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Nuestro propósito como ministerio Juvenil

Respaldo bíblico: Colosenses 1:24-29

Como ministerio juvenil tenemos las mismas misiones que la iglesia en general, sin
embargo nuestro público es diferente y nuestros objetivos apuntan hacia un tipo en
específico de personas que vienen a ser otros jóvenes, para esto es necesario marcar
bien cuales son nuestros principales objetivos como ministerio de manera interna y
que estos se queden grabados en nuestro corazón, dormir, soñar, despertar y comer
de esos mismos objetivos, centrándonos en esa meta será más sencillo para nosotros
poder alcanzarlos uno a uno y a la vez evitar desviarnos de nuestro camino el cual ya
esta marcado

Objetivos del ministerio Juvenil (Mateo 22:37-40) ;(Mateo 28:19-20)


- Adoración; amaras al señor tu Dios con todo tu corazón. -
Las palabras de Jesús nos resumen la ley no en una versión corta de la Ley de
Moisés, sino que nos muestra lo que en esencia quiso mostrarnos Dios en su
palabra, en esta misma escala de Prioridades nuestro mayor deseo como
Ministerio Juvenil está en buscar a Dios y amarle con todo nuestro corazón,
cualquier cosa más allá de eso está fuera de nuestro objetivo y en lugar de
mostrarnos más de Dios nos apartan de Él

- Servicio; Amaras a tu prójimo como a ti mismo. –


De igual manera el amor que tenemos para los demás debe ser el mismo que
tenemos para nosotros, aunque el cliché se haga presente y recalquemos que
debemos tratar a los demás como quisiéramos ser tratados esto nos genera un
sentido de inconformidad cuando no somos tratados de esa manera de forma
correspondiente, sin embargo Jesucristo nos ha amado más allá de su propia
vida y nosotros debemos corresponder a ese precioso amor que Dios ya nos ha
mostrado para poder estar junto a él, de la misma manera, el servir a las demás
personas no debe ser un acto que espera ser correspondido sino más bien un
acto de amor puro sin esperar nada a cambio, claramente Dios tiene sus
recompensas para quienes le sirven pero no debemos fijarnos en la
recompensa más bien debemos fijarnos en el amor de Dios hacia nosotros

- Evangelismo; Id y haced discípulos. -


La palabra del señor nos encomienda ir y evangelizar, nuestra meta y principal
actividad como Ministerio Juvenil es precisamente esa, evangelizar a cuantos
jóvenes podamos, podemos usar muchos métodos de promoción del evangelio,
y crear diferentes actividades que cautiven a las personas pero es el poder de
Dios a través de nosotros que puede tocar la vida de las personas, es el Espíritu
Santo que nos convence de lo malo y de lo bueno y nos guía hacia la presencia
de Dios es eso lo que nosotros debemos proyectar independientemente de la
forma en que lo hagamos, mientras lo hagamos en la inspiración de Dios todo
saldrá bien
- Discipulado; Bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo; enseñándoles a obedecer la voluntad de Dios. -
Nuestra meta no termina cuando el Espíritu Santo alcanza la vida de las
personas sino que continua mucho más allá, nosotros como los nuevos amigos
de estas personas somos los responsables de acompañarles en su crecimiento
espiritual impulsándoles a buscar siempre más de Dios en sus vidas,
motivándoles a no faltar a la iglesia, a que tomen las clases de crecimiento
espiritual, aconsejándoles que se acerquen más a Dios, el hecho de que estas
personas alcancen por si solos la decisión de Bautizarse es para nosotros un
indicador de que estamos haciendo las cosas bien, y de que nos movemos
conforme a la voluntad de Dios; a partir de ese momento es donde nuestra
responsabilidad sobre el crecimiento de esas personas es cada vez más mayor y
más ligero si lo que motiva este deseo es el amor fraternal hacia nuestros
discípulos

Conclusión. – Dios tiene grandes planes para nuestra vida como ministerio Juvenil y
por eso es importante ceñirnos a los objetivos y las metas que tenemos siendo un
ministerio nuestras actividades todas deben moverse en ese mismo deseo y apuntar a
darnos resultados de acuerdo a los objetivos y no así a aspiraciones emocionales o
efímeras sino crecer en la palabra y el mandato del señor, esperando en su palabra la
que nunca falla.

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