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ENSAYO
JACK EL DESTRIPADOR
PRESENTADO POR:
Luz Dary Orves Constain - 219076216
Grupo 1
PRESENTADO A:
Vicente Santander
También se pensó que el responsable podía ser un hombre culto y de clase alta,
posiblemente un doctor o aristócrata, que había llegado al barrio procedente de un sector
más opulento, aunque dichas suposiciones podrían haber obedecido a estereotipos
culturales como el temor a los médicos, la desconfianza en la ciencia, o la explotación de los
pobres por los ricos. Otra teoría se basa en Jacob Levy fue un carnicero judío que vivía y
trabajaba en Whitechapel y que tenía su negocio muy cerca de donde sucedieron los
asesinatos. Levy nunca fue un sospechoso al nivel de otros, aunque la descripción de
algunos testigos hizo que la policía le investigará. Tener la carnicería cerca de donde se
cometieron los asesinatos, le hubiera permitido volver hasta allí para guardar sus trofeos sin
levantar muchas sospechas. Su mujer reconoció a la policía que su marido podría haber sido
el asesino, ya que tenía muchos problemas, el negocio no le funcionaba y en lugar de estar
en casa deambulaba por las calles. Jacob Levy tenía antecedentes policiales al haber
pasado un tiempo en prisión por robar carne a su jefe. Recientemente un estudio le
considera el verdadero Jack el destripador porque al ser carnicero tenía la destreza y
conocimientos necesarios para efectuar las incisiones de los cadáveres así como para
destriparlos. Murió en 1891 a causa de la sífilis que pudo contraer al contratar los servicios
de prostitutas. Declaró antes de su muerte que escuchaba voces y ruidos que el impulsaban
a cometer actos inmorales. El escuchar voces y ruidos son síntomas de la última fase de la
sífilis. Otra teoría sobre Levy sería qué pudo cometer esos asesinatos contra las prostitutas
de Whitechapel por haber contraído la sífilis de sus encuentros con ellas, algo que debió
dejarlo marcado y avergonzado generando un gran odio contra ellas, y en consiguiente tras
su muerte se dejaron de cometer estos asesinatos. Tras cerca de 130 años de los sucesos
vividos en el barrio de Whitechapel aún seguimos sin saber quién fue aquel despiadado
asesino ni qué era lo que realmente impulsaba sus ansias de matar ni porque decidió dejar
de hacerlo. Este asesino en serie estuvo caracterizado por hacer cortes en la garganta,
mutilaciones en las áreas genital y abdominal, extirpación de órganos y desfiguración del
rostro de mujeres que se dedicaban a la prostitución, con una violencia que escandalizó al
mundo entero.
Otra teoría reciente propone que los dos cirujanos, Drs. Stephen Herbert
Appleford y Frederick Gordon Brown, estuvieron involucrados en los crímenes del otoño de
terror. Estos eran cuñados entre sí, y ambos tuvieron destacadas carreras académicas.
Según el investigador Eduardo Cuitiño, que quien realmente cometió los crímenes de
Whitechapel fue Stephen Herbert Appleford; y el rol que le podría haber ajustado a Frederick
Gordon Brown se reduciría al de encubridor, o colaborador un tanto forzado. Sería
muchísimo más razonable pensar que los crímenes fueran perpetrados por al menos dos
sujetos en simultáneo.
El asesino de Whitechapel que conocemos como “Jack The Ripper” es un psicópata varón,
tal y como indican los testigos, que vieron a las víctimas acompañadas poco antes de los
asesinatos y como se deduce del uso de la fuerza que tuvo que hacer el asesino para asfixiar
a sus víctimas y para realizar los cortes y mutilaciones. Era, además, un hombre entre 25 y
45 años, de apariencia algo desaliñada pero correctamente vestido, según los mismos
testigos y a pesar de las variaciones entre sus declaraciones. En mi opinión, de sus acciones
se deduce que era un asesino organizado, capaz de conocer las rutas y horarios de las
batidas policiales, de engañar a sus víctimas para que lo llevasen a un lugar apartado y de
huir después de una zona densamente vigilada, a menudo con órganos extraídos de sus
víctimas. Además este personaje demostró tener una evidente habilidad con el cuchillo,
trabajando a oscuras y con mucha prisa; cortaba siempre los grandes vasos del cuello de sus
víctimas, asegurando previamente mediante la asfixia unas mayores garantías de éxito en su
tarea, la extracción del útero de Annie Chapman se realizó con un único corte de cuchillo e
incluyendo el cérvix mediante la sección de la zona superior del canal vaginal, el riñón
izquierdo de Eddowes fue cuidadosamente extraído según la autopsia, seccionando vasos
biliares y uréter, los órganos de Kelly fueron extraídos individualmente, uno por uno. Puede
que fuese un matarife, un carnicero, un estudiante de medicina o incluso un cirujano,
evidentemente, resulto ser un asesino adelantado a su tiempo, la policía no disponía aún de
la metodología científica y forense adecuada para poder detenerlo, si este mataba a
desconocidas y no era atrapado. Pero hoy sigue siendo un caso especial. Sólo asesinó a
prostitutas, probablemente por la mayor facilidad para conseguir la necesaria intimidad con
ellas.
