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FEPAL

Buenos Aires, Argentina


APdeBA
14 y 15 de setiembre 2007

“Perspectivas Psicoanalíticas sobre los vínculos de familia y pareja”

PANEL DE PAREJA
15 de septiembre de 9 a 10,30

Dra. Janine Puget, Argentina; Dra. Ana Maria Muchnik, Argentina; Dr. Nelson Gottlieb,
Uruguay

CADA VEZ NOS CONOCEMOS MENOS

Janine Puget

Las trampas del narcisismo: los valores de la modernidad


Me tiene intrigada cuán difícil es despegarse de modelos científicos aceptados, de valores
heredados sociales y culturales que nos instalan en el estamento psicoanalítico con derecho de
pertenencia y de reconocimiento. Algo semejante sucede en la vida cotidiana.
Hoy lo pensaré en lo referido al impacto que ello tiene en la vida de las parejas. Estas tienen en la
mente modelos heredados de la modernidad, no pensados, que indican cómo deben ser las
relaciones, los intercambios. Al vivir en un hoy, en otra realidad, la de la vida actual, la que se
construye todos los días o sea la de sus propios intercambios, carecen de recursos para hacer algo
con los imprevisibles y lo que imponen las relaciones. En consecuencia surge un malestar
indefinible ante la no coincidencia entre lo inconscientemente incorporado y lo actual. El lenguaje
transmite creencias que entran en contradicción o por lo menos no coinciden con los hallazgos
recientes. Sabemos que el sol no se pone pero lo seguimos diciendo sin que aparentemente tenga
un costo.
El peso del debe ser, del como ser y estar, de la fidelidad al pasado, de aquello que viene de
alguna otra parte dificulta o evita tomar contacto con el presente, con lo imprevisible de los
encuentros.
De donde parece necesario revisar conceptos que pueden trabar la creatividad y tal vez correr
algunos de su lugar hegemónico lo que no significa dejar de prestarles atención

Las teorías evolucionistas: otra trampa narcisista


Pareciera que el psicoanálisis de la modernidad tuvo un alto aprecio por la posibilidad de prever
basada en teorías evolucionistas según las cuales la vida sigue determinadas etapas que
irremediablemente impondrán su manera de ser y estar en el mundo y en las relaciones. Un
ejemplo de ello son las etapas evolutivas de la libido descritas por Freud, las sucesivas posiciones
de Melanie Klein que parecieran haber decidido fuera de contexto el trayecto de las emociones y
sentimientos y muchas otras que van indicando como siguen las vidas de las personas.
No cabe duda que la predicción ocupa un lugar en la ciencia y en el método científico si bien hoy es
más adecuado hablar en términos de probabilidad. Pero la aplicación de este método en la vida
cotidiana es fuente de serios inconvenientes. Por ejemplo: si estuviste así esta mañana, estarás de
tal manera en el próximo encuentro. Seguro que te va a pasar….
Las etapas evolutivas también prevén la necesidad de independizarse de vínculos infantiles,
separarse con cortes a veces bruscos para devenir adultos. En este contexto depender es signo de
alguna dificultad. En cambio sugiero que es imposible no depender y que precisamente una de las
dificultades de la vida relacional tiene que ver con este tema. Me sería difícil hoy sostener sea la

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independencia como ideal, la previsibilidad como posibilidad que incluye un determinismo fuerte y
la herencia de la cual cada uno habrá de hacerse cargo.
Pero resulta que revisando historias clínicas y escuchando las actuales, encuentro que sigue
imperante en la mente de muchos analizados la idea que la dependencia es un mal que habrá de
superar y que la historia se repite indefectiblemente siendo el origen privilegiado del ahora.
Por otra parte, casualmente en una entrevista publicada en página 12 (9-9-07) el historiador,
Gerald Mc Farland, (2007) comenta que “los historiadores tampoco somos necesariamente buenos
para pronosticar el futuro, en primer lugar porque la historia se escribe siempre más a partir de las
sorpresas que de los hechos predecibles. Lo que si podemos hacer desde el presente es mirar
hacia atrás.” Compartimos con diversas disciplinas este criterio y el problema es aceptar que entra
en conflicto con la historia lineal.

