencializa al ser humano desde sus experiencias,
conocimientos y destrezas.
Desde lo Se desenvuelve en las prácticas de autorregulación,
organizacional autogestión, democracia y asociatividad.
Desde el individuo Potencializar al ser para llevarlo a un estado de bienestar en

El pensamiento económico solidario II 21


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medio de un contexto común.
Cuál es su fin Desarrollo integral del ser humano, desde su cosmovisión.
Cuál es su medio Los medios son varios para alcanzar el fin, el capital, los
recursos materiales físicos, tangibles e intangibles.
Nota. Fuente: Pérez de Mendiguren, Etxezarreta, Guridi, 2009 y Coraggio,
2011.

2.3. Las necesidades humanas desde la perspectiva de la economía


solidaria

Las críticas a la economía neoliberal se dirigen, asimismo, al enfoque


utilitarista de las necesidades humanas adoptado por la economía convencional
aunque, según Ramos Gorostiza (2004) no han tenido, hasta hace pocos años,
un impacto significativo en el mundo académico por el hecho de que adentrarse
en el terreno de las necesidades conduce a tomar contacto con otras ciencias
sociales, como la sociología o la psicología, al tiempo que cualquier intento de
categorización de las necesidades lleva irremediablemente hacia el campo de
la ética, terreno que los economistas, desde su pretensión de objetividad o
neutralidad respecto a los juicios de valor, siempre han intentado evitar. Hoy,
sin embargo, la cuestión de las necesidades humanas está cobrando una
creciente relevancia en los ámbitos relacionados con los problemas de la
pobreza, el desarrollo y la sostenibilidad medioambiental, (p. 217).

Las críticas frontales y de fondo al enfoque utilitarista de las necesidades


humanas se sustentan en que las preferencias o los gustos no pueden ser el
criterio orientativo a la hora de adoptar las decisiones de consumo, sino que
debe primar, precisamente, el criterio de necesidad, que va más allá de las
necesidades con la posesión relacionadas, el uso y consumo de bienes y
servicios, y se extiende a otra serie de necesidades materiales y no materiales
necesarias para la reproducción de la vida.

El pensamiento económico solidario II 22


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Hinkelammert & Mora (2006), por su parte, critican la teoría de las
preferencias reveladas del enfoque neoclásico porque consideran que revelan
una utilidad abstracta bajo el supuesto de una perfecta relación de sustitución
entre ellas, algo absurdo en la inmensa mayoría de los casos, cuando hay que
decidir entre la vida o la muerte. Sostienen que, si existen necesidades, algo
que es propio de todo sujeto corporal viviente, las preferencias o los gustos no
pueden ser el criterio de última instancia de la orientación hacia los fines; que el
criterio básico debe ser, precisamente, el de las necesidades. Y cuando estas
necesidades son sustituidas por simples preferencias, se olvida el problema de
la reproducción de la vida, punto de partida de una economía orientada hacia la
vida.

Entienden que la teoría de la acción racional del pensamiento económico


neoclásico se reduce a una teoría de la relación medio-fin, en la cual subyace
un criterio de racionalidad instrumental propio del cálculo hedonista de utilidad
(utilitarismo) y de las relaciones mercantiles (eficiencia formal), y que la
reducción de toda reflexión teórica y de toda praxis humana a esta racionalidad
instrumental medio-fin ha conducido a la humanidad a una crisis de
sustentabilidad que hoy amenaza incluso su sobrevivencia y la de la propia
naturaleza. Sostienen que la racionalidad medio-fin debe dar paso a una
racionalidad más integral del respeto al circuito natural de la vida humana, que
lo denominan racionalidad reproductiva, algo que precisa del mutuo
reconocimiento entre los seres humanos como seres naturales y necesitados, y
que remite al postulado de la razón práctica, también planteado por Nussbaum
(1988), (pp. 26-28, 29).

Doyal & Gough (1994), Gough (2008), por su parte, abordan igualmente el
tema de las necesidades humanas con el propósito de demostrar que todas las
personas tienen las mismas, algo incompatible con una visión relativista.
Defienden un concepto plenamente universal de las necesidades humanas,
criticando explícitamente el relativismo cultural y considerando inconsistentes
todas sus formas contemporáneas, defendidas tanto por la economía ortodoxa

El pensamiento económico solidario II 23


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como por el liberalismo, los críticos del imperialismo cultural en teorías de
democracia radical y en la sociología fenomenológica.

Por último, a comienzos de la década de los noventa tomó relevancia el


enfoque de capacidades para el desarrollo humano con Sen y Nussbaum como
principales impulsores. Desde la formulación original de Sen, se han conocido
nuevas aportaciones que han contribuido a ampliar las perspectivas y a
enriquecer sustancialmente el debate, particularmente la propuesta de las
capacidades centrales de Nussbaum (2000, 2003, 2006), que introduce una
referencia normativa objetiva más radical y, sobre todo, más precisa que Sen,
que siempre ha mantenido una indefinición a la hora de seleccionar y ponderar
las capacidades que deben cubrirse para que una persona se encuentre en el
umbral del bienestar, con el argumento de que, sobre la base de su idea de
agencia, es a cada grupo a quien corresponde elegir, valorar, contrapesar y
compensar el conjunto de capacidades a partir de consideraciones normativas y
otras.

Proponen una clasificación de las necesidades humanas con base en un


punto de vista axiológico, según las siguientes nueve categorías de
satisfactores: subsistencia (salud física, salud mental, alimentación, trabajo,
procrear); protección (cuidado, seguridad social, familia); afecto (autoestima,
amistades, pareja, acariciar, hogar); entendimiento (conciencia crítica,
maestros, estudiar, escuelas); participación (adaptabilidad, derechos,
responsabilidades, cooperar); ocio (despreocupación, juegos, divertirse, tiempo
libre); creación (pasión, inventiva, habilidades, construir, idear); identidad
(pertenencia, hábitos, comprometerse, actualizarse); libertad (autonomía,
determinación, rebeldía, igualdad de derechos). Y desde un punto de vista
existencial en cuatro categorías: ser (atributos personales o colectivos); tener
(instituciones, normas, mecanismos, herramientas); hacer (acciones personales
o colectivas) y estar (espacios y ambientes).

El pensamiento económico solidario II 24


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Con respecto a los satisfactores, los mismos autores proponen distinguir,
para fines analíticos, los siguientes cinco tipos:

a) Violadores o destructores
b) Pseudosatisfactores
c) Satisfactores inhibidores
d) Satisfactores singulares
e) Satisfactores sinérgicos (Ver MAX-NEEF, Manfred, Antonio Elizalde y
Martin Hoppenhayn (1993): Desarrollo a escala humana. Conceptos,
aplicaciones y algunas reflexiones, NORDAM/Icaria, Barcelona, pp. 58-59).

Para Doyal & Gough (1994), las necesidades humanas se concretan en unos
objetivos universales (prevención de graves daños, participación social,
participación crítica); unas necesidades básicas (supervivencia, salud física,
capacidad cognitiva y emocional, comprensión cultural, oportunidades para
participar, autonomía crítica); unos satisfactores específicos (alimentos y agua,
alojamiento protector, entorno no perjudicial, control de natalidad y nacimientos,
seguros, cuidado sanitario apropiado, infancia segura, relaciones primarias
significativas, seguridad física, seguridad económica, educación apropiada); y,
unas precondiciones sociales necesarias para la satisfacción de las
necesidades (derechos civiles/políticos y participación política, y derechos
económicos/sociales).

Para la economía social y solidaria, uno de los aportes más significativos lo


realizan Max-Neef et al. (1993) en la década de los noventa. Sostienen que las
necesidades humanas fundamentales son pocas y clasificables, que son las
mismas en todas las épocas históricamente determinadas y no importan los
determinantes culturales (son las mismas en todas las culturas y en todos los
periodos históricos), mientras que los que han experimentado cambios y
transformaciones permanentes son los satisfactores de esas necesidades,
entendidos estos como modalidad dominante que una cultura o una sociedad
imprimen a las necesidades. Los bienes y servicios que genera una sociedad

El pensamiento económico solidario II 25


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no es otra cosa que «meros objetos y artefactos que permiten afectar la
eficiencia de un satisfactor»; por lo tanto, «los satisfactores no son los bienes
económicos disponibles, sino que se refieren a todo aquello que, por
representar formas de ser, tener, hacer y estar, contribuye a la realización de
necesidades humanas».

Para Manfred Max Neff (1998), las necesidades humanas deben ser
entendidas como un sistema interrelacionado e interactuante. Así mismo, las
necesidades pueden ser también complementarias y simultáneas, siendo la
forma como se expresa la dinámica de las necesidades humanas.

