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(1) Y el nombre de la virgen era María.

Y entrando el á ngel en donde ella estaba,


dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señ or es contigo, bendita tú entre las
mujeres. 
(2) LUCAS 1:27-28

Que la Virgen María haya sido saludada por el á ngel Gabriel como “llena de
gracias”, es suficiente para adivinar la dimensió n de sus perfecciones.

En efecto, La escogida de Dios, por la eternidad, para proponerle que aceptara ser
la Madre de Su divino Hijo, nuestro Redentor, no podía estar sino dotada de todas
las cualidades naturales y sobrenaturales, y por consiguiente de todas las virtudes.

. Dios le propuso y María habría podido decir no... Pero ella dijo “Sí” , el sí de una
obediencia absoluta (“que se haga segú n tu palabra”) ahí donde Eva, por
desobediencia provocó la caída del género humano...

. En ese sentido, la Virgen María es, para cada uno de nosotros un modelo a
imitar. Ella misma mejor que nadie puede ayudarnos a responder con un “sí” a ese
plan de amor de Dios.

Virtudes de la Virgen Maria

María la madre de Jesú s es la má s bendecida entre las mujeres, la má s altamente


favorecida por Dios y la mujer mas admirada por las demá s. Fue la elegida por Dios
de entre todas las mujeres para traer a Su Hijo al mundo.

Entre las cualidades que podemos resaltar de María, la madre de Jesú s tenemos:

 1. Gracia y Privilegio: María misma testificó en Lucas 1:48 "Porque ha


mirado la bajeza de su sierva; pues he aquí, desde ahora me dirá n
bienaventurada todas las generaciones". María fue investida de gracia por
parte de Dios. María se reconoce como una mujer bendecida por Dios.
 2. Mujer de Fe: Era una mujer de Fe madura y creyente del verdadero Dios.
Recibió la Palabra de Dios de parte del á ngel Gabriel y oyó y creyó en ella.
María tuvo la fe de creer en lo Imposible.
 3. Confianza y Dependencia en Dios: María era una mujer con una gran
confianza en Dios.  
 4. Gran Compromiso: María era una mujer comprometida con la tarea que
Dios le había encomendado al punto que arriesgo su vida.
 5. Maravillosa Madre: María como madre de Jesú s ejerció una gran
influencia en su vida ya que lo crió basado en las Escrituras. Le enseñ o
principios morales só lidos desde pequeñ o. 
 6. Valiente: El privilegio de ser la madre del Mesías tenía un alto costo que
pagar porque el mundo pensó  de ella como una mujer embarazada sin estar
casada a pesar de ser una joven virgen y casta. María pudo haber sido
expuesta a la vergü enza pú blica  y morir apedreada pero Dios obró en el
corazó n de José y le reveló su plan divino en sueñ os.
 7. Adoración Ferviente: Se  lleno de jú bilo y alabanzas a Dios ya que había
sido bendecida sobrenaturalmente. Al visitar a su pariente Elisabet quien
también estaba embarazada y era una mujer cercana a los 80 añ os que
nunca había tenido hijos, ambas adoraron al Señ or y María alaba Solo a Dios
con una canció n llena de gozo indescriptible con verdadera adoració n.
Lucas 1:46-55 
 .
 8.Discípula Fiel: María como madre de Jesú s sabía lo que le pasaría pero
nunca permitió que sus sentimientos maternales interfieran en los planes
de Dios. En las Bodas de Canaá ella dirigió a la gente para que escucharan y
siguieran las enseñ anzas de Jesú s, los animó a tener fe en Jesú s. Después de
la muerte y ascensió n de Jesú s, María estaba en el aposento alto junto a los
discípulos esperando la llegada del Espíritu Santo.
 9. Servidora del Señor: María se describe a si misma como la Servidora del
Señ or en Lucas 1:48 lo cual significa que era sirvienta o esclava del Señ or. 

