Está en la página 1de 4

ALBACEA

CONCEPTO
Un albacea es una persona designada por un testador (persona que firma
un testamento para el reparto de sus bienes post mortem) para garantizar que se cumpla
esta última voluntad.
Se trata de una figura que, si bien no aparece explícitamente en muchas legislaciones, de
hecho, se ha convertido en pieza importante dentro de muchos procesos sucesorios. Lo
que ha permitido normar y establecer límites a sus funciones.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Históricamente, sus orígenes se remontan al Derecho Romano. Aunque es dentro del
Derecho Canónico donde su presencia dentro de la sociedad se hizo evidente y
frecuente. Muchas familias adineradas dejaban sus activos al servicio de la iglesia
católica y de los desposeídos, convirtiendo a los obispos de cada localidad en
‘administradores’ y ‘contadores repartidores’ de los recursos legados.

Las personas con grandes herencias son las que más deciden designar a alguien para que
se ocupe de la administración y resguardo de sus activos, hasta que estos sean
transferidos a los herederos designados. Principalmente cuando el dueño del capital
intuye que entre sus beneficiarios se puedan presentar conflictos insalvables.

LA ALBACEA EN NUESTRA LEGISLACIÓN

De conformidad con el artículo 778 del Código Civil peruano (en adelante CC):


Artículo 778.- Nombramiento de albacea
El testador puede encomendar a una o varias personas, a quienes se denomina albaceas
o ejecutores testamentarios, el cumplimiento de sus disposiciones de última voluntad.
Los albaceas son las personas que tienen a su cargo cumplir o hacer que se cumpla lo
que el testador ha dispuesto en su testamento. El albacea es la persona de confianza del
testador que no solo ejecuta el testamento en sentido estricto, sino que, por lo general
aun después de haber ejercido el cargo, vela porque se realice o se lleve a la práctica la
última voluntad del testador.
Se trataría de un ejecutor testamentario designado por el causante para asegurar la
ejecución y cumplimiento de sus disposiciones de última voluntad, y se le llama
también cabezalero, mancesar o fideicomisario.
El albaceazgo se asemeja al mandato como el legado a la donación, pues mientras unos
tienen efecto en vida del causante los otros operan a su muerte. El albaceazgo se
diferencia del mandato en que este termina con el fallecimiento del mandante mientras
que el encargo de albacea comienza precisamente con el deceso del testador.
Jurídicamente, como señala Trabucchi, el ejecutor testamentario constituye un oficio de
derecho privado, como, por ejemplo, la tutela.

QUIÉN PUEDE SER UN ALBACEA

Cualquier persona puede ejercer esta función. Siempre que cumpla con dos requisitos
básicos: debe ser mayor de edad y sin ninguna restricción legal que le impida obrar
libremente en nombre propio o en representación de otros.

No se requiere de ningún título académico para convertirse en albacea. Aunque lo más


común es que se recurra a abogados o notarios, dada la experiencia que tienen estos
profesionales en las gestiones legales y administrativas que conllevan procesos
sucesorios y de particiones de herencias.

CONSIDERACIONES GENERALES
Un testador, en el momento de dejar por escrito su última voluntad, puede nombrar uno
o varios albaceas. También dejará establecidas las funciones específicas de cada uno de
ellos y el tiempo que ejercerán esta función.

En términos generales, el albaceazgo se divide en dos categorías:

1. Universales: personas facultadas para ejecutar todo el testamento, incluyendo la


participación final de los bienes. Deben asegurarse de que todos los beneficiarios e
interesados participen del proceso.
2. Particulares: individuos a los que se le asignan tareas específicas dentro del documento
de última voluntad.
Cuando el objetivo principal es la participación de los bienes entre un grupo de
herederos, el albacea rendirá cuenta de sus acciones a estas personas. En los casos en
que su misión sea invertir y sacar provecho a este tipo de movimientos financieros, la
rendición de cuentas se llevará a cabo ante un juez instruido en la causa. 

