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La Corte Constitucional en la célebre sentencia T – 411 de 1992 definió que Colombia cuenta
con una verdadera Constitución Ecológica, conformada por todas aquellas disposiciones que
regulan la relación de la sociedad con la naturaleza y que buscan proteger el medio ambiente.
Entre los múltiples fallos judiciales (jurisprudencia) que ha proferido la Corte Constitucional
de Colombia en los cuales ha utilizado, mencionado y reiterado el precedente jurisprudencial
de la Constitución Verde o Ecológica se pueden mencionar los siguientes: sentencias C – 058
de 1994, C – 519 de 1994, C – 495 de 1996 C - 535 de 1996, C – 126 de 1998, C – 431 de
2000, C – 189 de 2006, C – 554 de 2007, C – 944 de 2008, C – 703 de 2010, C – 915 de
2010, C – 632 de 2011, C – 366 de 2011, C – 889 de 2012, SU – 842 de 2013, C – 283 de
2014, C – 123 de 2014, C – 089 de 2014, C – 094 de 2015, C – 449 de 2015, C – 619 de
2015, C – 699 de 2015, C – 035 de 2016, C – 259 de 2016, C – 298 de 2016, C – 389 de
2016, T – 622 de 2016, C – 041 de 2017, C – 048 de 2017, C – 219 de 2017, C – 644 de
2017, T – 733 de 2017, C – 048 de 2018, C – 032 de 2019, C – 186 de 2019, T – 614 de 2019
y C – 046 de 2020, sin perjuicio de muchas otras más1.
En Colombia existe una amplia gama de normas legales y reglamentarias que mencionan la
función ecológica de la propiedad, sin embargo, ninguna de ellas define tal institución. No
obstante, el Congreso de la República sí ha interpretado legalmente aquel concepto en varias
normas trascendentales, las cuales permiten comprender el mismo y sus efectos jurídicos.
Entre tales normas legales se destacan:
(i) el artículo 20 de la ley 70 de 1993 (ley sobre las comunidades negras o afrocolombianas),
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En cuanto a la doctrina especializada se recomienda consultar la obra del docente Oscar Darío Amaya Navas,
La Constitución Ecológica de Colombia. Universidad Externado de Colombia. Bogotá, 2016, tercera edición.
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En cuanto a la doctrina especializada se recomienda consultar la obra del docente Giovanni José Herrera
Carrascal, La Función Ecológica de la Propiedad. Bogotá: Grupo Editorial Ibáñez, Colección Ambiente y
Desarrollo Sostenible No. 13, 2017.
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Giovanni José Herrera Carrascal (Derechos de Autor)
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sin perjuicio de la existencia de muchas otras normas más que identifican, mencionan y
regulan temas de la función ecológica de la propiedad.
Así, el tercer inciso del artículo 107 de la Ley 99 de 1993, textualmente dispone: “En los
términos de la presente ley el Congreso, las Asambleas y los Consejos municipales y
distritales, quedan investidos de la facultad de imponer obligaciones a la propiedad en
desarrollo de la función ecológica que le es inherente”. (Negrillas y subrayado fuera de texto).
Por su parte, el artículo 3 de la ley 1708 de 2014 (Código de Extinción de Dominio) es muy
claro en señalar que la extinción de dominio3 tendrá como límite el derecho a la propiedad
lícitamente obtenida de buena fe exenta de culpa y ejercida conforme a la función social y
ecológica que le es inherente.
La relevancia y trascendencia de tales normas, radica en que describen con idoneidad que
cumplir la función ecológica, la cual es inherente a la propiedad, equivale a cumplir
obligaciones de protección del ambiente y los recursos naturales.
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De conformidad con el artículo 15 de la Ley 1708 de 2014, el concepto de la extinción de dominio “es una
consecuencia patrimonial de actividades ilícitas o que deterioran gravemente la moral social, consistente en la
declaración de titularidad a favor del Estado de los bienes a que se refiere esta ley, por sentencia, sin
contraprestación ni compensación de naturaleza alguna para el afectado”. Esta norma fue declarada exequible,
por el cargo examinado, por la Corte Constitucional mediante Sentencia C-958-14 de 10 de diciembre de 2014,
Magistrada Ponente Dra. Martha Victoria Sáchica Méndez.
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Sentencia C – 126 de 1998 de la Corte Constitucional. Magistrado Ponente, Dr. Alejandro Martínez Caballero.
La Corte Constitucional, a propósito de una acción de inconstitucionalidad que le fuera presentada, realizó el
juicio de constitucionalidad y profirió esta sentencia, mediante la cual “declaró exequible el Decreto - Ley 2811
de 1974 (Código Nacional de Recursos Naturales Renovables y de Protección al Medio Ambiente), pero
únicamente en relación con los cargos formulados por los demandantes, esto es, por cuanto el Gobierno Nacional
no se excedió en el ejercicio de las facultades extraordinarias al expedir un código de recursos naturales, y por
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Giovanni José Herrera Carrascal (Derechos de Autor)
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Conforme se ha expuesto, la función ecológica de la propiedad concreta los deberes que los
propietarios, comunidades y empresarios en Colombia deben asumir como
corresponsabilidad frente a la garantía del derecho al ambiente sano, el cual
jurisprudencialmente la Corte Constitucional lo ha establecido como una relación “derecho
– deber”5.
En cuanto a la estrecha relación que existe entre las licencias ambientales y la función
ecológica de la propiedad: “La función ecológica de la propiedad constituye uno de los
fundamentos constitucionales que subyace y justifica la necesidad para las autoridades
ambientales de exigir licencias, permisos, autorizaciones, concesiones y registros
ambientales para poder desarrollar proyectos, obras o actividades económicas (por su sigla
poa) que tengan la potencialidad de generar impactos ambientales en los recursos naturales
renovables o introducir modificaciones considerables o notorias al paisaje” (Herrera
Carrascal, G. J., 2017, p. 209).
Por su parte, la Corte Constitucional también se ha expresado acerca de esta relación así:
“(…) la exigencia de licencias ambientales constituye un típico mecanismo de intervención
del Estado en la economía, y una limitación de la libre iniciativa privada, justificada con el
propósito de garantizar que la propiedad cumpla con la función ecológica que le es inherente
(C.N. art. 58).” (Corte Constitucional, sentencia C - 894 de 2003).
cuanto los principios que orientan ese decreto y la regulación general que contiene son compatibles con los
principios constitucionales ecológicos, la participación comunitaria y la autonomía territorial.
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“En efecto, mientras por una parte se reconoce el medio ambiente sano como un derecho del cual son titulares
todas las personas -quienes a su vez están legitimadas para participar en las decisiones que puedan afectarlo y
deben colaborar en su conservación-, por la otra se le impone al Estado los deberes correlativos de: 1) proteger
su diversidad e integridad, 2) salvaguardar las riquezas naturales de la Nación, 3) conservar las áreas de especial
importancia ecológica, 4) fomentar la educación ambiental, 5) planificar el manejo y aprovechamiento de los
recursos naturales para así garantizar su desarrollo sostenible, su conservación, restauración o sustitución, 6)
prevenir y controlar los factores de deterioro ambiental, 7) imponer las sanciones legales y exigir la reparación
de los daños causados al ambiente y 8) cooperar con otras naciones en la protección de los ecosistemas situados
en las zonas de frontera.” (Corte Constitucional, sentencia C - 431 de 2000). Igualmente pueden observarse,
entre muchas otras, las sentencias de la Corte Constitucional T – 046 de 1999, C – 328 de 1995, C – 339 de
2002.
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Giovanni José Herrera Carrascal (Derechos de Autor)
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