Lo manifestado hasta aquí significa que las personas poseemos necesidades


múltiples e interdependientes, pudiendo ser estas simultáneas (similares o
iguales), complementarias y compensatorias (entendidas como aquellas de
supervivencia).

La satisfacción de las necesidades depende del sistema económico en el


que se desenvuelve una sociedad determinada, que generará (cada una)
distintos tipos de satisfactores, entendidos como los medios utilizados para la
satisfacción de las necesidades.

Los satisfactores pueden incluir:

• Modelos organizacionales o formas organizativas


• Estructuras políticas
• Prácticas sociales
• Condiciones subjetivas
• Valores y normas
• Espacios
• Contextos
• Comportamientos y actitudes

El pensamiento económico solidario II 26


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Cualquier necesidad humana fundamental no satisfecha revela una pobreza


humana y cada pobreza genera patología, toda vez que rebasa los límites
críticos de intensidad y duración.

Así argumentado, las patologías que la pobreza genera son el desempleo, la


violencia, la marginalidad, la exclusión, el exilio, la deuda externa, la
hiperinflación, el miedo, los eufemismos, entre otras.

De acuerdo con el planteamiento de Max Neff, la satisfacción de las


necesidades se da en función de distintos niveles que estarán relacionados con
la propia persona, con el grupo social al que pertenece y con el medioambiente.

Las necesidades humanas (según Max Neff) pueden clasificarse en


existenciales y axiológicas.

Las existenciales se relacionan con las necesidades básicas, sin cuya


satisfacción los seres humanos no tendrían la posibilidad de sobrevivir. Se
refiere, entonces, a la necesidad de evitar la miseria, relacionarse con otras
personas, evitar el aislamiento. En términos generales, de acuerdo con Max
Neff, «son aquellas que tienen relación con la búsqueda de respuesta al
sentido de la existencia humana».

Las segundas (axiológicas) se refieren a los valores que las personas


generan y les permite vivir y convivir de manera armónica. «Son aquellas que
están relacionadas con el orden de los valores, es decir, con todas aquellas
respuestas que tienden a satisfacer necesidades de cualquier índole».

A continuación se señalan las categorías existenciales y axiológicas que son


fundamentales para entender los conceptos antes señalados.

El pensamiento económico solidario II 27


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Categorías existenciales

➢ Ser: ser valorado, necesidad de integración a la sociedad, armonía con la


naturaleza, puede caracterizarse como autoestima, valoración y desarrollo
personal.
➢ Tener: tiene que ver con las instituciones, normas, mecanismos,
herramientas (no materiales), marco jurídico (leyes).
➢ Hacer: acciones personales, familiares, comunitarias (colectivas).
➢ Estar: relación con el entorno social (personal, familiar, comunitario).

Categorías axiológicas

➢ Subsistencia
➢ Protección
➢ Afecto
➢ Entendimiento
➢ Participación
➢ Ocio
➢ Creación
➢ Libertad

A continuación, se presenta la matriz de necesidades y satisfactores como


un instrumento que contribuye a entender los relacionamientos entre las
necesidades, los satisfactores y los bienes. Esta relación es dialéctica, histórica,
dinámica y permanente.

Adicionalmente, se presentan las matrices que permiten analizar aquellos


satisfactores que pueden contribuir, inhibir, oponerse, distorsionar o disminuir
las posibilidades de la consecución del buen vivir.

Matriz de necesidades y satisfactores

El pensamiento económico solidario II 28


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Tabla 4
Matriz de necesidades y satisfactores*
Necesidades Según
categorías Ser Tener Hacer Estar
existenciales
Necesidades
Según categoría
axiológicas
1) Salud física, salud 2) Alimentación, 3) Alimentar, 4) Entorno vital,
Subsistencia mental, equilibrio, abrigo, trabajo procrear, entorno social
solidaridad, humor, descansar,
adaptabilidad trabajar
5) Cuidado, 6) sistema de 7) Cooperar, 8) Contorno vital,
Protección adaptabilidad, seguros, ahorro, prevenir, contorno social,
autonomía, seguridad social, planificar, morada
equilibrio, solidaridad sistemas de salud, cuidar, curar,
legislaciones, defender

El pensamiento económico solidario II 29


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derechos familias,
trabajo
9) Autoestima, 10) Amistades, 11) Hacer el 12) Privacidad,
Afecto solidaridad, respeto, parejas, familias, amor, acariciar, intimidad, hogar,
tolerancia, animales expresar espacios de
generosidad, domésticos, emociones, encuentro
receptividad, pasión, plantas, jardines compartir,
voluntad, cuidar, cultivar,
sensualidad, humor apreciar
Entendimiento 13) Conciencia 14) Literatura, 15) Investigar, 16) Ámbitos de
crítica, receptividad, maestros, método, estudiar, interacción
curiosidad, asombro políticas experimentar, formativa:
disciplina, intuición, educacionales, educar, analizar, escuelas,
racionalidad políticas meditar, universidades,
comunicacionales interpretar academias,
agrupaciones,
comunidades,
familia

El pensamiento económico solidario II 30


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Participación 17) Adaptabilidad, 18) Derechos, 19) Afiliarse, 20) ámbitos de
receptividad, responsabilidades, cooperar, interacción
solidaridad, obligaciones, proponer, participativa:
disposición, atribuciones, compartir, cooperativa,
convicción, entrega, trabajo discrepar, asociaciones,
respeto, pasión, acatar, dialogar, iglesias,
humor acordar, opinar comunidades,
vecindarios,
familia
Ocio 21) Curiosidad, 22) Juegos, 23) Divagar, 24) Privacidad,
receptividad, espectáculos, abstraerse, intimidad,
imaginación, fiestas, calmas soñar, añorar, espacios de
despreocupación, fantasear, encuentro,
humor, tranquilidad, evocar, tiempo libre,
sensualidad relajarse, ambientes,
divertirse, jugar paisajes
Creación 25) Pasión, voluntad, 26) Habilidades, 27) Trabajar, 28) Ámbitos de
intuición, destrezas, inventar, producción y
imaginación, método, trabajo construir, idear, retroalimentación,

El pensamiento económico solidario II 31


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audacia, componer, talleres, ateneos,
racionalidad, diseñar, agrupaciones,
autonomía, interpretar audiencia,
inventiva, curiosidad espacios de
expresión,
libertad temporal
Identidad 31)
30) Símbolos,
Comprometerse, 32) Socio-ritmos,
lenguaje hábitos,
29) Pertenencia, integrarse entornos de la
costumbres, grupo
coherencia, confundirse, cotidianeidad,
de referencia,
diferencia, definirse, ámbitos de
sexualidad,
autoestima, conocerse, pertenencia,
valores, normas,
asertividad reconocerse, etapas
roles, memoria
actualizarse, madurativas
histórica, trabajo
crecer
Libertad 33) Autonomía, 35) Discrepar,
autoestima, 34) Igualdad de optar, 36) Plasticidad
voluntad, pasión, derechos diferenciarse, espacio-temporal
asertividad, apertura, arriesgar,

El pensamiento económico solidario II 32


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determinación, conocerse,
audacia, rebeldía, asumirse,
tolerancia desobedecer,
meditar
* La columna del ser registra atributos, personales o colectivos, que se expresan como sustantivos. La columna del
tener, registra instituciones, normas, mecanismos, herramientas (no en sentido material), leyes, etc., que pueden ser
expresados en una o más palabras. La columna del hacer registra acciones, personales o colectivas que pueden ser
expresadas como verbos. La columna del estar registra espacios y ambientes.