Lo imprevisible y sus dificultades


Son muy diversos los recursos empleados para evitar lo que tienen de imprevisible los encuentros
directamente relacionado con lo desconocido o no conocido del otro y de sí mismo en relación con
un otro.
Imprevisible remite a dos categorías. Una de ellas refleja la carencia de lo que se llama los datos
iniciales, y otra es condición de la estructura relacional dado que es imposible prever el efecto de
presencia. Imprevisible y novedoso tienen algún parentesco en la medida en que se trata de
producir efectos que suceden en ese momento y no tienen antecedentes. Dependen de la situación
y de la relación. Dan cuenta de ello frases “lo sabía pero no lo puedo ceer..”
Una guerra no es novedosa, sabemos que es una manera de intentar resolver problemas políticos.
Pero el día que se inicia, el curso que sigue y sus efectos, sorprenden aunque pueda pensarse que
podía suceder dada las circunstancias. Este pensar solo se da en un a posteriori.
La vida de las parejas está expuesta a estos diferentes imprevisibles. Y tratan de eludirlos o mitigar
su efecto apoyándose en lo que ya suponen saber del otro y de sí mismo, como si eso fuera posible.
Otra manera de diluir lo imprevisible es reducir los intercambios a realizaciones concretas de
diverso orden, o a un pasado ya vivido: vivir de recuerdos que ubican en posiciones
melancolizantes o en un deleite narcisista. O también recurrir a lo que se llama corrientemente
“identificación” para estar “cerca del otro” y decidir que se comprenden y entienden.
Un espacio que debiera conservar su zona generadora de intercambios y entonces abrirse, sufre
poco a poco una suerte de cosificación equiparable a un anquilosamiento y se llena de objetos
inútiles. Estos objetos comienzan a ocupar lugares en los placares, o se registran como recuerdo
familiar o como representante de un ausente o como actividad permanente de la pareja. Dado lo
que tienen de evitación, reaparece lo evitado a manera de reproche, peleas o sintomatología
variada. Estas denuncian la existencia de un espacio bloqueado el que sin embargo protege del
trabajo que requiere el saberse separado por aquel espacio creador de diferencias y dador de
vitalidad y simultáneamente de sorpresas-imprevisibles.

Hablar: un intercambio privilegiado


Una pareja había programado una salida, hace un tiempo que están mal y suponen que esa salida
debería producir alguna novedad…Pero resulta que hablan de todo, de los hijos, del trabajo etc…
pero no han hablado. No hablaron de ellos. La salida no sirvió de nada.
Otra pareja decía: tenemos todo para ser felices…familia, dinero, salud, trabajo pero no
hablamos…luego el no hablamos en plural se fue tornando no habla él.. y yo sola no puedo
hablar…le pregunto qué tal… y me dice… ahora no tengo ganas.. Pero ganas de qué les
pregunto… Yo me entero cuando habla con otros… con amigos… Y entonces qué es enterarse…
¿Hablar es enterarse? Pero entonces ¿de qué?
Y esta dinámica se va dando con diferentes relatos… si bien lo que encuentro frecuente es la queja
referida a “no hablamos”, “nos tenemos que encontrar para hablar”… es también cierto que hay un
hablar que alude a una calidad de intercambio que solo puede surgir si se abren espacios de no
conocimiento, que algo circula, que los contenidos pueden modificarse.

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Probablemente parte de un tratamiento debiera dar un sentido a ese hablar tan supuestamente
anhelado, un hablar que de cuenta que algo está pasando y se inscribe como efecto de presencia.
Y para que ello suceda necesariamente lo que sucede debe sorprender.
¿Cómo pensar un intercambio? Habrá que seguir las diferentes reglas pertinentes a la producción
de un ir y venir entre varios. Acá podría apoyarme para conceptualizar lo que entiendo por
intercambio en autores tales como Levi Strauss (1966), Espósito (1998), Levinas (1971) y otros.
Pero me detendré en Espósito (1998) dado que este autor marca una diferencia importante entre
un intercambio mediante el cual se produce pertenencias y propiedad e intercambios que requieren
poderse despojar de algo para que otro reciba creándose más separación, a manera de un proceso
que se va abriendo a más diferencias. En este ultimo caso es imposible no dar, es imposible no
recibir pero recibir no implica devolver al otro sino tan solo aceptar recibir. Y sobre todo dar
importancia a la capacidad de ir creando diferencias.
Qué difícil resulta esta última versión de intercambio en la vida de las personas relacionadas. Un
ejemplo de esa dificultad es cuando se trata de escuchar el relato del otro sin necesariamente
opinar, ni dar un consejo, ni compadecer etc... sino tan solo escuchar...recibir.

