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Funcionarios de la
justicia
Embargo
Intervención juudicial
El martillero judicial J. J. Pérez es nombrado para el diligenciamiento de un embargo, donde deberá requerir
el turno para el oficial de Justicia, así pueden llevar adelante la medida, la que, diligenciada que sea, se
servirá devolverla con todo lo actuado al tribunal.
En el transcurso del procedimiento, el demandado le indicó al oficial de Justicia que los bienes no eran de su
propiedad, pero no acreditó tal situación. También reclamó por el exceso de bienes anotados y aclaró que la
computadora era su herramienta de trabajo, por lo que no debería ser embargada.
Siguiendo adelante con el proceso del diligenciamiento, el martillero tuvo una duda: si lo había realizado con
el funcionario judicial correspondiente, ya que pensaba que debía realizarlo un juez de paz, debido a la
distancia que mediaba del pueblo al tribunal.
Luego de cumplir la medida, ya diligenciada con el oficial de Justicia, el martillero se contacta con el
abogado patrocinante de la parte actora para informar sobre sus gastos y honorarios para poder cobrarlos.
Como esta no reconocer el debido reintegro, se presenta una inquietud.
LECCIÓN 2 de 8
Las medidas coactivas que pueden utilizarse para hacer efectiva la ejecución de la sentencia dependen de
la índole de las prestaciones cuyo cumplimiento aquella impone. Si la sentencia establece la obligación de
dar una suma de dinero, corresponde distinguir si está o no visiblemente en poder del deudor. En el primer
caso, la ejecución se llevará a cabo desapoderando al deudor de la suma correspondiente y entregándola al
acreedor. En el segundo, se procederá al embargo de algún bien que se halle en el patrimonio del deudor a fin
de que, por vía de su enajenación judicial, se cubra el importe del crédito respectivo.
Sobre lo que regula el artículo 515 del CPCCN, si la prestación impuesta por la sentencia consiste en dar
cosas que no sean dinero, “se librara el correspondiente mandamiento para desapoderar de ella al vencido”.
Si se trata de cosas muebles, el desapoderamiento se realiza mediante el secuestro (previo embargo) de la
cosa; y si fueran cosas inmuebles, mediante el desahucio del obligado. En ambos supuestos puede
vencerse la resistencia del obligado acudiendo al auxilio de la fuerza pública.
En relación con los bienes sobre los cuales puede seguirse ejecución, rige el principio de que el patrimonio
es la prenda común de los acreedores. De allí que:
Todos los bienes del deudor están afectados al cumplimiento de sus obligaciones y
constituyen la garantía común de sus acreedores, con excepción de aquellos que este
Código o leyes especiales declaran inembargables o inejecutables. Los patrimonios
especiales autorizados por la ley sólo tienen por garantía los bienes que los integran.
Código Civil y Comercial de la Nación.
Recordemos antes de avanzar que el escrito de solicitud de las medidas cautelares debe reunir los
siguientes requisitos:
También deben agregarse los requisitos formales de todo escrito en general. El tribunal resuelve inaudita
parte, esto es, en forma unilateral, con base en la sola petición del interesado. El pronunciamiento solo
puede ser impugnado por el afectado, vía recursiva, luego de ser cumplido. Esto es así por cuanto la finalidad
es evitar el peligro, ya que, si fuera avisado, se encontraría en condiciones de frustrar la medida.
Como en cualquier otro trámite judicial, los gastos que demande la medida cautelar deben ser soportados o
adelantados por el interesado, sin perjuicio de su recupero si el adversario es condenado en costas.
La modificación es una consecuencia natural de la flexibilidad del proceso cautelar, directamente vinculada
con las circunstancias del caso. Es un instrumento que, por un lado, sirve al acreedor para asegurar la
función de garantía y, por el otro, para evitar o disminuir perjuicios innecesarios al afectado. A modo de
ejemplo, la parte interesada podrá solicitar ampliación de la medida, o bien, requerir reemplazo o sustitución
por otra medida cautelar.
