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1.

“Ignoramos la naturaleza de la energía libre que influye al aparato psíquico”, sostenía con frecuencia 
Freud. Este interrogante nos conduce, afirma Pierre Kaufmann en ​Elementos para una enciclopedia del 
psicoanálisis​ (Buenos Aires, Paidós, 1996) desde la energía a su “representante”, es decir, la pulsión. Y, 
retrospectivamente, desde ​Más allá del principio de placer​ (1920) a la primera definición rigurosa de la 
pulsión, realizada por Freud en 1915, en su artículo “Pulsiones y destinos de pulsión”: “El concepto de 
‘pulsión’ –escribe Freud– se nos aparece como un concepto-límite entre lo psíquico y lo somático, como 
un representante psíquico de las excitaciones provenientes del interior del cuerpo que llegan al 
psiquismo, como una medida de la existencia de trabajo que se impone a lo psíquico como consecuencia 
de su vínculo con lo corporal”. 
 
2. En el texto de Masotta leemos: “La expresión de ​gran modelo pulsional​ que nosotros introducimos –ya 
que Freud no la utilizó–, nos permite evocar una especie de exigencia epistemológica a la que el creador 
del psicoanálisis permanece fiel a lo largo de su obra. (…) Construye entonces un primer modelo y habla 
de ​pulsiones de conservación​ y de ​pulsiones sexuales​, que resume y reduce la pluralidad de tendencias y de los 
instintos de las teorías psicológicas y sociológicas de la época.” 
Otro modelo de pulsiones, que Freud comienza a trabajar en la década del veinte, introduce el dualismo 
a través de la idea de ​pulsiones de vida​ ver sus ​pulsiones de muerte​. 
Según Masotta , conviene diferenciar “​por motivos heurísticos​” a los avatares y la historia del ​gran modelo 
pulsional, ​de la doctrina de las ​pulsiones parciales​. Siempre encontramos en Freud problemas 
terminológicos. Para Lacan, en cambio, la pulsión es ​siempre​ parcial. Como bien observa Masotta , Freud 
“…se da una guía, un marco de referencia mayor para recoger los datos de la práctica, observar y 
modificar las observaciones clínicas.” Masotta [1986: 42] 
 
3. Por ejemplo, el problema epistemológico que surge con la concepción de la ​energía​ ​psíquica​ (el uso del 
término ​energía​ es muy revelador) fue planteado por Freud en 1905, en ​El chiste y su relación con el 
inconsciente​: “Los conceptos de ‘energía psíquica’, ‘descarga’ y el tratar la energía psíquica como una 
cantidad, se han convertido para mí en hábitos mentales desde que comencé a considerar los hechos de 
la psicopatología desde un ángulo filosófico: ya en mi ​Interpretación de los sueños​ (1900) intenté, con el 
mismo espíritu que Lipps, postular como factores realmente eficientes del psiquismo, no un contenido 
de la conciencia, sino los procesos psíquicos inconscientes”. La deuda con los modelos de la Física se 
hace evidente a través de una pregunta clave ¿la energía representada por la pulsión de muerte, tiene un 
estatuto distinto que el de la energía propia de la pulsión sexual? 
Hacia 1910, Freud consideraba que en oposición a las pulsiones sexuales, aparece otro grupo de 
pulsiones, las pulsiones del yo. El texto es interesante porque involucra problemas relacionados con la 
actividad visual: “Si el trastorno psicógeno de la visión, como lo hemos aprendido, se basa en el hecho de 
que ciertas representaciones relacionadas con la visión quedan separadas de la conciencia, entonces el 
modo de pensar psicoanalítico obliga a admitir que estas representaciones sucumben a la represión 
porque están en oposición a otras que se han vuelto más fuertes y para las cuales empleamos el concepto 
colectivo de ‘yo’, compuesto cada vez de modo diferente. Pero ¿de dónde puede provenir esta oposición 
entre el yo y los grupos aislados de representaciones, que causa la represión? Observarán ustedes que 
este tipo de interrogante no era posible antes del psicoanálisis, pues entonces no se sabía nada del 
conflicto psíquico ni de la represión. Por nuestras investigaciones estamos ahora en condiciones de dar 
la respuesta esperada. Ahora prestamos atención a la importancia de las pulsiones para la vida 
representativa; la experiencia nos ha enseñado que cada pulsión trata de imponerse dando vida a 
representaciones conformes a sus metas. Estas pulsiones no se concilian siempre entre ellas; a menudo 

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entran en conflicto de intereses; las oposiciones entre las representaciones no son más que la expresión 
de los combates entre diferentes pulsiones. La oposición innegable entre las pulsiones que sirven a la 
sexualidad, a la obtención de placer sexual, y las otras, que tienen por meta la autoconservación del 
individuo, las pulsiones del yo, tiene una importancia muy particular para nuestro intento de 
explicación. Todas las pulsiones orgánicas que actúan en nuestra alma pueden clasificarse, siguiendo las 
palabras del poeta, en ‘hambre’ y ‘amor’. Sucede además que esta heterogeneidad duplica con una 
estrecha solidaridad entre los vehículos orgánicos de los que surgen esos dos grupos. De una manera 
general, son los mismos órganos y los mismos sistemas de órganos los que están a disposición de las 
pulsiones sexuales y las pulsiones del yo. El placer sexual no está simplemente vinculado a la función de 
los órganos genitales; la boca sirve para besar tanto como para comer y comunicar la palabra, los ojos no 
perciben sólo las modificaciones del mundo exterior importantes para la conservación de la vida, sino 
también las propiedades de los objetos por las cuales éstos son elevados al rango de objetos de la 
elección amorosa, y que constituyen sus ‘encantos’. Se confirma entonces que no es fácil para nadie 
servir a dos amos al mismo tiempo. Cuanto más íntima es la relación que un órgano dotado de esta 
función bilateral establece con una de las grandes pulsiones, más se rehúsa a la otra. Este principio 
conduce necesariamente a consecuencias patológicas si las dos pulsiones fundamentales se desunen, si 
el yo mantiene una represión contra la pulsión sexual parcial interesada”. 
 
4. Sobre el pensar-hacer del artista, es extraordinaria la conocida historia de Miguel Angel, a quien 
alguien le preguntó si resultaba muy difícil producir una escultura perfecta (se refería al ​David​) 
partiendo de un enorme bloque de mármol informe. El artista respondió que lo único que debía hacer 
era sacarle a la escultura lo que le sobraba. 
 
5. Hay numerosos ejemplos: del ideal académico al cadáver exquisito de los surrealistas, etc. 
 

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