Otra trampa narcisista: se encuentran para repetir


Habrá una diferencia entre las hipótesis que definen perturbaciones en las relaciones humanas a
partir de la falta y el deseo de cubrirla, buscar un complemento y aquellas hipótesis que sostienen
que el motor de la relación es precisamente que el efecto de presencia se registra como registrar
exceso. El encuentro agrega y descoloca permanentemente de posiciones identitarias. Cuando la
relación es pensada como el producto de la suma de uno más uno las interpretaciones de algunas
secuencias de un material analítico tienden a descubrir que el encuentro y la elección llamada “de
objeto” se debe al intento de repetir modelos o para repetirlos por lo contrario: buscar en el otro el
negativo de las figuras parentales. Y en ese caso está bien llamado “elección de objeto” dado que
no es encuentro fortuito con la ulterior exigencia de ir eligiéndose toda la vida sino un reencontrarse
con algo conocido.
Reconozco que resulta a veces difícil sostener que la relación es un producto inventado por
quienes la fabrican, la arman y solo les precede como entidad teórica abstracta. Esa entidad es “la
relación” que adquiere vida cuando es habitada. Al ser habitada los personajes adquieren un
nombre en dicha relación y ello solo en función de lo que entre los dos o más promuevan.

La relación
Esa entidad abstracta y potencialmente capaz de transformarse en un espacio habitado puede
compararse a lo que propuso Freud cuando ideó la formación del aparato psíquico. Imaginó la
existencia de un material que se pudiera transformar en psíquico a partir de un primer impacto.
Entonces, la represión originaria, a manera de organizadora, daba origen a lo que se llama el
aparato psíquico.
Al proponer que algo antecede a la ocupación de lugares, pareciera que necesito un origen al cual
remitir lo que va sucediendo. Y tal vez sea así, de la misma manera y como entidad teórica en su
momento fue la pulsión para Freud. Algo debía llevar al individuo hacia una búsqueda y fue
necesario inventar un término que diera cuenta de esta operación y lo diferenciara del animal. Así
voy a considerar que el motor de la relación es el efecto de presencia dinamizado por las relaciones
de imposición mutua. De donde entran a jugar dos conceptos que dan cuenta de situaciones
diferentes.
Hablar de origen responde a la necesidad de dar un fundamento teórico al espacio de las
relaciones.
De donde sugiero la existencia de una entidad abstracta, invisible hasta tanto la ocupan sus
habitantes. Y aquí ya no es para diferenciar el humano del animal sino para diferenciar el individuo
habitante de su espacio interno, del sujeto o de los sujetos habitantes de sus relaciones. Para el
aparato psíquico singular pensaré en un sujeto aislado, para la relación se trata siempre de sujetos
relacionados.

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Esa entidad potencial hace ruido cuando en ella se originan las dificultades propias del encuentro o
del choque entre dos o más sujetos definitivamente separados por un espacio generado por la
multiplicación de las diferencias que produce vacío. Y es dicho espacio que lleva a la pareja, por
ejemplo, a intentar llenarlo con actividades que no posibilitan un mayor despliegue de ideas,
pensamientos, emociones y afectos.
En la sesión psicoanalítica se repite esta perturbación al promoverse relatos que dan cuenta de
hechos, anécdotas puntuales y quejas o reproches mutuos. A veces relatos minuciosos, o intentos
de sostener una continuidad entre momentos separados etc.. Se observa la dificultad en pensarse
como sujetos relacionados.

Los riesgos inherentes a ser sujetos relacionados


Uno de ellos y tal vez el principal es que relacionarse es un trabajo permanente e ineludible que
produce cada vez más des-conocimiento del otro y de sí mismo, destrona la singularidad y da lugar
a lo imprevisible. Si bien puede parecer una digresión se me ocurre que algo de esto pasa cuando
se estudia un texto. La primera lectura registra algo, luego ulteriores lecturas descubren lo que no
se había visto y cada vez el texto puede parecer nuevo. Si para más se deja pasar un tiempo y se
vuelve a leer, muchas veces sucede que tengamos una experiencia de extrañamiento. Hemos
subrayado el texto y no lo recordamos. Será posible que lo hayamos leído…ello por supuesto no
pasa con cualquier lectura aunque podría llegar a pasar incluso con lecturas más intrascendentes.
Será que cada vez es un nuevo texto así como cada encuentro debiera generar un nuevo texto y
nuevas ideas.
Esta manera de pensar es factor de múltiples dificultades. Por ejemplo es posible y comprobable
que en muchas ocasiones la vida de las parejas consiste en evitar mayores despliegues que
ampliarían el espacio vacío necesario. Vacío en tanto promotor de curiosidad, de intercambio y de
vida o por lo contrario de terror a manera de un agujero negro que habría que tapar
incansablemente. No es fácil soportar la idea que la convivencia nos hace cada vez más des-
conocidos y propone un mayor desconcierto.
Conocerse más es una ilusión, conocerse cada vez menos es el desafío de la convivencia. A
manera de queja, “el decía que cada vez conocía menos a su esposa.., antes estaba en casa y me
esperaba pero ahora nunca se donde va a estar.... está siempre ocupada e incluso a veces cuando
llego no está”