El pensamiento económico solidario II 33


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Tabla 5
Satisfactores violadores o destructores
Supuesto satisfactor Necesidad que se Necesidad cuya
pretende satisfacer satisfacción
imposibilita
Armamentismo Protección Subsistencia, afecto,
participación, libertad
Exilio Protección Afecto, participación,
identidad, libertad
Doctrina de seguridad Protección Subsistencia, identidad,
nacional afecto, entendimiento,
participación, libertad
Censura Protección Entendimiento,
participación, ocio,
creación, identidad,
libertad
Burocracia Protección Entendimiento, afecto,
participación, creación,
identidad, libertad
Autoritarismo Protección Afecto, entendimiento,
participación, creación,
identidad, libertad

Tabla 6
Pseudosatisfactores
Necesidad que aparenta
Satisfactor
satisfacer
Medicina mecanicista "a pillfor every Protección
ill"
Sobreexplotación de recursos Subsistencia
naturales

El pensamiento económico solidario II 34


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Nacionalismo chauvinista Identidad
Democracia formal Participación
Estereotipos Entendimiento
Indicadores económicos agregados Entendimiento
Dirigismo cultural Creación
Prostitución Afecto
Símbolos de status Identidad
Productivismo eficientista obsesivo Subsistencia
Adoctrinamiento Entendimiento
Limosna Subsistencia
Modas Identidad

Tabla 7
Satisfactores inhibidores
Satisfactor Necesidad Necesidad cuyo
satisfactor se inhibe
Entendimiento,
Paternalismo Protección participación, libertad,
identidad
Afecto, entendimiento,
Familia sobreprotectora Protección participación, ocio,
identidad, libertad
Entendimiento,
Producción tipo
Subsistencia participación, creación,
Taylorista
identidad, libertad
Participación, creación,
Aula autoritaria Entendimiento
identidad, libertad
Protección,
Mesianismos
Identidad entendimiento,
(Milenarismos)
participación, libertad

El pensamiento económico solidario II 35


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Protección, afecto,
Permisividad ilimitada Libertad
identidad, participación
Subsistencia,
Competencia económica
Libertad protección, afecto,
obsesiva
participación, ocio
Entendimiento,
Televisión comercial Ocio
creación, identidad

Tabla 8
Satisfactores singulares
Satisfactor Necesidad que satisface
Programas de suministro de alimentos Subsistencia
Programas asistenciales de vivienda Subsistencia
Medicina curativa Subsistencia
Sistemas de seguros Protección
Ejércitos profesionales Protección
Voto Participación
Espectáculos deportivos Ocio
Nacionalidad Identidad
Tours dirigidos Ocio
Regalos Afecto

Tabla 9
Satisfactores sinérgicos
Satisfactor Necesidad Necesidad cuya
satisfacción estimula
Protección, afecto,
Lactancia materna Subsistencia
identidad
Entendimiento,
Producción
Subsistencia participación, creación,
autogestionada
identidad, libertad

El pensamiento económico solidario II 36


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Protección, participación,
Educación popular Entendimiento creación, identidad,
libertad
Organizaciones Protección, afecto, ocio,
comunitarias Participación creación, identidad,
democráticas libertad
Subsistencia,
Medicina descalza Protección entendimiento,
participación
Subsistencia,
Banca descalza Protección participación, creación,
libertad
Entendimiento,
Sindicatos democráticos Protección
participación, identidad
Protección,
Democracia directa Participación entendimiento, identidad,
libertad
Juegos didácticos Ocio Entendimiento, creación
Programas de Entendimiento,
Subsistencia
autoconstrucción participación
Entendimiento,
Medicina preventiva Protección participación,
subsistencia
Meditación Entendimiento Ocio, creación, identidad
Televisión cultural Ocio Entendimiento

El pensamiento económico solidario II 37


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Recursos complementarios

• Video sobre los temas tratados

https://www.youtube.com/watch?v=75uSSy_5kw4

• Lectura de las obras de Coraggio

http://www.coraggioeconomia.org/jlc_publicaciones_ep.htm

Referencias

Alemany, C. (comp.); Borderías Mondejar, C. (comp.) & Carrasco Bengoa, C.


(comp.). (1994). Las mujeres y el trabajo. Rupturas conceptuales. Icaria.
Serie Economía Crítica. https://opacbiblioteca.intec.edu.do/cgi-
bin/koha/opac-
detail.pl?biblionumber=84578&shelfbrowse_itemnumber=44739
CEPES. (2011). Anuario sobre la economía social en España 2010-2011.
Confederación Empresarial Española de la Economía Social, Madrid.

El pensamiento económico solidario II 38


Universidad de las Fuerzas Armadas ESPE Unidad de Educación a Distancia
Coraggio, J. L. (2011). Economía social y solidaria. El trabajo antes que el
capital (primera edición). Quito: Ediciones Abya-Yala.
https://www.coraggioeconomia.org/jlc/archivos%20para%20descargar/ec
onomiasocial.pdf
Guerra, P. (2012). Economía de la solidaridad. Una introducción a sus diversas
manifestaciones teóricas.
http://tacuru.ourproject.org/documentos/guerra.pdf
Max-Neef, M.; Elizalde, A.; Hoppenhayn, M. (1993). Desarrollo a escala
humana. Conceptos, aplicaciones y algunas reflexiones. Icaria.
Barcelona.
Novillo Martín, E. (2015). La economía social y solidaria: una economía para
las personas. [El portal de la economía solidaria]. Consejo General de
Economistas. Economistas sin fronteras. Revista Economistas n.º 22
https://www.economiasolidaria.org/recursos/biblioteca-la-economia-
social-y-solidaria-una-economia-para-las-personas/
Razeto M., L. (1999). La economía solidaria: concepto, realidad y proyecto.
Santiago de Chile. Revista Persona y Sociedad, vol. XIII, n.° 2.
https://www.luisrazeto.net/content/la-econom%25C3%25ADa-solidaria-
concepto-realidad-y-proyecto
Razeto M., L. (2008). ¿Qué es la economía solidaria? El portal de la economía
solidaria. https://www.economiasolidaria.org/recursos/reas-red-de-redes-
de-economia-alternativa-y-solidaria-biblioteca-que-es-la-economia-
solidaria-por/

El pensamiento económico solidario II 39


Tema 3

Economía Social y Solidaria

La cosmovisión andina
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Índice
Pág.
Introducción 3
3.1. Principios filosóficos del mundo andino 4
3.1.1. Un acercamiento al concepto de Sumak Ally Kawsay 7
3.1.2. Concepto holístico de comunidad y economía comunitaria
9
3.2. Modo de producción comunitario andino como integrante de la
economía social y solidaria 155
3.2.1. Definición y sujeto 166
3.2.2. La chacra como espacio-tiempo de crianza 188
3.2.3. Las prácticas de reciprocidad 2020
3.3. La propiedad comunitaria ancestral y actual de la tierra y el sentido de
territorio 24
Recursos complementarios 29
Referencias 29

La cosmovisión andina 2
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Introducción

La revisión y el contenido del tema relacionado con la cosmovisión andina se


lo elabora a partir del documento Cosmovisión andina, Sumak Ally Kawsay y
economía comunitaria trabajado por Cecilia Andrade, Milton Cáceres y
Alexandra Vázquez en función del proceso de construcción de un marco
conceptual e interpretativo de la economía social y solidaria (ESS), para la
generación de políticas públicas de economía solidaria.

En este documento se establecen los prolegómenos para la recuperación,


vigencia y validez del modelo de la economía solidaria comunitaria como una
de las manifestaciones del buen vivir o Sumak Ally Kawsay.

La economía solidaria expresa un conjunto de valores y principios que se


interrelacionan y contribuyen en un proceso de cambios significativos
permanentes, como plantean los autores.

Si bien el modo de producción comunitario andino constituye un


modelo que en la actualidad subsiste en expresiones diseminadas
–unas veces de manera sincretizada y yuxtapuesta, otras como
resistencia cultural, recreado en contextos rurales y urbanos, de
forma subordinada e invisibilizada, a veces incluso distorsionada–
sus principios contienen respuestas paradigmáticas que orientan
los desafíos planetarios como una utopía profundamente
pertinente en la realidad latinoamericana y su identidad cultural, y
que interculturalmente puede aportar en los procesos mundiales
de cambio.

La evidencia de esta posibilidad radica en que cada vez más se recuperan y


legitiman socialmente sus contenidos, calidades y prácticas en los diversos
ámbitos de la economía y de la vida sociocultural.

La cosmovisión andina 3
Universidad de las Fuerzas Armadas ESPE Unidad de Educación a Distancia

La vida de los pueblos no es homogénea, es heterogénea e intercultural, en


diálogo y transformación permanentes.

El análisis de la cultura andina, cuya lógica radica en un conjunto de


prácticas comunitarias de cooperación y respeto por la naturaleza y la vida,
pasa necesariamente por entender la dinámica social y económica
recuperando conocimientos, prácticas, relacionamientos, prácticas culturales,
entre otros, que han sido considerados fuera de la cultura dominante o
atrasadas; así pues, como lo manifiestan Cecilia Andrade, Milton Cáceres y
Alexandra Vázquez:

Promoviendo una ruptura epistemológica al recuperar saberes,


prácticas y propuestas culturales y sociales que han sido
consideradas fuera del ámbito académico y científico, buscando
tender puentes con los planteamientos de las ciencias
económicas críticas y con propuestas y testimonios sociales de
economía alternativa, para nutrirse en el encuentro con la
economía social y solidaria y con otras expresiones diversas de la
economía.