 10. La humildad
 La Virgen María nos enseñ a a reconocer nuestra pequeñ ez en la presencia
de Dios; nos invita a moderar el apetito desordenado de la propia
excelencia, a remover la soberbia y la vanagloria que obstaculizan la gracia,
con el objetivo de hacer fructificar los talentos que el Señ or nos ha
concedido (Mt 25,14).
 11. Caridad solícita
 Muchos creen que tener caridad con el pró jimo es no desearle mal alguno;
pero esa es una caridad defectuosa; pues, para que la caridad sea perfecta
no basta el no desear el mal a nuestros hermanos; es necesario que nos
sacrifiquemos por ellos.
 María estuvo pronta a servir con generosidad como lo vemos en el relato de
la visita a su prima Isabel, cuando acude presurosa a prestar su caridad,
porque en sus entrañ as Jesú s era la caridad misma que la impulsaba a
realizar un servicio (Lc 1,39-45).
 12 Sabiduría reflexiva
 Uno de los grandes valores que el mundo de hoy ha perdido es el amor al
silencio y a la reflexió n profunda. El espíritu de retiro que admiramos en
María es necesario en todo cristiano, segú n su estado, para conservar el
precioso tesoro de la gracia. Procuremos, pues, amar el silencio, huir del
contagio del mundo, ya que en el silencio es donde Dios penetrará hasta
nuestro corazó n y nos hará oír sus palabras de vida eterna.
 13. Piedad de María
 La oració n y la lectura de los libros santos formaban las delicias de María.
Ella siempre estuvo pronta al cumplimiento de sus deberes religiosos (Lc
2,21-22): adoraba al Señ or en espíritu y verdad, le alababa y glorificaba con
los sentimientos del má s profundo respeto… Por eso, así como María,
hemos de conservar y aumentar el espíritu de piedad para unirnos con Dios.
 14. Paciencia y fortaleza en el dolor
 María fue la Madre que nos dio un verdadero ejemplo de paciencia y
serenidad en el cumplimiento del plan divino (Heb 10,36). Ella, con un
verdadero espíritu de fortaleza y paciencia, afrontó las penalidades de la
vida… Así nosotros hemos de guardar paciencia en las dificultades y ejercer
la fortaleza ante la calamidad.
 15. Pobreza y confianza en el Señor
 María entendió hasta su má xima consecuencia aquellas palabras de Jesú s:
“Si quieres ser perfecto, vende lo que tienes y sígueme” (Lc 19,21). María se
entregó sin reservas al plan de Dios, y su pobreza la hizo plenamente rica
(Lc 1,48)… Su ejemplo de vida nos llama a no guardar demasiado afecto a
las cosas temporales, con el objetivo de hacernos má s libres en nuestra
entrega a Dios.
 16. Esperanza de María
 La esperanza es una virtud sobrenatural que Dios infunde en el alma del
cristiano para que confiemos en el auxilio del cielo. Es una virtud que puso
en prá ctica la Madre de Dios (Eclo 24,24). Por eso, debemos alimentarnos
siempre de esperanza, cuyo fundamento es la bondad divina. Esta firme y
generosa esperanza debe servirnos de ejemplo en todas las tribulaciones de
la vida, por grandes y sensibles que puedan ser.

Cualidades de San José

San José no solo nos recuerda la virtud del varó n sino también su encomienda y
encargo. Su paternidad es ejemplo para todos los cristianos. No en vano San José es
patrono de la Iglesia universal.

El día de hoy recordamos que Dios padre encomendó la tarea de cuidado y


protecció n de su amadísimo Hijo y de Su Madre a un santo varó n, San José.En esta
galería hemos resaltado algunas virtudes que necesitamos tomar de San José,
especialmente los varones, para crecer como cristianos.

1. La influencia del Padre en el hijo

En nuestros días la idea del padre desvinculado de sus hijos se ha convertido en


algo frecuente en nuestros pensamientos. San José nos recuerda el verdadero
sentido de la paternidad. La presencia insustituible del padre en la educació n de
los hijos es algo que necesitamos volver a conquistar como sociedad. San José con
el niñ o en los brazos nos lo recuerda, un padre amoroso y protector del cual los
hijos puedan aprender y crecer seguros a su lado, incluso en las carencias y
situaciones má s difíciles.
San José conoce esas situaciones, él tuvo que proteger y sostener a María
esperando al niñ o sin tener un techo donde pudiera nacer, tuvo que huir hacia
Egipto, ser un extranjero en tierras desconocidas y ganarse el pan del día con el
sudor de su frente. «Cuando necesite ser buen padre, San José ilumina mi
paternidad».

2. La alegría de ser un buen esposo

La fidelidad inquebrantable de San José es un signo contundente y firme frente a la


imagen de un varó n infiel, lujurioso, egoísta e incluso violento, que es tan comú n
asumir como normal en nuestros días. Cuá ntas veces escuchamos, decimos y
afirmamos que «todos los hombres son iguales» sin saber que con esta frase
justificamos un comportamiento que achica la personalidad del varó n, lo limita y
espera menos de lo que realmente es. Lo priva de poder ser grande y desplegarse
completamente.