Todas las medidas cautelares se otorgan supeditadas a lo que se resuelva en el proceso definitivo,
contemporáneo o posterior. Las medidas se extinguen a los 5 años. Si recaen sobre bienes registrables, para
su levantamiento, se debe proceder por la misma vía de su anotación, es decir, con oficio del tribunal que
ordenó su anotación.
Embargo
Llamase embargo a la afectación, por orden judicial, de uno o varios bienes del deudor, o
presunto deudor, al pago de crédito sobre que versa la ejecución o de un crédito que se
reclama o ha de ser reclamado en un proceso de conocimiento (Palacio, 2010, p. 259).
Se indica que se encuadra dentro del derecho de defensa de los derechos implícitos en la Carta Magna (aun
cuando algunos ordenamientos supremos lo consagran de manera expresa). Es genérico frente al derecho
de defensa en juicio que también emana de la misma fuente.
Seguir leyendo en http://www.saij.gob.ar/doctrina/dacf020001-bastida-
embargo_preventivo_en_derecho.htm
Existen tres clases de embargos: preventivo, ejecutivo y ejecutorio. A continuación, los desarrollaremos:
1 El embargo preventivo reviste el carácter de una medida cautela que puede solicitarse con
miras a asegurar la eficacia o el resultado práctico de un eventual proceso de conocimiento o
de ejecución. Como ocurre con todas las medidas cautelares, el embargo preventivo se
acuerda sobre la base de la simple verosimilitud del derecho y requiere que quien lo pida preste
la correspondiente contracautela (fianza de la parte). Es, además, susceptible de caducidad,
en el supuesto de que el solicitante no entable la demanda dentro del plazo de diez días,
contando desde la fecha de la traba (art. 207, CPCCN), sin perjuicio de su posible
levantamiento aun hallándose pendiente el proceso principal, ante la posibilidad de que
desaparezcan o se modifiquen las circunstancias de hecho en cuya virtud se lo concedió. Su
característica principal es que se manda a anotar antes de la demanda.
2 El embargo ejecutivo es la medida que el juez debe acordar, como primera resolución, cuando
se promueve una ejecución en virtud de un título ejecutivo. Dada la presunción de certeza que
tales títulos ostentan, el otorgamiento de esta clase de embargo no requiere la prestación de
contracautela. Su característica principal es que se manda a anotar durante el proceso del
juicio.
Durante el diligenciamiento del embargo, es fundamental que los bienes señalados sean los que están
ubicados en el domicilio denunciado del deudor, ya que con “la sola posesión se presume la propiedad”; sin
embargo, si durante el procedimiento el demandado indica que los bienes no son de su propiedad, pero no lo
puede demostrar al instante, el oficial de Justicia igualmente debe tomar nota de los bienes y dejar
constancia de las palabras del demandado, así como señalar la falta de acreditación.
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Te invitamos a leer el siguiente documento donde la ley indica cuáles son los bienes inembargables:
Es importante que el martillero comprenda que la medida cautelar del embargo recae sobre los bienes
muebles no registrables que son de propiedad del demandado, hasta cubrir el monto que señala la medida.
Es decir que la cantidad de bienes anotados tendrán un valor aproximado, con la finalidad de cubrir el monto
demandado que consta en el expediente (capital, interés, costas, actualizaciones).
El martillero judicial es designado para el diligenciamiento de embargo únicamente para denunciar los
bienes y realizar un cálculo estimativo del valor de tales bienes, siguiendo la base del monto nominal que
señala la medida cautelar. Por lo general, su cálculo se basa en las posibilidades de venta en la subasta. El
pago suele ser inferior al monto que se puede conseguir como resultado de una venta libre en el mercado
(Ibáñez, 2019).
Si durante el procedimiento de embargo, se hubiese tomado nota de bienes que no son propiedad del
demandado o ejecutado (según la instancia del proceso), el tercero afectado que acredite titularidad sobre
ellos (factura o recibo de compra) se presentará al expediente y reclamará la restitución de los bienes y
exclusión de la medida, por medio de una tercería de mejor derecho.
