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Que la Virgen María haya sido saludada por el á ngel Gabriel como “llena de
gracias”, es suficiente para adivinar la dimensió n de sus perfecciones.
En efecto, La escogida de Dios, por la eternidad, para proponerle que aceptara ser
la Madre de Su divino Hijo, nuestro Redentor, no podía estar sino dotada de todas
las cualidades naturales y sobrenaturales, y por consiguiente de todas las virtudes.
. Dios le propuso y María habría podido decir no... Pero ella dijo “Sí” , el sí de una
obediencia absoluta (“que se haga segú n tu palabra”) ahí donde Eva, por
desobediencia provocó la caída del género humano...
. En ese sentido, la Virgen María es, para cada uno de nosotros un modelo a
imitar. Ella misma mejor que nadie puede ayudarnos a responder con un “sí” a ese
plan de amor de Dios.
Entre las cualidades que podemos resaltar de María, la madre de Jesú s tenemos:
San José no solo nos recuerda la virtud del varó n sino también su encomienda y
encargo. Su paternidad es ejemplo para todos los cristianos. No en vano San José es
patrono de la Iglesia universal.
San José pasó todas las pruebas que un esposo podría pasar: la duda frente a
su propia esposa, el cuidado de un niñ o que no era de su sangre, la dificultad de un
matrimonio casto. Recordemos que San José, a diferencia de María no fue
concebido sin pecado, era así como tú y como yo. Su virtud y fortaleza son
grandiosas y es prueba viva de lo que un hombre que entrega su vida a Dios puede
hacer por medio de su gracia. «Cuando la dificultad de matrimonio me alcance, San
José ven en mi auxilio y ayú dame a ser fiel».
La imagen de una masculinidad violenta hace que la fortaleza física no sea valorada
como una virtud. Muchos niñ os crecen sin tener cerca a un padre del cual puedan
aprender y valorar lo que es la virilidad. San José pone al servicio de su familia esta
fortaleza física natural en él, una fortaleza que tiene como misió n el proteger, el
ayudar, el servir. Una fortaleza que de ninguna manera sirve para el abuso de
autoridad ni de ningú n otro tipo.
El silencio de los varones es una característica bien conocida por las mujeres.
Cuá ntas veces podemos incluso perder la paciencia por esos silencios prolongados
de los esposos. San José también era un hombre silencioso, es má s se dice de él;
San José, santo del silencio. Tanto que aprender del silencio. San José en el silencio
escuchaba la voz de Dios, no era un silencio indiferente ni estéril. No era un
silencio que ignoraba o que buscaba pasar la pá gina y evitar el confrontar o
solucionar problemas. San José escuchaba, meditaba en su corazón para poder
tomar las mejores decisiones para su familia y para él mismo. «Cuando el
silencio sea indiferente, San José ayú dame a escuchar a Dios».
El valor del un buen discernimiento tiene que ver con la prudencia, el silencio y la
escucha a Dios. Este escuchar a Dios que se va afinando a medida que estrechamos
nuestra relació n con É l. «Cuando necesitemos del buen discernimiento, San José sal
a nuestro auxilio».
7. Castidad y juventud
Al ser los primeros capítulos de Mateo y Lucas las ú nicas fuentes de la revelació n
sobre quién era San José, no es raro que los hombres hayan tejido distintas
historias sobre este gran santo. De José sabemos poco, ha sido creencia frecuente
pensar que era un viudo que tenía casi 90 añ os y se casó con una mujer muy joven.
Esto parece estar muy lejos de la realidad, en aquella época los hombres se
casaban muy jó venes, San José al momento de desposar a María debió haber
tenido unos 18 o 20 años. Sin embargo, la imagen del San José como hombre
viejo caló dentro de la cultura popular y es por esto que muchos artistas lo han
representado como un hombre mayor.
Es muy probable que San José haya muerto antes de que Jesú s entrara en la vida
pú blica, ya que en las bodas de Caná no estuvo presente ni se habló má s de él. De
haber estado vivo seguramente hubiera estado presente al pie de la Cruz, tal vez lo
estuvo en espíritu acompañ ando y consolando también el corazó n doliente de su
esposa. «Cuando nuestra familia se encuentre en problemas o esté rota, San José
ayú danos a repararla».
