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La estética parece definirse como la vía posible entre el sentir y el pensar o cómo la forma
con que se organizan y se desarrollan las prácticas por los sujetos. Fue conceptualmente
trabajada desde los la antigüedad, siendo un tema que acompaña los cambios de concepción
sufrida en los patrones específicos de racionalidad de Occidente, disuelta casi siempre junto a
nociones de arte.
La Edad Media evoca, con sus representantes, el sentimiento estético dirigido al trabajo
divino: las bellezas percibidas y sentidas en el mundo eran prueba de una "Belleza Creadora". El
reconocimiento de una belleza trascendente representada bajo algo visible formula esa visión
estética de Dios como "Suma Belleza y Sumo Artista" (PERRISÉ, 2009, p.28). Se establece desde
entonces, para no apropiarse de "lo que es de Dios" (belleza, creación, invención, verdad) y de "lo
que es del hombre" (violencia, culpa, maldad, pecado). El concepto, en ese período, como no
podía dejar de estar, se encuentra implicado del dogma cristiano y de la metafísica clásica.
La concepción estética moderna recibe gran influencia de Kant, en la idea de gusto como
el conjunto de valores que organiza el acto de apreciación individual (PEREIRA, 2013). Arte y
estética se acercan a la concepción del sublime, de la materialización de un sentimiento o de una
idea. La creación artística se encuentra sujeta a los deseos del mercado burgués, lo que hace
volátil la relación entre "alta cultura y cultura de las masas". Movimientos de elaboración del "arte
por el arte" revelan los cuestionamientos acerca de la forma sumisa con que los artistas eran
considerados.
A partir del siglo XX, el arte se muestra comprometido con la ruptura estética a partir de
la demolición de formas tradicionales. Se desarrolla una relación alternativa entre arte y vida
buscando aproximaciones con la experiencia cotidiana. En la segunda mitad del siglo, tras fuertes
movimientos y revoluciones artísticas y conceptuales, los límites de inteligibilidad son confusos,
estableciendo una cierta imposibilidad de racionalización en los dos temas. La estética es
fragmentaria, cuestiona profundamente los proyectos totalizantes y no tiene más la pretensión de
representar lo universal, sino el individuo en sus particularidades (BREA, 2008).
Se une ahora a una dimensión de experiencia singular y subjetiva que produce efectos de
sentido y movimientos de realización de la diferencia. No hay un contenido esencial que se
aprehenda, sino los efectos producidos en el proceso. El arte en sí mismo puede ser visualizado
ahora por sus aspectos formativos: da forma, configuración, materialidad a sentimientos,
sensaciones, pensamientos, conceptos; al mismo tiempo, nos construye, nos compone, nos
produce - es formativa porque nos transforma.
En conclusión: La palabra "macro" proviene del griego "macros", que significa grande,
mientras que la raíz de "micro" proviene del griego "micros", que significa pequeño. Cuando se
utiliza macro y micro como prefijo en otras palabras, como microscopio y macrocosmo, estas
palabras indican el significado en relación a escala o función. A pesar de que las palabras puedan
tener significados opuestos, se relacionan de forma interesante.
Referencia Bibliográfica