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al más sabio veréis más ignorante. Es, como digo, cosa muy notoria
y el proceder de las celestes lumbres? BARRILDO: Sin duda que venís buen
estudiante.
¿Por dónde ven los que en el cielo pasa,
LEONELO: Saber he procurado lo es justo que se vengue del letrado.
importante.
BARRILDO: Leonelo, la impresión es
BARRILDO: Después que vemos tanto libro importante.
impreso,
LEONELO: Sin ella muchos siglos se han
no hay nadie que de sabio no presuma. pasado,
LEONELO: Antes que ignoran más siento por y no vemos que en éste se levante
eso,
[.................. --ado]
por no se reducir a breve suma;
un Jerónimo santo, un Agustino.
porque la confusión, con el exceso,
BARRILDO: Dejadlo y asentaos, que estáis
los intentos resuelve en vana espuma; mohino.
y aquel que de leer tiene más uso, Salen JUAN ROJO y otro LABRADOR
de ver letreros sólo está confuso.
No niego yo que de imprimir el arte
JUAN ROJO: No hay en cuatro haciendas
mil ingenios sacó de entre la jerga,
para un dote,
y que parece que en sagrada parte
si es que las vistas han de ser al uso;
sus obras guarda y contra el tiempo
que el hombre que es curioso es bien
alberga;
que note
éste las distribuye y las reparte.
que en esto el barrio y vulgo anda
Débese esta invención a Gutemberga, confuso.
un famoso tudesco de Maguncia, LABRADOR: ¿Qué hay del comendador? No
os alborote.
en quien la fama su valor renuncia.
JUAN ROJO: ¡Cuál a Laurencia en ese campo
Mas muchos que opinión tuvieron puso!
grave
LABRADOR: ¿Quién fue cual él tan bárbaro y
por imprimir sus obras la perdieron; lascivo?
tras esto, con el nombre del que sabe Colgado le vea yo de aquel olivo.
muchos sus ignorancias imprimieron.
Salen el COMENDADOR, ORTUÑO y
Otros, en quien la baja envidia cabe, FLORES
sus locos desatinos escribieron,
y con nombre de aquél que aborrecían
COMENDADOR: Dios guarde la buena gente.
impresos por el mundo los envían.
REGIDOR: ¡Oh, señor!
BARRILDO: No soy de esa opinión.
COMENDADOR: Por vida mía,
LEONELO: El ignorante
que se estén. mujer hay, y principal,
ESTEBAN: Vuseñoría de alguno que está en la plaza,
adonde suele se siente, que dio, a la primera traza,
que en pie estaremos muy bien. traza de verme.
COMENDADOR: Digo que se han de sentar. ESTEBAN: Hizo mal;
ESTEBAN: De los buenos es honrar, y vos, señor, no andáis bien
que no es posible que den en hablar tan libremente.
honra los que no la tienen. COMENDADOR: ¡Oh, qué villano elocuente!
COMENDADOR: Siéntense; hablaremos algo. ¡Ah, Flores!, haz que le den
ESTEBAN: ¿Vio vuseñoría el galgo? la Política, en que lea
COMENDADOR: Alcalde, espantados vienen de Aristóteles.
esos crïados de ver ESTEBAN: Señor,
tan notable ligereza. debajo de vuestro honor
ESTEBAN: Es una extremada pieza. vivir el pueblo desea.
Pardiez, que puede correr Mirad que en Fuenteovejuna
al lado de un delincuente hay gente muy principal.
o de un cobarde en qüistión. LEONELO: ¿Vióse desvergüenza igual?
COMENDADOR: Quisiera en esta ocasión COMENDADOR: Pues, ¿he dicho cosa alguna
que le hiciérades pariente de que os pese, regidor?
a una liebre que por pies REGIDOR: Lo que decís es injusto;
por momentos se me va. no lo digáis, que no es justo
ESTEBAN: Sí haré, par Dios. ¿Dónde está? que nos quitéis el honor.
COMENDADOR: Allá vuestra hija es. COMENDADOR: ¿Vosotros honor tenéis?
ESTEBAN: ¡Mi hija! ¡Qué freiles de Calatrava!
COMENDADOR: Sí. REGIDOR: Alguno acaso se alaba
ESTEBAN: Pues, ¿es buena de la cruz que le ponéis,
para alcanzada de vos? que no es de sangre tan limpia.
COMENDADOR: Reñidla, alcalde, por Dios. COMENDADOR: Y, ¿ensúciola yo juntando
ESTEBAN: ¿Cómo? la mía a la vuestra?