En muchos de los casos de estos asesinos en serie tienen que ver con el ambiente en que
se desarrollaron, así por ejemplo; el consumo del tabaco por la madre durante el embarazo
está relacionado con la delincuencia en el hijo, además los criminales con antecedentes de
complicaciones intraparto son más agresivos. La investigación apunta a que el estrés
emocional en la infancia precipita la sobre maduración de algunas regiones cerebrales como
un sistema de protección contra el sufrimiento, pero termina dificultando también la gestión
de las emociones. Además los aspectos neuroanatómicos han implicado la corteza
orbitrofrontal, con base en los cambios de comportamiento secundarios a lesiones en esta
área, disfunción neuropsicológica orbitrofrontal y ventromedialfrontal, estudios imaginologicos
que han mostrado reducción del volumen de la sustancia gris prefrontal y investigaciones con
potenciales evocados que han encontrado disminución en la amplitud de la onda P3000 en
los sitios de los electrodos frontales.
El origen de esa maduración acelerada de algunas regiones cerebrales está en haber sufrido
situaciones de estrés emocional en edades tempranas. El cerebro desarrolla esa sobre
maduración para protegerse de las circunstancias que le provocan sufrimiento. En un
contexto de estrés emocional, el niño desencadena una sobre maduración que implica, por
un lado, un bloqueo para evadir el sufrimiento y, por otro lado, convierte a la persona
en alguien no escrupuloso y carente de remordimientos. Al madurar rápidamente, el niño
amplía la capacidad de tolerancia al sufrimiento y logra evadirse de esa situación emocional
que le hiere. Sin embargo, este sistema de defensa provoca daños colaterales. Este trauma
va persistiendo en el tiempo hasta llegar a modular la anatomía del cerebro. Esta alteración
cerebral provoca que, ante un dilema moral, la activación de los dos sistemas (el cognitivo y
el emocional) se bloquee. Ni su capacidad de razonamiento ni sus sentimientos o emociones
están anulados. lo que ocurre es que la asociación entre emoción y cognición en la toma de
decisiones está bloqueada.
Según Marietán (2001) la psicopatía es una forma de actuar distinta e infrecuente en relación
a los demás individuos, mediante un patrón conductual que no se ajusta a las normas
sociales y culturales del medio donde se desenvuelve la persona. Es por ello que un
psicópata es como una persona que tiene un comportamiento distinto porque tiene
necesidades distintas que satisfacer, por eso, hace un uso particular de la libertad, crea
códigos propios, repite patrones conductuales y tiene necesidades de estímulos intensos. En
general, estos sujetos se caracterizan por haber tenido una infancia desfavorable para el
desarrollo de una personalidad sana, cuya historia de vida está basada en la inestabilidad y
las relaciones conflictivas, en el inadecuado control familiar debido a la falta de uno de los
padres o el abandono por parte de ambos, o por tener una madre ambivalente, en
frustraciones a sus necesidades internas, en la carencia de una adecuada protección y en
fallas en la satisfacción de sus necesidades externas; es decir, falta de vivienda, ropas,
cuidados, posibilidades de instrucción. Entre los rasgos usuales de estos sujetos son;
encanto superficial; egocentrismo, vinculado al aspecto narcisista; falta de compromiso
afectivo y vida sexual impersonal, lo que se traduce como incapacidad de experimentar
amor. Sin embargo, según se dice que ellos aman de manera distinta, pues hay afectos que
son profundos pero sólo hacia las cosas que le interesan. Tienden a cosificar a los otros, es
decir, les quitan a las personas los atributos que las hacen semejantes a ellos; de esta
manera, perciben a los demás como objetos. Hay ausencia de remordimiento o culpa, pues
son individuos incapaces de comprender los sentimientos de los otros y de situarse en su
punto de vista. Son intolerantes al fracaso, la frustración y la demora de gratificaciones, no
aprenden de la experiencia, su actuación se caracteriza por la impulsividad, la falta de planes
y previsiones.