LECCIÓN 4 de 8
Intervención juudicial
Es la denominación genérica. Dentro de ella se distinguen algunas especies según las condiciones de
procedencia, el objeto de la medida y la índole y extensión de las atribuciones de los encargados judiciales.
Las leyes rituales distinguen dos modalidades: el interventor recaudador y el interventor veedor o informante.
Ambas son de interpretación restrictiva, ya que solo se ordenan a falta de otra medida más eficaz.
El interventor recaudador es un delegado embargante que se designa cuando la traba del embargo no es
suficiente para lograr su finalidad, lo que impone la necesidad de un ejecutor de la medida que opere en la
caja del establecimiento para recolectar el producido necesario para cubrir el monto del embargo. Esta clase
de intervención tiene por finalidad hacer efectivo el cumplimiento de un embargo ya decretado, motivo por el
cual se trata de una medida no sucedánea sino complementaria de aquel (Art. 223 CPCCN).
La designación del interventor debe recaer en una persona idónea por sus calidades físicas y mentales, su
experiencia y responsabilidad. Por ello, debe contar con los conocimientos necesarios para cumplir su
cometido, atendiendo a la índole de los bienes o actividades de que se trate. La designación debe realizarse,
en lo posible, por sorteo. Es común que se recurra a la nómina de martilleros judiciales para la designación,
ya que son profesionales que poseen fianza y conocimiento en su labor como auxiliares de la Justicia. No
obstante, el ejecutante puede proponer –bajo su responsabilidad‒ a otra persona, por ejemplo, un letrado o
secretario del propio estudio jurídico que patrocina al actor.
La misión por cumplir y el plazo de duración de la intervención deben
estar determinados expresamente, siempre ateniéndose a las
particularidades de cada caso y dependiendo del tipo de intervención
de que se trate.
El plazo de duración debe ajustarse al caso concreto y puede concluir antes si se cumplen los objetivos
propuestos de manera anticipada o prorrogarse con debida fundamentación si subsisten las circunstancias
que determinaron la intervención.
Es importante destacar que ante la participación del martillero judicial como auxiliar del órgano jurisdiccional
se procede mediante la respectiva aceptación del cargo una vez designado; ello implica la formalidad de
comparecer para estar a derecho en el expediente, aceptar el cargo conferido de interventor de caja y fijar
domicilio a todos los efectos legales. La aceptación del cargo es suscripta por el juez y el secretario del
tribunal y agregada al expediente donde el martillero realizará las gestiones pertinentes para cumplir
diligentemente el mandamiento. Por lo que se solicitará, en la instancia de trámites, que se libre oficio al
oficial de Justicia para ponerlo en el cargo de interventor de caja en el domicilio denunciado, e informar al
intervenido de la medida judicial y su forma de llevarla adelante. El interventor deber retener el porcentaje que
indique el oficio del monto diario de dinero que ingresa a la caja y debe depositarlo en una cuenta judicial
especial a la orden del tribunal. El martillero interventor deberá solicitar en el banco oficial la apertura de la
cuenta judicial para el expediente, donde realizará los depósitos diarios, hasta cumplir con el mandamiento.
1) Desempeñar personalmente el cargo con arreglo a las directivas que le imparta el juez.
2) Presentar los informes periódicos que disponga el juzgado y UNO (1) final, al concluir su
cometido. 3) Evitar la adopción de medidas que no sean estrictamente necesarias para el
cumplimiento de su función o que comprometan su imparcialidad respecto de las partes
interesadas o puedan producirles daño o menoscabo. El interventor que no cumpliere
eficazmente su cometido podrá ser removido de oficio; si mediare pedido de parte, se dará
traslado a las demás y al interventor. Art. 226 CPCCN.
