Está en la página 1de 4

COLOMBIA EN RELACION AL TRATADO DE RECURSOS FITOGENÉTICOS

DE LA FAO

En primer lugar, es importante reconocer que los Objetivos de Desarrollo Sostenible


(ODS) en Colombia representan un papel fundamental que exige la consagración de los
derechos como un nuevo orden social, político, educativo, ambiental, cultural y económico
sustentado en una justa distribución de la riqueza social para erradicar la pobreza, las
violaciones, el abandono y las tiranías del sistema organizacional jerárquico que ha
rebajado, sometido y dominado la experiencia libre y capaz de todo colombiano.

Es una iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas en el compromiso de


afrontar los desafíos de un nuevo milenio llevando la responsabilidad del logro de grandes
desafíos a diferentes países alrededor del mundo como el primer paso para el desarrollo
humano. Su enfoque es humanizar la tierra hacia una nación humanitaria universal que
adopte políticas públicas que acojan a la población minoritaria, vulnerable, y desprotegida.

En efeccto, la ONU por medio de los objetivos de Desarrollo Sostenible quizo


centralizar todas las preocupaciones y esfuerzos de las naciones en todos los aspectos,
incluyendo el ambiental y por ende todo lo relacionado con los recursos. En una de la lineas
de trabajo de la ONU (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura) más reconocida como FAO, realizó un convenio sobre la diversidad biológica
(CDB), y sumado a esto la Decisión 391, en los cuales se consagraron una serie de
lineamientos y obligaciones sobre los recursos fitogenéticos.

Teniendo en cuenta lo anterior, el presente ensayo pretende abordar este convenio


FAO y la Decisión 391, centrándose de manera especial en Colombia y su estos tratados
han resultado un obstáculo jurídico para la ratificación de estos, o si por el contrario se han
realizado los esfuerzos necesarios para cumplirlos a cabalidad desde la normatividad y la
práctica. En primera instancia, el Ministerio de Ambiente (2015) expone que los recursos
genéticos se traducen en bienes y servicios para el ser humano, los cuales “pueden ser
aprovechados desde la forma expresada de estos (genes) en alimentos, materias primas,
medicinas naturales, entre otros; hasta la aplicación de biotecnología para producir bienes y
servicios de alto valor agregado, supliendo tanto necesidades básicas como novedades del
mercado” (p.1).
De manera que, el tratado y la Decisión Andina tienen como objetivo proteger y
apoyar las comunidades agrícolas locales, sus variedades locales, sus habitas y sus
conocimientos tradicionales, resulta conveniente hacer énfasis en apartados importantes de
ambas normatividades, con el fin de esclarecer su función y a su vez brindar poco a poco
una construcción histórica de cómo han funcionado los recursos fitogenéticos en Colombia
y si estas disposiciones se han cumplido. La Decisión 391 (1996) expone que “es necesario
reconocer la contribución histórica de las comunidades indígenas, afroamericanas y locales
a la diversidad biológica, su conservación y desarrollo y a la utilización sostenible de sus
componentes, así como los beneficios que dicha contribución genera” (p.37).

Por su parte la Comisión de Recursos Genéticos para la Alimentación y la


Agricultura (2007) manifiesta que #se han preparado avaluaciones de la situación y las
tendencias de los recursos fitogenéticos y zoogenéticos mundiales para la alimentación y la
agricultura, bajo la orientación de la Comisión” (p.6). Estas disposiciones hicieron
visualizar y reconocer la importancia de las comunidades y sus formas de tratar y preservar
los recursos fitogenéticos. En un informe preparado por Colombia antes de la FAO el
Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (1995) expuso que la política para la gestión
de recursos fitogenéticos “confiere prioridad a las investigaciones etnobotánicas, siempre
que estén apoyadas en un adecuado respaldo taxonómico, que incluyan mecanismos de
preservación física en bancos de germoplasma, eincorporen mecanismos de protección del
conocimiento tradicional y colectivo” (p.19).

Como es notorio, se reconoce la importancia de los buenos procesos y de la


preservacion de la tradicion, pero en este informe Ministerio de Agricultura y Desarrollo
Rural (1995) también manifestaba que “en términos generales, la documentación de las
colecciones tanto de carácter estatal como privado existente en el país, adolecen de
insuficiencias en la sistematización de sus actividades” (p.37). En efecto, pone de
manifiesto “la necesidad urgente de diseñar e implementar un plan de manejo adecuado
para los recursos fitogenéticos y un Sistema Nacional de Información sobre Recursos
Fitogenéticos que permita el conocimiento y uso de los materiales” (Ministerio de
Agricultura y Desarrollo Rural , 1995, p.37).
En cuando a las colecciones in situ el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural
(1995) expuso que “se concentra en los estudios ecológicos y taxonómicos de los parques
nacionales, las áreas de manejo especial y las reservas forestales. Hay algunos inventarios
preliminares pero falta una documentación amplia e integra” (p.37). Todo este informe
evidencia las falencias que tienen Colombia antes de que sucediera la Convención y por
ende desde allí se hace evidente la necesidad de obtener directrices de trabajo con respecto
a los recursos fitogenéticos.