En cuanto a la manera de ser nombrados, encontramos 3 tipos diferentes:


1. Testamentarios: los nombrados por el testador en el testamento.
2. Legítimos: los nombrados por la ley. En este caso serán los herederos los que
ejecuten estas voluntades.
3. Dativos: los nombrados por el Juez. De acuerdo con la actual ley (la LEC 1881
si los permitía en cualquier circunstancia) el juez únicamente puede nombrar un
albacea en los casos en los que no haya testamento, ni ascendientes,
descendientes o cónyuges del fallecido, ni colaterales del 4º grado.
El testador también establece el tiempo máximo para esta labor, considerando las
prórrogas que pudieran ser necesarias. Si este aspecto no queda definido dentro del
testamento, la ley aplicable en cada país servirá para marcar los límites
temporales correspondientes.

OBLIGACIONES DEL ALBACEA


Expresa el artículo 787 del CC las siguientes obligaciones del albacea:

1. Atender a la inhumación del cadáver del testador o a su incineración si éste lo


hubiera dispuesto así, sin perjuicio de lo establecido en el artículo 13.
2. Ejercitar las acciones judiciales y extrajudiciales para la seguridad de los bienes
hereditarios.
3. Hacer inventario judicial de los bienes que constituyen la herencia, con citación
de los herederos, legatarios y acreedores de quienes tenga conocimiento.
4. Administrar los bienes de la herencia que no hayan sido adjudicados por el
testador, hasta que sean entregados a los herederos o legatarios, salvo
disposición diversa del testador.
5. Pagar las deudas y cargas de la herencia, con conocimiento de los herederos.
6. Pagar o entregar los legados.
7. Vender los bienes hereditarios con autorización expresa del testador, o de los
herederos, o del juez, en cuanto sea indispensable para pagar las deudas de la
herencia y los legados.
8. Procurar la división y partición de la herencia.
9. Cumplir los encargos especiales del testador.
10. Sostener la validez del testamento en el juicio de impugnación que se promueva,
sin perjuicio del apersonamiento que, en tal caso, corresponde a los herederos.

UN PUESTO VOLUNTARIO, NO REMUNERADO Y


PERSONALÍSIMO
Quienes han sido declarados albaceas tienen la libertad de rechazar este nombramiento,
sin dar mayores explicaciones. De igual forma, si deciden renunciar después haber
aceptado la misión, pueden hacerlo. Aunque en la mayoría de las legislaciones sí se
estipula que deben justificar adecuadamente esta decisión.

El testador no está obligado a pagar por los servicios que cumpla un albacea. Tampoco
los herederos. Aunque por lo general, dentro del testamento se suele asignar un importe
correspondiente a honorarios profesionales para quienes ejercen esta figura.
Por último, un albacea no puede delegar sus funciones a terceros, salvo que el testador
lo hubiese autorizado dentro del testamento. Así mismo, su ‘puesto’ no es heredable,
por lo que un albaceazgo finaliza de manera automática en caso de muerte de la persona
designada.

¿EL CARGO DE ALBACEA ES RETRIBUIDO?


En principio el albaceazgo es gratuito.
No obstante, el testador podrá establecer la remuneración que tenga por conveniente, sin
perjuicio del derecho que le asista para cobrar lo que le corresponda por los trabajos de
partición u otros facultativos.
Si el testador lega o señala conjuntamente a los albaceas alguna retribución, la parte de
los que no admitan el cargo acrecerá a los que lo desempeñen.

DURACIÓN DEL CARGO


El testador fijará el plazo para ejercer el cargo de albacea.
Si el testador no menciona el plazo en el testamento, la duración será de un año desde la
aceptación del cargo.
El propio testador podrá ampliar el plazo, pero si no señala expresamente el plazo de la
prórroga, se prorrogará por un año más.
Transcurrido ese plazo el secretario o el Notario podrá conceder otra prórroga por el
tiempo necesario (atendiendo a las circunstancias del caso), hasta que la voluntad del
testador sea cumplida.
¿CUÁNDO TERMINA EL ALBACEAZGO?
El albaceazgo termina en por los siguientes motivos:
Muerte del albacea.
Imposibilidad, renuncia o remoción del albacea (que deberá ser apreciada por el Juez).
Lapso del término señalado por el testador, por la ley y, en su caso, por los interesados.
En los casos anteriores, y en el de no haber el albacea aceptado el cargo, corresponderá
a los herederos la ejecución de la voluntad del testador.

También podría gustarte