3.1. Principios filosóficos del mundo andino

El mundo andino es un conglomerado social producto del sincretismo


cultural en el que conviven formas distintas de relacionarse y de ver el mundo.
Se trata de una sociedad heterogénea, multicultural, intrínsecamente
relacionada, con contradicciones y encuentros sociales y culturales que dan la
característica a una sociedad multidimensional, en la que convive un conjunto
de prácticas y valores cuyos aportes llegan de las distintas formas de ver el
mundo y la vida y, tal como lo afirman Andrade; Cáceres & Vázquez (2014):
…«desde una percepción vital se puede comprender que “lo andino” es un

La cosmovisión andina 4
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conglomerado multi e intercultural que tiene como asiento una convivencialidad


holística regida por los principios básicos de relacionalidad, correspondencia,
complementariedad y reciprocidad».

Para entender la dimensión económica del mundo andino es preciso


entender no solo la lógica de funcionamiento de la economía en el ámbito de
sus relaciones, sino fundamentalmente el hecho, como lo afirman los autores
antes señalados, de entender al mundo como vida y dador de vida, pues la
madre tierra tiene vida y da también la vida a todos los seres que en ella
habitan. De ahí que la relación que en el campo de la economía se da entre las
familias, pueblos y comunidades andinas no sea solamente o puramente
económica, sino que sustenta su base en la relación con la naturaleza, vista no
como una simple relación de respeto entre el ser humano y su entorno natural
sino, sobre todo, como parte integrante de la naturaleza; esto permite entender
el término «Pachamama» que, como se manifestó, tiene vida y es dadora de la
vida.

La consideración de que el mundo es vivo y dador de vida resulta


básicamente importante para el ser humano andino, porque desde ahí nace
también el concepto de solidaridad y de convivir armonioso y equilibrado de la
sociedad y de la tierra que nos cobija. Esta es la que proporciona la vida (la
Pachamama) y, por lo tanto, se la respeta, se la cuida y se la quiere, pues
todos los seres vivos, incluyendo el ser humano, son parte de una misma
comunidad en la que cada ser necesita del otro para su supervivencia. De ahí
el principio de ayuda mutua en la economía andina.

Esta mirada integral se refiere a que existe una concatenación universal de


todos los fenómenos como sociales, ambientales, económicos, donde la lucha
por el ser y el saber se cristaliza sobre el tener. A este respecto, Andrade;
Cáceres & Vázquez (2014) afirman que «por el principio de relacionalidad

La cosmovisión andina 5
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entendemos que todo está comunicado y conectado, generando movimiento


entre los seres, entre tiempo y espacio».

En el contexto económico andino, significará que todos los procesos


productivos (agricultura, crianza de animales y otras manifestaciones de la
producción andina comunitaria) están dados a través de múltiples relaciones
culturales como expresión propia, particular y colectiva de las comunidades
andinas en un marco de reciprocidad y compromiso comunitarios.

Otro elemento fundamental de la cultura andina enseña que nada es porque


sí, que todo tiene un objetivo y un fin, que nada existe aislado, de manera
solitaria e individual y que todo coexiste con el todo y con el individuo, que
nada vive por sí mismo y para sí mismo, siendo este el principio de
complementariedad.

Este principio está presente en los procesos sociales (culturales),


económicos, políticos, por lo que ningún proceso es, en sí mismo, individual,
sino que coexiste con otros generando un marco de complementariedad. En lo
económico, la solidaridad expresada en la necesidad de los unos de
complementarse con el otro.

El trueque andino como expresión de complementariedad económica


expresado a través de la producción de los unos en relación con la producción
de los otros y sus mutuas necesidades adecuadamente complementadas.

Principios importantes, básicos y fundamentales de la práctica económica


andina son la reciprocidad y la correspondencia.

La reciprocidad hace referencia a la práctica cotidiana de ayuda mutua, de


convivencia armónica, en donde a cada acción le corresponde un «acto
recíproco», es holística y se da entre todos los seres vivos.

La cosmovisión andina 6
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La correspondencia afirma que a cada uno le corresponde de manera


complementaria, así como se refiere a la pertenencia del uno con el otro.

Sin duda estos principios están presentes en todo el convivir social y natural
comunitario y, por lo tanto, en la relación económica que también es integral e
integrada (holística), donde la naturaleza contribuye de manera solidaria en los
procesos productivos. Se trata de un acto dialéctico donde todos contribuyen y
esperan el mismo comportamiento de los demás. Si la naturaleza aporta, esta
espera también el aporte humano y de los demás seres vivos en función de su
cuidado. De lo anterior se deduce que el concepto de sostenibilidad económica
y social está garantizado, pues lo que da sustento a la vida es la relación
armónica y equilibrada entre todos los seres que habitan la tierra y con el
planeta mismo.

3.1.1. Un acercamiento al concepto de Sumak Ally Kawsay

En el tejido social andino, conviven y trabajan todos los seres, aportando


desde sus especificidades al mantenimiento y al mejoramiento continuo de la
vida en un incesante ir y venir de acuerdos, contradicciones, negaciones
mutuas, en un marco de transformación permanente. En este sentido, afirma
Andrade (2014):

El Buen Vivir andino se establece como un consolidado


comunitario en cuyo tejido conviven seres diferentes en calidad de
mingados, es decir, de seres (no sólo humanos) que laboran
desde y para el mantenimiento y reproducción de esa condición y
calidad de vida. Humanos, plantas, animales y tierra son
comunidad que se revitaliza incesantemente, complementándose,
correspondiéndose, reciprocándose, es decir, relacionándose
entre todos, dando lugar no sólo al acuerdo, sino al desacuerdo y

La cosmovisión andina 7
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a lo contrario en un devenir y transformación permanente, sin lo


cual no podría tener un sentido la dinámica andina, pues lo andino
es lo uno y lo otro, lo de arriba y lo de abajo, lo de un lado y de
otro, representando al conjunto espacial asumido como Madre.

En este marco comprensivo, no se puede entender de manera


individualizada la vida, la ética, los valores y los principios del buen vivir, que de
ninguna manera están o pueden estar separados de la economía, siendo parte
de la cultura andina.

Esta forma de ver la vida está presente en todos los actos económicos
andinos que se recuperan y se reinterpretan de manera permanente,
especialmente a partir de la experiencia y de las prácticas cotidianas, cuyos
procesos están siempre interconectados y marcan el camino del buen vivir,
alimentándose del diálogo de saberes, de experiencias y de prácticas que
contribuyen a enriquecer incluso la concepción originaria.

Encontramos que varias de las prácticas económicas de diversos pueblos


rurales actuales se basan en la necesidad de subsistencia. Las relaciones
interpersonales, familiares y comunitarias están pensadas en la superación de
las carencias materiales y son más importantes que cualquier tipo de propiedad
material, donde las distintas prácticas culturales contribuyen a la consolidación
comunitaria como espacios de encuentro, diálogo, reencuentro, apoyos
mutuos, tanto en el ámbito de la economía familiar y comunitaria como los
aspectos de carácter social y cultural.

En el mundo andino, coexisten principios de igualdad y desigualdad,


influenciados por el mundo capitalista, siendo una lucha permanente de las
organizaciones, sobre todo rurales, la mantención de los principios
fundamentales del buen vivir.

La cosmovisión andina 8
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Una característica de suma importancia para el mundo andino fue la


mantención de tierras comunitarias, como herencia vivencial de los conceptos
de propiedad existentes en los periodos anteriores a la conquista de América,
donde se evidencia la propiedad comunitaria de la tierra y otros medios de
producción, uso limitado de los recursos naturales, prácticas económicas sin
acumulación… y a menudo en contradicción con el neoliberalismo individualista
universalizado.

Una tercera y última característica es el enorme potencial para el diálogo


intercultural que se deriva de esta aproximación de concepciones y riqueza de
matices, como base para proyectos alternativos de convivencia con el conjunto
de los seres vivos y no vivos.

Desde la cosmovisión andina, las cuestiones económicas no están


separadas de lo social ni lo político. El principio de integralidad conduce a que
las relaciones económicas no estén separadas de sus relaciones comunitarias
donde la «comunidad humana está integrada profundamente con lo natural y lo
cósmico a través de una relación sagrada». (Andrade et al., 2014)

En términos generales, de acuerdo con Andrade (2014), el buen vivir


(Sumak Ally Kawsay) tiene que ver con el modo de organizar el cuidado de la
vida comunitariamente entre personas y con el resto del cosmos, es decir, se
trata de una economía comunitaria.