San José pasó todas las pruebas que un esposo podría pasar: la duda frente a
su propia esposa, el cuidado de un niñ o que no era de su sangre, la dificultad de un
matrimonio casto. Recordemos que San José, a diferencia de María no fue
concebido sin pecado, era así como tú y como yo. Su virtud y fortaleza son
grandiosas y es prueba viva de lo que un hombre que entrega su vida a Dios puede
hacer por medio de su gracia. «Cuando la dificultad de matrimonio me alcance, San
José ven en mi auxilio y ayú dame a ser fiel».

3. La fortaleza física al servicio de la familia

La imagen de una masculinidad violenta hace que la fortaleza física no sea valorada
como una virtud. Muchos niñ os crecen sin tener cerca a un padre del cual puedan
aprender y valorar lo que es la virilidad. San José pone al servicio de su familia esta
fortaleza física natural en él, una fortaleza que tiene como misió n el proteger, el
ayudar, el servir. Una fortaleza que de ninguna manera sirve para el abuso de
autoridad ni de ningú n otro tipo.

Conocemos a un José siempre fuerte, nunca agresivo, firme pero no indiferente ni


mucho menos insensible. Un hombre que demuestra seguridad y jamá s arrogancia
ni soberbia. Un padre que carga con todo el peso de su familia y es feliz haciéndolo.
«Cuando la arrogancia aparezca, San José ayú dame a ser humilde».

4. El silencio, esa características que muchas veces encontramos tan irritante

El silencio de los varones es una característica bien conocida por las mujeres.
Cuá ntas veces podemos incluso perder la paciencia por esos silencios prolongados
de los esposos. San José también era un hombre silencioso, es má s se dice de él;
San José, santo del silencio. Tanto que aprender del silencio. San José en el silencio
escuchaba la voz de Dios, no era un silencio indiferente ni estéril. No era un
silencio que ignoraba o que buscaba pasar la pá gina y evitar el confrontar o
solucionar problemas. San José escuchaba, meditaba en su corazón para poder
tomar las mejores decisiones para su familia y para él mismo. «Cuando el
silencio sea indiferente, San José ayú dame a escuchar a Dios».

5. El valor del trabajo duro

En aquella época si el varón de la casa no trabajaba la familia no subsistía.


San José obrero, carpintero de profesió n, trabajó siempre por el sustento de su
familia. La constancia de su trabajo, la seguridad de su familia. Imagínense el
camino que se habrá tenido que abrir en Egipto, sin familia, sin apoyo de
conocidos, extranjeros tal vez víctimas de prejuicio y discriminació n, el trabajo de
José era la ú nica arma que tenían para subsistir.

De vuelta a Nazareth en su taller de carpintero siguió trabajando incansablemente,


fue labor que heredó a su hijo para ayudar al sostén de su familia. Cuando el
desá nimo y la dificultad aparecen, San José es un gran ejemplo de tenacidad y
trabajo arduo en todo momento por el bien de los que ama. «Cuando el trabajo
canse, San José ayú dame a sobreponerme y seguir».

6. El valor del buen discernimiento

Las respuestas apresuradas y decisiones impulsivas sobre todo en época de crisis


no son lo mejor. San José, incluso en una decisió n tan dura como la de aceptar el
embarazo de su prometida, decide repudiarla pero en secreto, meditando qué era
lo que menos iba a perjudicarla, lo que menos escá ndalo iba a levantar. No lo hace
apresuradamente, lo medita, lo «sueñ a», y en ese soñ ar escucha la voz de Dios a
través de un á ngel que sale al encuentro y lo aconseja.

El valor del un buen discernimiento tiene que ver con la prudencia, el silencio y la
escucha a Dios. Este escuchar a Dios que se va afinando a medida que estrechamos
nuestra relació n con É l. «Cuando necesitemos del buen discernimiento, San José sal
a nuestro auxilio».

7. Castidad y juventud
Al ser los primeros capítulos de Mateo y Lucas las ú nicas fuentes de la revelació n
sobre quién era San José, no es raro que los hombres hayan tejido distintas
historias sobre este gran santo. De José sabemos poco, ha sido creencia frecuente
pensar que era un viudo que tenía casi 90 añ os y se casó con una mujer muy joven.
Esto parece estar muy lejos de la realidad, en aquella época los hombres se
casaban muy jó venes, San José al momento de desposar a María debió haber
tenido unos 18 o 20 años. Sin embargo, la imagen del San José como hombre
viejo caló dentro de la cultura popular y es por esto que muchos artistas lo han
representado como un hombre mayor.