Honorarios del interventor
El interventor sólo percibirá los honorarios a que tuviere derecho, una vez aprobado judicialmente el informe
final de su gestión (art. 227 CPCCN). Aquí es importante tener presente la normativa y, más aún, lo que
decrete el tribunal para el mandamiento, ya que los usos y costumbres y las propias normas colegiales de
cada provincia indican un porcentaje que debe retener el martillero del monto recaudado, pero será
necesario depositarlo junto con el dinero recaudado, hasta que el tribunal autorice y libre orden de pago por
dichos honorarios. Asimismo, se indica en dicho artículo que “si su actuación debiera prolongarse durante un
plazo que a criterio del juez justificara el pago de anticipos, previo traslado a las partes, se fijarán éstos en
adecuada proporción al eventual importe total de sus honorarios”. La norma también contempla una
regulación final, es decir que actuó el interventor en el mandamiento sin detalle de un porcentaje en
concepto de honorarios para retener de la caja, sino que quedó pendiente hasta el cumplimiento de la
medida y luego esperar la regulación: “…Para la regulación del honorario definitivo se atenderá a la naturaleza
y modalidades de la intervención, al monto de las utilidades realizadas, a la importancia y eficacia de la
gestión, a la responsabilidad en ella comprometida, al lapso de la actuación y a las demás circunstancias
del caso”.
LECCIÓN 5 de 8
A continuación, se describe el resto de las medidas cautelares que se aplican en la justicia, pero no se
profundiza en su estudio, ya que son abordadas en la materia Procedimientos de Ejecución y Conservación
del Patrimonio. Asimismo, no es de aplicación o gestión propia del martillero judicial, como en el caso del
embargo y la intervención de caja, donde puede ser designado para su diligenciamiento.
Inhibición
–
Constituye una medida cautelar que se traduce en la interdicción de vender o gravar cualquier bien
inmueble de que el deudor pueda ser propietario en el momento de anotarse la medida, o que adquiera en
lo sucesivo, pues los escribanos no pueden, sin orden judicial, otorgar escrituras traslativas de dominio o de
constitución de derechos reales cuando surge, del certificado expedido por el Registro de la Propiedad, que
existe anotada una inhibición respecto del titular del dominio. La inhibición no impide el ingreso de bienes,
solo afecta la legitimación para disponer del inhibido sobre los bienes o cosas de que se trate (art. 228
CPCCN). Le impide al titular la libre disponibilidad del bien registrado.
Anotación de litis
–
Es la medida cautelar que tiene por objeto asegurar la publicidad de los procesos relativos a bienes
inmuebles, para el supuesto en el que las sentencias que en ellos se dicten hayan de ser opuestas a
terceros adquirentes del bien litigioso o a cuyo favor se constituya un derecho real sobre éste (Palacio,
2010, p. 659).
Esta medida no impide la libre disposición del bien litigioso, que, por ende, puede ser gravado y enajenado
por el demandado. Pero como la anotación de litis configura un modo de dar a conocer la existencia de un
juicio sobre aquel, se descarta la posibilidad de que quien adquiere u obtiene la constitución de un derecho
real sobre el bien litigioso se ampare válidamente en la presunción de buena fe. La publicidad registral es
una herramienta fundamental que evidencia la situación legal del bien, ya que el interesado puede remitirse
al tribunal que ordenó la medida para interiorizarse sobre las circunstancias.
Prohibición de innovar
–
Tiende a impedir que se modifique una situación de hecho o de derecho existente en un momento
determinado, con el objetivo de mantener la igualdad de partes con intereses contrapuestos. La prohibición
procura el mantenimiento del statu quo, de un estado de cosas, de hecho y de derecho, y la seguridad de
los bienes implicados en la litis, mientras esta se sustancia y se decide su situación en el proceso judicial.
Por otro lado, tenemos medidas cautelares no enumeradas o designadas como medidas cautelares
innominadas. Son aquellas que puede dictar el juez conforme a las necesidades del caso, cuando no existe
en la ley una previsión especifica que satisfaga la necesidad de aseguramiento.
Constituye una regla importante, ya que la realidad cotidiana presenta permanentemente nuevas situaciones
y cuestiones a solucionar que no se ajustan en el encuadramiento esquemático de los institutos cautelares
típicos.