Otra trampa narcisista: tener razón


Tanto en el orden de lo científico como de la vida cotidiana muchos relatos tienen un objetivo: la
necesidad de tener razón. ¿Quien tiene razón? Esta pregunta en si misma contiene una falacia
porque si, como lo dice Foucault (2007, Págs. 55-57) la vida es un error, tener razón equivale a
matar la vida. Pero es cierto que cuando las parejas nos buscan para saber a quien damos la razón
es posible que quieran matar aquello vital que es las diferencias que los une. Se confunde también
tener razones con tener razón.
Y esto es algo que, en cualquier discusión entre las personas, especialmente en las parejas y en
las familias obstaculiza la posibilidad de interesarse por lo que pasa, por los caminos que se abren
a partir de opiniones que provienen de mentes diferentes. ¿Tiene alguna utilidad tener razón?
Sin dudas sirve para confirmarse en el sí mismo, para evitar un inconveniente, el de hacer algo
entre varios.
Las parejas dicen, tengo razón y basta… las cosas son así… y lo peor es que si ello prospera… las
cosas son así no más. No pasa mas nada salvo que se genera en el mejor de los casos un
malestar proveniente de la imposibilidad momentánea o duradera de hacer algo entre dos.
Aceptar que una relación inevitablemente produce varias opiniones, varias nociones de tiempo,
multiplica las diferencias suele defensivamente despertar comentarios tales como: pero si
queremos ir al cine juntos y no nos gusta el mismo tipo de películas, ¿cómo hacemos? Y
evidentemente es un problema que no se soluciona yendo un día a ver una película y al otro día
viendo otra. Cuando ello se plantea como problema, éste es un síntoma de la trampa del
narcisismo: conseguir unificar y armonizar.

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Habrá que aceptar que una relación de pareja no está sostenida solo por la idea de una conjunción
armónica, de un enamoramiento mediante el cual el espacio entre dos puede quedar
momentáneamente anulado y que la diversidad puede llegar a hacer estragos. Mientras que si la
diversidad es lo que sostiene una relación se esfuma la ilusión que, a medida que pasa el tiempo. la
diferencia pueda desaparecer.

