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Sábado Santo

“María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón”. Lc 2, 19”

Cuando hablamos de dolor, es imposible medirlo. Solo quien lo vive, sabe cuán grande es la
intensidad del mismo. Hoy podemos colocarnos en el lugar de María, esta mujer que dio su sí a al
Señor generosamente pero que ahora estaba siendo testigo de los muchos No que daba la gente
al Hijo de Dios. Ella observaba cómo rechazaron a Jesús, como lo torturaron e incluso mataron en
la cruz. Seguramente su corazón se partió de dolor, pero, aun así, ella permanecía firme. En
silencio, en oración y entregando a Dios todo lo que sucedía. Aunque todo decía lo contrario, ella -
nuestra Madre- decidió seguir creyendo y esperar en Aquel que es Señor de la Historia. María,
ayúdanos a tener una fe inquebrantable como la tuya para que permanezcamos firmes como tú,
ante las situaciones difíciles de la vida.

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