Su operatividad implica la ordenación de medidas cautelares distintas de las expresamente previstas en las
leyes, pero que pueden resultar aptas o idóneas a los fines del aseguramiento perseguido. La medida
cautelar constituye una manifestación del criterio amplio en materia de medidas cautelares, que viene
imperando, flexibilizando su catálogo y requisitos.
La norma del artículo 232 del CPCCN faculta al tribunal a establecer discrecionalmente la forma en que se
hará efectiva la protección solicitada cuando no resulten adecuadas las medidas nominadas.
Situación de la vivienda única
En relación con la vivienda familiar, el artículo 249 del Código Civil y Comercial de la Nación declara que la
vivienda afectada como bien de familia no es susceptible de ejecución por deudas posteriores a su
inscripción, con excepción de:
1 obligaciones por expensas comunes y por impuestos, tasas o contribuciones que gravan
directamente al inmueble;
4 obligaciones alimentarias a cargo del titular a favor de sus hijos menores de edad, incapaces,
o con capacidad restringida.
Si bien en algunas provincias de nuestro país se considera el resguardo a la vivienda única, cabe decir que
será efectivo en la medida que se encuentre anotada como bien de familia en el respectivo Registro de la
Propiedad. En Córdoba, por ejemplo, la Ley 8067 hace referencia a la inembargabilidad de la vivienda única,
lo que es consecuente con lo expresado en la Constitución de la Provincia de Córdoba en su artículo 58.
https://aldiaargentina.microjuris.com/2016/08/11/el-beneficio-de-inembargabilidad-del-art-
35-de-la-ley-22-232-para-los-inmuebles-adquiridos-mediante-prestamo-del-banco-
hipotecario-con-destino-de-vivienda-unica-solo-subsiste-mientras-el-beneficiari/
LECCIÓN 6 de 8
El elemento subjetivo del proceso está representado por las personas que intervienen en el trámite procesal.
Ellas pueden ser clasificadas como sujetos necesarios o eventuales. Los necesarios son aquellos que
indefectiblemente deben estar presentes en la relación jurídica procesal y son los protagonistas: el actor, el
demandado y el juez. Los sujetos eventuales se identifican de diversas maneras, por ejemplo, los auxiliares
del tribunal, por ser personal subalterno que, en orden jerárquico, establecen las leyes orgánicas; también
ostentan ese carácter otros sujetos que intervienen como patrocinantes, martilleros, testigos, peritos,
etcétera.
El adecuado desarrollo del proceso requiere la actividad de un conjunto de personas que colaboran con los
jueces y tribunales en la función de administrar justicia, y a las que le cabe la denominación de auxiliares
internos de aquellos. Al referirnos a la composición de los órganos judiciales desde el punto de vista de la
administración de justicia, podemos señales que “los jueces se hallan secundados en el ejercicio de sus
funciones, por la actuación de un conjunto de funcionarios y empleados al que genéricamente cabe la
denominación de personal auxiliar” (Palacio, 1967).
Es menester, en este desarrollo, mencionar que el artículo 1 del Reglamento de Justicia de la Nación (RJN)
denomina funcionarios a los secretarios de primera y segunda instancia y a los demás empleados de los
tribunales nacionales que perciben igual o mayor sueldo, y llama empleados a los miembros restantes del
personal.
Cabe también destacar que solo nos hemos referido a los auxiliares
internos del órgano judicial (secretarios y prosecretarios
administrativos), pero también debemos mencionar a los auxiliares
externos: oficiales de Justicia, peritos, martilleros, etcétera.
Por lo tanto, el cumplimiento integral de las funciones procesales requiere la intervención de otras personas
que actúan en el proceso como auxiliares (internos y externos) del órgano (secretarios, ujieres, oficiales de
justicia, peritos). Recuerda que, para cumplir los objetivos de este módulo, será necesario que consultes las
leyes incluidas en los anexos del módulo anterior, toda vez que esta lectura haga referencia a esa
legislación.
