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El discurso: cualidades del orador

Mirada, modulación, mímica, dicción, ritmo, autocontrol, práctica,


convicción, respiración y presentación.

El discurso es una narración oral premeditada y expresada en actos solemnes y


masivos, generalmente políticos, sobre un tema, pensamiento, visión y/o conclusión,
con el fin de emocionar, informar o persuadir al público asistente.

Un discurso puede ser pronunciado por cualquier persona, siempre y cuando sea
indicado y aprobado por el público o la entidad organizadora.

El discurso, para ser efectivo, debe cumplir con algunas cualidades, que si son usadas
de manera correcta pueden tener la capacidad para convencer a cualquier tipo de
público. Veamos a continuación:

Mirada
Al hablar con las personas debemos dirigirnos directamente a sus ojos, es decir, como
si fuera una conversación «amplificada», en el que los ojos del que habla puedan
posarse en cada uno de los que escuchan.

La mirada es fundamental para establecer contacto con la audiencia. Mirarlos


directamente a los ojos representa respeto por quienes acuden a escucharnos. En la
medida que se incremente la distancia física entre orador y auditorio, se recomienda
dirigir la mirada alternativamente a toda la audiencia.

Si hay cámara de televisión, cine, video, o las llamadas webcams, deben considerarse
como otras personas más que asisten al evento y dirigir la mirada de la misma forma,
como si fueran la audiencia.

Modulación
Si deseamos mantener la atención del público y convencerlo, debemos variar el
volumen de la voz y hacerla acorde con el contenido del mensaje y sus pasajes
emocionales. Pueden ser cuatro niveles de modulación: bajo, medio, alto y muy alto.
También se los puede denominar como nivel uno, nivel dos, nivel tres, y nivel cuatro,
respectivamente, los cuatro deberán estar presentes en una exposición.

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Modular no significa gritar, sino controlar el volumen de forma que se genere un
impacto emocional con el auditorio. La modulación consiste en saber emplear
oportunamente los niveles adecuados de voz para cada palabra, frase o párrafo de
nuestro tema, especialmente, cuando el discurso es de naturaleza escrita.

Mímica
Equivale a establecer una buena comunicación corporal complementaria a las palabras
que expresamos. Debe ser lo más natural posible y manifestarse en forma espontánea.
Para lograr el dominio de ella es necesario observarnos a nosotros mismos y fijarnos
en los movimientos de los demás a la hora de exponer cualquier charla formal o
informal.

Al momento de dirigirnos a los demás, generalmente expresamos mayor movimiento


corporal y gesticulación cuando nos encontramos bajo el influjo de la alegría o de la
ira. En oratoria buscamos convencer a nuestro público, y la mímica forma parte esencial.

Una vez que estamos sobre el escenario, y cuando no existe barrera física alguna entre
el orador y el público, (un podio es una barrera física y una limitante para movernos),
el cuerpo debe mantenerse en movimiento dentro de un espacio determinado para
movernos unos pasos (con moderación) hacia adelante, hacia atrás, hacia los lados, y
también realizar movimientos en forma diagonal (igual hacia el frente y hacia atrás),
pero siempre bajo el principio de que nuestro punto de partida (al que se debe regresar
continuamente), es el centro.

Dicción
Buena dicción es pronunciar muy bien cada una de las palabras que expresamos,
dejando los espacios convenientes entre cada una, respetando los signos de
puntuación, así como lograr que todo lo que digamos sea comprendido por los que
nos escuchan.

Dentro de las técnicas para mejorar la dicción se encuentra la lectura en voz alta,
respetando los signos de puntuación. Cada signo nos marca la velocidad y énfasis que
debemos dar al texto. Por ejemplo, la coma representa una pequeña pausa; una o varias
palabras entre comas, significa que debemos hacer una inflexión más larga (pausa
mayor) dentro del tema tratado; el punto y la coma hace alusión a un espacio temporal
más grande que las anteriores, pero que pertenece al mismo tema.

Las comillas simbolizan que debemos darle un énfasis especial a un título o a una cita
textual; las palabras entre guiones cortos deben acentuarse con mayor firmeza, dejando
también una pausa, tanto cuando aparece el primero, como cuando cierra la frase el

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segundo. Los puntos suspensivos reflejan un espacio especial en tiempo, como dejando
al público en estado alerta, próximo a recibir una sorpresa. El punto y seguido refleja
que el tema seguirá tratándose con más detalles, siguiendo a la idea principal. El punto
y aparte se dirigen a un cambio de tema pero que tiene que ver con el título del texto.

Para los signos de admiración y de interrogación, es necesario realizar la entonación


respectiva; ambos se pueden combinar, dando el efecto de elevación de la voz, pero
en tono de pregunta.

Ritmo o velocidad de las palabras


Tres velocidades al hablar son suficientes para mantener el interés del público, las tres
se complementan y no impiden que la audiencia capte correctamente los mensajes que
le emitimos: lenta, intermedia, y rápida.

