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Giovanni José Herrera Carrascal (Derechos de Autor)

ABC DE LA FUNCIÓN ECOLÓGICA


DE LA PROPIEDAD EN COLOMBIA
Por Giovanni José Herrera Carrascal

La Corte Constitucional en la célebre sentencia T – 411 de 1992 definió que Colombia cuenta
con una verdadera Constitución Ecológica, conformada por todas aquellas disposiciones que
regulan la relación de la sociedad con la naturaleza y que buscan proteger el medio ambiente.
Entre los múltiples fallos judiciales (jurisprudencia) que ha proferido la Corte Constitucional
de Colombia en los cuales ha utilizado, mencionado y reiterado el precedente jurisprudencial
de la Constitución Verde o Ecológica se pueden mencionar los siguientes: sentencias C – 058
de 1994, C – 519 de 1994, C – 495 de 1996 C - 535 de 1996, C – 126 de 1998, C – 431 de
2000, C – 189 de 2006, C – 554 de 2007, C – 944 de 2008, C – 703 de 2010, C – 915 de
2010, C – 632 de 2011, C – 366 de 2011, C – 889 de 2012, SU – 842 de 2013, C – 283 de
2014, C – 123 de 2014, C – 089 de 2014, C – 094 de 2015, C – 449 de 2015, C – 619 de
2015, C – 699 de 2015, C – 035 de 2016, C – 259 de 2016, C – 298 de 2016, C – 389 de
2016, T – 622 de 2016, C – 041 de 2017, C – 048 de 2017, C – 219 de 2017, C – 644 de
2017, T – 733 de 2017, C – 048 de 2018, C – 032 de 2019, C – 186 de 2019, T – 614 de 2019
y C – 046 de 2020, sin perjuicio de muchas otras más1.

Entonces, tenemos que la función ecológica de la propiedad integra la denominada:


“Constitución Ecológica de Colombia” y se encuentra consagrada expresamente en el inciso
segundo del artículo 58 de la Constitución Política de Colombia de 1991, en los siguientes
términos: “La propiedad es una función social que implica obligaciones. Como tal, le es
inherente una función ecológica” 2.

En Colombia existe una amplia gama de normas legales y reglamentarias que mencionan la
función ecológica de la propiedad, sin embargo, ninguna de ellas define tal institución. No
obstante, el Congreso de la República sí ha interpretado legalmente aquel concepto en varias
normas trascendentales, las cuales permiten comprender el mismo y sus efectos jurídicos.
Entre tales normas legales se destacan:

(i) el artículo 20 de la ley 70 de 1993 (ley sobre las comunidades negras o afrocolombianas),

(ii) el artículo 107 de la ley 99 de 1993 (ley de la institucionalidad ambiental en Colombia),

(iii) el artículo 85 de la ley 160 de 1994 (ley de Reforma Agraria), y

1
En cuanto a la doctrina especializada se recomienda consultar la obra del docente Oscar Darío Amaya Navas,
La Constitución Ecológica de Colombia. Universidad Externado de Colombia. Bogotá, 2016, tercera edición.
2
En cuanto a la doctrina especializada se recomienda consultar la obra del docente Giovanni José Herrera
Carrascal, La Función Ecológica de la Propiedad. Bogotá: Grupo Editorial Ibáñez, Colección Ambiente y
Desarrollo Sostenible No. 13, 2017.

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Giovanni José Herrera Carrascal (Derechos de Autor)
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(iv) el artículo 3 de la ley 1708 de 2014 (Código de Extinción de Dominio);

sin perjuicio de la existencia de muchas otras normas más que identifican, mencionan y
regulan temas de la función ecológica de la propiedad.

Así, el tercer inciso del artículo 107 de la Ley 99 de 1993, textualmente dispone: “En los
términos de la presente ley el Congreso, las Asambleas y los Consejos municipales y
distritales, quedan investidos de la facultad de imponer obligaciones a la propiedad en
desarrollo de la función ecológica que le es inherente”. (Negrillas y subrayado fuera de texto).

Por su parte, el artículo 3 de la ley 1708 de 2014 (Código de Extinción de Dominio) es muy
claro en señalar que la extinción de dominio3 tendrá como límite el derecho a la propiedad
lícitamente obtenida de buena fe exenta de culpa y ejercida conforme a la función social y
ecológica que le es inherente.

La relevancia y trascendencia de tales normas, radica en que describen con idoneidad que
cumplir la función ecológica, la cual es inherente a la propiedad, equivale a cumplir
obligaciones de protección del ambiente y los recursos naturales.

Por su parte, la Corte Constitucional de Colombia ha interpretado el concepto de la función


ecológica de la propiedad en sus múltiples fallos, los cuales permiten comprenderlo en el
contexto de la Constitución Ecológica. Así, la Corte al respecto ha planteado: “Ahora bien,
en la época actual, se ha producido una “ecologización” de la propiedad privada, lo cual
tiene notables consecuencias, ya que el propietario individual no sólo debe respetar los
derechos de los miembros de la sociedad de la cual hace parte (función social de la
propiedad) sino que incluso sus facultades se ven limitadas por los derechos de quienes aún
no han nacido, esto es, de las generaciones futuras, conforme a la función ecológica de la
propiedad y a la idea del desarrollo sostenible. Por ello el ordenamiento puede imponer
incluso mayores restricciones a la apropiación de los recursos naturales o a las facultades
de los propietarios de los mismos, con lo cual la noción misma de propiedad privada sufre
importantes cambios.”4 (Negrillas y subrayado fuera de texto).