Puede deberse a la dificultad que representaba la relació n virginal entre ambos.


Dificultad que nace de la ruptura original. San José en este sentido, asistido por la
inmensa gracia de Dios nos enseña que el fundamento de la unión conyugal es
la comunión de amor, ejemplo para todo matrimonio. La unió n de cuerpos
debe responder a esa comunió n de amor, sin embargo la misió n de María y José no
estaba en relació n a ellos mismos sino al mismo Jesú s y a la iglesia Universal.
«Cuando el deseo desordenado me esclavice, San José ven en mi auxilio».

8. El trato familiar como ámbito de crecimiento espiritual y personal

Escuchamos que la familia es la iglesia doméstica, escuela de humanidad, imagen


del amor de Dios. San José en este sentido nos enseña que la familia en un
ámbito para crecer en santidad. La santidad de José sucedió dentro de la familia.
Y así está llamada a ser la tuya y la mía, los esposos son guardianes mutuos de la
santidad de la familia. Es ahí donde el amor crece, en entrega, donde nos olvidamos
de nosotros mismos y nos entregamos por completo. Como nos decía el Papa
Francisco: «por medio de ella se concreta la capacidad de darse, el compromiso
recíproco y la apertura generosa a los demá s, así como el servicio a la sociedad».

Es  muy probable que San José haya muerto antes de que Jesú s entrara en la vida
pú blica, ya que en las bodas de Caná no estuvo presente ni se habló má s de él. De
haber estado vivo seguramente hubiera estado presente al pie de la Cruz, tal vez lo
estuvo en espíritu acompañ ando y consolando también el corazó n doliente de su
esposa. «Cuando nuestra familia se encuentre en problemas o esté rota, San José
ayú danos a repararla».

«En aquellos días, el Carpintero enseñ aba a rezar a Dios. Y hablaba con Dios cara a
cara. Y miraba con sus ojos los ojos de Dios. Y con Dios reía. Y Dios se dormía en
sus brazos. Y Dios despertaba con su beso. Y Dios comía de su mano. Y oraba a Dios
y le cantaba teniéndole en sus rodillas. Con sus manos tocaba a Dios y llevaba a
Dios de la mano.  Jugaba con Dios y Dios era feliz con él. Y ni en la Gloria había má s
gloria que en la casa de José!»

San José es ejemplo de hombre fiel, casto, paternal, trabajador, paciente, obediente
a Dios, servidor, entre muchas otras características. Podemos describir muchas
cualidades increíbles de San José. Pero Fiel

“San José lo consideramos el custodio fiel y abnegado de los dos corazones, ya que
Dios Padre le encomendó una importantísima tarea: salvaguardar los tesoros de su
corazón paternal: Jesús y María” [3].

Primero que todo, comienza siendo fiel a ti y a tu misió n de vida. Aunque por
momentos sientas que no todo parezca bien, mantente firme y confiado en la tarea
que el Señ or te haya encomendado. Las principales son las tareas del día a día,
aquellas que parecen insignificantes pero que está n llenas de sentido. Así como San
José vivió sus añ os en el anonimato y en el trabajo diario comú n a todos los seres
humanos, así comienza siendo fiel donde Dios te envía.

2. Casto

Dios pudo encontrar en San José un nivel de pureza y humildad increíble y ese
hallazgo no hizo dudar a Dios de elegirlo para esta misió n tan importante. Es por
eso que se convierte en un ejemplo de desprendimiento.

La vivencia y la elecció n de ser casto es aplicable tanto a un consagrado de Dios,


como a un esposo de la actualidad. La castidad a un consagrado le otorga la
verdadera libertad de poder vivir en plenitud su vocació n y entregarse por
completo al pueblo de Dios. Por otro lado, la castidad a un esposo de la actualidad
le permite valorar la sexualidad en su matrimonio y valorar la hermosa pareja que
Dios le ha dado. Cuando llega el momento del acto sexual ambos pueden vivirlo de
una forma plena y segú n el plan de amor para el cual han sido creados.  Ser casto
puede considerarse un reto en la actualidad, pero no es imposible.  Pídele a San
José que haga de ti un hombre casto, ¡él te ayudará !

3. Padre

“Al encontrar al Niño en el Templo, la Virgen reclama a Jesús: “Hijo, ¿porque has
obrado así con nosotros? Mira que tu padre y yo, apenados, te buscábamos”. María
nombra a San José dándole el título de padre, prueba evidente de que San José era
llamado así por el propio Jesús, pues miraba en José a un reflejo y una representación
auténtica de su Padre Celestial” [3].