3.1.2. Concepto holístico de comunidad y economía comunitaria

La idea de comunidad ha estado presente en la historia de la humanidad


como una unidad que permite a sus miembros proveerse de lo necesario,
distribuir, mantenerse y reproducir la vida y la sociedad. El concepto de
comunidad proviene de la convivencia con la naturaleza y entre seres humanos
como parte ella. La comunidad se construye sobre la base de la convivencia,

La cosmovisión andina 9
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de una relación en la que los unos aportan a los otros, en la que se


intercambian, donde tanto el dar como el recibir son parte de la lógica de
funcionamiento de la sociedad y como afirma Andrade (2014):

…, porque el espacio de comunidad es espacio de compartir, de


repartir, de donar. Por ello –y dentro de esa misma comunidad–
alguien a quien le está reservado el calificativo de Don es
correspondiente porque su generosidad infunde respeto,
consideración y buena estima, siendo fuente de prestigio.

El concepto de comunidad es también cambiante, donde subsisten


elementos de las culturas ancestrales que conviven con elementos y conceptos
actuales de comunidad.

En el marco del concepto de comunidad analizado, la concepción de


economía comunitaria se opone a la concepción liberal capitalista de
economía, convirtiéndose en una y, por lo tanto, a la apropiación privada de la
riqueza y a la acumulación individual; del mismo modo que a la explotación y
dominio de la naturaleza. De ahí que los procesos productivos y de distribución
estén vinculados básicamente con la satisfacción de las necesidades
fundamentales antes que con la acumulación.

La construcción y el fortalecimiento de una nueva economía solo es posible


en la medida que se sustente en los principios señalados del buen vivir como
los de reciprocidad, los de complementariedad, los de responsabilidad, los de
solidaridad y los de sustentabilidad, todo ello en el marco de la diversidad
cultural.

Importante, legítima y alternativa es la construcción de relaciones de


producción, de intercambio, de consumo, sin descuidar la creación de riqueza
sin acumulación, a partir de una adecuada distribución de la riqueza y del

La cosmovisión andina 10
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ingreso. Dichas relaciones deben ser también entre organizaciones, es decir,


relaciones colectivas, basadas en redes o tejidos sociales que, siendo
complejos, dinamizan los procesos económicos y sociales a través de la
creación de procesos sinérgicos, en donde lo que hace el uno contribuye al
crecimiento del otro y viceversa, donde existe también una relación no solo de
respeto de convivencia con la naturaleza.

La eficiencia económica antes de verse desde la óptica de la máxima


ganancia al menor costo posible, debe ser vista desde la lógica de la
suficiencia, que permite la satisfacción de las necesidades humanas
fundamentales donde crecimiento económico debe ser visto como un medio, no
un fin en sí mismo. (Acosta, 2015)

Desde la mirada de la economía social y solidaria, el modo de producción


capitalista genera procesos de crecimiento basados en la especulación
financiera que provoca economías burbujas, distantes del mundo real de la
economía en el marco de la creciente inequidad estructural, que de acuerdo
con lo que manifiesta Acosta (2015), que toma como referente un reporte de
Oxfam (2014), las «85 personas más ricas del mundo tienen tanto como la
mitad más pobre de la población mundial, 1700 millones de habitantes». Según
dicho reporte, el 1 % de la población más rica acapara casi la mitad de la
riqueza mundial.

Desde la perspectiva de la economía social y solidaria, según Acosta (2105)


se trata de construir «un sistema económico sustentado sobre bases
comunitarias y orientadas por la reciprocidad, y subordinado a los límites que
impone la Naturaleza».

Es importante señalar que la economía social y solidaria, como alternativa a


la economía especulativa y de la acumulación, tiene o se asienta sobre una

La cosmovisión andina 11
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lógica económica y cultural que disminuye el ansia de una acumulación


permanente y sin límites.

La economía social y solidaria implica la subordinación del mercado ante la


sociedad civil y el Estado. Es una economía con mercado, pero no de mercado,
donde lo más importante son las personas y sus organizaciones.

Lo planteado hasta aquí, está en franca contradicción con el neoliberalismo,


que centra toda su atención en el mercado, trasladando a este algunas de las
obligaciones del Estado para con la sociedad, convirtiéndolo en el fin mismo del
quehacer económico político y social. En la propuesta presente, suponemos
como punto de partida que el mercado es un medio (no un fin) dinamizador de
la economía y que de hecho la producción campesina y urbano marginal
mejorada y diversificada se realiza en el mercado cuyo rol es el de servir de
mecanismo de distribución de los beneficios y con el propósito de permitir la
distribución de la riqueza concentrada en pocas manos.

Esta nueva economía podrá cristalizarse cuando, entendiendo con claridad


el rol que cumple el Estado como cohesionador de los procesos sociales, el rol
dinamizador de la economía que cumple el mercado y el rol creativo y
preponderante de la sociedad civil, logremos disminuir de alguna manera la
enorme brecha existente entre riqueza y pobreza, consolidando al mismo
tiempo una participación activa y creativa de las organizaciones, debidamente
capacitadas en lo productivo y en la comprensión de los problemas económicos
y sociales.

Es importante y necesario entender que el marco de la economía social y


solidaria sustentable parte del entendimiento de la existencia de una sociedad
heterogénea con relación también a las formas de propiedad y de producción,
donde de manera permanente la lucha por la sobrevivencia de las familias y de
las comunidades excluidas ha permitido construir de manera permanente

La cosmovisión andina 12
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nuevas y creativas relaciones de producción y de control de la economía como


asociaciones de productores, de consumidores, de gestión de las finanzas
populares (no necesariamente cooperativas de ahorro y crédito), etc.

Esta nueva economía, en el marco de la concepción andina, tiene como


objetivo fundamental la satisfacción de las necesidades humanas actuales y de
los demás seres vivos que habitan el planeta, por lo que están en la dinámica
de una economía sustentable que no puede agotar los recursos existentes en
la naturaleza, pues la vorágine destructiva pertenece a la lógica de la
acumulación y no de la solidaridad donde se aseguren relaciones
transparentes, armónicas, equitativas, justas de las personas consigo mismas,
con los demás, con sus comunidades, con su entorno biofísico del cual son
también parte.

Es importante y necesario entender la dinámica económica solidaria, que en


su práctica defiende y garantiza un trato digno a la fuerza de trabajo y a la
recuperación del tiempo de trabajo excedente para los trabajadores, en donde
la plusvalía (de acuerdo con la experiencia existente en el Ecuador) es
revertida al final hacia los propios trabajadores y hacia la implementación de
nuevos procesos productivos. No significa que el concepto y la práctica de la
economía solidaria rebasan la necesaria generación de empleo familiar y
comunitario, sino que contribuyen a la eliminación de la explotación de la fuerza
de trabajo.

Lo anterior tiene relación con la defensa de la vida misma, en donde los


objetivos relacionados con la producción, la circulación, la distribución y el
consumo son respetuosos de la naturaleza y de la dignidad humana,
promueven el permanente mejoramiento de la calidad de vida de manera
individual y colectiva, es decir de familias, comunidades y pueblos, que parten
de la conservación, la recuperación, la potenciación y el entendimiento de la
diversidad biofísica de la naturaleza, donde las actividades antrópicas son

La cosmovisión andina 13
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adecuadamente evaluadas y subordinadas a los conceptos de sustentabilidad y


sostenibilidad. Lo dicho hasta aquí se opone a la mercantilización, a la
destrucción y a la privatización de la naturaleza y, como señala Acosta (2012),
«esta nueva economía deberá ser repensada desde una visión holística y
sistémica, plasmada en los Derechos Humanos y en los Derechos de la
Naturaleza».

En la lógica andina, la complementariedad ha sido siempre el hecho de que


los seres (todos los seres, no solo humanos), como lo manifiestan Andrade;
Cáceres & Vázquez (2014), «han convivido tomando de los otros lo que
necesitan, sin causarles desequilibrio, en una cadena sin fin de dejar tomar
también de sí lo que otros necesitan, asimismo sin causar desequilibrio».

Los análisis sociológico y antropológico de la convivencia económica de las


comunidades andinas muestran que los seres han coexistido de manera
armónica y, como manifiestan Andrade; Cáceres & Vázquez (2014) «en un
orden sin desperdicio, en donde el movimiento de cada uno genera una
dinámica permanente de movimiento-equilibrio-movimiento, en donde se
reproduce y se transforma la vida».

La resistencia a las formas capitalistas de producción, aún presentes en


nuestra sociedad, observan cómo, a medida que las fuerzas productivas se
desarrollan y se distancian del cuidado de la naturaleza, la economía
experimenta procesos de privatización y como consecuencia, las unidades de
producción familiares se dispersan lesionando la cohesión organizacional.

