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El banco de los pobres (Nacional Monte de Piedad)

1era parte

Se acercaba el 6 de enero, día de los reyes magos, costumbre mexicana en la cual se suele regalar
juguetes a los infantes.

En estas fechas el centro histórico de muchas ciudades de nuestro país suele llenarse de
vendedores de juguetes. Hay que ayudar a distribuir y hacer llegar los mismos a todos los niños
que escribieron su carta asegurando su buen comportamiento.

Don Abraham y Lupita, solían ir a conseguir algunos regalos para los niños de su comunidad, por
supuesto andaban en las calles concurridas del centro histórico de la Ciudad de México. Un lugar
donde puedes encontrar una variedad de productos tanto en comercio formal, como informal.

Así que estaban en la Plaza de la Constitución, conocida también como la plancha del Zócalo.
Cruzaron hacia la calle 5 de mayo para encaminar sus pasos al restaurante llamado México Viejo,
hacer un alto en las compras y continuar con la panza llena.

Fue ahí donde se “toparon” con los “coyotes”, personas que se acercan para ofrecer comprar
alguna clase de joyas, ya sean relojes, pulseras, aretes etcétera. La cándida Lupita, se sobresalta
cuando la abordan pensando que sería una cifra más en los robos a transeúntes. Sin embargo, Don
Abraham solo menea la cabeza negando la oferta. Toma del brazo a su nieta, la escolta hasta el
restaurante y piden una mesa cerca de la ventana. Ya sentados, previo lavado de manos, piden la
carta y ordenan una sopa azteca, una cazuelita de camarones al ajillo y un molcajete “México
viejo” acompañado de agua de limón con chía.

Cuando por fin, la comida había saciado su hambre, Lupita le preguntó a su “abue” sobre estos
coyotes y por qué estaban ahí. Don Abraham le dijo que mientras esperaban su postre, flan de
queso con cajeta y nuez, así como una gelatina de rompope, le contaría un poco de historia del
edificio incluyendo alguna que otra anécdota esperando aclarar su pregunta.

Comenzó relatando algunos datos sobre el terreno que actualmente se le conoce como El Monte
de Piedad. En pocas palabras ahí se encontraba el Palacio de Axayácatl, antiguo gobernante
mexica y le denominaron casas viejas de Moctezuma para distinguirlo de las “casas nuevas”. Éstas
fueron donadas a Cortés en recompensa por los méritos obtenidos en la toma de Tenochtitlán.

Con el paso del tiempo se les conoció como casas viejas de Cortés. Éste encomendó al arquitecto
Juan Rodríguez la edificación de dicho inmueble.

- Ves, Lupita, es el mismo sitio donde se asienta el Monte de Piedad. Se construyó entre 1522 y
1529 con la anotación de que se abrieran tiendas en la parte baja para poder alquilarlas.

En diciembre de 1836 ocurre un hecho trascendental en la historia de este edificio y es que en este
año la Institución del Monte de Piedad adquirió la casa. El Sacro y Real Monte de Piedad de
Ánimas, fundado por el rico minero Pedro Romero de Terreros, conde de Regla, se mudó a los
números 7 y 8 de la entonces llamada calle del Empedradillo. La compra fue realizada a Don Lucas
Alamán. Hasta la fecha, el Nacional Monte de Piedad está instalado en esta construcción y
rodeado de “coyotes”.

-Abus, creo que tendremos que pedir un cafecito de olla para continuar, porque la platica ya se
esta poniendo buena. ¿Tienes algún inconveniente?

-¡¡¡Ay mi Lupita, claro que no!!! Llamemos a Luis, nuestro mesero para incrementar nuestro
consumo.

Banco de los pobres Nacional Monte de Piedad 2nda parte

-A ver Lupita, si me pusiste atención, más o menos ¿En que siglo fue que se fundó esta institución?

-Ay Caray, no pensé que me fueras hacer examen… pero, déjame recuerdo. O sea, después de ser
las casas viejas de Cortés, un señor llamado Romero de Terreros lo adquirió… entoooonces, fue en
el siglo XIX. ¿Cierto?

- Solo recuerda que la institución se fundó en 1775, peroooo, este edificio lo compraron en 1836
para que albergará las oficinas centrales del Monte de Piedad. Son dos cosas diferentes.

-De acuerdo, ahora si ya me quedó claro.

-Su fundador fue un hombre muy rico, el Conde de Regla, Pedro Romero de Terreros. Existen dos
habitaciones que creo yo, son las más sobresalientes: la galería y la capilla. Ambas, sin embargo,
no están abiertas al público. Al público sólo están abiertas las salas de empeño, refrendo,
desempeño, la tienda, el pasillo principal y el patio.

Actualmente se realizan en este lugar actividades propias del edificio como es, el de prestar dinero
a cambio de prendas y artículos de valor, así como la compra y venta de diversos artículos. La
“tienda”, es decir, donde están los productos a la venta se le conoce como Almoneda y a los que
empeñan se les conoce como pignorantes. Es posible empeñar cualquier objeto siempre y cuando
tenga un valor mínimo de $30 y en valor máximo no hay límite. Los horarios dependen del
servicio, para empeño: de lunes a viernes de 8:30 a 18 hrs. y sábados de 8:30 a 13 hrs.; para
refrendo: de lunes a viernes de 8:30 a 14:30 hrs., y sábados de 8:30 a 13:00 hrs.; para desempeño:
de lunes a viernes de 8:30 a 14:30 hrs., y sábados de 8:30 a 13:00 hrs.; la comercialización es
diaria. La institución se enorgullece de no mantenerse fuera de servicio desde que abrió las
puertas a excepción del día de una huelga en 1997.

