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Exégeta

Yo seguiré corriendo
desbocado
sin mirar ni virtudes ni pecados,
buscando
el poema perfecto, el sentimiento magno
tan completo
que no habrá fallas qué atender
ni explicaciones, ni lamentos.

Yo seguiré corriendo hasta el último tiempo,


hasta ver que lo logré
y que nadie cuestionará el esfuerzo
de mis torpes dedos de alfarero
pues mi poema esencial
estará bien hecho.

Llegaré al final
vacío y seco,
sin canciones ni equipaje,
sin carga para olvidar ni pasaje
a quien le pueda importar.
Yaceré
sereno y expectante
con la única amiga que restó,
con la única familia
que aún me acepta:
mi muerte, amable y quieta,
mi exégeta y mi recompensa.

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