Estamos frente a una nueva economía, que nace de los pobres, de las
organizaciones sociales, de las comunidades, de los barrios suburbanos, cuya
necesidad es la transformación de la economía clásica y convencional, cuyo
único fin es la ganancia y la acumulación privadas a través de dos mecanismos
como extracción de plusvalía sobre la base de la explotación de la fuerza de

La cosmovisión andina 14
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trabajo y el deterioro invasivo y permanente de los recursos naturales y de la


naturaleza misma. Son estas alternativas al desarrollo, a su concepto clásico
cuya lógica consumista está presente en la esfera del llamado «vivir bien» (el
tener está sobre el ser y el saber, lo individual sobre lo colectivo, el capital
sobre el trabajo).

En la economía comunitaria andina, los procesos económicos y sociales son


asumidos de tal manera que la naturaleza es la madre que requiere cuidados,
veneración y a la que se le debe respeto y admiración, esta nos da la vida, nos
cuida, nos protege, nos alimenta y, por lo tanto, debemos devolverle lo que nos
dona y, del mismo modo, protegerla, cuidarla, respetarla. Hablamos, entonces,
de la casa grande (el Oikos andino) dentro de la cual existe todo en perfecta
relación dialéctica (relacionalidad existencial y de permanente reciprocidad).

3.2. Modo de producción comunitario andino como integrante de la economía social


y solidaria

Desde una perspectiva histórica, varios elementos del modo de producción


andino (modo de producción asiático), especialmente las prácticas basadas en
los principios del sumak kawsay señalados, han resistido hasta nuestros días,
por lo tanto, su vigencia ancestral está presente en las comunidades y en los
pueblos originarios y constituyen una alternativa a la economía del capital como
la minga, el cambia manos, que son patrimonio de los pueblos (no tanto de las
élites de la sociedad precolombina); están presentes en el convivir social y
económico andino.

El modo de producción comunal andino de las sociedades aborígenes y el


modo de producción andino-comunal-tributario de la cultura inca (en México de
la azteca) fueron trastocados abruptamente con la conquista española y
portuguesa, que no establecieron un modo de producción definido, sino
variadas relaciones de producción precapitalistas (relaciones feudales,

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esclavistas relacionadas con prácticas como las encomiendas, aparcería,


medianería, inquilinaje, etc.) y embriones capitalistas a través de relaciones
mercantilistas, del salariado minero, en una economía primaria exportadora,
agropecuaria y minera, integrada al mercado mundial capitalista en formación.

Las relaciones de producción son los vínculos que se dan entre los hombres
en el proceso productivo, relación que está basada en la propiedad de los
medios de producción.

Se entiende por modo de producción la interrelación dialéctica entre las


fuerzas productivas y las relaciones de producción en el proceso productivo.

Nos referiremos al modo de producción comunitario andino (MPCA) como


una concepción paradigmática, donde las fuerzas productivas expresan las
interrelaciones entre los seres humanos, los instrumentos y la naturaleza, con
el fin de producir para alimentarse y elevar sus condiciones de vida. Por eso,
las fuerzas productivas no son solamente las herramientas y las máquinas sino
la manera en que se articulan todos sus componentes con las relaciones de
producción en un trabajo concreto.

En el contexto, señalado y para profundizar el análisis del tema de la


cosmovisión andina, se reproduce a continuación el texto de Andrade; Cáceres
& Vázquez (2014) -Cosmovisión andina, Sumak Ally Kawsay y economía
comunitaria en Diálogos sobre economía social y solidaria en Ecuador.

3.2.1. Definición y sujeto

El núcleo de la economía comunitaria andina es el ayllu, que es la idea de


familia ampliada, es decir, la comunidad. A diferencia de los modos de
producción sustentados en la contradicción entre sujeto apropiado de la riqueza
material y los sujetos productores de ella y su consiguiente explotación y

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dominio, en el MPCA la comunidad es el sujeto protagónico, sin que se trate


de una comunidad limitada a los seres humanos en tanto ocupan su sitio en el
proceso productivo, sino que incluye a la otra parte de la naturaleza en la
creación de la riqueza y la maternalidad reproductora de la totalidad viva.

Así, el modo de producción comunitario andino es la dinámica productiva y


productora activada por el poder del conjunto complejo de reciprocidades
que se realiza entre seres vivos que acuerdan el mantenimiento
comunitario de un buen vivir, es decir, de un vivir con dignidad, del caminar
erguido como aspiración ecoética que únicamente puede realizarse viviendo de
un y en un modo de producción y reproducción de la casa o economía andina.

En este modo de producción, el fundamento oikonómico básico es la


relacionalidad de los elementos del Todo que se expresa en la calidad de
«criar y dejarse criar» (Grillo, citado en Andrade, 2004), explicada
representativamente con el concepto chacra o crianza. Siendo la crianza el
significado que entraña, la complementación comunitaria no es sino la
sucesiva crianza de crianzas mediante una reciprocidad de dones que se
produce entre aguas, cerros, vientos, animales, climas, humanos y espíritus,
con cuya efectuación se garantiza la producción y el mantenimiento de la vida
de ese Todo.

En un MPCA, los seres humanos aislados nada podrían producir, a pesar de


que se requiere de su saber, tecnificación y efectividad, y también de su senti-
saber en cuanto que son seres criados, y pueden y deben criar. Así, en el
mundo andino, la procreación de hijos, los frutos del árbol y de la tierra se
valoran como una abundancia digna de agradecimiento. Trayendo este
concepto a la actualidad, valoramos toda la producción material, simbólica y
afectiva que los seres podemos hacer para la reproducción de la vida en
abundancia.

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La comunidad tiene espíritu de familia, aunque no sea consanguínea, como


se evidencia con los wiñachishkas y en el sistema de compadrazgo (el
compadrazgo es una alianza familiar en la que el “compadre” acepta la
responsabilidad de contribuir y guiar a la familia). Por tanto, la economía
comunitaria sostiene a la familia, hace que todos y todo se sostenga y
mantenga en familia. El Todo se afecta, enferma y empobrece si una de sus
partes se afecta, pero también si una de sus partes deja de contribuir a la
economía de la comunidad.

Coincidiendo con nuestros planteamientos, Razeto Migliaro (1993) señala


como fundamento principal de la economía de los pueblos originarios andinos y
americanos a la comunidad integrada sobre la base de formas de propiedad
comunitaria, del trabajo colectivo -concebido como una actividad sagrada más
que como una simple actividad productiva- y de relaciones de reciprocidad y
cooperación entre los elementos materiales y los elementos espirituales para
«criar la vida». Por ello, las actividades de producción siempre están
acompañadas de actividades rituales que estimulan simbólicamente la vida.
Ello implica una complejidad de conocimientos y saberes sobre la observación
del medio natural, su clima, el comportamiento de plantas, animales y
minerales, que posibilitan una comunicación íntima, así como la comprensión
de estos elementos que luego es trasmitida de forma oral a través de mitos y
leyendas.

3.2.2. La chacra como espacio-tiempo de crianza

Retomamos la vivencia del concepto chacra como un espacio económico de


crianza construido humanamente que, pidiendo permiso al espíritu, se asemeja
a la naturaleza y que, conteniendo una impronta de determinada calidad
cultural, procura una mayor diversidad general para aumentar y mejorar la
producción, sin que se altere la mater maestría de fondo que viene dada por la
Pachamama, como aporte del MPCA.

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De esta manera, no es posible concebir mentalmente ni operar activamente


un modo comunitario de producción sin la inclusión -elevada a una condición
religiosa- del viento, de la lluvia, de la luz, que garantizan una crianza, una
chacra con todos sus momentos de preparación de suelos, siembra, asocio,
aporque, poda, abono, cosecha, rotación, descanso, como también de
manufactura, distribución, invite y convite, comida, fiesta, gratitud e intercambio
y reproducción; y, de ahí, el mejoramiento de suelos, semillas y la creación y
utilización de las técnicas y tecnologías dirigidas al mantenimiento, la crianza,
el cuidado, la cocina, el deguste y la salud, atributos todos de una economía
comunitaria.

Una chacra, siendo un espacio-tiempo cultural agrícola creado no en


oposición a la naturaleza sino en armonía con ella, muestra la acción humana y
las posibilidades de una creación que tiene como condición urgente e
indispensable el mantenimiento de la filiación humana con la naturaleza para la
reproducción de la vida. Podemos afirmar que los procesos chacra son
espacio-tiempo sostenibles, es decir, «fractales que relacionan los sistemas
económicos con los ecológicos» (Cáceres, 2011). No podía ser de otra
manera, pues si tuvieron -y en gran medida aún lo tienen- cuidado por la Casa,
dado su carácter relacional, de reciprocidad, complementariedad, era lógico
esperar que así fueran.