Como en toda práctica, sin embargo, ocurren incidentes que desvirtúan el funcionamiento de la
institución. Se ha registrado en una noticia de 1967 que desde entonces están unos sujetos –
llamados coyotes- establecidos en las “afueras del Nacional Monte de Piedad. Ellos compran
boletos de empeño, van rescatan y venden” y obtienen muchas ganancias. Hoy, al pasar a un lado
del edificio, no se callarán las voces diciendo: “¿Qué me vende?, ¿Qué le compro?”.

-Eso mi abus, lo acabo de vivir en carne propia.


-Ahora, vas a tener que invitarme otro café, porque te tengo algunas anécdotas que circulan entre
los empleados que están re buenas. He de confesar que más de una, me estrujo este viejo
cucharon que tengo, y una que otra lágrima asomo por mi rostro. ¿Lista? Bajo advertencia no hay
engaño.

Un día llegó a la ventanilla un joven. Se le veía afligido, preocupado, y entregó al valuador un


envoltorio. Le dijo que eran las cenizas de su madre muerta hacía unos meses y que las llevaba a
empeñar porque era lo más valioso que tenía en la vida. ‘No podemos prestar dinero por cenizas’,
le respondió el valuador, realmente apenado por la aflicción reflejada en el rostro del humilde
muchacho, quién le explicó que su hermano menor estaba enfermo y que le urgía dinero para
comprar medicinas. El empleado se quedó pensando un momento, se rascó la cabeza y dictó a su
secretaria: ‘Reloj de arena sin estuche. Mil pesos’. Y entregó al joven los mil pesos para que
solucionara su problema.

Otra historia refiere que, en los albores del siglo pasado, en la antesala de la Revolución, llegó un
hombre diminuto, de rostro delgado y traje oscuro de por lo menos una talla más grande. Se
advertía, por sus finos modales y calidad de su gastado atuendo y calzado, que había gozado
mejores épocas pero que la suerte, por alguna razón, le había dado la espalda. Sacó de un
desvencijado estuche su violín, que colocó con extremada precaución sobre el mostrador. El cajero
valuador lo miró detenidamente y se sorprendió al descubrir que era un auténtico Stradivarius. Le
ofreció cierta cantidad de dinero en préstamo y el hombrecillo aceptó, no sin antes pedir un favor,
precedido de una explicación: ‘Mire usted señor: Mi violín es muy fino y delicado, más bien celoso
y exigente. Lo debo tocar todos los días, si no el arco se pandea, la caja se raja y las cuerdas se
rompen, lo cual sería una verdadera lástima. Por eso le pido, por favor, que me deje venir todos
los días por las mañanas para tocarlo durante una hora, nada más una hora diariamente es lo que
pido para que mi violín no se eche a perder’. El cajero no encontró motivo alguno para negarse,
asintió con la cabeza y a partir de ese día, durante 3 meses, 2 semanas y 3 días, él y los demás
empleados del Monte de Piedad tuvieron gratis un concierto de excelente calidad y depurada
técnica.

Algunos años después, en plena revuelta revolucionaria, las tropas del general Villa entraron a la
Ciudad de México. Sabido es que entre los hombres con espíritu libertario que se unieron al
caudillo se colaron bandoleros, ladrones y salteadores de caminos. Cuando la tropa llegó frente al
Monte de Piedad, y estaba dispuesta a entrar para llevarse todo lo que encontrara, el general
ordenó: ‘A este no me lo tocan, es el banco de los pobres’. Los rudos hombres agacharon la
cabeza, guardaron sus armas y se siguieron de frente. Pancho Villa sabía que esa institución era de
gran ayuda para la gente del pueblo, que lo mismo llegaba para empeñar una plancha de carbón
que un traje de medio uso, un reloj de ferrocarrilero o las herramientas de carpintería.

- ¿Qué tal? Aun puedo sorprenderte ¿verdad?

Lupita, realmente admiraba a este hombre así que decidió que ella pagaría la cuenta como
pequeño agradecimiento.
Llamó a Luis, pero la sorprendida, nuevamente fue ella, ya que Don Abraham, ya había cubierto la
“cuenta”.

-Ahora si Lupita, sigamos con nuestras compras y “aguas con los coyotes”

Bibliografía

 CASTELLANOS, JUAN CARLOS, “El Monte de Piedad. Banco de los pobres” en Gente Sur.
Revista cuyos datos no se alcanzaron a recaudar, el artículo se consiguió en internet
(http://www.gentesur.com.mx/enviar.php?type=2&id=90.)
 ROMERO GIORDANO CARLOS, Las casas viejas de Moctezuma: historia de una institución,
México, Banco Nacional Monte de Piedad, 1969.
 KUBLER GEORGE, Arquitectura mexicana del siglo XVI, tr. por Roberto de la Torre, Graciela
Garay y Miguel Ángel de Quevedo, México, Fondo de Cultura Económica, 1983.

Imagen:

https://bityl.co/AFjG
https://bityl.co/AFjH

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