3
De conformidad con el artículo 15 de la Ley 1708 de 2014, el concepto de la extinción de dominio “es una
consecuencia patrimonial de actividades ilícitas o que deterioran gravemente la moral social, consistente en la
declaración de titularidad a favor del Estado de los bienes a que se refiere esta ley, por sentencia, sin
contraprestación ni compensación de naturaleza alguna para el afectado”. Esta norma fue declarada exequible,
por el cargo examinado, por la Corte Constitucional mediante Sentencia C-958-14 de 10 de diciembre de 2014,
Magistrada Ponente Dra. Martha Victoria Sáchica Méndez.
4
Sentencia C – 126 de 1998 de la Corte Constitucional. Magistrado Ponente, Dr. Alejandro Martínez Caballero.
La Corte Constitucional, a propósito de una acción de inconstitucionalidad que le fuera presentada, realizó el
juicio de constitucionalidad y profirió esta sentencia, mediante la cual “declaró exequible el Decreto - Ley 2811
de 1974 (Código Nacional de Recursos Naturales Renovables y de Protección al Medio Ambiente), pero
únicamente en relación con los cargos formulados por los demandantes, esto es, por cuanto el Gobierno Nacional
no se excedió en el ejercicio de las facultades extraordinarias al expedir un código de recursos naturales, y por

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Giovanni José Herrera Carrascal (Derechos de Autor)
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Conforme se ha expuesto, la función ecológica de la propiedad concreta los deberes que los
propietarios, comunidades y empresarios en Colombia deben asumir como
corresponsabilidad frente a la garantía del derecho al ambiente sano, el cual
jurisprudencialmente la Corte Constitucional lo ha establecido como una relación “derecho
– deber”5.

En cuanto a la estrecha relación que existe entre las licencias ambientales y la función
ecológica de la propiedad: “La función ecológica de la propiedad constituye uno de los
fundamentos constitucionales que subyace y justifica la necesidad para las autoridades
ambientales de exigir licencias, permisos, autorizaciones, concesiones y registros
ambientales para poder desarrollar proyectos, obras o actividades económicas (por su sigla
poa) que tengan la potencialidad de generar impactos ambientales en los recursos naturales
renovables o introducir modificaciones considerables o notorias al paisaje” (Herrera
Carrascal, G. J., 2017, p. 209).

Por su parte, la Corte Constitucional también se ha expresado acerca de esta relación así:
“(…) la exigencia de licencias ambientales constituye un típico mecanismo de intervención
del Estado en la economía, y una limitación de la libre iniciativa privada, justificada con el
propósito de garantizar que la propiedad cumpla con la función ecológica que le es inherente
(C.N. art. 58).” (Corte Constitucional, sentencia C - 894 de 2003).

Desde el punto de vista de la doctrina en Colombia existe el siguiente concepto sobre la


función ecológica de la propiedad y de la empresa: “la función ecológica de la propiedad
y de la empresa constituye el fundamento, a partir del cual, las autoridades se encuentran
legitimadas para imponer obligaciones, responsabilidades, cargas, limitaciones y
restricciones al derecho de propiedad, a la libertad de empresa, en aras de garantizar el
derecho al ambiente sano de las generaciones presentes y futuras” (Herrera Carrascal, G. J.,
2017, p. 144).

cuanto los principios que orientan ese decreto y la regulación general que contiene son compatibles con los
principios constitucionales ecológicos, la participación comunitaria y la autonomía territorial.
5
“En efecto, mientras por una parte se reconoce el medio ambiente sano como un derecho del cual son titulares
todas las personas -quienes a su vez están legitimadas para participar en las decisiones que puedan afectarlo y
deben colaborar en su conservación-, por la otra se le impone al Estado los deberes correlativos de: 1) proteger
su diversidad e integridad, 2) salvaguardar las riquezas naturales de la Nación, 3) conservar las áreas de especial
importancia ecológica, 4) fomentar la educación ambiental, 5) planificar el manejo y aprovechamiento de los
recursos naturales para así garantizar su desarrollo sostenible, su conservación, restauración o sustitución, 6)
prevenir y controlar los factores de deterioro ambiental, 7) imponer las sanciones legales y exigir la reparación
de los daños causados al ambiente y 8) cooperar con otras naciones en la protección de los ecosistemas situados
en las zonas de frontera.” (Corte Constitucional, sentencia C - 431 de 2000). Igualmente pueden observarse,
entre muchas otras, las sentencias de la Corte Constitucional T – 046 de 1999, C – 328 de 1995, C – 339 de
2002.

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Finalmente, respecto al concepto de generaciones futuras existe el siguiente en la doctrina


nacional: “En Colombia no existe definición legal ni jurisprudencial del concepto de
generaciones futuras o venideras. En mi concepto, son aquellas personas que no han nacido,
y sin embargo, tienen los mismos derechos que las generaciones presentes en cuanto a la
garantía de unas condiciones equiparables de calidad de vida – vida digna” [Concepto
elaborado con fundamento en lo previsto por los artículos 3º de la Ley 99 de 1993, 6º de la
ley 388 de 1997 y la sentencia C – 126 de 1998 de la Corte Constitucional]” (Herrera
Carrascal, G. J., 2017, p. 29).

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