La paternidad hoy día muchas veces es recibida con miedo y con poco interés por
el sin nú mero de presiones sociales vanas. Sin embargo, la paternidad es un don
obsequiado por Dios y el cual te invito a vivir (ya sea que seas padre o Dios tenga
esa vocació n para ti en un futuro) de una forma responsable, siendo un padre
presente. Si Dios te bendice con el don de la paternidad recuerda ser tú el guía de
tu hijo(a), su principal ejemplo, su padre y su amigo. Enséñ ale todas las cosas
buenas y hermosas que sabes. Aunque de primera intenció n tu hijo no ejecute
algo segú n lo has enseñ ado continú a siendo su maestro para que lo aprenda y lo
logre realizar. Sueñ a junto a tus hijos (o futuros hijos) para que seas tú el ayudante
de ellos y puedas ser parte de esos sueñ os. Siempre permanece a su lado, así como
lo hizo San José con Jesú s.

4. Trabajador

San José el trabajador, el carpintero, el primer educador de Cristo. Si nuestro Señ or


fue obrero, compañ ero y ayudante fue gracias a San José, el primero en colocarle a
Jesú s un martillo en las manos para que este le ayudara. Fue San José para Jesú s el
ejemplo de lo que es ser un hombre virtuoso en la Tierra.

Siguiendo el ejemplo de San José, sé un trabajador en tu empleo y en tu familia. Con


ser trabajador en tu empleo me refiero a ser el mejor ejecutando cada una de las
labores que te asignen. Así, indirectamente, le está s haciendo un gesto hermoso a
tu familia (o tu futura familia) ya que podrá s mantener tu puesto de trabajo, con el
cual das sustento a la misma. El ser trabajador con tu familia es dedicarle el tiempo
que ella necesita. Siempre establece en tu agenda ese tiempo familiar que es tan
valioso y preciado. Sé obrero en tu familia ejecutando buenas relaciones con tu
esposa, hijos, con tus hermanos, tus padres, etc. Cada una de esas buenas
relaciones van a ser muy valoradas por tus hijos y ellos será n como esponja que
absorberá n cada uno de esos gestos para realizarlos en un futuro. Recuerda ser
agradecido por las oportunidades de trabajo y por la salud para ejecutarlos.

5. Obediente

“Lo que es importante no es lo que él hace, sino la voluntad de Dios que es todo. Su
oficio es en sí cosa indiferente; pero la voluntad de Dios la hace má s preciosa que
cualquier otra” [4]. 

San José es un ejemplo a seguir cuando se trata de confiar en Dios a ciegas. Aceptó
ser el esposo y el padre adoptivo de Jesú s en circunstancias confusas hasta que el
Á ngel se le apareció en sueñ os. De la misma forma debemos creer que Dios confía
plenamente en nosotros, sabe lo que podemos dar y nuestro deber debe ser el
reconocer todo lo que Dios puede obrar en nosotros si somos dó ciles a sus
inspiraciones.

Esta ú ltima característica se puede integrar directamente al á rea espiritual y es


recomendable para mantener una actitud positiva tras cualquier situació n.

Sé el primero que demuestre la confianza plena en Dios tanto en los momentos de


dificultad como en los momentos llenos de bienestar. Dios conoce cada corazó n y
sabe cual corazó n está siendo obediente y amoroso con su voluntad y cual no.
También, ser obediente va ligado directamente con el ser respetuoso. No olvides
ser respetuoso con todos en tu alrededor y permite cultivar relaciones llenas de
amor.

No cabe duda la misió n tan hermosa que le fue otorgada a San José aquí en la
Tierra y la perfecció n con la que la llevó a cabo. Te invito a ser un hombre nuevo.
Te exhorto a que analices la idea constante de desear ser mejor cada día. Busca
ejemplos a seguir y mantente siempre fiel.

El Papa Pío IX durante el Concilio Vaticano I declaró a San José Patrono Universal
de la Iglesia. É l vela por todos los hijos de esta Madre Iglesia e intercede por
nosotros. Por eso, si deseas aumentar tu devoció n a él, aumenta la comunicació n a
través de la oració n. Puedes entrar aquí y orar con estas hermosas letanías y
pedirle intercesió n para que sea él quien te ayude a ser un hombre virtuoso, un
hombre santo y a transformar los errores y debilidades en virtudes.

“Oh San José, ejemplo de hombre lleno de valor, te pido por todos los hombres del
mundo para que todos logremos entender nuestra misió n y podamos ejecutarla de
la manera má s correcta posible. Amén”.

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