COMENDADOR: Ha dado en darme pena. REGIDOR: Cuando
que el mal más tiñe que alimpia. ESTEBAN: Ya yo me voy por aquí.
COMENDADOR: De cualquier suerte que sea, Vanse los LABRADORES
vuestras mujeres se honran.
ESTEBAN: Esas palabras deshonran;
las obras no hay quien las crea. COMENDADOR: ¿Qué os parece de esta
gente?
COMENDADOR: ¡Qué cansado villanaje!
¡Ah! Bien hayan las ciudades,
ORTUÑO: No sabes disimular,
que a hombres de calidades
que no quieres escuchar
no hay quien sus gustos ataje;
el disgusto que se siente.
allá se precian casados
COMENDADOR: Éstos ¿se igualan conmigo?
que visiten sus mujeres.
FLORES: Que no es aqueso igualarse.
ESTEBAN: No harán; que con esto quieres
COMENDADOR: Y el villano, ¿ha de quedarse
que vivamos descuidados.
con ballesta y sin castigo?
En las ciudades hay Dios
FLORES: Anoche pensé que estaba
y más presto quien castiga.
a la puerta de Laurencia,
COMENDADOR: Levantaos de aquí.
y a otro, que su presencia
ESTEBAN: ¿Qué diga
y su capilla imitaba,
lo que escucháis por los dos?
de oreja a oreja le di
COMENDADOR: Salid de la plaza luego;
un beneficio famoso.
no quede ninguno aquí.
COMENDADOR: ¿Dónde estará aquel
ESTEBAN: Ya nos vamos. Frondoso?
COMENDADOR: Pues no así. FLORES: Dicen que anda por ahí.
FLORES: Que te reportes te ruego. COMENDADOR: ¡Por ahí se atreve a andar
COMENDADOR: Querrían hacer corrillo hombre que matarme quiso!
los villanos en mi ausencia. FLORES: Como el ave sin aviso,
ORTUÑO: Ten un poco de paciencia. o como el pez, viene a dar
COMENDADOR: De tanta me maravillo. al reclamo o al anzuelo.
Cada uno de por sí COMENDADOR: ¡Que a un capitán cuya
espada
se vayan hasta sus casas.
tiemblan Córdoba y Granada,
LEONELO: ¡Cielo! ¿Qué por esto pasas?
un labrador, un mozuelo entrarás como primero.
ponga una ballesta al pecho! COMENDADOR: ¡Bueno, a fe de caballero!
El mundo se acaba, Flores. Pero el villanejo cuida...
FLORES: Como eso pueden amores. ORTUÑO: Cuida, y anda por los aires.
ORTUÑO: Y pues que vive, sospecho COMENDADOR: ¿Qué hay de Inés?
que grande amistad le debes. FLORES: ¿Cuál?
COMENDADOR: Yo he disimulado, Ortuño; COMENDADOR: La de Antón.
que si no, de punta a puño, FLORES: Para cualquier ocasión
antes de dos horas breves, ya ha ofrecido sus donaires.
pasara todo el lugar; Habléla por el corral,
que hasta que llegue ocasión por donde has de entrar si quieres.
al freno de la razón COMENDADOR: A las fáciles mujeres
hago la venganza estar. quiero bien y pago mal.
¿Qué hay de Pascuala? Si éstas supiesen, ¡oh, Flores!,
FLORES: Responde estimarse en lo que valen...
que anda agora por casarse. FLORES: No hay disgustos que se igualen
COMENDADOR: ¿Hasta allí quiere fïarse? a contrastar sus favores.
FLORES: En fin, te remite donde Rendirse presto desdice
te pagarán de contado. de la esperanza del bien;
COMENDADOR: ¿Qué hay de Olalla? mas hay mujeres también,
ORTU˜O: Una graciosa porque el filósofo dice,
respuesta. que apetecen a los hombres
COMENDADOR: Es moza brïosa. como la forma desea
¿Cómo? la materia; y que esto sea
ORTUÑO: Que su desposado así, no hay de qué te asombres.
anda tras ella estos días COMENDADOR: Un hombre de amores loco
celoso de mis recados huélgase que a su accidente
y de que con tus crïados se le rindan fácilmente,
a visitarla venías; mas después las tiene en poco,
pero que si se descuida y el camino de olvidar,
al hombre más obligado se volverán a Castilla.
es haber poco costado COMENDADOR: No prosigas; tente, espera.
lo que pudo desear. Haz, Ortuño, que en la plaza
al casco se la encajara!