El ritmo lento se refiere a cuando hablamos pausadamente, como buscando que cierta
información sea analizada y comprendida de manera especial por los receptores, pero
procurando no provocar el tedio del público.

El ritmo intermedio permite al orador hablar en forma relajada, pero firme, ante su
audiencia; permite darle sentido de charla a lo que se va expresando.

El ritmo rápido se usa para llamar la atención del público cuando muestra mayor interés
y concentración en lo que se le expone, aunque también es un recurso para provocar
la recuperación de atención de personas distraídas.

Autocontrol del expositor


El nerviosismo no se puede erradicar, pero sí lo podemos controlar. Algunas de las
características fundamentales para obtener seguridad como expositores de temas o
ante la simple necesidad de enfrentarnos eventualmente a distintos tipos de audiencias
son, por ejemplo, tener una cultura general para abordar en forma esencial una gran
cantidad de temas. Asimismo, pueden dominarse temas específicos, ambos dan
importante poder para informar y convencer a diversas audiencias. Si al conocimiento
añadimos la experiencia a través de exposiciones como charlas, clases, conferencias,
capacitación de grupos, entonces ya contamos con dos fundamentos para tener un
mayor autocontrol en nuestras intervenciones frente a distintas clases de público.

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Práctica
Las personas que han recibido una formación que incluyó la oratoria logran grandes
metas en las profesiones relacionadas con puestos públicos y privados, espacios donde
la palabra oral es fundamental dentro del quehacer diario.

Entre los ejercicios para lograr mayor éxito en la expresión oral se encuentra la gimnasia
cerebral, mediante la cual hacemos trabajar la mente desde que nos levantamos hasta
antes de dormirnos. La gimnasia cerebral es un método para acomodarnos en forma
longitudinal hacia el pasado, hacia el presente y el futuro, proveyendo de información
suficiente a nuestra mente.

Acostumbrarnos cotidianamente al análisis y a la síntesis de la información que


poseemos sobre diversas áreas del conocimiento, nos mantendrá alertas y disponibles
para recibir, desde diversos medios, imágenes sonidos, números, palabras, y otros
estímulos que se captan a través de los sentidos.

Convicción en los oradores


Un expositor de corazón es aquella persona que está convencida de lo que dice y, por
tanto, procurará hablar con apego a la verdad.

Usar la convicción significa expresar razones y sentimientos propios a través de la


palabra oral y escrita, pero también nos obliga a ser imparciales en nuestra visión del
mundo. Tener convicción no significa estar cerrados ante las convicciones de otros,
aunque estamos obligados a juzgar con justicia los aciertos y los errores de las acciones
humanas, sin quedarnos solo en el plano de la crítica, sino proponiendo soluciones
viables.

Cuando estamos convencidos de algo, es más fácil convencer a otros y para que exista
este convencimiento es necesario apasionarnos con lo que hacemos, emocionarnos con
la idea de que nuestras aportaciones pueden servir para que otros tengan mejores
opciones para triunfar en sus propósitos.

Respiración
La respiración profunda permite relajarnos y organizar las ideas que tenemos en mente,
pero además facilita la exposición oral de las frases cortas y largas. El uso apropiado
de los signos de puntuación, como las comas, el punto seguido, y el punto y aparte,
entre otros, permite que el expositor aspire y retenga el suficiente aire para pronunciar
las siguientes palabras y darles la inflexión apropiada.

Algunos ejercicios efectivos para practicar una correcta respiración:

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Aspirar profundamente por la nariz varias ocasiones, retener cada vez unos
cinco segundos, y luego soltar el aire por la boca. Esto ayuda a oxigenar el
cerebro y a disminuir el nerviosismo.
Aspirar profundamente por la nariz, reteniendo el aire por cinco segundos, pero
en vez de exhalarlo al vacío, pronunciar vocales, consonantes, frases cortas y
largas, para descubrir la propia capacidad para exponer varios sonidos y
palabras antes de volver aspirar el aire.
Aspirar aire al momento de tocarnos, con los dedos de las manos las puntas de
los pies, y luego exhalarlo por la boca cuando estemos en posición vertical, con
los brazos extendidos y juntos sobre la cabeza.

Presentación
Hace referencia al vestuario y limpieza que han de manifestarse ante los diferentes
tipos de públicos, y que tiene mucha relevancia ante las personas que escucharán la
exposición.

El vestuario se elegirá conforme al lugar y al tipo de público receptor. Si la comunidad


a la que se hablará son personas sencillas, tanto en su cultura, como en su manera de
vestir, entonces el orador vestirá de manera semejante. En cambio, si la audiencia
pertenece a un ambiente cultural medio y alto, conviene usar traje y corbata o vestido
propio para la ocasión, lo cual permitirá un clima de mutua aceptación entre audiencia
y oradores.

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