«En aquellos días, el Carpintero enseñ aba a rezar a Dios. Y hablaba con Dios cara a
cara. Y miraba con sus ojos los ojos de Dios. Y con Dios reía. Y Dios se dormía en
sus brazos. Y Dios despertaba con su beso. Y Dios comía de su mano. Y oraba a Dios
y le cantaba teniéndole en sus rodillas. Con sus manos tocaba a Dios y llevaba a
Dios de la mano. Jugaba con Dios y Dios era feliz con él. Y ni en la Gloria había má s
gloria que en la casa de José!»
San José es ejemplo de hombre fiel, casto, paternal, trabajador, paciente, obediente
a Dios, servidor, entre muchas otras características. Podemos describir muchas
cualidades increíbles de San José. Pero Fiel
“San José lo consideramos el custodio fiel y abnegado de los dos corazones, ya que
Dios Padre le encomendó una importantísima tarea: salvaguardar los tesoros de su
corazón paternal: Jesús y María” [3].
Primero que todo, comienza siendo fiel a ti y a tu misió n de vida. Aunque por
momentos sientas que no todo parezca bien, mantente firme y confiado en la tarea
que el Señ or te haya encomendado. Las principales son las tareas del día a día,
aquellas que parecen insignificantes pero que está n llenas de sentido. Así como San
José vivió sus añ os en el anonimato y en el trabajo diario comú n a todos los seres
humanos, así comienza siendo fiel donde Dios te envía.
2. Casto
Dios pudo encontrar en San José un nivel de pureza y humildad increíble y ese
hallazgo no hizo dudar a Dios de elegirlo para esta misió n tan importante. Es por
eso que se convierte en un ejemplo de desprendimiento.
3. Padre
“Al encontrar al Niño en el Templo, la Virgen reclama a Jesús: “Hijo, ¿porque has
obrado así con nosotros? Mira que tu padre y yo, apenados, te buscábamos”. María
nombra a San José dándole el título de padre, prueba evidente de que San José era
llamado así por el propio Jesús, pues miraba en José a un reflejo y una representación
auténtica de su Padre Celestial” [3].
La paternidad hoy día muchas veces es recibida con miedo y con poco interés por
el sin nú mero de presiones sociales vanas. Sin embargo, la paternidad es un don
obsequiado por Dios y el cual te invito a vivir (ya sea que seas padre o Dios tenga
esa vocació n para ti en un futuro) de una forma responsable, siendo un padre
presente. Si Dios te bendice con el don de la paternidad recuerda ser tú el guía de
tu hijo(a), su principal ejemplo, su padre y su amigo. Enséñ ale todas las cosas
buenas y hermosas que sabes. Aunque de primera intenció n tu hijo no ejecute
algo segú n lo has enseñ ado continú a siendo su maestro para que lo aprenda y lo
logre realizar. Sueñ a junto a tus hijos (o futuros hijos) para que seas tú el ayudante
de ellos y puedas ser parte de esos sueñ os. Siempre permanece a su lado, así como
lo hizo San José con Jesú s.
4. Trabajador
5. Obediente
“Lo que es importante no es lo que él hace, sino la voluntad de Dios que es todo. Su
oficio es en sí cosa indiferente; pero la voluntad de Dios la hace má s preciosa que
cualquier otra” [4].
San José es un ejemplo a seguir cuando se trata de confiar en Dios a ciegas. Aceptó
ser el esposo y el padre adoptivo de Jesú s en circunstancias confusas hasta que el
Á ngel se le apareció en sueñ os. De la misma forma debemos creer que Dios confía
plenamente en nosotros, sabe lo que podemos dar y nuestro deber debe ser el
reconocer todo lo que Dios puede obrar en nosotros si somos dó ciles a sus
inspiraciones.
No cabe duda la misió n tan hermosa que le fue otorgada a San José aquí en la
Tierra y la perfecció n con la que la llevó a cabo. Te invito a ser un hombre nuevo.
Te exhorto a que analices la idea constante de desear ser mejor cada día. Busca
ejemplos a seguir y mantente siempre fiel.
El Papa Pío IX durante el Concilio Vaticano I declaró a San José Patrono Universal
de la Iglesia. É l vela por todos los hijos de esta Madre Iglesia e intercede por
nosotros. Por eso, si deseas aumentar tu devoció n a él, aumenta la comunicació n a
través de la oració n. Puedes entrar aquí y orar con estas hermosas letanías y
pedirle intercesió n para que sea él quien te ayude a ser un hombre virtuoso, un
hombre santo y a transformar los errores y debilidades en virtudes.
“Oh San José, ejemplo de hombre lleno de valor, te pido por todos los hombres del
mundo para que todos logremos entender nuestra misió n y podamos ejecutarla de
la manera má s correcta posible. Amén”.