Hablar entre varios y discutir teorías: Piera Aulagnier


Ahora les propongo conversar con Piera A., con sus teorizaciones dado que en su momento
vinieron a llenar algunas fisuras que se habían producido en lo que sabía de psicoanálisis y ya no
me satisfacía para dar cuenta del psicoanálisis vincular. Pero por suerte las fisuras no se llenan o a
lo sumo al llenarse necesariamente abren nuevas en un cuerpo teórico. Esta misma discusión
puede hacerse con otros autores que fueron pensando en las relaciones. Solo para citar algunos
pienso en Pichon Riviere (1956-57), Bion (1959), Winnicott (1958), Laplanche (1992), Lacan dado
que cada uno de ellos se ha ocupado a su manera de la relación con un otro partiendo de un
modelo madre-bebe o madre infans o sujeto y otro inasible.
Piera introdujo un vocabulario teórico: Contrato narcisista, origen, atravesamientos, prueba de
realidad, lenguaje fundamental, sujeto social, certezas, la relación con el otro pensado, la realidad
de la diferencia del deseo del Otro (Aulagnier, 1969). Un de los temas que la preocupó fue da
cuenta de la intervención de los padres en su función significante capaz de anular por siempre algo
de la alteridad del infans. Y a eso le llamó violencia originaria. Asimismo supuso que habitar un
espacio requería hacerse cargo de una tradición y poderla modificar, por ejemplo cuando propuso
el modelo del Contrato narcisista. De alguna manera seguía el modelo de la tradición y transmisión,
de la anulación de la otredad del infans pero lo proponía como un modelo necesario. Sin esa
anulación no iba a ser posible una relación parento-filial y probablemente una relación con otro.
Se ocupó de la realidad de la diferencia del deseo del Otro (Aulagnier, 1969). Y con ello propuso
que la psique se confronta con categorías que fundan el orden humano y éstas son: lo interdicto, la
culpabilidad, la envidia, el deseo de dominio.
Se trata de una frase complicada que establece una diferencia entre la dialéctica del deseo y la
constitución de una realidad psíquica. De donde la realidad de la diferencia del deseo del Otro no
alcanza para introducir el concepto de diferencia. Ese otro, objeto de la pulsión es el más conocido
y pareciera que es el que nos hace psicoanalista. Mientras que el sujeto que nace de la relación de
imposición mutua, que tiñe cualquier relación de una marca de imprevisibilidad es aun motivo de
serios cuestionamientos.
Entonces si no alcanza se hace necesario encontrar en qué medida estamos hablando de
diferentes categorías de diferencia. Y es ahí donde introduzco la idea que la diferencia del deseo
del Otro tiene que ver con la búsqueda de un paraíso perdido, mientras que la diferencia radical
que va produciendo sujetos de la relación se basa en la posibilidad de hacer algo con lo que
excede y soportar la multiplicación de diferencias. Exceso que desorganiza.
Cuáles son las categorías humanas que se crean con el efecto de presencia, el encuentro
imposible entre dos o más otros que descolocan, perturban y obligan a abandonar la dialéctica del
Uno.
En ese nuevo escenario se introduce la Ética, el sentimiento de Responsabilidad, las relaciones
de imposición mutua que no corresponden al Deseo, la Incertidumbre y la capacidad de pensar
entre dos. Este pensar no se origina por ausencia sino por presencia. (Puget, 2001, 2004)

Entonces ¿cuál es el problema?


Uno de ellos es despegarse de las formulaciones en las cuales se basa el narcisismo, el
encontrarse en el otro en tanto objeto, la identificación como base de los encuentros. Habrá que
instaurar como conceptos princeps la Diferencia y la multiplicación de las misma y el trabajo que
conlleva relacionarse.
Y ello se opone a la ilusión que una relación implica una suerte de unificación, en la que algo de la
alteridad del otro desaparece para dar lugar a lo que llaman las parejas: entenderse. ¿Será que
entenderse es pensar lo mismo? ¿Pero esto tiene algo que ver con entenderse o precisamente se

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trata de evitar el problema y que desaparezca lo que es vital o sea el poder escuchar a otro que
propone ideas no pensadas por el sujeto previamente? ¿Entenderse será pensar lo mismo?

Bibliografía
Aulagnier P.
1969 "La Violence de l'Interprétation. Du pictogramme à l'énoncé". Paris, PUF.
Bion. W. R.
1959 “Ataques al vínculo”. Revista Uruguaya de Psicoanálisis, VII, 4, 1965, pp. 355 y ss.
Espósito R.
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Foucault M.
2007 “La vida: la experiencia y la ciencia” en “Ensayos sobre Biopolítica, excesos de vida”
Paidós, espacio del saber 67, 2007, Págs. 41-57
Laplanche J.
1992 "Le primat de l´autre en psychanalyse", Champs Flammarion, pag. 29-32, 1997.
Levi Strauss C.
1966 "Las estructuras elementales del parentesco". Paidós, Bs. As. 1969.
Levinas E.
1971 “Totalité et infini”. Essai sur l’extériorité. Brodard et Taupin. Francia. 1994. p.74-75
Mc Farland, Gerald
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Pichon Riviere, E.
1956-57 “Teoría del vínculo”. Nueva Visión. Buenos Aires. 1980
Puget J.
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Bs. As.
2004 “Sentimiento de responsabilidad: un hacer lo común”, Conferencia Anual AAPDdeG,
Buenos Aires, 2004
2004 “Subejtividad de la certidumbre y de la incertidumbre. Re-conocimiento y conocimiento″. II
Jornadas de psicoanalistas de Familia y Pareja. Diferencia y subjetivación- cuestiones de la
clínica vincular. Panel, Escuela de Psicoterapia, Buenos Aires, 2004.
Winnicott, D. W.
1958 “Objetos y fenómenos transicionales. Estudio de la primera posesión no-yo”. Escritos de
Pediatría y psicoanálisis. Barcelona, Laia.

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