Se ha propuesto que en la psicopatía, además de estar comprometida la estructura de la
personalidad, también están alteradas las funciones cognoscitivas. Shapiro (1965) afirma que
las personalidades impulsivas, tal como es el caso de las psicopáticas, tienen una serie de
limitaciones en el aspecto cognoscitivo. Se caracterizan por un juicio pobre, una atención que
no investiga de manera activa y analítica, percibiendo sólo las cualidades obvias de las cosas
y según sean relevantes en el plano personal, un conocimiento concreto y una inteligencia
práctica. Distintos clínicos e investigadores han señalado la similitud entre el comportamiento
de los psicópatas y la constelación de patrones conductuales mostrada por pacientes con
lesiones en el lóbulo frontal. Estudios muestran la asociación entre disfunción del lóbulo
frontal y el déficit en la habilidad para planificar y ejecutar conductas dirigidas a metas, en la
capacidad de atención y concentración, o en la integración compleja de información
proveniente de distintos sistemas de procesamiento. En esta misma línea de investigación
Krivoy, González y Mendoza (2003), hallaron en un grupo de homicidas un inadecuado
funcionamiento cognoscitivo y del lóbulo frontal, consiguiéndose deficiencias en la regulación
de la voluntad, la cual se encuentra a disposición de la impulsividad. Se observó que a mayor
nivel de psicopatía, mayor es el déficit en las funciones ejecutivas que se encuentran a cargo
del lóbulo frontal. Por otra parte, se ha destacado que muchas de las características del
comportamiento del psicópata vienen condicionadas por un empleo atípico del lenguaje, que
parece jugar un papel reducido en la mediación y regulación de la conducta. En la
investigación de Krivoy y cols. (2003) se reportaron importantes carencias en el área de
lenguaje comprensión, repetición y nominación. Sin embargo, también se relacionan la
vinculación de los factores socioculturales y familiares propios del medio donde se
desarrollan.
Además se ha encontrado disminución del metabolismo de glucosa usando tomografía por
emisión de positrones (PET) en las cortezas temporal y frontal, asimismo hay una relación
inversa entre la historia de conducta agresiva violenta y el metabolismo de la glucosa en la
corteza orbito frontal y la temporal derecha, con reducción del metabolismo en las áreas de
Brodmann 46 y 6 en pacientes con trastornos borderline de la personalidad. En la imagen por
resonancia magnética funcional, se encontró que en los pacientes con trastorno borderline de
la personalidad hay mayor actividad de la amígdala, giro fusiforme, giro parahipocámpico,
declive cerebelar, corteza pre-frontal ventrolateral, áreas visuales occipitales y regiones
relacionadas con el procesamiento sensorial, emocional y facial. Existe hiperactividad del
sistema límbico, incluyendo estructuras como la amígdala, en respuesta a estimulo negativos
o provocadores. Según Kindling, este fenómeno ocurre cuando un circuito es sometido a
estimulación repetida y se vuelve sensible o “sensibilizado” a estimulación futura. Aunque
este fenómeno se ha asociado al trastorno bipolar, también puede ser aplicado a los
arranques repetidos de violencia y explosión. Las regiones que se implican con este
fenómeno incluyen regiones de la corteza límbica, tales como la amígdala y corteza
entorhinal, que puede implicarse en la agresividad impulsiva.
En conclusión los asesinos en serie o psicópatas están específicamente motivados por una
multiplicidad de impulsos psicológicos, sobre todo por ansias de poder y compulsión sexual.
Con frecuencia tienen sentimientos de inadaptabilidad e inutilidad, son individuos que de
niños tuvieron un mal apego, experiencias traumáticas y un mundo interno y privado de
pensamientos y fantasías, algunas veces debido a humillación y abusos en la infancia o el
apremio de la pobreza, también bajo nivel socioeconómico en edad adulta, compensando
con sus crímenes y otorgándoles una sensación de potencia y frecuentemente venganza,
durante y después de cometer los delitos. El conocimiento de sus acciones aterroriza a
comunidades enteras y con frecuencia confunden a la policía y esto incentiva su sensación
de poder. En su mayoría tienen motivaciones sexuales cuya fantasía va más allá de la
muerte de la víctima. Cada individuo es susceptible a la agresividad, pero esto se modula por
los rasgos de personalidad que presente, interviniendo así áreas cerebrales específicas
como la corteza cerebral y el sistema límbico. La psicopatía se presenta por interacciones
entre lo neurofisiológico, neuroquímicos y genético, es importante remarcar que estas
disfunciones son solo una predisposición; otros factores psicosociales serán los
responsables de potenciar o reducir esta predisposición biológica, también está lo ambiental
ya que se desarrollan en un ambiente no saludable. Además estos sujetos pueden cometer
asesinatos o crímenes sexuales horribles sin sentir remordimiento, y su comportamiento es
altamente resistente a toda clase de tratamiento, incluida la administración de medicamentos,
hipnosis y terapia de shock, por ello es imposible curarlos a menos de que se les haga un
trasplante de cerebro o cabeza y eso está muy lejos de ser una realidad.
BIBLIOGRAFIA
Glenn, A. Raine, A. 2009. Neurobiología de la psicopatología, Psiquiatría Biológica,
num 04, vol 16, 159-66.
Revista skopein de Criminalística y ciencias. Publicación Trimestral Año III · La justicia
en manos de la ciencia – Asesinos históricos. N°Extra I · Agosto 2015. Disponible en:
file:///D:/Biblio7eca/Downloads/Dialnet-
LaIdentidadDeJackElDestripadorConstruccionDeUnaTeo-5166645.pdf
ABERASTURY, A.: Adolescencia y psicopatía. Duelo por el cuerpo, la identidad y los
padres infantiles. En “Manía y psicopatía”. Buenos Aires, Paidós; 1966.