El oficial de Justicia es el que se encarga de ejecutar ciertas órdenes del juez, lo que, en virtud a su jerarquía,
lleva a cabo el cumplimiento del mandamiento del juez. Por ejemplo, si hay que embargar un bien mueble en
el domicilio del deudor, el oficial de Justicia concurre con la orden de allanamiento respectiva y realiza el
embargo. En ciertas ocasiones, en algunas localidades del interior del país, el oficial realiza las
notificaciones de lo que se dispone en el expediente judicial. No es necesario que tenga el título de abogado
(que claro que su competencia y atribuciones no se comparan, pues ambos ejercen funciones diferentes).
Es oportuno tener presente que un juez de paz también procede de igual manera ante un mandamiento del
juez y solo actúa en función de su jurisdicción territorial, es decir, en donde no podría actuar el oficial de
Justicia (por ejemplo, en alguna pedanía o localidad fuera del radio o ejido de jurisdicción del oficial de
Justicia, conforme lo establece el mapa de circunscripciones judiciales). La calificación y designación se
realiza mediante instructivo que publica el Ejecutivo, quien eleva la nómina al Legislativo para la designación.
Estos pueden ser legos o letrados, es decir que no necesariamente deben tener el título de abogado.
La tarea de embargar bienes muebles queda dispuesta para el funcionario (oficial de justicia o juez de Paz),
mientras que para el diligenciamiento puede ser nombrado un letrado o un martillero; la designación es
realizada por el actor o ejecutante en el mismo oficio. Si lo realiza un martillero, cobra estipendios por un
arancel mínimo que fija el colegio profesional, y en cuanto a los gastos, para que sean reconocidos, deben
ser autorizados previamente; de igual modo, si el procedimiento se tiene que realizar fuera de la jurisdicción
del tribunal, corren a su favor, justificados por ley colegial, los respectivos viáticos.
Junto a los oficiales de Justicia también encontramos a los notificadores y ujieres, que son los empleados
que, en los tribunales, tienen a su cargo el cumplimiento de las notificaciones y demás diligencias que se les
encomienden (traslados o vistas). Si el domicilio donde se deba notificar se encuentra dentro del radio del
tribunal, lo realizarán los notificadores, y si está fuera del radio, pero dentro de la circunscripción respectiva,
lo harán los ujieres. Diligenciada la comunicación, el funcionario informa el cumplimiento del cometido para
que sea incorporado en el expediente y comiencen a contabilizarse los plazos judiciales previstos en el
CPCCN.
Junto a los oficiales de Justicia, notificadores y ujieres, destacamos la existencia de un grupo de auxiliares
judiciales que no se encuentra adscripto a ningún órgano en particular, pero cuyos integrantes forman parte
de la administración de justicia y revisten el carácter de empleados permanentes y retribuidos a sueldos por
el Estado. Ellos son los profesionales de los cuerpos técnicos de asistencia judicial, los peritos oficiales y
los médicos forenses:
Es quien lleva adelante la subasta del bien que secuestró. Conforme a las
disposiciones del tribunal, actúa como auxiliar de la Justicia.
Es el profesional auxiliar externo al ámbito de tribunales que procede a notificar los
emplazamientos ordenados por el tribunal.
Es el empleado judicial que debe constituirse como depositario judicial de los bienes
que son embargados.
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Referencias
Ley 17454. (1981). Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/15000-
19999/16547/texact.htm
Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación Argentina [B. O. 08/10/2014 Suplemento
Promulgado según Decreto 1795/2014; B. O. 08/10/2014. Vigencia: 1 de agosto de 2015, texto según artículo
1° de la Ley N.° 27077 B. O. 19/12/2014]. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/235000-239999/235975/norma.htm#23
Palacio, L. E. (1967). Tratado de derecho civil. Obligaciones (Tomo I). Buenos Aires, AR: Abeledo Perrot.
Palacio, L. E. (2010). Derecho procesal civil (Tomo II). Buenos Aires, AR: Abeledo Perrot.
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