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Sodoma y Gomorra, 1985. Piroxilina sobre madera, 140 X 90 cm.

Te sedujo el terror que


sembrabas y la arrogancia de
tu corazón: habitas en las
rocas escarpadas, agarrada a
las cumbres; pues, aunque
pongas el nido tan alto como
un águila, de allí te
derrumbaré –oráculo del
Señor–. Y Edom será un
espanto: los que pasen junto
a ella silbarán espantados al
ver sus heridas. Será como la
catástrofe de Sodoma y
Gomorra y sus vecinos,
donde no habita nadie ni
mora hombre alguno.
Jeremías (16;18)

Un pueblo destruido con


azufre y fuego. Se aprecia
una mujer, posiblemente la
mujer de Lot que miró atrás
y se convirtió en estatua de
sal. O posiblemente
también se hace referencia
a Jerusalén como la
prefiguración de la mujer
prostituida, sin esposo, sola y abandonada que vivió el castigo por apartarse de su
Dios creador como lo han narrado los profetas, como Jeremías en la cita anterior.
Psique entrando al palacio de Eros, 1996. Acrílico/tela 202 x 121.5 cm.
en este mito se representa
la lucha por el amor y la
confianza entre Eros y
Psique, el poder del amor y
la vida o alma en una
constante lucha por
encontrar el sentido de su
unión.
Un palacio confuso, el
habitad del amor puro,
solitario, grande,
multicolor, custodiado por
diversos miedos y
fantasmas, pasadizos sin
sentido decorados por la
insondable aparición de
herramientas obsoletas.
En el centro una mujer, la
vida, el alma, el
movimiento, aventura,
curiosidad, ventaja, psique.
Mujer desnuda que se
adentra con luz vivaz, pero
con razón extinta,
adentrándose
seductoramente hacia el laberinto real de su amado secreto.
Un Niño desconcertado y aparentemente abandonado visualiza la escena,
tapándose los ojos con cierta timidez.
Un cuadro con poder y con el sutil misterio que enfrasca la unión de estos dos
personajes

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