No fue Sábalo, el romano,
PASCUALA: Jacinta, yo no soy hombre
tan vicioso por jamás.
que te pueda defender.
LAURENCIA: Heliogábalo dirás,
Vase PASCUALA
más que una fiera inhumano.
MENGO: Pero Galván, o quien fue,
que yo no entiendo de historia; MENGO: Yo sí lo tengo de ser,
mas su cativa memoria porque tengo el ser y el nombre.
vencida de éste se ve. Llégate, Jacinta, a mí.
JACINTA: ¿Tienes armas? MENGO: Señor, si piedad os mueve
MENGO: Las primeras de suceso tan injusto,
del mundo. castigad estos soldados,
JACINTA: ¡Oh, si las tuvieras! que con vuestro nombre agora
MENGO: Piedras hay, Jacinta, aquí. roban una labradora
ESTEBAN: Y si alguna
le merece y es su igual...
LAURENCIA: Di, Frondoso. ¿Estás
LAURENCIA: Yo digo, señor, que sí. contento?
ESTEBAN: Sí; mas yo digo que es fea FRONDOSO: ¡Cómo si lo estoy! ¡Es poco,
y que harto mejor se emplea pues que no me vuelvo loco
Frondoso, Laurencia en ti. de gozo, del bien que siento!
LAURENCIA: ¿Aún no se te han olvidado Risa vierte el corazón
los donaires con la edad? por los ojos de alegría
ESTEBAN: ¿Quiéresle tú? viéndote, Laurencia mía,
LAURENCIA: Voluntad en tan dulce posesión.
le he tenido y le he cobrado; Vanse. Salen el MAESTRE, el
pero por lo que tú sabes... COMENDADOR, FLORES y ORTUÑO
JUAN ROJO: ¿De qué dais voces, cuando y su venida a Córdoba se apresta,
importa tanto
vayan dos regidores a la villa
a nuestro bien, Esteban, el secreto?
y echándose a sus pies pidan remedio.
ESTEBAN: Que doy tan pocas es mayor
BARRILDO: En tanto que Fernando, aquél
espanto.
que humilla
Sale MENGO a tantos enemigos, otro medio
será mejor, pues no podrá, ocupado
hacernos bien, con tanta guerra en
MENGO: También vengo yo a hallarme en medio.
esta junta.
REGIDOR: Si mi voto de vos fuera
escuchado,
desamparar la villa doy por voto. para perder las vidas, ¿qué
aguardamos?
JUAN ROJO: ¿Cómo es posible en tiempo
limitado? Las casas y las viñas nos abrasan,
MENGO: A la fe, que si entiende el alboroto, ¡tiranos son! ¡A la venganza vamos!
que ha de costar la junta alguna vida. Sale LAURENCIA, desmelenada
REGIDOR: Ya, todo el árbol de paciencia
roto,
corre la nave de temor perdida. LAURENCIA: Dejadme entrar, que bien
La hija quitan con tan gran fiereza puedo,
Vanse todas. Sale FRONDOSO, atadas las JUAN ROJO: ¡Rompe, derriba, hunde, quema,
manos, FLORES, ORTUÑO, CIMBRANOS abrasa!
y el COMENDADOR ORTUNO: Un popular motín mal se detiene.
COMENDADOR: ¿El pueblo contra mí?
FLORES: La furia: pasa
COMENDADOR: De ese cordel que de las
manos sobra tan adelante, que las puertas tiene
Salen todos
ESTEBAN: ¡Muere, traidor comendador!
Dentro
COMENDADOR: Pueblo, esperad.
TODOS: Agravios nunca esperan.
COMENDADOR: Decídmelos a mí, que iré COMENDADOR: Ya muero.
pagando
¡Piedad, Señor, que en tu clemencia
a fe de caballero esos errores. espero!
TODOS: ¡Fuenteovejuna! ¡Viva el rey Dentro
Fernando!
¡Mueran malos cristianos y traidores!
COMENDADOR: ¿No me queréis oír? Yo estoy BARRILDO: Aquí está Flores.
hablando,
Dentro
yo soy vuestro señor.
TODOS: Nuestros señores
son los reyes católicos.
MENGO: Dale a ese bellaco; bastaba haberme el pícaro azotado.
que ése fue el que me dio dos mil PASCUALA: Dánoslo a las mujeres, Mengo,
azotes. para...
Sale FLORES huyendo, y MENGO tras él Vanse. Salen el REY don Fernando y la
reina ISABEL, y don MANRIQUE, maestre
Cantan
REGIDOR: Ya las armas han llegado
ESTEBAN: Mostrad las armas acá.