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Durante el siglo pasado, la voluntad original del Constituyente consistió en fortalecer a las
entidades federativas y municipios; sin embargo, este objetivo no se concretizó porque no
se dieron bases sólidas. En este sentido, derivada de su evolución reciente, la coordinación
intergubernamental, su concepción jurídica y bases instrumentales, exigen una de las
grandes transiciones en su conjunto. En este contexto, México sigue siendo una República
Federal donde los poderes centrales concentran facultades en muchos rubros que inciden
directamente en la dinámica social y económica de las comunidades, incluso en el caso de
las materias concurrentes.
Un sistema como el actual, donde las entidades federativas siguen gozando de un
principio a partir del cual se hacen cargo de todas las materias que no estén reservadas al
gobierno federal y donde los municipios, por su parte, gozan de una base mínima de
autonomía tardíamente reconocida a nivel constitucional, no garantiza el desarrollo
sostenido de sus comunidades. Las más desafortunadas expresiones se deducen de un
sistema fiscal en el que el gobierno federal concentra el 80% de los ingresos tributarios;
mientras que los estados aproximadamente el 15%, y el restante, es decir, un 5%, lo que
reciben los municipios. Por ello, el propósito de esta iniciativa es establecer como
conceptos básicos, los principios que deben regir la coordinación y concurrencia de los
órdenes gubernamentales del Estado Mexicano.
para el ejercicio del poder público y las funciones de gobierno inherentes. El nuevo
balance en la estructura del Estado mexicano implica reconocer el concepto de relaciones
intergubernamentales a efecto de mejorar la calidad de vida de la población, a través de la
provisión más eficiente y eficaz de los servicios y funciones públicas. De manera que, para
proveer las bases inviolables e incontrovertibles sobre las cuales descanse la coordinación
y concurrencia de la federación, las entidades federativas y los municipios que la
conforman, así como de un sistema de distribución de atribuciones, responsabilidades,
competencias y recursos, resulta pertinente incluir los principios de subsidiariedad federal
y federalismo cooperativo.
Por lo anterior, la subsidiariedad permitiría una atención más eficaz de las problemáticas
nacionales, procurando su solución a nivel local, sin que esto signifique la atomización de
las políticas y de los recursos públicos, sino más bien su armonización en manos de
entidades cuyas capacidades se acrediten plenamente. Asimismo, el principio de
subsidiariedad provee una guía o parámetro determinante, en cuanto a la adecuada
distribución de las funciones del Estado, y consecuentemente del ingreso, en función de lo
siguiente:
a) Los gobiernos locales (estatales y municipales) tienen mayor conocimiento sobre las
necesidades de las comunidades que los conforman y sus ciudadanos.
b) La descentralización de la responsabilidad en la toma de decisiones permite que los
gobiernos más cercanos a las comunidades sean sensibles a los reclamos ciudadanos,
pudiendo contar con mecanismos de participación ciudadana más cercanos al poder
público.
c) Una pretensión inicial de potenciar los órdenes de gobierno inferiores (estados y
municipios), permite valorar con todo asertividad, la posibilidad de reubicar determinadas
funciones en algún orden superior, mediante la coordinación o concurrencia de las
autoridades para su ejercicio.
No obstante, cabe mencionar que existen funciones y competencias que son llevadas a
cabo por el poder central, y que su ejecución trasciende la competencia territorial de los
estados. Por ese motivo, no pueden ni deben entenderse como materia que pueden ser
llevadas a cabo por las entidades federativas y de los municipios. Como ejemplo tenemos
las materias en comunicaciones y transportes, comercio internacional, política exterior,
defensa, regulación en la explotación de hidrocarburos y otros recursos naturales,
etcétera. En materia hacendaria, queda claro de igual manera, que el principio de
subsidiariedad sugiere que cada orden de gobierno cuente con la debida solvencia
económica para satisfacer las necesidades de sus ciudadanos.
Esto último, proveería en principio mayor certeza de una política fiscal equitativa, para
seguidamente deducirse de manera individualizada, los casos en que los estados o
municipios, pudieran requerir de la intervención o apoyo de un orden de gobierno
superior, para el ejercicio de funciones de manera coordinada o concurrente, o bien para
que sea éste quien asuma la función de gobierno que corresponda. Se tiene entonces
como propósito intrínsecamente implícito en el principio de subsidiariedad, a la
descentralización. El mecanismo típico mediante el cual se lleva a cabo el proceso
descentralizador es la transferencia de competencias que afecta tanto a la titularidad de la
potestad como a su ejercicio concreto.
Por su parte, el concepto de descentralización, como propósito de Estado, se entiende
intrínseco al concepto de subsidiariedad. Sugiere como premisa fundamental en el
ejercicio del poder público, la potenciación y fortalecimiento de los entes o unidades
político-administrativas más reducidas que participan de la estructura gubernamental de
una federación, y las cuales, para el caso del Estado Mexicano, son las Entidades y
Municipios que conforman la Unión. La descentralización. derivada del principio de
subsidiariedad, supondría entonces la transferencia o distribución de atribuciones,
responsabilidades, competencias, y consecuentemente recursos, por parte del poder
público federal hacia las Entidades.
Cada una de las unidades políticas que conforman una Federación cuenta con
jurisdicciones propias en las que se pueden tomar decisiones de acuerdo con las
demandas de los ciudadanos que las conforman. En un federalismo que funciona, si las
unidades son heterogéneas, las demandas y las respuestas públicas deberán ser tan
variadas como las condiciones de cada localidad. Los gobiernos locales tendrán que ser
fuertes y competentes para realizar efectivamente sus funciones. Pero un régimen
federal, implica también que las partes se encuentran unidas para realizar labores
comunes por medio de un gobierno federal, que debe ser lo suficientemente competente
como para llevar a cabo labores subsidiarias y compensatorias .
Los propósitos del pacto federal son precisamente la cooperación e interdependencia
entre los integrantes del estado federado, quienes a su vez deben establecer criterios y
parámetros uniformes e inquebrantables que rijan la unión. Los estados federales,
resguardan asimismo y de manera institucional para las entidades que lo conforman, la
certeza del ejercicio libre de sus atribuciones, orientadas a la realización de sus funciones
y a la prestación de los servicios públicos, manteniéndose a su vez dichas entidades, leales
al aparato federal, asumiendo los compromisos contraídos entre ellos con un ánimo y una
actitud constructiva de colaboración en sus relaciones federales.