El MPCA es también un sistema que, al cuidar la vida, reserva y guarda lo


que la tierra produce, no con un sentido de acumulación, sino de comprensión
de la existencia de ciclos de escasez y ciclos de abundancia y de que cuando
la tierra da más no es para el desperdicio, ni para la apropiación privada, sino
para asegurar la reproducción de la vida del Todo. Esto es, no forzar a la tierra
y a la naturaleza cuando entran en crisis, en cambios, en agotamiento y reposo
y, al mismo tiempo, prever y preservar la manutención de la comunidad.

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Así es como el ser humano puede profundizar su capacidad de crianza, con


la condición de que conozca y vivencie su calidad de criatura. La principal
característica de este modo de producir vida a partir de la vida es asumir
religiosa, social y políticamente el insistentemente referido deber de criar y
dejarse criar.

La economía comunitaria andina se cualifica aún más por la calidad no solo


femenina sino maternal que asume siendo, por ello, el carácter integral de la
economía andina, una concreción histórico-cultural que bien podría existir en
otros espacios del mundo en la medida del aporte de sus culturas.

3.2.3. Las prácticas de reciprocidad

La economía comunitaria andina, como venimos diciendo, ha sobrevivido


mezclada con los valores de las economías con las que ha convivido, a veces
subordinada y a veces yuxtapuesta, reservada o como forma de resistencia.
Esta sobrevivencia se ha dado no solo en las culturas indígenas y en contextos
campesinos, sino como recreación en espacios urbanos, a través de
instituciones culturales como la minga, el presta manos, el convidado, el
fiado, el priostazgo; prácticas que emanan de los valores culturales
ancestrales y se conservan, resisten y se expanden como prolongación
creativa de una ética comunitaria.

La reciprocidad anima la ética económica comunitaria y se hace carne en las


prácticas señaladas. Así, en la minga, el trabajo colectivo constituye el empleo
de una fuerza mayor para la realización de actividades y obras de gran
envergadura en una comunidad; mientras que el presta manos, como su
nombre indica, es un apoyo mutuo mediante el trabajo para la realización de
las tareas y actividades de carácter familiar, un préstamo de mano de obra que
al convertirse en deuda debe ser reciprocado.

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Esta idea de reciprocidad es tan fuerte en la economía andina que también


se practica con la naturaleza con el llamado pago, con el que los seres
humanos entregan ofrendas a la naturaleza como forma de compartir o
agradecer, en reconocimiento a lo brindado por ella.

Otra manifestación de la ética económica comunitaria es la obligación de


mutua confianza, lo que se asienta en prácticas como el prestado y el fiado, el
primero referido a bienes materiales de todo tipo (alimentos, vestuario,
herramientas de labranza, utensilios domésticos), y el segundo al dinero, en
donde la palabra constituye la garantía absoluta de su devolución. Al igual que
en los casos anteriores, el compromiso generado con la deuda exige
reciprocidad.

Esta ética económica se traslada a las relaciones de intercambio, que no se


reducen a relaciones comerciales, sino a relaciones humanas de reciprocidad
que buscan una «equilibrada satisfacción de las necesidades
fundamentales de todos, reconocidos como igualmente necesarios para
la vida, la conservación y reproducción de la comunidad en el tiempo»
(Razeto, 1993). La finalidad del intercambio, por tanto, deja de ser la
acumulación, en aras del equilibrio social y el mantenimiento de un nivel de
vida estable, que se rompería si alguna de las partes obtiene una ganancia
excesiva. (PFLICAN, 2005, p. 40)

De hecho, la relación de reciprocidad no está determinada por los valores de


mercado, establecidos en el juego de la oferta y de la demanda, sino por los
principios y reglas generales de la economía comunitaria. El cumplimiento de
las reglas de prestación de servicio e intercambio genera prestigio a los
miembros de una comunidad y forma parte de la estructura político-social de
los ayllus y de las comunidades (PFLICAN, 2005). Esta imbricación de lo
económico con lo político y lo social nos recuerda el principio de integralidad de
la cosmovisión andina al que ya hemos aludido, (p. 40).

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La reciprocidad es también el mecanismo a través del cual se redistribuyen o


ritualizan los excedentes. La incorporación del sentido de celebración al ciclo
económico es parte de esa integralidad mencionada. Entre las familias de la
comunidad, se desarrollan relaciones de profundo compartir en las actividades
de celebración afectiva como la fiesta, el duelo, el nacimiento, la enfermedad,
en las que existe un acuerdo natural de acompañamiento comunitario.

La fiesta constituye una práctica tanto para la celebración comunitaria como


para la redistribución. En ella, el priostazgo posibilita compartir con la
comunidad las ganancias acumuladas. La elección del prioste por parte de la
comunidad recae en las personas que durante el año han producido mayor
cantidad de riqueza, que gastan comunitariamente en la fiesta.

Para finalizar…

La economía comunitaria nos plantea el reto de apreciarla en las


expresiones y en los espacios en los que subsiste y el reto de recuperarla,
fortalecerla y seguirla recreando en el actual contexto, como concreción cultural
de una economía social y solidaria. Tendrá, asimismo, que resguardarse
mientras se fortalece. Ello implica crecer, oponiéndose y resistiendo en el único
escenario real y posible de la economía de mercado, al tiempo que, acordando,
dialogando, consolidando prácticas y nuevas conciencias afronta el proyecto de
materializarse como nuevo paradigma no dominante, convergente, en diálogo
intercultural con otras propuestas de ESS.

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Tabla 1
Visión occidental convencional y visión andina de la economía
Visión occidental
convencional Visión andina
Objetivos Creación de riqueza Reproducción integral de la vida del
(crecimiento Todo.
económico) para la Mantenimiento del equilibrio
apropiación privada y comunitario a través de la
la acumulación. reciprocidad (no hay concepto de
crecimiento económico, sino de
equilibrio).
Concepción de la Propiedad privada Propiedad colectiva como valor
propiedad como valor fundamental.
fundamental.
Trabajo Trabajo autónomo Trabajo cooperativo y colectivo.
(producción para el
beneficio personal) o
trabajo asalariado
(enajenado).
Tratamiento de la Naturaleza como un Naturaleza como «ser vivo», las
naturaleza recurso. personas se consideran parte de
Mercantilización de los ella.
recursos naturales. Recursos como tierra, agua,
Relación de minerales y vida vegetal no son
explotación. comerciables.
Relación de reciprocidad.
Cooperación o Competencia laboral y Sistema de don y reciprocidad,
competencia competencia prestación de aportes colectivos.
empresarial.

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Con o sin fines de Finalidad de la Finalidad de la producción: calidad


lucro producción: ganancia a de vida, no la ganancia. Poco
través del excedente. excedente.
Con técnicas de Si hay excedente se redistribuye o
promoción se «crean» gasta en fiestas rituales.
necesidades en el
consumidor.
Destino de la Principalmente la Principalmente consumo propio.
producción venta. Distribución del excedente
Búsqueda de productivo mediante la reciprocidad.
incrementar la
producción, uso de
recursos, ampliación
de mercados.
Intercambio Valor de cambio. Valor de uso.
Intercambio según la Intercambio mutuo y equitativo
ley de la oferta y de la (ranti-ranti).
demanda.
Nota. Fuente: Cosmovisión andina de Cecilia Andrade, Milton Cáceres y
Alexandra Vázquez.

3.3. La propiedad comunitaria ancestral y actual de la tierra y el sentido de


territorio

Para las culturas andinas y en general para las culturas que se han
relacionado filialmente con la tierra «como elemento fundamental de su vida
espiritual, su integralidad y su supervivencia económica» (Bello, 2008), la
tierra constituye una materialidad que garantiza la alimentación, la salud, la
supervivencia, así como la espiritualidad. Para los andinos, es madre sagrada,
por tanto, no caben prácticas de explotación para el enriquecimiento personal,
al igual que para las demás culturas que han establecido relaciones de

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complementariedad con ella. Por esto, más allá de la posesión y de la


producción, la tierra garantiza su supervivencia cultural. Igual ocurre con el
agua, las plantas, los minerales y demás seres naturales.

Como hemos venido insistiendo al considerar el carácter espiritual de la


relación entre el ser humano andino -el runa- y la tierra, en la propiedad
comunitaria ancestral no cabe la idea de propiedad privada ni de patrimonio
individual. Esto ha sido un elemento esencial para la pervivencia de una cultura
de carácter comunitario.

Es fundamental señalar que el dominio político y los sistemas económicos


colonial y moderno han roto paulatinamente la propiedad comunitaria o, más
exactamente, la han reducido a expresiones mínimas. Aun así, el peso de la
cultura le da mucho valor y sigue jugando un papel importante de cohesión
cultural, aunque existen profundas diferencias entre la calidad de la propiedad
comunitaria actual de la tierra y la propiedad comunitaria ancestral.