Ahora bien, con el tiempo la Comisión de Recursos Genéticos para la Alimentación


y la Agricultura (2010) expuso que “las negociaciones del CDB tendientes a desarrollar un
régimen internacional de ABS se programaron para que finalizaran en 2010. Sin embargo,
aún hay muchos problemas sin resolver, que incluyen la situación legal del régimen” (p.22),
Esto indica que diversas naciones a esa fecha aún presentaban deficiencias. Y por ende, en
un estudio hecho por Vélez (2014) indica que “en Colombia en los últimos años la
conservación de la biodiversidad y su uso sostenible, que son objetivos centrales del
Convenio de Diversidad Biológica, no aparecen como ejes centrales en la política nacional
ambiental y rural”, sino que por el contrario los modelos de desarrollo insostenibles
predominantes “han profundizado la afectación de los ecosistemas naturales, la pérdida de
la biodiversidad, y la vulneración de los territorios, los medios de vida, los derechos
colectivos y la soberanía alimentaria de las comunidades indígenas, afrocolombianos y
campesinas” (Vélez , 2014, p.7).

Todo esto indica, que en el 2014 estas decisiones Andinas no habían sido
instrumentos efectivos para proteger los recursos genéticos de la nación, frente a la
privatización de estos recursos y para detener la biopiratería, y mucho menos para
reconocer los derechos colectivos de las comunidades locales sobre la biodiversidad (Vélez
(2014). Ahora bien, ahondando en los años, vemos que Ribadeneira en (2016) expuso que
“Colombia no cuenta con reglamento nacional de la Decisión Andina 391 y tampoco se
encuentran disponibles análisis de evaluaciones oficiales sobre la eficacia de la norma”.
(p.9).

A falta de reglamento nacional existen otros instrumentos nacionales que tienen por
finalidad clarificar las reglas de acceso a recursos genéticos; como lo es el Decreto 730 del
Ministerio de Comercio Exterior de 1997, por el cual se determina la autoridad nacional
competente en materia de acceso a los recursos genéticos. La Resolución 620 del Ministerio
del Medio Ambiente de 1997, por la cual se delegan algunas funciones contenidas en la
Decisión 391 de la Comisión del Acuerdo de Cartagena, la Resolución 1348 del Ministerio
del Ambiente y Desarrollo Sostenible de 2014, por la cual se establecen las actividades que
configuran acceso a los recursos genéticos y sus productos derivados para la aplicación de
la Decisión Andina 391 de 1996 en Colombia. (Ribadeneira, 2016).

Según Ribadeneira (2016) “no existe información oficial sobre el proceso


desarrollado entre 2011 y 2012, cuya finalidad era establecer sinergias para la suscripción
del Protocolo de Nagoya; este proceso no prosperó por la necesidad de efectuar una
consulta previa” (p.9). De manera que, a partir del análisis realizado en conveniente
concluir, que Colombia presenta falencias jurídicas y prácticas con respecto a las
determinaciones de la FAO y la Decisión Andina. Aunque se han realizado esfuerzos y
creado decretos y resoluciones, los campesinos, afrocolombianos e indígenas aun no
cuentan con la protección necesaria que le indique a la ONU que Colombia si está
protegiendo los recursos fitogenéticos y está determinando e implementando la rigurosidad
necesaria para preservar esta riqueza en biodiversidad.

Referencias
Régimen Común sobre Acceso a los Recursos Genéticos. (1996). Decisión 391.
Sexagesimoctavo Período Ordinario de Sesiones de la Comisión 02 de julio de 1996.
Caracas – Venezuela.
Comisión de recursos genéticos para la alimentación y la agricultura (2007).
Cooperación con el convenio sobre la diversidad biológica.
Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural. (1995). Colombia: informe nacional
para la conferencia técnica internacional de la FAO sobre los recursos fitogenéticos.
Ministerio de Ambiente (2015). Recursos Genéticos. Página Oficial.
Vélez, G. (2014). Los derechos colectivos de los pueblos sobre la biodiversidad y
las semillas son desconocidos en los convenios internacionales y en la legislación
colombiana. Corporación Grupo semillas Colombia.
Ribadeneira, M. (2016). Veinte años del Régimen Andino de Acceso a Recursos
Genéticos. OPERA, 20, pp. 179-204.
Comisión de recursos genéticos para la alimentación y la agricultura. (2010).
Recursos fitogenéticos para la alimentación y la agricultura en el mundo.

También podría gustarte