La propiedad comunitaria en el país, y esto sin diferencia en la región sur


ecuatoriana, está referida exclusivamente a la tierra, y a las comunidades
indígenas o campesinas, y proviene de la legitimidad histórica de un uso
comunitario, basado en la cosmovisión cultural andina.

El despojo de la tierra de sus dueños originales, e incluso los procesos de


reforma agraria, las leyes de fomento agropecuario, las de cooperativas y otros
procesos jurídicos de individualización de la propiedad de los propios indígenas
y campesinos, han debilitado la economía comunitaria ancestral y la cultura. A
pesar de esto, creemos que la economía comunitaria como valor y práctica
cultural rebasa la juridicidad de la propiedad comunitaria de la tierra, pues se
sostiene en una serie de prácticas basadas en los principios de reciprocidad y
complementariedad ya referidas.

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La actual Constitución no plantea la devolución de la tierra a los pueblos


indígenas y, aunque reconoce los derechos colectivos de los mismos, hay
serios problemas con la legislación acerca de la propiedad estatal del subsuelo,
lo que rompe la real propiedad campesina comunitaria (incluso la individual) y
pone en evidencia el conflicto profundo entre la valoración de la tierra como
recurso económico a explotar y el sentido espiritual maternal de las culturas.

Por otra parte, la propiedad comunitaria de la tierra significa también un


cuidado y trabajo colectivos, con recursos comunitarios e individuales de los
miembros de la comunidad a través de varias estrategias, en donde la minga
es una institución privilegiada. Este modo actual de propiedad comunitaria
permite también el uso privado como aporte para la manutención de las
familias. La administración y el manejo de la tierra comunal son de carácter
colectivo, tanto en las decisiones que se toman como en el ejercicio de los
derechos y de las obligaciones asumidas como acuerdo que se convierte para
todos en ley. Las asambleas de la comunidad y la palabra comprometida son
instituciones sagradas y la rotación de responsabilidades es la forma de
administración sin concentración de poder individual.

La propiedad comunitaria es también un principio, un valor que está más allá


de la juridicidad, lo que se refleja en las prácticas de economía comunitaria,
que han permitido la continuidad y la subsistencia de los grupos humanos
indígenas y campesinos, lo que incluso se extiende recreado a las ciudades y
sitios a los que estos pueblos han migrado, en donde a pesar de no existir la
calidad comunal de la tierra se generan espacios comunitarios para la
convivencia y para emprender procesos productivos para la supervivencia. Esta
es una de las raíces de las que se nutre la actualmente llamada economía
popular.

Por todo ello, podríamos decir que aunque reconozcamos la propiedad


comunitaria legal como la evidencia del despojo histórico de la tierra, también

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es un producto de la lucha campesina indígena desde la resistencia cultural


que ha logrado exigencias en el sistema legal, por una parte, y que, por otra, ha
mantenido su institucionalidad tradicional por encima de la legalidad.

Modernamente la propiedad de la tierra hace referencia a la propiedad legal,


despojada del sentido filosófico-cultural y reducida a recurso natural para la
producción; mientras que la visión de los pueblos indígenas se refiere al
territorio como legado ancestral cultural.

El derecho internacional distingue entre las nociones de ‘tierra’ y


‘territorio’ para evidenciar la diferencia entre un espacio físico o
geo- gráfico determinado (la porción de tierra en sí) y la
reproducción o manifestación de la vida cultural asociada a ese
espacio. Esa vida cultural se expresa a través de distintas pautas
culturales ligadas con formas de uso de la tierra y sus recursos,
lazos ceremoniales y espirituales y múltiples maneras de ser y
concebir el hábitat y el mundo. Con la noción de territorio no se
protege un valor económico sino el valor de la vida en general y
de la vida cultural en particular. (Zimmerman, 2013)

Para las culturas ancestrales, la tierra tiene un profundo valor afectivo y una
connotación y fuerza de ser espiritual y sagrado. Lejos de sentirse dueñas de
ella, se sienten pertenecientes, parte de ella, sus hijos, sus cuidadores, sus
guardianes, lo que es antagónico con cualquier idea de acumulación para el
mercado. Es este sentido de pertenencia lo que produce la idea de territorio
como soporte cultural y espiritual, lo que está más allá de la propiedad jurídica
y de la propiedad misma de la tierra en general. Es más bien la idea de ser
parte de la tierra, originarios de una tierra que les otorga identidad, sentido,
continuidad, incluso aunque hayan sido despojados de ella. El territorio es lo
que hace que los pueblos se sientan que son de ahí, hermanos en identidad y

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distintos de otros de quienes se reconocen diferentes porque también son


propios, pertenecientes a sus respectivos territorios.

Según Viteri (2004), «el territorio es un concepto que integra lo histórico,


lo mítico y el conocimiento de la naturaleza en una visión comunitaria».
La lucha por el territorio se convierte así en un elemento estratégico para la
pervivencia de los pueblos indígenas como tales, «ligada al ejercicio de
nuestros derechos colectivos y a la autodeterminación como pueblos».
Autodeterminación que, en palabras de Prada (2009), consiste en su «derecho
a la autonomía, al autogobierno, a su cultura, al reconocimiento de sus
instituciones y a la consolidación de sus entidades territoriales», lo que
tiene visibles implicaciones también en el plano político-institucional,
convirtiendo al territorio en un concepto vertebrador de las reivindicaciones
indígenas en la línea que venimos argumentando, donde los elementos
aparentemente económicos no se conciben desligados de su naturaleza
política, social, cultural y espiritual.

Así, cada pueblo y cultura incluyen en su identidad un territorio, lo que les


construye como naciones, algo que la imposición estatal de una nación como
representante de todas ha minado. Esto se evidencia incluso en el hecho de
haberlas llamado «nacionalidades».

Otra cosa es que una nación pluricultural reconozca también una


pertenencia plural al territorio y la demanda de construcción de una nación
intercultural. Un enfoque de esta naturaleza permitiría la construcción de
sistemas económicos plurales, lo que no implica una simple convivencia de
modos de hacer economía con cualquier calidad de las relaciones, más bien
tiene como condición inexorable el no dominio de ninguna cultura económica,
articulando la convivencia y la complementariedad intercultural de ellas.
Tampoco sería posible acordar con sistemas y prácticas económicas de
explotación, ni entre seres humanos, ni de la naturaleza.

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Recursos complementarios

• https://www.youtube.com/watch?v=7SmGkOSEcm0.

• https://www.youtube.com/watch?v=OYIivFRPXVE

• https://www.youtube.com/watch?v=FFpnTEPtazM

Referencias

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otros mundos. Abya-Yala como alternativa al desarrollo. Algunas
reflexiones económicas y no tan económicas. Revista Política y sociedad
330 Vol. 52, Núm. 2.
Acosta, A. (2015). El buen vivir como alternativa al desarrollo. Algunas
reflexiones económicas y no tan económicas. Revista Política y sociedad
330 Vol. 52, Núm. 2.
Andrade, M. C. & Cáceres, M. (2006). Hacia un nuevo movimiento campesino:
nuevos paradigmas para las luchas sociales. Serie Pensamiento
Alternativo, FUPOCPS, Quito.
Andrade, C.; Cáceres, M. & Vázquez, A. (2014). Cosmovisión andina, Sumak
Ally Kawsay y economía comunitaria. Universidad del país Vasco. En
Diálogo sobre la economía social y solidaria en Ecuador.
https://publicaciones.hegoa.ehu.eus/uploads/pdfs/256/Dialogos_sobre_E
SS_enEcuador.pdf?1488539810
PFLICAN. (2005). Módulo de derechos indígenas. Manual del participante. Bolivia:
Fondo Indígena. Banco Mundial. Programa de formación de líderes
indígenas de la comunidad andina. http://www.fondoindigena.org/wp-
content/uploads/2011/08/Derechosindigenas1.pdf.

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Razeto Migliaro, L. (1993). Los caminos de la economía de solidaridad. Santiago de


Chile: Ediciones Vivarium,
https://lacoperacha.org.mx/documentos/coperacha-economia-solidaria-
razeto.pdf
Viteri, A. (2004). Tierra y territorio como derechos. BioDiversidad. Revista Pueblos, n.º
14. https://www.biodiversidadla.org/Documentos/Tierra-y-territorio-como-
derechos-por-Alfredo-Viteri
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Interamericano de Protección de los Derechos Humanos. Voces en el Fénix.
https://vocesenelfenix.economicas.uba.ar/el-derecho-indigena-a-la-tierra-
y-al-territorio-en-el-sistema-interamericano-de-proteccion-de-los-
derechos-humanos/

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